Con tri b u i r a l a c o n stru c c i ó n d e p a z : ¿ u n
d es af í o p a ra l a e d u c a c i ó n su p e ri o r?
En términos de docencia, hay dos temas a los que no se ha presta-
do suficiente atención y que las universidades, particularmente las facultades de Educación, deberían estudiar con mayor atención: la forma como se enseña la historia reciente del país —en particular del conflicto armado— y cómo se está entrenando a los docentes para afrontar los desafíos que imponen el conflicto y el posconflicto para la vida cotidiana en las aulas.
En sociedades en transición, la enseñanza del conflicto reciente
es un tema sensible (Paulson, 2011). En el caso colombiano, este tema apenas ha sido estudiado (ver, por ejemplo, Márquez Quintero, 2009). Esta omisión puede explicarse en parte por los esfuerzos por invisibilizar el conflicto, pero en el momento actual, cuando este ha sido plenamente reconocido por el Gobierno, constituye una opor- tunidad para dedicar mayor atención a este tema.
Parte del problema de la enseñanza de la historia (y otras asignatu-
ras) radica en los textos escolares. La carta editorial que el presidente Juan Manuel Santos (2013) escribió al Wall Street Journal justificando sus esfuerzos por negociar la paz con las farc termina con esta fra- se: “Como presidente, he asumido la responsabilidad de asegurarme de que nuestros hijos y nietos aprendan sobre el conflicto solo en los libros de historia”1. Más que una buena intención, esta frase en- traña una serie de retos que el país no ha estudiado en profundidad. ¿Qué van a decir esos libros? ¿Quién los va a escribir? ¿Cómo se van a enseñar sus contenidos?
La formación de los docentes también merece especial atención.
¿Cómo se les está entrenando para afrontar los retos que implica tener a víctimas o victimarios (o sus hijos y familiares) en los salo- nes de clase? ¿Cómo afrontar los posibles traumas, las preguntas difíciles, las percepciones contradictorias sobre la historia reciente