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La radicalización del feminismo

Alberto Acereda

Colaboraciones nº 854 22 de marzo de 2006

Si el feminismo es, según indica su culpa a Occidente y al “patriarcado


definición léxica, el movimiento que masculino” de los desastres de la mu-
exige para las mujeres iguales dere- jer a lo largo de la historia. Lo para-
chos que para los hombres, cualquier dójico es que donde más falta hace de
ciudadano de bien apoyará ese femi- verdad la defensa y la lucha por los
nismo. Sin embargo, tan noble con- derechos de la mujer sea en las civili-
cepto se ha ido paulatinamente radi- zaciones no occidentales, o sea justo
calizando, de modo que en los últi- las culturas ante las que esas mismas
mos años su sentido original se ha feministas radicales guardan silencio
perdido. Hoy el feminismo radical se mientras exhiben un hipócrita y ridí-
ha convertido en otra lacra más de las culo culto a la palabrería multicultu-
izquierdas políticas dañando más a ralista de la tolerancia y la diversidad.
las mujeres que beneficiándolas. De la
doctrina social favorable a la mujer en Contexto e ideología de la radicali-
su necesaria e innata capacidad de zación feminista
gozar de idénticos derechos al hom-
bre se ha pasado a un feminismo exa- La radicalización del feminismo ha
cerbado, secuestrado por una militan- encontrado su mejor lugar de desarro-
cia pseudo-intelectual de nefastas llo en el mundo intelectual, particu-
consecuencias. larmente en las universidades. En el
seno de esas instituciones, especial-
Aquí expondremos algunas de estas mente en la progresía de Estados
ideas para mostrar las incoherencias Unidos y varias partes de Europa, las
de esa radicalización feminista. El modas del mal llamado “multicultu-
sectario activismo de las feministas ralismo” y lo “políticamente correcto”

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han servido de caldo de cultivo para tiene en las izquierdas ideológicas
el crecimiento del activismo feminista una habitación propia y en las univer-
más extremo. Desde ahí, y como pro- sidades un campo de abono donde
yección lógica en la vida pública, ha realizar su particular cruzada intelec-
alcanzado a la sociedad, a los medios tual bajo capa de una aparente lucha
de comunicación de masas y a la polí- por el progreso social y el bienestar de
tica del falso progresismo. la mujer.

No entraremos aquí a ejemplificar los Es precisamente en el ámbito univer-


casos de esa educación antiliberal bajo sitario donde el feminismo radicali-
manto de lo políticamente correcto. zado alcanza su mayor expresión. El
Remitimos al lector a lo ya recogido terreno de las humanidades, en espe-
hace quince años por el ensayista Di- cial la literatura, ha venido ofreciendo
nesh D´Souza en Illiberal Education un espacio propicio para lanzar toda
(1991), un libro que sigue siendo hoy una agenda militante cuyos conteni-
válido respecto a las agendas radica- dos completos requerirían de mayor
les del activismo universitario. En extensión. Con todo, algo del fondo
otra colaboración anterior, también de esta cuestión puede y debe ser ana-
tratamos ya de algunas de las caras lizado en estos momentos de aguda
del adoctrinamiento universitario en propaganda política feminista entre
la progresía norteamericana. Como los sectores del progresismo de iz-
testigos de primera mano de estas quierdas tanto en la vida pública co-
situaciones, hoy nos resulta fácil en- mo en la política transatlántica. La
tender ya que lo que el marxismo su- necesaria libertad académica en la
puso en la esfera económica es lo que universidad convierte a ésta en un
para el ámbito cultural e intelectual espacio donde la militancia radical
significa el concepto de lo política- feminista ha podido crecer sin trabas
mente correcto inventado por la pro- ni cuestionamientos. En poco tiempo,
gresía en los ochenta y que todavía la crítica literaria académica se ha ido
hoy pervive. transformando en una suerte de acti-
vismo social y político.
Uno de los productos de dicho con-
cepto de lo políticamente correcto es El estudio y enseñanza de las huma-
la escuela del radicalismo feminista. nidades y la literatura es el trampolín
La historia se ha encargado ya de desde el que lanzar las personales
mostrar el error que supuso el fobias y obsesiones ligadas a las
marxismo en su propuesta de una cuestiones de género, cuando no de
utópica abundancia económica com- raza y clase. En este último particular
partida en igualdad para todos a tra- es donde se han adentrado las
vés del intento de desmantelar las llamadas teorías críticas y literarias
sociedades liberales y sus estructuras del feminismo. Al ser éstas muchas y
económicas capitalistas. Por lo mis- variadas no resultaría justo tipificarlas
mo, también hoy podemos adelantar a todas bajo un mismo patrón. Sin
la falsedad de las fantasiosas prome- embargo, y en lo que toca a sus
sas del igualitarismo cultural pro- aspectos más radicalizados, consisten
puesto por el multiculturalismo de lo en su mayor parte en fundamentos
políticamente correcto. Entre sus acti- teóricos enmarcados y disimulados en
vismos, el feminismo radicalizado torno a las corrientes marxistas o
post-marxistas, desconstruccionistas,

