You are on page 1of 1

CAPITULO PRIMERO

El mundo tangible, al que tanta importancia concedemos, no es más que una parte y el reflejo del
verdadero mundo viviente.

RO8ERT TOCQUET.

El conocimiento de la existencia del «aura» humana, detectada por los sensitivos, o personas
dotadas, se remonta posiblemente a miles de años. Concretamente, y así fue publicado, se habló por
vez primera en Alemania por el médico escocés doctor W. Maxwell, en el año 1679 acerca de las
«radiaciones humanas». Cien años después, el médico vienés F. Anton Mesmer continuó con los
estudios de Maxwell y denominó al fenómeno «magnetismo animal». Mesmer explicó en varias
ocasiones que este fluido magnético era luminoso para los sensitivos. A lo largo de los milenios, los
hombres han discutido apasionadamente el problema del alma y especulando acerca de su
naturaleza, de su independencia (partículas materiales, como creía Lucrecio?), de si sigue o no
existiendo después de la desaparición del cuerpo, o si realmente, como creían Platón y Descartes, el
alma era totalmente inmaterial, por lo cual admitían su supervivencia, mientras aquellos que
sustentaban la materialidad de la misma la negaban. No sin razón decía Aristóteles que el
conocimiento preciso acerca del alma era una de las cosas más difíciles del mundo. Y ni siquiera
imaginaba el mar de palabras que los hombres usarían en los siglos siguientes en todas las lenguas
conocidas, vivas o muertas, para exponer sus ideas sobre tan espinoso asunto. Pero el alma y el aura
v importante es el estudio científico de las psicofonías. Precisamente no hace mucho el Papa Pablo VI
condecoró a Jürgenson, el técnico que consiguió por vez primera grabar unas voces del Más Allá.
Según una información publicada en la Prensa, el ingeniero brasileño Henrique Rodrigues, nos decía
que el Vaticano ayuda financieramente esas investigaciones de Jürgenson. Quizá, como afirma
Gaither Pratt la parapsicología sea, si no la más nueva, la más revolucionaria de las ciencias. Y eso
porque ha logrado trastocar muchos conceptos que parecían inamovibles, y ha obligado a los
científicos a enfocar de una manera diferente ciertos aspectos del Universo. Recapacitemos en lo
dicho anteriormente. Como se sabe, en la naturaleza la energía no se destruye jamás, sólo se
transforma. En la Unión Soviética y en los Estados Unidos se han llevado a cabo experimentos
fantásticos que no han sido publicados, porque primero hay que mentalizar a las gentes: en Rusia se
ha podido «foto- grafiar vivo'> a un cadáver en las veinticuatro primeras horas después de producirse
el fallecimiento por muerte accidental, y pudo «comprobarse» cómo salía, pasado este tiempo, algo
así como un fluido que abandonaba aquel vestido, aquella «cáscara», como diría un Lama, aquel
despojo de cuerpo, como evaporándose... El resultado ha sido —quizá por otros motivos— que los

You might also like