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Mariposas de humo 1

MARIPOSAS
DE HUMO
GUADALUPE VERA Y OTROS AUTORES

PRIMER PREMIO ENDIRA DE CUENTO CORTO

ii Endira escritores Mariposas de humo iii


MARIPOSAS
DE HUMO
GUADALUPE VERA Y OTROS AUTORES

PRIMER PREMIO ENDIRA DE CUENTO CORTO

MARIPOSAS
DE HUMO

Grupo Editorial Endira México, S.A DE C.V

iv Endira escritores Mariposas de humo v


ÍNDICE
Mariposas de humo
Primera Edición, 2014.
© 2014.
D.R. De esta edición. Mariposas de humo 9
© 2014, Grupo Editorial Endira México, S.A de C.V.
Así… amarradita 23
16 de Septiembre 8 local 16, Colonia Centro, San Juan del Río, Qro.
C.P. 76800 San Juan del Río, Querétaro.
Saudade do mar 27
Teléfono: (427) 272-47-97 Échame a mí la culpa 49
www.endira.com.mx La obra 57
Queda prohibida la reproducción directa o indirecta, total o parcial de esta edición,
Rastros vacíos 61
así como la explotación de la misma, sin autorización escrita del editor.
Impreso en México.
Qué hay detrás de las puertas 69
ISBN: 978-607-8323-14-2 Mercado ambulante 81
Diseño: Erik Gastón Sánchez Basurto De japón a taured 85
Imágenes: canstockphoto
Armando culata 91
Un secreto bien guardado 97
El canto del quetzallí 101
Futuro, gran futuro 111
Para mayor información, visita: Felipa y la calle oscura 115
www.endiraliteraria.com.mx
Lucía 127
La caída de lo humano 141
El hacedor de lluvia 155
Mientras pasaba el tren 163
La culpa fue de tomoyo 169
Cinco minutos 175

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MARIPOSAS
DE
HUMO
GUADALUPE VERA

8 Endira escritores Mariposas de humo 9


CON LOS OJOS LIMPIOS eran chicas y no podían moverse, y tenía que cargarlas para
llevarlas conmigo, ¡pobres, no les quedaba de otra, dependían

E l primer recuerdo que tengo de esa casa es de unas habitaciones


oscuras, que al librarte de sus paredes y al enfrentarte a
la luz, tus ojos se convertían en secretos adormecidos para
de mis brazos y manitas gordas!, sí, ellas también tenían un halo
de luz que tímidamente brillaba cuando las dejaba descansar.
También lo tenían mis mascotas: los pollos, y, sobre todo, mi
acostumbrarte al día. Al vivir así, te transformas en un buscador objeto favorito. Él estaba rodeado de una luz amarilla y blanca,
de luces; o en un perseguidor de mariposas, o en un mensajero olía a alcohol frotado sobre el cuerpo y al sudor que emiten los
explicando que vale la pena lo que te ha pasado a pesar de los cuerpos con suero inyectado por las venas. Lo mantenían tapado
charcos ocultos de lágrimas y silencios que los demás no ven. O, entre cortinas oscuras que impedían la entrada de la luz como para
no sé, tienes la oportunidad de aprovechar para mirar distinto, que yo pudiera distinguir la de él. Ese cuerpo inerte e inútil, ese
crecer diferente. Y entonces escupes limpieza en la mirada. mueble viejo convertido en un muñeco, era el cuerpo de mi padre.

Cuando ves así, conviene encontrarte personas que te inyecten FÉLIX, EL QUE ECHABA HUMO.
sueños de papel o de humo y logren sembrar un poco del veneno
que no mata pero te cose alas y te ayudan a cargar las piedras
que te tocaron sopesar al nacer. A quel día todo cambió. Yo estaba dando vueltas con los brazos
extendidos, vestía una faldita con flores tejidas, llevaba una
muñeca elegida para salir a dar la vuelta por el patio delantero
Como les decía, vivir en una casa con neblina, hace crecer de la casa.
con la idea de conquistar escondites entre los muebles que la
habitan, que son escombros de la vida pasada de tus padres, De pronto, algunos familiares, que hacía tiempo no veía, entraron
donde anclan sus memorias en lo que fue, y a veces, cuando por la puerta verde de mi casa y una ambulancia blanca se
llega la oscuridad, esas ruinas del pasado levantan halos de luz estacionó frente al portón. Ahí, en la casa oscura, hombres vestidos
y bailan e impiden con su danza, librarse de ellos en el camión de blanco y azul metían un cuerpo. No lo reconocí al principio,
de la basura. Y es que de lo que me di cuenta cuando estaba era un cuerpo conectado a unos tubos y aparatos médicos. La
ahí es que las cosas tienen el poder de hipnotizar a los demás gente me abrazaba, lloraban me decían palabras lindas, pero
cuando quieres deshacerte de ellas. Con toda la intención te nadie, ni mi madre, ni abuelos me explicaron que mi padre se
proyectan imágenes pasadas o anhelos futuros que difícilmente había convertido en ese cuerpo pesado e inmóvil, un imán de
te ayudarán a realizar sueños. Entonces te inundas de miedo y te lamentos con imposibilidad de vivir solo, aunque yo descubriría
vas. Sí, ése es el secreto de los muebles viejos, te adormecen las después que nadie, absolutamente ninguno puede vivir solo.
ganas de librarte del pasado y ésa es su cuartada para que vivas
cargándolos por la espalda. No me llevaron a verlo. No me dejaban entrar a la recámara.
“Es una niña, no le enseñes la realidad” sentenció un tío que en
Todos los objetos de mi casa tenían esa peculiaridad bailarina y alguna ocasión, con el puño cerrado, me había levantado por la
brillosa: mis muñecas, por ejemplo, eran mis hijas o hermanas, barbilla, dizque jugando. A mí me dio miedo, y lo califiqué como
con las que nunca crecí, y sentía que debía protegerlas porque tonto de por vida y no, no me equivoqué, los niños sabemos que

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esa clase de tontera nunca se cura con la edad, porque es una había vivido mucho, y por eso estaba tan agotado; después
incapacidad de sentir y ésa, nunca sana. se me vino a la cabeza que a lo mejor mi madre tenía razón,
y si de verdad era tan olvidadizo como yo, a lo mejor se había
Al paso de los días, poco a poco, me las ingenié para acercarme al muerto y se le había olvidado el cuerpo, quizás mañana, si yo
cuarto de mi padre sin que lo notaran. El primer día que entré al comía verduras se me ocurriría algo inteligente para lograr que
cuarto-hospital sentí el miedo como un dolor abajo del pecho. Me no le pesaran tanto los párpados y los abriera.
arrastré por debajo de la cama hasta que llegué a un lado donde no
me podían ver si pasaban por el cuarto, ya que estaba pegado, en la Ya había entrado el sol a la recámara. Mi habitación, compartida
pared, y por ese espacio que dejaron, me metí, respiré mucho, muy con mi abuela, era la primera en alumbrarse. Me asomé y vi
profundo, como me decía la abuela que lo hiciera para tranquilizar al zapatero. Ese señor fumador y sonriente, siempre tocaba
los nervios y me atreví a acercarme a su cara. Lo reconocí con los el timbre de la casa para que le diéramos los zapatos y los
ojos medio cerrados, se le podía ver un poquito de ojo dormido arreglara. Ahí estaba, frente a la banqueta fumando mientras
entre los párpados. Le piqué los ojos tratando de cerrarlos. No veía para mi casa. De pronto me volteó a ver, sonrió e hizo unas
me gustaba verlos abiertos, quería saber si estaba muerto. Pensé bolitas con el humo. Yo también le sonreí, pero agaché mi cabeza
que no porque dicen que los muertos huelen feo después de unas con pena. Lo estuve mirando un rato y después fui a ver si mi
horas, y él ya llevaba varios días ahí. Me dio tristeza pensar que a lo papá ya se había cansado de descansar.
mejor le daba miedo morirse y por eso estaba dormido sin poder
despertar y me salí apresurada pensando que no me había acercado Cuando iba a entrar a la habitación, mi madre me gritó: “¿no te
lo suficientemente bien para olerlo de más cerca, por miedo a que dije que no puedes entrar?” y la obedecí con cara de hartazgo.
me encontraran o por miedo a que se enojara conmigo en sueños. Mientras desayunaba escuché a mi mamá hablar por teléfono.
Decía que mi padre tenía algo derramado en el cerebro, o
Otra noche volví a entrar para olerlo y descartar que ya se hubiera algo así y me imaginé que tal vez un líquido se le había caído en
ido completo. No encendí la luz, me arrastré con una muñeca para la cabeza y además tenía hinchado algo ahí dentro, aunque yo
que no me temblaran los dedos al tocarlo y lo vi tan cerquita que no se la veía más gorda. Ella concluyó que estaba en coma y no
pude ver hasta los poros de su cara. Ahí estaba, solo, en su cama, sabían qué sería de él y no podían seguir pagando el hospital.
con un aparato que pitaba. De pronto noté algo: sí, rodeaba Yo no entendí nada. Después colgó y se quedó llorando con los
su cuerpo y parte de su cama una luz amarilla, y dije: ¡no está abuelos diciendo algo del cielo, y que nadie la escuchaba, que
muerto!, ¡está vivo, porque su luz no es como la de los muebles, por qué le pasaba eso a ella. Yo me puse triste y para no hacer
seguro ha trabajado tanto que está muy cansado para despertar! ruido me salí con mi triciclo a andar en la privada.
Me espanté que por estar entrando pudiera cansarlo. “Hasta
Hacía mucho sol, me subí por las banquetas para taparme con
mañana papá”, le dije con la vocecita escondida. Y salí de ahí.
la sombra de los árboles, hasta que llegué a donde estaba el
zapatero. “Ya llevas aquí muchas horas, ¿no vas a entrar a tu
Regresé a mi cuarto como gusano, necesitaba pensar en mi
casa?” “¡No!”, le dije, “todos lloran y no dejan que mi papá se
descubrimiento y saber cómo poder ayudarlo a descansar lo
duerma y descanse, así nunca va a despertar”.
suficiente para que despertara, también pensé que tal vez ya

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Él me vio con sus ojos grandes, y me dijo “Me llamo Félix, ¿y Después de escucharme, me dijo serio: “Ponme atención Nati,
tú?” “Natalia, pero me dicen Nati y no me gusta mi nombre, y te voy a decir un secreto, ninguna mariposa es fea, unas tienen
tampoco me gusta el tuyo”. Agarré mi triciclo y me fui pensando colores muy bonitos otras no tanto, esa yo la mandé al cuarto de
que su barba era fea. Voltee y estaba haciendo figuras con el tu papá para que lo cuidara”. Yo abrí los ojos y le dije: “¿Tú?, ¿y
humo y rió conmigo. cómo lo hiciste, mentiroso?” “La hice de humo, por eso es café
y gris, la mandé de mensajera para que me dijera como estaba
Mi abuela salió a buscarme y me regañó por salirme sin avisar tu papá, y, escúchame bien, no lo va a picar nunca, no está
(después de pasar casi medio día afuera). Al momento de entrar cansado por ti, ni por nadie, su cuerpo está como pensando,
a la casa oscura, Félix me gritó: “Nati”. Yo lo miré con mi cara y no, definitivamente no está muerto. Eso me dijo la mariposa
enojada y me dijo: “A mí tampoco me gusta tu nombre”. Se echó para que dejaras de llorar”. “Félix, ¿haces mariposas con el
a reír y yo azoté la puerta, pero adentro me dieron cosquillitas humo?” “Sí”, me dijo con los ojos llenos de vida, de ese respiro
en mi pecho porque me había gustado su risa abierta. que a mí me faltaba “las envuelvo entre mensajes y las cuelgo
en los árboles en una bolsita. Ahí nacen y extienden las alas para
LAS MARIPOSAS DE HUMO llevar palabras que están escritas en la mente de todos, y que
las personas como tú o yo no nos atrevemos a escribir en papel,

