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1 author:
Christian Büschges
Universität Bern
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From mission to cooperation. Liberation theology and social movements in the Andean Region,
1960s-1980s (Funded by the Swiss National Science Foundation) View project
All content following this page was uploaded by Christian Büschges on 24 July 2017.
Christian Büschges
PACO MONCAYO GALLEGOS
Alcalde Metropolitano de Quito
FONSAL
Fondo de Salvamento del Patrimonio Cultural de Quito
Venezuela 914 y Chile / Telfs.: (593-2) 2 584-961 / 2 584-962.
Traducción al castellano:
Christiana Renate Borchart Peters
Dirección de arte:
Rómulo Moya Peralta
Gerente de producción:
Juan Moya Peralta
Arte:
Diego Enríquez
ISBN-978-9978-300-70-1
Título de la edición original Familie, Ehre und Macht. Konzept und soziale Wirklichkeit des Adels in der Stadt Quito (Ecuador) während
der späten Kolonialzeit, 1765-1822.
© 1996 Franz Steiner Verlag Wiesbaden GmbH, Sitz Stuttgart
ISBN 3- 515 – 06908-9
Christian Büschges
PRÓLOGO
UN HITO EN LA HISTORIA SOCIAL DEL ECUADOR
E
l libro que el lector tiene en sus manos es una contribución importante a la
historia social de lo que hoy es el Ecuador. Hasta el presente, ningún trabajo
había abordado con tanta profundidad y detalle una clase social concreta, en este
caso la aristocracia, o como se llama en este libro la “nobleza titulada”, es decir la cúspide
de la sociedad estamental de la Colonia, aquella que poseía títulos de Castilla o pertenecía
a órdenes militares nobiliarias, privilegios que solamente eran otorgados por la Corona de
España.
El devenir histórico del Ecuador es, por supuesto, con sus avances y sus retrocesos, la lucha
por la inclusión social, la democracia y el respeto a los derechos humanos. El imperio de
estos derechos implica considerar a las personas en su plena dignidad humana, por lo que
son y no por lo que ostentan. Como lo sabemos, esta meta no se ha conseguido aún y
todavía existen en el Ecuador profundas brechas y prejuicios sociales. Es tarea de cada
generación, pero mucho más de las actuales, en los inicios del siglo XXI, eliminar
cualquier discriminación, lograr la equidad, la vigencia de los derechos de todos, el pleno
ejercicio de la ciudadanía, la participación sin exclusiones, la transparencia, la honestidad
en la vida pública y privada y el ejercicio de un republicanismo integral. Esta lucha, que
en cada generación ha tenido paladines y contradictores, ha implicado en la tradición
intelectual ecuatoriana el rechazo a formas perimidas del ser social y, tal vez de manera
inconsciente, ha impedido a sus historiadores estudiar con objetividad los estamentos
privilegiados de la sociedad colonial.
Este libro, en cambio, estudia esa clase social como un objeto de laboratorio, y la examina de
manera completa, sistemática, casi exhaustiva. Empieza por la definición de “nobleza” y su
especificidad y la contrapone con conceptos más generales y, de tanto usados, desprovistos de
sentido, como los términos “clases altas” o “elites”, que el autor descarta, pues le parecen
categorías inútiles para el análisis. Su lupa pasa entonces al funcionamiento de esa clase social
en la realidad, para averiguar en primer lugar quiénes la conformaban, y luego qué le daba
soporte, cómo se manifestaba en lo externo, cuáles eran sus interacciones consigo misma y con
el resto de la sociedad. Y todo esto referido a un espacio delimitado y a un período específico:
el ámbito geográfico del Reino de Quito, es decir la Sierra centro-norte del Ecuador y el sur de
la actual Colombia, en el período de finales de la Colonia y la Independencia.
Como se puede ver, la época que aborda hace hoy más interesante que nunca a este libro,
puesto que nos acercarnos al bicentenario del primer gobierno revolucionario de la América
Hispana, iniciado en Quito el 10 de agosto de 1809 y que, a pesar de la masacre del 2 de
agosto de 1810, tuvo momentos cumbre el 11 de diciembre de 1811, con la proclamación del
2 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
Estado de Quito, y el 15 de febrero de 1812 con la expedición de la primera Constitución, que
definió a ese nuevo estado como una república dotada de un gobierno presidencial.
La memoria adecuada de proceso tan extraordinario como fue la revolución quiteña no puede
hacerse sino con más y mejor conocimiento de los hechos, del entramado social en que se
dieron, de los antecedentes que los provocaron. Aparte de las ceremonias públicas, de los actos
masivos de cultura ciudadana, de las obras que se inaugurarán (entre las que se destaca, por su
magnitud e implicaciones en el desarrollo de Quito, lo que ha sido denominado como la
“Aerotrópolis”, el complejo que incluye el Nuevo Aeropuerto Internacional, la Zona Franca, el
Parque Tecnológico y la Central de Abastos), el Alcalde, la Comisión de Cultura y Educación
del Concejo Metropolitano y las entidades del ámbito municipal hemos coincidido en la
importancia de la investigación histórica del hecho independentista. La conmemoración del
Bicentenario 1809-1812 será tanto más adecuada e importante cuanto más certeros sean los
conocimientos acerca de los procesos intelectuales, las causas socioeconómicas, el entorno
político y el carácter de la participación de las diferentes clases sociales en aquel movimiento
que, aunque sus autores no lo supieron de inicio, y no lo podían saber, culminó en la
independencia y la proclamación, veinte años después, de la República del Ecuador.
Para cumplir este objetivo, uno de los proyectos del programa general de
conmemoraciones es la publicación de estudios, tanto clásicos como nuevos, sobre la época
en que se gestó la Independencia. Parte de ese proyecto es hacer asequibles al público
aquellos libros que aún no han sido traducidos al castellano y que sin embargo echan
potentes luces sobre el siglo XVIII y explican mejor la acción del 10 de agosto, las
posiciones autonomistas y la rápida radicalización hacia la independencia en las primeras
décadas del XIX.
Estas ediciones están a cargo del Fondo de Salvamento del Patrimonio Cultural
(FONSAL), que, a más de la restauración incansable de sitios arqueológicos, de templos y
conventos coloniales, de centros culturales y edificios republicanos, de barrios enteros del
Centro Histórico y de las áreas patrimoniales de las parroquias del distrito (con todo lo que
ello implica de investigación previa, planificación, obra física y fiscalización), a más de
todo eso, digo, ha acumulado ya un fondo editorial notable, con libros excepcionales sobre
el pasado de Quito y su región.
Lejos del alcance del público ecuatoriano habían permanecido dos trabajos de gran utilidad
para comprender el marco en el que se dio el movimiento independentista y la dinámica de las
clases sociales de Quito, pues no habían sido traducidos al castellano. El FONSAL los publica
ahora como una notable contribución a la historiografía de la época. El primero es justamente
este volumen que el lector tiene en sus manos. Escrito por el profesor de la Universidad de
Bielefeld, Dr. Christan Büschges, especialista en Historia de América Latina y, en particular,
de la del Ecuador,2 fue publicado en Alemania en 1996 con el título de Familie, Ehre und
2 El doctor Büschges tiene a su cargo cursos de Historia Política de Iberoamérica, Historia de la Monarquía
Española (siglos XVII y XVIII), Historia Social de Iberoamérica e Historia del Ecuador en la Facultad Historia,
que forma parte de la Facultad de Historía, Filosofía y Teología de la Universidad de Bielefeld. Entre sus
campos de trabajo están la relación entre etnicidad y política; el nacionalismo, así como la identidad
social en la transformación histórica.
El otro libro, que aparece de manera simultánea, se complementa de manera excelente con el
que el lector tiene en sus manos, pues investiga el extremo opuesto del conglomerado social
de fines de la Colonia: los sectores populares de Quito. Escrito originalmente como tesis
doctoral para la Universidad de Liverpool en 1984 con el título Urban Popular Society in
Colonial Quito, c. 1700-1800, su autor, el profesor Martin Minchom, lo revisó para su
publicación en 1994 en la Oxford UniversityPress, cuando apareció con el título The People
of Quito, 1690-1810, para la versión en español, titulada El Pueblo de Quito, 1690-1810.
Demografía, dinámica socioracial y protesta popular, también se contó con la supervisión del
autor. Su contribución es tan valiosa para la historia de las clases subalternas del último siglo
de la Colonia como lo es la presente obra sobre la nobleza.
Como puede deducirse fácilmente, los dos libros van a permitir conocer mucho mejor los
dos extremos de la sociedad estamental del Quito del siglo XVIII y, en consecuencia,
ayudarán a la comprensión de la dinámica que condujo a la revolución de Quito y al
establecimiento del primer gobierno revolucionario de la América Hispana.
Pero cada libro tiene su propia historia. La idea de traducir este era acariciada por la Dra.
Christiana Borchart de Moreno, ella misma gran investigadora del siglo XVIII, incluso
desde antes que fuera impreso, porque, como colega y amiga del investigador, supo
aquilatar su importancia. Varias razones fueron postergando el proyecto por una década.
Debo confesar que cuando me contó su idea y me refirió el alcance de la obra, acudí sin
pérdida de tiempo al Alcalde Paco Moncayo y al arquitecto Carlos Pallares, director
ejecutivo del FONSAL, quienes con entusiasmo acogieron mi insinuación. Poco después,
el propio Dr. Büschges estuvo de visita en Quito, y en una reunión con la Dra. Borchart y
el editor general del FONSAL, Arq. Alfonso Ortiz, le abordamos sobre el permiso para
traducir y publicar su estudio. Con la mayor apertura y sencillez, y con la confianza que le
daban los largos años de conocer a la traductora –quien, como dice en el prefacio de este
libro, junto con su esposo, el Dr. Segundo Moreno, le apoyaron en sus investigaciones
desde su primer viaje al Ecuador–, el Dr. Büschges dio enseguida su aceptación al
proyecto. La dedicación de la traductora, y el trabajo de la consultoría editorial del
FONSAL hicieron rápido y bien el resto por lo que, en un plazo realmente corto, el
público tiene ahora en sus manos este valioso libro.
4 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
Aparte de ello, ¿qué se ha publicado? Hay que reconocer que el movimiento de la “Nueva
Historia” –que no se reduce solo al acertado esfuerzo de los 15 volúmenes de la Nueva
Historia del Ecuador3 sino que incluye una variedad de estudios desde finales de los años
1970–, hizo una importante contribución al desarrollo de nuestra historiografía. Este
grupo de nuevos historiadores planteó que la investigación histórica no debía reducirse a la
exaltación de los héroes y descripción de las figuras descollantes ni limitarse a narrar los
acontecimientos de relieve,4 como se había estilado hasta entonces, sino que debía
describir y entender, con el instrumental más riguroso, el entramado social y el sustrato
económico en que aquellos sucedieron y la evolución de toda la sociedad. La historia social
y la historia económica hicieron así su entrada, aunque no se puede desconocer algunos
aportes anteriores.5 Pero, en cualquier caso, ninguno de los nuevos historiadores tomó a la
“nobleza” como un objeto de estudio. No era solo por pudor, aunque también algo habría
de ello, sino porque todos considerábamos que era mucho más urgente y prioritario el
estudiar al pueblo, a los indios, a las “clases subalternas”, al artesanado, al proletariado, es
decir a quienes habían sido preteridos en toda la historiografía tradicional.
De todo ello quedó un vacío, que es el que viene a llenar este libro. Büschges de inicio, a
más de rechazar el concepto de elite, como se dijo más arriba, tampoco acepta que la
sociedad estamental de fines de la Colonia estuviera basada únicamente en la distinción
étnica. En el análisis concreto de los censos y otros documentos comprueba que “el estatus
étnico de un persona correspondía … en gran medida a la reputación pública basada
fundamentalmente en criterios socioculturales, y por lo tanto también manipulables”.6
3 Ayala Mora, Enrique (ed.) Nueva Histor ia del Ecuador (Quito, Corporación Editora Nacional- Editorial
Grijalbo, 15 volúmenes, 1988-1995)
4 Ver mi crítica a la histoire événementielle y la necesidad de una historia social entendida como historia
de toda la sociedad, en Ortiz Crespo, Gonzalo, La incor poración del Ecuador al mercado mundial. La
coyuntura socioeconómica 1875-1895, 1ª edición (Quito, Banco Central del Ecuador, 1981), p. 23. Hay 2ª
edición (Quito, Corporación Editora Nacional, 1988).
5 Como los de Pío Jaramillo Alvarado, los esposos Costales, el P. José María Vargas y Aquiles Pérez, por
ejemplo.
6 Büschges, más adelante en este mismo libro, p. 57.
De gran interés es el estudio del autor sobre la ambivalencia de la relación de los nobles
con el comercio, al que, de manera teórica despreciaban, pero al que por necesidad habían
tenido que dedicarse, incluso con operaciones comerciales muy grandes como la del
transporte a Cartagena de Indias del “situado”, esto es del conjunto de los tributos a la
Corona, y que se manifestó también en la incorporación a las familias nobles de mercaderes
que habían hecho fortuna o de incluso acaudalados comerciantes recién llegados.8
Büschges señala que los estrechos lazos familiares de la nobleza quiteña, la posibilidad de
ascender por lazos matrimoniales y su mentalidad específicamente basada en un concepto
tradicional del honor corporativo evitaron el surgimiento de una clase burguesa. A mi
entender, Büschges subestima en este punto la importancia de la economía en la Audiencia de
Quito, que se encontraba en crisis durante la segunda mitad del siglo XVIII, al igual que la
política de la Corona en los territorios americanos. También cabe recordar que la
historiografía sobre la burguesía europea ha mostrado que el antagonismo entre la nobleza y
la burguesía no fue siempre tan insuperable como se pensaba.9
Me parece que esta crítica apunta a una carencia cierta del libro: en su último capítulo,
relativamente corto, sobre la participación de los nobles en el proceso independentista
quiteño, Büschges se encuentra con que no puede explicar el hecho de que a la cabeza
del movimiento de agosto estuvieran dos abogados, Juan de Dios Morales y Manuel
Rodríguez de Quiroga, que no venían de la nobleza y que, por lo tanto, en el libro,
aparecen como caídos del cielo. No puede reclamársele demasiado a Büschges, puesto
que su libro no es sobre aquel estamento de criollos que habían alcanzado títulos
universitarios y pugnaban por ocupar posiciones de comando en la Audiencia de Quito,
es decir los discípulos de Espejo, porque su libro no es sobre ellos sino sobre la nobleza...
Quizás la aparición de este libro sobre la nobleza y el de Minchom sobre la plebe, haga
indispensable nuevos estudios a profundidad sobre aquella capa de la pequeña burguesía
emergente, si cabe tal término, o de criollos mestizos, en su acepción cultural o
“estamental”, que diría Büschges, más que en su acepción étnica. La desaparición de esos
dirigentes –unos sacrificados el 2 de agosto y otros perseguidos sin piedad, pues
precisamente por no ser nobles atrajeron sobre sí la más fuerte represión de las
autoridades realistas–, privó a Quito y al Ecuador de una generación que probablemente
habría sustentado el camino hacia una sociedad en verdad republicana y democrática.
6 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
Porque, por otro lado es cierta la conclusión de Büschges de que “la estructura social
colonial y la posición social dirigente de la nobleza no fueron tocadas o puestas en duda
durante el movimiento independentista”.10 Es la misma conclusión a la que llegamos en
1980 con Nick D. Mills en nuestro estudio sobre la transición poscolonial, cuando
decíamos que:
Este libro debe leerse, como todo aquel que cae en manos de un lector de mente abierta,
sin prejuicios. Si así se procede enseñará, de manera muy didáctica, detallada y
documentada, esos rasgos que, nacidos en la sociedad jerarquizada de la Colonia,
perduraron en el Ecuador hasta muy entrado el siglo XIX, y que aún hoy, 200 años
después de la independencia, afloran en todo aquel que busca privilegios personales o
corporativos. Mientras tanto, la sociedad ecuatoriana, a pesar de todas las frustraciones,
pugna por ser cada vez más igualitaria, y su inmensa mayoría busca, con desesperación no
exenta de motivo, el bienestar, la seguridad, la justicia, la diversidad cultural y el
desarrollo sostenible, en condiciones de equidad, inclusión y cohesión social.
7 Sección
TABLA DE CONTENIDO
TABLA DE CONTENIDO
12.............................. PRÓLOGO
13............................ Abreviaturas
15.............................. INTRODUCCIÓN
15......................... I - ESTRCUTURA ESTAMENTAL Y NOBLEZA EN LA INVESTIGACIÓN HISTÓRICA SOCIAL DE
HISPANOAMÉRICA COLONIAL
9 Tabla de contenido
105........................... 2- El ejercicio de altos cargos y rangos en la administración, la Iglesia y la milicia
107......................... 3- La relación entre sangre y virtud
112........................... 4- Nobleza y actividades económicas
119....................... 5- La representación pública y la función de la nobleza
122....................... 6- “Las leyes del honor”
196........................ Abogados
196....................... Profesores y rectores universitarios
198......................... En la ciudad
205......................... En el campo
10 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
220........................... El mayorazgo de los marqueses de Villa Orellana
221......................... El mayorazgo de los marqueses de Maenza
224........................... El mayorazgo de la familia Freire
224....................... Los mayorazgos en España
225....................... El comercio
228....................... Otras actividades económicas
331........................... IV-DOTES
338....................... GLOSARIO
340....................... FUENTES MANUSCRITAS
343....................... FUENTES PUBLICADAS Y BIBLIOGRAFÍA
355......................... ÍNDICE DE CUADROS Y PLANOS
356......................... ÍNDICE ONOMÁSTICO
11 Tabla de contenido
PREFACIO
E
l presente estudio es la traducción de una tesis de doctorado
entregada en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Colonia
en 1995, y que ha sido publicada como libro en Alemania en
1996. El manuscrito traducido no presenta cambios significativos de
contenido. Solamente se han incluido algunas correcciones menores en el
texto y algunos títulos en la bibliografía.
12 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
Abreviaturas
13 Abreviaturas
INTRODUCCIÓN
INTRODUCCIÓN
E
n general, en la investigación de la historia social de
Hispanoamérica colonial, la conformación y el significado de las
estructuras estamentales -entendidas como tejido jerárquico de
grupos de prestigio social, estructurado por normas jurídicas y
convenciones específicas de descendencia y oficio- se han discutido como
una variante basada en el ejemplo hispano europeo pero, a diferencia de la
Madre Patria, fundamentada básicamente en criterios étnicos, variante para
la cual se ha establecido el término de la “sociedad de castas”.1 Por lo tanto,
y a diferencia de la Madre Patria, en la cúspide de la pirámide social de las
sociedades coloniales de la América hispánica no se ubica la nobleza sino el
“estamento blanco” o “español”.2
1 Cfr. la tesis clásica de Mörner: “As we see it, the Spanish American Society of Castes certainly (…) was
created by transferring to the New World the hierarchic, estate-based, corporative society of late
medieval Castile and imposing that society upon a multiracial, colonial situation”, Mörner, Race Mixture,
p. 54. Los términos “casta” y “régimen de castas”, derivado del primero, o “sociedad de castas” se basan
en una tradición ibérica, que no debe confundirse con la percepción de la estructura social de la India
del período colonial, como una jerarquía extremadamente rígida de grupos sociales cerrados a causa
de su nacimiento y de normas rituales muy complejas. En el uso lingüístico español de la época, el tér-
mino “casta” designaba a los descendientes de los diferentes matrimonios mixtos entre blancos, indíge-
nas y negros, para ser desarrollado luego en la historiografía social, como base terminológica de un
modelo de estratificación de toda la sociedad, cfr. para el virreinato de la Nueva España McAlister,
“Social Structure”, pp. 353-356; en general Mörner, op. cit., pp. 53-54.
2 “The white or Spanish component of society was the American counterpart of the noble estate of Spain”
y formaba junto con las castas y los indígenas los “three primary estates” (cada uno más diferenciado
internamente), McAlister, op.cit., pp. 357-358. Brading igualmente ve en los españoles el estamento supe-
rior de la sociedad colonial novohispana, a la que caracteriza como “society of Orders or Estates” y que
comprendía “five Estates of Spaniards, mestizos, mulattoes, indians and blacks”, Brading,“Government and
Elites”, p. 389. El más reciente aporte a la discusión, de Serrera, significa, frente a los aquí citados trabajos
anteriores, más bien un retroceso, puesto que este autor fundamenta su debate de las posibilidades y los
límites de un análisis de las sociedades coloniales con el apoyo del concepto de la “sociedad estamen-
tal” únicamente en la concepción de una tripartición funcional de la sociedad (nobleza – clero – cam-
pesinado) basada en elementos metafísicos, de teoría de conocimiento y éticos que se propagó en la
Europa de la temprana Edad Media, Serrera, “Sociedad estamental”. Por lo tanto, es poco sorprendente
la conclusión de Serrera de que este modelo de orden estamental no es apto para la descripción de la
realidad social de las colonias. Esta constatación es válida no solamente para la Hispanoamérica colo-
nial, sino igualmente para las sociedades europeas de la tardía Edad Media y de la temprana Edad
Moderna. Acerca de los orígenes medievales de la reflexión europea sobre el orden estamental de la
sociedad cfr. Oexle,“Die funktionale Dreiteilung”.
15 Introducción
el “sistema de clases económicas” que surge a lo largo de la época colonial.3 La
problemática de la forma, de las características y del significado social de la
nobleza colonial hispana, en cambio, no se discuten de manera alguna o, a lo
más, de forma incidental en los trabajos teóricos, en las relaciones generales y en
los resúmenes del estado de la cuestión más recientes.4
3 Mörner, Race Mixture, p. 54; acerca del estado de la cuestión Bronner, “Urban Society”, pp. 30-32; cfr.
Mei‚ner, Eine Élite im Umbruch, pp. 27-35; recientemente de nuevo Mörner, “Ethnicity, Social Mobility and
Mestizaje”.
4 Cfr. Por ejemplo Mörner, Estratificación social; Mörner, “Die sozialen Strukturen”; Hoberman y Socolow
(eds.), Cities and Societies; Bronner, “Urban Society”. Para la Audiencia de Quito Borchart de Moreno y
Moreno Yánez,“La historia socioeconómica”. Una visión general de los numerosos trabajos acerca de las
capas altas sociales regionales se ofrece en la bibliografía de Balmori et al., Notable Family Networks, pp.
267-280. La nobleza como grupo social se trata, en forma general, en Serrera, “Sociedad estamental” y,
con el ejemplo del Perú, Lockhart,“Spanish Peru” y The Men of Cajamarca.
5 Acerca de los catálogos cfr., en general para Hispanoamérica, Atienza, Títulos nobiliarios. Para la
Audiencia de Quito, Guzmán, Títulos nobiliarios; además las diversas genealogías de Gangotena en la
bibliografía.
6 Gerbet, Les noblesses espagnoles, pp. 218-232; el mismo, La noblesse dans le royaume de Castille, pp.
135-142; Domínguez Ortiz, Las clases privilegiadas, p. 50; Guggisberg,“Zur sozialen Stellung”. En la mayoría
de los demás reinos y provincias sujetas a la Corona española existían, en parte, otros grupos y otras cate-
gorías de nobleza. Además, durante la transición entre los siglos XV y XVI, la totalidad de la nobleza espa-
ñola, en un caso parecido al de la nobleza en amplias partes del resto de Europa, estaba sujeta a un pro-
fundo cambio social, en cuyo curso la antigua nobleza militar perdió, cada vez más, su importancia
dejando lugar a un estrato nobiliario privilegiado e internamente diferenciado que se caracterizaba por
formas específicas de establecimiento y el ejercicio de funciones públicas, así como un creciente aveci-
namiento urbano. En este proceso, el incipiente despliegue del estado moderno tuvo un significado cada
vez mayor, cfr. Maravall, Estado y mentalidad social. En suma, se debe constatar para la jerarquía nobilia-
ria del temprano siglo XVI una “division originale en trois niveaux, très nets et diferenciés”, válida para todos
los reinos de la península ibérica y que “ne variera plus jusqu´au XVIIIème siècle, époque à laquelle l´infla-
tion des “titrés” sera telle qu´on ne distinguera plus que deux groupes, les títulos et les autres”, Gerbert, Les
noblesses espagnoles, p. 232. Para la jerarquía nobiliaria española y hispanoamericana cfr. la sección B del
presente trabajo.
16 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
Uno de los pioneros del estudio sistemático de la nobleza colonial, Richard
Konetzke, llegó, sin embargo, en los años cincuenta y sesenta, a la
conclusión de que, a causa de una política restrictiva de la Corona española,
en América no se llegó a la formación de un poderoso estamento señorial
aristocrático difícil de controlar desde la lejana metrópoli.7
7 Konetzke, “Die Entstehung des Adels”; del mismo autor, “La formación de la nobleza”; del mismo autor,
“Grundherrschaftliche Gerichtsbarkeit”.
8 Los conquistadores no fueron todos ennoblecidos en forma automática, tal como lo suponen Lira Montt
y Larios Martín, Larios, “Hidalguías e hidalgos”, p. 16; Lira Montt, “La prueba de hidalguía”, p. 78 y “Bases
para un estudio del fuero nobiliario”, p. 902. La errónea interpretación en que se basa esta concepción
de las cláusulas de las “Ordenanzas del Bosque de Segovia” del año 1573, también incluidas en la
“Recopilación de las Leyes de Indias” (1681), según las cuales los fundadores de nuevos asentamientos
españoles eran recompensados con la concesión de la hidalguía, se encuentra aún en Segarra,“Sistema
estamental”, p. 61. Cfr., en cambio, Konetzke acerca de la restricción de la validez de la mencionada ley
a los cabecillas de las expediciones,“La formación de la nobleza”, pp. 337-339; también Lohmann Villena,
Los americanos en las órdenes nobiliarias, tomo 1, pp. XX-XXII. Esta concepción es confirmada por traba-
jos empírico históricos sobre el período colonial temprano, en los cuales solo se registra a pocos nobles
quienes, además, por lo general ya tenían este estatus antes de embarcarse para América o al menos, lo
pretendían, cfr. Lockhart, The Men of Cajamarca, pp. 44-49, 208-257.
9 Cfr. para Chile Góngora, Los grupos de conquistadores , p. 90. Para la composición social de los con-
quistadores de Cajamarca (Perú) Lockhart, The Men of Cajamarca; para la Nueva España, más recien-
temente, Grunberg,“The Origins of the Conquistadors”; además Himmerich, The encomenderos of New
Spain. Acerca de la composición de las huestes conquistadores en toda América cfr. Gómez y
Marchena, “Los señores de la guerra”, pp. 39-44.
10 Ortiz de la Tabla, Los encomenderos, p. 155.
17 Introducción
comercio trasatlántico (como por ejemplo en la ciudad de México y de
Lima), que se formaron en el transcurso del tiempo, aunque muchos
grandes comerciantes y, especialmente, los altos funcionarios reales, casi
siempre estaban asentados por tiempo limitado en la respectiva ciudad o
región.11 Más allá de la época de la Conquista y hasta fines del período
colonial, el ennoblecimiento de súbditos americanos se redujo a tan solo
pocos casos aislados.12 No obstante, la Corona española concedió en el
transcurso de la época colonial, en mayor medida, y recién desde la
segunda mitad del siglo XVII, el hábito de una de las órdenes
nobiliarias a numerosos súbditos americanos y creó un gran número de
títulos de Castilla americanos.13 Se debe constatar, por lo tanto, que
la formación de una capa nobiliaria colonial, tan solo mediante la
inmigración de nobles españoles y el ennoblecimiento de
súbditos, no fue posible en el período colonial temprano y hasta el
siglo XVII.
11 Con la concesión de encomiendas por parte del virrey del Perú, a Quito llegó también uno que otro
noble español, Ortiz de la Tabla, Los encomenderos de Quito, p. 51. La carrera de un hidalgo, también
beneficiado con una encomienda, quien, en los años cuarenta del siglo XVI inmigró a Quito vía Cusco, es
descrita por Ortiz de la Tabla,“De hidalgo castellano a empresario colonial”.
12 Por lo tanto, no se podría hablar de una “promoción nobiliaria” de la Corona, como la postula Lira
Montt,“La prueba de hidalguía”, p. 68; Lira Montt,“Bases para un estudio del fuero nobiliario”, p. 904.
13 Acerca de los miembros americanos de la órdenes nobiliarias cfr. Lohmann Villena, Los americanos en las
órdenes nobiliarias. Para los títulos nobiliarios en la Hispanoamérica colonial no existe, hasta ahora, un estudio
comparable a la obra de Lohmann Villena. El catálogo de Atienza comprende un total de 401 títulos de
Castilla americanos (y filipinos). No obstante, esta lista es incompleta, por un lado, e incluye, por el otro, tam-
bién a nobles inmigrados desde España, Atienza, Títulos nobiliarios; cfr. Rizo-Patrón,“La nobleza de Lima”, pp.
140-141. Cfr. en general Lira Montt,“La concesión de títulos de Castilla”; Lira Montt,“Normas sobre la conce-
sión de títulos de Castilla”. Hasta fines del siglo XVII, todos los nobles titulados del virreinato del Perú, al cual per-
tenecía, hasta la primera mitad del siglo XVIII, la Audiencia de Quito, estaban asentados allí solo de forma
temporal, Bronner,“Peruvian Encomenderos”, p. 637. En el año 1644, 51 caballeros de hábito vivían en todo el
virreinato del Perú, Lohmann Villena, Los americanos en las órdenes nobiliarias, tomo 1, p. XXXV.
14 Lira Montt,“La prueba de hidalguía”; Lira Montt,“Bases para un estudio del fuero nobiliario”.
18 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
llegaron a la conclusión de que las bases jurídicas para la constitución de
una nobleza americana en total, al compararse con la Madre Patria,
fueron notablemente inferiores, ya que diversos privilegios de la nobleza,
muy comunes en la Península Ibérica, no fueron transferidos a
América.15 Entre estos se contaban, en primer lugar, la liberación de los
nobles de los pechos,* que regían en muchas provincias de la Península
Ibérica, así como la “mitad de oficios” que reservaba a la nobleza la
ocupación de la mitad de los asientos en los cabildos y de funciones
municipales importantes.16
*Nota del editor: las palabras marcadas en este tono encuentran su explicación en la sección de
glosario, al final de la obra.
15 Konetzke,“La formación de la nobleza”, p. 355; Lohmann Villena, Los americanos en las órdenes nobi-
liarias, tomo 1, pp. XV-XVI.
16 Los tributos cargados a la población indígena de la América española no pudieron reemplazar la fun-
ción social y jurídica de los pechos, puesto que, fuera de los españoles residentes en América, también la
población mixta en permanente crecimiento, estaba en su gran mayoría exenta de las exigencias del tri-
buto, sin que por ello esta población formara una capa noble junto con los blancos.
17 Konetzke,“La formación de la nobleza”, p. 355.
18 Serrera, “Derecho premial”; Brading, “La monarquía católica”, pp. 25-26. El único señorío completa-
mente establecido en la América española, el señorío de los marqueses del Valle de Oaxaca, fue otor-
gado al conquistador novohispano Hernán Cortés en 1529. El señorío consistía exclusivamente en
poderes jurisdiccionales y rentas (especialmente tributos indígenas), mientras que los bienes raíces de
los marqueses en la jurisdicción, tenían un carácter puramente privado. Tampoco desde la perspecti-
va política el señorío significaba una restricción de peso de la soberanía real, García Martínez, El
Marquesado del Valle; cfr. Liehr acerca de la existencia y la controvertida importancia del “señorío de
los duques de Atlixco” novohispano en el siglo XVIII. En general para el tema de los señoríos en la
Hispanoamérica colonial Kontezke, “Grundherrschaftliche Gerichtsbarkeit”. El término condado, p. e.
el “condado del Real Agrado”, no se refería en América a la propiedad de bienes raíces y (o) pode-
res jurisdiccionales.
19 Introducción
encomenderos quedaron excluidos de todo poder jurisdiccional sobre los
indígenas encomendados a ellos.19 Tempranamente, con las Leyes Nuevas
de 1542 -por las cuales Carlos V prohibió el traspaso por sucesión,
inicialmente por completo, para luego, después de enérgicas protestas de
los encomenderos limitarlo a dos generaciones- “se esfumaron los sueños
de los conquistadores de establecer una sociedad feudal en el Nuevo
Mundo”.20
19 Esto tampoco cambia por el hecho de que en el período colonial temprano, los encomenderos fre-
cuentemente fueron designados, tanto por la Corona como en Hispanoamérica, como “feudatarios”, cfr.
p. e. la legislación acerca de las encomiendas americanas en la Colección de documentos, tomo 1. Con
las encomiendas, el rey otorgaba el derecho a los tributos (y servicios) debidos a él de una o varias comu-
nidades indígenas a un persona particular, el encomendero, quien, a cambio, se encargaba de la cristia-
nización de sus indígenas encomendados, así como, especialmente en las zonas fronterizas, de la defen-
sa militar de las posesiones de la Corona. Cfr. el estudio clásico de Zavala La encomienda indiana y la dis-
cusión crítica acerca de la función de la encomienda, que en el siglo XVIII perdía rápidamente su impor-
tancia económica, como posible base de una nobleza colonial “de encomenderos” en Konetzke, Die
Entsehung des Adels, pp. 242-248; cfr. también Kahle,“Die Encomienda”, p. 104; Larios,“Hidalguías e hidal-
gos”, p. 17-20; Lira Montt,“Bases para el estudio del fuero nobiliario”, pp. 912-913. No obstante, la relación
conquistador-encomendero-noble es usual en la investigación. McAlister, por ejemplo, habla de los “bene-
méritos”, que se estaban conformando al interior del estamento blanco o hispano, como una especie de
“upper nobility” que se reclutaba de los conquistadores y primeros pobladores beneficiarios de enco-
miendas, así como de sus descendientes, McAlister, “Social Structure”, p. 359. McAlister designa a estos
beneméritos también como “encomendero nobility”, op. cit., p. 366. Cfr. Mörner, Race Mixture, p. 61. Acerca
de la función socioeconómica de la encomienda Sanchíz escribe: “Una nueva forma de explotación de
la tierra aparece, la encomienda, base económica de este nobleza o hidalguía guatemalteca”, Sanchíz,
Los hidalgos de Guatemala, p. 41 (palabras resaltadas por la autora). Por lo tanto, Durand compara a los
feudatarios con los señores feudales europeos, Durand, La transformación social, p. 87; de manera similar
Ortiz de la Tabla, quien compara a los encomenderos quiteños con los “grandes señores medievales de
la Reconquista”, Ortiz de la Tabla, Los encomenderos de Quito, p. 46; cfr. también Schwartz, “La nobleza
del Nuevo Mundo”, p. 21; de manera similar para Chile Góngora, Encomenderos y estancieros, pp. 80-87.
20 Brading,“La monarquía católica”, p. 21. Además, solo una parte de los conquistadores fue premiado con
la concesión de encomiendas, no siempre rentables, o de cargos importantes, mientras otros en el transcur-
so del tiempo ocuparon solo una posición económica y socialmente inferior. Los funcionares reales y los
comerciantes inmigrados posteriormente, en cambio, frecuentemente ascendieron a las capas sociales
altas regionales en poco tiempo, a gran disgusto de las primeras generaciones de conquistadores y pobla-
dores,; cfr. op. cit., pp. 19-34; con el ejemplo de la Nueva España cfr. Peña, Oligarquía y propiedad.
21 Konetzke,“Die Entstehung des Adels”, pp. 249-250.
20 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
“En la realidad social de los países hispanoamericanos, la
importancia de las formaciones de noblezas coloniales debe tener
una estimación mayor de la que aparece según la historia exterior
de las instituciones nobiliarias, y ella puede explicar algunos
aspectos de la estructura actual de estos países.”22
21 Introducción
No obstante, generalmente la tesis de la existencia en la temprana época
colonial de una capa noble consciente de sí misma, no se apoya en pruebas
documentales concretas, sino que frecuentemente acude a interpretaciones
de índole sicológica, formuladas a manera de ensayo, como las de Sanchíz
en su trabajo sobre la Guatemala de la temprana época colonial, en la cual
simplemente se dice: “El conquistador se sentía como un hidalgo”.26
26 Sanchíz, Los hidalgos de Guatemala, p. 42. En otro lugar, la autora habla, a su vez, del “grupo de hidal-
gos conquistadores”, op. cit., p. 53. No obstante, también en Guatemala había solamente uno que otro
hidalgo entre los conquistadores y primeros pobladores, op. cit., p. 41. Por ello, el trabajo de Sanchíz debe-
ría llevar, de hecho, el título “Los conquistadores de Guatemala”. Una argumentación similar a la de
Sanchíz también en McAlister,“Social Structure”, p. 357.
27 Cfr. las actas del Cabildo de Quito, publicadas de inicios de la época colonial hasta mediados del siglo
XVII, así como la correspondencia de los presidentes de la Audiencia del siglo XVII, AN/Q, Fondo Especial.
Presidencia de Quito, c. 1 y 2. En todo el período, la terminología para designar a la población blanca de
prestigio estaba reducida, en gran medida, a la palabra “vecino” como “ciudadano” dueño de bienes
raíces urbanos. El término “nobleza”, en cambio, prácticamente no aparece. El término “hidalgo” sirve,
también en muy contadas ocasiones, para designar a individuos; más frecuentemente se designa a indi-
viduos como “nobles”. No obstante, el adjetivo “noble” – en un sentido más amplio entendido también
como “distinguido”,“refinado” – ya en el siglo XVI expresaba un aprecio especial, que la sociedad quite-
ña destinaba a una “persona noble” o un objeto, por ejemplo a los prestigiosos y costosos “efectos nobles”
importados. Cfr. además el título real oficial de la ciudad de Quito como “Muy Noble y Muy Leal Ciudad
de San Francisco de Quito”, Libro de Cabildos, 1573-74, p. 1. Fuera de esto, sobre todo el término “caba-
llero” servía para tratar en contadas ocasiones, a vecinos de distinción y mérito, sin que con esto se refie-
ra explícitamente a la nobleza de una persona, cfr. los Libros de Cabildos de la ciudad de Quito en la
bibliografía. Para todo el virreinato del Perú también Bronner constata en la década de 1630, un significa-
do no específico para el término “caballero”, utilizado para destacar a los miembros más distinguidos de
la sociedad, y resume, en lo referente a la cuestión de la existencia de una nobleza peruana: “In 1630
there were few marks of nobility in Peru”, Bronner,“Peruvian Encomenderos”, p. 637.
28 Ortiz de la Tabla, Los encomenderos de Quito, p. 155.
22 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
No obstante, este tratamiento, en suma discreto de los nombres de distinción
y de los títulos cambió en el curso del período colonial, puesto que según
Ortiz de la Tabla:
29 Ortiz de la Tabla, Los encomenderos de Quito, p. 157. Aunque en su estudio que se extiende hasta el
año 1660, Ortiz de la Tabla resalta, más de una vez, la mentalidad aristocrática y orientada hacia lo “feu-
dal” en la nobleza española de los encomenderos quiteños, sin embargo, casi no presenta prueba docu-
mental concreta alguna. También el libro de Pilar Ponce Leiva, Certezas ante la incertidumbre, acerca de
los miembros del Cabildo quiteño en el siglo XVII, confirma la tesis de que hasta la segunda mitad del siglo
XVII, en la ciudad de Quito la nobleza no fue de gran importancia como concepto ni como grupo social.
30 Cfr. las escasas pero muy reveladoras observaciones de Lockhart acerca de la formación y la natura-
leza de la nobleza colonial en Social Organization, p. 269-271. En forma acertada Jaramillo Uribe ha desig-
nado este proceso informal de la formación de las capas nobiliarias hispanoamericanas como “autoen-
noblecimiento”, Jaramillo Uribe,“Mestizaje”, p. 44.
31 Tyrer, Historia demográfica y económica, pp. 21-36; Powers, Prendas con pies, p. 6.
23 Introducción
estructuras y de los conceptos de la estratificación social en el transcurso del
siglo XVII,32 proceso en el cual en algunas regiones el concepto de nobleza
pronto alcanzaría un significado central para la delimitación social de la
capa social alta, frente al resto de la población. Finalmente, mediante las
admisiones cada vez más numerosas desde la segunda mitad del siglo XVII
de súbditos americanos en las órdenes militares y con la creación de títulos
nobiliarios americanos, la Corona española ofreció a sus súbditos americanos
la posibilidad de obtener también la confirmación oficial de su estatus
social destacado como nobleza.
24 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
considerando el origen de la nobleza local no tanto en la inmigración de
nobles españoles o de españoles americanos de comprobado
ennoblecimiento, sino fundamental y exclusivamente en los
conquistadores y familias fundadoras del Nuevo Reino de Granada.35 Sin
embargo, para poder entender hasta qué punto el concepto de nobleza,
descrito por el autor de la colección genealógica, coincidía con la
mentalidad y la realidad social de las familias registradas en la colección,
se necesitaría aún un amplio estudio histórico empírico.36
35 Villamarin, “The Concept of Nobility”, p. 127. También en otras regiones del imperio colonial era usual
el vínculo entre el estatus nobiliario y la descendencia de los conquistadores y primeros pobladores. En
el relato de viaje del bohemio Tadeo Haënke, escrito en la década de 1790, se puede leer que las más
de 300 “casas de nobles” asentadas en Lima en le período colonial tardío, que destacaban de entre
las “clases de españoles”, estaban conformadas por tres grupos, a saber, de los distinguidos inmigran-
tes españoles activos en la administración, de los comerciantes y de los descendientes de “conquista-
dores y pobladores de aquel Reino”, Haënke, Descripción del Perú, pp. 15-16.
36 Cfr. p. e. las explicaciones de Domínguez Ortiz referentes a la literatura española contemporánea acer-
ca de la nobleza, literatura que impregnada con ejemplos de la antigüedad y exigencias moralistas, solo
de forma muy reservada correspondía a la realidad social de la nobleza, Domínguez Ortiz, Las clases pri-
vilegiadas, pp. 185-197. Son demasiado generales las explicaciones de Juan y Edith Villamarín acerca de
la “élite” de la ciudad de Bogotá, que siguen a la presentación y el análisis de la colección genealógica.
No obstante, la relevancia social de la nobleza como categoría de prestigio social en Bogotá es confir-
mada también por Jaramillo Uribe para el período colonia tardío, Jaramillo Uribe,“Mestizaje”, pp. 27-30.
37 Rizo-Patrón,“La nobleza de Lima”, p. 131.
38 Esta idea se confirma con el mencionado relato de Tadeo Haënke del período colonial tardío (p. 20,
nota 34).
25 Introducción
mentalidad y la realidad social de las familias nobles peruanas, en cambio,
permanecen, aún más que en el caso de la nobleza de Bogotá, en la
penumbra.39
39 Cfr. del mismo autor la monografía más reciente Linaje, dote y poder, la cual da más informaciones
sobre la nobleza limeña del siglo XVIII.
40 Ladd, The Mexican Nobility, p. 8.
41 Ladd, The Mexican Nobility, p. 23. Por otro lado, la misma autora designa a la nobleza titulada como “a
ceremonial elite of plutocrats, bureaucrats, and officers”, op. cit., p. 295. La delimitación imprecisa de los
poseedores de títulos nobiliarios de una “élite” colonial más amplia fue criticada acertadamente por
Burkholder en su reseña del estudio de Ladd, Burkholder,“Titled Nobles”. En cuanto al carácter de grupo,
presupuesto por Ladd, Burkholder remarca, que algunos de los títulos nobiliarios fueron otorgados recién
en el período estudiado por Ladd, sin que por ello haya variado fundamentalmente la mentalidad y la
realidad social de las respectivas personas. Además se debe tomar en cuenta que una parte de la noble-
za titulada, especialmente los provenientes del círculo de los funcionares reales de mayor rango, vivía
solamente por un período limitado en la Nueva España. Acerca de la nobleza novohispana y, de forma
especial, de la nobleza titulada, cfr. más recientemente Langue, Mines, terres et société, especialmente
pp. 159-213.
26 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
La problemática de una reducción social de la nobleza colonial a la nobleza
titulada, se encuentra también en la base de otros dos trabajos que se
dedican directa o indirectamente al fenómeno de la nobleza colonial. En su
estudio de la historia socioeconómica de la ciudad de Lima en el período
colonial tardío, Alberto Flores Galindo trata, entre otros, la “aristocracia
comercial” asentada allí y a sus miembros más prominentes, los títulos de
Castilla y los miembros de las órdenes militares.42 Según Flores Galindo, la
totalidad de la aristocracia se distinguía por una clara tendencia hacia la
endogamia, por un ostentoso estilo de vida y por la adquisición de
destacados símbolos de prestigio social, entre los cuales el autor cuenta, al
lado de casas representativas y vestimenta lujosa, también los hábitos y los
títulos nobiliarios mismos.43
27 Introducción
recién después de haber elaborado numerosos trabajos monográficos
basados en minuciosos trabajos de archivo”, ha quedado en gran medida
sin resonancia.46
46 Pohl, “Zur Geschichte des adligen Unternehmers”, p. 220. Ver Büschges, “Don Quijote in Amerika”, para
no los funcionarios reales nobles que vivían allí por el período limitado del ejercicio de sus respectivas fun-
ciones. También se excluye del estudio a la “nobleza” indígena, la cual, a pesar de su reconocimiento por
parte de la Corona y su equiparación jurídica con los hidalgos, en la realidad no formaba una capa social
común con la nobleza española americana. Cfr. para la Nueva España López Sarrelangue, La nobleza
indígena; para Quito Oberem,“Ein Beispiel für die soziale Selbsteinschätzung”.
28 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
avance del racionalismo y de la secularización.48 El proceso social, señalado
aquí tan solo someramente en sus diferentes dimensiones, acarreó un
cambio fundamental en las bases de la estructura social y de los diversos
grupos y capas sociales, el cual se puede considerar, en una perspectiva de
tipo ideal, como transición de los “estamentos” a las “clases”. Kocka,
adhiriéndose a Max Weber y Carl Marx, define el “estamento” como “grupo
social mayor […], que se distingue de otros estamentos por derecho propio,
por una determinada medida de participación en el dominio político, por
una forma especial de la fundación material de subsistencia y por un
prestigio específico (‘honor’)”, y cuya membresía se define, por lo general,
por el nacimiento o por una “selección personal”, en el caso de la nobleza,
por ejemplo, por el ennoblecimiento, y que se expresa en un estilo de vida
específicamente normado, “correspondiente al rango”.49 En cambio, Kocka
designa como “clases” a “grupos sociales mayores, cuyos miembros tienen
los mismos intereses debido a la misma posición en el mercado, o mejor
dicho, en los mercados”, donde se encuentran en primer plano
especialmente los criterios de propiedad y las competencias de rendimiento,
y donde el acceso al poder y al prestigio es marcado de manera decisiva, por
la pertenencia a una clase condicionada por el mercado.50 Los tipos ideales
de estamento y clase se distinguen, por lo tanto, por el papel del mercado,
predominante en la formación de clases, así como en la desigualdad jurídica
constitutiva en la estructura estamental, en el estilo de vida normada por
convenciones específicas de cada capa social y, en vista de las
diferenciaciones menores de las sociedades tradicionales, en la coincidencia
en una persona de posiciones de igual rango en los sectores de la economía,
la política y la cultura.51
48 Con el ejemplo de “Alemania” en los siglos XVIII y XIX, Hans-Ulrich Wehler describe este cambio en forma
sintética, como la transición de “los conglomerados de dominio de corte agrario y capitalista temprano,
aristocrático patricio, estamental absolutista” hacia la “sociedad del capitalismo industrial altamente
organizado de nuestro presente, regulada por un Estado intervencionista, y constituida republicana y
democráticamente”, Wehler, Deutsche Gesellschaftsgeschichte, tomo 1, p. 6; Wehler,“Vorüberlegungen”;
además Kocka, “Stand – Klasse – Organisation”; cfr. para ello Gall, Von der ständischen zur bürgerlichen
Gesellschaft, pp. 54-67; así como pp. 51-54 acerca del concepto de modernización, frecuentemente ubi-
cado en primer plano en la discusión acerca de los diferentes elementos del mencionado proceso de
transformación. Especialmente acerca de la investigación relacionada con la Hispanoamérica colonial
cfr. Kossok,“Alternativen gesellschaftlicher Transformation”, así como la discusión, de actualidad a fines de
los años sesenta e inicios de los setenta del siglo veinte, acerca de la aplicabilidad de los términos y con-
ceptos de “feudalismo” y “capitalismo” a la(s) estructura(s) de las sociedades coloniales, Kossok,
“Feudalismus und Kapitalismus”; van Bath,“Feudalismo y capitalismo”.
49 Kocka,“Stand – Klasse – Organisation”, p. 138.
50 Kocka,“Stand – Klasse – Organisation”, p. 139.
51 Kocka,“Stand – Klasse – Organisation”, p. 140.
29 Introducción
La dimensión económica, central al concepto de clase, tiene también para la
estructura social estamental una importancia esencial en cuanto a la
disposición de propiedades e ingresos, y constituye un fundamento sine qua
non para la posición social de punta de la nobleza y para el estilo de vida
“acorde a su rango”, exigido por ésta. No obstante, la “situación
estamental”, a diferencia de la “situación de clase”, no deriva
automática y directamente de los factores del éxito económico y de
las competencias de rendimiento.52 El reconocimiento social de estos
factores más individualistas y dinámicos contradice, como se puede
reconocer en el aspecto teórico al igual que en la evolución histórica, a la
relativa unidad y estabilidad del estamento nobiliario y del orden
estamental en su totalidad y lleva, finalmente, a su disolución.
30 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
temprana Edad Moderna. Al lado de los términos alternativos de
“estamento” y de “clase” se utilizarán en lo que sigue los términos de
“capa” y de “estratificación” social como términos neutrales, utilizables
para sistemas, principios y grupos sociales tanto específicamente estamentales
como de clase. Se evitará, en cambio, el término de elite, usado en forma
inflacionaria en la historiografía social latinoamericanista desde los años
setenta, puesto que, según mi opinión, aporta poco a la comprensión de la
estratificación social de las sociedades coloniales españolas y ha llevado, más
bien, a expresiones y resultados difusos en cuanto a los diversos factores que
forman la base de esta estratificación.55
55 La clasificación social, frecuentemente problemática, de las así llamadas “élites coloniales”, y la falta
de una integración del término élite en un modelo claramente definido de la estratificación social se evi-
dencia, por ejemplo, en Brading, quien incluye en la élite de la Nueva España de fines del período colo-
nial “most European Spaniards, all clergymen, qualified doctors, lawyers, and notaries, the royal bureau-
cracy, merchants, hacendados and successful silver miners”, en total casi 325.000 personas, Brading,
“Government and Élite”, p. 390; cfr. acerca de ello Burkholder, “Titled Nobles”, cfr. el ensayo bibliográfico
de Langue,“Las élites en América española”.
56 Dreitzel, Élitebegriff und Sozialstruktur, pp. 44-45, 63-66.
57 “El término élite designa a los propietarios de posiciones de punta en la sociedad, los cuales llegaron a
esta posición en base a una selección básicamente orientada en el rendimiento (personal)”, op. cit., p.
67. “De ello resulta que el término de élite no corresponde a grupos, cuya ‘calificación’, que se premia
socialmente en la forma de poder, prestigio y alto estatus, no ha sido ‘adquirida’ sino ‘adscrita’, op. cit., p.
66; cfr. también el estudio de Maravall sobre la formación de élites y de la nobleza en la España de la tem-
prana Edad Moderna, problemática en su restricción a los siglos XVI y XVII, pero esclarecedora en cuan-
to a los criterios de rendimiento y función aplicados, Maravall, Poder, honor y élites, pp. 149-250.
58 Bourdieu habla, en el caso de los estamentos y, antes de nada, de la nobleza, de la “preferencia al esti-
lo a costa del rendimiento”, Bourdieu, “Klassenstellung”, p. 61. Según Dreitzel, en cambio, el concepto de
élite incluyó “desde siempre la idea muy moderna de la calificación a través del rendimiento; y con ellos
se vuelve un concepto típico de la estructura social actual”, Dreitzel, Élitebegriff und Sozialstruktur, p. 44.
Tanto más problemático es, por lo tanto, el intento de Meissner (realizado tan solo en sus inicios) de que-
rer analizar la “élite” representada en el Cabildo de la ciudad de México en el período colonial tardío,
según un concepto basado en el “modelo de circulación de los grupos dirigentes alemanes” entre 1916
y 1961 (!) de Wolfgang Zapf, Meissner, Élite im Umbruch, pp. 11-12.
31 Introducción
como una capa social. Elites son más bien aquellos grupos calificados en
determinados sectores sociales que se reclutaron de una capa o,
precisamente en la transición del siglo XVIII al XIX, de varias capas (p.e.
de la nobleza y de la burguesía).59 Precisamente, la creciente
diferenciación de las sociedades durante el proceso de transformación de
la sociedad estamental a la de clases, fomenta la formación de elites
especializadas.
59 Dreitzel, Élitebegriff und Sozialstruktur, p. 68. Históricamente este proceso de selección se puede com-
probar, en primer lugar, en la milicia y la burocracia, op. cit., p. 67. Por esto, el estudio de Heinz Reif sobre
el exitoso sostenimiento por parte de la nobleza westfaliana en las posiciones más altas del Estado y de
la sociedad en el período de 1770 hasta 1860 lleva el significativo subtítulo “Vom Herrschaftstand zur regio-
nalen Élite” [De estamento señorial a élite regional], Reif, Westfälischer Adel.
