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Descubierto en Israel un raro mosaico romano de 1.

800 años

DESCUBIERTO EN ISRAEL UN RARO MOSAICO ROMANO DE 1.800 AÑOS

9 FEB, 2018

SILVIA SCHNESSEL

DESTACADOISRAELNOTICIAS0 0

Enlace Judío México.- Una rara inscripción griega y un colorido mosaico han sido descubiertos
durante las excavaciones bajo una estructura comercial del período bizantino, el hallazgo es
aclamado por su excepcionalmente alta calidad

AMANDA BORSCHEL-DAN

Recientemente se descubrió un mosaico raro y colorido que data del siglo II-III en la antigua ciudad
portuaria de Cesarea, situada a medio camino entre Tel Aviv y Haifa. Es uno de los pocos ejemplos
existentes de mosaicos de la época en Israel y su artesanía es comparada por los arqueólogos con
la maestría artística hallada en Antioquía.

Un raro mosaico romano de los siglos II-III EC, que lleva una inscripción en griego antiguo,
descubierta en Cesarea durante el trabajo de conservación de la Autoridad de Antigüedades de
Israel. (Assaf Peretz, Autoridad de Antigüedades de Israel)

Durante el trabajo en una expansión del Parque Nacional de Cesarea en lo que podría decirse es el
mayor proyecto de conservación y reconstrucción de Israel hasta la fecha, el mosaico fue
descubierto bajo una estructura comercial opulenta del período bizantino. Según los arqueólogos
Dr. Peter Gendelman y Dr. Uzi Ad, directores de la excavación de la Autoridad de Antigüedades de
Israel, el mosaico es anterior a la estructura comercial en unos 300 años y una vez fue parte de un
edificio aún anterior de aproximadamente 1.800 años.

Según los arqueólogos, el mosaico mide 3.5 x 8 metros y es “de una rara calidad alta” comparable
al de los mejores ejemplos de Israel de Lod o la Mona Lisa de Tzippori.
Hay tres figuras representadas en la sección descubierta, así como patrones geométricos
multicolores típicos, que se formaron usando pequeñas teselas (piezas de mosaico) colocadas
densamente en alrededor de 12,000 piedras por metro cuadrado.

“Las figuras, todos hombres, usan togas y aparentemente pertenecían a la clase alta. La figura
central es frontal y las otras dos lo enfrentan a ambos lados“, dijeron los arqueólogos en un
comunicado de prensa de la IAA.

“¿Quienes son? Eso depende de para qué se usó el edificio, que aún no está claro. Si el mosaico
era parte de una mansión, las figuras pueden haber sido los propietarios. Si se tratara de un
edificio público, podrían haber representado a los donantes del mosaico o los miembros del
consejo de la ciudad“, dijeron los arqueólogos.

De potencialmente incluso más interés que las imágenes bellamente formadas es una larga
inscripción en griego antiguo. Desafortunadamente fue dañada por el edificio bizantino construido
encima de él, pero ahora está siendo estudiada por la epígrafa Dra. Leah Di Segni del Instituto de
Arqueología de la Universidad Hebrea.

Gendelman elogió el hallazgo como “importante” para el registro histórico físico en exhibición en
el popular parque arqueológico. El mosaico data de cuando el área era el centro administrativo del
Imperio Romano en la provincia de Judea. Durante las excavaciones en la ciudad costera de varias
capas, los arqueólogos han descubierto una amplia evidencia de los períodos herodianos y
cruzados. “Este período de tiempo no se encuentra a menudo en Israel“, dijo Gendelman a The
Times of Israel el jueves.

Un raro mosaico romano de los siglos II-III EC, que lleva una inscripción en griego antiguo,
descubierta en Cesarea durante el trabajo de conservación de la Autoridad de Antigüedades de
Israel. (Assaf Peretz, Autoridad de Antigüedades de Israel)

“Lamentablemente, la inscripción está muy dañada [por la construcción]“, dijo Gendelman.


Mientras que el equipo todavía está esperando la experiencia de Di Segni para descifrar el texto
griego antiguo, dijo que hay varias letras visibles de lo que parece ser una inscripción de múltiples
palabras muy larga.

Di Segni dijo a The Times of Israel que envió una lectura tentativa a los excavadores, pero que
necesita más información antes de hacer pública cualquier lectura hipotética.

“Es muy difícil leer la inscripción, ya que faltan muchas letras y muchas de las que están, no están
claras“, dijo Di Segni.

La opulenta estructura del período bizantino, bajo la cual se encontró el espectacular mosaico de
época romana. (Assaf Peretz, Autoridad de Antigüedades de Israel) Excavación del raro mosaico
romano de los siglos II-III EC, descubierto en Cesarea durante el trabajo de conservación por la
Autoridad de Antigüedades de Israel. (Yitzhak Marmelstein, Autoridad de Antigüedades de Israel)

Actualmente, el mosaico está siendo tratado por el ala de conservación del IAA con la intención de
mostrarlo al público in situ en Cesarea, dijo Gendelman. Si bien es demasiado pronto para conocer
el plan de conservación, es posible que, al igual que los mosaicos comparativamente importantes
como los descubiertos en Lod, sea necesario retirarlo del sitio y devolverlo después de haber sido
preservado y preparado para ser visto públicamente en un nuevo paseo en Cesarea.

El lavado de cara y la expansión del Parque Nacional de Cesarea, conocido por su teatro romano y
el Palacio de los Arrecifes, es posible gracias a una donación de 100 millones de NIS de la
Fundación Edmond de Rothschild y la Corporación de Desarrollo de Cesarea.

“La antigua Cesarea nunca deja de sorprendernos, nos fascina y emociona, una y otra vez revela
partes de la historia de importancia mundial. Este asombroso mosaico es un hallazgo único en
Israel“, dijo Guy Swersky, vicepresidente de la Fundación Edmond de Rothschild.

Un raro mosaico romano de los siglos II-III EC, que lleva una inscripción en griego antiguo,
descubierta en Cesarea durante el trabajo de conservación de la Autoridad de Antigüedades de
Israel. (Assaf Peretz, Autoridad de Antigüedades de Israel)

El mosaico fue descubierto durante una excavación arqueológica de IAA, en cooperación con la
Autoridad de Parques y Naturaleza de Israel, que es parte de las obras de reconstrucción en un
puente de entrada de la era de los cruzados. Un nuevo paseo, en construcción por la Corporación
de Desarrollo de Cesarea, incluirá el mosaico, y está previsto que se extienda desde la ciudad de
Jisr a-Zarqa hasta el Parque Nacional de Cesarea.

Incluso antes de la expansión del parque, más de 700,000 visitantes deambulan por sus maravillas
cada año, según Michael Karsenti, CEO de Caesarea Development Corporation. Agregó que el sitio
multicultural históricamente rico se está preservando con el objetivo de mantener su historia
arqueológica in situ, en los lugares donde se descubren los hallazgos.

Karsenti hizo hincapié en que, además de este mosaico, las secciones ampliadas del parque
tendrán muchos hallazgos nuevos para mostrar.

“El impresionante mosaico se une a los muchos otros importantes hallazgos arqueológicos
descubiertos recientemente. Entre estos se encuentra el altar del templo construido por Herodes
hace 2.000 años y mencionado por el antiguo historiador Josephus Flavius; una tableta de nácar
grabada con un candelabro de siete brazos, así como la estatua de un carnero, que fue el símbolo
de una congregación cristiana en el período bizantino“, dijo Karsenti.

Israel Hasson, director de la Autoridad de Antigüedades de Israel, da la bienvenida a la


“cooperación fructífera” entre las diferentes instituciones que trabajan en la arqueología y su
preservación.

“El trabajo en los últimos años hará que el magnífico patrimonio de esta ciudad sea accesible para
un público aún más amplio y restaurará Cesarea a sus días de gloria como una ciudad costera
próspera y cosmopolita, recompensando a todos los visitantes con una rica experiencia cultural“,
dijo Hasson.

Fuente: The Times of Israel – Traducción: Silvia Schnessel – Reproducción autorizada con la
mención: ©EnlaceJudíoMéxico

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Análisis del Libro de Romanos

Autor: El apóstol Pablo.

Destinatarios: Los cristianos romanos. (1:7).

Textos Claves: 1:16

"No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación de todo aquel que cree,
del judío primeramente y también del griego,"

5:1

"Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo,"

Tema Principal:

El plan de Salvación: La justificación por fe y la santificación a través del Espíritu Santo.

Exhortación acerca de los deberes del cristiano.

Roma
Los más antiguos datos históricos que hoy se poseen sobre los orígenes de la ciudad de Roma se
remontan al s. VIII a.C. Por entonces comenzaron a poblarse las siete colinas vecinas al río Tíber
sobre las que, en un futuro aún lejano, habría de alzarse la capital del mundo conocido.

Aquellos primitivos asentamientos humanos crecieron poco a poco. Se unieron entre sí,
establecieron principios de convivencia y sentaron las bases que un día conducirían a la
instauración de un sistema de gobierno colectivo, conforme al modelo de república que
caracterizó a Roma entre los s. VI y II a.C.

A medida que se afirmaba la unidad del estado crecía su capacidad económica y militar, de donde
se derivó también un fuerte anhelo de posesión territorial que empujó a Roma a la conquista de
países y al sometimiento de gentes de muy diversas nacionalidades y lenguas. Con el paso de los
años, se hizo dueña de toda la cuenca del Mar Mediterráneo y sus territorios circundantes, y aun
mucho más allá.

En la época de Jesús, la república de Roma se había transformado en imperio. Y fue en pleno


corazón de aquel imperio romano, en parte admirable, y en parte lleno de conflictos y
moralmente degradado, donde surgió la iglesia a la que el apóstol Pablo escribió esta epístola, sin
duda la más importante de las suyas desde el punto de vista teológico.

Propósito

La Epístola de Pablo a los Romanos (=Ro) ha enriquecido el testimonio de generaciones de


creyentes a lo largo de la historia. La profundidad de pensamiento del autor pone de relieve su
confiada entrega a la gracia de Dios, y manifiesta su vocación y el fervor que lo anima; un fervor
evangelizador que ha inspirado acontecimientos decisivos para la historia y la cultura de la
humanidad.

Cuando el apóstol redactó esta epístola, la más extensa de todas las suyas, aún no se le había
presentado la ocasión de visitar a los creyentes residentes en Roma (1.10–15). Sin embargo, la
larga lista de saludos del capítulo 16 parece probar que ya por entonces contaba con no pocas
relaciones y afectos entre aquel grupo de hombres y mujeres que, en pleno corazón del imperio,
habían sido «llamados a ser de Jesucristo» (1.6, 7). No obstante, es ese conocimiento que el
apóstol demuestra tener de muchos creyentes de una iglesia a la que nunca había visitado, lo que
ha motivado que algunos estudiosos piensen que el capítulo 16 no formó parte originalmente de
esta carta. Opinan que pudo pertenecer a otra, posiblemente una dirigida a Éfeso, donde Pablo sí
había estado en más de una ocasión y, una vez a lo menos, durante un largo espacio de tiempo
(véase Introducción a Efesios).

Pablo se había propuesto muchas veces viajar a Roma (1.9–10,13, 15; 15.22–23), para anunciar allí
el evangelio (1.15) y comunicar a los hermanos «algún don espiritual», para ser «mutuamente
confortados por la fe» en Cristo (1.11–12). Pero es ahora, al considerar a España como campo de
su inmediata labor misionera, cuando ve llegar también la oportunidad de realizar la anhelada
visita (15.24, 28).

