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Andrea Esther Valdés Pérez

LA POSFOTOGRAFÍA Y EL MAYOR “NO LUGAR”;


LAS REDES SOCIALES.

Matrícula: 263703
Estudios visuales
Hoy en día estamos acostumbrados al bombardeo continuo de las imágenes y sus
mensajes que se nos hace complicado concebir un mundo sin este fenómeno, pero más
aún, el funcionamiento de las relaciones humanas sin su intervención. En la actualidad las
imágenes funcionan como un elemento clave en la comunicación, y como menciona Joan
Foncuberta en por un manifiesto posfotográfico (2011) “las fotos ya no recogen
recuerdos para guardar, sino mensajes para enviar e intercambiar”. Pero ¿en que
momento las imágenes se volvieron pieza clave para la interacción humana?

Primeramente la imagen surge no como una necesidad de capturar un momento o como


una forma de expresión, sino, como dice Gombrich, por un carácter místico y orientado a
la supervivencia, pues el hombre de la prehistoria, que conocía tan bien a sus presas y a
sus iguales, pintaba con una suerte de predicción, pues pensaba que si pintaba a la presa
en sus manos, definitivamente sería suya. Puede ser entonces que a partir de ese momento
la imagen se dotara de un carácter mágico que ha venido a parar hasta nosotros, siglos
después la pintura mantuvo un carácter religioso y mucho después creativo, sin embargo
jamás abandonó su posición recelosa acerca de qué o quienes eran los que se pintaba, lo
se capturaba.
El milagro de la fotografía (Baudrillard, s.f.) de esa imagen exacta, “objetiva”, del
mundo, surge en un momento clave, en donde la humanidad estaba padeciendo una fuerte
metamorfosis, causada por la modernidad que en esos momentos estaba dando sus
mayores pataleadas, empujando así un desarrollo tecnológico impresionante, que también
exigió de un cambio radical de la conciencia, el arte, y sobre todo, la mirada.
Las formas de ver el mundo cambiaron, y la fotografía permitió cambiar la forma
recelosa de conservar momentos e imágenes al permitir a más individuos conocer esta
nueva técnica que permitía capturar no sólo la realidad, sino también la esencia de esta.
Sin embargo así como la modernidad exigía el desarrollo necesitaba nuevos objetos,
espacios e ideas, cada vez más rápido, poco a poco se abrió paso la fotografía en este
torbellino de fugacidad y producción masiva. Aportando al mundo una herramienta para
la simultaneidad y el flujo continuo de ideas y momentos.
La fotografía, pues, se vuelve no sólo una presentación de lo que estaba en el mundo,
pues nunca antes se había podido capturar la realidad de tal manera y de forma tan veloz,
también se vuelve una herramienta de desesperación para capturar el tiempo el cual hasta
de cierta manera parecía ir más rápido también, y también ser más frágil. Sin embargo, el
arte no tarda en responder. Frenéticamente tratan de desvalorizarla, creyendo que
representaba un intento de la industria para reemplazar el trabajo manual del artista con la
producción de imágenes baratas (Foncuberta, 1990). Independientemente de esta
concepción, la fotografía se forma su propio espacio en todas las áreas humanas y
comienza a formar su propio lenguaje, lenguaje que parece ser el mismo que el de la
modernidad.
Dentro de la concepción de la fugacidad y lo momentáneo en la modernidad o como
prefiere decir Starobinski ,“Presencia del pasado en el presente que lo desborda y lo
reivindica”, se comienza a formar en la sociedad un carácter transitorio, volátil e
individualista (Bauman, 2000), de la cual comienza surgir un fenómeno de cambio en
donde se hace una dura distinción entre los espacios donde está aconteciendo la realidad;
los lugares y los no lugares.

El lugar, que es un lugar antropológico, dotado de identidad, relacional e histórico (Augé,