60 La bibliografía acerca de la diferenciación regional de la Audiencia de Quito es bastante amplia,
cfr. sobre todo Mills/Ortiz, “Economía y sociedad”; Maiguashca, El desplazamiento regional; Washburn,
“La delineación de regiones”. En mi tesis de maestría he tratado detenidamente las bases y las conse-
cuencias de la diferenciación regional, reforzada en el transcurso del período colonial, y de la identi-
dad regional de la(s) capa(s) social(es) alta(s) de la Sierra norte y central resultante de ella, Büschges,
Die Quitener Élite, especialmente pp. 9-36, 66, 88-101.
61 El partido de Alausí era encabezado por un teniente del corregidor de Cuenca como funcionario
administrativo de mayor rango. A causa de su dependencia administrativa de Cuenca, en la investiga-
ción este partido siempre se asigna a la región de la Sierra sur. Geográficamente, siendo un puerto de alta
montaña hacia Cuenca que se atravesaba con dificultad y con riesgos para la salud, y económicamen-
te en lo referente a la producción textil, extinguida en el transcurso del siglo XVIII, Alausí más bien forma-
ba una unidad con la región septentrional, cfr. la descripción del camino de Alausí a Cuenca por
Humboldt, Diarios de viaje, pp. 208-212.
32 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
El período tratado en este estudio, la época colonial tardía (1765-1822),
se fundamenta, en primer lugar, en el hecho de que la mayoría de los
títulos nobiliarios de la Audiencia de Quito fueron otorgados recién en el
transcurso del siglo XVIII y que el concepto de nobleza, en general, perdió
su función jurídica y social con la independencia de España, sellada en el
campo militar en el año 1822, y, finalmente, con la fundamental igualdad
ante la ley de todos los ciudadanos, proclamada en la primera constitución
de la República del Ecuador. El año 1765, con el que se inicia el período
estudiado, no se entiende como una cesura brusca. En este año comenzó, en
la Audiencia de Quito, la realización de los proyectos de reforma
desarrollados por los reyes borbónicos, cuyo significado social se estudia
detalladamente en sus diversos aspectos.
33 Introducción
PRIMERA PARTE
PRIMERA PARTE: FUNDAMENTOS DE LA
ESTRATIFICACIÓN SOCIAL EN LA SIERRA
CENTRO Y NORTE DE LA AUDIENCIA DE
QUITO, DURANTE EL PERÍODO
COLONIAL TARDÍO
A
lo largo de todo el siglo XVIII y en forma creciente en el
período colonial tardío, el estado económico y social de la
región de la Sierra norte y centro fue descrito con los
matices más oscuros por parte de los coetáneos. El presidente de la
Audiencia y primer marqués de Selva Alegre, Juan Pío Montúfar y Fraso,
constató en el año 1754 la “lamentable miseria” de los habitantes y el
“último exterminio” de la región, inminente según su opinión.62 El primer
conde de Casa Jijón, Miguel de Jijón, lamentó en 1784 -al igual que cinco
años más tarde el corregidor de Riobamba, Bernardo Darquea- que la
decadencia económica de la región había llevado a la ruina aun a familias
antaño reputadas como ricas, y a la desocupación y la holgazanería de los
grupos inferiores de la población, conformados por indígenas y mestizos.63
35 Primera parte
borbónicas desde los años 1760, cada vez más funcionarios superiores de la
Corona se dirigieron a ésta con observaciones críticas y consejos, entre los cuales
tampoco quedó excluido el conjunto de las reformas.65
1- Obrajes y haciendas
65 Cfr. los informes de los presidentes Villalengua y Marfil (1790), Mon y Velarde (1790), Guzmán (1791) y
Carondelet (1800), analizados por Washburn, The Bourbon Reforms, pp. 157-160. Una detallada descrip-
ción, desde la perspectiva del Cabildo de las consecuencias negativas de los recién establecidos mono-
polios estatales (especialmente los de tabaco y de aguardiente de caña) y del cobro de la alcabala
bajo administración estatal directa, se encuentra en el “Expediente que ha promovido el procurador gral.
Síndico personero de esta ciudad (…), AN/Q, 4ª Notaría (Juicios), exp. 7-IX-1781, fs. 1-16.
66 Acerca de los obrajes y del comercio textil de la región, así como de los obrajeros y comerciantes que
controlaban la economía textil en el período de fines del siglo XVI hasta finales del siglo XVIII Tyrer, Historia
demográfica y económica, pp. 85-213; Ortiz de la Tabla,“El obraje colonial ecuatoriano” y “Obrajes y obra-
jeros”; Soasti,“Obrajeros y comerciantes”.
36 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
Los coetáneos coincidieron en advertir el origen del la crisis económica de la
Sierra norte y centro -provocada por el descenso de la producción textil- en la
afluencia a los mercados de la América meridional de textiles europeos,
especialmente franceses, flamencos e ingleses, en constante aumento desde el
precedente cambio de siglo. Por esto, la producción textil local -que hasta
fines del período colonial constituía el sector económico más importante de la
Audiencia y el único digno de mención de la Sierra norte y centro- habría
sido sustituida cada vez más en el mercado.67
Sin embargo, en la segunda mitad del siglo XVIII, los obrajeros tuvieron
que compartir estos mercados septentrionales con la creciente producción
textil doméstica indígena de la región que elaboraba, más que nada, textiles
de lana y algodón baratos (bayetas, jergas y mantas).70 El alto porcentaje de
textiles producidos por la industria doméstica también debe haber sido
responsable de que el comercio con Popayán fuera controlado por
comerciantes independientes de Quito y Popayán, en una medida mucho
mayor de que en el caso del comercio textil con Lima, que había sido
organizado en gran parte por los mismos obrajeros o por comerciantes y
agentes nombrados por ellos.
67 La imagen de una caída libre a una crisis económica general, causada principalmente por la deca-
dencia del dominante sector textil, hizo su entrada a la historiografía ecuatoriana hacia fines del siglo XIX
en la Historia General de la República del Ecuador de Federico González Suárez, que, desde la mirada
actual, debe denominarse como clásica, González Suárez, Historia general, tomo 5, pp. 45-52, 284-296.
Hasta los años 1970 el veredicto de González Suárez fue transmitido por posteriores historiadores sin cam-
bios o añadiduras significativas. Solo en tiempos recientes las bases económicas del desarrollo social en
la Audiencia de Quito durante el siglo XVIII han sido objeto de trabajos críticos, basados en fuentes, aun-
que precisamente el temprano siglo XVIII está todavía poco estudiado, cfr. Borchart de Moreno y Moreno
Yánez,“La historia socioeconómica”.
68 Acerca del comercio textil del período colonial tardío controlado por la ciudad de Quito Borchart de
Moreno,“Circulación y producción”.
69 Acerca de la producción minera en el Litoral de las gobernaciones de Popayán y Chocó en el siglo
XVIII cfr. Colmenares, Popayán, pp. 165-170.
70 Acerca de la economía textil de la Sierra norte y centro en el período colonial tardío cfr. Büschges,
“Crisis y reestructuración”; Tyrer, Historia demográfica y económica, pp. 203-260.
37 Primera parte
A causa de la falta de alternativas económicas la producción y
comercialización textil conformaron, hasta finales de la época, el sector
económico determinante de la región y la base económica decisiva de la
capa social alta de la ciudad de Quito y de las principales familias de las
otras ciudades importantes de la región, a pesar de que, según las
estimaciones de Robson Tyrer la producción había retrocedido entre el 50 y
75 por ciento en el transcurso del siglo XVIII.71
Puesto que a lo largo del siglo XVIII, la mayoría de las más grandes
manufacturas textiles fue integrada a los bienes raíces rurales
(haciendas de obraje), la producción manufacturera y agrícola de la Sierra
norte y centro -fuera de las actividades artesanales y de la industria
doméstica en los diversos pueblos y ciudades, así como sus ejidos utilizados
para la agricultura y la ganadería- estaba repartida entre las numerosas
haciendas de la región. La agricultura se centraba en el cultivo de trigo,
cebada, papas y maíz (en las haciendas de pan sembrar) y en la cría de
ganado vacuno y ovejuno (en los hatos y los potreros pertenecientes a ellos).
Adicionalmente, una que otra hacienda estaba especializada en el cultivo de
la caña de azúcar y sus derivados (haciendas de cañaverales y de trapiche).72
38 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
formación de importantes mercados de consumo regionales.74 Así,
por ejemplo, el trigo de la Sierra, transportado al litoral por recuas de
mulas, se enfrentaba en Guayaquil a la competencia demasiado poderosa
del trigo de diferentes zonas costeras del Pacífico, especialmente del trigo
de primera calidad de Chile, llevado por vía marítima a esta ciudad
portuaria.75 Adicionalmente la crisis de los obrajes agudizó –mediante el
fuerte retroceso de los ingresos de la región por la comercialización de los
textiles- la contracción de los mercados locales y regionales y llevó, en
muchas partes, a un incremento del trueque.76 Finalmente, la agricultura
y la producción textil del siglo XVIII sufrieron como nunca antes las
consecuencias de diversas erupciones volcánicas, terremotos, inundaciones
y sequías.77
74 En el año 1789 el corregidor de Riobamba, Bernardo de Darquea, confirmó esta situación para la pro-
ducción agrícola de su distrito: “Su local situación lo hace distante de Quito y Cuenca p.a su transpor-
te, cuanto p.r q.e estas provincias cogen los mismos necesarios a su subsistencia”,“Brief an und für den
Vizekönig von Neu-Granada” [Carta al y para el virrey de la Nueva Granada (…), 3-XI-1789, SBPK,
Handschriftenabteilung, Nachlass Alexander von Humboldts, Kleiner Kasten 7 B, Nº 38, f. 1v.
75 Acerca de los límites de una comercialización de los productos agrícolas del Corregimiento de
Riobamba, más allá de las necesidades locales, Darquea escribió: “Lo único q.e he visto, es remitirse a la
ventura de los veranos a Guayaq.l una muy corta cantidad de harinas, q.e venden cuando no encuen-
tran aquella Jurisd.n abastecida de las de mejor calidad q.e contínuam.te se van de Chile, Lima, Trujillo,
Reino de México, Piura y otras partes”. Por lo tanto se debe rechazar la tesis no comprobada de Marchán
Romero, según la cual la producción agrícola de la Sierra norte y centro hubiera recibido un notable
empujón por la economía cacaotera de la Costa, cuya importancia se incrementó continuamente en la
segunda mitad del siglo XVIII, Marchán Romero,“El sistema hacendario” y “Economía y sociedad”. Según
Contreras recién hacia fines del siglo XIX la agricultura de la Sierra norte y centro logró paulatinamente
establecer una relación comercial digna de mención con la economía de la Costa, Contreras, “La crisis
de la sierra”, p. 27.
76 Cfr. el texto “Defensa de los curas de Riobamba” del ilustrado mestizo Eugenio de Santa Cruz y Espejo del
año 1786, citado en extractos por Contreras,“La crisis de la sierra”, p. 26; cfr. Ontaneda Pólit, Eugenio de Santa
Cruz y Espejo, pp. 84-100.
77 Alchon, Native Society and Disease, pp. 91-95, 100-108. Especialmente el terremoto de 1797 tuvo para
la agricultura y la producción textil de los corregimientos de Quito hasta Riobamba, consecuencias par-
cialmente desastrosas; además, en esta ocasión la villa de Riobamba fue totalmente destruida, cfr. acer-
ca de este aspecto el “Testimonio de autos sobre la ruina causada con ocasión del terremoto ocurrido el
4 de febrero de 1797 en San Francisco de Quito y sus repercusiones en distintos lugares, 1797-1816”, AGI,
Quito, leg. 403.
78 “Brief an und für den Vizekönig von neu-Granada (...)“ [Carta a y para el virrey de la Nueva Granada],
3-XI-1789, SBPK, Handschriftenabteilung, Nachlass Alexander von Humboldts, Kleiner Kasten 7 B, nr. 38, f. 1.
39 Primera parte
En el período colonial tardío las haciendas monopolizaban los suelos más
fértiles de la Sierra norte y centro, mientras que las tierras comunales
seguían disminuyendo.79 Los bienes raíces rurales se mantenían como la
garantía más frecuente y más solicitada para los préstamos en esta región
pobre en dinero en efectivo.80 Por lo tanto, muchas de las propiedades
frecuentemente poco productivas estaban cargadas de censos, no obstante el
fuerte peso de los gravámenes que estas hipotecas traían consigo.81 Fue
ampliamente extendida la tardanza en el pago de los réditos debidos
anualmente, los cuales el rey de España, en el año 1755 y por las peticiones
reiteradas, por años, por parte del Cabildo quiteño y de uno que otro vecino
de la ciudad, rebajó del anterior cinco por ciento al tres por ciento del valor
total de los censos;82 sin embargo, las confiscaciones de propiedades a causa
de sus deudas fueron escasas.
79 La expansión de los grandes bienes raíces, especialmente desde fines del siglo XVII, estaba directamen-
te relacionada con la desaparición de una gran parte de las tierras que hasta este entonces había esta-
do en manos de las comunidades indígenas, cfr. Borchart de Moreno, “Landbesitz im Machachi-Tal”,
“Composiciones de tierras en el valle de los Chillos”, “La transferencia de la propiedad agraria”,
“Composiciones de tierras en la Audiencia de Quito”,“Las tierras de comunidad de Licto, Punín y Macaxí”;
Cfr. Moreno Yánez,“Traspaso de la propiedad agrícola indígena”: La resistencia de una comunidad indí-
gena contra la expansión de la propiedad agrícola privada es relatada por Rebolledo G., Comunidad y
resistencia, pp. 143-255.
80 Un buen indicio sobre la escasa cantidad de dinero en efectivo en circulación son las enajenaciones
de las propiedades de la orden jesuita, expulsada de la Audiencia en el año 1767. Del producto total de
las ventas de los valiosos bienes jesuitas, iniciadas recién en 1778 y prolongadas a lo largo de años, a saber
un total de 1’126.800 pesos, solamente 117.800 pesos fueron pagados directamente por los compradores.
La cancelación de las sumas restantes se acordó a base de pagos prorrateados o impuesta a las diver-
sas propiedades en forma de censos, Garzón Montenegro, La participación de los jesuitas, p. 86. Todavía
en el año 1834, cuatro años después de la creación de la república del Ecuador, numerosas cuentas de
la enajenación de las haciendas jesuitas aún no se habían cancelado en forma completa, AN/Q,
Temporalidades, año 1834, fs. 2-5.
81 Cfr. acerca de este tema Darquea para el Corregimiento de Riobamba: “No hay hac.da, bienes raíces,
ni edificio material, q.e no estén grabados p.r unos crecidos censos destructores, de que resulta no haber
tampoco hacendado, q.e pueda llamarse dueño de sus fincas. (…) Las más veces no producen sus bien-
es lo necesario al pago de dhos. censos, y al de los tributos de los indios q.e ocupa en su cultura y bene-
ficio”, “Brief an und für den Vizekönig von Neu-Granada (…)” [Carta a y para el virrey de la Nueva
Granada (…)], 3-XI-1789, SBPK, Handschriftenabteilung, Nachlass Alexander von Humboldts, Kleiner Kasten
7 B, Nr. 38, f. 1v.
82 Las peticiones al rey habían sido presentadas, a nombre del Cabildo o por iniciativa propia, especial-
mente por el séptimo marqués de Maenza, Gregorio Matheu de la Escalera, y posteriormente por el pri-
mer conde de Casa Jijón, Miguel de Jijón y León,“Ramo 7: Quito”, AGI, Quito, leg. 139.
40 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
tierras por parte de los dueños de manufacturas, enriquecidos por la
producción textil desde la segunda mitad del siglo XVII.
41 Primera parte
Sin embargo, desde un punto de vista general, solamente una minoría de las
haciendas agrícolas de la región formaba parte de la estructura de
abastecimiento de un obraje. Tan sólo en el Corregimiento de Quito existían,
a fines de la década de 1760, un total de 393 haciendas frente a los 14 obrajes
de campo y los 11 obrajes de ciudad.85 Estas cifras se desprenden de una lista
elaborada por la Audiencia de las haciendas, obrajes, tiendas y algunos otros
inmuebles del Corregimiento utilizados productivamente, tasados entre 1768
y 1775 para el pago de la alcabala. Como lo evidencian los diferentes montos
de las tasas respectivas de alcabala de cada año, el tamaño o el valor de las 419
haciendas y obrajes en el Corregimiento de Quito variaba mucho. La tasación
de las haciendas oscilaba entre 2 reales y 16 pesos, con más de dos tercios de
estas propiedades que debían pagar tan sólo entre 1 y 2 pesos. Para los 25
obrajes enlistados, los valores se ubicaban entre 4 y 35 pesos, lo que resalta el
alto valor de las manufacturas frente a los bienes raíces.86 A la preponderancia
de las haciendas de las propiedades más pequeñas corresponde también un
número bastante alto de propietarios, entre ellos diversos arrendatarios. 55
propietarios tenían más de una propiedad en el distrito. De las manufacturas,
a su vez, fueron 19 las que estaban en manos de personas que poseían
también una o más haciendas en el mismo Corregimiento, lo que resalta la
tendencia indicada hacia la diversificación de la producción.
85 “Cuenta general ordenada, que yo, D.n Antonio Romero de Tejada, administrador del ramo real de
alcabalas de el casco de esta ciudad de Quito, (…) presento a los ss. Oficia.s reales de ella (…)”, 30-I-1776,
AGI, Quito, leg. 430.
86 El monto de la alcabala de obrajes tasada en cada caso tenía un espectro muy amplio; con mayor
frecuencia, siete veces en total, se exigieron seis pesos.
87 Los mencionados testamentos están registrados en AN/Q, Notarías (Protocolos). Ni un solo testamento
contiene propiedades fuera de la región estudiada. En general los bienes raíces más grandes fueron seña-
lados como haciendas, los más pequeños (no solamente las ganaderas) frecuentemente como estan-
cias, y los simples sembrados y campos, casi siempre sin edificios adjuntos, por lo general como cuadras o
tierras. Las haciendas más valiosas fueron conformadas, en la mayoría de los casos, por propiedades ori-
ginalmente individuales colindantes.
88 En estas cifras aún no han sido tomadas en cuenta las cargas de los bienes por los censos que dismi-
nuían su valor. Cfr. las compras y ventas de haciendas y obrajes registradas por Fernández Martínez con
una selección de “grandes propietarios” y “el grupo aristocrático” de la ciudad de Quito entre 1779 y 1803,
Fernández Martínez, La alcabala, pp. 147-150.
42 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
2- Bienes raíces y estructura social
Para una gran mayoría de la población rural indígena, el siglo XVIII trajo
consigo un cambio en su posición social, puesto que un número creciente
de indígenas tributarios se trasladó con sus familias desde sus comunidades
de origen, a las tierras de una hacienda particular, donde se ganaban la vida
como peones y cumplían con sus obligaciones de tributo.90 Ya desde el
siglo XVII diferentes obrajeros y hacendados habían logrado vincular a
largo plazo a su propiedad a una parte de los mitayos, es decir, a los
indígenas que se les adjudicaba por turnos de un año, mediante acuerdos
individuales o con frecuencia, a través de un endeudamiento provocado
sistemáticamente; luego, esta práctica, se aplicó también a los trabajadores
indígenas comunes, obligados al tributo.91
89 Tan solo las relativamente pocas haciendas de caña de azúcar en los valles transversales más calien-
tes de la Sierra, sobre todo en los corregimientos de Otavalo, Ibarra y Quito, trabajaban casi exclusivamen-
te con esclavos negros, quienes se encontraban en la parte más baja de la jerarquía social. A esto corres-
ponde la forma global y despectiva, con la que se caracteriza a la población negra esclava como
“gente perversa” en un informe del año 1808 sobre el pueblo de Tumbabiro, en el Corregimiento de
Otavalo, “Descripciones de los pueblos del partido y Corregimiento de Otavalo. Contiene: Asiento de
Otavalo, pueblos de Cotacachi, Atuntaqui, Urcuquí, Tumbabiro, San Pablo, Cayambe, Tabacundo,
Tocache y su anexo de Malchingui (…)”, 6-V-1808, AHBC/Q, Nº 7/22, f. 264. A su vez, las propiedades más
pequeñas (granjas, cuadras o campos) fueron trabajadas frecuentemente solo por la familia del propie-
tario, doc. cit.
90 Este proceso y la reconstitución de las comunidades indígenas en las propiedades privadas frecuente-
mente relacionada con él, es retratada por Ramón Valarezo, con el ejemplo de una hacienda en
Cayambe en el Corregimiento de Otavalo en el siglo XVII, Ramón Valarezo,“La cara oculta”.
91 En la Sierra norte y centro del distrito de la Audiencia la mita, que obligaba a las distintas comunidades
indígenas a proporcionar a los propietarios un determinado número de trabajadores, casi siempre una
quinta parte de los habitantes tributarios, fue utilizada especialmente para el duro trabajo en las manu-
facturas, pero más allá de ello también en las haciendas y, de manera especial, para cuidar los rebaños
de ovejas (mita de gañanía), Ortiz de la Tabla,“Obrajes y obrajeros”, pp. 480-481; cfr. Tyrer, Historia demo-
gráfica y económica, p. 92. Mientras en 1704 la mita de obrajes fue prohibida por orden real, muchos mita-
yos seguían ocupados como pastores de ovejas todavía hasta el tardío siglo XVIII.
43 Primera parte
cuyo valor se descontaba, junto con los tributos, de la cuenta anual del
salario del respectivo trabajador, cuenta en la cual quedaban
frecuentemente deudas a favor del dueño de la propiedad.92 El trabajador
indígena endeudado no solamente estaba ligado al dueño de la propiedad
hasta cancelar sus obligaciones, sino que éstas, en el caso de la frecuente
acumulación de deudas a lo largo de los años, fueron trasladadas en casos
extremos a los hijos de un trabajador difunto.93
92 Los inventarios revisados por mí de las haciendas pertenecientes a la familias estudiadas más en deta-
lle en la parte C del presente trabajo, confirman que la mayoría de la fuerza de trabajo indígena ocupa-
da en estas propiedades estaba endeudada; cfr. las listas de inventarios y tasaciones de diversas hacien-
das de la región en las secciones documentales de “Testamentarías” y “Obrajes” del AN/Q.
93 Cfr. Moreno Yánez, Sublevaciones indígenas, pp. 355-358.
94 Cfr. Tyrer, Historia demográfica y económica, p. 249-254.
95 Cfr. Ibarra C., “Haciendas y concertaje”. Esta estructura socioeconómica de la hacienda, típica tam-
bién en otros distritos administrativos del imperio colonial español, ha sido comparado por Cristóbal Kay
con la “Gutswirtschaft” [economía de hacienda] de Europa oriental en la temprana Edad Moderna, Kay,
Comparative Development; cfr. Macera,“Feudalismo colonial americano”; Liehr,“Entstehung”.
96 Tyrer, Historia demográfica y económica, pp. 250, 313-319 (Apéndice F); Oberem,“´Indios libres´”.
97 El obraje de Yaruquí en el Corregimiento de Quito, por ejemplo, servía también para encarcelar a indí-
genas endeudados o que habían incurrido en hechos delictivos, a quienes se les obligaba al trabajo for-
zado,“Autos con la protecturia gral. Sobre cantidad de p.s p.a el pago de liquidación de cuentas de los
indios forzados del obraje de Yaruquí”, AN/Q, Obrajes, exp. AHN-PQ/1788.
44 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
El único cuerpo jurídico del período colonial referente a las manufacturas,
las “Ordenanzas de obrajes” promulgadas en el año 1621 por el doctor
Matías de Peralta, oidor y visitador de la Audiencia, se refería
primordialmente al proceso productivo, aunque también contenía algunas
normas para la protección de los trabajadores indígenas, por ejemplo, en lo
concerniente a la observancia de los días festivos, la concesión de tiempo
libre para trabajar sus propios campos en sus comunidades de origen o
respecto de la cantidad, del tiempo y del tipo de remuneración.98
98 Costales P.,“Las ordenanzas de obrajes”, pp. 48-50, 59; Ortiz de la Tabla,“Las ordenanzas de obrajes”.
99 En el año 1754 el nuevo presidente de la Audiencia y primer marqués de Selva Alegre, Juan Pío
Montúfar, había constatado acerca de la situación de los trabajadores indígenas en las haciendas de su
jurisdicción: “Aunque (…) se quitaron las mitas y forzados para los obrajes (…) los dueños e interesados en
ellos, por varios modos indirectos, los tienen [a los indios] forzados; por que desde niños los sujetan a su ser-
vicio; y nunca llega el caso de que se liberten de las deudas de que una vez se les hizo cargo, recargán-
doles sobre una dependencia el gravamen de otra, q.e motivan por los socorros, que les dan en especies
comestibles, p.a su uso: con que los tienen oprimidos, sin conocer la natural libertad, tan recomendada
por leyes municipales; oprimiéndolos en duras prisiones y azotes, y crueles castigos, a fin de que les entre-
guen crecidas tareas de hilado, q.e les señalan”, “El Marq.es de Selva Alegre expresa los muchos males,
q.e padecen los indios en el trabajo de paños y bayetas de aquella prov.a p.r las crecidas tareas que les
señalan los interesados”, 25-X-1754, AGI, Quito, leg. 374. Por lo tanto el presidente solicitó al rey el permiso
de castigar a los respectivos propietarios de manufacturas y a los maestros de obrajes encargados de la
supervisión, así como mejores posibilidades de control, ya que obviamente algunos obrajeros habían sido
expresamente exentos de las visitas por el rey.
100 AN/Q, Obrajes, exp. 12-XII-1777.
45 Primera parte
veces se recurría parcialmente al trabajo de su mujer y de sus hijos.101 Se
reclamó además por exigencias exageradas en las labores y por la
obligación de realizar tareas originalmente no acordadas y, además, no
remuneradas, que a su vez podían llevar a demoras involuntarias en el
trabajo. Además se ordenaba trabajar los domingos y días festivos.
Adicionalmente, en algunos obrajes los maltratos corporales estaban a la
orden del día. En resumen, se debe constatar que los reclamos se
acumulaban en algunos obrajes, mientras que en unas pocas manufacturas
no había quejas.102
3- Disturbios sociales
101 En el año 1802, por ejemplo, Francisco Carcelén y Sánchez de Orellana, un hermano del cuarto mar-
qués de Villa Rocha, José Carcelén, fue acusado de haber obligado a servicios de trabajo a la mujer de
un indígena endeudado, quien vivía en la hacienda con su familia, AMH/Q, Nº 151, Oficios, Solicitudes y
Comunicaciones al Presidente del Cabildo, t. 1 (1800-1815), exp. 19-X-1802, f. 140-140v. En el año 1810 el
corregidor de Riobamba confirmaba una práctica similar para su distrito, AMH/Q, Nº 23, Corregimiento de
Riobamba. Documentos Curiosos/Varios, exp. 5-I-1810, fs. 383v-384.
102 En este contexto es de interés una cláusula del testamento del mayorazgo quiteño Francisco de
Villacís y Ponce de León del año 1755. En ésta anota acerca de los trabajadores indígenas de su obraje
en Cayambe (Corregimiento de Otavalo): “Tengo encerrados [allí] algunos indios p.r lo mismo que me
deben; mando que si estos indios presos quisieran devengar libremente, sean sueltos”. Respecto a esto dis-
pone, que “en descargo de mi conciencia, se rebajen a los indios de dho. Obraje, y a los de las queseras,
el exceso q.e hubiese de los precios de bayetas, paños, sombreros, lienzos y demás especies que les he
dado de cuenta de su salario, cargándoseles solamente el costo de dhas especies”. Además, eventuales
haberes de los indígenas debían ser pagados de inmediato, en efectivo, AN/Q, 4ª Notaría (Protocolos), t.
110, exp. 31-III-1755, f. 70v.
103 Acerca de la política de reformas borbónicas, sus repercusiones en la región y las protestas de la capa
social alta de la ciudad de Quito cfr. Washburn, The Bourbon Reforms, pp. 100-218.
46 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
diversos monopolios estatales, asunto que redujo aún más el dinero
efectivo en circulación; esto aumentó la depresión económica. Además, el
decreto de Libre Comercio de 1778, por el cual un gran número de
puertos hispanoamericanos se abrió al comercio trasatlántico directo,
eliminó los últimos obstáculos para el flujo de textiles europeos al
continente sudamericano, en el caso del virreinato del Nuevo Reino de
Granada a través del puerto de Cartagena. En vista del contrabando, estos
obstáculos, ya se hallaban socavados en la realidad.
Además, el cobro directo y más eficiente tuvo como efecto un mayor volumen
de ingresos reales por concepto de impuestos y, con ello, una mayor retención
de dinero en efectivo de la economía local, ya que los ingresos de la Corona,
con la excepción de los salarios de los funcionarios pagados directamente por
la Audiencia, se enviaban en su totalidad a Cartagena para financiar las
fortificaciones y seguridad de la costa caribeña. Por esto, los círculos
económicamente dominantes de la ciudad de Quito exigieron, en dos
cabildos abiertos, por primera vez en 1764 luego de conocerse las intenciones
104 Washburn, The Bourbon Reforms, p. 144; acerca de la alcabala en especial Fernández Martínez, La
alcabala, pp. 35-69.
47 Primera parte
de reforma, y luego nuevamente en el año 1780, el retiro de los estancos y del
cobro incrementado de impuestos.105
105 En el primer Cabildo abierto de diciembre de 1764 el estanco de aguardiente fue criticado con
vehemencia, AMH/Q, Nº 129, Actas del Concejo, acta de la sesión de 7-V-1765, f. 175v; cfr. McFarlane,
“The ´Rebellion of the Barrios´”, pp. 288-292. Además el segundo marqués de Miraflores, Mariano Flores,
se quejó por escrito al virrey de Nueva Granada, Pedro Messía de la Cerda, de las demás medidas de
reforma aun por aplicarse. Frente al virrey el marqués señaló que, a causa del establecimiento del
estanco de aguardiente, el envío de aguardiente de caña a la ciudad ya se había reducido en los
años pasados de 6.000 a 1.000 botijas anuales, puesto que por el estanco los precios se habían incre-
mentado y que, además, el aguardiente ya no se podía vender sino en muy pocos lugares. En conse-
cuencia, para las haciendas de cañaverales y de trapiche, dependientes de la producción de aguar-
diente, esta reforma significaba la ruina, doc. cit., fs. 173v-175. Luego, la segunda fase de la reorganiza-
ción fiscal bajo el visitador general y presidente de la Audiencia, José García de León y Pizarro, llevó a
otro Cabildo abierto en el año 1780, en el cual nuevamente se protestó contra los monopolios estata-
les, cfr. acerca del tema el “Expediente que ha promovido el procurador gral., síndico personero de esta
ciudad (…)”, AN/Q, 4ª Notaría (Juicios), exp. 7-IX-1781.
106 Por parte de la historiografía más antigua, la rebelión fue interpretada como un primer paso hacia los
posteriores movimientos independentistas quiteños de los años de 1809 a 1812, cfr. Torre Reyes, La revolu-
ción de Quito, pp. 147-151 y Pérez, Los movimientos precursores, pp. 46-63. Cfr. por el contrario el detalla-
do análisis de los hechos de McFarlane,“The ´Rebellion of the Barrios´”; cfr. la descripción e interpretación
coetánea de los eventos en una “Relación sumaria” anónima; además Washburn, The Bourbon Reforms,
pp. 171-177.
107 Cfr. por ejemplo la carta del Cabildo al virrey Messía de la Cerda del 10-VII-1765, AMH/Q, Nº 54,
Informes y Cartas del Cabildo al Virrey de Santa Fe (1765-1787), fs. 3v-4v.
48 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
logrado por la vía pacífica el retiro o la mitigación de las mencionadas
reformas económicas y financieras.108
49 Primera parte
económica del período colonial tardío.112 La gran rebelión de la población
indígena del Corregimiento de Otavalo en el año 1777, provocada por una
orden real del año 1776 que atizó el temor a nuevos impuestos, se dirigió
directamente contra los hacendados del distrito. Los indígenas rebeldes de
varias haciendas, incendiaron diversas casas e instalaciones productivas,
sucesos en los cuales también perdieron la vida algunas personas.113
50 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
Las siguientes explicaciones acerca de los elementos y los conceptos de la
desigualdad social se refieren esencialmente a la estratificación social de la
población en diversos grupos sociales grandes. En cambio, otros criterios de la
desigualdad social, que comúnmente varían de semejante modelo de
estratificación, tales como diferencias de género o relaciones clientelares
verticales, no se tomarán en cuenta específicamente. Además se excluye al
número relativamente pequeño de esclavos negros y mulatos, que se hallaban
en el extremo inferior de la jerarquía social urbana.
Únicamente un censo del año 1768, casa por casa de la parroquia quiteña
de Santa Bárbara, contiene datos sobre las actividades de una buena parte de
las personas registradas nominalmente.119 Fuera de este, solamente existe una
encuesta realizada por la Iglesia en el año 1797, para el cumplimiento con la
confesión y la comunión por parte de los habitantes de Quito. A veces en estas
116 Tyrer, Historia demográfica y económica, pp. 21-82; Ortiz de la Tabla,“La población ecuatoriana”.
117 Estos datos de censos del período colonial tardío, ordenados según los diversos corregimientos, han
sido analizados y parcialmente publicados por Lucena Samoral,“La población del Reino de Quito”. Fuera
de los Archivos Nacionales de Quito y Bogotá, consultados por este autor, también el Archivo General de
Indias conserva copias de éstas al igual que de algunas otras listas de censos, AGI, Quito, legs. 242, 243 y
378 A. Otras listas de censos, en parte no registrados por Lucena Samoral, están ubicadas en la sección
“Empadronamientos” del Archivo Nacional en Quito.
118 Cfr. en cambio para la Ciudad de México Seed,“Social Dimensions of Race”; para Buenos Aires Socolow,
The Merchants of Buenos Aires; para Guatemala Langenberg, Urbanisation und Bevölkerungstruktur.
119 “Censo de la ciudad de Quito”, analizado por Minchom, Urban Popular Society, pp. 303-310.
51 Primera parte
listas existen datos sobre las actividades profesionales.120 Finalmente, también
los libros de bautizos, matrimonios y defunciones de las diversas parroquias
contienen datos sobre la composición étnica de la población.121
120 AC/Q, Gobierno del Obispo Calama. Cfr. el análisis sin publicar de los respectivos documentos por
Moreno Egas, Quito en 1797.
121 Éstos ya han sido publicados en parte por Moreno Egas, cfr. para ello los respectivos títulos de este
autor en la Lista de Fuentes y la Bibliografía.
122 Minchom, Urban Popular Society, pp. 222-226. En el período colonial tardío los registros de la parroquia
El Sagrario incluían los dos rubros de “españoles” y “mestizos, montañeses, indios, negros y mulatos”, Roig,
Humanismo, tomo 2, p. 32. El término “montañés”, según Roig, inicialmente se refería a los indígenas del
amplio callejón interandino que vivían en los márgenes de los centros dominados por la cultura españo-
la, término que luego fue mantenido para las familias indígenas que se asentaban en Quito, op. cit., pp.
32-33 (nota 19). Según Minchom, en cambio, con los montañeses inicialmente se hacía referencia a los
indígenas urbanos aculturados y, en el siglo XVII, por lo general, a mestizos de mayor categoría social y
también a los españoles empobrecidos, Minchom, Urban Popular Society, pp. 291-293.
123 Términos étnicos parecidamente equívocos y no diferenciados se hallan también en algunas des-
cripciones del Corregimiento de Otavalo del año 1808, redactadas, por orden virreinal, por diferentes
autores (párrocos o funcionarios locales), en las cuales se encuentran también datos acerca del tama-
ño y de la composición étnica de la población. En ellas la población del propio asiento de Otavalo, por
ejemplo, se divide en dos grupos, por un lado los “blancos, negros y [gente] mezclada”, por el otro los
“indios”. En el esbozo de las actividades de la población, en cambio, solamente se habla de los “blan-
cos” e “indios”. Para el pueblo de Cotacachi, en cambio, se mencionan, en general, solamente “espa-
ñoles” e “indios”, al igual que para los pueblos de San Pablo de la Laguna, Tabacundo y Tocache, con
una mención adicional de algunos “negros” para el último pueblo. Solo en el pueblo de Urcuquí se men-
ciona explícitamente a los “mestizos”, “Descripciones de los pueblos del partido y Corregimiento de
Otavalo (…), 6-V-1808, AHBC/Q, Documentos Misceláneos, Nº 7/22.
124 Aquí el término “clase” (aún) no tiene un significado fundamentalmente económico en el sentido de
una clase como capa social en la moderna sociedad burguesa o sociedad de clases.
52 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
categorías de “clero”, “blancos”, “indios”, “libres de varios colores” y “esclavos
de varios colores”. Mientras los mestizos están incluidos en el rubro de
“blancos”, el rubro “libres” se refiere, por lo general, casi exclusivamente a
negros y mulatos (Cuadros 1 y 2).
CUADR O 1
CUADR O 2
125 La base del cuadro es un censo del “Reino de Quito”, transcrito por Lucena Samoral,“La población”,
p. 68. Lucena Samoral añade al grupo de la población blanca las cifras de los “eclesiásticos”, indicadas
por separado en el censo original. En el presente cuadro no han sido tomadas en cuenta las cifras del
censo original referentes a la ciudad de Loja en la Sierra sur; las cifras totales de los diversos grupos han
sido cambiado de manera correspondiente.
126 Las cifras de este cuadro provienen de un censo de la ciudad de Quito (con sus cinco parroquias) y
del total de 30 pueblos del Corregimiento, igualmente transcrito por Lucena Samoral, op. cit. pp. 43-44.
También aquí Lucena Samoral adjunta los “eclesiásticos” al grupo de la población blanca. Las cifras de la
población de los diversos pueblos, indicadas en el censo original y por Lucena Samoral, han sido resumi-
dos por mí para este cuadro en un solo rubro.
53 Primera parte
A más de la ausencia de diferenciación étnica entre la población
blanca y mestiza, algunas listas de censos demuestran variaciones
en lo referente a las categorías utilizadas y a su significado. En
cuatro listas de la jurisdicción de Ambato (1781, 1782, 1784 y 1789),
solamente en 1790 elevada de una tenencia del Corregimiento de
Riobamba a Corregimiento, está anotado en lugar del rubro de
“blancos”, explícitamente el de “blancos y mestizos”, mientras que en
uno de los censos de la misma época (1784) la cifra total de este grupo
poblacional, determinada por los datos parciales de esta villa y de los
demás pueblos ubicados en su jurisdicción, nuevamente es señalada solo
como “blancos”.127
Otro censo de este Corregimiento del año 1778 incluía, fuera de los rubros
de “blancos”, “indios” y “esclavos de varios colores”, en lugar del usual
rubro de “libres de varios colores”, un rubro sin llenar de “mestizos de
varios colores”. En una nota el mismo funcionario, quien elaboró el censo
de 1783, señala que “en esta Prov.a no hay más que tres layas de gentes,
pues a excepción de 8 los demás son […] mestizos honr.s”.129 Luego,
también aquí los mestizos formaban la mayor parte del segmento
poblacional registrado como “blancos”.130
127 AN/Q, Empadronamientos, nos. 2 (1789; no registrado por Lucena Samoral), 9 (1784) y 28 (1782) así
como el censo del 2-IV-1781.
128 Lucena Samoral,“La población”, p. 49 (nota 53).
129 AN/Q, Empadronamientos, Nº 42; a esto se añade el registro adicional del clero.
130 En cambio, otro censo de este Corregimiento, del año 1780, tiene la clasificación usual sin el rubro de
“mestizos”, AN/Q, Empadronamientos, Nº 43.
131 Según un censo de 1785 el Corregimiento de Otavalo albergaba 2.795 “blancos” y 5.643 “libres”,
Lucena Samoral,“La población”, p. 42; cfr. Washburn,“La delineación de regiones”, pp. 45-46. Cfr. en cam-
bio las cifras de la Descripción del Reyno de Santa Fe de Bogotá, p. 22.
54 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
La asignación de los habitantes registrados en los diversos censos
de población a las categorías étnicas, en general burdas y
parcialmente cambiantes, indica las grandes dificultades en la
definición étnica y en la diferenciación de la población,
consecuencia de un proceso de más de dos siglos del cruce étnico,
es decir biológico y sociocultural.132
132 Por ello Lucena Samoral resume la confiabilidad de los datos demográficos por él reunidos y analiza-
dos con las palabras: “La clasificación étnica de la población es cuando menos sospechosa, pues posi-
blemente nadie sabía qué se definía por ´blanco´, ´libre´o ´indio´, Lucena Samoral,“La población”, p. 71.
133 Ya a inicios del siglo XVII un vecino quiteño constató en una carta a la Corona, que “se han mezclado
tanto los españoles entre los indios, que hay en esta ciudad más mestizos que en todo lo restante del Perú”,
Carta de Don Sancho Díaz de Zurbano, 22-III-1609, AGI, Quito, leg. 28, citado según Minchom, Urban Popular
Society, p. 120 (nota 37). Otra reacción a la creciente diferenciación étnica fueron las especificaciones con-
ceptuales de los diversos grados de mezcla biológica entre las diferentes castas, cfr. para la Nueva España
y Perú Mörner, “Race Mixture”, pp. 58-59; cfr. para Guatemala Langenberg, Urbanisation und
Bevölkerungsstruktur, pp. 236-237. Según Konetzke los mestizos, por principio, pertenecían a las castas,“pero,
en general, ya se consideraba español al que tenía no más que un octavo de sangre india”, Konetzke,“El
mestizaje”, p. 230. Tales diferenciaciones según las “partes de la sangre” de la diversas castas no eran, sin
embargo, más que un juego intelectual puramente teórico que no se podía comprobar empíricamente. Se
debe tomar en cuenta, además, que a los inmigrantes españoles tampoco se los puede considerar como
una población biológica y étnicamente uniforme, puesto que, a pesar del concepto sociocultural de la “lim-
pieza de sangre” que se impuso a inicios de la temprana Edad Moderna, la Península Ibérica había sido
durante la Edad Media un lugar de múltiples mezclas biológicas (cfr. entre otras por parte de los moros), por
lo cual también los rasgos físicos variaban considerablemente entre los españoles.
134 Ramos (ed.), Las ´Noticias secretas de América´, tomo 2, pp. 77-78.
55 Primera parte
diversas personas consideradas como indígenas y por lo tanto registradas
como tributarios.135
135 Minchom, Urban Popular Society, pp. 244-319. La comprobación de la identidad étnica de personas
registradas como tributarios, pero que se hacían pasar por mestizos, se realizaba ante la Audiencia, la
cual, al igual que las personas involucradas, recogía documentos y declaraciones de testigos. Los 266
casos establecidos por Minchom para el período de 1680 a 1815 se refieren, desde el punto de vista geo-
gráfico, especialmente a la Sierra norte y centro. 210 de los mencionados casos se refieren al período
colonial tardío (entre 1776 y 1787), una consecuencia de los esfuerzos de la Audiencia relacionados con
la política de reformas borbónica, de volver más eficiente el cobro del tributo indígena, op. cit., pp. 246.
136 Citada según Minchom, Urban Popular Society, p. 260.
137 Cita según Minchom, Urban Popular Society, p. 284.
138 Cfr. Minchom, Urban Popular Society, p. 251.
56 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
fundamentalmente en criterios socioculturales y por lo tanto también
manipulables.139
139 Acerca de la madre de una persona que se declaraba mestiza, un testigo declaró que él “ignora
si fue india o española, o mestiza, porque usaba faldellín y no traía urco como indio (…). La dicha mujer
era blanca y calsada”, Minchom, Urban Popular Society, p. 261. Para la naturaleza relativa e informal
de las categorías étnicas es igualmente ilustrativo el testimonio de un mercader quiteño sobre los
padres de una persona finalmente reconocida como mestiza: “Dijo [el testigo] que Enrique de la Parra
y Rosa de la Guerra, naturales y vecinos del pueblo de Uyumbicho [Corregimiento de Quito], contra-
jeron con el testigo urbana amistad y correspondencia, por motivo de que éstos le venían a vender
algunas especies de el campo y por esto reconoció ser personas blancas”, p. 264. Cfr. la bibliografía
acerca la naturaleza del estatus étnico definida de manera similar en otras regiones del imperio colo-
nial en Bronner, “Urban Society”, p. 32.
140 La población libre negra y mulata, numéricamente bastante escasa, fue todavía más discriminada que
los mestizos, a causa de su descendencia de los esclavos. Por ello, en Ibarra en el año 1793, aun los padres
de una mestiza se opusieron a los planes de ésta de casarse con un mulato, AN/Q, Matrimoniales, exp. 3-VII-
1793. Esto tampoco cambió mayormente con el hecho de que a fines del siglo XVIII la Corona posibilitó a
los mestizos cultos o económicamente exitosos de hacerse emitir, contra el pago de una determinada suma
de dinero, una “Real Cédula de gracias al sacar”, con la cual éstos recibían legalmente el rango de un
“español”,“Índice de los R.s despachos, que se remiten al distrito de la Audiencia de Quito en 25 de marzo
de 1795”, entre ellos “Uno de 10 de Febrero de este año, para que se publique en los Reinos de Indias y
Filipinas el arancel inserto de los servicios pecuniarios señalados a las gracias llamadas al sacar”, AGI, Quito,
leg. 354. Para la región aquí estudiada no conozco concesión alguna de este privilegio.
141 Acerca de la política de la Corona frente a la población mestiza cfr. Konetzke,“Die Mestizen”; “El mes-
tizaje”; en general Jaramillo Uribe,“Mestizaje”; Minchom, Urban Popular Society, p. 100; Zúniga, Espagnols
d’outre mer. E; en Quito la desclasificación social de los mestizos a lo largo del período colonial se eviden-
cia además en el hecho de que desde las primeras décadas del siglo XVIII este segmento de la pobla-
ción ya no consta, como desde fines del siglos XVI, conjuntamente con los “españoles” en el mismo rubro
de los libros parroquiales de los bautizos, matrimonios y defunciones, sino que desde entonces formaba un
grupo con los indígenas, mulatos y negros. Esta información la debo a Jorge Moreno Egas.
57 Primera parte
habían emigrado de sus comunidades de origen, y a diferencia de una gran
parte de la población indígena- no estaban ni asentados en comunidades
propias ni integrados al sistema de concertaje, ni sujetos como los esclavos
negros y mulatos, al poder de disposición y al control directos de un patrón
español. En vista de la relatividad y variabilidad del estatus étnico, a
los mestizos se los encontró pronto en los más diversos escalones y
posiciones de la jerarquía social, aun cuando a los mestizos
públicamente reconocidos les era vedado en su gran mayoría, el acceso a las
posiciones más altas en la administración, la milicia y la Iglesia.142
142 Cfr. para la Nueva España en el siglo XVII Israel, Race, Class and Politics, p. 66.
143 Acerca de los tumultos de 1763, especialmente en el barrio de San Roque, durante los cuales circula-
ron en la ciudad “papelones ofensivos” cfr. el informe de la Audiencia al Consejo de Indias de diciembre
de 1763, AGI, Quito, leg. 224.
144 AMH/Q, Nº 134, Actas del Concejo, acta de la sesión de 27-V-1788, f. 64v.
145 Carta de la Audiencia el Consejo de Indias, XII-1763, AGI, Quito, leg. 224. A inicios de la década de 1760
se habían descubierto en Quito más de 600 casos de indígenas que no pagaban tributo, Minchom, Urban
Popular Society, p. 247; cfr. Oberem,“Indios libres”, p. 112 (nota 4). En el año 1788 el administrador de tribu-
tos ordenó tomar medidas adecuadas “para q.e [a] los indios vestidos q.e andan en traje de españoles
(…), de estos dhos pueblos de la ciudad de Quito, [se] los coja y los ponga en el obraje de Yaruquí del
Cap.n d.n Gregorio Sánchez”, AN/Q, Obraje, exp. AHN/-PQ/1788.
58 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
Ante el trasfondo de los continuos prejuicios sociales étnicamente
motivados frente a las castas, y en vista de la naturaleza sociocultural
cambiable del estatus étnico, el reconocimiento como “blanco” constituía
un importante criterio para el estatus y el ascenso sociales.146 Por otro lado
los españoles empobrecidos corrían el peligro, al perder su posición social,
de ser considerados como mestizos, cuando a causa de su creciente
empobrecimiento ya no se veían en la posibilidad de ejercer un oficio
socialmente respetado, de tener un estilo de vida elevado, vestir prendas
buenas y cuando el trato social, al igual que la selección del cónyuge, ya no
recaían en miembros de la población reconocida como blanca. En casos
extremos, un blanco pobre aun corría el peligro de ser registrado como
indígena y de ser obligado a pagar tributo.147 En vista del poder del
testimonio relativo del color de la piel, un blanco empobrecido tampoco
estaba a buen recaudo de la difamación malintencionada como mestizo.148
146 Minchom, Urban Popular Society, pp. 98, 289; cfr. Jaramillo Uribe, “Mestizaje”, pp. 30-36. Jurado Noboa
y Puga describen el ejemplo de un proceso de cambio del estatus étnico, motivado por los prejuicios étni-
cos y extendido por varias generaciones, de una familia originalmente indígena y finalmente reconocida
como “blanca”, Jurado Noboa y Puga, El proceso de blanqueamiento.
147 A esto corresponde la argumentación en la declaración de mestizo de un niño expósito que resalta-
ba frente a la Audiencia: “V. A. mismo hará brevemente reflección de uno u otro sujeto distinguido, que si
éste se hallara abatido de la pobreza o, por mejor decir, vestido de un capisayo de jerga, quien creería
fuese Don fulano de tal, y tal vez fuera para la inteligencia de los cobradores el primero que debía pagar
tributos”, citado según Minchom, Urban Popular Society, p. 262.
148 Minchom, Urban Popular Society, p. 262.
149 De la documentación analizada por Moreno Yánez sobre las rebeliones rurales del período colonial
tardío, predominantemente indígenas, se desprende que también el estatus social de la población asen-
tada en los pueblos o en las haciendas estaba, a veces, marcado por criterios predominantemente socio-
culturales y que se revisaba a base de estos criterios, especialmente en lo relacionado con el trato social
y la vestimenta de las personas en cuestión, Moreno Yánez, Sublevaciones indígenas, p. 404-405.
59 Primera parte
importante que existe para un análisis detallado de la relación entre
el estatus étnico y económico funcional en la ciudad de Quito es el
censo elaborado en el año 1768, de la parroquia de Santa Bárbara, en
la cual vivía, después de la de El Sagrario, la mayoría de las familias
distinguidas de la ciudad. Minchom ha agrupado los datos acerca de la
propiedad y los oficios, indicados en el censo, de la siguiente manera:
CUADR O 3
60 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
ejemplo, de los constructores de instrumentos musicales, los herreros y los
plateros o los pintores y los músicos.152 También el hecho de que algunas
personas, que se hacían pasar por mestizos en las respectivas declaraciones,
pretendían no haber ejercido “oficio alguno correspondiente a indio”,
resalta la ocupación de la población indígena en las actividades socialmente
menos estimadas.153
152 Otra lista de las actividades de los indígenas asentados en los diferentes barrios de Quito ya existe
para los años 1733 - 1734. En ésta el campo de las actividades indígenas es más amplio; entre otros, algu-
nos indígenas se mencionan también en las artesanías, “Cuaderno[s] de numeración de los indios mos-
trencos de la Real Corona (…), AN/Q, Indígenas, exp. 3-V-, 20-VIII-, 31-VIII- y 20-XI-1733, así como 13-I-, 16-II-
y 19-II-1734. Hasta el momento, no han sido analizados los oficios y sus corporaciones en la ciudad de
Quito. Algunas informaciones sobre los plateros, así como los gremios puramente indígenas de los barbe-
ros y los tejedores se hallan en Minchom, Urban Popular Society, pp. 138-149.
153 Minchom, Urban Popular Society, p. 255, cfr. también pp. 263, 275. En las declaraciones, sin embargo,
estas actividades, con la excepción de la de un cargador, no se especifican, cfr. op. cit. p. 253.
154 También en la mencionada lista eclesiástica de la ciudad de Quito, en el año 1797, la misma distinción
diferencia a aquella parte de la población no señalada como mulata o negra.
155 Gerbet, La noblesse dans le royaume de Castille, pp. 138-139. Para las mujeres el tratamiento “doña”
ya se había extendido a las esposas de todos los caballeros de Extremadura (Castilla), sin expresar, sin
embargo, el estatus social, sino más bien una respetuosa confianza, op. cit. p. 139. Además este tratamien-
to estaba determinado para los altos dignatarios eclesiásticos en cuyo caso estaba siempre ligado al
cargo respectivo, por ejemplo el de un obispo.