En esas circunstancias, el apóstol pareció entender que su presencia en Roma contribuiría a


superar algunas tensiones que se estaban presentando en la iglesia. Pasajes como 11.11–25 y
14.1–15.6 revelan que sobre la comunión fraternal se cernía un serio peligro de división, a causa
de rivalidades surgidas entre creyentes de distinta procedencia: los unos del judaísmo y los otros
del paganismo (cf. a este respecto Hch 6.1; Gl 1.7; 2.4).

Fecha y lugar de redacción

Esta epístola fue escrita probablemente alrededor del año 55, durante una permanencia de Pablo
en la ciudad de Corinto. Tanto por su contenido como por sus características literarias, se
aproxima a la epístola enviada a las iglesias de Galacia. Las dos pertenecen a la misma época y
revelan similares intereses doctrinales. Lo que no se sabe es cuál de ellas fue redactada primero.
Por eso, algunos ven en Romanos una exposición ampliada, muy meditada y serena, de la breve
epístola a los gálatas, mientras que otros piensan que Gálatas es una especie de síntesis polémica
y vehemente de la carta a los romanos.

Como quiera que sea, ambos escritos deben considerarse desde una perspectiva común, puesto
que en definitiva se trata de la transmisión de un mismo mensaje que incluye idénticos conceptos
fundamentales: el dominio del pecado sobre todos los seres humanos (Ro 1.18–2.11; 3.9–19, cf. Gl
3.10–11; 5.16–21), la incapacidad de la Ley de Moisés para salvar al pecador (Ro 2.12–29; 3.19–20;
7.1–25, cf. Gl 2.15–16; 3.11–13,21–26), la gracia de Dios revelada en Cristo (Ro 1.16–17; 3.21–26,
cf. Gl 2.20–21; 4.4–7), la justificación por la fe (Ro 3.26, 30; 4.1–5.11, cf. Gl 2.16; 3.11,22–26; 5.1–
6) y los frutos del Espíritu (Ro 8.1–30, cf. Gl 5.22–26).

Contenido y estructura

En cuanto a la estructura literaria, Romanos se divide en dos partes principales: la primera es


propiamente doctrinal (1.16–11.36); la segunda, de exhortación (12.1–15.13). Contiene además
una introducción rica en conceptos teológicos (1.1–15) y una conclusión que completa el texto
aportando gran número de notas de carácter personal (15.14–16.27).

Los temas tratados en Romanos son teológicamente densos, pero Pablo los expone de un modo
ameno, y hace fácil su lectura introduciendo variados recursos estilísticos: diálogos, preguntas y
respuestas, citas del AT, ejemplos y alegorías. La sección doctrinal es la más extensa. Pablo
reflexiona acerca del ser humano, dominado por el pecado e incapaz de salvarse por su propio
esfuerzo. Afirma, como el salmista (cf. Sal 14.1–3; 53.1–3), que todos, tanto judíos como gentiles,
«pecaron y están destituidos de la gloria de Dios» (3.23); que solo Dios puede salvar a los
pecadores, y que lo hace por pura gracia, «mediante la redención que es en Cristo Jesús» (3.24).

El tema de la fe y su importancia para la reconciliación del pecador con Dios se extiende de 3.21 a
4.25. En un lenguaje jurídico magistralmente utilizado, el apóstol introduce términos como "ley",
"mandamiento", "transgresión", "justificación", "gracia" y "adopción". Pero los presenta bajo la
nueva luz de la libertad y la paz ofrecidas en Cristo al pecador que se arrepiente, con quien Dios ha
querido establecer una definitiva relación de amor y de vida (5.1–8.39).

Los capítulos 9 al 11 constituyen una unidad temática que se destaca del resto de la epístola. Aquí
Pablo nos descubre su íntima preocupación porque Israel no ha llegado a comprender que «el fin
de la Ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree» (10.4). Sin embargo, el apóstol está
persuadido de que Dios no abandonará nunca a su pueblo escogido (11.1–2), por cuanto
«irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios» (11.29). Israel será restaurado (11.25–28),
porque Dios tendrá misericordia de él como también la ha tenido de los gentiles (11.11–24,30–32).

La segunda parte de Romanos comienza en 12.1. Es una exhortación a vivir según la ley del amor,
una apelación a la fe y a la conciencia cristiana. Todo creyente es llamado a poner en práctica esa
ley, sea en el seno de una congregación de fieles (12.3–21; 14.1–15.13), sea en las relaciones con
la sociedad civil (13.7–9) o con las autoridades y altas magistraturas del estado (13.1–7).

La fe debe manifestarse en la autenticidad del amor. Por lo tanto, la fe se opone a cualquier


actitud de soberbia personal o colectiva. La jactancia y el menosprecio al prójimo no se
corresponden con la solidaridad, que resulta del amor y le rinde testimonio (12.1–15.13).

A partir de 15.14 y hasta 16.27 se desarrolla el epílogo de la epístola. Es una extensa y cautivadora
relación de observaciones personales, recomendaciones y saludos dirigidos a una serie de fieles,
de muchos de los cuales se hace constar las virtudes que los adornan. Pablo une a los suyos los
saludos de algunos de sus colaboradores, como Timoteo y como Tercio, que escribió la epístola, y
también de algunos parientes, como Lucio, Jasón y Sosípater (v. 21–22). Pero el capítulo 16 no solo
registra saludos y recomendaciones, sino que dedica hasta sus últimas palabras a animar a sus
lectores y a afirmar la victoria reservada para cuantos confían en el poder de Dios («Y el Dios de
paz aplastará muy pronto a Satanás bajo vuestros pies», v. 20).

Finalmente, una espléndida doxología cierra la epístola como con broche de oro (16.25–27).

Esquema del contenido:

Prólogo (1.1–15)

1. Parte doctrinal: Salvación por la fe (1.16–11.36)

2. Parte exhortatoria: Conducta cristiana (12.1–15.13)

Epílogo (15.14–16.27)
Reina-Valera 1995—Edición de Estudio, (Estados Unidos de América: Sociedades Bíblicas Unidas)
1998.

La Biblia de Referencia Thompson, Versión Reina-Valera 1960, Referencia Temática # 4252.

Linaje Escogido

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EL MENSAJE DE ROMANOS

por Ray C. Stedman

La Epístola de Pablo a los Romanos es, sin duda alguna, el documento humano más poderoso que
jamás se ha escrito y es oro puro de principio a fin. Este es el libro que encendió un fuego en el
corazón de Martin Lutero y dio origen a la Reforma Protestante, cambiando la historia de Europa,
además del mundo. Este es el libro que conmovió profundamente a John Wesley, estando sentado
en una pequeña capilla en Londres, escuchando el preludio a la Epístola a los Romanos de Lutero.
Wesley dijo que su corazón se había sentido especialmente alentado al escuchar la exposición
sobre las verdades de la Epístola a los Romanos. Por medio de él se produjo a continuación el gran
avivamiento evangélico que salvó a Inglaterra del destino que le aguardó a Francia y frenó la
decadencia de la vida inglesa, alterando por completo y una vez más la historia del mundo.
Esta es la epístola que produjo un profundo impacto a Karl Barth, que en nuestros días expuso
algunas de las poderosas verdades de esta epístola y logró captar, de ese modo, la atención del
mundo teológico, haciendo que alterase su postura de craso y vacío liberalismo del siglo XIX y
restauró una gran parte de la verdad en las iglesias europeas. Lo cierto es que millones de vidas
han sido drásticamente transformadas leyendo la epístola a los Romanos.

Hubo un tiempo en que una iglesia que conozco en Montana fue considerada como la iglesia más
liberal de la ciudad de Great Falls. El pastor estuvo en una ocasión en Chicago y fue a la Iglesia
Moody para enterarse de lo que estaban diciendo los fundamentalistas, deseando encontrar algo
que criticar. Escuchó al Dr. Ironside predicar sobre el libro de Romanos y le entregó un ejemplar de
sus conferencias acerca de Romanos. Este hombre leyó el libro en el tren de regreso a Montana y
para cuando llegó a Great Falls era un hombre transformado. Comenzó a proclamar desde el
púlpito las verdades del libro de Romanos y la iglesia fue transformada. Así que he tenido la
oportunidad de ser testigo de la transformación que se ha producido en una iglesia liberal,
convirtiéndose en un testimonio evangélico en espacio de unos pocos años gracias al poder del
libro de Romanos.

Espero que al llegar a esta epístola esto sirva para despertar el interés de los lectores. Fue escrita
por Pablo a los cristianos que se encontraban en Roma, mientras estaba pasando unos meses en
Corinto antes de subir a Jerusalén para llevar la famosa cantidad de dinero que había sido recogida
en las iglesias de Asia para los santos necesitados de Jerusalén.

No sabemos cómo empezaría la iglesia en Roma, posiblemente lo hiciesen algunos cristianos que
se habrían convertido en Pentecostés y regresarían a la capital. Pablo les estaba escribiendo
porque había oído hablar acerca de la fe de ellos y deseaba satisfacerla al máximo, deseando que
se basase firmemente en la verdad. Por lo que esta epístola constituye una magnífica explicación
del mensaje total del Cristianismo y contiene todas las doctrinas cristianas en alguna forma,
además de ser un panorama del maravilloso plan que tiene Dios para la redención del hombre.

Si no tuviésemos en nuestro poder ningún otro libro de la Biblia más que éste, encontraríamos en
él todas las enseñanzas cristianas que al menos se mencionan aquí. Si consiguen ustedes captar en
profundidad el mensaje del libro de Romanos en su argumento total se sentirán ustedes
perfectamente familiarizados con cualquier otra parte de las Escrituras.
En la introducción, que se encuentra en los primeros 17 versículos, Pablo nos escribe acerca de
Cristo, sobre los romanos cristianos y acerca de sí mismo. Como en cualquier buena introducción,
presenta en ella los principales temas de la epístola. La epístola está realmente dividida en tres
partes principales: del capítulo uno al ocho, del nueve al 11, y del 12 al 16. Estas divisiones surgen
de modo natural unas de otras.

Como veremos, los primeros ocho capítulos son explicaciones doctrinales acerca de lo que Dios
está haciendo con el hombre; su manera de redimir al hombre en todos sus aspectos, es decir, en
cuerpo, alma y espíritu. Los capítulos nueve al 11 son un ejemplo para nosotros sobre el tema en
la nación de Israel. Y de los capítulos 12 al 16 encontramos la parte práctica sobre cómo se aplican
estas poderosas verdades a las situaciones humanas, por lo que el libro abarca todos los aspectos
de la vida. Si recuerdan ustedes ese breve bosquejo tendrán la clave del libro de Romanos.

El primer tema principal es acerca de Cristo, porque no hay Cristianismo sin él. El Cristianismo no
es un credo, es una vida, una vida que ha de vivirse de nuevo en usted y, por lo tanto, es preciso
aprender acerca de Cristo, que es el tema de la epístola y es la nota con la que comienza.