E n la mañana, antes de que amaneciera, me volví a escapar del


cuarto de mi abuela para ver a mi papá, llegué arrastrándome
y me espanté mucho, demasiado, porque algo que estaba detrás
por eso las mariposas viven tan poco tiempo, cuando hacen sus
capullos ahí leen los secretos no dichos de la gente y les dan
fuerzas para romper su cárcel, destruyen el silencio y vuelan
de la cabecera de su cuarto salió y empezó a revolotear encima para que se quede el mensaje impregnado en sus alas, lo que
de él, no me pude controlar y empecé a gritar. Era una mariposa logran con su vuelo es dar mensajes de un tiempo a otro y así
muy grande con colores feos, hice tanto alboroto que mi mamá se les acaban los días tratando de ser claras, por eso la mariposa
llegó y me cargó mientras yo todavía daba pataletas. ¡Te dije que estaba por la cabeza de tu papá para que la escuchara”. “Haz una
no entraras!, me jaló el pelo y yo no podía dejar de llorar. Mis para mí”, le dije y él empezó a lanzar humo con formas; “¿Las ves
abuelos decían que me había espantado al ver a mi papá, no les Nati? Se van levantando para buscar un lugar donde les crezcan
quise aclarar nada. No desayuné, me salí en mi triciclo mientras las alas”. “Diles que mi mensaje oculto es que no quiero que se
mis abuelos me veían con cara triste por la ventana. Félix llegó vaya mi papá, y menos que le echen tierra negra como para que
a buscar la sombra de la banqueta, pero yo había llegado ahí nunca salga, también diles que le digan que si se quiere ir, que se
primero, con cara de puchero y con lágrimas húmedas todavía en la lleve su cuerpo a donde pueda seguir vivo, porque aquí ya todos
contrapalma de las manos. El muy sinvergüenza se sentó a mi lado, lo dieron por muerto”.
dejó su morral de zapatos, empezó a preparar su área de trabajo y
me dijo: “Buenos días Nati, por lo visto todavía no despierta”; yo no Félix y sus ojos agachados no dijeron nada por un rato, cuando
lloré, y tampoco me quise ir, le platiqué de la mariposa fea grande y me fui, se levantó conmigo, cargó el triciclo y me dejó en la
con colores cafés y negros, le dije que era enorme y que sentía feo puerta con mis abuelos. Yo sentía que me revoloteaban cien
porque seguramente le iba a chupar la sangre a mi papá, y él no mariposas de humo por la cabeza, creo que ese día se me
podría levantar la mano para espantarla. metieron por las orejas, y ahí hicieron su nido.

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Félix se convirtió en el hombre fantasía que necesitaba para y aún así no pasaba semana sin que lo escuchara aunque fuera
respirar el ácido de la realidad, él era mi filtro, mi amigo, el niño por teléfono, le hablaba de mis miedos, de la intención de mis
que se había convertido en adulto llevando un cuerpo que cada familiares de vender la casa oscura para evitar su abandono, del
día se convertía en anciano, a pesar de él, a pesar de mí. miedo que me daba derrumbarla, de su próxima muerte como
él decía y de la inseguridad que me causaba que no hubieran las
Mi familia sabía que lo necesitaba porque calmaba mi ansiedad suficientes mariposas de humo para seguir dándonos mensajes,
con sueños de humo que se convertían en mariposas y se cuando eso sucediera. Ese era el tema preferido de Félix durante
escondían en cirios benditos que, me decía, siempre prendían las últimas conversaciones que tuvimos, hasta ese día, el que
su familia y él para orar, pero sobre todo, yo imaginaba que me prometió decirme lo que vería antes de partir convertido en
mandaba mensajes, igual como lo hacen los monjes con los humo, le dije que me parecía bien, pues de ninguna manera iba
inciensos. Estuvo conmigo en una irrealidad que me ayudó a a ir a su entierro, ya sabía de lo horrible que me parecía la tierra
andar cuando mi padre poco a poco iluminaba su cuerpo con negra de los panteones.
una luz más amarilla, como la de las flamas de las velas que
ponen luego en los altares. Hasta que un día movió los dedos EL CIELO ES AZUL Y LA TIERRA BLANCA
y después, quizás cansado de las mariposas enviadas por Félix,
se despertó, y yo, sí, yo, ya tenía los ojos llenos de mensajes
de humo para él, fui su principal maestra en enseñarle lo que
había olvidado: las palabras, los besos, los nombres, a mi madre
L a tierra no es negra, lo supe, ¡a pesar de lo que veas! Me di
cuenta por él. Lo encontré a las ocho cincuenta en la cama y
agradecí que su familia me dejara entrar sin discusiones, celos y
e incluso a mí, le tuve que enseñar que él era mi padre y no envidias, quizás por órdenes de él. Estoy segura de que sabían
al revés. “Dicen las mariposas que su viaje fue tan largo que de nuestra cita, esa que sería la última.
hay que ayudarle a recordar caminar aquí”, me dijo con ojos
agachados y así fue, le recordé lo que pude mejor que nadie, No decía mucho, a pesar de su urgencia de hablar.
porque a los niños no les da pena enseñar lo que saben. Los
demás pagaban con dinero y palabras, yo con juegos, y es que Había un rayo de luz que atravesaba la ventana sellada por
al parecer todo tiene un precio, diferente, pero precio al fin. A una sábana oscura. Tres cirios benditos dejaban que las llamas casi
mí no me costó nada que me doliera dar, sólo tiempo y muchas inamovibles tronaran la cera a un ritmo lento, casi mudo, ya sin fe.
dudas sobre los cambios de las personas en su comportamiento
cuando ya no les pueden dar lo que les ofrecían antes. De un El reflejo de las sombras resultantes de la luz parecía que
modo triste los demás ya lo habían dado por muerto a pesar de esperaban. Me sentí vigilada. La luz de su cuerpo, la que debía
su regreso, y yo gracias al humo que tenía dentro de los ojos, y emitir, ya era casi imperceptible, aún así me detuve el tiempo
que me había inyectado Félix con sus cuentos lo, veía más vivo y suficiente en observarla, como para despedirme, para venerar
con ganas de volver a ser niño. así su paulatina desaparición.

Crecí, he vivido, dejé el cuerpo de niña, pero no sus preguntas, Le hablé de Tulancingo, la que me había presentado como su
y ahí de mi lado, la memoria de Félix y su humo alado, me casé tierra, de los paisajes sordos, de Hidalgo, de la necedad de los

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suyos que estaban afuera, de la tierra y de las ganas mudas de me imaginé que se transmutaban en varias mariposas cafés y
todos de no dejarlo partir. blancas, hermosas, brillantes, libres, las compañeras de vida
de Félix, las salvadoras de la mía, las revoloteadoras invisibles
Me miraba con luz vibrante, tenía ansiedad de inyectarme la poca de mi cordura. La mano fría era de mi padre, el hombre que
vida que le quedaba, como si fuera su herencia. El testimonio había decidido volver después de morir un tiempo como decía
eterno de que siempre vivió con luz, despegado de arraigos y el zapatero, el hombre que se le había olvidado caminar, ése que
con la rendición que muestran los muertos en las lágrimas. llegó para andar ligero y me creyó sin dudar las historias de las
mensajeras de humo y que ahora él, junto con mis ojos tristes le
Obediente a su mirada, arranqué la sabana opresora de luz. decíamos adiós a ese hombre que sabríamos no volvería más a
pesar de que le mandáramos miles de mensajes, el hombre que
Él, a las nueve horas con nueve minutos tomó fuerza y habló; siempre quiso darme esperanza, incluso calma al decirme
sé que me testificó pasado porque me relató de banquetas que veía tierra blanca, no oscuridad, y ésa era la forma más
empedradas y de ríos con peces. Sospeché su futuro cuando hermosa que había encontrado para despedirse de mí.
quiso mirarme de frente.
LA CASA OSCURA
Hablaba en murmullos hasta que figuró una mueca desdentada.
-El cielo es azul y la tierra es blanca- me dijo.

Lo último que escuché de él. Silenció el testimonio al mismo


L a casa oscura, que para algunos fuera hermosa alguna vez,
ante unos ojos nuevos de infante, pocas veces para los míos.
La casa inamovible verde que la enumera aún el impenetrable
tiempo que encrespó mi mente con bullicio. Tal vez las sombras número 10, oxidado y sin luz.
que borré al abrir la luz no le permitieron decir más.
El foco que fuera mi faro se fundió sin atención alguna. Se había
Borró así, con su última frase, la incomodidad de su muerte. vuelto difícil de encontrar, incluso para mí, la verdad es que
intentaba evitar lo que había sido mi hogar y refugio por más de
No sé si intentaba explicar un final adormecido de vivencias sin veinte efímeros y carcomidos años.
testigos o si hablaba de una semilla germinal de una vida sin
presencia. Sin embargo, siempre antes de doblar la esquina,
irremediablemente ese falso disfraz de piedra en el pecho
No sé que vio en la última luz que habitó su mente, para mí fue me pedía que esperara en silencio y, sin resistencia, volteaba
suficiente para afirmarte a ti, a pesar de lo que veas, que para para tontamente suplicarle a un inmueble que escupiera mis
los muertos, el cielo es azul y la tierra blanca, no negra como memorias, para que les permitiera materializarse, para que
sabía mi creador de mariposas. renaciera el ayer en un presente que no fuera tullido.

Entraron los que estaban afuera, sentí una mano fría en mi “No cargues la casa oscura Nati, es pesada, no busques problemas,
hombro, apagó los cirios y con las reminiscencias de su humo ¡Tírala!”, me había dicho Félix meses atrás, y ese día me había

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decidido dejar libre la luz escondida y las memorias que guardaba la metan por los oídos a mis hijos, que tejan ahí su capullo con
casa en su oscuridad. Antes de que la derrumbaran, me hipnotizó tiempo, con libertad para crear mundos, para contarlos y para
y le supliqué que me devolviera las memorias y el olor de mis que les ayuden a mirar y reír de manera franca, a pesar de que
abuelos, de mis padres de antes, de todo lo que tenía luz escondida les toque a ellos también cargar de algún modo con el tipo de
y que yo encontraba de niña jugando a los escondites. mueble que me pueda convertir con la edad, ¡Ojalá no! me digo
con miedo a un futuro quizás para todos inevitable, al menos les
Ahí estaba la casa oscura como creyente firme de que la dejaría quité el peso de cargar ellos a la casa oscura, eso pienso, y de
de pie otra vez como cementerio de mis recuerdos y de todos un modo me reconforto, mientras veo desaparecer unas alas de
los que vivieron ahí, y de pronto veo a uno de mis acompañantes humo de color ceniza sobre sus cabecitas despeinadas, y siento
sentado como esperando ansioso su destrucción, incluso en cosquillitas en el pecho, como cuando era niña, porque sé que
ese instante encuentro en los escondites de su mirada paz y la una parte de Félix también se quedó en ellos y en mí.
sabiduría que encontró a su regreso.