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marxistas, desconstruccionistas, post- perpetrada por el hegemónico hom-
colonialistas y todo un amplio catálo- bre blanco occidental frente a la siem-
go de adscripciones. En las tipologías pre desvalida mujer. En el caso de la
del feminismo se incluyen formas que literatura, este tipo de crítica ignora la
van desde el “anarcofeminismo” al verdadera diversidad de los textos
“feminismo marxista”, o desde el literarios y se enfrenta a todos los ti-
“ecofeminismo” al “feminismo les- pos de escritos de igual modo. Por
biano”, pasando por variantes como esta vía, la militancia radical de la
el “feminismo postcolonial”, el intelectualidad feminista justifica esa
“transfeminismo” y hasta un auto- reducción en los contenidos literarios
proclamado “feminismo radical”. a agendas estrictamente sociales e
ideológicas y políticas. En la amplia
La vaguedad de lo políticamente co- mayoría de los casos se trata de un
rrecto abrió la lata de los llamados feminismo ideológicamente ligado a
“estudios culturales” y sus variantes las izquierdas más sectariamente
genéricas, femeninas, globales y toda antiliberales y liberticidas. Desde ahí,
una sarta de pintorescos marbetes que el fondo de la radicalización feminista
sirven de vasos comunicantes para se resume en el odio innato a la
una amplia variedad de reclamos. El sociedad occidental y su “patriarcado
lector interesado puede comprobar masculino opresor”.
cuanto decimos acudiendo al magní-
fico volumen, de muy elocuente títu- Cierto es que la mujer no ha gozado
lo, Cautionary Tales from the Strange hasta muy recientemente de igualdad
World of Women´s Studies (1994) pre- de oportunidades sociales, laborales,
parado precisamente por dos profeso- económicas y de otras índoles. De ahí
ras universitarias de los llamados “es- que cualquier ser humano razonable
tudios de la mujer”. Las autoras, apoye la necesidad de fomentar las
Daphne Patai y Noretta Koertge, tan políticas y los proyectos que favorez-
hartas como decepcionadas de la ab- can tal igualdad. El problema de la
surda desviación de este tipo de estu- radicalización del feminismo es que
dios, ilustran en ese libro cuanto de- pierde de vista el necesario equilibrio
cimos respecto a los contenidos reales de esos esfuerzos, se obsesiona en
de esos múltiples centros y departa- buscar culpables y yerra en su pers-
mentos universitarios en Estados pectiva de las realidades históricas.
Unidos tildados como “Women´s
Studies”. En ellos sobresale la idea de La aceleración de la historia y los
una conspiración occidental contra la cambios producidos en el último siglo
mujer procedente de las llamadas cla- son la prueba concluyente del error
ses hegemónicas del patriarcado mas- de culpar al llamado “patriarcado” de
culino heterosexual e imperialista. una situación desigual. En el pasado,
la diferenciación de los papeles del
Las tesis compartidas por la radicali- hombre y la mujer en la sociedad no
zación del feminismo aplicado a las fueron siempre resultado de un deseo
humanidades y particularmente a la del hombre occidental por subyugar a
literatura parten, en general, de la la mujer, sino la consecuencia de unas
idea de que el canon impuesto de la condiciones de vida distintas a las que
literatura occidental es la prueba con- ahora vivimos. Las expectativas para
cluyente del sexismo y la opresión la mujer en la sociedad han cambiado

