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Carta a los Romanos

Introducción

Las cartas de S. Pablo

Desde un principio las Iglesias se preocuparon por conservar las cartas que recibían de los
apóstoles, pues veían en ellas los testimonios auténticos de la fe. Por la misma razón adoptaron
rápidamente la costumbre de intercambiar las cartas que recibían.

Nuestras “cartas de Pablo” representan tan sólo una parte de su correspondencia. Las Iglesias que
él siguió más de cerca, como las de Corinto, Filipos y Tesalónica, ciertamente recibieron otras
cartas y mensajes. Al transmitirlas a las demás Iglesias no vacilaron en insertar en tal o cual carta
de Pablo textos que habían recibido en otras oportunidades; tales mensajes podían referirse a
problemas más personales que no interesarían, pero entre ellos había párrafos precisos que habría
sido una pena perderlos.

Esto permite resolver muchas dificultades que podrían surgir con respecto a estas cartas. En
primer lugar el carácter compuesto de la Segunda carta a los Corintios y de la carta a los Filipenses.
Luego el aspecto artificial de la Segunda carta a los Tesalonicenses, de la cual sólo una parte
reproduce párrafos sacados de los mensajes de Pablo. No resulta imposible que en la Primera
carta a los Corintios se hayan insertado páginas de Pablo extrañas a esta carta, y también parece
probable que el capítulo 15 de la carta a los Romanos haya sido escrito no para los cristianos de
Roma sino para los de Éfeso, a quienes había sido enviada una copia que difundieron en las otras
Iglesias de Oriente.

En la primera colección las cartas estaban ordenadas en orden decreciente según su longitud:
primero las cuatro “grandes” cartas a los Romanos, a los Corintios, y a los Gálatas, después las
“cartas de la cautividad”, y al final, las cartas a los Tesalonicenses. Más tarde se les agregaron las
cartas a Timoteo y a Tito y la hermosa carta a los Hebreos, escrita probablemente al alero de
Pablo, pero cuyo autor se desconoce.

Pablo se consideraba como “el Apóstol de las naciones”, viendo que esa era su vocación personal
al lado de Pedro, a quien Dios había dado el encargo de evangelizar al mundo judío, no sólo en
Palestina sino en todo el imperio romano, allí donde estuvieran establecidos. Pablo había recibido
esa misión del mismo Jesús con ocasión de su conversión (Hech 22,21; Gál 2,7), y era tan
fundamental en el proyecto divino de la misión y extensión de la Iglesia, que no terminó con su
muerte. El espíritu de Pablo, una de las grandes manifestaciones del espíritu de Jesús, está
siempre actuando en todos los tiempos a través de sus cartas.

LA CARTA A LOS ROMANOS

La evangelización de los griegos


Jesús se había presentado como el Salvador, y en primer lugar quería salvar al pueblo judío. Al
hablar del reino de Dios les abría nuevos horizontes, sin ignorar sus aspiraciones colectivas. Pero
cuando empezó la misión entre los griegos, ajenos al deseo de liberación de los judíos, fue
necesario mostrarles que el Evangelio respondía también a sus aspiraciones.

El imperio romano había reducido prácticamente a nada las ambiciones de naciones pequeñas y
grandes al absorberlas, dejando un vacío donde crecerían las preocupaciones religiosas. Esa gente
se interesaba por todo lo que afectaba a la persona y buscaba entre una balumba de doctrinas y
de religiones un medio para escapar al destino. Por eso había que hablarles de Cristo como del
que resuelve nuestros conflictos y da nueva vida.

En la carta a los Romanos Pablo quiere responder a las preocupaciones de los griegos pero sin
descuidar a los judíos, muy numerosos en esa comunidad. Para los judíos creyentes resultaba muy
difícil resituarse ante Dios después de que la mayoría de su pueblo rechazara la fe cristiana.

La justificación de Dios y la salvación de la humanidad

La carta a los Romanos es en gran parte una exposición sobre la vocación cristiana. No sólo nos
parecerá difícil sino que lo es. Encontramos en ella discusiones y una utilización de los textos
bíblicos que desconciertan, porque Pablo argumenta como había aprendido en las escuelas de los
rabinos. Pero conviene recordar que Pablo no vertebra un sistema doctrinal, una teología, sino
que recurre constantemente a su propia experiencia. El encuentro con Jesús resucitado, la
conversión que lo puso al servicio del Evangelio, y posteriormente la amplia experiencia de su vida
de apóstol, son las bases de su visión de la fe.

Pablo va a hablar de la salvación de Dios,, que es la salvación de la raza humana, como un todo, y
que se juega en el corazón de las personas. Todo dependerá de la respuesta personal a la llamada
de Dios. ¿Sabremos confiar en él?

Pablo está marcado por su propia historia y presenta el encuentro con la fe como una conversión
más o menos dramática. El hombre es esclavo del pecado (convendrá ver lo que Pablo entiende
con esto) y quisiera liberarse de él, pero le falta la clave para comprenderse a sí mismo: ha sido
creado para compartir la vida de Dios, y hasta que no lo consiga, experimentará una rebelión
consciente o inconsciente contra Dios. ¿Habrá que volverse hacia la religión? Con eso se ganaría
muy poco, dice Pablo con una insistencia que sorprenderá a muchos; pues mientras se piense
encontrar la superación en las prácticas religiosas, se dará la espalda a la única fuerza que puede
liberarle: el amor misericordioso de Dios. Pero Dios tiende la mano y enseña a amar. Jesús viene al
encuentro y es crucificado y así Dios manifiesta su amor y perdón. Sólo espera respuesta de un
acto de fe, una fe que libera de un solo golpe.

Para explicar esta transformación que la fe obra en el hombre, Pablo utiliza una palabra que
tendrremos que explicar: la justificación.

Esta salvación es la que anunciaba toda la Biblia, pero desconcierta a todos los que, en la religión
judía, se habían quedado con las prácticas, que pertenecen a una época de la historia humana a la
que ha puesto fin la muerte de Jesús. El bautismo hace entrar en un mundo misterioso, que no es
otro que el Cristo resucitado: ahora ya estamos «en Cristo» y vivimos de su Espíritu. El don del
Espíritu abre una nueva era en la que quienes se han hecho hijos o hijas de Dios tendrán que
inventarlo todo según las leyes del amor.

Pablo se detiene sobre el problema del pueblo judío: ¿qué pensar de toda la historia de Israel, al
que Dios prometió un salvador, y que cuando viene no lo reconoce? Pablo explicará que esa
tragedia se inscribe dentro de un plan más amplio, según el cual Dios salva a todos, permitiendo
que todos los pueblos hayan pasado por un tiempo de desobediencia a Dios.

Pablo envió esta carta el año 57 ó 58, probablemente desde Corinto. Hasta entonces se había
dirigido a comunidades que conocía y cuyas dificultades no ignoraba. Esta vez no; al final de su
exposición hablará de manera muy general de la vida cristiana, y sobre todo de cómo aceptarse
mutuamente entre personas de orígenes muy diversos. Porque en Roma, como en cualquier otra
parte, no fue tan sencillo reunir en una misma comunidad a judíos y paganos convertidos. Pablo
les recomienda lo que ni siquiera nosotros logramos practicar hoy: que acepten sus diferencias.

La carta a los Romanos en la Iglesia

Sería imposible hablar de la carta a los Romanos sin decir algo sobre la importancia que ha tenido
y sigue teniendo en las iglesias protestantes.

Se sabe que Lutero maduró la Reforma partiendo de esta epístola. No se equivocaba advirtiendo
en ella la condenación de una Iglesia instalada en el mundo, en la que la fe se había degradado a
menudo en prácticas ajenas a la fe que salva. La cristiandad de la Edad Media era un pueblo
parecido al de Israel. Eran cristianos de nacimiento y así permanecían; eran creyentes, pero como
en cualquier otra cultura pensaban salvarse mediante los ritos religiosos y las prácticas de las
buenas obras que merecen el cielo.

Era por tanto muy importante recordar que la fe es el alma de toda conversión, y que esta
conversión es la respuesta a una llamada gratuita de Dios. En esta carta no se trata de otra cosa
que de Cristo Salvador, y esto era suficiente para devaluar todo el sistema religioso imperante,
aplastado por sus tradiciones y devociones. Se hablaba de fe, y apenas se oía predicar sobre
ninguna otra cosa fuera de la moral, o más bien de las categorías de la moral. Se hablaba de la
Palabra de Dios dirigida a todos los hombres, y tan sólo se contentaban con confiar en los hombres
de Iglesia. Era, pues, una crítica radical de la Iglesia que había acabado mirándose a sí misma en
lugar de volverse hacia Dios, y cuyo sistema político, doctrinal o represivo ocultaba el horizonte.

Esta carta se basa en la experiencia de Pablo como judío y como fariseo, y después como apóstol
llamado directamente por Cristo. Pero Lutero y sus contemporáneos leían esta carta a partir de
sus problemas, o mejor dicho, de sus angustias.

Eran los representantes de una cristiandad terminal, obsesionada por la perspectiva del pecado y
de la condenación eterna. Todo lo que Pablo dice sobre la predestinación del pueblo judío lo veían
como un problema de predestinación personal al cielo o al infierno. Pablo habla de Dios que nos
justifica —palabra que entonces tenía un sentido muy poco preciso— para enseñar que Dios
restablece en nosotros un orden auténtico; comprenden que, si nosotros creemos, Dios nos
considerará justos aunque nada cambie en nosotros. Las grandes perspectivas de una humanidad
angustiada por el pecado y la gracia, incapaz de liberarse a sí misma, se reducirán a un problema
personal: ¿soy yo realmente libre o soy un simple juguete de la gracia? Tomando al pie de la letra
el lenguaje imaginario de Pablo, se elaborará una doctrina sobre el pecado original en la que todos
expiamos, y por la eternidad, el pecado del primer antepasado.

Muchas generaciones de protestantes y católicos se verán marcados por estas controversias. Por
más que se hable de salvación sólo mediante la fe, o por la fe y las obras, o por la fe, las obras y los
sacramentos, el amor del Padre que salva y de Cristo Salvador pasará a un segundo plano,
obsesionados por la salvación: ¿cómo puedo escapar de este rígido círculo en que Dios me
encierra? El Dios justo, de sentencias inexorables, que condena con tanta facilidad al infierno,
traumatizará a Occidente y desencadenará la rebelión del ateísmo militante.

Cuando se ha meditado mucho tiempo a Pablo, y sobre todo la carta a los Romanos, se aprecia
que para él el Padre de Jesús es realmente padre, y que es amado apasionadamente. Se descubren
mil detalles que revelan su experiencia de la comunión continua y de la vida “en” el Dios Trino,
una experiencia muy semejante a la de san Juan.

Carta a los Romanos

La religión judía no obliga a los cristianos

:B:1 Les hablaré, hermanos, como a gente instruida en la Ley. Ustedes saben que la Ley tiene
autoridad sobre las personas solamente mientras viven. 2 La mujer casada, por ejemplo, está
ligada por ley a su marido mientras éste vive. En cuanto muere el marido, ya no tiene obligaciones
hacia él. 3 Mientras éste vivía, cometía un adulterio entregándose a otro; pero, muerto el esposo,
queda libre de sus deberes, y si se entrega a otro hombre, no será un adulterio.

4 Lo mismo pasa con ustedes, hermanos, pues han muerto a la Ley en la persona de Cristo, y han
pasado a pertenecer a otro, al que resucitó de entre los muertos, a fin de que diéramos fruto para
Dios. 5 Cuando no éramos más que «carne», la Ley estimulaba las pasiones propias del pecado,
que actuaban en nuestro cuerpo produciendo frutos de muerte. 6 Pero ahora hemos muerto a lo
que nos tenía aprisionados, y la Ley ya no vale para nosotros. Ya no estamos sirviendo a una ley
escrita, cosa propia del pasado, sino al Espíritu: esto es lo nuevo.

7 ¿Qué significa esto? ¿Que la Ley es pecado? De ninguna manera; pero yo no habría conocido el
pecado si no fuera por la Ley. Yo no tendría conciencia de lo que es codiciar si la Ley no me hubiera
dicho: «No codiciarás». 8 El pecado encontró ahí su oportunidad y se aprovechó del precepto para
despertar en mí toda suerte de codicias, mientras que sin ley el pecado es cosa muerta.
9 Hubo un tiempo en que no había Ley, y yo vivía. Pero llegó el precepto, dio vida al pecado 10 y
yo morí. Así, pues, el precepto que había sido dado para la vida me trajo la muerte. 11 El pecado
se aprovechó del precepto y me engañó, para que después el precepto me causara la muerte. 12
Pero la Ley es santa y también es santo, justo y bueno el precepto.

13 ¿Será posible que algo bueno produzca en mí la muerte? En absoluto. Esto viene del pecado, y
se ve mejor lo que es el pecado cuando se vale de algo bueno para producir en mí la muerte.
Gracias al precepto, el pecado deja ver toda la maldad que lleva en sí.

Triste situación del que conoce la Ley y no a Cristo

:B:14 Sabemos que la Ley es espiritual, pero yo soy hombre de carne y vendido al pecado. 15 No
entiendo mis propios actos: no hago lo que quiero y hago las cosas que detesto. 16 Ahora bien, si
hago lo que no quiero, reconozco que la Ley es buena. 17 No soy yo quien obra el mal, sino el
pecado que habita en mí. Bien sé que el bien no habita en mí, quiero decir, en mi carne. 18 El
querer está a mi alcance, el hacer el bien, no. 19 De hecho no hago el bien que quiero, sino el mal
que no quiero. 20 Por lo tanto, si hago lo que no quiero, eso ya no es obra mía sino del pecado que
habita en mí.

21 Ahí me encuentro con una ley: cuando quiero hacer el bien, el mal se me adelanta. 22 En mí el
hombre interior se siente muy de acuerdo con la Ley de Dios, 23 pero advierto en mis miembros
otra ley que lucha contra la ley de mi espíritu, y paso a ser esclavo de esa ley del pecado que está
en mis miembros.

24 ¡Infeliz de mí! ¡Quién me librará de este cuerpo de muerte! 25 ¡Gracias sean dadas a Dios por
Jesucristo, nuestro Señor!

25 En resumen: por mi conciencia me someto a la Ley de Dios, mientras que por la carne sirvo a la
ley del pecado.

Carta a los Romanos

Hemos recibido el Espíritu

:B:1 Ahora bien, esta condenación ya no existe para los que viven en Cristo Jesús. 2 En Cristo Jesús
la ley del Espíritu de vida te ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. 3 Esto no lo podía
hacer la Ley, por cuanto la carne era débil y no le respondía. Dios entonces quiso que su propio
Hijo llevara esa carne pecadora; lo envió para enfrentar al pecado, y condenó el pecado en esa
carne. 4 Así, en adelante, la perfección que buscaba la Ley había de realizarse en los que no
andamos por los caminos de la carne, sino por los del Espíritu.

El Espíritu nos guía


5 Los que viven según la carne no piensan más que carne, y los que viven según el Espíritu buscan
las cosas del espíritu. 6 Pero no hay sino muerte en lo que ansía la carne, mientras que el espíritu
anhela vida y paz. 7 Los proyectos de la carne están en contra de Dios, pues la carne no se somete
a la ley de Dios, y ni siquiera puede someterse. 8 Por eso los que viven según la carne no pueden
agradar a Dios.

9 Ustedes ya no están en la carne, sino que viven en el espíritu, pues el Espíritu de Dios habita en
ustedes. Si alguno no tuviera el Espíritu de Cristo, éste no le pertenecería. 10 Pero Cristo está en
ustedes, y aunque el cuerpo lleve en sí la muerte a consecuencia del pecado, el espíritu es vida por
haber sido santificado. 11 Y si el Espíritu de Aquel que resucitó a Cristo de entre los muertos está
en ustedes, el mismo que resucitó a Jesús de entre los muertos dará también vida a sus cuerpos
mortales por medio de su Espíritu, que habita en ustedes.

12 Entonces, hermanos, no vivamos según la carne, pues no le debemos nada. 13 Si viven según la
carne, necesariamente morirán; más bien den muerte a las obras del cuerpo mediante el espíritu,
y vivirán.

14 Todos aquellos a los que guía el Espíritu de Dios son hijos e hijas de Dios. 15 Entonces no
vuelvan al miedo; ustedes no recibieron un espíritu de esclavos, sino el espíritu propio de los hijos,
que nos permite gritar: ¡Abba!, o sea: ¡Padre! 16 El Espíritu asegura a nuestro espíritu que somos
hijos de Dios. 17 Siendo hijos, son también herederos; la herencia de Dios será nuestra y la
compartiremos con Cristo. Y si hemos sufrido con él, estaremos con él también en la Gloria.

También el universo espera su redención

:B:18 Estimo que los sufrimientos de la vida presente no se pueden comparar con la Gloria que nos
espera y que ha de manifestarse. 19 El universo está inquieto, pues quiere ver lo que
verdaderamente son los hijos e hijas de Dios. 20 Pues si la creación está sometida a lo efímero, no
es cosa suya, sino de aquel que le impuso este destino. Pero le queda la esperanza; 21 porque el
mundo creado también dejará de trabajar para el polvo, y compartirá la libertad y la gloria de los
hijos de Dios.

22 Vemos que la creación entera gime y sufre dolores de parto. 23 Y también nosotros, aunque ya
tengamos el Espíritu como un anticipo de lo que hemos de recibir, gemimos en nuestro interior
mientras esperamos nuestros derechos de hijos y la redención de nuestro cuerpo.

:B:24 Estamos salvados, pero todo es esperanza. ¿Quieres ver lo que esperas? Ya no sería esperar;
porque, ¿quién espera lo que ya tiene a la vista? 25 Esperemos, pues, sin ver, y lo tendremos, si
nos mantenemos firmes.

26 Somos débiles, pero el Espíritu viene en nuestra ayuda. No sabemos cómo pedir ni qué pedir,
pero el Espíritu lo pide por nosotros, con gemidos inefables. 27 Y Aquel que penetra los secretos
más íntimos entiende esas aspiraciones del Espíritu, pues el Espíritu quiere conseguir para los
santos lo que es de Dios.
¿Quién nos podrá apartar del amor de Dios?

:B:28 También sabemos que Dios dispone todas las cosas para bien de los que lo aman, a quienes
él ha escogido y llamado. 29 A los que de antemano conoció, también los predestinó a ser imagen
y semejanza de su Hijo, a fin de que sea el primogénito en medio de numerosos hermanos. 30 Así,
pues, a los que él eligió los llamó; a los que llamó los hizo justos y santos; a los que hizo justos y
santos les da la Gloria.

31 ¿Qué más podemos decir? Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? 32 Si ni
siquiera se reservó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos va a dar
con él todo lo demás? 33 ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? Dios mismo los declara justos. 34
¿Quién los condenará? ¿Acaso será Cristo, el que murió y, más aún, resucitó y está a la derecha de
Dios intercediendo por nosotros?

35 ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Acaso las pruebas, la aflicción, la persecución, el
hambre, la falta de todo, los peligros o la espada? 36 Como dice la Escritura: Por tu causa nos
arrastran continuamente a la muerte, nos tratan como ovejas destinadas al matadero.

37 Pero no; en todo eso saldremos triunfadores gracias a Aquel que nos amó. 38 Yo sé que ni la
muerte ni la vida, ni los ángeles ni las fuerzas del universo, ni el presente ni el futuro, ni las fuerzas
espirituales, 39 ya sean del cielo o de los abismos, ni ninguna otra criatura podrán apartarnos del
Carta a los Romanos

¿Por qué no han creído los judíos?

:B:1 Quiero hablarles en Cristo; todo será verdad y no miento, tal como mi conciencia me lo
atestigua en el Espíritu Santo. 2 Siento una tristeza muy grande y una pena continua, 3 hasta el
punto que de searía ser rechazado y alejado de Cristo en lugar de mis hermanos; me refiero a los
de mi raza. 4 Ellos son los israelitas, a quienes Dios adoptó; entre ellos descansa su gloria con las
alianzas, el don de la Ley, el culto y las promesas de Dios. 5 Suyos son los grandes antepasados, y
Cristo es uno de ellos según la carne, el que como Dios está también por encima de todo. ¡Bendito
sea por todos los siglos! Amén.

6 No quiero hablar de un fracaso de las promesas de Dios, porque no todos los israelitas son Israel,
7 como tampoco los descendientes de Abrahán eran todos hijos suyos. Pues le fue dicho: Los hijos
de Isaac serán considerados tus descendientes. 8 O sea, que no basta ser hijo suyo según la carne
para ser hijo de Dios; la verdadera descendencia de Abrahán son los hijos que le han nacido a raíz
de la promesa de Dios. 9 Y la promesa es ésta: Por este tiempo volveré y Sara tendrá ya un hijo.

10 Fíjense también en el caso de Rebeca, esposa de nuestro padre Isaac, que estaba esperando
mellizos. 11 Como todavía no habían hecho ni bien ni mal, la elección de Dios era totalmente libre
y todo dependía, 12 no de los méritos de alguno, sino de su propio llamado. Y fue entonces
cuando se le dijo: El mayor servirá al más joven. 13 La Escritura dice al respecto: Elegí a Jacob y
rechacé a Esaú.

Dios no es injusto

:B:14 ¿Diremos, entonces, que Dios es injusto? ¡Claro que no! 15 Dice sin embargo a Moisés: Seré
misericordioso con quien quiera serlo y me compadeceré de quien quiera compadecerme. 16
Debemos concluir que lo importante no es querer, o llegar primero, sino que Dios tenga
misericordia. 17 En la Escritura dice a Faraón: Te hice Faraón con el fin de manifestar en ti mi
poder y para que toda la tierra conozca mi Nombre. 18 Así que Dios usa de misericordia con quien
quiera y endurece el corazón de quien quiere.

19 Tú me vas a decir: Dios no tiene por qué reprocharme, dado que nadie puede oponerse a su
voluntad. 20 Pero, amigo, ¿quién eres tú para pedir cuentas a Dios? ¿Acaso dirá la arcilla al que la
modeló: Por qué me hiciste así? 21 ¿No dispone el alfarero de su barro y hace con el mismo barro
una vasija preciosa o una para el menaje?

22 Dios ha aguantado con mucha paciencia vasijas que solamente merecían su ira y que después
de hacerlas serían reducidas a pedazos; con ellas quería manifestar su justicia y dar a conocer su
poder. 23 Asimismo quiere manifestar las riquezas de su gloria con otras vasijas, las vasijas de la
misericordia, que ha preparado de antemano para la gloria. 24 Así nos ha llamado Dios, no sólo de
entre los judíos, sino también de entre los paganos. 25 Lo dijo con el profeta Oseas: Llamaré
“pueblo mío” al que no es mi pueblo, y “amada mía” a la que no es mi amada. 26 Así como se les
dijo: “Ustedes no son mi pueblo”, serán llamados “hijos del Dios vivo”.

27 Respecto a Israel, Isaías dice sin vacilar: Aunque los hijos de Is rael fueran tan numerosos como
la arena del mar, sólo un resto se salvará. 28 El Señor lo hará en esta tierra sin fallar y sin demora.
29 También Isaías anunció: Si el Señor de los Ejércitos no nos hubiera dejado alguna descendencia,
seríamos como Sodoma, parecidos a Gomorra.

30 Entonces, ¿en qué quedamos? En que los paganos, que no buscaban el camino de “justicia”, lo
encontraron (hablo de la “justicia” que es fruto de la fe). 31 Israel, en cambio, que buscaba en la
Ley un camino de “justicia”, no alcanzó la finalidad de la Ley. ¿Y por qué? 32 Porque se ataba a las
observancias y no a la fe. Y tropezaron con Aquel que es la piedra de tropiezo, 33 como está
escrito: Mira que pongo en Sión una piedra para tropezar, una roca que hace caer, pero el que
crea en él no será confundido.amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor.

Carta a los Romanos

Los judíos quisieron ser justos por sí mismos

10
:B:1 Hermanos, deseo de todo corazón y pido a Dios que los judíos se salven. 2 Declaro en su favor
que sienten celo por el servicio de Dios, pero en una forma equivocada. 3 No entienden cómo Dios
nos da la verdadera “justicia” y se empeñan en construir la suya, y por esta razón no hicieron caso
del camino de Dios. 4 Porque la Ley lleva a Cristo, y es entonces cuando por la fe se llega a ser
justo.

5 Moisés habla de ser justo en base a la Ley, pues escribe: Quien la cumpla, hallará por ella la vida.
6 Pero hay otra justicia que es fruto de la fe, y dice así: No digas en tu corazón: ¿quién subirá al
cielo? (era una manera de decir que Cristo bajaría de allí). 7 Y luego: ¿Quién bajará al abismo? (es
una manera de decir que Cristo subiría de entre los muertos). 8 Y luego se dice: Muy cerca de ti
está la Palabra, ya está en tus labios y en tu corazón. Ahí tienen nuestro mensaje, y es la fe.

9 Porque te salvarás si confiesas con tu boca que Jesús es Señor y crees en tu corazón que Dios lo
resucitó de entre los muertos. 10 La fe del corazón te procura la “justicia”, y tu boca, que lo
proclama, te consigue la salvación. 11 La Escritura ya lo dijo: El que cree en él no quedará
defraudado.

12 Así que no hay diferencia entre judío y griego; todos tienen el mismo Señor, que es muy
generoso con todo el que lo invoca; 13 porque todo el que invoque el Nombre del Señor se
salvará.

14 Pero ¿cómo invocarán al Señor sin haber creído en él? Y ¿cómo podrán creer si no han oído
hablar de él? Y ¿cómo oirán si no hay quien lo proclame? 15 Y ¿cómo lo proclamarán si no son
enviados? Como dice la Escritura: Qué bienvenidos los pies de los que traen buenas noticias. 16
Pero es un hecho que no todos aceptaron la Buena Noticia, como decía Isaías: Señor, ¿quién nos
ha escuchado y ha creído?

17 Así, pues, la fe nace de una proclamación, y lo que se proclama es el mensaje cristiano. 18 Me


pregunto: ¿Será porque no oyeron? ¡Claro que oyeron! Esta voz resonó en toda la tierra y sus
palabras se oyeron hasta en el último rincón del mundo. 19 Y sigo preguntando: ¿Cómo puede ser
que Israel no entendiera? Y de inmediato Moisés nos dice: Yo haré que te pongas celoso de una
nación que ni siquiera es nación, excitaré tu enojo contra una nación insensata. 20 Isaías luego se
atreve a decir: Fui hallado por los que no me buscaban y me manifesté a quienes no preguntaban
por mí. 21 Pero añade, y se refiere a Israel: Todo el día extendí mis manos hacia un pueblo
desobediente y rebelde.

Carta a los Romanos

Un resto de Israel se ha salvado

11

1 Entonces debo preguntar: ¿Es posible que Dios haya rechazado a su pueblo? ¡Por supuesto que
no! Yo también soy is raelita, descendiente de Abrahán y de la tribu de Benjamín. 2 No, Dios no ha
rechazado a su pueblo, al que de antemano conoció. ¿No se acuerdan de lo que dice la Escritura
acerca de Elías, cuando éste acusaba a Israel ante Dios? 3 Señor, han dado muerte a tus profetas,
han derribado tus altares; he quedado yo solo y, además, quieren matarme. 4 Y ¿cuál fue la
respuesta? Me he reservado siete mil hombres que no se han arrodillado ante Baal. 5 Lo mismo
ocurre ahora: queda un resto escogido por pura gracia.

6 Yo digo por gracia, y no porque cumplían. De otra manera la gracia no sería gracia. 7 Y entonces,
¿qué? Israel no encontró lo que buscaba, pero sí lo encontraron esos elegidos mientras los demás
se endurecían. 8 Dice la Escritura: Dios los embruteció, sus ojos no ven y sus oídos no oyen hasta el
día de hoy. 9 Y David dice: Que sus banquetes sean trampa y un lazo, una piedra donde caigan
ellos mismos y encuentren ahí su castigo. 10 Que sus ojos se oscurezcan y no vean, y que anden
siempre con la espalda encorvada.

No desprecies al que tropezó

:B:11 De nuevo pregunto: ¿Tropezaron y cayeron para no volver a levantarse? De ninguna manera.
A consecuencia de su traspié la salvación ha sido llevada a los paganos, y esto será un desafío para
ellos. 12 Si la caída de Israel fue una riqueza para el mundo, y lo que perdieron enriqueció a las
naciones paganas, ¡como será cuando Israel alcance su plenitud! 13 A ustedes, que no son judíos,
les digo: si yo, apóstol de los no-judíos, pongo tanto empeño en cumplir con mi oficio, 14 es
porque quiero despertar los celos de mi raza y así salvar a algunos de ellos. 15 Si su exclusión ha
sido reconciliación del mundo con Dios, ¿qué significará su reintegración sino que la vida resurge
de entre los muertos?

16 Cuando se consagran a Dios las primicias, queda todo bendecido. Si la raíz es santa, lo serán
también las ramas. 17 Ves que algunas ramas han sido cortadas, mientras que a ti te tomaron de
un olivo silvestre para injertarte en el árbol bueno de ellos, beneficiándote así de la raíz y de la
savia del olivo. 18 ¡No desprecies a esas ramas! ¿Cómo puedes sentirte superior? No eres tú el que
sostiene la raíz, sino que es la raíz la que te sostiene a ti. 19 Dirás tal vez: «Cortaron las ramas para
injertarme a mí.» 20 Muy bien, no creyeron y fueron desgajados, mientras que tú estás ahí gracias
a la fe. Pero no seas orgulloso y vigila tus pasos. 21 Porque si Dios no perdonó a las ramas
naturales, menos aún te perdonará a ti. 22 Fíjate que Dios es a la vez bondadoso y severo: severo
con ellos, que cayeron, y bondadoso contigo, siempre que perseveres en el bien, pues de lo
contrario tú también serás cortado.

23 En cuanto a ellos, si no se obstinan en rechazar la fe, serán injertados, pues Dios es capaz de
injertarlos de nuevo. 24 Si tú fuiste sacado del olivo silvestre, que era tu misma especie, para ser
injertado en el olivo bueno, que no era de tu especie, será mucho más fácil para ellos, que son de
la misma especie del olivo.

Israel se salvará

:B:25 Quiero, hermanos, que entiendan este misterio y no se sientan superiores. Una parte de
Israel va a quedarse endurecida hasta que el conjunto de las naciones haya entrado; 26 entonces
todo Israel se salvará, según dice la Escritura: De Sión saldrá el libertador que limpiará a los hijos
de Jacob de todas sus faltas. 27 Y ésta es la alianza que yo haré con ellos después de borrar todos
sus pecados.

28 Si los miramos desde el Evangelio, ellos son enemigos, lo que es para el bien de ustedes; pero
ateniéndose a la elección, ellos son amados en atención a sus padres. 29 Porque Dios no se
arrepiente de su llamado ni de sus dones. 30 Pues bien, ustedes, que no obedecían a Dios, fueron
perdonados a través de la desobediencia de los judíos. 31 Ellos, a su vez, serán perdonados
después de la actual desobediencia que les ha traído el perdón a ustedes. 32 Así Dios hizo pasar a
todos por la desobediencia, a fin de mostrar a todos su misericordia.

33 ¡Qué profunda es la riqueza, la sabiduría y la ciencia de Dios! ¿Cómo indagar sus decisiones o
reconocer sus caminos? 34 ¿Quién entró jamás en los pensamientos del Señor? ¿A quién llamó
para que fuera su consejero? 35 ¿Quién le dio primero para que Dios tenga que devolvérselo?

36 Todo viene de él, por él acontece y volverá a él. A él sea la gloria por siempre. ¡Amén!

Carta a los Romanos

La vida cristiana: tener en cuenta a los demás

12

:B:1 Les ruego, pues, hermanos, por la gran ternura de Dios, que le ofrezcan su propia persona
como un sacrificio vivo y santo capaz de agradarle; este culto conviene a criaturas que tienen
juicio. 2 No sigan la corriente del mundo en que vivimos, sino más bien transfórmense a partir de
una renovación interior. Así sabrán distinguir cuál es la voluntad de Dios, lo que es bueno, lo que le
agrada, lo que es perfecto.

3 La gracia que Dios me ha dado me autoriza a decirles a todos y cada uno de ustedes que no se
entrometn en cualquier cosa, sino que aspiren a loi que se debe buscar. Que cada uno actúe
sabiamente según el carisma que Dios le ha entregado.

:B:4 Miren cuántas partes tiene nuestro cuerpo, y es uno, aunque las distintas partes no
desempeñan la misma función. 5 Así también nosotros formamos un solo cuerpo en Cristo.
Dependemos unos de otros 6 y tenemos carismas diferentes según el don que hemos recibido.

6 Si eres profeta, transmite el conocimiento que se te da; 7 si eres diácono, cumple tu misión; si
eres maestro, enseña; 8 si eres predicador, sé capaz de animar a los demás; si te corresponde dar,
da con la mano abierta; si eres dirigente, actúa con dedicación; si ayudas a los que sufren,
muéstrate sonriente.

La vida cristiana: el amor

:B:9 Que el amor sea sincero.

9 Aborrezcan el mal y procuren todo lo bueno.


10 Que entre ustedes el amor fraterno sea verdadero cariño,

10 y adelántense al otro en el respeto mutuo.

11 Sean diligentes y no flojos.

11 Sean fervorosos en el Espíritu y sirvan al Señor.

12 Tengan esperanza y sean alegres.

12 Sean pacientes en las pruebas y oren sin cesar.

13 Compartan con los hermanos necesitados, y sepan acoger a los que estén de paso.

14 Bendigan a quienes los persigan; bendigan y no maldigan. 15 Alégrense con los que están
alegres, lloren con los que lloran. 16 Vivan en armonía unos con otros. No busquen grandezas y
vayan a lo humilde; no se tengan por sabios.

17 No devuelvan a nadie mal por mal, y que todos puedan apreciar sus buenas disposiciones. 18
Hagan todo lo posible para vivir en paz con todos. 19 Hermanos, no se tomen la justicia por su
cuenta, dejen que sea Dios quien castigue, como dice la Escritura: Mía es la venganza, yo daré lo
que se merece, dice el Señor. 20 Y añade: Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed,
dale de beber: así le sacarás los colores a la cara. 21 No te dejes vencer por el mal, más bien
derrota al mal con el bien.

Carta a los Romanos

Obedecer a las autoridades

13

:B:1 Cada uno en esta vida debe someterse a las autoridades. Pues no hay autoridad que no venga
de Dios, y los cargos públicos existen por voluntad de Dios. 2 Por lo tanto, el que se opone a la
autoridad se rebela contra un decreto de Dios y tendrá que responder por esa rebeldía.

3 No hay por qué temer a las autoridades cuando se obra bien, pero sí cuando se obra mal.
¿Quieres vivir sin tener miedo a las autoridades? Pórtate bien y te felicitarán. 4 Han recibido de
Dios la misión de llevarte al bien. Y si te portas mal, témelas, pues no tienen las armas sin razón.
También tienen misión de Dios para castigar a los malhechores. 5 Así, pues, hay que obedecer,
pero no solamente por miedo al castigo, sino por deber de conciencia.

6 Por la misma razón pagan los impuestos, y deben considerar a quienes los cobran como
funcionarios de Dios. 7 Den, pues, a cada uno lo que le corresponde: el impuesto, si se le debe
impuesto; las tasas, si se le deben tasas; obediencia, si corresponde obedecer; respeto, si se le
debe respeto.
8 No tengan deuda alguna con nadie, fuera del amor mutuo que se deben, pues el que ama a su
prójimo ya ha cumplido con la Ley. 9 Pues los mandamientos no cometas adulterio, no mates, no
robes, no tengas envidia... y todos los demás se resumen en estas palabras: Amarás a tu prójimo
como a ti mismo. 10 El amor no hace nada malo al prójimo; el amor, pues, es la Ley perfecta.

Hijos de la luz

:B:11 Comprendan en qué tiempo estamos, y que ya es hora de despertar. Nuestra salvación está
ahora más cerca que cuando llegamos a la fe. 12 La noche va muy avanzada y está cerca el día:
dejemos, pues, las obras propias de la oscuridad y revistámonos de una coraza de luz. 13
Comportémonos con decencia, como a plana luz: nada de banquetes y borracheras, nada de
lujuria y vicios, nada de pleitos y envidias. 14 Más bien revístanse del Señor Jesucristo, y no se
dejen arrastrar por la carne para satisfacer sus deseos.

Carta a los Romanos

Actitud comprensiva con los de conciencia débil

14

:B:1 Sean comprensivos con el que no tiene segura su fe y dejen las discusiones que terminan en
división. 2 Hay quien cree que puede comer de todo, mientras que otros, menos seguros, comen
sólo verduras. 3 El que come de todo no debe despreciar al que se abstiene; y el que no come de
todo, que no critique al que come, pues Dios lo ha tomado tal como es. 4 ¿Y quién eres tú para
criticar al servidor de otro? Si se mantiene en pie o se cae es asunto de su patrón. Pero no se
caerá, porque su Señor tiene poder para mantenerlo en pie.

5 Para unos hay días propicios y días que no lo son, mientras que para otros todos los días son
iguales. Que cada uno, pues, siga su propio parecer. 6 El que se preocupa por un día de buena
suerte, lo hace por el Señor; y el que come, lo hace por el Señor, pues al comer le da gracias. Y
también el que no come lo hace por el Señor y le da igualmente gracias.

7 De hecho, ninguno de nosotros vive para sí mismo y ninguno muere para sí mismo. 8 Si vivimos,
vivimos para el Señor, y si morimos, morimos para el Señor. Tanto en la vida como en la muerte
pertenecemos al Señor. 9 Por esta razón Cristo experimentó la muerte y vive, para ser Señor de los
muertos y de los que viven.

10 Entonces tú, ¿por qué criticas a tu hermano? O ¿por qué lo desprecias? Todos hemos de
comparecer ante el tribunal de Dios. 11 Está escrito: Juro por mí mismo, palabra del Señor, que
toda rodilla se doblará ante mí, y toda lengua confesará la verdad ante Dios. 12 Quede bien claro
que cada uno de nosotros dará cuenta a Dios de sí mismo.

13 Dejemos, pues, de juzgarnos los unos a los otros. Examinémonos, más bien, no sea que
pongamos delante de nuestro hermano algo que lo haga tropezar. 14 Yo sé, y estoy seguro de ello
en el Señor Jesús, que ninguna cosa es impura de por sí, pero sí lo es para quien la considera
impura. 15 Entonces, si tú ofendes a tu hermano con lo que comes, ya no vives según el amor. No
vayas a destruir con tu dieta a aquel por quien murió Cristo.

16 No den motivo de escándalo, aun cuando tengan la razón. 17 Piensen que el Reino de Dios no
es cuestión de comida o bebida, sino de justicia, de paz y alegría en el Espíritu Santo. 18 Quien de
esta forma sirve a Cristo, agrada a Dios y también es apreciado por los hombres. 19 Busquemos,
pues, lo que contribuye a la paz y nos hace crecer juntos.

20 No destruyas la obra de Dios por cuestión de alimentos; si bien todos son puros, es malo
comerlos cuando causa escándalo. 21 Mejor es abstenerse de carne, vino o de cualquier otra cosa,
si eso puede ser causa de tropiezo para tu hermano.

22 Mantén tus propias convicciones ante Dios. Dichoso aquel a quien su conciencia no le reprocha
su decisión. 23 Pero si uno come cuando su conciencia se lo reprocha, se condena a sí mismo, pues
su convicción era otra, y todo lo que uno hace en contra de su convicción es pecado.

Carta a los Romanos

15

1 Nosotros, si realmente somos fuertes, debemos cargar con la debilidad de quienes no tienen esa
fuerza y no buscar nuestro propio agrado. 2 Que cada uno busque lo que agrada a su prójimo,
ayudándole a crecer en el bien. 3 El mismo Cristo no hizo lo que le agradaba, como dice la
Escritura: Los insultos de los que te insultaban cayeron sobre mí. 4 Todas esas escrituras proféticas
se escribieron para enseñanza nuestra, de modo que, perseverando y teniendo el consuelo de las
Escrituras, no nos falte la esperanza.

5 Que Dios, de quien procede toda perseverancia y consuelo, les conceda también a todos vivir en
buen acuerdo, según el espíritu de Cristo Jesús. 6 Entonces ustedes, con un mismo corazón y una
sola voz, alabarán a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo.

7 Acójanse unos a otros como Cristo los acogió para gloria de Dios. 8 Entiéndanme: Cristo se puso
al servicio del pueblo judío para cumplir las promesas hechas a sus padres, porque Dios es fiel. 9
¿Y los otros pueblos? Esos darán gracias a Dios por su misericordia. Lo dice la Escritura: Por eso te
bendeciré entre las naciones, y alabaré tu Nombre. 10 Y también: Alégrense, naciones paganas,
junto con el pueblo de Dios. 11 Y de nuevo: Canten al Señor todos los pueblos y alábenlo todas las
naciones. 12 A su vez Isaías dice: Surgirá un descendiente de Jesé y se levantará para guiar las
naciones. En él pondrán éstas su esperanza.

13 Que el Dios de toda esperanza los colme de gozo y paz en el camino de la fe y haga crecer en
ustedes la esperanza por el poder del Espíritu Santo.

Pablo se siente responsable de los cristianos de Roma

:B:14 Personalmente estoy convencido, hermanos, de que también ustedes están llenos de buena
voluntad, colmados de todo conocimiento, y que son capaces de amonestarse mutuamente.
15 Sin embargo, me atreví a hablarles con franqueza para recordarles algunas cosas. Lo hago con
la autoridad que Dios me dio 16 cuando hizo de mí el ministro de Cristo Jesús entre las naciones
paganas para el oficio sagrado del Evangelio de Dios, para hacer de esas naciones una ofrenda
agradable a Dios, santificada por el Espíritu Santo. 17 Por eso en las cosas de Dios tengo el orgullo
que se puede tener en Cristo Jesús.

18 Pero no me atrevería a hablar de otra cosa fuera de lo que Cristo ha hecho valiéndose de mí
para que los paganos reciban la fe: mis palabras y mis obras, 19 con cantidad de milagros y
prodigios, y el poder del Espíritu Santo. Desde Jerusalén hasta el Ilírico, por todas partes he
esparcido la Buena Nueva de Cristo.

20 Pero he tenido cuidado, y de esto me honro, de no predicar en lugares donde ya se conocía a


Cristo, y de no edificar sobre fundamentos ajenos. 21 Me guié por la Escritura: Lo verán aquellos a
quienes no había sido anunciado, lo conocerán los que nada habían oído.

La ayuda para los cristianos de Jerusalén

:B:22 Ese trabajo me tenía tan ocupado que no pude llegar hasta ustedes. 23 Pero como lo deseo
desde hace varios años, y ahora ya no hay lugar para mí en esas regiones, 24 lo haré cuando vaya a
España. Espero pasar por donde ustedes y verlos. Y cuando haya disfrutado plenamente de su
compañía, me ayudarán a seguir viaje hacia allá.

25 Ahora me dirijo a Jerusalén para asistir a esa comunidad, 26 pues en Macedonia y Acaya les
pareció bien hacer una colecta en favor de los pobres de la comunidad de Jerusalén. 27 Quisieron
hacerlo, y de hecho estaban en deuda con ellos, pues si han participado de los bienes espirituales
de los judíos, es justo que los sirvan en lo material. 28 Cuando haya cumplido este encargo y
entregado las ayudas recibidas, me dirigiré a España pasando por donde ustedes, 29 y sé muy bien
que llegaré donde ustedes con toda la bendición de Cristo.

30 Pero les ruego, hermanos, en nombre de Cristo Jesús nuestro Señor y del amor, fruto del
Espíritu, que recen a Dios por mí. Luchen conmigo rogando por mí 31 para que pueda escapar de
los enemigos de la fe en Judea y para que la comunidad reciba con agrado la ayuda que le llevo. 32
Así llegaré con alegría donde ustedes y, si Dios quiere, descansaré en su compañía. 33 El Dios de la
paz esté con ustedes. Amén.

Carta a los Romanos

15

1 Nosotros, si realmente somos fuertes, debemos cargar con la debilidad de quienes no tienen esa
fuerza y no buscar nuestro propio agrado. 2 Que cada uno busque lo que agrada a su prójimo,
ayudándole a crecer en el bien. 3 El mismo Cristo no hizo lo que le agradaba, como dice la
Escritura: Los insultos de los que te insultaban cayeron sobre mí. 4 Todas esas escrituras proféticas
se escribieron para enseñanza nuestra, de modo que, perseverando y teniendo el consuelo de las
Escrituras, no nos falte la esperanza.
5 Que Dios, de quien procede toda perseverancia y consuelo, les conceda también a todos vivir en
buen acuerdo, según el espíritu de Cristo Jesús. 6 Entonces ustedes, con un mismo corazón y una
sola voz, alabarán a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo.

7 Acójanse unos a otros como Cristo los acogió para gloria de Dios. 8 Entiéndanme: Cristo se puso
al servicio del pueblo judío para cumplir las promesas hechas a sus padres, porque Dios es fiel. 9
¿Y los otros pueblos? Esos darán gracias a Dios por su misericordia. Lo dice la Escritura: Por eso te
bendeciré entre las naciones, y alabaré tu Nombre. 10 Y también: Alégrense, naciones paganas,
junto con el pueblo de Dios. 11 Y de nuevo: Canten al Señor todos los pueblos y alábenlo todas las
naciones. 12 A su vez Isaías dice: Surgirá un descendiente de Jesé y se levantará para guiar las
naciones. En él pondrán éstas su esperanza.

13 Que el Dios de toda esperanza los colme de gozo y paz en el camino de la fe y haga crecer en
ustedes la esperanza por el poder del Espíritu Santo.

Pablo se siente responsable de los cristianos de Roma

:B:14 Personalmente estoy convencido, hermanos, de que también ustedes están llenos de buena
voluntad, colmados de todo conocimiento, y que son capaces de amonestarse mutuamente.

15 Sin embargo, me atreví a hablarles con franqueza para recordarles algunas cosas. Lo hago con
la autoridad que Dios me dio 16 cuando hizo de mí el ministro de Cristo Jesús entre las naciones
paganas para el oficio sagrado del Evangelio de Dios, para hacer de esas naciones una ofrenda
agradable a Dios, santificada por el Espíritu Santo. 17 Por eso en las cosas de Dios tengo el orgullo
que se puede tener en Cristo Jesús.

18 Pero no me atrevería a hablar de otra cosa fuera de lo que Cristo ha hecho valiéndose de mí
para que los paganos reciban la fe: mis palabras y mis obras, 19 con cantidad de milagros y
prodigios, y el poder del Espíritu Santo. Desde Jerusalén hasta el Ilírico, por todas partes he
esparcido la Buena Nueva de Cristo.

20 Pero he tenido cuidado, y de esto me honro, de no predicar en lugares donde ya se conocía a


Cristo, y de no edificar sobre fundamentos ajenos. 21 Me guié por la Escritura: Lo verán aquellos a
quienes no había sido anunciado, lo conocerán los que nada habían oído.

La ayuda para los cristianos de Jerusalén

:B:22 Ese trabajo me tenía tan ocupado que no pude llegar hasta ustedes. 23 Pero como lo deseo
desde hace varios años, y ahora ya no hay lugar para mí en esas regiones, 24 lo haré cuando vaya a
España. Espero pasar por donde ustedes y verlos. Y cuando haya disfrutado plenamente de su
compañía, me ayudarán a seguir viaje hacia allá.

25 Ahora me dirijo a Jerusalén para asistir a esa comunidad, 26 pues en Macedonia y Acaya les
pareció bien hacer una colecta en favor de los pobres de la comunidad de Jerusalén. 27 Quisieron
hacerlo, y de hecho estaban en deuda con ellos, pues si han participado de los bienes espirituales
de los judíos, es justo que los sirvan en lo material. 28 Cuando haya cumplido este encargo y
entregado las ayudas recibidas, me dirigiré a España pasando por donde ustedes, 29 y sé muy bien
que llegaré donde ustedes con toda la bendición de Cristo.

30 Pero les ruego, hermanos, en nombre de Cristo Jesús nuestro Señor y del amor, fruto del
Espíritu, que recen a Dios por mí. Luchen conmigo rogando por mí 31 para que pueda escapar de
los enemigos de la fe en Judea y para que la comunidad reciba con agrado la ayuda que le llevo. 32
Así llegaré con alegría donde ustedes y, si Dios quiere, descansaré en su compañía. 33 El Dios de la
paz esté con ustedes. Amén.

Carta a los Romanos

Saludos

16

1 Les recomiendo a nuestra hermana Febe, diaconisa de la iglesia de Cencreas. 2 Recíbanla bien,
como debe hacerse entre cristianos y santos hermanos, y ayúdenla en todo lo que necesite, pues
muchos están en deuda con ella, y yo también.

3 Saluden a Prisca y a Aquila, colaboradores míos en Cristo Jesús, 4 que arriesgaron su vida para
salvar la mía. Yo les estoy muy agradecido, y lo están también todas las Iglesias del mundo pagano.
5 Saluden también a la Iglesia que se reúne en su casa. Saluden a mi querido Epéneto, el primer
convertido cristiano en la provincia de Asia. 6 Saluden a María, que ha hecho tanto por ustedes.

7 Saluden a Andrónico y Junías, mis parientes y compañeros de cárcel. Son apóstoles muy
conocidos y se entregaron a Cristo antes que yo.

8 Saluden a Ampliato, a quien tanto quiero en el Señor. 9 Saluden a Urbano, nuestro compañero
de trabajo, y a mi querido amigo Estaquis. 10 Saluden a Apeles, siempre firme en Cristo, y a la
familia de Aristóbulo. 11 Saluden a mi pariente Herodión y a los de la familia de Narciso que creen
en el Señor. 12 Saluden a Trifena y a Trifosa, que trabajan en la obra del Señor. 13 Saluden a Rufo,
elegido del Señor, y a su madre, que ha sido para mí como una segunda madre. 14 Saluden a
Asíncrito, a Flegón, a Hermes, a Patrobas, a Hermas y a los hermanos que están con ellos. 15
Saluden a Filólogo y a Julia, a Nereo y a su hermana, a Olimpas y a todos los santos que están con
ellos. 16 Salúdense unos a otros con el beso santo. Todas las Iglesias de Cristo les mandan saludos.

Recomendaciones

:B:17 Hermanos, les ruego que tengan cuidado con esa gente que va provocando divisiones y
dificultades, saliéndose de la doctrina que han aprendido. Aléjense de ellos. 18 Esas personas no
sirven a Cristo, nuestro Señor, sino a sus propios estómagos, engañando a los ingenuos con
palabras bonitas y piadosas. 19 Todos saben que ustedes están muy abiertos a la fe, y eso me
alegra; pero quiero que sean ingeniosos para el bien y firmes contra el mal. 20 El Dios de la paz
aplastará pronto a Satanás y lo pondrá bajo sus pies.
20 La gracia de Cristo Jesús, nuestro Señor, esté con ustedes. 21 Timoteo, que está conmigo, les
manda saludos, y también Lucio, Jasón y Sosípatro, parientes míos.

22 Yo, Tercio, que he escrito esta carta, les saludo en el Señor.

23 Los saluda Gayo, que me ha dado alojamiento y que presta también su casa para las reuniones
de la Iglesia. 24 Los saludan Erasto, tesorero de la ciudad, y nuestro hermano Cuarto.

25 ¡Gloria sea dada al que tiene poder para afirmarlos en el Evangelio que anuncio y en la
proclamación de Cristo Jesús!

25 Pues se está descubriendo el plan misterioso mantenido oculto desde tantos siglos,

26 y que acaba de ser llevado a la luz mediante las escrituras proféticas.

26 Esta es decisión del Dios eterno, y todas las naciones tendrán que aceptar la fe.

27 ¡A Dios, el único sabio, por medio de Cristo Jesús, a él sea la gloria por siempre! Amén.

Epístola a los Romanos

Información General

La Epístola a los Romanos es la más larga de las cartas de San Pablo y por lo tanto el primer lugar
entre las letras en el Nuevo Testamento de la Biblia. Es la única carta de Pablo escrita a una
comunidad no fundada por el apóstol y es más de un ensayo de la presentación de algunas de las
ideas de Pablo sobre la salvación de una respuesta a problemas particulares. Probablemente fue
escrito hacia el año 57-58 antes de que Pablo partió de Corinto a Jerusalén para entregar la
colección que había tomado por la iglesia.

Capítulos 1 a 4 se desarrollan en mayor detalle el tema de la justificación por la fe, que aparece en
forma polémica en Gálatas. Los capítulos 5 a 8 muestran el efecto de la salvación de los seres
humanos. En los capítulos 9-11, Pablo trata de comprender el plan de Dios para los Judios, su
pueblo elegido, que no han seguido a Jesús -. Las implicaciones cristiana para la vida de Jesús, la fe
y la salvación se plasman en los capítulos 12. 15 Capítulo 16 se una carta de presentación para la
diaconisa Febe, y se cree por muchos que han sido originalmente una carta separada.

La naturaleza exacta y el propósito de Romanos es controvertido, y es difícil determinar si se trata


de una carta teológica - ensayo, un testamento, una introducción de Pablo a los cristianos de
Roma, o una respuesta a problemas particulares en Roma que Pablo había oído acerca. Romanos
es una epístola particularmente rico y complejo, sus enseñanzas sobre la justificación, los Judios, y
las actitudes hacia el gobierno civil han sido objeto de debate desde la Reforma hasta el presente.
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Religioso

Información

Fuente

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Anthony J Saldarini

Bibliografía

CK Barrett, Comentario sobre la Epístola a los Romanos (1957); K Barth, La Epístola a los Romanos
(1933); Milner PS, La obediencia de la fe (1971).

Epístola a los Romanos

Breve Reseña

Introducción (1:1-15)

Pecado del hombre, incluyendo tanto los gentiles y Judios (01:16-3:20)

Justificación por la Fe (3:21-5:21)

La santificación (6-8)

Israel y el mundo de Salvación (9-11)

Los detalles de la conducta cristiana (12-15:13)

Observaciones finales, saludos (15:14-16:27)

Epístola a los Romanos

Avanzadas de la información
Esta epístola fue escrita probablemente en Corinto. Febe (Romanos 16:1) de Cencrea lo transmitió
a Roma, y Cayo de Corinto entretenido el apóstol en el momento de su escritura es (16:23;. 1
Corintios 1:14), y Erasto fue chambelán de la ciudad, es decir, de Corinto (2 Tim. 4:20). El
momento exacto en que fue escrito no se menciona en la carta, pero que fue escrito, obviamente,
cuando el apóstol estaba a punto de "ir a Jerusalén para ministrar a los santos", es decir, al cierre
de su segunda visita a Grecia, durante el invierno anterior a su última visita a esa ciudad (Romanos
15:25; comp Hechos 19:21;. 20:2, 3, 16; 1 Corintios 16:1-4.), a principios de año 58. Es muy
probable que el cristianismo se plantó en Roma por algunos de los que habían estado en Jerusalén
el día de Pentecostés (Hechos 2:10).

En este momento los Judios eran muy numerosos en Roma, y las sinagogas de ellos se recurrió
probablemente también por los romanos, que de esta manera conoció a los grandes hechos con
respecto a Jesús ya que se registraron entre los Judios. Así, una iglesia compuesta de ambos Judios
y Gentiles se formó en Roma. Muchos de los hermanos salieron a recibir a Pablo en su
acercamiento a Roma. Existen evidencias de que los cristianos estaban entonces en Roma, en un
número considerable, y probablemente había más de un lugar de reunión (Rom. 16:14, 15). El
objeto del apóstol por escrito a esta iglesia fue explicar a las grandes doctrinas del evangelio. Su
carta era una "palabra de temporada." Mismo profundamente impresionado con un sentido del
valor de las doctrinas de la salvación, que abre de forma clara y conectado todo el sistema del
evangelio en su relación tanto con Judio y Gentile. Esta epístola es peculiar en este, que es una
exposición sistemática del evangelio de aplicación universal.

El tema es tratado aquí argumentativamente, y es un motivo para los gentiles dirigida al Judios. En
la Epístola a los Gálatas, el mismo tema se discute, pero el apóstol declara su propia autoridad,
porque la iglesia de Galacia había sido fundada por él. Después de la introducción (1:1-15), el
apóstol presenta en ella aspectos buzos y las relaciones de la doctrina de la justificación por la fe
(1:16-11:36) en el terreno de la justicia imputada de Cristo. El autor muestra que la salvación es
toda de gracia, y sólo de la gracia. Esta sección principal de su carta es seguido por varias
exhortaciones prácticas (12:01-15:13), que son seguidos por una conclusión que contiene
explicaciones y saludos personales, que contienen los nombres de los veinticuatro cristianos en
Roma, una bendición, y una doxología (Romanos 15:14-ch. 16).

(Diccionario Ilustrado)

Roma

Avanzadas de la información
Roma, la ciudad más célebre del mundo en la época de Cristo. Se dice que fue fundada antes de
Cristo 753. Cuando el Nuevo Testamento fue escrito, Roma se vio enriquecida y adornada con los
despojos del mundo, y contenía una población estimada de 1.200.000, de los cuales la mitad eran
esclavos, y entre ellos representantes de casi todas las naciones entonces conocido. Se distingue
por su riqueza y el lujo y el despilfarro. El imperio de las cuales fue la capital había alcanzado
entonces su mayor prosperidad. En el día de Pentecostés estaban en Jerusalén "forasteros de
Roma," que sin duda llevaba de vuelta a Roma noticias de aquel gran día, y jugaron un papel
decisivo en la fundación de la iglesia. Pablo fue traído a esta ciudad a un prisionero, donde
permaneció durante dos años (Hechos 28:30, 31) "en una casa alquilada." Mientras que aquí,
Pablo escribió sus epístolas a los Filipenses, a los Efesios, a los Colosenses, a Filemón, y
probablemente también a los Hebreos.

Que tuvo durante estos años por compañeros de Lucas y Aristarco (Hechos 27:2), Timoteo (Fil. 1:1;
Col. 1:1), Tíquico (Efesios 6: 21), Epafrodito (Filipenses 4:18), y Juan Marcos (Col. 4:10). (Véase
PABLO.) Debajo de esta ciudad son extensas galerías, llamado "catacumbas", que se utiliza desde
aproximadamente el tiempo de los apóstoles (una de las inscripciones que se encuentran en ellas
lleva la fecha de AD 71) de unos trescientos años como lugares de refugio en el momento de la
persecución, y también de culto y el entierro. Alrededor de cuatro mil inscripciones se han
encontrado en las catacumbas. Estos dan una interesante visión de la historia de la iglesia en
Roma hasta el tiempo de Constantino.

Epístola a los Romanos

Información Católica

Este tema será tratado bajo los siguientes encabezados: I. La Iglesia Romana y San Pablo; II.
Carácter, contenido, y el Arreglo de la Epístola; III. Autenticidad: IV. Integridad; V. Fecha y
circunstancias de la composición; VI. Importancia histórica; VII. Contenido teológico: Fe y Obras
(Pablo y Santiago).

I. LA IGLESIA ROMANA Y SAN. PABLO

Entre las epístolas del Nuevo Testamento que llevan el nombre del apóstol san Pablo, que por
escrito a la Iglesia de Roma ocupa el primer lugar en los manuscritos que han llegado hasta
nosotros, aunque en épocas muy tempranas el orden era probablemente de otra manera. La
epístola es la intención de servir como introducción a una comunidad con la que el autor, aunque
él no lo ha fundado, los deseos de formar conexiones (i, 10 - 15; xv, 22-24, 28-29). Durante años,
sus pensamientos se han dirigido a Roma (xv, 23). La Iglesia no se había establecido
recientemente, pero su fe era ya conocido en todas partes (i, 8) y se representa como una
institución firmemente establecida y antigua comparativamente, que Pablo se refiere con respeto,
casi con temor. En cuanto a su fundación, por desgracia, la Epístola a los Romanos nos da ninguna
información. Para interpretar este silencio como decisivo en contra de su fundación por Pedro es
inadmisible. No de hecho se puede determinar con total certeza cuando Pedro llegó a Roma,
puede haber sido cristianos en la capital antes de poner pie Apóstol allí, pero es simplemente
inconcebible que esta Iglesia debería haber llegado a creer estas empresas, y un nivel tan elevado
de la vida religiosa sin una de las autoridades prominentes del cristianismo naciente que tiene
previsto su fundación y dirigió su crecimiento. Esta Iglesia no debe su fe únicamente a algunos
miembros desconocidos de la comunidad cristiana primitiva, que acertó a venir a Roma. Su
cristianismo era, como la epístola nos dice, sin la Ley, esta convicción Pablo ciertamente
compartida con la mayoría de la comunidad, y su deseo es simplemente para profundizar en esta
convicción. Esta condición es totalmente incomprensible que la Iglesia Romana rastrear su origen
sólo a algunos judíos de la comunidad cristiana en Jerusalén, porque sabemos hasta qué punto la
lucha por la libertad de ser se terminó alrededor del año 50. Tampoco puede la fundación de la
Iglesia Romana se remontan a las Iglesias cristianas gentiles, que nombró a Pablo su apóstol, su
propio establecimiento era demasiado reciente, y Paul habría redactado su Epístola de lo
contrario, si la comunidad se dirigió inmediatamente, incluso en deuda con su apostolado. El
completo silencio en cuanto a San Pedro es el más fácil de explicar, suponiendo que estaba
entonces ausente de Roma, Pablo podría haber sido consciente de este hecho, para que la
comunidad no era del todo ajena a él. Una epístola como el actual no hubiera sido enviado,
mientras que el Príncipe de los Apóstoles en Roma y la referencia a la regla (xii, 8), entonces sería
difícil de explicar. Pablo probablemente supone que durante los meses entre la composición y la
llegada de la epístola, la comunidad sería más o menos arrojados de sus propios recursos. Esto sin
embargo, no indican una falta de organización en la comunidad romana, dicha organización existe
en todas las Iglesias fundadas por Pablo, y su existencia en Roma se puede demostrar a partir de
esta misma epístola.