Lo que vi en él me hizo asentar la cabeza para que la tiraran ante GUADALUPE VERA
nuestros ojos. De pronto el ruido sordo del cemento cuando Nací y moriré mexicana. Estudie derecho, he
cae. Volteo y veo su cara, que después de ser un cuerpo inútil litigado pero siempre he tenido la necesidad de
para muchos y sin sentido, fue para mí siempre mi padre, ahí escribir, contar historias y llenar mi vida de libros.
estábamos los dos protegiéndonos y reconciliándonos con
la libertad de nuestros recuerdos, él con un tipo de sonrisa He publicado algunas poesías y relatos cortos
franca que yo sabía le habían dibujado las mariposas de Félix, en revistas digitales como: “La Peluquería de
y entonces sé que hice bien en tirar la casa oscura, de alguna Micolo” (México), “RGB Revista Literaria” (México)
manera, mi padre también la pensaba como un tipo de cárcel, y “Letras de Parnaso” (España).
imposible ya para su vista e insostenible para sus hombros.
Actualmente vivo en la ciudad de México junto
El humo de repente se alza, mientras yo enciendo un cigarro en con mi esposo y dos hijos.
honor a todos los que son parte de mí, mis abuelos, mis padres,
su pasado, el mío, sus muebles, mis pollos, mis muñecas, Autora del libro “La ceyba de Zyanya”
nuestras memorias, por Félix y por todas esas mariposas de
humo que veo alzarse para llevar mis mensajes a los que quiero,
vivo y siempre siento, aún con los ojos dormidos.

Le tomo la mano ahora a otras manitas gordas que también


saben de mariposas mensajeras, ahí frente a la casa donde el
hombre de ojos caídos me enseñó a mirarlas, se las enseño,
se las canto, le pido a las mariposas que también se les

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ASÍ…
AMARRADITA
INÉS RÉCAMIER

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D espiertas. Los recuerdos llegan, atroces. Buscas refugio en
el amanecer que no emprende. Murmuras un juramento
y secas el sudor de tu frente con la sábana que sacudes para
El reloj marca las seis. Escuchas campanadas repicando lejanas
e insolentes, más coplas de niños que juegan en la calle.
Quisieras ser uno de estos niños y, de niño, siempre quisiste
desempolvar tu cuerpo. Eres miserable. La noche sigue eterna ser grande. Nunca has vivido conforme, y sigues… aborreces
y la luz destila a cuenta gotas. Tus luceros han dejado de ahora la voz privilegiada que no tienes; la melodía que te llega
pertenecerte; centellean a otros -deslumbrando-, como todo lo suave y deleitosa. Deseas más que nada esos versos: distantes,
que no tienes en tu haber ¡qué desdichado! reservados y silentes ¿a qué precio? ¡No importa! Nada importa
más de lo que tú quieres.
Te incorporas. Cada músculo estalla, maldiciendo. El dolor, en
las memorias fenecidas, retuerce los ligamentos paralizados. Y la promesa calla, al igual que los recuerdos, y la arrogancia
Escuchas la respiración agitada. Aprietas fuertemente los vuelve.
párpados, queriendo exhalar el lastre imprudente que lacera
¡y cuántos los yerros que no te dejan! Cuántas las promesas Anunciaron su muerte en los noticieros “...encuentran a mujer
incumplidas. Te asalta el enojo y piensas “la dejaste amarradita maniatada en zona residencial, sospechan de algún cercano; las
a un costado de la cama, entre hierros excoriados por el tiempo autoridades han calificado el crimen como un acto perverso,
que desgasta, en ese lecho que alguna vez perteneció a su insensible e irracional”.
abuela; muebles viejos, cargados de historias revueltas”.

Deseabas tenerla. Ofrendaste ser amigo y sin embargo, INÉS RÉCAMIER


ultrajaste. Rehusaste escuchar que no te amaba porque andas Descubrió el mundo de la literatura desde muy
siempre ambicionando y pretendiendo. Así te pareció adorable: pequeña, gracias a que sus padres le fomentaron el
Implorando condolencia. No advertiste la súplica; incitaste, una gusto por la lectura a través de grandes novelistas
y tantas veces, hasta deshonrarla consumiendo. Ignoraste el y poetas de renombre. Interrumpió la carrera
daño, la robaste, y ¿ahora dónde guardas esta culpa? de Literatura Latinoamericana cuando decidió
Te toca vivir una muerte pausada, agonizante. convertirse en madre. Sin embargo, ha cursado
diplomados en Creación Literaria, Cine y Poesía,
Abres los ojos. El día rompe y la luz lastima. Miras de reojo y ha participado en talleres con reconocidos
las rosas marchitas que dejó tu madrina sobre el escritorio de escritores; entre ellos Caty Cabezas, Manuel
cristal, y evocas una nota escondida entre papeles embebidos Pereira y Beatriz Graf, maestros esenciales en la
en sangre: “tengo que dejarte”. Las palabras se restriegan en tus formación de esta autora, que hasta el día de hoy
venas, y envenenan. sólo había publicado cuentos infantiles.
Repasas la habitación; detienes el encaro en la pintura de cenzontles “Entre Mundos” es su primera novela.
colgada a un lado de la puerta, te regocijas entre colores ansiando
ese momento de serenidad (que no encuentras).

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SAUDADE
DO MAR
ANA CRISTINA LICEAGA RUIZ

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A Isabella, a quien no le gustan los cuentos de rockolas. esas mentiras, ensayaba de seis a ocho en un foro de butacas
tristes de la colonia Roma.
SAUDADE DO MAR
Fue mujer fuego, anciana de catacumba y enamorada en el
I exilio. Murió cinco veces de tifoidea y se lanzó en aventuras de
mundos tan inventados como reales. Así por año y medio, hasta
L a conoció en las oficinas de paredes blancas y asépticas del
Instituto Nacional de Derechos de Autor. La mujer vestía
camisa a cuadros y una falda maltrecha que le daba un aire
que las coincidencias acabaron con el cuento.

Ernesto, el tramoyista, había caído sin remedio en los ojos de


melancólico y gris. Aunque no era muy vieja, parecía mucho Natalia; pero era tan tímido que jamás se atrevió a cortejarla.
mayor. Con el andar desgarbado y voz tímida se acercó a Natalia Con la melancolía propia de los desahuciados por amor, todas
Hernández, quien esperaba junto a la ventanilla número cinco. las noches, al salir del teatro, lloraba su desgracia con Felipe,
quien además de ser su mejor amigo, era el carnicero de los
–Perdón, ¿aquí se recogen los certificados de autor? –Preguntó Hernández.
alisándose la falda con el dorso de la mano izquierda.
–Sí, pero nos van llamando. Imagino que no tardarán. Una tarde de mayo, en la que, el calor se había estancado tanto
–¿Espera desde hace mucho? que provocaba que el sudor se pegara a los huesos, Felipe
–10 minutos, no más –contestó Natalia rozándose la nuca de reveló el secreto de Natalia. Fue sin querer en medio de una
cisne nerviosa, como si dudara de sus palabras. plática casual con los padres de la joven. Estaban recargados en
–Es que me dijeron a la una y ya es una y media. ¿Qué tal si ya el mostrador de la carnicería, bebiendo cerveza para mitigar la
me llamaron? canícula, criticando entre risas a los actores de una revista que
–No, no se preocupe. Siempre bajan los certificados al cuarto Felipe había comprado para saciarse el aburrimiento.
para las dos.
–¿Entonces tiene experiencia en el asunto? –Los ojos grises Pensando que les hacía un bien, Felipe se paró derecho, se
recorrieron la juventud de la otra. acomodó el delantal y soltó festivo, con la voz orgullosa de los
–Si, un poco. que saben leer futuros:
–Don Raúl, Doña Matilde, en una de ésas Natalia acaba en las
Entonces Natalia se soltó murmurando en pasado remoto. telenovelas. Tan chula que está su niña, y con eso de que le ha
Con el hablar suave le contó a la anciana cómo a los 15 años dado por ser actriz del teatrito de la colonia Roma.
se inscribió en un taller de teatro, a escondidas de sus padres,
quienes veían en el arte una pérdida de tiempo, un oficio que Raúl no tuvo que preguntar más para intuir que su hija los
jamás le daría para vivir. había engañado. Bastó un silencio grave para tomar del brazo
a su mujer y regresar a casa con el andar apesadumbrado y
Todas las tardes escapaba de su casa, inventando pretextos tan confundido. No hablaron mucho esa noche, pero decidieron
irreales que sus padres acabaron por creérselos. Arropada por seguirle el juego a la niña. Averiguaron cuándo sería la próxima

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función para visitarla por sorpresa y echarle a perder los sueños liviana, apenas sin molestar, le sonrió a la mujer, como dándole
de salir en la TV. su aprobación.

Llegaron tarde y se sentaron hasta atrás ocultos tras una falsa Ante la señal, Adriana Rojas —la otra mujer se llamaba Adriana
columna corintia que dividía al teatro en dos. La condenada Rojas—, cerró los ojos como añorando futuros, tomó aire y
chamaca pagaría el atrevimiento, la jalarían de las greñas y, exhaló palabras desgarradas, con la voz rota de sus 73.
frente a toda la compañía, le harían jurar que acabaría con sus
babosaditas de actriz. “Ya no te voy a pensar. Jamás. Jamás. Te he olvidado ya sin pensar.
Fuiste parte de mí. Ya no. Ya no. Ya no te voy a pensar. Jamás.
Pero, las cuentas les salieron mal. Esa noche Natalia estuvo gloriosa. Jamás.” Adriana se vació en la copla, con una voz de jilguera que
Disfrazada de princesa medieval, interpretó con el alma el viejo había conocido tiempos mejores, pero que aún conservaba la
papel de la doncella que se muere de amor sin saber bien por qué. entereza de sus sentimientos.

Impresionados ante el talento de su hija, Raúl y Matilde acabaron –Wow, qué bonita, debería mandársela a la D’Alessio –contestó
aplaudiéndole de pie, rabiosos, con las lágrimas difuminando cualquier Natalia apenas pestañeando, con la sonrisa descalabrada
intento de venganza. Al final, con el asombro aún a cuestas, se tapándole la ironía. Sin embargo, no pudo contener el absurdo
acercaron a su hija para decirle con voz endeble y brazos abiertos. gesto de alisarse las cejas pobladas con el dedo índice, señal de
–Mija, si eso es lo que le gusta, a la chingada lo que pensemos. que estaba mintiendo. Daba igual; la anciana no se enteraría.
Váyase en paz y disfrute de la artisteada.
Mientras esperaba que la vieja contestara algo, Natalia pensó
Ya con la bendición de sus padres, se volcó en la carrera. Poco que la canción era horrible, sin ningún tipo de métrica o ritmo;
a poco fue creciendo como actriz. Los productores la buscaban sin embargo, el arrojo de Adriana la había conquistado.
con insistencia, incluso los de televisión, pero ella les dijo que
no, interesada como estaba en el arte y no en la fama. Comenzó El espacio vacío, con esa necesidad de buscar palabras para
a escribir guiones, a interpretarlos y dirigirlos. Ahora tenía 30 poder romperse, fue azotado por la voz ronca y potente del
años y cinco guiones que se habían presentado con mediano funcionario público, quien comenzó con su diatriba de apellidos,
éxito en el mismo teatro de su adolescencia. enumerándolos fría, mecánicamente, como si desde niño no
tuviera otra cosa que hacer.
La vieja la miró con un dejo de envidia y apenas pudo balbucear.
–En cambio yo soy nueva en estos menesteres. ¿Sabe?, escribí –Ya nos van a llamar –sonrió Natalia
una canción. ¿Quiere que se la cante? –Sí –contestó Adriana con la esperanza recorriéndole las mejillas.
–Rojas Adriana –gritó el hombre.
Natalia no dijo nada, la dejó hacer en silencio, pensando que eran –Ésa soy yo.
caprichos de una vieja. Atenta, estiró las manos hasta llevarlas a –Vamos, vaya allá y firme lo que le diga el señor –le dijo Natalia
los recovecos de su cadera izquierda, abrió los ojos marrones y, ante la sorpresa de la otra, que no atinaba qué hacer.