A continuación Pablo escribe acerca de los cristianos romanos porque son exactamente como
nosotros. De hecho, este es el problema principal con el que se enfrenta el cristianismo, los seres
humanos como usted y como yo. Es lo que eran estos cristianos romanos; son el material básico
con el que empieza Dios su obra. Todo lo que esta epístola describe sobre ellos se aplica a
nosotros, de igual manera que todo lo que es verdad sobre nosotros es verdad con respecto a
ellos. En tercer lugar, Pablo escribe sobre sí mismo porque es el ejemplo de lo que hará Cristo, es
la "muestra A, es decir, un ejemplo vivo de la gracia de Dios. Todo esto tiene sencillamente el
propósito de hacer visible y dejar claro lo que Dios tiene la intención de hacer en Cristo.

Esta epístola requiere ser tratada como un resumen. Al estudiar ciertos libros de la Biblia he
intentado recoger los temas principales, los pensamientos más importantes del libro, a fin de
captar la fuerza total del mensaje, pero esta epístola se desarrolla de una manera tan lógica que el
mejor modo de exponerla es siguiendo el argumento, sin calentarse la cabeza por causa de los
detalles, a fin de que podamos ver la lógica aplastante de la que se vale el apóstol para desarrollar
su tema. Cuando hayamos acabado, veremos de qué modo tan magnífico ha captado y nos explica
todas las poderosas verdades del Evangelio.

Para comenzar, tenemos en el capítulo uno la afirmación central de la epístola, el Evangelio:


"No me avergüenzo del evangelio, pues es poder de Dios..."

¿Quién se avergonzaría del poder de Dios, la mas poderosa fuerza posible en el universo, que
opera en el evangelio? Es una fuerza que cambia las vidas, que puede apoderarse de un joven que
va a la deriva, que tiene una vida sin propósito, perdido, al que no le importa a dónde se dirige y
no tiene ni idea de por qué vive y de repente se produce una transformación en su vida que le da
un propósito, un motivo y un impulso, que es como funciona el poder de Dios y ese es
precisamente el Evangelio.

"Pues es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree, al judío primero y también al griego."
(1:16)

Pablo nos enseñará al ir leyendo, porque en el Evangelio:

"...en la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: pero el justo vivirá por la fe."
(1:17)

Este versículo es una cita de Habacuc y es el versículo que quedó indeleblemente grabado en el
corazón de Martin Lutero. Ese es el tema de Pablo, la justicia de Dios que se revela en el evangelio.

A fin de establecer la necesidad de esto, Pablo mira al mundo que le rodea. En los próximos
versículos, hasta el capítulo dos y una buena parte del tres, está sencillamente analizando cómo es
la humanidad, tomando las dos aparentes divisiones de dicha humanidad. Alguien ha dicho
acertadamente "solo hay dos clases de personas, los justos y los injustos, y la clasificación siempre
la hacen los justos. Recuerdo que hace años, cuando mis hijos eran pequeños, me encontraba un
día en el patio y vi que alguien había trazado una línea con tiza en el centro del tablero de la verja.
En un lado estaba el título "buena gente y en el otro "mala gente. Bajo las palabras "mala gente
estaban los nombres de mis hijos y en el otro lado los nombres del hijo del vecino. Era evidente
que la clasificación la habían hecho "los justos.
El apóstol comienza por los injustos, aquellos a los que llamamos "mala gente y los desechados de
la sociedad, pero primero resume las dos clases de personas en un versículo. Es un versículo tan
importante que quisiera llamar especialmente su atención a él (versículo 18):

"Pues la ira de Dios se manifiesta desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres
que con injusticia detienen la verdad."

Eso dice mucho. Por ejemplo, nos dice que el problema de los hombres es que poseen la verdad,
pero no están dispuestos a verla, sino que la suprimen. Si desean ustedes prueba de ello, les
sugiero que durante un tiempo observen su propia vida, además de las vidas de los que les
rodean. ¿No es cierto que lo que nos desagrada lo empujamos y lo relegamos a nuestra mente
subconsciente? Son cosas sobre las que no nos gusta pensar. Por eso es por lo que los hombres
están tan ocupados por el ajetreo de la vida, no deseando nunca estar solos, no queriendo
detenerse a pensar o a examinar realmente las cosas, sino intentando siempre mantenerse
ocupados por la constante confusión de la vida. El problema real es suprimir la verdad.

Debido a esta supresión, la ira de Dios está constantemente manifestándose y dejándose sentir
sobre la humanidad. Este capítulo desarrolla esta ira y resulta que no se manifiesta mediante
relámpagos del cielo, que caen sobre las personas malvadas que se pasan de la raya, sino que Dios
está más bien diciéndole a la humanidad: "Escuchad, no quiero que hagáis una cosa determinada
porque os destruirá, pero si insistís en hacerlo, podéis hacerlo, pero tendréis que aceptar las
consecuencias. No podéis decidir vivir de manera equivocada y evitar las consecuencias que se
producen por causa de esa decisión.

En tres ocasiones diferentes en este capítulo se menciona la ira de Dios en la frase repetida "(Dios)
los entregó. Lo cual da como resultado esta situación (versículos 29-31):

"Se han llenado de toda injusticia, maldad, avaricia y perversidad. Están repletos de envidia,
homicidios, contiendas, engaños, mala intención. Son contenciosos, calumniadores, aborrecedores
de Dios, insolentes, soberbios, jactanciosos, inventores de males, desobedientes a sus padres,
insensatos, desleales, crueles y sin misericordia."

Esa es la situación de las personas rebeldes que muestran su enemistad para con Dios y que
suprimen la verdad de Dios desobedeciéndole descaradamente, sin mantener ningún principio,
viviendo como les apetece, haciendo lo que quieren. El resultado es la decadencia moral y una
perversión de los instintos naturales de la vida. Hasta los impulsos sexuales se convierten en
perversiones, de modo que los hombres se entregan a los hombres y las mujeres a otras mujeres,
como describe este capítulo. Eso es exactamente lo que está sucediendo hoy en día en la
sociedad, siempre que el hombre vive en clara rebeldía.

Pero no toda la sociedad es así. En el capítulo dos, el apóstol examina el otro lado, los "buenos, la
"gente buena, las personas consideradas como "morales y "religiosas que para entonces se
deleitan en apuntar con el dedo a la multitud que vive en una maldad evidente y vil. Pablo les dice:
"¡esperad un momento! El versículo 1 dice:

"Por lo tanto, no tienes excusa, oh hombre, no importa quién seas tú que juzgas; porque en lo que
juzgas a otro, te condenas a ti mismo, pues tú que juzgas haces lo mismo."

A continuación muestra, de una manera asombrosa, de qué modo esto es cierto. Revela que estas
personas que dicen "pero si nosotros no hacemos esas cosas. No vivimos de ese modo. No
fumamos, no nos corremos juergas, no participamos en comportamientos sexuales licenciosos.
Cumplimos las leyes y nos comportamos bien, son personas tan culpables como las otras.

Esta clase de personas también están cumpliendo algunas de las cosas que se mencionan arriba,
de la misma manera que los que las hacen de modo más abierto. Se dejan arrastrar por cosas
como la malicia, la lucha, el engaño, la malevolencia, el cotilleo, la calumnia y otras cosas. También
ellos son "inventores del mal y son además "insensatos, infieles, despiadados e insensibles. Lo
ocultan por medio de una apariencia exterior de bondad, pero muy adentro, sus corazones están
tan llenos de maldad, de envidia, de celos, de lucha y de malas intenciones unos contra otros
como las demás personas.

Así que ahí tenemos la imagen de la humanidad. Las personas que creen en hacer lo que les
apetece están a un lado, mirando a las otras personas morales y respetables, leyendo sus
corazones correctamente y diciendo: "fijaos en esos hipócritas. No tendría nada que ver con ellos
por nada del mundo. Y todas las personas "morales y respetables miran a las otras diciendo: "fíjate
en esa panda de libertinos y concupiscentes, no queremos tener nada que ver con ellos. Pero Dios,
que vuelve la luz de sus ojos omniscientes sobre la humanidad, dice: "todos sois igualmente
culpables. No hay diferencia alguna.
Luego llega el judíos y dice: "¿y qué pasa conmigo? Después de todo, soy judío y tengo ciertas
ventajas ante Dios. Pablo examina esta afirmación y muestra que el judío se encuentra
exactamente en la misma barca que el resto de las personas. A pesar de sus ventajas, está
dominado por la misma enemistad de corazón que otros. De manera que la conclusión a la que
llega Pablo es que la humanidad necesita, sin excepción, un Redentor.

Eso prepara el camino para el evangelio. Cuando el hombre es consciente de ello, la conclusión se
encuentra en este pasaje bien conocido (capítulo 3, versículos 19-20):

"Pero sabemos que todo lo que dice la ley, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca
se cierre, y todo el mundo esté bajo juicio ante Dios. Porque por las obras de la ley nadie será
justificado delante de él; pues por medio de la ley viene el reconocimiento del pecado."

Y luego, dice en el versículo 23:

"Porque todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios."

Como expresa Felipe, de una manera tan preciosa en esa última cláusula: "todos han pecado y se
han perdido la belleza del plan de Dios. Eso establece el fundamento de la redención.

En la redención hay tres fases, como Pablo nos explica, que ustedes conocen bien: la justificación,
la redención y la glorificación. El capítulo cuatro ilustra el significado de la justificación. Pablo
comienza a exponer este tema al final del capítulo tres, donde nos muestra que la justificación
representa que Dios nos concede una situación de justicia ante él, en base a la obra de Cristo
porque Otro ha muerto en nuestro lugar, supliendo nuestra necesidad. Nosotros no podríamos
conseguirlo jamás, porque somos completamente incapaces de agradar a Dios aparte de este
cambio que se produce en el corazón.

Poco importa la diferencia, tanto si llevamos una vida exterior moral y respetable como si todo lo
pisoteamos y vivimos como bohemios o como hippies. Tanto unos como otros son culpables y
ninguno es aceptado, ni se puede decir que unos sean mejores que otros. Por lo tanto, de la única
manera que podemos ser justos es aceptando el don de Dios en Jesucristo y en eso consiste la
justificación, que está relacionada con el espíritu del hombre. Cada uno de nosotros tenemos tres
aspectos diferentes en nuestro ser: tenemos espíritu, alma y cuerpo. El programa de Dios consiste
en salvar al hombre íntegramente y en la próxima serie de capítulos Pablo nos dice cómo lo hace
Dios.

Comienza por el espíritu, que es la parte más profunda del hombre. Lo que Dios hace con el
espíritu es implantar su Espíritu Santo allí. Eso nos concede la justicia, somos justificados ante
Dios, por lo que la justificación es algo permanente e inmutable. Es mucho más que el sencillo
perdón de los pecados, aunque también incluye eso. Es ocupar una posición delante de Dios, como
si nunca hubiésemos pecado. Hace que la justicia de Cristo se nos impute a nosotros, como si se
apuntase a nuestro favor y cuando esto sucede nos vemos libres de la pena del pecado.

Pablo ofrece un ejemplo de esto en el capítulo cuatro, hablando acerca de Abraham y de David,
que fueron ambos justificados sobre dicha base y no por la circuncisión o por haber obedecido a la
ley ni por ninguna otra cosa que los hombres pudiesen hacer a fin de agradar a Dios. No existe
ninguna fórmula mágica religiosa, ningún esfuerzo por obedecer un nivel inalcanzable resultaría
adecuado a los ojos de Dios. Debía ser sencillamente por la fe y estos hombres creyeron a Dios
acerca de su Hijo.