156 Cfr. p. e. Lockhart, Spanish Peru, pp. 34-48.
61 Primera parte
cada vez más amplio.157 La regulación jurídica, finalmente decidida todavía
a inicios del siglo XIX, a otorgar la designación honorífica como título
contra el pago de una suma de dinero, no parece haber tenido un influjo
decisivo en la práctica social, al menos en Quito y probablemente tampoco
en otras partes.158 Durante el período colonial tardío, obviamente no hubo
en Quito y en la región de la Sierra norte y centro ningún caso de
adquisición por compra de este distintivo.159 Tampoco hubo en Quito
disputas judiciales por el derecho del distintivo “don”, tal como se lo
conoce, por ejemplo en la jurisdicción de la Audiencia de Bogotá.160
157 Cfr. para la Nueva España Kizca, Colonial Entrepreneurs, p. 15. En el Perú la fórmula se utilizaba en el
siglo XVII como expresión de la reputación especial de una persona, sin que existiera una relación eviden-
te con el estatus nobiliario de la persona, Bronner, “Elite Formation”, p. 24. En el año 1777 el juez del Real
Derecho de Media Anata de la Audiencia de Santo Domingo informó al Consejo de Indias sobre el abuso
de este tratamiento no regulado por ley. Propuso establecer la concesión de esta designación honorífica
como título oficial, para cuya obtención se debería comprobar la limpieza de sangre y el ejercicio de car-
gos superiores, “excluyendo a todos los que hayan ejercido y ejerzan empleos mecánicos”. La media
anata a pagarse para la obtención de este título debería presupuestarse con diferentes montos depen-
diendo de las regiones. Al mismo tiempo debería prohibirse la utilización no autorizada del título, con la
excepción de su utilización, en conexión con la dignidad del cargo, por parte de canónigos y racioneros
de los cabildos eclesiásticos y los párrocos, así como los capitulares de los municipios. Sin embargo, el
Consejo de Indias rechazó la propuesta después de consultar al fiscal, quien negó la iniciativa con el
argumento que la misma “variedad” en el dicho tratamiento existía también entre los diferentes “Reinos”
de la península ibérica y aun entre las diferentes provincias de un “Reino”. La suspensión de la utilización
del “don”, completamente informal precisamente en Castilla, por ejemplo mediante una restricción ofi-
cial a los nobles, únicamente llevaría a tensiones sociales injustificadas e innecesarias. También el rey se
adhirió a esta concepción, “Consulta de la Cámara de las Indias sobre un proyecto de extender la gra-
cia y título del uso del Don”, 28-VII-1779, Colección de documentos, tomo 3/1, pp. 454-459.
158 La suma para la venta del título era de 1.400 reales de vellón, “R[eal] C[édula], insertando el nuevo
arancel de los servicios pecuniarios señalados a las gracias al sacar”, 3-VIII-1801, Colección de documen-
tos, tomo 3/2, pp. 779.
159 El hecho que en la América española, al menos en el período colonial tardío, esta fórmula de trata-
miento ya no indicaba el estatus nobiliario de la persona designada por ella, se demuestra en una con-
sulta del rey al Consejo de Indias del año 1785, en la cual la petición de un vecino cubano de conceder-
le la “hidalguía y nobleza” fue rechazada, pero le fue concedido el distintivo “don”, “Consulta de la
Cámara de las Indias sobre la instancia de un vecino de Cuba, solicitando se le concedan los fueros de
noble hidalguía”, 16-II-1785, Colección de Documentos, tomo 3/2, pp. 548-552. A comienzos del siglo XIX
en la Audiencia de Quito un habitante de la ciudad portuaria de Guayaquil, Juan Gaspar Casanova,
pidió al Consejo de Indias poder llevar el distintivo antes de su nombre. Esta solicitud (concedida por el
Consejo de Indias), a su vez, es tanto más sorprendente, por cuanto el hermano del solicitante era caba-
llero de la orden española de Santiago,“D.n Juan Gaspar Casanova. Cédula concediéndole el distintivo
de D.n. En 25 de ag.to de 1818”, AGI, Quito, leg. 230.
160 Tal litigio, llevado ante la Audiencia de Quito, se ha comprobado solo para el puerto de Guayaquil
(para el año 1790), AN/Q, Gobierno, exp. 30-III-1749; cfr. para la Audiencia de Bogotá Jaramillo Uribe,
“Mestizaje”, p. 46; Twinam, Miners, Merchants, and Farmers, pp. 119-123.
161 Hasta esta época solamente una parte de los encomenderos o también de los corregidores recibían
este distintivo, cfr. las actas de las sesiones del Cabildo quiteño publicadas hasta el año 1657 (Libros de
Cabildos) en la Bibliografía así como la correspondencia del presidente de la Audiencia hasta fines del
siglo XVII, AN/Q, Fondo Especial. Presidencia de Quito, c. 1 y 2.
62 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
tardío el uso de esta fórmula era tan extendido, que las personas tratadas
así, difícilmente pueden ser adscritas a un determinado grupo social y
menos aun, exclusivamente al de la nobleza.162 El distintivo “don”
correspondía, por ejemplo, a todos los poseedores de rangos militares y
cargos públicos superiores. En algunas listas de la Audiencia sobre la
composición de las diversas unidades de milicias de la región, los
nombres de todos los oficiales (desde el coronel de un batallón hasta el
teniente de una compañía) así como de los curas y médicos castrenses,
están acompañados del distintivo “don”; no así, en cambio, todos los
rangos y puestos inferiores, entre ellos un tambor mayor y un maestro
armero.163 De igual manera, todos los miembros del concejo, funcionarios
y simples empleados municipales, desde los alcaldes ordinarios hasta el
portero, usualmente llevaban el “don” delante de su nombre.164
162 Hacia fines del siglo XVIII este uso y adscripción más bien informales no restringidos a la nobleza tam-
bién eran usuales en la Madre Patria, cfr. para el ejemplo de Andalucía Windler, Lokale Eliten, p. 80.
163 AN/Q, Milicias, exp. 20-XI-1781, Nº 66; “Plan demostrativo que se presenta al Muy Illtre. S.or Pres.te y C.
G. de los sujetos q.e parecen más aptos para empleos militares de esta ciudad y de los lugares de cabe-
za de provincias”, AN/Q, Milicias, exp. 20-X-1777, fs. 35-36v.
164 Cfr.“Repartimiento de la cera de la [fiesta de la] Candelaria, efectuado el día 2 de febrero de 1802”,
AMH/Q, Nº 68, Propios de la Ciudad (1802-1804), f. 14-14v. Por otro lado, Joaquín Lemos,“de oficio pluma-
rio”, un “español” oriundo de Cuenca en la Sierra sur contra quien a inicios del siglo XIX se llevaba a cabo
un juicio penal ante la Audiencia de Quito, no fue designado como “don” en una lista de esta institución,
lo cual con seguridad estaba relacionado con su juicio y enfatiza, una vez más, el carácter informal de
este distintivo, “Relación de causas criminales determinadas y pendientes (…) por lo respectivo a la
Escribanía de Cámara del cargo del capitán Luis Cifuentes (…), 3-III-1806, AGI, Quito, leg. 219. En un con-
trato de la séptima marquesa de Maenza, Mariana de Aranda, con el maestro sombrerero José Senteno,
que no llevaba el “don” delante de su nombre, dos maestros silleros que actuaban como sus fiadores son,
a su vez, titulados con este distintivo, AN/Q, 1ª Notaría (Protocolos), t. 426, exp. 10-VII-87, fs. 161-162.
Difícilmente se pude suponer una notable diferencia de rango entre un sombrerero y los silleros como
para explicar la utilización del “don” para los dos últimos, cuanto más que uno de los dos silleros está regis-
trado sin un apellido formal. En otro registro notarial, a su vez, se habla de un maestro sombrerero llamado
“don Feliciano Mejía”, AN/Q, 4ª Notaría (Protocolos), t. 124, exp. 22-VIII-1812, fs. 678v-679. El concepto social
de “doña”, el equivalente femenino del distintivo, fue aún más amplio y difuso. Luis de la Cruz, el padre del
ya mencionado ilustrado Eugenio de Santa Cruz y Espejo, por ejemplo, se refiere a la hija natural de su
mujer como “doña Ignacia Figueroa”, AN/Q, 6ª Notaría (Protocolos), t. 116, exp. 9-XI-1778, fs. 147v-149v. Cfr.
además los testamentos de las hijas naturales “doña Nicolasa Arauz” y “doña Juana Duque”, AN/Q, 6ª
Notaría (Protocolos), t. 111, exp. 16-VIII-1791, fs. 484v-486 y t. 118, exp. 10-IV-1798, fs. 56-58.
63 Primera parte
CUADR O 4
Ar tesanos Comercio
Pintores 1 Comerciantes 4
Notarios 1 Azucareros 1
Abogados 1
Militares 5
Funcionarios reales 5
165 El Cuadro está basado en la lista de Minchom de los datos acerca de la identidad étnica y las acti-
vidades de las personas registradas en el mencionado censo, Minchom, Urban Popular Society, pp. 303-
304.
166 Minchom indica acertadamente que la mayoría y los más importantes de los terratenientes de la ciu-
dad habitaban en la parroquia central de El Sagrario, Minchom, Urban Popular Society, p. 307. Por lo tanto,
los términos “labrador”,“chacarero”,“granjero” y “azucarero” no se refieren a terratenientes más importan-
tes, que siempre eran designados como “vecinos enhacendados”.
167 Minchom, Urban Popular Society, pp. 303-304.
64 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
Por lo demás llama la atención que en el censo no se halla, con una
sola excepción, algún artesano entre las personas tituladas con
“don”. Obviamente, la discriminación social de las actividades manuales
extendida en la Madre Patria se había transferido también a las colonias,
donde fue ampliada con los atributos étnicos y se relacionaba, por lo
tanto, especialmente con la población indígena y, adicionalmente, con las
castas.168 En el censo de Santa Bárbara está enumerada toda una serie de
actividades artesanales o sin formación profesional y socialmente aun
menos apreciadas, realizadas tanto por los indígenas, como por la
población común no indígena. Entre los oficios socialmente más
apreciados y especializados están representadas, en general, pocas personas
señaladas como indígenas y ninguna en la platería o en la producción de
otras alhajas. De interés es, a su vez, el escaso prestigio de los plateros
entre la población no indígena. En otras regiones de Hispanoamérica este
oficio era una actividad de prestigio, frecuentemente reservada en gran
medida a los españoles.169 En Quito, en cambio, por principio la platería
no fue excluida de la posición social generalmente baja de las actividades
artesanales. En el año 1794, por ejemplo, la quiteña María Yépez negó a
su hijo el consentimiento al matrimonio con Rosa Maldonado, con el
argumento expreso de que ésta era hija y nieta de plateros. Según la
madre, sus propios antepasados, en cambio, eran todos de ascendencia
española pura.170 Un pariente de Rosa, en cambio, hizo notar que
también entre los antepasados y los parientes de María Yépez había
habido artesanos, a saber, panaderos y plateros, así como mayordomos,
por lo cual su familia gozaba de poco prestigio social.
168 A esto corresponde la observación de los oficiales de la Marina española Juan y Ulloa de los años cua-
renta del siglo XVIII, según la cual “los que pasan de Europa llegando aprendido algún oficio, en llegan-
do allá se apartan totalmente de su cultura. Por esta razón, todos los artes mecánicos y oficios no pueden
adquirir allí más perfección o adelantamiento que aquel en que quedaron el primitivo tiempo y en que
los conservan los indios y mestizos, empleados únicamente en ellos”, Ramos (ed.), Las “Noticias secretas
de América”, tomo 2, p. 339.
169 Cfr. por ejemplo para Buenos Aires en el período colonial tardío Johnson, “The Silversmiths of Buenos
Aires”, p. 185; para la Hispanoamérica colonial en general Johnson,“Artisans”. Minchom menciona tan solo
a un platero respetado como español en la ciudad de Quito, Minchom, Urban Popular Society, p. 139.
170 “Limpios de toda mala raza”,“Causa seguida por D.n Ramón Ruiz, sobre q.e D.a María Yépez le pres-
te su consentimiento para el matrimonio q.e pretende contraer con D.a Rosa Maldonado”, AN/Q,
Matrimoniales, exp. 18-VIII-1794.
65 Primera parte
prestigio social los terratenientes (propietarios o arrendatarios), los
comerciantes, los funcionarios reales (superiores), los concejales y
funcionarios municipales, los oficiales de milicias, los abogados, los
rectores y profesores universitarios, así como los clérigos seculares y
regulares (especialmente de jerarquías superiores), los cuales recibían el
tratamiento de “don”.
171 Acerca de la evaluación social del comercio en España y Europa cfr. Molas, La burguesía mercantil,
pp. 113-161. En las colonias la posición social subordinada de los comerciantes fue reforzada por una serie
de leyes. En el siglo XVI la Corona prohibió a los comerciantes el ejercicio de cargos en el Cabildo y en la
Real Hacienda,“R[eal] C[édula] que ningún mercader sea regidor”, 4-IV-1542, Colección de documentos,
tomo 1, p. 214; “R[eal] C[édula] que los mercaderes no puedan ser proveídos en oficios de Hacienda
Real”, 8-V-1568, op. cit., tomo 1, p. 432; “R[eal] C[édula] sobre los inconvenientes que se siguen de ser ele-
gidos para los oficios de alcaldes y regidores y otros de república mercaderes y tratantes”, 6-XI-1589, op.
cit., tomo 1, p. 603.
172 Pike, Aristocrats and Traders.
173 Brading, Minders and Merchants; Borchart de Moreno, Los mercaderes, Mazzeo, El Comercio Libre;
Socolow, The Merchants of Buenos Aires.
66 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
México.174 No obstante, el comercio con la “ropa de la tierra”, en combinación
con la importación de efectos de lujo de Europa y, especialmente, de ropas de
Castilla, formaba parte importante de las actividades económicas de la región. La
crisis de los obrajes en el siglo XVIII tuvo como consecuencia un significativo
retroceso del volumen comercial; por otro lado, en el período colonial tardío,
especialmente en las épocas de escasez causadas por las complicaciones bélicas de
España con otras potencias europeas, los negocios comerciales representaban la
única empresa económica dinámica, aunque siempre arriesgada, de la región. Por
lo tanto, no debe sorprender el hecho de que en el período colonial tardío
también las familias terratenientes más distinguidas de la ciudad de Quito,
estuvieran involucradas en el comercio interregional.
174 En la Audiencia no existía, por lo tanto, un consulado. Los mercaderes radicados en la ciudad de Quito
disponían tan solo de una “junta de comercio”, a la cual pertenecían en el año 1805 seis capitulares, entre
ellos, dos miembros de dos destacadas familias nobles de la ciudad: Mariano Maldonado y Pedro
Montúfar, cfr. el poder de la junta a Miguel Ponce, otro de sus miembros, AN/Q, 1ª Notaría (Protocolos), t.
456, exp. 17-X-1805, fs. 473-474. Por lo demás, un tribunal especial, el juzgado de comercio, vigilaba los
negocios comerciales, cuyas decisiones podía apelarse ante la Audiencia, cfr. Borchart de Moreno,
“Circulación y producción”, p. 77.
175 Así aparecen, por ejemplo, en las fianzas comunes de los “comerciantes” o del “comercio de la ciu-
dad” para el “situadista” que cada año llevaba el situado de la Caja Real de la Audiencia a Cartagena,
en la costa atlántica del virreinato del Nuevo Reino de Granada, cfr. para el año 1791 AN/Q, 6ª Notaría
(Protocolos), t. 112, exp. 18-II-1791, fs. 44v-46. Además, en los festejos de varios días con ocasión de la coro-
nación del rey Carlos IV en el año 1789,“el comercio” se presentó con representaciones propias (fuegos
artificiales y corridas de toros),“Relación de las Fiestas Reales que celebró la Muy Noble y Leal Ciudad de
Quito en la augusta proclamación del Señor Rey Don Carlos Cuarto el día 2 de septiembre de 1789”,
AMH/Q, Nº 134, Actas del Concejo, acta de la sesión de 2-III-11790, fs. 152-162.
176 “Testimonio de los autos de préstamo q.e hicieron los vecinos de la ciudad de Quito para el socorro
de Cartagena”, XII-1740, AGI, Escribanía de Cámara, leg. 914 C, cuaderno 14, fs. 94-110v.
177 AMH/Q, Nº 134, Actas del Concejo, acta de la sesión de 1-II-1791, fs. 200v-203v.
67 Primera parte
diversas actividades comerciales se diferenciaban, a su vez, según el tipo y el
volumen. En Quito, de manera similar a la Madre Patria y amplias regiones de
Europa, se había establecido la división social, típica de la temprana Edad
Moderna, entre el comercio al por mayor y el comercio regional o al por
menor.178 Los grandes comerciantes de Quito y de la región de la Sierra norte y
centro, mencionados casi siempre como comerciantes o a veces también como
mercaderes de carrera, estaban activos de preferencia en el comercio
interregional, pero sólo en casos excepcionales participaban de cuenta propia en
el comercio trasatlántico. Disponían de sus mercancías en cantidades mayores
desde almacenes cerrados al trato directo con los clientes.179 En cambio, los
mercaderes activos en el comercio al por menor, llamados también mercaderes
de tienda abierta, se limitaban al comercio y a la venta de los productos
regionales o a los adquiridos en las respectivas regiones. Casi siempre estos
productos se vendían a los clientes en pequeñas tiendas y en cantidades
reducidas.180 Sin embargo, la diferenciación conceptual entre comerciantes y
mercaderes, no siempre se observaba estrictamente durante el período colonial
tardío. Por lo tanto, diversos comerciantes quiteños son señalados en diferentes
documentos, tano como “mercaderes” o como “comerciantes”.181
178 Aún en un reglamento de aranceles del año 1801 para las diferentes mercedes reales, válido para las
colonias, estaba prevista una tasa especial para los “mercaderes de por menor” que querían ocupar un
cargo en la Real Hacienda,“R[eal] C[édula] insertando el nuevo arancel de los servicios pecuniarios seña-
lados a las gracias al sacar”, 3-VIII-1801, Colección de documentos, tomo 3/2, p. 779. Para España Molas,
La burguesía mercantil, p. 51; para la Hispanoamérica colonial Lugar,“Merchants”, p. 47. La diferenciación
conceptual de las diversas actividades mercantiles en el imperio colonial variaba, en parte, de región en
región, cfr. Bronner, “Urban Society”, p. 15; cfr. para Guatemala también Langenberg, Urbanisation und
Bevölkerungstruktur, p. 151.
179 Hasta entrado el siglo XVII, al igual que en el resto del imperio colonial, en la Audiencia de Quito todos
los comerciantes fueron designados como mercaderes o tratantes. El término “comerciante” se estable-
ció recién a inicios del siglo XVIII y se refería a comerciantes que, a más de sus negocios comerciales, tam-
bién otorgaban préstamos. Debo esta información a Tamara Estupiñán.
180 Cfr. el juicio del administrador general de alcabalas sobre los comerciantes de la ciudad de Guayaquil
del año 1779: “Los comerciantes de estas provincias son unos meros mercaderes de tienda, cuya aplicación
y ciencia no se extiende a más que a conocer los géneros que son del gasto y gusto del día y los precios a
que les dejará utilidad”,“Copia del informe hecho por el administrador gral. de alcabala de la ciudad de
Guayaquil, sobre lo que previene la R.l Orn. de 18 de octubre de 1779”, AGI, Quito, leg. 240.
181 El comerciante Marcelino Pérez, por ejemplo, es registrado como “mercader” en varios documentos
notariales, cfr. AN/Q, 1ª Notaría (Protocolos, t. 438, exp. 11-IX-1795, fs. 171- 172v. Sin embargo, en su testa-
mento se designa a sí mismo como “vecino comerciante”, AN/Q, 6ª Notaría (Protocolos), t. 113, exp. 26-VI-
1795, fs. 358-362v. Su casa en el centro de la ciudad y su “caudal libre”, referido por él como de 101.009
pesos, demuestran que se trataba de un comerciante importante para las circunstancias quiteñas. Su hija
María estaba casada con otro comerciante muy activo e íntimo socio de Pérez, el ya mencionado Miguel
Ponce quien, con ocasión del matrimonio, recibió una dote de 6.000 pesos que, con pagos adicionales
posteriores, alcanzó la enorme suma total de 73.243 pesos, consistentes básicamente en dinero en efec-
tivo y dos haciendas, AN/Q, 1ª Notaría (Protocolos), t. 421, exp. 21-VIII-1784, fs. 5110-513; AN/Q, 6ª Notaría
(Protocolos), t. 118, exp. 1-VII-1806, fs. 1166v-1168v. A su vez Ponce, quien efectuaba también préstamos, es
señalado en la mayoría de las fuentes como “mercader”, pero también como “comerciante” así como
“almacenista”, AN/Q, 1ª Notaría (Protocolos), t. 425, exp. 21-V-1785, f. 101-101v; t. 428, exp. 1-VIII-1787, fs.
181v-182 y exp. 18-I-1788, f. 326.
68 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
Una clara señal de la diferenciación social del sector comercial, aún
vigente en el período colonial tardío, entre los comerciantes mayoristas,
por un lado, y los pequeños comerciantes y dueños de tiendas, por otro,
ofrece el caso del comerciante quiteño Benito López Conde, cuya
adquisición del cargo municipal de fiel ejecutor, en el año 1772, con
escaño en el Cabildo, provocó la oposición de algunos regidores.182 López
había recibido el cargo por cesión de su antecesor, solicitando
posteriormente la necesaria confirmación por parte del virrey,
confirmación que lo autorizaba expresamente a “tratar y contratar en
mercaderías, por medio de sus factores y criados, y de ninguna suerte por
sí, ni en comestibles, por razón del oficio de fiel ejecutor que
obtiene”.183 El entonces alcalde ordinario de segundo voto, Pedro de la
Barrera, añadió a la lectura de este escrito ante el Concejo, que la
disposición fijada en ella correspondía a “la costumbre y práctica que
tiene notada en este Reino”.184
En todas las actas del Cabildo relacionadas con este caso, López es señalado
como “mercader”, a pesar de que se desempeñaba en el comercio textil y
que mantenía un “almacén de ropa de Castilla”.185 Esta circunstancia
difícilmente puede haber sido desconocida para los regidores oponentes a
López. No obstante, el regidor Luis de la Cuesta intentó sustentar su
oposición con el argumento, claramente incorrecto, de que nunca habrían
existido “mercaderes” entre los regidores. El tribunal de la Audiencia, al
que acudió el Cabildo para una decisión, se allanó, sin embargo, a la
argumentación del virrey y aprobó las actividades comerciales de López,
“con tal que no varee sus ropas en tienda pública”.186 No obstante, la
querella recién se resolvió en forma definitiva, cuando López finalmente
presentó también una confirmación de su cargo por parte del rey.
182 AMH/Q, Nº 131, Actas del Concejo, varias actas de sesiones entre el 23-XII-1772 y el 10-IX-1773. El nom-
bre de López, al igual que el de la mayoría de los comerciantes, siempre estaba acompañado del distin-
tivo “don”.
183 AMH/Q, Nº 131, Actas del Concejo, acta de la sesión de 23-XII-1772, f. 45.
184 AMH/Q, Nº 131, Actas del Concejo, acta de la sesión de 23-XII-1772, f. 45. Probablemente, la posición
neutral del alcalde se explica con el hecho de que él mismo se encontraba desde hace poco tiempo en
la Audiencia.
185 AMH/Q, Nº 131, Actas del Concejo, acta de la sesión de 29-XII-1772, f. 47
186 AMH/Q, Nº 131, Actas del Concejo, acta de la sesión de 25-V-1773, fs. 70v-71v.
69 Primera parte
quería negar el acceso al Cabildo, dominado por los criollos.187 Para la
América meridional, el antagonismo entre criollos y peninsulares, llamados
chapetones en la Audiencia de Quito, señalado con frecuencia por los
investigadores, ya se encuentra en las Noticias Secretas de América, obra de los
dos oficiales de la Marina española Juan y Ulloa, convertido luego, a lo
largo del siglo XIX por parte de la historiografía nacional de los estados
hispanoamericanos independientes, en un auténtico tópico, que sólo en
épocas más recientes se está relativizando.188 En muchas regiones del
imperio colonial las querellas entre criollos y peninsulares se enconaban con
la cuestión de la ocupación de los cargos superiores en el Cabildo y en las
órdenes religiosas. En Quito, ya en el temprano siglo XVII se habían dado
conflictos por la orden real de la alternativa de ambos grupos poblacionales
en la ocupación de los cargos superiores de las órdenes.189
A fines del siglo XVIII e inicios del XIX, las elecciones anuales para el
Cabildo en especial estaban frecuentemente vinculadas a duros conflictos
que estallaban por los continuos intentos, generalmente exitosos de la
mayoría criolla de regidores, de imponer con desestima de la alternativa,
siempre a candidatos criollos para las dos alcaldías ordinarias.190 En vista de
la controversia por la alternativa en la elecciones, usualmente los campos se
dividían con claridad siguiendo la línea divisoria criolla / peninsular. Sin
embargo, aun en el momento culminante de las querellas por la alternativa
entre los años 1804 y 1809, los peninsulares nunca estuvieron presentes en
el Cabildo con más de tres representantes, entre los cuales, a su vez, se
187 El comerciante era oriundo de Galicia y estaba casado, desde el año 1776, con la quiteña Mariana
Martínez de la Vega y Sierra. Es de interés el hecho de que todos los participantes en la ceremonia religio-
sa (el sacerdote y los testigos), registrados en el libro de matrimonios de la parroquia de El Sagrario, eran
también oriundos de España o de otra región de América o que representaban a la primera generación
nacida en Quito y que no pertenecían a las destacadas familias establecidas de la ciudad, Moreno Egas,
“Resumen alfabético del segundo libro de matrimonios”, p. 222.
188 Ramos Gómez (ed.), Las “Noticias secretas de América” tomo 2, pp. 333-360. Las rivalidades entre los
criollos y los peninsulares, interpretadas desde la perspectiva cultural, económica y social, se han interpre-
tado igualmente como la más importante fuerza motriz para los movimientos independentistas, Lynch, The
Spanish American Revolutions, pp. 17-19; para la historiografía ecuatoriana cfr. la gran obra histórica de
fines del siglo XIX de González Suárez, Historia general, tomo 5, pp. 81-83; como aporte más reciente en
esta tradición cfr. el capítulo “The birth of nationalism” en Phelan, The Kingdom of Quito, pp. 265-278.
Acerca del actual estado de la discusión sobre la relación entre criollos y peninsulares en toda la
Hispanoamérica colonial cfr. la revisión crítica de la investigación por Bronner,“Urban Society”, pp. 42-44.
189 Phelan, The Kingdom of Quito, pp. 267-268. Obviamente también en el siglo XVIII tales conflictos en las
órdenes perduraron, tal como lo testifica el escrito de un franciscano, entregado al Consejo de Indias en
1761,“[Expediente] (…) de fr. Miguel Felipe Solera de la orden de S.n Francisco, sobre q.e en su provincia
de Quito no se observa (como está dispuesto) la alternativa entre los religiosos europeos y criollos”,“Índi-
ce de expedientes del negociado de Quito desde el año 1760 hasta el de 18 (…)”, AGI, Quito, leg. 277.
190 AMH/Q, Actas del Concejo. Acerca de los cargos municipales cfr. el acápite C. II. 1.
70 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
encontraban tan solo uno o dos regidores perpetuos. Frente a estos se
hallaban siempre entre diez y quince capitulares criollos.191
191 En el período señalado, el número de los capitulares participantes en las elecciones del Cabildo osci-
laba entre diez y diecisiete, el de los regidores entre nueve y quince.
192 A diferencia de los “residentes” o “moradores”, los “vecinos” eran vecinos plenos en el sentido jurídico
y, por lo tanto, también podían ser elegidos como miembros del Cabildo. El criterio decisivo para la con-
cesión de la vecindad, orientada en el prestigio público de una persona, era la adquisición de bienes raí-
ces urbanos.
193 Ya en las elecciones municipales de 1790, el regidor criollo Miguel González había exigido al regidor
peninsular Carlos Pesenti abstenerse a votar en las elecciones próximas, puesto que, en este momento,
estaba ejerciendo un cargo en la Real Hacienda. No obstante, Pesenti había rechazado la exigencia con
el argumento de que el ejercicio simultáneo de cargos municipales y de la administración se habían
dado ya con anterioridad. De todos modos, el verdadero motivo de la crítica sería, según Pesenti, el “odio-
so espíritu de división”, con el cual algunos miembros del Cabildo se oponían a la orden real de cumplir
con la alternativa. A esto el regidor criollo Mariano Maldonado había contestado, a su vez, que, al con-
trario, el lamentado “espíritu de facción y partidos”, sería precisamente la culpa de aquellos quienes, a
pesar de una evidente escasez de candidatos peninsulares, querían imponer a toda costa la alternativa,
AMH/Q, Nº 134, Actas del Concejo, acta de la sesión de 1-I-1790, fs. 136-137v.
194 De entre éstos Simón Sáenz de Vergara ya había sido dos veces alcalde ordinario de primer voto (1798
y 1802). Otros de los candidatos peninsulares mencionados, en cambio, no se hallaban en la ciudad, ya
se les había confiado un cargo en la Real Hacienda o (todavía) no gozaban del estatus de vecino,
AMH/Q, Nº 139, Actas del Concejo, acta de la sesión de 1-I-1809, fs. 1-2v. Por lo tanto, en los años de 1805
y 1806 la elección de dos alcaldes ordinarios criollos se realizó también con los votos de dos regidores
peninsulares, aunque éstos dejaron sentado en las respectivas actas que, por principio, la ley de la alter-
nativa era válida y debía ser tomada en cuenta, AMH/Q, Nº 138, Actas del Concejo, acta de la sesión de
1-I-1805, f. 1v. y de 1-I-1806, f. 70v.
195 AMH/Q, Nº 137, Actas del Concejo, acta de la sesión de 1-I-1804, fs. 217v-219; Nº 138, Actas del
Concejo, acta de la sesión de 1-I-1808, fs. 144-151.
71 Primera parte
petición fue encargada a tres criollos no representados en el concejo en este
momento.196 No obstante, la iniciativa no tuvo éxito.
196 AMH/Q, Nº 139, Actas del Concejo, acta de la sesión de 31-I-1809, f. 10.
197 También en el sector comercial la presentación en grupo de los comerciantes peninsulares era más
bien la excepción. Un ejemplo aislado de una actuación común (informal) de algunos comerciantes
peninsulares asentados en Quito, fue el otorgamiento común de un poder general para la representación
de sus intereses, firmado por siete “individuos de su vecindad y comercio, naturales de los reinos de España
y residentes en ella”, AN/Q, 3ª Notaría (Protocolos), t. 77, exp. 9-III-1804, f. 303-303v.
198 “Relación sumaria”, pp. 114-116; entre los vecinos peninsulares había, además, un “alemán” y un “fran-
cés”. Según una investigación de la Audiencia, en el momento mencionado un total de 81 peninsulares
vivía en la ciudad, McFarlane,“The ´Rebellion of the Barrios´, p. 315 (nota 103).
199 En el año 1809 estaban presentes en todos los ámbitos de la administración colonial, especialmente
en la Audiencia y en el Cabildo quiteño, tan solo 16 peninsulares (entre ellos dos de Italia), Valencia Llano,
“Elites, burocracia”, p. 76.
200 Entre 1764 y 1805, un total de 37 peninsulares (entre ellos dos mujeres) se casó en la parroquia central de
El Sagrario de Quito, con cónyuges que en su mayoría eran criollos/as. Fuera de la inmigración desde
España, la cual, desde el punto de vista de las regiones de origen se reclutaba equitativamente de casi toda
la Península Ibérica, la ciudad de Quito también registraba una inmigración desde otros distritos del imperio
colonial, al igual que desde otros lugares de la jurisdicción de la misma Audiencia; de este grupo 22 y 27
miembros, respectivamente, se casaron en El Sagrario, Moreno Egas,“Resumen alfabético del segundo libro
de matrimonios”, pp. 196-203. Para el período de 1804 hasta 1830, las cifras de matrimonios de inmigrantes
de España, desde el resto de América y desde la Audiencia se ubicaban en 7, 6 y 22 personas, respectiva-
mente, Moreno Egas,“Resumen alfabético del tercer libro de matrimonios”, pp. 266-271. A pesar de que exis-
ten casos en que los párrocos no registraron correctamente el origen de los cónyuges en los libros de matri-
monios (información personal de Christiana Borchart de Moreno), no se puede dudar generalmente en la
cifra relativamente baja de los peninsulares radicados en Quito a fines del período colonial.
72 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
criollos y peninsulares, utilizado por un regidor criollo en la disputa acerca
de Benito López Conde,201 seguramente no estaba libre de segundas
intenciones interesadas, pero no sólo correspondía a la situación legal, sino
que también, por principio, a la realidad social. Si por parte de los criollos
se intentaba mantener alejado a un peninsular de importantes posiciones
públicas y funciones en la ciudad de Quito, esto señalaba por lo general,
una falta de aceptación a esta persona por parte de la sociedad quiteña, un
problema que de igual forma podía presentarse a personas inmigradas de
otras regiones de América. Esta experiencia tuvo, por ejemplo, el
comerciante Bernardo Cabezas, oriundo de Barbacoas, cuando, en el año
1801, participó en el remate de un asiento en el Cabildo, vinculado al cargo
de fiel ejecutor. Fuera de que, finalmente, su oferta no fue lo
suficientemente alta durante la realización del remate, otro postor, nacido
en Quito, había puesto en consideración, por principio, que Cabezas era un
“forastero”, de quien, por lo tanto “no se conoce de su buen nacimiento y
circunstancias, q.e exigían p.a opción a semejantes empleos”.202
201 AMH/Q, Nº 138, Actas del Concejo, acta de la sesión de 1-I-1808, fs. 145-146.
202 AN/Q, 5ª Notaría (Protocolos), t. 114, exp. 10-I-1801, fs. 69-70v.
203 “El alcalde ordinario de Quito informa con justificación el mal estado en que vive Don Simón Sáenz de
Vergara, casado en Popayán. Duplicado”, AGI, Quito, leg. 276.
204 “Quito, 21 de sep.re de 1794. El Presid.te contesta el recibo de la R.l Orden de 19 de mayo último sobre
la reunión de D.n Simón Saénz de Vergara con su mujer, residente en Popayán”, AGI, Quito, leg. 380.
73 Primera parte
En consecuencia, el presidente vio motivos puramente personales detrás de
las acusaciones contra Sáenz, inexactas según su visión, que se presentaron
por el alcalde Pedro Montúfar, como propulsor de un grupo mayor. Un año
después, Montúfar nuevamente acudió al Consejo de Indias, esta vez
apoyado por su hermano, el segundo marqués de Selva Alegre, Juan Pío
Montúfar. Esta vez, el cargo se refería a una ofensa al prestigio de la familia
Montúfar, por lo cual ambos acusadores exigieron el destierro del
comerciante de la ciudad.205 Una relación entre los dos casos mencionados
es posible, mas no se puede comprobar.
205 AGI, Quito, legs. 217, 220 y 277: acerca de este caso cfr. el acápite B. III. 6.
206 AMH/Q, Nº 135, Actas del Concejo, acta de la sesión de 1-I-1798, fs. 31-35v.
207 Ocho regidores dieron un poder a Joaquín Montúfar para obtener la anulación de la elección, AN/Q,
1ª Notaría (Protocolos), t. 447, exp. 2-I-1798, f. 197-197v.
74 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
iniciativa no tuvo éxito y, al año siguiente, la legitimidad de la elección de
Sáenz fue confirmada por el rey.208
208 Según una nota al margen acerca de la respectiva Real Cédula de 16-III del año en mención, añadi-
da posteriormente al acta de la sesión de 6-XII-1799, AMH/Q, Nº 135, Actas del Concejo, acta de la sesión
de 1-I-1798, f. 34v. Todavía en febrero de 1798 el mismo Villacís había protestado ante el virrey contra la
elección de Sáenz, indicando que “la mejor y más sana parte” del Cabildo le habría elegido como “alcal-
de ordinario más antiguo”. Con la elección de Sáenz, nula según su opinión, él se sentía “ofendido” y dese-
aba del virrey la “satisfacción debida a su distinguida calidad”, AN/Q, 1ª Notaría (Protocolos), t. 447, exp.
5-II-1798, fs. 207v-208. Obviamente Villacís, quien, a diferencia de Sáenz, en este momento no pertenecía
al Cabildo, se consideraba, en vista del largo abolengo de su familia frente al recién llegado Sáenz, como
claramente privilegiado para el ejercicio del cargo.
209 En cambio, términos usuales en otras regiones del imperio colonial, tales como “gente de razón” (p. e. en
la Nueva España) o “gente decente” (tanto en la Nueva España como en Buenos Aires), no se encuentran
en los documentos acerca de la región por mí estudiada; cfr. Brading, Miners and Merchants, pp. 20-21;
Socolow, The Merchants of Buenos Aires, p. XII.
75 Primera parte
SEGUNDA PARTE
SEGUNDA PARTE: LA NOBLEZA COMO
CONCEPTO Y COMO GRUPO SOCIAL
DURANTE EL PERÍODO COLONIAL TARDÍO
EN LA CIUDAD DE QUITO
E
n los diversos documentos del período colonial tardío los
términos “nobleza” y “noble” se utilizan tanto para designar
a personas individuales, como también para las familias
destacadas de la ciudad. En este sentido, en el año 1768, Jacinto Sánchez
de Orellana se preció ante la Corona de haber defendido durante los
disturbios de los barrios quiteños en el año 1765, con sus criados y en
unión con “toda la nobleza” de la ciudad, el palacio de la Audiencia.210
Además, el entonces presidente, Juan de Zelaya, había conformado una
“compañía de nobles voluntarios” para reprimir el levantamiento.211 Una
vez terminados los disturbios, el Cabildo de la ciudad recibió una carta del
virrey en la cual agradeció a los nobles de la ciudad por su actitud leal y su
apoyo en la pacificación de los barrios. En una sesión del Cabildo,
expresamente convocada para este fin, se dio lectura de este escrito en
presencia de los “s.res de la más distinguida nobleza” invitados a ella.212
210 “Relación de los méritos y servicios del licenciado D. Jacinto Sánchez de Orellana (…), 11-IV-1768, AGI,
Indiferente General, leg. 1.339.
211 En 18-III-1781 Francisco Javier de Ascásubi, por ejemplo, señaló la participación de su padre en esta
compañía, en un cuestionario acerca de su persona enviado al Consejo de Indias, “Quito año de 1781,
Nº 3, Informes a favor de D. Juan Ruiz de S.to Domingo y D.n Fran.co Javier de Ascásubi”, AGI, Quito, leg.
314.
212 AMH/Q, Nº 129, Actas del Concejo, acta de la sesión de 16-X-1765, fs. 179-180.
213 “El Cab.do, Just.a y Reg.to de la ciu.d de Quito informa con docum.s sobre el estado de pobreza a
que está reducida la ciu.d y su provincia”, AMH/Q, Nº 54, Informes y Cartas del Cabildo (1678-1772), exp.
18-XII-1780, f. 63 v.
214 “Expediente que ha promovido el procurador gral. Síndico personero de esta ciudad (…)”, AN/Q, 4ª
Notaría (Juicios), exp. 7-IX-1781, f. 14v.
77 Segunda parte
comunes al procurador de la Audiencia- a su vez fue sentado por el notario
urbano correspondiente como “poder [de] la nobleza de Quito”.215
Puesto que los datos existentes de los censos del período colonial tardío no
contienen información acerca de los nobles de la ciudad, para la
cuantificación de la población reconocida en la región como noble se
dispone tan sólo de dos estimaciones coeteáneas para el asiento de Otavalo y
la ciudad de Quito.219 En su descripción de Otavalo del año 1808 Gaspar
de Santisteban calcula la población total del asiento en 15.000 personas,
compuestas, fuera de la gran mayoría de población indígena, por 3.000
blancos, negros (incluyendo 16 esclavos) y “gente mezclada”, entre ellos
también 40 “personas nobles”.220
En un informe del Cabildo quiteño sobre una fiesta de baile con ocasión de
la coronación del Carlos IV en el año 1789, se resume a los miembros
invitados de la prominencia social de la sociedad como sigue:
78 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
“Señor Presidente, Señora Presidente, señores ministros del tribunal
de la Real Audiencia, cabildo eclesiástico y secular, ministerio de
Hacienda, […] los militares y […] toda la nobleza de ambos sexos,
que había combinado y concurrido en número de más de quinientas
personas”.221
221 “Relación de las Fiestas Reales (…)”, AMH/Q, Nº 134, Actas del Concejo, acta de la sesión de 2-III-
1790, f. 155v.
222 En una lista, establecida en el año 1793 por el Cabildo de los donativos al rey de España se hallan
entre los donantes registrados como “vecinos nobles”, entre otros, cuatro funcionarios de la Real
Hacienda que no pertenecían a las familias arraigadas y destacadas de la ciudad: José Aguirre
(administrador principal de la renta de aguardientes), José Guarderas (contador de la administración
de alcabalas), Pedro Cuberos (contador de la administración de aguardientes) y José Rengifo (con-
tador general de la renta de tributos), AMH/Q, Nº 135, Actas del Concejo, acta de la sesión de 25-X-
1793, fs. 63-65.
223 Cfr. también el Cuadro 2 en el acápite A. II.
79 Segunda parte
I - NOBLES Y PLEBEYOS
224 En este sentido también “noble vecindario y el bajo pueblo”, “Expediente que ha promovido el pro-
curador gral (…)”, AN/Q, 4ª Notaría (Juicios), exp. 7-IX-1781, f. 14. En forma parecida alguna vez “nobleza”
y “vulgo”, Carta y relación de méritos del gobernador de Popayán, doctor Francisco Antonio Boniche y
Luna, al Consejo de Indias, 2-VII-1765, AGI, Quito, leg. 220. Cfr. el informe del fiscal de la Audiencia de Quito
al Consejo de Indias sobre disturbios aislados de “el vulgo y plebe” de la ciudad de diciembre de 1763,
AGI, Quito, leg. 224. En casos aislados se utilizó también el término explícitamente estamental del “estado
llano”, cfr. p. e. en la “Relación de causas criminales determinadas y pendientes en el tribunal de la Real
Audiencia de la ciudad de San Francisco de Quito, en los años mil ochocientos cuatro y mil ochocientos
cinco, por lo respectivo a la Escribanía de Cámara, que interinamente despacha el escribano real Ramón
de Maya”, 3-III-1806, AGI, Quito, leg. 219. También el procurador del asiento de Latacunga, Ramón
Jaramillo, utilizaba una terminología estamental en una carta enviada al Consejo de Indias en febrero de
1797 “en nombre del estado eclesiástico y secular del asiento de Latacunga”, AGI, Quito, leg. 403.
225 AN/Q, Gobierno, exp. 25-VI-1793, f. 16v
226 En el caso de Riobamba por parte del procurador del Cabildo en una carta del 18-III-1797 al presiden-
te de la Audiencia; en Latacunga, igualmente en una carta al presidente, por parte de un escribano
público, 14-III-1797, AGI, Quito, leg. 403.
227 Lucena Samoral,“La población”, p. 42.
228 Ponce Leiva, Relaciones histórico-geográficas, t. II, pp. 723-729.
229 En la ciudad novohispana de Puebla el término “plebe” se había establecido como expresión para
la población mixta, heterogénea en lo étnico al igual que en lo económico funcional, que hasta este
entonces se había diferenciado preferentemente según las diversas castas, Thomson, Puebla de los
Ángeles, p. 73 (nota 19).
80 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
estructura social de la ciudad de Quito en el siglo XVIII Minchom adopta
el término contemporáneo de “plebe” como término colectivo para la
totalidad de los “sectores populares urbanos” de la ciudad como
diferenciados de la “elite” blanca. Según ello, la plebe quiteña abarcaba a
artesanos asentados, vagabundos, españoles pobres, las castas (especialmente
los mestizos) y los indígenas urbanos aculturados.230
230 Minchom, Urban Popular Society, pp. 1, 87 et al. Minchom delimita a los plebeyos solamente de la
“élite” o “la clase superior”; como cuya característica común señala el término honorífico “don”, sin con-
siderarlo, sin embargo, como un indicio exacto de un estatus social común, Minchom, op. cit., pp. 214, 305.
231 A este esquema dicotómico no se ajustan, por ejemplo, mercaderes acaudalados y distinguidos, mas
no pertenecientes a la nobleza de la ciudad, tales como los ya mencionados Marcelino Pérez y Miguel
Ponce (cfr. el acápite A. II, nota 120).
232 AN/Q, Gobierno, exp. 25-VI-1793, f. 16v.
233 Carta al Consejo de Indias del 21-XI-1793, AGI, Quito, leg. 234.
234 Ponce Leiva, Relaciones histórico-geográficas, tomo II, pp. 723-729.
81 Segunda parte
población, sino que sirvió casi siempre para una polémica
discriminación global y social.235 Esta utilización difamatoria del
término “plebe” en el sentido de “populacho” tenía una inequívoca
dimensión étnica, que se refería en primer lugar, a la población mixta
urbana compuesta en su gran mayoría de mestizos. Por lo tanto, para los
dos regidores quiteños mencionados la plebe estaba:
235 Cfr. para la ciudad de Lima Flores Galindo, Aristocracia y plebe, p. 155.
236 AGI, Quito, leg. 234. Los regidores vieron confirmada su evaluación en las “turbulencias y subleva-
ciones” del año 1765, “que (…) ha emprendido la plebe que compone los cuatro barrios de Quito”,
AGI, Quito, leg. 234. Sin embargo, el virrey de la Nueva Granada, Pedro Mesía de la Cerda, refutó la opi-
nión de los regidores acerca del comportamiento de la plebe como totalmente exagerado, Carta del
virrey al Consejo de Indias del 24-IX-1765, AGI, Indiferente General, leg. 1.339.
237 “Documento Nº 1.o sobre la sublevación de Riobamba. Año de 1764”, AN/Q, Indígenas, exp. 23-XII-
1764. Acerca de la dicha rebelión cfr. Moreno Yánez, Sublevaciones indígenas, pp. 44-102.
82 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
comportamiento reprochable para con los plebeyos cuando se encargaron de
la represión de la sublevación indígena:
“[…] parece que en este lugar sólo es caballero el q.e a todos tiene
por mestizos y los trata mal. Bien se conoce que no se ha
reflexionado como se debiera el distintivo de este nombre gral. de la
plebe. Plebe pues (según la expresión de dro.) es el común de las
gentes de una república, a excepción de los del senado; siendo esto
así, todo aquel vecino morador de un lugar, q.e no está incluso en el
congreso de los del senado, se debe reputar por plebeyo, o por un
miembro q.e compone la plebe: luego, este nombre de Plebe no
quiere decir (como lo entienden muchos caballeros del lugar)
Mestizos; porq.e aunq.e entre la plebe las haya, éstos son aquellos
q.e se llaman […] deshecho de la plebe”.238
238 “Documento Nº 1 sobre la sublevación de Riobamba (…)”, AN/Q, Indígenas, exp. 23-XII-1764, f. 1v.
239 A la pregunta retórica, presentada en la carta mencionada, de por qué los (auténticos o tan solo ima-
ginarios) nobles difamarían como mestizos aun a personas de reconocido nacimiento español y conduc-
ta honorable, los autores de la carta respondieron con la explicación: “Parece que los más caballeros,
sean o no del número del senado, nos tienen a los de la plebe en tal inferioridad, q.e les parece somos
(…) escorias del lugar, y q.e no merecemos totalmente, no sólo comunicarnos, rosarnos con ellos, sino ni
aun ponernos en su presencia”, “Documento Nº 1 sobre la sublevación de Riobamba (…)”, AN/Q,
Indígenas, exp. 23-XII-1764, f. 2.
83 Segunda parte
observar “la debida distinción, esto es de párrocos, clérigos sencillos,
religiosos, nobleza, mestizos e indios”.240 En primer lugar llama la atención
en esta orden la falta de un grupo designado como “blancos” o “españoles”.
En los cuadros elaborados por los funcionarios distritales, en cambio,
siempre existe la categoría “blancos”, que, sin embargo, se separa de
diversas maneras de las demás categorías registradas. Los grupos
poblacionales registrados en las diversas listas existentes se agrupan (fuera
del clero no tomado en cuenta aquí) como sigue:
La carta del presidente, así como las respuestas de los diversos corregidores
y del teniente de Alausí, permiten llegar a dos importantes conclusiones
acerca de la percepción coetánea de la desigualdad social. Por un lado, se
evidencia nuevamente la falta de claridad en las diversas categorías étnicas,
separadas entre ellas de diferentes maneras; por otro, únicamente la nobleza
aparece como grupo social siempre y claramente destacado.241
240 AGI, Quito, leg. 403. Para el Corregimiento de Quito no hay lista alguna.
241 Un delimitación social comparable de la nobleza del resto de la población se demuestra en la ya
mencionada descripción del asiento de Otavalo del año 1808 (cfr. las páginas anteriores).
242 En España reinaba para la nobleza, respecto a la norma de la limpieza de sangre, una situación com-
parable, puesto que con frecuencia – especialmente en el siglo XVIII – judíos acaudalados que se habían
convertido al cristianismo, así como sus descendientes (conversos), ascendieron a la nobleza e incluso
adquirieron títulos nobiliarios, Carrasco,“Les hidalgos de Cuenca”; Maravall, Poder, honor y élites, pp. 127-129.
84 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
recién llegados, para instruirlos en la nobleza de la casa de cada uno,
pero investigada imparcialmente, se encuentran á los primeros pasos
tales tropiezos que es rara la familia donde falte mezcla de sangre, y
otros obstáculos de no menor consideración”.243
243 Ramos Gómez (ed.), Noticias secretas de América, tomo II, p. 335.
244 Jurado Noboa, Los Larrea, p. 83. Según consta, entre los nobles novohispanos del siglo XVIII habían exis-
tido, a pesar del principio de la limpieza de sangre igualmente observado en público con rigurosidad,
varias personas de sangre mixta (mulatos y especialmente mestizos), cuya descendencia de indígenas
nobles fue resaltada por el Cabildo en el año 1771, equiparandose su rango al de la nobleza española,
lo cual, además, correspondía con el reconocimiento jurídico de la nobleza indígena como hidalguía,
determinada por la Corona. Según Ladd, posiblemente la mitad de los representantes de la nobleza titu-
lada permanentemente radicados en la Nueva España fueron mestizos, Ladd, The Mexican Nobility, p. 39.
En Quito habían existido en la primera generación de conquistadores y encomenderos, diversos enlaces,
casi siempre no legalizados, con mujeres indígenas, las cuales provenían en parte de las capas locales
dirigentes del período precolonial. Por el contrario, en las siguientes generaciones de españoles no se die-
ron matrimonios mixtos con representantes de las principales familias indígenas, ya que al poco tiempo
por orden real, los mestizos, al igual que los hijos ilegítimos, fueron excluidos de la sucesión en las enco-
miendas, Ortiz de la Tabla, Los encomenderos de Quito, pp. 69-75.
245 No dispongo de otras referencias de posibles mestizos entre los nobles quiteños. Sin embargo Jurado
Noboa afirma, por cierto, sin prueba alguna, que la distinguida familia quiteña de los Chiriboga se habría
opuesto al matrimonio, celebrado en 1773, de Francisca Javiera de Chiriboga con el primer marqués de
Villa Orellana, Clemente Sánchez de Orellana, ya que este habría tenido antepasados negros, Jurado
Noboa, Un vasco-aragonés, p. 163. En este contexto también se podría ubicar el insulto a Francisco
Carcelén y Sánchez de Orellana, hijo del cuarto marqués de Villa Rocha, cuando Mariano Andrade en
1790 lo injurió públicamente diciéndole “zambo Sánchez” y “cholo”, AN/Q, 4ª Notaría (Juicios), exp. 6-XI-
1780. Un zambo era de ascendencia negra e indígena. El término “cholo” originalmente señalaba a indí-
genas aculturados, pero en el siglo XVIII fue utilizado cada vez más también para mestizos, Minchom,
Urban Popular Society, p. 287. Sin embargo, posiblemente estas expresiones ofensivas, emitidas en el con-
texto de una pelea pública de gallos y por las cuales Andrade fue sentenciado por la Audiencia al pago
de una multa, no eran más que invectivas polémicas, siendo especialmente apropiados los términos étni-
cos cargados de un estigma social.
85 Segunda parte
I I I - LA DIMENSIÓN JURÍDICA DEL ESTAMENTO NOBLE
246 Este se debió básicamente al hecho de que las leyes y derechos consuetudinarios referentes a la
nobleza castellana, por principio, eran vigentes también en América, mientras no existeran leyes divergen-
tes. Puesto que desde los inicios la Corona intentó impedir la formación de un poderoso estamento noble
jurídicamente afianzado, y que solamente dotó con una hidalguía, un hábito o un título de Castilla a uno
que otro súbdito distinguido, especialmente como compensación por méritos individuales o en caso de
apuros financieros propios, no se puede registrar, fuera de algunas excepciones que constituían reaccio-
nes a ocasiones concretas, una política nobiliaria sistemática y jurídicamente fijada para las colonias. Cfr.
acerca de esta actitud, en suma reservada y contradictoria, de la Corona frente a la nobleza hispanoa-
mericana, también el dictamen negativo del fiscal del Consejo de Indias en el año 1784, respecto a la soli-
citud de un vecino cubano de dotarle de una hidalguía, quien señaló que “no se ha permitido en la
América la mitad de oficios, y han sido tan escasas y casi desconocidas las mercedes de hidalguía y
noblezas (…), porque no hacen falta para el goce de empleos de república y enlaces con otras familias,
pues para uno y otro es suficiente la decencia del porte, el común concepto de las gentes, el no estar
mezclados con personas manchadas y el emplearse en ejercicios decentes, según el universal estilo del
país”, 24-XII-1784, Colección de documentos, tomo 3/2, p. 551.