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afortunadamente en los últimos años los avances citados en varias áreas de
gracias a los avances médicos, cientí- la ciencia.
ficos, tecnológicos, logros que han
permitido a la mujer encontrar un Esas nuevas condiciones han tenido
espacio en la sociedad más allá del sólo muy recientemente un impacto
limitado a una mera labor familiar y real en la vida de la mujer en particu-
reproductiva. lar y el hecho se aprecia si examiná-
ramos detalladamente cuestiones co-
Nadie en su sano juicio puede negar mo la mejora en los medios médicos
que gran parte de la legislación, las para disponer de un fiable control de
costumbres y los modos de vida fue- natalidad, la mayor fiabilidad en el
ran ampliamente perjudiciales para la éxito de los embarazos y el consi-
mujer. Sin embargo, no parece tam- guiente descenso de la mortalidad
poco justo tampoco postular por una infantil, así como la mayor longevi-
conspiración del patriarcado para dad. El inalterable hecho natural y
perjudicar voluntariamente a la mu- biológico de la mujer como encargada
jer. Esa conspiración equivaldría a de llevar en su interior las labores de
aceptar la premisa de que todos los la reproducción humana explica las
padres y esposos de la historia acep- dificultades en el pasado para la mu-
taron perpetuar la injusticia hacia sus jer de alcanzar un espacio profesional
esposas y hacia sus hijas. Por lo mis- exactamente igual al del hombre.
mo, todas las mujeres de la historia
pasada –nuestras madres y abuelas- Bastaría imaginar las dificultades de
fueron unas inútiles, seres incapaces una madre para criar a sus hijos sin
de pensar por sí mismas y que se de- refrigeración, con transportes primiti-
jaron subyugar y supeditar por sus vos y lentos, sin la tecnología actual ni
esposos, o sea nuestros padres y los avances en la medicina y las co-
abuelos. municaciones. Sin refrigeración la
mujer debía alimentar en su pecho a
Parece difícil aceptar que el talento y sus hijos y durante un tiempo más
el temperamento de las mujeres del largo que el actual. Esta responsabili-
pasado –que, sin duda, lo hubo- fuera dad –imposible de ser realizada por el
totalmente diferente a las de las muje- hombre- para el caso de cada hijo di-
res de ahora. Lo que las militantes ficultaba mucho las salidas profesio-
radicales del feminismo no compren- nales de la mujer. Sin embargo, el fe-
den, por tanto, es que el cambio hacia minismo radicalizado se empeña en
la mejora de las condiciones de la mu- ahondar en la conspiración del pa-
jer en la sociedad no es resultado de triarcado opresivo masculino, con-
que ellas como feministas radicales funde el pasado con el presente y
hayan sido más inteligentes que sus acaba ubicándose en el resentimiento
antepasadas y hayan encontrado la más absurdo.
respuesta a los problemas. Los cam-
bios de deben al hecho comprobable La intervención gubernamental en
de que el progreso para la mujer en la términos de cupos y favores a la mu-
sociedad es el resultado de que las jer no es el método adecuado para
condiciones de la vida humana han acabar con la discriminación femeni-
ido cambiando para mejor gracias a na, dondequiera que ésta exista. De
igual modo, las leyes que clasifican a