Abraham miró, por así decirlo, al futuro y vio la venida de Cristo y creyó a Dios y fue justificado por
la fe. David, a pesar de haber sido culpable del doble pecado de adulterio y asesinato, creyó a Dios
y fue justificado, de manera que pudo cantar acerca del hombre "al que Dios no imputaría
iniquidad. Por ello, estos hombres son ejemplos del Antiguo Testamento sobre cómo justifica Dios.

Lamentablemente, son muchos los cristianos que no pasan de ahí, creyendo que la salvación es
solo eso, una manera de escapar al infierno y de poder ir al cielo, pero la vida humana es bastante
más que el espíritu, pues también está el alma y el cuerpo. Comenzando por el capítulo cinco,
Pablo expone cómo obra Dios a fin de librar al alma, que está formada por nuestra mente,
nuestras emociones y nuestra voluntad.

El alma del hombre, por el hecho de haber nacido de Adán, se encuentra bajo el signo del pecado.
La carne (si deseamos usar el término bíblico que se le aplica) nos domina. La vida de Adán nos
posee, con todas sus características egocéntricas. Aunque nuestro espíritu ha sido justificado es
posible seguir teniendo el alma sometida a la esclavitud y bajo el reinado del pecado. Así que,
aunque nuestro destino ha quedado decidido en Cristo, nuestra experiencia sigue aún bajo el
control del mal, de la misma manera que lo estaba antes de que fuésemos cristianos. Esa es la
causa de la desgraciada experiencia de vivir situaciones de altibajos, contando en ocasiones con
las promesas de Dios sobre la justificación y luego experimentando de nuevo la implacable
esclavitud del pecado en la vida, causando egoísmo y el que pensemos solo en nosotros mismos.

¿Cuál es, pues, el programa de Dios para esto? Para resumirlo en una sola palabra: la santificación.
Dios quiere que seamos conscientes de que en Jesucristo se ha resuelto toda esta situación, de la
misma manera que quedó resuelto nuestro destino, para que podamos ser tan libres del reinado
del pecado como lo somos de la pena por el mismo.

En el capítulo cinco Pablo nos ofrece un bosquejo de todo el programa para nuestras vidas. Toma
estas dos divisiones realmente básicas de la humanidad: el hombre en Adán y el hombre en Cristo,
las coloca la una junto a la otra y dice: "escucha, cuando eras hombre en Adán, antes de ser
cristiano, actuabas sobre la base de la vida que habías heredado de Adán. Hacías las cosas de una
manera natural y lo que hacías de ese modo estaba mal, porque era egoísta y no tenías ni que
planearlo ni que programarlo.

"No tenías que levantarte por la mañana y pensar en cómo ser malo ¿verdad? No te pillabas a ti
mismo haciendo resoluciones para no volver a ser nunca mas bueno, y de repente te dabas cuenta
de que no habías sido fiel a tu palabra y estabas siendo otra vez bueno cuando no era esa tu
intención. No, sencillamente expresabas la vida que había en ti, la vida de Adán. Fue algo que
aprendiste desde que eras un bebé y era algo tan extendido a tu alrededor que te parecía
perfectamente natural."

Pero después, dice Pablo, a partir del momento en que te hicisteis cristiano, Dios hizo algo con esa
antigua vida. Te ha separado totalmente de la vida en Adán y ya no estás unido al Adán caído, sino
que estás unido al Cristo resucitado y tu vida está unida a él. El tiene planeado expresar su vida en
ti, de la misma manera natural que con anterioridad se expresaba por medio de ti la vida heredada
de Adán.

Lo que antes experimentasteis en derrota, sintiéndote desgraciado, sufriendo, esclavizado,


cegado, en Adán ahora lo experimentarás con creces pero en victoria, en gloria, en bendición, en
paz y en gozo en Cristo. Cuando aprendas el proceso, te resultará fácil ser bueno en Cristo del
mismo modo que antes te resultaba sencillo ser malo en Adán. Es algo igualmente natural y que se
hace sin la menor lucha, pero te llevará un tiempo aprender a ponerlo en práctica. Al principio
actuarás con debilidad y te costará trabajo conseguirlo. Hasta es posible que te lleve algún tiempo
tener claro aquello a lo que se está refiriendo Pablo, pero cuando lo entiendas, descubrirás que
donde antes reinaba en ti el pecado para muerte, ahora Cristo reina en ti para vida. Ahora mismo,
en esta vida, puedes experimentar la victoria en Cristo cuando antes lo que experimentaste fue la
derrota en Adán.

El capítulo seis comienza a enseñarnos cómo. En él Pablo nos dice que Dios, por medio de la
muerte de Jesús, no solo murió por nosotros, sino que también nosotros morimos con él y esa es
la gran verdad. Cuando Dios dice que nos libera de la vida en Adán y nos une a la vida de Cristo, es
porque lo ha hecho de verdad. Aunque durante bastante tiempo nuestro sentimientos nos digan
otra cosa, Dios quiere que esto lo tengamos muy claro. Es algo que debemos de creer sin importar
cómo nos sintamos, porque lo que él dice es verdad. Si estamos dispuestos a creerlo, a pesar de
nuestros sentimientos, no tardaremos en descubrir que es verdad, dándonos cuenta poco a poco
al ir tomando consciencia de esto tan tremendo: que podemos ser buenos en Cristo con la misma
facilidad con que antes fuimos malos en Adán.

Comienza, pues, anunciando este hecho y luego dice que es preciso que aprendamos a contar con
ello. Día tras día, al encontrarnos ante situaciones que nos producen tensión y tentación, es
preciso que se recuerde usted a sí mismo que lo que Dios dice es verdad y que actúe usted
conforme a ello, aunque no le apetezca hacerlo. Con Cristo no se sentirá usted muerto, sentirá que
el mal que está en su interior está vivito y coleando, que le controla y que no le queda a usted más
remedio que hacer el mal. Si no lo hace se sentirá usted insatisfecho, temeroso de no poder
encontrar lo que está buscando en la vida o de que se pueda usted perder lo que está
experimentando el mundo que le rodea.

Hay presiones con las que se encontrará usted, pero ¿a quién va usted a creer? ¿No creerá usted a
Aquel que le ama? ¿No cuenta usted con que lo que El dice es verdad y puede usted actuar
basándose en ello? Si lo hace, pronto descubrirá usted que es verdad y será usted libre.

El capítulo siete nos presenta el hecho de que existen dos niveles de entendimiento y de
experiencia con respecto a este tema. Ya sabemos, incluso antes de hacernos cristianos, que
ciertos aspectos de nuestra vida natural, la vida en Adán, en la carne, son malos porque hacen que
nos metamos en líos. Sabemos que el egoísmo está mal, sabemos que las aventuras sexuales están
mal, como sabemos que está mal robar y mentir. Creemos que entendemos lo que es la carne y lo
que quiere decir Dios cuando nos habla acerca de las cosas malas que hay en nuestra vida y al
principio reaccionamos a ese nivel, dejando de mentir y robar y dejando de practicar otros actos
exteriores.
Entonces descubrimos que está sucediendo algo extraño. A pesar de que hemos aprendido cómo
obtener la victoria sobre las cosas que hemos considerado malas, seguimos sometidos a
esclavitud. Aún no tenemos el poder que buscamos en nuestra experiencia cristiana y, por ello,
pasamos por la experiencia que describe Pablo en el capítulo siete. En él se refiere al conflicto
interno, la lucha que tiene consigo mismo. ¿Qué es lo que está haciendo mal? Pero lo que sucede
es que todavía no hemos aprendido que existe lo que podríamos llamar el lado "bueno de la carne
que es realmente tan malo como el lado "malo. Los esfuerzos que realizamos por nosotros
mismos, intentando hacer algo para Dios o para obtener alguna clase de favor o de placer o de
ventaja para nosotros mismos por las cosas que hacemos para Dios, son tan malas como lo son las
cosas "malas.

Cuando por fin aprendemos que no hay nada que nosotros podamos hacer por Dios, sino que él
tiene la intención de hacerlo todo por medio de nosotros, entonces es cuando somos liberados y
es cuando nos damos absoluta cuenta de la experiencia de la mente, de la emoción y de la
voluntad sometidas al control de Jesucristo y el cumplimiento, mediante el poder glorioso y
triunfante, de todo lo que él tiene en mente para nosotros y en eso consiste la santificación del
alma.

¿Pero qué sucede con el cuerpo? El capítulo ocho trata acerca de este tema. En él Pablo nos
muestra que mientras estamos en esta vida el cuerpo sigue sin redimir, pero el hecho de que el
espíritu haya sido justificado y el alma santificada es una garantía de que Dios redimirá (glorificará)
también un día al cuerpo. Cuando entramos por fin en la presencia de Cristo, nos encontramos, en
cuerpo, alma y espíritu, perfectos ante él. Entonces la línea de pensamiento se convierte en un
gran e impresionante cántico de alabanza al final de este capítulo.

En los capítulos del 9 al 11, se da contestación a las preguntas que inevitablemente se pueda
haber hecho una mente pensante, que haya seguido este gran plan de la redención. En primer
lugar, está la pregunta sobre la soberanía de Dios, que se expone de manera magnífica, en el
capítulo nueve. Dios es un ser soberano y su soberanía responde a la pregunta de por qué yo soy
parte del cuerpo de Cristo y no otra persona.

Todo lo relacionado con la elección y la opción de predestinación de Dios nos ayuda a ver el
problema tal y como es en realidad. Tendemos a pensar acerca de nosotros mismos como en una
situación neutral ante Dios, y dependiendo de cómo vivamos o actuemos o las decisiones que
tomemos, podremos caer o bien en el lado de la perdición o podremos ser salvos, pero no es este
el caso.

Este capítulo nos explica que toda la raza está ya perdida, perdida en Adán y hemos nacido y
formamos parte de una raza perdida. En Adán perdimos el derecho a ser salvos, por haber pecado,
y no tenemos el menor derecho ante Dios. Por lo tanto, lo único que nos salva a cualquiera de
nosotros es su gracia. Nadie tiene derecho a quejarse a Dios si algunos se salvan, cuando lo cierto
es que nadie tiene derecho a ser salvo. Por lo tanto, expone ante nosotros y de una manera
impresionante el poder soberano y la elección de Dios.

En el capítulo 10 une la soberanía de Dios con la responsabilidad moral y la libertad del hombre,
mostrándonos que la salvación es una opción de fe. No necesita usted ascender al cielo para hacer
que descienda Cristo, ni hace falta que descienda al sepulcro para resucitarle de los muertos. En
otras palabras, si planea usted hallar su camino al cielo, lo que tendría que hacer usted sería lo
siguiente. Tendría que ascender al cielo y hacer que Cristo bajase a la tierra y luego, cuando
hubiera estado aquí durante un tiempo y hubiese muerto, tendría usted que descender al
sepulcro, devolverle la vida y sacarle, todo ello mediante las obras que pudiera hacer usted.
¿Cómo iba usted a hacer una cosa así? La verdad es que no podría y, además, no tiene necesidad
de hacerlo. Ya ha dicho usted la palabra, que Jesús es el Señor, por lo tanto lo único que necesita
hacer usted es creer en su corazón que Dios le ha resucitado de los muertos y será usted salvo.