247 Las siguientes explicaciones de los privilegios y deberes vigentes para los nobles quiteños se concentran
esencialmente en los casos comprobables con pruebas documentales. Cfr. además la lista elaborada por
Lira Montt para la nobleza de Chile colonial referente a las situaciones en las cuales el estatus nobiliario era
necesario o favorable para salvaguardar los privilegios y otras ventajas, Lira Montt,“La prueba de hidalguía”.
248 Cfr. el Anexo II.
249 AN/Q, 1ª Notaría (Protocolos), t. 398, exp. 15-I-1771, fs. 289-290; 1ª Notaría, t. 403, exp. 27-III-1774, fs. 632v-633.
86 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
además el coronel Manuel Guerrero y Ponce de León, el mariscal de campo
Clemente Sánchez de Orellana, primer marqués de Villa Orellana, y su
hijo, el teniente coronel Joaquín Sánchez de Orellana.250
Dejando aparte el acceso a los hábitos de las órdenes militares, los títulos
nobiliarios y los cargos militares, asequibles para todos los nobles sujetos a
la Corona española, en el período colonial tardío los nobles americanos se
beneficiaban especialmente de los pasos iniciados por los reyes borbónicos
hacia una institucionalización propia de la nobleza colonial. Formaba parte
de estos, en la segunda mitad del siglo XVIII, el establecimiento en España
de la Compañía de Reales Guardias y de Corps de Caballeros Americanos y
el Real Colegio de Nobles Americanos abierto en Granada en 1792255, en
los cuales no estaban presenten nobles quiteños.
250 Las fuentes en orden de las personas citadas: AGI, Quito, leg. 224; AN/Q, 5ª Notaría (Protocolos), t. 122,
exp. 7-III-1792, fs. 377v-379v; AHBC/Q, Documentos Oficiales, Nº 228; AN/Q, 1ª Notaría (Protocolos), t. 397,
exp. 8-VI-1769, fs. 307v-308v; 1ª Notaría (Protocolos), t. 445, exp. 22-VII-1799, fs. 712v-713.
251 Los afanes de crear cuerpos de oficiales profesionales se iniciaron ya desde el temprano siglo XVIII con
la fundación de las primeras escuelas de cadetes, cfr. Salas López, Ordenanzas militares, pp. 102-106;
Aragón Mateos, La nobleza extremeña, p. 450.
252 AN/Q, 1ª Notaría (Protocolos), t. 403, exp. 27-V-1774, fs. 667v-668v.
253 Real Compañía de Guardias Marinas y Colegio Naval, tomo 5, p. 169. Acerca de la importancia social
de estas institución, las condiciones de admisión así como los privilegios de los cadetes cfr. Mühlmann, Die
Reorganisation, pp. 267-269, 280-287.
254 AGI, Quito, leg. 225; “Certificación del cotejo de firmas de varios testimonios presentados por el tenien-
te coronel D.n Joaquin de Larrea y Montúfar [sic], natural de Quito y segundo teniente de R.s Guard.s
Españolas, para pruebas de la orden de Carlos 3º”, “Índice de expedientes de lo negociado de Quito
desde el año 1760 hasta el de 18 (…), 1815, Nº 7, AGI, Quito, leg. 277; AN/Q, 1ª Notaría (Protocolos), t. 477,
exp. 5-IX-1820, f. 185-185v.
255 “Estatutos del real Colegio de Nobles Americanos en la ciudad de Granada”, 15-I-1792, Colección de
documentos, tomo 3/2, pp. 697-705; “Instrucción sobre la forma en que han de hacerse las pruebas de lim-
pieza de sangre y nobleza de los que pretenden entrar en el Colegio de Nobles Americanos de la ciudad de
Granada”, 17-I-1792, op.cit., pp. 705-706; cfr. Lira Montt, “Pruebas de nobleza”. Acerca de la Compañía de
Reales Guardias y de Corps Lira Montt,“La prueba de hidalguía”, p. 74.
87 Segunda parte
Americana de Isabel la Católica, reservada exclusivamente a los nobles
americanos y a la cual también fueron admitidos dos nobles quiteños.256
88 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
comprobado ante la Audiencia, en el año 1715, su estatus nobiliario, esta le
concedió el derecho a un asiento en los Reales Estrados así como a “los
demás fueros, privilegios, preeminencias y exenciones, correspondiendo a su
calidad y nobleza”.260
260 “Relación de los méritos y servicios del Maestre de Campo Don Pedro Javier Sánchez de Orellana,
Marqués de Solanda (…)”, 10-VII-1739, Quito, leg. 224; cfr. Herzog,“La empresa administrativa”, p. 5.
261 Cfr. la “Información de nobleza del coronel don Ignacio Flores, presidente de la Real Audiencia de
Charcas”, 6-X-1746, AHBC/Q, Documentos Misceláneos, Nº 14/19, f. 150-150v.
262 Silvestre Sánchez Flores había nacido en el año 1653, cfr. la “Información de nobleza del coronel don
Ignacio Flores (…), 6—X.1746, AHBC/Q, Documentos Misceláneos, Nº 14/19, fs. 148v-149. La declaración de
la limpieza de sangre confirmada por testigos provenía de la segunda mitad del siglo XVII y había sido
presentada por Sánchez a la Casa de Contratación, encargada del control del tráfico de personas y mer-
cancías entre la metrópoli y las colonias, para obtener el pasaporte indispensable para la partida hacia
América. En este documento los nombres de Silvestre y de sus antepasados no llevan el término honorífi-
co de “don”, lo cual hace parecer al menos dudoso el estatus de la hidalguía comprobada reclamado
por Antonio Flores, tanto más cuanto entonces este estatus ya hubiera sido mencionado por su padre o
en los testimonios de los testigos por él presentados, cfr. doc. cit., fs. 137-146.
263 Registrado en la Audiencia el 3-X-1746; doc. cit., f. 150v; finalmente, a fines del siglo XVIII el capitán de
milicias José Miño recibió otra licencia para entrar en los Reales Estrados basada en su estatus nobiliario,
cfr. las copias de dos escritos de la Audiencia al rey del 21-XII-1794 y 15-VII-1796, AGI, Quito, leg. 219. Para
otras licencias cfr. AN/Q, Civiles, ca. 40, exp. 16-X-1797; AN/Q, Fondo Especial. Presidencia de Quito, c. 18,
t. 49, exp. 2.084, fs. 182v-183v; AN/Q, Fondo Especial. Presidencia de Quito, c. 20, t. 56, exp. 2.352, fs. 44-48v.
89 Segunda parte
de corte”, por parte de la institución. Entre otros, en el año 1781,
reclamaron este derecho para sí Ventura Ante y, en 1791, la cuarta
marquesa de Solanda, María Nicolasa Guerrero y Nájera.264 Sin embargo,
este privilegio no estaba reservado exclusivamente a la nobleza, sino que
por principio concernía a aquellos grupos de la población sujetos a un
especial amparo social o al patrocinio del rey. Entre ellos estaban personas
necesitadas como, por ejemplo, pobres, viudas y huérfanos así como,
fundamentalmente y sin necesidad de solicitar una licencia, la población
indígena. Las viudas, nobles y de otras categorías, tenían además que
comprobar la calidad personal. Por esta razón los testigos presentados por
Ventura Ante no solamente confirmaron su estatus como viuda noble, sino
también la decencia de su persona.265 En Quito el privilegio del “caso de
corte” perdió aún más su importancia, porque la Audiencia aceptaba o
atraía gran cantidad de casos en la primera instancia, al menos cuando se
trataba de asuntos importantes, como en el caso de pleitos de herencia de
familias acaudaladas y distinguidas.266
264 “La Marquesa de Solanda, viuda del Marqués de este título, solicita q.e por el notorio caso de corte
que goza, el alc.e ord.o remita a este tribunal la denuncia puesta por el albacea dativo (…), AN/Q,
Testamentarías, exp. 21-VI-1791; “Expediente de D.a Ventura Ante y Donoso, viuda de Don Bartolomé
Freire, sobre caso de corte”, AN/Q, Testamentarías, exp. 11-I-1781. Para enfatizar su estatus social presentó
a tres testigos destacados, a saber, el mayorazgo Francisco de Villacís y Recalde, Francisco María de
Larrea Zurbano y Francisco Calderón y Piedra, quienes confirmaron, que Ventura pertenecía a las “fami-
lias más distinguidas en nobleza de esta ciudad”; otras solicitudes para la concesión del “caso de corte”
se encuentran en AN/Q, Civiles; AN/Q, Fondo Especial. Presidencia de Quito.
265 “Expediente de D.a Ventura Ante (…)”, doc. cit.
266 Por principio, los pleitos por herencias entre los títulos de Castilla quiteños y su círculo familiar más cer-
cano se trataban directamente ante la Audiencia, sin que previamente se haya formulado una solicitud
de concesión de caso de corte, AN/Q, Testamentarías.
267 Lira Montt,“Prueba de hidalguía”, p. 72.
268 Según ello los acusados de los grupos mencionados no debían ser encarcelados “en la cárcel públi-
ca sino en las casas del ayuntamiento o en otra parte decente,“R[eal] C[édula] que los regidores no pue-
dan ser presos por deudas”, 12-IV-1628, Colección de documentos, tomo 2/1, p. 318.
90 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
para saldarlas y tampoco podían hallar a fiadores. Sin embargo, en el
año 1762 también el primer marqués de Villa Orellana -endeudado con
la Real Hacienda por la enorme suma de 60.000 pesos- se vio expuesto
a una acción consecuente de la Audiencia en el cobro de la suma
adeudada.269 Finalmente el marqués fue encarcelado y sus bienes fueron
confiscados. No se llegó a la enajenación de los bienes únicamente
porque no se halló comprador. El marqués fue liberado de la prisión
cuando se comprometió a saldar sus deudas en cuotas anuales de 10.000
pesos y cuando presentó las respectivas fianzas, luego de lo cual también
le fue devuelto el derecho de disponer de sus bienes.
269 Cfr. la carta del presidente de la Audiencia al rey del 20-IX-1769 y otros documentos de este con-
texto, AGI, Quito, leg. 293; para este tema “Cistue, José, su informe de Quito al Virrey sobre la prisión del
Marqués de Villa Orellana y subasta de sus bienes”, ANC/B, Nº 33, Impuestos Varios. Cartas, t. XXI/21, fs.
93-107. El trasfondo para la dura acción contra el marqués fue probablemente una orden emitida
poco antes por el virrey de cobrar, en el menor tiempo posible, a los deudores de las Reales Cajas un
total de 100.000 pesos para los gastos de la defensa de la costa atlántica neogranadina contra los
ingleses, doc. cit.
270 Consultas del Consejo de Indias del 23-XII-1762, del 19-I-1763 y del 17-X-1768, AGI, Quito, leg. 217; carta
del fraile Julián de Arriaga al virrey de Nueva Granada del 31-I-1764, AGI, Quito, leg. 376; carta de Juan
Fernando de Villavicencio al Consejo de Indias, sin fecha, doc. cit.
271 Cfr. el parecer del rey acerca de la consulta del Consejo de Indias del 3-XI-1780, AGI, Quito, leg. 217.
Las fuentes existentes no ofrecen explicación alguna en cuanto al resultado del caso. Sin embargo,
hacia fines del siglo XVIII Villavicencio fue liberado de la prisión y obviamente ya no fue perseguido por
este asunto.
91 Segunda parte
3- Disposiciones privadas, jurídicamente obligatorias para la
observación del estatus nobiliario
272 Francisco de Villacís enfatizó en su testamento del 21-XI-1679, que confirmó la fundación de un mayoraz-
go ya determinada por escrito, su voluntad de que fuera excluido del mayorazgo cualquier persona que se
casara con una mujer que “no fuere cristiana vieja, noble hija de algo”,“Autos sobre la recepción del mayo-
razgo, que mandó fundar el comiss.o D.n Fran.co Villacís, de el orden de Santiago, sob.e sus bienes del año
de 1679”, AN/Q, Vínculos y Mayorazgos, exp. 9-V-1680, f. 14v.
273 Jurado Noboa, Los Larrea, p. 67.
274 Consulta del Consejo de Indias del 4-V-1819, AGI, Quito, leg. 219.
275 “Pruebas producidas p.r parte de D.n Ramón Borja y Villacís en causa que sigue con el D.r D.n Mariano
Miño sob.e la propiedad y pertenencia del mayorazgo de la hac.da de Cochasquí”, AN/Q, Vínculos y
Mayorazgos, exp. 22-XI-1819. En el año 1815, poco después de conocerse la oposición al matrimonio, Miño,
con apoyo del entonces presidente de la Audiencia, José Toribio Montes, había solicitado una licencia
matrimonial al Consejo de Indias, con la cual se debía documentar al mismo tiempo su estatus nobiliario.
El Consejo de Indias, sin embargo, negó su intervención en el asunto, puesto que, a diferencia de la soli-
citud de Miño, para él no se trataba de mantener un “rescripto declaratorio de su nobleza y de hallarse
como noble en aptitud de verificar su matrimonio, como en este caso reclamaba el ejercicio de una
regalía propia y privativa de S. M.”. El verdadero objeto sería más bien, “que se declare con el requisito
que exige la fundación en los que hayan de casar con las poseedoras del mayorazgo”, lo cual podría ser
decidido por un “tribunal ordinario”, AGI, Quito, leg. 219; cfr. AGI, Quito, leg. 263.
276 AN/Q, 1ª Notaría (Protocolos), t. 478, exp. 30-III-1821, fs. 41-42.
92 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
4- Deberes impuestos a los nobles
Cuando a fines del siglo XVIII e inicios del XIX la Corona española
emitió pautas detalladas acerca de las condiciones sociales y las
restricciones para los enlaces matrimoniales de sus súbditos, para las
familias nobles se dispusieron algunos reglamentos especiales acordes a su
elevado estatus social. Una ley del año 1776, válida tanto en España como en
América, imponía a la nobleza titulada el deber de buscar una licencia real
antes de un enlace matrimonial.277 Sin embargo, en el año 1805 Carlos IV
determinó en una Real Cédula, válida específicamente para la América
española, que “personas de conocida nobleza o notoria limpieza de sangre”
podrían contraer matrimonio con negros, mulatos y otras castas de
ascendencia negra solamente con una licencia real.278
Acudir a una de las dos Chancillerías españolas era para los súbditos
españoles al igual que para los americanos el medio más extremo y decisivo
para verificar el estatus nobiliario puesto en duda, fuera de una
intervención directa del rey. Al final de una exitosa verificación judicial,
basada en los documentos y declaraciones de testigos entregados por el
candidato y los adicionales solicitados por el tribunal, se hallaba la emisión
de una carta ejecutoria de hidalguía que confirmaba el estatus nobiliario de
manera jurídica obligatoria. En el año 1639 el ya mencionado Antonio
93 Segunda parte
Palomino Flores, nacido en España y abuelo del primer marqués de Lises,
Ramón Joaquín Maldonado, había obtenido semejante carta ejecutoria de la
Audiencia de Granada, después de que su estatus nobiliario había sido
puesto en duda.280 En ella se le confirmó al general, quien en años
posteriores emigró vía Lima a la jurisdicción de la Audiencia de Quito, que
280 Por lo tanto la carta ejecutoria había sido “litigada en contradictorio juicio”, “Relación de los méritos y
circunstancias de Don Ramón Maldonado y Sotomayor (…), sin fecha [entre 1735 y 1745],AGI, Quito, leg. 125.
281 AGI, Quito, leg. 125. El término “cuatro costados” se refiere a las dos parejas de abuelos. Antes de la gue-
rra de sucesión de Castilla, en el siglo XIV los infanzones formaban en Asturias y León la baja nobleza, ubica-
da bajo la alta nobleza de los Ricos Hombres, cfr. Gerbet, La noblesse dans le royaume de Castille, p. 105.
282 “Relaciones de méritos y servicios del maestre de campo Don Pedro Javier Sánchez de Orellana,
Marqués de Solanda (…)”, 10-VII-1739, AGI, Quito, leg. 224.
283 Cfr. Herzog,“La empresa administrativa”, p. 5.
284 AMH/Q, Nº 134, Actas del Concejo, acta de la sesión de 20-IV-1790, fs. 166v-167.
285 En este momento Angulo ya era un miembro reconocido del Cabildo. En los años de 1784 y 1785 había
sido alcalde ordinario de segundo voto, en 1786 alcalde de la Santa Hermandad. Como regidor está pre-
sente en el Cabildo desde 1787, cfr. AMH/Q, Actas del Concejo.
94 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
En vista de que en la América española faltaban los privilegios nobiliarios
de la exención de los pechos o el derecho a la mitad de oficios, por
principio, para los recién llegados no existía la necesidad de comprobar su
propio estatus social ante el Cabildo respectivo. Debido al enorme gasto
en tiempo y costos para el esfuerzo de la investigación judicial necesaria,
sólo en casos extremos la solicitud de ejecutorias en una de las dos Reales
Chancillerías españolas de Granada o Valladolid, constituía un medio
apropiado para aclarar el estatus social de una persona.286 En general el
reconocimiento del estatus nobiliario se efectuaba a nivel local o regional.
En la práctica, casi siempre era suficiente que la Audiencia juzgara el
estatus nobiliario reclamado en un caso concreto, por ejemplo con ocasión
de la decisión acerca del acceso a los Reales Estrados, aun si semejante
sentencia no equivalía a la regular prueba de hidalguía generalmente
válida, que pudiera exigir validez también en otras unidades
administrativas en América o en España.287
286 En el año 1777 se tenía presente una solicitud de Carlos Antonio del Mazo, mercader que había migra-
do de Burgos en España a Quito, quien pedía la emisión de una “c[arta] auxiliatoria de manutención de
hidalguía”, que debería asegurar la observación de su estatus nobiliario en su nueva patria, “Índice de
expedientes del negociado de Quito desde el año 1760 hasta el de 1800 (…), AGI, Quito, leg. 277. Mazo
era oriundo de Escovedo (Montañas de Burgos) y se había casado en 1777 con la quiteña Ignacia de
Aizpuru y Sierra, Moreno Egas, “Resumen del segundo libro de matrimonios”, p. 245. En el año 1788 había
ingresado al Cabildo como regidor, AMH/Q, Nº 134, Actas del Concejo, acta de la sesión del 1-I-1789, fs.
83-89. A su muerte en el año 1795 Mazo era capitán de las milicias urbanas y alférez real del Cabildo, cfr.
su testamento redactado en virtud de poder del 25-I-1796, AN/Q, 1ª Notaría (Protocolos), t. 436, exp. 25-I-
1796, fs. 86-96.
287 Lohmann Villena, Los americanos en las órdenes nobiliarias, tomo 1, pp. XVII-XVIII; Lira Montt,“La prue-
ba de hidalguía”, pp. 85-100. En el período colonial tardío también la Audiencia de Bogotá certificó varias
veces, por solicitud, la limpieza de sangre o también “lo que los granadinos llaman nobleza”, Jaramillo
Uribe,“Mestizaje”, pp. 29-30.
288 31-X-1816, AGI, Quito, leg. 219.
95 Segunda parte
José había presentado diversos testimonios escritos de “sacerdotes
seculares y regulares, y caballeros de primera distinción de esta
república”.289 Según ellos los antepasados de Miño eran
96 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
Por demanda, la Audiencia y el Cabildo también emitían certificados acerca
del estatus nobiliario y otras calidades de diversas personas, que se
presentaban al Consejo de Indias en las candidaturas a un cargo y otros
favores reales. De esta forma, en el año 1752 la Audiencia quiteña certificó
a José de Jijón y León su pertenencia a “la más distinguida nobleza” de la
ciudad295, y también el Cabildo realzó en un escrito solicitado por José el
“noble nacimiento” de este.296
295 “La R.l Aud.a de la ciu.d de Quito informa a V. M. sobre los méritos [y] servicios de D.n José de Jijón y
León, tesorero actual de estas R.s Cajas”, 7-VIII-1752, AGI, Quito, leg. 124.
296 “El cab.do, just.a y regim.to de la ciu.d de Quito informa a V. M. sobre la buena conducta y mérito de D.n
Manuel de Jijón, tesorero actual de estas R.s Cajas”, 7-VIII-1752, AGI, Caja, leg. 124. Dos escritos del Cabildo y
del Cabildo eclesiástico de Quito del año 1723 declararon también a Antonio Pérez de Ubillús y Espinosa como
“sujeto de la primera nobleza”, AGI, Quito, leg. 194.
297 Cfr. para ello la información de Jaramillo Uribe acerca de las costumbres obviamente comparables
en la Audiencia de Santa Fe de Bogotá, Jaramillo Uribe,“Mestizaje”, pp. 29-30.
97 Segunda parte
establecidas.298 Con esto coincide la argumentación de un noble de la villa
de Riobamba, Manuel de Angulo y Velasco, cuya solicitud de ser recibido
en los Reales Estrados fue admitida. Angulo enfatizó su estatus nobiliario
con las siguientes palabras:
298 No se debe olvidar en este contexto, que también en España el estatus nobiliario públicamente reco-
nocido, la hidalguía notoria, o la hidalguía de solar conocido, unida a un lugar familiar conocido, signifi-
caban un prestigio social mucho más alto que lo que podían aportar un privilegio de hidalguía o menos
todavía las ejecutorias de hidalguía ganadas ante un tribunal. Además, primeros estudios acerca de los
hidalgos españoles del siglo XVIII demuestran que la naturaleza informal del estatus nobiliario, constatada
para la ciudad de Quito y la región de la Sierra norte y central, correspondía a una tendencia similar en
España. Windler, por ejemplo, manifiesta que también en la Andalucía de fines del siglo XVIII e inicios del
XIX la hidalguía era un “concepto dinámico”, a pesar de la existencia de las listas tributarias que registra-
ban el estatus social de la población, puesto que “sie bezeichneten nicht bloss [sic] eine rechtliche
Qualität, sondern beruhten primär auf der Anerkennung seitens der Gemeinschaft” [no simplemente
designaban una calidad jurídica, sino que se fundamentaban, en primer lugar, en el reconocimiento por
parte de la comunidad], Windler, Élites locales, p. 85; cfr. para los siglos XVI y XVII en general Domínguez
Ortiz, Las clases privilegiadas, pp. 34-35. Por lo demás todavía hacia fines del siglo XVIII el ascenso al esta-
mento noble se consideraba, en España, como la culminación y el afianzamiento del ascenso social,
puesto que “wer reich und mächtig war, suchte die ständische Anerkennung als Hidalgo” [el que era rico
y poderoso buscaba el reconocimiento estamental como hidalgo], Windler, op. cit., p. 82; cfr. Aragón
Mateos, La nobleza extremeña, pp. 40-41; Domínguez Ortiz,“Don Leandro Fernández de Moratín”, p. 201.
299 AN/Q, Fondo Especial. Presidencia de Quito, c. 20, t. 56, exp. 2.352, f. 44-44v.; anteriormente el Cabildo
quiteño ya había reconocido a Angulo la “cuasi posesión” de su estatus nobiliario, lo cual éste invocó
expresamente en su petición a la Audiencia, fuera de señalar su descendencia de “hidalgos de nobleza
conocida”, doc. cit., f. 44v.
300 Los rasgos discutidos en este capítulo (IV) y que, a los ojos de los coetáneos, caracterizaban a la noble-
za de la ciudad de Quito (y de la región norte y central de la Sierra), se fundamentan de manera especial,
en los documentos presentados al Consejo de Indias por un candidato para la obtención de un cargo u
otro favor real, documentos que se resumían por parte de la secretaría del Consejo de Indias en una “rela-
ción de méritos” de la persona y que, en la actualidad, se hallan en el AGI. En total se analizaron 54 relacio-
nes, provenientes en su gran mayoría del período colonial tardío, pero que, en algunos casos, remontan
hasta fines del siglo XVII. El material documental analizado se halla en las siguientes secciones de documen-
tos: AGI, Quito, legs. 124, 125, 194, 195 A, 195 B, 224, 225, 227, 231, 293, 374, 376, 377, 543, 579; AGI, Indiferente
General, leg. 1.339; además AHM/M, Consejos, leg. 4.753. La mayoría de las relaciones de méritos encontra-
das para la Audiencia de Quito se relacionan con las familias de la nobleza titulada quiteña.
98 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
1- La nobleza como estatus social heredado
301 La comprensión de la hidalguía de sangre española en la época moderna temprana estaba basa-
da en la definición de las Siete Partidas (1656-1665) del rey Alfonso X, según la cual la hidalguía de una
persona se fundamentaba en el estatus nobiliario comprobable de sus padres y abuelos, lo cual en caso
de necesidad se revisaba mediante una prueba de hidalguía. Por lo tanto, tres generaciones de hidalgos
formaban la base para un linaje.
302 Ramos Gómez (ed.), Las “Noticias secretas de América”, tomo 2, pp. 335.
303 AGI, Quito, leg. 376.
304 Esta última información se había tomado de un escrito del obispo y del presidente de la Audiencia de
Quito del 26-V-1758, AGI, leg. 231.
305 AGI, leg. 377.
99 Segunda parte
parte, mucho más amplia de la relación estaba dedicada más bien a la
descripción del rango social y de los méritos de la familia y los antepasados
de su mujer Juana Maldonado y Guerrero, afincados desde hace mucho
tiempo en la región.
306 En la relación del hijo de Manuel, Nicolás de la Peña, ya falta toda referencia a los antepasados espa-
ñoles; a su vez, de los padres de Nicolás se enfatizaba únicamente su actual estatus social en el lugar
como “personas de distinción y nobleza”, AGI, Indiferente General, leg. 1.339.
307 AGI, Quito, leg. 231.
308 Acerca de la genealogía de los Borja (especialmente en América) cfr. Gangotena, Genealogía de la
Casa de Borja.
100 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
descendencia directa de los duques de Gandía, por lo cual “residen en el
suplicante el mérito contraído por todos los ascendientes de su antigua e
ilustre casa”.309
309 Escrito interno del Consejo de Indias del 31-VII-1800, AGI, Quito, leg. 227.
310 En cambio para el prestigio social de la nobleza novohispana del período colonial tardío la ascenden-
cia española era obviamente más importante, Langue, Mines, terres et société, pp. 171-175.
311 A antepasados beneméritos y distinguidos en la península ibérica, en Flandes o en Italia se referían, por
ejemplo, las relaciones de méritos de miembros de las familias quiteñas de los Jijón, Matheu y Montúfar.
312 AGI, Quito, leg. 225 y 231. En el año 1794 también Juan José de Boniche, el tutor de uno de los hijos
de la difunta marquesa de Maenza, señaló la falta de medios de Francisco de Borja, a quien además
reprochó de que “ocupa el tiempo en exagerar su nobleza, [y] no tiene por otra parte instrucción algu-
na en ninguna materia”, AN/Q, Testamentarías, exp. 5-VII-1794, f. 20. En estos momentos Borja estaba
encargado del albaceazgo y de la administración de la herencia de la marquesa.
313 Más informaciones sobre esta familia en el acápite C. I. 4.
314 Cfr. para este aspecto la Introducción.
102 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
conquistadores y los primeros pobladores, no se habían considerado a sí
mismos colectivamente como nobles.314 La concepción de que los
conquistadores y primeros pobladores debían ser considerados como
fundadores de linajes nobles genuinamente americanos se halla formulada,
sin embargo, tardíamente a partir fines del siglo XVII, en las relaciones de
méritos de habitantes de la ciudad de Quito y de la región norte y central
de la Sierra.315
315 Según Ortiz de la Tabla la referencia a ser “descendientes de primeros conquistadores, pobladores
y encomenderos” formaba parte integrante de las “informaciones y probanzas” de los siglos XVII y XVIII,
Ortiz de la Tabla, Los encomenderos de Quito, p. 46. Sin embargo, en las relaciones de méritos del siglo
XVIII revisadas por mí no se habla ni una sola vez de los encomenderos.
316 AGI, Quito, leg. 124.
317 “El Cabildo, Jus.a y Regim.to de Quito informa a V. M. los méritos del D.r D.n Sebas.n Pérez de Ubillús,
racionero más antiguo de esta S.ta Ig.a Catedral”, AMH/Q, Nº 53, Informes y Cartas del Cabildo (1768-
1772), f. 47-47v.
318 Carta del 8-II-1764, AGI, Quito, leg. 224.
319 Carta de 13-III-1781, AGI, Quito, leg. 314.
320 Ortiz de la Tabla, Los encomenderos de Quito, p. 157. Puesto que la Audiencia de Quito no reconoció
la brillante descendencia americana postulada por Miño, éste frente al rey añadió una no menos rim-
bombante, mas no documentada descendencia de la nobleza española, señalando a sus antepasados
como “procedentes de las casas más ilustres de España y del Rey D.n Ramiro primero de Aragón”, Carta
de Miño al Consejo de Indias de 22-XI-1816, AGI, Quito, leg. 219. El padre de Mariano, José, era el hijo ilegí-
timo de Francisco Suárez de Figueroa y de Rosa Miño, esto al menos se desprende de una carta de legi-
timación existente en la Audiencia de Quito, emitida por el rey Carlos III el 25-VI-1785 a favor de “José Miño
y Fuenmayor” y para la cual José había pagado 4.000 reales. Según esta Real Cédula José era descen-
diente de “conquistadores y pobladores de mis Reinos de Indias”; en cambio el rey en la carta no admi-
tió a antepasados españoles, AN/Q, Vínculos y Mayorazgos, exp. 25-XI-1819. Según un listado de los oficia-
les del regimiento de milicias quiteño de 31-VIII-1799 el mercader José Miño era un hijo expósito, AN/Q,
Milicias, exp. 20-X-1770, f. 37v.
321 Cfr. la relación de méritos del hijo de Antonio, Pedro Javier Sánchez de Orellana, AGI, Quito, leg. 224.
322 AGI, Quito, leg. 224.
104 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
En el año 1738 el presidente de la Audiencia, el Cabildo y el Cabildo
eclesiástico certificaron también a José Félix Sánchez de Orellana “su
mucha calidad y nobleza”, que le correspondía como descendiente de los
primeros conquistadores y pobladores de la provincia de Mainas. En
realidad, José Félix era solamente un sobrino del mentado gobernador de
Mainas.323 En el período colonial tardío, el hermano de José Félix, el primer
marqués de Villa Orellana, Clemente Sánchez de Orellana, reclamó ante el
Consejo de Indias, una descendencia directa de Antonio Sánchez de
Orellana, lo cual era notoriamente falso. Pese a esto, tuvo el aval de las
mismas autoridades, así como sus hijos, Jacinto y Joaquín.324
En las décadas de 1730 y 1740, los dos oficiales de la Marina española Juan
y Ulloa observaron que en Hispanoamérica meridional los cargos de los
cabildos, en primer lugar las alcaldías ordinarias, se consideraban como
“empleos propios distintivos de la nobleza”.325 A pesar de que los cargos
municipales estarían abiertos a todos los criollos y peninsulares de
nacimiento, todo inmigrante español inmediatamente intentaría ser
recibido en el Cabildo y ser, en lo posible, elegido alcalde, “como que con
esto queda hecha pública la calidad y ensalzada la nobleza”.326 La
caracterización de dos personas, que en el año 1792 participaron como
interesados en el remate de una regiduría, por parte de la junta de remate
conformada por funcionarios de la Audiencia, habla a favor de que también
en Quito la toma de posesión de un cargo municipal se consideraba, al
menos en tendencia, como una expresión de la aceptación social por parte
327 AN/Q, 6ª Notaría (Protocolos), t. 99, exp. 9-VII-1792, fs. 228v-229v. La posibilidad de la compra de cargos
y la alternativa entre criollos y peninsulares, exigida por la ley para la ocupación de las alcaldías ordina-
rias, en principio tuvo como efecto que las principales familias nobles de la ciudad no lograran monopo-
lizar para sí las regidurías y los cargos municipales o de controlar al menos su ocupación.
328 “Consulta de la Cámara de las Indias sobre la instancia de un vecino de Cuba, solicitando se le con-
cedan los fueros de noble hidalguía”, 16-II-1785, Colección de documentos, tomo 3/2, pp. 551-552.
Además el fiscal reflexionó que un reconocimiento demasiado liberal del estatus nobiliario de los súbditos
americanos llevaría inevitablemente a tensiones sociales, si los nobles americanos reclamaran en la
metrópoli el rango social y los privilegios de la nobleza allí asentada, op. cit.
329 Cfr. Lira Montt, “La prueba de hidalguía”, pp. 71-72, 75-77. La provisión de los cargos eclesiásticos se
orientaba más por la formación y la anterior carrera del candidato, lo que se desprende de las relacio-
nes de méritos de los clérigos quiteños, especialmente detalladas en lo que se refiere a estos criterios.
106 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
Acerca de Dionisio Larrea Zurbano se dice, por ejemplo, que había servido
al rey en el ejercicio de cargos políticos y militares, que en la Audiencia de
Quito usualmente se otorgaban a personas nobles.330 Igualmente los
antepasados de Miguel de Jijón y León pertenecían a “familias por ambas
líneas de la primera nobleza y calidad de aquellos y estos Reinos, habiendo
en todos tiempos ocupado empleos correspondientes a su sangre”.331
330 Relación de méritos del hijo de Dionisio, Francisco Javier, AGI, Quito, leg. 124.
331 Relación de méritos (…), AGI, Quito, leg. 124. Cfr. las relaciones de Pedro Quiñones y Cienfuegos (AGI,
Quito, leg. 376), Pedro Buendía y Dávila (AGI, Quito, leg. 231), doctor Antonio Pérez de Ubillús y Espinosa
(AGI, Quito, leg. 194) y doctor Antonio de Villacís y Ponce de León (AGI, Quito, leg. 195 B).
332 Para el pensamiento contemporáneo acerca del origen, la naturaleza y los atributos de la nobleza en
la España del período moderno temprano cfr. Domínguez Ortiz, Las clases privilegiadas, pp. 185-197. Para
el siglo XVIII especialmente Domínguez Ortiz, Sociedad y estado, pp. 354-358; Aragón Mateos, La nobleza
extremeña, pp. 31-65.
333 La imagen de la nobleza de virtud, en cambio, estaba presente en los representantes de la plebe de
Riobamba, quienes, no obstante su crítica de algunos nobles, resaltaron en la mencionada carta al pre-
sidente de la Audiencia “q.e hay varios tan verdaderam.te caballeros que desde el semblante de su ros-
tro están dando a conocer la nobleza de su corazón, siendo afables en el trato, humanos en el agrado,
políticos en lo urbano y, al fin, nobles en todas sus acciones”, “Documento Nº 1 sobre la sublevación de
Riobamba. Año de 1764”, AN/Q, Indígenas, exp. 23-XII-1764, f. 2.
334 Como méritos se consideraban, fuera del ejercicio de cargos públicos, otros servicios al rey institucio-
nalmente no relacionados o conectados de manera indirecta. Esto comprendía especialmente servicios
militares ofrecidos por iniciativa y a cuenta propia, entre ellos el equipamiento, la instrucción y conduc-
ción de tropas de milicias o la construcción y reparación de edificios públicos, desde puentes hasta igle-
sias; cfr. entre otras las relaciones de méritos del doctor José de Ascásubi y Matheu (AGI, Quito, leg. 231),
Manuel Diez de la Peña (AGI, Quito, leg. 377), Bernardo de Larrea y León (AGI, Quito, leg. 231) y José
Anselmo de Villavicencio y Maldonado (AGI, Quito, leg. 195 B).
335 “La Audiencia de Quito informa a V. M. el mérito y servicios de D.n José Jijón León y Mendoza, tesore-
ro interino de vras. R.s Cajas de Quito”, 12-VII-1749; “La R.l Aud.a de la ciu.d de Quito informa a V. M. sobre
los méritos y servicios de D.n José de Jijón y León, tesorero actual de estas R.s Caxas”, 7-VIII-1752, AGI,
Quito, leg. 124. En el mismo período, a su vez, el hermano de José, Miguel, el primer conde de Casa Jijón,
solicitó se otorgue un Corregimiento a favor de su hermano Manuel, cfr. la correspondencia adjunta a la
relación de méritos de Miguel, AGI, Quito, leg. 124. Cuando en el año 1809 Francisco de Jijón y Chiriboga,
un sobrino del conde, solicitó al Consejo de Indias le otorguen el Corregimiento de Otavalo, argumentó
exclusivamente con los méritos de su tío, detalladamente descritos, Carta de Francisco de Jijón al Consejo
de Indias, 21-XII-1809, AGI, Quito, leg. 221. La petición fue aceptada.
336 AGI, Quito, leg. 124. En este momento (1754) José solicitó le otorguen un Corregimiento.
108 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
doctor Antonio Villacís y Ponce de León, que debía la obtención de la
parroquia quiteña de San Blas, en este momento atendida por él, a “sus
singulares prendas, literatura, prudencia y distinguida nobleza con que se
halla adornado”.337
337 AGI, Quito, leg. 195 B. Cfr. las relaciones de méritos de Pedro Buendía y Dávila, AGI, Quito, legs. 125 y
231; igualmente diversas cartas de recomendación de la Audiencia quiteña y del Cabildo así como del
Cabildo eclesiástico de Riobamba de los años 1750 y 1751, AGI, Quito, leg. 195 A. Igualmente, en los años
cincuenta del siglo XVIII, el Cabildo de Quito y la Audiencia resaltaron en varias cartas de recomenda-
ción dirigidas al Consejo de Indias, a Manuel Diez de la Peña, cuya “buena conducta y méritos y los adqui-
ridos por el difunto Don Pedro Maldonado, gentil-hombre de la cámara de S. M., con cuya única hija está
casado”, AGI, Quito, leg. 337. Aquí nuevamente se demuestra en forma explícita la importancia que tenía
el enlace matrimonial para el estatus social de una persona.
338 Esta idea, según la cual el nacimiento noble debía confirmarse con esfuerzos acordes al rango, corres-
ponde a la opinión predominante en España en el mismo período.Todavía en el siglo XVIII la crítica a la noble-
za de la metrópoli no se dirigía a su alto estatus social en si, adquirido por nacimiento, sino principalmente a
la vida no acorde a su rango de algunos nobles, especialmente del gran número de hidalgos empobrecidos,
Aragón Mateos, La nobleza extremeña, pp. 51-52; cfr. Maravall, Poder, honor y élites, pp. 48-54.
339 Escrito de la Audiencia del 8-III-1764, AGI, Quito, leg. 224. Cfr. otra carta de la Audiencia de Quito al rey,
del año 1763, acerca de los méritos de Francisco de Borja y Lasteros y una relación de méritos de Francisco
basada en esta carta, quien en los años setenta y ochenta del siglo XVIII varias veces solicitó un
Corregimiento, AGI, Quito, leg. 225; cfr. además la relación de Pedro Buendía y Dávila, AGI, Quito, leg. 231.
340 AGI, Indiferente General, leg. 1.339; cfr. la relación del canónigo quiteño Gregorio de León y
Mendoza, AGI, Quito, leg. 195 A.
Sin embargo, al poco tiempo empezó, tanto al interior como desde fuera de la
“Sociedad”, una enérgica oposición al ímpetu ilustrado de Espejo,
especialmente en contra de la idea de igualdad postulada por él, que se dirigía
abiertamente contra la estructura social existente y la mentalidad social de la
clase dominante quiteña. Ya en el primer número de las Primicias, Espejo se
había atrevido a devaluar a la nobleza de nacimiento frente al carácter
individual “ennoblecido”, independientemente de su origen social, mediante
341 Acerca de las Sociedades de Amigos del País en España y América, que se dedicaron al fomento
científico y económico del imperio o de una determinada unidad administrativa o región cfr. Shafer, The
Economic Societies.
342 Astuto, Eugenio Espejo, p. 66 (nota 26); cfr. Shafer, op. cit., pp. 168-177, y Keeding, Das Zeitalter der
Aufklärung, pp. 463-467; Keeding, Surge la Nación, pp. 515-530.
343 Acerca de la obra de Espejo cfr. Roig, Humanismo; Ontaneda Pólit, Eugenio de Santa Cruz y Espejo;
para la biografía Astuto, Eugenio Espejo.
110 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
la adquisición de conocimientos y los esfuerzos a favor de la comunidad.344 En
los aportes de Espejo el término “noble” aparece varias veces en forma de
adjetivo o de sustantivo, como expresión de la más alta estima social. No
obstante, Espejo se refiere con ello siempre a las cualidades individuales del
carácter y ya no, precisamente, al estamento noble como un estrato definido
básicamente por el estatus social heredado.345 Si Espejo en las Primicias festeja
casi con euforia al conde de Casa Jijón, Miguel de Jijón, y al noble Pedro
Vicente Maldonado, lo hace tan sólo en vista de sus especiales méritos en el
desarrollo económico y en la investigación geográfica de la región.346 En
cambio, para el nivel general del conocimiento y de la educación de su época,
Espejo no tenía más que una severa crítica.347
344 “El conocimiento propio es el origen de nuestra felicidad. No fue por destruir la nobleza del ente más
noble que salió de la mano del Omnipotente, sino por averiguar su generación física, que el célebre
Francisco Geeffroy [sic] compuso una disertación en que preguntaba: ¿Si el hombre había empezado
por gusano? (…) Yo ruego al Cielo, que por este aspecto miren mis conciudadanos las primicias de su
suelo: Que se acuerden que Decartes, para simplificar las relaciones de las cosas, quiso empezar la serie
de las verdades conocidas por ésta que es evidente: Yo pienso, luego existo: luego tengo ser”,“Primicias
de la Cultura”, Nº 1 (15-II-1792),“Instrucción previa”).
345 “Sí, Señores, el orgullo es una virtud social: ella nace de aquella llama vital nobilísima, que distingue al
indolente del hombre sensible, al generoso del abatido, al ilustre del plebeyo: es ella un efecto del brío
racional”,“Primicias de la Cultura”, Nº 5 (1-III-1792), p. 37.
346 “Primicias de la Cultura”, Nº 5 (1-III-1792), pp. 42-43.
347 “Para decir la verdad, señores, nosotros estamos destituidos de educación; nos faltan los medios de
prosperar (…). Vivimos en la más grosera ignorancia, y la miseria más deplorable”. Finalmente, dirigiéndo-
se a la intelectualidad quiteña, Espejo concluye con la retórica y provocativa pregunta: “¿Qué importa,
que vosotros seais superiores en racionalidad a una multitud innumerable de gentes y de pueblos, si sólo
podéis representar en el gran teatro del universo el papel de idiotismo y la pobreza?”, “Primicias de la
Cultura”, Nº 4 (16-II-1792), pp. 33-34.
348 “Primicias de la Cultura”, Nº 4 (16-II-1792), p. 29.
349 En su discurso, escrito en 1789 en Bogotá y luego publicado en las “Primicias” acerca del proyecto de
la fundación de la “Sociedad”, Espejo había expresado en vano su esperanza: “No quiera el cielo, que el
orgullo insensato posea al quiteño generoso, hasta obligarle a que repare con celo o con desagrado, si
se le guardó en la nomenclatura el puesto de preferencia”. Con esto Espejo se refirió a dos posibles pun-
tos de conflicto. Por un lado el conflicto entre “el europeo y el español americano. Deben proscribirse y
estar fuera de vosotros aquellos celos secretos, aquella preocupación, aquel capricho de nacionalidad,
que enajenan infelizmente las voluntades”. Problemas mayores Espejo vio, sin embargo, en la superación
de los prejuicios personales, en el fondo motivados por lo social: “Los genios prontos, los espíritus de fuego,
las almas nobles, suelen rehusar sujetarse a opiniones y proyectos que ha dictado otro individuo”,
“Primicias de la Cultura”, Nº 5 (1-III-1792), pp. 36-37.
Aunque la “Sociedad Patriótica” siguió existiendo hasta 1794, fue cada vez
más ignorada por parte de la Audiencia en el tratamiento de las cuestiones
económicas y, finalmente, se disolvió.352 En 1795 Espejo fue tomado preso
y murió el mismo año en su casa como consecuencia de sus padecimientos
en prisión.353 El concepto de Espejo, de apariencia tan moderna, de una
elite funcional o de rendimiento, caracterizada por conocimientos y
esfuerzos, que rompe las barreras estamentales y cuya representación
institucional debería haber sido la “Sociedad Patriótica”, tenía que fracasar
en vista de una mentalidad preponderante en Quito que seguía midiendo el
estatus social según la descendencia y la pertenencia a las familias nobles
distinguidas de la ciudad.354
112 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
Desde fines del siglo XVI los obrajes se habían desarrollado como el
sector económico casi exclusivo de importancia en la región, y como
base económica decisiva de la capa social alta. No se habían desarrollado
en la Audiencia de Quito, reservas sociales contra esta actividad empresarial,
tal como eran ampliamente difundidas entre la nobleza de largo abolengo en
la metrópoli.356 En el siglo XVIII, los obrajes estaban integrados, en su gran
mayoría, en la gran propiedad de bienes raíces que se había desarrollado como
el principal complejo productivo de la región e importante símbolo de
estatus desde el siglo XVII.357
356 Cfr. para el virreinato de la Nueva España Kizca, Colonial Entrepreneurs, pp. 200-202. En España, en
cambio, a fines del siglo XVII Carlos II se vio obligado a declarar la compatibilidad del estatus de nobleza
con la dedicación a las manufacturas, aunque los nobles no debían estar involucrados en la producción
misma,“Pragmática en que Su Majestad declara que el mantener ni haber mantenido fábricas de sedas,
paños, telas y otros cualesquier tejidos, no ha sido no es contra la calidad de la nobleza, inmunidades ni
prerrogativas de ellas”, 13-XII-1682, ANH/M, Consejos, libro 1.373, Nº 20, fs. 127-129.
357 En analogía, en el siglo XVIII el término “obrajero” había sido suplantado casi por completo por el del
“vecino enhacendado”.
358 Las reservas sociales frente al comercio se conocen de la historia de los grupos de nobleza europeos,
cfr. para la nobleza alemana Stollberg-Rilinger,“Handelsgeist und Adelsethos”, para España Molas, La bur-
guesía mercantil, pp. 113-161.
Por otra parte, al oficio de mercader le quedaba una clara tacha social.
Reveladora es una lista de los donativos recolectados en la ciudad por orden
real para el apoyo financiero de la guerra con Francia, elaborada por el
Cabildo en 1793. Los donantes registrados se anotaron en tres categorías:
Cabildo, nobleza y comercio.360 En este documento, los mercaderes no
registrados con sus nombres; a diferencia de los nobles, aparecen como
grupo social diferenciado de la nobleza, mas no de los terratenientes,
mientras el Cabildo está anotado aparte como institución, a la que a su vez
pertenecían en principio “nobles” y “mercaderes”.
359 Entre ellos se debe contar sobre todo a Pedro Montúfar, un hermano del segundo marqués de Selva
Alegre, Juan Pío Montúfar, quien durante el período colonial tardío fue en primer lugar uno de los merca-
deres más importantes, además de poseer junto con sus hermanos unas tres haciendas en la provincia de
Otavalo. A ojos de los representantes de la plebe de Riobamba la riqueza frecuentemente fue el criterio
decisivo, sino el único, para la pertenencia a la nobleza. En la ya citada carta del año 1764 al presiden-
te, ellos reducían el comportamiento injustamente despectivo de muchos nobles hacia ellos, al hecho de
que la base de la posición de uno que otro “caballero (q.e lo es o quiere ser)” era tan solamente “q.e es
rico, y q.e esto basta para despreciar a todos q.e (…) [son] pobres”,“Documento Nº 1º sobre la subleva-
ción de Riobamba. Año de 1764”, AN/Q, Indígenas, exp. 23-XII-1764, f. 2.
360 AMH/Q, no, 135, Actas del Consejo, acta de la sesión de 25-X-1793, fs. 63-65.
361 Acerca de Ponce cfr. acápite A. II., nota 120.
114 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
hija de otro mercader, Marcelino Pérez. Tanto Ponce como Pérez no
ocuparon cargos políticos o militares de importancia.362
362 En 1789 Ponce fue al menos nombrado alcalde del barrio quiteño de San Sebastián por el presidente
Villalengua, AMH/Q, Nº 134, Actas del Consejo, acta de la sesión de 1-I-1789, fs. 83-89. Para la posición social
de muchos mercaderes Carlos Araujo, quien respecto a sus contactos sociales fue aun menos distinguido,
constituye un ejemplo comparable con Ponce y Pérez, cfr. Borchart de Moreno,“Capital comercial”.
363 Cfr. el Cuadro 5 en el acápite B. V.
364 La caracterización general del empresario según Schumpeter, citada según Pohl,“Zur Geschichte des
adligen Unternehmertums”, p. 218 (nota 1).
365 “El Marqués de Maenza, vecino de la ciudad de Quito en los R.nos del Peru”, AGI, Quito, leg. 139. El
motivo de esta carta fue la solicitud impulsada por el marqués, el conde de Casa Jijón y el Cabildo qui-
teño y concedida dos años más tarde por el rey, de bajar el usual interés en la Audiencia de Quito del
cinco al tres por ciento.
366 Acerca de los proyectos económicos y actividades del conde que incluían también la metrópoli cfr.
su “Representación que hace al ex.mo señor D.n Josef Gálvez Ministro del despacho Universal de Indias
a favor del Reyno de Quito”, AHBC/Q, Documentos Misceláneos, Nº 10/14; cfr. también Defourneaux,“Un
‘ilustrado´quiteño’”; Rueda Novoa, El obraje de San Joseph de Peguchi, pp. 126-127.
116 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
fracasaron no solamente a causa de la falta de apoyo político y financiero de
la Corona. En el año 1805 el entonces vocero de la junta quiteña de
comercio, Pedro Montúfar, explicaba la escasa importancia de la nueva ruta
comercial entre Quito y el poblado costero de Esmeraldas con la frugalidad
autosuficiente y la falta de disposición al riesgo de los mercaderes
quiteños.367
En los años 1770, los dos peninsulares inmigrados a Quito, Manuel Diez
de la Peña y Salvador Sánchez Pareja intentaron -con la instalación de
una fábrica para la producción de loza fina, única en América a sus ojos-
obtener un título nobiliario o el hábito de una Orden nobiliaria,
respectivamente.373 Después de fabricar algunas piezas de muestra, Diez
de la Peña y Sánchez intentaron mediante numerosas peticiones al
Consejo de Indias, obtener ventajas para la producción y la
comercialización de la loza fina, entre ellas créditos y la liberación de
gravámenes. En exaltados tonos, Diez de la Peña elogiaba la calidad de
las primeras piezas de muestra que pronto, en vista de la favorable
relación entre el precio y el producto, haría innecesaria la importación de
productos europeos en toda América. Como recompensa para sus
méritos, Manuel Diez de la Peña solicitó para sí un título nobiliario con
la denominación de marqués o conde de Buena Vista o Peñalosa y
además el cargo de corregidor de Quito, y para Sánchez la membresía en
una de las órdenes nobiliarias españolas.374 Sin embargo, frente a esta
descripción grandilocuente de la importancia de la “fábrica”, la realidad
tenía un aspecto más modesto. En el año 1775, tres años después de su
apertura oficial, la instalación que disponía de único y pequeño horno, y
nunca de más de 14 trabajadores, aún no estaba totalmente terminada.375
Puesto que no llegó el apoyo financiero esperado, la producción se dio
por terminada definitivamente un año más tarde, el terreno y el edificio
se vendieron poco después. La revaloración, y con ello el reconocimiento
oficial de su nobleza, perseguidos por Diez de la Peña y Sánchez desde
373 AGI, Quito, leg. 377. En este momento Manuel ya estaba casado con Juana Maldonado y Guerrero,
la hija de Pedro Vicente Maldonado y sobrina del primer marqués de Lises, Ramón Joaquín Maldonado.
Para la situación familiar de Sánchez Pareja no dispongo de informaciones. Un tal Manuel Sánchez Osorio
y Pareja fue corregidor de Quito a comienzos de los años 1760, AMH/Q, Actas del Consejo.
374 Anexo a la relación de méritos de Manuel Diez de la Peña del 26-VI-1770, AGI, Quito, leg. 377. Para una
más amplia argumentación de su petición tampoco faltó la indicación de su estatus nobiliario, necesario
de todas maneras para los favores mencionados, y los anteriores esfuerzos propios así como los de su
antepasados: “Habiendo debido a la naturaleza de D.n Manuel Diez de la Peña y su compañero una
extracción y cuna altamente ennoblecida, han procurado y procuran calificarla con personales méritos
p.a no perder de vista ni aún los heredados”, Carta de Diez de la Peña y Sánchez analizada en el Consejo
de Indias el 30-IV-1778, AGI, Quito, leg. 377.