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las mujeres como minorías propor- les. Se ha abierto así la puerta, en úl-
cionando tratos y subsidios especiales timo término a actitudes alienantes
no hacen nada más que perpetuar la tan absurdas como destructivas. En el
idea de que las mujeres necesitan liderazgo del odio del feminismo ra-
ayuda especial, lo que es precisamen- dicalizado hacia lo masculino, los
te redundar en la idea patriarcal al hechos prueban que en ese clima de
que el feminismo dice hacer frente. Lo hostilidad se hace difícil generar la
mismo podríamos decir de la falsa necesaria armonía de trabajo. Buena
alegación de que en las verdaderas parte de los ejemplos de esa corrup-
sociedades democráticas las mujeres ción de ideas se hallan en el campo de
cobran menos dinero por igual trabajo los estudios del feminismo aplicados
que los hombres. La situación en las a las ciencias sociales, las humanida-
universidades norteamericanas, por des y, particularmente, la literatura.
ejemplo y contra lo que pueda pare-
cer, apunta más bien a todo lo contra- Una prueba inequívoca del grado de
rio. Apuntamos todo eso sin entrar obsesión alcanzado por la radicaliza-
siquiera a tratar las muchas ventajas ción femenina en diversos órdenes de
que para la contratación a un puesto la cultura universitaria es el absurdo
universitario en Estados Unidos tiene volumen The Knowledge Explosion:
el hecho mismo de ser mujer o “mino- Generations of Feminist Scholarship
ría étnica”. (1992), con casi medio centenar de
ensayos de feministas en varias disci-
A la luz de todo esto resulta lamenta- plinas (desde la política a la sociología
ble que para las activistas –tan fiel- pasando por la literatura y aun la físi-
mente seguidas por las feministas ca). Lo ridículo del volumen es el
radicales de las izquierdas políticas- hecho de reunirse como estudios fe-
todo lo que no sea un cupo exacto de, ministas, sin importar para nada el
al menos, 50% para hombres y 50% aporte de novedades a cada disciplina
para mujeres en todas las cuestiones de las diversas ramas del saber. De-
se convierta en una señal del machis- trás de todo ello está, sin más, el único
mo, la discriminación, el prejuicio deseo de subordinar la cultura a la
contra lo femenino y, en fin, la su- ideología feminista.
puesta hostilidad del “patriarcado”
contra la mujer. Todo esto genera una Elaine Showalter, una de las destaca-
obsesión contra el hombre y crea una das militantes feministas y directora a
cultura de la victimización femenina finales de los años ochenta del Depar-
que en lugar de favorecer a la mujer tamento de Inglés en la Universidad
en su desarrollo individual y social de Princeton reclamaba ya por enton-
acaba siendo mero resentimiento y ces la transformación de los estudios
hostilidad. literarios y la aceptación del “género”
como una categoría fundamental para
Consecuencia de todo ello es el enve- el análisis literario. Su propuesta era
nenamiento de las relaciones entre los parte de un proyecto que pasaba por
sexos. En el revanchismo de las acti- acabar definitivamente con el canon
vistas más radicalizadas, las universi- literario –el que años después defen-
dades norteamericanas han acabado dería Harold Bloom- y que se enca-
premiando el género o la raza en lu- minaba a supeditar a la literatura a la
gar del talento y los logros intelectua- ideología feminista con las pertinen-
tes conexiones manifestadas en aspec-