En el capítulo once nos muestra que de la misma manera que Dios dejó de lado a Israel durante un
tiempo, a fin de que su gracia pudiera hacer su obra entre los gentiles, Dios ha dejado de lado la
carne, la naturaleza caída, lo que somos por naturaleza humana, para que podamos aprender lo
que Dios hará por nosotros y por medio de nosotros. Cuando admitamos abiertamente y en la
práctica que sin Cristo nada podemos hacer, entonces aprenderemos que todo lo podemos en él,
que nos fortalece. La fe es este proceso y nunca será diferente. Por mucho tiempo que vivamos
como cristianos, nunca conseguiremos ser mejores ni más capaces de servir a Cristo, aparte de
depender sencillamente de él. Es siempre y solo Cristo obrando en nosotros lo que hace que se
cumpla la voluntad del Padre.

Por lo tanto, el orgullo es nuestra mayor tentación y nuestro más cruel enemigo. Algún día hasta
nuestra carne servirá a Dios por su gracia. En el día en que la creación sea liberada de su esclavitud
al pecado y los hijos de Dios aparezcan con sus cuerpos resucitados, entonces incluso aquello que
con anterioridad fue rechazado y maldito tendrá que cumplir las promesas y demostrar el poder
de Dios. Todo ello ha sido ilustrado por la manera de tratar Dios a Israel y eso nos lleva a la
doxología al final del capítulo 11, versículo 33:
"¡Oh profundidad de las riquezas y de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán
incomprensibles son sus juicios e inescrutables sus caminos!"

La sección final, de los capítulos 12 al 16, cubren la aplicación práctica de estas verdades a la vida.
Solo llamaré su atención a una o dos cosas. En primer lugar, el capítulo 12, versículo 1 empieza
diciendo:

"Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, [la justificación, la santificación y la
glorificación] que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios, que
es vuestro culto racional."

En otras palabras, teniendo en cuenta estos grandes hechos que Pablo nos ha declarado, lo mejor
que podemos hacer con nuestra vida, lo más razonable, lo más inteligente y lo que mayor
propósito tiene es entregarnos a Dios y vivir para él porque ninguna otra cosa hará que nos
sintamos realizados en modo alguno. Por lo tanto, entréguese usted a él, es lo más razonable que
puede usted hacer.

Cuando lo haga usted, se encontrará que su vida ha sido transformada en todas sus relaciones. En
primer lugar, cambiará con respecto a sus hermanos en la fe, como nos muestra la última parte
del capítulo 12. El presentar su cuerpo afectará a su vida en la iglesia. Luego, en la última parte del
capítulo 12 y en el 13, afectará a su relación con respecto a los poderes que gobiernan, con la
humanidad en general y con toda la sociedad. Hasta sus actitudes interiores serán diferentes,
como se expresa en el capítulo 14. Su actitud hacia los débiles serán todo lo contrario de lo que lo
fue antes de ser usted cristiano y sentirá usted una ardiente pasión por alcanzarles, por una razón
totalmente diferente de la que podría haber sentido usted con anterioridad.

Las palabras finales de Pablo son maravillosas (capítulo 16, versículos 25-27):

"Y al que puede haceros firmes, según mi evangelio y la predicación de Jesucristo; y según la
revelación del misterio que se ha mantenido oculto desde tiempos eternos, pero que ha sido
manifestado ahora: y que por medio de las Escrituras proféticas y según el mandamiento del Dios
eterno se ha dado a conocer a todas las naciones para la obediencia de la fe, al único sabio Dios,
sea la gloria mediante Jesucristo, para siempre. Amén."

Oración

Padre nuestro, enséñanos estas poderosas verdades. Enséñanos a entregarnos a ellas para que las
podamos entender y poner en práctica en nuestras vidas y se pueda hacer realidad el maravilloso
potencial que es posible gracias a la herencia que tienes reservada para los santos. Y para que tú,
Señor Jesús, puedas descubrir y realizar en nosotros todo lo que está relacionado con tu herencia
en nosotros. Porque te lo pedimos en el nombre de Cristo, amen.

Nº de Catálogo 246

Romanos

Mensaje Cuarenta y Seis

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serie: Adventuring through the Bible

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Sintesis de la carta del apostol San Pablo a los romanos

Enviado por Humberto R. Méndez B.


Partes: 1, 2

A manera de introducción

La justicia de Dios en los capítulos 1 y 2 de la epístola a los romanos

Bibliografía

A manera de introducción

No puedo precisar con exactitud cual fue la primera ves, y mucho menos cuantas veces he leído la
carta de san Pablo "A todos los que estáis en Roma, amados de Dios, llamados santos…," pero si se
que con ella nos sucedió, aunque de forma inversa lo que le aconteció a Lutero cuando no pudo
armonizar la epístola de Santiago con Romanos, que llegó a considerarla como una fruslería,
llamándola epístola de pajas; al nosotros no poder armonizar a Romanos con Santiago, la llegamos
a creer antievangélica, opuesta al Antiguo Testamento y fuera de orden epistolar paulino.

A medida que el tiempo fue trascurriendo, la doctrina de la justificación por la fe que esta carta
contiene nos mostró que la tesis de Pablo contenida en ella es la mas grande que sobre la
justificación por la fe se halla predicado, después de la explicación que el Eterno dio del mismo
tema en el monte Sinaí a Moisés, y que como un pacto imperecedero se lo entregó en dos tablas
de piedras. Esta carta o código de la Gracia de Dios fue la que inspiró a Agustín de Hipona a
transformar su vida, y hacer frente al herético Pelagio, en unos escritos que lo sublimizan y le
convierten en apologista de la fe y la salvación que Dios nos ha dado. Fue fruto de la lectura que
Lutero trabó con esta carta que este se convirtió en hereje, y dio a la luz la palabra de Dios en la
época en que el oscurantismo del papado tenía sumida a la humanidad.

Juan Calvino, es el autor de un comentario a ésta carta, como también escribió entre los
adventista, a finales del siglo X1X, su comentario, el doctor E. J. Waggoner; pero es la exposición
de Kart Barth a esta epístola la que despertó la piedad primitiva, y nació la neoortodoxia, para
hacer frente al movimiento liberal de las iglesias evangélicas y protestantes.

Por ser una exigencia de éste curso de Exégesis Bíblica, vamos a trazar los rasgos que a vuelo de
pájaro nos sugiere la simple del ológrafo de Tercio que fue llevado a Roma por Febe, la diaconisa
de la iglesia de Cencrea, teniendo presente siempre que: "El Dios de paz quebrantará presto a
Satanás debajo de vuestros pies", y será entonces cuando la gloria a de ser: "Al Dios sabio…por
Jesucristo para siempre. Amen".

CAPITULO 1. Pablo trata en seguida que fue por medio de Jesús que él recibió, junto a todos los
creyentes la gracia y el apostolado. Manifiesta su deseo de presentarse junto a ellos y trata
asuntos de la común fe de ellos, siendo esto: "Porque en el Evangelio la Justicia de Dios s descubre
de fe en fe,"esto es debido porque Habacub había dicho: "El justo por la fe vivirá".

Es en este momento que se abre un paréntesis para hablar del hombre que obra injusticia e
impiedad para "detener con injusticia la verdad". El estado de este hombre es tan miserable que
se niega a recibir las pruebas que Dios de su poder, grandeza y majestad ha dado, llegando en su
ceguera a confundir a las criaturas con el Creador de las mismas, por lo cual dieron paso a la
mentira. Por el hecho de haber creído la mentira en rechazo de la verdad en su forma de pensar,
en modo de vivir, y en el sistema de adoración, a traído como consecuencia lógica la bajeza moral,
la lascivia, la homosexualidad y el lesbianismo mas brutal, ya que son desconocidos por las mismas
bestias.

Cierra el apóstol este primer capitulo diciendo cual es la situación de este tipo de hombres, a los
cuales "…Dios lo entregó a una mente reprobada".

CAPITULO 2. En este capitulo 2 se presenta al hombre como inexcusable. En el se equipan a todos


los hombres, todos son colocados en igualdad de condiciones, desde el moralista griego hasta el
judío celoso de la Ley; no hay diferencia entre uno y otro, todos son iguales: Dios no hace acepción
de persona, no tiene favoritos. Todos somos iguales para con Dios y delante de El.

El primer verso de este capitulo desautoriza a cualquier hombre para juzgar a otro, siendo la causa
de esta desautorización: "…pues en lo que juzga a otro, te condenas a ti mismo". Todo juicio a de
quedar para el día que Dios juzgue a los hombres con el juicio de verdad, juicio que guía al hombre
al arrepentimiento. En ese juicio, a cada uno se le pagará según sus obras, con eso no se esta
diciendo que las obras lo salvaran, pero sin las buenas obras, sin la comisión de la misma, nadie
será salvo. Las buenas obras no salva, pero el no hacerla trae condenación.
En el verso 7 encontramos el premio que va de recibir los que aman la justicia: "vida eterna, a los
que perseverando en bien hacer…" y en el versículo 8 se expresa la paga a los que buscan la
injusticia: "pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad…"

Procede Pablo a tratar aquí una ley natural, un epitomen Divino, escrito en el corazón de todos los
hombres, la cual hace que nadie sea excusado en el juicio de Dios, pues la conciencia de cada
hombre es su defensora o su acusadora, y su corazón a de responder aprobando o no.

En este momento se establece un principio jurídico de Derecho Divino: "Porque todos los que sin
ley han pecado, sin ley también perecerán; y todos los que bajo la ley han pecado, por la ley serán
juzgados".

Con este precedente jurídico queda establecido y aceptado el precedente jurídico de que nadie en
el juicio de Dios puede alegar su propia ignorancia de la Ley, o lo que es peor, nadie puede alegar
desconocer lo que Dios quiere que uno conozca, pues lo que El quiere que uno sepa de El o de su
obra, ya El lo ha revelado.

Es este capitulo que aparece establecido el vinculo legal de la justificación por la fe, cuando en el
verso 13 leemos: "Porque no son los oidores de la ley los justos ante Dios, sino los hacedores de la
ley serán justificados".

La segunda sección del capitulo está dirigida contra los judíos, los cuales se ufanan de ser
descendientes de Abraham, que tienen como suporte y norma de conducta la ley, argumentando
que conocen la voluntad de Dios. Esos mismos judíos dicen ser guías de ciegos, luz en medio de las
tinieblas, instructores de los indoctos y maestros de niños, porque el que no tiene la verdad es
como un niño; ¿pero cumplen ellos lo que enseñan a los demás? Pues NO. Ellos son reos de violar
el 7mo y el 8vo mandamiento del Decálogo, porque ellos mismos adulteran y roban, razón por la
cual el Nombre Inefable de Dios es blasfemado, que es un equivalente a la violación flagrante del
3ro de los mandamientos que ordena no toma el Nombre de Dios en vano.

La violación de estos tres mandamientos, coloca a los judíos en el banquillo de los acusados en el
tribunal del Dios, y le convierte en pasivo de la ira de su justo juicio; pero ellos que alegan en su
favor como una circunstancia atenuante que tienen la circuncisión, ¿pero de que les aprovecha
tener una herida en la carne si no tienen la Ley en el corazón? La que salva no es la Ley, es el
Legislador el que da la vida al que se acerque a él por la fe. Aquí procede Pablo a mostrarle a los de
la carne, que existe una circuncisión que Dios aprueba, la del corazón, así como existe otra
nacionalidad de judíos, que es el que lo es en su interior, en su espíritu, el que lo es en la fe, el cual
es descendiente de Abraham.