375 Según Manuel Diez de la Peña en la escritura de compra venta de un terreno que limitaba con la “fábri-
ca” en la parroquia quiteña de San Roque. AN/Q, 1ª Notaría (Protocolos), t. 409, exp. 10-XI-1775, fs. 87v-92; cfr.
la carta del entonces presidente de la Audiencia, José Diguja, al rey del 16-IV-1777, AGI, Quito, leg. 377.
118 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
los inicios de su proyecto empresarial iluminan claramente la valoración
que predominaba entre la clase superior quiteña respecto de las
actividades económicas consideradas, en primer término, no como un fin
en sí mismo y ejercidas con la meta de una acumulación constante de
capital, sino dirigidas hacia la transformación directa del capital
económico obtenido en símbolos del estatus social.
376 Acerca del significado y la función de la representación simbólica del estatus social cfr. Bourdieu,
“Klassenstellung und Klassenlage”, pp. 57-74.
377 El significado de los símbolos de estatus y los modales para la posición social ya se ha aclarado con
el ejemplo de la identidad étnica reclamada o adjudicada mediante estos criterios socioculturales, cfr. el
acápite A. II. Acerca de los atributos exteriores del estatus social vinculados a la pertenencia a determi-
nadas instituciones cfr., por ejemplo, la petición exitosa del Cabildo de Quito al rey respecto de la conce-
sión de uniformes especiales para los regidores en los años de 1795 y 1796, Consulta del Consejo de Indias
del 27-V-1795, AGI, Quito, leg. 217 a); AMH/Q, Nº 135, Actas del Consejo, acta de la sesión de 15-I-1796, fs.
133v-144, y de 12-II-1796, fs. 136v-137.
378 Una buena visión de los símbolos del estatus y las costumbres de consumo de las principales familias
de la ciudad se proporciona en las cartas y recibos de dote, los testamentos y los inventarios de herencia
en AN/Q, Notarías (Protocolos).
En el período analizado, tuvieron lugar las festividades por el día del patrono
del rey de España Carlos III (Carlos Borromeo, 4 de noviembre) y de su hijo del
mismo nombre, en el año 1777 la nobleza quiteña participó en un lugar
destacado, junto a las autoridades civiles y eclesiásticas.381 En la parte oficial de
las festividades, luego de la misa solemne nocturna, a la cual, a más de los
funcionarios de la Audiencia, del Cabildo civil, del Cabildo eclesiástico y de los
representantes de las órdenes religiosas, estaba invitada también la “nobleza del
vecindario”, siguió un baile en la casa del presidente, en el cual nuevamente
participó “toda la nobleza particular de esta ciudad vestida de gala”.382 Los
379 En el año 1780 el administrador general de alcabalas de Quito condenó el ampliamente extendido
consumo de costosas mercancías importadas,“que se dan la mano con la vanidad y el fausto a que son
demasiado propensos estos naturales, y así se ven costosísimas galas y adornos aunque sean familias
comunes”, “Copia de informe que hace el administrador general de alcabalas de la capital de Quito y
sus subalternos (…)”, s. f., AGI, Quito, leg. 240. Bernardo Darquea quien, durante el período colonial tardío,
fue corregidor de Ambato y de Riobamba, escribió en 1789 al virrey de Nueva Granada acerca de la per-
manente tendencia hacia el lujo en el Corregimiento de Riobamba, que en la época de florecimiento
del distrito, pasada hace tiempos, “reestablecieron muchas familias, q.e en la opulencia introdujeron el
lujo a proporción de unas riquezas adquiridas a poco trabajo suyo, y con cuya subsistencia contaban en
lo sucesivo, p.r el mismo giro descansando: se extendieron en hac.das y casas de campo de valor: se
fabricaban grandes habitaciones q.e adornaron a todo costo: la plata labrada abundaba en ellas: las
telas de oro, plata, terciopelos, sedas, encajes, diamantes y perlas se usaban con largueza, y se pagaban
los tributos sin cuidado ni apuros (…). Pero todo mudó de aspecto más pronto de lo que esta provincia
esperaba; desapareció la riqueza y quedó el lujo”, Carta al y para el virrey de Nueva Granada, J. de
Ezpeleta, Quito, 3-XI-1789, SBPK, Kleiner Kasten 7 B, Nr. 38, f. 2; el documento ha sido publicado por
Büschges,“Sociedad y economía”. En el año 1793 el Cabildo eclesiástico de la ciudad de Quito consta-
tó en un escrito dirigido al presidente de la Audiencia, que “aquí el excesivo lujo en galas personales y
muebles domésticos consume a este Reino, y es una ilusión la más perjudicial de su comercio pasivo”,
AN/Q, Gobierno, exp. 25-VI-1793, f. 17 v. Cfr. Tyrer, Historia demográfica y económica, p. 260.
380 AMH/Q, Nº 29, Actas del Consejo, acta de la sesión de 15-IV-1766, fs. 221-222v.
381 “La Aud.a de Quito, en virtud de Cédulas dada en el Pardo a 21 de enero de 76, sobre que se celebre el
dia de San Carlos, informa de la práctica anterior que ha habido de lo que se previene”, AGI, Quito, leg. 308.
382 Carta de la Audiencia del 1-VIII-1777, AGI, Quito, leg. 308.
120 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
mismos representantes del Estado y de la sociedad, conjuntamente con los
oficiales de milicias, participaron en 1789 en los funerales por la muerte del
mismo rey.383 En las fiestas de proclamación del rey Carlos IV, que duraron
varios días, la nobleza estuvo nuevamente invitada como destacado grupo
representativo de la sociedad quiteña.384 En los servicios religiosos ordinarios y
las ceremonias estatales la nobleza estuvo siempre presente como grupo, en un
lugar especial. Así, “toda la nobleza” de la ciudad participó en los diversos
solemnes desfiles, sea como escolta del alférez real, sea como grupo
independiente en el desfile “en briosos caballos con ricos jaezes”.385 La
culminación social, de casi todos los once días de fiestas, fueron grandes bailes
nocturnos, a los cuales estaban siempre invitados, a más de los representantes
del Cabildo y de la Audiencia, los nobles quiteños.386
383 “Certificación del modo y formación que en el 26 de mayo de 1789 se celebraron en la S.ta Ig.a
Cathed.l por el Ilustre Ayuntam.to de esta ciu.d las R.s Exequias por el alma de nro. Rey y S.or Don Carlos
Tercero”, AMH/Q, Nº 134, Actas del Consejo, acta de la sesión de 2-III-1790, fs. 148v-151v.
384 “Relación de las Fiestas Reales (…)”, AMH/Q, Nº 134, Actas del Consejo, acta de la sesión de 2-III-1790,
fs. 152-162.
385 “Relación de las Fiestas Reales (…)”, AMH/Q, Nº 134, Actas del Consejo, acta de la sesión del 2-III-1790,
fs. 153v-154.
386 Cfr. la cita acerca de los convidados a uno de estos bailes en la introducción al acápite B (nota 221).
387 La población indígena estuvo presente en el programa oficial de las festividades tan solo de forma
simbólica, es decir en la forma de una figura/personaje en una obra de teatro organizada por represen-
tantes del Cabildo, en la cual un “general” indígena y otro español juntos juraron con regocijo fidelidad y
obediencia al rey de España,“Relación de las Fiestas Reales (…)”, AMH/Q, Nº 134, Actas del Concejo, acta
de la sesión del 2-III-1790, fs. 159-160.
388 “Relación de las Fiestas Reales (…)”, AMH/Q, Nº 34, Actas del Concejo, acta de la sesión de 2-III-1790,
f. 156. En vista de la importancia social de estas fiestas públicas, diversos nobles se hacían presentes con
servicios especiales en dinero o en especie. De esta forma, Pedro Buendía Dávila donó para el festejo
de la proclamación de Carlos IV, entre otras cosas un carro triunfal en el cual los símbolos del poder real
fueron llevados por las calles de la ciudad,“Relaci.ón de méritos (…)”, AGI, Quito, leg. 231. El primer mar-
qués de Villa Orellana, Clemente Sánchez de Orellana, aportó a las festividades por el matrimonio del
príncipe de Asturias, en el año 1766, con “otras personas de su clase”, con el financiamiento de tres pre-
sentaciones públicas de corridas de toros, más un espectáculo de fuegos artificiales en la plaza mayor
de la ciudad adornada especialmente, a su cuenta para esta ocasión, así como con la comida para
los miembros de la Audiencia, del Cabildo civil y del Cabildo eclesiástico, Relación de méritos del hijo
de Clemente, Jacinto, AGI, Indiferente General, leg. 1.339.
389 A este contexto conceptual pertenecen también la “palabra de honor” con la que Manuel Guerrero
y Ponce de León, el hijo primogénito de la cuarta condesa de Selva Florida, Micaela Ponce de León, juró
la veracidad de sus declaraciones como testigo en un pleito, a diferencia del usual signo de la cruz usado
por los demás testigos,“Quito año de 1781. Nº 3º, Informes a favor de D.n Juan Ruiz de D.to Domingo y D.n
Fran.co Javier de Ascásubi”, AGI, Quito, leg. 314.
122 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
“estamento de honor”.390 Tal como el estatus nobiliario, el honor se
consideraba como una característica de toda una familia, un linaje,
que se podía heredar a través de las generaciones.391 El concepto del
honor, que formaba el centro de la comprensión contemporánea del
prestigio social, servía como justificación de la superioridad y de la
distancia social de la nobleza frente a los estratos sociales inferiores y
fungía, por lo tanto, como un importante instrumento del control y de la
limitación de la movilidad social.
390 Sobre la historia del concepto del honor Zunkel,“Ehre, Reputation”. Acerca del concepto en la España
de la temprana Edad Moderna cfr. el estudio informativo de Maravall, Poder, honor y élites, pp. 11-145;
además Chauchadis, quien a base de la literatura moralista española del siglo XVII ha elaborado un
campo lexicográfico para el concepto contemporáneo del honor, Chauchadis, Honneur, morale et socié-
té, pp. 10-24.
391 A esto corresponde lo que se dice en la relación de méritos del capitán de milicias Pedro Buendía y
Dávila, inmigrado desde España, que éste había realizado sus servicios militares precedentes “correspon-
diendo (…) al honor de sus ascendientes”, AGI, Quito, leg. 231.
392 En el año 1794 la quiteña María Yépez calificó a la novia escogida por su hijo, Rosa Maldonado, una
hija y nieta de maestros plateros quiteños, como “ordinarísima, baja y vil” y negó, por esta razón, su con-
sentimiento al matrimonio,“Causa seguida por D.n Ramón Ruiz (…), AN/Q, Matrimoniales, exp. 18-VIII-1794.
cfr. el acápite A. II. Acerca del desprecio social de los oficios viles, indignos de un noble, en la España de
la edad temprana moderna cfr. Maravall, Poder, honor y élites, pp. 164-170. En la temprana Edad Moderna
y especialmente en el siglo XVIII se dieron, tanto en la península ibérica como en muchas partes del resto
de Europa, intensas discusiones sobre el rango social del comercio y de la manufactura así como de su
compatibilidad con el estatus nobiliario, cfr. acerca de este tema Molas, La burguesía mercantil, pp. 113-
205. Como se ha visto, esta discusión también se dio en Quito durante el período colonial tardío. De esta
manera la conservación de una imagen tradicional de la nobleza y del concepto del honor llevaron, a la
ya descrita actitud ambigua frente al comercio, que estaba en contradicción con la obvia utilidad eco-
nómica de éste y con la realidad social de muchos nobles. Por lo tanto, al menos el pequeño comercio y
la propiedad de tiendas fueron considerados como opuestos a la nobleza y al honor y, en consecuencia,
se contaron entre los oficios viles ejercidos por la plebe. Cfr. el acápite A. II.
393 AGI, Quito, leg. 376. Cfr. la relación del doctor Tomás Jijón y León, AGI, Quito, leg. 195 A; además un escri-
to de la Audiencia de Quito acerca de Manuel Guerrero Ponce de León del 8-II-1764, AGI, Quito, leg. 224.
Cuando a fines del siglo XVIII José Carcelén solicitó al rey le confirme la
sucesión en el marquesado de Villa Rocha, recalcó que no había ejercido
“oficios viles y sí empleos de honor”, señalando expresamente su cargo
como tesorero de la Santa Cruzada del obispado de Quito.396
124 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
de Montúfar y de su padre, el antiguo presidente de la Audiencia, así como la
posición social de la madre de Montúfar, “cuyos ascendientes vinieron
destinados a la América a ocupaciones dignas de su cuna”.398 Sáenz, en
cambio, inicialmente habría viajado como cajero de otro mercader de la región
y, por lo tanto, “no es una persona igual no sólo por el ministerio público, sino
también por razón de nobleza”.399
405 Carta al Consejo de Indias del 13-III-1781, AGI, Quito, leg. 314.
406 Gerbet, La noblesse dans le royaume de Castille, pp. 121-134, 137-138; Aragón Mateos, La nobleza
extremeña, p. 69; para el territorio de toda la península ibérica cfr. Gerbet, Les noblesses espagnoles, pp.
218-232.
407 Domínguez Ortiz, Las clases privilegiadas, p. 57.
408 Morales Moya, Poder político, tomo 2, pp. 591-592.
409 Acerca del uso socialmente más exclusivo del término “caballero” a fines del siglo XV e inicios del XVI
cfr. Gerbet, La noblesse dans le royaume de Castille, p. 138.
410 Cfr. la Introducción del presente trabajo.
126 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
particulares” invitados, quienes estaban, en su gran mayoría, dentro de las
familias más distinguidas y nobles de la ciudad.411
411 “Relación de las Fiestas Reales (…)”, AMH/Q, Nº 134, Actas del Concejo, acta de la sesión de 2-III-1790.
El alférez real, en cambio, en su relación de méritos, basada en sus méritos relacionados con el cargo y
otros en el marco de las festividades de la coronación, no reclamó para sí, en modo alguno, el estatus
nobiliario, AGI, Quito, leg. 227.
412 Escrito del 22-IV-1749, “Pérez Guerrero, José, Conde de Selva Florida; notificación que se le hizo en
Quito para que pague los derechos de lanzas y media anata, por razón de su nobiliario título”, ANC/B, Nº
32, Impuestos Varios, t. IV/11.
413 AN/Q, 3ª Notaría (Protocolos), t. 78, exp. 24-VII-1805, f. 150. La utilización poco precisa y no sistemática,
en la mayoría de los casos, del término “caballero” se evidencia en una lista de las haciendas ganaderas
de la provincia de Quito, elaborada por el Cabildo quiteño en el año 1811. Dos hacendados pertenecien-
tes a las familias nobles quiteñas, Ramón Borja y Bernardo Román, ambos con varias haciendas en la men-
cionada lista, son designados en un lugar como “don” (como todas las demás personas), en otro, sin
embargo, como “caballeros”, AMH/Q, Nº 151, Oficios, Solicitudes y Comunicaciones al Presidente del
Cabildo, t. 1, exp. 29-IV-1811. La frecuente denominación de los nobles de Riobamba como “caballeros”
en la ya varias veces mencionada carta de los representantes de la “plebe” debe considerarse como
caso especial, ya que toda la terminología de la carta, relacionada con la nobleza, proviene de la
Antigüedad y del derecho romano y, por lo tanto, no necesariamente debe corresponder al uso lingüísti-
co del lugar, cfr. el acápite B. I.
414 Lohmann Villena, Los americanos en las órdenes nobiliarias, tomo 1, pp. LXXIV-LXXVI. Para todo el perí-
odo colonial Lohmann Villena averiguó un total de 51 caballeros de hábito nacidos en América y radica-
dos en Quito, op. cit., p. LXXIV.
415 Acerca de la función de las órdenes nobiliarias españolas en la temprana Edad Moderna cfr. Wright,
“The Military Orders”; cfr. Domínguez Ortiz, Las clases privilegiadas, p. 63. La comprobación del rango social
de los pretendientes a un hábito no fue siempre rígida, sobre todo en el siglo XVII cuando se “vendieron”
muchos hábitos, entre otras, a personas que no eran nobles. Para estas, el privilegio del hábito equivalía
efectivamente a un ennoblecimiento; op. cit., pp. 63-66. Hasta el siglo XVIII, las exigencias para la admi-
sión se manejaban con menos rigidez precisamente para los candidatos americanos, Lohmann Villena,
Los americanos en las órdenes nobiliarias, tomo 1, pp. LVI-LVIII.
416 Real Orden del 24-III-1815, AN/Q, Cedularios, c. 18, fs. 220-221. Esta orden no fue tomada en cuenta por
Lohmann Villena.
417 Ortiz de la Tabla, Los encomenderos de Quito, p. 157. En el siglo XVII ya fueron distinguidos con hábitos
algunos antepasados de las familias quiteña más prestigiosas del período colonial tardío, entre ellos los
hermanos Francisco y Juan de Villacís y Carvajal (1646), Bartolomé Antonio de Villacís y Mena (1664), Juan
Francisco de Borja y Larraspuro (1673) y José Rocha de Carranza (1692), cfr. Lohman Villena, Los america-
nos en las órdenes nobiliarias.
418 Cfr. Herzog,“Sobre justicia, honor y grado militar”, pp. 51-52.
128 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
En el reinado de Carlos III (1759-1788) las condiciones para la
admisión en las congregaciones nobiliarias fueron endurecidas y más
reglamentadas. Correspondiendo al carácter originalmente castrense de
las órdenes, a los candidatos se les exigía un servicio como oficial de al
menos cuatro años en uno de los regimientos reales o de ocho años en
las milicias.419 En 1804 el servicio de milicias exigido a los candidatos
hispanoamericanos fue extendido a diez años.420 Además de los méritos
militares cada candidato debía, en principio, comprobar su
hidalguía.421 Finalmente, para recibir la merced real, se debía pagar,
además, la tasa de la media anata fijada en 100 ducados.422 Solamente
después de estos pasos, el beneficiado podía pedir la admisión a una
determinada orden. Originalmente la posterior toma de hábito tenía
lugar en España también para los caballeros americanos, pero, más
tarde, desde la segunda mitad del siglo XVII, se realizaba en América
por parte de un clérigo de una orden religiosa y en presencia de otros
caballeros de la misma u otra corporación nobiliaria.423
419 Lohmann Villena, Los americanos en las órdenes nobiliarias, tomo 1, pp. LIV-LV. Por ejemplo, en el año
1777 los servicios insuficientes en la milicia llevaron a la desestimación de una solicitud de Miguel Agustín
Olmedo de la ciudad de Guayaquil, AGI, Indiferente General, leg. 1.609. También por insuficientes servicios
en la milicia fueron rechazadas, en 1785, las peticiones de Jacinto y Joaquín Sánchez de Orellana y
Chiriboga de Quito, AGI, Quito, leg. 1.339.
420 “S.n Ildefonso, 9 de agosto de 1804. Circular previniendo que los oficiales de milicias de Indias, para soli-
citar merced de hábito, han de tener precisamente 10 a.s cumplidos de servicios sin intermisión, e igual
tiempo con Real Despacho”, AGI, Indiferente General, leg. 1.609.
421 Desde 1776 la prueba de hidalguía ya no era tomada en la corte española, sino por parte de los res-
pectivos virreyes hispanoamericanos y desde 1807 incluso por las correspondientes Audiencias, Lohmann
Villena, Los americanos en las órdenes nobiliarias, tomo 1, pp. LXII-LXV.
422 Artículo 24 del “Arancel de las medias annat.s de mercedes y reglas gener.s p.a su admin.ón, benefi-
cio y cobranza” del 3-VII-1664, AGI, Indiferente General, leg. 1.839.
423 Según Lohmann Villena este cambio se efectuó recién en 1781, Lohmann Villena, Los americanos en
las órdenes nobiliarias, tomo 1, p. LXVIII. Sin embargo, en Quito, en la segunda mitad del siglo XVII, se reali-
zaron al menos dos incorporaciones solemnes de nuevos caballeros, por ejemplo en el año 1666 la de
Pedro Atanasio Maldonado y Sotomayor, AGI, Quito, leg. 224; y en los años ochenta la de Simón Ontañón
y Lastra, Larrea, Fichero histórico, pp. 126-127.
424 Además, a diferencia del estatus nobiliario fundamental, la nobleza o la hidalguía respectivamente, y
de los títulos nobiliarios, la membresía en las corporaciones nobiliarias no era hereditaria.
CUADR O 5
Orden de Santiago:
Orden de Calatrava:
Orden de Alcántara:
130 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
Para el caballero como para su familia la admisión en una corporación
nobiliaria llevaba consigo un incremento en los atributos externos del
rango social. También servía al interior de la nobleza titulada para una
asimilación relativa de un hijo segundón frente a la cabeza de familia y
título de Castilla, quienes, en parte, también pertenecían a una orden.
425 Acerca de las encomiendas españolas de las órdenes nobiliarias cfr. Domínguez Ortiz, Las clases privile-
giadas, pp. 60-62. Tampoco en el caso de la justicia existía la garantía de un trato especial para los caballe-
ros. Cuando, en el año 1631, el caballero quiteño de la Orden de Santiago, Nicolás de Larraspuru, involucra-
do en un caso de homicidio, se sustrajo al arresto domiciliario dictado contra él, fue encarcelado junto a los
prisioneros comunes, Lohmann Villena, Los caballeros en las órdenes nobiliarias, tomo 1, pp. XLII-XLIX; cfr.
Phelan, The Kingdom of Quito, pp. 202- 207; Valencia Sala, El mayorazgo, pp. 79-81.
426 Las fechas anotadas entre paréntesis corresponden a la admisión en la respectiva orden y, con
excepción de los casos anotados, son tomadas de Lohmann Villena, Los americanos en las órdenes
nobiliarias. En el Cuadro se han tomado en cuenta solamente aquellos caballeros que residían en
forma permanente en Quito o que, en caso de su residencia temporal, tenían relaciones de parentes-
co con la nobleza local.
427 Relación de méritos de Suazo, AGI, Quito, leg. 231.
428 AN/Q, 1ª Notaría (Protocolos), t. 404, exp. 29-V-1775, fs. 292v-293. No registrado por Lohmann Villena.
429 La merced real databa del 27-XI-1775, AN/Q, 5ª Notaría (Protocolos), t. 118, exp. 11-V-1776, fs. 42-43v.
430 AMH/Q, Nº 132, Actas del Consejo, acta de la sesión de 1-I-1778, fs. 49v-50. Lohmann Villena no registra
a Bustamante. Posiblemente éste ya había inmigrado como caballero desde España.
431 Según Jurado Noboa, Larrea, para la admisión en la orden, entregó una prueba de hidalguía falsifica-
da, que se basaba en los Larrea y Villavicencio del norte de España, Jurado Noboa, Los Larrea, p. 88.
432 AN/Q, 1ª Notaría (Protocolos), t. 475, exp. 5-V-1817, f. 68-68v; no consta en Lohmann Villena.
433 “Cruz de primera clase”, otorgada por los méritos de su abuelo Pedro Calisto y Muñoz y el hijo de éste,
Nicolás, quienes, por su fidelidad al rey durante el movimiento independentista quiteño en el año 1812,
fueron ejecutados por orden de la junta de gobierno quiteña,“Relación de méritos (…)”, AGI, Quito, 543.
434 AN/Q, 2ª Notaría (Protocolos), t. 6, exp. 14-I-1822, fs. 1v-2.
Hasta fines del período colonial, los hábitos de las órdenes se mantenían
como un signo de estatus social que se destacaba especialmente en las
fiestas civiles y eclesiásticas. Otra oportunidad para presentarse en público
vestido con el hábito, fue aprovechada en el año 1781 por el primer
marqués de Villa Orellana y caballero de la Orden de Santiago, Clemente
Sánchez de Orellana, cuando por solicitud de Francisco Javier Ascásubi
atestiguó en público los méritos de este para apoyarle, junto con otros
testigos, en su solicitud de una licencia real necesaria para ejercer el oficio
de abogado en la Audiencia. Mientras los demás testigos convocados por
Ascásubi, distinguidos vecinos de la ciudad, juraron ante el correspondiente
escribano la exactitud de sus declaraciones con la usual señal de la cruz, el
marqués lo hizo “con la mano derecha puesta sobre el hábito de sus pechos,
como caballero de Santiago”.437
435 Certificado del escribano de la Audiencia del 6-I-1683, según Larrea, Fichero histórico, pp. 126-127. Con
parecida solemnidad se había celebrado en 1666 la incorporación de Pedro Atanasio Maldonado, un ante-
pasado de los quiteños marqueses de Lises, en la Orden de Alcántara: “D.n Pedro Atanasio Maldonado
Sotomayor y Angulo, por Cédula que tuvo de el S.or Carlos Segundo, su fha. en San Lorenzo en cinco de
octubre de mil seiscient.s sesenta y seis años, para que fuera armado caballero en el orn. de Alcántara de
cuyo hábito le hab.a hecho mrc. S. M. por otra Cédula firmada de su R.l Mano, su fha. en Madrid en cinco
de marzo de el mismo año; y por testim.o de Alonso Laguna es.no de S. M. y público, su fha. en 1º de mayo
de mil seiscient.s setenta y ocho años en la ciudad de Arequipa de el Reino de el Perú, consta que en vir-
tud de las referidas Cédulas y de los recaudos necesarios fue armado caballero por su mismo p.e, el capi-
tán D.n Pedro Maldonado Sotomayor, caballero profeso en el mismo orn. de Alcántara, y que le pusieron las
espuelas dos hermanos suyos, D.n Juan Gervasio y D.n Domingo Maldonado, ambos caballeros del mismo
orn. de Alcántara, con asistencia de D.n Juan Sáenz de Aramburu, caballero del orn. de S.n tiago, abuelo
materno de los tres referidos herman.s, y de D.n Justino Solórzano y de el Gen.l D.n Juan Mesa del orn. de
Calatrava, y le puso el hábito el p.e prior de el con.to de San Agustín, AGI, Quito, leg. 224.
436 AN/Q, Fondo Especial. Presidencia de Quito, c. 117, vol. 275, exp. 119, f. 165-165v.
437 AGI, Quito, leg. 314. El también interrogado heredero del condado de Selva Florida, Manuel Guerrero
y Ponce de León, juró con su palabra de honor.
132 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
VI- LOS TÍTULOS DE CASTILLA
438 A esto corresponde el que Atienza Hernández, por ejemplo, diferencia básicamente dos grupos de la
nobleza española, los nobles con y sin título, Atienza Hernández, Aristocracia, poder y riqueza, p. 17; para
la segunda mitad del siglo XVIII igualmente Morales Moya, Poder político, p. 531. La tendencia observada
en España, que se anuncia ya en el siglo XVIII y se impone completamente en el siglo XIX, de equiparar
los títulos nobiliarios con la única verdadera nobleza, no se puede observar en la Audiencia de Quito en
el período estudiado, Domínguez Ortiz, Sociedad y estado, p. 349; el mismo, Las clases privilegiadas, p. 71.
439 Domínguez Ortiz, Las clases privilegiadas, pp. 71-75.
440 Por esto, a veces los títulos nobiliarios fueron a parar aun en acaudalados conversos, Atienza
Hernández, Aristocracia, poder y riqueza, pp. 41-42, 48. Por lo tanto, en España y especialmente entre las
familias de la alta aristocracia de abolengo, se llegaba con alguna frecuencia a protestas contra la incor-
poración a su grupo de personas de “dudoso” origen social, Domínguez Ortiz, Las clases privilegiadas, p.
74. En principio, sin embargo, la obtención de un título nobiliario contra el pago de una considerable suma
de dinero no estaba mal vista, ya que un título nobiliario no cambiaba de manera decisiva la situación
social del beneficiado, considerado ya como noble, al menos en teoría, sino que significaba una distin-
ción especialmente honorífica y una revaloración de su estatus nobiliario, a diferencia de la compra de
un privilegio de hidalguía, con la cual la persona en cuestión ascendía a otro estamento social más alto,
Domínguez Ortiz, op. cit., p. 73.
CUADR O 6
Maenza 1625
Selva Florida 1692
Solanda 1700
1703
Villa Rocha
(originalmente 1574)
Lises 1745
Selva Alegre 1747
Miraflores 1751
Villa Orellana 1753
Real Agrado 1771
Casa Jijón 1784
San José 1815
134 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
Con excepción del marquesado de Solanda, todos los títulos nobiliarios
solicitados desde la Audiencia de Quito y otorgados en ella tenían su origen
en la Sierra norte y central. La mayor parte de las familias nobles vivía ya en
Quito en el momento de la concesión del título; pero algunas casas nobles -
a saber, los marquesados de Lises y de Miraflores así como el condado del
Real Agrado- trasladaron la sede principal de su residencia a la capital de la
Audiencia, sólo después de haber obtenido el título.444
444 El primer marqués de Lises, Ramón Joaquín Maldonado, había nacido en Riobamba, pero murió en
1748 en el Corregimiento de Quito. Su hijo Joaquín fue enterrado en la ciudad de Quito, Moreno Egas,
Vecinos de la Catedral (1704-1800), p. 155. El primer marqués de Miraflores, Antonio Flores, era oriundo de
Latacunga, pero fue enterrado en Quito (1751), op.cit., p. 108. La familia, sin embargo, mantuvo una mag-
nífica casa en la plaza mayor de Latacunga, en la cual todavía vivió el hijo de Antonio, Mariano. El primer
conde del Real Agrado, José Anselmo Villavicencio, a su vez provenía de Riobamba, mientras que su hijo
se estableció en Quito, donde también fue enterrado (1789), op. cit., p. 271. También la familia Villavicencio
mantuvo sus bienes raíces urbanos en su lugar de origen.
445 Real Cédula del 31-V-1625, AGI, Títulos de Castilla, leg. 6. La copia de una copia del original redac-
tado en latín, elaborada en mayo de 1625, se encuentra en ANC/B, Nº 32, Impuestos Varios, t. IV/11, f.
693-693v.
446 ANC/B, Nº 32, Impuestos Varios, t. IV/11, f. 693-693v.
Por otra parte, el título de marqués de Selva Alegre fue otorgado, en 1747 a
Juan Pío Montúfar y Fraso quien, en el año 1746, había sido nombrado
corregidor de la provincia de Camaná en el Perú.448
Los otros ocho títulos, del período colonial tardío en la Audiencia, fueron
otorgados originalmente a súbditos americanos de la Corona. La concesión
de los títulos nobiliarios americanos se orientó, en gran medida conforme a
las normas y costumbres vigentes en la metrópoli. Según estas, se honraban
especialmente los méritos militares y el ejercicio de altos cargos.449
447 “R.l Despacho de Vizconde de Villa Carranza, cancelado, y Marqués de Villa Rocha” del 17-VII-1703,
ANH/M, Consejos, leg. 8.976, Nº 154. Un duplicado del título con el texto completo de la Real Cédula ori-
ginal se encuentra en AC/Q, Colección González Suárez, c. XXXVII, exp. 3 (18-VII-1703); cfr. Rocha y
Carranza (José Antonio de la): “Expediente sobre la concesión del título de Castilla (1689-1697), AHN/M,
Consejos, leg. 4.753, Nº 10.
448 Beerman,“El Marqués de Selva Alegre”, p. 27.
449 Acerca de los fundamentos y condiciones jurídicas y efectivas para la concesión de los títulos nobilia-
rios a súbditos americanos cfr. Lira Montt,“La concesión de títulos de Castilla”; el mismo,“Normas sobre la
concesión”; para la metrópoli durante el siglo XVIII cfr. Morales Moya,“Movilidad social”. En vista del núme-
ro relativamente pequeño de títulos otorgados en el período de conquista y colonial temprano, ante todo
el marquesado del Valle de Oaxaca a Hernán Cortés y el marquesado de la Conquista a Francisco
Pizarro, y del hecho de que pocos representantes importantes de la nobleza titulada española emigraron
a América, en principio el potencial conflictivo entre una antigua nobleza de sangre y una nobleza “de
dinero” de más reciente fecha estuvo más reducido que en la Península Ibérica.
450 “Consulta del Consejo de las Indias sobre una proposición de que se beneficien en las Indias ciento y
cincuenta Títulos de Castilla”, 19-VII-1675, Colección de Documentos, tomo 2/2, pp. 616-619. La propuesta
de un súbdito peruano allí tratada de otorgar 150 títulos nobiliarios y además 1.000 hábitos, fue negada
por el Consejo de Indias con el argumento de que no existían suficientes “personas de lustre, calidad y
caudal”, para poder enajenar un número tan alto de títulos.
451 Para los títulos españoles se trataba de 30.000 ducados, “El Virrey Conde de Moncloa al Conde de
Selva Florida: sobre ingresos de 22.000 p.s a las Cajas Reales para que los títulos sean perpetuos”, 3-IV-1695,
AGI, Quito, leg. 34 B. No obstante, en realidad se seguía otorgando títulos también por sumas inferiores,
Domínguez Ortiz, Las clases privilegiadas, p. 76.
136 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
Perú otorgó en el año 1692 a Manuel Ponce de León Castillejo, este pagó
en los años siguientes la recién fijada suma de 22.000 pesos.452 La Cédula
para el título destacó, fuera del pago de dinero, la descendencia de Manuel
de “padres y abuelos calificados por ambas líneas […], que sirvieron a su
Maj.d en este Reino y en los de España con diferentes cargos y oficios que
se les encomendaron”.453
452 Título del virrey del Perú Melchor Portocarrero, conde de Moncloa, del 3-VI-1692, AGI, Quito, leg. 34 B. El
poder del virrey estaba basado en una Real Cédula de Carlos II del 2-II-1692. El producto de este y otros
títulos otorgados en el mismo período estaba pensado para cancelar r deudas de la Corona con un ante-
rior agente general real en Roma, doc. cit.
453 AGI, Quito, leg. 34 B. Manuel tuvo seis años de plazo, para hacer confirmar y por lo tanto validar el títu-
lo virreinal por parte del rey,“El Virrey Conde de Moncloa al Conde de Selva Florida: sobre trámites para
la confirmación del título”, 28-VIII-1699, AHBC/Q, Documentos Misceláneos, Nº 29/19. Una Cédula corres-
pondiente no se halla ni en los archivos nacionales de Bogotá y Quito, ni en Madrid; ni siquiera existe un
registro de ella. En 1699 el Consejo de Indias aceptó la extensión de una real “confirmación” del título, con
la condición de que Manuel tuviera que pagar en Quito las tasas vinculadas a la concesión del título, AGI,
Quito, leg. 34 B.
454 Herzog,“La empresa administrativa”, p. 3.
455 Cédula del 27-IV-1700, AHN/M, Consejo, leg. 8.975, Nº 129. La copia del título para el marqués, ricamen-
te elaborada y envuelta en terciopelo, se encuentra en el AHBC/Q, Documentos Particulares, Nº 578.
Pocos años antes Antonio había recibido, igualmente después del pago de una fuerte suma de dinero,
el cargo de gobernador y capitán general de la provincia de Mainas al este de los Andes, del que tomó
posesión en 1700.
456 Real Cédula del título del 26-IX-1745, AHN/M, Consejo, leg. 8.978, Nº 831. Con la suma pagada por
Ramón (y el otro beneficiado) por el título,“que es la cantidad de su estima.ón”, debían pagarse al men-
cionado convento reparaciones urgentemente necesitadas. El convento había podido escoger los can-
didatos para los títulos, AHN/M, Consejo, leg. 8.978, Nº 831 y leg. 2.757, Nº 110 (1741.)
457 AHN/M, Consejos, leg. 11.752, Nº 1; cfr. AGI, Quito, leg. 542. La Real Cédula del título del 6-II-1753 se
encuentra en el “Archivo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas” (Madrid), Guzmán, Títulos
nobiliarios, p. 63. Además, el título está registrado como “asiento de despacho de Vizcondado de Antisana
y de Marqués de Villa Orellana” del 6-II-1753 en AHN/M, Consejos, Libro 625.
En la Real Cédula del marquesado de Selva Alegre, del año 1747 -que Juan
Pío Montúfar, nacido en Granada recibió pocos años antes de tomar
posesión de la presidencia de la Audiencia de Quito (1753)- se señalan
expresamente “la calidad, méritos y circunstancias” de la ya en ese entonces
designado presidente.459
El condado del Real Agrado fue concedido, en el año 1771, a José Anselmo
Villavicencio y Maldonado en reconocimiento por su “lustre, distinguida
calidad y circunstancias” así como por el “celo, aplicación y desinterés”
durante su período como alférez real de Riobamba.460
Para entender los motivos para la concesión del condado de Casa Jijón, que
Miguel de Jijón obtuvo en el año 1784, faltan tanto el título mismo como
otros datos más exactos del contexto de esta distinción.461 Por su
intervención a favor del desarrollo económico de España así como de las
provincias ultramarinas, el conde era un personaje bien conocido en la corte
española y, desde 1776, era miembro de la Sociedad de Amigos del País en
Madrid.462
458 Real Cédula del 16-III-1751, AHBC/Q, Documentos Particulares, Nº 599; cfr. AHN/M, Consejos, lib. 625
(1751).
459 Real Cédula del 13-VII-1747, AHN/M, Consejos, leg. 8.978, Nº 844.
460 Real Cédula del 20-VIII-1771, AGI, Títulos de Castilla, leg. 7 B.
461 La Real Cédula del título no existe en los archivos consultados. Existe, sin embargo, una nota sobre la
extensión de la merced precedente al título con la fecha de concesión de 3-VI-1784 en AHN/M, Consejos,
libro 2.753, Nº 8; cfr. también libro 629, f. 168-168v y Guzmán, Títulos nobiliarios, p. 74. Según José de Larrea, el
nieto de Manuel, el hermano de Miguel, el conde había recibido el título por diversos servicios, entre ellos la
erección, por cuenta propia, de un nuevo barrio en la ciudad española de Málaga, Escrito de Larrea al
Consejo de Indias del 21-XII-1809, AGI, Quito, leg. 221; AGI, Títulos de Castilla, leg. 2.
462 Cfr. Defourneaux,“Un ´ilustrado´quiteño.
463 Título del 6-VIII-1815, AGI, Quito, Títulos de Castilla, leg. 9.
138 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
cuya concesión el virrey había solicitado a las Audiencias de su jurisdicción
propusieran a candidatos idóneos. En el mismo año el Cabildo quiteño había
aprobado la candidatura de Larrea, puesto que los documentos por él
entregados “justifican el antiguo lustre de su Casa, el mérito personal de su
conducta y las facultades que posee”.464 Sin embargo, a causa de las revueltas
políticas y luchas independentistas que estallaron pocos años después en
España y América, los títulos ofrecidos ya no fueron concedidos. No obstante,
en el año 1813 Larrea nuevamente procuró conseguir un título nobiliario,
que finalmente le fue concedido dos años más tarde. El título no estuvo
vinculado a ningún pago anterior, pero se consideró como reconocimiento de
varios gastos financieros que Larrea había realizado para el restablecimiento
del orden público en la ciudad de Quito y en la región, después del
movimiento independentista quiteño de 1809 a 1812, razón por la cual el
presidente interino de la Audiencia, José Toribio Montes, había intercedido a
su favor.465 Por cierto, la concesión del título inmediatamente dio con la
vehemente protesta de una parte de la clase superior quiteña. Algunos
regidores y funcionarios de la Audiencia exigieron el inmediato retiro del
título. Las protestas se fundamentaban en la participación activa de Larrea en
los antecedentes de los movimientos independentistas quiteños, de los que el
Cabildo informó al Consejo de Indias mediante el envío de algunos
documentos oficiales entre los años 1809 y 1812.466 Sin embargo, el Consejo
de Indias negó el retiro del título.467
Por otro lado, en el año 1814 también Pedro Pérez Muñoz solicitó a la
Corona la concesión de un título nobiliario. La argumentación de su
solicitud se basaba exclusivamente en la fidelidad de su familia hacia el rey
durante los movimientos independentistas quiteños, cuando su suegro
Pedro Calisto y Muñoz y el hijo de este, Nicolás, habían sido fusilados por
orden de la Junta de Gobierno quiteña.468 En 1819, Pérez Muñoz recibió la
464 AMH/Q, Nº 137, Actas del Concejo, acta de la sesión de 5-X-1804, fs. 240v-241v.
465 Según Montes, Larrea había donado un total de 6.500 pesos para la reorganización de las fuerzas
armadas, Escrito de Montes al Consejo de Indias del 7-XII-1813, AGI, Quito, leg. 219. Consecuentemente
Fernando VII justificó la concesión del marquesado a Manuel en la Real Cédula del título con los “méritos
y servicios” de éste y “vuestra constante adhesión a mi R.l Persona, y la generosidad con que habéis con-
tribuido en el tiempo de mayor escasez para los gastos y subsistencia de mis ejércitos”, AGI, Títulos de
Castilla, leg. 9.
466 Cfr. para ello el escrito del tesorero de la Real Hacienda, Atanasio Larios, al rey del 22-VII-1816, en el
que éste hacía constar “que los méritos y servicios del citado Larrea, están fundados en haber sido uno
de los principales corifeos de los alzamientos, como miembro de las infames juntas revolucionarias”,
AHBC/Q, Documentos Misceláneos, Nº 4/28; cfr. el escrito del Cabildo al Consejo de Indias del 21-V-1818,
AGI, Quito, leg. 276.
467 Cfr. los diversos documentos del Consejo de Indias de los años de 1817 y 1819, AGI, Quito, leg. 276.
468 Relación de Pedro Pérez Muñoz del 17-II-1817, AGI, Quito, leg. 543.
140 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
Si un título nobiliario no estaba expresamente exento del pago de
determinados derechos en el momento de la concesión o de la herencia,
devengaba el derecho de la media anata así como el pago anual de las lanzas.
La media anata válida para los títulos americanos del período colonial tardío se
ubicaba en 1.220 pesos y un real, con el doble de la suma para sucesores de
una línea colateral de la respectiva familia.473
Desde la publicación de una Real Cédula de Carlos III del año 1773, los
virreyes americanos estaban autorizados oficialmente a extender una
confirmación provisional a los sucesores de los títulos nobiliarios
americanos.474 Sin embargo, solamente con la emisión de una Real Carta de
Sucesión el traspaso se hacía válido, carta que, a su vez, debía ser posterior al
pago de las tasas y derechos debidos, incluyendo eventuales remanentes. Al
mismo tiempo se ofrecía a los nobles la posibilidad de librarse de todas las
futuras exigencias de lanzas mediante un único pago de 10.000 pesos. En
cambio, el título de aquellos nobles que no podían pagar sus deudas, debía
suspenderse hasta que estos o uno de sus descendientes o parientes más
cercanos saldaran las deudas y pagaran además los mencionados 10.000 pesos.
473 Informe del virrey de la Nueva Granada del 28-V-1773, ANC/B, Nº 32, Impuestos Varios, t. IV/7. Además
se cobraba la media anata para el nombramiento de vizconde, que siempre precedía, en forma inme-
diata, la concesión de un condado o marquesado y que del mismo modo se anulaba directamente,
“R.l Ordenanza del dro. de media anata” del 16-II-1696, Nº 18, AGI, Indiferente General, leg. 1.839. En 1631
el pago de las lanzas había sustituido a la obligación de los nobles de alto rango y de las ciudades,
determinada por los Reyes Católicos, de mantener a disposición soldados equipados (lanzas). En el año
1749 un fiscal de la Audiencia de Santa Fe de Bogotá, encargado del cobro de las deudas de lanzas
en el virreinato de la Nueva Granada, elaboró un informe detallado acerca de los fundamentos jurídi-
cos y de la evolución histórica de este derecho en la península ibérica, “Gómez Andrade, Pedro, oidor
decano de la real Audiencia de Quito, juez de ventas y composiciones de tierras, medias anatas, lan-
zas y otros derechos a favor del Real Erario; su orden sobre el cobro de ellos a los Marqueses, Condes y
demás títulos de Castilla que residían en la dicha Real Audiencia. Año de 1748”, documento adjunto
del fiscal, 7-VI-1749, ANC/B, Nº 32, Impuestos Varios, t. I/32, fs. 507v-509; cfr. Atienza Hernández,
Aristocracia, poder y riqueza, p. 50.
474 Acerca de los reglamentos de sucesión del período colonial tardío cfr. las Reales Cédulas del 28-III-
1794 (con la reproducción de la Cédula del 6-IX-1773), AHN/M, Consejos, lib. 1.497, Nº 39, del 6-III-1804;
AHN/M, Reales Cédulas, Nº 1.549, y del 7-VIII-1806, AGI, Indiferente General, leg. 1.839.
475 “R.l Ordenanza del dro. de media anata. 1664”, p. 19, Nº 49 (“Títulos de Italia”), AGI, Indiferente General,
leg. 1.839; cfr. la copia de la Cédula de merced del marquesado de Maenza de mayo de 1625, ANC/B,
Nº 32, Impuestos Varios, t. IV/11, fs. 630-879.
CUADR O 7
476 Una primera investigación de las deudas se había realizado ya a fines de los años 1740, “Gómez de
Andrade, Pedro, oidor decano de la real Audiencia de Quito, juez de ventas y composiciones de tierras,
medias anatas, lanzas y otros derechos (…). Año 1748”, ANC/B, Nº 32, Impuestos Varios, t. I/32.
477 Lista de la Real Contaduría de Quito, 9-VIII-1774, ANC/B, Nº 32, Impuestos Varios, t. IV/11, fs. 766v-769v.
478 Fines de 1761, Informe del tribunal de cuentas de la Audiencia de Santa Fe de Bogotá del 9-IX-1762,
“Borja y Larraspuru, Manuela, vecina de Quito, viuda de Joaquín Maldonado, póstumo poseedor del
Marquesado de Lises; su solicitud de exención del pago de derecho de lanzas por el título nobiliario de
su difunto marido. Año 1762”, ANC/B, Nº 32, Impuestos Varios, t. IV/7, f. 529v. El marquesado de Lises no cons-
ta en la lista de 1774 por falta de documentos en este entonces.
479 Situación en 1768, según el informe del contador general de lanzas y medias anatas del Perú [sic],
Miguel de Arriaga, del 4-XI-1768, “Sobre el dro. de exacción de lanzas del Señor Marqués de Solanda,
deán”, AN/Q, Vínculos y Mayorazgos, exp. 20-VI-1749.
480 Cfr. el poder de Fernando a su pariente Jacinto Sánchez de Orellana y Chiriboga, quien en este enton-
ces se encontraba en Europa, AN/Q, 1ª Notaría (Protocolos), t. 411, exp. 24-X-1775, f. 157-157v.
142 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
arreglo, cuando el rey, después de consultar al Consejo de Indias, propuso al
marqués el pago de 14.000 pesos, con lo cual debían estar saldadas tanto las
lanzas adeudadas hasta el momento, como todas las exigencias futuras. A
raíz de esto, el caso fue cerrado.481
481 Consulta al Consejo de Indias del 15-IX-1781, AGI, Quito, legs. 217 y 277.
482 “Montúfar, Juan Pío, vecino de Quito, hijo del Marqués de Selva Alegre; su pedimento sobre satisfac-
ción de los derechos de media anata y lanzas por el dicho título de su difunto padre”, ANC/B, Nº 32,
Impuestos Varios, t. XVII/35, fs. 955-1012.
483 ANC/B, Nº 32, Impuestos Varios, t. IV/7, f. 507.
484 AGI, Títulos de Castilla, leg. 12 B. La documentación del ANC/B se corta en 1774, a pesar de que en
este momento todavía no se había encontrado solución alguna para la cuestión de las deudas, ANC/B,
Nº 32, Impuestos Varios, t. I/32, fs. 500-528, t. IV/11, fs. 630-879 y t. IV/7, fs. 476-546; AN/Q, 5ª Notaría
(Protocolos), t. 117, exp. 7-IV-1774, fs. 33v-34.
485 “Borja y Larraspurru, Manuela, vecina de Quito, viuda de Joaquín Maldonado, póstumo poseedor del
Marquesado de Lises, su solicitud de exención del pago de derechos de lanzas, por el título nobiliario de
su difunto marido. Año 1762”, ANC/B, Nº 32, Impuestos Varios, t. IV/7, fs. 476-546. La documentación del caso
se corta, sin solución evidente, en el año 1778. En los diversos documentos de la Audiencia o del Cabildo
tanto Manuela como su hijo primogénito Ramón, muy rara vez son denominados marquesa o marqués.
En el año 1748 el primer marqués de Lises, al igual que su nuera Manuela en 1769, fueron todavía anota-
dos con su título en el libro de defunciones de la parroquia de El Sagrario, no así el hijo de Manuela y here-
dero del título, Ramón (1797), Moreno Egas, Vecinos de la Catedral (1704-1800), pp. 60, 155.
144 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
A diferencia, de los caballeros de hábito, en general, la nobleza titulada fue
destacada especialmente en las ceremonias estatales y eclesiásticas públicas,
como por ejemplo en las ceremonias fúnebres por el difunto rey Carlos III
en la primavera de 1789. Según un informe del Cabildo quiteño, la orden
de duelo público en abril del mencionado año, emitida por la Audiencia, se
dirigía expresamente a “el tribunal de esta Real Audiencia, cabildos secular
y eclesiástico, títulos de Castilla, oficiales de la tropa y demás vecindario
noble”.491 Las exequias en la catedral se celebraron en el siguiente mes de
mayo, por parte del “clero secular y regular” en presencia de “los títulos de
Castilla y de toda la nobleza de ambos sexos”.492
Sin embargo, se puede constatar claras diferencias de rango entre los quiteños
poseedores de títulos nobiliarios. Así, las festividades por la coronación de
Carlos IV, que siguieron a las mencionadas ceremonias de duelo por la muerte
de Carlos III, reflejan no solamente la reputación particular prestada por
principio a la nobleza titulada, sino también la jerarquía informal entre los
mismos títulos quiteños. Tal como era usual en las ceremonias públicas
importantes, en la celebración de la coronación de Carlos IV, también
participaron los representantes de los diferentes barrios de la ciudad, cuyas
presentaciones fueron apadrinadas y dirigidas por las “personas más
condecoradas y de primera distinción de la ciudad”.493
491 “Certificación del modo y formación (…), AMH/Q, Nº 134, Actas del Concejo, acta de la sesión de 2-III-
1790, fs. 148v-151v.
492 Cfr. la nota anterior.
493 AMH/Q, Nº 134, Actas del Concejo, acta de la sesión de 2-III-1790; cfr. también el acta de la sesión de
30-VI-1789, fs. 122v-123.
494 Cfr. la descripción de las presentaciones de los diferentes barrios en la “Relación de las fiestas (…),AMH/Q,
Nº 134, Actas del Concejo, acta de la sesión de 2-III-1790, fs. 156v-157v. El marqués de Selva Alegre fue repre-
sentado, por ausencia, por su hijo Javier. También en otros lugares el prestigio social de los títulos fue el moti-
vo para el encargo de funciones especiales. Después del terremoto de 1797, por ejemplo, una junta elegida
por los “nobles y plebeyos” del asiento de Latacunga eligió al segundo marqués de Miraflores como su encar-
gado para los contactos con la Audiencia en lo referente a los trabajos de reconstrucción en el asiento, cfr.
el escrito del escribano de Latacunga, Ramón Batallas, 14-III-1797, AGI, Quito, leg. 403.
495 AN/Q, Fondo Especial. Presidencia de Quito, c. 84, vol. 4, doc. 5.591, exp. 3 a 16-XI-1779, fs. 260-273.
496 Cfr. la nota anterior, fs. 261v-271v.
146 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
Al revés, el ejercicio de altos cargos y la acumulación de riqueza eran
condiciones previas importantes para la obtención de un título nobiliario.
Además, la importancia de la dimensión económica de la posición social se
ha hecho palpable, precisamente, en el caso de las tasas adeudas por algunos
marqueses y condes, puesto que como consecuencia de la Real Cédula de
1773, los títulos de algunos nobles fueron suspendidos permanentemente.
A
l igual que en su origen social y en el número de generaciones
que hasta el momento de su ennoblecimiento habían estado
asentadas en la Audiencia de Quito, se observa una gran
heterogeneidad en la posición de las diferentes familias de la nobleza
titulada quiteña en la época colonial tardía.
Una de las familias más antiguas de la Sierra norte y centro, cuyo apellido
se conservó hasta el siglo XVIII, fue la familia Ponce de León Castillejo, de
la cual surgieron desde fines del siglo XVII los condes de Selva Florida.497
La familia se remontaba hasta Pedro Ponce de León Castillejo, nacido
alrededor del año 1565 en Andalucía y que emigró a América en el siglo
XVI. Desde el año 1593 Ponce de León fue regidor del Cabildo de la
ciudad de Quito.498 A inicios del siglo XVII fue nombrado por el virrey del
Perú corregidor de Quito.499 Con el matrimonio con Isabel de Rivadeneira,
Pedro culminó su integración exitosa en el estrato alto de la ciudad. Su
esposa fue hija del mercader, encomendero y obrajero Rodrigo Rivadeneira
y de Ana de Zúñiga, entre cuyos antepasados se contaba a Francisco de
Arellano, un inmigrante llegado desde la ciudad de Lima después de la
conquista y un importante encomendero del temprano siglo XVII, quien
siempre se autodenominaba como noble español, y quien se había casado
con la hija de un conquistador en Lima.500
497 Acerca de la familia Ponce de León cfr. Ortiz de la Tabla, Los encomenderos de Quito, pp. 275-279, 309-
310 y 327.