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tos de clase, etnia, identidad sexual y progresista y poco moderno que una
otras cuestiones ligadas a intereses intelectual feminista de izquierdas,
extra-literarios. por ejemplo, tuviera que citar y elo-
giar al católico monje benedictino
Entramos así en el concepto del ana- Fray Benito Jerónimo Feijóo, aun
cronismo por el que las feministas cuando fue él quien primero reivindi-
radicales usan la universidad y los có en un ensayo el papel de la mujer,
campos del saber humanístico y lite- como prueba su Teatro Crítico Univer-
rario para hallar ejemplos de opresión sal. Lo mismo cabe decir de figuras
patriarcal en el pasado bajo ideas que como la aragonesa Josefa Amar y
pertenecen a nuestras actuales condi- Borbón o la gaditana María Lorenza
ciones de vida. En el caso de la litera- de los Ríos, autoras de finales del si-
tura en lengua española, aunque de- glo XVIII por las que esas activistas
ben ser siempre bienvenidas todas las del feminismo apenas se han intere-
nuevas lecturas de textos y autores, sado nunca. En esas autoras, auténti-
resulta lamentable el modo en que se cos antecedentes de la liberación fe-
pueden interpretar hoy desde el fe- menina en España, no es posible en-
minismo radicalizado las obras me- contrar el odio al hombre ni el des-
dievales: los cuentos de El Conde Lu- precio a la sociedad occidental.
canor de Don Juan Manuel, las andan-
zas de Juan Ruiz en el Libro de Buen De igual modo, el feminismo radicali-
Amor o los amores de Calixto y Meli- zado y su ideología izquierdista ma-
bea en la Celestina, por dar unos nipula a las autoras como mejor y más
ejemplos. le conviene, según ya mostramos en
otro lugar al tratar de los casos parti-
La tergiversación del fondo histórico culares de la autora argentina
y el contexto cultural de aquellas Alfonsina Storni y la española Gloria
obras sirve también para hacer lo Fuertes, dos mujeres que antes de
mismo, por ejemplo, con la tradición feministas de verdad fueron poetas.
teatral española de los Siglos de Oro. Podríamos seguir pero baste lo dicho
A Lope de Vega se le estudia espe- para confirmar que para poner coto a
cialmente como misógino y hay un la manipulación y al adoctrinamiento
mayor interés por encontrar a monjas universitario, valdría dar seguida-
lesbianas y a caballeros o santos mente algunos ejemplos breves para
homosexuales que por entender el verificar lo absurdo de los posiciona-
fondo de las obras más representati- mientos del radicalismo feminista.
vas. Un estudiante de doctorado de
Hispánicas, en fin, puede acabar sin La hipocresía intelectual y política
haber leído el Quijote pero sí habiendo de la radicalización feminista
leído a todas las feministas radicales
que en el mundo han sido. Los sanos objetivos de las raíces del
auténtico feminismo han sido ya sus-
Lo lamentable de todo esto es que los tituidos por posicionamientos liberti-
mismos intelectuales que siguen tan cidas y, en muchos casos, carentes de
fielmente el feminismo radicalizado sentido. Las teóricas más prominentes
se olvidan -y aun desprecian- a figu- del nuevo feminismo de los últimos
ras claves para el avance de la mujer. veinte años parecen estar compitien-
En el caso español, quedaría poco do por ver cuál de ellas es capaz de
decir mayor barbaridad. A fines de

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los setenta, Sandra Gilbert y Susan War Against Women (1992) su tesis de
Gubar publicaron su libro The Mad- que el hombre siempre tiene librada
woman in the Attic (1979) que, con el una batalla contra la mujer con el ob-
significativo título (la loca en el ático) jetivo de destruirla o subyugarla.
y bajo la excusa de estudiar a las escri-
toras anglo-norteamericanas del siglo Estas ideas son algunas de las bases
XIX, sirvió para acusar a la cultura teóricas de lo que ha ido fundamen-
occidental de “patriarcal” e insensible tando la radicalización del feminismo,
hacia las mujeres. Jane Austen, las ideas que hoy se repiten por las aulas
hermanas Bronte, Mary Shelley y universitarias como verdades inape-
otras aparecían como paradigmas de lables. Por lo absurdo de sus concep-
una “poética patriarcal” víctima de tos, estos libros y sus autoras no han
los malos tratos de la sociedad ma- tenido demasiado interés entre la
chista. opinión pública general pero apare-
cen bien acogidas entre el sectario
Unos años después, Peggy McIntosh, activismo de la crítica universitaria
por su parte, apuntó en Interactive feminista. Lo lamentable es que en
Phases of Curricular Re-Vision: A Femi- ellas está el embrión de lo que ha ve-
nist Perspective (1983) que mientras los nido haciéndose después y que ha
hombres piensan de modo vertical, pasado a los medios de comunicación
las mujeres lo hacen de forma lateral, y ciertos sectores de la cultura del
siendo el caso las mujeres no pueden entretenimiento. Arthur Sulzberger,
pensar lógicamente por culpa del con- Jr., por ejemplo, uno de los editores
trol omnímodo del patriarcado mas- del New York Times se confesó hace
culino. Para hacer la cosa más absur- unos años como ferviente feminista y
da todavía, Catharine A. MacKinnon lector de Marilyn French.
expuso en su leidísima obra Toward a
Feminist Theory of the State (1989), que En el ámbito del activismo social, vale
la práctica heterosexual es siempre un la pena recordar lo que Stephanie Da-
acto coercitivo y, en consecuencia, vies, directora ejecutiva de la Funda-
una violación del hombre a la mujer ción de las Mujeres de Atlanta, afir-
ya que para la mujer es difícil distin- maba recientemente: “Si hubiera mu-
guir entre el acto sexual y la violación jeres en el poder en cifras significati-
al tratarse de dos situaciones produ- vas, creo que las Torres Gemelas esta-
cidas siempre bajo dominio masculi- rían aún en pie”. No sabríamos aquí
no. dar respuesta a la hipótesis de Step-
hanie Davies, pero sí podemos con-
En similares parámetros se situaron firmar que precisamente gracias a ese
las tesis de Andrea Dworkin en su mismo gobierno que ella censura aho-
libro Intercourse (1987), para quien la ra hay más mujeres en política electo-
cultura occidental es innatamente ral en Afganistán que en el mismo
violadora de la mujer. Cualquier rela- Canadá. Ni que decir tiene que con
ción heterosexual normal es una vio- los talibanes esas mismas mujeres no
lación porque las mujeres –al ser sub- podían ni recibir públicamente la luz
yugadas por el patriarcado- no tienen del sol en sus rostros.
realmente la capacidad de elegir li-
bremente sus actos. Por si esto fuera Por lo mismo, a esta feminista radical
poco, a inicios de los noventa la teóri- como a las otras antes citadas les de-
ca Marilyn French propuso en The

