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C) Mètode històrico-crític

Aquest mètode ha estat utilitzat, sobretot, en les investigacions bíbliques, i es


defineix com un estudi científic del sentit dels textos antics. Tot i que els seus inicis es
poden anar a trobar en autors com Orígenes, Jerònim o Agustí, el seu origen es pot
fixar en el recursus ad fontes, hebrees, gregues i llatines, que van proposar els
humanistes (vid. De ratione studii, d’Erasme ) i els reformadors religiosos del
Renaixement.
Crítica textual. Els primers plantejaments en matèria bíblica, els trobem en
l’obra del protestant Lluís Cappell (m. 1658): Crítica sacra (1650). Segons de Tuya i
Salguero, la crítica textual “es casi una conditio sine qua non para proceder a la
exégesis. El investigador lo primero que ha de hacer es saber si se halla en posesión
del texto original, reconstruido conforme a la más depurada crítica, o si solamente se
encuentra en presencia de un texto aproximado. Y en este caso ha de valorar si esa
aproximación es substantiva o solamente accidental, es decir, si las variantes que
encuentra son de tal valor que le hacen dudar que tenga, en sustancia, el texto
original; o si, por el contrario, son tan accidentales, que está seguro de proceder a la
exégesis de un texto que substancialmente corresponde al original.”1 Anem a un cas
concret que relata Luis Alfonso Schökel:

Supongamos un oráculo escrito por Isaías el siglo VIII a.C.


Aquello y nada más que aquello es el texto inspirado, que se puede transmitir
en innumerables copias fieles. Cualquier traducción, por más fiel que sea, no
llega por sí misma a categoría de inspirada; es sencillamente una excelente
traducción de un texto inspirado. Es natural que a nosotros nos interese
llegar al original absoluto, al texto primordial inspirado. Pero entre el siglo
VIII a.C. y el nuestro han transcurrido 27 siglos, y en ellos han acontecido
cambios muy importantes.
Cambios de pronunciación del hebreo, introducción de un
alfabeto nuevo (escritura cuadrada); adaptaciones de la escritura, que en
algunos casos ha conservado la forma histórica, en otros ha substituido la
trascripción fonética; evolución semántica del vocabulario y cambios en la
sintaxis; copia sucesiva de los textos originales por copistas de oficio; un
destierro y una dispersión; se ha perdido la tradición de la métrica original;
viene el Cristianismo y los hebreos quedan fuera de la nueva Iglesia; sucede
el medioevo y unas cuantas evoluciones culturales. Después de semejantes
incidencias, ¿con qué confianza puedo tomar en mis manos el canto de Isaías
tal como ha llegado a nosotros, y escuchar en él la voz original, inspirada por
Dios? Aunque la providencia de Dios cuida de pájaros y flores con medios
naturales, parece mucho suponer que haya velado milagrosamente por los
acentos menudos del libro inspirado, y por las vocales que apenas se
escribían en tiempo del profeta. Su providencia ha sido especialísima, pero
no nos consta que haya sido milagrosa; ha dirigido la conservación sustancial
de los libros inspirados permitiendo errores humanos de transmisión.
Para superar los errores acumulados en la transmisión no
queda más remedio que hacer crítica: es lo que se llama “crítica textual”. Es
una técnica que se ha desarrollado en una serie de normas y métodos
seriamente establecidos: por una parte se han reconstruido las diversas
maneras como se equivoca un copista o cambia el texto original (errores

1
Manuel de Tuya – José Salguero, Introducción a la Biblia II, Madrid, B.A.C, 1967, pp. 135-136.
visuales, auditivos, intencionados…); por otra parte se reconstruyen las
genealogías de las copias transmitidas. Esto es un instrumento previo; pero
la crítica textual es un arte finísimo, el crítico debe perseguir y descubrir en
cada caso el origen de un error con sagacidad detectivesca.
Vamos a poner un ejemplo un tanto complicado. En la
primera carta de San Pablo a los Corintios (4,6) tropezamos con una frase
enigmática “Esto lo he dicho por vía de ejemplo… para que nadie sobre lo
que está escrito se gloríe”. Los comentadores no se ponían de acuerdo al
explicar la frase, muchos sospechaban que el texto estaba mal transmitido.
En nuestro lenguaje metafórico, sospechaban un pequeño crimen contra el
texto, del que quedaban huellas enigmáticas. Hasta que uno de estos
detectives de la crítica textual dictamina: Hay que borrar la frase porque ha
penetrado indebidamente en el texto. Y reconstruye los hechos de la
siguiente manera:
El texto actual lee:
Ina… mathete
to me ‘uper ‘a geograptai fronein
‘ina me eis uper tou enos fusiousthe

para que aprendáis…


a no saber más de lo que está escrito
para que nadie se gloríe sobre otro…

el texto original leía

a) ina mathete fronein


ina me eis uper tou enos fusiousthe

para que aprendáis a ser prudentes


para que no se gloríe uno sobre otro…

un copista se olvidó de copiar la negación, y al revisar su tarea, cayendo en la


cuenta de la omisión, escribió la negación entre líneas…

b) ina mathete fronein


me
ina eis fusiousthe

para qué aprendáis a ser prudentes


no
para que se gloríe uno…

el copista siguiente copió correctamente, pero por escrúpulo de oficio hizo


notar al margen que la partícula “no” (me) estaba escrita entre líneas, encima
de la “a” de “para”

c) ina mathete fronein


ina me eis fisiousthe
N. to me uper a gegraptai

para qué aprendáis a ser prudentes


para que no se gloríe uno…
NB el “no” está escrito sobre la “a”

el copista siguiente toma la glosa marginal como una adición y la incorpora al


texto; pero sucede que en griego a puede ser la letra “a” o el relativo neutro
plural “lo que”; en la incorporación se realiza un cambio de sentido:

d) ina mathete
to me uper a gregraptai fronein
ina me eis uper tou enos fusiousthe

para que aprendáis


a no saber sobre lo que está escrito
para que ninguno se gloríe….

Así ha reconstruido los sucesos un crítico, con evidente


ingenio, no con absoluta certeza. La mayoría de los casos son mucho más
simples, y muchas veces las variantes no afectan al sentido; otras veces la
corrección se impone obviamente. Lo notable es cómo, a pesar de tan
diversas incidencias de transmisión, hemos logrado recobrar un texto
bastante sano y con muchas trazas de originalidad; en algunas ocasiones
incluso se ha conservado una fonética antigua, respetada por las posteriores
evoluciones ortográficas; algunos textos están medianamente conservados,
p. e., Ezequiel.2

Les primeres manifestacions de crítica literària es troben a la Histoire critique du


Vieux Testament (1678) de Richard Simon

2
Luis Alonso Schökel, El hombre de hoy ante la Biblia, Barcelona, Juan Flors Editor, 1959, pp. 77-81.

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