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Adriana apenas se había dado la media vuelta cuando Natalia puso seria, se pasó las manos por el cabello gris y en voz baja,
escuchó su nombre. Segura, con la experiencia de tantos años, como apenada, le preguntó a su nueva amiga:
se acercó resuelta y firmó sin ver, acostumbrada a la burocracia. –¿Quieres que te cuente la historia de mi canción?
Cuando acabó, vio a Adriana alejándose tímida, pero orgullosa, –Claro, me encantaría –sonrió a medias, entornando los ojos
con el fólder que contenía el certificado de derechos de autor con curiosidad.
sobre el pecho escuálido. Había algo en esa vieja que le llamaba
la atención, por lo que corrió a alcanzarla. Adriana suspiró, se acomodó los puños de la camisa y, sin más,
se dejó ir en el tiempo.
–Adriana, espérame –sin permiso había tuteado a la vieja–,
quiero proponerte algo. Te invito a comer. Espero no tengas Se llamaba Lázaro y venía del mar. Era alto y curtido, con la
otros planes. fuerza de los robles en el caminar. Entró a la fonda como si fuera
el dueño del lugar, mirando déspota, por encima de todo. Se
La anciana sonrió. sentó como macho en las endebles sillas de aluminio y pidió una
–A esta edad no tengo nada qué hacer. Vamos. cerveza con voz segura y profunda.

Salieron del edificio tomadas del brazo, como dos viejas amigas. Apenas al verlo, Adriana sintió un deseo antiguo golpeándole las
Caminaron a paso tenue por la calle de Puebla, cuidándose de los paredes del estómago. Era 1960 y Adriana era una virgen tonta
estudiantes que corrían con la mirada clavada en sus celulares, y cursi que rozaba los 20. Trabajaba como mesera en uno de los
como si el mundo no estuviera ahí. restaurantes de un pueblo remojado en el olvido. San Julián era
pequeño e innecesario, por lo que sus habitantes desmoronaban
Silenciosas, pasaron por heladerías salpicadas de color, cafeterías su aburrimiento en jarras repletas de alcohol.
con olor a humedad y un puesto de comics atendido por dos hipsters
trasnochados. En la esquina de Córdoba doblaron a la izquierda. Un Como casi todos, Adriana era pobre, con una educación de sexto
minuto después, entraron a una fonda sencilla, de ésas que ofrecen de primaria que apenas le permitía leer, escribir y sacar las cuentas
menú completo por un billete de cincuenta. Adriana se decidió más elementales. No era bonita, ni fea, con la piel blanca, los ojos
por la carne asada, Natalia apenas probó la pechuga de pollo con grises y los huesos de facciones amplias que le daban un toque de
verduras. Hablaron de nimiedades, de la granizada del día anterior, reina pasada de moda. Pero sabía tocar la guitarra y cantar con voz
de cómo las había sorprendido el temblor del Viernes Santo, de la templada y suave, sentimental. Esto, más su carácter risueño, fue
muerte del poeta colombiano. Ya entradas en confianza, Natalia le suficiente para que la mitad de los hombres del pueblo la cortejaran,
dijo que vivía en unión libre con uno de sus productores. Adriana le pero ella se cansó de rechazar pretendientes.
confesó que era soltera, pero no por eso amargada ni mucho menos
señorita. Lo dijo con voz de niña, haciendo cara de monja celestial. Los consideraba burdos y sin chiste, indignos de ella, aunque
secretamente esperaba al príncipe azul que de vez en cuando
El chiste les cayó bien. Rieron como dos colegialas que se se le aparecía entre sueños, sonriéndole junto a un mar que
intercambian aventuras del primer amor. Después, Adriana se Adriana no conocía.

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Por eso cuando vio a Lázaro, el mundo se le desbalanceó. Pensó –Ya estamos aquí. Ésta es mi casa. Gracias por acompañarme.
que la santísima Providencia había hecho caso a sus oraciones ¿Sabe? Es algo que me gusta de mi trabajo, poder conocer gente
mandándole al príncipe de sus sueños, el que vivía junto al mar. nueva, interesante… –lo dijo con voz endeble, mientras se le
quedaba viendo con cara de tonta, aplastada por el deseo.
Adriana sudó despacio, se alisó el pelo con la mano, abrió
sin querer un botón de su blusa y con voz suave, pero firme, Lázaro no dijo nada y sólo le dio la mano para despedirse,
mirándolo coqueta, le dijo al extraño: trastocado ya por el arrojo de la niña (para él era una niña).
–Tenga, es la mejor cerveza que hay. Regresó tarareando a la pequeña casa que le habían alquilado,
se acostó y pensó en ella (ya estaba inflamado de ella).
Lázaro no dijo nada, pero la examinó completa, con una mirada
llena de lujuria que acabó por desestabilizar a la otra. Al día siguiente se volvieron a ver. Lázaro le contó entre guiños
–Usted no es de aquí, ¿verdad? –Las palabras salieron que las negociaciones iban bien, que seguramente pronto habría
tambaleándose por la boca delgada hasta estrellarse en el una rockola en el restaurante. Lo dijo alegre, con la prepotencia
estupor del extraño. difuminándosele, como si ésta hubiera sido una máscara para
–No, chula, vengo del mar –le sonrió prepotente, mostrándole conquistar a quien ya lo había conquistado.
la dentadura perfecta, mientras un mechón le caía por la cara de
ángulos toscos. Empezó a buscarla después del trabajo, a contarle su vida.
Caminaban despacio, rozándose. La segunda noche, Adriana
Fue suficiente para que Adriana creyera que el extraño era el pidió que le describiera el mar. Él lo pintó de colores exagerados,
príncipe de sus sueños. Entonces, se enamoró sin más, como inventándolo para ella. Le dibujó un pueblo de calles empedradas
una idiota, como jamás se volvería a enamorar. que yacía junto a una playa transparente. Se llamaba Tres Ríos.
Lázaro vivía en una casita de techos altos junto al mar, donde el sol
Lázaro la esperó esa noche afuera del restaurante. Se fueron se fundía con el agua. Le dijo que no tenía familia, sólo un tío en la
caminando juntos, con las palabras rompiendo el silencio otra orilla del país. Adriana le contó que sus padres eran antiguos,
espeso de las callejuelas. Él le contó que era comerciante, que que iban a misa de diez, que comenzaba a hartarse de sus preceptos.
se quedaría unas semanas en San Julián, que trataba de amarrar
futuros con la venta de rockolas en los pueblos cercanos. A la tercera noche se armó la fiesta en el restaurante. Llegaron de
–¿Las conoce, chula? Por unos centavos tocan canciones de quién sabe dónde cinco tipos festivos que se soltaron cantando
moda, –le preguntó orgulloso, rozándole las manos. Ella alzó los rumbas de terciopelo. Adriana y Lázaro bailaron aferrados a sus
hombros y negó con la cabeza. Luego le sonrió y, como tratando cinturas, mirándose a los ojos. Cuando la música terminó, Lázaro
de justificarse, le dijo que tocaba la guitarra, que cuando quisiera ya había decidido que quería pasar la noche con ella. Bastó
le cantaba algo. mirarla para que Adriana le dijera que sí.
Lázaro se ahogó en su mudez, con los pensamientos dándole
vueltas por los labios. Quería decir tanto, pero no sabía cómo. Se fueron caminando despacio, buscándose los recovecos. Lázaro
Adriana tuvo que arañar el silencio. le besó los labios y la atrajo hacia él. Ella le respondió volcándose

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en su cintura. El amanecer los descubrió embonados, perfectos. La penitencia le desató los instintos. Con la conciencia tranquila,
No quiso despertarlos de golpe, por lo que apenas exhaló sobre tatuó libélulas sobre el colchón, revuelta en su hombre. Adriana
ellos sus tonos naranja. Adriana se vistió de prisa y se fue. Él la no vivía, palpitaba; con una alegría infinita atada a los huesos.
tomó de las manos y le hizo jurar que se repetirían.
Pero el pueblo era chico y las envidias grandes. Uno de sus
Entró a escondidas a su casa, deslizándose por el comedor, pretendientes la vio entrar a la casa de Lázaro, prendida de
temerosa de que la vieran, pero la casa estaba en paz, con los él. Celoso, regresó a la madrugada siguiente. La vio a lo lejos,
padres aún dormidos. Como todos los sábados, desayunaron flotando, como si no fuera ella. Resentido, lanzó el rumor junto
tarde. Adriana se presentó con los gestos de siempre (aunque a los portales, después de la misa de siete. El rumor llegó a Lola,
en sus ojos llevaba algo nuevo). la panadera, que salía de la Iglesia envuelta en una mantilla
–¿A qué hora llegó anoche, mija? –Le dijo su madre sin sospechar. deslavada y antigua.
–Tarde, mucho. En el restaurante hubo fiesta –Adriana buscó no
traicionarse. Lola se presentó temprano en casa de los Rojas. Llevaba el rumor
en los labios, listo para hacer explosión. La madre no dijo nada;
Los padres no dijeron nada, acostumbrados como estaban a los abrió la boca para romperse el asombro, le sonrió a medias y
horarios de su única hija. Les hubiera gustado otro futuro para la la dejó ahí, hablando sola. Con el nombre de la familia hecho
niña, sin tanto pretendiente; pero en ese pueblo de polvo tener trizas, corrió a contarle al marido. El marido estalló, prendió un
trabajo, era suficiente para dar gracias en la misa de diez. cigarro, caminó por la casa, y sin saber bien qué hacer, bramó el
nombre de Adriana hasta entrar a su cuarto.
Se repitieron de nuevo otras noches. Ella tejía coartadas para –¿Me quiere explicar si lo que dicen es cierto?
llegar tarde a dormir. Él fue retrasando la entrega de las rockolas. –¿De qué habla? –Adriana estaba pálida, con las ojeras malvas
Desnuda, le cantaba historias de amor al oído, él la recorría de la noche anterior.
entera mientras le hacía promesas de vivir junto al mar. –En el pueblo andan diciendo que usted ya no es señorita.
Que se mete en la cama de un forastero –el padre estaba a
Tanto amor tenía que ser pecado (o al menos eso pensaba). punto de astillarla.
Atormentada por mil demonios, su conciencia estaba a punto de –Sí, es verdad, pero yo lo quiero; y el padre Jacinto me dijo
que hay peores pecados –intentó justificarse mientras se le
romperse. Una tarde lluviosa tuvo visiones apocalípticas después
cuarteaba la voz.
de la siesta. El demonio acuoso y morado se le entrometió en los
oídos, embarrándola con derroches de moralidad que la hicieron
El padre se le lanzó encima y la sacó de la cama zarandeándola por
correr a la iglesia.
los hombros. Enojado, le soltó la ira en un escupitajo que acabó
–Padre, estoy enamorada. Tanto que ya no soy señorita –confesó
en la mejilla de Adriana, junto al labio derecho, resbalándole por
asustada.
la quijada. En la esquina del cuarto, recargada en la pared, la
–Contra el amor no hay nada qué hacer. Reza dos Padres Nuestros
madre lloraba, murmurando jaculatorias.
y vete en paz, que lo tuyo no es pecado. Hay otros peores –la
–Enrique, déjala.
justificó el sacerdote.