La investigación sobre la situación de la comunidad es importante para la comprensión de la


Epístola. unanimidad completa sobre los elementos que forman la comunidad aún no se ha
alcanzado. Baur y otros (en especial, en la actualidad, Theodore Zahn) respecto a la comunidad
romana como principalmente judíos cristianos, señalando vi, 15-17; vii, 1-6; viii, 15. Pero la gran
mayoría de los exegetas se inclinan a la opinión contraria, basando su afirmación, no sólo en los
textos individuales, sino también en el carácter general de la Epístola. Al principio Pablo se
presenta como el Apóstol de los gentiles. De cierto, i, 5, no se puede aplicar a toda la humanidad,
por Pablo ciertamente deseaba expresar algo más que los romanos pertenecía a la raza humana,
en corroboración de este punto de vista podemos señalar i, 13, donde el escritor declara que
había meditado mucho venir a Roma que podría haber un poco de fruta allí como entre los demás
"gentiles". Luego continúa: "Para los griegos y los bárbaros, a los sabios ya los insensatos, soy un
deudor, de modo que (la medida de lo que está en mí) estoy dispuesto a predicar el evangelio
también a vosotros que estáis en Roma" (I, 14 sq), que nombra a sí mismo el Apóstol de los
gentiles (xi, 13), y cita su llamado al apostolado de los gentiles como la justificación de su epístola
y su lenguaje (xv, 16-18). Estas consideraciones eliminar todas las dudas en cuanto a la extracción
de los cristianos romanos. La dirección y aplicación en xi, 13 sqq., También suponen una gran
mayoría de los cristianos gentiles, mientras que vi, 1 ss., Muestra un esfuerzo para familiarizar a
los cristianos gentiles con los tratos de Dios hacia los Judios. El carácter conjunto de la
composición de fuerzas a la conclusión de que el Apóstol supone una mayoría de los gentiles en la
comunidad cristiana, y que en Roma como en otras partes de la declaración sobre el corto número
de los elegidos (entre los Judios) encuentra aplicación (xi, 5 - 7;. cf xv, 4).

Sin embargo, la comunidad romana no fue sin un elemento cristiano judío, probablemente una
parte importante. Tales pasajes como iv, 1 (Abraham, nuestro padre según la carne; viii, i (hablo
con los que conocen la ley), vii, 4, viii, 2, 15, etc, difícilmente se puede explicar de otra manera que
por suponiendo la existencia de una sección judía cristiana de la comunidad. Por otro lado, hay
que recordar que Pablo estaba fuera y un Judio, y que toda su formación le acostumbrados a
adoptar el punto de vista de la Ley-tanto más cuanto que la la revelación del Antiguo Testamento
es, en última instancia la base del Nuevo Testamento, y Pablo se refiere al cristianismo como el
heredero de las promesas de Dios, como el verdadero "Israel de Dios" (Gálatas 6:16). St. Paul a
menudo se adopta este mismo punto de vista en la Epístola a los Gálatas, una epístola, sin duda,
dirigida a los cristianos que están a punto de someterse a la circuncisión. Aunque la epístola a los
romanos en varias ocasiones las direcciones (por ejemplo, ii, 17 ss.) Judios, podemos deducir nada
de este hecho sobre la composición de la comunidad, ya que Pablo está tratando, no con los judíos
cristianos, pero con los Judios todavía sujetas a la Ley y aún no liberados por la gracia de Cristo. El
apóstol quiere mostrar el papel y la eficacia de la Ley -lo que no puede y no debe y lo que estaba
destinado a efecto.

II. CARÁCTER, CONTENIDOS Y ARREGLO DE LA EPÍSTOLA

A. Carácter

La parte principal de esta epístola a los romanos (i-xi) es evidentemente una discusión teológica.
No obstante, sería inexacto considerar no como una carta real, sino como una epístola literaria.
Debe ser considerada como una comunicación personal a una comunidad especial, y, al igual que
envió a los Corintios o la Epístola a los Gálatas afines, deben ser juzgados de acuerdo a la posición
concreta y las condiciones concretas de esa comunidad. Lo que dice el Apóstol, que dice con el fin
de sus lectores en la comunidad romana y sus propias relaciones con ellos.
Lenguaje y el estilo revelan el escritor de la Epístola a los Corintios y Gálatas. Su enfática acuerdo
con este último en la materia también es inconfundible. La diferencia en hacer las partes y entre
las circunstancias, sin embargo, impresiona a cada epístola su sello distintivo. La Epístola a los
Gálatas es una obra polémica, y está compuesto en un espíritu de polémica con el objeto de evitar
un mal inminente, la Epístola a los Romanos es escrito en un tiempo de paz, calma, y dirigida a una
Iglesia con la que el autor desea para entrar en relaciones más estrechas. De este modo se pierda
en el segundo los detalles y las referencias a las experiencias anteriores y los sucesos, con el que la
antigua Epístola es tan instinto. No es que los romanos es un tratado teológico puramente
abstracto, incluso en este caso Pablo, con toda su personalidad ardiente y vigoroso, se lanza a su
tema, se pone delante de su oponente, y discute con él. Esta característica del Apóstol se ve
claramente. De ahí surgen las irregularidades y la dureza en el lenguaje y la expresión notable en
las otras Epístolas. Esto no impide que la epístola en su conjunto de revelar un plan
minuciosamente pensado, que a menudo se extiende a los más pequeños detalles en el arreglo
magnífica y de expresión. Podríamos recordar el exordio, a la que, en el pensamiento y en cierta
medida en el lenguaje, la gran doxología final corresponde, mientras que las dos secciones de la
oferta primera parte muy apropiadamente con las palabras impresionantes en la certeza de la
salvación y sobre el ejercicio de Dios de la providencia y la sabiduría (viii, 31-39; xi, 33-36).

La ocasión inmediata externos para la composición de la Epístola se da por el propio autor, que
desea anunciar su llegada a la comunidad y para prepararlos para el evento. El verdadero objeto
de este trabajo integral, y la necesidad de una epístola teológicas no son pensadas. La suposición
de que St. Paul deseaba dar a los romanos una prueba de sus dotes intelectuales (i, 11; xv, 29) es
excluido por su mezquindad. Por tanto, debemos concluir que el motivo de la epístola hay que
buscarla en las condiciones de la comunidad romana. Los primeros intérpretes (Ambrosiaster,
Agustín, Teodoreto) y un gran número de exégetas más tarde ver la ocasión de la Epístola en el
conflicto en torno a las ideas judaicas, algunos suponer un antagonismo entre los cristianos
gentiles y judíos (Hug, Delitzsch) y otros la existencia de algunos errores típicamente judío o por lo
menos de un anti-franco paulinismo Este punto de vista no concuerda con el carácter de la
epístola: de los errores y la división en la Iglesia, el autor no hace mención alguna, ni hubo ninguna
diferencia de opinión respecto a la concepción fundamental de el cristianismo entre Pablo y la
Iglesia Romana. La polémica en la Epístola están dirigidas, no contra los judíos cristianos, sino
contra el judaísmo no creyente. Es cierto que hay ciertos contrastes en la comunidad: se oye
hablar de los fuertes y los débiles, de los que han adquirido el conocimiento completo y el uso de
la libertad cristiana, y que hacen hincapié en el ejercicio y tal vez regardlessly; oímos de otros que
han No se ha llegado a la plena posesión de la libertad. Estos contrastes son tan poco basado en el
punto de vista de la Ley y una visión falsa dogmático como el "débil" de la I Corintios. Pablo de
otra manera no los han tratado con la consideración de leves, que se emplea y las demandas de
los fuertes (xiv, 5-10; xiv, 15, xv, 7). Al juzgar siempre había un peligro, y los errores se habían
producido (xiv, 13: "Hagamos lo tanto, no juzgarnos unos a otros más"). De acuerdo a la
naturaleza de las divisiones error fácilmente podría ganar una base, desde qué dirección se trataba
era de esperar, no se declara el Apóstol, pero los casos de Corinto y Galacia se indican
suficientemente. Y a pesar de que Pablo no tenía ninguna razón para anticipar los errores judía
bruto, bastaba para él que las divisiones destruyó la unanimidad de la comunidad, representa su
trabajo más difícil, hecho cooperación con Roma imposible, y seriamente perjudicada la propia
comunidad. Por lo tanto, desea enviar de antemano esta exhortación sincera (xvi, 17 sq), y hace
todo lo posible para disipar la idea errónea de que despreciaba y peleó contra Israel y la ley. Que
no había buena base para estos temores, que aprendió de la experiencia en Jerusalén durante su
última visita (Hechos 21:20-1). Desde esta doble consideración el objeto de Romanos puede ser
determinado. Las exhortaciones a la caridad y la unidad (xii sqq.) Tienen la misma finalidad que las
dirigidas a los débiles y los fuertes. En ambos casos hay una referencia fuerte a la base única de la
fe, la llamada a la gracia inmerecida, con la que el hombre puede corresponder sólo por la fe
humilde y firme de trabajo en la caridad, y también la exhortación más urgente, aunque no
molesta a la perfección en la unidad en la caridad y la fe. Para Pablo estas consideraciones son el
mejor medio de asegurar la confianza de toda la comunidad y su asistencia en sus actividades
futuras. Los pensamientos que aquí expresa son los que siempre le guía, y podemos entender
fácilmente la manera en que deben se han impuesto a su atención cuando se decidió a buscar un
nuevo campo, de gran actividad en el Oeste. Corresponden a su deseo de asegurar la cooperación
de la comunidad romana, y especialmente con el estado y las necesidades de la Iglesia. Eran los
mejores Gifty intelectual que el Apóstol pudiera ofrecer, lo que puso la Iglesia en el camino
correcto, creado solidez interna, y arrojar luz sobre la oscuridad de las dudas que sin duda debe
haber cubierto las almas de los cristianos contemplativa frente a la actitud de incredulidad que
caracteriza al pueblo elegido.

B. Contenido y Acuerdo

Introducción y la razón para escribir la epístola derivados de las obligaciones de su vocación y los
planes de (i, 1-15): (1) La parte teórica (i, 16-XI, 36). Cuerpo de la Proposición: El Evangelio, a cuyo
servicio se encuentra Pablo, es el poder de Dios y la justificación de las obras en cada hombre que
cree (i, 16-17). Esta propuesta se discute y se demostró (i, 18-VIII, 39), y luego defendió a la luz de
la historia del pueblo elegido (ix, 1-xi, 36).

(A) La justicia de Dios se adquiere sólo mediante la fe en Cristo (I, 18-VIII, 39). (I) La prueba de la
necesidad de justificar la gracia mediante la fe (i, 18-iv, 25): sin fe no hay justicia, demostró desde
el caso de los paganos (I, 18-32) y los Judios (ii, 1-iii, 20), (b) la justicia se adquiere por la fe y la
redención por Cristo (el Evangelio, iii, 21-31). Sagrada Escritura proporciona la prueba: la fe de
Abraham (iv, 1-25). (Ii) La grandeza y la bendición de la justificación por la fe (v, 1-VIII, 39), la
reconciliación con Dios por medio de Cristo, y la esperanza cierta de salvación eterna (v, 1-11).
Esto se ilustra por contraste el pecado de Adán y sus consecuencias para toda la humanidad, que
no fueron retirados por la Ley, con los frutos de la redención sobreabundante merecido por Cristo
(v, 12-21). Conclusión: la redención por Cristo (comunicarán a la persona a través del bautismo),
exige la muerte al pecado y la vida con Cristo (vi, 1-23). Para cumplir con esta Ley es ineficaz, por la
muerte de Cristo ha perdido su fuerza vinculante (vii, 1-6), y, aunque santo y bueno en sí mismo,
posee sólo educativa y no poder santificador, y por lo tanto impotente en el combate terrible del
hombre contra la naturaleza pecaminosa (vii, 7-25). En contraste con esta impotencia, la
comunión con Cristo da la libertad del pecado y de muerte (viii, 1-11), establece el parentesco
divino, y plantea la humanidad por encima de todos los problemas terrenales a la esperanza cierta
de una felicidad indescriptible (viii, 12-39 ).

(B) Defensa de la primera parte de la historia del pueblo de Israel (ix, 1-xi, 36). La consoladora
certeza de la salvación puede aparecer amenazada por el rechazo o la obstinación de Israel.
¿Cómo podría Dios olvidar sus promesas y rechazar a la gente tan favorecido? El Apóstol lo que
debe explicar la providencia de Dios. Comienza con un estudio de tocar obras de Dios de amor y
poder hacia el pueblo elegido (ikx, 1-5), procediendo luego a demostrar que la promesa de Dios no
ha fallado. Para (i) los actos de Dios en su derecho cuando concede la gracia conforme a Su
voluntad libre, ya que las promesas de Dios no se aplica a Israel según la carne, como muestra la
historia temprana (Isaac e Ismael, Jacob y Esaú) (ix, 1 - 13), la palabra de Dios a Moisés y su
conducta hacia llamar a Faraón en solicitud de este derecho (ix, 14-17)), la posición de Dios (como
Creador y Señor) es la base de este derecho (ix, 19-24), Dios expresa la profecía anunciada por los
profetas, el ejercicio de este derecho a Judios y paganos (ix, 24-29), (ii) la actitud de Dios fue, en
cierto sentido exigido por la dependencia tonto de Israel sobre su origen y justificación en la Ley (ix
, 30 x, 4) y por su rechazo de la desobediencia y al mensaje de la fe anunciada en todas partes
entre los Judios (x, 5-21), (iii) En este se revela la sabiduría y la bondad de Dios, para: el rechazo de
Israel no es completa, un número elegido han llegado a la fe (xi, 1-10), (iv) la incredulidad de Israel
es la salvación del mundo pagano, y también una exhortación solemne de fidelidad en la fe (xi, 11 -
22) (v) el rechazo de Israel no es irrevocable. El pueblo se encuentra la misericordia y la salvación
(xi, 23-32). De allí el elogio de la sabiduría y la providencia inescrutable de Dios (xi, 33-36). (2) La
parte práctica (xii, 1-xv, 13) .- (a) La exhortación general a la fiel servicio de Dios y la evasión del
espíritu del mundo (xii, 1-2). (B) Amonestación con tranquilidad unidad y la caridad (caridad
modestos, activos), y amor a los enemigos (xii, 3-21). (C) Las obligaciones para con los superiores:
el establecimiento fundamentales y la prueba práctica (xiii, 1-7). Conclusión: Un segundo
inculcación del mandamiento del amor (xiii, 8-10) y la incitación a un celo a la vista de la
proximidad de la salvación (xiii, 11-14). (D) La tolerancia y la paciencia entre los fuertes y los
débiles "(tratamiento con aplicación especial a la comunidad romana) en razón de la importancia y
el significado práctico de la cuestión, ya que es en (b): (i) la crítica fundamental del punto de vista
de ambas clases (xiv, 1-12), (ii) las inferencias prácticas para ambos (xiv, 13 - xv, 6), (iii) el
establecimiento a través del ejemplo de Cristo y las intenciones de Dios (xv, 7-13). Conclusión:
Defensa de la epístola: (1) en vista del llamado de Pablo, (2) en vista de sus relaciones con la
intención de la comunidad (xv, 22-23), (3) recomendaciones, saludos (advertencia), doxología (xvi,
1-27).

III. AUTENTICIDAD

Es la Epístola a los romanos una obra del gran Apóstol de los gentiles, St. Paul? Sin duda tiene la
misma autoría como las Epístolas a los Corintios y la Epístola a los Gálatas, en consecuencia, si la
autenticidad de estos ser probada, la de los romanos es igualmente establecido. Nosotros sin
embargo tratará la cuestión con total independencia. La evidencia externa de la autoría de los
romanos es extraordinariamente fuerte. A pesar de que ningún testimonio directo en cuanto a la
autoría está próxima y antes de Marción Ireneo, siendo los más antiguos escritos revelan un
conocimiento de la Epístola. Se podría con algún grado de probabilidad de incluir la Primera
Epístola de San Pedro en la serie de testimonios: sobre la relación entre los romanos y la Epístola
de Santiago hablaremos a continuación. Indicación ha sido proporcionada por Clemente de Roma,
Ignacio de Antioquía, Policarpo, y Justin: Marción admitió romanos en su canon, y los primeros
gnósticos estaban familiarizados con ella.

La evidencia interna es igualmente convincente. La crítica moderna (van Manen y otros) han
hecho, afirmó que no se trató nunca de demostrar su autenticidad, sino que incluso han ido más
lejos y declaró que la Epístola una invención del siglo II. Evanson (1792), primer intento de
mantener este punto de vista, que fue seguido por el H.. Bauer (1852, 1877), y más tarde por
Loman, Steck, van Manen (1891, 1903), entre otros. Un punto de vista menos negativo ha sido
aprobado por Pierson-Naber, Michelsen, Volter, etc, que consideraba a los romanos como el
resultado de repetidas revisiones de los auténticos fragmentos de Paulina, por ejemplo, que una
verdadera Epístola, interpolados en cinco ocasiones y finalmente combinado con una epístola a los
Efesios, dio origen a los romanos (Volter). Estas críticas encuentran su razón para negar la
autenticidad de la Epístola en las siguientes consideraciones:

Romanos es un tratado teológico más que una epístola, el inicio y la conclusión no corresponden,
las direcciones no se puede determinar con certeza, a pesar de una cierta unidad de pensamiento
y estilo, hay huellas perceptibles de la compilación y discordancia, transiciones difíciles, períodos,
conexiones de ideas, que revelan el trabajo del revisor, la segunda parte (ix-xii) abandona el tema
de la primera (la justificación por la fe), e introduce una idea totalmente ajena; hay muchas cosas
que no puede ser la composición de St. Paul (los textos que tratan con el rechazo de Israel a la
ventaja de un período posterior a la destrucción de Jerusalén, los cristianos de Roma aparecen
como cristianos Paulina, la concepción de la libertad de la ley, del pecado y la justificación, de la
vida en Cristo, etc, son signos de un desarrollo posterior), y finalmente hay, según Van Manen,
huellas de gnosticismo del siglo II en la Epístola.

Tenemos aquí un ejemplo clásico de la arbitrariedad de este tipo de críticas. Primero se declaran
todos los escritos de los primeros y de las falsificaciones del segundo siglo, y, después de lo que
destruyó todas las fuentes, la construcción de una imagen puramente subjetiva de la época, y
revisar las fuentes en consecuencia. Que la Epístola a los Romanos fue escrito por lo menos antes
de las últimas décadas del siglo I se establece, incluso por evidencia externa, por sí solo, por
consiguiente, todas las teorías aboga por un origen más tarde se lo explotó. El tratamiento de un
científico (teológica) problema en una epístola puede constituir una dificultad sólo como no
conocen la literatura de la época. Dudas en cuanto a la unidad de la Epístola se desvanecen por sí
mismas en un examen más detenido. La introducción está más estrechamente relacionada con el
tema (i, 4, 5, 8, 12, etc), y lo mismo es verdad de la conclusión. Un análisis de la epístola revela
indiscutiblemente la coherencia de las partes primera y segunda del capítulo IX se da una
respuesta a una pregunta que se ha osaba perturbar en la parte anterior. En este hecho Chr. Baur
considera que el punto importante de toda la Epístola. Además, la interrelación entre las partes
encuentra mención expresa (ix, 30-32; x, 3-6; xi, 6; xi, 20-23, etc). La actitud del autor hacia Israel
será tratado más adelante (VI). El rechazo del pueblo elegido podría haber quedado muy claro
para el autor después de las experiencias uniforme de la actividad misionera de ancho se extiende
sobre más de diez años. Los desniveles y dificultad de la demostración de idiomas en la mayoría de
que el texto no ha sido perfecto estado de conservación. Mucho se hace evidente si tenemos en
cuenta la personalidad de St. Paul y su costumbre de dictar sus epístolas.

Fueron la Epístola una falsificación, las expresiones relativas a la persona y las opiniones del autor
sería inexplicable y enigmático por completo. Que en el siglo II habría hecho St. Paul declarar que
él no había fundado la comunidad romana, que anteriormente no había tenido relación con ella,
ya que en una fecha muy temprana el mismo Apóstol San Pedro se convierte con su co-fundador?
¿Cómo podría un hombre del siglo II han concebido la idea de atribuir a St. Paul la intención de
pagar sólo una visita que pasa a Roma, cuando (como hubiera sido palpable para todos los lectores
de Hechos 28:30-31), el apóstol había Trabajó allí durante dos años consecutivos? Las leyes no
podían haber suministrado a la sugerencia, ya que sólo dice: "Tengo que ver también Roma" (xix,
21). Del plan de Pablo de proceder desde allí a España, el autor de Hechos no dice nada; en la
grabación de la aparición nocturna del Señor a St. Paul, se hace mención sólo de dar su testimonio
en Roma (Hechos 23:11). La llegada a Roma está grabado con las palabras: "Y así nos fuimos a [el
deseado] Roma" (Hechos 28:14). Los actos se cierra con una referencia a la residencia de Pablo y
de la actividad en Roma, sin ni siquiera insinuar nada más. Una vez más, se le habría ocurrido a un
falsificador de mencionar también a Pedro en un forjado Epístola a los Romanos, aunque sólo
fuera en un saludo o una referencia a la fundación de la Iglesia. Otros argumentos pueden ser
extraídas de los capítulos finales. El que los estudios romanos de cerca se convencerá de que aquí
el verdadero Paul habla, y se reconoce que "la autenticidad de la Epístola a los romanos sólo
pueden impugnarse por los que se aventuran a desterrar la personalidad de Pablo en las páginas
de la historia" (Jülicher) .

IV. INTEGRIDAD

Aparte de los textos individuales incierto, que se producen también en las otras Epístolas y llamar
la atención del investigador de texto, los dos últimos capítulos han dado lugar a algunas dudas
entre los críticos. No sólo Marción omitir xvi, 25-27, pero, como Orígenes-Rufino expresarlo ",
dissecuit cuncta" del xiv, 23. En cuanto a la interpretación de estas palabras hay de hecho ningún
acuerdo, porque mientras la mayoría de los exégetas ven en ellos el rechazo completo de los dos
capítulos finales, otros traducir "dissecuit" como "desintegrado", lo que es más acorde con la
expresión latina. Bajo Chr. el liderazgo de Baur, la Escuela de Tubinga ha rechazado los dos
capítulos, mientras que otros se han inclinado a la teoría de la desintegración de la obra de
Marción.

Contra el Capítulo XV ninguna duda razonable se puede mantener. Los versículos 1-13 seguir como
una conclusión natural del cap. xiv. El alcance general de la consideración recomienda en el cap.
xiv es en grado sumo Pauline. Además xv, 7-13 son tan claramente relacionada con el tema de la
epístola que están en esta tierra también mucho más allá de toda sospecha. Aunque Cristo es
llamado el "ministro de la circuncisión" en xv, 8, esto está en completo acuerdo con todo lo que
los Evangelios dicen de Él y de su misión, y con lo que el mismo San Pablo declara siempre en otra
parte. Así también, de acuerdo con la epístola, la salvación se ofrece primero a Israel conforme á la
Divina Providencia (i, 16), y el escritor de ix, 3-5, también podría escribir xv, 8.

Las observaciones personales y la información (xv, 14-33) están en completo acuerdo con la
apertura de la Epístola, tanto en el pensamiento y el tono. Sus planes de viaje y de su inquietud
personal acerca de su recepción en Jerusalén, como ya se indicó, las pruebas seguro de la
autenticidad de los versos. La objeción a ch. xv lo ha encontrado poca aceptación, de que "no es
una frase puede ser referido a un falsificador" (Jülicher).

objeciones más fuertes se insta contra cap. xvi. En primer lugar, la doxología final no es
universalmente reconocido como auténticos. Los manuscritos de hecho pagar algunos motivos
para la duda, aunque sólo un número insignificante de los testigos con Marción han ignorado toda
la doxología. Los manuscritos antiguos, en otros aspectos considerados como insertar autorizada,
que a finales del XIV, y algunos lo tienen después de que ambos XIV y XVI. En vista de esta
incertidumbre y de algunas expresiones que no se encuentran en otras partes de los escritos de St.
Paul (por ejemplo, el único y sabio Dios, las Escrituras de los profetas), la doxología se ha
declarado una adición posterior (HJ Holtzmann, Jülicher, y otros) , una visión muy poco probable
en vista del testimonio casi nada excepcional, sobre todo porque el pensamiento está más
estrechamente relacionada con la apertura de los romanos, sin embargo bvetraying cualquier
dependencia en su idioma. La plenitud de la expresión se corresponde completamente con la
solemnidad de toda la Epístola. El temperamento alto espíritu del autor se manifiesta con fuerza
en repetidas ocasiones. El objeto con el que el Apóstol escribe la epístola, y las circunstancias en
que está escrito, ofrecen una explicación perfecta de la actitud y el tono. Las direcciones, el viaje
inminente a Jerusalén, con su resultado problemática (St. Paul habla después de su ansiedad en
relación con ella - Hechos 20:22), la aceptación de su propaganda en Roma, en la que, según su
propia admisión, su futuro Apostólica tanto dependía-todos estos son factores que deben se han
combinado una vez más en la celebración de dicho Epístola a emitir en estos pensamientos
impresionantemente solemne. En vista de esta consideración, la eliminación de la doxología que
se asemejan a la extracción de la piedra más preciosa en una joya de los casos.

Las referencias críticas a xvi, 1 - 24, de hoy en día están menos preocupados por su origen paulino
que con la inclusión en Romanos. La duda entretenido con respecto a ellos es de carácter doble.
En primer lugar se ha considerado difícil de explicar cómo el apóstol había amigos personales de
tantos en Roma (que él no había visitado todavía), como lo indica la serie de saludos en este
capítulo, uno debe suponer una verdadera marea de la emigración de las comunidades del Este
Paulina a Roma, y que dentro de pocos años que el Apóstol había dedicado a su misión a los
gentiles. Algunos nombres de ocasión duda especial: Epeneto, los "primeros frutos de Asia", uno
no esperaría ver en Roma, Aquila y Priscila, que de acuerdo a I Corintios se han reunido acerca de
ellos una comunidad de hogares en Éfeso, se representan como tener un poco más tarde una
comunidad similar en Roma. Además, es sorprendente que el Apóstol en una carta a Roma,
debería hacer hincapié en los servicios de estos amigos. Pero la objeción principal es que este
último capítulo da la Epístola un nuevo personaje, sino que debe haber sido escrito, no como una
introducción, sino como una advertencia a la comunidad. Uno no escribe en la popa y con
autoridad como un tono que aparecen en el xvi, 17-20, a una comunidad desconocida, y las
palabras "yo" (xvi, 19) no están de acuerdo con el sistema de seguridad mostrado por St. Paul en
otras partes de la Epístola. Como consecuencia de estas consideraciones numerosos críticos, con
David Schulz (1829), separados todos o la mayor parte del Capítulo XVI de la Epístola a los
Romanos (sin por ello negar la autoría paulina), y declaró una Epístola a los Efesios, ya sea una
epístola completa o sólo una parte de tales no se determina. Los versículos 17-20 no se le atribuye
por algunos críticos de la Epístola a los Efesios, otros críticos más liberales, y se refieren cap. IX a XI
o XII-XIV al imaginario Epístola.
Estamos de acuerdo con el resultado de la crítica al considerar como cierto que xvi pertenece a St.
Paul. No sólo el lenguaje, sino también los nombres de rendir su origen paulino determinados.
Para la mayor parte de los nombres no son de los que jugaron algún papel en la historia del
cristianismo primitivo o en la leyenda, de modo que no había ninguna razón para ponerlos en
relación con St. Paul. Ciertamente, la idea no pudo haber ocurrido a cualquier persona en el siglo
II, no sólo para nombrar lo desconocido Andrónico y Junia como apóstoles, sino para asignar un
lugar destacado entre los Apóstoles, y colocarlos en un lugar alto por encima de St. Paul por tener
sido en Cristo antes que él. Estas consideraciones se complementan con las pruebas externas. Por
último, la situación mostrada por la investigación histórica es precisamente el de la Epístola a los
Romanos, como es casi unánimemente admitida.

La "hipótesis de la división" se encuentra con una gran dificultad en los manuscritos Deissmann
trató de explicar la fusión de las dos epístolas (romano y Éfeso) en el supuesto de las colecciones
de epístolas existentes entre los antiguos (por duplicado los libros del remitente y colecciones de
originales de los receptores). Incluso si una explicación posible, obtenido de este modo, su
aplicación al caso de autos se cubre con improbabilidades, la asunción de una epístola que
consiste simplemente de saludos está abierto a la grave sospecha, y, si se supone que este
capítulo sea el remanente de una perdida Epístola, esta hipótesis sólo crea nuevos problemas.

Si bien amplio círculo de St. Paul's de amigos en Roma, en sorpresa despierta en primer lugar, no
plantea dificultades insuperables. No debemos tratar de basar nuestra decisión sobre los nombres
solos, los nombres romanos no prueban nada en favor de Roma, y el griego y menos aún en contra
de Roma. Nombres como Narciso, Junia, Rufus, sobre todo Aristóbulo y herodiano recordar a uno
de los Roma en lugar de Asia Menor, aunque algunas personas con estos nombres se han
establecido en este último lugar. Pero lo de la "emigración a Roma"? Los críticos que se
encuentran muy en esto una dificultad debe ser muy consciente de la gran corriente de los
orientales que fluyeron hacia la capital, incluso bajo el emperador Augusto (Jülicher). ¿Por qué no
deberían los cristianos han seguido este movimiento? Para el siglo II el hecho histórico es cierta,
cuántos nombres del Este no se encuentra en Roma (Policarpo, Justino, Marción, Taciano, Ireneo,
Clemente de Alejandría, y otros)? Otra vez por años, Paul se había convertido su mente hacia
Roma (xv, 23, i, 13). ¿No han conocido a sus amigos de esto y no lo he discutido con Aquila y
Priscila que eran de Roma? Además, es muy probable que la emigración no era del todo el
resultado de la casualidad, sino que se llevó a cabo de conformidad con los puntos de vista y tal
vez hasta cierto punto, a propuesta del Apóstol, porque nada es más probable que sus amigos
antes que él se apresuró a preparar el camino. Tres años más tarde, de hecho se le conoce por "los
hermanos" a su llegada a Roma (Hechos 28:15). El retraso no fue culpa de St. Paul y que no había,
por cualquier medio, previsto por él. El énfasis de los servicios de sus amigos es fácil de entender
en una Epístola a los Romanos, y si sólo una parte de la caridad inquieto y abnegado celo del
Apóstol de los gentiles se conoce en Roma, sus ayudantes activos pueden sentirse seguros de una
recepción de este tipo en la gran comunidad de los cristianos gentiles. La exhortación en xvi, 17-
20, es de hecho entregado en una solemne y casi tono severo, pero en el caso de St. Paul que
estamos acostumbrados a las transiciones súbito y agudo de este tipo. Uno siente que el escritor
se ha convertido repentinamente afectada con una profunda ansiedad, que en un momento gana
la partida. ¿Y por qué no debe St. Paul recordar la sumisión bien conocida de la Iglesia Romana?
Menos aún abierta a la objeción es el "yo" (xvi, 19), ya que el griego significa a menudo en los
escritos de St. Paul simplemente "deseo". La posición del versículo 4, entre los saludos es inusual,
pero no sería más inteligible en una Epístola a los Efesios que en la Epístola a los Romanos.

V. FECHA Y CIRCUNSTANCIAS DE COMPOSICIÓN

El contenido de la epístola muestra que el autor ha adquirido una experiencia madura en el


apostolado. Pablo cree que su tarea en el Oriente de estar prácticamente terminado, él ha
predicado la fe en cuanto a Iliria, probablemente a los límites de la provincia (xv, 18-24), que está a
punto de traer de vuelta a Palestina la limosna contribuido en Galacia , Acaya y Macedonia (15:25-
28, Hechos 20:3-4;, cf 1 Corintios 16:1-4;. 2 Corintios 8:1-9, 15 24:17). El tiempo de la composición
es exactamente lo que determina, la epístola fue escrita al final del tercer viaje misionero, que
reunió a la parte posterior apóstol de Éfeso finalmente a Corinto. La mención de la Febe cristiana
de Cenchræ (XVI, 1) y el saludo de parte de su ejército Cayo (xvi, 23) muy probable que aquel a
quien había bautizado a Pablo (1 Corintios 1:14), nos conducirá a Corinto, donde la epístola fue
escrita poco antes de la salida de Pablo para Macedonia. Su composición en el puerto de Cenchræ
sólo sería posible en el supuesto de que el Apóstol había hecho una larga estancia allí, la epístola
es demasiado elaborado y pone en evidencia demasiado trabajo intelectual de uno a suponer que
fue escrito en una estación intermedia.

El año de composición sólo puede ser decidida aproximadamente. Según los Hechos, xxiv, 27,
prisión de St. Paul en Cesarea duró dos años hasta el retiro del fiscal Félix. El año de este cambio se
encuentra entre 58 y 61. En los primeros 58, porque Félix fue ya hace muchos años en el cargo a
principios de prisión de Pablo (Hechos 24:10); Félix apenas llegó a Judea antes del 52, y menos de
cuatro o cinco años no se puede llamar así "muchos". A más tardar el 61, aunque esta fecha es
muy improbable, como Festus, el sucesor de Félix, murió en el 62 después de una administración
llena de acontecimientos. En consecuencia, la llegada de St. Paul en Jerusalén y la composición de
la Epístola a los Romanos, que se produjo en los meses anteriores, deben ser remitidos a la 56 a 59
años, o mejor 57-58. La cronología de la actividad misionera de St. Paul's no excluye la propuesta
de los 56-57 años, ya que el apóstol comenzó su tercer viaje misionero quizás tan pronto como 52
a 53 (Galión, procónsul de Acaya - Hechos 18:12-17 - fue , de acuerdo con una inscripción en
Delfos, probablemente en el cargo alrededor de 52).
VI. IMPORTANCIA HISTÓRICA

La epístola nos da información importante acerca de la Iglesia romana y las primeras relaciones de
St. Paul con ella. Podemos recordar los peligros y las tensas relaciones y las distintas agrupaciones
de la comunidad que se refiere el xvi, 5, 14, 15, y tal vez en xvi, 10, 11. Eso es Pablo mirada se
volvió hacia Roma desde hace años, y que Roma iba a ser un mero lugar de paso en su camino a
España, nos enteramos sólo de esta epístola. ¿Alguna vez llegar a España? Toda la tradición ofrece
sólo una pieza útil de información sobre este punto: "se fue a la más extrema oeste" (Clemente de
Roma, vi, 7), el Fragmento de Muratori, de 38 cuadrados, no es suficientemente clara.

Una concepción interesante del apostolado está contenida en las palabras: "Pero ahora no
teniendo más lugar en estos países" (xv, 23). Pablo lo que limita su tarea a sentar las bases del
Evangelio en los grandes centros, dejando a otros el desarrollo de las comunidades. El significado
de las palabras "hasta Ilírico" (xv, 19) siempre seguirá siendo incierto. Es probable que el apóstol
había en aquella época aún no cruzaron las fronteras de la provincia. Si el comentario de Tito, iii,
12, relativa a un rersidence propuestas durante el invierno en Nicópolis (el pueblo ilirio se
entiende), se conecta con un viaje misionero, debe seguir siendo inestable.

La Epístola es instructivo para su revelación de los sentimientos personales del Apóstol de los
gentiles hacia sus compañeros de Judios. Algunos han tratado de representar estos sentimientos
tan difíciles de explicar y contradictorias. Pero un verdadero concepto de la gran apóstol hace cada
palabra inteligible. Por un lado se mantiene en esta epístola la posición de la fe y la gracia, a
diferencia de la Ley, y, dirigiéndose a un pueblo que hizo un llamamiento a su linaje natural y su
observancia de la Ley para establecer un supuesto derecho (a la salvación), insiste
inquebrantablemente en la elección a la gracia divina. Pero Pablo insiste en no menos firmeza que,
de acuerdo con la Palabra de Dios, Israel es el primer llamado a la salvación (I, 16, ii, 10), proclama
explícitamente la preferencia a la misma (ii, 1-2; ix, 4-5-la promesas divinas, la filiación divina, el
Pacto y la Ley, y, el más grande privilegio de todos, el origen del Mesías, el verdadero Dios, en
Israel según la carne, xv, 8). Pablo reconoce de buen grado el celo de la gente por las cosas de
Dios, a pesar de su celo está mal dirigido (ix, 31 sq; x, 2). Siendo sus sentimientos hacia el pueblo
elegido, no es de extrañar que el corazón de Pablo está lleno de amargura por la ceguera de los
Judios, que asedia a Dios con la oración, que es guiado a lo largo de su vida de abnegada labor
apostólica por el Esperamos que lo que sus hermanos se pueden ganar por la Fe (ix, 1-2; x, 1, xi,
13-14), que estaría dispuesto, si fuera posible-a renunciar a su propio caso en la felicidad de la
unión con Cristo, si de dicha renuncia pudiera seguras con sus hermanos un lugar en el corazón del
Salvador.
Estas declaraciones pueden ofrecer un obstáculo sólo para aquellos que no entienden St. Paul, que
no puede sondear las profundidades de su caridad apostólica. Si estudiamos de cerca el carácter
del apóstol, se dan cuenta del fervor de sus sentimientos, el calor de su amor y devoción a la obra
de Cristo y la persona, vamos a reconocer cómo espontáneamente estas flujo de sentimientos de
un corazón, la forma natural que son a tal naturaleza noble, desinteresada. El mero
reconocimiento y la confianza de Paul ganó fromn los gentiles en el curso de su apostolado, la más
amarga debe haber sido la idea de que Israel se negó a comprender su Dios, está al margen
malhumorado y hostil, y en el odio y la ceguera, incluso persiguieron a los Mesías en su Iglesia y se
opuso a la medida de lo posible la labor de sus apóstoles. Estas fueron las cosas más difíciles para
el amor de soportar, que explican la ruptura abrupta, determinará con y la guerra sin cuartel
contra el espíritu destructor de la incredulidad, cuando Pablo se da cuenta que puede proteger a
la Iglesia de Cristo de ninguna otra manera. Por lo tanto no tiene la tolerancia de la insistencia en
la práctica de la Ley dentro de la grey cristiana, ya que tal insistencia es en último análisis, el
espíritu del judaísmo, que es incompatible con el espíritu de Cristo y de la elección divina de la
gracia, de esa asistencia por la práctica del suplemento ley o puso su sello sobre la fe. Pero desde
el amor apostólico mismas fuentes también el verdadero espíritu práctico de la reflexión que
predica Pablo y ejercicios (1 Corintios 9:20-22), y que las demandas de los demás en todas partes,
siempre y cuando el Evangelio no se comprometa. Es fácil comprender cómo un hombre puede en
un momento se inflaman con amargo resentimiento y la ira santa, que no muestran indulgencia al
trabajo de su vida se ve amenazada, y más tarde puede en una hora tranquila olvidar todo, se
reconoce en el delincuente sólo un hermano equivocado, quién tiene la culpa surge, no por
malicia, sino de la ignorancia. En un alma que ama profundamente y profundamente uno podría
esperar que la co-existencia de tales contrastes, que brotan de una sola raíz, un poderoso, celoso,
la caridad todos los convincente-que la seguridad de St. Paul el Apóstol de los gentiles.

VII. Contenidos teológicos: FE Y OBRAS

La importancia teológica de la epístola a los romanos, tiene en su tratamiento del gran problema
fundamental de la justificación; otras cuestiones importantes (por ejemplo, el pecado original-v,
12-21) se tratan en connextion con y desde el punto de vista de la justificación. En la Epístola a los
Gálatas, Pablo ya había defendido su doctrina contra los ataques de los cristianos judíos extrema,
en contraste con la Epístola a los Gálatas, esto a los romanos no fue evocado por la emoción de
una guerra polémica. La discusión de la cuestión en que es más amplio y profundo. La doctrina
fundamental que Pablo proclama a todos los deseosos de la salvación es el siguiente: En el caso de
todos los hombres de la llamada a la salvación mesiánica es absolutamente dependiente de la libre
elección de Dios, sin mérito o la capacidad del individuo, ni la inclusión entre los descendientes de
Abraham, ni la práctica de la Ley, le da un título a esta gracia. Dios cuida celosamente el
reconocimiento de esta verdad, de ahí el énfasis de la fe (i, 16 sq; ii, 32, 24-30, iv, 2 ss, 13-25;. V, 1,
etc), de ahí la énfasis puesto en el acto redentor de Cristo, que nos beneficia, a los enemigos de
Dios (II, 24 cuadrados, iv, 24 cuadrados, v, 60-10, 15-21, vii, 25;. viii, 29 ss) , le debemos toda
nuestra salvación y la certeza inalienable de la salvación al poder propiciatorio y santificante de la
Sangre de Cristo (viii, 35-39).

Desde este punto de vista de la segunda parte (ix-xi) describe la acción de la providencia divina,
que es más de una vez revelada en virtud de la dispensa de edad, y que solo se corresponde con la
grandeza y la autoridad soberana de Dios. Por lo tanto la actitud insensible de Israel se hace
inteligible; los Judios bloqueado su propio camino por el que consideró que tienen derecho a
reclamar el reino mesiánico sobre la base de su justicia personal. En vista de este espíritu
repugnante, Dios se vio obligado a salir de Israel a sus propios recursos, hasta que se deben estirar
la mano después de que el amor misericordioso de su Creador, entonces la hora de la salvación
también huelga para el Pueblo de la Alianza (ix, 30 ss;. x, 3-21; xi, 32). Aseguramiento de la
Salvation.-A la pregunta de cómo el hombre obtiene la salvación, St. Paul tiene una sola respuesta:
no por fuerzas naturales, no por obras de la ley, sino por la fe y de hecho por fe sin las obras de la
ley (iii, 28 ). En el comienzo de la Epístola de Pablo se refiere a la falta completa de las capacidades
naturales (i, 18-32), y en repetidas ocasiones vuelve a esta idea, pero él pone el mayor énfasis en
la insuficiencia de la ley. De los Judios esta declaración se reunió con una oposición seria. ¿Qué
significa entonces el Apóstol cuando predica la necesidad de la fe? La fe es de St. Paul a menudo
otra cosa que el Evangelio es decir, toda la economía de la salvación en Cristo (Gálatas 1:23; 3:23,
25, etc), a menudo es la enseñanza de la fe, la proclamación de la la fe y la vida de fe (Romanos
1:5; 12:6; 16:26; Gálatas 3:2; Hechos 6:7, Romanos 1:08, 2 Corintios 1:23; 11:15; 13:5; Hechos
13:08, 14:21, 16:5). Que de acuerdo a todas estas concepciones de la salvación viene sólo por fe
sin las obras de la ley, no necesita demostración. Pero a lo que la fe de Abraham está en deuda por
su justificación? (4:3, 9, 13-22; Gálatas 3:6). Abraham tenía que creer en la palabra de Dios, que se
mantenga con certeza. En el caso de los cristianos la misma fe que se exige: "para creer que
nosotros también viviremos con Cristo, sabiendo que Cristo, resucitado de entre los muertos, ya
no muere más" (vi, 8-9), "Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y crees en tu corazón
que Dios le resucitó de los muertos serás, será salvo "(x, 9). Esta fe es sin duda la creencia en la
autoridad de Dios (la fe dogmática). La concepción misma de la fe la base de todas las
exhortaciones a someternos a Dios en la fe; presentación presupone la convicción de la fe (i, 5; vi,
16-19; x, 16, xv, 18).

La fe se describe en la epístola a los romanos, como en otras partes en los escritos de St. Paul's y
en el Nuevo Testamento, en general, Nueva, es, además, una fe que confía, por ejemplo, en el
caso de Abraham, cuya confianza es especialmente exaltado (iv, 17 a 21 ;. cf. III, 3, la incredulidad
y la fidelidad de Dios). Hasta el momento es esta confianza en la fidelidad de Dios de excluir la fe
dogmática que se basa sin duda en él solo y sin condiciones que requiere. Sin la aceptación firme
de ciertas verdades (por ejemplo, el Mesías, la Divinidad de Cristo, el carácter redentor de la
muerte de Cristo, la Resurrección, etc), no es de St. Paul, ya que nunca deja de aclarar en sus
Epístolas, no hay cristianismo. Por lo tanto, lo que justifica la fe abarca la fe dogmática, así como la
esperanza. Una vez más, nunca se habría producido a St. Paul para concebir el bautismo como
otros de lo necesario para la salvación: los romanos se ofrece la garantía más segura que el
bautismo y la fe, ver, por supuesto, desde puntos de vista diferentes, se parecen necesarias para la
justificación (6:3 ss. ; Gálatas 3:26 sq). El alejamiento del pecado es también necesario para la
justificación. Pablo no puede proclamar suficientemente la incompatibilidad del pecado y de la
filiación divina. Si el cristiano debe evitar el pecado, los que buscan la salvación también debe
apartarse de ella. Mientras que St. Paul nunca habla en su Epístola de la penitencia y contrición,
estos constituyen tan evidente una condición que no precisan de ninguna mención especial.
Además, los capítulos I a III son sólo una gran exposición de la verdad que el pecado nos separa de
Dios. Por la naturaleza de la justificación es irrelevante que Pablo está mostrando ante los ojos del
cristiano de las consecuencias del pecado, o es lo que los sentimientos de arrepentimiento y un
cambio a un modo de vida cristiano una condición previa necesaria para la obtención de la gracia.
¿Qué sentimientos se requiere, se describe en las palabras: "Porque en Cristo Jesús ni la
circuncisión vale nada ni la incircuncisión, sino la fe, la cual actúa por la caridad" (Gálatas 5:6).
Romanos cf; No es más que una repetición de la frase cuando el Apóstol, después de proclamar la
libertad en Cristo, tiene por objeto eliminar la idea errónea de que la condición de la libertad
cristiana puede soportar cualquier cosa y llegar a ser sinónimo de libertad para el pecado (Gálatas
5:13-21. 12:01 sq; ss 13:12;. sqq 8:12;. 11:20 ss)..

Vemos, pues, lo que Pablo nos quiere hacer entender por la fe que justifica. Si él no siempre lo
describen desde todo punto de vista como en el caso de autos, pero señala que la fe dogmática o
de confianza, la razón es fácil de entender. Él no tiene la intención de describir todas las etapas en
el camino a la justificación, sino que está tan lejos de querer dar una definición estricta de su
naturaleza, que desea simplemente para indicar la condición fundamental por parte del hombre.
Esta condición es, desde el punto de vista del carácter sobrenatural de la justificación, no tanto el
sentimiento de contrición o la realización de obras de penitencia como la aceptación confiada de
la promesa de Dios. Cuando una persona tiene una vez dado este primer paso, todo lo demás, si
ser coherentes, a continuación de sí mismo. Para justificar lo que se refiere la fe como el trabajo o
el resultado del hombre natural y de atribuir a la gracia de este trabajo, es no entender el Apóstol.
La presentación gratuita que se encuentra en la fe prepara el alma para la recepción de la gracia. A
condición de que la enseñanza de St. Paul ser estudiados en el contexto en el que se encuentra en
las Epístolas a los Romanos ya los Gálatas, no puede ser mal interpretado. Sin embargo, si Pablo en
ambas epístolas anticipa una consecuencia práctica injustificada que pueda extraerse de ella, esta
es una prueba de su profundo conocimiento de la humanidad, pero de ninguna manera una
limitación de su doctrina. La fe que justifica sin las obras de la ley y la libertad cristiana de la ley,
seguirán vigentes. La posibilidad de error se otorga si se fuera a retirar las palabras del Apóstol de
su contexto; consignas incluso para libertinaje pueden ser extraídos en este caso de su enseñanza.
Esto nos lleva a la frase bien conocida en la Epístola de Santiago respecto a la fe sin obras (ii, 20,
24). Fue esta escrito en la oposición premeditada de St. Paul?

Pablo y Santiago

Dos preguntas hay que distinguir en nuestra investigación: (1) ¿Existe una conexión histórica entre
las declaraciones en las epístolas? (2) ¿Cómo son las antítesis que explicar? ¿Son premeditada o
no?

(1) La posibilidad de una referencia directa en la Epístola de Santiago a St. Paul (esta hipótesis sólo
es sostenible) depende de la cuestión de la prioridad de la Epístola. Para los estudiosos (por
ejemplo, Neander, Beyschlag, Th. Zahn., Belser, Canerlynck, etc) que sostienen que la epístola de
Santiago fue escrito antes del año 50, la cuestión se resuelva. Pero los motivos de la asignación de
esta fecha para la Epístola no son del todo convincentes, ya que la Epístola se ajusta mejor a las
condiciones de las décadas venideras. Una actitud extrema es adoptado por muchos críticos
modernos (por ejemplo, Chr. Baur, Hilgenfeld, Hultzmann HJ, von Soden, Jülicher), que asigna la
Carta a los siglo II-una posición difícilmente comprensible en vista de las condiciones históricas. Si
la Epístola de Santiago se compone poco después del año 60, es posible que, en vista de la relación
viva entre los cristianos, han sido influenciados por las opiniones mal entendido de las enseñanzas
de St. Paul, y James puede combatirse tienen el mal fórmula de St. Paul. La conexión casi verbal en
los pasajes por lo tanto podría ser la referencia. (2) ¿Existe una oposición real entre Pablo y
Santiago? Esta pregunta es contestada en sentido afirmativo en muchos hoy en día. Pablo, se
afirma, enseña la justificación por la fe sin obras, mientras que James simplemente niega la
enseñanza de St. Paul (Romanos 3:28), y busca una explicación diferente para el pasaje citado por
el jefe de St. Paul (Génesis 15:6), relativa a la la fe de Abraham (Jülicher y otros). Pero, ¿realmente
James tratar de la justificación en el mismo sentido que St. Paul? Su formulación de la cuestión es
diferente desde el principio. Santiago habla de la verdadera justicia delante de Dios, que, según
declara, no consiste solo en una fe firme, sino en una fe apoyada y animada por las obras (sobre
todo de la caridad). Sin obras es muerta la fe y los muertos (ii, 17, 20). James se dirige a lectores
que ya están dentro del redil, pero que no pueden llevar una vida moral y puede apelar en la
justificación de su conducta a la palabra de la fe. Para aquellos que adoptan esta actitud, James
sólo puede responder: "Pero el que ha mirado en la ley perfecta de la libertad, y ha continuado en
el mismo, no convertirse en un oyente olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será
bienaventurado en lo que hecho "(I, 25). A lo largo de su Epístola Santiago tiene como objetivo la
consecución de la traducción de la fe a la vida y obras, al hablar de una fe que obra por la caridad
(Gálatas 5:6), Pablo realidad enseña exactamente lo mismo que James. ¿Pero qué del argumento
de James y su apelación a Abraham? ?? "No fue nuestro padre Abraham justificado por las obras,
ofreciendo a su hijo Isaac sobre el altar ¿Qué te parece, que la fe ha de cooperar con sus obras, y
por la fe, las obras se hizo perfecta y la escritura se cumplió, y dijo: Abraham creyó Dios, y que
tenía fama de él a la justicia, y fue llamado amigo de Dios "(II, 21-23). Pablo, al igual que James,
hizo un llamamiento a la misma Abraham-con razón tanto de sus puntos de vista individuales. Con
todo derecho podría Pablo declara que Abraham debía su justicia, no a la circuncisión, sino a su fe,
con pleno derecho puede apelar a James acto de obediencia de Abraham y afirmar que la fe lo
acompañó y que la fe fue completada. Y si James se aplica a este acto la frase: "Se tenía la
reputación de él a la justicia", que tiene todo el derecho de hacerlo, ya que la obediencia de
Abraham es recompensado con una nueva promesa y la gloria de Dios (Génesis 22:16 ss.).

Pues bien, de todo el pasaje que James no utiliza la palabra "justificar", en el sentido en que Pablo
habla de la primera justificación, sino en el sentido de una justificación cada vez mayor (véase
Romanos 2:13; Apocalipsis 22:11 ), como corresponde al objeto o la Epístola. De cualquier
contradicción entre la Epístola a los Romanos y la de Santiago, por lo tanto, no puede haber
ninguna duda.

Por último, hay una diferencia en el uso de la fe plazo. En el pasaje en cuestión, James usa el
término en un sentido estricto. Como se muestra en la referencia a la fe de los demonios (II, 19),
nada más se entiende aquí por la fe que una firme convicción y aceptación undoubting, que es
compartido incluso por los condenados, y por lo tanto en sí mismo carece de valor moral. Esa fe
nunca habría sido llamado por St. Paul una fe que justifica. Que a lo largo de todo el curso de la
Epístola de la doctrina de San James de St. Paul de la justificación no está en tela de juicio, y que
St. Paul por su parte muestra en ninguna parte la menor oposición a Santiago, no requiere una
prueba más. Los conceptos fundamentales y todo el tratamiento en las dos Epístolas excluir todas
las opiniones en contrario.

Publicación de información escrita por A. Merk. Transcrito por by WGKofron. Con agradecimiento
al P.. Hilkert Juan, Akron, Ohio La Enciclopedia Católica, Volumen XIII. Publicado 1912. Nueva York:
La empresa Robert Appleton. Nihil obstat, 1 de febrero de 1912. Lafort Remy, DD, Censor.
Imprimatur. + Cardenal John Farley, arzobispo de Nueva York

Bibliografía

Consulte la Introducción JACQUIER, CORNELY, Belser, KAULEN, TH. ZAHN, HOLTZMANN, Jülicher,
Lightfoot, Estructura y Destino de la Epístola a los romanos en el Jour. de Philolog., II (1869),
reimpreso en Ensayos bíblica (Londres, 1893 hasta 4), 285-374.
Comentarios: ORIGEN-Rufino, Efrén; Crisóstomo; Ambrosiaster; Pelagio, Agustín; Teofilacto;
ŒCUMENIUS; Tomás de Aquino; Erasmus; Cayetano; Tolet; Estius; un Lapide; CALMET;
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Comentarios protestante: Lutero, Vorlesungen über den Römerbrief 1515-1516, ed. por Ficker
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Gifford, Comentario del orador (1881) , separadas (1886); SANDAY-Headlam, La Internacional Crit.
Comentario (5 ª ed., Edimburgo, 1905). Para mayor información, véase la literatura CORNELY;
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Teológico-Questions. SIMAR, Theol morir. des hl. Paulus (2 ª ed, Friburgo, 1883.); PRAT, La
teología. de s. P., I (París, 1908); HOLTZMANN, Lehrbuch d. neutest. Teología, II (Friburgo, 1908);.
Nueva ed. de publicación); WEISS, Lehrbuch d. bibl. Theol. d. NT (. Séptima edición, Stuttgart,
1903); FEINE, Theol. NT-des (2 ª ed, Leipzig, 1911.); Bartmann, San P. u. San J. über die
Rechtfertigung en Bibl. Studien, XI (Friburgo, 1904), i.

Este tema presentación en el original idioma Inglés

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Introducción a la epístola de Pablo a los romanos

Nuevo Testamento: Manual del maestro de seminario


¿Por qué debemos estudiar este libro?

La epístola a los romanos es la más larga de las epístolas de Pablo, y muchas personas la
consideran la más importante. Contiene su explicación más completa de la doctrina de la
justificación por la fe en Jesucristo, más bien que por las ceremonias de la ley de Moisés, así como
muchas enseñanzas sobre las doctrinas de salvación y la aplicación práctica de esas doctrinas a la
vida cotidiana. Por medio del estudio de este libro, los alumnos pueden obtener un mayor aprecio
por la expiación de Jesucristo y de la esperanza y la paz que todas las personas pueden hallar en
Cristo.

¿Quién escribió este libro?

El apóstol Pablo es el autor de la Epístola a los Romanos (véase Romanos 1:1). Al escribir esta
epístola, Pablo empleó la ayuda de un escriba, Tercio, el cual escribió su propio saludo a los santos
romanos cerca del final de la epístola (véase Romanos 16:22).

¿Cuándo y dónde se escribió?

Pablo escribió su Epístola a los Romanos en Corinto, cerca del final de su tercer viaje misional.
Varias pistas sugieren que Pablo escribió su epístola durante los tres meses que permaneció en
Corinto (véase Hechos 20:2–3; la palabra Grecia en estos versículo se refiere a Corinto),
probablemente entre los años 55 y 56 d. C. (véase Bible Dictionary [Diccionario Bíblico] en inglés,
“Pauline Epistles”).

¿Para quién y por qué se escribió?

La Epístola a los Romanos está dirigida a los miembros de la Iglesia en Roma (véase Romanos 1:7).
Se desconocen los orígenes de la Iglesia en Roma, pero probablemente datan de poco después del
Día de Pentecostés, cuando los judíos que visitaban Roma escucharon a Pedro predicar (véase
Hechos 2:10). Aunque todavía no había estado en Roma, Pablo envió saludos por escrito a santos
específicos que conocía, bien por encuentros previos o por medio de otras personas que habían
vivido en Roma, como Priscila y Aquila (véanse Hechos 18:1–2, 18; Romanos 16:1–16, 21).

Parece haber por lo menos tres razones principales por las que Pablo envió la epístola a los
romanos:
(1) Para preparar su futura llegada a Roma. Durante años, Pablo había querido predicar el
Evangelio en Roma (véanse Hechos 19:21; Romanos 1:15; 15:23). También tenía la esperanza de
que la Iglesia en Roma le sirviera como base desde la cual pudiera servir una misión en España
(véase Romanos 15:22–24, 28).

(2) Para aclarar y defender sus enseñanzas. Pablo hizo frente a la constante oposición de personas
que no comprendían o distorsionaban sus enseñanzas sobre la ley de Moisés y la fe en Cristo
(véanse Hechos 13:45; 15:1–2; 21:27–28; Romanos 3:8; 2 Pedro 3:15–16). Evidentemente, Pablo
tenía razones para sospechar que tales conceptos erróneos habían llegado a los miembros de la
Iglesia en Roma, por lo que escribió para aliviar cualquier inquietud antes de su llegada.

(3) Para fomentar la unidad entre los miembros de la Iglesia judíos y gentiles. Poco antes de que
Pablo escribiera esta epístola, los cristianos judíos que el emperador Claudio había sido expulsado
de Roma (véase Hechos 18:2) comenzaron a regresar a Roma, principalmente a congregaciones de
cristianos gentiles. Es posible que esa situación haya dado lugar a que surgieran algunas tensiones
y problemas entre los cristianos judíos y los cristianos gentiles. Como “el apóstol de los gentiles”
(Romanos 11:13), Pablo procuró integrar en la Iglesia a los conversos gentiles; sin embargo, como
judío (véase Romanos 11:1), Pablo también sintió un gran deseo de que su propio pueblo aceptara
el Evangelio. Para fomentar la unidad en la Iglesia, Pablo enseñó cómo se aplican las doctrinas del
Evangelio a todos los santos (véanse Romanos 3:21–4:25; 11:13–36; 14:1–15:13).

¿Cuáles son algunas de las características distintivas del libro?

Después de la salutación inicial, la epístola comienza con un resumen de su idea central: “… el


Evangelio de Cristo… es poder de Dios para salvación” a todo aquel que vive por la fe en Jesucristo
(Romanos 1:16–17).

Aunque la epístola a los romanos ha desempeñado un papel importante en la historia de la


cristiandad, lamentablemente también ha sido “fuente de mayor confusión, malinterpretación y
daño que cualquier otro libro bíblico”, según el élder Bruce R. McConkie, del Cuórum de los Doce
Apóstoles (Doctrinal New Testament Commentary, 3 tomos, 1965–1973, tomo II, pág. 211). Aun
entre los primeros cristianos, los escritos de Pablo se consideraban “difíciles de entender”, y sus
enseñanzas en ocasiones se distorsionaban y malinterpretaban (2 Pedro 3:15–16).

Bosquejo
Romanos 1–3 Pablo explica la doctrina de la justificación por la fe en Jesucristo. Define la gravedad
de la conducta pecaminosa a la que se enfrenta todo el género humano, y enseña que la solución
de Dios a este problema para todas las personas es la expiación de Jesucristo. Mediante la fiel
aceptación de la expiación de Cristo, todo el género humano puede ser justificado (perdonado) y
recibir la salvación.