498 Libro de Cabildos (1593-1597), acta de 10-XII-1593, pp. 79-80.
499 Libro de Cabildos (1603-1610), acta de 17-VI-1604, p. 125.
500 Ortiz de la Tabla, Los encomenderos de Quito, pp. 271-272.
Hacia fines del siglo XVII el nieto de Pedro, Manuel Ponce de León y
Escobar, recibió el título nobiliario de conde de Selva Florida. Además, en
1685 el hermano de Manuel, el sacerdote Ignacio Ponce de León, fundó un
mayorazgo que en las siguientes generaciones fue heredado conjuntamente
con el condado.504 El sucesor en el condado y el mayorazgo fue inicialmente
el hijo de Manuel, Diego, y luego el hermano de este último, Juan.505
166 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
expediciones de conquista en el Nuevo Reino de Granada. Finalmente el
capitán se avecindó en Pasto, donde en años posteriores su hijo Sebastián
obtuvo una encomienda.506 Hacia mediados del siglo XVII el hijo de
Sebastián, Francisco Pérez Guerrero, se casó con Leonor Fonte y Reynoso,
oriunda de Quito e hija del conquistador Lázaro Fonte.507 Salvador Pérez
Guerrero y Fonte, el hijo de Francisco nacido en Pasto, se instaló en Quito,
donde se casó en 1679 con Francisca Peñalosa y Orozco. Del hijo de ambos,
José (cuarto conde de Selva Florida), el título nobiliario pasó finalmente a
Manuel Guerrero y Ponce de León quien, al igual que sus descendientes, ya
no recibió una confirmación real de su título.
Las familias Montúfar y Larrea, que se contaban entre los representantes más
influyentes de la sociedad quiteña en la época colonial tardía, llegaron a la
Audiencia de Quito desde España, pasando por el Perú.508 Al ser nombrado
protector general de indios de la Audiencia de Charcas, Juan de Larrea
Zurbano, se trasladó hacia fines del siglo XVI de Castro Urdiales, en las
cercanías de Santander en el norte de España, al Alto Perú, donde más tarde
se casó con una descendiente del conquistador del Perú Diego Peralta.509
El hijo de Juan Pío, el segundo marqués Juan Pío Montúfar y Larrea, fue
uno de los personajes más importantes de Quito en la época colonial
tardía. Esta figura central de los movimientos independentistas quiteños
de los años 1809 a 1812, renunció a su título nobiliario en 1814, a favor
de su hijo Francisco Javier. Aunque la renuncia del marquesado fue
reconocida por el presidente de la Audiencia, José Toribio Montes, un
año después Francisco Javier murió, antes de conseguir la confirmación
real necesaria para la sucesión.514 Por lo tanto, en 1819 Joaquín, el
hermano de Francisco, solicitó la sucesión para sí, aunque no pudo tomar
posesión, ya que hasta la definitiva separación de la Audiencia de la
Madre Patria en el año 1822, no se llegó a la elaboración de un
documento real acerca de la sucesión.515 En el año 1815, con José
Manuel de Larrea y Jijón, nieto del ya mencionado José de Larrea y
Dávalos, también una rama de la familia Larrea obtuvo un título
nobiliario, el marquesado de San José.
168 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
3- El marquesado de Villa Rocha
(familias Rocha, Lago de Bahamonde y Carcelén)
516 Lohmann Villena, Los americanos en las órdenes nobiliarias, tomo II, p. 117; Guzmán, Títulos nobiliarios,
pp. 69-71.
517 Gangotena,“Los marqueses de Villarrocha”, p. 94
518 Jurado Noboa, Los descendientes de Benalcázar, tomo 8, pp. 76-79. Por lo tanto, María era una parien-
te (¿hermana?) de Felipa Pérez de Ubillús, la ya mencionada esposa de Francisco Ponce de León (con-
dado de Selva Florida).
519 AN/Q, 1ª Notaría (Protocolos), t. 428, exp. 21-X-1781, f. 423v-424; cfr. también AN/Q, 6ª Notaría (Juicios),
exp. 16-V-1788.
520 Cfr. la prueba de legitimidad e hidalguía de sangre presentada por Clemente Sánchez de Orellana,
el tataranieto de Álvaro, para su entrada a la Orden de Santiago, Lohmann Villena, Los americanos en las
órdenes nobiliarias, tomo I, p. 386; cfr. Jurado Noboa, “El destino del oro”, pp. 60-61. Acerca de la familia
Sánchez de Orellana en general cfr. Anda Aguirre, Los marqueses de Solanda.
521 AGI, Quito, legs. 124, 194, 195 B, 224, 231, 374; Indiferente General, leg. 1.339.
522 En un texto idéntico en todas las relaciones de la familia acerca de los antepasados comunes se dice:
“Siendo de los primeros pobladores de la expresada provincia [de Mainas], dieron el nombre de Orellana
al gran Río de las Amazonas”. Acerca de Francisco de Orellana y su expedición al Amazonas así como
acerca de las denominaciones del río en el siglo XVI cfr. Rodríguez, El descubrimiento del Marañón, pp. 70-
77; Pérez, El descubrimiento del Amazonas.
523 Además, Orellana estaba emparentado con la familia de los conquistadores peruanos Francisco y
Gonzalo Pizarro, radicada en Trujillo, Pérez, op. cit., p. 58 (nota 1). Acerca de las familias españolas de los
Orellana y los Pizarro cfr. Gerbet, La noblesse dans le royaume de Castille,, pp. 367-374, y los cuadros gene-
alógicos en el anexo de la monografía de Gerbet.
170 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
Quito. En el siglo XVII, en cambio, Clemente Sánchez de Orellana y
Goyas, el padre del ya nombrado gobernador de Mainas, había trazado sus
orígenes desde un hidalgo español llamado Gonzalo Sánchez.524
524 Esto se desprende de una relación de méritos de la Audiencia de Quito acerca de Clemente, fecha-
da en 1715, Herzog,“La empresa administrativa”.
525 Entre otros el de alcalde de Zaruma y de Loja, Herzog,“La empresa administrativa”.
526 Según la leyenda Antonio encontró un tesoro indígena, Herzog,“La empresa administrativa”.
527 En el año 1733, cuando Clemente Sánchez de Orellana y Riofrío, el futuro primer marqués de Villa
Orellana, se casó en Quito con Javiera Antonia Chiriboga y Luna, este enlace fue más bien de un nivel
socialmente dudoso para la muy prestigiosa y acaudalada familia Chiriboga. Según Jurado Noboa esto
se debía a los rumores, todavía vigentes en el siglo XIX, acerca de un supuesto humilde origen de
Clemente, entre cuyos antepasados se pretendía haberse encontrado a un negro, Jurado Noboa, Un
vasco-aragonés, p. 163.
528 Relación de méritos de Pedro Javier Sánchez de Orellana y Góngora, 10-VII-1739 AGI, Quito, leg. 224.
529 El tercer marqués de Solanda, Fernando Félix Sánchez de Orellana, fue presidente de la Audiencia de
1745 a 1753 para posteriormente, después de su ordenación sacerdotal, ser nombrado deán de la cate-
dral en el año 1756.
530 AN/Q, Testamentarías, exp. 28-VI-1791, f. 1; AN/Q, 2ª Notaría (Juicios), exp. 8-VIII-1803; AN/Q, Vínculos y
Mayorazgos, exp. 7-VIII-1736, f. 20.
531 “Expediente de D.n Jacinto Sánchez de Orellana sob.e q.e se le dé posesión del título de Marq.s de Villa
Orellana por tener satisfecho la media anata y demás dros.”, AN/Q, Vínculos y Mayorazgos, exp. 14-I-1788.
532 “Expediente promovido p.r el Dor. D.n José Sánchez de Orellana, solicitando se le ponga en posesión
del título de Marqués de Villa Orellana, en virtud de sucesión a su finado padre, el Sor Marqués de este
título, D.n Jacinto Sánchez”, AN/Q, Vínculos y Mayorazgos, exp. 14-I-1788. En el registro de defunciones de
la parroquia El Sagrario José está anotado sin el título de marqués, Moreno Egas, Vecinos de la Catedral
(1801-1830), p. 128.
533 Acerca de Silvestre Sánchez cfr. la “Información de nobleza del coronel don Ignacio Flores, presiden-
te de la Real Audiencia de Charcas”, 6-X-1746, AHBC/Q, Documentos Misceláneos, Nº 14/19.
534 Lohmann Villena, Los americanos en las órdenes nobiliarias, tomo II, p. 328.
172 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
basado principalmente en los bienes raíces adquiridos por el mismo Antonio
en Ambato y Latacunga, le posibilitó la adquisición del título nobiliario de
marqués de Miraflores. Cuando Antonio murió en 1751, el título pasó a su
hijo Mariano Flores y Jiménez, nacido en Latacunga.
541 Documentos para la historia, tomo VIII, pp. 16-17. Acerca de los cargos en Riobamba y Quito cfr.
Guzmán, Títulos nobiliarios, p. 35
542 Guzmán, op. cit., p. 34; AMH/Q, nos. 126 y 127, Actas del Concejo (1742-1747 y 1748-1754).
543 “Borja y Larraspurru, Manuela, vecina de Quito, viuda de Joaquín Maldonado, póstumo poseedor del
Marquesado de Lises, su solicitud de exención del pago de derechos de lanzas, por el título nobiliario de
su difunto marido. Año 1762”, ANC/B, Nº 32, Impuestos Varios, t. IV/7, fs. 476-546.
544 Cfr. las relaciones de méritos de la familia Jijón en AGI, Quito, legs. 124, 194 y 195.
545 Lohmann Villena, Los americanos en la órdenes nobiliarias, tomo I, p. 172.
546 Cfr. Tyrer, Historia demográfica y económica, pp. 54-55.
174 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
un primer momento, puesto que su hermano Manuel no demostró interés
alguno en la sucesión. En su testamento de 1799 Manuel dejó el título a su
hijo Joaquín o, en caso de la declinación por parte de este, a su nieto José
de Larrea y Jijón.547 En vista de que Joaquín no evidenció ningún interés
en la sucesión del condado, en 1801 José de Larrea reclamó el título para
sí.548 Sin embargo, algunos años más tarde, Francisco de Jijón, otro hijo
de Manuel de Jijón y León, pretendió la sucesión. Finalmente, con la
independencia de la Audiencia de España, se volvió obsoleta la
investigación iniciada por el Consejo de Indias acerca de las pretensiones
concurrentes al título.549
552 El abogado quiteño doctor Juan José Boniche y Luna quien, después de la muerte de Manuel, redac-
tó el testamento de éste, solamente remitió a la reivindicación de Manuel al título sin calificarlo como mar-
qués, AN/Q, 1ª Notaría (Protocolos), t. 434, exp. 2-IV-1791, f. 28-30v. En la lista de defunciones de la parro-
quia El Sagrario, en cambio, Manuel está registrado como marqués de Maenza, a diferencia de su herma-
no Gregorio, fallecido cuatro años después, Moreno Egas, Vecinos de la Catedral (1704-1800), p. 160.
553 “Testimonio de posesión del Marqués de Maenza”, 7-VIII-1796, AHBC/Q, Documentos Particulares, Nº
654. En este documento los padres de Juan José son señalados como marqueses de Maenza; cfr. AN/Q,
Vínculos y Mayorazgos, exp. 18-II-1794, f. 113.
554 “Resumen. Consejo de Indias, 10 de sept.re de 1807”, AGI, Quito, leg. 219; AHBC/Q, Documentos
Particulares, Nº 659, f. 3v; cfr. también Nº 560.
555 AGI, Quito, leg. 195 B.
556 “Relación de méritos (…)”, 10-VI-1769, AGI, Quito, leg. 195 B; leg. 224; cfr. Larrea, Fichero histórico, pp.
166-167, 176.
176 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
1789 Juan Fernando fue enterrado en Quito.557 Para el resto del período
colonial, el título nobiliario quedó suspendido a causa de las tasas
adeudadas relacionadas con él.
559 Acerca de la estructura administrativa de la audiencia cfr. en primer lugar la introducción muy general
de Pareja Diezcanseco, Las instituciones, pp. 175-287; para el siglo XVII el estudio de Phelan, The Kingdom of
Quito. Una visión detallada de los cargos administrativos de la audiencia en el período colonial tardío ofrece
la “Relación exacta y circunstanciada de todos los empleos políticos de Real Hacienda y Militares (…)” del
año 1786.A diferencia de la administración financiera, las Reformas Borbónicas no llevaron a cambios profun-
dos en el sector político administrativo. El intento de establecer, siguiendo el ejemplo de la metrópoli, el siste-
ma de intendentes en la jurisdicción de la Audiencia quedó detenido en sus inicios, a diferencia de otras
regiones del imperio colonial. El Corregimiento de Quito fue disuelto mediante Real Cédula de 7-IX-1781 y las
competencias relacionadas con el cargo de corregidor fueron asignadas al presidente de la Audiencia,AGI,
Quito, leg. 217 a). Además se redujo la jurisdicción del gobernador, cargo asociado al de la presidencia de
la Audiencia, a la Sierra norte y central, mediante el establecimiento de las gobernaciones de Guayaquil
(1773) y Cuenca (1777).Acerca de la organización administrativa de la época colonial tardía cfr.Terán Najas,
Los proyectos, pp. 57-100; Washburn, The Bourbon Reforms, pp. 102-122; para la totalidad de la América espa-
ñola Pietschmann, Die staatliche Organisation, pp. 164-169.
560 La Audiencia de Quito abarcaba,fuera de los cargos de presidente y gobernador que se ejercía en unión
personal, el tribunal, la Real Hacienda, diferenciada en ramos y distritos así como diversos secretarios y demás
personal auxiliar. Cfr. la lista detallada de los cargos y funcionarios de la Audiencia quiteña en el año 1786 en
la “Relación exacta y circunstanciada”, pp. 65-72. Una visión general de la forma de trabajo de las audien-
cias y las competencias de los diferentes cargos ofrece Pietschmann, Die staatliche Organisation, pp. 116-119,
122-123; un estudio excelente acerca de una Audiencia y sus funcionarios y que integra los aspectos de his-
toria institucional y social ofrece, con el ejemplo de Buenos Aires, Socolow, The Bureaucrats.
561 Burkholder y Chandler, From Impotence to Authority, Appendix V. Una excepción para todo el período
colonial representó el nombramiento en el año 1744, del posterior tercer marqués de Solanda, Fernando Félix
Sánchez de Orellana, como presidente de la Audiencia. Fue en cierto modo, la expresión del especial influjo,
así como de los recursos financieros de la familia, que tanto antes, como después, recibió de la Corona car-
gos prestigiosos en la administración colonial. El cargo de presidente, otorgado gracias a la intermediación
de un consejero de la Corona y que fuera ejercido por Fernando de 1745 a 1753, le costó al futuro marqués
las suma de 26.000 pesos, fuera de otros 1.000 pesos que debió pagar a causa de su vecindad en el lugar, lo
que normalmente no se permitía para cargos tan importantes, Herzog, “La empresa administrativa”, p. 9. El
sucesor de Sánchez de Orellana fue, en el año 1753, el primer marqués de Selva Alegre.
178 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
la Corona, la mayor independencia posible de los intereses locales y
regionales y una competencia profesional básica.562
562 Cfr. Burkholder, “Bureaucrats”. Ya en el temprano siglo XVIII la Audiencia quiteña negó a Juan Bautista
Sánchez de Orellana, hijo del primer marqués de Solanda, Antonio Sánchez de Orellana, el acceso al cargo
de oidor de la Audiencia, que éste había adquirido anteriormente por compra, puesto que solamente había
estudiado derecho canónico, mas no civil, Herzog “¿Letrado o teólogo?”. Juan Dionisio de Larrea, oidor del tri-
bunal desde 1714,a pesar de la oposición de la Audiencia quiteña, fue destituido de su cargo en 1717 por una
orden real, después de haberse comprobado que Juan había obtenido su título de licenciado en leyes en la
Madre Patria, sin haber asistido anteriormente a un solo curso, Herzog,“De la autoridad al poder”.
563 Cfr. su “Relación de méritos (…)”, 21-XI-1804, AGI, Quito, leg. 231.
564 El prestigio público y la competencia en asuntos jurídicos de Quiñones se demostraron además en el
año 1782, cuando Manuel y José de Jijón y León, dos hermanos del difunto Conde de Casa Jijón, Miguel
de Jijón, le nombraron como “juez arbitro y amigable componedor” en un pleito con el primer marqués
de Villa Orellana, Clemente Sánchez de Orellana, para evitar un juicio y un eventual escándalo público,
AN/Q, 1ª Notaría (Protocolos), t. 419, exp. 28-I-1782, fs. 226-228. En el año 1779 Quiñones aspiró al cargo de
oidor en una de las Audiencias del imperio colonial, AN/Q, Fondo Especial. Presidencia de Quito, c. 18, t.
123, exp. 4.012, fs. 36-47.
565 Gregorio Joaquín Sánchez de Orellana adquirió el cargo en 1764 por remate y obtuvo, tres años después,
la confirmación real de su cargo,“Relación exacta y circunstanciada”, p. 67; cfr. AN/Q, 3ª Notaría (Protocolos),
t. 59, exp. 12-XI-1764, fs. 338v-348. En 1795, después de la muerte de Gregorio Tomás de León adquirió en rema-
te el cargo por 27.000 pesos, AN/Q, 6ª Notaría (Protocolos), t. 114, exp. 10-I-1795, fs. 6v-7v. En el año 1775 Joaquín
Tinajero y Larrea adquirió en remate para su hijo Fernando el cargo de escribano de cámara y gobierno, para
lo cual pagó 16.000 pesos, AN/Q, 6ª Notaría (Protocolos), t. 92, exp. 31-III-1775, f. 237v-238v.
566 Felipe había pagado 764 pesos y 5 ? reales, AN/Q, 6ª Notaría (Protocolos), t. 114, exp. 6-V-1800, fs. 59v-
60; 1ª Notaría (Protocolos), t. 456, exp. 21-II-1804, fs. 85-85v.
567 Para Villavicencio este cargo estaba unido con un salario anual de 1.400 pesos, tanto más importan-
te en cuanto no disponía de ingresos personales, AGI, Quito, leg. 226.
568 En 1651 Juan de Lago Bahamonde había obtenido este cargo, como juro de heredad, del rey Felipe IV
en Madrid mediante el pago de 13.500 pesos. Desde Pablo Carcelén y Lago de Bahamonde el cargo esta-
ba en manos de los marqueses de Villa Rocha. A inicios del siglo XIX el cargo fue colocado de nuevo direc-
tamente bajo la administración de la Corona y los 13.500 pesos fueron devueltos a la familia Carcelén,
AN/Q, 3ª Notaría (Protocolos), t. 80, exp. 31-VIII-1804, fs. 1.41v [después de f. 288v]; cfr. el testamento del mar-
qués, José Carcelén y Pérez de Ubillús, AN/Q, 3ª Notaría (Protocolos), t. 80, exp. 31-VIII-1804, fs. 15-28v.
180 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
Fuera de los elevados salarios del presidente y de los oidores de la
Audiencia (6.000 y 3.300 pesos por año, respectivamente) la mayoría de
las remuneraciones de los funcionarios reales, con excepción de algunos
jefes de sección, rara vez excedían los 1.000 pesos o consistían
exclusivamente, como en el caso de los diversos notarios y secretarios, en
las tasas cobradas por el ejercicio de sus funciones.569
Entre 1755 y 1770 José de Larrea Zurbano y León presentó un total de cinco
candidaturas a un Corregimiento, pero no fue tomado en cuenta.572 En el
período colonial tardío el porcentaje de corregidores criollos nacidos en el
ámbito de la Audiencia, se redujo aún más. En suma, cinco corregidores del
período colonial tardío procedían de las familias de la nobleza titulada quiteña;
uno de estos, Manuel Diez de la Peña (marquesado de Lises), originalmente se
había trasladado desde Cartagena a la Audiencia de Quito por el
nombramiento como corregidor de Ibarra. Posteriormente y por orden real
actuó dos veces más como corregidor, primero en Ibarra y luego en Otavalo.573
569 “Relación exacta y circunstanciada”, pp. 65-83. Según una copia del título original, el cargo de teso-
rero de la Santa Cruzada perteneciente a la familia Carcelén, proporcionaba inicialmente una renta
anual de 1.600 pesos, AN/Q, 1ª Notaría (Protocolos), t. 392, exp. 20-VI-1651, fs. 284-298. En 1751 la renta fue
elevada, mediante Real Cédula, a 2.647 pesos,“Relación exacta y circunstanciada”, p. 78.
570 Los corregidores, cuyo período normal estaba fijado en cinco años, ejercían la jurisdicción de prime-
ra instancia en sus distritos. Además estaban presentes en los cabildos de las ciudades y villas e influían
directamente en los asuntos administrativos y económicos de sus distritos, cfr. Pietschmann, Die staatliche
Organisation, pp. 128-131.
571 En la época colonial tardía, un solo miembro de las familias nobles estudiadas aceptó un cargo fuera
de la jurisdicción de la Audiencia de Quito, a saber, Ignacio Flores y Jiménez, quien fue nombrado presi-
dente de la Audiencia de Charcas (Alto Perú) y posteriormente se instaló en Buenos Aires,“Inventario de
Consultas, 1760-1820”, Madrid, 6-VI-1791, AGI, Quito, 217.
572 Las candidaturas de Larrea se referían a los corregimientos de Chimbo, Latacunga, Ibarra y Riobamba
así como Loja en la Sierra sur,“Relación de méritos (…)”, AGI, Quito, leg. 277.
573 “Relacion de los meritos, y circunstancias de D. Manuel Diez de la Peña (...)”, Madrid, 26-VI-1770, AGI,
Quito, leg. 377.
182 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
algunos regidores no tomaban muy en serio sus obligaciones y que faltaban
a las sesiones con alguna frecuencia.578
Mientras los ocupantes de las alcaldías ordinarias, elegidas cada año por el
Cabildo, no necesariamente debían ser miembros del Cabildo, algunos otros
cargos municipales estaban ligados a una regiduría. A estos pertenecía el
cargo de alférez real, especialmente prestigioso, al igual que el de alguacil
mayor, que ejercía el poder policial municipal y bajo cuyas órdenes se
encontraba la cárcel del Cabildo. Ligado a una regiduría estaba también el
cargo de fiel ejecutor, quien debía preocuparse de los intereses económicos de
la ciudad y controlaba los mercados así como los precios, las medidas y los
pesos. El alcalde provincial de la Santa Hermandad, finalmente, estaba
encargado, en apoyo a los alcaldes ordinarios, de la administración de justicia
en primera instancia y de la ejecución del control policial en las zonas rurales.
578 Cfr. las reclamaciones respectivas en AMH/Q, Nº 140, Actas del Concejo, acta de la sesión del 20-I-
1815, fs. 40-40v.
579 Desde 1769 los presidentes de la Audiencia designaban anualmente otros cuatro alcaldes de barrio,
quienes debían aligerar la tarea de los alcaldes ordinarios al hacerse cargo de la funciones policiales y
la administración de justicia en los barrios periféricos, cfr. las instrucciones para estos alcaldes emitidas en
el año 1779 por el presidente José García de León y Pizarro, AMH/Q, Nº 132, Actas del Concejo, acta de
la sesión del 1-I-1779, fs. 92-94v. Según el deseo del presidente los propietarios de estos nuevos cargos de-
bían también ser tomados en cuenta en mayor medida para la elección de los alcaldes ordinarios, lo
cual, sin embargo, casi no fue observado por los respectivos miembros capitulares. En total hubo cinco
alcaldes de barrio de entre las familias de la nobleza titulada quiteña.
Entre 1765 y 1812, un total de sólo ocho miembros de las familias de los
condes y marqueses quiteños ocupaba una de las 14 regidurías llanas del
Cabildo quiteño otorgadas de por vida. Además, tres de estos regidores, de
las familias Maldonado, Román (marquesado de Solanda) y Larrea
Montúfar, heredaron su regiduría o la recibieron por cesión de un pariente.
En vista de los sucesos políticos en la metrópoli, entre 1812 (el año del
fracaso del movimiento independentista quiteño) y el año 1822, la
composición del Cabildo quiteño cambió más de una vez. Tanto en el
año 1815, como consecuencia de la restauración del reinado de Fernando
VII el año anterior, como en el año 1822, a causa de la “revolución
liberal” del año precedente en la península ibérica, el Cabildo recibió
órdenes de realizar nuevas elecciones en forma inmediata. También en
estos años la nobleza titulada quiteña estuvo representada en el Cabildo
por varios miembros.
580 A causa del violento terremoto del año 1797, que aniquiló por completo la villa de Riobamba, la tota-
lidad de las actas del Cabildo fue destruida. Únicamente las actas del año 1797 mismo se han conserva-
do. Fuera de esto faltan, sin embargo, también las actas de los años siguientes hasta fines de los años vein-
te del siglo XIX, AM/R.
581 Toda una serie de otros cargos, desde el administrador de las finanzas municipales hasta el portero,
igualmente se entregaban en forma anual, cfr. AMH/Q, Nº 129, Actas del Concejo, acta de la sesión del
2-I-1765, fs. 160-161v.
184 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
En todo el período aquí estudiado, fuera de los miembros de las familias de
los marquesados y condados quiteños, otros numerosos criollos y
peninsulares de prestigio o de menor renombre ostentaron cargos en el
Cabildo. Esta institución mostraba una composición social bastante
heterogénea y no puede ser considerada en su globalidad como un
elemento para la formulación y realización de intereses de un grupo
o estrato homogéneo.582
Más allá del prestigio social y del influjo directo de algunos regidores y
funcionarios municipales, al Cabildo usualmente le competían algunas
funciones importantes en la administración de la economía urbana y rural y
en la conservación del orden público general en la ciudad.583 Para la ciudad
en general, así como para las familias económicamente dominantes, fueron
significativas especialmente las funciones económicas del Cabildo.584 El
Cabildo disponía de 30 pulperías, pequeñas tiendas con venta de bebidas
alcohólicas, cuyas rentas respectivas fueron cedidas anualmente a los
diferentes capitulares del Cabildo, al presidente y a los funcionarios del
tribunal de la Audiencia, así como a algunos vecinos respetados, en su
mayoría viudas necesitadas.585
582 Esto sugiere, sin embargo, el estudio de Porras, La élite quiteña. Cfr., en cambio, los conflictos relacio-
nados con la ocupación de los cargos municipales y que no siempre siguieron por la línea de confronta-
ción criolla-peninsular, pp. 64-70.
583 Para el Cabildo quiteño y sus miembros existe, hasta el momento, únicamente la anteriormente men-
cionada tesis de maestría de Porras. Para su trabajo la autora ha revisado las actas del Cabildo; para su
análisis de la función del Cabildo y de la base económica de diferentes miembros se basa, sin embargo,
mayoritariamente en la bibliografía general acerca de la historia social y económica de la ciudad y de
la Audiencia, así como en estudios específicos de los cabildos de otras regiones del imperio colonial.
Acerca de la función económica y social de los cabildos coloniales cfr. los análisis clásicos de Moore, The
Cabildo in Peru Under the Hapsburgs y The Cabildo in Peru Under the Bourbons; además Liehr, Stadtrat und
städtische Oberschicht; Krüger, Der Cabildo von Asunción.
584 Cfr. para las funciones económicas del Cabildo en general Domínguez y Compañy, “Funciones eco-
nómicas”.
585 AMH/Q, Actas del Concejo, Nº 129, acta de la sesión del 5-II-1765, fs. 164-165v.
Para garantizar en el período colonial tardío el cada vez más difícil abasto de
carne de la ciudad, el Cabildo, en la década de 1760 dio paso al arrendamiento
de una parte de los ejidos de la ciudad situados al norte (ejido de Ananquito) y
al sur (ejido de Turubamba) y que con frecuencia se utilizaba de manera ilegal
por parte de las comunidades indígenas o las haciendas privadas colindantes.
Entre los numerosos arrendatarios de los ejidos se encontraban, en el período
colonial tardío, muchos miembros de la nobleza titulada quiteña.587
Entre las haciendas colindantes con los ejidos se encontraba también una
propiedad de los marqueses de Villa Orellana. Cuando el primer marqués,
Clemente Sánchez de Orellana, instaló una acequia en un potrero en el ejido
arrendado por el Cabildo, este le exigió el desmantelamiento de la instalación,
puesto que afectaba el abastecimiento de agua de la ciudad.590 Además, el
marqués había ocupado más tierras de las que le correspondían según el
186 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
contrato de arrendamiento.591 A pesar de varias amenazas de quitar la acequia a
la fuerza, el procedimiento ilegal del marqués quedó sin castigo. El potrero
arrendado por él, sólo en 1780 fue concedido nuevamente en arrendamiento. El
nuevo arrendatario se llamaba Manuel Diez de la Peña, marido de Juana
Maldonado, una sobrina del primer marqués de Lises, Ramón Joaquín
Maldonado.592 En cambio, los intrusos indígenas de los pueblos colindantes con
los ejidos siempre fueron expulsados de inmediato; se destruían los campos
plantados por ellos, se mataba el ganado y se quemaban las chozas.593
591 AMH/Q, Actas del Concejo, Nº 131, acta de la sesión del 13-X-1774, f. 109-109v.
592 AMH/Q, Actas del Concejo, Nº 131, acta de la sesión del 7-VII-1780, f. 173-173v.
593 En 1768, en el curso de una visita del ejido de Turubamba se quemaron todas las casas y chozas de los
indígenas allí encontradas. A los intrusos españoles, en cambio, únicamente se les exigía que abandonaran
el ejido, conjuntamente con la amenaza, en caso de no observar la orden, de cobrar por el período de ocu-
pación ilegal de las tierras comunes. Entre los usuarios ilegítimos del ejido se encontraban, en el año mencio-
nado, también la segunda marquesa de Lises, Manuela de Borja, y el séptimo marqués de Maenza, Gregorio
Eugenio Matheu, AMH/Q, Nº 130, acta de la sesión del 16-IX-1768, fs. 52-53.
594 Cfr. la lista del año 1795 de los censos a favor del Cabildo en AHBC/Q, Documentos Misceláneos, Nº
7/25, fs. 284-292.
595 Cfr. el Cuadro I. Para los conceptos estamentales mencionados cfr. además la carta del “estado ecle-
siástico y secular del asiento de Latacunga” al rey del 8-I-1758, AGI, Quito, leg. 279. Acerca de la posición
social del clero en el imperio colonial en general cfr. Ganster,“Churchmen”, p. 142.
596 Acerca de la organización de la Iglesia y de las órdenes religiosas en la América española cfr. en
general Dussel (ed.), Historia general de la Iglesia. En forma análoga a la administración estatal del distri-
to de la Audiencia de Quito, también la organización eclesiástica se diferenció más. En 1779 el obispado
de Quito se redujo mediante la reciente fundación del obispado de Cuenca, cuyo administración incluía,
fuera de la Sierra sur, también la región costera con Guayaquil y Portoviejo, cfr.“Estado que manifiesta los
curatos que comprenden los obispado de Quito y Cuenca”, 18-IV-1787, AGI, Quito, leg. 381.
597 Cfr. AGI, Quito, legs. 195 A, 195 B y 579. En el período colonial tardío el Cabildo eclesiástico quiteño incluía,
fuera del obispo, a otras cinco dignidades, además a seis canónigos y, en el último escalafón de esta jerar-
quía, a seis poseedores de canonjías, a saber, cuatro raciones y dos medias raciones, “Estado de la Ig.a
Catedral de Quito en este año de 1767”, AGI, Quito, leg. 195 B; cfr. la composición del Cabildo eclesiástico
en el año 1789, AMH/Q, Alcabalas y Estancos, t. 1, f. 349. Acerca de los diferentes cargos del Cabildo ecle-
siástico colonial cfr. Dussel (ed.), Historia General de la Iglesia, vol. 1/1, pp. 529-530.
598 AN/Q, 1ª Notaría (Protocolos), t. 392, exp. 1-X-1765, fs. 188v-192v; AGI, Quito, legs. 579 y 195 B. El cargo
de deán era la segunda dignidad después de la del obispo.
599 AGI, Quito, leg. 195 B.
600 El chantre estaba a cargo de la música sacra y la liturgia. Disponía de una renta anual de 2.000 pesos,
AGI, Quito, legs. 195 A y 195 B. Los salarios de los miembros del Cabildo eclesiástico oscilaban, fuera del
exorbitante salario del obispo de 24.000 pesos, entre 2.500 pesos (para el deán) y 550 pesos (para las
medias raciones),“Estado de la Ig.a Catedral de Quito en este año de 1767”, AGI, Quito, leg. 195 B.
188 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
Por debajo del nivel del Cabildo eclesiástico, los curatos constituían los
cargos más prestigiosos de la jerarquía eclesiástica. En el período
colonial tardío de las filas de la nobleza titulada quiteña varios
miembros de las familias Carcelén, Jijón, Quiñones, Larrea, Guerrero
Ponce de León, Tinajero (condado de Selva Florida) y Román
(marquesado de Solanda) ostentaban curatos que se extendían por casi
toda la Sierra norte y central, así como por los corregimientos de los
Pastos y Barbacoas de la gobernación de Popayán.601
601 La ciudad de Barbacoas y la provincia de los Pastos constituían las vicarías más septentrionales del
obispado de Quito, “Estado que manifiesta los curatos que comprenden los obispado de Quito y
Cuenca”, 18-IV-1787, AGI, Quito, leg. 381. No dispongo de una información sistemática acerca del tipo
y del monto de los ingresos de los párrocos y sacerdotes.
602 Cfr. Ganster,“Churchmen”, p. 114.
603 Las capellanías laicas, independientes de la administración eclesiástica, constituían, fuera de los
mayorazgos, una posibilidad adicional de vincular dinero y bienes a largo plazo y a través de las genera-
ciones a una sola familia, Ganster “Churchmen”, p. 146. Casi siempre la fundación de capellanías y el nom-
bramiento de capellanes se registraban en las notarías urbanas, AN/Q, Notarías (Protocolos).
604 AN/Q, 1ª Notaría (Protocolos), t. 425, exp. 15-IV-1785, fs. 68-89; exp. 15-IV-1785, fs.69-71v; exp.20-IV-1785,
fs. 72v-74; exp. 21-IV-1785, fs. 74-75; exp. 24-V-1785, fs. 104v-106v.
605 AN/Q, 1ª Notaría (Protocolos), t. 428, exp. 18-IX-1787, fs. 224-226.
606 Testamento en virtud de poder hecho por su hermano Fernando Félix, AN/Q, 1ª Notaría (Protocolos), t.
398, exp. 5-XII-1771, f. 551-551v.
607 Testamento, AN/Q, 6ª Notaría (Protocolos), t. 119, exp. 21-XI-1803, fs. 115v-124v
190 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
Orellana en el monasterio del Carmen de la nueva fundación, conocido
ahora como el Carmen Bajo.
608 Testamento en virtud de poder hecho por su hermana Mariana, AN/Q, 1ª Notaría (Protocolos), t. 428,
exp. 18-III-1788, fs. 382-389v; cfr. Anexo III.
609 Testamento de Mariano, AN/Q, 1ª Notaría (Protocolos), t. 447, exp. 28-VII-1797, fs. 83v-85v.
610 Fuera de ésta también la capacidad intelectual especial o el conocimiento de un idioma indíge-
na se consideraban como condición alternativa o adicional para la ordenación, cfr. Ganster,
“Churchmen”, pp. 145-146.
611 Testamento en virtud de poder hecho por el tío de José, Diego Sánchez de Orellana, AN/Q, 1ª
Notaría (Protocolos), t. 411, exp. 21-VIII-1777, f. 116-116v. El censo de capellanía dotado de 12.000 pesos
debía colocarse en la hacienda y obraje de José, ubicado cerca de Pujilí (Latacunga) y proporcionar
a su capellán una renta anual de 360 pesos (el 3 % de su valor total). Como primer patrón estaba pre-
visto el mismo Diego.
Por otra parte, entre los funcionarios del Cabildo eclesiástico y de los
curatos se pueden observar -en el imperio colonial español y a diferencia de
los cargos y rangos de la administración estatal y de las milicias- numerosos
casos de imponentes carreras en la jerarquía eclesiástica. En principio, la
carrera eclesiástica se orientaba en el caso de los curatos, desde las
parroquias rurales hacia los centros, hasta las parroquias de las grandes
ciudades; y de las parroquias más importantes hacia un curato o un cargo
inferior en un Cabildo eclesiástico; finalmente, al interior de estos cabildos,
desde los cargos inferiores hacia los superiores.613
612 Sin embargo, en la práctica el aspecto de la formación también dependía en gran medida de los
medios económicos de un candidato, puesto que tanto la formación escolar como los estudios universi-
tarios exigían sacrificios financieros mayores, que solo en contados casos podían ser cubiertos por becas
de las diferentes instituciones educativas, cfr. Ganster,“Churchmen”, pp. 144-145.
613 Ganster,“Churchmen”, pp. 155-156.
614 El ascenso de medio racionero a chantre significaba al mismo tiempo el incremento de los ingresos
anuales de 550 a 2.000 pesos, AGI, Quito, legs. 195 A y 195 B. El maestrescuela enseñaba “gramática”
(del trivium) y otorgaba los títulos de doctor de la Universidad, Dussel (ed.), Historia general de la Iglesia,
vol. 1/1, p. 530.
192 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
Religiosos y monjas
Algunos clérigos y laicos de las familias nobles aquí tratadas tenían -fuera
de los mencionados cargos y funciones en la jerarquía eclesiástica y las
615 Cfr. en el Anexo II las monjas pertenecientes a las familias Matheu, Villavicencio, Chiriboga (condado del
Real Agrado), Larrea, Carcelén, Guerrero Ponce de León y Sánchez de Orellana (marquesado de Solanda).
616 Entre éstas se encontraban también las hijas naturales, como por ejemplo la monja del monasterio de
Santa Clara, Nicolasa de San Antonio, una hija natural de conde de Casa Jijón, Miguel de Jijón, AN/Q, 1ª
Notaría (Protocolos), exp. 24-XI-1777, fs. 108v-109.
617 En 1807 Josepha Matheu y Aranda dejó por su testamento a su hermana Antonia del Espíritu Santo,
religiosa del monasterio de la Concepción, una esclava mulata, AN/Q, 3ª Notaría (Protocolos), t. 80, exp.
19-XII-1807, f. 222v. También la monja Juana de la Encarnación Carcelén tenía su propia criada,
Testamento del padre de Juana, José Carcelén, cuarto marqués de Villa Rocha, AN/Q, 3ª Notaría
(Protocolos), t. 80, exp. 31-VIII-1804, f. 21v. En 1763 el primer marqués de Villa Orellana, Clemente Sánchez
de Orellana compró una celda (con cocina incluida) en el monasterio de Santa Clara en 500 pesos,
AN/Q, 5ª Notaría (Protocolos), t. 113, exp. 8-XI-1763, fs. 297-298v. La séptima marquesa de Maenza, Mariana
de Aranda, dejó a su vez una celda de varios miles de pesos de valor, testamento, AN/Q, 1ª Notaría
(Protocolos), t. 441, exp. 16-XII-93, fs. 86-99v.
La reforma de la milicia, realizada entre 1779 y 1784 por parte del presidente
de la Audiencia José García de León y Pizarro -con la cual se estableció por vez
primera un amplio sistema de milicias en toda la jurisdicción- tuvo una
importancia decisiva para la estructura militar del distrito, y para el acceso de
las familias criollas a altos cargos militares.620 En el plazo de dos años se
formaron en la Sierra norte y central diferentes regimientos de infantería y de
194 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
dragones, cada uno con varias compañías.621 En Quito se estableció un
regimiento de infantería (con dos batallones) así como un regimiento de
dragones, tanto en Ibarra (con Otavalo) como en Riobamba (junto con Ambato
y Guaranda) otro batallón de infantería. Mientras que en el resto del virreinato
de la Nueva Granada oficiales peninsulares dominaban en las unidades de
milicias recién formadas, el presidente García de León y Pizarro otorgó los
rangos militares más altos de su distrito, preferentemente, a las familias criollas
allí asentadas.622 Los oficiales de las diferentes compañías de toda la región de la
Sierra norte y central, los capitanes, los tenientes y los subtenientes, se
reclutaban sobre todo de entre las familias nobles más prestigiosas de la ciudad
de Quito. A su vez, miembros de la nobleza titulada quiteña conformaban la
mayor parte del cuerpo de coroneles y tenientes coroneles así como la mayoría
de los miembros de las planas mayores voluntarias de los regimientos y
batallones de Quito, Riobamba e Ibarra.
621 Acerca de las diferentes unidades de la milicia y de sus oficiales AN/Q, Milicias; AN/Q, Fondo Especial.
Presidencia de Quito, c. 84, vol. 4, doc. 5.591, exps. 3-XI hasta 16-XI-1779, fs. 260-273; c. 99, vol. 239, doc. 6.075,
fs. 154-167; “Relación exacta y circunstanciada”, pp. 85-89, 103-105.
622 Kuethe, Military Reform, p. 117.
623 Cfr. AN/Q, Fondo Especial. Presidencia de Quito, c. 99. vol. 239, doc. 6.075, fs. 154-167.
624 “Expediente que sigue el ten.te de Barbacoas D.n Pedro Montúfar sobre el fuero q.e deben gozar los
soldados de milicias”, AN/Q, Milicias, exp. 11-VI-1789; cfr. también exp. 9-IX-1790.
625 Cfr. la mención especial y la presentación en conjunto de los oficiales de milicias en las honras fúne-
bres por la muerte del rey Carlos III y la coronación de su sucesor Carlos IV en el año 1789,“Certificación
del modo y formación (…)” y “Relación de las Fiestas Reales (…)”, AMH/Q, Nº 134, Actas del Concejo, acta
de la sesión del 2-III-1790, fs. 148v-162.
Abogados
196 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
hacia mediados del siglo XVIII, los tres colegios, el de San Gregorio
de la Compañía de Jesús, el de Santo Tomás de Aquino de los
dominicos y el de San Fulgencio de los agustinos, titulados como
“universidades” por los coetáneos, otorgaban también títulos de
doctorado.629 Después de la expulsión de los jesuitas en el año 1767 y
de la clausura de su “Universidad” de San Gregorio dos años más tarde,
el rey Carlos III ordenó finalmente en el año 1776, la fundación
del la “Real Universidad de Santo Tomás” que se formó con la
secularización y fusión de las facultades de la expulsada orden jesuita y
de los dominicos, y que finalmente fue reconocida de forma oficial por
el rey en el año 1786.630
629 Acerca de la estructura y de los contenidos del sistema educativo y de la educación superior en la
ciudad de Quito en general durante el período colonial tardío cfr. Keeding,“Surge la Nación”.
630 Acerca de la Universidad de Santo Tomás cfr. Lucena Samoral, “Una universidad mayor” y “Entre la
escolástica y el despotismo”.
631 “Relación de méritos (…)”. AGI, Quito, leg. 231.
632 Citado según Lucena Samoral,“Entre la escolástica y el despotismo”, p. 197.
En la ciudad
198 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
urbanos centrales se realizó en consideración de la posición social de
cada persona, con lo cual se estableció una tradición en la ocupación
del suelo urbano que se mantuvo hasta el período colonial tardío.
Con el crecimiento de la ciudad se desarrolló, a lo largo de los siglos, una
estructura de propiedad y de asentamiento organizada en forma
concéntrica, y que en gran parte evidenciaba una correspondencia entre la
división espacial y la social.636
Como los más destacados miembros de la flor y nata quiteña, las familias de la
nobleza titulada del período colonial tardío vivían en su mayor parte en la
636 Achig, El proceso urbano, pp. 27, 43. El primitivo centro, probablemente seleccionado en el momen-
to de la fundación por las mejores posibilidades de defensa, se situaba en el lado suroccidental de la
actual calle Olmedo, entre las calles Benalcázar y Cuenca, es decir al noroccidente de la Plaza Mayor
elegida como nuevo centro a fines del siglo XVI, cfr. Jurado Noboa, “Desarrollo histórico”, pp. 315-325.
Desde entonces, siguiendo la calle Olmedo, el anterior centro estaba atravesado por el límite entre la
parroquia central del Sagrario y la de Santa Bárbara, la cual, después del centro y luego de la época
colonial, quedó como el barrio residencial de mayor preferencia entre las familias más prestigiosas y
acaudaladas de la ciudad. Las demás parroquias o barrios (los términos “parroquia” y “barrio” fueron
utilizados indistintamente por los coetáneos) estaban constituidos por San Sebastián al sur del conven-
to dominico, San Roque al suroccidente de las plazas del convento de San Francisco y del monasterio
de Santa Clara, así como San Blas que seguía al nororiente del centro y de la parroquia de Santa
Bárbara. Otros barrios del período colonial tardío fueron San Marcos, ubicado al nororiente del conven-
to de Santo Domingo y del monasterio de Santa Catalina, y Santa Prisca que continuaba al norte de
Santa Bárbara en dirección del ejido de Añaquito; cfr. el plano de la ciudad en Minchom, Urban
Popular Society, p. 43. Acerca de la ciudad y sus barrios así como la vida urbana de Quito en general
hacia 1800 cfr. Lucena Samoral, “La ciudad de Quito”.
Esmeraldas
Rocafuerte
Mideros
Olmedo
Oriente
Manabí
Bolívar
Mejía
Chile
I
H 16 N
J Cuenca
17
Sucr e
18
15
19
Benalcázar
K
B G 20 21 22
14 13 García Moreno
D A 25 24
P
12
C E 23
Venezuela
9 10 11
F 1 27 26 O
8 4 3 2
Vargas
Guay aqui l 7 5
6
N
Flores
Flores
L
M
Guayaquil
Montúfar
Junín
Espejo
Chile
Esmeraldas
200 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
CASAS PARTICULARES Y SUS PROPIETARIOS
1: Rosa Montúfar y Larrea y su marido 15: Casa del mayorazgo de los condes de
Vicente Aguirre (desde ca. 1815) Selva Florida
2: Ramón Joaquín Maldonado y Borja 16: Casa del mayorazgo de la familia
(1797) Villacís (Marquesado de Villa Rocha)
3: Joaquín y Rosa Montúfar y Larrea 17: Micaela Ponce de León y José Guerrero
(1797) y Peñalosa, cuartos condes de Selva
4: Juan Pío Montúfar y Larrea, segundo Florida (desde 1739)
Marqués de Selva Alegre (después de 18: Clemente Sánchez de Orellana y
1795) Riofrío, primer Marqués de Villa
5: José Javier Ascásubi y Matheu (1796) Orellana (1776)
6: Manuel Matheu y Aranda, heredero 19: Casa doble de Manuel e Ignacio
del marquesado de Maenza (1797) Guerrero Ponce de León
7: José Carcelén y Pérez de Ubillús, respectivamente (1797)
cuarto Marqués de Villa Rocha 20: Mariano Flores y Jiménez, segundo
8: María Nicolasa de Santa Coloma (hasta Marqués de Miraflores (desde 1775)
1768), Juan Pío Montúfar y Larrea 21: Familia Chiriboga, Joaquín Tinajero y
(1780) Larrea (1797)
9: Francisco de Jijón y Chiriboga (1797) 22: José Manuel de Larrea y Jijón, primer
10: José Carcelén y Pérez de Ubillús (1786, Marqués de San José (hasta 1835)
1796) 23: María Nicolasa Guerrero y Nájera,
11: Pedro Quiñones y Cienfuegos (1797) cuarta Marquesa de Solanda (1789)
12: Sebastián Pérez de Ubillús (desde 24: Casa del mayorazgo de la familia Freire
1714), heredado a José Carcelén y Pérez (Marquesado de Selva Alegre)
de Ubillús 25: Juan de Larrea y Villavicencio (1822)
13: Casa del mayorazgo de la Marquesa de 26: Gregoria Guerrero y Peñalosa (hasta
Solanda 1766)
14: Micaela Carcelén y Pérez de Ubillús 27: Juan Maldonado y Guerrero (hasta
1805)
637 En general, la ubicación de las casas mencionadas en los contratos de compra venta y de arriendo,
así como en las cartas de dote y los testamentos de las familias estudiadas, al igual que todas las demás,
se determinaba mediante la mención de los dueños de las casas vecinas, con lo que generalmente resul-
ta muy difícil la localización exacta de los edificios, cfr. AN/Q, Notarías (Protocolos) y Testamentarías.
638 El segmento de plano que se reproduce en esta página pertenece al “Plano de la ciudad de San
Francisco de Quito [...]” de Jorge Juan y Antonio de Ulloa, publicado en Madrid en el año de 1748.
202 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
(Nº 6). El abuelo del séptimo marqués de Maenza, Gregorio Joaquín Matheu
y Escalera, la había comprado al menos desde inicios del siglo XVIII.643
Posteriormente, y a través de su hija Rosa, la casa llegó a manos de la familia
Matheu que la conservó hasta la primera mitad del siglo XIX.644
Por otro lado, el cuarto marqués de Villa Rocha, José Carcelén y Pérez de
Ubillús, poseía en el período colonial tardío, entre otros bienes, una casa en
la esquina suroccidental del cruce de las calles Sucre y Venezuela (Nº 12).
Había heredado esta edificación de su tío Sebastián Pérez de Ubillús quién
anteriormente la había poseído al menos desde inicios del siglo XVIII. El
hijo de José, Felipe, mandó derrocar la casa en el año 1812 para construir
en su lugar una magnífica edificación habitada, todavía en 1823, por su
hija Mariana, y que aún existe.645
643 El testamento de Mateo, AN/Q, 4ª Notaría (Protocolos), t. 70, exp. 22-VIII-1720, fs. 392-418v.
644 AN/Q, Testamentarías, exp. 17-XI-1804, f. 12; Jurado Noboa, Calles de Quito, pp. 316, 319-320.
645 Jurado Noboa, Calles de Quito, pp. 158, 340; Los Larrea, p. 76.
646 El valor de las casas ubicadas en los barrios periféricos frecuentemente se situaba en pocos cientos
de pesos.
647 Cfr. también los bailes oficiales organizados en la casa del alférez real de Quito Mariano Donoso, en las
fiestas con motivo de la coronación de Carlos IV en el año 1789,“Relación de las Fiestas Reales (…)”, AMH/Q,
Nº 134, Actas del Concejo, acta de la sesión del 2-III-1790. Abundante información acerca del equipamiento
de las casas de las familias de la nobleza quiteña ofrecen los inventarios establecidos en el contexto de con-
tratos de compra venta, testamentos y cartas de dote, AN/Q, Notarías (Protocolos) y Testamentarías.
648 También Eugenio Espejo, el mestizo ilustrado y amigo del marqués estuvo frecuentemente convidado
allí, Jurado Noboa, Calles de Quito, p. 182. El marqués heredó la casa de su tía abuela Polonia Santa
Coloma, cfr. Jurado Noboa, Los Larrea, p. 65.
649 “Año de 1797, Padrón del cumplimiento de la iglesia de Santa Bárbara”, AC/Q, Gobierno del Obispo
Calama.
650 Stevenson, Narración histórica, p. 412; cfr. la descripción del científico Caldas del año 1805: “La noble-
za y el estado medio ocupan siempre el alto; las piezas bajas están destinadas a la plebe”, Caldas,“Viaje
de Quito”, p. 238.
651 María Josefa de Herrera, la viuda del heredero del marquesado de Maenza, Manuel Matheu, poseía
en el año 1804 una casa (Nº 6) que valía casi 15.000 pesos y que albergaba en la planta baja un total de
cinco tiendas, AN/Q, Testamentarías, exp. 7-XI-1804, f. 12.
652 Caldas,“Viaje de Quito”, p. 238.
204 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
En el campo
653 Los diversos inventarios elaborados en relación con las compras y ventas así como la herencia de
haciendas son instructivas en cuanto al equipamiento de las casas de campo, AN/Q, Notarías
(Protocolos); cfr. p. e. el contrato de compra de las haciendas de Cochicaranqui, Angla y Milán del segun-
do marqués de Selva Alegre, Juan Pío Montúfar y Larrea, AN/Q, 1ª Notaría (Protocolos), t. 393, exp. 4-VI-
1766, fs. 312-318v; cfr. la descripción de estas propiedades en Zúñiga, Montúfar, pp. 160-165.
654 Zúñiga, Montúfar, p. 174. En el año 1802 Humboldt estuvo más de un mes como huésped del marqués
en la casa de campo, Humboldt, Diarios de viaje, pp. 117-135.
CUADR O 8
DISTRIBUCIÓN ESPACIAL DE LOS BIENES RAÍCES RURALES DE
LA FAMILIAS DE LA NOBLEZA TITULADA QUITEÑA 656
Condado de Casa Jijón Ibarra, Otavalo, Quito
206 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
productivo más significativo de la región, al cual se dedicaban los
miembros de todas las familias nobles estudiadas.
658 AHBC/Q, Documentos Particulares, Hazienda, Nº 940, f. 1: El mercader Pedro Buendía y Dávila (marque-
sado de Villa Rocha), en cambio, poseía un obraje en el distrito de Latacunga (llamado Guaytacama), al
cual no pertenecían tierras de pan sembrar. Para poder alimentar a los indígenas de las seis a ocho tare-
as tuvo que comprar los “socorros mensuales” de éstos en otros lugares, AN/Q, 6ª Notaría (Protocolos), t.
109, exp. 16-III-1787, f. 74.