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–No, mujer, esta niña ya no es mi hija. Deja al forastero o se va de miedo de los chismes). El deseo se le fue acumulando. Vivía en
la casa, no podemos ser la comidilla de San Julián. –La retó con la pantorrilla derecha, al lado de su futuro color mar.
las pupilas negras, atizadas como el carbón.
–Si es así, entonces me voy –no tuvo que pensarlo mucho, ahogada Al tercer día llegó Lázaro. Manejaba una camioneta destartalada con
como estaba de Lázaro. Era un ahogo total, que le cubría todas las dos rockolas encima. Estuvo con Adriana un buen rato, tanteándole
cavidades (y ella se dejaba llevar… ligera, sin resistencia). la pantorrilla derecha. Luego se fue. Regresó a media tarde sin las
rockolas. Salieron abrazados y se fueron al mar.
El padre la empujó con violencia. Sólo eso. Para él fue suficiente.
Dio la media vuelta y salió del cuarto en medio de los llantos Tres Ríos era mejor de cómo se lo habían dibujado. El mar bullía
de su mujer. La mujer no hizo nada, hubiera querido retener a revuelto, inhalando azulverdes. Las calles subían y bajaban por un
Adriana, pero el marido lo impediría (tal vez la golpearía). cerro lleno de vegetación. Eran estrechas, tapizadas de piedras
caprichosas y extrañas. Todo convergía en una plaza de árboles
Adriana se perdió un momento debajo de su cama —del catre frutales, con olor a sal. Las campanas de una Iglesia barroca a veces
que hacía de su cama— y sacó una maleta deshilachada. cantaban el Angelus, a veces se teñían de luto, casi siempre
Acomodó de prisa sus pertenencias (eran escasas, apenas llamaban a misa. Las casas eran color mar, con amplios patios
algunos vestidos, coqueterías de mujer), tomó su guitarra y se donde los niños jugaban desnudos. Por las tardes, los habitantes
fue dando un portazo, como si no tuviera de qué arrepentirse. bajaban a la playa, preparaban ceviche y dormían en hamacas
Llegó a casa de Lázaro y lo esperó parada junto al portal. Con tejidas a mano, acurrucados por el rumor de la brisa.
los brazos cruzados. La maleta rozando sus piernas. La guitarra
recargada en la puerta. Lázaro llegó a medio día. Estaba silbando. Al La casa de Lázaro se vaciaba entera sobre la sinfonía azul mar. Tenía
verla, sólo pudo abrazar su cintura, por siglos, alrededor de la cama. dos cuartos, una sala y una cocina-comedor. Era pequeña, pero
–¿Puedo vivir contigo? Mi papá se enteró de que dormimos práctica. Con una entereza de hombre soltero que la enamoró.
juntos, y me corrió de la casa. Parece que el chisme recorre el
pueblo –le dijo a quemarropa, temblando. Adriana fue feliz. Mucho. Era una felicidad expansiva, uniforme,
que la traía canturreando desde el amanecer. Se acostumbró a su
Lázaro estiró el brazo izquierdo y se tocó la nuca. Abrió los ojos papel de ama de casa. Por las mañanas, le preparaba el rancho a su
como si estuviera sonriendo, y le espolvoreó futuros color de mar: hombre. Después gastaba el tiempo en cosas sencillas, pero que, al
–Sí, mi chula, claro que sí. Espérame dos días y te llevo a mi hilvanarlas, mantenían el lugar en orden, limpio y perfecto.
pueblo, a vivir junto al mar.
Lázaro salía temprano. Se montaba en la vieja pickup y, silbando
Adriana se perdió en el tiempo, junto al colchón. Lázaro la canciones de mar, se iba manejando, bordeando los pueblos
rescató a la mañana siguiente, exhalándole albas sobre la piel. de la costa. Ahí vendía rockolas, les daba mantenimiento,
–Chula, voy a mi pueblo. En dos días regreso por ti. cambiaba los discos. Cuando regresaba a San Julián, Adriana lo
esperaba vestida de ansías que él le quitaba a paso lento. Luego
Adriana lo esperó sin nada qué hacer. Sin salir a la calle (tenía caminaban por la playa, chapuceando entre las olas, enredados

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con el viento que les daba vueltas por la espalda, provocándoles la pickup. Le dejó dinero sobre la mesita de noche, y le pidió que
un estado de liviandad que los hacía bailar sobre la arena. Ella desocupara la casa en un mes, que la renta ya estaba pagada.
tocaba la guitarra y cantaba frases recién hechas. Después se
desmarañaban las ganas, por horas, revueltos en su marea. Adriana cerró los ojos y se murió. Estuvo muerta seis días,
vagando entre sus recuerdos, peleándose con los demonios
Él a veces iba a pueblos lejanos, por días. Regresaba con flores azules que la reprendían ingrávidos, escondidos en los balcones
plagadas de anécdotas. Lázaro se las contaba con gestos de su conciencia. Se alimentó de los restos de un atún indefenso
uniformes, tocándose los párpados con la mano izquierda, que había encontrado en la playa, revolcándose en la espuma
murmurando mentiras que resultaron verdades. blanquizca del amanecer.

Se inventaron un verbo, el verbo vuentear. Era su clave secreta, Al séptimo día el luto se le murió. Recuperó su orgullo de señorita
se la decían murmurándose a los ojos, sin hablar. Se vuenteaban de pueblo y resucitó ante la falta de lágrimas. Árida y rota, tomó
con los dedos, con las manos, a suspiros. (Eres tú; quiero la guitarra, el dinero, la maleta desecha de la primera vez y se
vuentear contigo para siempre, de arriba abajo, de abajo arriba, fue a la ciudad, a la capital del país.
de derecha a izquierda, de izquierda a derecha).
Llegó una mañana de junio. Al salir de la estación de camiones,
Un mayo lluvioso, en el que las olas formaron un torbellino gris el DF la recibió huraño, con el sol que corría a empujones por
que engullía ramas y peces, Lázaro se fue de viaje y tardó en las aceras, difuminándose en los coches, rebotando en las
regresar. Volvió tres días después de lo acordado. Encontró a construcciones de seis pisos que Adriana no conocía. Con una
Adriana en un rincón llorando asustada. Ella lo quiso abrazar. fuerza salida de quién sabe dónde, Adriana se perdió en la
Estaba pálida, con la garganta vacía y los sueños en vigilia, pero ciudad. Vagó por horas hasta encontrar la casa de Roberta, una
él sólo se tocó la nuca, cerró los ojos y se dio la media vuelta. prima con la que, de tanto en tanto, se escribía cartas rupestres.
–Chula, me voy para Cuatro Ciénagas –le dijo con la voz enlodada Roberta vivía con su marido y dos niños pecosos y enclenques.
y pálida. La recibieron cálidos, despreocupados, haciéndole lugar en su
–¿Y eso dónde es? pequeño hogar.
–Un maldito pueblo a 100 kilómetros de aquí. Lo siento, chula,
mi mujer regresó. Estoy casado y con hijos. No tenía caso que lo La prima vendía ropa en un tianguis y Adriana poco a poco fue
supieras. Antes de conocerte, discutimos y ella se fue. Me mudé aprendiéndole el oficio. Aprendió a buscar la mejor mercancía,
a Tres Ríos y seguí vendiendo rockolas. Llegué a tu pueblo sin a regatear, a cumplir los caprichos del cliente, así hasta
saber bien porqué. Las dudas se me disiparon al verte. Te quise, independizarse y montar su propio negocio. Con los años fue
Adriana, mucho, pero mi vida es allá, con ella. –Le soltó frío, con progresando; ahora tenía una tienda de regalos que le daba para
la lengua revuelta en la arena. vivir sin apuros.

Después se fue. Sin darle un beso, sin llevarse nada, apenas un Pero no fue capaz de olvidar. Lázaro seguía ahí, enquistado como
poco de ropa que arrojó sin cuidado sobre el asiento derecho de un dolor malsano que invadía sus articulaciones. Aunque muchos

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la pretendieron, a todos les dio la vuelta. Jamás se arrepintió, no Las palabras salieron legibles, azulmorado, como un torrente que
podía estar al lado de alguien mientras seguía pensando en su hubiera estado siempre ahí, listo para esfumarse. “Ya no te voy a
Lázaro. Envejeció soltera y feliz. Rodeada de su familia adoptiva, pensar. Jamás. Jamás. Te he olvidado ya sin pensar. Fuiste parte de
de sus sobrinos, de los hijos de éstos, de amigas. mí. Ya no. Ya no. Ya no te voy a pensar. Jamás. Jamás”, comenzó
a balbucear. Terminó dos horas después, cuando el torrente se
A sus padres los perdonó. Se volvieron a ver a finales de los había agotado, dejando un puñado de ramas secas a su alrededor.
años 80, cuando el padre agonizaba de una enfermedad en los Adriana estaba vacía, límpida, respirando ligera otra vez.
pulmones. Adriana regresó a San Julián a verlo morir. Enrique
se fue arrepentido, abrazado a ella, con el hablar atrapado en El gusto le duró poco. Necesitaba vomitar la canción para sentirse
un tanque de oxígeno, asfixiado por el polvo de sus recuerdos. bien. La cantaba a solas, a murmullos, hasta un día en que ya
Adriana regresó al DF con la madre, quien era ya una muñeca medio borracha armó la tertulia en una fiesta de sábado, de ésas
descosida y ligera. Estuvo siempre a su lado, hasta que en la que se deslizan entre cubas y boleros. Después de desgarrar la
segunda mañana del siglo XXI, la madre se consumió entre las guitarra con melodías de Agustín Lara y Álvaro Carrillo, con la
flemas de una gripe mal llevada con la que se había contagiado el audiencia aplaudiéndole, se animó a desgajar su canción, la de
12 de diciembre anterior cuando le cantó mañanitas a la Virgen. Lázaro. Lo hizo poco a poco, como si temiera las burlas, pero los
gestos de los demás acabaron por animarla y terminó cantando
Adriana hizo una pausa. No quiso seguir contando. Los ojos a voz en cuello. Gustó tanto que se convirtió en ritual, no había
se le llenaron de aguas pasadas, amarillentas. Natalia no supo fiesta en la que los invitados no le pidieran que tarareara “Jamás”
qué hacer, sólo abrazarla. Así estuvieron un buen rato. Cuando (así se llamaba a la canción).
la anciana acabó de sollozar, Natalia, casi sin oírse, le preguntó
sutil, como si temiera herir a la vieja. Por años fue lo mismo, hasta hace unos meses, cuando el amigo
–¿Y la canción? ¿Cuándo la escribiste? de un amigo de un productor de discos la escuchó. Le prometió
hablar con el amigo para tantear las posibilidades de que
Adriana se secó el quebranto y suspiró aliviada, dejándose llevar por alguien importante la grabara, pero primero debía registrar la
los recuerdos. Los primeros meses sin Lázaro fueron viscosos. Era canción para evitar plagios. Ella dejó pasar el tiempo, en realidad
como estar en un cuarto encerrado, con el aire inmóvil que se puede desconfiaba del amigo del amigo. Tuvo razón. Éste jamás volvió
asir con las manos. Algunas veces lo soñaba, otras creyó verlo en a aparecer, pero ella decidió ir a Derechos de Autor. La canción
la marea difuminada y presurosa de la ciudad, caminando alto, era algo muy suyo, y quería que el Estado se lo reconociera.
vigoroso, con las espaldas anchas y el pelo corto y rebelde. Pero –Ésa es la historia –concluyó Adriana mientras tejía mariposas
no era él, eran meras apariciones que se diluían ingrávidas en el con su falda, paseando los dedos entre los pliegues, contenta de
pavimento, entre las paredes tezontle de la Merced. haberse vaciado en los recuerdos.