Los versículos 24-29 establecen una nacionalidad especial, la que Dios acepta, o en otras palabras,
la nacionalidad o ciudadanía que se utilizara cuando los reinos de la tierra sean los reinos de Dios y
de su Cristo, y esta es la de los judíos interiores, y dice que son judíos interiores todos aquellos que
siendo judíos o no asiéndolos, hacen lo que Dios manda a que se haga.

Para aclarar un poco el concepto de una justificación jurídica como dijimos, no es una obra de las
Letras de la Ley, sino una obra del Espíritu de la Ley, por lo cual el apóstol dice que el que obra
conforme a la Letra es trasgresor de la Ley, según el versículo 27, y que el obra en el espíritu alaba
a Dios, y esta es : "la alabanza del cual no viene de los hombres, sino de Dios", y esa es la alabanza
que Dios pone en nosotros, que entonemos un canta tan armónico, que no tenga una sola nota
que desafine con el pentagrama del cielo.

CAPITULO 3. El final del capitulo anterior nos decía que lo que se es en la carne no aprovecha, esto
es la nacionalidad judía, el jus solis o el acto material circuncisión o fimosis, por cual inicia esta
capitulo con estas dos interrogantes: ¿Qué ventaja tiene pues, el judío? ¿O que aprovecha la
circuncisión?

La ventaja de la nacionalidad nos dice Pablo que es mucha, ya que: "Primero, ciertamente, les ha
sido confiada la Palabra de Dios". Pues el hecho de que a una nación, a una clase social, o a un
individuo se le encomiende la misión de ser el canal por el cual transite la Palabra, es más que
suficiente, ya que es una distinción, que luego se ha de convertir en responsabilidad. Pero no
todos los que recibieron la Palabra fueron dignos receptores de la misma, sino que algunos fueron
vasos indignos, lo cual en vez de aminorar la veracidad y la fidelidad del Señor, la aumentó, hasta
el extremo de que cuando ningún hombre sea digno de confianza, Dios y su Palabra seguirán
siendo fieles y confiables. De esa misma forma, el hecho de que el hombre sea injusto no hace a
Dios injusto al castigarlo, ¿o no se hace corrupto aquel que no castiga la corrupción? Pues
entonces Dios se hace mas justo cuando castiga la injusticia, porque el que no castiga la injusticia
ordena a que se continúe haciendo, y ser justo es un atributo de Dios.
Es en medio de este razonamiento que Pablo se plantea la interrogante que se plantea cualquier
mente carnal, es la deducción lógica, de que si por mi mentira la gloria de Dios aumenta, ¿Por qué
aun soy juzgado como pecador? Y prosigue con la imputación que se le hacia a los cristianos de su
época: "Hagamos males para que vengan bienes". Como si Dios mas nos amara y complaciera en
nuestros pecados, concupiscencias, lascivias y maldades; olvidando que si es cierto que ama al
pecador, repudia, aborrece y odia el pecado.

A continuación se establece que "no hay justo, ni aun uno", y se prosigue con las palabras del
salmista, en la cual se hace la radiografía del hombre carnal. Para que nadie se engañe, ni le quepa
la menor duda, todo el mundo está sujeto al juicio de Dios: "ya que por las obras de la ley ningún
ser humano será justificado delante de Él", siendo la misma Ley y los Profetas los que han
manifestado la justicia de Dios, la cual se alcanza justamente se consigue: "…por medio de la fe en
Jesucristo para los que creen en El".

Debe quedar claro a esta altura del capitulo 3, que no hay ninguna forma especial de uno alcanzar
la justicia de Dios fue de la fe en Cristo, la Ley sólo señala el pecado, y por ella todos los hombres
somos pecadores; para ser aceptado ante Dios, se nos dice que : " Siendo justificado
gratuitamente por su gracia (de Dios) mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios
puso como propiciación por medio de la fe en su sangre,(la de Jesús), para manifestar su justicia, a
causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados". En este pasar por alto los
pecados de los hombres, que es una equivalencia a declararlos justos y a no condenar al pecador
por medio de la gracia de Dios, la sangre de Cristo Jesús, sacrificio que aceptamos por medio de un
fruto del Espíritu Santo puesto en nuestros corazones, que es la Fe (Gálatas 5:22), es cuando
encontramos a las tres Personas de la Trinidad interviniendo una tras otras y al unísono para
rescatar al hombre caído. Nótese que no es uno solo el esfuerzo de rescatar al hombre, los tres en
común acuerdo, encaminados a justificar al hombre que ha caído del árbol de la gracia, para
ponerlo de nuevo dando Dios lo creó.

Pablo establece que el justo es Dios, y que El es el que justifica al que es de la fe de Jesús, por lo
cual el hombre no tiene de que jactarse, pues no es justificado por sus obras, sino por su fe en
Jesús, con lo cual se nos dice que si todos los gentiles, los que no son del pueblo de Israel, a los
que no se le dio la Palabra, tienen fe en Dios, es tan Dios de ellos como de la judíos que tienen fe y
son circuncidados. Dios es mas Dios del gentil con fe que del judío sin ella, porque es ese don
gratuito del Espíritu lo que nos da la adopción y abre nuestra filiación para con Dios.

¿Luego por la fe invalidamos la Ley? ¿Nos vamos a convertir en antinomianistas, y como modernos
iconoclastas vamos a echar por el suelo los mandamientos que el mismo Dios nos entregó como
base y fundamentos de la justificación por la fe? La pregunta es retórica y la discusión que pueda
salir de ella, bizantina, Pablo nos dice: "En ninguna manera, sino que confirmamos le Ley". Con lo
cual el hombre que tiene la fe que justifica no invalida la Ley de Dios que le señala el pecado y le
conduce a Cristo, que de lo contrario no encontrara la ruta de la cruz que le lleva al Perdonador.

CAPITULO 4. Como en el capitulo anterior se buscaba establecer si tenia alguna ventaja el


pertenecer al pueblo de Israel, en este cuarto capitulo se establece la ventaja de la circuncisión, si
es que existe alguna. "¿Qué dice la Escritura? Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia".
Por lo cual no hay nada, según las insinuaciones del apóstol que se pueda hacer para que Dios nos
tome en cuenta, nada fuera del ejercicio de nuestra fe, fe que para Dios se traduce como justicia, y
como ya hemos apuntado es un Fruto del Espíritu Santo.

Si algo tiene el que obra, entonces no es de gracia, de gratis, de baldes, sin causa, sino por algo,
por deuda. El que tiene la justificación de Dios, no la tiene por sus obras, por compra o por paga,
tiene la manera de justificar que a él se le debía y que se le pagó, sino que su fe lo limpia, y le
declara como justo, ¿acaso no es eso lo que dice David? "Bienaventurados aquellos cuyas
iniquidades son perdonadas, y cuyos pecados son cubiertos. Bienaventurado el varón a quien el
Señor no inculpa de pecado". Esta bienaventuranza se alcanza tanto en la circuncisión como en la
incircuncisión, que Abraham la alcanzó no estando circuncidado.

Pablo piensa que es mucho que se puede decir de nuestro padre espiritual, ya que su fe es modelo
de la fe que salva, pues la incredulidad nunca anidó en su corazón. Independientemente de lo que
se diga de Abraham, hablemos de nosotros, los cristianos de principio del siglo XX1, pues si
nosotros creemos, esa fe nuestra de hoy, nos es contada ha justicia, y justicia en esta carta a los
romanos significa perdón de los pecados, ser tenido por justo, pues ya fuimos limpiado por la
sangre del Cordero de Dios que quita los pecados del mundo, por eso dice el apóstol: "Esto es, a
los que creemos en el que levantó de los muertos a Jesús, Señor nuestro". Y ese Jesús que fue
levantado por el Padre fue "resucitado para nuestra justificación".

Si solamente podemos creer esto, somos salvos por la fe y justificados delante de Dios por la
sangre de su Hijo, y confirmados por el Espíritu Santo. Oro a Dios para que esto sea una realidad
en mi vida.

CAPITULO 5. Este capitulo se inicia con una afirmación categórica, en la cual de una manera
olímpica dice el santo apóstol: "Justificados, pues por la fe, tenemos paz para con Dios por medio
de nuestro Señor Jesucristo". Ya llegamos a la clave, por medio de la fe somos justificados, ya no
tenemos mas de que preocuparnos en lo concerniente a nuestras antiguas disputas y rencillas,
causa de nuestra enemistad con Dios, ya que nuestro Mediador es Jesús, y una vez confirmados en
la fe, podemos gloriarnos, no de nuestras obras, no de que podamos hacer, sino de la gracia de
Dios que cada día nos cimenta mas en el poder salvador del que murió por nosotros. Por los
meritos de nuestro Mediador podemos acercarnos al Trono de la Gracia. Cuando somos asaltados
en el camino de las tribulaciones, las cuales nosotros por nuestras propias fuerzas no podemos
vencer, podemos poner nuestra confianza en que nos llegará auxilia de parte del Consolador, a
sabiendas que las pruebas producen la esperanza, y con ellas la esperanza crece abonada por el
amor derramado dentro de nuestros corazones una vez que fuimos justificados por Jesús.

Así es que primero por la gracia de Dios somos declarados justos por la sangre de Cristo, y luego
cuando en nuestros corazones nace el amor para con Dios, no que nosotros hallamos sentido
amor primero, sino que ese amor es un fruto de la justificación que se alcanza por la fe.

Sabiendo el apóstol que existen tres tipos de personas: los justos, los buenos y los impíos o
pecadores, nos dice que para con Dios nosotros no éramos justos, ya que la ley nos condenaba; no
éramos buenos, pues nuestros pies se encaminaban de continuo al mal; sino que éramos impíos. Y
en ese estado, sin ninguna relación con Dios, cuando nuestro estado era mas alérgico, es cuando
Dios interviene: "Siendo aun pecadores, Cristo murió por nosotros". Esa muerte de Cristo es la que
nos justifica, es la que nos declara inocentes en el juicio de Dios; porque para que nuestras ropas
sean blancas, hay que levarla con la sangre del Inmaculado Hijo de Dios. Es la muerte del Hijo la
que nos une con Dios, y una vez unidos, somos salvos cuando creemos que el murió por nosotros y
en lugar nuestro.

El versículo 12 nos dice que los hombres pasaron a ser pecadores por medio de un pecado que le
fue imputado, el pecado de Adán, pero no es que el hombre es pecador porque peca, el hombre
peca porque es pecador, y de Adán heredamos la naturaleza pecaminosa, somos condenados no
porque Adán halla pecado, sino por que nosotros pecamos: "ya que el pecado pasó a todos los
hombres, pues todos los hombres pecaron". Yo merecía la muerte no porque Adán pecó, sino
porque yo pequé. Pero a renglón seguida viene el antídoto al pecado de Adán, al mió y al de toda
la humanidad: "Por la obediencia de uno (Jesús), los muchos serán constituidos justos". Por lo cual
si el pecado, la desobediencia de la Ley trajo la muerte, que fue lo que se nos imputó por medio de
Adán, por Jesús somos constituidos hijos, heredero de los bienes del cielo, y se nos otorga como
premio: "La vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro".
CAPITULO 6. Cuando el apóstol dice: "Pero la Ley se introdujo para que el pecado abundase; mas
cuando el pecado abundo, sobreabundo la gracia". 5:20, es la forma de pensar de aquellos que
decían: "Hagamos males para que vengan bienes", 3:8; lo cual es un equivalente a confundir el
amor de Dios diciendo: "Pequeños mucho para que Dios nos ame mas". Todo esto viene a ser
refutado por el santo, el cual se da a explicar diciendo, que como es que: "Los que hemos muerto
al pecado, ¿Cómo vivaremos aun en él?".