Romanos 4–8 Pablo cita el ejemplo de Abraham para ilustrar la doctrina de la justificación por la
fe. Expone doctrinas de salvación y enseña cómo estas doctrinas influyen en la vida de todos los
que tienen fe en Cristo.

Romanos 9–16 Pablo escribe sobre la condición de Israel como pueblo electo, su actual rechazo
del Evangelio y su salvación final. Aconseja a los miembros judíos y gentiles de la Iglesia que vivan
el Evangelio, a fin de que haya paz y unidad en ella, y ruega que los santos de Roma continúen
guardando los mandamientos.

CARTA A LOS ROMANOS

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CAPÍTULO 1

Saludo inicial

1:1 Carta de Pablo, servidor de Jesucristo, llamado para ser Apóstol, y elegido para anunciar la
Buena Noticia de Dios,

1:2 que él había prometido por medio de sus Profetas en las Sagradas Escrituras,

1:3 acerca de su Hijo, Jesucristo, nuestro Señor,

nacido de la estirpe de David

según la carne,
1:4 y constituido Hijo de Dios con poder

según el Espíritu santificador,

por su resurrección de entre los muertos.

1:5 Por él hemos recibido la gracia y la misión apostólica,

a fin de conducir a la obediencia de la fe,

para gloria de su Nombre,

a todos los pueblos paganos,

1:6 entre los cuales se encuentran también ustedes,

que han sido llamados por Jesucristo.

1:7 A todos los que están en Roma,

amados de Dios, llamados a ser santos,

llegue la gracia y la paz,

que proceden de Dios, nuestro Padre,

y del Señor Jesucristo.

Acción de gracias y súplica

1:8 En primer lugar, doy gracias a mi Dios por medio de Jesucristo, a causa de todos ustedes,
porque su fe es alabada en el mundo entero.

1:9 Dios, a quien tributo un culto espiritual anunciando la Buena Noticia de su Hijo, es testigo de
que yo los recuerdo constantemente,

1:10 pidiendo siempre en mis oraciones que pueda encontrar, si Dios quiere, la ocasión favorable
para ir a visitarlos.

1:11 Porque tengo un gran deseo de verlos, a fin de comunicarles algún don del Espíritu que los
fortalezca,

1:12 mejor dicho, a fin de que nos reconfortemos unos a otros, por la fe que tenemos en común.

1:13 Hermanos, quiero que sepan que muchas veces intenté visitarlos Hechos 19, 21 Romanos 15,
22 para recoger algún fruto también entre ustedes, como lo he recogido en otros pueblos
paganos; pero hasta ahora no he podido hacerlo.
1:14 Yo me debo tanto a los griegos como a los que no lo son, a los sabios como a los ignorantes.

1:15 De ahí mi ardiente deseo de anunciarles la Buena Noticia también a ustedes, los que habitan
en Roma.

LA SALVACIÓN POR LA FE EN JESUCRISTO

El tema de la Carta

1:16 Yo no me avergüenzo del Evangelio, porque es el poder de Dios para la salvación de todos los
que creen: de los judíos en primer lugar, y después de los que no lo son.

1:17 En el Evangelio se revela la justicia de Dios, por la fe y para la fe, conforme a lo que dice la
Escritura: El justo vivirá por la fe. Habacuc 2, 4 Gálatas 3, 11 Hebreos 10, 38

Los paganos, objeto de la ira divina

1:18 En efecto, la ira de Dios se revela desde el cielo contra la impiedad y la injusticia de los
hombres, que por su injusticia retienen prisionera la verdad.

1:19 Porque todo cuanto se puede conocer acerca de Dios está patente ante ellos: Dios mismo se
lo dio a conocer,

1:20 ya que sus atributos invisibles —su poder eterno y su divinidad— se hacen visibles a los ojos
de la inteligencia, desde la creación del mundo, por medio de sus obras. Por lo tanto, aquellos no
tienen ninguna excusa:

1:21 en efecto, habiendo conocido a Dios, no lo glorificaron ni le dieron gracias como corresponde.
Por el contrario, se extraviaron en vanos razonamientos y su mente insensata quedó en la
oscuridad.

1:22 Haciendo alarde de sabios se convirtieron en necios,

1:23 y cambiaron la gloria del Dios incorruptible por imágenes que representan a hombres
corruptibles, aves, cuadrúpedos y reptiles.

La corrupción y el castigo de los paganos

1:24 Por eso, dejándolos abandonados a los deseos de su corazón, Dios los entregó a una
impureza que deshonraba sus propios cuerpos,
1:25 ya que han sustituido la verdad de Dios por la mentira, adorando y sirviendo a las criaturas en
lugar del Creador, que es bendito eternamente. Amén.

1:26 Por eso, Dios los entregó también a pasiones vergonzosas: sus mujeres cambiaron las
relaciones naturales por otras contrarias a la naturaleza.

1:27 Del mismo modo, los hombres, dejando la relación natural con la mujer, ardieron en deseos
los unos por los otros, teniendo relaciones deshonestas entre ellos y recibiendo en sí mismos la
retribución merecida por su extravío.

1:28 Y como no se preocuparon por reconocer a Dios, él los entregó a su mente depravada para
que hicieran lo que no se debe.

1:29 Están llenos de toda clase de injusticia, iniquidad, ambición y maldad; colmados de envidia,
crímenes, peleas, engaños, depravación, difamaciones.

1:30 Son detractores, enemigos de Dios, insolentes, arrogantes, vanidosos, hábiles para el mal,
rebeldes con sus padres,

1:31 insensatos, desleales, insensibles, despiadados.

1:32 Y a pesar de que conocen el decreto de Dios, que declara dignos de muerte a los que hacen
estas cosas, no sólo las practican, sino que también aprueban a los que las hacen.

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CAPÍTULO 2

Los judíos, objeto de la ira divina

2:1 Por eso, tú que pretendes ser juez de los demás —no importa quién seas— no tienes excusa,
porque al juzgar a otros, te condenas a ti mismo, Mateo 7, 1 Lucas 6, 37 ya que haces lo mismo
que condenas.

2:2 Sabemos que Dios juzga de acuerdo con la verdad a los que se comportan así.

2:3 Tú que juzgas a los que hacen esas cosas e incurres en lo mismo, ¿acaso piensas librarte del
Juicio de Dios?

2:4 ¿O desprecias la riqueza de la bondad de Dios, de su tolerancia y de su paciencia, sin reconocer


que esa bondad te debe llevar a la conversión?
2:5 Por tu obstinación en no querer arrepentirte, vas acumulando ira para el día de la ira, cuando
se manifiesten los justos juicios de Dios,

2:6 que retribuirá a cada uno según sus obras.Jeremías 17, 10 Salmo 62, 13 Job 34, 11 Mateo 16,
27 Apocalipsis 2, 23

2:7 Él dará la Vida eterna a los que por su constancia en la práctica del bien, buscan la gloria, el
honor y la inmortalidad.

2:8 En cambio, castigará con la ira y la violencia a los rebeldes, a los que no se someten a la verdad
y se dejan arrastrar por la injusticia.

2:9 Es decir, habrá tribulación y angustia para todos los que hacen el mal: para los judíos, en
primer lugar, y también para los que no lo son.

2:10 Y habrá gloria, honor y paz para todos los que obran el bien: para los judíos, en primer lugar,
y también para los que no lo son,

2:11 porque Dios no hace acepción de personas. Deuteronomio 10, 17 Hechos 10, 34 Gálatas 2, 6
Efesios 6, 7-8 Efesios 6, 9 Colosenses 3, 25

La Ley y el pecado

2:12 En efecto, todos los que hayan pecado sin tener la Ley de Moisés perecerán sin esa Ley; y los
que hayan pecado teniendo la Ley serán juzgados por ella,

2:13 porque a los ojos de Dios, no son justos los que oyen la Ley, sino los que la practican.

2:14 Cuando los paganos, que no tienen la Ley, guiados por la naturaleza, cumplen las
prescripciones de la Ley, aunque no tengan la Ley, ellos son ley para sí mismos,

2:15 y demuestran que lo que ordena la Ley está inscrito en sus corazones. Así lo prueba el
testimonio de su propia conciencia, que unas veces los acusa y otras los disculpa,

2:16 hasta el Día en que Dios juzgará las intenciones ocultas de los hombres por medio de Cristo
Jesús, conforme a la Buena Noticia que yo predico.

2:17 Pero tú, que te precias de ser judío; tú que te apoyas en la Ley y te glorías en Dios;

2:18 tú que dices conocer su voluntad e, instruido por la Ley, pretendes discernir lo mejor,

2:19 presumiendo ser guía de ciegos y luz para los que andan en tinieblas;

2:20 tú que instruyes a los ignorantes y eres maestro de los simples, porque tienes en la Ley la
norma de la ciencia y de la verdad;
2:21 ¡tú, que enseñas a los otros, no te enseñas a ti mismo! Tú, que hablas contra el robo, también
robas.

2:22 Tú, que condenas el adulterio, también lo cometes. Tú, que aborreces a los ídolos, saqueas
sus templos.

2:23 Tú, que te glorías en la Ley, deshonras a Dios violando la Ley.

2:24 Porque como dice la Escritura: Por culpa de ustedes, el nombre de Dios es blasfemado Isaías
52, 5 Ezequiel 36, 20-22 entre las naciones.

La verdadera circuncisión

2:25 La circuncisión es útil si practicas la Ley, pero si no la practicas, es lo mismo que si fueras un
incircunciso.

2:26 Al contrario, el que no está circuncidado, pero observa las prescripciones de la Ley, será
tenido por un verdadero circunciso.

2:27 Más aún, el que físicamente no está circuncidado pero observa la Ley, te juzgará a ti, que
teniendo la letra de la Ley y la circuncisión, no practicas la Ley.

2:28 Porque no es verdadero judío el que lo es exteriormente, ni la verdadera circuncisión es la


que se nota en la carne.

2:29 El verdadero judío lo es interiormente, y la verdadera circuncisión es la del corazón, la que se


hace según el espíritu y no según la letra de la Ley. A este le corresponde la alabanza, no de los
hombres, sino de Dios.

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CAPÍTULO 3

La situación de los judíos

3:1 ¿Cuál es entonces la superioridad del judío, y qué utilidad tiene la circuncisión?

3:2 Las ventajas son muchas desde todo punto de vista. Ante todo, Dios confió su Palabra a los
judíos.
3:3 ¿Y qué importa que algunos no hayan creído? ¿Acaso su incredulidad anulará la fidelidad de
Dios?

3:4 De ninguna manera: Dios es veraz, y todo hombre, mentiroso, porque como dice la Escritura:
Serás reconocido como justo por lo que dices y triunfarás cuando seas juzgado. Salmo 51, 6

3:5 Ahora bien, si nuestra injusticia hace resaltar la justicia de Dios, ¿qué conclusión sacaremos?
¿Dios será injusto —me expreso en términos humanos— al dar libre curso a su ira?

3:6 De ningún modo. De lo contrario, ¿cómo podría Dios juzgar al mundo?

3:7 Pero si con mi mentira, la verdad de Dios sale ganando, para gloria suya, ¿por qué todavía voy
a ser condenado como pecador?

3:8 ¿O debemos hacer el mal para que resulte el bien, como algunos calumniadores nos hacen
decir? ¡Estos sí merecen ser condenados!

La universalidad del pecado

3:9 En definitiva, entonces, ¿somos o no superiores a los paganos? De ninguna manera.

3:10 Porque acabamos de probar que todos están sometidos al pecado, tanto los judíos como los
que no lo son. Así lo afirma la Escritura:

No hay ningún justo, ni siquiera uno; Salmo 14, 1-3 Salmo 53, 1-4 Romanos 3, 12

3:11 no hay nadie que comprenda,

nadie que busque a Dios.

3:12 Todos están extraviados,

igualmente corrompidos;

nadie practica el bien,

ni siquiera uno solo. Salmo 14, 1-3 Salmo 53, 1-4 Romanos 3, 9-10

3:13 Su garganta es un sepulcro abierto;

engañan con su lengua, Salmo 5, 10

sus labios destilan veneno de víboras, Salmo 140, 4

3:14 su boca está llena de maldición y amargura. Salmo 10, 7

3:15 Sus pies son rápidos para derramar sangre, Proverbios 1, 16


3:16 en sus caminos hay ruina y miseria,

3:17 no conocen la senda de la paz. Isaías 59, 8

3:18 El temor de Dios no está ante sus ojos. Salmo 36, 2

3:19 Ahora bien, nosotros sabemos que todo lo que dice la Ley es válido solamente para los que
están bajo la Ley, a fin de que nadie pueda alegar inocencia y todo el mundo sea reconocido
culpable delante de Dios.

3:20 Porque a los ojos de Dios, nadie será justificado por las obras de la Ley, Salmo 143, 2 Gálatas
2, 16 ya que la Ley se limita a hacernos conocer el pecado.

La revelación de la justicia de Dios

3:21 Pero ahora, sin la Ley, se ha manifestado la justicia de Dios atestiguada por la Ley y los
Profetas:

3:22 la justicia de Dios, por la fe en Jesucristo, Gálatas 2, 16 para todos los que creen. Porque no
hay ninguna distinción:

3:23 todos han pecado y están privados de la gloria de Dios,

3:24 pero son justificados gratuitamente por su gracia, en virtud de la redención cumplida en
Cristo Jesús.

3:25 Él fue puesto por Dios como instrumento de propiciación por su propia sangre, gracias a la fe.
De esa manera, Dios ha querido mostrar su justicia:

3:26 en el tiempo de la paciencia divina, pasando por alto los pecados cometidos anteriormente, y
en el tiempo presente, siendo justo y justificando a los que creen en Jesús.

La justificación por la fe

3:27 ¿Qué derecho hay entonces para gloriarse? Ninguno. Pero, ¿en virtud de qué ley se excluye
ese derecho? ¿Por la ley de las obras? No, sino por la ley de la fe.

3:28 Porque nosotros estimamos que el hombre es justificado por la fe, sin las obras de la Ley.

3:29 ¿Acaso Dios es solamente el Dios de los judíos? ¿No lo es también de los paganos?
Evidentemente que sí,

3:30 porque no hay más que un solo Dios, que justificará a los circuncisos en virtud de la fe y a los
incircuncisos por medio de esa misma fe.
3:31 Entonces, ¿por medio de la fe, anulamos la Ley? ¡Ni pensarlo! Por el contrario, la
confirmamos.

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CAPÍTULO 4

La justificación de Abraham

4:1 ¿Y qué diremos de Abraham, nuestro padre según la carne?

4:2 Si él hubiera sido justificado por las obras tendría de qué gloriarse, pero no delante de Dios.

4:3 Porque, ¿qué dice la Escritura?: Abraham creyó en Dios y esto le fue tenido en cuenta para su
justificación. Génesis 15, 6 Gálatas 3, 6 Santiago 2, 23

4:4 Ahora bien, al que trabaja no se le da el salario como un regalo, sino como algo que se le debe.

4:5 Pero al que no hace nada, sino que cree en aquel que justifica al impío, se le tiene en cuenta la
fe para su justificación.

4:6 Por eso David proclama la felicidad de aquel a quien Dios confiere la justicia sin las obras,
diciendo:

4:7 Felices aquellos

a quienes fueron perdonadas sus faltas

y cuyos pecados han sido cubiertos.

4:8 Feliz el hombre

a quien Dios no le tiene en cuenta su pecado. Salmo 32, 2

Abraham, padre de los creyentes

4:9 Pero esta felicidad, ¿es únicamente para los que han sido circuncidados, o también para los
que no lo han sido? Consideremos lo que ya dijimos: A Abraham le fue tenida en cuenta la fe para
su justificación.
4:10 ¿Cuándo le fue tenida en cuenta? ¿Antes o después de la circuncisión? Evidentemente antes
y no después.

4:11 Y él recibió el signo de la circuncisión, Génesis 17, 10 Hechos 7, 8 como sello de la justicia que
alcanzó por medio de la fe, antes de ser circuncidado. Así llegó a ser padre de aquellos que, a
pesar de no estar circuncidados, tienen la fe que les es tenida en cuenta para su justificación.

4:12 Y es también padre de los que se circuncidan pero no se contentan con esto, sino que siguen
el mismo camino de la fe que tuvo nuestro padre Abraham, antes de ser circuncidado.

La promesa hecha a Abraham

4:13 En efecto, la promesa de recibir el mundo en herencia, hecha a Abraham y a su posteridad,


Gálatas 3, 29 no le fue concedida en virtud de la Ley, sino por la justicia que procede de la fe.

4:14 Porque si la herencia pertenece a los que están bajo la Ley, la fe no tiene objeto y la promesa
carece de valor, Gálatas 3, 18

4:15 ya que la Ley provoca la ira y donde no hay Ley tampoco hay transgresión.

4:16 Por eso, la herencia se obtiene por medio de la fe, a fin de que esa herencia sea gratuita y la
promesa quede asegurada para todos los descendientes de Abraham, no sólo los que lo son por la
Ley, sino también los que lo son por la fe. Porque él es nuestro padre común, Gálatas 3, 7

4:17 como dice la Escritura: Te he constituido padre de muchas naciones. Génesis 17, 5 Abraham
es nuestro padre a los ojos de aquel en quien creyó: el Dios que da vida a los muertos y llama a la
existencia a las cosas que no existen.

La fe de Abraham y la fe del cristiano

4:18 Esperando contra toda esperanza, Abraham creyó y llegó a ser padre de muchas naciones,
como se le había anunciado: Así será tu descendencia. Génesis 15, 5 Génesis 22, 17 Génesis 26, 4
Éxodo 32, 13 Deuteronomio 10, 22 1 Crónicas 27, 23 Nehemías 9, 23 Hebreos 11, 12

4:19 Su fe no flaqueó, al considerar que su cuerpo estaba como muerto —era casi centenario—
Génesis 17, 17 y que también lo estaba el seno de Sara.

4:20 Él no dudó de la promesa de Dios, por falta de fe, sino al contrario, fortalecido por esa fe,
glorificó a Dios,

4:21 plenamente convencido de que Dios tiene poder para cumplir lo que promete.

4:22 Por eso, la fe le fue tenida en cuenta para su justificación. Jeremías 32, 17-24
4:23 Pero cuando dice la Escritura: Dios tuvo en cuenta su fe, no se refiere únicamente a Abraham,
sino también a nosotros,

4:24 que tenemos fe en aquel que resucitó a nuestro Señor Jesús,

4:25 el cual fue entregado por nuestros pecados y resucitado para nuestra justificación.

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CAPÍTULO 5

El fruto de la justificación

5:1 Justificados, entonces, por la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor
Jesucristo.

5:2 Por él hemos alcanzado, mediante la fe, la gracia en la que estamos afianzados, y por él nos
gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.

5:3 Más aún, nos gloriamos hasta de las mismas tribulaciones, porque sabemos que la tribulación
produce la constancia;

5:4 la constancia, la virtud probada; la virtud probada, la esperanza.

5:5 Y la esperanza no quedará defraudada, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros
corazones por el Espíritu Santo, que nos ha sido dado.

5:6 En efecto, cuando todavía éramos débiles, Cristo, en el tiempo señalado, murió por los
pecadores.

5:7 Difícilmente se encuentra alguien que dé su vida por un hombre justo; tal vez alguno sea capaz
de morir por un bienhechor.

5:8 Pero la prueba de que Dios nos ama es que Cristo murió por nosotros cuando todavía éramos
pecadores.

5:9 Y ahora que estamos justificados por su sangre, con mayor razón seremos librados por él de la
ira de Dios.

5:10 Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho
más ahora que estamos reconciliados, seremos salvados por su vida.
5:11 Y esto no es todo: nosotros nos gloriamos en Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo,
por quien desde ahora hemos recibido la reconciliación.

Adán y Jesucristo

5:12 Por lo tanto, por un solo hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte,
Génesis 3, 6 y así la muerte pasó a todos los hombres, porque todos pecaron.

5:13 En efecto, el pecado ya estaba en el mundo, antes de la Ley, pero cuando no hay Ley, el
pecado no se tiene en cuenta.

5:14 Sin embargo, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, incluso en aquellos que no habían
pecado, cometiendo una transgresión semejante a la de Adán, que es figura del que debía venir.

5:15 Pero no hay proporción entre el don y la falta. Porque si la falta de uno solo provocó la
muerte de todos, la gracia de Dios y el don conferido por la gracia de un solo hombre, Jesucristo,
fueron derramados mucho más abundantemente sobre todos.

5:16 Tampoco se puede comparar ese don con las consecuencias del pecado cometido por un solo
hombre, ya que el juicio de condenación vino por una sola falta, mientras que el don de la gracia
lleva a la justificación después de muchas faltas.

5:17 En efecto, si por la falta de uno solo reinó la muerte, con mucha más razón, vivirán y reinarán
por medio de un solo hombre, Jesucristo, aquellos que han recibido abundantemente la gracia y el
don de la justicia.

5:18 Por consiguiente, así como la falta de uno solo causó la condenación de todos, también el
acto de justicia de uno solo producirá para todos los hombres la justificación que conduce a la
Vida.

5:19 Y de la misma manera que por la desobediencia de un solo hombre, todos se convirtieron en
pecadores, también por la obediencia de uno solo, todos se convertirán en justos.

5:20 Es verdad que la Ley entró para que se multiplicaran las transgresiones, pero donde abundó
el pecado, sobreabundó la gracia.

5:21 Porque así como el pecado reinó produciendo la muerte, también la gracia reinará por medio
de la justicia para la Vida eterna, por Jesucristo, nuestro Señor.

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Quien escribió Romanos

PREGUNTA DEL DÍA DAVID LOGACHO SIN CATEGORÍA

Con relación a la Epístola de Pablo a los Romanos, es obvio que tanto su título como su contenido
indican que fue escrita por el Apóstol Pablo, sin embargo Romanos 16:22 dice que el escritor de la
Epístola es un individuo llamado Tercio. ¿Puede explicarme esta aparente contradicción?

Con mucho gusto. Como Usted bien señala, la paternidad literaria de la Epístola a los Romanos
corresponde al Apóstol Pablo, sin la menor sombra de duda. Esto lo podemos apreciar en el título
de la Epístola según aparece en la versión Reina Valera y también en varios versículos de la
Epístola, como los versículos 1 y 7 donde dice: “Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol,
apartado para el evangelio de Dios, a todos los que estáis en Roma, amados de Dios, llamados a
ser santos: Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.”

Además, el tenor de la Epístola es totalmente Paulino. Dicho esto, pasemos a considerar el texto
que aparece en Romanos 16:22 donde dice: “Yo Tercio, que escribí la epístola, os saludo en el
Señor”

Recuerde que no existe la menor duda en cuanto a que el apóstol Pablo es el autor de la carta.
¿Cómo debemos entonces entender la aseveración de Tercio en el sentido que fue él quien
escribió la carta?

La manera de entender es en el sentido que Tercio fue simplemente el amanuense quien dibujó
las letras, pero que el dueño del pensamiento y las palabras fue el apóstol Pablo.

En otras palabras, el apóstol Pablo dictó la carta a Tercio, quien la registró en forma escrita. Una
pregunta que podría hacerse es ¿Por qué Pablo tuvo que recurrir a la ayuda de un amanuense
para escribir la carta a los Romanos?
La razón más probable es porque Pablo sufría de problemas visuales. Un poco antes de la carta a
los Romanos, Pablo escribió la carta a los Gálatas y observe lo que dice en Gálatas 6:11 “Mirad con
cuán grandes letras os escribo de mi propia mano”

Parece que Pablo tomó la pluma de escribano y dibujó letras grandes, bien sea para acentuar lo
que quería decir, o bien sea porque tenía un problema visual y difícilmente podía dibujar letras
normales. Muchos intérpretes bíblicos se inclinan por esto último. Bien podría ser entonces que
debido a sus problemas con la vista, Pablo haya tenido que recurrir a un amanuense para escribir
la epístola a los Romanos.

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DAVID LOGACHO

Ingeniero en Electrónica y Telecomunicaciones, trabajó por años para la NASA, decidió abandonar
su carrera profesional para prepararse para servir al Señor en un Instituto Bíblico en Argentina.
Dirigió el Ministerio La Biblia Dice... durante más de 2 décadas hasta su retiro en 2015.

Lutero y la Carta a los Romanos

Como vimos la pasada semana, para Lutero el resumen de la predicación que realiza Pablo al inicio
de la carta a los Romanos no podía ser más claro.

LA VOZ AUTOR César Vidal Manzanares 12 DE MARZO DE 2011

La justicia de Dios no se recibía a través de las obras o de los méritos personales –desde luego, nos
encontramos la menor mención a algo que se pareciera a buena parte de la existencia que Lutero
vivía en el convento- sino por la fe y su consecuencia lógica es que el justo vivirá por la fe.

En la carta a los Romanos, Pablo desarrollaba además de manera amplia las bases de su
afirmación.

En primer lugar, dejaba sentado el estado de culpabilidad universal del género humano, una
realidad que Lutero conocía –y reconocía– sin paliativos.
Primero, dictaba esa sentencia en relación con los gentiles, los paganos, los que no pertenecen al
pueblo de Israel del que él mismo sí formaba parte, afirmando lo siguiente: “Porque es manifiesta
la ira de Dios del cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres, que detienen la verdad
con la injusticia:Porque lo que de Dios se conoce, a ellos es manifiesto; porque Dios se lo
manifestó.Porque las cosas que de él son invisibles, su eterno poder y su deidad, se perciben
desde la creación del mundo, pudiendo entenderse a partir de las cosas creadas; de manera que
no tienen excusa:Porque a pesar de haber conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le
dieron gracias; por el contrario, se enredaron en vanos discursos, y su corazón necio se
entenebreció.Asegurando que eran sabios, se convirtieron en necios:cambiaron la gloria del Dios
incorruptible por una imagen que representaba a un hombre corruptible, y aves, y animales de
cuatro patas, y reptiles serpientes.Por eso, Dios los entregó a la inmundicia, a las ansias de sus
corazones, de tal manera que contaminaron sus cuerpos entre sí mismos:ya que cambiaron la
verdad de Dios por la mentira, honrando y sirviendo a las criaturas antes que al Creador, el cual es
bendito por los siglos. Amén.Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus
mujeres cambiaron el natural uso del cuerpo por el que es contrario a la naturaleza:Y de la misma
manera, también los hombres, abandonando el uso natural de las mujeres, se encendieron en
pasiones concupiscencias los unos con los otros, realizando cosas vergonzosas hombres con
hombres, y recibiendo en sí mismos la paga adecuada a su extravío.Y como no se dignaron
reconocer a Dios, Dios los entregó a una mente depravada, que los lleva a hacer
indecencias,rebosando de toda iniquidad, de fornicación, de maldad, de avaricia, de perversidad;
llenos de envidia, de homicidios, de contiendas, de engaños, de malignidades;murmuradores,
detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de maldades,
desobedientes a los padres,ignorantes, desleales, sin afecto natural, despiadados:éstos, aún
sabiendo de sobra el juicio de Dios - que los que practican estas cosas merecen la muerte - no sólo
las hacen, sino que además respaldan a los que las hacen”. Romanos 1, 18-31)

La descripción del mundo pagano que Pablo llevaba a cabo en el texto previo coincidía, en líneas
generales, con otros juicios expresados por autores judíos de la Antigüedad y, en menor medida,
con filósofos gentiles.La línea argumental resultaba de especial nitidez, desde luego.

De entrada, a juicio de Pablo, la raíz de la degeneración moral del mundo pagano arrancaba de su
negativa a reconocer el papel de Dios en la vida de los seres humanos.

Que Dios existe es algo que se desprende de la misma creación, que no ha podido surgir de la
nada. Sin embargo, el ser humano ha preferido sustituirlo por el culto a las criaturas. Ha entrado
así en un proceso de declive moral en el que, de manera bien significativa, las prácticas
homosexuales constituyen un paradigma de perversión en la medida en que significan cometer
actos contrarios a lo que la propia Naturaleza dispone.
El volverse de espaldas a Dios tiene como consecuencia primera el rechazo de unas normas
morales lo que deriva en prácticas pecaminosas que van de la fornicación a la deslealtad pasando
por el homicidio, la mentira o la murmuración. Sin embargo, el proceso de deterioro moral no
concluye ahí. Da un paso más allá cuando los que hacen el mal, no se limitan a quebrantar la ley de
Dios sino que además se complacen en que otros sigan su camino perverso. Se trata del estadio en
el que el adúltero, el ladrón, el desobediente a los padres o el que practica la homosexualidad no
sólo deja de considerar que sus prácticas son malas sino que incluso invita a otros a imitarle y
obtiene con ello un placer especial.

En segundo lugar, en Romanos, Pablo indicaba cómo el veredicto de culpa no pesaba únicamente
sobre los paganos. Por el contrario, estaba convencido de que, ante Dios, también los judíos, el
pueblo que había recibido la ley de Dios, era culpable.

Al respecto, sus palabras no pueden ser más claras: “He aquí, tú tienes el sobrenombre de judío, y
descansas en la Ley y presumes de Dios,Y conoces su voluntad, y apruebas lo mejor, instruido por
la Leyy confías que eres guía de los ciegos, luz de los que están en tinieblas,maestro de los que no
saben, educador de niños, que tienes en la Ley la formulación de la ciencia y de la verdad.Tú pues,
que enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo? ¿Tú, que predicas que no se ha de hurtar,
hurtas?¿Tú, que dices que no se ha de cometer adulterio, cometes adulterio? ¿Tú, que abominas
los ídolos, robas templos?¿Tú, que te jactas de la Ley, con infracción de la Ley deshonras a
Dios?Porque el nombre de Dios es blasfemado por vuestra culpa entre los gentiles, tal y como está
escrito.porque la circuncisión en realidad tiene utilidad si guardas la Ley, pero si la desobedeces tu
circuncisión se convierte en incircuncisión”.(Romanos 2, 17-25)

La conclusión a la que llegaba Pablo difícilmente podía ser refutada. Los gentiles podían no
conocer la Ley dada por Dios a Moisés, pero eran culpables en la medida en que desobedecían la
ley natural que conocíane incluso podían llegar a un proceso de descomposición moral en el que
no sólo no se oponían al mal, sino que se complacían en él e incluso impulsaban a otros a
entregarse a quebrantar la ley natural. Los gentiles, por lo tanto, eran culpables.

En el caso de los judíos, su punto de partida era superior siquiera porque habían recibido la Ley,
pero su culpa era, como mínimo, semejante.También los judíos quebrantaban la Ley. El veredicto,
por lo tanto, era esperable y obvio: “... ya hemos acusado a judíos y a gentiles, de que todos están
debajo de pecado. Como está escrito: No hay justo, ni siquiera uno.(Romanos 3, 9-10)
El hecho de que, a fin de cuentas, todos los hombres son pecadores y, en mayor o menor medida,
han quebrantado la ley natural o la Ley parece que admite poca discusión. De hecho, para Lutero
esa realidad resultaba angustiosamente presente y punzante.

Pero –y aquí se encuentra una de las preguntas correctas que deben formularse- ¿Qué vía ofrecía
el apóstol Pablo para salir de esa terrible situación?

De manera bien significativa, Pablo conocía las interpretaciones teológicas que afirman que la
culpabilidad del pecador podía quedar equilibrada o compensada mediante el cumplimiento,
aunque fuera parcial, de la ley de Dios. En otras palabras, no ignoraba afirmaciones como las de
que es cierto que todos somos culpables, pero podríamos salvarnos mediante la obediencia,
aunque no sea del todo completa y perfecta, a la ley divina.

Sin embargo, esa tesis Pablo la refuta de manera contundente al afirmar que la ley no puede
salvar: Porque sabemos que todo lo que la ley dice, se lo dice a los que están bajo la ley lo dice,
para que toda boca se tape, y todo el mundo se reconozca culpable ante Dios:Porque por las obras
de la ley ninguna carne se justificará delante de él; porque por la ley es el conocimiento del
pecado. (Romanos 3, 19-20)

Pablo contradecía con una lógica aplastante la posible objeción. La ley no puede salvar, porque, en
realidad, lo único que deja de manifiesto es que todo el género humano es culpable. De alguna
manera, la ley es como un termómetro que muestra la fiebre que tiene un paciente, pero que no
puede hacer nada para curarlo. Cuando un ser humano es colocado sobre la vara de medir de la
ley lo que se descubre es que es culpable ante Dios en mayor o menor medida. La ley incluso
puede mostrarle hasta qué punto es pecador, pero nada más.

Eso, por supuesto, lo sabía Lutero, pero, más allá de las obras propias, de la ley de Dios, de los
méritos personales que en nada compensan los pecados propios, ¿existe algún camino de
salvación?

Próximo artículo: Lutero: «el justo por la fe vivirá»


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6 COMENTARIOS

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victor 11/08/2014 14:07 h 6 0 0

Exelente comentario

carlos 18/11/2013 22:55 h 5 0 0

y por el mandamiento del amor......

Xabier 13/03/2011 19:44 h 2 0 0

Excelente; esperamos el siguiente con impaciencia.

Emilio. 12/03/2011 22:11 h 1 0 0

¡Qué bueno! Historia de la Reforma analizada a la luz de la Palabra de Dios. Gracias. Quiero más...

lawless 18/03/2011 09:54 h 4 0 0

han quebrantado 'la ley natural o la Ley'


Siervo 16/03/2011 15:06 h 3

EXPOSICIÓN INCOADA DE LA

CARTA A LOS ROMANOS

Traducción: Miguel Fuertes Lanero, OSA

Comentario de San Agustín en las «Retractaciones» (1,25)

Ya había emprendido la Exposición de la Carta a los Romanos, lo mismo que hice con la Exposición
de la Carta a los Gálatas.Pero serían muchos los libros de esa obra, si hubiera acabado toda la
Carta; de ellos solamente concluí uno, que es el comentario al saludo inicial, hasta las palabras: La
gracia y la paz de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo esté con vosotros1. Sucedió, por cierto,
que me detuve al intentar resolver la tan difícil cuestión -tangencial a las palabras de nuestro
pasaje- sobre el pecado contra el Espíritu Santo, que no se perdona en este mundo ni en el otro2.
Pero luego desistí de añadir más volúmenes para exponer la Carta entera, asustado por la
magnitud y dificultad de la empresa, desviándome hacia otros trabajos más fáciles. Resultó así que
el libro primero, ya concluido, quedó en solitario. Elegí como título: Exposición incoada de la Carta
a los Romanos.

Digo allí que «la gracia está en la remisión de los pecados y la paz en la reconciliación con Dios»3.
Donde haya hecho esta afirmación, no debe ser tomada como si la paz misma y la reconciliación
no entraran dentro del concepto general de gracia, sino que hubiera un nombre específico de
gracia para designar la remisión de los pecados. Es como cuando decimos «la Ley», de forma
específica, en relación con la expresión: La Ley y los Profetas4, queriendo incluir también a los
Profetas. Este libro comienza así: «En la Carta que el apóstol Pablo escribió a los Romanos».

Exposición incoada a la Carta a los Romanos

Prólogo

1. En la Carta que el apóstol Pablo escribió a los Romanos, según puede deducirse de su contenido,
se plantea esta cuestión: ¿Son los judíos los únicos destinatarios del Evangelio de nuestro Señor
Jesucristo, por haberlo ellos merecido con su observancia de la Ley? ¿O son todos los gentiles,
quienes sin mérito alguno de obras precedentes, son los destinatarios de la justificación por la fe
en Cristo Jesús, teniendo en cuenta que esta fe no les vino por ser ya justos, sino que, creyendo,
recibieron la justificación y comenzaron a vivir como justos? Lo que realmente intenta el Apóstol
demostrar es que la gracia de nuestro Señor Jesucristo ha venido para toda la humanidad. Y lo
clarifica diciendo que precisamente la gracia tiene este nombre porque no es algo que se pague en
justicia como una deuda contraída; no, es un don gratuito. Resulta que algunos de los creyentes,
procedentes del judaísmo, habían comenzado a sublevarse contra los de la gentilidad, y sobre
todo contra el apóstol Pablo, porque admitía a incircuncisos a la gracia del Evangelio, sin
someterles a las ataduras de la antigua Ley. Les predicaba que creyeran en Cristo, y que no había
por qué someterse al yugo de la circuncisión carnal. Pero lo hace con tal equilibrio, que a los judíos
no les tolera el orgullo de mérito alguno por observar la Ley, ni deja que los gentiles, por el mérito
de su fe, se vuelvan arrogantes contra los judíos por haber aceptado a Cristo, a quien los judíos
crucificaron. La misma idea desarrolla en otro lugar, donde dice que se pone como embajador del
mismo Señor5, piedra angular6, que une a ambos pueblos, tanto a los judíos como a los gentiles
en Cristo, mediante el vínculo de la gracia. A unos y otros les arranca toda posible soberbia, nacida
de sus méritos; a unos y otros los hace discípulos de la humildad, para que sean capaces de la
justificación.

2. [1,1] Así comienza su Carta: Pablo, servidor de Jesucristo, llamado a ser apóstol, segregado para
el Evangelio de Dios.Concisamente distingue en dos palabras la dignidad de la Iglesia y la
decrepitud de la Sinagoga. La Iglesia recibe este nombre por haber sido llamada. La Sinagoga, en
cambio, hace referencia a lo gregario. Ser convocados es propio de hombres; agregarse hace más
bien referencia a los animales: de hecho la grey o rebaño se aplica con más propiedad al ganado.
Es cierto que en numerosos pasajes de la Escritura a la Iglesia se la llama «grey de Dios», «rebaño
de Dios» y «redil de Dios». Sin embargo, cuando metafóricamente a los hombres se les llama con
el nombre de algún ganado, es porque todavía forman parte de la vida antigua. Y se puede
observar cómo estos hombres no aspiran al alimento perdurable de la verdad, sino que se
contentan con el pan terreno de promesas temporales. Así pues, Pablo, servidor de Cristo Jesús,
llamado a ser apóstol, vocación que lo incorporó a la Iglesia. Pero fue segregado para proclamar el
Evangelio de Dios. ¿De dónde lo fue, sino de la grey de la Sinagoga? Si es que el significado griego
de estas palabras concuerda plenamente con su sentido latino.

3. [1,2] Pablo, sin duda, avala con la autoridad de los profetas la fuerza del Evangelio de Dios, para
cuyo servicio él nos dice haber sido escogido. De esta forma les hace a los paganos una nueva
recomendación para no enorgullecerse, ya que a los creyentes en Cristo, de los cuales él se siente
llamado a formar parte, los antepuso a los judíos, de quienes él dice haber sido separado. En
realidad los profetas forman parte del pueblo judío. Y ya ellos antiguamente habían prometido el
Evangelio, que trae la justificación a quienes crean en él. Así lo dice: Segregado para el Evangelio
de Dios, que anteriormente había sido ya prometido por sus profetas7. Hubo también algunos
profetas que no procedían de Dios. En sus escritos se encuentran varias expresiones acerca de
Cristo, que ellos habían oído y luego las plasmaron en sus cánticos, como se dice, por ejemplo, de
la Sibila. Yo no me inclinaría fácilmente a creerlo, si no lo citase el poeta más ilustre de la lengua
romana. En efecto, antes de hablar sobre la renovación del mundo, cuyos versos se podrían muy
bien llamar un canto al reino de nuestro Señor Jesucristo, adelanta este verso: Llegó ya la edad
postrera del canto de Cumas.

Todo el mundo sabe que el Canto Cumano es el de la Sibila. El Apóstol sabía que se encontraban
estos testimonios acerca de la verdad en los escritos de los gentiles; lo manifestó explícita- mente
hablando a los Atenienses, como consta en los Hechos de los Apóstoles8. Por eso no sólo dice: Por
sus profetas, sino que añade: En las santas Escrituras, no sea que alguien, seducido por ciertos
atisbos de verdad de los falsos profetas, cayera en alguna clase de impiedad. Es también su
intención manifestar que los escritos de la gentilidad están plagados de una supersticiosa idolatría,
no pudiéndose calificarlos de santos por el hecho de que en ellos se encuentre alguna alusión que
hace referencia a Cristo.

4. [1,3] Podría suceder también que alguien tuviera preferencia por un profeta de la antigüedad,
ajeno al pueblo judío, en cuyos escritos no hay culto alguno a los ídolos, producto de la mano del
hombre; porque en lo que se refiere a los simulacros de sus fantasías, todo error engaña a sus
seguidores. Pues bien, para evitar que alguien se deje llevar por preferencias de este tipo, al
encontrarse allí el nombre de Cristo, y las califique de Escrituras santas, con exclusión de las que
divinamente se le confiaron al pueblo Hebreo, me parece muy oportuno que, después de haber
dicho en las santas Escrituras, añadió: Acerca de su Hijo, nacido de la estirpe de David según la
carne9. David, lo sabemos, fue rey de los judíos. Era, pues, conveniente que los profetas
anunciadores de Cristo fueran oriundos del mismo pueblo en el que iba a encarnarse aquel a quien
anunciaban. Había que salir al paso de aquellos que, en su impiedad, sólo aceptan a nuestro Señor
Jesucristo en su humanidad, por él asumida, pero no reconocen su divinidad, que lo distingue y lo
separa de toda la creación. Así opinaban los judíos, para quienes Cristo era sólo hijo de David,
ajenos a la dignidad por la que es Señor del mismo David, siendo Hijo de Dios. Por eso les
argumenta en el Evangelio, utilizando las mismas palabras proféticas, salidas de la boca de David.
Les pregunta, en efecto, cómo puede ser su hijo, siendo así que el mismo David le llama Señor10.
Su respuesta debería ser que es su hijo según la carne, pero en cuanto a su divinidad es Hijo de
Dios y Señor del propio David. El apóstol Pablo, que de sobra sabía esto, sale al paso tratando de
evitar la creencia de que Cristo era sólo y exclusivamente un hombre de carne y hueso. De ahí que
primero diga: para el Evangelio de Dios, que había sido prometido por sus profetas en las santas
Escrituras acerca de su Hijo, que se hizo hombre de la estirpe de David, y luego añade: según la
carne. Al añadir esta expresión, según la carne, dejó a salvo su rango divino. De este rango carece
no sólo la estirpe de David, sino la de toda criatura, ya sea angélica u otra cualquiera por muy alta
que sea su excelencia. Se trata de la Palabra misma de Dios, por medio de la cual fueron creadas
todas las cosas11. Esta Palabra se hizo hombre de la estirpe de David y habitó en medio de
nosotros12; pero no se cambió, convirtiéndose en carne, sino que se revistió de carne para
manifestarse en la forma adecuada a los hombres carnales. El Apóstol distingue bien la humanidad
de la divinidad, no sólo en estas palabras: según la carne, sino en aquellas otras: se hizo. Porque
no se hizo (o fue hecha)en su ser de Palabra de Dios, no: por ella fueron hechas todas las cosas, y
no es posible que ella sea hecha junto con todas las demás. Ni tampoco fue hecha antes de todas
ellas, para que todas las demás, excepto ella, pudieran existir por medio de ella. Porque si ella,
antes que las demás, fue creada, no podrían ser las demás cosas creadas por su medio, ni se
podría decir que todo fue hecho por medio de ella, si ella también fue hecha. He aquí por qué el
Apóstol al hablar de «hacerse» refiriéndose a Cristo, añade: según la carne, para dejar bien claro
que en cuanto que es Palabra de Dios, es decir, Hijo de Dios, no fue creado por Dios, sino que de él
nació.

5. [1,4] De este mismo Cristo, que según la carne nació de la estirpe de David, sigue diciendo que
fue predestinado con poder a ser Hijo de Dios; y esto no según la carne, sino según el Espíritu;
pero no cualquier espíritu, sino el Espíritu santificador en la resurrección de los muertos.La
resurrección hace resaltar el poder del que muere, y por eso dice: Predestinado con poder, según
el Espíritu santificador, en la resurrección de los muertos. Después, la santificación trajo la nueva
vida, que fue rubricada por la resurrección de nuestro Señor. A esto se refiere el Apóstol en otro
lugar: Si habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la
derecha de Dios13. El orden de las palabras podría en realidad ser éste: a la expresión: Espíritu
santificador no añadirle en la resurrección de los muertos, sino: fue predestinado; entonces el
orden de la frase sería así: que fue predestinado en la resurrección de los muertos, quedando
como un inciso las palabras: Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santificación. Este orden
de la frase parece más acertado por adaptarse mejor a su significado, ya que así es hijo de David
según la debilidad de su carne, e Hijo de Dios con el poder del Espíritu santificador. Por tanto nació
de la estirpe de David, es decir, es hijo de David en su cuerpo mortal, por lo que también murió.
Pero fue predestinado a ser Hijo de Dios -y Señor del mismo David-en la resurrección de los
muertos.El hecho de haber muerto hace referencia a que es hijo de David; en cambio, su
resurrección de entre los muertos se refiere a su filiación divina, siendo también Señor del mismo
David. Como en otro pasaje dice el Apóstol: Pues aunque murió por su debilidad, sigue vivo por el
poder de Dios14. Así su debilidad pertenece a David, y su vida eterna al poder de Dios. Por eso
David, aludiendo a él en las palabras ya citadas, le llama Señor: Dijo el Señor a mi Señor: siéntate a
mi derecha, hasta que ponga a tus enemigos bajo tus pies15. Por el hecho de haber resucitado de
entre los muertos, está sentado a la derecha del Padre. David, inspirado por el Espíritu, al ver al
predestinado a sentarse a la diestra del Padre, en la resurrección de los muertos, no tuvo la osadía
de llamarle hijo suyo, sino su Señor. Y por eso con la misma razón añadió el Apóstol: De Jesucristo
nuestro Señor, después de decir: en la resurrección de los muertos.Como si con ello nos quisiera
recordar por qué David da testimonio de que es su Señor, más bien que su hijo. Pablo no dice de Él
que fue predestinado en la resurrección «de entre» los muertos, sino que dice en la resurrección
de los muertos.En efecto, no es por su propia resurrección por lo que queda patente su filiación
divina, con aquella altísima dignidad propia y exclusiva suya, por la que es también cabeza de la
Iglesia, dado que los demás muertos también resucitarán. En realidad fue predestinado a ser Hijo
de Dios con una cierta primacía en la resurrección, ya que su predestinación lo fue de entre la
resurrección de todos los muertos, es decir, estaba designado a resucitar por encima de los demás
y antes que los demás. Las palabras Hijo de Dios, puestas detrás de fue predestinado, son como la
confirmación de tan alta dignidad. Sólo el Hijo de Dios podía ser predestinado a esto, ya que
también es la cabeza de la Iglesia, y el mismo Apóstol en otro lugar le llama primogénito de entre
los muertos16. Era conveniente que el juez de los resucitados fuera el que les había precedido
como modelo. Pero no como modelo de todos los resucitados, sino como ejemplo de los que han
de resucitar para con él vivir y reinar eternamente: él es precisamente su cabeza, y ellos su cuerpo.
Fue predestinado en la resurrección, de en medio de todos ellos para ser su príncipe, mientras que
para el resto de los resucitados será no su príncipe, sino su juez. No fue predestinado
precisamente en la resurrección de aquellos muertos a quienes había de condenar. Al decir el
Apóstol que había sido predestinado en la resurrección de los muertos, quiere dar a entender que
se adelantaría en la resurrección de los muertos. Pero a quienes ha precedido ha sido a aquellos
que le habían de seguir en la posesión del reino celestial. Por eso no dice: El cual fue predestinado
como Hijo de Dios en la resurrección de los muertos, Jesucristo Señor nuestro, sino que dice: En la
resurrección de los muertos de Jesucristo Señor nuestro. Como queriendo decir: «El cual ha sido
predestinado como Hijo de Dios en la resurrección de sus muertos», es decir, de los que le
pertenecen para la vida eterna. Como adelantándose a la pregunta: «¿De qué muertos?» da esta
respuesta: «De los de Jesucristo nuestro Señor». En la resurrección de los restantes muertos, no
ha sido predestinado, no los ha precedido en la gloria de la vida eterna, puesto que ellos no lo
seguirán: la resurrección de los impíos será para el castigo. Así pues, como Hijo Unigénito de Dios,
y primogénito de entre los muertos, fue predestinado en la resurrección de los muertos.¿De qué
muertos, sino de los de Jesucristo, nuestro Señor?

6. [1,5-6] Por él -sigue diciendo- hemos recibido la gracia y el ministerio apostólico; la gracia en
común con todos los fieles; el ministerio apostólico sólo con algunos. Si únicamente hubiera dicho
que recibió el ministerio apostólico, habría sido ingrato a la gracia, por la cual se le perdonaron los
pecados, y daría la impresión de que el ministerio apostólico se le había otorgado como premio a
los méritos de su conducta anterior. Por eso se centra bien en este punto, para que nadie se
atreva a afirmar que ha sido llamado al Evangelio por los méritos de su vida precedente. Ni
siquiera los mismos Apóstoles, que, después de la cabeza, son los miembros más eminentes del
cuerpo, fueron capaces propiamente de recibir el encargo apostólico, sin haber recibido
previamente, como todos los demás, la gracia que justifica y sana a los pecadores. Y prosigue: Para
que entre todos los gentiles haya una obediencia a la fe para gloria de su nombre.Con este fin dice
haber recibido el ministerio apostólico, para que se obedezca a la fe por el nombre de nuestro
Señor Jesucristo, es decir, para que todos los que desean la salvación crean en Cristo y se signen
en su nombre. Esta salvación no ha venido sólo a los judíos, como algunos de ellos creían, cosa que
deja bien patente al decir: Entre todos los gentiles, de los cuales formáis parte también vosotros,
llamados por Jesucristo17. En otras palabras: para que también vosotros pertenezcáis a aquel
Jesucristo que es la salvación de todas las gentes, aunque no forméis parte del número de los
judíos, sino del resto de los pueblos paganos.

7. [1,1-7] Lo que ha dicho hasta aquí es quién es el autor de la Carta, es decir, Pablo, servidor de
Jesucristo, llamado a ser apóstol, escogido para el Evangelio de Dios.Y como la pregunta parecía
espontánea: ¿Qué clase de evangelio?, respondió: El que había sido prometido por sus profetas en
las santas Escrituras acerca de su Hijo.Y de nuevo venía la pregunta: ¿Quién es este su Hijo? A lo
que contesta: El que se hizo hombre de la estirpe de David según la carne, predestinado a ser Hijo
de Dios con poder, según el Espíritu santificador, en la resurrección de los muertos de Jesucristo
nuestro Señor. De nuevo otra supuesta pregunta: Y tú ¿cómo le perteneces? Él contesta: Por
medio del cual hemos recibido la gracia y el ministerio apostólico, para que entre todos los
gentiles haya una obediencia a la fe para gloria de su nombre. Y como si nuevamente se le
preguntase: ¿Cuál es la razón por la que nos escribes?, responde: Entre los cuales estáis también
vosotros, llamados por Jesucristo.A continuación, y según el estilo epistolar, menciona a los
destinatarios: A todos los amados por Dios, que están en Roma, santos por vocación.También aquí
subraya la bondad de Dios por encima de los méritos propios. No dice: A los que aman a Dios,
sino: A los amados por Dios. Él nos amó primero, antes de todo mérito, para que a su vez nosotros,
los amados, le amásemos a Él18. Lo reafirman las palabras que siguen: Santos por vocación.Y
aunque alguien se atribuya a sí mismo el obedecer a quien lo llama, nadie podrá atribuirse el
haber sido llamado. Santos por vocación no debe entenderse como llamados por ser ya santos,
sino que han llegado a ser santos por haber sido llamados.

8. [1,7] Para terminar, como de costumbre, el encabezamiento de una carta, sólo queda el saludo,
como un deseo de salud a los destinatarios. En lugar de él, y a fuer de saludo, les dice: La gracia y
la paz a vosotros, de parte de nuestro Padre y del Señor Jesucristo.Porque no toda gracia viene de
Dios. Los jueces malvados, por ejemplo, favorecen a algunas personas con su gracia, seducidos por
la codicia o acobardados por el miedo. Ni tampoco toda paz es de Dios o procede de él. El mismo
Señor hace distinción, cuando dice: Mi paz os doy, añadiendo, además, que no les da la misma paz
que da este mundo19. Se trata, pues, de la gracia que nace de Dios Padre y del Señor Jesucristo,
por la cual nos viene el perdón de los pecados, que nos hacían enemigos de Dios; y la paz es el
fruto mismo de la reconciliación con Dios. Cuando por la gracia se nos hayan perdonado los
pecados y haya desaparecido nuestra enemistad, no queda sino adherirnos en paz a Dios, de quien
únicamente nos separaba el pecado. Así lo dice el profeta: No se tapa los oídos para no oír; lo que
pasa es que vuestros pecados ponen distancia entre Dios y vosotros20. Cuando ya hayan sido
perdonados por la fe en nuestro Señor Jesucristo, sin que medie separación alguna, entonces
vendrá la paz.
9. [1,7] Quizá alguno se pregunte extrañado cómo se puede entender la justicia de Dios como juez,
siendo así que concede su gracia perdonando los pecados. En Dios esto es totalmente justo; sí,
porque es verdaderamente justo que, cuando todavía no ha aparecido claramente el miedo al
castigo, los que ya están arrepentidos de sus pecados, sean misericordiosamente apartados de
quienes pertinazmente están buscando excusas para seguir pecando, sin intención alguna de
arrepentirse ni corregirse. Sería injusto, por otra parte, que corrieran estos últimos la misma
suerte en el castigo que aquellos que no despreciaron la invitación de Dios, y, conscientes de ser
pecadores, se disgustaron de sí mismos, hasta el punto de odiar sus propios pecados como Dios
los odia. La doctrina, en fin, de la justicia para el hombre, se resume en esto: amar en sí mismo
sólo lo que hay de Dios, y odiar lo que es propio del hombre; no aprobar sus propios pecados, y en
ellos no echarle la culpa a nadie más que a sí mismo; ni pensar que le basta con estar en
desacuerdo con sus pecados, si no trata de evitarlos en el futuro con una cuidadosa vigilancia; que
no vaya a pensar que para evitarlos le basta con sus propios recursos, sino que debe buscar la
ayuda divina. Es, pues, justo que Dios a éstos les perdone, cualesquiera fueran sus pecados
cometidos en la vida pasada; y sería una gran injusticia confundirlos y equipararlos con los que no
se han arrepentido. Por consiguiente, el no perdonar a unos es justicia de Dios, y el perdonar a los
otros es gracia de Dios. Así, la gracia de Dios es justa, y la justicia gratificante, puesto que en el
pecador la gracia precede al mérito del arrepentimiento: nadie podría arrepentirse de sus
pecados, si de alguna manera Dios no lo hubiera invitado con una llamada.

10. [1,7] No debemos perder de vista, además, que la justicia de Dios sigue firme, y si bien al
arrepentido se le ha absuelto la pena eterna y espiritual, nadie se ve libre de los dolores, y a veces
torturas, corporales -bien sabemos cómo los mártires fueron probados en ellas- y por fin la muerte
misma, que nuestra naturaleza humana mereció por el pecado. El hecho de que también los
buenos y los piadosos pasen por estos sufrimientos, hemos de creerlo como un justo juicio de
Dios. Es esto lo que se llama en la Sagrada Escritura aprendizaje (disciplina), del que no se permite
librarse a ningún justo. Nadie queda exceptuado de aquel dicho: Dios a quien ama lo corrige, y
azota a todos los que reconoce como hijos21. El mismo Job, que tanto sufrió, hasta brillar como un
dechado de fortaleza y de siervo de Dios, nos deja constancia frecuente de que sus tormentos
corporales son debidos a sus pecados. También el apóstol Pedro exhorta a sus hermanos a
sobrellevar los padecimientos por el nombre de Cristo, y dice así: Que ninguno de vosotros tenga
que sufrir por ser homicida, ladrón o maldecir a otros, ni por entrometido en asuntos ajenos; pero
si es por ser cristiano, que no se avergüence de ello; glorifique a Dios por llevar este nombre. Ha
llegado el momento de comenzar el juicio por la casa de Dios. Y si el comienzo es por nosotros,
¿cuál será el final de aquellos que no creen en el Evangelio de Dios? Si el justo apenas se salva, ¿en
qué pararán el impío y el pecador?22 Claramente se ve que los padecimientos de los justos se
deben a un justo juicio de Dios, juicio que comienza, dice, por su casa, para que deduzcamos de
ahí cuán grandes serán las penas reservadas a los impíos. Ya Pablo dice a los tesalonicenses:
Nosotros mismos nos gloriamos de vosotros en las iglesias de Dios, por vuestra tenacidad y
vuestra fe en las persecuciones que estáis sufriendo, como testimonio del justo juicio de Dios23.
Está totalmente de acuerdo con lo que dice Pedro: Ha llegado el momento de comenzar el juicio
por la casa de Dios, y con la cita que él hace del profeta: si el justo apenas se salva, ¿en qué
pararán el impío y el pecador?24 Y creo que vienen al caso aquí las amenazas que Dios le profirió a
David por medio del profeta Natán. A pesar de que se arrepintió inmediatamente y fue
perdonado, no obstante le sobrevinieron todas ellas25, para dejar constancia de que el perdón
que se le concedía espiritualmente, lo era atendiendo al juicio venidero de las penas que aguardan
a quienes en el tiempo presente se niegan a corregirse. Así dice Pedro en otro lugar: Éste es el
motivo por el que se proclamó el Evangelio también a los muertos: para recibir la sentencia en su
carne como hombres, y vivir según Dios en su espíritu26. He dicho todo esto, para aclarar, según
mi capacidad y en cuanto lo consiente el presente pasaje de la Escritura, que cuando se habla de la
justicia y la paz de Dios, no vayan a creer los humanos que Dios puede apartarse de la justicia. De
hecho, al prometer el Señor la paz, dice: Os he dicho esto para que en mí tengáis paz, aunque en el
mundo vais a tener sufrimientos27. Cuando llegan las tribulaciones y molestias por causa de los
pecados, según la justicia de Dios, no les hacen recaer en el pecado. Al contrario, a todos éstos, ya
buenos y justos, y a quienes les causan más desagrado sus propios pecados que ningún
sufrimiento corporal, esas tribulaciones los purifican completamente de toda mancha. La paz
perfecta, incluso la paz del cuerpo, a su debido tiempo se hará firme, si ahora nuestro espíritu
mantiene de una forma constante e inmutable la paz que el Señor se ha dignado concedernos
mediante la fe.

11. [1,7]El hecho de que el Apóstol desee la paz de parte de Dios Padre y de nuestro Señor
Jesucristo, sin nombrar también al Espíritu Santo, no tiene otra razón, creo yo, sino que el mismo
don de Dios lo identificamos con el Espíritu Santo. ¿Qué otra cosa son la gracia y la paz, sino un
don de Dios? De ningún modo se puede dar la gracia, que nos libera de nuestros pecados, ni la
paz, por la que nos reconciliamos con Dios, si no es en el Espíritu Santo. Así pues, en este saludo se
trasluce la entera Trinidad y su unidad inmutable. Ésta es principalmente la razón por la que yo
creo que incluye el mismo saludo en todas las Cartas que las iglesias, sin excepción, reconocen
ciertamente como del apóstol Pablo. Se exceptúa la Carta que escribió a los Hebreos, donde se
dice que omitió a propósito este saludo, para evitar que los judíos, quienes sañudamente le
criticaban, se sintieran ofendidos al ver el nombre de Cristo, o bien leyesen la Carta con ánimo
hostil, o ni se molestasen siquiera en leerla, a pesar de que la había escrito mirando a su salvación.
Éste es el motivo por el que algunos han vacilado en incluir esta Carta en el canon de las Escrituras.
En fin, sea lo que fuere de esta cuestión, lo cierto es que en todas repite el mismo saludo; sólo en
las dos escritas a Timoteo añade la misericordia. Dice así: La gracia, la misericordia y la paz de
parte de Dios Padre y de Jesucristo nuestro Señor28. Cuanto más familiarmente, tanto con más
cariño le escribe a Timoteo, intercalando esta palabra, para demostrar claramente con ello que el
Espíritu Santo no se nos da por los méritos de nuestra conducta precedente, sino por la
misericordia de Dios con nosotros. De este modo se nos concede la anulación de los pecados, que
nos separaban de Dios, y la reconciliación, para unirnos a él.
Cómo todas las Cartas canónicas, en su comienzo,

mencionan de algún modo a la Trinidad

12. Pero tampoco las otras Cartas de los Apóstoles, aceptadas comúnmente por la Iglesia, dejan de
mencionarnos la Trinidad en sus comienzos. Pedro, por ejemplo, dice: La gracia y la paz a vosotros
en abundancia; e inmediatamente añade: Bendito sea Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo29.
En la gracia y la paz sobreentiende el Espíritu Santo, de manera que la mención del Padre y del
Hijo sugiere a nuestra mente la Trinidad. La otra de Pedro dice así: A vosotros la gracia y la paz se
multipliquen por el conocimiento de Dios y de Jesucristo nuestro Señor30. Juan, en cambio, no sé
por qué, omitió comenzar de este modo, y sin embargo no omite el mencionar la Trinidad,
substituyendo gracia y paz por la palabra «comunión»: Lo que hemos visto -dice- os lo anunciamos
a vosotros, para que también vosotros estéis en comunión con nosotros, y nuestra comunión sea
con el Padre y su Hijo Jesucristo31. En su segunda Carta coincide con las palabras de Pablo a
Timoteo: Que la gracia, la misericordia y la paz de parte de Dios Padre, y de su Hijo Jesucristo
estén con vosotros32. Sin embargo en el comienzo de la tercera Carta, Juan no menciona en
absoluto la Trinidad. Y creo que sea por razón de su extrema brevedad. Así comienza: El presbítero
al querido Gayo, a quien amo en la verdad33. El término verdad me parece que substituye al de
Trinidad. Judas, en su Carta, después de nombrar al Padre y al Señor Jesucristo, pone tres palabras
para dar a entender el Espíritu Santo, es decir, el don de Dios. Comienza así: Judas, servidor de
Jesucristo y hermano de Santiago, a los amados de Dios Padre, y guardados y llamados para
Jesucristo: lleguen en vosotros a su plenitud la misericordia, la paz y la caridad34. La gracia y la paz
no se pueden concebir sin la misericordia y la caridad. Santiago, en cambio, formula en su Carta el
exordio acostumbrado: Santiago, servidor de Dios y de nuestro Señor Jesucristo, a las doce tribus
que están en la dispersión, salud35. Creo que menciona la salud o salvación, teniendo en cuenta
que no se da a no ser por un don de Dios, que incluye la gracia y la paz. Antes de la salud nombra a
Dios y a nuestro Señor Jesucristo, pero como ninguna gracia ni paz pueden salvar a los hombres,
sino las que proceden de Dios Padre y del Señor Jesucristo, utiliza probablemente el término salud
para designar, creo yo, la Trinidad, lo mismo que Juan utiliza verdad en su tercera Carta.