659 Cfr. las lista de Fernández Martínez, La alcabala, pp. 147-148 (cuadro 40). Los respectivos contratos de
compra venta de bienes raíces se encuentran en su gran mayoría en AN/Q, Notarías (Protocolos).
660 El comprador de la propiedad fue Joaquín, el hermano de Jacinto; otro postor había sido Pedro
Montúfar y Larrea, AN/Q, 5ª Notaría, exp. 18-XII-1789.
208 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
Alrededor de 1788 Juan Antonio de Chiriboga y Jijón, el esposo de
Gregoria de Villavicencio y Guerrero, adquirió la hacienda La Concepción
por la exorbitante suma de 180.000 pesos, de los cuales 50.000 debían
pagarse en cuotas anuales de 3.000 y el resto ser reconocido como censo.666
Fuera de Chiriboga, yerno del primer conde del Real Agrado, participaron
en el mencionado remate también Gregorio de Larrea y Jijón, quien vivía
en Ibarra, así como el conde de Casa Jijón, Miguel de Jijón.
666 AN/Q, 6ª Notaría (Juicios), exp. 6-IX-1784, fs. 184-189. En el año 1839 todavía no se habían cancelado
casi 30.000 pesos, fs. 189v-190.
667 AHBC/Q, Documentos Particulares, nos. 660 y 664.
Por otra parte, a partir del año 1773, la situación financiera de los diversos
marqueses y condes tuvo efectos directos en su rango, puesto que desde este
momento la Corona española exigió con insistencia el pago de los derechos
ligados a los diversos títulos y suspendió los títulos de los nobles en caso de
deudas pendientes e insolvencia. Por esto, a fines del siglo XVIII la familia
Maldonado tuvo que renunciar a sus derechos al marquesado de Lises, ya
que la segunda marquesa, la viuda Manuela de Borja y sus dos hijos
-quienes después de la muerte del marqués disponían tan sólo de dos
haciendas más bien pequeñas y de la hacienda de Tilipulo, con su obraje
fuertemente cargada de censos- se vieron incapacitados de pagar las deudas
acumuladas de los derechos y las futuras obligaciones.668
668 Por derechos adeudados ya a comienzos de la década de los sesenta la hacienda Tilipulo había sido
confiscada y rematada por orden judicial a Gregorio Joaquín Sánchez de Orellana, ANC/B, Nº 32,
Impuestos Varios, t.IV/11, fs. 630-879; cfr. el testamento de la marquesa, AN/Q, 5ª Notaría (Protocolos), t. 115,
exp. 28-I-1769, fs. 242-243.
669 “Hijuela de división y partición entre los s.s. D.n Jacinto y D.n Joaquín Sánchez de Orellana, únicos here-
deros de los s.s. Marqueses de Villa Orellana, y fundación del mayorazgo”, AN/Q, 1ª Notaría (Protocolos),
t. 428, exp. 5-X-1787, fs. 237-250v.
210 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
o era aún más importante que la de aquellos. Entre estos terratenientes se
contaban la largamente arraigada familia noble de los Villacís con su
mayorazgo, la familia Fernández Salvador, asentada en Quito desde el año
1770, o el abogado doctor Gabriel Álvarez del Corro.670
2- Los mayorazgos
Mientras que la preferencia, efectuada en una sola vez, mediante las simples
mejoras se explicaba por el afecto especial hacia un hijo y sus necesidades,
los mayorazgos establecidos, siguiendo el ejemplo español, servían para
asegurar en forma permanente la base económica de toda una familia, de un
linaje. Así, a lo largo de generaciones una parte de la herencia, determinada
670 Cfr. el testamento de Francisco de Villacís y Recalde (AN/Q, 1ª Notaría (Protocolos), t. 413, exp. 7-XI-
1778, fs. 191v-195v; el del funcionario de la Corona y abogado doctor Andrés Fernández Salvador que
había inmigrado desde España (AN/Q, 3ª Notaría (Protocolos), t. 76, exp. 6-II-1802, fs. 219-223v; cfr. Ibarra
C.,“Haciendas y concertaje”; y el de Álvarez, AN/Q, 3ª Notaría (Protocolos), t. 77, exp. 17-V-1802, fs. 43-46v.
671 Testamento de José, AN/Q, 3ª Notaría (Protocolos), t. 80, exp. 31-VIII-1804, fs. 15-28v.
672 Testamento, AN/Q, 1ª Notaría (Protocolos), t. 428, exp. 21-X-1781, f. 425-425v. El quinto remanente de libre
disposición debía utilizarse para la fundación de una capellanía.
673 Testamento, AN/Q, 4ª Notaría (Protocolos), t. 113, exp. 17-XI-1769, f. 238.
674 Al lado de los bienes inmuebles rurales y urbanos, los mayorazgos podían incluir también diversos ingre-
sos de rentas, p. e. de cargos o juros. Sin embargo, los bienes raíces rurales y sus rentas formaban casi siem-
pre el núcleo y, en el caso de la Audiencia de Quito, frecuentemente en unión con una casa en la ciudad,
el único componente de los mayorazgos. Acerca del mayorazgo español y especialmente del castellano
cfr. el amplio estudio sistemático e histórico (jurídico) de Clavero S., Mayorazgo, en este caso pp. 96-101.
675 A diferencia de América, el valor de los mayorazgos castellanos resultaba esencialmente de los tribu-
tos de los vasallos asentados en los respectivos bienes raíces feudales, Clavero S., Mayorazgo, pp. 102-103,
181-205. Por lo demás, desde el punto meramente jurídico, la fundación de mayorazgos no estaba, ni en
España ni en la América española, reservada a la nobleza, aunque estos representaban una clara mayo-
ría de entre los dueños de mayorazgos.
676 Cfr. Ladd, The Mexican Nobility, pp.123-124.
677 Para todo el distrito Gladys Valencia Sala ha comprobado un total de 14 mayorazgos, de los cuales
diez se situaban en la Sierra norte y central, tres en la Sierra sur y uno en la Costa. La autora incluye en
estos mayorazgos también dos obras pías cuyos réditos anuales debían ser entregados a parientes nece-
sitados, Valencia Sala, El mayorazgo. En la lista de Valencia Sala faltan, sin embargo, los mayorazgos de las
familias quiteñas Ponce de León-Guerrero (condado de Selva Florida) y Sandoval. Además confunde los
dos mayorazgos independientes de las familias Freile de Andrade y Freile de Bohórquez. Diez familias con
mayorazgos del total de 13 de la Sierra norte y central vivían en la ciudad de Quito.
212 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
estas familias se encontraban repartidos entre diversos corregimientos de la
región. Los mayorazgos de los marqueses de Maenza, de Solanda y de Villa
Orellana, así como el de los condes de Selva Florida pertenecían, en unión
con el mayorazgo de la prestigiosa familia noble de los Villacís, a los más
valiosos de la Sierra norte y central y de toda la Audiencia.678
Por otra parte, las familias Larrea y Montúfar heredaron hacia fines del siglo
XVIII el mayorazgo de la familia Freire de Bohórquez.680
678 En su fundación en el año 1679 el valor del mayorazgo de la familia Villacís se fijó en 94.000 pesos,
AN/Q, Testamentarías, exp. 6-XII-1769, f. 7; AN/Q, Vínculos y Mayorazgos, exp. 8-II-1763, f. 21-21v.
679 AN/Q, 1ª Notaría (Protocolos), t. 425, exp. 13-V-1786, f. 433v.
680 Cfr. acápite III. 2. e).
681 AN/Q, Testamentarías, exp. 4-IV-1778, f. 34.
Para conservar en forma duradera junto con los bienes también el apellido
de la familia a lo largo de las generaciones, en España al igual que en la
América española la norma de la primogenitura se reducía a los herederos
masculinos, por lo cual siempre se prefería a los hermanos menores de una
mujer primogénita en la sucesión del mayorazgo.683 Para impedir la
pérdida del apellido de un fundador de mayorazgo, los sucesores podían
realizar la inversión del orden o el cambio del apellido. En este sentido, en
el período colonial tardío por ejemplo Mercedes Montúfar y Larrea, la
heredera del mayorazgo de la familia Freire, siempre firmaba como
Mercedes Freire y Montúfar.684
214 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
colonias cualquier persona tenía la posibilidad de dejar sus bienes o al
menos un parte de estos en forma de mayorazgo a sus herederos. Una
licencia o facultad previa a la fundación de un mayorazgo, o una posterior
confirmación o aprobación del rey, se necesitaba únicamente cuando la
magnitud de los bienes estimados para el mayorazgo reducía los legítimos
derechos de otros herederos. Por lo tanto, los simples mayorazgos sin
necesidad de licencia debían abarcar a lo más la mejora del tercio y el
quinto remanente de libre disposición del caudal a dejarse por parte del
fundador del mayorazgo.686
Los mayorazgos aquí tratados, al igual que los demás en la Audiencia de Quito,
existieron hasta fines del período colonial. En 1822, con la independencia del
distrito por parte de la tropas de Simón Bolívar bajo el mando del general
Antonio José de Sucre y con la subsiguiente incorporación del territorio al
nuevo estado de la Gran Colombia, formado en la parte norte de la América
meridional, también los mayorazgos aquí tratados experimentaron las
consecuencias de la ley que abolía esta institución, promulgada por el Congreso
Constitucional en Bogotá en el año 1824.690
216 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
Del testamento del hijo de Manuel y segundo conde, Diego Ponce de León,
redactado en el año 1739, se desprende que en el entretanto el mayorazgo
había sido agrandado una vez más, esta vez con la hacienda de San José de
Itulcachi cerca de Tumbaco al nororiente de Quito, aunque de él no se
discurre con claridad si esta ampliación había sido efectuada por Diego o ya
por su padre.693 En 1666 Manuel Ponce de León había recibido la hacienda
como dote de su mujer María Josefa de Peñalosa.694 Según una visita del
fiscal Antonio de Ron y Valverde el territorio de esta gran hacienda
abarcaba a fines del siglo XVII 126 caballerías.695
- la casa en Quito
- la hacienda de Selva Florida, Cotocollao
- la hacienda de San José de Itulcachi, Tumbaco696
693 Jurado Noboa, quien revisó el testamento en el Archivo Nacional, no informa sobre este aspecto,
Jurado Noboa, Plazas, p. 108.
694 Jurado Noboa, Plazas, p. 73 (según AN/Q, Notarías, Protocolos). Según Vargas, Manuel Ponce de León
heredó una parte de la hacienda Itulcache de su padre Francisco, Vargas, La economía política, p. 147
(sin cita de fuente).
695 La lista de los títulos de propiedad de los bienes controlados y catalogados por Ron y Valverde en el
Corregimiento de Quito está publicada en Vargas, La economía política, pp. 137-142. En esta lista Manuel
Ponce de León consta con una hacienda cerca de Cotocollao con una extensión de 31 caballerías. En
este caso se debería tratar de la hacienda de Selva Florida. Ni en las fuentes trabajadas por mí ni en
Vargas y Jurado Noboa se encuentran datos acerca de la estructura de la hacienda, especialmente
acerca de una eventual incorporación de un obraje. Según una lista de Ortiz de la Tabla en 1663 la “fami-
lia Ponce” era propietaria de un obraje en Cotocollao, Ortiz de la Tabla, “El obraje ecuatoriano”, p. 537
(Apéndice I). En otra catalogación de obrajes realizada en 1681 por La Audiencia y publicada por Ortiz
de la Tabla, en cambio, no está registrado el obraje, Ortiz de la Tabla,“El obraje ecuatoriano”, pp. 538-540.
696 Testamento de la cuarta condesa de Selva Florida, Micaela Ponce de León Castillejo, AN/Q, 1ª Notaría
(protocolos), t. 390, exp. 27-VII-1764, fs. 247v-248.
697 AN/Q, Testamentarías, exp. 5-IV-1801, f. 2. A su vez, la hacienda de Itulcache, perteneciente al mayo-
razgo, había sido arrendada por el hijo de Micaela, Manuel Guerrero, al mercader quiteño Marcelino
Pérez; cfr. el testamento de Manuel, redactado por su mujer Mariana Sánchez de Orellana, la quinta mar-
quesa de Solanda, AN/Q, 1ª Notaría (Protocolos), t. 444, exp. 4-IX-1799, fs. 308v-312v.
698 ANBC/Q, Documentos Misceláneos, Nº 14/15, fs. 104v-105v.
699 ANBC/Q, Documentos Misceláneos, Nº 21/3, f. 266.
700 AN/Q, Vínculos y Mayorazgos, exp. 7-III-1736, fs. 1-5: informaciones adicionales sobre las mencionadas
haciendas en el Anexo III. Acerca de la ubicación de la casa cfr. el segmento del plano de Quito en el acápi-
te III. 1. a) del presente libro, Nº 13).
701 AHBC/Q, Documentos Particulares, Nº 578, f. 19.
218 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
Algunos años más tarde la pareja acordó una ampliación del mayorazgo por
110.000 pesos adicionales. En 1754, en su “memoria para testar” el
marqués, poco antes de su muerte, informó acerca de los bienes
pertenecientes al mayorazgo, todos los cuales seguían ubicados en el
Corregimiento de Quito:
702 Memoria para testar, 3-IX-1754, AN/Q, 5ª Notaría (Protocolos), t. 114, exp. 16-IX-1766, f. 403-403v.
703 AN/Q, 1ª Notaría (Protocolos), t. 390, exp. 18-IX-1765, fs. 473v-475 y 477v-479; el hijo de Francisca y suce-
sor en el mayorazgo, el tercer marqués Fernando Félix Sánchez de Orellana, en su testamento del año
1781 amplió el equipamiento de la casa del mayorazgo con otros muebles valiosos, piezas de cristal y
alhajas por un valor de varios miles de pesos, AN/Q, 1ª Notaría (Protocolos), t. 419, exp. 14-IV-1781, fs. 60-69.
704 Revalidación de la fundación del mayorazgo del 17-X-1763, AN/Q, 5ª Notaría (Protocolos), t. 114, exp.
16-IX-1766, fs. 406v-410.
705 AN/Q, 1ª Notaría (Protocolos), t. 390, exp. 18-IX-1765, fs. 463-470. El mencionado inventario, que
Fernando mandó a realizar después del testamento de los bienes del mayorazgo, incluyó todos los bien-
es inmuebles de mayorazgo ampliado a un valor total de 220.000 pesos por el padre de Fernando
mediante la “memoria” en el año 1754, cfr. fs. 473v-483v.
706 AN/Q, Vínculos y mayorazgos, exp. 23-IX-1805, f. 24; cfr. también AHBC/Q, Documentos Particulares, Nº
600, f. 16v.
707 Entre 1807 y 1811 el dueño del mayorazgo Felipe Carcelén y Sánchez de Orellana agració a varios
sobrinos y a una sobrina nieta, AN/Q, 2ª Notaría (Juicios), exp. 8-VIII-1803, fs. 1-11.
708 Real Cédula del 27-IV-1753 en AGI, Quito, leg. 542.
709 AN/Q, 4ª Notaría (Protocolos), t. 118, exp. 4-VI-1782, fs. 167v-168.
220 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
previamente 4.000 pesos para un censo destinado a la fundación de una
capellanía. Luego, en el año 1787, en la división de la herencia entre los
hijos del primer marqués, Jacinto y Joaquín Sánchez de Orellana, se fijaron
los bienes del mayorazgo a entregarse al primogénito y nuevo marqués,
Jacinto Sánchez de Orellana, así como su valor de la siguiente manera:
710 El mayorazgo, por lo tanto, consistía en el tercio y el quinto remanente del marqués así como el tercio
de la igualmente difunta marquesa, “Hijuela de división y partición (…)”, AN/Q, 1ª Notaría (Protocolos), t.
428, exp. 5-X-1787, fs. 243-245v.
711 AN/Q, Vínculos y Mayorazgos, exp. 15-XI-1712, fs. 3v-7v; cfr. la información acerca de los bienes en el
Anexo III.
712 Confirmación Real del 15-XI-1712, AN/Q, Vínculos y Mayorazgos, exp. 15-XI-1705.
713 AN/Q, Testamentarías, exp. 4-IV-1778, fs. 35v-40; AN/Q, Vínculos y Mayorazgos, exp. 15-XI-1712, fs. 3v-7v.
714 AN/Q, Vínculos y Mayorazgos, exp. 28-XI-1785, fs. 66-81v.
715 En su testamento del año 1794 la marquesa determinó la exclusión ulterior de su hijo Manuel a la
herencia, por su comportamiento hacia ella, disposición que sin embargo no tuvo validez jurídica y que,
por lo tanto, no tuvo efecto, AN/Q, Vínculos y Mayorazgos, exp. 16-I-1794, fs. 21v-27.
716 Cfr. el testamento de su difunto marido redactado por la marquesa, AN/Q, 1ª Notaría (Protocolos), t.
422, exp. 23-IX-1784, fs. 255-261.
222 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
Aranda enfatizó que en vista de la situación de la totalidad de los bienes
familiares, la confirmación del mayorazgo impediría sus ingresos a los
demás herederos.
La validez de la fundación del mayorazgo del año 1705 fue declarada por
primera vez en el año 1794 por la Audiencia, en segunda instancia. Esta
sentencia fue confirmada por el Consejo de Indias en el año 1796, aunque
la liquidación de las altas deudas de la herencia del séptimo marqués
obviamente bloqueó la realización inmediata de la decisión.719 Mientras
tanto, los bienes fueron depositados bajo el control y la administración
estatal. Desde 1804 el entonces marqués de Maenza e hijo de Manuel, Juan
José Matheu y Herrera, se esforzó personalmente por el restablecimiento
del mayorazgo. El 16 de junio de 1810 la Audiencia nuevamente emitió un
requerimiento para impulsar el restablecimiento del mayorazgo y para
entregar los bienes a los herederos de la difunta marquesa. Para ello se
debía renunciar, en lo posible, a la enajenación de bienes de la herencia de
Gregorio Matheu y se debía seguir reduciendo la carga de deudas mediante
censos por parte de los diversos herederos.720
721 Vargas, La economía política, pp. 146-147. La sección documental de “Vínculos y Mayorazgo” sola-
mente contiene información muy escasa acerca de este mayorazgo. Acerca de la ubicación de la casa
cfr. el segmento del plano de Quito en el acápite III. 1. a) en este libro, Nº 24). A fines del siglo XVII las
haciendas de Cochasquí y Tanda abarcaban 100 caballerías en conjunto, el tamaño de Moronga alcan-
zaba otras 31 caballerías, Vargas, La economía política, pp. 139, 141, 146-147.
722 AN/Q, Vínculos y Mayorazgos, exp. 13-IX-1786.
723 Testamento de Joaquín, AN/Q, 3ª Notaría (Protocolos), t. 77, exp. 22-VI-1803, fs. 92-96v. Según este docu-
mento Joaquín había invertido entre 13.000 y 14.000 pesos (incluyendo el pago de deudas).
724 AN/Q, Vínculos y Mayorazgos, exp. 22-XI-1819; cfr. también el acápite B. III. 3.
224 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
del siglo XIX proporcionaba a su hijo José una renta anual de 300 pesos.725 En
cambio, la renta anual de algunos mayorazgos y señoríos españoles que había
heredado la séptima marquesa de Maenza, Mariana de Aranda, ascendían a una
renta de 4.000 pesos.726
El comercio
Por otra parte, uno de los hombres de negocios más importantes de las
familias nobles quiteñas, Miguel de Jijón, el posterior conde de Casa Jijón,
en la primera mitad del siglo XVIII había organizado un gran viaje de
negocios al Nuevo Reino de Granada, donde inicialmente había vendido
textiles de sus obrajes ubicados en la Sierra norte de la Audiencia, para
luego adquirir piedras preciosas en Bogotá que, a su vez, vendió en
Cartagena. Luego Jijón invirtió las ganancias en Cartagena en ropas de
Castilla que transportó a Quito y vendió.729
725 Cfr. los testamentos de Francisco Javier y de su hijo José, AN/Q, 4ª Notaría (Protocolos), t. 110, exp. 16-
VIII-1762, fs. 172; AN/Q, 3ª Notaría (Protocolos), t. 76, exp. 26-III-1801, fs. 90v y 92. Francisco Javier era nieto
del presidente de la Audiencia José de Sosaya (1707-1714) y de su esposa, la quiteña Micaela Ontañón
Lastra Romo de Córdova, hermana del conde de las Lagunas. Al terminar su mandato, Sosaya había
abandonado a su mujer y había retornado a España en compañía de las dos hijas del matrimonio. En su
testamento de 1762 Micaela Ontañón destaca que no tenía contacto alguno con este nieto, Borchart de
Moreno, El Corregimiento de Otavalo.
726 AN/Q, Testamentarías, exp. 16-I-1794; AN/Q, Matrimoniales, exp. 27-XI-1798.
727 La mayor parte de la documentación analizada acerca de las actividades comerciales y de los contra-
tos de los mercaderes de la región y, especialmente de las familias nobles involucradas en el comercio, pro-
vienen de la sección “Notarías (Protocolos)” del AN/Q. Sin embargo, para una parte de los negocios comer-
ciales, especialmente aquellos de escasa cuantía, no se celebraron contratos ante los notarios de la ciu-
dad, sino que únicamente se emitieron vales simples que en su mayoría no se han conservado pero que a
veces se mencionan en los pleitos judiciales del período colonial tardío.
728 Tyrer, Historia demográfica y económica, pp. 224-225.
729 Defourneaux,“Un ´ilustrado´ quiteño, p. 1241.
730 Cfr. fuera de las “Notarías (Protocolos)” del AN/Q también el registro de los textiles exportados entre
1788 y 1790 de Quito hacia Popayán y otros lugares al norte de Quito en el Nuevo Reino de Granada en
los “Cuaderno[s] en que constan las partidas de fardos de ropas de la tierra que se extraen de esta
Capital, y satisfacen el dro. del Lazareto (…), AMH/Q, Nº 1, Alcabalas y Estancos, fs. 304-325v, 433-453, 484-
500. Esta lista de los envíos de textiles y de los comerciantes incluye también a diversos parientes de los
títulos de Castilla quiteños.
731 “Libro de cuentas de la factura, renta y envío de ropa de la tierra a Popayán” de Pedro Montúfar
que contiene 37 envíos para el período indicado, AC/Q, Colección González Suárez, c. XXXVII. Los cos-
tos de transporte (mulas, material de envoltura, derechos y alcabalas) para todos los envíos sumaron un
total de 5.762 pesos.
226 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
en el momento del enlace matrimonial tenía una fortuna de poco menos de
40.000 pesos, entre otros efectos, ropas de Castilla en su almacén de Quito con
un valor de más de 17.000 pesos y otras telas europeas que había depositado
en diversos almacenes de otros comerciantes de la ciudad y que sumaban en
total, más de 7.500 pesos.732 Fuera de esto, varias personas le adeudaban
dinero por la compra de textiles, entre ellas diversos nobles destacados de la
ciudad de las familias Borja, Guerrero, Larrea, Montúfar y Tinajero.
Como lo ilustra de manera especial el caso de Buendía, quien por sus propios
esfuerzos fue admitido a fines de la década de 1770 a la Orden de Santiago,
todavía en el período colonial tardío los mercaderes peninsulares
especialmente exitosos, trataban con frecuencia de integrarse a la nobleza
establecida de la ciudad.734
735 Testamento de Manuel, AN/Q, 1ª Notaría (Protocolos), t. 444, exp. 4-IX-1799, f. 310v; cfr. AN/Q,
Testamentarías, exp. 2-IX-1799, 6ª Notaría (Juicios), exp. 18-XI-1802.
736 AN/Q, 3ª Notaría (Protocolos), t. 76, exp. 10-VII-02, fs. 279-281. Entre los testamentos del período colonial
tardío registrados en las notarías quiteñas, se encuentra solamente uno más que menciona la propiedad
de una mina. En éste Juana Cuadrado de Vargas dejó, a fines del siglo XVIII, una mina de alumbre en la
provincia de Alausí y otras dos “minas de tierra”, AN/Q, 5ª Notaría (Protocolos), t. 122, exp. 7-VIII-1790, fs. 176-
178v. Acerca de la situación general de la explotación de minas en la Audiencia en el período colonial
tardío cfr. AGI, Quito, leg. 569.
737 Testamento redactado por su hijo Mauricio, AN/Q, 1ª Notaría (Protocolos), t. 474, exp. 19-VI-1815;
AMH/Quito, Nº 6, Cartas y Comunicaciones Privadas, siglo XIX; cfr. Jurado Noboa, Esclavitud, pp. 292, 324.
738 AN/Q, Encomiendas, exp. ANH/-PQ/1757; AN/Q, Encomienda, exp. 7-XI-1776.
228 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
encomienda de los marqueses de Maenza, de las fuentes no se desprenden
datos más detallados sobre su calidad y el rendimiento. Según un poder
de la marquesa Mariana de Aranda del año 1774, los tributos debidos a
ella consistían en este momento en oro, pita y otras especies.739
A lo largo del siglo XVIII, todos los nobles agraciados con un título y sus
parientes más cercanos se unieron con diversas casas nobles asentadas en la
región, que ya estaban en posesión de un título nobiliario por un período
mayor. Especialmente las numerosas familias nobles de los Guerrero,
Larrea-Montúfar y Sánchez de Orellana tuvieron, durante el período
colonial tardío, un sinnúmero de contactos familiares con casi todos los
739 AN/Q, 1ª Notaría (Protocolos), t. 403, exp. 16-IV-1774, f. 639-639v. Hacia fines del siglo XVIII la encomien-
da ya no parece haber tenido mayor importancia económica y social, puesto que no aparece ni en el
testamento de la mencionada marquesa, ni en el de su hijo primogénito Manuel de Matheu, AN/Q, 1ª
Notaría (Protocolos), t. 441, exp. 16-XII-1793; 1ª Notaría (Protocolos), t. 434, exp. 2-IV-1791.
740 Acerca del comportamiento matrimonial de la nobleza española a inicios de la temprana Edad
Moderna, Becerro Pita y Córdoba de la Llave, Parentesco, poder y mentalidad; Gerbet, La noblesse dans
le royaume de Castille, pp. 159-192; para la Hispanoamérica colonial en general cfr. Repodas Ardanaz, El
matrimonio en Indias.
741 Cfr. las genealogías de los marqueses y condes quiteños en el Anexo I.
Ambos descendían, por parte del padre, de una rama de una familia hidalga
del norte de España asentada desde la primera mitad del siglo XVII en la
Sierra sur. Por parte materna estaba el conquistador Diego Vaca de Vega. A
742 Sin embargo, con la ciudad de Guayaquil y con otras poblaciones de la Costa no existía ninguna relación
de parentesco.
230 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
comienzos del siglo XVII había fundado la ciudad de San Francisco de Borja
en la provincia de Mainas al oriente de los Andes y luego había ostentado -al
igual que luego uno de sus hijos- el cargo de gobernador de Mainas.743
Margarita Carrión y Vaca se había casado, en la primera mitad del siglo
XVIII con el primer marqués de Miraflores, Antonio Flores y Vergara. Luego,
en el período colonial tardío, tres hijos de Nicolás, el hermano de Margarita,
se emparentaron a su vez por matrimonio con diversas familias de la nobleza
titulada quiteña. Su hijo Nicolás Carrión y Velasco se casó con Margarita
Quiñones, una hija del tercer marqués de Quiñones, Pedro Quiñones y
Cienfuegos. Rosa, la hermana de Nicolás, que fue adoptada por Mariano
Flores, el segundo marqués de Miraflores, se casó con Manuel de Larrea y
Jijón, el posterior primer marqués de San José. Margarita Carrión y Velasco y,
después de su muerte, su hermana Josefa se casaron con Francisco de Jijón y
Chiriboga, quien a comienzos del siglo XIX reclamó la sucesión en el
condado de Casa Jijón. Otra pariente de los tres hermanos, Mercedes Carrión
y Palacios, se casó a su vez con el tercer marqués de Villa Orellana, José
Sánchez de Orellana y Cabezas.744
745 Antes del enlace matrimonial el conde había actuado por algún tiempo como oidor de la Audiencia
de Quito.
746 Ascásubi, a su vez, de hecho ya era identificado como hidalgo debido a su origen de la provincia sep-
tentrional de Guipúzcoa, cuya población se consideraba en su totalidad como noble.
232 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
económica, podía basarse en el derecho matrimonial español
establecido y controlado por diversas normas, tanto estatales
como eclesiásticas.
Puesto que aun con la política orientada hacia una reforma de la economía y
de la sociedad de los borbones, y especialmente de Carlos III, la nobleza
mantuvo su función como estrato social dirigente, se emitieron
disposiciones especiales para los más altos representantes de la nobleza, los
títulos de Castilla. La nobleza titulada y los sucesores inmediatos en el
747 Acerca del marco jurídico de los enlaces matrimoniales en la Hispanoamérica colonial cfr. Repodas
Ardanaz, El matrimonio en Indias, pp. 63-222.
748 “Pragmática sanción (…) en que S. M. establece lo conveniente para que los hijos de familias con arre-
glo a las leyes del Reino pidan consejo y consentimiento paterno, antes de celebrar esponsales, haciendo
lo mismo en defecto de padres a las madres, abuelos o deudos”, 23-III-1776, AHN/M, Reales Cédulas, Nº 412.
En caso de muerte o ausencia del padre, la madre o en su lugar el pariente varón más cercano, podía deci-
dir acerca del deseo de matrimonio de un miembro menor de edad de la respectiva familia, cfr. arriba. La
minoría de edad estaba fijada en 25 años para los varones, en 23 para las mujeres,“Pragmática-Sanción (…)
por la que se prescriben las reglas (…) que han de observarse en la celebración de los matrimonios”, 28-IV-
1803,ANH/M, Reales Cédulas, Nº 1.491. Los hijos mayores de edad debían al menos aceptar el consejo pater-
no antes de contraer matrimonio, pero podían en principio, seleccionar libremente a su cónyuge.
749 Cfr. la “Pragmática Sanción” de 1776 y la “Real Cédula (…) en que se encarga a los ordinarios ecle-
siásticos (…) contribuyan por su parte que tenga efecto lo dispuesto en la Pragmática-Sanción”, 23-III-
1776, ANH/M, Reales Cédulas, Nº 411. A partir del año 1803 los sacerdotes, que autorizaban un matrimonio
no aprobado, estaban amenazados con la expatriación y la confiscación de todos los bienes, cfr. la Real
Cédula correspondiente del 17-VII-1803, ANH/M, Consejos, lib. 1.501, Nº 113. La revisión de las reclamacio-
nes paternas contra los cónyuges elegidos por sus hijos, al igual que la protesta de los hijos contra el “irra-
cional disenso” del padre o de otro pariente con poder de decisión, se realizaba en primera instancia por
el alcalde ordinario (el corregidor o el gobernador respectivamente) y en segunda instancia por la
Audiencia, cfr. para Quito AN/Q, Matrimoniales.
En el año 1805 el rey Carlos IV emitió otra Real Cédula referida al derecho
matrimonial, según la cual, desde este momento todas las personas, tanto
menores como mayores de edad, cuya nobleza y limpieza de sangre estaban
reconocidas públicamente, también debían pedir una licencia del rey para
el matrimonio con “negros, mulatos y demás castas”.752
Desde el año 1776, las nuevas disposiciones legales para impedir los
matrimonios desiguales fueron utilizadas también por parte de las familias
nobles quiteñas, en el intento de impedir matrimonios no deseados de sus
hijos.753 En el año 1781 el primer marqués de Villa Orellana, Clemente
Sánchez de Orellana y su mujer Javiera Antonia de Chiriboga dieron
licencia matrimonial con una “persona de igual sangre” a su hijo
primogénito Jacinto quien, en este momento, vivía en Madrid. Además,
con una expresa referencia a la Real Pragmática de 1776, declararon que a
Jacinto, en el caso de un matrimonio no acorde a su rango, “lo privan,
desheredan del dro. que pueda tener a sus bienes como tal su hijo legítimo
y heredero, y de la sucesión de Marqués de Villa Orellana […], y de la
750 Cfr. la arriba mencionada Real Cédula de 1803. Una licencia matrimonial especial necesitaban los
funcionarios superiores de las Audiencias y los hijos de éstos, así como los oficiales de los regimientos rea-
les. Cfr. para la ciudad de Quito el caso del primer marqués de Selva Alegre y presidente de la Audiencia,
Juan Pío Monúfar y Frasso, quien, en el año 1759 obtuvo una licencia real para su matrimonio con Rosa
de Larrea. Una copia de la correspondiente Real Cédula del 24-I-1759 se encuentra en AHBC/Q,
Documentos Misceláneos, Nº 20/9.
751 La solicitud para la licencia se refiere expresamente a otra Real Cédula del 8-III-1787,“Expediente que
sigue el Marqués de Solanda, solicitando licencia para contraer matrimonio con D.a Nicolasa Guerrero,
para cuyo efecto da la información necesaria”, AN/Q, Matrimoniales, exp. 27-VII-1789, f. 4.
752 Real Cédula del 27-V-1805, AHN/M, Consejos, lib. 1.503, Nº 19.
753 Cfr. AN/Q, Matrimoniales; AC/Q, Matrimoniales.
234 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
posesión de los bienes sujetos al Mayorazgo”.754 Algunos años más tarde la
marquesa de Villa Orellana cumplió esta amenaza contra su hija Josefa, que
“sin consentimiento mío y fuera de casa” había contraído matrimonio con
su pariente José Sánchez de Orellana y Nájera.755
236 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
En un primer momento, el barón de Carondelet se adhirió a la
evaluación del caso por parte del marqués y, de inmediato mandó un
oficio al obispo de Quito en el cual pidió -en interés del “orden de la
sociedad”- ordenar a todos los párrocos de la ciudad denegar el enlace
matrimonial planeado, hasta que el rey hubiera decidido en este caso
concreto.764 Aunque la solicitud dio con la comprensión del obispo, este
señaló que en este caso tenía atadas las manos por la mencionada Real
Cédula de 1803. Únicamente prometió mandar a todos los párrocos de la
ciudad una copia de esta Real Cédula, en la cual a todos los clérigos que
celebrarían un matrimonio ilegal según las normas presentes, se los
amenazaba con la expatriación y la confiscación de sus bienes.765
Finalmente, en vista de la clara situación jurídica, tampoco el presidente
estuvo dispuesto a una intervención directa, a pesar de los esfuerzos
sostenidos por el marqués.
764 AN/Q, Matrimoniales, exp. 7-IX-1805, f. 2v. El oficio sobre el suceso dirigido por el presidente al rey se
menciona en el “Índice de expedientes del negociado de Quito desde el año 1760 hasta el de 18 (…):
“Otro del Presid.te y Aud.a de Quito sre. la verdadera intelig.a a la última R.l Pragmática de Matrimonios”,
Nº 13 (1806), AGI, Quito, leg. 277.
765 AN/Q, Matrimoniales, exp. 7-IX-1805, f. 3.
766 AN/Q, Matrimoniales, exp. 7-IX-1805, fs. 10-13v.
767 AN/Q, Matrimoniales, exp. 7-IX-1805, f. 12
Tal como lo han demostrado los casos analizados de oposición a los proyectos
matrimoniales no deseados de hijos y parientes, mayor éxito tuvieron los
procedimientos judiciales contra la elección de cónyuges únicamente en los
casos de minoría de edad de los hijos, ya que también las familias nobles
generalmente dejaron de tener poder legal sobre sus hijos, al alcanzar estos la
mayoría de edad.772
Puesto que durante el período colonial tardío se dieron pocos casos en los
cuales padres o parientes de las filas de la nobleza titulada quiteña
intentaban impedir los matrimonios de sus hijos por la vía judicial -y que
al mismo tiempo se constata un alto nivel de endogamia entre estas
768 El 2 de octubre de 1805 el marqués protestó contra esta sentencia frente al presidente, AN/Q,
Matrimoniales, exp. 7-IX-1805, f. 22. En el Archivo de Indias (AGI) no he podido encontrar indicios acerca de
un tratamiento o una sentencia del caso, que posiblemente haya seguido al oficio del presidente al rey. ç
769 AN/Q, Matrimoniales, exp. 7-IX-1805, f. 23.
770 Moreno Egas,“Resumen del segundo libro de matrimonios”, p. 242.
771 Con ocasión del matrimonio Bernardo dio a su “pobre” mujer una “dote” de 1.500 pesos en efectivo
como salario por los cinco años y medio que le había llevado la casa hasta ese momento, AN/Q, 1ª
Notaría (Protocolos), t. 454, exp. 5-IX-1805, fs. 907v-908v.
772 En este sentido la nueva legislación matrimonial desde el año 1776 fue, en suma, aunque no en forma
exclusiva, un instrumento para proteger el prestigio de las familias más importantes, puesto que los con-
flictos relacionados con la selección de los cónyuges se dirimían, en todo caso, ante los tribunales y según
pautas legales relativamente unívocas. En cambio, todavía en el año 1769, a José Grande, un habitante
de Quito procedente de círculos sociales inferiores, se le había hecho sentir todo el poder informal de las
familias nobles, enraizado en la región, al pretender el matrimonio con Francisca de Arellano y Borja. A
causa de la vehemente oposición del tío de Francisca, Francisco de Borja y Larraspuro, Grande fue des-
terrado sin más de la región por orden de la Audiencia para evitar cualquier alteración pública, sin que
previamente se haya llegado a un juicio o que la familia Grande haya sido al menos informada del des-
tierro, AN/Q, Fondo Especial. Presidencia de Quito, c. 25, vol. 69, exp. 2.946, fs. 138-143v.
238 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
familias nobles- el control informal e intrafamiliar de los enlaces
matrimoniales obviamente fue por lo general suficiente.
Por ejemplo, en el año 1803, el abogado quiteño doctor José Javier Ascásubi
y Matheu solicitó, antes de su matrimonio con su prima Mariana Matheu y
Herrera, al vicario general del obispado de Quito una dispensa matrimonial.
Ascásubi fundamentó su solicitud con la indicación de “la dificultad con que
en esta ciudad pueden encontrar las personas ilustres sujetos de igual
naturaleza con q.e poder contraer estas alianzas”.774
773 El grado de consanguinidad se calculaba por el número de generaciones que separaba a los respectivos
pretendientes y su primer antepasado común. En el caso de diferencia en el número de generaciones de
ambos parientes hasta el antepaso común, se recurría a la cifra mayor para indicar el grado de parentesco
existente entre ambos, Becerro Pita y Córdoba de la Llave, Parentesco, poder y mentalidad, pp. 149-151.
774 AC/Q, Matrimoniales, 1803.
775 Cfr. el señalamiento de la “dispensa del parentesco de segundo con tercer grado de consanguini-
dad” en el recibo de dote de Pedro Quiñones a favor de Carrión, AN/Q, 3ª Notaría (Protocolos), t. 72, exp.
31-X-1794, fs. 141-144. En este caso están señalados las diferentes cifras de generaciones que existían entre
los cónyuges y su primer antepasado común. Margarita era una bisnieta (tres generaciones o grados),
Nicolás un nieto (dos generaciones o grados) de los primeros antepasados comunes, el matrimonio for-
mado por Agustín Carrión Meredio y Román y Catalina Vaca de Vega.
776 Las dispensas matrimoniales para las últimas dos parejas mencionadas están anotadas en el registro matri-
monial de la parroquia de El Sagrario, Moreno Egas,“Resumen alfabético del segundo libro de matrimonios”,
p. 241 y 257 respectivamente. Por otro lado, también entre los matrimonios de las familias de la nobleza titula-
da quiteña se dieron desavenencias y divorcios, por ejemplo en el caso de José Román y Sánchez de
Orellana y Josefa Carcelén y Sánchez de Orellana así como con Gregorio Joaquín Sánchez de Orellana y
Chiriboga y Juana Guerrero y León, AN/Q, Matrimoniales, exps. 1-X-1800 y 23-IX-1793 respectivamente.
777 “Expediente que sigue el Marqués de Solanda, solicitando licencia para contraer matrimonio con D.a
Nicolasa Guerrero (…)”, AN/Q, Matrimoniales, exp. 27-VII-1789.
778 AN/Q, Matrimoniales, exp. 27-VII-1789, f. 1v.
779 AN/Q, Matrimoniales, exp. 27-VII-1789, f. 2v.
780 AN/Q, Matrimoniales, exp. 27-VII-1789, f. 3v.
240 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
2- Dote y arras
781 Cfr. la lista de los pagos de dote y de arras de las familias de la nobleza titulada quiteña en el Anexo IV.
782 Con la costumbre jurídica de las arras o la donación propternuptias, trasladada de España a América,
el novio reconocía simbólicamente la virginidad y decoro de su cónyuge. Acerca de la tradición españo-
la de las arras cfr. Becerro Pita y Córdoba de la Llave, Parentesco, poder y mentalidad, pp. 173-180. En 1734
el futuro primer marqués de Villa Orellana, Clemente Sánchez de Orellana, por ejemplo, había entregado
a su novia Javiera Antonia de Chiriboga y Luna 2.000 pesos como “honra de la virginidad y limpieza”,
AN/Q, Testamentarías, exp. 18-II-1789, fs. 10-15v.
783 En el caso de matrimonios entre familias de nivel inferior y bases económicas más modestas, las
dotes alcanzaban a lo más unos cientos de pesos o faltaban por completo. De esta manera, por ejem-
plo, las dotes (alhajas y ropa) de las tres hijas del procurador de la Audiencia, Pedro Zalazar, y de su
mujer Eugenia Borja oscilaban entre 500 y 600 pesos. La herencia dejada por Eugenia Borja, difunta
antes de su marido en el año 1766, tenía un valor total de tan solo 397 pesos, AN/ 4ª Notaría (Juicios),
exp. 21-VIII-1766, fs. 12-33v.
784 Cfr. por ejemplo la dote de la arriba mencionada Javiera Antonia de Chiriboga, AN/Q,
Testamentarías, exp. 18-II-1789, fs. 15-16.
242 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
marqués un poder para la venta de su casa.790 Después de la muerte de
Carrión, a inicios del año 1806, el marqués finalmente redactó el
testamento de éste.791
244 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
y el cuarto marqués de Villa Rocha, José Carcelén y Pérez de Ubillús.802 Son
además ilustrativos para los contactos sociales entre las familias de los
marquesados y condados quiteños, los padrinos y testigos invitados a los
matrimonios celebrados, en parte en las capillas u oratorios propios de las
familias, quienes casi siempre se elegían de entre el círculo familiar más cercano
y de las demás familias de la nobleza titulada. En el año 1786 José Román y
Sánchez de Orellana y Josefa Carcelén, por ejemplo, se casaron en la casa del
cuarto marqués de Villa Rocha, José Carcelén. Como padrinos actuaron el
cuarto marqués de Solanda, Diego Sánchez de Orellana, y la primera marquesa
de Villa Orellana, Javiera Chiriboga. Testigos fueron el segundo marqués de
Miraflores, Mariano Flores, y el caballero de hábito Pedro Buendía y Dávila.803
C
on la llamada “Revolución” del 10 de agosto de 1809, se inició en
la Audiencia de Quito el primer y frustrado intento de formación
de un Estado independiente de España. En esta, la capa social
alta de la ciudad, liderada por algunas de las más distinguidas familias
nobles, tomó en sus manos la prosecución de sus intereses políticos y
económicos.806
806 El término “revolución” (o el de “insurrección”) fue utilizado por el Cabildo quiteño, hostil al movimien-
to de las juntas revolucionarias iniciado en agosto del mencionado año, y se impuso también en la histo-
riografía ecuatoriana. La siguiente exposición acerca del movimiento independentista quiteño se reduce,
en gran parte, a una discusión de la composición social y de los conceptos y las metas sociales y políti-
cas de las personas y grupos dirigentes del movimiento. Por lo demás me remito a las exposiciones gene-
rales para este período de De la Torre Reyes, La revolución de Quito; Navarro, La revolución de Quito; y
Ramos Pérez, Entre el Plata y Bogotá; así como el aporte más reciente de Landázuri Camacho,“La inde-
pendencia”. Para la ubicación del movimiento quiteño en el contexto hispanoamericano Lynch, The
Spanish American Revolutions.
807 Cfr. los respectivos discursos y resoluciones durante el Cabildo abierto quiteño en el año 1764, con oca-
sión de la inminente aplicación de las primeras reformas fiscales de los Borbones, McFarlane, “The
´Rebellion of the Barrios´”, pp. 297-300.
808 Acerca del desarrollo económico del Litoral cfr. Contreras, El sector exportador; Laviana Cuetos,
Guayaquil en el siglo XVIII.
809 Acerca de Mainas cfr. Porras, La Gobernación.
810 Hamerly, Historia social y económica.
811 Acerca de los proyectos para una reanimación económica de la región en el período colonial tardío
cfr. Ramos Pérez, Entre el Plata y Bogotá, pp. 36-37.
248 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
Audiencia, las gobernaciones septentrionales del Chocó y de Panamá. El
espacio administrativo así diseñado correspondía con las concepciones
político económicas de la capa superior quiteña, que veía una solución de sus
problemas económicos en una mayor vinculación con las zonas mineras y los
mercados del Nuevo Reino de Granada.812
812 Acerca del “gobierno criollo” de Carondelet, estrechamente vinculado a los intereses locales y regio-
nales cfr. Terán Najas, “Sinopsis del siglo XVIII”, pp. 296-300; Ramos Pérez, Entre el Plata y Bogotá, pp. 148-
165. Las capitanías generales incluían, fuera de las funciones administrativas de una gobernación y par-
cialmente también las de una Audiencia, las de la administración militar suprema, cfr. en general
Pietschmann, Die staatliche Organisation, pp. 120-122.
813 En el “Acta de todo el pueblo” se dice textualmente: “Declaramos que los individuos unidos con los repre-
sentantes de los cabildos de las provincias sujetas actualmente a esta Gobernación, y las que se vinieran
voluntariamente a ella en lo sucesivo, como son Guayaquil, Popayán, Pasto, Barbacoas y Panamá, que ahora
dependen de los Virreinatos de Lima y Santa Fe, las cuales se procurará atraer, compondrán una Junta
Suprema que gobernará interinamente a nombre y como representante de nuestro legítimo soberano, el
Señor Don Fernando Séptimo, y mientras su Majestad recupera la península o viene a imperar en América”,
“Palacio Real”, 10-VIII-1809,“Documentos de origen revolucionario existentes en los archivos de Quito.Asuntos
relacionados con la Revolución del 10 de agosto de 1809”, AHBC/Q, Documentos Misceláneos, Nº 6/3, f. 99v.
Después del fracaso del movimiento independentista quiteño, la capa social alta de Quito volvió a intentar
lograr la autonomía política y económica proyectada para el espacio esbozado en el marco de la situación
existente. Dos representantes quiteños para las Cortes en la metrópoli, elegidos en el año 1814, hacían propa-
ganda ante el rey de España Fernando VII, quien ese mismo año había retornado al trono,“acerca del impor-
tante punto de separación del Gobierno de Quito y erección allí de Capitanía General independiente”,
AMH/Q, Nº 143, Actas del Concejo, acta de la sesión de 25-I-1822, fs. 1-2.
814 Astuto, Eugenio Espejo, p. 63.
815 Zúñiga, Montúfar,pp.229-235.Esto es puesto en duda por Roig,quien resalta la proximidad ideológica bási-
ca del ilustrado con su amigo y mentor Montúfar, así como con las opiniones políticas conservadoras de éste,
Roig, Humanismo, t. 2, pp. 13-19.
816 Defourneaux,“Un ´ilustrado´quiteño’”, pp. 1280-1297.
817 Torre Reyes, La revolución de Quito, p. 177.
818 Cfr., por ejemplo, las actas de las sesiones del Cabildo, AMH/Q, Nº 139, Actas del Concejo.
250 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
momento, se hallaba en España.819 Finalmente, en la noche del 9 al 10 de
agosto del mismo año, se preparó la toma de poder, en la casa de una
distinguida vecina de Quito. El marqués de Selva Alegre no estuvo
presente en esta reunión, puesto que, a diferencia de los demás
conspiradores encabezados por Morales y Quiroga, aún no le parecía
adecuada la toma de gobierno por parte de una junta local. A la mañana
siguiente, los conspiradores pusieron bajo arresto domiciliario al
presidente, el conde Ruiz de Castilla. Entre ellos estaban presentes otros
miembros de las familias de la nobleza titulada quiteña, como Manuel
Matheu y Herrera y Pedro Montúfar y Larrea, pero también otras
personas menos prominentes.820
819 AMH/Q, Nº 139, Actas del Concejo, acta de la sesión de 9-VI-1809, fs. 23-24v. Otros candidatos para la
elección decidida por sorteo fueron Carlos Montúfar y Larrea quien también se encontraba en España,
así como el conde de Puñonrostro, Juan José Matheu y Herrera, quien poco antes se había ido a vivir en
la península ibérica.
820 Torre Reyes, La revolución de Quito, pp. 207-208; Zúñiga, Montúfar, pp. 368-370.
821 Cfr. la caracterización de ambos abogados por Stevenson,“Narración histórica”, pp. 68-69.
822 Citado según Valencia Llano,“Elites, burocracia”, p. 67. El artículo de Valencia Llano ofrece un análisis
muy informativo de la composición social del movimiento independentista.
823 Sobre el papel de varios miembros de las familias de la nobleza titulada quiteña y de las funciones
ejercidas por ellos durante el movimiento independentista informa una lista, elaborada en el año 1813
luego de la represión del movimiento, por el procurador del Cabildo quiteño Ramón Núñez del Arco, con
los funcionarios administrativos rebeldes, realistas o neutrales, los clérigos y otras personas que habían
estado en contacto con el movimiento,“Los hombres de agosto”.
Como representante del Cabildo fue elegido Juan José Guerrero y Matheu,
heredero del condado de Selva Florida; la elección de los representantes de los
barrios recayó en el marqués de Selva Alegre y el sexto marqués de Solanda,
Felipe Carcelén, para El Sagrario; para Santa Bárbara, en el segundo marqués
de Miraflores, Mariano Flores; para San Marcos, en Manuel Matheu y
Herrera; para San Sebastián, en Manuel Zambrano, un pariente de la familia
Montúfar; para San Roque, en el segundo marqués de Villa Orellana, Jacinto
Sánchez de Orellana y Chiriboga; y para San Blas, en el posterior marqués de
San José, Manuel de Larrea y Jijón.825
824 Cfr. las anteriormente mencionadas cartas anónimas del realista, Valencia Llano, “Elites, burocracia”,
p. 67. Los cargos y las funciones ejercidas por los miembros de la nobleza titulada durante el movimiento
independentista no han sido integrados en el Anexo II.
825 “Palacio Real”, 10-VIII-1809, AHBC/Q, Documentos Misceláneos, Nº 6/3, f. 99-99v; cfr.“Nómina de las per-
sonas que integraron la junta revolucionaria del 10 de agosto”, 1809, AHBC/Q, Nº 27/214, f.259-259v.
252 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
Rodríguez de Quiroga. Al confiarse a Salinas, la conformación de las nuevas
fuerzas armadas, la “Falange”, otro precursor de la toma de poder recibió
una función en el movimiento de las juntas revolucionarias.826
826 Cfr. la nota anterior, fs. 99v-101. Un parecido sistema de elección, socialmente restringido, se aplicó en
el año 1821, esta vez para todo el Corregimiento, cuando nuevamente se debían nombrar representan-
tes para las Cortes españolas. Entre los presidentes nombrados por el Cabildo, de las diversas “juntas de
electores parroquiales”, se hallaban nuevamente diversos representantes de las familias de la nobleza titu-
lada quiteña, a saber, el regidor Francisco Javier Carcelén y Sánchez de Orellana para la parroquia de
San Sebastián; el regidor Manuel de la Peña y Guerrero para San Marcos; el regidor Miguel Maldonado y
León para San Blas; así como, extramuros de la ciudad, el regidor Francisco Jijón y Chiriboga para
Cumbayá; Nicolás Barba y Arauz para Alóag; y el regidor José Barba y Sánchez de Orellana para
Machachi, AMH/Q, Nº 142, Actas del Concejo, acta de la sesión de 16-X-1821, fs. 58-59.
827 Pablo de Santa Cruz y Espejo, hermano del ilustrado Eugenio Espejo, fue nombrado capellán de la
Falange, Roig, Humanismo, tomo 2, p. 14.
828 “Los hombres de agosto”.
829 Valencia Llanos,“Elites, burocracia”, p. 68.
254 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
De la presidencia de la Junta, que inicialmente se colocó bajo la autoridad del
Consejo de Regencia español formado a comienzos de 1810, se hizo cargo el
conde Ruiz de Castilla; como su suplente fue nombrado el marqués de Selva
Alegre. Entre los demás representantes y diputados se hallaban el marqués de
Villa Orellana para la nobleza de la ciudad, Manuel de Larrea y Jijón para el
barrio de Santa Bárbara, Juan de Larrea y Villavicencio para San Blas y
Manuel Matheu y Herrera para San Marcos.
834 “Individuos que compusieron el congreso revolucionario de Quito, formado en el 22 de set.re de 1810”,
AGI, Quito, leg. 219 (21-V-1817). Torre Reyes menciona como representante del clero regular además al
mercedario Álvaro Guerrero y León, La revolución de Quito, p. 554.