Supo que si quería olvidar, tendría que limpiar su recuerdo como Natalia estaba fascinada con la vieja. Tenía poco de haberla
si fuese un vidrio sucio. Una tarde de viernes en la que estaba conocido y ya la admiraba. Era una admiración genuina, llena de
sola, tomó la guitarra y se puso a cantar. respeto. Tal vez por eso la idea inicial que tenía cuando la invitó

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a comer se concretó en sus labios y estalló convencida: El teatro era menos señorial de lo que había imaginado. La luz se
–Ven a mi teatro, te necesito. colaba lánguida entre las butacas de terciopelo rojo, manchadas
–Si yo no sé actuar –contestó avergonzada, temiendo que fuera por el humo atemporal de los cigarrillos. El escenario era
una broma. pequeño y cálido, como un hogar listo para recibir el invierno.
Pero sabes cantar con el alma, que es lo que importa. La obra que
estamos montando tiene una pequeña escena con guitarra y voz. La compañía la trató como si fuese un abrazo, impregnándola
Tú canción va a tono con el guión de amores rotos. Ándale, ven. de buena suerte, dándole palmaditas en el hombro cuando
lo necesitaba. Sin esperarlo, Adriana se expandió al pisar el
Adriana dudó un poco. Las yemas de los dedos le sudaban, formando escenario. Era una fuerza adormilada que encontró escape en
círculos sobre la desteñida mesa de metal. Exhaló nerviosa dos veces. su guitarra, subió a sus labios, tanteó el aire, dio vueltas por su
Los párpados le temblaron en un vaivén irregular, como siempre le pundonor y estalló cuando Adriana abrió la boca. Las palabras
temblaban cuando debía tomar una decisión importante. se astillaron en la voz ronca y destartalada, chocando contra las
–Al diablo con mis temores. Ya estoy vieja. Debo aprovechar antes paredes del teatro y las columnas corintias. La compañía guardó
de que se me borre la respiración. Sí, la respuesta es sí. –Sonrió silencio, impresionados por el embate de la vieja.
plena, como si supiera que el tiempo ya no estaba a su favor.
–Gracias –contestó la otra, pensando que había saciado la aridez Con el amor propio cubriéndole los huesos, Adriana fue la
de la vieja. Se despidieron con un beso y quedaron de verse al revelación en los ensayos. Su papel era cantar, sólo eso. Lo hacía
día siguiente, a las ocho. dos veces, a mitad del guión, engullendo todo en un silencio
Adriana no pudo dormir, pensando que en su vejez había que escuchaba atento. Natalia estaba contenta, sabía que
encontrado la dignidad de sus días junto al mar. En silencio, había hecho bien en llevar a Adriana, en alumbrar su laberinto
ensayó la canción, con las palabras que caminaban de puntillas inundado de recuerdos.
por su frente, como una brisa suave que cura recuerdos.
El día del estreno la vieja se atrincheró en sus emociones
A las siete, se vistió con la parsimonia de los viejos. Escogió una recientes. Salió al escenario con un arrojo que no recordaba
falda de colores pardos y una chaqueta que le daban un toque desde los tiempos de los coqueteos con Lázaro, cuando
de elegancia medieval. Se acomodó las hebras del pelo con los sonriendo a media ancla le presumía sus habilidades sonoras.
dedos, como si al recorrerlos éstas se pintaran otra vez de negro.
Estaba vestida de colegiala tardía, con una falda plegada de
Llegó puntual al teatro. Esperó recargada sobre la puerta, con la cuadros azules que apaciguaba la solemnidad de sus modales.
guitarra junto al pecho, envuelta por sus brazos como un niño El pelo partido en dos le caía sobre las sienes monárquicas.
recién nacido. La risa de Natalia apareció a las 8:10, abrazada a la Adriana caminó al centro del escenario con paso cansino, con
cintura de Paco, su novio y productor. Simpatizaron de inmediato. una elegancia decimonónica que dejó al público sin respiración.
Paco tenía cara de buena gente y estaba impresionado por la Se aclaró la garganta, suspiró a fuego lento y empezó a tocar la
historia que Natalia le había contado la noche anterior, cuando guitarra, desgranando la voz como un poeta al amanecer. Las
danzaba alrededor de sus labios. notas salieron en estampida, claras, poderosas, tocantes. La

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gente latía fascinada por el talento de la vieja, dejando escapar La anciana (Adriana era ya una anciana) bajó del autobús con la
crujidos de asombro. guitarra atada a su espalda y caminó hacia el espejo de colores,
lenta, inexorablemente, apenas absorta por la novedad de
Adriana cantaba la cresta de sus amores desgraciados cuando lo Tres Ríos. El pueblo había dejado de ser el lugar tranquilo de
vio, perdido entre los rostros deformes de la última fila. Estaba su juventud, para convertirse en un vestíbulo de mar atascado
de pie, con sus modales de macho cubiertos apenas por unos de extranjeros en pantaloncillos cortos, quienes se sacudían el
pantalones bombachos y la camisa rasgada de la primera vez. A invierno sumergiéndose en las olas.
pesar de los años, Lázaro no había envejecido, como si el tiempo
se le hubiera escarchado. Al llegar a la playa, quiso sin éxito encontrar la casa de sus
amores de madrugada. Estuvo preguntando un buen rato,
Acongojada y nerviosa, paró la marea azul verde que le goteaba hasta que un joven color brisa recordó entre sueños que la casa
de la garganta. Carraspeó, parpadeó tres veces, y se puso a rezar había pertenecido a su abuela, quien la había vendido a unos
en silencio, como tratando de alejar el mal sueño. Cuando abrió extranjeros lánguidos y transparentes.
los ojos, Lázaro ya se había deslavado en las facciones ajenas de
un chico alto y fornido que había llegado tarde a la obra. Éstos, sin saber bien qué hacer con la casa de sinfonías color
agua, abrieron un restaurante de especialidades marítimas.
El teatro estaba cargado con el aire de los futuros inciertos. Paco Contrariada por la idea de que el lugar de sus amores prohibidos
y Natalia voltearon a ver a la vieja, como inspirándole abrazos. fuera profanado por decenas de cachivaches, dio la media
Adriana se aflojó el nudo de las cuerdas vocales, desgarró la vuelta y huyó al final de la playa, donde las rocas vomitan algas
guitarra y quiso retomar el espectáculo donde lo había dejado, blancuzcas.
pero las palabras se le atoraron en el paladar, rebeldes, sin Llegó de puntillas, como si estuviera flotando. Se quitó los
responder a sus súplicas. zapatos, se sentó sobre una roca y sacó la guitarra. Las palabras
se entrelazaron con el agua amarilla de las pupilas. Adriana siguió
Avergonzada y rota, no pudo con la traición de su boca. Se cantando hasta que su abecedario interno se hizo pequeño,
levantó sin ver a nadie, salió del escenario y corrió fracturada apagándose como una fogata al amanecer. La ausencia de Lázaro
hacia ninguna parte, atormentada por la voz de Natalia que le le sofocó la piel.
suplicaba volver.
Cerró los ojos y respiró. Después, se deslizó por el torbellino
II negro. Laxa e inmutable se dejó llevar.

L a luz del amanecer reverberaba en el espejo azul verde, El sol se rompió sobre el espejo de colores, tiñendo todo de
esquivando a los pájaros que se rompían entre el cardumen amarillo naranja. El efecto alcanzó a Adriana, pero ésta no hizo
multicolor. Los granos de sal se filtraban en los muros de las casas, caso. La voz se le había perdido entre la marea.
en las sábanas y blusas de dormir, en el café que se asentaba sobre
las tasas de metal, en la rutina atolondrada de sus habitantes.

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ÉCHAME
A MÍ LA
CULPA
ROBERTO REYNA

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F inalmente conseguí el disco que tanto ponderaron esa
noche. Grabado en vivo en el Carnegie Hall de Nueva York.
Un homenaje a la Sonora Matancera en su ¡65 aniversario! Un
preocupación por estar de pie no era tanto por ellos, sino por los de
mayor edad que iban en las filas.

concierto pleno de nostalgia en el que estuvieron, entre otros, Conviene aclarar que por los días de su primer encuentro,
Vicentico Valdés; Celio González; Bobby Capo; Daniel Santos ambos andaban casi en los setenta y cinco años y a los dos les
y que nadie sino Ella, la Reina, su adorada Celia Cruz —me lo encantaba que les dijeran que representaban menos edad y que
dijeron, me lo repitieron— podía haber cerrado. se veían muy bien.

El disco, por supuesto, revivió aquel recuerdo, esa noche y esta La siguiente vez que coincidieron en los mismos trámites fue
historia. realmente fortuita, ya que decidieron, por separado, esperar
hasta el último día de cobro sabiendo que las colas van
Se conocieron en el Centro Hospitalario Siglo XXl del Seguro disminuyendo, dada la necesidad que tiene la gente de recibir
Social, haciendo cola para cobrar su pensión. Ahí se habrían visto su dinero, a pesar de lo raquítico de las pensiones.
seguramente varias veces, pero nunca habían cruzado palabra
hasta esa mañana que les tocó estar uno enseguida del otro, Cobraron en mucho menos tiempo y en lugar de despedirse en
primero en la fila donde se presenta la credencial y se recoge ese momento, como lo habían hecho la vez anterior, decidieron
el recibo y luego en la otra, para llegar a la caja y cobrar. En esa ir a tomar un café. Por lo que hablaron se dieron cuenta que
ocasión, por cierto, ambas estaban más largas que de costumbre tenían casi el mismo tiempo retirados y que a diferencia de casi
y la segunda llegaba hasta la calle. todos los demás jubilados con los que se encontraban mes a
mes, los dos recibían, además, la pensión del banco en el que
Mil veces —al paso del tiempo— los dos renegaron de su cada uno laboró, lo que les hacía menos pesada la cesantía.
suerte. Medio en broma, medio en serio, cara a cara, uno y
otro se increpaban diciendo: “¿Qué pecado cometí para que Sus convivencias se fueron haciendo más frecuentes. Además del
me tocaras esa mañana como vecino en la fila, habiendo tantos café el día de cobro, se juntaban el segundo jueves de cada mes
jubilados?” Así terminaban sus discusiones bastante frecuentes, para una caminata tempranera y un desayuno, que por la charla se
luego de algunos carajos y chingados y se dejaban de ver por prolongaba hasta mediodía. En el invierno lo cambiaban a comida
semanas. Una vez duraron sin hablarse varios meses, hasta que y ya en los últimos tiempos se juntaban a merendar. Así le fueron
se volvieron a encontrar cobrando la pensión. dando la vuelta, primero al frío y luego a las gastritis y colitis.