La palabra «salud» y la Trinidad

13. Llegados a este punto, creo que no hay que pasar por alto lo que el venerable Valerio nos
cuenta, sorprendido, del diálogo entre unos campesinos. Sucedió que al decirse el uno al otro:
«¡Salud!»,uno de ellos le preguntó al que sabía a la vez latín y púnico, cuál era el equivalente en
púnico del vocablo salus [salud]latino.Le contestó que en púnico se dice tria [tres, en latín].
Entonces, todo contento, sabiendo que nuestra salud es la Trinidad, le pareció que no era casual
esta coincidencia en el sonido de las dos lenguas, sino que era un oculto designio de la divina
Providencia el que al decir salus en latín, los púnicos entienden tres [la Trinidad];y viceversa,
cuando los púnicos, en su lengua, dicen tria, los latinos entienden la salvación.Ya la mujer cananea,
o sea, púnica, venida de la región de Tiro y Sidón, que según el Evangelio representa a los paganos,
suplica la salud para su hija. Y el Señor le responde: No está bien tirar a los perros el pan de los
hijos36. Ella, sin negar ese grave pecado que se le echaba en cara, y como queriendo alcanzar, con
la confesión de sus pecados, la salud para su hija, y también, la nueva vida para ella, le replica: Así
es, Señor, pero también los perros comen las migajas que caen de la mesa de sus señores37.
Cuando aquella mujer cananea decía tria quería decir «salvación, salud». Y si les preguntamos a
nuestros campesinos qué son, responden en púnico que «cananos», omitiendo una letra, como es
su costumbre. Pero ¿qué otra cosa quieren decir, sino que son «cananeos»? Al pedir, pues, aquella
mujer la salud y la salvación, lo que pedía realmente era la Trinidad: la lengua de Roma -cuya
palabra «salud» a los púnicos les suena «Trinidad»- en tiempos de la venida del Señor era la
cabeza de la gentilidad. Ya dijimos que la mujer cananea representaba en su persona la gentilidad.
Y cuando el Señor llama pan a lo mismo que pedía la mujer, ¿a qué otra cosa se está refiriendo,
más que a la Trinidad? En efecto, en otro pasaje nos enseña claramente cómo debe entenderse la
Trinidad en los tres panes. Pero esta consonancia de las palabras, bien sea por casualidad, o como
resultado de la investigación, no debe pretenderse a toda costa que sea universalmente aceptada.
No: hay un límite marcado por estas dos coordenadas: que el exégeta no se pase de raya, y que lo
acepte el buen ánimo del que lo escucha.

El pecado no está en la palabra,

sino en la intención del pecador

14. Es evidente, por tanto, que si el Apóstol intenta evocar toda la Trinidad en los términos de
«gracia y paz», incluyendo, como si lo nombrara, al Espíritu Santo, debe ser tenido en cuenta con
toda la atención de nuestra alma, y aceptarlo con una piedad profunda. Y esto hasta el punto de
que todo aquel que pierde la esperanza, o se burla o desprecia este anuncio de la gracia, que nos
borra los pecados, y de la paz, que nos trae la reconciliación con Dios, rehusando el
arrepentimiento de sus pecados, y decidiendo permanecer hasta el final en su impío y venenoso,
aunque agradable, atractivo, este tal peca contra el Espíritu Santo. No debemos, por tanto, prestar
oídos sordos a la palabra del Señor, cuando dice que se le perdonará al hombre toda palabra
proferida contra el Hijo del hombre; pero que si profiere una palabra contra el Espíritu Santo, no
se le perdonará ni en este mundo ni en el futuro, sino que será reo eterno de pecado38.
Supongamos un individuo, ignorante de la lengua latina, y que oye la locución «Espíritu Santo».
Empieza a preguntar por el significado de estas sílabas que ha oído; y otro, burlón él, con impía
sorna le responde algo diverso de la verdad, por ejemplo algo vil y repugnante, para engañarlo,
como suele ocurrir con gente de esta calaña, que quieren reírse de alguien. Y el primero,
supongamos, desprecia el nombre de «Espíritu Santo» por su ignorancia de tales palabras,
lanzando, incluso, algún improperio contra él. No creo que haya nadie tan irreflexivo y
desconsiderado que culpe a este hombre de crimen alguno contra la religión. Y al revés, si éste
mismo, aunque se le oculte el nombre, pero llegando a conocer la realidad con vocablos a su
alcance, profiriese injurias de palabra o de obra contra tan alta santidad, será tenido por culpable.
Según esto, si alguien, después de oír «Espíritu Santo», piensa que tiene un significado diverso, y
lanza alguna palabra contra esta realidad por él pensada, es evidente, creo yo, que no peca hasta
el punto de considerarlo como pecado contra el Espíritu Santo. Igualmente, si se diera el caso de
uno que pregunta qué es el Espíritu Santo, y le dice un ignorante que es el Hijo de Dios, por medio
del cual todo se hizo, y que a su debido tiempo nació de la Virgen, que fue muerto por los judíos y
resucitó; pero él, después de oírlo, se niega a creerlo o se ríe de todo esto, no se le debe juzgar
como si hubiera blasfemado contra el Espíritu Santo, sino contra el Hijo de Dios o el Hijo del
hombre, como él se dignó llamarse y serlo realmente. Se debe atender no a lo que las palabras,
dichas a un ignorante, significaban, sino a lo que él se figuraba en su mente. Contra lo que él iba
en sus maldiciones, era contra lo que había en su imaginación, después de lo que se le había
explicado. Llámese como quiera, lo que aquí importa es si la realidad en sí él pretendía venerarla,
negarla o vituperarla. Porque de este mismo modo, si uno pregunta quién es Jesucristo, y alguien
le contesta que no se trata del Hijo de Dios, sino del Espíritu Santo, y, después de oírlo, empieza a
blasfemar contra él, sus palabras no serán consideradas contra el Hijo de Dios, sino contra el
Espíritu Santo.

Al que se convierte también se le perdonan

los pecados contra el Espíritu Santo

15. Si miramos a la ligera y sin reflexión la frase de la Escritura: Al que diga una palabra contra el
Espíritu Santo, no se le perdonará ni en este mundo ni en el futuro39, ¿a quién podríamos
asegurar que Dios le concede el perdón de los pecados? Ahí están, por ejemplo, los llamados
paganos, que hasta el día de hoy tienen prohibida por completo, con las armas y hasta la sangre,
nuestra religión. Maldicen, profieren injurias contra ella, y, con desprecio y blasfemias, niegan
todo lo que nosotros afirmamos sobre la Trinidad. No excluyen, por cierto, al Espíritu Santo, para
rendirle veneración y ensañarse con el resto; al contrario, maldicen con toda su impía locura de
todo aquello, sin excepción, que nosotros, con todo cuidado, afirmamos sobre la trina majestad de
Dios. No es que tengan un concepto digno de Dios Padre: porque o lo niegan totalmente, como
hacen algunos, o lo confiesan otros, sí, pero con falsas imaginaciones, y lo que veneran no es al
Padre, sino las imágenes de su fantasía. Y en lo referente a nuestra doctrina sobre el Hijo de Dios o
el Espíritu Santo, han preferido mucho más reírse de ello, como es su costumbre, que darle culto
en comunión con nosotros. Nosotros, no obstante, les animamos en lo posible a descubrir a Cristo,
y por él a Dios Padre; tratamos de convencerles de que hay que militar bajo la bandera del
supremo y verdadero Emperador, y les invitamos a abrazar la fe, prometiéndoles la remisión de
todos sus pecados anteriores. Cuando alguno de ellos se hace cristiano, nosotros no tenemos la
más leve duda de que se le perdonan incluso las blasfemias contra el Espíritu Santo, que haya
proferido durante el período de sus sacrílegas supersticiones. Esteban es testigo de hasta qué
punto los judíos se oponían al Espíritu Santo: ellos lo lapidaron, lleno como estaba del Espíritu
Santo, puesto que fue él quien habló lo que Esteban pronunciaba contra ellos. En aquel discurso
les dijo abiertamente a los judíos: Vosotros siempre ofrecéis resistencia al Espíritu Santo40. El
apóstol Pablo formó parte del número de los judíos que resistían al Espíritu Santo, y que,
precisamente por estar lleno de él, lapidaron a Esteban, verdadero vaso colmado del Espíritu.
Pablo estaba en las manos de todos al custodiar sus vestiduras. Más tarde, cuando ya él estaba
lleno de ese mismo Espíritu, al que antes había opuesto una inútil resistencia, se lo echa a sí
mismo en cara, arrepentido como estaba, dispuesto ya a ser lapidado por defender las mismas
verdades que antaño le habían hecho a él lapidar a quien las predicaba. ¿Y el caso de los
samaritanos? ¿No se oponen al Espíritu Santo, hasta intentar extinguir totalmente el mismo don
de profecía, que se nos ha concedido por obra del Espíritu Santo? Eso sí, el mismo Señor da
testimonio de su salvación, cuando en el episodio de los diez leprosos limpios, sólo uno,
precisamente samaritano, volvió para dar gracias41. Y lo mismo en el pasaje de la mujer aquella,
con la que estuvo hablando junto al pozo a la hora de sexta, y también los que por ella luego
abrazaron la fe42. Después de la Ascensión del Señor, según está escrito en los Hechos de los
Apóstoles, ¡cuál no fue la alegría de los santos, al ver cómo Samaria acogía la Palabra de Dios! Está
el caso de Simón Mago, a quien Pedro le reprendió por tener un pésimo concepto del Espíritu
Santo: lo creyó una mercancía a la venta, que él podía comprar con dinero. Pues bien, ni siquiera
de él desesperó de encontrarle un lugar para el perdón. De hecho le amonestó con mansedumbre
para que se arrepintiera43. Fijémonos, en último término, en la autoridad y prestigio de la Iglesia
Católica, que en virtud del mismo don del Espíritu Santo, se difunde por el orbe entero como
madre fecunda de todos los santos. ¿A qué hereje o cismático, si se corrige, le ha cortado jamás el
hilo de la esperanza de salvación? ¿A quién le cerró las puertas de acceso a la misericordia de
Dios? ¿No les llama con lágrimas a que vuelvan a sus pechos de madre, que con enojado orgullo
abandonaron? ¿Y quién hay entre los herejes o sus cabecillas, que no se haya opuesto al Espíritu
Santo? A no ser que alguien tenga un sentido tan disparatado, que para él son culpables los que
hablan alguna palabra, y no los que con su reiterada conducta ofenden al Espíritu Santo. ¿Quiénes
luchan tan abiertamente contra el Espíritu Santo como los que, con disputas llenas de soberbia, se
ensañan contra la paz de la Iglesia? Pero si de palabras se trata, pregunto yo a ver si algunos no
ofenden verbalmente al Espíritu Santo, cuando niegan rotundamente la existencia de todo aquello
que propiamente lo distingue, y que Dios es uno solo, de forma que al mismo Dios unas veces lo
llamamos Padre, otras Hijo y otras Espíritu Santo. Los hay que reconocen la existencia del Espíritu
Santo, pero niegan que sea igual al Hijo, o en todo caso que no es Dios en absoluto. Hay otros que
confiesan que en la Trinidad hay una sola e idéntica naturaleza, pero sus ideas acerca de esa
naturaleza divina son tan impías, que la tienen como algo mudable y corruptible; y con relación al
Espíritu Santo, que el Señor prometió enviar a sus discípulos, ellos se han inventado que no fue
pasados cincuenta días después de su resurrección, como atestiguan los Hechos de los
Apóstoles44, sino unos trescientos años después y por medio de no sé qué individuo. Los hay
también que niegan la venida del Espíritu Santo, cosa que nosotros mantenemos, pero que eligió a
unos profetas en Frigia, mucho tiempo después, por medio de los cuales fue hablando. Y otros
eliminan como de un soplo sus sacramentos, y, sin pensarlo dos veces, bautizan de nuevo a los ya
bautizados en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Pero no voy a recorrer una por
una todas las desviaciones, ya que son innumerables. Lo que sí aseguro es que a todos éstos, que
apenas he citado, para no alargarme, cuando vuelven a la Esposa de Cristo, y se arrepienten y
condenan su error y su impiedad, no existe disciplina católica alguna que les niegue la paz y les
cierre las entrañas de la misericordia.

La ignorancia, antes y después del bautismo

16. Alguien podrá opinar que sólo hay blasfemia contra el Espíritu Santo, cuando la profiere quien
ya tiene los pecados perdonados por el bautismo. Pero fíjese que tampoco a éstos se les quita la
posibilidad de arrepentirse, en virtud de la santidad de la Iglesia. Podrá argumentarse que se le
niega el perdón porque, después de recibir la gracia de la fe y los sacramentos de los fieles, no
puede decirse que peca por ignorancia. Pero aquí hay dos cosas diversas: una es decir que no hay
perdón por haber pecado fuera del período de su ignorancia, y otra distinta es decir que no hay
perdón por haber proferido una blasfemia contra el Espíritu Santo. Porque si el perdón se merece
sólo cuando ha habido ignorancia, y la ignorancia se supone únicamente antes del bautismo,
entonces no hay posibilidad de curación por el arrepentimiento, no sólo si se ofende de palabra al
Espíritu Santo, después del bautismo, sino tampoco si la ofensa es contra el Hijo del hombre, y de
ninguna manera si se contrae algún otro delito, sea por fornicación, homicidio, o por cualquier
otra ignominia o pecado grave cometido después del bautismo. Quienes esto mantienen, están
excluidos de la comunión católica, y con toda certeza se puede decir que los defensores de una tal
crueldad, no pueden ser partícipes de la divina misericordia. En cambio, si se opina que el pecado
de blasfemia contra el Espíritu Santo no tiene perdón después de recibido el bautismo, es de
observar en primer lugar que el Señor, al referirse a tal pecado, no exceptúa ningún tiempo, sino
que afirma de manera universal: El que diga una palabra contra el Espíritu Santo, no tendrá
perdón ni en este mundo ni en el futuro45. Simón Mago, a quien he recordado poco antes, había
ya recibido el bautismo, cuando se imaginó al Espíritu Santo sometido al más vil de los mercados. Y
no obstante, Pedro, después de corregirlo, le aconsejó arrepentirse. Ahora bien, ¿qué haremos de
aquellos que recibieron el bautismo siendo adolescentes o niños, y luego no tuvieron una
educación esmerada, viviendo en las tinieblas de la ignorancia, y como consecuencia han llevado
una vida totalmente depravada, ignorando por completo lo que la doctrina cristiana manda o
prohíbe, promete o amenaza, ignorando qué se debe creer, esperar y amar? ¿Llegaremos a pensar
que por el hecho de estar bautizados, no deben ser considerados sus pecados como consecuencia
de la ignorancia? ¿No los dominaba un profundo error al pecar, cuando su ignorancia era tal, que
no sabían, como se suele decir, ni dónde tenían la cabeza?

La deliberación por sí misma


no hace irremisible ningún pecado

17. Alguien podrá decir que el pecado es deliberado, cuando uno conoce la maldad del acto y, no
obstante, lo realiza; pero ¿por qué se tiene como irremisible solamente el pecado cometido contra
el Espíritu Santo, y no también el cometido contra el Señor Jesucristo? Supongamos esta
disyuntiva: que el pecar o proferir alguna palabra contra el Espíritu Santo sea pecar a sabiendas, es
decir, que los pecados por ignorancia son contra el Hijo, y los deliberados son contra el Espíritu
Santo. Ahora pregunto yo: ¿Quién ignora que es malo, por ejemplo, profanar la castidad de la
mujer ajena? Al menos sí sabe que eso no lo toleraría en su propia esposa... ¿Quién no sabe que
está mal estafar al prójimo, o engañarlo con la mentira, o dañarlo con testimonios falsos, o
tenderle trampas para robarle, o incluso el matar a uno, o, en fin, todo aquello que uno no quiere
que le hagan a sí mismo, y que, si se entera de alguien que lo ha cometido, sin vacilar lo acusa
como culpable? Porque si llegamos a decir que tales aberraciones han sido cometidas por
ignorancia, ¿cuándo daremos con algún caso en que claramente los hombres pequen a sabiendas?
La consecuencia sería ésta: si el pecado contra el Espíritu Santo es pecar con deliberación, no hay
lugar al arrepentimiento para los pecados que acabo de citar, ya que el Señor, al pecado contra el
Espíritu Santo le arrancó toda esperanza de perdón. Ahora bien, la norma cristiana es contraria a
esto, y no cesa de llamar a enmendar su vida a todos los que cometen estos pecados;
necesitamos, por lo tanto, saber en qué consiste el pecado contra el Espíritu Santo, ese pecado
privado de todo perdón.

El conocimiento de la voluntad de Dios

tampoco es decisivo

18. ¿No es cierto que peca deliberadamente el que, conociendo la maldad del pecado, lo comete,
aunque no conozca a Dios ni su voluntad? Es lo que parece decir también la Carta a los Hebreos: A
los que pecamos voluntariamente, después de recibir el conocimiento de la verdad, no nos queda
ya sacrificio por el pecado46. No quedaría del todo claro con haber dicho únicamente: A los que
pecamos voluntariamente; de ahí que añadió: después de recibir el conocimiento de la verdad,
que comprende el conocimiento de Dios y de su voluntad. Este conocimiento parece coincidir con
el de la sentencia aquella del Señor: El siervo que desconoce lo que quiere su señor, y tiene un
comportamiento merecedor de azotes, recibirá pocos; no así el siervo que conoce lo que quiere su
señor, y su comportamiento es digno de azotes: éste recibirá muchos azotes47. Como si al decir:
recibirá pocos azotes, hubiera querido decir: «Con una ligera corrección alcanzará el perdón»,
mientras que el otro de quien se dijo: recibirá muchos azotes, sería castigado eternamente,
castigo prometido a los que pecan contra el Espíritu Santo. A ellos les dice que jamás les podrá ser
indultado este pecado; o sea que pecar contra el Espíritu Santo, sería pecar a sabiendas de cuál es
la voluntad de Dios. Si esto es así, será preciso reflexionar y aclarar ante todo cuándo se da este
conocimiento de la voluntad de Dios. Hay algunos que ya antes de recibir el sacramento del
bautismo han llegado a este conocimiento. El centurión Cornelio, por ejemplo, conoció la voluntad
de Dios bajo la enseñanza del apóstol Pedro, incluso antes de ser bautizado, y recibió el Espíritu
Santo con gran manifestación de signos que le acompañaron. Y no por ello retrasó en absoluto,
como despreciándolos, la recepción de tales sacramentos; al contrario, se bautizó con mucha más
convicción, para que esos signos sagrados, cuya realidad ya poseía en sí mismo, le llevasen a
completar el conocimiento de la verdad48. En cambio hay muchos que ni siquiera después de
recibir el bautismo, se preocupan de conocer la voluntad de Dios. Por lo tanto de todo el que peca
antes de su bautismo, conociendo la voluntad de Dios, no podemos decir o sospechar en modo
alguno que no se le perdonen todos sus pecados al acercarse a la fuente bautismal. A esto se
añade que a los ya creyentes se les enseña, como resumen de la divina voluntad, el amor a Dios y
al prójimo, diciéndoles que en estos dos preceptos se contiene toda la Ley y los Profetas49. Pero el
amor que el Señor nos inculca hacia el prójimo, es decir, hacia el hombre, llega hasta el amor al
enemigo50. Y podemos comprobar que muchos de los ya bautizados confiesan todo esto como
verdadero, y hasta veneran estos preceptos como venidos del Señor. Y sin embargo, cuando llega
el momento de sufrir algún ataque del enemigo, ¡hay que ver cómo se encienden en deseos de
odio y de venganza! No son capaces de aplacarse ni siquiera recitándoles el pasaje del Evangelio.
¡Y de esta clase de bautizados, están llenas las iglesias! Por eso hay hombres de profunda vida
espiritual que les amonestan sin cesar, enseñándoles una y otra vez el espíritu de
mansedumbre51, para que estén preparados a hacer frente a estas tentaciones con valentía, y
prefieran reinar con Cristo en paz, antes que alegrarse de la derrota del enemigo. Pero todo este
trabajo no tendría sentido, si para tales pecados no quedase un resquicio de perdón, una
esperanza de curación con el arrepentimiento. A los defensores de esta forma de pensar, no se les
ocurra afirmar que ignoraba la voluntad de Dios el patriarca David, un hombre elegido, probado y
elogiado por Dios, cuando, vencido por la pasión hacia la mujer ajena, buscó el engaño y la muerte
de su marido. Pero fue él mismo el primero en reconocer y condenar su crimen, antes que la voz
del profeta; pero fue absuelto de su pecado por haberlo confesado con humilde arrepentimiento.
Sí, recibió, es verdad, severos castigos52, pero su ejemplo nos ayuda a entender que no hay que
interpretar como referidas a la condenación eterna, sino a una formación más rigurosa, aquellas
palabras del Señor: El que conociendo la voluntad de su señor, se hace merecedor de azotes,
recibirá muchos53.

El bautismo es irrepetible

19. El texto a los Hebreos: Ya no queda sacrificio por los pecados54, quienes lo estudian
atentamente no lo aplican al sacrificio del corazón contrito por el arrepentimiento, sino al
sacrificio del que viene hablando el Apóstol en el contexto, que es el holocausto del Señor en su
pasión, y que ofrece cada uno por sus pecados, cuando se consagra en virtud de la fe en esa
misma pasión. Es entonces cuando el bautizado participa del nombre cristiano de los fieles. Quiso
el Apóstol significar que el que peca después del bautismo, ya no tiene posibilidad de recurrir a él
de nuevo para purificarse. Con esta interpretación no se cierra la posibilidad a la reconciliación,
pero hay que reconocer también, que quienes no han recibido el bautismo, tampoco poseen la
plenitud del conocimiento de la verdad. Dicho de otro modo, que todo el que ha recibido el
conocimiento de la verdad, se supone que también ha recibido el bautismo. Mas no
necesariamente sucede al revés, es decir, que todo bautizado está ya en posesión de la verdad,
puesto que algunos, con el pasar del tiempo, van progresando, y otros, en cambio, son víctimas de
un deplorable abandono. A pesar de todo, el sacrificio del que venimos hablando, es decir, el
holocausto del Señor, que de alguna manera se ofrece también por cada uno, cuando en el
bautismo se recibe la impronta de su nombre, ya no se puede ofrecer nuevamente, aunque el
bautizado reincida en el pecado. No, no es posible bautizar por segunda vez a quienes ya fueron
bautizados, aunque, después de su bautismo, hayan caído en pecado por ignorancia de la verdad.
Por eso, no se puede asegurar de nadie que ya posee el conocimiento de la verdad antes del
bautismo; pero sí tenemos por cierto que el que ya lo recibió, no tiene una segunda oportunidad
de sacrificio por sus pecados; en otras palabras, no se puede volver a bautizar. Pero tampoco los
que, por falta de una catequesis adecuada, ignoran la verdad, van a creer posible el ofrecer por
ellos un sacrificio que ya fue ofrecido -en el caso de que ya estuvieran bautizados-. Después del
bautismo, y recibidos a continuación los misterios de la verdad, nadie se puede bautizar de nuevo.
Pongamos un ejemplo: tras afirmar que el hombre no es cuadrúpedo, no por ello podríamos
concluir que todo viviente no humano, ha de ser necesariamente cuadrúpedo. De los que ya están
bautizados, decimos que se curan por la penitencia, pero no que se rehacen de nuevo. El hombre
nuevo surge, como desde sus cimientos, en el bautismo con la conversión. Cuando quedan los
cimientos, un edificio se puede restaurar; pero si uno quisiera edificar nuevamente los cimientos,
entonces el edificio habría que derribarlo por completo. Los hebreos convertidos daban la
impresión de quererse pasar del sacerdocio del Nuevo Testamento, al del Antiguo otra vez; por
eso se les dice en la Carta a ellos dirigida: Dejando, por tanto, la enseñanza elemental sobre Cristo,
pongamos la mirada en lo que ya ha llegado a su consumación, sin volver a echar los cimientos al
arrepentimiento por las obras muertas, a la fe en Dios, a la doctrina sobre las purificaciones, a la
imposición de manos, a la resurrección de los muertos y al juicio eterno55. Todo esto se les
enseñaba en el bautismo, y el autor se niega a que haya que repetirlo en lo que se refiere a la
consagración bautismal de los fieles. Otra cosa es en lo referente a la exposición de la Palabra de
Dios y de la enseñanza doctrinal: ésa habrá que estar repitiéndola no una, sino mil veces, según lo
exija la conveniencia de la materia tratada.

Los judíos, desconocedores del Espíritu Santo

20. Sería hora de concluir ya de lo dicho, que el pecado no perdonable no es cualquiera que se
cometa conscientemente, sino el cometido conscientemente contra el Espíritu Santo. Y a
propósito de esto surge la pregunta: ¿Sabían los judíos que el Señor obraba movido por el Espíritu
Santo, cuando le acusaban de arrojar los demonios por obra del príncipe de los demonios?56 Me
extraña que pudieran reconocer en él la presencia del Espíritu Santo, ignorantes como estaban
que el Señor era el Hijo de Dios, hundidos en aquella su ceguera, en la que una parte de Israel está
sumido, hasta que entren en la fe la totalidad de los gentiles57. De esta ceguera, si Dios quiere, y
con su ayuda, trataremos en su momento. Por otra parte, el discernimiento de espíritus es aquel
por el que uno distingue si en una persona está obrando el Espíritu Santo u otro espíritu falso.
Notemos que este discernimiento por obra del Espíritu Santo, se da a los fieles en algunos
momentos, como lo atestigua el mismo Apóstol en otro lugar58. ¿Cómo podían los judíos,
incrédulos como eran, privados de este don, discernir si el Señor obraba movido por el Espíritu
Santo? Además se dieron en ellos, para su justo castigo, evidentes indicios de malevolencia,
cuando compraron testigos falsos en su contra59, cuando le mandaban simulados interlocutores,
para sorprenderle en sus palabras60. Y luego, cuando tuvieron noticia de los asombrosos milagros
sucedidos en la resurrección, intentaron corromper a los guardias para que hicieran correr noticias
falsas61, y ocultar así la verdad. Estos y otros indicios, consignados en la narración evangélica, nos
dejan ver cómo su intención era maligna y envenenada.

¿Cuál es el pecado que no merece perdón?

21. Parece que ya comienza a esclarecerse quién peca contra el Espíritu Santo: peca aquel que,
con malvada intención, se opone a las obras del Espíritu Santo. Y esto aunque ignore si se trata o
no del Espíritu Santo. Pero está en una tal disposición interior, que odia esas obras, y preferiría
que no fueran del Espíritu Santo; y ello no porque sean malas, sino porque las odia; y las odia
porque en su malvada actitud, se opone precisamente a la Bondad personificada. A éste es a quien
se considera reo de pecado contra el Espíritu Santo. Pero ahora digo yo: bien, supongamos que
uno formaba parte de aquel grupo a quienes el Señor echó en cara este delito; pero luego quiere
acercarse a la fe de Cristo, pidiendo con lágrimas la salvación, sumido en el dolor del
arrepentimiento y habiendo vencido ya aquellos odios -cosa que bien pudo suceder en algunos del
grupo-. Yo pregunto: ¿Habrá alguien tan ofuscado en su error, que niegue la conveniencia de
admitirlos al bautismo de Cristo, o que esté convencido de que su admisión fue inútil? Es verdad
que si alguien, movido por antipatía, maldice contra el divino proceder, porque su perversidad se
opone a las obras buenas de Dios, es decir, a sus dones, este tal peca contra el Espíritu Santo, por
lo que debe pensarse que no tiene esperanza de perdón. Y ahora miremos a ver si el mismo Pablo
no formó parte de este número. Dice él: Yo fui antaño un blasfemo, un perseguidor y un insolente;
pero he alcanzado misericordia, porque obré con ignorancia, cuando todavía no era creyente62.
¿Dejó acaso de cometer esta clase de pecado, porque no tuvo ese odio? Escuchemos lo que en
otro lugar nos dice: También nosotros fuimos en otro tiempo insensatos, incrédulos, descarriados,
esclavos de toda suerte de pasiones y deseos, obrando con malicia y antipatía, detestándonos y
teniéndonos odio unos a otros63.
Definición del pecado contra el Espíritu Santo

22. Vemos, pues, que ni a los paganos, ni a los hebreos, ni a los herejes o cismáticos sin bautizar,
se les cierran las puertas del bautismo cristiano cuando ya han rechazado su vida pasada y se han
convertido a una vida mejor. Y esto aunque hayan sido enemigos de la religión cristiana y de la
Iglesia de Dios, antes de su purificación en los sacramentos cristianos, incluso aunque hubieran
opuesto resistencia al Espíritu Santo, con todos los vejámenes a su alcance. Vemos también cómo
los que han sido iniciados en el conocimiento de la verdad, hasta llegar a la recepción de los
sacramentos, pero que luego han caído, y han opuesto resistencia al Espíritu Santo, y sin embargo,
cuando han retornado buscando su curación y la paz de Dios por el arrepentimiento, no se les
niega el auxilio de la misericordia. Vemos, en fin, que en aquellos mismos a quienes el Señor culpó
de haber blasfemado contra el Espíritu Santo, si algunos de ellos llegaron a recapacitar y fueron a
buscar refugio en la gracia de Dios, encontraron su curación sin género de dudas. Pues bien,
siendo esto así, ¿cómo definiremos el pecado contra el Espíritu Santo, que en palabras del Señor
no tiene perdón ni en esta vida ni en la otra? Sólo nos queda afirmar que se trata del pecado de
contumacia en el mal y en la perversidad, acompañada del rechazo a la esperanza en el perdón de
Dios. Esto equivale a la oposición a su gracia y a su paz, palabras que han dado origen a nuestra
digresión sobre este tema. Y aquí debemos notar que tampoco a los mismos judíos, acusados por
el Señor de blasfemia, se les cerró el acceso a la corrección y a la penitencia, como lo dicen las
palabras con que el mismo Señor les reprendió: Si el árbol es bueno, su fruto es bueno; si el árbol
es malo, su fruto es también malo64. Y esto nunca se lo habría dicho, si por causa de aquella
blasfemia ya no les fuese posible cambiar su alma hacia el bien, produciendo frutos de obras
buenas, o pudiéndolos producir, sí, pero en vano, puesto que su pecado estaba sin perdonar.

Conclusión. Obstinación y desesperanza culpable,

elementos esenciales del pecado contra el Espíritu Santo

23. Cuando el Señor, movido por el Espíritu de Dios, expulsaba demonios y curaba las demás
enfermedades y dolencias corporales, no pretendía otra cosa, sino que se aceptasen estas sus
palabras: Convertíos, está cerca el reino de los cielos65. Cierto que los pecados se perdonan de
una forma invisible. Pues bien, Jesús, con milagros visibles, preparaba la fe en ese perdón, cosa
que aparece del todo evidente en el episodio del paralítico. Lo primero que al paralítico se le
ofrece es el don visible de su salud, que por eso había venido a Jesús. Pero como el Hijo del
hombre había venido a salvar al mundo, y no a juzgarlo66, le dijo: Tus pecados están
perdonados67. Esto levantó una oleada de críticas e indignación entre los judíos, pareciéndoles
que era una arrogancia el atribuirse tamaña potestad. Les replica: ¿Qué es más fácil decir: Tus
pecados están perdonados, o decir: Levántate y camina? Pues para que sepáis que el Hijo del
hombre tiene el poder de perdonar pecados, (le dice al paralítico): Yo te lo mando, levántate,
toma tu camilla y vete a tu casa68. Tanto con este hecho, como con sus palabras, nos manifestó
claramente que lo que realizaba en los cuerpos era para apoyar la fe en la liberación de las almas
por el perdón de los pecados. Es decir, que el poder visible hiciera digno de fe al poder invisible.
Pues bien, como realizaba todos aquellos portentos, movido por el Espíritu de Dios, como traer la
gracia y la paz a los hombres: la gracia del perdón de los pecados, y la paz, fruto de la
reconciliación con Dios -de quien sólo nos aleja el pecado-, al decir los judíos que arrojaba los
demonios con el poder de Belcebú, los quiso amonestar con misericordia, para que no profirieran
palabras blasfemas contra el Espíritu Santo69, es decir, que no opusieran resistencia a la gracia y a
la paz de Dios, que el Señor había venido a traer, movido por el Espíritu Santo. No es que ellos
hubieran ya cometido el pecado que no tiene perdón ni en este mundo ni en el futuro, no; sino
que les inculcaba a no desesperar del perdón, bien sea por presumir de su propia santidad,
omitiendo, consiguientemente, el arrepentirse, o bien porque, obstinándose en sus pecados,
continuarían obrando de ese modo, y oponiendo resistencia a la gracia como tal y a la paz,
prorrumpiendo así en palabras blasfemas contra el Espíritu Santo, que era por quien el Señor hacía
tales signos con vistas a darnos la gracia y la paz. Estas palabras blasfemas, de que se habla aquí,
no las debemos entender literalmente como pronunciadas por la lengua, sino todo lo que el
corazón concibe y lo expresamos luego también con obras. Es lo mismo que a Dios no lo confiesan
aquellos que lo hacen sólo con el sonido de la voz, pero no les acompañan las obras. De ellos está
escrito: Proclaman que conocen a Dios, pero lo niegan con sus obras70. Se deduce de aquí
fácilmente que con hechos se puede afirmar, lo mismo que negar. La expresión del Apóstol: Nadie
puede decir: Jesús es el Señor, si no es movido por el Espíritu Santo71, no se puede entender
correctamente, más que con el lenguaje de los hechos. Nadie cree que se expresaban con palabras
aquellos a quienes el Señor reprocha: ¿Por qué me andáis diciendo: «Señor, Señor», y no hacéis lo
que os digo?72 Y también: No todo el que me dice: «Señor, Señor», entrará en el reino de los
cielos73. Sucede lo mismo con relación a la palabra dicha contra el Espíritu Santo, de la que el
Señor advierte que no tiene perdón: debemos entenderla como una actitud de contumacia
persistente en el pecado, sin esperanza en la gracia y la paz que nos viene del Espíritu. Pues así
como aquéllos niegan al Señor con los hechos, así también éstos afirman con sus hechos que
quieren permanecer en su mala vida y perversa conducta. Y de hecho así lo hacen, es decir,
perseveran. Con este panorama, ¿a quién le va a extrañar, o cómo va a decir que no entiende a
Jesucristo el Señor, cuando a los judíos, con aquellas amenazas, los llamaba a convertirse? Él
quería concederles la gracia y la paz, mediante la fe en él. Pero si ellos se empeñaban en ofrecer
resistencia a la gracia y a la paz, estaban profiriendo palabras y blasfemias contra el Espíritu Santo
con esa actitud desesperada e impía por la obstinación perseverante en sus pecados. Con una
actitud así, soberbia y en contra de Dios, con ausencia de arrepentimiento humilde y de confesión
de sus pecados, ¿a quién le extrañará, digo, que no haya posibilidad de concederles perdón ni en
este mundo ni en el futuro? Pues bien, de este modo acabamos de resolver, con la ayuda del
Señor, una cuestión de peso y difícil, con ocasión del tema de la gracia y de la paz, que recibimos
de parte de Dios Padre y del Señor nuestro Jesucristo. Si alguno todavía desea que este tan
importante tema sea tratado e investigado con mayor profundidad, sepa que sus deseos se verán
satisfechos en los tratados sobre el Evangelio, cuando se analicen las palabras de los evangelistas.
Recuerde que en esta obra nosotros nos hemos propuesto tratar la Carta del apóstol Pablo a los
Romanos. Y continuaremos en los próximos volúmenes, si Dios quiere, la investigación del texto
que aún queda de dicha Carta. Pongamos ya fin a este volumen.

ANOTACIONES AL LIBRO DE JOB

Traducción: José Cosgaya

Fecha: En torno al 400

Capítulo I

Poseía vastas haciendas sobre la tierra1porque practicaba obras buenas con esos mismos bienes.
Celebraban banquetes todos los días2, turnándose desde el primero al último, señal de caridad. Y
ofrecía holocaustos por cada uno de ellos3. Téngase en cuenta que una cosa son las confesiones
personales, o también los holocaustos individuales, y otra cosa el sacrificio por los pecados de
todos y por todos los pecados, en marcada referencia al Señor.

Por si acaso mis hijos han pecado y han maldecido a Dios en sus corazones4. Ese por si acaso está
bien traído, porque Job tenía sus recelos de que hubieran maldecido a Dios en sus corazones. Un
día vinieron los ángeles de Dios a presentarse ante el Señor5. No podía explicarse de otro modo la
querencia que siente el alma por Dios sin expresarla, por decirlo así, con categorías temporales y
locales. Y se presentó también entre ellos el diablo6. Dice entre ellos tal vez porque no pudo oír
sino por conducto de ellos. Y el Señor le dijo al diablo: ¿De dónde vienes?7 El relato de la
intervención precedente, origen de su actuación ulterior, supone la respuesta a esta pregunta. En
cuanto a la pregunta misma, hay que decir que es una fuerza divina, no un salvoconducto para
hacer lo que a uno le venga en gana —las intenciones del impío serán objeto de examen8—, para
dejar bien en claro de qué individuo se trata. Pero extiende tu mano y toca todos sus bienes9: dale
poder. Si no te bendice a la cara10... Se trata de una expresión inconclusa. Quiere decir: si no te
bendice en la cara una vez que le hayas tocado en sus bienes, se sobrentiende ¿qué ordenas? Y el
diablo salió de la presencia del Señor11: pasó de la consulta a la acción. Y aparecieron los
enemigos y se los llevaron12. De acuerdo con aquello de que actúa ahora en los rebeldes13,
también los despertó a éstos. Nótese el poder que ejerce tanto en los hombres como en los
elementos. Pero este poder le viene de Dios. Desnudo salí del seno de mi madre14. Repárese en
qué escala emplea expresiones consolatorias, aunque según costumbre hiciera duelo.

Capítulo II
Ahí le tienes en tus manos, pero respeta su vida15. Se lo dice para que no se ufane de tener
jurisdicción sobre la vida. Y Job tomó una teja para rascarse la podredumbre16. Pone de relieve
que los pecados de los penitentes se borran por medio de la pasión del Señor.

Capítulo III

Y la noche en que dijeron17: Un varón ha sido concebido. Se refiere a algunas potestades


superiores que pudieron tener conocimiento del hecho. Y aquella noche hágase lúgubre18: que no
sufra ya lo que ha sufrido; es decir, que aquella noche sea tenebrosa, o sea, que quede en el
olvido. No se acuerde de ella Dios desde arriba19. Que no se recupere con la inmortalidad, es
decir, que parezca la mortalidad. Ni resplandezca sobre ella la luz20: la luz de la memoria. Sino que
la acojan las tinieblas y la sombra de la muerte21: esta vida, que es sombra de la pena futura.
Darle el sentido de que el justo, que es la luz, no la vea; que la vean las tinieblas, es decir, los
pecadores y las congojas de la carne que hay en esta vida. Y que la alteren como las amarguras del
día22: las prescripciones y normas del buen vivir o el día del juicio. Tanto las unas como el otro
constituyen un desconcierto para los hombres carnales. Que a aquella noche la reclamen las
tinieblas: totales e ininterrumpidas. No se compute entre los días del año: entre los justos
espirituales que gozan del sol y que son más grandes. Que aquella noche sea una aflicción: al
generar dolor en los que se aman a sí mismos. Ni entre en la cuenta de los meses23: los justos en
la Iglesia, que son como la luna, el astro menor; a ellos van dirigidas aquellas palabras: Yo,
hermanos, no puedo hablaros como a espirituales24; de modo que el mismo Pablo se cuenta
entre los días del año. Maldígala el que maldice aquel día25: el Señor, que maldecirá a los amantes
de las realidades carnales. Que se oscurezcan las estrellas de aquella noche: los que se distinguen
por sus pecados. Espere la luz y que no llegue26. Porque no se convertirán, dice por conducto
profético. Por no haberme cerrado la puerta del vientre de mi madre27: la ciudad terrena
simbolizada en Babilonia. Porque las puertas quedarían cerradas si no se alabara al pecador en los
antojos de su alma28. ¿Por qué no quedé muerto en el seno materno?29 Antes de que me hiciera
notar por alguna de mis actuaciones, dado que la concepción entraña la entrada en la órbita de la
esperanza. ¿Por qué salí del vientre y no expiré en seguida?30 En estas palabras debe
contemplarse la imagen del hombre que se había ido envejeciendo en esta clase de malos
apetitos. ¿Y por qué se me afianzaron las rodillas? Para afirmarme y entonarme en ellas. ¿Por qué
me dieron de mamar los pechos?31 Se refiere a las enseñanzas que nutren para la maldad. Ahora
descansaría durmiendo32: muriendo a este mundo. Con los reyes distinguidos de la tierra: en la
Iglesia. Que se gloriaban de su espada33. De aquí la referencia: y la espada del espíritu, que es la
palabra de Dios34. O con los príncipes, grandes poseedores de oro: la sabiduría. Que llenaron sus
moradas de plata35: la palabra del Señor. O bien, como un aborto desprendido del seno materno,
para nunca salir a la luz. O como los niños que no vieron la luz36: que no llegaron a la más mínima
notoriedad. Allí terminó el furor de los malvados: en la muerte a este mundo. Allí reposaron los
exhaustos de fuerzas corporales37: por hallarse fatigados de cuerpo, pero no de espíritu, o bien
por haber alcanzado el término de las realidades corpóreas. No oyeron la voz del alguacil38; de
aquí las palabras: Y el juez te ponga en manos del alguacil39; es decir, que les han sido perdonados
los pecados: porque lo decía de los impíos. Allí se encuentran los grandes y los pequeños40. Creo
que apunta en exclusiva al pasaje donde se dice que el que se humilla será enaltecido41. Y el
esclavo que no tema a su amo42. Doble referencia: o al texto: ¿Quieres no temer a la autoridad?
Obra bien43, o también al otro pasaje: El amor perfecto desecha el temor44. ¿Por qué se da la luz
a los que tienen amargada el alma? La buena reputación de los pecadores. ¿Y la vida a las almas
anegadas en el dolor?45 En el principio o base de los dolores, es decir, en los pecados. A los que
desean la muerte que no llega46: la cosecha del fruto del pecado. La muerte es un descanso para
el hombre cuya vida está escondida47: sea porque es conocida en la presencia de Dios, sea porque
la conocen unos pocos. Se refiere a la muerte con que morimos para el mundo. Pues en la otra no
existe descanso. Dios le cercó por todas partes48: no halagándole según los deseos de su corazón.
Ante mi comida se me arranca el llanto: las tribulaciones que Dios envía preceden al gozo de los
manjares. Y lloro angustiado de temor49: viendo mi incapacidad de evitar la causa de mis temores
pasados. Porque me sobreviene todo lo que temo50: todas las dificultades que surgen cuando la
misericordia de Dios invita a la corrección. Ni en la calma, ni en el silencio, ni en el descanso: todos
sus temores fueron una falsa alarma. La ira me invade51: la venganza por la cual el justo se salva a
duras penas52.

Capítulo IV

Palabras de Elifaz: ¿Quién puede resistir el peso de tus palabras?53 Este personaje dice que se ve
obligado a tomar la palabra porque no aguanta las expresiones de su interlocutor. ¿Es que tus
temores no son infundados?54 Deberías estar preparado para estos lances si es que realmente
aplicabas a los demás la veracidad como arma de persuasión. Tampoco tus temores estaban
fundados cuando decías: Me sobreviene todo cuanto temo55. Y tu esperanza y la sencillez de tu
vida son como una simpleza56: que considera estas realidades como bienes. Los rugidos del león,
los aullidos de la leona: son el diablo y la ciudad de la soberbia, que los profetas representan a
menudo con estas fieras. Acabóse el contento de los dragones57: los goces de los soberbios y de
los tramposos. La hormiga—león pereció por falta de alimento58. Porque en los últimos tiempos
no habrá hombres a quienes devorar con engaños, pues existirá separación de buenos y malos.
Pero estaba en un error el que le aplicaba a la persona de Job cuanto había oído acerca del diablo.
Se le aplica o se personifica en la hormiga—león, o bien porque se dan en ella ambas cosas: raptar
y perseguir en lo escondido al grano cuya germinación impiden sus ojos altaneros; o bien porque
tiene en un puño a los avaros y a los que atesoran en la tierra; o, en definitiva, porque les pisa los
talones a los justos, que son como las hormigas afanosas en verano y previsoras del invierno, de
las que no se alimentará una vez consumada la separación entre buenos y malos. Y los cachorros
de los leones son desperdigados59. Ha quedado desbaratado el complot de los jefes de aquella
ciudad, nacidos de esa corporación cívica y del diablo. Quizá también porque se aniquilaron entre
sí. Es una explicación del pasaje se levantará un pueblo contra otro60. Nada de esto te habría
ocurrido61: ni perjuicio, ni privación de hijos, ni llagas lacerantes. Tampoco te habría invadido la
angustia de espíritu, porque sin duda también tú habrías hallado consuelo si hubieses dicho de
corazón a otros: ¿Acaso mis oídos no han captado el magnífico mensaje que viene de él?62 Todas
estas manifestaciones dice que las hace por revelación. Un hálito pasó sobre mi rostro63. Desea
que entendamos que lo que él sintió fue como una brisa, pues el contexto que sigue excluye
categóricamente una metáfora. Recuérdese, por otra parte, que también el Espíritu descendió
sobre los apóstoles. ¿Qué decir, pues? ¿Habrá algún hombre puro ante el Señor?64 Dice que oyó
esto, o dice que, como lógica respuesta, sintió turbación, porque no hay nadie puro delante del
Señor, o que lo vio, ya que nadie es tan puro ante Dios como para poder contemplarle tal cual es.
Aquí hay que interpretar que habla de una pureza absoluta; en consecuencia, hemos de entender
que al negar antes que perezca el hombre puro, se refería a cierto nivel de purezas. Si de sus
ministros no se fía65. Esto aconteció en tiempos en que Elías se quejaba: Señor, han matado a tus
profetas, y cuando el Señor le contesta: Me he reservado siete mil hombres66. Y por supuesto que
esos siete mil no eran puros aún, pues a los profetas se les denominó también ángeles. Y hasta en
sus ángeles encuentra imperfección67. O por lo que se les imputa o por lo que ellos mismos dicen.
También puede afirmarse este extremo al tratar de los ángeles auténticos. Los habitantes de casas
de arcilla68: aquellos que no están familiarizados con las realidades del cielo69. Les aplastó como
a la polilla70. O se vieron sorprendidos por alguna corrupción como una especie de polilla, o es
Dios quien los arruinó por medio de esta polilla o como ataca la polilla. Esto es, con una corrupción
larvada e interior que tiene su origen en los hombres mismos a causa de las apetencias de la
carne, es decir, por morar en casas de arcilla. De la mañana a la tarde han dejado de existir71: O
no pasan de este mundo, o su trayectoria va desde la prosperidad hasta la tribulación, puesto que
lo que se han agenciado es el castigo. Perecieron, al no poder ayudarse a sí mismos72: cuando
tienen esperanza en sí mismos. Perecieron por falta de sabiduría73: la sabiduría de no esperar en
sí mismos.

Capítulo V

Llama, pues, por si alguien te responde74. Hallan respuesta los que son limpios delante de Dios.
Realmente, la cólera mata al insensato75: se trata del arrebato que ahoga al hombre como si le
hubiera ocurrido algo malo, mientras se da el caso de que no piensa que es tan inmundo delante
de Dios, que, cuando le invoca, ni siquiera los ángeles se dignan responderle, y mucho menos aún
mostrársele. El que no piensa así es un necio y le devora una cólera estúpida. O bien, que el necio
no puede oír ni ver a los ángeles, porque le devora la ira o porque le mata la envidia. Al que anda
vacilante lo mata la envidia76: para imitar a los pecadores. Vi a los insensatos echar raíces77.
Insensato en este pasaje equivale a impío; de modo que, a la inversa, la sabiduría de Dios se
computa como piedad, tal como a continuación se subraya. Y sean aplastados a las puertas de los
débiles78: de los humildes que se sienten acogidos en la alcoba del novio, mientras los necios
quedan al raso79. Todo lo que ellos allegaron se lo comerán los justos80. Este extremo puede
aplicarse en primer lugar a los judíos, coleccionistas de profecías que a continuación fueron plato
favorito de los gentiles. También puede aplicarse a quienes, al practicarlo, comen lo que otros
mandan y no ejecutan. Mas ellos no se verán libres de los males: aunque prediquen que no hay
que hacerlos. Agótese su fortaleza81: que les confiere altivez entre los débiles. Que se agote para
que comience a sufrir. No nacerá la miseria de la tierra82: es decir, que no se quejen de las
criaturas, sino de sí mismos. Pero el hombre nace en medio de la aflicción83. Se dice que nace por
el hecho de que cada hombre pasa de una vida tranquila a una vida trabajosa. Las crías del buitre
vuelan muy alto84. Existe un paralelismo bastante acertado entre el buitre y el Señor, porque éste
contempló nuestra mortalidad desde las alturas de la profecía y se alimentó de nuestra mortalidad
bajando hasta nosotros para convertirnos en su cuerpo. Según esto, las crías del buitre reciben la
denominación de hijos del esposo. Porque al remontarse a las alturas mantienen contacto con el
cielo85, para liberarse de los afanes que ahogan al hombre desde que nace. Siguen el eco de la voz
que invita: Venid a mí todos los que estáis agobiados86. En un sentido peyorativo los hijos del
buitre pueden ser símbolo de las potestades de los aires, que se alimentan de carroña, es decir, de
los pecados. Porque estos ángeles prevaricadores no se vieron arrastrados a la engorrosa
humillación de la mortalidad en la que nace el hombre. Por eso son muy orgullosos, esto es,
vuelan muy alto. Que derrama la lluvia sobre la tierra87: porque es como si otorgara su
misericordia a los que le confiesan. Para que sus manos no realicen la verdad88: no hagan lo que
prometen, alardeando de tiranía sobre los débiles. De día tropiezan en las tinieblas, como les
ocurrió a los judíos, que no llegaron a enterarse de quién era el Señor. Y van a tientas en pleno día,
como si fuera de noche89, como los que veían las señales pero seguían dudando, y unos decían
que era un profeta, y otros que soliviantaba a las masas90, cuando ni siquiera se molestaron en
ver la lámpara. Y que perezcan en la guerra: en las tentaciones. Y que el débil salga bien parado de
la mano del prepotente91: del diablo. Que el débil tenga esperanza92. Realmente, los vigorosos lo
que aquí pretenden es esa realidad. Dichoso el hombre a quien corrige el Señor93. En este punto
Job está en un error, porque parece pensar que es feliz al sufrir este estado de postración por
causa de sus pecados, cuando lo lógico sería pensar que la felicidad le viene de que, al ser
corregido en esta vida, cuenta con la posibilidad de corrección. Y en el séptimo no te alcanzará el
mal94: el misterio del sábado. En tiempos de hambre te librará de la muerte: le alimenta con la
palabra y le da vigor en la tentación. Y en tiempo de guerra te liberará del poder de la espada95:
del poder de las ataduras. Te preservará del azote de la lengua96: para que no oigas las ofensas
descaradas, pero no para que no las sufras. Te reirás de los injustos y de los pecadores97:
equiparado a la sabiduría, se reirá de la perdición de los impíos98. No temerás a las bestias
feroces99, es decir, no temerás a los judíos, porque te obedecerán los gentiles. Estas palabras hay
que aplicarlas al Señor. Elifaz está en un error al querer aplicar a Job lo que se le ha revelado
personalmente a él, siendo así que todo eso se refiere al Señor. Porque harás alianza con las
piedras del campo100: piedras del campo porque entre los gentiles no existió ordenación alguna
legal, de modo que fuesen como piedras de la construcción. Y las bestias salvajes te serán
mansas101. Aplicable tanto a los judíos como a los gentiles. Luego sabrás que hay paz en tu
casa102, es decir, en la Iglesia. Y tus hijos serán como toda la hierba del campo103: sin aridez. Y
llegarás al sepulcro como trigo maduro104: hacia la pasión. Mira, esto es lo que hemos observado.
Esto es la confirmación de la autoridad de esta profecía. Y tú sábete bien lo que vas a hacer105.
Porque Dios no es injusto al permitir eso que te ha ocurrido.

Capítulo VI

Palabras de Job: Pero, a lo que parece, las palabras han sido destempladas106. En efecto, las
palabras de Job no reflejan impaciencia ante los azotes, puesto que representan un dolor que no
es privativo de Job, sino el que tuvo de todo el género humano. Se han clavado en mi cuerpo las
saetas del Señor. Trátase de las palabras de Dios que traspasan el alma cuando intiman la
confesión«. Y su veneno bebe mi sangre: porque quitan el pecado. Cuando comienzo a hablar, me
estimulan107: me obligan a decir cuanto digo. ¿Pues qué? ¿Es que rebuzna en vano el asno
salvaje, a no ser cuando requiere el pienso? De modo que padece hambre por querer ser libre. ¿O
muge el buey cuando tiene el pesebre lleno?108 El trabajo del buey depara pienso al asno, al igual
que el trabajo de los profetas y de los apóstoles se lo deparó a los gentiles. Unos y otros, profetas
y apóstoles, fueron judíos. Así pues, estas palabras son comida del que las desea; es decir, son una
ayuda, pero nunca del que tiene impaciencia en el dolor. ¿Se come el pan sin sal? Como si se le
preguntara: ¿Por qué dices todo esto de modo figurado? Y la respuesta es: Porque si lo dijera a
título personal resultaría un plato insípido. ¿Tienen sabor las palabras vanas?109 Se refiere a las
conversaciones frívolas de los hombres, porque las palabras de Dios son pan, pero pan
celestial110. Mi alma no puede estar ociosa111. Al igual que el pan sin sal es inaguantable, así
estoy ahora al servicio de la palabra de Dios, a tenor del texto: ¿Cómo oirán si nadie les
predica?112 Porque estoy viendo mis alimentos malolientes como el hedor del león113. Porque
mis palabras son malolientes y apestan como el león, sea a causa de la soberbia que los hace
jactanciosos, sea porque, al abrazar las realidades carnales, los que se gozan de sus propias
palabras apestan como el león. ¡Y si me concediera se cumpliese mi petición! Llama petición al
objeto de sus deseos. Y que Dios me otorgue lo que espero114. Así, el que confía en la esperanza
del consuelo que seguirá a la tribulación es tentado oportunamente. Dice esperanza, y dice bien,
porque, tan pronto como aparece la realidad, ya no es necesaria la tentación. Sea mi sepulcro la
ciudad sobre cuyos muros saltaba115. Quiere como sepulcro aquella colectividad de Babilonia, no
para que le cubra, sino para que sepa que oculta a los muertos, no importa quiénes sean; aquella
ciudad de cuyos fortines y baluartes se sentía orgulloso. No perdonaré. No he mentido: las
palabras de mi Dios son santas116. Porque no transmitió un mensaje distinto del recibido de Dios.
Esto es aplicable al hombre corriente y moliente cuando se ve necesitado de ayuda en la confesión
». ¿Cuál es mi fortaleza para sufrir? Se refiere a sus llagas. ¿O cuál es mi fin para que mi alma
aguante?117 Puesto que los hombres se aterrorizan ante la proximidad de la muerte, para que se
conviertan y confiesen ante Dios la podredumbre de sus pecados, ante cuya consideración dice
Job que se siente intimado a la confesión. ¿Es mi fortaleza la de las piedras?118 Duras e
impenetrables ante los dardos de las palabras de Dios, quienes no se sienten movidos a
confesarle. ¿O no confiaba en él? Cuando me iba bien, es decir, cuando era inmortal a imagen de
Dios. La ayuda se ha alejado de mí119: habiéndome creado mortal y queriendo confiar en mí
mismo. Y la visitación del Señor me pasó por alto120. Según esto, se dijo: ¿Qué es el hijo del
hombre para que le visites?121 Mis allegados no me miraron a la cara: temblé de miedo ante los
ángeles. Como arroyo agotado: porque de vez en cuando me inundó la misericordia, pero me
sequé y no fui fuente para mí. O pasaron ante mí como una inundación122, es como si la bebida
fuera base del consuelo. Los que me temían cayeron ahora sobre mí123: el diablo y sus ángeles.
Perecí y salí desterrado de mi casa124: sea de la morada celestial, sea de la conciencia. Por eso se
estaba sentado fuera de su casa. Contemplad los caminos de Tema, ved las sendas de Saba125. En
estos pueblos están simbolizados los que confían en las realidades temporales, de las cuales dice
que no presume personalmente, es decir, el hombre del que es signo. Pero ahora también
vosotros os habéis levantado contra mí sin piedad: creyendo que la felicidad humana consiste en
la abundancia de las realidades carnales. Preferían provocar la burla a ejercer la misericordia o
compasión. Pero temed todos los que veis mi dolencia126. Y al comprender su sentido, temed los
castigos venideros. ¿Qué queréis? ¿Es que os he pedido algo? ¿Acaso tengo necesidad de vuestra
fortaleza?127 Porque está enfermo delante de quien puede curarle. Enseñadme vosotros y yo me
callaré128. Por ser incapaces de enseñarle tuvieron que aguantar sus enseñanzas. Pero, como
puedo ver, proferís palabras perversas de un verdadero hombre. Llama auténtico hombre al
representado en la persona del penitente en su conversión a Dios, y de él decían palabras
perversas. No pido vuestra ayuda129. Porque el hombre auténtico recaba la ayuda de Dios. Es
hombre auténtico el que confiesa». Por eso, el que realiza la verdad sale a la luz130. Ya no
aguantaré más la retórica de vuestros discursos131. Dijo que aguantaba la palabra de Dios con la
que le instruye. Sin embargo, hasta sobre un huérfano os abalanzasteis132. En lo que a vosotros
respecta, quisisteis reíros de mí, aunque no comprendierais todo el significado de vuestro gesto.
Porque ni siquiera tenían que haber insultado a Job, a quien tenían ante los ojos. Por eso dice, sin
embargo: Y ahora, volviendo vuestra mirada, prestadme atención a mí133, ya que no tenéis nada
que enseñarme. Y poneos al lado de la justicia134, ya que al principio parece como si fuera la
justicia la que les impelía a hablar. No hay en mi lengua iniquidad, y ¿acaso mi paladar no
saboreaba la sabiduría?135 Dice que él no ha acusado a Dios, sino que ha introducido al hombre
que se acusa de sus iniquidades. Tal es el sentido de todo su discurso anterior. Y a eso lo llama
ejercicio de sabiduría.