835 “Artículos del pacto solemne de sociedad y unión entre las provincias que forman el Estado de Quito”,
15-II-1812, AGI, Quito, leg. 276.
256 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
doctor José Javier de Ascásubi y Matheu. Posteriormente, también el doctor
Pedro Quiñones integró el poder judicial como juez supletorio. El doctor José
Sánchez de Orellana y Cabezas fue nombrado auditor de guerra.836
Con la toma de la ciudad de Quito por parte de las tropas de Montes, el primer
experimento de raíces locales de un gobierno independiente de España, llegó a
su fin provisional. La definitiva independencia de toda la Audiencia se
consiguió luchando en los años de 1821 a 1822, en el marco de los proyectos
militares y políticos de Simón Bolívar y por las tropas revolucionarias del
general venezolano Antonio José de Sucre. Esto derivó en que la
definitivamente disuelta Audiencia se constituyó, temporalmente, como
Departamento del Sur del Estado de la Gran Colombia.
836 “Acta de nombramiento de funcionarios (…)”, AGI, Quito, leg. 276; cfr.“Los hombres de agosto”.
837 AMH/Q, Nº 139, Actas del Concejo, acta de la sesión de 5-IX-1809, f. 32v.
838 Zúñiga, Montúfar, p. 555.
839 A pesar de la dinámica propia del movimiento quiteño de los años 1811 y 1812, empujada por la
situación política en España y por la tendencia hacia su radicalización, obviamente a la política de
Juan Pío Montúfar le quedaba todavía mucho de las tentativas autonómicas regionalistas y aristocrá-
ticas frente a un poder central monárquico absolutista, típicas para la temprana Edad Moderna (en
Europa), cfr. van Dülmen, “Formierung der europäischen Gesellschaft”, p. 36. Así también Roig supone:
“Todo hace pensar que Selva Alegre, integrante de la aristocracia americana, era de ideas monárqui-
cas y, como criollo, fuertemente partidario de la autonomía de los reinos que integraban el Imperio”,
Roig, Humanismo, tomo 2, p. 16 (nota 4).
258 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
otros simpatizantes a Latacunga, desde donde iniciaron un avance militar
contra la ciudad de Quito y el recién formado gobierno.840
260 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
Igualmente, los términos de “nación” y de “representación nacional”, que
aparecen en los documentos oficiales de las dos Juntas y del Congreso, estaban
todavía comprometidos con el concepto español de nación de la temprana Edad
Moderna, que unía elementos étnicos y políticos, una nación que incluía a la
totalidad de los súbditos españoles –europeos al igual que americanos (criollos)–
de una misma Corona.847 En cambio, la “nación”, cuya representación reclamó el
Congreso según la Constitución de 1811, permaneció con características difusas.
En Quito no se puede constatar un influjo notable de la moderna idea de la
nación que surge con la Revolución Francesa y que, en su núcleo, se
fundamentaba en la exigencia de la emancipación y la participación política de
toda la población, relacionada con el temprano liberalismo europeo.848
847 Cfr. todavía la referencia de un regidor, con ocasión de la discusión acerca de la alternativa en la ocu-
pación de las alcaldías, a la “nación” que incluye a “europeos” y “criollos”, AMH/Q, Nº 139, Actas del
Concejo, acta de la sesión de 31-I-1809, f. 10. Cfr. en general Demélas y Saint-Geours, Jerusalén y Babilonia.
848 Cfr. para la época de los movimientos independentistas en general Guerra, Modernidad, pp. 317-327.
Acerca del concepto moderno de nación en la Europa de la época del la Revolución Francesa cfr. Alter,
Nationalismus, pp. 33-39, 60-63.
849 Acerca de la actitud de los grupos dirigentes de los movimientos independentistas hispanoamerica-
nos frente a la gran masa de la población y de la reacción de ésta a los eventos cfr.Valencia Llano,“Elites,
burocracia”, pp. 87-95. La lista de los participantes del movimiento independentista excluidos de la amnis-
tía proclamada por el presidente Montes en 1813, incluye tan solo a un “sastre”, un “organista” y un “indio
zapatero”, cuyo papel en los eventos precedentes no se menciona, AGI, Quito, leg. 231.
850 Valencia Llano,“Elites, burocracia”, p. 84. La ciudad había vivido semejante tumulto incontrolable con
la “rebelión de los barrios” de 1765.
851 Cfr. también el “indulto” del 5-I-1813, AGI, Quito, leg. 231. Entre otros también Manuel Matheu fue tras-
ladado, junto con Montúfar, a España para su encarcelamiento, Jurado Noboa, Los Larrea, pp. 67-72.
852 Gangotena y Jijón,“Los Montúfar”, p. 255.
853 Cfr. el acápite B. VI. 1. La lista elaborada por Ramón Núñez del Arco en mayo de 1813 sobre el com-
portamiento de las principales personas particulares, clérigos, funcionarios de la Corona y abogados de
la ciudad, también estaba dirigida contra la rehabilitación de miembros importantes del movimiento
independentista, puesto que éstos, en gran parte, habían podido ocupar de nuevo y sin menoscabo su
anterior alta posición social,“Los hombres de agosto”.
262 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
también a aquellas personas que de principio, estaban en contra de la
subversión o a quienes, según la opinión general, “por su honradez, nobleza,
bienes de fortuna y virtudes lo merecieran”.854
854 Escrito del Consejo de Indias del 5-VI-1819, AGI, Quito, leg. 219. Según la opinión del Consejo de Indias
esta última aseveración se aplicaba también a Larrea, quien había sido elegido representante del barrio
de Santa Bárbara en la primera Junta. La actitud, en su totalidad poco revolucionaria, de la capa supe-
rior quiteña, fue resaltada también, después de la disolución de la primera Junta, por Francisco de Jijón y
Chiriboga, en febrero de 1810, en una carta al marqués de Maenza y conde de Puñonrostro, Juan José
Matheu y Herrera, cuando escribió sobre los motivos del movimiento de las juntas revolucionarias: “Fue
una chiquillada de loco de Salinas, Morales y Quiroga, y nadie más, quienes irritados del despotismo y
cruel porte de los semi-dioses europeos engañaron a alguna gentalla, se hicieron de la tropa y armas, y
con esta fuerza sujetaron y envolvieron a la sensata nobleza, que cedió por evitar males funestos y reme-
diar las cosas, como lograron (…). Esta es la verdad pura y el tpo., aunque tarde, lo aclara”, 20-II-1810,
AHBC/Q, Documentos Misceláneos, Nº 27/218, f. 264-264v. Anteriormente el mismo Jijón, quien en los años
anteriores al estallido del movimiento independentista, había luchado por la sucesión en el condado de
Casa Jijón, había estado activo en la primera fase del gobierno de la Junta como comisario de guerra.
855 José Barba y Sánchez de Orellana, Bernardo Ignacio de León y Carcelén, Manuel Matheu y Herrera y
Joaquín Sánchez de Orellana fueron acusados y, por corto plazo arrestados, por participar en una “con-
moción” en junio de 1815, 5ª Notaría (Protocolos), exp. 12-VII-1815, fs. 36-38.
856 En correspondencia el presidente Montes, en el año 1818, juzgó la situación política y social con las
palabras: “La experiencia de cinco años me ha hecho conocer un general arrepentimiento hasta de los
más principales culpados con pruebas evidentes y nada equívocas, obedeciendo a las legítimas autori-
dades y manifestando fidelidad y amor al Soberano”, AHBC/Q, Documentos Misceláneos, Nº 12/72, f. 149.
857 Citado por Valencia Llano,“Elites, burocracia”, p. 72.
E
n el período colonial tardío, la capa social alta de la ciudad de
Quito y de otros lugares de la Sierra norte y central de la
Audiencia de Quito se entendió a sí misma como nobleza y fue
reconocida como tal por parte de las máximas instituciones y autoridades
administrativas coloniales de la América española, la Audiencia y el virrey
del Nuevo Reino de Granada.
Por otra parte, los nobles quiteños reclamaban para su grupo –reclamo
permitido por el influjo local de estas familias mayoritariamente criollas y
por la política de la Corona- el ejercicio de altos cargos en la administración
estatal, en las milicias y en la Iglesia.
Además, todavía hacia fines del siglo XVIII, la política económica y social
oficial de la Corona española, cuidaba del fortalecimiento de la nobleza,
especialmente de la nobleza titulada, que seguía considerándose y
fomentándose como la capa social dirigente de la sociedad. En vista de la
situación de depresión económica de la región y del ideal de la nobleza de
sangre que marcaba a la capa social alta quiteña, la región más bien no se
beneficiaba -quizás con excepción del condado de Casa Jijón otorgado en
1784- del creciente reconocimiento de méritos empresariales mediante la
concesión de títulos nobiliarios en la segunda mitad del siglo XVIII. Por lo
tanto, junto a la falta de formación de una burguesía económica en Quito,
tampoco se llegó a la creación de un nuevo tipo de nobles que pudiera
haber disputado el rango social a la nobleza establecida de la ciudad,
dedicada primordialmente a su largo abolengo y a su prestigio social.
268 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
familiar. Así, en Quito, los factores de éxito económico y de rendimiento
-propios de una sociedad de clases orientada hacia una economía de
mercado y que destaca el papel de cada individuo- estaban relativamente
poco marcados y con un valor social subordinado.
Por otra parte, la falta o la escasa formación de una capa social alta que se
considerase a sí misma como nobleza, y de los modos de pensamiento y de
comportamiento que determinaban a esta, podría deberse a que algunas
regiones eran puntos de colonización más bien marginales del imperio
colonial. Por lo tanto, en el período colonial tardío casi no albergaban a
familias establecidas de mayor importancia.860Tal sería el caso de la
mencionada ciudad de Buenos Aires, al menos hasta inicios del siglo XVIII.
858 Cfr. Socolow, The Merchants of Buenos Aires; Socolow, The Bureaucrats of Buenos Aires.
859 No obstante, la historiografía social acerca de la Costa de la Audiencia de Quito es aún extremada-
mente escasa, cfr. para una visión general Hamerly, Historia social y económica.
860 Esta característica, de manera similar o aun más clara, corresponde a la ciudad portuaria de
Montevideo en la Banda Oriental (actual Uruguay). Cfr. la referencia de Mager acerca de la importancia
de la “unerhörte Dynamik de Wirtschaftslebens” [dinámica inaudita de la vida económica] para el
“Prozess der Transformation Frankreichs vom Ancien Régime zur Moderne” [proceso de transformación de
Francia, del Antiguo Régmen hacia la Modernidad], Mager, Soziale Ungleichheit, p. 80.
861 Quito se podría comparar quizás con la ciudad del Cusco en los Andes peruanos, cfr. Lavallé, Le
Marquis et le Merchant.
862 Según las cifras de Atienza, no del todo confiables, pero útiles como indicadores aproximados, hubo,
durante el período colonial, 103 títulos de Castilla en México y 118 en el Perú, Títulos nobiliarios hispanoa-
mericanos. Quedan por investigar, fundamentalmente, las características de los diversos grupos de nobles,
especialmente en lo referente a una nobleza de título económicamente activa, fomentada por los reyes
borbónicos; cfr. Langue, Mines, terres et société.
863 Cfr. los ensayos clásicos de Stein y Stein, The Colonial Heritage.
864 Guerra, Modernidad e independencias; Martin,“The Dynamics of Clio”; Mörner,“Ethnicity”, pp. 313-314;
cfr. Guerra, Le Mexique. De l´Ancien Régime à la Révolution.
270 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
especial, François-Xavier Guerra se ha dedicado con más énfasis a la cuestión de
la “modernidad” de las sociedades de la América española, en la época de los
movimientos independentistas. El interés de Guerra se dirige especialmente
hacia el incipiente establecimiento de formas de “sociabilidad” y de práctica
social nuevas e “ilustradas” durante el período colonial tardío, formas cuyos
principios basados en los intereses y las facultades individuales desplazaron de
modo creciente las diversas formas e instituciones tradicionales de las relaciones
sociales (por ejemplo, las organizadas por ciudades, estamentos, corporaciones o
las relaciones patrón-cliente).865
869 Cfr. las constituciones ecuatorianas del siglo XIX, Trabucco (ed.), Constituciones.
870 El tributo indígena, rebautizado como “contribución directa”, recién en el año 1857 fue eliminado por
ley y, en la realidad, únicamente se acabó en 1895, Quintero,“El estado terrateniente”, p. 404. La vincula-
ción de la población indígena a los bienes raíces privados, el concertaje, siguió creciendo en el siglo XIX,
con un simultáneo incremento legal de la autoridad del propietario frente a los trabajadores y sus fami-
lias y de las dificultades para el abandono de las haciendas por parte de los indígenas. Acerca del des-
arrollo del concertaje hasta el siglo XX Oberem,“Contribución”.
871 La legislación electoral del año 1830, cambiada tan solo de manera insignificante hasta el año 1856,
admitía tan solo escasos 2.900 sufragantes con derecho al voto en todo el Ecuador. Esto representaba el
0,3 % del total de cerca de 800.000 habitantes. Estos sufragantes, proporcionados por las parroquias y
seleccionados según los criterios de ingresos y actividades económicas independientes, recién determi-
naban el “pueblo elector” propiamente dicho, el cual, en el mencionado año, abarcaba un total de 126
electores, quienes elegían directamente a las más altas autoridades políticas del país, a saber, al presi-
dente, a los senadores, a los diputados, a los gobernadores, etc., Quintero,“El carácter de la estructura ins-
titucional”, pp. 223-224, 229-230.
872 Igualmente, los movimientos regionales de oposición contra el poder estatal concentrado en Quito,
se hallaban frecuentemente bajo el control de las familias radicadas en las respectivas regiones y de su
clientela; cfr. Núñez, Oligarquías regionales; Jurado, Los Larrea; Van Aken, King of the Night..
873 Oña Villarreal, Presidentes del Ecuador, pp. 12-13.
272 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
Además, dos famosos generales de las campañas libertadoras de Simón Bolívar
se emparentaron por matrimonio con las familias de la nobleza titulada tardío
colonial de Quito. Antonio José de Sucre -quien con la victoriosa batalla del
Pichincha (1822) selló la independencia de la Audiencia de España- contrajo
matrimonio en Quito con la séptima marquesa de Solanda y sexta marquesa de
Villa Rocha, Mariana Carcelén y Larrea. Por otra parte, el general Juan José
Flores, inicialmente intendente del Departamento del Sur de la Gran Colombia
y luego primer presidente del Ecuador, se casó con Mercedes de Jijón y
Vivanco, una sobrina nieta del conde de Casa Jijón, Miguel de Jijón.
Sin embargo, la pregunta acerca de las características del desarrollo social de los
estados hispanoamericanos desde la Independencia no se reduce -en el marco de
las perspectivas de investigación aquí delineadas- a una posible continuidad de
determinadas familias en las posiciones sociales y económicas sobresalientes de
la sociedad. Queda por preguntar qué importancia tuvieron los factores del
prestigio social, del abolengo así como de las relaciones familiares y clientelares
para el reclutamiento de las capas sociales altas y de los grupos políticos
dirigentes de los Estados independientes. Asimismo, espera respuesta cuándo o
hasta qué punto, estos factores fueron reemplazados por elementos más
abiertos, más institucionalizados y más democráticos.
874 Cfr. el volumen de artículos de Balmori y otros acerca de las “family networks” [redes familiares] que
marcaron la vida económica y política de Hispanoamérica desde fines del siglo XVIII hasta el inicio del
siglo XX, Balmori et al. (eds.), Notable Family Networks. Samuel Stone ha demostrado, que diversas perso-
nas y familias centrales de la vida política de los estados centroamericanos de Guatemala, El Salvador,
Honduras, Panamá, Nicaragua y Costa Rica, entre ellas varios presidentes, ministros y diputados, son des-
cendientes de la nobleza colonial, remontada básicamente a los conquistadores del Istmo, entre ellas,
por ejemplo, las familias nicaragüenses, varias veces emparentadas entre sí, de los Chamorro-Lacayo y
Somoza, al igual que varios políticos sandinistas, Stone, The Heritage of the Conquistadors, pp. 151-201. En
esto contexto resulta ampliamente insignificante si las relaciones genealógicas son reales y, en cada caso,
correctas o si posiblemente solo son reclamadas por las respectivas personas y familias.
I- GENEALOGÍAS
L
as siguientes genealogías no pretenden ser completas. Se han
tomado en cuenta todas las personas mencionadas en el presente
trabajo y todos los familiares de quienes existen informaciones en
las fuentes analizadas, especialmente en las secciones “Notarías
(Protocolos)” y “Testamentarías” del AN/Q y en las relaciones de méritos
del AGI (Quito).
SIGNOS:
: casado/a con
X : sin descendencia
: hijos/as biológicos/as
: hijos/as adoptivos/as
? : persona desconocida
1,2 : primer matrimonio, segundo matrimonio (etc.)
+ : año de defunción
275 Anexos
Condado de Casa Jijón (familia Jijón)
Joaquín Mancheno y
María Chiriboga (cfr. Selva Alegre)
Manuela de Larrea Joaquín Ramón
y Jijón Manchena y Cubero
276 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
Marquesado de Lises (familia Maldonado)
Rafael Miguel
Juana
277 Anexos
Marquesado de Maenza (familia Matheu)
Manuel
Manuel Rosa
278 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
Marquesado de Miraflores (familias Flores y Quiñones)
Antonio Flores
y Vergara 1. Magdalena Jiménez
(1r. marqués) y Cárdenas
(+1751) (cfr. abajo)
Rosa Carrión Manuel González
y Vaca de Bobadilla
Margarita Carrión
y Vaca (cfr. abajo)
Juan Manuel Francisca
de Larrea y Yépez Nicolás Carrión 2. María Velasco
León (cfr. y Vaca y Vallejo
Selva Alegre)
279 Anexos
Condado del Real Agrado (familia Villavicencio)
Juana de Chiriboga
Vicente Isidoro 2. y Jijón
Josefa Miguel
Antonio de Villavicencio
y Berástegui
280 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
Marquesado de San José y de Selva Alegre (familias Montúfar y Larrea)
Tomasa
Gregorio Bernardo José Manuel Juan Ramón Guerrero
(cfr. abajo) (cfr. abajo) y Barba
Tomás Guerrero
Pedro Ignacio de Larrea Catalina de Santa Coloma Andrea y Peñalosa
Zurbano y Dávalos y Gondra (+1792) (cfr. Selva Florida)
Juan Ignacio
María Josefa
de Larrea Joaquín (+1803) Ignacio
y Yerovi (+1787)
281 Anexos
Tomasa Guerrero José Anselmo Villavicencio y Maldonado
y Ontañón (primer conde del Real Agrado)
1. Eulalia de la Cámara
Juan y Mollenido (Cuzco)
2. Juliana Lazo
Josefa Teresa de Larrea Juan Pío de Montúfar
Bernardo de Larrea y y Villavicencio (+1790) y Larrea (2º marqués)
Villavicencio (4º conde
del Real Agrado)
José Mariana
José Modesto de
Larrea y Carrión María
282 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
Condado de Selva Florida (familias Ponce de León y Guerrero)
Alvaro
283 Anexos
2. María Jacinta de Nájera
Pedro Guerrero y Maldonado (cfr. Solanda)
(cfr. arriba) 3. Mariana Sánchez de Orellana
y Rada (cfr. arriba)
284 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
Marquesado de Solanda (familias Sánchez de Orellana y Carcelén)
285 Anexos
Marquesado de Villa Orellana (familia Sánchez de Orellana)
286 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
Marquesado de Villa Rocha (familia Carcelén)
Teresa
287 Anexos
I I - CARGOS Y FUNCIONES EN LA ADMINISTRACIÓN , LA I GLESIA Y LA MILICIA
288 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
Marquesado de Lises
289 Anexos
Joaquín Mancheno y Chiriboga:
Teniente de milicia (1794)
Alcalde ordinario de segundo voto (1794)
Marquesado de Maenza
290 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
José Matheu y Aranda, doctor:
Capitán (1765)
Abogado (1766)
Profesor de Derecho Civil (reemplazo) de la Universidad de Santo Tomás (1768
hasta 1769)
Marquesado de Miraflores
291 Anexos
Manuel Quiñones y Cienfuegos, doctor:
Clérigo presbítero (1811)
292 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
Condado del Real Agrado
293 Anexos
Manuel de Villavicencio y Maldonado:
Coronel de las milicias de Ibarra (1784)
José Anselmo de Villavicencio (Torres) y Maldonado (primer conde del Real Agrado):
Regidor alférez real de Riobamba (1768)
General de la caballería de Riobamba (1765)
294 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
(José) Manuel de Larrea y Jijón:
Portaestandarte de la plana mayor de infantería de milicia de Ibarra (1786)
Capitán de infantería de la milicia de Ibarra (1794)
Capitán de dragones de la milicia de Quito (1799)
Alcalde ordinario de segundo voto (1798)
Alcalde ordinario (1813, 1814)
295 Anexos
Mariano Miño y Valdez:
Procurador general del Cabildo (1821)
Profesor de Derecho Civil (1815, 1819)
Rector de la Universidad de Santo Tomás (1815, 1821)
296 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
Joaquín Tinajero y Larrea:
Teniente coronel de infantería de la milicia (1781)
Capitán de milicias (1775, 1787)
Colector general de diezmos de Obispado y mayordomo der fábrica de la
catedral (1770, 1778)
Administrador general del Hospicio y Casa Real de pobres (1787, 1789)
297 Anexos
María Teresa Guerrero y Matheu:
Monja del monasterio de carmelitas de la nueva fundación (1807)
298 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
Mariano Guerrero y Santa Coloma:
Alcalde del barrio de San Marcos (1773)
Regidor perpetuo (1777, 1797)
Procurador general del Cabildo (1780, 1791)
Alcalde ordinario de primer voto (1782)
Alcalde de aguas (1783,1799)
Ramón Tinajero:
Teniente de dragones de la milicia (antes de 1790, 1799)
Tomás Tinajero:
Alcalde de la Santa Hermandad (1778)
299 Anexos
Marquesado de Solanda
300 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
Juana María Sánchez de Orellana y Chiriboga:
Juana María de la Encarnación, religiosa carmelita descalza de la nueva
fundación (antes de 1773)
301 Anexos
Andrea Sánchez de Orellana y Ustáriz:
Andrea del Rosario y San Justo, monja del monasterio de monjas conceptas
(1772)
302 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
Clemente Sánchez de Orellana y Riofrío (primer marqués de Villa Orellana):
Alcalde ordinario de primer voto (1767)
Mariscal de campo de los Ejércitos Reales (1769)
General (1770)
303 Anexos
Francisco Javier Carcelén y Sánchez de Orellana:
Teniente de infantería de la milicia (1790, 1799, 1804)
Delegado del canciller de la Audiencia (1804)
Regidor (1815, 1821)
304 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
I I I - B IENES RAÍCES RURALES
305 Anexos
María Josefa de Jijón y Chiriboga (= Manuel de Larrea Zurbano y Santa Coloma):
1809:
-Obraje de la Banda
Hacienda de Sigsicunga
donación de Francisca Vidaurreta y Ocampo
-Cuadra en Otavalo (adjunta a la hacienda antes nombrada, probablemente todos
los bienes hasta aquí mencionados forman una unidad)
-Hacienda Ocampo (comprada por su cercanía con el obraje)
-Hacienda de Peribuela
Hacienda de Pomasqui
de los bienes dejados por su padre Manuel
-Hacienda de Cayambe (OTAVALO)
cfr. su marido Manuel
306 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
-Cuadra de Pomasqui (QUITO)
-Hacienda de Curiacu
Además las propiedades heredadas de su hermano Miguel (1794):
-Hacienda y obraje de Peguchi (OTAVALO)
valor: 17.300 pesos
-Hacienda de Pucará:
de pan sembrar
-Hacienda de Quinchuquí:
obraje, potreros, quesería, agricultura
extensión: más de 26 caballerías
valor: 19.259,1 1/2 pesos
censos: 17.200 Pesos
-Potreros de San Vicente: (Cotacachi, OTAVALO)
extensión: más de 11 caballerías
valor: 6.703 pesos
censos: 650 pesos
-Hato o potrero de San Nicolás
-Hato o potrero de Cambugán
-Hacienda de Mojanda: (OTAVALO)
de pan sembrar
Marquesado de Lises
307 Anexos
Manuel Diez de la Peña:
1803:
-Haciendas Urapamba y Cucupuro (El Quinche, QUITO)
ya entregado a su hijo Manuel como parte de la herencia
-Hacienda (de trapiche): (Guayllabamba, QUITO)
entre otras 10 cuadras de caña
comprada en 1754 a Antonio Villacís; ya entregada a su hijo Nicolás como parte
de la herencia
-Haciendas Atalpamba, Guantug, Chimayaro y Molino
compradas antes de 1774 a Fernando Guerrero y Peñalosa; en 1777 hipotecadas
con un censo de
12.000 pesos; con éste estaba asegurada la dote de su mujer
Marquesado de Maenza
308 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
Gregorio Matheu y de la Escalera y Mariana de Aranda Enríquez de Guzmán
(séptimos marqueses):
-Hacienda San Juan de Atapulo: (Saquisilí/Isinliví, LATACUNGA)
obraje de Salamalag
Hato en el sitio de Ianaurcu
Hacienda de Tilipulo con obraje
en ambas propiedades un total de 41.000 ovejas (1705)
Mayorazgo (Escalera/Matheu)
valor: 140.000 pesos (1705)
herededado de sus padres por Gregorio en 1735
-Estancia de Catuchi (Mulahaló, LATACUNGA)
Potrero
comprado por Gregorio en 1764
-Hacienda Pillagua (Cumbayá, QUITO)
comprada en 1751
Hacienda de Cumbayá (QUITO)
valor (1755): 4.500 pesos (sin tomar en cuenta un censo de 200 pesos)
donación a su nieta Antonia Guerrero y Matheu
-Hacienda de Saguanche (Chillogallo, QUITO)
heredada por Mariana del hermano de su suegra, Ignacio de la Escalera para sus
hijas
1792 (desde hace más de 70 años) arrendado al Cabildo
1796 entregada a la hija Josefa Matheu (vgl. allá)
309 Anexos
-Hacienda de Ortuño (LATACUNGA)
cebada, papas, cueros
-Hacienda de Moya (LATACUNGA)
cebada, papas
bueyes, carne, lana
-Hacienda de Tilipulo (LATACUNGA)
cebada, lentejas
cueros
lienzos, lana
-Hacienda de Chanchaló (LATACUNGA)
cebada, papas
cerdos, carne
hilo de algodón
en 1787, 1834 hipotecada con un censo de 2.000 pesos
-Hacienda de Chambapongo (LATACUNGA)
cebada, papas, maíz
bueyes, cerdos, carne
hilo de algodón
-Hacienda de Cumbijín (LATACUNGA)
cebada, papas, fréjol, quinua
ganado vacuno, mulas, carne
algodón, hilo de algodón, lana
-Hacienda Galpón (LATACUNGA)
cebada, papas
bueyes, cueros, cerdos, carne
-Hacienda Santa Rosa (LATACUNGA)
papas,
lienzos, lana
-Hacienda de Atapulo (LATACUNGA)
papas
ganado vacuno, carne
cal
lienzos, lana
-Obraje de la Comunidad (LATACUNGA)
textiles: bayetas, jergas blancas y negras, lana
-Obraje de Culaguango (LATACUNGA)
textiles: bayetas, paños azules y negros, bayetones, jergas, sayales, polainas, jergas
blancas y negras, lana
-Obraje de Tilipulo (LATACUNGA)
textiles: bayetas, paños negros, jergas blancas y negras, lana
-Obraje Guaitacama (LATACUNGA)
textiles: bayetas, jergas blancas y negras
Tierras arrendadas:
310 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
-parte del ejido de Turubamba al sur de Quito: (QUITO)
4 caballerías, 8,1/2 cuadras
arriendo: 90 pesos al año (1797)
Otros bienes:
-Encomienda de Archidona (Archidona/Napo, GOBERNACION DE MAINAS)
Marquesado de Miraflores
311 Anexos
-Obraje de Tilipulo (LATACUNGA)
Hacienda de Maca
Hato de Pansachi
comprada en 1763 por la segunda marquesa de Lises, Manuela de Borja
-Obraje de Miraflores (1781) (LATACUNGA)
vendido antes de 1803 al doctor Vicente Jiménez; en este momento hipotecado
con un censo de
4.000 pesos
-Hacienda de Ilit(i)o (de Montes): (LATACUNGA)
1799:
cultivo de trigo
69 “indios de servicio”
15 cabezas de ganado vacuno, 238 cabras
comprada en remate en 1788 a la Junta de Temporalidades en 533,2 1/2 pesos (en
efectivo)
-Hacienda de Saquisilí: (LATACUNGA)
1785:
cultivos de maíz, papas y cebada
149 “indios de servicio”
extensión de las tierras: 27 caballerías, de ellas 7 caballerías utilizadas por los
indios
cuadra
175 ovejas
12 bueyes
La hacienda limitaba, entre otras, con las tierras de la hacienda de Tilipulo
(chiquito) del séptimo marqués de Maenza
comprada en remate en 1785 a la Junta de Temporalidades en 3.700 pesos (700 en
efectivo, el resto como censos)
-Hacienda de Tanlagua (1783): (QUITO)
extensión de tierras y potreros: 265 caballerías, 10 1/2 cuadras
459 cabezas de ganado vacuno, 40 bueyes, 41 mulas, 550 ovejas, 1.095 cabras, 68
cerdos
50 indios (incl. gañanes conciertos)
Hacienda de Guatos (1783):
trapiche
cuadras de caña: 6 caballerías, 7 cuadras
potreros: 153 caballerías, 13 cuadras
11 gañanes conciertos
Hacienda de Nieblí (San Antonio):
cuadras de caña: 4 caballerías, 14 cuadras
tierras baldías de menor calidad: 10 caballerías, 5 cuadras
312 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
gañanes y otros 7 indios conciertos
conjunto comprado en remate en 1784 a la Junta de Temporalidades
precio: 26.000 pesos (12.000 pesos en efectivo, el resto como censo)
-Hacienda de Cunchibamba:
valor (1803): 13.000 Pesos (avalúo antiguo en el cual no se consideraron ni los
censos por 7.850 pesos ni las mejoras de épocas más recientes)
herencia para el hijo adoptivo Manuel José Flores
-Hacienda de Tambillo (1803):
precio de compra (sin fecha): 10.600 pesos en efectivo (además: censos a
reconocerse que en 1803
suman 14.000 pesos)
donación para el hijo adoptivo Manuel José Flores
-Chacra en el sitio de Silachis
-Obraje y haciendas de Tilipulo (cfr. arriba)
Hacienda de Saquisilí (cfr. arriba)
Hacienda de la Calera
Hacienda de Maca (cfr. arriba)
Hacienda de Aguallaca
Hacienda de Mulahaló
Hacienda de Pansachi (cfr. arriba)
desde 1802 (o 1805) arrendada y, en 1808, donada a su yerno Manuel Larrea y
Jijón
313 Anexos
Condado del Real Agrado
Tomasa Guerrero y Ontañón (viuda del primer conde del Real Agrado, José
Anselmo de Villavicencio y Maldonado):
-Hacienda(s) de San Juan: (Guano et al., RIOBAMBA)
1777:
Obraje de San Juan, con 32indios
Hacienda de San Juan, con 25 Indios
Duncata, con 7 Indios
Chimborazo, con 22 Indios
Galpón de San Juan, con 19 Indios
Guano, con 4 Indios
Colta, con 15 Indios
Asagtus, con 3 Indios
314 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
Marquesados de San José y de Selva Alegre
315 Anexos
potrero (1 cuadra)
parte de su herencia, avaluada en 8.500 pesos; en este momento arrendado en
250 pesos/año
-Hacienda Pulu
3 potreros llamados “Siu”
Parte de su herencia y cancelación de deudas a su favor de la herencia de sus
padres por la suma de 5.600 pesos, avalúo en 7.300 pesos, sin censos
316 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
Juan Pío Montúfar y Larrea (segundo marqués de Selva Alegre)
1778:
-Hacienda de Cochecaranqui (OTAVALO)
7.900 ovejas
900 cabezas de ganado vacuno
Hacienda de Angla
3.000 ovejas
Hacienda de Milán
1.300 ovejas
obraje
compradas en 1767 con la fortuna dejada por su padre por parte de su abuelo y
tutor Pedro Ignacio de Larrea para él y sus hermanos en 115.000 Pesos (77.000
pesos en efectivo, el resto como censos)
-Hacienda y obraje de Naxiche (LATACUNGA)
comprada en 1763 con la fortuna dejada por su padre para él y sus hermanos
por parte de Pedro de Larrea en 27.405,4 Pesos (en efectivo)
-Hacienda de Sigchos (LATACUNGA)
-Hacienda de Angamarca (LATACUNGA)
-Hacienda de Chillos con obraje (QUITO)
Hacienda de Tigua (Saquisilí, LATACUNGA)
Hacienda de Pinllocoto (QUITO)
Hacienda de Pasochoa (QUITO)
compradas en 1785 a la Junta de Temporalidades en 98.400 Pesos (22.000
pesos en efectivo, 10.000 pesos en el sguiente año y medio, el resto como
censo)
1802:
-Hacienda de Suyu (LATACUNGA)
maíz, papas, trigo, cebada
bodega para lana
Hacienda de Silipo
Hacienda de Guambayña
vacas, ovejas
2 potreros
Hacienda de Puñavi:
frutas tropicales
Las cuatro propiedades juntas compradas en remate en 1802 a la Junta de
Temporalidades en 22.754 pesos (15.754 pesos en efectivo, a pagarse en cuatos
anuales de 1.255 pesos, el resto como censo)
-Obraje de Licto (RIOBAMBA)
comprado en remate a la Junta de Temporalidades en 4.017 psos
317 Anexos
Mercedes Montúfar y Larrea (Freire y Montúfar)
-Hacienda de Cochasquí
Hacienda de Tanda
Hacienda de Moronga
Hacienda de Añaquito
Mayorazgo (Freire)
heredado a Joaquín Montúfar
318 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
1775/1794 en posesión de su viudo Manuel de la Peña como tutor de los tres
hijos comunes
-Hacienda de Urapamba (1792) (QUITO)
319 Anexos
Manuel Guerrero y Ponce de León:
-Hacienda Selva Florida
Hacienda San José de Itulcachi
Mayorazgo (Ponce de León Castillejo)
antes de 1799 Itulcachi estaba arrendado a Marcelino Pérez
-Hacienda de Puembo (QUITO)
comprada en 1749 en 22.000 pesos
vendida en 1783 en 15.000 pesos (8.500 pesos en efectivo, el resto como censo
de una una capellanía)
-Hacienda de Palugo (Pifo, QUITO)
al menos desde 1801 arrendada, por nueve años, a Salvador Guerrero y Ponce
de León en 600 pesos por año
-Hacienda de Alambí (Nono, QUITO)
comprada en remate en 1750 en 500 pesos en efectivo, además un total de
1.400 pesos a reconocerse por censos
-Hacienda de Turubamba (Chillogallo, QUITO)
traspasada por su abuela María Ambrosia Pérez de Villaroel
la propiedad había sido comprada en remate por éste en 20.100 pesos (8.300
pesos en efectivo, el resto a reconocerse por censos (1754)
418 cabezas de ganado vacuno (1799)
entre otros cebada, trigo, papas
-Obraje de Pungalá (RIOBAMBA)
1790
-Minas de plata Sacramento y San Antonio
en el cerro de Macuchi o en el sitio de Tagualo (Sigchos, LATACUNGA)
Propiedades arrendadas:
-Potreros de Turubamba (QUITO)
propiedad del Cabildo
arriendo: 200 pesos/año (1795)
los potreros limitaban con la hacienda de Manuel en Turubamba cfr. su mujer,
la quinta marquesa de Solanda, Mariana Sánchez de Orellana, quien fue su
heredera universal
320 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
-Obraje de Isinche (San Buenaventura de Pujilí, LATACUNGA)
casa de vivienda
17 telares, batán nuevo, molino
paños azules y pardos, bayetas; lana blanca y negra
-Hacienda Cuturibí (Pujilí, LATACUNGA)
campos de trigo, cebada, papas, maíz, lentejas y quinua
-edificio del tejar (Pujilí, LATACUNGA)
galpón
-Sitio de Patoa (Pujilí, LATACUNGA)
árboles frutales, un potrero pequeño
-Sitio de Alpamalag (Pujilí, LATACUNGA)
extensión: 4 caballerías de tierras, 2 campos de cebada
-Obraje (Pujilí, LATACUNGA)
galpón
-Potrero
extensión: 7-8 cuadras
bueyes, 6 cerdos
Marquesado de Solanda
321 Anexos
Francisca de Rada y Alvarado (viuda del segundo marqués, Pedro Javier Sánchez
de Orellana):
1765:
-Hacienda de San Bartolomé (Chillogallo, QUITO)
Hacienda de Suro [¿Sura?]
Hacienda de San Cristóbal
Hacienda de San Pedro de Turubamba (San Juan Evangelista de Chimbacalle,
QUITO)
Casa de San Pedro (con oratorio)
troje de San Cristóbal
edificio del molino
troje de San Bartolomé
potrero de Santa Ana: 243 cabezas de ganado vacuno, 82 bueyes, 1.126 ovejas,
7 burros de carga, 218 caballos
campos de papas, maíz y cebada
molinos
Obraje de San Bartolomé: edificio con 12 telares para paños y para bayetas
respectivamente
edificio del batán
casa de vivienda, pedazo de tierra (con potrero y un potrero pequeño), oratorio
el edificio de obraje y los cuartos de vivienda adjuntos muy arruinados; solo
pocos indios
Hacienda de Chisinchi (Machachi QUITO)
edificio principal (con troje y potrero), edificio de la teneria, edificio en el hato
campos de cebada y papas
Hato de Tyuliquin, con 1.010 cabezas de ganado vacuno
Hato de Chisinchi, con 935 cabezas de ganado vacuno
Hato de Aloasí, con 330 cabezas de ganado vacuno
Hato de Chaupi quesera
65 bueyes, 160 yeguas, 25 caballos, 818 ovejas
Hacienda de Santa Ana de los Potreros: (Aloasí, QUITO)
casa con troje, potrero
casa con molino (cerca de Machachi)
campos de cebada y papas
Hato de Paguangalli, sin ganado vacuno
14 bueyes, 484 ovejas, 2 mulas, 3 caballos
galpón pequeño y cuadras de Chillogallo
casa (incl. tejeduría con 2 telares para paños)
potrero (1 cuadra)
Hacienda de San Antonio de Conocotog (Conocotog, QUITO)
casa (incl. troje, oratorio; con jardín con frutos)
30 bueyes, 2 caballos, 10 burros de carga, 140 ovejas
Mayorazgo
322 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
Doctor Antonio Sánchez de Orellana y Chiriboga:
1788:
-Hacienda Barrancas (Mulahaló, LATACUNGA)
-Hacienda de Cuchitingue (Alaques, LATACUNGA)
-Cuadras de Latacunga y Alaques (LATACUNGA)
heredadas de su padre Juan José Sánchez de Orellana
323 Anexos
José Joaquín Sánchez de Orellana y Nájera:
-Obraje de Isinchi (Pujilí, LATACUNGA)
Hacienda de Cuturibi
(heredadas de su padre Antonio Justo; 3.873 pesos en censos; 1777 arrendada
al colector general de diezmos, Joaquín Tinajero)
324 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
herencia de su padre Pedro Javier Sánchez de Orellana (1754)
valor: 27.000 pesos, hipotecada con un censo de 5.500 pesos para una
capellanía
-Hacienda de Zámbiza (QUITO)
dote de su mujer (1789)
325 Anexos
Mariana Sánchez de Orellana y Rada (quinta marquesa de Solanda):
1803
-Hacienda de Turubamba (dote)
-Hacienda San Antonio de Chisinchi
Hacienda de Turubamba con obraje
Mayorazgo
-Hacienda de Cotocollao (1799) (QUITO)
(heredera universal de su marido Manuel Guerrero y Ponce de León, cfr. allá)
326 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
-Cuadras de Guayllabamba (QUITO)
valor: 100 Pesos (en efectivo) herencia de su padre Clemente
327 Anexos
-Tierras (Saquisilí, LATACUNGA)
valor: 200-300 pesos
328 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
-Hacienda (Machachi, QUITO)
-Hacienda (San Antonio de Lulumbamba, QUITO)
329 Anexos
Francisco Javier Carcelén y Sánchez de Orellana:
1802:
-Hacienda de Puembo (QUITO)
vendida por su albacea en 2.400 pesos a Leonor Cabezas
Hacienda de Niton
recibida como donación de su padre Jose Carcelén en 1785
-Hacienda de la Viña (AMBATO)
330 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
IV- DOTES
Marquesado de Lises
331 Anexos
Marquesado de Maenza
Marquesado de Miraflores
332 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
100 pesos en onzas de oro como donación de la tercera marquesa de Miraflores
1.747 pesos de su madre
Rosa María de Larrea y Santa Coloma (= Juan Pío Montúfar y Fraso, primer
marqués):
[1761]:
sin dote
Él compró para ella la hacienda (o chacra) de Pusuquí en 4.500 pesos
333 Anexos
Polonia Santa Coloma y Gondra (= Francisco Javier de Larrea Zurbano):
[1787]:
sin dote ni arras
334 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
Manuela Ontañón y Lastra (= Fernando Guerrero y Peñalosa):
[1775]:
dote: 30.000 pesos
arras: 4.000 pesos
Marquesado de Solanda
335 Anexos
Isidora Sánchez de Orellana y Rada (= cuarto marqués de Villa Rocha, José
Carcelén y Pérez de Ubillús):
[1766/1801]:
dote: 37.800 pesos
30.000 pesos en efectivo
7.800 pesos en diamantes, perlas, alhajas de oro y ropa
arras: 2.000 pesos
336 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
Su marido trajo al matrimonio un capital de libre disponibilidad de 60-70.000
pesos.
337 Anexos
GLOSARIO
Los términos que aparecen a continuación han sido marcados a lo largo del texto.
Las definiciones provienen del Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia y de
Constantino Bayle S.J., Los cabildos seculares en la América Española, Madrid, 1952.
Curato Parroquia.
Mayorazgo Institución del derecho civil que tiene por objeto perpetuar
en la familia la propiedad de ciertos bienes con arreglo a las
condiciones que se dicten al establecerla o, a falta de ellas, a
las prescritas por la ley.
338 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
Media anata Derecho que se paga al ingreso de cualquier
beneficio eclesiástico, pensión o empleo secular, y es
la mitad de lo que produce en un año; o cantidad
que se satisface (anualmente) por los títulos y por
lo honorífico de algunos empleos y otras cosas.
Memoria para testar Escrito simple a que se remitía el testador, para que
fuese reputado o cumplido como parte integrante
del testamento.
339 Glosario
FUENTES MANUSCRITAS
Escribanía de Cámara:
Leg. 914 C
Indiferente General:
Legs. 1.339, 1.609, 1.839
Mapas y Planos:
Panamá, Nº 134
Títulos de Castilla:
Legs. 2, 6, 7 B, 9, 10, 12 B
Consejos:
Legs. 4.753, 8.975, 8.976, 8.978, 11.752
Libs. 625, 1.474, 1.497, 1.501, 1.503, 1.529, 2.753
Reales Cédulas
A causa de una revisión (aún en curso) de los fondos del Archivo, durante los
últimos años y, en parte, también durante la investigación para el presente estudio,
la pertenencia de los documentos a las cajas varió varias veces. Por lo tanto, con la
excepción de los tomos de las Notarías (Sección Protocolos), que en su gran
mayoría no variaron, así como de las cajas del Fondo Especial, en los siguientes
grupos de documentos se citan tan solo los años de los fondos consultados.
340 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
Sección General:
Alcabalas: 1770-1791
Cedularios: 1612-1822
Civiles: 1792-1800
Criminales: 1792-1794
Encomiendas: 1775-1781
Fondo Especial. Presidencia de Quito: c. 1, 2, 18, 20, 25, 84, 117 y 158
Gobierno: 1749, 1776-1794
Indígenas: 1734-1735, 1764-1777
Matrimoniales: 1672-1829
Milicias: 1643-1814
Obrajes: 1758-1817
Temporalidades: 1769-1834
Testamentarías: 1759-1816
Vínculos y Mayorazgos: 1648-1822
Sección Judicial:
1. Notaría (Juicios): 1765-1770
1. Notaría (Protocolos): t. 365, 382-481
2. Notaría (Juicios): 1800-1813
2. Notaría (Protocolos): t. 1-7
3. Notaría (Juicios): 1760-1767
3. Notaría (Protocolos): t. 57-82
4. Notaría (Juicios): 1760-1813
4. Notaría (Protocolos): t. 98, 108-127
5. Notaría (Juicios): 1756-1813
5. Notaría (Protocolos): t. 111-127
6. Notaría (Juicios): 1760-1810
6. Notaría (Protocolos): t. 47, 92-123
Sección Colonial:
Nr. 32, Impuestos Varios
Nr. 33, Impuestos Varios. Cartas
342 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
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348 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
Libro de Cabildos de la ciudad de Quito, 1593-1597, Quito 1941 (Publicaciones del Archivo
Municipal, t. 17).
Libro de Cabildos de la ciudad de Quito, 1597-1603, 2 tomos, Quito 1937 y 1940 (Publicaciones del
Archivo Municipal, t. 13 y t. 16).
Libro de Cabildos de la ciudad de Quito, 1603-1610, Quito 1944 (Publicaciones del Archivo
Municipal, t. 20).
Libro de Cabildos de la ciudad de Quito, 1610-1616, Quito 1955 (Publicaciones del Archivo
Municipal, t. 26).
Libro de Cabildos de la ciudad de Quito, 1638-1646, Quito 1960 (Publicaciones del Archivo
Municipal, t. 30).
Libro de Cabildos de la ciudad de Quito, 1650-1657, Quito 1969 (Publicaciones del Archivo
Municipal, t. 33).
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354 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
ÍNDICE DE CUADROS Y PLANOS
Alejandro VI 100
Álvarez del Corro, Gabriel 211
Amat 48
Andrade, familia 189
Angulo, Juan Francisco de 94
Angulo y Velasco, Manuel de 98
Ante, Ventura 90
Aquino, Tomás de 197, 260
Aranda, Mariana de 135, 175, 222, 223, 225, 229, 231, 242
Aranda Guzmán y Loaysa, Manuel de 135
Aranda y Ayesa, Mariana de 175
Ascásubi, Francisco Javier 132
Ascásubi, José Antonio 72, 227, 232, 243
Ascásubi, familia 186, 272
Ascásubi, José Javier de 110, 198
Ascásubi y Matheu, José Javier de 179, 197, 239, 252, 253, 256, 257
Ascásubi y Matheu, Manuel de 272, 273
Ascásubi y Matheu, Rosa 273
Asensio, familia 100
Cabezas, Bernardo 73
Cabezas, familia 231
Caldas, Francisco José de 203, 204, 205
Calisto III 100
Calisto y Muñoz, Pedro 139
356 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
Cámara y Mollendo, Eulalia de la 231
Caracciolo Cármine Nicoló, duque de Castel do Sangro 25
Carcelén, familia 169, 170, 180, 189, 230, 236, 238, 256
Carcelén, José 124, 169, 186, 211, 242, 245
Carcelén, Josefa 245
Carcelén, Felipe 180, 252
Carcelén Ladrón de Guevara, Pablo 169
Carcelén y Larrea, Mariana 273
Carcelén y Pérez de Ubillús, José 143, 172, 203, 245
Carcelén y Pérez de Ubillús, Mariano 191
Carcelén y Pérez de Ubillús, Antonia 242
Carcelén y Sánchez de Orellana, Francisco Javier 253
Carcelén y Sánchez de Orellana, Felipe 236, 255
Carcelén y Sánchez de Orellana, Antonia 239
Carlos II 117, 128, 133, 136, 171
Carlos III 46, 117, 120, 127, 128, 129, 132, 141, 145, 197, 233, 260
Carlos IV 78, 93, 121, 124, 126, 138, 140, 143, 145, 234, 248
Carlos V 16, 20
Carondelet, Luis barón de 71, 198, 236, 237, 248, 249, 255
Carrión, familia 230
Carrión, Margarita 173
Carrión, Teresa 235, 236, 237, 238
Carrión Merodio, Jerónimo 89
Carrión y Palacios, Mercedes 231
Carrión y Vaca, Margarita 173, 231
Carrión y Velasco, Rosa 173, 204
Carrión y Vaca, Nicolás 230, 242, 243
Carrión y Velasco, Margarita 231
Carrión y Velasco, Nicolás 231, 239
Casa Fiel Pérez Calisto, marqués de 140
Cevallos, Ignacio de 103
Cevallos y Tena, Ignacio 125
Cerda, Messía de la 48
Chiriboga, familia 230
Chiriboga, Javiera Antonia de 220, 234, 245
Chiriboga, Tomasa de 209
Chiriboga y Jijón, Juan Antonio de 209
Cuero y Caicedo, José 256
Cuesta, Luis de la 69
358 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
Guerrero y Peñalosa, José 127, 166, 186
Guerrero y Peñalosa, Gregoria 202, 245
Guerrero y Ponce, Juan José 217, 254, 258
Guerrero y Ponce de León, familia 186, 189
Guerrero y Ponce de León, Ignacio 202
Guerrero y Ponce de León, Manuel 49, 87, 103, 109, 146, 167, 186, 190, 202, 228, 240, 244, 245
Guerrero y Ponce de León, Salvador 218, 240
Guerrero y Santa Coloma, Álvaro 254
Guzmán, familia 135
Guzmán y Vásquez, Luis de 74, 135
Ibacache, Isabel 85
360 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
Matheu y Escalera, Gregorio Joaquín 203
Matheu y Herrera, Manuel 87, 251, 252, 255, 256, 262
Matheu y Herrera, Juan José 176, 223, 232
Matheu y Herrera, Mariana 239
Matheu y Sanz, Luis 175
Matheu y Villamayor, Gregorio 175, 243
Miño, familia 88
Miño, José 95, 97
Miño y Valdés, Mariano 92, 95, 97, 104, 224
Montes, José Toribio 139, 168, 257, 261, 262
Montúfar, familia 74, 124, 167, 183, 184, 195, 202, 213, 224, 227, 243, 244, 252, 258
Montúfar, Pedro 73, 74, 117, 124, 125, 127, 244, 245, 253, 255
Montúfar, Juan Pío 74, 138, 145, 244, 258, 262
Montúfar, Joaquín 74
Montúfar, Juan Joaquín 244
Montúfar, Carlos 255, 256, 258
Montúfar y Fraso Juan Pío 35, 136, 168
Montúfar y Larrea, Francisco Javier 253, 254, 262
Montúfar y Larrea, Joaquín 87, 224, 239
Montúfar y Larrea, María Mercedes 92
Montúfar y Larrea, Juan Pío 110, 143, 168, 203, 223, 239, 244, 248
Montúfar y Larrea, Mercedes 214
Montúfar y Larrea, Pedro 226, 251
Muñoz Chamorro, Gabriela 175, 221
Muñoz de Guzmán, Luis 74
362 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges
Sánchez de Orellana, José Félix 105
Sánchez de Orellana, Pedro Javier 88, 94, 171, 218, 220
Sánchez de Orellana, Fernando Félix 102, 172, 220
Sánchez de Orellana, Diego 145, 146, 234, 240, 244, 245
Sánchez de Orellana, Fernando 146
Sánchez de Orellana, Álvaro 170
Sánchez de Orellana, Cayetano 188, 190
Sánchez de Orellana y Cabezas, José 231, 253, 257
Sánchez de Orellana y Chiriboga, Antonio 190, 194
Sánchez de Orellana y Chiriboga, Gregorio Joaquín 179, 208, 243
Sánchez de Orellana y Chiriboga, Jacinto 205, 252, 258
Sánchez de Orellana y Chiriboga, Mariana 211
Sánchez de Orellana y Góngora, Pedro Javier 218
Sánchez de Orellana y Goyas, Clemente 171
Sánchez de Orellana y Nájera, José Joaquín 191
Sánchez de Orellana y Nájera, José 235
Sánchez de Orellana y Rada, Cayetano 194
Sánchez de Orellana y Rada, Diego 189
Sánchez de Orellana y Rada, Fernando 142
Sánchez de Orellana y Rada, Fernando Félix 188
Sánchez de Orellana y Rada, Isidora 169, 172
Sánchez de Orellana y Rada, Rosa 244
Sánchez de Orellana y Ramírez, Antonio 170
Sánchez de Orellana y Riofrío, Clemente 172, 226
Sánchez Flores, Silvestre 172
Sánchez Pareja, Salvador 118
Santa Coloma, Polonia de 244
Santa Cruz y Espejo, Francisco de la 110, 111, 112, 116, 249, 250, 260
Santisteban, Gaspar de 78
Stevenson, William B. 204, 205
Suazo, familia 100
Suazo, Diego 100, 232
Sucre, Antonio José de 216, 257, 273
Yépez, María 65
Yépez y León, Francisca 85
Yerovi y Freire, María Josefa 202, 224, 244
364 FAMILIA, HONOR Y PODER LA NOBLEZA DE LA CIUDAD DE QUITO EN LA ÉPOCA COLONIAL TARDÍA (1765-1822) Christian Büschges