Que nadie olvide, que al ser sepultado en las aguas del bautismo, lo hicimos como un símbolo de
la muerte de Cristo, y si en realidad fuimos sepultado con Cristo, ¿Cómo continuaremos haciendo
las cosas que nos hicieron morir. Si en realidad nuestro bautismo es símbolo de la muerte al
pecado: "El que ha muerto, ha sido justificado del pecado".

El que está en Cristo no debe amar el pecado, porque Cristo, a quien nuestros pecados le fueron
imputado sin El haberlo cometido, por su resurrección nosotros debemos considerarnos: "Muertos
al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús". Así es que si estamos muertos al pecado y vivimos
en Cristo:"No reine, pues, el pecado en vuestros cuerpos mortales…ni presentéis vuestros
miembros al pecado como instrumentos de iniquidad…"

Por lo tanto no debemos ser esclavos de nadie, sino "siervos de la justicia", y al convertirnos en
siervos de la justicia somos libres del pecado, ya que no hay relación entre ambos: "Porque cuando
erais esclavos del pecado, erais libre de la justicia", pero una vez libres del pecado: "Tenéis por
vuestro fruto la santificación, y como fin la vida eterna".

Esto es lo que se consigue con ser siervo de la justicia, una vida eterna que no hemos merecido,
porque de perseverar en nuestros pecados se nos pagaría con la muerte, porque la paga del
pecado es muerte.

CAPITULO 7. Este es el capitulo de la autobiografía espiritual de Pablo, el se puede resumir


diciendo: "Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco".
Toda mujer casada está sujeta a su marido mientras este esté vivo, pero cuando éste muere, el
matrimonio se disuelve y esa mujer ya no está ligada a ningún hombre, sino que queda libre para
unirse con quien ella desee; también los cristianos ya no están unidos a la Ley como esposa y
esposo, porque Cristo era esa Ley, por lo que leemos en el versículo 4: "…habéis muerto a la ley
mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis otro, del que resucitó de los muertos, a fin de que
llevemos frutos para Dios". Es por eso que esa Ley murió con Cristo, por lo cual no estamos en la
carne, aunque vivamos en ella, por la resurrección hemos escapado de la muerte, razón por la cual
ya no debemos obedecer: "Las pasiones pecaminosas que eran por la Ley".

Al haber muerto al pecado, libres de la Ley, desde ahora nos encontramos: "…bajo el régimen
nuevo del Espíritu y no bajo el régimen viejo de la letra". Pero en vista de que la Ley es venida para
que el pecado aumente, según leímos en el Cáp. 5:20, no seria justo el que uno se interrogue
diciendo, ¿es pecado la Ley que nos enseña el pecado, sin la cual no hay pecado y la que hace que
el pecado abunde?

Si la Ley ordena que a de ser muerto el homicida, ella misma comete homicidio, ¿Por qué la Ley
que señala el pecado, ella misma no es pecado? Este razonamiento es rechazado de una manera
tajante y categórica por el apóstol cuando nos dice: "En ninguna manera". ¿Por qué? Porque la Ley
señala el pecado sin contaminarse, de la misma manera que las estrellas guían a los marineros sin
que por eso ellas tracen una señal sobre las aguas, la Ley señala el pecado sin que ella llegue a
pecar con su señalamiento.

La Ley, que no es mas que una emanación de la voluntad de Dios, es el fundamento de su carácter,
y por eso: "De manera que la Ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno". Y
esa Ley que es la voluntad de Dios, en mí, que no hago la voluntad de ella vino a ser de muerte,
pues yo soy carnal, y esa carnalidad debemos entenderlo y saber: "Que la Ley es espiritual…" así es
que yo mismo no se lo que quiero, y mis impulsos son contrarios a la voluntad de Dios, por lo cual
contrario a lo espiritual y a su santa y justa voluntad. De manera que nadie desmaye si no puede
hacer lo que la Ley manda, pues mientras estemos en la carne, vamos a desear lo malo, lo
transitorio y material, y como la Ley es espiritual, ella choca conmigo, pero: "…según el hombre
interior, me deleito en la Ley de Dios".

Que miserables somos, pues queremos hacer el bien que nuestro hombre interior y espiritual
desea, el hombre que tiene la circuncisión del corazón, pero no podemos, sino que sedemos al
mal, a los apetitos del hombre carnal, hombre que con sus obras nos lleva a la muerte. Así es que
nosotros estamos en dos aguas, sirviendo a Dios y al pecado, a la vida y a la muerte, por lo cual
debemos dar: "Gracias a Dios, por Jesucristo Señor nuestro", que nos hace en los rudos combates
de esta vida mas que vencedores por medio de su sangre.

CAPITULO 8. Si este capitulo debiera tener un nombre, ese fuera: Para que la justicia de Dios se
cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al espíritu.
En el capitulo 5 Pablo nos recuerda que somos justificados por la fe, y que nuestras enemistades
para con Dios ya habían cesado, pues el Hijo de Dios murió en lugar nuestros, para traernos la
reconciliación, ya que su vida sin pecado fue aceptada por la de nosotros. En el capitulo 6 nos
encontramos muertos al pecado y vivo en Cristo; el capitulo 7 nos presenta nuestra situación de
que somos libre de la Ley, de que no vivimos mas en la carne, aunque mientras dura esta vida
mortal estaremos en la encrucijada de obedecer a Dios con nuestro espíritu o a nosotros misma en
nuestra carne, una para vida y otra para muerte; pero como cada uno es libre para elegir, delante
de nosotros están la vida y la muerte.

Este capitulo, al que gracias a Dios un copista agregó una coletilla al final del primer versículo nos
trae las alegres nuevas de lejanas tierras, las cuales son dulce como la miel, fresca como la nieve y
aromática como las frutas del Trópico: "Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están
en Cristo Jesús", y es que el que esta en Cristo, El no le hecha fuera, el es nuestro abogado y juez,
El nos defiende y nos consuela, pero el copista posterior agrega, como para que nadie se descuide:
"los que no andan conforme a la carne, sino conforme al espíritu". Sin tan solo se pudiera creer
esto, comprenderíamos que estamos en la vida, si escogemos a Cristo, justificados por Dios y
llenos de gracia, y para el que goza de estas bendiciones, el pecado y la muerte no puede nada
contra él.

No olvidemos que esa dualidad que existe como una realidad en nosotros: Carne y Espíritu, se
encuentran enfrascadas en una lucha singular y terrible; el servir o el no servir a Dios, lo que
puede ser llamado, el conflicto del hombre. Todo hombre que vive en Jesús, esta muerto a la
carne y viviendo en el espíritu, o de lo contrario, vivo en la carne y muero al espíritu. El versículo
13 es paradójico y contradictorio a la mente carnal: "…porque si vivís conforme a la carne,
moriréis, mas si por el espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis". Así es que no hay
porque preocuparse por este mundo, pues nos espera una gloria mas grande que los goces que
podríamos alcanzar viviendo en la carne, gloria esta que no se ha manifestado, y que la misma
creación conserva en su seno, para darla a conocer, y al no poder expresarla, gime y sufre, y
nosotros, los que fuimos conocidos de Dios, a los cuales se nos predestinó para que fuésemos
iguales al Hijo, por medio de su muerte y resurrección, fuimos justificados y nos encontramos en el
proceso de la santificación para luego ser glorificados y librados de este estado, por el cual
estamos sufriendo.

En lo que llega todo lo que el Señor nos ha ofrecido y que nos tiene aparejado, se nos da esta
promesa, como un anticipo de esperanza: "Antes, en todas estas cosas somos mas que vencedores
por medio de aquel que nos amó". Con este amor en nuestros corazones, amor que no es nuestro,
sino que el Espíritu Santo lo ha derramado en nosotros, y en el que somos victoriosos, por lo cual
estamos seguros de que : "Ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es
en Cristo Jesús Señor nuestro".

CAPITULO 9. Este capitulo trae unas palabras de aliento para los gentiles y una invitación a la
reflexión a los judíos: no los que son hijos de la carne son los hijos de Dios, según los que son hijos
según la promesa son contados como descendientes.

Aquí se resalta de nuevo las ventajas que tiene el ser israelita según la carne, tal y como se
encuentra en el capitulo 3, pero que ahora se entra en mas detalles: "Por los cuales son la
adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la Ley, el culto y las promesas". Es por Israel que
nos ha llegado a nosotros todas esas bendiciones, y como si faltara algo: "de quienes son los
patriarcas", pero aun falta lo mejor y mas importante, el bizcocho que se deja para ultimo: "…y de
los cuales, vino Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas". Que mas se puede pedir, Cristo es
Dios, es Dios el Hijo, la segunda persona de la Deidad. El vino a ese pueblo que lo rechazo, por lo
cual dice Óseas: "Llamaré pueblo mió al que no era mi pueblo, y a la no amada, amada". Porque al
que cree en el nombre del Hijo, el Padre le ha dado la potestad de ser llamado hijo de Dios, esto es
a los que creen en su Nombre. Esta promesa no solo es para los judíos que creen, sino también
para nosotros los gentiles, a los cuales nos ha tocado vivir en los finales de los tiempos. Por eso
dice Pablo, nuestro apóstol exclusivo: "Que los gentiles (esto es nosotros), que no iban tras la
justicia, han alcanzado la justicia que es por la fe; mas Israel, que iba tras una ley de justicia no la
alcanzó". Y todo esto nos a alcanzado a nosotros, pera que veamos el cumplimiento de la promesa
expresada a moisés: "Tendré misericordia del que yo tengo misericordia y compadeceré del que
yo me compadezca". Es por eso que dice el apóstol que nosotros somos justificados por la fe,
somos declarados inocentes por la sangre de Cristo, y la misericordia de Dios: "…así que no
depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia.

Por lo cual nosotros no tenemos calidad para altercar con Dios, ya que es por su mucho
misericordia que todos, seamos o no israelitas tenemos derecho para asirnos de Jesucristo, de tal
forma que todo: "…el que creyere en El, no será avergonzado".

¡Que hermosa promesa¡ Y todas son nuestras, con tal de que extendamos la mano de la fe y las
tomemos.
CAPITULO 10. La idea central de este capitulo bien puede ser este postulado: "Porque con el
corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación".

En la primera parte de este capitulo, Pablo expresa a los destinatarios de esta carta: "…el anhelo
de mi corazón, y mi oración a Dios por Israel, es para salvación", porque ellos no son mas que:
"mis parientes según la carne", Cáp. 9:1.; aunque comprende que ellos según una justicia propia,
distinta de la justicia de Dios, llegando a ignorarla, por lo cual: "…no se han sujetado a la justicia de
Dios".

¿Que pide Dios de los judíos y de nosotros los gentiles con relación a su promesa? "Que si
confesare con tu boca que Jesús es el Señor, y creyere en tu corazón que Dios le levantó de los
muertos, será salvo". Esa es la opinión del apóstol, y para robustecer su concepto sobre la
salvación que Dios nos da por medio de Jesucristo su Hijo, echa manos de la Escritura, y cita donde
dice: "Todo aquel que creyere, no será avergonzado".