Capítulo VII

¿No es una prueba la vida del hombre sobre la tierra?136 Aquí comienza a mostrarnos el sentido
de las palabras anteriores. Presenta esta prueba como una especie de estadio donde se lucha y
donde el hombre vence o es vencido. Y su vida es como la de un jornalero137, que espera la paga
temporal, de modo que aquellos que esperan para el futuro el fruto de la justicia no tienen ya vida
sobre la tierra. ¿O es como el esclavo que teme a su amo y que ha buscado la sombra?138 Esto
significa de forma simbólica la ocultación de Adán ante el rostro del Señor y el cubrirse con hojas
productoras de sombra que el hombre se agenció después de abandonar a Dios. O como el
mercenario que espera el salario de su trabajo139. Este último se diferencia del primero en que
aquél tenía sus bienes temporales, mientras que éste se limita a desearlos. Así yo he esperado
meses vacíos. Ya a la sombra, llamó vanos a los bienes temporales. Me han tocado noches llenas
de dolor140: en ellas se pierde la luz de la sabiduría, por un lado, y aparece luego un cúmulo de
penas. Si me acuesto, digo: ¿cuándo llegará el día? Y si me levanto: ¿cuándo llegará la tarde? El
hombre apetece ocupaciones cuando está sin hacer nada y el descanso cuando está trabajando.
Estoy plagado de dolores desde la tarde a la mañana141: cuando llega el ocaso del hombre frente
a Dios. Por eso también Dios, en su paseo vespertino, se retiró de ellos142: lo que significa que los
dejó anhelándolo, sin esperanza de remedio hasta la mañana. De este hombre se dice: De mañana
me presentaré a ti143, es decir, por la mañana, cuando Dios se revele a los justos después del
juicio. Por eso también el Señor recibe sepultura por la tarde y resucita por la mañana144. Puede
comparar, pues, esta vida con el lucero de la mañana. Mi carne está cubierta de gusanos: es un
hervidero de gusanos. Empapo los terrones al rascarme mis llagas145. Es expresión de las
apetencias o de los afanes de la confesión en que se gozan los inicuos, porque aquellas mismas
apetencias y afanes que otros confiesan mediante la penitencia, a ellos los reconducen a ocasión
de pecado. De aquí surgen los perros que lamían las llagas de Lázaro146. Y mi vida es más delgada
que el habla147, puesto que hablo mucho y hago poco. Acuérdate de que mi vida es un soplo, es
decir, que está aquejada de hambre espiritual. Ya no retornaré al mundo de las cosas visibles148.
No me conocerán los ojos del vidente, porque estaré transformado, de modo que la acepción de
vidente es en este pasaje el diablo envidioso. Me miran tus ojos y ya no existo149. Matas en mí la
vida carnal en la que anduve. Como una nube depurada del cielo150: o purificada por el cielo,
como decimos purificada o purgada por el hierro. Lo que aquí se da a entender es que le llegó
ayuda del cielo para purificarse. Puede significar también que ha dejado de ser nube y se ha ido
adelgazando en la pureza del aire, como purificada por los rayos del sol, para que en el cielo no
haya oscuridad de carne ni de sangre. Porque la carne y la sangre no poseerán el reino de Dios151,
cuando esto corruptible se vista de incorrupción y la muerte quede absorbida por la victoria152. Si
el hombre baja al seol, ya no volverá nunca a subir153: recuérdalo bien para no bajar. Ya no
volverá nunca a su casa154, es decir, a su descanso. Por eso, no reprimiré yo mi boca155:
confesando mientras haya tiempo. ¿Soy yo el mar o un monstruo marino? Porque no es tu rechazo
semejante al que ejerces con los impíos y con el diablo. Me has puesto guardia156. Lo has hecho
para que no me embravezca. Así son las barreras del mar. Puesto que dije: en mi cama hallaré
consuelo: se trata de las realidades de la carne en las que descansaba. Y en mi cama centraré el
consuelo en mí157. El centro de todos mis consuelos debes ser tú. Tú me aterras con sueños, me
espantas con visiones158: las tribulaciones de esta vida, que son sueños, como sueños son los
bienes de esta vida. Desatas mi alma de mi espíritu159: a causa de los terrores visibles de los que
se verá liberada el alma que teme verse envuelta en ellos. Aparté mis huesos de la muerte160:
pues mis huesos caminaban irremisiblemente hacia la muerte, y si no me hubieran aterrorizado
ellos, me había visto con más fuerza y aguante. Esa es la consistencia de los huesos. No viviré
eternamente para que mi paciencia aguante161: tanto la brevedad de la vida como el miedo de la
muerte han sido mi freno. Por eso el diablo es inconvertible, porque no muere, sino que está
condenado. Así se explica que el comienzo de la sabiduría sea el temor162. Déjame, que mi vida es
un soplo163. Porque no soporto las pruebas. ¿O es porque con tu sentido te volcaste en él?164
Por eso es un ser racional. De ahí la expresión: Nosotros tenemos el sentido del Señor165. A esa
dádiva de la razón la llama extensión del entendimiento. ¿Y en el descanso le juzgarás?166 Digno
de descanso. ¿Hasta cuándo no me dejarás? Encadenado a las tribulaciones. ¿Sin dejarme siquiera
tragar mi saliva?167 En medio del dolor y de los azotes controlaré y absorberé la marea de los
apetitos, aconsejado por las tribulaciones. Si pequé, ¿qué daño puedo hacerte?168 El sentido es—
, si he pecado, nada puedo hacerte. ¿Es que te molestan los hombres cuando hablan? Tú, pues,
que conoces la sensatez, ¿por qué creaste al hombre para que hablara en contra tuya y para que
te fuera una carga? Pero si el pecado del hombre no te perjudica ni en dicho ni en hecho, ¿por qué
no te olvidas de su pecado, sino que lo castigas? A no ser que todo cuanto hemos dicho constituya
una referencia a tu bondad. ¿Qué es el hombre que tanto le has exaltado?169 Al no entenderlo
sus amigos, lo consideraron como una reprensión de Dios a Job. Si las tentaciones en que me
pones no tienen como motivación la represión del vaivén de mis apetitos, mirando así por mí,
¿qué otras razones te asisten para corregir al hombre? Al ser pecador, no puede perjudicarte.
Quizá veas una especie de incompatibilidad en su palabrería, precisamente porque conoces el
sentido del hombre, y por supuesto que podrías dejar de sostener lo que hace de él un rival tuyo.
¿Y por qué no te olvidaste de mi maldad?170 Si estas tentaciones no tienen como objetivo mi
provecho personal como complemento cabal de tu bondad, ¿para qué me corriges? Pues pronto
descansaré en el polvo. Una vez que purifiques mi pecado, aún me queda una cosa que hacer:
volver al polvo por la muerte corporal. Pues mañana me despertaré y ya no existiré171: en este
mundo.

Capítulo VIII

Palabras de Bildad, suhita: Ha puesto en su mano las maldades de éstos172: ha puesto en su mano
a sus deudores, sea mediante la venganza, sea mediante cálculo. Es decir, ha puesto en evidencia
a los pecadores. Y te restaurará el camino de la justicia173: que se debe a la justicia; o sea, el
camino feliz. Y la suerte anterior será pequeñísima174: en comparación con las posteriores, que
serán infinitas. ¿No te enseñarán ellos? ¿No te contarán?175 Porque la autoridad de algunos es
mayor. Aquí, a punto ya de hablar de Cristo, narra lo que oyó, al igual que Elifaz contó la
revelación. ¿Puede el junco reverdecer donde no hay agua?176 Pues lo mismo les ocurre a los
impíos, que se secan si les falta la misericordia de Dios. ¿Se mantiene verde aún, sin que nadie lo
corte? En el caso de que carezca de agua. Antes de que beba toda hierba, ¿acaso no se seca?177 A
no ser que beba. Pues el impío nunca reverdeció con anterioridad. Y su tienda se llenará de
arañas178: de obras inútiles. Ahora bien, parece que esto lo dice de los judíos y del Señor. Aunque
se ponga a sostener su casa, no se sostendrá: con las Escrituras Santas, o con la esperanza de las
promesas del Señor, o con su reino mismo. Y cuando comience no aguantará179: en el
seguimiento de Dios. Esto les ocurrió a los judíos, que comenzaron a seguir, pero no tuvieron
capacidad de aguante. Está bien regado ante la faz del sol: corrompiéndose ante el flujo de las
realidades carnales. Ante la faz del sol equivale a bajo el sol, es decir, bajo la presión de las
tribulaciones. Es una expresión idéntica a la que empleamos en nuestro lenguaje coloquial: «ante
me fac». Y de su podredumbre saldrán los renuevos180. Porque si ellos no fueran tan malvados,
no habría sido exaltado el Señor que nació de ellos según la carne181. Duerme sobre los montones
de piedras. Porque le crucificarán los mayores. Y vivirá rodeado de piedrecillas182: gente de
humilde extracción, de donde salieron los apóstoles. Si le devoran, el lugar se encarga de
desmentirle183: si trata de ocultar su filiación divina, será que no es Hijo de Dios. Es preciso, pues,
que él se exteriorice, porque por estos pagos no hay posibilidad de conocer las realidades divinas.
Mientras que del suelo brotará otro184: sea el Señor Resucitado, sea otra raza de gentes piadosas:
los cristianos. Dios no probará al inocente. ¿Quiere decir que no le reprobará?, ¿o que el impío no
rechazará al inocente? Ni obsequio alguno185: es decir, los sacrificios propios de los judíos.
Mientras la boca de los veraces se llenará de risas186: los veraces son los que confiesan. La tienda
del malvado no aguantará187: el templo mismo, o quizá el reino.

Capitulo IX

Palabras de Job: Bien sé yo que es así188. Quiero decir que me ha dado mi merecido de acuerdo
con mis malas acciones. Pero no por los motivos que vosotros pensáis, sino por el hecho de que
nadie es justo en presencia suya. De mil cargos no podrán responder ni a uno189: porque en todos
saldrá vencedor. El, que hace envejecer los montes sin que se den cuenta190, es decir, que hace
que pierdan solidez. Tal es el caso de he envejecido entre todos mis opresores191. El que los
zarandea en su furor192. Los zarandea montando en cólera. Viene a decir que se toparán con algo
muy distinto del objeto de sus apetencias, puesto que el que se enaltece será humillado193. El
sacude la tierra de sus cimientos, por medio de la vocación, como acontecimiento que convulsionó
la élite del mundo. Y sus columnas vacilarán194. A sus órdenes el sol no sale195: bien para que la
sabiduría sea incomprensible, o para que lo sean los redactores de los santos libros de acuerdo
con el pasaje: Sella el libro196. El solo desplegó los cielos: la Iglesia, que, hablando en sentido
cabal, es el asiento de Dios y éste la extiende por todo el orbe. El solo: para indicar la unidad
trinitaria, ya que está fuera de discusión el hecho de que todas las criaturas fueron creadas por el
Hijo en el Espíritu Santo. Y camina sobre el mar como por la tierra197. Por la tierra, es decir, dando
firmeza y consistencia a la Iglesia en el mundo o haciendo que capitulen ante ella los pecadores,
entre los cuales no zozobra porque no cede a sus insinuaciones. Si pasa junto a mí, yo no le veo; si
se desliza, no le advierto. Si fuera más alto que yo, o me deslumbrara por su presteza, no le
reconocería198. Luego lo indicado es que se atempere a mi flaqueza y que no me abandone.
Porque si entrega a la muerte, ¿quién se lo impedirá?199 Entrega a la muerte de dos modos—,
cuando pasa de lejos o cuando pasa de incógnito. Este incógnito de Dios es la muerte del alma.
Porque la ira incontenible de Él. El enojo de los demás puede conjurarlo el hombre con más
arrestos. A él quedan sometidas todas las criaturas bajo el cielo200, excepto el cielo mismo, es
decir, excepto la criatura racional. Porque si esta criatura racional hubiera metido en cintura al
resto de la creación, nunca se vería avasallada por las criaturas sumisas a sí. Pero como Dios le
sometió estas criaturas, es lógico que se vea escarmentada por ellas cuando incurre en el ultraje
de aquel que se las sometió. Pero aun en el caso de que yo fuera justo, no me escuchará201
suplicándole y a la vez alardeando de mi justicia. Al sentar un paralelo entre aquellas realidades y
las realidades inmutables y duraderas de Dios, Dios no me dará oídos, ya que soy injusto. Luego
tengo la imperiosa necesidad de su misericordia. Recabaré su juicio202, porque no puedo juzgar
personalmente si soy justo. Así se explica el pasaje ni siquiera me juzgo a mí mismo. Mi juez es el
Señor203. Pero si le llamo y no me responde, no creo que haya escuchado mi voz204. Cuando
acudo en demanda de su juicio, si es que no me escucha, no creeré que haya atendido ni una sola
vez a mi ruego. Porque me ha oído en causas ocultas, y no precisamente porque mi demanda sea
acreedora de su miramiento. O, en realidad de verdad, no creo que no me haya oído ahora,
porque de hecho he sido escuchado alguna vez. También puede ser que, si atiende a mi petición,
creeré que me ha oído; porque si no lo creo, sigo sin ser escuchado aunque se cumplan mis
peticiones. Lógicamente, la fe del demandante viene a ser signo de acogida. ¿Para que no me
aplaste en el torbellino? Por eso acudo en demanda de su juicio, para que no me aplaste en el
torbellino. Ha multiplicado sin motivo mis heridas205; se me han ocultado las causas. Quizá en
realidad se trata de la voz de quien declara que no se ha corregido con los azotes de Dios, y que,
por lo mismo, corre el riesgo de verse aplastado por el torbellino como castigo mayor. Pues no me
deja recobrar el resuello206; tantísimas son mis desgracias. En efecto, al ser poderoso, siempre se
sale con la suya207. Sale victorioso para que yo haga su voluntad, no la mía. Porque, aunque yo
sea justo, mi boca proferirá impiedades208: si me creo justo. Sin embargo, me será arrebatada la
vida209. Aunque no sepa si cometí impiedades, me será quitada la vida para sufrir lo que no
quiero o para no hacer lo que quiero. Pues todo lo que digo es una sola cosa: que la cólera
extermina al grande y al poderoso210. Quiere esto decir que la única razón de las desgracias
humanas es considerarse grande y poderoso, alardeando de sus propias fuerzas. Porque los
hombres malvados tendrán una muerte tremenda211, no una muerte corriente, que afecta
incluso a los justos en medio de las pruebas y del sarcasmo de la gente. La tierra está sujeta al
poder del malvado. Puede referirse a dos cosas: o bien al cuerpo de los justos, no al alma, cuando
éstos son objeto de persecución; o bien cuando al hombre carente de piedad se le permite el
ejercicio de la opresión y de la tiranía. Hay otra interpretación: cuando el pecador en cuanto
mortal se ve en las garras del diablo. El que actúa encubre su juicio212: bien referido al juicio
personal del impío, bien al juicio del justo, ya que en tal coyuntura temporal es algo oculto. O bien
puede ser que ejecute el juicio; es decir, que Dios le castiga ocultándole su providencia, tal como
se dice: Por el exceso de su cólera no buscará213. O porque es vengador del justo en tanto
escamotea al perseguidor su juicio, o sea, su providencia, para que, al verse impune, se vea cada
vez más entrampado en los lazos de los pecados. Y si no es el, ¿quién puede ser?214 Esta pregunta
puede aplicarse al Señor, que fue objeto de escarnio y cuya tierra, esto es, cuyo cuerpo fue
entregado en manos de los judíos y cuyo ejecutor de su juicio personal ocultó su majestad. Y si no
es él, ¿quién es entonces el que hace cosas más formidables que las que él hizo? Otra
interpretación: si no es Dios el que ejecuta el juicio del justo o del impío, ¿quién puede hacerlo?
Mi vida es más ligera que un velocista215. Dice que los hombres que se desvían de la justicia son
una especie de fugitivos. Algo así como aquel joven que se largó a lejanas tierras216. Como el
águila al caer sobre la presa217. Desde las realidades de rango superior en que de modo natural
son felices las almas racionales, es decir, desde las obras de justicia, se han desplomado en los
placeres de la tierra. Pero si me pongo a hablar, me olvido de lo que estoy diciendo218. Es un
modo de expresarse. El alma aficionada a las realidades exteriores va olvidándose del Creador que
lleva dentro a medida que evoluciona hacia las realidades foráneas por el apetito que tiene de
gozar de las criaturas. Caeré sobre mi rostro y sollozaré219. Los dolores son algo que sigue a la
caída sobre el propio rostro. Siento conmoción en todos mis miembros220: es el temor, comienzo
del retorno. Y si soy culpable, ¿por qué no he muerto y sigo fatigándome?221 Lo sé, supones. O
dice que se fatiga porque no ha muerto aún al pecado. Aunque quedara limpio y con manos
aseadas222: sean las manos de Dios, sean las suyas; es decir, las obras buenas hechas por medio
de la regeneración. Ya me has hundido bastante en la inmundicia: arrastrándome a esta
mortalidad. Y mis propios vestidos me causan horror223: alusión a la inmortalidad de la que
deseamos revestirnos224. Pero como no podemos hacerlo en este estado de corrupción, dice acto
seguido: Mis propios vestidos me causan repugnancia. Que no eres un hombre como yo, para que
te responda225: porque a un hombre podría demostrarle mi inocencia, pero a tus ojos me veo
pecador. ¡Ojalá hubiera entre nosotros un árbitro!226 Esto parece una blasfemia, de no referirse
al Mediador entre Dios y los hombres haciéndolo portador de su demanda227. Tal es el modo que
tiene de prestar audiencia a quien está puesto entre ambos y de enmendar al hombre. El Padre ha
entregado todo juicio al Hijo228. Ni quien arguya, ni quien haga de auditor entre los dos229. Que
aparte su vara de mí230. Que pase el temor de la Ley, para unirme a Él con la libertad de la
adopción y con la caridad. Porque no estoy conmigo mismo231, ya que estoy apegado a las
realidades de fuera.

Capítulo X

Proferiré querellas contra mí232. Son palabras de arrepentimiento. Y diré al Señor: no me enseñes
a ser malo233: no me tientes por encima de mis fuerzas, ni permitas que me ocurran cosas que
me insinúen la maldad. ¿O es que te gusta que yo actúe inicuamente? No, no te gusta que yo obre
mal, porque no me has creado así de injusto. ¿Menosprecias la obra de tus manos? Si es que
desprecias alguna de las obras de tus manos. ¿Has reparado en el plan de los malvados?234 No el
de aquella impiedad que aparece ante los ojos humanos. ¿Has reparado en el plan de los
malvados? No porque le agrade a Dios que actúen perversamente. ¿O es que ves como ve el
hombre?235 Es cierto que no ves como ve el hombre; por eso has reparado en el plan de los
pecadores. Porque hay un género de impiedad que sólo tú ves y que los hombres no perciben. ¿O
es tu vida como la vida humana236, es decir, breve hasta el punto de que no te sea posible dar un
veredicto sobre la inmortalidad? E inquiriste mis pecados237. No puede ocultársete lo que está
oculto a los hombres. Aunque sabes muy bien que en nada obré impíamente. Porque frente a los
hombres no tengo nada de qué acusarme. Pero ¿quién puede librarse de tus manos?238 De las
manos del juez. Juzgas como Dios al ver incluso aquellas culpas que el hombre no llega a captar. Y
luego, alterado, me has herido239. Esta alteración es del hombre, no de Dios, porque el hombre
alterado siente a Dios alterado, al igual que los ojos avezados a la permanencia en la oscuridad
sienten o perciben el sol alterado. Recuerda que me hiciste de barro. Por eso necesito de tu
misericordia. Y que al polvo me has de devolver240: por la muerte que es pena del pecado. ¿No
me ordeñaste como leche?241 También a los mortales les dispensó su misericordia cuando en los
remotos orígenes del mundo hizo que los hombres tomaran forma de otros hombres. Pues al
tener todo esto dentro de ti, sé que eres todopoderoso242: porque tu bondad es tanta que siguen
actualizando la naturaleza carnal. Y si llego a pecar, serás mi defensor243 tanto para no hacer que
perezca como para que mi pecado no pase ignorado. Y si soy inocente, no puedo ni resollar: en
presencia de los hombres. Porque tú ves los pecados en que los hombres no reparan. Estoy lleno
de vergüenza244, en presencia tuya. Y me das caza como un león para matarme. Se trata del
pecado de soberbia, que pasa inadvertido ante los hombres y que puede insinuarse incluso en las
obras dignas de alabanza. Y mudado otra vez, me atormentas con toda crueldad245: tras el castigo
del pecado que hizo mortal al hombre. Se refiere a aquel tipo de pruebas que los hombres tienen
que soportar en la vida. Porque de golpe surgen muchas preocupaciones que perturban la
tranquilidad de la misma vida mortal cuando uno disfruta de salud, o seguridad de las cosas
aunque temporales, salud que atribuyó a la misericordia del Señor. Renovando contra mí mis
tormentos246. Porque la misma mortalidad humana es ya de suyo un tormento, y de esta
mortalidad derivan los demás tormentos. ¿Para queme sacaste del seno247, desde la oscuridad al
conocimiento cuando el trastorno de éste es motivo de una angustia mayor? Antes ya ha hecho
referencia a esta generación. Sería como si no hubiese existido248: totalmente desconocido. De
ahí la expresión y llama a las cosas que no son para que sean249, es decir, atendiendo a su
condición de oscuro anonimato. ¿No son bien poca cosa los días de mi existencia? Mis largos días
no son como para decir que no he muerto, puesto que lo que vivo es bien poco. Aguántame para
que pueda gozar de un poquito de consuelo250. Después de aquella compasión con que me
formaste de arcilla, me castigaste transformado por la mortalidad, me consolaste con esta misma
mortalidad y por último me ejercitaste con los sufrimientos. Permíteme que descanse en ti: antes
de que me vaya al suplicio para nunca más volver251. De los sufrimientos a que he aludido hasta
ahora hay posibilidad de retorno, supuesta la conversión a Dios. Pero su anhelo es descansar antes
de ir al suplicio eterno, y lo hace con la finalidad explícita de no ir. Es algo así como si le decimos a
alguien: enmiéndate antes de que te castiguen. Porque si se enmienda, es seguro que ya no habrá
castigo. Donde no hay luz, ni es posible ver la vida de los hombres252. Y la vida de los hombres
está allí donde está la luz verdadera que ilumina a todo hombre253. Una es la tierra de los vivos y
otra es la tierra de los muertos.

ANOTACIONES AL LIBRO DE JOB

Traducción: José Cosgaya

Capítulo XI
Palabras de Sofar de Naamat: ¿No te parece que el locuaz parece justo?1 Estima que Job es más
rico en dichos que en hechos. Feliz el nacido cuya vida es breve. No está de acuerdo con su
opinión, que se le antoja farragosa, pero vacía. Y no hay nadie que te replique2. Porque cuando
hablaba, nadie le contradijo. Pero ¿cómo te va a hablar el Señor?3 Es preferible que hables de
cosas que te atraigan la piedad de Dios. Su acción sobre ti será de doble efecto: de enmienda y de
consuelo. Y entonces sabrás que el Señor te ha pagado merecidamente por lo que pecaste4:
cuando a la corrección le sigue la iluminación. ¿O encontrarás las huellas de Dios5 hasta el punto
de atreverte a reprenderle? Muy alto está el cielo, ¿qué vas a hacer6 para rastrear los arcanos
celestiales? No debes increpar a aquel cuyas obras no comprendes. ¿Quién se atreve a decirle: qué
has hecho?7 También esto está bien hecho si es que lo ha hecho Dios, porque Dios no puede hacer
cosas si no las hace bien. El conoce a fondo las obras de los malvados8: su obrar no es fruto de la
maldad. Por eso, pretende que se entienda que éste, a quien considera malvado, reprendió a Dios
de manera insensata, puesto que pensó que él hablaba así. Pero el hombre actúa de manera
distinta, con palabras de duda y vacilación: unas veces le satisface Dios, otras le resulta algo
desabrido, como si Dios no gozara de estabilidad. Y el hombre nacido de mujer será como el asno
salvaje en el desierto9: respirando ansias de libertad, incapaz de aguantar al que trata de
dominarle o domarle. Y tendiendo tus palmas hacia él10: para que acoja tus obras. Si hay alguna
iniquidad en tu mano. Lo ha repetido dos veces, pero con distinto orden. Y no permitas que la
iniquidad more en tu tienda11. Se refiere al corazón. Entonces brillará tu cara como el agua
limpia12: la conciencia. Como ola que no pasa, y no sentirás miedo13: a no ser que les afecte a
todos en esta vida. Y tu oración será como la estrella de la mañana14; será algo previo a la
iluminación. Toda esta exposición aparece como oída, revelada y perteneciente a la profecía de la
ciudad santa o al pueblo de Dios, tal como lo expusieron los amigos de Job. Y tu cara se verá muy
solicitada15. Todo esto es aplicable a la Iglesia.

Capítulo XII

Palabras de Job: El justo irreprochable se convirtió en objeto de irrisión16. Se entiende aplicado al


Señor con este sentido: No es extraño que yo haya caído en el ridículo ante vosotros. Y su tienda
para que la destruyan los saqueadores: Iglesia y perseguidores. Pero que nadie confíe, siendo
malo, salir impune17, porque el juicio comienza por la casa de Dios18. Que no se hagan ilusiones
como si este interrogatorio nada tuviera que ver con ellos19. No obstante, pregunta a las bestias
por si te responden20. Por eso es muy lógico que se haga esta requisitoria a los malvados, ya que
pudieron conocer al Creador por sus obras y darle el culto pertinente. No tenían por qué ser
aleccionados por la respuesta de las criaturas, ya que contaban con la luz de la razón para saber
todo esto. Si no tiene en su mano la vida de todo ser viviente: el hecho de que Dios haya creado
todas las cosas se evidencia por la sencilla razón de que la vida de todos los seres vivientes está en
sus manos. Y el soplo de toda carne de hombre21: de toda carne humana, es decir, el alma
racional. El oído es el que analiza los discursos22. Al igual que los sentidos están familiarizados con
las cosas sensibles, lo propio le ocurre al espíritu con las cosas espirituales. Este espíritu debió
conocer las obras del Señor, puesto que está en las manos de Dios. En los muchos años está la
sabiduría23: por supuesto que no está en los muchos años, sino en el Señor a quien hay que
pedirla. Si él destruye, ¿quién edificará?24 Si destruye mediante su poder y cierra las puertas
mediante su sabiduría para cortar el acceso a ella. Si retiene las aguas, vendrá la sequía del campo:
el agua es esta misma sabiduría, el campo es el hombre. Pero si las suelta, hacen estragos en el
campo25: ante la avalancha de sabios, se sentirán perplejos los pecadores. El que lleva cautivos a
los consejeros. Somete a yugo a quienes se piden consejo a sí mismos. Ya los jueces de la tierra les
infundió pánico26: a los judíos, a Pilato, a los que juzgan con criterios terrenales. El que sienta a
los reyes en el trono: es decir, a los apóstoles. Y les ciñó los lomos con cinturón27: es decir, con la
continencia. Hace andar cautivos a los sacerdotes28: de modo que son conducidos por hombres.
Referencia a los judíos. El que cambia los labios de los fieles: los transforma para bien, a fin de que
no presuman de su justicia personal, sino de la gracia de Dios. Y conoció el juicio de los
ancianos29: le agrada la inteligencia o buen sentido de los ancianos. Relacionado con todo lo
anterior está el pasaje: Habéis sido conocidos de Dios30, y su contrario: No os conozco31.
Acertadamente ha comenzado por la fe y ha llegado a las canas de la inteligencia. El que desvela
las profundidades de las tinieblas: franqueando las profecías. Y saca a la luz la sombra de la
muerte32, es decir, haciendo que se conozca esta vida, que es sombra de la muerte. Engañando a
las naciones y entregándolas a la destrucción: pensando perjudicar a la Iglesia de Dios mientras los
perjudicados eran ellos. Interprétese como una aplicación a los malvados. Embridando a los
pueblos y llevándolos al camino33: a la humildad, como al asno de marras. Reconciliando los
corazones de los príncipes del país de la tierra: reconciliando consigo tanto a los judíos como a los
reyes de la tierra que con anterioridad habían perseguido a la Iglesia. Y engañólos por caminos
desconocidos34: socavando las obras de la Ley para que las comprendieran con sencillez. Por eso
le catalogaron como pecador. Y ese error les entenebreció como a un borracho35.

Capítulo XIII

Y argüiré en su presencia si le place36: para acusarse a sí mismo. Es una característica de la


confesión. Y todos vosotros sois curadores de malos37. Exactamente porque estáis incapacitados
para curar a los buenos con vuestro consuelo. Oíd, pues, la reprensión de mi boca38: dirigida
contra vosotros. Y en presencia suya proferís engaños39: deseando que se os tenga por justos,
cosa que no sois. ¿Queréis escamotear el hecho de que sois jueces vosotros mismos?40 ¿Es que
podéis pasarlo por alto y no juzgar que digo la verdad sobre vosotros? Si, pues, todo lo hacéis,
agregaos a él41. O sea que, aunque cumpláis todos los mandamientos, todavía hallará en vosotros
cosas dignas de reprensión. Nadie es justo en su presencia. Y si secretamente veis con admiración
a las personas42: se entiende a su propia persona que se justifica a sí misma no sólo frente a los
hombres, sino frente a ella misma. Y cuerpo de barro43: para que tembléis al menos ante la
consideración de vuestra fragilidad. Tomando mi carne en mis dientes. No cejaré ni en inculparos a
vosotros ni en inculparme a mí. Y coloco mi alma en las palmas de mis manos44: examinando a
fondo el interior de mi alma para no encubrir nada y poder así contabilizar mis pecados. Aunque
me dé muerte el que es poderoso, quien incluso ya comenzó: aunque dé muerte a mis pecados.
Hablaré de todos modos, y me defenderé en su presencia45: no me justificaré ocultando mis
pecados. He aquí que me acerco a mi proceso46: para hacer de fiscal de mí mismo, siendo
consciente de que la auténtica justicia del hombre es no perdonarse en la confesión. Entonces no
me esconderé de tu presencia: tal como se esconden los pecadores. Quítame tu mano de encima:
para que en mí no haya nada digno de castigo y reine en mi persona la caridad. Y que tu temor no
me espante47. ¿Cuántos son mis delitos? Parece que la razón del pasaje pondré mi alma en las
palmas de las manos48 es un motivo de contabilidad. ¿O es que me consideras tu rival?49 Estando
enfermo como estoy, tienes tus temores de que tras mi justificación pueda considerarme tu igual,
siendo como soy. Pero si la verdadera razón no es ésta, tiene que haber otra razón oculta. Y me
imputaste los pecados de mi mocedad50. Tal vez la causa de que diga por qué aparta de sí sus
pecados sea el orgullo, pecado de la juventud. Y pusiste en el cepo mis pies: en el lazo de la
mortalidad. Y contemplaste las huellas de mis pies51: mis apetitos y pasiones. Envejezco como
odre: hasta el punto de no poder contener el vino nuevo, o, como tela roída de la polilla, no poder
ser cosido a un paño nuevo52.

Capítulo XIV

El hombre nacido de mujer, corto de días y lleno de irascibilidad53: de castigo. ¿Ya éste le has
citado a juicio cara a cara contigo?54 Aunque sea mortal, también tiene de qué responder55. Se le
exige según sus posibilidades, aunque sean poquísimas. Tienes contados sus meses56: el mero
hecho de ser temporal le declara convicto de pecado, ya que tú le habías creado eterno. Apártate
de él, déjale que descanse57: que siga los dictámenes del hombre carnal y animal para quien esta
vida lo es todo. Por eso quiere que se le perdone, para disfrutar de esta vida. Porque para el árbol
hay esperanza58: esto hay que pronunciarlo en tono de guasa. En efecto, la esperanza del hombre
es mucho mayor, cosa que los hombres carnales no quieren creer. Pero el hombre se fue al
morir59. Y esto es una ironía. Cíclicamente sucede la bajamar60, pero le sigue la pleamar. Lo dice
de los lugares donde hay flujo y reflujo o porque todas las playas acusan latentemente la pleamar
y la bajamar en las horas lunares, es decir, cuando la luna sale o cuando está en su cénit respecto
de nuestras regiones o de otras, y luego mengua. Mientras exista el cielo no se hilvanará61: con lo
nuevo, es decir, con el cielo mismo. Y ojalá me custodiases en el seol. Es en mí tan fuerte la
esperanza de la resurrección que ya carecería incluso de los bienes inciertos de la vida. Y me
ocultaras hasta que se aplacase tu ira62. Isaías viene a decir lo mismo: Ocúltate por un poco,
mientras pasa la ira del Señor63, es decir, mientras pasa esta mortalidad y llega la resurrección.
Porque si el hombre muere vivirá: ya que esto no es vida. Acabados los días de su vida64: entonces
vivirá. Entonces me llamarás y yo te responderé65: obedeciéndote sin la impedimenta de la
mortalidad. Pusiste tu firma en la bolsa de mis transgresiones: para pedirme cuentas. Tomaste
nota de mis errores involuntarios66. También de eso tomaste nota. El error involuntario es castigo
del pecado. El monte se desmorona: eso mismo le ocurrió al hombre: se cayó de su firme atalaya.
Y la roca envejece en su lugar67: como el hombre en su linaje y en su condición. Y el
desbordamiento de las frecuentes crecidas: el hombre queda reducido a un estado de postración.
Y todo esto es debido al desgaste continuo que en él produce el frecuente desbordamiento de los
apetitos. Destruiste la esperanza del hombre68: ha formulado una gradación: del monte a la roca,
de la roca a las piedras, de las piedras a la arena, dado que esta degradación la sufre la gente
carnal. La expresión destruiste cuadra a la perfección. Le empujaste hasta el extremo: hasta
dejarle consumido, para que muera esa esperanza que constituye el gozo de los carnales.
Cambiaste su rostro y lo despediste69: cuando quedó exterminada en él la imagen de Dios. Y
siendo muchos sus hijos, él ni se entera70: porque aunque se propague su descendencia, él
muere. Siente los dolores de su carne71: es decir, el hombre se duele carnalmente de su condición
y llora como ser animal que es. El hombre espiritual, por el contrario, sabe que, aunque el hombre
exterior se corrompe, el hombre interior se renueva de día en día72. Siente que esto es lo que
ocurre en él.

Capítulo XV

Palabras de Elifaz de Temán: Y llenó el vientre de dolor73: porque el espíritu de ciencia sana de
manera prioritaria todo tipo de dolores por medio del consuelo. Pero tú, que hartas tu vientre de
dolor, no respondes con espíritu de ciencia. ¿Es que no rechazaste el temor?74 No has temido al
Señor al proferir tales cosas contra él. Adoptaste el lenguaje de los malvados75: el que emplean
los hombres para maldecir. Pero, hombre, ¿eres tú por ventura el primer nacido, para que tanto te
envalentones? ¿Es que adquiriste consistencia antes que las colinas?76 También los montes
entran dentro del común denominador de colinas, es decir, con anterioridad a todas las
potestades, a los espíritus poderosos. También se halla entre nosotros el anciano y decrépito77.
Hay entre nosotros quien conoce lo que nosotros ignoramos. ¿Hasta dónde ha llegado la osadía de
tu corazón? ¿Y por qué aguantaron tus ojos?78 Esperaron. ¿Qué es el hombre, para hallarse sin
culpa?79 También lo dijiste tú. Si ni siquiera en sus santos hay fidelidad. Debido a la inseguridad de
los tiempos que corren, donde la mayoría practica el engaño de hablar mucho y de no hacer nada.
Y el cielo, ¿no es puro ante él?80 Se toma el cielo por los que en él habitan. O también por los
santos mismos, dado que en ellos mora Dios. Lo que enseñaron los sabios, lo que no ocultaron sus
padres81: puesto que también los judíos fueron destinatarios de la predicación de los apóstoles.
Sólo a éstos les fue dada la tierra: para que la habitaran. Ningún extraño les llegó de improviso82:
ni un santo varón, ni un ángel. Es decir, que la poseerán con todo tipo de garantías. Cuando
pensaban estar ya en paz83: habla así como si pensara que esto es lo que le pasó a Job. No confía
escapar de las tinieblas84: no cree que se convierta de sus pecados. Y es dado en pasto a los
buitres85: a las potestades aéreas, que se alimentan de la muerte de los pecadores. Dará órdenes
como un capitán a la vanguardia del ejército86. Es audaz, pero no soporta las adversidades. Quien
alzó su mano contra Dios87. ¿O ha de leerse «porque alzó»? Y corrió contra él con insolencia:
obrando lo contrario de lo que mandó. Protegido por sus espesos escudos88: haciendo alarde de
sus defensas. Cubrió su rostro con su gordura: su obesidad, es decir, la hipertrofia de su orgullo le
ha ocultado a Dios. E hizo un dogal sobre sus piernas89: para quedar ligado a sus apetitos y verse
arrastrado a la muerte. Lo que prepararon para él, otros se lo llevan90: incluso el mismo reino
terrenal y todo tipo de expectativas temporales que los justos obtendrán con la posesión del
mundo entero. No se enriquecerá ni se mantendrá su opulencia: alusión a los impíos. No
proyectará sombra sobre la tierra91: es decir, no reverdecerá. Sus renuevos los secará el viento92:
la tentación. Sus sarmientos se agostarán antes de tiempo93: antes de lo que espera. Marchítese
como la flor del olivo94. Marchítese su paz, porque hay realidades subsiguientes mejores, como lo
es el fruto respecto de la flor. Pues el testimonio del impío es la muerte: la señal. Y el fuego devora
las tiendas de los que aceptan sobornos95: se consideran impíos quienes anteponen los bienes
temporales a la justicia. Concebirá en su vientre gemidos96: todas sus expectativas se le
convertirán en sinsabores.

Capítulo XVI

Palabras de Job: He oído ya muchos discursos parecidos, no sólo los vuestros. ¡Consoladores todos
de malos!97 Podéis consolar a los malos porque son imitadores vuestros, pero no a los buenos. Se
trata de un vocativo. A ninguno de vosotros le he oído nada bueno. ¿Y qué? ¿Es que hay orden en
los discursos del viento? Del orgullo. ¿O te pueden molestar en algo?98 Aunque no te guste lo que
digas. También yo voy a hablar acomodándome a vosotros: de acuerdo a lo que merecéis. Si
estuviese sometida vuestra alma en vez de la mía99: si sufrierais lo que yo sufro, yo hablaría con
palabras y no con hechos. Por eso de nada vale decir lo que no hacéis. Pues si hablo, no sentiré
dolor por mi herida: habéis demostrado una total falta de tacto en vuestra conversación y en
vuestros silencios. Los sabios, incluso al hablar, muestran su condolencia con palabras de
consuelo. En su confesión y en sus declaraciones, al conversar se duelen de sus llagas, y cuando
callan lo hacen con sensatez. Pero ahora me ha extenuado y me ha hecho necio y gusarapiento:
para que no hable contra vosotros, Dios ha pisado mi orgullo, con la finalidad de que, hecho necio,
me convierta en sabio. Me tienes bien cogido y me he convertido en testimonio100: me has
convencido de mis pecados y soy un testigo contra mí mismo. Y mi mentira se ha levantado contra
mí: cuando me preciaba de justo. He depuesto contra mi rostro101. A propósito viene el pasaje
del salmo: Te pondré delante de tu cara102. Montado en cólera me ha derribado103: me ha
bendecido echando mano de su ira, porque Dios no está sujeto a ella. Me derribó por soberbio.
Hizo tronar contra mí sus dientes: me reprendió, pues sus dientes son sus palabras. Los dardos de
sus piratas se abatieron sobre mí. Alusión a las potestades aéreas, instrumento de Dios, a las que
permite dos cosas: ejercitar a los buenos y castigar a los malos. Y son piratas porque tienden
asechanzas contra los navegantes de este mar. Cayó sobre mí con su mirada penetrante104: no
disimuló mis pecados. Es más, como que hizo guiños para que me castigaran. Porque él es como
una luz que muestra a los verdugos a qué personas tienen que castigar. Fue la ruina para mí el que
él me mirara. Cabe también otra interpretación: hizo que viera mi pecado, porque con
anterioridad nadie me lo había hecho sentir. Me hirió gravemente el Dios imponente y en el
mismo instante me rodearon105: cuando Dios le castigaba le prestaron su concurso los ángeles de
Satanás. Y estando en paz me despedazó: me despedazó desde mi propia paz, desde mí mismo,
para que acabaran por despedazarme mis adversarios, adversarios entre sí. Y haciendo presa de
mis cabellos me los arrancó: por culpa de mis pecados me dividió contra mí mismo. Me puso como
una señal106: como un blanco que les sirviera de punto de mira para ejercitarse en el tiro.
Rodearonme de lanzas, dirigiéndolas contra mis riñones; no perdonaron: alusión a los deseos
carnales, que, según dice, le han arrojado mediante los malos consejos procedentes de los ángeles
malos. Derramaron por tierra mi hiel107: para que ansiara los bienes terrenales entre quienes los
tienen en abundancia. Dejáronme en tremenda postración108: para que no lo interpretemos
como postración carnal. Han cosido un cilicio sobre mi piel109: los pecados más íntimos que le
recuerdan que un día estuvo entre los buenos. Y sobre mis párpados la sombra de la muerte110:
quiero ver, pero me lo impide la costumbre carnal. Que la tierra no cubra la sangre de mi
carne111: es decir, aunque mi oración no sea pura por anhelar las realidades terrenales, que no se
desplome un montón de tierra sobre los lazos de mi mortalidad. Esto es lo que ha subrayado con
el término sangre. En resumen, que por culpa de los apetitos terrenales no me vea enterrado en
las calamidades mayores de un pecado voluntario. Este pecado voluntario es el pecado natural
que dimana de la mortalidad. Que no haya lugar para mi clamor112: que todo el mérito de mi
oración quede bloqueado. Ahora, pues, en los cielos está mi testigo: parece que se refiere al
Señor, ya que aún no había bajado a la tierra. Y allá arriba está mi valedor113: por su participación
en la mortalidad. Compárese al hombre con el Señor: que venga el Señor para que el hombre sea
comparado con él como Juan con Cristo. En esta comparación llega uno a comprender la distancia
que hay entre el hombre perfecto y el Dios hecho hombre. Como el hijo del hombre respecto a su
prójimo114: como el Señor encarnado respecto al que había caído en manos de los
salteadores115. Pues me llegaron los años contados116: porque la ayuda de Cristo me llegará en
la plenitud de los tiempos117. Y me iré por el camino al que no volveré118: el camino de la
renuncia al mundo.

Capítulo XVII

Me vine abajo, por la agitación de mi ánimo. El orden es: Se vino abajo mi ánimo, agobiado de
trabajos como estoy. Pido que me entierren, pero no me llega el turno119: de que lo mortal sea
absorbido por la vida. Gemimos bajo el peso de la carga, de la que no deseamos despojarnos, sino
revestirnos120; es decir, que es preferible la transformación a la muerte. Pero esto no acontece
por mucho que el hombre lo desee, ya que al estar condenado por el pecado es deudor de la
muerte. Curso mis súplicas con trabajo, ¿y qué resultado he obtenido?121 Mi petición fue
totalmente nula. Los de fuera han robado mis bienes: clara referencia a la mismísima inmortalidad
de que fue despojado aquel hombre a quien los salteadores dejaron medio muerto. ¿Quién es
éste? Es decir, quién es el que acudirá en mi ayuda, aludiendo al Señor. Pregunta quién es porque
había de vivir entre los hombres de manera tan peculiar que resultaría muy difícil distinguirle de
ellos. Atesé a mi mano122: con el vínculo de la caridad para que me guarde y me lleve a donde
quiera. Porque has cerrado su mente a la prudencia: cerraste la mente a la prudencia a quienes no
le conocieron. Por eso no los encumbrarás123: ya que no fueron humildes, quedaron ciegos y no
pudieron ser enaltecidos por la humildad de Cristo. Anúnciense males a una parte124: porque a
una parte de Israel le sobrevino la ceguera125, sea porque les parecía malo el mensaje de Cristo
hasta el punto de decir: solivianta a las masas126, sea porque el vaticinio hecho por los profetas
sobre la ceguera de Israel no afectó a la totalidad, sino sólo a una parte. Mis ojos se consumieron
sobre sus hijos127: admirando sus milagros. A ellos se les dijo: Si yo arrojo los demonios en
nombre de Beelzebub, ¿en nombre de quién los arrojan vuestros hijos?128 Me has convertido en
mensaje para los pueblos: el hombre que redimiste, es decir, la Iglesia de la que hablarían las
naciones o que hablaría a las naciones. Y me convertí en escarnio de ellos129: de las naciones que
se mofaban de él o, por otra parte, de los judíos que hablaban a las naciones. Mis ojos están
ofuscados a causa de la ira130: ofuscados están los ojos de la Iglesia, o sea, los apóstoles, cuando
no les entendieron quienes iban a ser castigados con esa pena. Y fui clara conquista de todos.
Tanto los judíos como los gentiles conquistaron la Iglesia. Y los veraces se pasmaron de ello: Se
admiraron de dos cosas: de por qué a los impíos se les dio poder en la Iglesia y de por qué los
impíos no acogieron el Evangelio. Que el justo se levante contra el enemigo131: el que cae
temporalmente en las persecuciones para luego tener dominio sobre los infieles. Y el que tiene las
manos limpias se arme de audacia132: la audacia de la esperanza que le lleva a confesar a Cristo
hasta en la persecución. Porque no ha encontrado entre vosotros la verdad133: la gracia les es
necesaria a todos, tanto a los judíos como al resto de los pueblos. Y se han estremecido las
entretelas de mi corazón134: para no ocultar mis pecados. La noche me la convirtieron en día135:
los impíos. Aplicación al pasaje ¡ay de aquellos que llaman mal al bien y bien al mal; que llaman luz
a las tinieblas y a las tinieblas luz!136 Y si aguanto, los infiernos serán mi morada137: si soy
transigente con mis pecados, hasta el punto de no confesarlos. Llamé a la muerte mi padre: no voy
a ser hijo de la vida. Pero llegó la llamada de Dios. Ya la putrefacción, mi madre y mi hermana138:
por el hecho de que están inseparablemente unidos como si fuesen parientes. ¿Dónde está mi
esperanza? Se sobrentiende: si aguanto. ¿O llegaré a ver mis bienes?139 Los que le sedujeron,
razón por la que no quiso convertirse y tuvo que aguantarse como pecador.

Capítulo XVIII

Discurso de Bildad, suhita. Y se extinguirá la luz de los impíos140: no te extrañes si también tu luz
se ha extinguido como la del impío. Su luz fueron las tinieblas dentro de su tienda: es decir, el
diablo o el anticristo alumbraron su casa. Y su lámpara se extinguirá encima de él141: la luz
pequeña y terrenal. Que los más pequeños se apoderen de sus bienes142: que los humildes
tengan todo cuanto él quiso tener. Porque su pie ha caído en una trampa143: al perseguir al
Señor, ha caído en la red. Hará que prevalezcan sobre él los sedientos144: de modo que le venzan
quienes tienen hambre y sed de justicia. Oculta está en la tierra su cuerda145: con la que será
capturado. Se refiere a los bienes que en cierto modo se le conceden. Y su trampa está sobre el
sendero: por donde camina. Que a su alrededor le hagan perecer los dolores por todas partes. Y
que muchos vayan a su zaga con la angustia del hambre146: los muchos que le siguen o se
acomodan a sus gustos. Que sean devorados los ramos de sus pies147: el ramaje de sus
enseñanzas, esto es, por donde transita. Erradíquese de su tienda la salud: la tranquilidad de esta
vida. Y haga presa en él la urgencia de la causa regia148: la hora crítica de su castigo que
redundará en gloria de Dios, y ésa es la razón de que en este preciso instante se le concede lo que
apetece. Habla de causa regia porque alardeará de ser el Cristo. Habite en su tienda en su noche.
Que la urgencia de la causa regia atormente su conciencia, el apetito de la tiranía. En la noche: en
el tormento de su ceguera, cuando es condenado. Espárzase azufre sobre sus atavíos149:
consúmase en fuego maloliente aquello para lo que vivía. Y la hora de la cosecha le irrumpirá de
arriba150: de Dios. Y que su nombre desaparezca de las calles donde estaba151: desaparezca del
recuerdo de la gente. Y que nadie le conozca en su pueblo. Que su caída sea tan estrepitosa que ni
siquiera los suyos le reconozcan. Ni su tienda vuelva a salvarse debajo del cielo: pues algunos sí
que se salvarán de nuevo. Sino que otros vivan en su pueblo152: que su pueblo quede sometido a
otros.

Capítulo XIX

Respuesta de Job: Me estáis agotando con vuestros discursos153: me ponéis enfermo, cuando
vuestro cometido era consolarme. Sabed, pues, que es Dios quien me ha puesto así154: delante
de él me pueden convencer de pecado, pero no delante de los hombres. Y me ha cercado con sus
trincheras155: el foso se halla en la proximidad de las murallas. Con este foso me hace chantaje
para que le confiese. Me río del desprestigio y no hablo156: alusión a la utilidad de la confesión. Si
pretendiera reír su pecado, pero no confesarlo en voz alta, vocearía, pero nadie le oiría. Ha
asentado las tinieblas en mi cara157: ha dejado de iluminar mi cara. Esto es lo que les pasa a los
que dan la espalda a la luz. Y arrancó de mi cabeza la corona158: la dignidad espiritual que
confiere la sabiduría. Me ha dejado roto por doquier y me he marchado159: lo tenía todo y me lo
quitó, no obstante que había recibido el poder de contenerlo todo. Y me contó entre sus
enemigos160: me trató como si le dañase en el caso de ser igual a él. Han acampado en torno de
mi tienda161: mi corazón y mi conciencia. Alejáronse de mí mis hermanos162: esperando que me
corrigiera, dado que son mis hermanos, aunque inicialmente apreciaron muy poco mi corrección.
Y siguieron a unos individuos que les aconsejaron cosas la mar de extrañas. Es decir, perniciosas. Y
mis amigos se han hecho despiadados163: en los males espirituales. De hecho, no sienten
compasión alguna por sus prójimos, sino que prefieren mofarse de ellos, cosa que no harían si los
vieran instalados en las maldades de la carne. Y sabiendo mi nombre, me han olvidado164: no me
conocen porque estoy cambiado. Los huéspedes de mi casa y mis criadas165: con quienes
intercambiaba mis secretos: los aduladores, que se apartan de quien confiesa a Dios. De todos
ellos dicen que se comportan como criados. Llamé a mi siervo y no me respondió166: alusión al
cuerpo, o también a quienes estaban a su servicio para sus inmoralidades. Mi boca suplicaba y
rogaba a mi mujer167: como diciendo: ¿Por qué te abates, alma mía?; ¿por qué te me turbas?168;
o sea, deseando que le dé su asentimiento. Llamaba con cariño a los hijos de mis entrañas169: a
los que había engendrado tratando de inculcarles expectativas mundanas. Y aquellos a quienes
había amado se levantaron contra mí170: en aquella vida. Mis carnes se han corrompido bajo la
piel: mis intimidades se han infectado por amar lo que se percibe por los sentidos externos. Si nos
atenemos a la letra, esa especie de sarna reviste carácter leve. Y mis huesos están en mis
dientes171: mi consistencia y mi solidez se hallan en mis palabras, no en mis hechos. Apiadaos de
mí, apiadaos de mí, amigos míos. Al parecer, pide a los ángeles que nieguen por él. O ciertamente
a los santos para que oren por él, penitente. Me ha herido la mano de Dios172: dice que le ha
herido la mano del Señor porque se duele de las heridas que hasta la fecha le eran insensibles.
¿Por qué me perseguís vosotros también como el Señor? Me detestáis, y os llenáis de horror al
igual que el Señor. O bien, cuando mi actitud es un gesto de confesión, no hacéis sino regañarme.
¿Y no os hartáis de mis carnes?173 No sentís alegría ante mi vida carnal. ¿Con punzón de hierro y
en plomo?: igual que el plomo cede al punzón de hierro, es deseable que los corazones humanos
se abran a mis palabras. ¿O se esculpan para siempre en la roca como testimonio?174 Que la
gente, en actitud firme ante la evangelización, aprenda todo esto. Porque yo sé que es eterno el
que me liberará175: ya que puede renovarme. Soy consciente de todo ello: porque lo he
merecido. Y esta realidad la ha visto mi ojo, no otro176. Es decir, nadie sabe lo que ocurre en el
hombre sino el espíritu que está en él177. Y todas mis cosas están consumidas para mí dentro de
mi seno178: en la intimidad, donde nadie ve; en la conciencia. Pero si preguntáis, ¿qué diremos en
su contra?179 Conforme a lo que ya se dijo también a los hombres espirituales: Cuídate de ti
mismo, no sea que tú también seas tentado180. Y ¿hallaremos en el la raíz del discurso?181: para
ponerle delante de los ojos el suyo propio. La cólera caerá sobre los malvados182: llama malvados
a quienes se enaltecen sobre los pecadores y piensan que ellos no pueden serlo.

Capítulo XX

Réplica de Sofar de Naamat: Vuestra penetración no es superior a la mía183. Se dirige al equipo de


consoladores de Job, del que también él forma parte. Voy a escuchar el reproche que me ha
llenado de rubor184: de soslayo pretende que Job encaje la reprensión afrentosa, pues a este
tenor tiene la posibilidad de alcanzar el espíritu de la sabiduría. Esta expresión reviste un matiz de
cortesía, como aquella que pronunciamos en primera persona cuando decimos.— Me guardaría
muy mucho de hacer esto o lo otro, pues las consecuencias serían funestas, cuando lo que
realmente pretendemos es que alguien sea cauteloso. ¿Acaso lo sabes ya desde siempre?185
Desde el comienzo de los siglos, lo sabes. Piensa que Job, en cuanto impío, lo ignora. El ojo verá y
no añadirá186: pues no será visto. Que a sus hijos los disemine el malvado: es decir, que el diablo
disemine o a sus imitadores o a los seducidos por él. Y que sus manos se le abrasen de dolor187:
les resulten un tormento sus obras. Sus huesos están llenos de vigor juvenil188: se engríe de su
solidez. La ocultará bajo su lengua189: al igual que el tramposo, no la mostrará para servirse de
ella secretamente. La conservará y no la soltará: al estar encariñado con ella y no querer verse
privado de ella, no la soltará. O también: contando con el perdón de Dios, se valdrá de esta carta
de inmunidad, pero no la soltará. Y la retendrá en su paladar190: como cosa que le agrada. Y no
podrá socorrerse a sí mismo: no por eso se liberará. Hiel de áspides en sus entrañas191: en su
interior, al poseer ocultamente la malicia para dañar. Las riquezas amasadas injustamente las
vomitará: con profundos retortijones y angustia del corazón. El ángel le hará salir de su casa192:
siempre que las aflicciones hagan que afloren sus secretos. Y resplandecerá la fiereza de los
dragones: hasta el punto de que quien al comienzo se mantuvo oculto, delatado por las
tribulaciones, sacará ya a plena luz la fiereza de los dragones. Y le mate lengua de víbora193: sea
objeto de seducción diabólica. No vea el ordeño del ganado: el fruto de las ovejas. Es decir, que no
practique las obras de justicia, hasta el punto que entienda que puede liberarse con ellas. Ni los
torrentes de miel y de mantequilla194: las obras buenas hechas con caridad y alegría de corazón
altruista y entregado. Porque la mantequilla no es sino leche cuajada. Ha trabajado en vano y sin
fruto195: dado que no comprende que hay que trabajar a partir de las cosas que pertenecen a la
misericordia. Por eso se dice que el Señor comerá leche y miel196, porque estas cosas se las
presentarán personificadas en sus humildes. Cosas que serán como algo duro, que no puede
masticarse ni deglutirse197: algo duro, no sé si la maldad o la soberbia. No le salvará lo que tanto
anheló198: porque el objeto de su codicia era la maldad. No quedará rastro de su comida199:
pasan ya sus apetencias. Cuando crea estar harto se ahogará200: la hartura de los apetitos, más
que saciedad, procura ahogo. Con tal de que llene su vientre: le sobrevendrá tal penuria, que dude
si llenará su vientre, siendo así que se busca esto para conjurar el hambre. Y dijo esto porque
cuanto más tiene, más quiere. Mandará contra él el furor de su cólera201: porque no le ha visto
hacer obras buenas. Que le hiera la flecha inmaterial202: perpetua. Que le traspase un venablo:
que penetre en él la tentación y que le hiera tanto en sus expectativas como en las realidades que
deja, como traspasado de parte a parte. Los rayos en su tienda203: los terrores repentinos en sus
pensamientos. Que el extranjero arruine su casa204: el diablo, que es el tentador adventicio,
habida cuenta de que el hombre ya tiene sus propias tentaciones. Y que el cielo revele su
impiedad205: el juicio celestial. Y la posesión de sus bienes le llegará del superintendente206: se
los donará Dios.

ANOTACIONES AL LIBRO DE JOB

Traducción: José Cosgaya

Capítulo XXI

Respuesta de Job: Carezca yo de este consuelo que me dais1: el pensar que hay que gozar de los
bienes temporales, siendo como son comunes a los buenos y a los malos, y que si eventualmente
apareciera algún malvado, la revancha se tomara contra él a base de estos bienes. Job, por el
contrario, dice que estos bienes temporales les duran a los malos hasta la tumba, y la venganza
contra ellos no tiene lugar recurriendo a estos bienes. ¿Y qué? ¿Es que mi castigo me viene de un
hombre? El escarmiento me viene de Dios. Por eso, el consuelo sólo puede venirme de él, no de
vosotros. ¿Y por qué no habría de impacientarme?2 Por tanto, no me deis esa clase de consuelo,
pues estoy viendo la dicha de los malos. Volveos hacia mí y asombraos3: es como si dijera
vaguedades. Yo, al acordarme, me horrorizo: retrotrayendo hacia el pasado los sentimientos que
le embargan actualmente, confiesa las maldades de la vida humana. Y mis carnes están
agarrotadas por el dolor4: mi dolor es carnal. ¿Cómo es que viven los impíos?5 Les pregunta el
porqué, ya que andaban pregonando que aquí había un castigo para los impíos. Y sus ovejas se
mantienen en una especie de decrepitud6: ¿hasta qué punto pueden mantenerse así? No durarán
siempre. Había bienes en sus manos7: no les arrebató esos mismos bienes cuando se expresaban
así. Es más, la lámpara de los impíos se apagará8: alusión al esplendor temporal, aunque no lo
interpretaran como aquéllos. Que sus hijos derrochen sus bienes9: se refiere a los bienes con que
los fascinó. Es decir, los bienes temporales, sean del anticristo o del diablo. Que sus propios ojos
vean su ruina10: quiere decir que los que gozan de la abundancia son inconscientes de esa misma
prosperidad. Pero en el futuro irá a parar a la misma sensación de los impíos. Porque detrás de él
ya no se cumplirá ninguno de sus deseos en su propia casa: dado que en su conciencia no
siguieron al Señor en sus tribulaciones. Aunque el número de sus meses haya sido reducido a la
mitad11: aunque dio culto a Dios en el presente, no esperó en las realidades futuras que
conjuntamente integran la plenitud de los meses. ¿Porque es él quien juzga los homicidios?12: ya
que los impíos, al inculcar la impiedad mediante el amor a la impiedad carnal, indefectiblemente
mueren para el siglo futuro. Pero de tales homicidios no son jueces los hombres, sino sólo Dios.
Morirá en la plenitud de su simplicidad13: da la impresión de ser vengador de los homicidios
ocultos al hacer mención del dadivoso y del avaro, porque a los hombres ricos y generosos se les
tiene por buenos. Sus vísceras están cubiertas de grosura: tiene alegría. Y su medula se esparce14:
la de sus vísceras. La razón estriba en que no retiene sus bienes de manera egoísta, sino que los
emplea tanto en favor de sí mismo como en favor de los demás. Y así sé que me insistís
temerariamente15: pues no habláis reflexivamente. Andáis preguntando: ¿dónde está la casa del
príncipe? La del impío o la del soberbio. Pensaban que se les despojaba aquí de sus bienes, cuando
de hecho la mayoría acababa sus días en la abundancia para ser castigados con ellos. ¿Y dónde
está el toldillo de las tiendas de los impíos?16: el honor. Preguntádselo a los viandantes: a los que
no se recrean en el camino, sino que pasan por él. Y no dejaréis de reconocer sus señales17: o las
de los impíos que dan los transeúntes al predecirles el futuro, o las que permiten conocer a los
impíos. ¿Quién denunciará delante de él su proceder?18 En presencia del impío nadie pone al
descubierto su conducta. Sólo lo hace el Señor con aplomo y seguridad en sí mismo, porque le
hace frente. Y, con todo, él mismo —el Señor— fue llevado al sepulcro: por eso no hay que
esperar para aquí el premio de la piedad. Y veló sobre la muchedumbre19: porque resucitó con
anterioridad al grupo de los resucitadores. ¡Dulces le fueron los guijarros del torrente!, aquellos a
los que no abatió el mundo: sus discípulos. Y todo el mundo se va tras él, y ante él gente
incontable20. O bien: en pos de él marcha todo hombre, es decir, el único hombre: y ante él,
innumerables: los que ahora se consideran incluidos en el número de los hombres. O bien: en pos
de él avanza la turba de los creyentes, y ante él los patriarcas y los profetas. ¿A qué, pues, me
ofrecéis vanos consuelos?21 Al sugerirme los bienes o males presentes.