La cortesía y la trivialidad marcaron esa conversación en el Por algún tiempo, les dio por tomar unas clases de danzón en las
reencuentro. El clima, la cantidad de gente, el edificio. Al avanzar la que, no sin rezongar, les venía bien intercambiar pareja. Fueron
cola, la plática los llevo a darse su nombre; a comentar las posibles pocas lecciones. No se sabe bien por qué las dejaron. Hay una
causas de la excesiva longitud de las filas, en comparación con versión que no confirmé: se sintieron lastimados en su ego por el
meses anteriores y lo que significaba el esfuerzo de estar parados comentario soltado al vuelo por un irreverente jovencito que los
tanto tiempo, aunque de inmediato uno y otro afirmaron que la veía bailar: “Mira, mira... los viejillos, como que la quieren hacer.”

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Luego compartieron poco tiempo una mesa de dominó y de entusiasmaron con “La Vida es Bella” y con “Cinema Paradiso”.
vez en cuando iban a echarse unos tragos que los dejaban Pero donde se extasiaban una y otra vez, con una muy válida
maltrechos por varios días, sobre todo cuando se cocoreaban nostalgia, era cuando hablaban de sus amores imposibles: Kim
para ver quién aguantaba más. Novack e Ingrid Bergman, nada más y nada menos.

Al calor del alcohol los pleitos y las discusiones se agriaban y Mencioné antes la mesa de dominó que compartieron y
venían los desencuentros. Sin embargo, no pasaba mucho sufrieron por un tiempo. La retomo para precisar que ahí se dio
tiempo sin que empezaran a extrañarse y encontraban la forma un serio y largo alejamiento. Los dos jugaban bien, pero eran
de seguir viéndose, para escabullirse de la terrible soledad. insoportables.

Viudos, sin ningún pariente cercano, cuando menos en la Ciudad Quienes esporádicamente les hacían el cuarto, los toleraban por
de México, cargando cada uno sus propias fobias, intolerancias respeto a la edad, padeciendo y aguantando sus reclamos; su
y demonios, vivían y estaban solos y ahora compartían eso. Los desesperación; sus insultos. Sucedía sin embargo, que los peores
dos asumieron y valoraron esa circunstancia, pero la manejaron agravios se los dirigían uno al otro. Una tarde fue el colmo y en
sin deshacerse de sus acendrados egoísmos, acentuados por la una de esas empezaron gritándose y acabaron pendejeándose.
edad, marcando, como los gatos, sus impenetrables territorios. Se levantaron y se fueron.

Por eso, por ejemplo, ninguno conocía la casa del otro; por Esa vez quedó muy claro que lo que los ofendía en serio; lo
eso se reunían en lugares públicos, evitando incluso cualquier que los sacaba de quicio era cualquier referencia a su pérdida
alusión a su íntimo hábitat, si se me permite la expresión. de memoria, “al Alzheimer que te atonta cada día más”, como
indistintamente se agredían.
Que la relación entre ellos atenuó esa soledad, quedó plenamente
demostrado cuando, tiempo después de conocerse, optaron Tercos y orgullosos como eran y ya sin la posibilidad de
por que su pensión les fuera depositada en el banco, lo que no encontrarse cobrando la pensión, dejaron de verse casi un
habían hecho hasta entonces, según se confesaron, ya que en año, tiempo en el que se avejentaron más rápido; se les agrió
los trámites y en las colas encontraban una forma de distraerse, el carácter y descuidaron su aseo y arreglo personal, lo cual no
de no aburrirse, cuando menos una mañana al mes. dejó de llamar la atención, porque si algo los distinguía era que
vestían bien y que eran muy pulcros.
En el cine tuvieron un buen punto de contacto. Los dos eran
fanáticos de Kubrick y conocían bien todas sus películas; Así, se encontraron accidentalmente en la librería Gandhi, allá
diferían solamente al opinar sobre la mejor. Como segunda en Miguel Ángel de Quevedo y fue muy chistoso cómo evitaron,
opción, después del “Maestro Stanley”, como ellos le decían, en una primera reacción, en un acto reflejo, saludarse.
tenían al cine italiano. Por razones más que entendibles los
conmocionó “Todos Estamos Bien”, esa joya en que Mastroianni Disimulando, caminaron en sentido opuesto como si no se hubieran
recrea en la pantalla las vicisitudes y amarguras de la vejez y se visto, pero eso sí pensando uno del otro: “que jodido está”.

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Por fin, sin querer, se volvieron a topar y sin dirigirse ni un hola, cuándo había dejado Cuba; porqué nunca regresó. Conocían
como si vinieran de una comida juntos, comenzaron a hacer su indeclinable anticastrismo y algo menos difundido: que allá
comentarios a propósito de los discos que querían comprar, por los cincuentas le negaron dos veces la visa para entrar a
rescatando el más sólido de sus puntos de contacto: la música Estados Unidos y que después, tres universidades de aquel país
de Celia Cruz. le otorgaron doctorados honoris causa y una de ellas fue nada
menos que Yale.
Ahí se enteraron que ella daría un concierto en el Auditorio
Nacional y entusiasmados decidieron ir. Se arrebataban la palabra para hablar de los discos que tenían
—incluyendo el que menciono para abrir esta narración— o
Salieron de la Gandhi y caminaron y platicaron como lo referirse a las veces que la habían visto en vivo. Me pareció
hacían antes. Imagino que, otra vez, la soledad los empujó a que competían por acreditar quién de los dos sabía más, pero
reanudar cuanto antes su especial relación y creo que además sobre todo por demostrar su buena memoria. Yo los escuchaba
se propusieron cuidar las palabras y las formas, atemperando encantado, al tiempo que nos encaminábamos a la puerta que
egoísmos, terquedades, chocheces y orgullos hasta donde se quedaba más cerca, cuando de repente el que había comprado
pudiera, pues genio y figura... los boletos empieza a buscarlos, revisando una y otra vez los
bolsillos de saco, camisa y pantalón , mostrando una terrible
Al despedirse, no sin comedidos alegatos, acordaron la compra cara de angustia. La búsqueda fue en vano. No lo podía creer.
de los boletos, encomienda que terminó con esta especie de
premonición: “No puede ser... no puede ser... no puede ser”, era lo único
que balbuceaba. Volteó a ver a su compañero y éste a mí,
“¿Seguro no quieres que yo lo haga? …no te enfades, pero sentenciando: “si puede ser... si puede ser... si puede ser... y
acuérdate aquélla vez en Bellas Artes…” la respuesta fue agregando: “Presume de su memoria pero tiene el cerebro
contundente, directa: “Por favor no empieces”. traspasado por el Alzheimer.

Así quedaron, citándose a las puertas del Auditorio la noche ¿Qué habré hecho para padecerlo?”
del 1 de noviembre del 2002, en la que, por cierto, Celia Cruz
pisó ese escenario por última vez en su vida. Ahí en la cola para El aludido ya no contestó. Sin voltear a verse se retiraron cada
entrar me tocó coincidir con ellos y escucharlos. uno por su lado hablando solos, sin importarles las miradas o
los comentarios de los que se hacían a un lado para darles el
Sin duda eran fieles seguidores de Doña Celia. Al entrometerme paso. Los perdí de vista sin poder hacer nada pues la gente que
venía atrás de mí me empujaba hacia el interior. Entré y ocupé
en su conversación me contaron casi todo lo que sabían de
mi lugar recordando los últimos comentarios que me habían
ella: que había nacido en la Habana en el barrio de Santos
hecho: que la “Reina de La Salsa” acababa de cumplir !78 años!;
Suárez; que cantaba desde los 5 años; el número de álbumes
que celebraba en ese concierto sus 50 de trayectoria artística
grabados, creo dijeron algo así como setenta; los discos de oro
“…y sabe qué es lo mejor, que sigue azucarándonos.”
y platino acumulados, no recuerdo el dato; sus 5 Grammys;

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Cuando apareció ella vital, risueña, estimulante, con su peluca
rubia, y el vestido estrambótico, cuando la gente coreó todas
sus canciones; cuando su marido, Pedro, músico extraordinario
le cantó socarronamente “Usted abusó” y sobre todo cuando
a dueto con Marco Antonio Muñiz, hizo toda una creación de
“Échame a mí la culpa”, sentí una gran tristeza por ese par de
viejos solitarios que esa noche se distanciaron para siempre, sin
saber que ya nunca verían a su adorada Celia, que ya no regresó
a México, pues la muerte la alcanzó 7 meses después.

He platicado muchas veces esta vivencia. Casi siempre me


preguntan cómo me enteré de lo que cuento y cómo supe
que ese par de egoístas testarudos nunca volvieron a verse. La
respuesta es siempre la misma: “Esa es otra historia.”

Ixtoc 39

LA OBRA
INÉS RÉCAMIER.

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PRIMER ACTO SEGUNDA LLAMADA

L a descarga despertó a la familia. El hijo de dieciséis años corrió


a buscar a su padre y lo encontró muerto, en el piso del cuarto
de baño. La pistola yacía a un lado sobre un charco de sangre.
L a primavera dejó de ser. Desertaron los aguijones porque
las flores revirtieron a capullo. Se congelaron las plantas. El
herbaje se manchó, desteñido. Las aves acallaron su canto. El
Era de madrugada, el día apenas alumbraba la habitación. Tomás invierno regresó. Uno de estos días el hombre perdió su trabajo.
levantó con cuidado al padre y lo abrazó en su regazo. Lloraba.
Vino el otoño. Los surcos en el rostro del hombre se disiparon,
TERCERA LLAMADA su complexión recobró el ánimo, la mirada cobró expresión.
Caminaba de la mano de su esposa, como cada mañana antes

V olvieron las lágrimas cuesta arriba hasta encontrarse con de que él saliera a trabajar.
los ojos del hijo, que levantó de su regazo al padre para Al hombre le gustaba su trabajo.
depositarlo en el suelo nuevamente. Luego salió del cuarto de
baño y cerró la puerta. La sangre derramada retornó con premura Verano… Primavera… Invierno… Doce campanadas dieron
al cuerpo del padre y la munición reingresó en el arma. El sol marcha atrás. La cocina se alistaba para recibir al año nuevo;
escapó al alba y la noche volvió. La pistola voló a las manos del tintinaron los hielos servidos en las copas de cristal y las
hombre, quien se irguió rápidamente encañonando el arma a su bandejas cargaron cantidad de bocadillos. El alborozo en la
cabeza y contemplando, detenido, su propia imagen estropeada música entorpecía las conversaciones despreocupadas entre
bajo el escrutinio de un espejo inclemente; líneas sepultadas decenas de invitados.
alrededor de una mirada agonizante, y surcos acentuados en la
expresión dolorosa, ya casi ultimada. El hombre y su mujer celebraban.

Los minutos anduvieron hacia atrás. El hombre se dirigió al PRIMERA LLAMADA


estudio. Guardó el arma en la gaveta y puso llave al cajón. Se
recostó en el sillón de piel, junto al escritorio de nogal, y cerró
los ojos por un momento. “Soy un viejo” se repitió insistente,
“soy un viejo y he malgastado mi vida”. Fijó la vista en el
O tro otoño. El hombre se recuesta en el lecho que comparte
con su esposa y piensa “no he cumplido cuarenta y ya
tengo el mundo a mis pies”. Entra el hijo a saludarlo. El padre
techado: la madera se transformó en una pasta sucia de yeso, le promete llevarlo a esquiar el próximo invierno. Tomás sonríe.
las paredes de la habitación se hicieron desiguales, el mármol en
el piso trasmutó a pavimento. Con las fachadas desaparecieron Más números, más cuentas, más deudas.
los costosos objetos que esplendían ese cuarto: la lámpara Falta poco para que el día le parezca de noche y la noche...
Swarovsky, el escritorio, la gaveta y, claro está, el fastuoso sillón
de piel. Los costos de la remodelación, ocultos en sobres color Empieza la obra
naranja, salieron disparados incorporándose con otros números …entonces el disparo despertó a la familia.
de otras cuentas. Otras deudas.