1993) se ve eclipsado por la producción acelerada de los “no lugares” resultados de la
posmodernidad, contraria a la modernidad baudeleriana. Estos no lugares, sirven como
espacios de paso provisionales gracias a los cuales la cotidianidad individualista puede
seguir existiendo cada día. El no lugar, en donde irónicamente se borra el carácter
individual y se pasa a ser simplemente parte de la masa que pasa como un borrón, es el
hospital, el aeropuerto, las estaciones de autobuses, la carreteras, los hoteles, espacios es
donde sólo se transita, donde no se generan historias ni acontecimientos. Y aunque los
conceptos siempre están fluyendo y los que para muchos puede ser un no lugar para otros
puede ser un lugar, hasta el lugar, parece ser que en esta era de avanzada tecnología y
redes sociales, hasta los lugares más importantes se han convertido solamente en lugares
de paso, impregnados de una soledad muy particular. Un ejemplo importante de ello es el
hogar, un lugar con un gran valor histórico y social, el lugar más importante que afirma el
sistema de instituciones en el cual vivimos, se ve corrompido por la llegada del internet,
el cual ha convertido las comidas familiares en fugaces etapas de alimentación en donde
cada integrante puede perderse en su propio mundo en línea frente al celular. En primera
instancia me parecería correcto afirmar que el hogar se ha vuelto el mayor no lugar, tanto
por su importancia histórica como por su valor actual, en donde el individuo sólo usa este
lugar para alimentarse, descansar y relacionarse superficialmente con los que hacen lo
misma a su alrededor.
Al parecer todo sucede en línea, las relaciones, los actos importantes, la información, el
aprendizaje, la propia concepción de uno mismo, y muchos consideran este lugar como el
más auténtico, donde todos se expresan lo que realmente son. Las imágenes han jugado
un papel muy importante en este aspecto, pues gracias a estas en la comunicación en línea
encontró su camino.
Sin embargo, ¿qué pasa si la mayoría de lo que se dice es falso? ¿No significaría que este
cuento de nuestras otras vidas en internet también lo son? ¿Realmente generamos y
consumimos imágenes de una forma consiente o todo lo hacemos por impulso? La
realidad es que la mayoría de nuestras acciones en línea son actos autómatas, generamos
imágenes como un acto desesperado por probarle al mundo que estuvimos presentes en
cualquier lugar u acontecimiento, más que por el hecho mismo de guardar y conmemorar
dicho evento o disfrutarlo por si mismo, y los otros, consumen esas imágenes sin un
mayor interés que la mera curiosidad o la inercia social del voyerismo.
Dentro de esta logística de la importancia de las imágenes para los vínculos y las
relaciones afectivas encontramos el fenómeno de engaño, que va desde editar fotos
personales para aparentar características físicas más atrayentes, hasta apropiarnos de
fotos de alguien más para engañar y puede ser que hasta secuestrar o chantajear a otras
personas.
Es por ello que pareciera que el inmenso universo de las redes sociales y e internet no
fuera más que la mejor representación del no lugar en un espacio que ni siquiera es
tangible, así como el mayor basurero de la modernidad, en donde son desechadas todas
de las imágenes-residuo producidas sin conciencia.
Entonces, si al parecer ya se produjo y se capturó infinidad de imágenes y momentos,
¿qué le queda al artista por mostrar?
Así es como nace la posfotografía de mano del gran fotógrafo Fontcuberta, quien aborda
el problema de la sobreproducción y el bombardeo de imágenes y plantea la posición del
nuevo artista, del nuevo fotógrafo que trata de dar un discurso distinto siendo casi
imposible de crear. La postfotografía no es más que la fotografía adaptada a nuestra vida
online (Foncuberta, 2011) y también adaptada al inmenso avance de la tecnología que ha
logrado crear instrumentos pertenecientes solamente al universo de la ciencia ficción.
A partir del manifestó posfotográfico, basándome sobre todo en el punto 3, 4 7 y 10 del
decálogo he creado una serie posfotográfica llamada “Porno emocional del burdel poético
Youtube”.
Esta es una serie posfotográfica capturada YouTube, tomada de la nueva tendencia
llamada ASMR, siglas de “respuesta sensorial meridiana autónoma”, término de un
fenómeno biológico que se caracteriza por una sensación de relajación, euforia,
adormecimiento, escalofrío, o “cosquillas en la nuca” como respuesta a diferentes
estímulos visuales y auditivos. Este término fue acuñado por la cibercultura, ya que no
hay estudios o nombre científico a dicha sensación al ser una respuesta tan subjetiva y
muy particular en cada individuo.

En esta serie se buscó captar una característica muy importante que tienen dichos videos
y no se dice explícitamente; la intimidad. Si bien se dice que estos video son de relajación
a través de sonidos estimulantes, muchos de los videos más vistos son aquellos que crean
una “atmósfera de intimidad” pues los videobloggeros hablan suave y en susurros, con un
tono dulce y conciliador, así como entrañable, y muchas veces cuentan cosas personales o
hablan como si solamente estuvieran manteniendo una plática con el espectador y
tuvieran mucha confianza con él, sin embargo muchas veces la atmósfera puede llegar a
volverse indirectamente erótica, sensual y demasiado íntima. Las personas buscan estos
video para dormir sin embargo al analizar el tipo de videos y los comentarios dejados en
la sección inferior de los videos pude darme cuenta que es casi como si se buscara cariño
nocturno, la sensación de que alguien amado duerme contigo y te arrulla.
Esta es una muestra de lo que una sociedad solitaria e individualista tiene por carencia, y
es curioso cómo parece que se hemos llegado a la misma situación de la película “Her”
en donde los individuos establecen relaciones meramente sensoriales con seres
cibernéticos que no existen en el plano real, que no tiene una relación personal, sino con
otras miles de personas, y aún así la búsqueda de afecto es tal, que resultan videos que
parecieran videollamadas con tu pareja.
La serie busca captar este carácter íntimo, como si fueran screenshots tomadas a tu pareja
mientras está de viaje y hablan por skype (izquierda), y no a un completo extraño
(derecha).
Bibliografía

Jean Baudrillard “La fotografía o la escritura de la luz: Literalidad de la imagen” en El


intercambio imposible.
Agué, Marc. Los “no lugares”. Espacios del anonimato, Barcelona, Gedisa, 1993.
Fontucuberta, Joan. Estética fotográfica, Barcelona, Gustavo Gill, 2003.
Fontucuberta, Joan. Fotografía: conceptos y procedimientos, una propuesta
metodológica,
Bauman, Zygmunt. Modernidad Líquida, Argentina, Fondo de cultura económica, 2000.
Foncuberta, J. (2011) Por un manifiesto posfotográfico: La Vanguardia. Recuperado de:
http://www.lavanguardia.com/cultura/20110511/54152218372/por-un-manifiesto-
posfotografico.html

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