Capítulo XXII

Réplica de Elifaz de Temán: ¿No es el Señor el que enseña la sensatez y la ciencia?22 Es como si le
reprochara a Job no haber juzgado con rectitud, puesto que a Dios no se le puede reprender más
que a través de la inteligencia, en la que nos aventaja, dado que el hombre la recibe de él. ¿Y
entrará en juicio contigo?23: para que te compares con él. Tu luz se ha convertido en tinieblas: tu
dignidad. Y mientras duermes te cubrieron las aguas24: la riada de la tribulación cuando te sientes
seguro. ¿Puede discernir a través de las nubes?25: Como si no pudiera ver a través de la niebla. Las
nubes le sirven de escondrijo y no se le ve: se le ocultan las realidades de la tierra. Y se pasea por
la inmensidad del cielo26: metáfora no aplicable a la tierra. ¿Es que quieres guardar la senda del
siglo?27: como si Job pensara que Dios no se preocupa de los avatares humanos. ¿Por qué los
cogieron antes de madurar?28: inmaduros, según su opinión, ya que pensaban permanecer aquí
para siempre, o en todo caso antes de acceder a la sabiduría. Pero estos amigos de Job hablaban
de oídas, no expresaban sentimientos propios. El pensamiento de los impíos está lejos de él y llena
sus casas de riqueza29: el pensamiento del impío está lejos del Señor porque Dios no actúa de
acuerdo con las expectativas de él, bien porque al impío le resulta la impiedad gratificante o
apetitosa, o bien porque no acaba de verla. Los justos, al verlo, se echaron a reír: los que
comprenden. Aunque éstos no lo comprendieran, al estimar que los impíos reciben su galardón
aquí. Y el inocente se mofará de ellos30: de los impíos. Sé duro si eres capaz de resistir31: es decir,
mantente firme. Y alejarás de tu tienda la iniquidad32: tu trato personal o la misma vida. Y esto
aunque todo lo entiendan en sentido carnal. Y colocándolo sobre un terraplén, como sobre una
roca33: lo contrario de esta otra expresión: sus cimientos son un río que corre34. Porque se
humilló a sí mismo: la luz misma. Y tú dirás: se ha realzado contra el orgullo35: contra los
orgullosos. Salva al inocente y tú te salvarás mediante la pureza de tus manos36: no te desanimes
en tus buenas acciones, porque de las realidades humanas se ocupa Dios.

Capítulo XXIII

Respuesta de Job: Sé a ciencia cierta que el reproche procede de mi mano: de mis pecados. Y mi
mano ha dejado caer su peso sobre mis gemidos37: me has pegado para que me duela. ¿Y llegar
hasta su trono?38 Para que mi santidad sea lo suficientemente grande como para acercarme a
quienes son asiento de Dios. Entonces podré decir y escuchar verdades. Razón por la que a los
santos se les llama cielos. Y conoceré las réplicas que me dirige: el aporte de razones con las que
demuestra que todos sus juicios son justos. Y oiré lo que me dice39: estando ya tan cercano a él.
¿Discutirá conmigo alegando su gran poder?: hasta el punto de ofrecerme resistencia valiéndose
de su poder. En absoluto. Que no abuse de mí recurriendo al terror: que no se aproveche de mí,
aterrorizado como estoy a causa de mis pecados. Por lo demás, cuando me llegue a él40: en
aquella libertad con que me acercaré a su trono, lo amaré todo, y su poder no será impedimento,
aunque ahora pueda abusar de mí, pecador como soy. Es decir, que haga de mí lo que quiera,
incluso castigándome, aunque justamente. De él procede la verdad y la reprimenda: es decir, su
reproche no es injusto. Lleva hasta el final la sentencia sobre mí41: si ahora aplica un correctivo,
luego la hará pública. Porque si soy el primero en desfilar, ya no apareceré después42: ni esperar
con arrogancia ni desesperar sin fe; es decir, ni desbandarse a la izquierda ni a la derecha. Así se
lee: si subo al cielo, allí estás tú43. ¿Quién puede arrojarme de allí?, etc. No acabo de comprender
lo que hace desde la izquierda. Es repetición de lo anterior. Al estar entregado a las realidades
temporales, dice que no se comprenderá desde la izquierda. Se volverá hacia la derecha y no lo
veré44. Por eso no debo mantenerme a la izquierda. Dijo se volverá, porque se halla entre los
espirituales de los que yo me aparto cuando estoy a la izquierda. El conoce mis caminos: de modo
que le seguiré aunque me lleve a través de las tribulaciones. Me probó como al oro45: en las
tentaciones. Caminaré en sus mandamientos46: saldré de mis tinieblas, pero siempre en sus
mandamientos. Si, por el contrario, él lo juzgó así47: probarme como el oro por medio de las
tribulaciones. Por eso me he disparado hacia él: por haberme hecho sufrir me he lanzado hacia él
abandonando las realidades temporales. Y prevenido por él, siento inquietud por él48: para evitar
el suplicio eterno con estos sufrimientos carnales. Por eso me estremeceré ante él49: me
estremeceré ahora, para evitar el juicio futuro que me barrunto, y donde tendrá lugar su
manifestación. Y Dios ha ablandado mi corazón50: atribuye a la misericordia de Dios ese mismo
temor con que evita los castigos futuros. Porque desconocería los castigos y tinieblas que caerán
sobre los malvados si Dios no hubiera ablandado su corazón con el sufrimiento actual. Justamente
ocurre lo contrario cuando se dice que Dios endureció el corazón del Faraón51.

Capítulo XXIV

Por lo cual al Señor no se le ocultaron los tiempos52. Dándole sentido causal o consecutivo.
Traspasaron el fin53: Cristo. Y los pobres se apartaron del camino justo: sea para imitar a los
impíos, sea porque, al ver impune la maldad con que atentaban contra ellos los que abandonaban
la justicia, estimaban que no existe el juicio divino. Al mismo tiempo se ocultaron los humildes de
la tierra54: con aquellos que se apartaron del camino justo también se ocultaron los mansos con el
fin de negarme ayuda. Cuando arrecia la persecución se contabilizan tres tipos de hombres en la
Iglesia: los que contemporizan, los que huyen y los que padecen. El prototipo de todos éstos es
Job. Y los asnos salvajes del campo cayeron sobre mí: los necios y los cimarrones, que son los
soberbios, cayeron sobre mí cuando me hallaba en actitud de confesión. Es decir, cayeron sobre la
Iglesia. Y saliendo a su tarea— su tarea es caer sobre mí. Dios les ha confiado este cometido. Se le
volvió pan tierno para los adolescentes55. Habla de pan tierno para el impío y el perseguidor, es
decir, del pan de la persecución que tanto les gustaba cuando hacían extensiva esta persecución a
los adolescentes. El término adolescentes podemos aplicarlo, por una parte, a los amantes de los
placeres, dada la proclividad que los adolescentes tienen hacia ellos. Por otra parte, podemos
aplicarlo a quienes han aprovechado tanto en la Iglesia que tienen superada ya la etapa de la
simplicidad que comporta la niñez, pero que aún no han llegado a la consistencia varonil en que
incluso se llega a despreciar al perseguidor. Metieron la hoz en el campo antes de que le llegase el
momento56: puede referirse a aquellas clases de persecución en que a algunas personas se las
aterrorizaba haciendo daño a los campos. O puede entenderse bajo el nombre de campo a la
Iglesia, que los perseguidores quisieron segar antes de que llegara a sazón, es decir, antes de que
se desarrollara a la vez la cizaña destinada a la eliminación en tiempo de la siega. Se mojarán con
los aguaceros de los montes57: al acudir desnudos a las cavernas donde rezuman las filtraciones.
Arrancaron de los pechos al huérfano: los huérfanos y las viudas son con frecuencia
personificación de la Iglesia: se trata de gente que es objeto de mal trato. Y humillaron al que
había caído58: al que estaba dejado de la mano de Dios o de algún otro, sabiendo, por lo demás,
que no tener compasión de estas personas denota una crueldad injustificable. En el aprieto
pusieron asechanzas con toda maldad59: el aprieto equivale a las necesidades. Se les expulsaba de
la ciudad y de sus hogares: ellos expulsaban a otros. La vida de los pequeñuelos entre ríos de
lágrimas60: transcurrió. Dios mismo no se preocupó de ellos61: de los impíos. No preocupándose
de ellos, por el momento, hizo que desesperaran del juicio de Dios, ya que cometían ultrajes
impunemente. Por eso fueron entregados a las tinieblas: a la ignorancia del juicio de Dios. Y es
imprevisible como el salteador62: aquel día les cogerá por sorpresa. El ojo del adúltero espía en la
oscuridad63: trata de manifestar en qué clase de tinieblas se verán los impíos en su impunidad: no
en la oscuridad que espían los adúlteros y demás malhechores nocturnos para evitar la notoriedad
de la luz del día. Se refiere a aquella oscuridad que se cierne sobre ellos incluso por la mañana. En
las tinieblas perforan las casas: hace mención de otras fechorías. De día se cerraron con sello64: se
ocultaron. No conocieron la luz, porque para ellos perdura simultáneamente la sombra de la
muerte65: no por haber pasado la noche les volvió la espalda la sombra de la muerte. Aparece
ingrávido sobre la superficie de las aguas66: en comparación con la tierra se consideran más
resplandecientes quienes se ven impregnados por la luz y por la imagen de la ingravidez. De ahí
que aparezca ingrávida sobre ellos la sombra de la muerte, dado que son portadores de ella por su
condición carnal. O también: la expresión Aparece ingrávido sobre la superficie de las aguas puede
entenderse de quienes hacen profesión de fe en el bautismo. Que su porción sobre la tierra sea
maldita67: que todas sus opciones sean estériles. Los arrancaron del seno de los huérfanos68:
arrebataron la palabra del corazón de los débiles aconsejándoles mal. Luego, se hizo mención de
su pecado: que pensaban había caído en el olvido. Queden desgajados como tronco podrido todos
los malvados69: los incurables. Maltrataba a la estéril70: la que no cuenta con el consuelo de los
hijos. Y al levantarse no da fe a lo que se dice contra su vida71: debió creer que su vida era mala y
por eso mismo levantarse. Que no espere la salud cuando sienta los síntomas de la enfermedad:
cuando comiencen los sufrimientos. Sino que cae en la languidez72. El impío busca en la
adversidad el tiempo de consuelos que más le debilitan. Se puso mustia como malva en verano: su
esbeltez, porque no pudo soportar la quemazón del sufrimiento. Hace referencia a la malva por su
flaqueza. O como la espiga que se inclina espontáneamente sobre la caña73: porque su punta
estaba vacía. El mismo impío opta por consuelos que agudizan su enfermedad. Si no es así, ¿quién
me desmentirá?74 Si los impíos se comportan de otro modo.

Capítulo XXV

Réplica de Bildad, suhita: ¿Qué exordio, pues, sino estremecerse ante él?75 Esta subordinación
parece coincidir con las palabras pronunciadas por Job: Por eso me estremezco ante él; si
reflexiono, tengo pavor de él76. Que nadie piense en treguas cuando se trata de piratas:
acometen sin dilatorias en la medida en que les está permitido. ¿Sobre quién no cae su
emboscada?77 Cuando él lo permite, por supuesto. Llama emboscada a las tentaciones. ¿Cómo,
pues, justificarse el hombre ante el Señor? Luego justamente permite que el hombre sea tentado.
¿Cómo puede, purificarse el hombre nacido de mujer?78 Si Dios no lo purifica, queda impuro. La
luna misma dejará de brillar si se lo manda79: porque si las razones y el orden de su providencia
exigen que la luna no brille, le ordenará que no brille y no brillará. Pero ¿por qué? ¿Es que
pretende demostrar que la luna no es pura delante de él porque a una orden suya deja de brillar?
¿O es que aquí se prefigura o se insinúa de modo figurado la naturaleza del alma racional, cuyo sol
inteligible es la luz verdadera que alumbra a todo hombre?80 Otra razón es que la luna brilla con
mayor intensidad ante los ojos terrenales cuanto más se aparta del sol, mientras que cuando se
acerca al sol va perdiendo luz ante los ojos terrenos. Entendamos que Dios le ordena al alma que,
tras superar el nacimiento terreno y mortal cuyo resplandor aparece ante los contempladores
sensuales de la tierra, aparezca, se acerque y se someta a la sabiduría para que, gozándose
secretísimamente de su luz, evite practicar su justicia ante los hombres para ser visto de ellos81,
sino que cuando se gloría, se gloríe en el Señor82. Por otra parte, incluso cuando se acerca a los
hombres se manifiesta como don del Creador. Ni son bastante puras las estrellas a sus ojos83:
comparadas con él.

Capítulo XXVI

Respuesta de Job: ¿A quién asistes? ¿A quién vas a ayudar?84 Cuando, lleno de indignación ante
sus injusticias, pensaba que Dios tenía que castigarlos. Pero, hablando para sus adentros, se
retracta de esta actitud y opta por dejar para Dios el acto de juzgarlos. De este modo no dará la
impresión de ser asistente de Dios o de pretender ayudarle, como si se sintiera capacitado para
reprimir o corregir a los hombres, o de aconsejarle qué hacer con ellos. Que tampoco dé la
impresión de que sigue a Dios como para tratar de comprender las razones de la paciencia de Dios
con los tramposos, pues les permite seguir viviendo, dado que Dios con su poder incomprensible
supera a toda alma que intenta averiguarlo. Que tampoco dé la impresión de ser una especie de
pregonero que le va informando sobre detalles humanos, cuando lo que realmente ocurre es que
el hombre recibe la inspiración de Dios en todo cuanto dice. ¿Es que van a quedar aniquilados los
gigantes?85 Ya no tiene nada de extraño que Dios perdone a los hombres, pues ni siquiera aniquila
a los gigantes. Y para que no se objete que Dios los sepultó en los infiernos, añade que Dios ve el
infierno, y que los ordenó allí donde merecieron estar. De idéntica manera ordena a los justos,
tanto ahora, conforme a como son, como después, conforme a como serán, aunque nunca los
aparte de su rostro, dado que todo está desnudo delante de sus ojos. De este modo, hay que
considerar que estos gigantes aludidos son como una réplica de aquellos consoladores orgullosos.
Debajo del agua también sus cantaradas86. ¿Acaso hay que sobrentender que debajo del agua «se
hallan presos» o algo parecido? Y la perdición no tiene velos87: tampoco se le oculta la perdición.
El tendió el septentrión sobre el vacío: el aquilón o septentrión puede ser una personificación del
diablo, y la tierra serlo del pecador, porque para uno y para otro la esperanza carece de contenido.
El colgó la tierra sobre la nada88: en el aire. Sujeta las aguas en las nubes: en consideración a la
oscuridad de la profecía. Y la nube no se rasgó bajo él89: bajo la verdad que tuvo la nube, que no
se rasga para los que comprenden las Escrituras; no hay contradicción en ellas, como piensan los
que no las entienden. El vela la faz del sol: para que los impíos no reconozcan el sol de justicia. Y
extendió su nube sobre él90: la carne que tomó el Señor. Acordonó con un precepto el rostro del
agua: los pueblos. Hasta extinguirse la luz91: hasta el final de esta vida, es decir, hasta el fin del
mundo. O hasta la consumación, es decir, la perfección de los hombres de quienes se dijo: en otro
tiempo fuisteis tinieblas, pero ahora sois luz en el Señor92. Las columnas del cielo se tambalearon
y se estremecieron ante su amenaza93: esto le ocurrió a Pedro por obra de Pablo94. Con su poder
calmó el mar95: hizo que se serenara el mundo de donde procedían las persecuciones contra la
Iglesia. El que las columnas del cielo se tambalearan ante su amenaza puede interpretarse
también así: los más robustos de la Iglesia se echaron a temblar pensando en los más débiles ante
la amenaza del Señor que permitía la tentación de las persecuciones. En efecto, la columna
pregona a los cuatro vientos: ¿Quién desfallece que no desfallezca yo? ¿Quién se escandaliza que
yo no me abrase?96 Con su sabiduría hirió al cetáceo97. Dice que el diablo fue herido con el dolor,
por el que los justos no cedían a sus insinuaciones. Y las puertas del cielo le temen: sean los
ángeles, sean los que recibieron las llaves del reino de los cielos. Una orden suya dio muerte al
dragón desertor98: al mismo llamó también cetáceo. Pero ahora muestra cómo fue herido,
cuando recibieron la orden quienes renunciaron a él. Estos son los tramos de su camino: por los
que se llega a Dios. Y el poder de su trueno, ¿quién lo comprenderá cuando ocurra?99 Llama
trueno al grito clarísimo de su manifestación, o quizá también a aquel torrente de voz que dio a
través del hijo del trueno: En el principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la
Palabra era Dios100. La disposición del texto sería: Cuando ocurra, ¿quién podrá comprender el
poder de su trueno?

Capítulo XXVII
Y el aliento divino en mis narices101. Aquí se pone de relieve que todo cuanto dice Job tiene base
profética y que conoce proféticamente que esos consoladores están llenos de engaño. Lejos de mí
llamaros justos hasta que muera: aunque me persigáis hasta la muerte, porque os reprendo con
libertad. Pues tampoco yo apartaré al inocente102: ni siquiera a vosotros. No me considero
responsable de haber hecho algo malo103: con relativa frecuencia suelen perdonar a otras
personas los que temen se les eche en cara algún hecho cierto y comprobado. ¿Qué esperanza
puede tener el malvado?104 El que espera. Y para que nadie pensara que deseaba mal a sus
enemigos, pone aquí de manifiesto con qué intención lo dijo. No era otra que minar la maldad de
sus enemigos y hacer que su orgullo quedase muerto. Y esto ocurre cuando el alma, rea de
maldad, se ve liberada de ésta. La liberación tiene lugar a través de la confesión del hombre que
hace penitencia y de la gracia de Dios que perdona. Según esto, a la pregunta en qué podrá
esperar el malvado105 se responde: El que espera y confía en el Señor. Quizá le libere y atienda a
sus plegarias el Señor106. A estas palabras se les puede dar otra interpretación, pero no responde
ni al contexto del libro ni al de la fe, pues no hay que recalcar el carácter de desesperación del
malvado hasta el punto de llegar a suprimir totalmente su esperanza. Un argumento contra este
último extremo lo tenemos en aquellas palabras: Al que cree en aquel que justifica al impío, la fe
le es computada por justicia107. Por tanto, a nuestro entender, lo que viene a continuación se
llama gracia de Dios. O cuando le llegue la angustia108: por eso debemos esperar la gracia del
perdonador. ¿Tuvo confianza en la angustia, es decir, en la tentación; tuvo confianza en sus
méritos en presencia de Dios? ¿O le escuchará cuando le invoque?109 Si es que le invoca más o
menos confiado en sus merecimientos, que no son nada. Por eso os mostraré lo que está en la
mano del Señor110: las disposiciones de Dios. Todos sabéis, en efecto, que vuestras palabras son
vanas y están pronunciadas vanamente111: por lo cual ya es hora de esperar la gracia. ¿Qué
razones asisten para alegar sus merecimientos a quien dice vanidades con palabras vacías y
pomposas? La posesión de los poderosos les provendrá del Todopoderoso112: para que los
posean los poderosos, es decir, el diablo y sus satélites. Y los llama poderosos porque ésos irán
debilitándose por ir tras vanas ilusiones hasta el punto de prevalecer sobre ellos los jefes y
capitanes de la vanidad. De la misma manera que el Señor los llama poderosos por la única razón
de que los inutiliza113. Si tiene muchos hijos, quedan destinados a la espada: llama hijos suyos a
los que invitan a seducir al catequizador de falsos dogmas que llevan a la condenación. Y si llegan a
la juventud, pasarán necesidad.114 Es decir, si se confirman en el error, pasarán necesidad,
porque la vaciedad no los saciará. Y todos los que le rodean morirán: los que más se les parecen
en el ejercicio de la seducción. Y no tendrá compasión de sus viudas115: son las masas a las que
sedujo, al mantener con ellas, huérfanas de marido, una especie de fidelidad conyugal en la
promesa del error. Aunque acumule plata como polvo116: es decir, si los prudentes y avisados,
cuando todavía son polvo y lodo, esto es, mientras aún sienten las realidades torpes y carnales, les
dijeran que sí. Luego, concienciándose y rectificando, retornarán al camino de los justos. Serán sus
casas como de polilla y de araña, a la que dio cobijo117: el corazón o la conciencia. O también:
llamó casas a las fortificaciones que les sirven de refugio, bien camufladas y recónditas, pero
totalmente endebles, como la bolsita en que se guarece la polilla o la gruta que le sirve de refugio
a la araña, tras cubrir la abertura con su tela. Que cobijó: a sí misma en la gruta, cosa que no todas
las arañas hacen. Se trata de la corrupción interior y voluntaria del pensamiento malo, así como de
las obras inútiles que el malvado ha ido acumulando en su casa como a destajo. Se dormirá rico,
pero nada añadirá: porque después de morir no añadirá riquezas a las mismas maldades. Abrió sus
ojos y ya no existe118: en la resurrección se dará cuenta de que no es rico, contra lo que había
pensado. Lo arrebatará la quemazón y saldrá de estampida: tanto si es el flujo y reflujo del mar,
que simbolizan las tribulaciones del siglo, como el bochorno que agosta la hierba del campo,
carente de raíz. Y le arrancará de su lugar119: o bien de su esperanza, o bien Dios mismo le
desgajará de su sitio, para que ya no se le encuentre en el solar de Dios, es decir, en el pueblo
dentro del cual estableció Dios su morada. Y arrojará sobre él y no le perdonará120: como un
cúmulo de penas. Batirá palmas contra él121: a tenor de las palabras también yo me reiré
abundantemente de su ruina122: porque no lamentará en demasía la perdición de los malvados.

Capítulo XXVIII

Hay un lugar donde se forja la plata: los prudentes, que tienen prioridad por la acción. Y hay un
lugar donde se acrisola el oro123: los sabios, que se inclinan por la contemplación. El hierro se
extrae del suelo124. Estos metales hay que tomarlos indistintamente como significando algo
bueno. En efecto, habló del hierro, porque apenas hay diferencias, como si antes hubiese hablado
de él. Aunque en el hierro pueden estar personificados los fuertes. En realidad no hay diferencia
alguna en la sabiduría de los hombres mientras permanecen en ella. El cobre se extrae del mismo
modo que las piedras125: porque todo se extrae o se desprende de la tierra. Para mostrar que los
buenos están mezclados temporalmente con los malos, porque los buenos salen de los mismos
malos, quienes les sirven de crisol para liberarse de la ganga, algo así como a los metales
destinados a una obra artística o a la construcción. Precisan de la tierra para su fundición y para
darles forma. Luego vendrá el proceso de separación, de modo que tras este proceso la tierra
tendrá el lugar y puesto que le corresponde. Tal acontecerá con los malvados. La condenación es
una respuesta a sus méritos. Y él halló todo el fin: qué guiar adonde. Puso halló por ?instituyó?. La
piedra tenebrosa y sombra de muerte126: la piedra, es decir, el Antiguo Testamento ha sido
entregado a las tinieblas y a la sombra de muerte, es decir, a los que van en pos de las realidades
carnales, aunque las esperasen del único Dios. Por eso, llenos de presunción, no se aventuraban
entre los rápidos de la corriente, es decir, no vadeaban el flujo de las cosas temporales para
anclarse en algo consistente, sino que se dejaban llevar por la corriente. Y al torrente lo hendió la
ceniza: es decir, el que confiesa sus pecados y no el que se envalentona de sus obras meritorias. Y
este hecho lo llevó a cabo la gracia del Nuevo Testamento. La hendidura del torrente por la ceniza:
por los hombres. Y se vieron perturbados por los hombres127: por los aduladores ante un Dios
callado, por las promesas de que habían sido objeto al perder su primacía. La tierra de donde salió
el pan. Se sobrentiende esta conmoción o perturbación que ha afectado a aquellos hombres de los
que, como si fueran tierra, salió el pan del Señor. Y le prenderá fuego128: el Señor prenderá fuego
a la infiel con un juicio celestial. Sus rocas son la morada del zafiro, es decir, de las piedras
preciosas e imprescindibles para la construcción de la ciudad celestial. Y montones de oro para
él129: no es pobre en oro, lo cuenta a montones. El camino desconocido para las aves: la
humildad del Señor. Ni lo vio el ojo del buitre130: del diablo. Es camino impracticable para el
león131: para el que se ufana de su poderío. Mete su mano en el pedernal132: poderoso es Dios
para sacar de las piedras hijos de Abrahán133. Rompe las márgenes de los ríos: para que lo
rieguen todo. Llama ríos a los predicadores de la palabra, puesto que pretendieron mantenerse
dentro de sus márgenes limitándose a predicar a los hijos de la circuncisión. Mis ojos han
contemplado todo cuanto hay de precioso134: el ojo humano a través de la palabra hecha carne.
Reveló las profundidades de los ríos: las virtudes que supone tolerar las persecuciones en el
martirio son algo oculto y profundo en el hombre hasta que se manifiesten en la tentación de la
persecución. Y mostró su poder en la luz135: en aquellos a quienes dijo: Vosotros sois la luz del
mundo136. Por conducto de éstos se convirtió incluso un sector no pequeño de judíos. El abismo
dice: No está en mí137: por eso, situados los hombres en este abismo, no pudieron hallarla porque
no estaba allí. No se cambia por oro macizo138: es decir, un tesoro. Ni desmerecerá al lado del oro
de Ofir139. Es como si dijera: buscadla con tesón, puesto que no es inferior al oro de Ofir. No se
compara al oro ni al cristal: o se refiere a algún cristal precioso o pretende decir que hay hombres
que prefieren el cristal a la sabiduría. Y su trueque vasos de oro140: sobrentiende ?no son? vasos
de oro. Ni entrará en la cuenta lo más alto y excelente141: no se tendrán en cuenta en un cotejo.
O también: lo más alto y excelente no se tendrá en cuenta reputándolo como algo fastuoso o
soberbio, puesto que es por la humildad como extraes la sabiduría de sus minas. ¿De dónde viene,
pues, la sabiduría?142 La pregunta se formula de este modo, porque el hombre no pudo hallarla
sino mediante la gracia. En consecuencia, la conversión del corazón tiene que estar polarizada
hacia Dios. Se oculta a los ojos de todo hombre143, porque no es manjar de quienes carecen de
sensibilidad. La perdición y la muerte dijeron144: los perdidos y los muertos que viven rodeados
de delicias. El Señor recomendó sus caminos: la humildad, oculta a las aves del cielo. Él sabe su
morada145: ¿quién sino el Padre es la morada de la sabiduría? Porque cuando se expresa yo en él
y él en mí146 indica una especie de reciprocidad de moradas. Con su mirada abarca los confines
de la tierra147. Y los conoce no de un modo sensible, sino del mismo modo que los creó. El peso y
la medida de los vientos148: por una parte de las criaturas se señala a todas. Por eso dice
puntualmente que todas están hechas149 con peso, número y medida, atributos en los que se
hace inteligible el Creador. Cuando la hizo y la vio, la evaluó: y no la vio fuera al hacerla, sino en sí
mismo como el artista. Y el camino al fragor de las tormentas150: se toman tormentas por
tentaciones y tentaciones por personas tentadas, al igual que la expresión gritos del naufragio
indica los gritos de los náufragos. Entonces la vio y la expuso: en la predestinación el Señor vio el
camino al que convertirse los tentados. La preparó y la probó a fondo151: en la predestinación, no
en la acción.

Capítulo XXIX
¡Quién me diera volver a los meses de antaño!152 Parece que habla personificando a la Iglesia al
lado de Cristo Cabeza, como si la totalidad de este mismo hombre hablara en época de gran
tribulación y de muchas tentaciones, como en aquellos días de los que dice el Señor: Días vendrán
en que queráis ver uno de estos días y no lo veréis153. En la época en que el Señor estaba en la
tierra no existía inquietud o congoja alguna, si bien es verdad que la población cristiana era aún
pequeña, puesto que constaba de aquellos que habían creído en él, entre los cuales había más de
quinientos hermanos a los que tuvo la delicadeza de aparecerse después de su resurrección, como
dice el Apóstol154. Por eso no existía preocupación alguna: ni de mal gobierno de la Iglesia por los
malos, ni de que ésta se viera atacada por las asechanzas de la herejía o del cisma. Ni siquiera
padeció persecuciones corporales, ni tuvo que sufrir adversidad de ningún tipo, ni por parte de los
de dentro ni de los de fuera. Según esto, Job habla personificando al pueblo del Nuevo
Testamento, que, según predicción del Señor, anhela aquellos días. Y tal vez los llame meses, no
años, porque desde la fecha de la elección de discípulos por parte del Señor hasta la fecha de la
pasión no transcurrieron años, sino meses. Cuando resplandecía su lámpara sobre mi cabeza155:
se refiere a la carne visiblemente presente del Señor, o a las palabras de la boca del corporalmente
presente. Cuando la palabra del Señor inspeccionaba mi casa156: con intención de proteger mi
vida. Y me rodeaban mis niños157: los que obedecían humildemente y nos proveían de lo
necesario. Cuando corría la mantequilla por mis caminos: por mis costumbres, el gozo de la fe y de
las buenas obras. Cuando mis montes rezumaban leche158: se hacía una adecuada exposición de
los profetas a los pequeños. Cuando salía de mañana a la ciudad: o bien cuando rayaba el alba,
tras la oscuridad del temor; o bien en los comienzos de la Iglesia, ni lo suficientemente oculto ni lo
suficientemente manifiesto. Y en la plaza se alzaba mi silla159: la muchedumbre me confería la
autoridad de enseñar. Los jóvenes, al verme, se escondían: los entregados a sus apetitos. Y los
viejos se ponían de pie160: los prudentes. Y los poderosos dejaron de hablar161: los que se
pavoneaban de sus enseñanzas. El oído me oyó y me hizo feliz162: el pueblo que no conocí me
obedeció. Y los ojos que me veían se desviaron163: los de los judíos incrédulos. La boca de la viuda
me bendijo164: la boca de aquella alma que renunció al consorcio con el diablo. He aquí que
llevaban muerto al único hijo de una madre que era viuda165. Vestíame de justicia como de
capa166: al preferir lo espiritual a lo carnal, que tu mano izquierda no sepa lo que hace tu
derecha167, es decir, que no vea la intención con que actúa. Al ocultar la mano izquierda, la
derecha queda al descubierto sobre la capa. Esto hace quien juzga rectamente a qué hay que
referir la acción. Examiné la causa que no conocía168: Mira que lo hemos dejado todo y te hemos
seguido. ¿Qué tendremos?169 Dice que se sintió feliz al tener a quién preguntar sobre el juicio
futuro. Quebranté las muelas de los injustos170: para que dejaran de comerse al pueblo como si
fuera pan. Mis días van envejeciendo; viviré largo tiempo como la palmera171. Mi edad se
prolongará y viviré como la palmera en honor, altura y rectitud eternos. Y el rocío se posará en mis
mieses172: se llama mies al campo tan pronto como se siembra y germina. Mi gloria se renovará
siempre conmigo: la gloria del Nuevo Testamento. Y mi arco avanzará en mi mano173: haré lo que
mando. Y no añadieron a mis palabras: significa la perfección del Evangelio, puesto que las
palabras de la sinagoga tenían necesidad de una adición. Se llenaron de gozo cuando les dirigía la
palabra174: porque la primera palabra era de temor, la segunda era de amor. Si me reía de ellos
no creían175: alusión a quienes hablaba en parábolas de modo que no le entendieran, no fuera
que pensaran que decía tonterías, al fijarse nada más que en el sonido de las palabras. Esta es la
risa de Sara176, que significaba que ellos lo habían hecho todo en profecía. Así les acontece a los
que dicen algo en sentido figurado. Escogí el camino de ellos y me senté a la cabeza o en calidad
de príncipe: sea asumiendo la mortalidad, sea comiendo con publícanos y pecadores, pero de
modo que fuera el príncipe de su salud. Y moraba entre ellos como rey rodeado de sus esforzados:
los que le siguieron después de abandonarlo todo. Como consolador de tristes177. Se refiere a
quienes, estando tristes por las realidades de la vida presente, tenían puesto su gozo en la
esperanza. Bienaventurados los que lloran178, se dice en un pasaje, y en otro, como contristados,
aunque siempre alegres179: se refiere a los que no pueden abarcar aquella grandeza de la que
está escrito: el que actúe y enseñe así, será conceptuado como el mayor en el reino de los
cielos180.

Capítulo XXX

Y ahora ríense de mí los chiquillos y me dan consejos los que son más jóvenes que yo: también en
la Iglesia han nacido con posterioridad personajes parecidos, pero que no son de mucho provecho.
Dice me aconsejan porque mediante los honores eclesiásticos reciben el poder de predicar al
pueblo cosas que ellos no hacen. A cuyos padres yo desdeñaba181: llama padres a aquellos de
quienes son hijos porque les imitan. A ellos les fueron dirigidas aquellas palabras: ¡Ay de vosotros,
escribas y fariseos, hipócritas!182 Aun la fuerza de sus manos la consideraba como nula: la
potestad paterna, la de aquellos padres que por entonces disfrutaban de un poder tan grande que
crucificaron al Señor. Su vida había perecido enteramente183: porque ni siquiera se corrigieron al
final. Inestables por la miseria y por el hambre: los más variados deseos les dejaban insatisfechos.
Los que huían al desierto ayer: refugiándose en la excusa de la ley que no entendían en su
sencillez. Y porque en el desierto habían acogido a los que huían al desierto ayer184. Así como el
hoy pertenece al Nuevo Testamento, del mismo modo el ayer pertenece al Viejo. Del Nuevo se
dice: Si hoy escucháis su voz, no endurezcáis vuestros corazones185; y tú eres mi hijo, yo te he
engendrado hoy186. Roían las cortezas de los árboles: porque tomaban como alimento las figuras
de la Ley que encubrían cosas útiles. Su alimento eran las raíces de las hierbas187: los misterios
que por mandato tenían que celebrar corporalmente, apegados en cierto modo a la tierra. De ellos
surgiría el fruto de una interpretación sencilla, que les llevaría a la libertad supraterrena, objetivo
que no habían podido alcanzar. Gente sin honor, abyecta, carente de todo bien: que había perdido
el honor de la primacía, así como la esperanza en la promesa. Incluso habían perdido con toda
razón el mismo don terrenal, sin poder contar con el reino de los cielos. Se alimentaban de raíces
de retama acosados por el hambre188: lo dicho de las raíces de hierbas, atendiendo a los frutos
cereales, vale también de las raíces de retama o arbusto, en atención al vino y al aceite. La misma
Iglesia ha admitido todos estos frutos espirituales, cuyas raíces bien metidas en tierra eran los
misterios cuya observancia corporal obligaba a los judíos: el sábado, la circuncisión, las ofrendas,
etc., de los alimentos espirituales. Cayeron ladrones sobre mí189: alusión a los que, por medio de
maquinaciones engañosas, escalaron honores inmerecidos que eran privativos de los justos. Su
morada eran las grutas en las rocas190: los que amparaban sus apetitos y se escudaban en
algunos pasajes oscuros de los libros santos. Y rugían entre la maleza191. Sus pecados eran del
dominio público, aunque trataran de disimularlos en la oscuridad de las Escrituras como si fuera
follaje. A propósito viene aquello de el griterío de los habitantes de Sodoma ha llegado hasta
mí192. La Escritura en otros pasajes pone griterío significando los pecados públicos. Por
consiguiente, la palabra es todo cuanto se concibe en el corazón, y el grito es cuando de la palabra
se pasa al hecho. Los que permanecían bajo los troncos193: se puede entender que permanecen
no sólo bajo los troncos, sino incluso más abajo, quienes cumplen los mandamientos aunque sea
carnalmente. Pues el tronco no es talmente el fruto, sino el punto de donde surgen las partes
portadoras del fruto de los árboles o de las hierbas. Y esto tratándose de árboles fecundos, pues
también se les llama troncos cuando no es especie fructífera. Los hijos de los necios y de los
innobles194: de los judíos, pues ya se ha dicho antes que éstos eran sus padres por imitación,
porque también ellos caminan bajo el nombre de un Dios a quien no adoran. Y llama necios e
innobles a los judíos, quienes, por su parte, no sólo se creían guías de ciegos, sino también hijos de
Abrahán, a cuya paternidad achacaban su nobleza. Pero cuando oyen que son ciegos y guías de
ciegos195 queda demostrada su necedad. Y cuando oyen si sois hijos de Abrahán, haced las obras
de Abrahán196, se demuestra que se han vuelto innobles por haber degenerado. Su nombre y su
fama se han extinguido en el país197: en un tiempo existió, pero ahora ha muerto. Y ahora a éstos
les sirvo de cítara: a estos que tuvieron por padres a quienes me tenían cerca del oído, pero no del
corazón. Y me tienen como objeto de fábula198, es decir, como un relato o rumor huero e inútil,
aunque el objeto del relato y de la audición sea yo. Abominan de mí y se retraen esquivos:
alejándose de la justicia por el pecado y abominando los preceptos de la justicia con sus
depravadas costumbres. Ni se privaron de escupirme a la cara199: el rostro de Cristo es execrable
para quienes mezclan horror con desprecio frente a los preceptos de Cristo. También puede
interpretarse que con sus costumbres corrompidas me dieron a conocer mal. Echando mano de su
aljaba me ha afligido: los secretos de las cosas donde tienen su origen las tentaciones. Y pusieron
freno a mi cara200: para que a la fuerza accediera a sus caprichos, llevándolos y conduciéndolos
adonde quisieran: a su propio abismo. A mi derecha surgieron los vástagos: con ayuda y buenos
consejos han aparecido con la finalidad de dar satisfacción a sus apetencias, y no con la
persecución. Pusieron grillos a mis pies201: los grillos de los oficios eclesiásticos, de modo que no
pudiera eludirlos. Mis caminos están deshechos202: para que no aparecieran los buenos caminos
por donde suelen caminar los buenos, que no buscan sus propios intereses, sino los de
Jesucristo203. Me ha despojado de mi túnica204: me ha despojado de mi antigua autoridad, a la
cual suele rendirse. Esto ocurre cuando sube de punto la abundancia y la práctica de los pecados.
Y me ha herido con sus dardos: con sus mandamientos, por los que veo los males y, al no poder
reprimirlos, sufro lo indecible. Ha abusado de mí como ha querido: Dios se sirvió como quiso de mi
desgracia y miseria para ejercer su justicia. Estoy rodeado de dolores205: los padezco en mí mismo
y en los demás. Fuera luchas, dentro temores206. ¿Quién enferma que no enferme yo?207 Mis
dolores se repiten y mi esperanza huye como un soplo: retornando, como si fueran algo vacío, a la
esperanza de las realidades temporales que tienen lo que prometo. Y mi salud ha pasado como las
nubes208: al no esperar por amor de la salud presente la salud prometida. Y ahora mi alma se
derrama sobre mí209: pecando. Y por la noche se me quebraron los huesos: dice que le han
privado de la firmeza anterior. Y mis nervios están deshechos210: las acciones pasadas. Con gran
fuerza agarró mi vestido: para hacer demostración de su fortaleza, ahora castigando y luego
rehabilitando. Me ciñó como la orla de mi túnica211: apenas me ha dejado un resto de crédito. Mi
porción es el polvo y la ceniza212: la penitencia, porque es lo último. Se quedaron plantados
estudiándome213: estando postrado, se plantaron los soberbios ante mí buscando motivos de
reprensión. Y me has apartado de la salvación: se duele de aquellos que perdieron la esperanza de
reparación. La tierra es la casa de todos los mortales214: dice que la razón del miedo ante la
muerte consiste en no tener trato con el cielo215, lo que les ocurre a muchos que son malos en la
Iglesia y tienen pautas de comportamiento terrenal. Ojalá pudiera quitarme la vida: para morir al
mundo. O rogarle a otro que me lo hiciera216: a un ángel mejor, o al mismo Dios que me
corrigiera. Yo estaba esperando bienes217: se queja de que súbitamente le sobrevinieran estas
calamidades. Mis entrañas se agitan y no paran218: su intimidad, o la memoria que le recuerda lo
que fue y el mundo doloroso de la actualidad. Me levanté en la asamblea para gritar219: porque
en la asamblea no se oyó la voz de quienes no querían corregirse. Mi piel se ha ennegrecido en
extremo220: por los sufrimientos que le llegaban de fuera. En duelo se ha trocado mi cítara221:
las obras buenas con que gozoso alababa a Dios.

ANOTACIONES AL LIBRO DE JOB

Traducción: José Cosgaya

Capítulo XXXI

Hice pacto con mis ojos: ¿es que comencé a esperar bienes visibles? De no pensar en doncella1. Se
sobrentiende, lejos de pensar en eso. A partir de este momento comienza a recordar los méritos
de la Iglesia en aquellos que perseveran hasta el final en las grandes tentaciones cuando abunda la
iniquidad2 y se enfría la caridad de muchos. Y no pensaré en la doncella: en la integridad de la
sabiduría o de la justicia. Pero ¿cuál es la otra porción de Dios desde arriba?3 Se sobrentiende, no
pensaré. O también: ¿y cuál es sino aquélla? Si he caminado con los burlones: resulta más que
difícil que hasta los buenos que viven en la Iglesia no se mezclen con tales personas. O si mi pie se
apresuró hacia el fraude4: la hipocresía. Yo haré la sementera y que otros coman de mi cosecha:
como les aconteció a los judíos, esto es: proclamar lo que tienen que hacer los otros más que ellos.
Que me halle sin raíz sobre la tierra5: para que me agoste con rapidez. El que practica lo que
predica se halla en la tierra más firme que la roca. Si mi corazón se dejó seducir por mujer: de
modo que en el pueblo de Dios busque su gloria personal más que la de Dios, el único a quien se
debe de justicia. O si estuve al acecho de su puerta6: si anduve captándome insidiosamente la
benevolencia de su pueblo o el temor, para con estos medios agenciarme que este pueblo me
sirva a mí más que a Dios. Que mi mujer hechice a otros: mi fama al diablo, sabiendo que cuando
le agradamos a éste desagradamos a Dios. Porque aquél disfruta con nuestros males. Que mis
hijos queden avergonzados7: mis hechos o mis imitadores. El fuego que devora mi alma es
devorador viendo a la mujer en brazos ajenos8: reivindicándola para mí. Y si desdeñé el derecho
de mi siervo o el de mi sierva cuando yo les impartía justicia9: según aquello: cuando surjan entre
vosotros cuestiones sobre cosas de la vida10. Llamó siervos a los laicos dedicados aún a las
realidades mundanas. Cuando me pida cuenta, ¿qué le responderé?11 ¿Cuál es mi actitud moral
en la persecución, si desdeño asuntos como éste? ¿Es que no eran concebidos ellos al igual que yo
en el seno? En los sacramentos a todos se les predica lo mismo, todos creen en lo mismo. Nos
alojamos de igual manera en el vientre12. Uno no se pronuncia de distinta manera a como lo hace
otro que va a servir plenamente a Dios. Desde el seno materno les guiaba13: desde sus comienzos,
tales son las acciones de la Iglesia. O si desprecié al desnudo sin vestirlo14: si no cubrí, mediante la
fe en el perdón de los pecados, al que perecía, librándole de la fea desnudez, es decir, del pecado.
Comienza ya a perder la esperanza por la abundancia de sus pecados. Hace al caso el texto: Y
aquellos a quienes se les encubren los pecados15. Si no me bendijeron los brazos de los enfermos:
por la esperanza en la inmortalidad, que es como el vestido que les abriga. Y para que, tras creer
en el perdón de los pecados, no pensaran que les basta carecer del temor de los castigos pasados
y comenzaran a esperar las realidades temporales, añadió oportunamente: Se calentaron con el
vellón de mis ovejas16, porque quedan vengados del frío de la esperanza terrenal de los tales, si
abandonaron mediante renuncia las realidades carnales, a ejemplo de las ovejas recién
esquiladas17. Si alcé mi mano contra el huérfano: quien, al no encontrar padre, podría ir en
seguimiento de las criaturas o del hombre. Confiando en que cuento con mucho apoyo18:
queriendo dominarlos. Que mi brazo se desprenda de mi hombro19: esto ocurre con los que se
apartan de la Iglesia al querer dominar a la gente: sufren un cisma en el interior de su propio
cisma. El hombro y el brazo denotan las acciones. Me invadió el temor: para no levantar la mano
contra el huérfano. No podría resistir su peso20 si pretendo oprimir al huérfano. Puse en el oro mi
fortaleza. ¿Es que he presumido de la doctrina o de la sabiduría de Dios? Y si tenía puesta mi
confianza en las piedras preciosas21: como en mis obras. Si me gocé en mis muchos bienes22:
como en algo mío, de modo que el que se gloría, que se gloríe en el Señor23. Si he puesto toda mi
alma en mis muchos tesoros24 —hay que sobrentender siempre: Que mí brazo se desprenda de
mi hombro25—; porque me amaban muchos. Y mi corazón se vio secretamente seducido26. El
orden es: si consentí en tal pensamiento hasta el punto de presumir de mí. Si lancé con mi mano el
beso de mi boca27: si me he gozado en mis obras. Si me alegré del infortunio del enemigo28: de la
Iglesia; así son los perseguidores de la Iglesia. Que mis oídos escuchen mi propia maldición: que
llegue hasta mis oídos. Que quede difamado por el desprecio de mis gentes29: del pueblo de los
santos; que se le separe como a un ultrajado. Y si con frecuencia lo decían mis criadas: los
aduladores. ¿Quién nos permitirá que nos saciemos de sus carnes? Cuando aún era bastante
bueno30: que imitaran en mí la felicidad carnal. Sin embargo, no hice esto, y para que no lo
dijeran no me presentaba como bueno ante ellos. No pasaba la noche fuera el extranjero31:
acogía a los caminantes del mundo. Y si pecando libremente encubrí mi pecado32: ya que
pecamos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad33. O si despedí
al enfermo con las manos vacías para que franqueara mi puerta34, de modo que traspusiera mis
puertas por estar con las manos vacías. ¿Quién me diera un oidor? ¿Quién se presta a
escucharme? Si no me he asustado ante la mano del Señor35: con la que escribió: Si no perdonáis,
tampoco os perdonará vuestro Padre36. Si tengo algún mensaje por escrito37. El orden es: si
tengo algún mensaje escrito y si no lo he roto sobre mis hombros, lo leeré coronado llevándolo
sobre mis hombros38: y coronado lo leeré en público, es decir, contra mi rostro te pondré delante
de tu rostro39. Porque me veré abochornado con la corona del pueblo, ya que no he cumplido lo
mandado por el Señor, aunque afirmé que sí lo había cumplido, negando primero tener el escrito
que luego se me echa en cara. Si clamó la tierra contra mí alguna vez: los tributarios de la Iglesia,
porque soy malo. Si a una lloraron sus surcos40: que acogen la semilla de donde nace el fruto;
porque soy malo y sembraba mala simiente; por eso dice si lloraban a una. O si comí yo solo su
hacienda sin pagarla41: habla de la misma misericordia de la que participa el que catequiza al
catequizado42. Por eso dice yo solo, sin pagar al donante. O si colmé de tristeza, con mis engaños,
al Señor de la tierra43: no mostrándome digno de la pasión de quien dio su vida por mí. No
entristezcáis al Espíritu Santo que mora en vosotros44. Názcanme ortigas en vez de trigo45: en vez
de doctores espirituales, maestros que tienen el prurito de que los oigan y los estimulen personas
de mente corrompida y apartadas de la verdad46. Y cardos en vez de cebada47: en vez de carnales
obedientes, pecadores y contumaces. Job era justo ante sí mismo48: en su conciencia.

Capítulo XXXII

Palabras de Elihú, buzita. Dios le ha abatido, no el hombre49. Expondré la razón de su silencio. No


voy a responderle con vuestros argumentos50. Personalmente voy a decirle tales cosas que se
sienta incapaz de replicarme como lo ha hecho con vosotros. Puesto que he estado esperando y
no han hablado51: lo dice dirigiéndose a Job. Mis entrañas están como odre cargado de vino. Se ve
avalado por la Escritura porque hablará proféticamente. O como fuelle de calderero que está
roto52. Para eliminar durezas hablaré duramente: por eso se le califica de airado. Ninguna
necesidad habría de que hablara si le hubierais replicado vosotros adecuadamente. De lo
contrario, también a mí me comerán las polillas53: al igual que a vosotros y a todos los que se
quedan suspensos ante un personaje.

Capítulo XXXIII

Mi corazón es puro en sus palabras54: no tiene doblez. El espíritu de Dios quien me hizo55: se
sobrentiende —es— para que sea: El espíritu de Dios es quien me hizo. ¿Cómo, pues, dices: soy
justo y no me ha escuchado?56 como si Job replicase a un adversario. El Señor habla una vez57:
como si el Señor hubiera realizado de una vez el llamamiento de todos los justos, y su divina
providencia lo fuera haciendo temporalmente en cada persona. En sueños o en visión nocturna:
en la ignorancia o en la tribulación. Cuando desciende sobre los hombres el sopor mientras
duermen en el lecho58: seguros. Y libre su cuerpo de la perdición59: en sentido figurado, igual que
los huesos. Y libró su vida de la muerte60: una vez que le convierte, le perdona. Porque
sobrevendrá la guerra y volverá a castigarle con dolores en su cama: vuelve a probarle después de
su conversión, para que no presuma de sus propias fuerzas. Y el conjunto de sus huesos se
marchitó61: la confianza en sí mismo. No será capaz de comer todo alimento62: el consuelo de las
realidades temporales. Y renovará su cuerpo como una mancha en la pared63: el cambio de vida.
Metáfora aplicable en este caso a la sociedad, representada en la construcción. Y hará su carne
tierna como la de un niño64: para que no sea duro por la soberbia, conforme al pensar de Elihú, el
Job humilde se ve tentado por la innovación. Y penetró con cara alegre con su propósito65:
preparado para las tentaciones. Salva mi vida, no caiga en la corrupción66: aquí está la tentación
de la muerte. Esto ocurre tres veces con el hombre67: la conversión, la prueba y la muerte. Pero
libró mi alma de la muerte: porque aún resta esta de la muerte. Para que mi alma le alabe en la
luz68: entonces es cuando cesarán las plegarias porque no habrá carencia de nada.

Capítulo XXXIV

Replicando dijo Elihú.69 Igual que se dice: Y añadió. Y los que poseéis la ciencia, oíd con vuestros
oídos:70 espirituales. Pues el oído discierne las palabras:71 este oído carnal. ¿Qué tiene de bueno
que Job diga: «yo soy justo»?72 ¿Qué dijo de bueno al hablar? Y en mi juicio él mintió73. Por eso
se dice: Yo esperaba bienes74. Por eso decayó en su esperanza, porque mintió. ¿Qué hombre hay
como Job?75 Prosiguen las palabras de Job. Puesto que ha dicho que no será visitado el hombre
que camina al lado de Dios:76 cree que en este punto está en un error, por haber hecho todo
aquello esperando en eso, o bien porque no cree que sea visitado para bien aquel que camina al
lado de Dios. Lejos del Señor la maldad77: tanto la de no visitar para bien a aquel que camine con
él, como, en el caso de que le visite en la tentación, la de actuar con maldad e injusticia. Malvado
es el que dice al rey: obras injustamente78. Y tú no debes decirlo, porque no eres malvado. El que
dice es una buena expresión, no «el que dijo», no fuera que se hiciese tal por eso mismo. Como se
dice también «se hizo», el que hace esto. Y el que dice a los nobles: Obráis con la máxima
impiedad79: como si dijera a los ángeles: a excepción de vuestro príncipe Miguel, obráis con suma
impiedad. Y si se califica así de impíos a los príncipes, ¿cuánto más al rey? Porque abusaron
vilmente al ser excluidos por débiles80. Han hecho mal uso de esta exclusión, al ser excluidos a
causa de su debilidad de aquella visión por la que se ve que todas las cosas están ordenadísimas y
administradas con sumo orden por Dios. Y han usado mal de esta exclusión porque prefirieron
seguir su opinión de que Dios no se preocupa de estas cosas. Por ello les resultará totalmente
inútil acudir con ruegos al hombre en sus necesidades cuando a quien debían rogar es a Dios. No
habrá lugar ni hay sombra de muerte donde puedan esconderse los malhechores81: la sombra de
muerte no existe para ocultarlos. Es lo que dice el texto: No son los ancianos los sabios82, porque
la vejez no es causa de sabiduría. Y también: No saludes al hereje83, en cuanto hereje. Y derribará
la noche y quedarán aplastados84: de modo que quede sobre ellos lo que estaba bajo ellos, es
decir, que los aplaste lo que les estaba sometido. Y extinguió a los malvados85: daba la impresión
de que brillaban para sí mismos. Y no conocieron sus justicias86: cuenta los bienes que Dios sacó
de su maldad, hasta el punto de que llega a él el grito del desvalido87. El dará el descanso, ¿quién
le podrá condenar?88 No el descanso que buscan los hombres que se ven turbados por aquellas
tribulaciones. Si Dios es el que justifica, ¿quién podrá condenar?89 Y a la vez contra el hombre90:
contra los gentiles y los judíos. Que hace que reine el hipócrita por culpa de la perversidad del
pueblo91: a él se le dice: ¿Tuque enseñas a otro, no te enseñas a ti mismo?92 Veré sin mí.
Manifiéstamelo tú: al reprenderte a ti, ¿es que no veo la necesidad de reprenderme a mí mismo?
Con interrogante. Si he hecho el mal, no volveré a repetirlo93: una vez corregido por ti. ¿Es que él
te la va a pedir, una vez que le rechazaste?94 Le reprendiste. Y el varón sabio oirá mis palabras95:
que Dios cuida de todo. Pero Job no habló cuerdamente96: pensando que algo malo le iba a venir
de parte de Dios.

Capítulo XXXV

¿Por qué pensaste eso? ¿Por qué has juzgado así? ¿Quién eres tú para decir: soy justo en la
presencia del Señor?97 En presencia del Señor dijiste: soy justo. Dos cosas son reprensibles en el
hombre: una, afirmar tanto orgullosa como falsamente que uno es justo, incluso según los
criterios humanos de justicia; otra: nunca puede decirse con verdad, por parte de un hombre, que
es justo en presencia de Dios, en cuya comparación cualquiera es un malvado. O dices: ¿De qué te
sirve o qué voy a hacer si he pecado?98 Esto es lo que piensa él que dijo Job a Dios, como si el
pecado de Job fuera de provecho para Dios, en el sentido de que ese dolor le coacciona a la
piedad, donde dice: No me enseñes a ser impío, o ¿te reporta un bien el que yo cometa
maldad?99 O que al pecar le infiera a Dios daño alguno, y, consiguientemente, Dios le persiga y
acose como a un enemigo para que no le infiera mal alguno. En efecto, también había dicho: Si
pequé, ¿qué puedo hacerte?100 A ambos argumentos responde Elihú en las palabras que siguen:
Voy a responderte a ti y a tus tres amigos contigo101. Contempla el cielo y mira; considera las
nubes qué altas están102. Si has pecado, ¿qué le haces? Es una confirmación de sus propias
palabras: Si pequé, ¿qué puedo hacerte? Y si cometiste muchas injusticias, ¿qué podrás
hacerle?103 Mayor trascendencia tiene si cometiste muchas injusticias que lo anteriormente
sentado: si pecaste. Y, sin embargo, ¿qué podrás hacerle a Dios, si ni siquiera eres capaz de dañar
a las nubes? Y si eres justo, ¿qué le aportarás? Argumento por contraste: así como tu justicia no le
rinde provecho alguno, tampoco tu injusticia le perjudica en nada. ¿O qué cosas va a tomar de tu
mano?104 Aunque quieras dárselas. Es una referencia a los sacrificios que, a juicio de los necios,
Dios acoge porque en cierto modo tiene necesidad de ellos. Que tu maldad sea para un hombre
que se te parezca y que tu justicia sea para el hijo del hombre105: la primera será dañina; la
segunda, provechosa. Pero vemos que estos pasajes, más que un rechazo, son una confirmación
de la tesis de Job: Si pequé, ¿qué puedo hacerte?106 Por tanto, hace muy al caso que nos
manifieste las razones de por qué en esta vida los hombres se ven acorralados por las injusticias
de los malos, a cuyo número también pertenecen el diablo y sus ángeles, como corifeos de todas
las injusticias y maldades. Y, puesto que los pecadores no le pueden hacer daño a Dios, ¿por qué
los entrega a la jurisdicción de los malos para que los mortifiquen? Prosigue la exposición
diciendo: Gritarán desde el tropel, clamarán aplastados por la fuerza de las masas107. Pero nadie
dice: ¿dónde está el Dios que me hizo? La finalidad de estos sufrimientos es la búsqueda de Dios,
para que los gritos no caigan en el vacío. Las palabras me hizo son toda una afirmación de que
nunca abandonará Dios al que busca a su Hacedor. El que distribuye los turnos de noche a los
centinelas108: se refiere a las épocas de este siglo, organizadas bajo poderes concretos, ya que el
Creador del hombre tampoco le dejará desguarnecido en esta noche de engaños. El que me
distancia de los cuadrúpedos y me hace más sabio que las aves del cielo109. Así hay que buscar al
Señor en las aflicciones de esta vida: hasta el punto de no apetecer de su mano bienes terrenales.
Porque ya antes de recibir este tipo de bienes somos superiores a las bestias. Allí gritarán, pero no
les harás caso110. Al decir allí, se refirió al gentío, a los que claman en el aprieto del tropel y entre
los empujones de la masa. Este adverbio allí puede asimismo referirse al texto: allí cayeron los
obradores de la maldad111. Y la expresión no les harás caso la dijo de él. En medio de las
injusticias de los malvados112: se sobrentiende «clamarán». La razón es que el Señor no quiere
ver vaciedades: Dios no quiere atender a quienes demandan vaciedades y a quienes en la aflicción
no gritan esperando conseguir los bienes eternos. Pues han sido objeto de segregación de entre
los cuadrúpedos y han recibido una sabiduría superior a las aves del cielo. Claman a voz en grito
porque no son felices entre las maldades de este mundo. Pero el Todopoderoso en persona no
pierde de vista a los que obran la justicia, y me salvará113. Al igual que el que sondea las
intimidades del corazón se fija en los que obran, así también salva con la salvación que él ve en la
intimidad. Cosa que ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni vino a la mente del hombre es lo que Dios tiene
reservado para quienes le aman114. Por eso, aunque sufra quebranto la vana salud de los
hombres, el Padre que ve en lo escondido115 acude a ampararlos en su angustia. Júzgale, pues, a
él, si es que puedes alabarle tal como es116. Parece que así se expresa Job al decir: ¡Ojalá
tuviéramos árbitro!117 Y ahora, que no ha recurrido a su ira, ni tiene conocimiento airado de la
transgresión118: conocimiento con finalidad vindicativa. A cuento viene el texto: Porque yo
conozco mi maldad119. Y en el mismo salmo: Aparta de mis pecados tu vista120. Claro que Dios
tiene conocimiento de los delitos, pues por eso precisamente sufren angustias los hombres en
este mundo. Pero no se trata de un conocimiento lleno de ira, porque al corregirlas das a las
partes un espacio para el arrepentimiento. Y Job abrió vanamente su boca y multiplicó en su
ignorancia las palabras121.