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bería preocupar bastante más la de- de cuchillo, en el momento de la des-
fensa de la mujer allá donde precisa- floración. No hace falta entrar aquí a
mente ellas creen ver el gusto de la comentar las lamentables consecuen-
tolerancia multiculturalista y la fasci- cias de tan inhumana práctica según
nación por la diversidad, incluido el la cual, más allá de la anulación defi-
yihadismo. Así, vale citar a Ahmed al- nitiva del placer sexual, el cuerpo de
Baqer, un diputado kuwaití que de- la mujer –si es que sobrevivía a las
negó una propuesta para ampliar el infecciones- queda marcado para
derecho de sufragio para la mujer siempre y con un dolor y lesiones
alegando que Alá indicaba en el Santo permanentes. Ante esto, es notable el
Corán que los hombres eran mejores silencio de las feministas radicales.
que las mujeres.
Una de las mujeres que sufrió esa
Entre el feminismo extremo, resulta práctica en Kenia fue Ayaan Hirsi Ali,
lamentable el silencio ante las autori- musulmana nacida en Somalia que
dades de un país como Kenia, el de actualmente vive en Holanda como
mayor índice de mutilación sexual diputada liberal del Parlamento
femenina del mundo. El filósofo holandés y que está amenazada de
Gabriel Albiac recordaba reciente- muerte desde el fanatismo islámico.
mente el caso de la ministra keniata Ayaan Hirsi Ali presentó reciente-
Wangari Mathai, Premio Nóbel de la mente la traducción española de su
Paz en 2004 y celebrada por las radi- libro Yo acuso, de obligada lectura
cales feministas. Preocupada por la para las feministas radicales. Entre
defensa de su identidad étnica kiyu- otras cosas, el libro muestra cómo la
yu, la premiada ministra exigía para civilización islámica se detuvo en el
las jóvenes muchachas de su país el siglo XI y cómo en los países con esos
uso del ritual de la amputación del regímenes fanáticos se perpetran a día
clítoris, como símbolo del paso de las de hoy continuas violaciones de los
niñas a la edad adulta. En 2001, la derechos humanos más básicos: muti-
misma Mathai declaraba que todos lación de manos y piernas a los ladro-
los valores de su pueblo se edificaban nes, práctica de la ablación en las ni-
sobre esa práctica, razón que justifi- ñas adolescentes, sumisión y humilla-
caba para apoyar sin fisuras la cam- ción de la mujer, castigos inhumanos
paña de castración femenina forzosa, con asesinatos de adúlteras a través
promovida por el clan de los Mungi- de la lapidación o el linchamiento de
ki. homosexuales. Se trata de una fun-
damentada denuncia del conformis-
Aclaraba también Albiac que Yomo mo de Occidente –en especial de sus
Kenyata, el padre de la patria, había ideólogos de la progresía de las iz-
teorizado lo mismo en 1959 al apuntar quierdas políticas- ante la barbarie de
que ningún kikuyu puro podía acep- esas prácticas.
tar desposar a una mujer que no
habría pasado por la ablación del clí- No olvidemos que también en Holan-
toris y de los labios menores. Dicha da, Theo van Gogh pagó con su vida
práctica se completaba al suturar la el haber filmado en un corto de ape-
vulva hasta no dejar más que un es- nas diez minutos su lucha contra la
trecho canal para las deyecciones, que opresión de las mujeres musulmanas.
el marido debería luego abrir, a punta Consideramos importante añadir aquí