Pablo quiere dejar establecido un precedente sobre el tema que trata, para lo cual de nuevo cita la
Palabra Inspirada: "Todo aquel que invocara el nombre del Señor, será salvo", esto es, todo el que
le adorare, porque para adorarle e invocarle es necesario reconocer al Señor Jesús como su Dios, y
todo el que pone su confianza en El, jamás es defraudado.

En este texto encontramos que creer y confesar pueden ser tenido como sinónimos, porque: "Con
el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación". Por lo cual es
necesario que se predique el Evangelio de Jesús para que todos los hombres lo digan, lo crean y
puedan invocar, que es adorar, a sabiendo que la fe viene por el oír: "…y el oír por la Palabra de
Dios". Esta es la razón por la cual no debemos retener la Palabra del Señor, para que de nosotros
se pueda decir: "¡Cual hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian
buenas nuevas¡", y así no nos convirtamos como aquel pueblo del cual se expresa el mismo Dios
con dolor: "Todo el día extendí mis manos a un pueblo rebelde y contradictor".

CAPITULO 11. Así como el capitulo 7 es de la lucha del hombre espiritual contra el hombre carnal,
este capitulo es el del dilema que si por gracia, ya no es por obras, de otra manera la gracia ya no
es gracia. Y si por obras, ya no es gracia, de otra manera la obra ya no es obra.
Merece que en este capitulo nos hagamos la pregunta: ¿Ha desechado Dios a su pueblo?, esto es
como si nos dijéramos: ¿Los israelitas que lo son por nacionalidad, no tienen ninguna parte con
Dios? La respuesta que nos da el apóstol es: "En ninguna manera". Y un ejemplo de eso es que él
mismo es israelita: "Porque también yo soy israelita, de la descendencia de Abraham, de la tribu
de Benjamín".

Mas tarde, y en otra epístola, el apóstol dirá: "Aunque yo tengo también de que confiar en la
carne. Si alguno piensa que tiene de que confiar en la carne, yo más: circuncidado al octavo día,
del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreo; en cuanto a la Ley fariseo; en
cuanto a celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a justicia que es por la Ley, irreprensible".
Filipenses 3:4-6. Esto lo dice el apóstol para equipararse con el profeta Elías, y de la misma manera
que en los días de este profeta, el Señor decía: "Me he reservado siete mil hombres, que no han
doblado sus rodillas delante de Baal". De ese mismo Israel: "Ha quedado un remanente escogido
por gracia".

Es así que para todos los hombres ir a Dios, sean israelitas o gentiles, es necesario cubrirlo con el
manto de la gracia de Dios, manto tejido en el telar del cielo y en el cual no hay una sola hebra de
la obra humana. Para que ningún gentil se sienta orgulloso ni se ensoberbezca, se nos dice: "Mira,
pues, la severidad ciertamente para con los que cayeron, pero la bondad para contigo, si
permanece en ese bondad; pues tú también serás cortado".

Como no tenemos forma de que nosotros podamos entender y comprender la sabiduría, la ciencia
y los caminos del Eterno, solo podemos decir que Dios: "Sujetó a todos en su desobediencia, para
tener misericordia de todos". Y es que por este acto de misericordia: "A Dios sea la gloria por los
siglos. Amén".

CAPITULO 12. Este capitulo se inicia con un ruego del apóstol, el cual llama a la razón de todos los
que han muerto al pecado y resucitado en el espíritu, para: "…que presentéis vuestros cuerpos en
sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional".

Luego procede a comparar a la comunidad cristiana con un cuerpo, en el cual todos los miembros,
aunque tienen diversas funciones, tienen un objeto en común, hacer que el cuerpo funcione en
armonía, como una orquesta sinfónica. De modo que cada uno de los miembros que constituyen
el cuerpo, que es la Iglesia, deben buscar el crecimiento de los demás en el empleo de los dones
que por la gracia de nuestro Dios tenemos. "El que profetiza que lo use conforme a la medida de la
fe, el que esta llamado a servir, que sierva, y el que tiene el don de la enseñanza que haga uso de
él; lo mismo hará el que exhorta, el que reparte, el que preside, y el que tiene el don de la
misericordia.

Cuando estos siete dones que nos son dados por la gracia de Dios, sean usados en la forma que el
Espíritu lo requiere, es entonces cuando seremos: "Gozosos en la esperanza, sufridos en la
tribulación, constantes en la oración".

Luego se nos da una serie de consejos útiles y prácticos, los cuales teje como un manual de
urbanidad cristiana, entre los cuales se encuentra uno que fue difícil del cumplir por el mismo
apóstol: " Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres", y
esto lo decimos por la vida de persecución que le toco vivir; pero al final de todo esto, nos
aconseja: "No seáis vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal".

CAPITULO 13. Este capitulo podría tener un encabezado que diga: El Amor no Hace mal al Prójimo,
así que el cumplimiento de la Ley es el Amor.

Este capitulo debe de haber sido el texto de las Escrituras favorito de Bousseut, el gran orador
francés, tenido como el orador de los príncipes y el príncipe de los oradores, es en este texto se
establece de manera diáfana y meridiana el principio de que toda autoridad viene de Dios, y Pablo
lo dice con estas palabras: "…porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por
Dios han sido establecidas". Y estas autoridades no pueden ni deben ser estorbadas, porque los
que lo hacen: "…acarrean condenación para sí mismo…De modo que quien se opone a la
autoridad, a lo establecido por Dios resiste".

Las ideas antes expuestas estaban fija en la mente del apóstol, pues en la primera carta que le
escribió a Timoteo le había escrito: "Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones,
peticiones y acción de gracia, por todos los hombres; por todos los reyes y los que están en
eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en todo piedad y honestidad".

La base de obedecer a las autoridades está fundada, no en preceptos humanos, sino en un


precepto Divino, precepto este que según una escuela rabínica: "Lo que es mas de esto es
comentario", y este precepto, mandamiento, ley, ordenanza, decreto, o norma es: "Amaras a tu
prójimo como a ti mismo," y esto es así, porque: "…el que ama al prójimo, ha cumplido la Ley".
¿Pero a que Ley es a la que Pablo se refiere? Pues sencillamente la Ley se resume de esta manera:
"No adulteraras, no mataras, no dirás falsos testimonio, no codiciaras, y cualquier otro
mandamiento…"

Es en vista de que las horas de la noche ya están avanzadas, y el día en el cual se ha de mostrar
nuestras vestiduras, no vestiduras viles y cosidas con hojas de higueras o con nuestras suficiencias
propias: "…sino vestíos del Señor Jesucristo,…" que está a las puertas".

CAPITULO 14. Esta capitulo está estructurado en un solo párrafo, no presenta ninguna división
interna y podría ser titulado: Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno de nosotros
muere para sí, porque en él se trata sobre el amor en algunos aspectos dudosos de la vida del
cristiano.

De los 23 versículos que consta, un resumen bien extractado de los mismos se podrían leerse de
esta manera: "Pero tú, ¿Por qué juzga a tu hermano? O tú también, ¿Por qué menosprecias a tu
hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo. Porque esto está: Vivo yo,
dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla, y toda lengua confesará a Dios. De manera que
cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí. Así que, ya no nos juzguemos mas los unos a los
otros, sino mas bien decidid no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano". Versos 10-13.

Los versos 17 y 19 nos dicen cual es el objetivo del cristiano: "porque el reino de Dios no es comida
ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo…así que, sigamos lo que contribuye a la paz
y a la mutuo edificación". Si a esto le agregamos la fe, porque todo lo que se haga tiene que ser
hecho, movido y fundamentado sobre este monosílabo, porque de lo contrario: "…todo lo que no
proviene de la fe, es pecado".

CAPITULO 15. Esta capitulo es una especie de continuación del 14, ya que se nos continua
llamando a la humildad, a la paciencia y a la tolerancia para con todos los hermanos, y el alegatos
que se nos hace es, que cuando nosotros éramos débiles, todos nuestros pecados recayeron sobre
Cristo, razón por la cual se nos invita a: "recibíos los unos a los otros, como también Cristo nos
recibió, para la gloria de Dios". Cuando se cumpla los que se nos indica, se cumplirá aquella
promesa tocante a nuestro Señor Jesús, en la cual se expresa: "Por tanto yo te confesaré entre los
gentiles, y cantaré a tu nombre".
Todos los gentiles se alegraran y alabaran a Dios, este todo debe ser entendido como los gentiles
que han aceptado el llamado del Señor y han hecho de Jesús su único suficiente salvador personal,
pues Isaías había profetizado que entre las naciones se iba a sacar una: "ofrenda agradable,
santificada por el Espíritu Santo".

El apóstol explica su ministerio, y la demarcación geográfica del mismo, el cual esta ya concluido
en Roma, ciudad que espera visitar cuando este de viaje para España; también da su testimonio de
agradecimiento por la ofrenda llegada de Macedonia y Acaya, así como le pide a los hermanos
romanos que oren por él, pues desea que los resistidores de la verdad están en Judea sea llevado
a esa verdad.

CAPITULO 16. El inicio del cierre de esta epístola, es una carta de recomendación para la hermana
Febe, mujer piadosa: "…la cual es diaconisa en la iglesia de Cencrea", y le pide a los hermanos que
la reciban con la hospitalidad que es digna de los santos, ya que ella la tiene remecida: "…porque
ella ha ayudado a muchos y a mi mismo". ¡Que buen testimonio¡

Esa Febe es la que desde Corinto lleva la carta que Pablo acaba de dictar, a sus destinatarios la o
las iglesias de Roma, capital del imperio.

En la carta encontramos saludos para una pareja de esposos, Aquila y Priscila, los cuales al salir
huyendo de Roma se establecieron en Corinto, y con ellos vivió el apóstol, "trabajando juntos,
pues el oficio de ellos era hacer tiendas", Hechos 18: 1-3. Estos fueron los esposos que le
mostraron el camino del Señor aun "…varón elocuente, poderoso en las Escrituras", llamado
Apolo, Hechos 18: 24.

Una extensa lista de hermanos en la fe, 36 en total. Entre los que se encuentran parientes,
colaboradores de Pablo y compañeros de sufrimientos, todos reciben los saludos del apóstol, a los
cuales el tenia presente, ya que juntos se habían gozado en el Señor, pero también habían sufrido
por causa del mensaje. A todos los insta a que se mantengan firme en la fe, no haciendo caso a los
que "…con suaves palabras y lisonjas engañan a los corazones de los ingenuos".
Los compañeros de Pablo en Corinto también envían sus saludos a los hermanos distantes, entre
ellos Timoteo y Gayo, el hospedador del apóstol, el amanuense de Pablo, Tercio, da su saludo;
pero lo extraño es que ninguno recuerda dar sus saludos a Pedro, que parece que no vivía en
Roma.

Se despide el apóstol Pablo deseando que todos sean confirmados en el Evangelio, por la gracia de
nuestro Señor y de su Padre. Amén.

La justicia de Dios en los capítulos 1 y 2 de la epístola a los romanos

Capitulo 1,

1.1. Definición del concepto justicia:

El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, define de la siguiente manera el


concepto de justicia, palabra que hace proceder del latín iustitia, de la siguiente manera:

1. f. Una de las cuatro virtudes cardinales, que inclina a dar a cada uno lo que le corresponde o
pertenece.

Partes: 1, 2

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