Capítulo XXXVI

Sopórtame un poco y te enseñaré; aún me quedan palabras. Tomando de lejos mi saber122:


Porque mientras estamos en este cuerpo somos peregrinos apartados del Señor123. Hablaré con
mis obras, que son justas124: para que no se le reproche lo que Dios le echa en cara al pecador:
¿Quién eres tú para enumerar mis mandamientos y para tomar en tu boca mi alianza? ¿Tú, que
aborreces la disciplina?125 Por eso aquí hay que hablar con las obras: porque el saber se toma de
lejos, de manera fragmentaria y enigmática126. Pero cuando llegue lo que es perfecto,
desaparecerá lo fragmentario y entonces ya no será de lejos, porque le veremos tal cual es127. Y
no tomarás como injustas palabras verdaderas128. Los mismos males que padecía Job dice que
son palabras de Dios basadas en la verdad y justas, pero cree que las entiende de manera injusta.
Piensa que él se queja de sufrir sin motivo, siendo así que, a propósito de la tribulación de los
justos, se dice: Ha llegado el momento en que el juicio comience por la casa del Señor129. Y ten en
cuenta que Dios no desprecia al inocente130, aunque castigue al que bien quiere y azote a todo
aquel a quien acoge en calidad de hijo131. El fuerte por el vigor del corazón no da vida al impío:
aunque parezca que le perdona temporalmente. Queda bien cualificado: fuerte por el vigor del
corazón, porque no le vivificará132 cuando, con lágrimas, ande a la caza, ya demasiado tarde, de
un espacio de arrepentimiento y no lo encuentre, ni mueva ya a piedad al severo juez a quien
desprecia ahora cuando le amonesta misericordiosamente. Y otorgará el juicio de los pobres133,
con que juzgará a aquellos cuya maldad sufren. La alusión a los pobres es acertada, para que
entiendas que el rico de antes es el soberbio, es decir, el orgulloso. No apartará sus ojos del
justo134: incluso cuando le acrisola a fuego con la prueba de las tribulaciones, no le despojará de
la inteligencia por ser el medio de conocer y de dar culto a Dios135. Todo ello es una prueba
suficiente de que el castigo de los malvados es la ceguera misma, aunque dé la impresión de que
se les perdona. Y con los reyes sobre el trono136: se aplica a los justos, y se sobrentiende que los
hizo sentarse. Llama reyes a los que gobiernan su carne. A propósito viene el pasaje: ¿O qué rey
que va a declarar la guerra a otro rey...?137, etc. Y los hizo sentar para siempre, y se verán
enaltecidos138. También aquí se sobrentiende lo dicho con anterioridad: con los reyes sobre el
trono. Y dijo que se verán enaltecidos porque están humillados. Y los que están aprisionados con
grilletes139: de estos grilletes habla el Apóstol cuando dice que le vendría bien verse libre y estar
con Cristo140, es decir, liberarse de las amarras de esta vida en que el cuerpo corruptible es una
carga para el alma141. Se verán atados con lazos de miseria142: quedarán amarrados por la
continua costumbre de los placeres carnales que dimanan de la penuria de las realidades en que
se basa y actúa la vida mortal. Y se les anuncian sus propias obras143: no ciertamente buenas.
Puede ser una referencia a las mismas realidades concupiscibles, de las que se dice: Sé que el bien
no mora en mi carne144, y que, aunque no reinen en nuestro cuerpo mortal para que se les rinda
tributo, no por eso faltan a la cita. También puede aludir a aquellas por las que el hombre mereció
llegar a esta situación por la transmisión del pecado. Y delitos, una vez robustecidos145: son las
mismas obras de que se ha hablado. No hay que facilitar la propaganda de este tipo de obras ante
los débiles, sino ante aquellos que han llegado ya a este grado de aprovechamiento que superaron
toda esta inmoralidad que el vulgo conoce en las obras pecaminosas y criminales tan manifiestas.
Sino que escuchará al justo146: es decir, al que vive de la fe147, de modo que atribuye a la gracia
de Dios y no a sus propios méritos no sólo verse justificado conforme a la medida de esta vida,
sino también lo que resta, el verse libre de toda clase de delitos. Todo esto lo proclama la verdad a
los fieles, una vez robustecidos, cuando caen en los lazos de la pobreza148. Aún se ven trabados
con grilletes149 y todavía no se han visto enaltecidos sentándose en el trono con los reyes150
para siempre. Y les dijo que se apartarían de la maldad151. Se sobrentiende que fue Dios el que se
lo dijo. Si le escuchan y se le someten, terminarán felizmente sus días en medio de bienes y sus
años en gloria152: entonces no habrá pecado alguno en el hombre, porque no existirá la
pretensión de la muerte. Es decir, no existirá la necesidad que proviene de la mortalidad, que
tiene su origen en el pecado, puesto que, por otra parte, se preguntará: ¿Dónde está, oh muerte,
tu lucha?153 A los malvados no los salvará, porque no quisieron conocer al Señor. Este pasaje creo
que tiene aplicación prioritaria pensando en los gentiles. Y cuando se les amonestaba, se
mantenían en la desobediencia154. Esto es aplicable a los judíos y a todos aquellos que se les
asemejan por su actitud obstinada y desobediente, incluso dentro de la Iglesia. Y los hipócritas de
corazón dejarán ver su furor: el que les llevó a crucificar al Señor. Y no clamarán, porque les
encadenó155: por el honor de su nombre entre todas las naciones. Que su alma muera en plena
juventud: en el orgullo con que se ensoberbecían como de los méritos de sus obras. Y que su vida
la apuñalen los ángeles156. Más acomodado resulta aplicárselo a los embajadores de la verdad, en
unos olor de vida para vida, en otros olor de muerte para muerte157. Por haber atribulado al débil
y al indefenso158: alusión a la debilidad de Dios, que es más vigorosa que los hombres159. Pero
dejará bien definido el juicio de los mansos160: el mismo Señor, dejando el ejemplo de su
mansedumbre, retarda incluso la venganza de sus imitadores, venganza que, sin duda alguna,
tendrá lugar más tarde. Y porque te engañó el abismo por boca del enemigo: según el parecer de
sus enemigos, la profundidad de este siglo engañó a Cristo por boca de falsos testigos. Pues dirige
sus palabras al Señor mismo. Esparcidos bajo él: se sobrentiende —te engañaron—. Dice que,
aprisionados por las ambiciones terrenales, quedaron esparcidos bajo el abismo. Y se descolgó tu
mesa repleta161: el sacramento de su cuerpo y de su sangre, el pan que bajó del cielo162. El juicio
no dejará desamparados a los justos163. Aunque los pobres coman y se sacien imitando los
sufrimientos del Señor y preparados por la plenitud de la caridad, no por eso deja de hacer el
juicio de éstos en seguida. Y la ira recaerá sobre los malvados por la maldad de los dones que
recibían por sus maldades: se refiere a toda clase de dádivas, a todo tipo de bienes temporales por
cuya consecución se comete todo tipo de desmanes. Que no se te tuerza tu voluntad164: se le
dice al Señor, y se hace no con autoridad de consejero ni con osadía de mandante, sino por
expresión de la profecía que anuncia el futuro de modo imperativo. Es algo así como cíñete tu
espada sobre el muslo165. De las súplicas de los débiles: de los que claman cuando se hallan en un
aprieto166: Infeliz de mí, ¿quién me librará de este cuerpo mortal?167 Y todos los que tienen
vigor168: los que se ufanan de sus acciones y buscan la afirmación de su propia justicia169. No los
saques fuera de noche: que quede bien claro que discriminas de tu pueblo tanto a los orgullosos
que se desgajaron del olivo como a los sarmientos podados de la vid, origen de las herejías y de los
cismas. Para que suban los pueblos en vez de ellos170: para que se realice el injerto de la
debilidad de este mundo para confusión de los fuertes171. Porque el que se humilla será
enaltecido, y el que se enaltece será humillado172. Pero guárdate de hacer algo
inconveniente173: para que el nombre y la doctrina del Señor Dios no sean objeto de escarnio,
mientras andan diciendo aquellos cuyo juicio es justo: Hagamos el mal para que venga el bien174.
Has hecho, pues, opción por la pobreza175: no sólo has escogido la indigencia del que te confiesa,
sino que sobre esta confesión has dado prioridad a la reputación de vida y costumbres para que en
todos aparezca hermoseada la doctrina de la salvación. Mira, Dios hallará consuelo o se reforzará
en su vigor176: porque, aunque fue crucificado según la debilidad, vive por el poder de Dios177.
¿Quién es tan todopoderoso como él?178 ¿O quién puede discutir sus obras? Al emitir juicios
sobre él siendo juez de vivos y muertos. ¿O quién es capaz de decirle: ha obrado injustamente?179
Recuerda que sus obras son grandes y que las han celebrado los hombres180: los evangelistas y
todos los predicadores de la palabra, haciendo que su vida esté de acuerdo con su ministerio.
Todos los hombres tienen sus ojos puestos en él: conscientes de la debilidad humana. Todos los
hombres sienten compunción181: arrepintiéndose de sus pecados, son hombres. Mira que Dios es
grande y no lo sabemos182: es grande porque como hubo abundancia de pecado, sobreabundó la
gracia183. La expresión no lo sabemos la dice fijándose en aquellos a quienes les sobrevino una
ceguera parcial hasta que llegó la plenitud de los gentiles184. El número de sus años es
insondable185: teniendo en cuenta la eternidad. Para él son incontables las gotas de la lluvia186:
este hecho: el Evangelio llenó a los predicadores, es computable hasta el final del mundo, hasta
que desaparezca el conocimiento, que es siempre parcial y fragmentario, y llegue lo que es
perfecto, el cara a cara187. Se cernerá la lluvia por sus sendas188: los caminos de los malvados no
la acogerán. Se espesarán las nubes y cubrirán de oscuridad a la mayoría de los hombres: porque
si el Evangelio es recóndito, lo es para los que perecen. Ha establecido las horas de los jumentos,
que conocen su puesto en el establo189: porque el buey conoció a su dueño, y el asno el pesebre
de su amo190. Y en todas estas situaciones su ánimo no queda atónito191: el comienzo de la
sabiduría es el temor del Señor192. Ni tu corazón se sale de tu cuerpo: hasta el punto de elevarse
de la tierra y de que lo tengas puesto en el Señor. Si pensara desplegar los vapores de la
niebla193: de modo que los que ven acaben siendo ciegos194. Y la extiende uniformemente como
una tienda195: pues al morar en la carne mortal a modo de tienda, ésta fue la causa de que no le
reconocieran sus perseguidores, mientras cedió ante ellos, plantándola y desplegándola en la cruz.
Mirad: ha proyectado sobre todos los seres su luz196: la que había ocultado cuando cundió
parcialmente la ceguera en Israel, la ha orientado a todas las naciones197, y ha encubierto las
raíces del mar198: recrimina las apetencias mundanas, no encubre la luz para tapar, sino para
descubrir. Desde estas raíces ha juzgado a los pueblos, mostrándoles sus pecados mediante la luz
de la verdad. Alimentará a la mayoría199: ciertamente a los que reconocen sus pecados cuando se
les reprochan, y a los que tienen hambre y sed de justicia. «In manibus» encubrió la luz200: si hay
que leer inmanibus (crueles), referencia a los que no perdonan a los hombres sus pecados y
quieren que Dios les perdone los suyos. Si hay que leer in manibus (en las manos), es una alusión a
los que se pavonean de sus manos, es decir, de sus obras, proclamándose justos a sí mismos.
Encubrió la luz está dicho con una finalidad: para que no la vean, porque está cegado su necio
corazón201. Y ha dispuesto de ella para lo contrario202: para que los obradores de la verdad, ya
perdonando para que se les perdone, o confesando sus males para someterse a la gracia de Dios,
se lleguen también ellos a la luz y salgan al público sus obras, realizadas en Dios, no en ellos.203
Pues el contrario al cruel es el misericordioso, y el humilde al soberbio. Para anunciarla a su
amigo204: aquella luz, es decir, aquella que encubrió para privar de ella al cruel y al
desagradecido; para que la anunciara, es decir, para que la exteriorizara, no ya al siervo bajo la
Ley, sino al reconciliado por la gracia. Por amigo suyo puede entenderse también imitador suyo,
porque el Hijo del hombre no vino a que le sirvieran, sino a servir205. Y su posesión los que se
esfuerzan en subir hacia el206: para que posean esa misma luz cuantos se desvían de las
realidades terrenas. El anuncio va destinado a aquellos que aún se esfuerzan por subir. Porque,
una vez que hayan consumado su elevación, no tendrán necesidad de mensajero quienes ven cara
a cara. Este contra eum (= hacia él), relativo a estos que se empeñan en subir, no tiene un matiz
adversativo, sino de acercamiento: los que van a su encuentro, como dice el Apóstol: Al encuentro
de Cristo207.

Capítulo XXXVII

También esto ha paralizado mi corazón: de pasmo. Y le ha hecho saltar de su sitio208: de las


realidades terrenales en las que se gozaba, elevándolo hacia el Señor: Oíd el estrépito de su
sobresalto y de su voz209.Da la impresión de que estas expresiones las formula en espíritu, pues
comienza diciendo por qué su corazón se ha desgarrado de su centro, cosa que ha ocurrido por la
autoridad del Evangelio que resuena de modo terrible por todo el mundo: Haced penitencia, se
acerca el reino de los cielos210. Y salen con estampido de su boca211: y van dirigidas nada menos
que a quienes están fuera, metidos en los deleites de las realidades visibles. Se extiende por todos
los ámbitos del cielo, y llega su fulgor hasta los confines de la tierra212: mientras la Iglesia alcanza
su difusión por todas las naciones. En pos de él retumba una voz213: después de su primera
llegada, resonará gloriosa la última trompeta de la segunda venida214. Con el sonido de su
soberbia: la expresión soberbia equivale a grandeza, porque la primera venida estuvo revestida de
humildad. Y no será posible rastrear su voz cuando se la haya escuchado215. Búsquese, pues,
ahora al Señor mientras se le puede hallar216, es decir, mientras es asequible para la salvación por
medio de una fe sin fingimientos. Ya no será posible hacerlo cuando venga a juzgar y cuando se
escuche su voz: Id al fuego eterno217. Entonces será tardío e infructuoso el arrepentimiento del
infiel. Tronará el fuerte con su voz portentosa218: porque aquella voz de su primera venida, a la
que se aplica la debilidad de Dios es más fuerte que los hombres219, no fue la voz de su fortaleza,
sino la de nuestra debilidad, por su participación en la mortalidad. Hizo cosas grandes que no
comprendimos220: en su primera venida; por eso ha de volver después como juez para exigir lo
que dio. El no comprendimos se aplica personalmente a quienes se ocultó la divinidad del Señor
por fijarse únicamente en la debilidad de su carne. Pues le dice a la nube: ¡Cae a tierra!: a su carne,
para que sea recibida en conmemoración suya por el sacramento, para imitar su humildad y la
edificación de la caridad221. Y el temporal de lluvias y de aguaceros de su poder222: ciertamente
hay una nube sobre la tierra, pero es obra del poder de Dios, no del nuestro; el tiempo en que se
condensarán para regar los corazones a través de la lluvia y en forma del aguacero de la palabra,
cosa que ocurre cuando se comprenden los sacramentos. Pone un sello en la mano de todo
hombre223: este sello es un signo de la medida en que sus obras le hacen reo, para que todo
hombre se dé cuenta de su debilidad y exclame: ¡Infeliz de mí!, ¿quién me librará de este cuerpo
mortal?224 Las bestias se metieron bajo techado y descansaron en sus guaridas225: hicieron su
entrada los pecadores bajo la amnistía de la gracia y descansaron en su conciencia, una vez
perdonados sus pecados. El huracán sale de sus depósitos: la tentación surge del encadenamiento
oculto de las cosas. Y el frío sale de sus reservorios226: el juicio contra los no perseverantes tiene
su secreta procedencia: el enfriamiento de la caridad de éstos por tanto cundir la maldad227. Esta
contingencia está bien justificada, porque ponen su esperanza en los hombres228 y no en Dios. Y
al soplo de Dios se forma el hielo229. A causa del abundamiento de los malvados no sólo se
enfrían los que ponen su esperanza en los hombres, sino que las obras buenas de los que están
poseídos del espíritu de Dios son también causa de que se endurezcan con una especie de hielo de
envidia y malignidad aquellos para quienes Pablo es olor de muerte para la muerte230. Y sobre
este último extremo, ¿quién está capacitado para entender la rectitud y justicia con que el soplo
de Dios manda este hielo? Pues así como a los carnales que adulan a los hombres les sobreviene el
enfriamiento de la esperanza a causa de la maldad humana, lo propio les acontece a los carnales
que apetecen la adulación de los hombres. Les ataca un endurecimiento debido a la envidia que
les provoca la justicia de los hombres. Administra las aguas a su antojo231: de modo que llueva
sobre una ciudad y no llueva sobre otra232. Y por lo que respecta a la lluvia espiritual, tiene en
cuenta los merecimientos de las almas sumisas y de las que aún no se han rendido. Y las nubes
regaron los cereales: seamos trigo si codiciamos el riego. Difundióla nube como su fulgor233: el
Evangelio de su encarnación. Y la nube misma tiene un giro circular: es llevada por todo el orbe.
Con timón para hacer cuanto él le ordena. El timón con que aquella nube realiza su órbita son los
predicadores de la palabra, que son los timoneles de la Iglesia para poner en ejecución todos los
mandamientos del Señor. Tales son las decisiones de él sobre la superficie de la tierra234: se
refiere a nuestro Señor Jesucristo. Tanto para su tribu como para su tierra235: ya para la tribu de
Judá, de la que nació según la carne, padeció, resucitó y subió al cielo; de esta misma tribu
nacieron los apóstoles, y muchos hermanos se hallaron y se salvaron en sus cercanías; ya para los
que él llamó antes de su pasión, o llamaron los apóstoles después de la ascensión, en la misma
Jerusalén y en las iglesias de Cristo en Judea. Como recuerda el apóstol Pablo, estas decisiones
tenían como base la verdad de Dios y como finalidad la corroboración de las promesas hechas a
los padres236. O que deseara encontrarla para mostrar su piedad237: se refiere a aquella nube
que, por la piedad de Dios, desearan encontrar las naciones creyentes. La consecuencia es ésta:
Que los gentiles glorifican a Dios por su misericordia238. Presta oídos a esto, Job: es como una
renovación de la atención al hablar de la vocación de los gentiles. Detente y haz memoria del
poder del Señor239. No te estrujes el cerebro atribuyéndote nada a ti mismo. Sabemos que Dios
ha creado sus obras: condenando, como es natural, a los que se pavonean de sus logros. Cuando
hizo surgir la luz de las tinieblas240: al justificar a los pecadores. Pues en otro tiempo fuisteis
tinieblas, pero ahora sois luz en el Señor241. El conoce la diferencia entre las nubes: de unos
evangelistas que creen en él antes de la pasión y de otros que creen en él después de la pasión. Y
los tremendos deslices de los malvados242: no los de aquellos que resbalaron al crucificarle y que
terminaron por arrepentirse y bautizarse en su nombre, sino los de aquellos que no fueron
capaces de enmendarse y que persiguieron después sin tregua a la Iglesia: el traspié que éstos
dieron no es pequeño, sino grande. Tu vestido es suntuoso: tu dignidad es puro orgullo; como si
hablara de aquel que tiene la audacia de envalentonarse de sus obras. Cuando el viento sur hace
reposar la tierra, ¿solidificarás con él los cielos que se han fundido como espejo uniforme para
contemplarse?243 Por tierras del sur entendemos coherentemente a aquellos que, de entre los
judíos, creyeron en Cristo. Porque así como el sol está más alejado del norte y más cercano al
mediodía, lo propio ocurre, al sentir del Apóstol, con quienes están situados cerca de la luz de los
evangelistas244: no es absurdo tomarlos por la tierra del sur. Porque así como a los evangelistas
les damos el calificativo de cielos, a tenor del texto los cielos pregonan la gloria de Dios245,
aplicándoles también el pasaje su pregón sale por toda la tierra, y sus palabras llegan hasta los
confines del orbe246, así consideramos como tierras a los pueblos que fueron objeto de
evangelización. Después de las multitudes de creyentes de Judea, que ya descansaron saliendo de
este mundo (pues actualmente no están entre nosotros), se ha reforzado la autoridad de los
evangelistas en las iglesias que forman parte de la gentilidad, y se ha vigorizado la misericordia del
Señor, sin que acuda actualmente en su ayuda la autoridad de las iglesias de Judea que viven para
Cristo. Según esto, si planteamos la cuestión con un interrogante, sería así: descansando como
descansa la tierra del viento solano247; es decir, cuando en esta vida ya no quedan restos de tu
pueblo cristiano radicado en Judea, ¿no vas a vigorizar con este viento a los evangelistas y a los
libros de las divinas Escrituras, fundidos por la misericordia de Dios como espejo uniforme no sólo
para los judíos, sino también para los gentiles? Pone de relieve la gracia y la misericordia de Dios,
para que nadie se vanaglorie de sus méritos, que en esto consistía el orgullo de los judíos. Por eso,
enséñame qué hay que decirle sin que tengamos que emplear muchas palabras248: porque no
tienen nada que decirle los convencidos de que carecen de méritos personales, sino que necesitan
su misericordia. ¿Es que me asistes en calidad de libro o escriba, de modo que con sólo ponerme
delante haga callar a mi contrincante?249 ¿Por qué, pues, no hablas, si tienes algo que decir?
Porque no me has dado la ocupación de dictarte quedando tú como personaje mudo; tú sabes que
practicamos el diálogo. Pero no todos pueden ver la luz que reverbera en las nubes250. Vuelve al
tema de la esperanza en la remisión de los pecados y también al tema de la iluminación de la
gracia por la misericordia de Dios, pues se aprecia su reverbero en las nubes. Pero no es luz propia
de las nubes; la reciben. Pues una cosa es el objeto que brilla con luz propia y otra cosa lo que
brilla porque es iluminado. Pero no es visible para todos. Pues hay muchos que opinan que los
espíritus sabios brillan con luz propia. En ese número se cuentan quienes alardeando de sabios se
entontecieron251. Pasa el viento y las barre252. Hace aquí alusión al espíritu del que se dice: del
reproche del espíritu de tu ira253, y al pasaje: ¿a dónde podría alejarme de tu espíritu?254 La
corrección que conlleva la tentación enseña a los hombres sus propios méritos, porque ellos de
suyo son tinieblas por culpa de sus pecados y necesitan la gloria de Dios255, para anhelar que les
ilumine su luz, dispensándole a él el honor, no a sí mismos. Y así, dejando a un lado todo orgullo,
queden limpios de su gran pecado; porque el espíritu de la santificación no es algo que pasa, sino
algo permanente. Del septentrión viene una nube de áureo resplandor256: del desenfrenado
libertinaje, como región apartada de Dios, llegan los purificados, convertidos e iluminados por la
sabiduría. ¿Cómo vienen, sino a través de la gracia, porque no se tienen en cuenta los méritos,
sino que se perdonan los pecados? Por eso aquel hombre famoso, ansioso de perdón, dijo:
Enseñaré a los malvados tus caminos y los impíos volverán a ti257: como la nube dorada que viene
del oriente o del septentrión cuando ya se ha iluminado su lobreguez. En esto se ve la gloria
magnífica y el honor del Todopoderoso258: a quien mucho se le perdona mucho ama259, pues el
Todopoderoso tiene también poder para justificar al pecador. Y no encontramos a otro que se le
asemeje en poder260: tan sólo él no hizo pecado, ni en su boca se halló engaño261. Sólo Dios es
veraz, mientras que todo hombre es mentiroso262. Por eso el Dios hecho hombre venció mientras
se le juzgaba. El que juzga con justicia, ¿no crees que le escuchará?263 Así pues, que el hombre,
desesperando del perdón, no añada pecados a pecados, como si estuviera destinado a la
condenación. Como está seguro de la justicia de Dios, bajo la cual no puede quedar impune, así
Dios juzga justamente hasta el punto de que escucha también a los que suplican perdón, y tanto
más cuanto más justamente juzga. Porque no se aviene con un juicio justo mezclar las súplicas del
arrepentido con los que rechazan la humildad y la satisfacción del arrepentimiento. Por eso le
temerán los hombres: si es que se acuerdan de que son hombres cuando confiesan sus pecados,
porque siguen siendo hombres aquellos a quienes se pregunta: ¿Es que no sois hombres? Y
también le temerán los sabios de corazón264, no sea que, atribuyéndose a sí mismos lo que
recibieron y alardeando de sabios, terminen siendo necios265. Porque a los orgullosos se les
puede quitar lo que se da a los humildes. En consecuencia, los sabios, aunque lo sean por la
iluminación del corazón y no por la jactancia de la lengua, que sean sabios y reyes que juzguen
espiritualmente la tierra y que no haya nadie que los juzgue a ellos266. Que sirvan al Señor con
temor y exulten con temblor, no sea que se vean excluidos del camino recto267. Porque es Dios el
que obra en ellos el querer y el obrar según su beneplácito268

ANOTACIONES AL LIBRO DE JOB

Traducción: José Cosgaya

Capítulo XXXVIII

Cuando Elihú dejó de hablar, el Señor le respondió a Job en medio del torbellino y del nublado1.
Esta respuesta fue al estilo de la que dio a Moisés2, o de la que el Señor mismo dio a los tres
discípulos en la transfiguración en el monte3. Sin embargo, al no hablar simplemente de una nube,
sino del torbellino y del nublado, pienso que aquí se significa que Job no fue interrogado, es decir,
tentado a través de la carne sana, sino a través de la carne afligida y trastornada. ¿Quién es este
que me oculta el consejo, guardando sus palabras en el corazón, y piensa que se me ocultan?4 En
consecuencia, no hay nadie que diga que, sin culpa alguna por su parte, sufre algún tipo de rigor,
porque todos pecamos, si no de obra, sí de palabra, y si no de palabra, sí de juicios temerarios en
lo íntimo del corazón o con el discurso del pensamiento. Y al no ocultársele nada a Dios, que nadie
diga cuando se le castiga que no es acreedor de la corrección que recibe, como si no hubiera una
nueva meta a que llegar por ella. Hay que tener en cuenta que en el inicio de este libro el diablo
alabó a Job por el testimonio que de Dios daba, y al final lo hacen sus tres amigos. Por otra parte,
Dios sabía cuánto le faltaba para la perfección y adonde llevaban los azotes paternales a hombres
incluso recomendables según esta vida y ya agradables a Dios. Todo el pensamiento aquí tratado
no quiso desvincularlo del Apóstol, que dice: Te basta con mi gracia, porque el valor se refuerza en
la debilidad5. Cíñete como un varón tus lomos6: denota las asperezas y amarguras de los siervos
de Dios en este mundo para que aparten y repriman todos sus afectos de la corriente de deleites
terrenales. Voy a preguntarte, pero dame una contestación. ¿Dónde estabas cuando echaba los
cimientos de la tierra?7 De aquí toma pie para poner de relieve la sublimidad de nuestro Señor
Jesucristo, porque en él radica la salud de todos los afectados por el veneno seductor de la
serpiente, para que nadie piense que tiene su salvación en sí mismo. Porque él es Dios, no al estilo
del dicho: Sois dioses e hijos del Altísimo8, sino un Dios que no considera rapiña ser igual al
Padre9. Y también es hijo del hombre, pero no como los hijos de los hombres10, en los que no
existe la salvación, sino con preferencia a todos sus compañeros11. Y no se limita a ser justo como
Job, como Pablo, como la Iglesia, sino que es justificador como hijo único del Padre, lleno de gracia
y de verdad12. Job comienza a decir con sentido profético lo que va a decir para señalar la
diferencia de la humanidad divina, donde el príncipe de este mundo no halló nada13, porque en
su pasión devolvía lo que no había robado14 y realizaba la justificación de los santos por la
remisión de los pecados. La unificación de estos santos constituye su cuerpo, que es la Iglesia, de
la que Job, en cuanto justificado, constituye una parte en el sentido literal, a la vez que es figura de
la Iglesia universal ¿Dónde estabas cuando ponía los cimientos de la tierra?15 ¿Lo dice porque aún
no existía o porque no fue él quien puso los cimientos de la tierra como los puso el Hijo único? ¿Y
se trata de esta tierra, o de la Iglesia misma? Porque fue ésta la que acogió a la piedra angular16
de la que hablará luego. Indícamelo, si posees la ciencia17: pues todas las acciones que el Señor
hizo temporalmente por nosotros entran dentro de la esfera de la ciencia. ¿Quién determinó, si lo
sabes, sus dimensiones?18 Atendiendo al reparto de los dones espirituales, a cada uno de
nosotros ha sido dada la gracia en la medida del don de Cristo. Por eso dice: Al subir a las alturas
llevó cautiva la cautividad, repartió dones a los hombres19. Porque si todo el cuerpo fuera ojo,
¿dónde estaría el oído?20 Como es natural, el crecimiento del cuerpo lo hace en proporción de
cada una de sus partes, y todo para su propia construcción en la caridad21. ¿Quién es el que
tendió sobre ella el cordel?22 Para convertirla en heredad suya y diferenciarla de aquellas a
quienes se reprocha: no os conozco23. Pues el Señor conoce a los suyos24. ¿En qué punto se
apoyan sus órbitas? Los libros divinos, asentados sobre el Señor, son los que la ciñen, para que no
se desmembre, pues todo el que intente interpretarlos sin contar con El, es inevitable que ande a
la deriva y yerre. ¿Quién asentó sobre ella la piedra angular?25 La rechazada por los
constructores26. Cuando al mismo tiempo fueron creados los astros: bautizados a la vez tantos
miles de pecadores con la palabra de la vida, que eran como estrellas que brillaban en medio de
las tinieblas. Todos mis mensajeros me aclamaron a voz en grito27: los evangelistas. Puse
compuertas al mar: a los pueblos que se estaban poniendo amargos por su amor a las cosas de la
tierra. ¿Y por qué compuertas? ¿No sería tal vez no sólo para tener un modo de ejercitar a los
justos con persecuciones, sino también para dejarles a los justos un portillo por donde escapar?
Cuando salía del seno de su madre dando gritos, deseando escapar28: cuando cundía el coraje en
la comunidad ciudadana de Babilonia, la fornicaria de amores mundanos, y que quería extender
las persecuciones para borrar de la tierra a aquellos de quienes se dijo: No te pido que los lleves
de este mundo, sino que los libres del mal29. Le di una nube por mantilla: no son los buenos en
exclusiva, sino también los malos y muchos amadores de este siglo los que rinden armas ante el
sacramento del cuerpo de Cristo. La autoridad de este cuerpo de Cristo les retrae de perseguir a
los santos. Y lo envolví en la niebla30: la ignorancia por la que esperan de allí la felicidad terrena y
temen al mismo tiempo las desdichas terrenales. Por eso precisamente teman a aquellos que, de
no ser así, serían objeto de su persecución. Pues no sólo se dijo: Comerán los pobres y se saciarán,
y alabarán al Señor los que le buscan31, sino también: Comieron y se postraron todos los ricos de
la tierra32. Y le fijé unos límites, poniéndoles puertas y cerrojos33: límites, para reprimir la
crueldad; no para descartarla totalmente, sino paca señalar hasta dónde puede ejercerse.
Cerrojos, para evitar el acceso de los injustos. Puertas, para que puedan salir los justos. Y le dije:
Hasta aquí llegarás y no pasarás: al igual que el diablo recibió una medida para atormentar a Job,
así también a este mar le fijó una escala en su persecución a la Iglesia. Y en ti mismo se romperán
tus olas34: con el vaivén devastador de la discordia y de las guerras. ¿Acaso he establecido la luz
mañanera contigo? Es decir, ¿acaso me he servido de tu consejo para determinar el momento de
la resurrección? ¿O conoció el lucero el orden que le correspondía?35 Se sobrentiende con tu
concurso. Llama lucero al Señor, atendiendo al nacimiento matutino de la resurrección. A nadie
sino a él se pueden aplicar las palabras: Y nazca el lucero en vuestros corazones36. Él era
consciente de su puesto como primicia de los durmientes37, primogénito de entre los muertos,
cabeza de la Iglesia, habiendo de seguirle también su cuerpo en la resurrección futura de los
santos. ¿Toma las alas de la tierra?38 Está escrito: Si tomara las alas en línea recta39: son las
virtudes espirituales de los fieles que los mantienen apartados de los halagos del siglo. ¿Eche a los
pecadores de ella?40 Por este motivo resucitó el primero en el tiempo, consciente del puesto que
ocupa: para insinuar la fe en la resurrección y, predicado por doquier mediante las mismas alas de
la Iglesia, por obra del ministerio de los mensajeros voladores, para tomar esas alas con justicia y
juzgar a las doce tribus de Israel cuando venga a expulsar a los malvados de la Iglesia, cuya
coexistencia se tolera actualmente, antes del juicio. Y tú, cogiendo lodo, ¿modelaste el cuerpo
animado?41 Puede aludir a Adán o al hecho de que ahora, en la sexta edad del mundo, al igual
que entonces el día sexto, el hombre ha sido creado a imagen de su Creador tomándolo de los
pecadores como si fueran lodo42. Cierto que la Iglesia no lo ha hecho, sino al revés: ha sido la
Iglesia la que ha sido creada a base de este lodo por medio de la Palabra encarnada en el tiempo
preciso, Palabra por la cual fueron hechas todas las cosas43. ¿Y le colocaste afamado sobre la
tierra?44 Es mucho más afamado sobre la faz de la tierra este hombre aparecido en la sexta edad
del mundo que aquél del día sexto, creado antes de que apareciera el resto de los hombres que le
divulgaron. A no ser que se refiera a que ahora alcanzó ese nivel de conocimiento. ¿Y privaste a los
malvados de la luz?45 Como aquel que vino para que vean los que no ven, y para que los que ven
se queden ciegos46. ¿O rompiste el brazo de los soberbios?47 Su poder, como aquel que escogió
lo débil del mundo para confundir a los fuertes48. ¿Has llegado basta las fuentes del mar?49 Como
aquel a quien en su venida se le abrieron de par en par, mediante la confesión, los secretos de los
corazones malvados que alcanzaron la justificación por la fe en él. Pues ¿qué mejor acepción de
fuentes del mar que el lugar secreto de donde deriva todo el cúmulo amargo de maldades que
remueve el tremendo oleaje de las acciones malas que los hombres contemplan en hechos bien
concretos, pero cuya fuente no pueden ver? ¿Paseas por las huellas del abismo?50 Este abismo es
una clara referencia a la vida del siglo, cualquiera que esté arraigada en la profundidad de los
males, donde, como está escrito, tan pronto como llegue el pecador llegará el desprecio51.
Porque aun los más desesperados, sometidos a la gracia mediante el perdón de los pecados,
salieron sanos y salvos y acogieron a Cristo. Y esto no para caer en el abismo que les angustiaba,
sino para acogerse al espacio que ocupa Cristo, de modo que Cristo camine, morando en ellos, por
donde caminaba pisoteándolos a ellos: en las huellas del abismo que permanecen en el recuerdo
de sus pecados. De modo que, mientras hacen recuento del peligro en que se vieron, amen más a
aquel a quien acogieron y que tan grandes pecados les perdonó52. ¿Se te han abierto por miedo
las puertas de la muerte? A todos los mortales se les abren las puertas de la muerte, pero no por
miedo, como le aconteció de manera exclusiva a aquel que murió para destruir la muerte.
Ciertamente se abren para resucitar. ¿O temblaron a tu vista los porteros del infierno?53 Como
temblaron únicamente ante aquel en quien el príncipe de este mundo no halló nada digno de
muerte y a quien despidieron tan pronto y acogieron de tan mala gana. Se entiende por porteros
del infierno a algunas potestades de rango inferior, comisarios de la muerte. ¿O conociste la
extensión que se halla bajo el cielo? Como la conoció el que difundió la Iglesia por ella. Cuéntame
la grandeza de cada cosa54: ¿Y quién va a conocerla, sino aquel a quien él la enseñe? ¿O en qué
parajes habita la luz?55 Él es quien enseña, porque la manifestación de sus palabras ilumina y hace
que entiendan los niños56. ¿Y cuál es el sitio de las tinieblas?57 También enseña este punto aquel
que dice: Volveos todos a él y seréis iluminados58. Nos enseña con esto que todos los que se
alejan por no querer ser niños acaban por entenebrecerse. Porque el comienzo de la soberbia
humana es la apostasía de Dios59. Por tanto, los que no dieron gloria a Dios ni le rindieron gracias
se entontecieron en sus pensamientos, su necio corazón quedó a oscuras60 y se convirtieron en
lugar de tinieblas. Quizá también sea lugar de tinieblas el que acoge a quienes perseveran en los
pecados, de modo que éstos son tinieblas; así como es lugar de tinieblas aquel a quien ningún
hombre conoce de verdad. Por lo que respecta a la tierra habitada por la luz, podemos
considerarla como aquella tierra de los vivos, es decir, aquella felicidad que acogerá a los que
perseveran en la fe, esperanza y caridad, y que en otro tiempo fueron tinieblas, pero ahora son luz
en el Señor61. ¿Me conducirás a sus confines?62 A ellos llegan los que son luz. ¿Hay algún punto
donde no esté la sabiduría de Dios, que se extiende poderosa del uno al otro extremo y lo
gobierna todo con suavidad?63 Y esta sabiduría no admite parangón de hombre alguno. Porque,
aunque conozcas sus senderos, ¿acaso sabes que naciste entonces y que es grande el número de
tus años?64 Pues aunque conozcas las sendas de los malvados, tanto de los que son tinieblas
como de los que son lugar de tinieblas, puesto que todos, incluso los que ya se han convertido a
Dios, frecuentaron esos mismos senderos antes de recibir la gracia de Dios que justifica al impío,
¿sabes acaso que también a ti te asistían razones para nacer mortalmente en este mundo, puesto
que estos mismos senderos los abrieron los primeros padres de toda la humanidad, quienes,
impíos por su prevaricación, acarrearon la muerte con sus obras y palabras, de modo que todos
murieran en Adán?65 Porque no hay que contabilizar tan por lo bajo el número de años desde el
momento en que alguien ha hecho su aparición en la vida, sino desde el momento en que se
efectuó el primer nacimiento mortal. Al nacer Abrahán, por ejemplo, nacieron con él todos los
hebreos. Según eso, el número de años de cada hombre es grande si nos fijamos en su origen
mortal, que tuvo principio en las sendas de los impíos. ¿Quién recuerda haber estado en los
riñones de su padre? ¿O cómo pudo enterarse de ello cuando realmente estaba, si ni siquiera se
acuerda uno de la época en que ya había nacido y era independiente? De esta época de la vida
nadie duda de que uno existía, vivía y sentía. Todos estos extremos los conoce la Sabiduría, aquella
Sabiduría que conforma todos los seres, no sólo los supracelestes, sino también los mortales. Y
puesto que Cristo es fuerza de Dios y sabiduría de Dios66, es también conocedor de estas
realidades, aunque nació mortalmente, no por condición mortal, porque era libre entre los
muertos, sino por compasión hacia los mortales, por librarlos de la muerte. ¿O llegaste a los
depósitos de la nieve?67 Es decir, ¿has llegado a aquel conocimiento, como él conocía las causas
puntuales, secretas y escondidas de los escándalos inminentes? Los llama depósitos, es decir,
lugares de prueba y ejercicio de las personas espirituales, como cuando decía: ¡Ay del mundo por
los escándalos! Es inevitable que haya escándalos, pero ¡ay de aquel por quien viniere el
escándalo!68 Empujados hacia arriba por el orgullo, se congelan como nieve y caen. Al aumentar
la maldad de éstos, se enfría la caridad de muchos69, pero los que esperan en el Señor actúan con
valentía70 y con espíritu ferviente71, si perseveran hasta el final, y se salvarán72. ¿Has visto los
almacenes del granizo?73 Se aplica el nombre de granizo a los malvados no sólo cuando presentan
características de entumecimiento, apatía y carencia de fervor espiritual, sino también cuando su
obstinada dureza les arrastra a la contundencia en la persecución y en la acometida. ¿Que están
guardados para ti en previsión de épocas de abierta hostilidad y para el día de la guerra y de la
batalla?74 ¿Quién no ve en este pasaje a quién personifica proféticamente Job? Esta cantidad de
reservas no se almacena para un solo hombre en tiempos hostiles, ni para días de guerra y de
batalla. El único destinatario es el pueblo de Dios. La época de los enemigos dura hasta que pase la
iniquidad. Cuanto más abundante es ésta, tanto más hay que luchar y guerrear y con mayor
acritud contra el diablo para que no se enfríe la caridad de los perseverantes75. ¿Dónde tiene su
origen la escarcha? ¿Y quién lo sabe, a no ser que ésta sea como el comienzo de las ansias del
parto? La escarcha no es ni más ni menos que granizo muy desmenuzado. ¿Y se dispersa el austro
bajo el cielo?76 Aunque se haga notar por sus molestias a nuestra carne mortal, no recuerdo que
en ningún lugar de los libros sagrados el austro simbolice algo malo; justamente lo contrario que
sucede con el viento del norte, que nunca simboliza algo bueno. El primero, por soplar de la parte
en que alborea la luz; el segundo, porque procede del punto donde la luz es más lejana. El austro,
pues, se dispersa bajo el cielo, para que bajo todas aquellas maldades se comprenda en alguna
medida la ayuda de Dios cuando todavía no estamos en el cielo, sino bajo el cielo. ¿Quién preparó
río a la lluvia torrencial y senda a los rugidos de la tempestad?77 Observa cómo están brevemente
resumidas aquí aquellas tres realidades que el Señor propuso, hablando de las tentaciones, como
dignas de desprecio para quienes construyen sobre roca, pero que son efectivamente peligrosas
para quienes construyen sobre arena78. Ha hecho mención de la lluvia, del río y de los rugidos de
la tormenta, o sea, de los vientos. Es tentado con la lluvia quien, interpretándola torcidamente,
toma excusas para pecar de la sublimidad de la divina Escritura. Es como si alguien, fundándose en
el pasaje al que poco se le perdona, poco ama79, dijera para sus adentros: Hagamos el mal para
que venga el bien80, y se arrellanara en el pecado para que haya abundancia de gracia81. Y así hay
cientos de ejemplos de perversión humana por una mala interpretación de la palabra de Dios. En
estos ejemplos de perversión humana el hombre se promete impunidad, cuando en realidad lo
que se subraya en las divinas Letras es la misericordia. Se da la tentación mediante el río cuando
los tentadores son hombres que han entendido y propagado la doctrina de los primeros. Se llama
río a la reunión de aguas que dimanan de la lluvia. Recibe el nombre de torrente cuando dice:
¿Quién preparó río a la lluvia torrencial?82 Río que llene y por donde discurra. Como son los vasos
de ira hechos para la perdición83 que toman la palabra de la Escritura como acabo de decir. A
través de ellos tiene un curso más desembarazado aquella perniciosa interpretación que no
aceptan los campos fértiles, y que empuja, derriba y arrastra cuanto halle inestable con tanto
mayor empuje cuanto mayores visos tiene de proceder de la autoridad de Dios. Por último, le
tientan los vientos a aquel a quien azotan las vanas sugerencias de los orgullosos, es decir, de los
que profieren palabras vanas por propia autoridad. Quien por juicio de Dios se prepara para la
perdición no obedeciendo sus palabras, cosa que equivale a edificar sobre arena, no resiste esta
clase de vientos, y al hundirse da paso a los rugidos de la tormenta. La expresión lluvia torrencial la
considero como de difícil interpretación. Para hacer llover donde no hay hombre: se sobrentiende
¿quién la dispuso? Opino que hombre aquí significa la Ley dada a los judíos. Por consiguiente,
entendemos la lluvia del Evangelio que cae sobre los gentiles. Sobre el desierto en que no hay
hombres84: entre los mismos gentiles donde no gozaba de estima el conocedor de Dios. Para
empapar parajes inhóspitos y deshabitados y para hacer brotar la hierba verde: Muchos son los
hijos de la abandonada, más que los de la que tiene marido85. En estos cuatro versos debe
sobrentenderse la misma pregunta: ¿quién dispuso? ¿Quién es el padre de la lluvia? Como el
esposo que envió a sus hijos a regar la tierra proclamando el reino de los cielos. ¿Y quién engendró
los terrones de rocío?86 Los que acogieron con buen talante aquella predicación. Habla de
terrones de rocío como se habla de vasos de vino, por haber sido fabricados para este menester.
¿De qué seno sale el hielo?87 ¿Hay que considerar este hielo como símbolo de algo positivo por su
temple y su resistencia a licuarse, de modo que se haya dicho: de qué seno sale el hielo, igual que
se dijo: y quién es el padre de la lluvia?88 ¿O se toma el seno por un lugar íntimo y escondido, de
modo que la respuesta de su seno sale el hielo89 equivalga a la expresión Dios les entregó a su
réprobo sentir?90 ¿O acaso el hielo sale del seno de aquel que, al aconsejar la impiedad de la que
está lleno a rebosar, hace que se enfríe y endurezca, una vez que ha perdido el calor de la caridad?
¿Quién conoce a éste como aquel que apostrofa a los porfiados y recalcitrantes al Evangelio:
Vosotros tenéis por padre al diablo?91 Y la escarcha del cielo, ¿quién la engendró? La que
desciende como un río de agua92. Lo que acabamos de decir del hielo lo entiendo aplicable
también a la escarcha. La adición en el cielo no es superflua si se entiende aplicada a los
gobernantes, imitadores de los buenos mensajeros de la verdad que se transfiguran en ministros
de la justicia93. Vinculado a esta idea va el texto: Que desciende como río de agua. ¿Quién ha
hecho derretirse el rostro del malvado?94 Es decir, ¿quién le llena de confusión? ¿Quién sino
aquel que glorificó a los mismos que justificó?95 ¿Has comprendido los lazos de las Pléyades o
abriste la valla de Orión? ¿O abrirás a Mazuroth a su debido tiempo? ¿O conducirás al Véspero
sobre su edificio?96 ¿Tendremos que echar mano de la astronomía y conocer las características de
estas estrellas para poder interpretar el pasaje? Me extraña que caiga bien dentro de nuestro
discurso. Por lo demás, el texto es bastante prolijo. A otra cosa, pues. Tras citar el nombre de
algunos astros y teniendo en cuenta la figura de locución en que se toma el todo por la parte,
¿habrá que comprender en ellos a todas las estrellas? (Si es que Mazuroth es una estrella, pues su
correspondencia no la encontramos en griego, y parece bien claro que se trata de una palabra
hebrea.) Del mismo modo se toma el todo por la parte en el texto: Yo te he engendrado antes del
lucero97. Porque el lucero no fue el primero dentro de la creación, de modo que parezca que
«antes del lucero» equivalga a «antes de toda criatura», sino que en el lucero están representadas
todas las estrellas, el todo por la parte. Y por todas las estrellas se entienden todos los tiempos
(porque de las estrellas está escrito que sirven de señales a las estaciones)98, para aludir al Señor,
nacido antes de todos los tiempos, no en el tiempo y, por tanto, coeterno con el Padre. La cita de
las Pléyades, de Orión, de Mazuroth y del Véspero se hace a guisa de compendio de todas las
estrellas. Si la cita exclusiva del lucero entra en la locución de que hemos hablado, ¿con cuánto
mayor motivo la cita del resto de los nombres de las estrellas? ¿Por qué, pues, en un texto se dice
entendiste los lazos; en otro, abriste; en otro, abriendo a su tiempo, y en otro, conducirás sobre su
edificio?99 Son propiedades de las estrellas citadas por su orden. ¿O se podría decir también con
exactitud: «abriste el seto de las Pléyades» y «entendiste los lazos de Orión»? También pueden
trocarse los otros dos elementos. Pongamos como pauta el pasaje del salmo: El que mora en los
cielos se reirá de ellos; el Señor se burlará de ellos100. Su sentido no cambiaría absolutamente
nada si dijera: El que mora en los cielos se burlará de ellos y el Señor se reirá de ellos. El Señor es
el mismo. Análogamente, tanto el nombre de las Pléyades como el de Orión significan lo mismo si
en ambos se consideran comprendidas todas las demás estrellas. Así pues, en el vocablo estrellas
quedan comprendidos dentro del seno de la Iglesia todos los que tienen ciudadanía en el cielo101.
Y por lazos se entienden los nexos que tienen entre sí ellos y Dios, nexos que evitan que aquéllos
caigan. Pero la caridad nunca cae102. ¿Y quién iba a conocer ese extremo si no se lo diera a
entender el que dice: Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros103, y al que ama,
lo amará mi Padre?104 La valla que respetan es la divina Escritura. ¿Y quién abre la Escritura sino
aquel a quien se pasa para que le quite el velo?105 Ha llegado el tiempo del destape de éstos, es
decir, de su exteriorización y manifestación, cuando llegue el Señor e ilumine los escondrijos de las
tinieblas y manifieste los proyectos de los corazones, y entonces cada uno obtendrá la alabanza de
Dios106. Sólo él hará esto a su tiempo: porque cuando se manifieste el, que es nuestra vida,
entonces también nosotros nos manifestaremos gloriosos con él107. Y los conducirá sobre el
edificio: quien hará que posean lo que aquí dejaron edificado. Porque aquel cuya vivienda se
mantiene firme recibirá su premio108. ¿Conoces los cambios del cielo?109 ¿Se refiere a los
cambios a peor, como los de quienes teniendo conocimiento de Dios no le dieron culto como a
Dios? No quisieron ser asiento de Dios, y cuando se entontecieron en sus argumentos110
sufrieron una transformación. ¿O se refiere a los cambios a mejor? Porque todos resucitaremos,
pero no todos seremos transformados. Los sujetos de transformación los concreta cuando dice:
También nosotros seremos transformados111. Cuando se realice la transformación de los justos se
transformará el cielo, ya que el cielo es el trono de Dios112, la Palabra de Dios es la Sabiduría y la
Palabra era Dios113 y el alma del justo es trono de la sabiduría114. ¿O se refiere a ambos
cambios? Porque no ha dicho el cambio, sino los cambios. ¿O todas las cosas que ocurren bajo el
cielo?115 Del mismo modo que los cambios del cielo afectan a las criaturas que se hallan bajo el
cielo, así los cambios de los justos, tanto a mejor como a peor, afectan a los carnales en una u otra
dirección. Llamarás a la nube con tu voz116: sea con tu voz interior, sea con aquella voz con que se
dijo: Sígueme117, o con aquella otra que decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?118 ¿Y con
temblor te obedecerán las aguas torrenciales?119: los pueblos poderosos cuando oigan: Con
temor y temblor trabajad por vuestra salvación, pues Dios es el que obra en vosotros el querer y el
obrar según su beneplácito120. ¿Enviarás a los ríos con fuerza e irán?121 Dice que correrán de su
seno ríos de agua viva122. Y dice con fuerza, es decir, con la confianza que no abrigó temor alguno
ante los perseguidores, porque los que ejercen fuerza arrebatan el reino de los cielos123. O te
dirán: ¿Qué hay?124, es decir, ¿van a preguntarte cuáles son tus órdenes como preguntó Saulo:
qué quieres que haga?125 ¿O la esperanza de recompensa como cuando dijeron lo hemos dejado
todo y te hemos seguido, qué obtendremos a cambio?126 ¿Quién les dio a las mujeres la sabiduría
del tejido y la ciencia del colorido?127 En Salomón vemos que era la propia mujer la que tejía los
trajes del marido. Aplicación a las actuaciones de las iglesias con que Dios se honra. La misma
acción del tejer, es decir, del unir íntimamente a los hermanos débiles con el entramado lanoso de
los hermanos firmes y constantes en el espíritu, en una especie de trama textil, es la obra más
importante y peculiar de las iglesias. Y la ciencia del colorido también tiene su meta: al igual que
en un bordado la gradación de colores o matices está en función de la unidad decorativa, así la
diversidad de dones entre los hermanos ha de gozar de una coherencia a prueba de discrepancias
y envidias. Y esto hasta el punto de que los hermanos se toleren mutuamente en el amor y traten
de guardar la unidad del espíritu con el vínculo de la paz128. ¿Quién puede contar las nubes con
sabiduría?129 El Señor conoce a todos los suyos130. ¿Quién de entre los hombres sabe esto?
¿Quién derramó en tierra los órganos del cielo?131 Estos órganos son los mensajeros celestiales,
que son instrumentos usuales de la voz de Dios. No sucumbieron como aquel ángel, tristemente
célebre, sino que se inclinaron hasta la tierra plegándose a la obediencia, especialmente cuando el
Señor mismo vivía en el mundo. Es el evangelista el que lo dice: Y los ángeles le atendían132. La
ceniza se ha desparramado como tierra y sirvió de aglutinante entre las piedras, dándose como
alimento133. La humildad del arrepentimiento se ha difundido amplia y abundantemente para
que el Señor, que resiste a los soberbios y da gracia a los humildes134, se una a ellos con la
caridad como aglutinante, hombre con hombres, para ser mediador entre Dios y los hombres135,
dándoseles como alimento mediante el sacramento de su Cuerpo y de su Sangre y escogiendo
como piedras a los necios del mundo para confundir a los sabios136. Es alimento de los ángeles en
cuanto Palabra de Dios junto a Dios137. Y a fin de ser alimento para las piedras, la Palabra se hizo
carne y habitó entre nosotros138. Según esto, servirá de aglutinante a los hombres, siempre que
preceda la penitencia. Es como si desparramara la ceniza abriéndole paso. Como anillo al dedo
vienen las palabras: haced frutos dignos de penitencia, y no os limitéis a decir: tenemos a Abrahán
por padre. Poderoso es Dios para hacer surgir de estas piedras hijos de Abrahán139. Anunciaba
que iba a servir de aglutinante entre esas piedras haciéndose su alimento. Esto no se hará realidad
si no va delante la humildad del arrepentimiento, porque al orgulloso le conoce Dios desde
lejos140. ¿Eres tú quien proporciona presas al león y sacia el apetito de los dragones?141 Del
diablo queda dicho: Y pisotearás al león y al dragón142, en atención a sus asechanzas y cólera.
Todos sus ángeles son comparados con los leones y dragones. Se dedica a proporcionarles presas y
a saciar sus estómagos aquel que entrega en su poder a los convictos de impiedad. Desean que su
impiedad quede oculta, pero tan pronto como salen a la luz son presas fáciles de caer en poder del
diablo y de sus ángeles con quienes contemporizaron. Son apocados en sus madrigueras143: en
las tinieblas de sus emboscadas. ¿Quién se mantendría en píe si no fueran apocados? Temen la
autoridad de aquel bajo quien exclamaron: ¿Por qué has venido antes de tiempo a
destruirnos?144 Y así como en el incidente de los cerdos quedó bien claro que no habrían entrado
en ellos sin permiso previo145, hay que deducir que nada tienen que hacer contra nadie si no se lo
permiten. Ahora bien, ese permiso se les otorga en conformidad con la justicia con que todo lo
gobierna, tanto por razones de prueba como de venganza, impuestas para la condenación o para
la corrección. Se ponen al acecho en la espesura146: el deseo de hacer daño está siempre activo
en ellos aunque se les niegue el permiso. Están espiando dentro de la selva virgen de las ocasiones
carnales a que alguien caiga en las leyes de Dios, es decir, que quede convicto de su pecado, de
modo que merezca los honores de ser su presa. ¿Quién prepara su alimento al cuervo? Sus
polluelos gritan a Dios y andan errantes buscando comida147. El equivalente del salmo es: Ya los
polluelos de los cuervos que le invocan148. Se trata de un paralelismo muy aproximado. No puede
tener sentido peyorativo, porque le invocan. En este pasaje se hace referencia a los negros, es
decir, a los pecadores que aún no han sido blanqueados por el perdón de los pecados. Son
polluelos porque ya son humildes. Andan errantes porque aún no han conocido la verdad, pero la
buscan piadosamente cuando claman al Señor. Este puede preparar comida al cuervo por su
presciencia, ya que sabe de antemano que incluso quien aún no es humilde se ha de convertir. Con
todo, los polluelos, es decir, los humildes, claman al Señor.

Capítulo XXXIX

¿Conociste el tiempo de parir piedras para los tragélafos?149 Tragos es un chivo, élafos un ciervo.
El tragélafo es un animal híbrido que procede del cruce de macho cabrío y cierva. Es signo de la
mente que sirve a la ley de Dios según el hombre interior. Pero desde la parcela en que aún es
macho cabrío está viendo en sus miembros otra ley que es antagónica a la ley de su mente y que
le mantiene cautivo en la ley del pecado150. Para utilidad de éstos ha parido piedras a tiempo
aquel que ha echado los cimientos sólidos de los ejemplos de la Escritura. De este modo, al
descansar en ellos, no perderán las esperanzas de su futuro aquellas personas cuya carne tiene
apetencias contra el espíritu y el espíritu contra la carne151, cosa que les sucederá hasta que, con
agilidad de ciervos y después de superar las insinuaciones de la serpiente, vivan según el espíritu y
vayan en pos del espíritu, de modo que no reine el pecado (de ahí el símil del macho cabrío) en su
cuerpo mortal para secundar sus deseos152. ¿Has protegido el parto de las ciervas?153 De las
iglesias contabilizadas entre las espirituales que con sentimientos maternales intiman a la gente a
que las imite. A éstas nada pueden hacerles las opiniones de la serpiente. Hallan su protección
cuando se apoyan en Dios, no en sí mismas. ¿Contaste los meses de su preñez?154 Su parto sólo
se realiza mediante el Evangelio que el Señor predicó con la autoridad de su magisterio, en ciertos
meses desde su bautismo hasta la pasión y ascensión. ¿Aliviaste sus dolores?155 Pues no se decía
sin dolor: Hijos míos, por quienes de nuevo sufro dolores de parto hasta ver a Cristo formado en
vosotros156. Estos dolores cesan acabado el parto, es decir, cuando quedan convencidos de la
verdad aquellos por quienes así se gime, siendo ello obra de la palabra de Dios en el santuario de
la conciencia. ¿Alimentaste los cervatillos sin que se espantaran?157 En la leche de los
sacramentos a los faltos de timidez, pues no recibieron el espíritu de siervos para recaer en el
temor158. ¿Enviarás sus crías?159 Hacia la libertad de un pasto espiritual más sustancioso. Sus
crías romperán: los lazos de los apetitos seculares. Se multiplicarán en los trigales: con el alimento
más nutritivo de la sabiduría que sigue a la lactancia. Saldrán y no volverán a ellas160. Marcharán
huyendo de las enseñanzas de vía estrecha que durante su etapa inicial les transmitían unos
hombres. Y no volverán a sus madres porque ya no necesitan su leche, como tampoco tienen
necesidad de hombres que les enseñen. Por cierto que estos tres versos no llevan interrogación.

¿Quién da libertad al asno salvaje? Aunque parezca sorprendente, este asno salvaje es signo de
esos pocos que sirven a Dios, libres de todo asunto mundano. ¿Y quién rompe sus ataduras?161
Los vínculos de los afectos carnales y populares. Puse por casa el desierto y por guarida le di un
lugar salobre162. Por eso clama: Mi alma tiene sed de ti163. Se ríe de la extensión de la
ciudad164: de la ciudad que la Escritura llama Babilonia, que camina por la ancha senda que lleva
a la perdición165. No oye la queja del cobrador de impuestos166: porque no debe nada a nadie.
Se puso a contemplar los montes de sus pastos: la grandeza de las revelaciones. Y va tras toda
hierba verde167: en pos de todo lo eterno.

¿Consentirá el unicornio en servirte? El que se ufana de las dignidades de este mundo. Cristo
sometió a esta clase de gente e hizo de ella ministros de la Iglesia. El monókeros es el unicornio,
símbolo de la soberbia. ¿Y dormir a tu pesebre? Imitando la humildad de quien de niño también
fue reclinado en un pesebre168. Se descansa en la garantía del perdón de los pecados y en el
olvido de los remordimientos de la mala conciencia. ¿Podrás atarle el yugo con sus coyundas?169
Llevando un yugo suave sujeto con coyundas, es decir, apoyado en la autoridad de aquellos que
mortificaron y domaron su carne. Por eso Juan se ceñía con un ceñidor de pelo de camello170, no
con las ásperas maromas de los pecados. ¿O te trazará surcos en el campo?171 Abrirá los pechos
del pueblo obediente para conquistar el reino de Dios. ¿Vas a contar con él porque su poder se ha
transformado? No buscando la vanidad de los honores y de las alabanzas humanas incluso dentro
del ministerio eclesial, tal como la buscaba en el siglo. ¿Le encomendarás tus obras?172 Como
aquel cuya legación dice representar el Apóstol cuando exhorta en nombre de Cristo a que nos
reconciliemos con Dios173. ¿Y confías en que te hará la siembra de tus mieses? No reclamará nada
de aquello sobre lo que mandó. Llama siembra a la operación de sembrar. ¿Y la llevará a tu
era?174 Para que esté entre aquellos a quienes el Señor manda que rueguen al dueño de la mies
que envíe obreros a su mies175. Pero no para pretender una era en exclusiva para él mismo, a
imitación del príncipe de las herejías y de los cismas y de todos aquellos que no buscan la gloria de
Dios, sino la suya propia. En efecto, resulta más que difícil que este monókeros o unicornio tenga
talante de sumisión, pero dentro del espíritu humano también esto es un don eficaz del único que
hace maravillas176, destructor de proyectos y de toda altivez que se empingorota contra la ciencia
de Dios, y cautivador de todo entendimiento reduciéndolo a su obediencia177.