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el caso de Walfa Sultan una psicóloga el Parlamento Español estos mismos
árabe-americana que desde Los Ánge- días se vivió la hipocresía del femi-
les contaba hace unos días verdades nismo radicalizado encarnado en las
como puños a la sectaria cadena “Al- diputadas socialistas y comunistas
Jazeera TV”. El vídeo televisivo de su movilizándose para desalojar sus es-
intervención, de recomendable visión caños en un acto tan teatral como fa-
por salir de una mujer musulmana, laz.
mostraba su clara oposición a la bar-
barie del yihadismo en su lucha co- En Estados Unidos, sin llegar a los
ntra los valores judeo-cristianos y co- deplorables niveles de la progresía
ntra Occidente, incluido el maltrato socialista, cabría mencionar a varias
de las mujeres. senadoras de la izquierda norteameri-
cana muy propensas a hacer guiños al
Junto a lo ya escrito de manera ejem- feminismo más sectario, como la
plar en varias partes por Oriana Falla- misma Hillary Clinton, o las senado-
ci, remitimos al lector a que lea el se- ras californianas Barbara Boxer y
ñalamiento y los detalles de la violen- Dianne Feinstein. Resultan éstas, sin
cia que esas culturas no occidentales embargo, bastante moderadas si las
realizan a modo de amenaza contra comparamos con las pupilas de María
Europa y particularmente contra las Teresa Fernández de la Vega y las
mujeres, homosexuales y otros gru- muchachas comandadas por Leire
pos. Nos referimos a dos libros de Pajín. Ante tanta pose, el lector sabrá
recentísima aparición, ambos de 2006: que fue precisamente con el Gobierno
Menace in Europe de Claire Berlinski y Aznar cuando el Senado y el Congre-
While Europe Slept de Bruce Bawer. En so de España estuvieron presididos
ellos encontrarán casos ante las que el por dos mujeres. Por lo mismo, ha
feminismo radicalizado calla vergon- sido bajo la Administración Bush
zantemente, como el de esas niñas cuando el Congreso y el Senado nor-
musulmanas en Francia que optan teamericano han tenido mayor pre-
por llevar velos y otras cubiertas is- sencia de representantes femeninas en
lámicas para disminuir la probabili- ambas cámaras de representantes, con
dad de ser asaltadas y violadas en las un total de 109 elegidas: 68 mujeres
calles. congresistas y 14 senadoras.

Las falsas excusas del multicultura- Frente a la maquinaria propagandísti-


lismo, las tesis de lo políticamente ca del feminismo militante, en Esta-
correcto y el insano relativismo cultu- dos Unidos contamos con mujeres
ral y moral son hoy plaga en Occiden- que han llamado ya la atención ante
te, como abiertamente prueban los los peligros de la radicalización del
ejemplos aquí apuntados. Tampoco feminismo. Dentro de la misma aca-
en esto aparecen por ningún lado las demia, vale la pena reconocer los se-
militantes de ese feminismo y sus rios trabajos de mujeres ubicadas en
apoyos políticos que, en el caso de un sano feminismo como Christina
España, animan a la mal llamada Hoff-Sommers en Who Stole Femi-
“Alianza de Civilizaciones”, o sea a nism? (1994), de significativo título al
las teocracias islamistas que se nos considerar que la militancia radical
presentan como modelos a imitar de feminista había robado las bases del
tolerancia y promoción femenina. En necesario esfuerzo inicial del femi-