El ala de los avestruces se mezcla con las alas de la garza y del halcón178: a los de ingenio torpe,
personificados aquí por los avestruces, incapaces de volar, se les ha concedido, por la gracia de
aquel que eligió lo necio del mundo179, equipararse a la rapidez de los creyentes mejor dotados,
simbolizados en este pasaje por las otras aves objeto de la cita. Tal es la interpretación de este
verso. Abandona sus huevos en la tierra180: comienza a hablar sobre el avestruz, es decir, sobre
aquellos cuyo símbolo es. Claro que no se mezclarán sus alas lentas con las alas de aves cuyo vuelo
es más rápido, si no abandonan previamente la esperanza en la tierra, esperanza que se simboliza
en los huevos. Y se calientan sobre el polvo181: porque, aunque no tuviera sus miras puestas en
las esperanzas seculares, esto les ocurre con frecuencia debido a la oficiosidad de los enamorados
del mundo, comparados en este pasaje con el polvo. Olvidando que un pie puede esparcirlos y que
puede aplastarlos un animal salvaje182: dado caso que las apetencias contrapuestas de cualquiera
y los malvados de este mundo alteren y pisoteen esta, esperanza suya como si fueran huevos
abandonados en tierra, no se preocupa de esta situación hasta el punto de no sentirla como algo
de que se había olvidado. Es cruel con sus hijos, para que no sean suyos183: y aunque no exista ya
la esperanza, cual huevos, sino la realidad misma, esto es, la felicidad temporal, como hijos ya
nacidos, siente un gran desprecio hacia ella, no aceptándola como felicidad propia porque tiene
puestos sus deseos en la felicidad auténtica y verdadera. Se fatigó en vano y sin preocupación
alguna184: nos hallamos ante un estadio previo a la conversión; porque trabaja basado en
esperanzas mundanas, pero sin fruto. Y, lo que es peor, trabaja sin zozobra alguna al presumir de
cosas inseguras. Porque le negó Dios la sabiduría y no le dio parte en la inteligencia185: ¿hay cosa
más tonta que fiarse de las vanidades y trabajar por la consecución de cosas perecederas sin
temor a perderlas? Hay mucha gente de esta mentalidad. De manera especial piensan así quienes
disfrutan de una larga felicidad mundana, especialmente si ésta goza de una sucesión
ininterrumpida que se remonta a abuelos y bisabuelos. No les cabe en la cabeza una desgracia
repentina. La comparación de estas personas con los avestruces nos parece acertada porque su
aparición en la tierra reviste caracteres de grandeza, pero no disponen de las alas de la virtud ni
gozan de trato con el cielo. No obstante, presta atención a lo que sigue: Cuando llegue la ocasión
se remontará a las nubes y se reirá del caballo y del jinete186: después de llegar la plenitud del
tiempo187 en que se mandó a los ricos de este mundo que no fueran altivos ni pusieran su
confianza en la incertidumbre de las riquezas, sino en el Dios vivo188, comenzaron a levantar su
corazón hacia el Señor y a reírse de los perseguidores orgullosos que el Señor arrojó al mar. Y
entonces el ala del avestruz, mezclada con las alas de las aves más veloces, se encamina hacia el
cielo, y tiene lugar todo cuanto se ha dicho de este animal.

¿Das tú al caballo la fuerza? Parece la descripción de un mártir, testigo intrépido y alegre de la fe


salvadora, pero no por su propio poder, sino por el que le otorgó el Señor. ¿Has dotado a su
garganta con el relincho?189 Revestíos de la armadura de Dios para poder resistir el día de la
angustia190. ¿Y de la osadía de la gloria de su pecho?191 Esta es la osadía de la que alardea Isaías
y la que le hace hablar192; la gloria del pecho es la conciencia que acrisola las obras del
hombre193 para que cada cual tenga la gloria en sí mismo y no en otro194. Cuando sale al campo,
retoza: al salir a la luz de la libertad, salta de gozo por la facilidad de las buenas obras realizadas
dentro de la holgura de la caridad. Sale con bravura a la guerra195: contra las tentaciones de las
contrariedades. Sale al encuentro de los dardos despreciándolos196: porque vive al arrimo de las
armas, entre las que cuenta con el escudo de la fe, contra el que quedan embotados los dardos
incendiarios del enemigo197. Y no retrocede ante la espada198: puede referirse a la muerte
visible. También puede ser una alusión a los de sensibilidad refractaria ante la verdad o a los
sutiles en su actitud sectaria. No se arredra ante ellos, porque también se le intima a amarles a
éstos. Sobre él danzan de gozo el arco y la espada199: a través de la confesión personal se ratifica
la amenaza de Dios que anuncia en lontananza los castigos invisibles. Campea, asimismo, el
testimonio de la palabra que en cierto modo destruye de cerca todos los errores. Naturalmente
que una cosa es amenazar con el futuro lejano del castigo de los pecados, que viene a ser algo así
como tensar el arco, y otra desmantelar la realidad actual de las pasiones en un cuerpo a cuerpo
con la espada de la palabra. Con el estremecimiento de la lanza y de la jabalina: ¿qué significa que
sobre él danza de gozo el arco y la espada ante el estremecimiento de la lanza y de la jabalina?
¿No significa que, de no mediar el temor personal, o sea, el temor de la muerte futura que la
justicia divina fulmina como arma arrojadiza, no le resulta posible despreciar la muerte presente
con que le amenaza el perseguidor? ¿No significa que debe hacer una confesión intrépida y
proclamar con confianza la verdad ante la que sus enemigos no puedan hacer frente? ¿No es para
danzar de gozo sobre él, es decir, sembrar por su conducto, de manera libre y espontánea, la
enseñanza de Dios que amenaza a los impíos con la muerte futura y destruye la maldad presente?
Porque si no existiera el gozo de nuestra esperanza mezclado con el temor al castigo, sería una
negligencia por nuestra parte tanto esa seguridad como la presunción orgullosa. Y entonces no se
nos diría en el salmo: Alegraos ante él con temblor200. Y con coraje escarba la tierra201: airado en
su interior con la finalidad de hacer tabla rasa de los apetitos terrenales y de los temores de la
carne que desaniman a todos los hombres a tolerar los sufrimientos. Tal vez en este sentido haya
que aplicar las palabras: Temblad y no pequéis202. Cada cual debe corregirse con una ira
sumamente saludable diciendo: ¿Por qué estás triste, alma mía, y por qué te me turbas? Espera en
el Señor porque voy a confesarle203. Y puesto que con la boca se confiesa para la salvación204,
añade acto seguido: Salvación de mi rostro, Dios mío205. Y no se fía hasta que no suene la
trompeta206. Se refiere a que, aunque de hecho haya desaparecido todo temblor terreno, no se
está seguro antes de pasar por la tentación; por tanto, no hay que fiarse a no ser que la misma
ocasión de la tentación lo haya dejado claro. Cuando suene la trompeta dirá ¡ea!207 Cuando
llegue el momento de la tentación, su alma le causará satisfacción, si es que se gloría en las
tribulaciones, porque la tribulación engendra la paciencia, la paciencia engendra virtud probada y
la virtud probada engendra la esperanza208, y ya no se volverá contra su alma lanzándole airados
apostrofes: ¿Por qué me llenas de turbación?, sino, al contrario, gloriándose en ella le dirá: Alaba,
alma mía, al Señor209. Y huele de lejos la batalla210: no como fijando la vista en la gente que le
persigue y que cae dentro de su campo visual, sino desde lejos, lejos de los ojos. Tiene bien en
cuenta que nuestra lucha no tiene como objeto la carne y la sangre, sino los príncipes y las
potestades, los dominadores de este mundo tenebroso, los malos espíritus de los aires211; esto
significa lejos. Habida cuenta del príncipe que ejerce el poder en este aire, el verbo oler le viene
que ni pintiparado. Dos olores caen dentro del campo del olfato: los buenos y los malos. Según
esto, huele la batalla212 quien comprende que el jefe poderoso de este aire actúa entre los hijos
de la incredulidad213, cuyas iras y asechanzas propias de un perseguidor sufre, de modo que lucha
con armas espirituales contra los espíritus de la maldad, no con armas corporales contra la carne y
la sangre, es decir, contra los hombres malvados que contempla con los ojos corporales. El trueno
y el clamor de los jefes: se sobrentiende huele. Pienso, por lo demás, que habla del trueno al
hablar del aire, donde se hallan ocultos los espíritus de la maldad. En realidad, a estos espíritus no
se les califica de dirigentes del mundo por el hecho de gobernar el cielo y la tierra, sino tal como lo
expone el Apóstol. Y para que la interpretación no adquiera otro sentido, añade a continuación el
motivo de por qué les llamó dirigentes del mundo: se trata del mundo de estas tinieblas214, es
decir, de los impíos. Pero, una vez convertidos, se les dijo: En otro tiempo fuisteis tinieblas, pero
ahora sois luz en el Señor215. El ser luz o tinieblas radica en la voluntad de cada cual. Cuando uno
es tiniebla se lo debe a sí mismo, es decir, a los pecados propios. Cuando uno es luz, no lo es por
cuenta propia, sino por el Señor, que le ilumina para que, según dice Isaías, sus tinieblas sean
como el mediodía216. También está escrito en los Salmos: Iluminarás mis tinieblas217. Esos
mismos que el Apóstol llama directores de las tinieblas reciben en este verso el título de jefes, de
caudillos. Son guías de las tinieblas, es decir, de los impíos. También son perseguidores de los
piadosos, es decir, de los que sufren persecución a causa de la justicia, no a causa de sus propias
impiedades e iniquidades. Dice que el mártir huele el clamoreo de estos caudillos no porque los
oídos corporales capten este tipo de sonidos, sino porque, gracias a la fe, gritan a los oídos del
corazón las muchas maquinaciones que el diablo y sus ángeles traman contra los siervos de Dios.
Por eso dice el Apóstol: No ignoramos sus ardides218. Y ante este griterío de los jefes, los oídos de
los infieles se mantienen sordos.

¿Echa pluma el azor en tu sabiduría?219 Como en la Sabiduría de Dios, que es Cristo, el hombre
nuevo se va renovando poco a poco, preparándose para tener trato con las realidades del
cielo220. ¿Manteniéndose quieto con sus alas extendidas hacia el mediodía?221 Desplegando sus
virtudes, libre de todo impedimento del siglo, desplegando las virtudes de los dos amores,
permaneciendo estable en la fe. Pero sin presumir en este punto de sus propias fuerzas, sino
esperando en Dios, renovando sus anhelos y la tensión que le arrastra hacia él, que es quien le
aviva el fuego de la caridad, para salvaguardar el vigor que le ayuda a llegar a él222, diciendo: ¿No
se someterá mi alma a Dios? De él viene mi salvación. El solo es mi Dios y mi salvación, mi valedor,
no vacilaré jamás223. ¿Se remonta por orden tuya el águila?224 Como lo hace por orden de aquel
que dice: Cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí225, pues iba a morir por
nosotros e iba a ser elevado al cielo por la resurrección. Donde está el cadáver, allí se reúnen las
águilas226. Ha saciado sus deseos en los bienes celestiales aquel cuya juventud se renovará como
la del águila227. El vuelo elevado del águila puede aplicarse también a lo que dice el Apóstol: Si
hacemos el loco es por Dios228; de modo que el verso que sigue, aplicado al buitre, tiene relación
con el contexto subsiguiente: Si nos mostramos juiciosos, es por vosotros229. Sigue a
continuación: ¿Acaso el buitre hará su mansión sobre su nido construido en las rocas?230 Parece
una expresión que define no la contemplación en éxtasis de cosas sublimes, sino la dedicación a
las realidades inferiores con ese equilibrio que se corresponde con las cosas humanas. Y esto de
modo que los impíos, considerados como muertos, tras verse justificados mediante la palabra, es
decir, como devorados por la boca, queden convertidos en cuerpo de la Iglesia. Porque el buitre se
alimenta de carroña; y por eso mismo: sobre su nido, donde, a modo de crías, pone las obras
necesarias para esta vida. Y por eso también en la roca, porque, después de decir el Apóstol que si
nos mostramos juiciosos es por vosotros, añadió acto seguido: Porque el amor de Cristo nos
empuja231, y la piedra era Cristo232. Hermosa expresión esta de hará su mansión, si la
parangonamos con el pasaje: Por ambas partes me siento apretado, pues de un lado deseo morir
para estar con Cristo, que es mucho mejor233. Este extremo está referido al remontarse del
águila. Al buitre, que pone su morada en el nido, se refiere el permanecer en la carne es más
necesario para vosotros234. Y puesto que la piedra es una interpretación de la Iglesia total, hay
que hacerla extensiva también a Pedro, que por este motivo recibió del Señor el apelativo de
piedra235. El picacho de la roca es la cabeza de la Iglesia. Para eso se añade el verso que sigue: En
la cresta de las rocas y en la caverna236. La cresta de la roca se refiere al hecho de que es la
cabeza, y la caverna, al hecho de que nuestra vida está escondida con Cristo en Dios237. Y desde
allí acecha la presa238. De esta presa se le habló a Pedro: Mata y come239, para incorporar a la
Iglesia a los gentiles que iban a creer. Sus ojos intuyen de lejos, y sus polluelos se revuelcan en la
sangre240: con la esperanza de la inmortalidad futura prolonga cumplidamente su aspiración a la
vida eterna, aunque sus actuaciones se revuelquen en la debilidad carnal. Es decir, aunque se vea
agitado por movimientos ante la incertidumbre que la ignorancia humana tiene respecto a las
obras de misericordia realizadas, sobre las posibilidades de ser útil a alguien ante Dios, cuando de
hecho atiende con amor sincero y en atención a la vida entera a quienes intuyen desde lejos y con
mirada profunda la salvación eterna. Pero cuando un trabajador y dispensador de este tipo se
encuentra con quienes ya están muertos a este mundo, dados los sentimientos con que renuncian
al diablo, no tiene duda alguna en brindarles el ministerio oral traducido en palabras, y con ellas
les lleva capacitadísimos al cuerpo de la Iglesia. Por eso continúa: Y donde hubiere carroña, allí
estarán ellos en seguida241.

Respondió el Señor a Job y dijo242. Del hecho de que ahora repita el Señor su discurso, no
obstante que tenía él la palabra, se entiende que Job calló estupefacto, al oír tales cosas, y no se
atrevió a hablar más. En los dos versos siguientes hay una invitación del Señor a que Job le
conteste. ¿Puede callar el que discute con el Todopoderoso? Es decir, ¿por qué te callas, si estás
discutiendo con el Todopoderoso? El que pretende replicar a Dios, ¿puede responder así?243
Convirtiendo la frase totalmente en estilo interrogativo, viene a ser así: ¿Replica a Dios el que
responde así en su discusión con Dios? El discutir con el Todopoderoso tiene en este pasaje un
matiz de búsqueda, no de réplica. No por ser Todopoderoso vamos a dejar de discutir con El.
Porque para polemizar con Dios no se exige como requisito previo nada que venga de El en el
curso de una disputa razonada, como si dimanara de la verdad misma. Existe otra interpretación.
Puede ser ésta: ¿descansa el que discute con el Señor? Es decir, puesto que no descansa el que
discute con el Todopoderoso, no hay que discutir con El para descansar. El que discute suele llevar
la contraria, y el que lleva la contraria a Dios no puede descansar, es decir, no halla descanso, a no
ser que se conforme sin la mínima contradicción con la voluntad de Dios. Así pues, al replicar a
Dios responderá así, esto es: cuando en la discusión responde a Dios, replica a Dios y por eso no
halla descanso. De ahí la expresión: ¡Oh hombre!, ¿quién eres tú para replicar a Dios?244 Pero nos
preguntamos: ¿es que Job llegó a hacer esto? Pues Dios no le considera como su competidor o
contrincante, cosa que hicieron sus amigos que nada entendían. Tal es el testimonio que aparece
al principio y al final del libro. ¿No se habrá expresado así por personificar Job al cuerpo del Señor
que es la Iglesia, donde existe un sector muy importante de gente débil, no de casos
desesperados, pero sí de los que peligran aun en lo referente a su provecho personal, cuyos pies
estoy por decir que apenas si se mueven y cuyos pasos avanzan menos aún por envidiar a los
pecadores y al ver la paz de que éstos disfrutan?245 Son los mismos que dicen: ¿Lo sabe acaso
Dios? ¿Lo conoce el Altísimo? Ahí lo tenéis: los mismos pecadores y los ricos del mundo
obtuvieron riquezas. ¿He conservado en vano mi corazón limpio, he lavado mis manos entre los
inocentes, no he hecho sino recibir azotes y verme castigado cada mañana?246 A mi entender, en
los versos siguientes es Job el que lleva la voz cantante.

Y respondiendo Job, dijo: ¿Por qué, después de oír todo esto, me va a juzgar el Señor tras haber
encajado sus advertencias y reproches, cuando de hecho yo no soy nada?247 Es decir: ¿por qué
me voy a aparejar un juicio, si es el Señor el que me aconseja y me arguye en caso de que le
contradiga? ¿Y por qué voy a hacerlo después de oírlo todo, es decir, tras comprender el cúmulo
de justicia y de misericordia que emplea conmigo, cuando de hecho por mí mismo no soy nada?
¿Qué respuesta voy a dar? Es decir, ¿qué puedo replicar a la verdad? Pondré la mano en mi
boca248, es decir, controlaré mi locuacidad. He hablado una vez; no responderé más249. De no
entender este pasaje en sentido figurado, ¿cómo dice Job que sólo ha hablado una vez cuando lo
ha hecho tantas veces? ¿Y por qué dice que no va a responder más, cuando vemos que lo hace
poco después? Pero el hecho de hablar hay que entenderlo aquí como un extrañamiento del alma
hacia estas realidades externas que abocan en el abandono de Dios y en la oposición a Él. Por eso
este extrañamiento a mayor escala recibe en la Sagrada Escritura el apelativo de grito cuando dice
Dios que ha llegado hasta El el clamor de los habitantes de Sodoma250. A esta locuacidad y
griterío se contrapone aquel venturosísimo silencio del que se habla: Y callará sin miedo ante toda
maldad. Por eso dice que ha hablado una sola vez en conversación ininterrumpida a lo largo de
toda la vida del hombre viejo, siendo como es un soplo que pasa y no vuelve251. Pero ahora,
poniendo punto en boca con intención de no seguir adelante, promete no hablar ni una palabra
más para no apartarse de Dios. Amén

ANOTACIONES AL LIBRO DE JOB

Traducción: José Cosgaya

Fecha: En torno al 400

Tomado de las «Revisiones» (2,39 [13])

1. El libro titulado Anotaciones al libro de Job, ¿ha de considerarse mío o más bien de quienes,
según pudieron o quisieron, reunieron aparte las glosas escritas en el margen del manuscrito? No
me resulta fácil responder a la pregunta. Dichas glosas son sabrosas para los poquísimos capaces
de entenderlas. Pero aun éstos se han de sentir por fuerza molestos al no entender muchas cosas,
puesto que en numerosos pasajes no han sido transcritas las palabras comentadas, de tal manera
que se sepa qué es lo que se comenta. Además, la concisión de las sentencias origina tal oscuridad,
que el lector apenas la puede soportar, por lo que se ve en la necesidad de pasar de largo sobre
muchísimos textos que le resultan ininteligibles. Por último, he advertido que el ejemplar de la
obra de que dispongo está corrompido, sin que pueda corregirlo. No quisiera que se dijese que lo
he publicado yo, pero sé que lo tienen los hermanos y no es posible ir contra sus deseos.

2. Este libro comienza con las palabras: Et opera magna erant ei super terram.

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Transcripción de CONCLUSIÓN A LA EPÍSTOLA A LOS ROMANOS

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1. Motivación de Pablo para escribirles

2. Planes futuros de Pablo

Cap. 15:22-33

No tenían pastor v. 14

La convicción de la fe de los creyentes de Roma v. 14

CONCLUSIÓN A LA EPÍSTOLA A LOS ROMANOS

3. Recomendaciones y saludos personales

“La epístola a los romanos presenta un equilibrio magistral entre el credo y la conducta, entre la fe
y las obras, entre la ordodoxia y la ortopraxis, para ser lámpara a los pies de las generaciones, para
una reflexión seria, de manera urgente, para poder creer, vivir y proclamar su contenido.”

Romanos Capitulo 15 (v 14-33), 16

Los posibles problemas dentro de la Iglesia de Roma

v14

a. Llevar a Jerusalén las contribuciones (ofrendas) V. 25-26


b. Su viaje a España y su visita a la Iglesia de Roma V.24

a. Pablo recomienda a Febe

Cap 16 V. 1-2

b. Pablo envía saludos a hermanos que conoce en Roma Cap 16

V.3-16

c. La Advertencia de los que causan divisiones y ponen tropiezo en la iglesia

Cap 16: 17-20

d. Los que están con Pablo envían saludos (16:21-24

e. Pablo alaba a Dios quien puede confirmar su fe por medio del evangelio (16:25-27)

Conclusiones

Se denota en Pablo el amor por la labor encomendada por Dios, de ser mensajero a los Gentiles,
Pablo explica, para el visitarlos era cumplir con la encomienda, y poder seguir así construyendo
bases sólidas de la Fe en medio de los gentiles.

Pablo deja un claro ejemplo de amistad en medio del cuerpo de Cristo, mostrando su amor y
aprecio a todos sus compañeros de milicia, los mismos que ahora estaban en Roma, de los cuales
Pablo no se había olvidado, dejando así una muestra distintiva para nuestra generación.

l relato inspirado nos asegura que en casi todas las epístolas de Pablo hay “algunas [cosas] difíciles
de entender” (2 Ped. 3:16). Tal es quizá el caso con la epístola a los Romanos, en mayor medida
que con cualquier otra. Pero su comprensión no es algo imposible, excepto para “los indoctos e
inconstantes”.

Observa que son solamente los que tuercen “también las otras Escrituras” para su propia
perdición, los que malinterpretan la enseñanza de Pablo. Los que tienen el deseo de comprender,
y que leen las sencillas promesas de la Biblia con provecho, no se encontrarán entre ellos.

Al abordar su estudio, te dará ánimo recordar que se trata simplemente de una carta dirigida a la
iglesia de Roma. Nada hace suponer que la congregación en Roma fuese diferente del gran cuerpo
de los cristianos en general. Leemos acerca de ellos que “no sois muchos sabios según la carne, no
muchos poderosos, no muchos nobles” (1 Cor. 1:26). Los verdaderos seguidores de Jesús se han
encontrado siempre entre la gente común. Así, en la iglesia de Roma debió haber tenderos,
artesanos, obreros, carpinteros, jardineros, etc., así como muchos siervos de familias de
ciudadanos ricos, y unos pocos que ostentaran una posición elevada. Cuando consideramos que se
esperaba confiadamente que ese tipo de personas comprendiera la carta, podemos sentirnos
animados a creer que lo mismo ha de suceder hoy.

La exhortación y aseveración de Pablo a Timoteo constituye la mejor guía para estudiar cualquiera
de sus epístolas, y la Biblia en su totalidad: “Considera lo que digo; y el Señor te dé entendimiento
en todo” (N.T. Interlineal: “el Señor te dará entendimiento en todo”). Dios es su propio intérprete.
Son las palabras de la Biblia las que explican la Biblia. Es por ello que conviene preguntarse una y
otra vez qué es lo que quiere decir exactamente el texto, en relación con lo que lo precede y lo
sigue.

Los comentarios que acompañan al texto tienen por objeto fijar más detalladamente en la Palabra
la atención del estudiante, así como ayudar al lector casual. Que el estudio de esta epístola te
suponga una gran bendición, y que la Palabra llegue a serte aún de mucha mayor estima, debido a
la luz creciente que el Espíritu Santo haga brillar a partir de ella, es mi ferviente oración.

Ellet. J. Waggoner

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Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, Ni estuvo en camino de pecadores,


Ni en silla de escarnecedores se ha sentado; Sino que en la ley de Jehová está su delicia, Y en su ley
medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, Que da su fruto
en su tiempo, Y su hoja no cae; Y todo lo que hace, prosperará. Salmo 1.1-3

¿Qué es lo que piensa la mayoría de cristianos cuando se dice testimonio de poder? Por lo regular
lo primero que piensan, es en alguien con una vida desastrosa que fue alcanzado por Cristo y su
vida se transformó. Pero ¿Son en realidad solamente esos los testimonios de poder? Acaso
¿Debemos pasar por situaciones escandalosas, para poder tener un testimonio poderoso?
¿Debemos entonces pecar y hacer cosas muy malas para que Dios nos alcance y entonces
tengamos algo que contar? ¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la
gracia abunde? 2En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos
aún en él? Romanos 6.1
Lamentablemente la mayoría de cristianos han superexaltando los “testimonios de
transformación” que inconscientemente han desvalorado los grandes testimonios que están
ocurriendo dentro de las iglesias. Parece que algunos cristianos prefieren no luchar por sus hijos
para que busque a Dios porque esperan que algo sorprendente les ocurra y luego puedan
testificarlo.

Las iglesias tienen cierta atracción por los “testimonios de transformación” por lo escandaloso y
llamativo, muchos quieren oír esos testimonios donde se cuentan las historias de alguien que
practicó brujería, o de alguien que era adicto a las drogas, o fue homosexual, o de alguien que fue
asesino etc., quieren escuchar como algunos asesinaron, violaron, robaron, se drogaron, hicieron
conjuros, se prostituyeron, incluso comieron órganos de otras personas. Son las iglesias quienes
por lo regular les atraen este tipo de historias, a veces olvidando las grandes cosas que Dios está
haciendo entre ellos.

Algunas veces estos testimonios parecen exaltar más la imagen del predicador, que la del Señor,
en algunos casos cuando cuentan sus historias, pareciera que no les duele mucho el pecado que
cometieron, hasta llegan a tener un tono de alarde al contar como ellos eran los “peores” por no
poder decir los mejores pecando, es decir nadie les ganaba en sus acciones, como si dijeran que
eran los mejores drogándose, robando, peleando, conquistando mujeres, nadie les ganaba.

En a biblia encontramos testimonios de transformación, como el de Nabucodonosor cuando


perdió la cordura en el cual muchos asientan sus introducciones con la cita, Conviene que yo
declare las señales y milagros que el Dios Altísimo ha hecho conmigo. Daniel 4.2

También esta el del endemoniado Gadareno, pero vemos como el Señor no lo sobrestimó ni
consideró la compañía de este hombre. “Y el hombre de quien habían salido los demonios le
rogaba que le dejase estar con él; pero Jesús le despidió, diciendo: Vuélvete a tu casa, y cuenta
cuán grandes cosas ha hecho Dios contigo” Lucas 8.38-39 Quizá hubiera sido de gran ayuda su
testimonio para que Jesús pudiera extender mas el evangelio, pero el Señor simplemente lo envió
de vuelta a su casa. ¿Tenían los discípulos de Jesús grandes testimonios que contar? No la mayoría
sólo podía decir que los encontró pescando, ¿Entonces porque Jesús los escogió? Porque el
trabajo principal dentro de las iglesias es hacer discípulos no predicadores, personas con el
carácter formado y disciplinado, que dejen frutos y resultados permanentes.
En otro caso podemos ver como un leproso que el Señor sanó, le fue ordenado por Jesús que no
contara abiertamente lo que le había sucedido. “Y así que él hubo hablado, al instante la lepra se
fue de aquél, y quedó limpio. 43Entonces le encargó rigurosamente, y le despidió luego, 44y le
dijo: Mira, no digas a nadie nada, sino ve, muéstrate al sacerdote, y ofrece por tu purificación lo
que Moisés mandó, para testimonio a ellos” Marcos 1.42-44 Es importante notar que la acción del
ex-leproso le cerró las puertas al Señor en la ciudad, Pero ido él, comenzó a publicarlo mucho y a
divulgar el hecho, de manera que ya Jesús no podía entrar abiertamente en la ciudad. Marcos 1.45
En realidad no ayudó mucho el testimonio del ex-leproso. ¿No era este otro suceso un gran
testimonio? Jesús sabia como dirigirse y guiar a las personas, y en este caso no era lo ideal publicar
el testimonio. Tristemente en las iglesias cuando alguien tiene una experiencia similar a esta,
inmediatamente lo ponen detrás de un púlpito con una corbata, sin evaluar su crecimiento
madurez, carácter, lamentablemente estos son los que después andan por las iglesia haciendo
cosas indebidas y dañando el cuerpo de Cristo.

¿Qué le parece un testimonio de alguien que estuvo muerto? Seria extraordinario ¿Verdad? Pues
tampoco el Señor lo extra-valoró cuando narró la historia del rico y Lazaro, en la historia vemos
como el rico pide a Abraham que Lazaro vuelva a la vida para que le cuente a su familia sobre ese
lugar. “Entonces le dijo: Te ruego, pues, padre, que le envíes a la casa de mi padre” Lucas 16.27
pero Abraham le contesta: A Moisés y a los profetas tienen; óiganlos. Él entonces dijo: No, padre
Abraham; pero si alguno fuere a ellos de entre los muertos, se arrepentirán. Mas Abraham le dijo:
Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los
muertos. (v. 29-31) ¿Por qué no utilizar esto como un gran testimonio? Porque el Señor espera
que la gente crea por causa de la palabra, bien lo dijo Abraham: “Si no oyen a Moisés y a los
profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos” Muchas veces este
tipo de testimonios sólo sirve para que la gente se burle o blasfeme, pero esto no debe de
sorprendernos ya Abraham lo había dicho.

Es verdad que estos pueden ser grandes “testimonios de transformación” pero también en la
Biblia encontramos grandes testimonios donde no hubo situaciones extravagantes, donde las
personas fueron testimonios por su calidad de vida.

Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de
que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella. Por la fe Enoc
fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuese
traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios. Hebreos 11. 4-5
Pero tal vez para algunos cristianos estos testimonios son aburridos porque no cuentan nada
interesante, no se sabe mucho de Abel, sólo que su hermano lo mató, y de Enoc tampoco, su gran
testimonio fue que no murió, pero como todos sabemos, no lo pudo testificar el mismo. ¿Por qué
entonces estos son grandes testimonios? Porque después de que ellos dejaron el mundo su
testimonio habla por ellos.

Eso es un gran testimonio, algo que trasciende, que va mas allá de estar detrás un púlpito, es algo
permanente, es una vida que impacta al grado que después de que ya no está en este mundo sus
hechos siguen testificando. Eche un vistazo a la historia de la iglesia y se dará cuenta que la gran
mayoría de quienes fueron pilares en la iglesia fueron personas dedicadas a Dios, con vidas
esforzadas y ejemplares.

Los errores en estos casos ocurren cuando:

(1) Por lo regular son neófitos quienes comienzan a tomar púlpitos para testificar

(2) Cuando las iglesias les estiman como si fueran ellos la principal razón del testimonio,
como a artistas

(3) Cuando no hay personas presentes que se identifiquen con el testimonio que llevan
(adictos, violadores, brujos, etc.,) o peor aun, no hay un sólo inconverso el día que ellos testifican,
pues sólo es interés y curiosidad de los cristianos escucharlos.

(4) Cuando se espera que la gente crea por el testimonio sin testificar la Palabra de Dios, si
primero no creen en la palabra, ¿Cómo creerán en un testimonio? ¿Es mas poderoso un
testimonio que la misma palabra de Dios?

(5) Cuando como en el caso del leproso (Marcos 1.44-45) la iglesia no esta preparada para
recibir más almas nuevas y en vez de alcanzarles solo se cierra la oportunidad de poder retenerlos
en la iglesia y pasan de ser personas pérdidas, a ser personas perdidas con conocimiento que al
final viene siendo lo mismo. Alguien dirá: "Pero se esta predicando", por supuesto pero el plan de
Jesús no es sólo que la gente sepa de Él, sino que sean sus discípulos. No se trata sólo de dar fruto
sino que este permanezca. Es fácil decir se ganaron tantas X almas, pero si visitas el lugar
encontraras iglesias vacías. Cuando ganes almas procura que también se ganen los cuerpos.

Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del
Hijo, y del Espíritu Santo; Mateo 28.19
No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y
llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él
os lo dé. Juan 15.16

Un testimonio de poder también es el de alguien que se ha mantenido puro en su vida alejándose


de las adicciones, venciendo las tentaciones sexuales, casándose en pureza, luchando por su
hogar, educando a sus hijos en la fe, sirviendo al Señor con su familia. Este es un gran testimonio,
espero que Dios siga alcanzando personas con vidas desordenadas que después puedan testificar
la obra del señor, pero espero más que se levanten hombres, mujeres y jóvenes con vidas dignas
de imitar, personas que todos los días luchan y batallan para mantener su integridad, que no
cuentan una vida de promiscuidad sino de fidelidad, que no cuentan una vida de adicciones sino
de estabilidad, que no cuentan una vida de dolor y tragedia sino de fortaleza emocional, que no
cuentan una vida de derramamiento de sangre sino de limpieza de manos. Que den testimonio de
su fe no sólo con palabras sino con hechos reales. Que testifiquen del poder de Dios en como los
ha puesto en lugares especiales por haberse conservado, por no haber pecado.

Si comenzamos a valorar mas la integridad tendremos generaciones más entregadas, luchando


como José y Daniel por no contaminarse con su mundo que los rodea, tendremos más mamás
felices por sus hijos que predican y sirven al Señor sin nunca haberse drogado o haber perdido su
pureza sexual y menos mamás diciéndoles con llanto en sus ojos a sus hijos: “algún día te he de
ver detrás de un púlpito”. Si dejamos de ver a los predicadores que testifican como si fueran
artistas, comenzaremos a ver los grandes testimonios que hay a nuestro alrededor,
comenzaremos a ver el matrimonio de hermanos a nuestro lado que han vivido fielmente por años
sin ningún historial de infidelidad, veremos al joven que semana con semana esta en la iglesia
esforzándose por servir y alejado de las drogas, veremos esa hermana intercesora que
continuamente derriba fortalezas en la oscuridad, veremos mucha gente que no tiene una historia
extraordinaria de transformación que contar, pero que sus vidas en si ya son extraordinarias,
porque decidieron no contaminarse, decidieron obedecer antes el consejo de Dios que el de los
malvados, decidieron no transitar por donde la gente malvada suele andar, nunca se sentaron en
las sillas de un bar, antro, etc., veremos personas que escogieron antes estar en la casa de Dios
que habitar en las moradas de maldad, veremos personas que su vida gira alrededor de la palabra
de Dios pues en ella meditan de día y de noche, personas que pacientemente están en la iglesia,
trabajando arduamente sembrando, sabiendo que a su debido tiempo darán fruto y todo lo que
hagan será prosperado.

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¿Dónde está tu mujer? by César Domínguez mar14

Pastores César y Vanessa

Pastores

9Y le dijeron: ¿Dónde está Sara tu mujer? Y él respondió: Aquí en la tienda. 10Entonces dijo: De
cierto volveré a ti; y según el tiempo de la vida, he aquí que Sara tu mujer tendrá un hijo. Y Sara
escuchaba a la puerta de la tienda, que estaba detrás de él. Génesis 18.9-10

Muchos hombres han perdido el interés por fortalecer, levantar o recuperar su matrimonio, han
tomado la actitud de “me da igual”, les da lo mismo que su matrimonio se restaure o no, han
decidido ser “felices” con el resultado que la vida les dé. Sin embargo olvidan que la bendición
plena solamente se puede lograr a lado de nuestra pareja. Una victoria sin nuestra esposa es una
sencillamente media victoria. La bendición plena del Señor solamente puede venir a nosotros
cuando nuestro matrimonio esta unido en todos los aspectos.

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LA IGLESIA NECESITA LÍDERES CAPACES by César Domínguez dic11

Me gusta como la traducción en lenguaje actual une los versículos de Éxodo 35.30-35 como uno
solo y como resalta las capacidades de dos hombres talentosos en el tiempo de Moisés

Moisés les dijo a los israelitas: «Pongan atención. Dios ha elegido dos artesanos muy capaces para
que trabajen en la construcción del santuario. De la tribu de Judá ha elegido a Besalel, y de la tribu
de Dan ha elegido a Oholiab. Dios les ha dado capacidad artística para hacer los tallados en
madera, los bordados en tela morada, tela azul y tela roja, y en tela de lino fino, así como para
hacer cualquier tipo de artesanía. También les ha dado capacidad para enseñar a otros en esta
clase de trabajos. »Además, Dios le ha dado de su espíritu a Besalel, y también le ha dado
sabiduría, inteligencia y una gran capacidad creativa para hacer diseños en oro, plata y bronce,
para tallar y montar piedras preciosas, y para tallar la madera.

La iglesia a veces pierde su fuerza e impacto porque ha entrado en un estado de monotonía y


cansancio.

lamentablemente algunos piensan que entre más tradicional sea la iglesia es más espiritual,
dejándola sin sabor ni atracción. Por otro lado la iglesia se opaca por causa de quienes están al
frente de ella, carecen de las capacidades idóneas para crear la atmósfera apropiada para hacer
de la iglesia un lugar maravilloso del que no se quiera salir.

En el pasaje de Éxodo hay tres capacidades que se remarcan muy bien y que la urgen
manifestarse en la iglesia: Capacidad artística, Capacidad para enseñar, y Capacidad creativa.

La Biblia señala que estas tres capacidades han sido dadas por Dios, en la versión RVR60 lo
menciona como una llenura del Espíritu. El arte y la creatividad no están peleados con lo espiritual.
una iglesia artística y creativa también puede ser espiritual.

La iglesia necesita lideres con capacidad artística.

Nuestro Dios pinto este mundo con los colores más hermosos, les dio música a las aves, formó al
hombre del barro, no hay más grande artista que Él. Nuestro mundo es maravilloso gracias al arte
del Señor, vivimos tomando fotos todos los días de la belleza que tiene. El arte de Dios nos ha
hecho disfrutar la vida en este hermoso lugar, pues Él no quiso que el mundo fuera aburrido y sin
sabor para nosotros.

Además nos ha prometido un lugar extraordinario para vivir con Él por la eternidad, cada creyente
en este mundo anhela poder estar allí en ese glorioso lugar. Si este mundo es obra de este gran
artista, ¡Imagínese el lugar que tiene preparado para nosotros!.
Sin embargo porque entonces algunas iglesias se vuelven tan poco atractivas, no se ve en los
creyentes el reflejo del Gran Artista que es nuestro Dios, muy pocos tienen imaginación, las
reuniones son simples y metódicas, el orden del servicio es bastante lógico.

Una iglesia con capacidad artística y creativa despierta la expectativa y el interés, llama la
atención, atrae las miradas, retiene a la audiencia, crea hambre por recibir y satisface al creyente.

No se trata de convertir la iglesia en un show donde la Palabra del Señor quede olvidada, sino se
trata de utilizar nuestros recursos para preparar los corazones que recibirán la Palabra del Señor.
Que se pueda notar el esfuerzo de quienes participan del altar, que sea evidente que durante la
semana estuvieron trabajando en algo especial para poder dar en su servicio

La iglesia necesita líderes con capacidad para enseñar

Al Señor no solo le interesaba que hubiera alguien con el talento para servirle en el trabajo de la
obra, sino que esperaba que ese talento pudiera transmitirse y no perderse.

Es Natural que en la iglesia no todos tengan facilidad para el arte y la creatividad es por esa razón
que quienes tienen la capacidad deben transmitir los conocimientos que tienen a otros.

Una iglesia donde sus líderes o servidores no trasmiten sus conocimientos, está destinada a
descender, cuando llegue el momento que quienes trabajan en la iglesia dejen de funcionar por x
razón, simplemente no habrá quien continúe el trabajo.

Mientras un líder de célula no enseñe a un discípulo su trabajo difícilmente vera la multiplicación


del grupo, mientras un pastor no enseñe a sus líderes a cumplir sus deberes, siempre estará
haciendo él todo el trabajo.

Porque el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para
enseñar… 2 Timoteo 2.24
Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para
enseñar también a otros. 2 Timoteo 2.2

La enseñanza no solo se trata de clase bíblicas sino de todo aquello útil que alguien puede
transmitir a otros. Siempre habrá algo que podamos enseñar, y siempre habrá alguien que quiera
aprender.

La iglesia necesita líderes con capacidad creativa

Sin duda esta es una de las capacidades más necesitada, muchos creyentes especialmente lideres
están acostumbrados a realizar sus trabajos de la forma en que siempre lo han visto, nada más
basta con escuchar sus repetitivas oraciones carentes de originalidad, frases acostumbradas como:
“apresura los pasos de los que vienen”, quédate con los que se quedan ve con los que van” y etc,
etc, etc. Demuestran que los que sirven carecen de innovación.

No es atractiva una reunión donde todo resulta bastante predecible, desde un salmo 133 (por
supuesto no hay nada de malo en el salmo), pasando por oraciones aprendidas, como ya dijimos
antes, ambientes bastantes pesados, hasta un tema sin dirección, orden, ni práctica. Todo esto ya
sea en reuniones generales como de célula nos dice que quienes participan del servicio, no se
prepararon y simplemente dieron lo primero que les vino a la mente.

Jamás podremos ver fluir la creatividad donde no hay preparación, donde no hay cabezas
pensantes y preocupadas por hacer de las reuniones un momento especial.

Dios nos formó a su imagen y puso en nosotros la capacidad de crear, de hacer cosas nuevas, nos
dio sabiduría, tenemos el potencial para poder hacer de nuestra iglesia un lugar completamente
atrayente.

¿Por qué el mundo arrastra a los creyentes hacia él? En especial a nuestros jóvenes, porque la
iglesia no puede competir contra él, no se trata de contaminar la iglesia sino de innovarla, no hay
nada de malo en eso, la iglesia siempre ha ido evolucionando con el paso de los años y en cada
época ha sabido impactar, pero muchas veces tenemos la mentalidad de querer conservar ese
toque de los 60ʹs cuando estamos por terminar el año 2013.
Mientras el mundo se actualiza, explota el arte y la creatividad para retener sus audiencias y
aumentar sus ratings, algunas iglesias se están estancando, al grado que el Facebook ocupa más
tiempo de los creyentes, que lo que invierten en la iglesia, para algunos creyentes es más
interesante estar mirando el inicio mientras el pastor comparte su tema, es mas atractiva una
tarde de cine que una tarde en la iglesia, el mundo sabe explotar el arte y la creatividad, pero
quienes sirven en la iglesia no tienen visión para servir.

Urgen líderes como Aholiab y bezaleel llenos del Espíritu de Dios con la capacidad de atraer las
miradas y la atención de los oídos en las reuniones. Urgen líderes que se esfuercen por hacer de
sus reuniones un lugar realmente especial.

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No impongas las manos con ligereza by César Domínguez nov20

imposición de manos

Tres errores comunes a la hora de delegar autoridad

No impongas con ligereza las manos a ninguno, ni participes en pecados ajenos. 1 Timoteo 5.22

Este versículo a veces se ha interpretado como una advertencia a no poner las manos sobre un
endemoniado si tu vida no es integra delante de Dios, porque los malos espíritus pueden
aprovecharse de la situación; “y se te pueden meter” Pero en realidad este versículo significa algo
completamente distinto.
la imposición de manos tiene diferentes propósitos en la biblia como el de sanar, (Marcos 16.18) el
de bendecir, (Génesis 48.14-15) y para delegar autoridad (Números 27.18-20) como es el caso del
versículo que tratamos.

Recordemos que Timoteo era un joven Pastor, así que la carta tiene el propósito de instruir sobre
la dirección de la iglesia, y el establecimiento de líderes.

En este versículo Pablo está hablando sobre el acto de ordenar a alguien al ministerio a través de
la imposición de manos. Hay algo mucho más peligroso que poner las manos sobre un
endemoniado, es: darle autoridad a alguien que no está calificado para determinada tarea.

Recuerdo cuando apenas comenzaba a servir que oía a nuestros apóstoles exhortar a los pastores
que delegaran responsabilidades, porque los pastores hacían prácticamente todo, continuamente
les decían: “¡Deleguen pastores!” ahora eso ya no es problema, los pastores cada vez están más
convencidos que delegar responsabilidades es muy importante para que la carga sea más ligera.

El problema ahora es que se está delegando mal, para empezar no se toman en cuenta las
características de la persona, basta con que tenga “ganas”. No hay nada de malo en involucrar a
las personas en el trabajo de la iglesia, el problema son los cargos que les estamos ofreciendo.
Todos pueden ser ministros (servidores) pero no todos, pueden llevar un liderazgo. La historia de
la iglesia nos enseño que una de las razones por las que la iglesia, entro en decadencia fue
precisamente por darles autoridad a personas sin los requisitos necesarios para la obra,
incompetentes, ignorantes incluso pecadores.

Vamos cuales son algunos de los principales errores a la hora de delegar autoridad

Pasar por alto los requisitos bíblicos

Esto es cierto: el que quiera ser dirigente, aspira a una buena obra. (Pero) Es necesario que un
dirigente… 1 Timoteo 3.1 PDT

Es increíble que no seamos capaces de ver los requisitos descritos por Pablo en la carta a Timoteo,
no necesitamos leer libros de liderazgo para saber cuáles son los requisitos que debe tener alguien
con gran responsabilidad dentro de la iglesia. Lamentablemente la necesidad aplastante de
líderes, presiona a algunos pastores a echar mano de las ovejas menos agraciadas del redil, la
perniquebrada o coja (que no caminará firme a su lado) la ciega o tuerta (sin visión de líder) la
enferma (con muchas raíces de amargura y resentimiento) pero pues ni modo son las únicas que
como ya dije antes “tienen ganas” (lo cual no es excusa para darles grandes cargos). Se les da el
cargo porque “no había otro” porque son los únicos disponibles, y entiendo perfectamente esa
presión que el pastor siente a verse prácticamente sólo. Pero aun así no podemos remediar
debilidades en la iglesia, con soluciones improvisadas.

¿Quiénes terminan siendo las columnas de la iglesia? personas que no tienen a sus hijos bajo
control, aquellos o aquellas que no han podido ganar a sus propias parejas, ¿son ellos columnas
fuertes para sostener el crecimiento de la iglesia? Seamos sinceros la verdad es que no lo son.
Alguien puede decir: pero tienen ganas, o son los únicos dispuestos a servir, y eso es verdad no lo
he negado en ningún momento. El problema no son ellos el problema es la falta de visión y
estrategia para establecer lideres.

Que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad (pues el que no
sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?). 1 Timoteo 3.4

Estos creyentes podrán funcionar como un parche a una llanta ponchada pero no como una
refacción, en algún su utilidad dejará de funcionar. Y lo más difícil para muchos pastores será
como retirarles del cargo que se les dio. Cuando ya han tomado demasiado control de la iglesia, y
se pueden volver incluso en amenaza de división.

Sobrestimar a los nuevos creyentes

No debe ser nuevo creyente (neófito) para que no se enorgullezca y no caiga en la misma
condenación en que cayó el diablo. 1 Timoteo 3.6 PDT

Otro error no menos grave es echar mano de los que están llegando, como los viejos creyentes no
quieren servir involucramos a los nuevos, y tenemos a bebés espirituales dirigiendo a creyentes
viejos. ¿Podría usted a sus niños pequeños que aun no pueden leer, a cargo de su propia casa?
¡Claro que No! Todo debe ser a su tiempo. Veamos futuros líderes en los nuevos creyentes, pero
dediquémonos a formarlos, para que de verdad lleguen a serlo. Tristemente hoy algunos
pastores con años de labor tienen que lidiar con un líder nuevo presuntuoso, irrespetuoso, que
por dos o tres actos que ha realizado se siente con autoridad para aplastar, enjuiciar, y
menospreciar a cualquiera incluso a su mismo pastor. Esta actitud no es extraña, hoy en día
cualquiera se siente con derecho de criticar, o hasta condenar acciones de otros ministros con
tanta ligereza, sin siquiera conocer a fondo los temas.

Pablo advierte a Timoteo de no poner las manos con ligereza, es decir no dar autoridad a los
creyentes sin analizar si son aptos para la labor.

Ignorar los dones espirituales

No quiero, hermanos, que ignoréis acerca de los dones espirituales. 1 Corintios 12.1

Soy un defensor de este principio, el error más común que he visto es darles una responsabilidad
determinada a personas que no están calificadas para llevarla a cabo, creo que mientras podamos
debemos involucrarnos en diversas tareas de la iglesia para llevarla hacia adelante, pero no creo
que alguien se estacione en un ministerio para el cual no tiene los dones, nosotros damos los
cargos pero los ministerios y dones los da el Señor. Los dones son los que nos dicen en qué lugar
debemos desenvolvernos, pero muchos no saben qué hacer porque ni siquiera saben que dones
tienen, otros hacen las cosas del modo incorrecto porque no tienen el don para aquello que están
haciendo. Una persona con el don de enseñanza difícilmente podrá guiar un grupo de oración, en
algún momento terminara convirtiendo el día de intercesión en un grupo de estudio sobre “como
orar”.

Si somos sinceros nos daremos cuenta que muchos a nuestro alrededor están funcionando en el
lugar equivocado y por eso no se ven los resultados esperados, no significa que no tengan amor
por la obra o que no tengan las ganas de trabajar, simplemente no es “su naturaleza” y por lo
tanto no pueden dar fruto de otro género.

Hoy en día existen muchos pastores que desean ver sus iglesias crecer y que hacen todo lo posible
para que esto suceda pero al pasar los años se comienzan a sentir desanimado y desgastados por
los resultados obtenidos. Y se preguntan si en verdad Dios estará con ellos, la respuesta es: que sí
Dios está con ellos pero han delegado equivocadamente las responsabilidades. Es bueno delegar
pero primero debemos hacer tres cosas: (1) discipular a los creyentes para que tengan nuestro
corazón, (2) Evaluar su estilo de vida de acuerdo a requisitos bíblicos. (Tampoco se trata de buscar
gente perfecta) y (3) establecerlos en aéreas donde ellos tengan los dones apropiados para servir.
para saber mas le recomiendo leer el tema ¿Cuantos dones hay?

¡Esto es no impongas las manos con ligereza! No te apresures a dar cargos mucho menos cuando
se trata de grandes cargos.

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CLASE 1 DE COMPROMISO by César Domínguez sep12

Esta es la primera clase básica que cada creyente que llega a la iglesia debe recibir, hemos
aprendido que si la iglesia no lleva a las personas hacia un compromiso difícilmente podrán
funcionar dentro de ella, y difícilmente se formaran lideres para el trabajo. Este material nos
ayuda a encontrar a las personas adecuadas para servir en la iglesia. hay otras tres clases mas

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Etiquetas: Clases de compromiso, crecimiento, iglesia, liderazgo, lideres, pastor |

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EL EVANGELIO PERVERTIDO by César Domínguez ago14

Un problema de la iglesia en estos tiempos no es que los creyentes se vayan tras otros dioses sino
mas bien que se hagan una imagen de Dios, en otras palabras se forman un dios a su gusto, y de
esta manera terminan pervirtiendo el evangelio

puedes escuchar el tema o leerlo


Un Evangelio Pervertido by iglesiamarabierto

6Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo,
para seguir un evangelio diferente. 7No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y
quieren pervertir el evangelio de Cristo. Gálatas 1.6-7

Uno de los peligros mas grandes de la iglesia no esta en el mundo, ni es el diablo tampoco lo es el
racismo. Realmente un gran peligro para la iglesia es la perdida de sus valores y principios, es el
desorden interno del cual tanto Pablo advirtió (28Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el
rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la
cual él ganó por su propia sangre, Hechos 20.28). La iglesia sufre las consecuencias del corazón
rebelde del hombre inclinado hacia el mal. Su deseo incansable de querer hacer las cosas a su
manera, hasta el grado de formar su propio dios.

Esta distorsión de la fe no es nueva, desde tiempos antiguos los hombres han creado sus propias
“formas de adoración” algo mas cómodo, mas a su gusto y antojo. La historia del becerro de oro
en el Éxodo nos da un claro ejemplo de cómo el hombre pervierte o distorsiona la fe en Dios,
haciendo una mera imitación de la piedad, una fe fingida (1 Timoteo 1.5), un evangelio diferente
(Gal. 1.6), un autoengaño de salvación.

Veamos cuales son las razones por las que los hombres hacen esto, cual es el resultado de su
rebeldía y cual es la solución para volver el evangelio a su origen.

¿CUÁLES SON LAS RAZONES POR LAS QUE SE PERVIERTE EL EVANGELIO?

1 Viendo el pueblo que Moisés tardaba en descender del monte, se acercaron entonces a Aarón, y
le dijeron: Levántate, haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, el
varón que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido. Éxodo 32.1

Viendo el pueblo que Moisés tardaba en descender del monte…


La primera razón es la impaciencia. La sociedad acelerada de nuestros días sabe muy poco de
paciencia, no han aprendido del labrador “... Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de
la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía. Santiago 5.7
viven ansiosos y desesperados, no saben sufrir el evangelio, no saben actuar en fe ni vivir en ella,
Todo lo quieren pronto y mágicamente, son promotores de los fraudes espirituales, ellos buscan
“remedios prontos” y hay quienes están dispuestos a ofrecérselos. La gente ya no quiere buscar a
Dios, quiere soluciones fantásticas, y si no lo logran amenazan con irse de la iglesia, esto presiona
a algunos lideres a darles por su lado con el fin de que la muy “anhelada membrecía” no caiga.
Esto nos lleva a la siguiente razón.

…se acercaron entonces a Aarón, y le dijeron: Levántate, haznos dioses que vayan delante de
nosotros…

La segunda razón es la debilidad de carácter en los líderes. No entendemos porque Aarón accedió
a su ridícula idea, lo cierto es que no tuvo la capacidad de poder controlar el desorden que se
había generado dentro de la congregación. Lo mismo nos lleva a cuestionar la autoridad de
algunos líderes actuales, que en vez de actuar con autoridad y dirección se comportan como
alborotadores y separadores del rebaño (si ustedes no están de acuerdo con lo que hago,
entonces están contra mí. Si no me ayudan a traer a otros para que me sigan, es como si los
estuvieran ahuyentando. Lucas 11.23). Algunos actúan como si no les interesara la vida de los
creyentes, como si les importara más su imagen y apariencia; como si lo único que importara fuera
el aspecto social, las relaciones, los convivios y paseos. Hasta podría pensar que tal vez a estos
líderes les aburre la iglesia y prefieren darles por su lado a estos creyentes con tal de que no se
vayan. ¿Pero que pueden hacer ellos? si seguramente sus vidas no son integras, si seguramente
alivian su carga pecaminosa al darles permiso a su gente de pecar.

22Y respondió Aarón: No se enoje mi señor; tú conoces al pueblo, que es inclinado a mal.

Éxodo 32.22

La tercera razón es la predisposición de pecar en algunos. Algunos versículos más adelante Aarón
aclara una razón, “la inclinación que tenia el pueblo hacia el pecado”, lamentablemente no todos
en la iglesia están comprometidos a cambiar, y es sorprendente que haya quienes están buscando
la oportunidad para hacer lo malo.

Cuando alguien sale de prisión tiene dos caminos por delante la reformación o volver a su vida
pasada. Israel acababa de salir de la prisión de Egipto, pero en vez de reformarse algunos querían
volver a su pasado “¿No nos sería mejor volvernos a Egipto?” (Núm. 14.3). El pecado premeditado
de algunos creyentes es vergonzoso, su presencia en la iglesia no es grata, sabiendo que están hay
solo por una mala intención, conquistar a alguien, conseguir dinero, buscando un favor etc., no me
refiero en esta ocasión al nuevo creyente sino al creyente de años, solo me consuela saber que
“…Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segara” Gálatas
6.7 ¡Todo a su tiempo! ¡Todo a su tiempo!

¿CUAL ES EL RESULTADO DE UN EVANGELIO PERVERTIDO?

La creación del becerro de oro no era una sustitución del Dios verdadero sino mas bien una
modificación, los hijos de Israel no estaban abandonando al Dios que los saco de Egipto solo
estaban haciendo algunos cambios, ellos cumplirían su adoración y harían fiesta a Jehová pero a su
manera.

Un dios de acuerdo a su imaginación

…y él los tomó de las manos de ellos, y le dio forma… Ex 32.4

El principal origen del distorsionamiento del cristianismo es la imaginación del hombre, no solo la
creación de imágenes de barro o metal que de por si son un triste error en la fe, sino también la
idea que los hombres tienen sobre Dios o como se imaginan que es Él, muchos de los creyentes
que dejan de ir a la iglesia por lo regular tienen un “yo pensaba que” o “yo me imaginaba que” en
otras palabras ellos se habían creado una imagen de Dios, y cuando el dios que ellos imaginaban
no es como el Dios que la biblia dice, entonces es cuando comienzan a modificar la fe a algo mas
de acuerdo a sus ideas, algo como un dios mas cool, un dios mas light, algo como chuchito y no
Jesucristo; algo mas a su imaginación.

Un dios que no demanda compromiso

e hizo de ello un becerro de fundición... Ex. 32.4

Un dios sin vida es un dios que no habla ni respira, no requiere de relación ni compromiso, es el
dios ideal para aquellos que no quieren que les digan que hacer; para aquellos que no les gustan
las ordenes. Un dios sin vida no exige oración, como quiera no puede escuchar, sin sentimientos
no hay compromiso de amor. Así es el dios de aquellos que pervierten el evangelio, un dios simple,
poca oración, poca relación, poco compromiso.
Un dios que no demanda fe

La fe es la capacidad de creer sin ver, los hijos de Israel al no ver a Moisés (el representante de
Dios) tuvieron la necesidad de ver algo que los inspirara. El evangelio se pervierte por aquellos que
no quieren pelear la buena batalla de la fe. Un dios visible no demanda fe, puede verse todo el
tiempo, no te abandona, (a menos que te deshagas de él), acompaña en las buenas y en las malas,
en una vida de rectitud o de pecado es lo mismo no se marcha.

Un dios de shows

Mañana será fiesta para Jehová... Ex. 32.5

Lo mas lamentable de estos creyentes es su presunción de calificar las tareas de otros cristianos,
con los famosos “likes” ellos pueden escuchar alguna predicación o música cristiana y sin titubeos
decir: “no me gusta”. Se vuelven críticos del mundo cristiano, se acostumbran a evaluar los
servicios de otros cristianos. Cuando va haber algún evento en la ciudad la primera pregunta que
hacen es: ¿Quién va a estar? ¿Quién va a predicar o cantar? Ya no se trata de confraternizar o de
alabar al Señor sino de quien estará, como si no fuera más que suficiente la presencia del Señor.
Hay que hacerles reír si no se aburren, hay que entretenerlos por que se van a otra iglesia, no es
malo que las iglesias se profesionalicen y hagan buenas presentaciones, lo malo es que algunos
creyentes solo buscan eso y no buscan a Cristo.

6Y al día siguiente madrugaron, y ofrecieron holocaustos, y presentaron ofrendas de paz; y se


sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a regocijarse.

¿CUÁL ES LA SOLUCION A UN EVANGELIO PERVERTIDO?

El compromiso de los creyentes

25Y viendo Moisés que el pueblo estaba desenfrenado… se puso Moisés a la puerta del
campamento, y dijo: ¿Quién está por Jehová? Júntese conmigo… Éxodo 32.25-26

Antes de hacer cualquier cosa Moisés necesita saber con quienes está contando, o de otra manera
pudo haber sucumbido ante un pueblo desenfrenado. Antes de implementar un cambio o
establecer una visión en la iglesia, se debe considerar con quienes se cuenta (Lucas 14.31).
No se puede trabajar sin el compromiso y la colaboración de los creyentes. Los creyentes
comprometidos deben luchar por la conservación del evangelio puro, la tarea de cuidar la pureza
de la iglesia no es deber de los líderes solamente, los creyentes ven donde los líderes no pueden,
son ojos y bocas.

La extirpación del pecado

Éxodo 32.27Y él les dijo: Así ha dicho Jehová, el Dios de Israel: Poned cada uno su espada sobre su
muslo; pasad y volved de puerta a puerta por el campamento, y matad cada uno a su hermano, y a
su amigo, y a su pariente.

La iglesia debe ser radical en cuanto al pecado, no se puede dar tregua a aquello que es la principal
causa de la perdición. Debemos denunciar el pecado dentro de la iglesia, así sean nuestros
familiares, amigos o vecinos quienes estén cometiéndolo. No podemos ser cómplices en los
pecados de otros, porque llevaremos las consecuencias juntamente con ellos, no olvide la familia
de Acan que pereció con él por encubrir su maldad. Josué 7.24

Los padres no deben desentenderse del comportamientos de sus hijos en la iglesia, igualmente los
esposos deben de cuidar la integridad de su pareja. No es desconocido que haya familiares de
lideres que encubren les encubren su pecado, por miedo a la vergüenza familiar, o por miedo a
romper la relación familiar

El liderazgo responsable

Éxodo 32.30…dijo Moisés al pueblo: Vosotros habéis cometido un gran pecado, pero yo subiré
ahora a Jehová; quizá le aplacaré acerca de vuestro pecado. 31Entonces volvió Moisés a Jehová, y
dijo: Te ruego… que perdones ahora su pecado, y si no, ráeme ahora de tu libro que has escrito.

¡Que grande era el amor de Moisés por el pueblo! al grado de exponerse a perder su salvación. La
responsabilidad de un líder se ve en su amor por su pueblo, a veces la dureza con la que se actúa
no significa que no se tiene amor hacia las personas, al contrario por lo regular quienes aman a las
personas son quienes más les exigen.

La debilidad en el liderazgo de Aarón llevó al pueblo hacia el pecado, pero la fortaleza del liderazgo
de Moisés los salvo. Según Maxwell todo se levanta o se cae desde el liderazgo.
El evangelio pervertido es una alteración del verdadero evangelio, es el producto de creyentes
perturbadores que no están de acuerdo con las leyes divinas, que se resisten a una vida de pureza
y obediencia. Es responsabilidad de todos los creyentes el cuidar la pureza de la iglesia

4según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin
mancha delante de él. Efesios 1.4

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