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nismo más equilibrado. De igual mo- Contra la insistencia de sus argumen-
do, Elizabeth Fox-Genovese con su tos denigrando el capitalismo, no re-
libro Feminism is not the story of my life sulta muy difícil demostrar que es
(1996) también abrió ya el camino precisamente gracias al liberalismo
sobre la incongruencia de los recla- económico y, en buena medida, a Es-
mos del activismo radical. tados Unidos que las mujeres tiene
más oportunidades cada día. Gracias
Más recientemente, la ensayista y pe- al proceso de modernización liderado
riodista Kate O´Beirne ha desenmas- por las economías capitalistas de Oc-
carado crítica y documentalmente la cidente tenemos todo un motor de
farsa de esos feminismos en su recien- cambios para la mejora de las condi-
te libro Women who make the world ciones de las mujeres. En lugar de
worse (2005). Sostiene O´Beirne lo fa- seguir atacando a ese motor y seguir
laz del activismo liberticida actual en lamentándose por el pasado entero de
el que han devenido los iniciales y la humanidad y la mal entendida
nobles esfuerzos iniciales de la libera- opresión perpetua del patriarcado, las
ción femenina. Para la autora, esta- feministas radicales deberían moderar
mos en una lucha sin cuartel por parte su visión y enfocarse en una explora-
de esas militantes por tergiversar el ción seria de un futuro prometedor
valor de instituciones e ideas básicas para la mujer en el mundo.
para Occidente como el individuo, la
familia, la igualdad de oportunidades, Hace apenas cuatro meses Phyllis
la educación, el trabajo, la seguridad y Chesler –feminista durante los últi-
otros aspectos de la vida manipulados mos cuarenta años y una de las fun-
por a miope confrontación del femi- dadoras de ese movimiento- escribió
nismo militante contra lo masculino, ya de la muerte del feminismo. Lo
lo que en otro lugar y a modo de re- hizo en su reciente libro -tan reco-
seña de ese libro denominamos mendable como aclarador- titulado
feminismos trasnochados. precisamente The Death of Feminism.
Su diatriba, escrita desde el seno
Como ejemplos de la contradicción y mismo de la militancia feminista, se
los excesos de esa actitud radicalizada encaminaba a desmitificar la farsa de
valdría recordar algunos datos que esa radicalización y definiendo sin
muestran la inexistencia del patriar- ambages ese movimiento como re-
cado anti-femenino. Vale citar que a trógrado, intelectualmente narcisista
día de hoy son ya más del 55% de y hasta inmoral por no salir al paso
estudiantes que son mujeres en las del ataque en otras culturas –
universidades norteamericanas. Ca- especialmente en la islámica- contra
bría citar también la presencia feme- las mujeres. En el poso antinorteame-
nina en puestos políticos de impor- ricano, antisemítico y antioccidental
tancia y –contra lo que suelen predi- del radicalismo feminista, los datos
car el feminismo de las izquierdas que aporta Chesler son por sí mismos
radicales- gracias a presidentes de la suficientes para ver la hipocresía inte-
derecha liberal-conservadora: Lynne lectual y política de dicho activismo.
Martin, Carla Hills, Linda Chavez,
Condoleezza Rice y Lynn Cheney, por Concluyamos: en el pasado el femi-
citar sólo algunas. nismo fue en buena medida un ejem-
plar movimiento a favor de la igual-

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dad de la mujer. A día de hoy ese Ante este panorama, las consecuen-
mismo encomiable esfuerzo se ha cias de esa radicalización las empe-
convertido en un errático radicalismo zamos a contemplar en nuestros días
sectario por el que se ataca destructi- con la pérdida de apoyos a ese femi-
vamente bajo escondidas premisas nismo por parte de la juventud, con el
ideológicas ligadas a las izquierdas aislamiento de esas propuestas exage-
políticas los conceptos tradicionales radas en los enclaves elitistas del acti-
del matrimonio, la familia, la mater- vismo universitario y con el rechazo
nidad y aun las sanas y necesarias no sólo del público general sino ya
relaciones entre hombres y mujeres. hasta de muchas mujeres.

Alberto Acereda es catedrático universitario, escritor y analista político, especialista en te-


mas culturales transatlánticos y Miembro de la Academia Norteamericana de la Lengua.

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