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RASTROS
VACÍOS
XIMENA TOLEDO

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L legaste con una sonrisa como si no hubiera pasado nada,
como si aún me quedara alma, como si todavía tuviera
fuerzas. Me empapé de tu frescura falsa. Me buscaste y me dejé
entender quiénes somos en realidad. ¿Siempre fuimos o nos
hicimos? ¿De dónde salió tanta maldad? La imagen de ti y de
mí, acomodando con ilusión nuestras pocas pertenencias en
llevar una vez más. Sellé tu pacto con un beso, encontrando el primer hogar que compartimos, me parece parte de otra
algo extraño que tanta falta me hacía. Ya era muy tarde para existencia.
regresar y apenas empezaba la hora de la angustia profunda,
silenciosa, desalmada, atroz. Me desvestí con coraje, enojada. Tu sueldo era muy bajo y pasabas mucho tiempo fuera de casa.
Con cada prenda me despojaba también de la cordura y me Yo no estudiaba ni trabajaba. Con la ausencia de amigos en
entregaba a tus ganas. Estabas muy orgulloso. Me observabas esa zona industrial grisácea, pasaba el día leyendo revistas
perder el control desde las alturas de tu ego saciado. Mientras estúpidas de artistas de moda y llenando crucigramas. Me
me sentías, hundí mis uñas en tu piel. Quería desollarte vivo aburría infinitamente y tu llegada no mejoraba la situación.
y sólo conseguí aprisionar tus labios húmedos entre los míos, Te empecé a culpar del tedio y un sutil odio se empezó a
perseguir tu lengua envenenada. Quería matarte, irme, amarte formar en lo profundo de mi alma. Te entristecías de mi apatía,
o amarte y luego sólo desaparecer. Dejar de pensar, de existir, pero nunca hiciste mucho por arreglarlo. Estabas demasiado
de ceder, de ser quien tú ordenabas. Entonces, me arrancaste inmerso en tratar de sobrevivir tu propia condena. Tú siempre
mil lágrimas por cada movimiento. Sentí desesperación, me decías que desde que naciste te has sentido preso de un
coraje, nostalgia, pero nunca paz. Aun así te dejé continuar. fatalismo inusual. Ahora sé que, incluso hoy que aparentas ser
Fundiéndonos una vez más, saboreando tu espíritu cruel, supe libre, aún sientes el peso de tus cadenas antes de dormir y a la
que nada había cambiado. Tú seguías siendo tú, yo seguía hora de levantarte. Sobre todo si estás sólo.
siendo yo y nosotros los mismos. Silencio. Angustia. Un sueño
alejado y liviano. Una mañana sórdida y cansada. Un adiós Con un trabajo mediocre y una esposa indiferente, se te hizo
insípido y lleno de incertidumbre. fácil involucrarte en los negocios del vecino. ¿Qué tan difícil
era prestar tus servicios al tráfico de drogas? Simplemente
Me quedé entre las sábanas maldiciendo la hora en que te ayudarías a pasar mercancía en tu camión. Tu plan era ahorrar
abrí la puerta la noche anterior. Luego viajé automáticamente un poco de dinero y largarnos a algún lado. Cualquier lugar
a nuestro principio. Te conocí cuando aún teníamos el alma era mejor que esa prisión anodina junto a la carretera. Yo no
pintada de azul. A los diecinueve años empezamos un romance me opuse. En esos tiempos lo que hicieras o dejaras de hacer
inocente casi instantáneo. Conseguiste un trabajo en una me tenía sin cuidado. Estaba tan hastiada de todo y al mismo
compañía de transportes y cuando recibiste tu primer sueldo tiempo de nada. Sin embargo, no fue poco tiempo. Cada vez los
me propusiste matrimonio. Acepté sin emoción desbordante. jefes te daban más responsabilidades. Algo en tu estúpida cara
de inocente les agradaba, les daba confianza.
A mí qué más me daba dejar una casa aburrida para irme en
busca de otra cosa. Lo que fuera estaba bien. Nos instalamos
Qué rico sabe el dinero, ¿verdad, cariño? No es fácil dejar una
en una casita en las afueras de la ciudad para empezar con
actividad que instantáneamente triplicó tu salario. La legalidad
simpleza una vida juntos. Ahora pienso que no nos conocíamos
y tus principios morales los pudiste echar a la alcantarilla
bien o tal vez aún no éramos reales. Me cuesta trabajo

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después de saborear la dulzura de tu primera compensación. Yo detuve su cuello mientras tú le cortabas la yugular con un
Recuerdo que llegaste a casa cantando, me arrebataste del cuchillo de cocina. Los ojos de aquél hombre me suplicaron
trance vacío de mi crucigrama y me empujaste sobre la cama. piedad y yo no sentí nada. Lo que percibí fue tu miedo. Por un
Estabas envuelto en un fervor perverso, nervioso como un instante el pavor y el arrepentimiento te nublaron la mirada,
roedor excitado. Depositaste besos cortos e inquietos en pero el dinero te abrazó por la espalda y tiernamente te besó
mi cara, sacaste de tus bolsillos una gran cantidad billetes el cuello. Posó su mano en tu miembro y te tranquilizó. Lo
y los aventaste al techo. Esa imagen vuelve a mi mente en único que conseguiste hacer fue mostrar esa sonrisa perversa
cámara lenta: decenas de papeles cayendo lentamente sobre y abalanzarte sobre mí. Me hiciste el amor ahí mismo, a los
nuestros cuerpos semidesnudos, como cálidas gotas de lluvia pies del muerto, mientras el dinero nos miraba y se excitaba.
envenenadas.   Entonces entré yo en la fiebre. A mí también Estaba orgulloso del amor incondicional que sentíamos por él.
me supo delicioso el dinero. Maldito y traidor dinero. Fuimos
capaces de todo por él. Estábamos dispuestos a cualquier Ese fue el primero de muchos y subimos de nivel en la
cosa con tal de que nos siguiera acariciando suavemente, organización. Tú te convertiste en la mano derecha del
poseyéndonos, haciéndonos suyos. jefe  y empezaste a ir a todos lados con él: mujeres, fiestas,
intoxicación, atrocidades que ni siquiera podías imaginar.
Yo desperté a una nueva vida y tú te volviste más sensual. El Creo que me mantuviste al margen de eso por protegerme
poder otorga a los hombres cierto erotismo, aunque muchas o eso quiero creer. El hecho es que me quedaba sola mucho
veces es falso.   De pronto, nos encontrábamos riendo en la tiempo en casa. Otra vez el sentimiento de abandono me
cocina de nuestra nueva casa sólo porque sí. Nunca antes empezó a hacer daño, pero esta vez no podía refugiarme en
reíamos sin razón. Simplemente no reíamos. Ahora pasábamos revistas. Tal vez porque ya era demasiado tarde. Mi mente
los días en una euforia bizarra producto de la vida de placeres me estaba traicionando y las alucinaciones aumentaban cada
que el dinero nos regalaba. Empecé a participar. Quería día. Fantasmas de mis propios asesinatos me perseguían y tú
ayudarte para que el dinero no se aburriera de nosotros y no estabas para rescatarme. Sólo dormir los alejaba. Empecé
no nos abandonara. Yo podía entregar algún paquete, dar un a tomar pastillas y tranquilizantes de manera degenerada
mensaje o fungir como acompañante de alguno de tus socios. para poder soñar el mayor tiempo posible. Tú no te dabas
Tú y yo éramos un equipo, éramos perfectos. Nos levantábamos cuenta de nada y yo poco a poco me hundía en el terror y el
con un ímpetu temerario de los que se creen dueños del remordimiento. El dinero se fue contigo y, cuando empezó a
universo. Formamos un trío: tú, el dinero y yo. Era una relación ver mi decadencia, también me abandonó. Es ese tipo de entes
sexual platónica sin celos. El objetivo era mantenernos juntos, que sólo se quedan contigo en las buenas y si flaqueas, te dejan
apasionados, fuertemente empiernados y poseyéndonos el como cualquier pedazo de insignificante chatarra.
uno al otro sin descanso.
Una noche con frío quise escapar de toda esa mierda. Salí
Meses después, llegó el primer prisionero a nuestra enorme corriendo con todos nuestros ahorros. Compré una casa lejos
casa con pisos de mármol. El trabajo era ocultarlo hasta nuevo de ti   donde sabía que no ibas a buscarme y me dispuse a
aviso. Las cosas se complicaron y los jefes te ordenaron matarlo. empezar una nueva vida. Quería una existencia normal, pero

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¿cómo se puede ser ordinario después de tanta crueldad? ausencia. Me juro no volver a permitir que te apoderes de mi
Con mucho esfuerzo y unos ataques de pánico por las noches existencia. Trato de oprimir los deseos de mantenerte a mi
fui sobreviviendo. Te seguía extrañando. Era como si tanta lado sólo unos instantes más. Me siento sola y te odio aún
oscuridad compartida nos hubiera unido para siempre. Me más. ¿Por qué tuvo que ser así? Tú regresas porque en mis ojos
hacías falta porque no me sentía cerca a otras personas. Por
puedes reflejarte como añoras. Yo te recibo porque, aunque
más que me esforzara por hacer amistades, nunca me sentía
comprendida o aceptada. Sólo tú me conoces realmente y aún lo aborrezca, sé que nunca me vas dejar. Tal vez, esto es amor.
así quieres estar a mi lado.

Me buscaste mucho tiempo  porque tú también me necesitabas


XIMENA TOLEDO
a tu lado. El que busca encuentra y un día, al llegar a casa
Nació el 7 de septiembre de 1984 en medio de
después de mi extenuante trabajo de mesera, me tropecé con
una lluvia torrencial. Estudió Ciencia Política
tu aliento en la cocina. Tú no venías a quedarte y yo no pude
y Relaciones Internacionales y después una
pedirte que te fueras. Tu presencia fatídica era inevitable. Sin
maestría en Desarrollo del otro lado del mar. Es
embargo, ya sabías donde vivía y yo estaba segura que esa
visita no sería la última. una viajera apasionada y una bailarina frustrada.

No sé qué es lo que te hace regresar y a mí recibirte. No Es dueña de un alma felina, una sensibilidad
es amor. Nunca lo fue. Yo creo que nos buscamos porque abismal, una mente creativa, una escencia
somos los únicos testigos fieles de nuestra existencia. Nos mística y una manera peculiar de entender el
transformamos juntos en materia inservible. Tienes razón. mundo, empezó a escribir por instinto.
Siempre fuimos oscuros. Como tú dices, la bajeza estaba en
nosotros, sólo era cuestión de tiempo para que saliera a flote.  Su receta infalibre para sobrevivir: un baño de
Tú vienes porque soy la única que te conoce desde hace tanto luna y la mirada de un gato
tiempo. Sé cómo eras antes de convertirte en esto tan podrido.
Si me esfuerzo aún te visualizo corriendo a  mis brazos con la “Luna eterna” es su novela.
ilusión en la mirada y un anillo de compromiso barato en las
manos. Vienes porque te recuerdo lo que un día fuiste. Yo te
acojo porque me ofreces una especie de seguridad enfermiza.
Cualquier otra relación es falsa. Por lo menos sé que tú eres
real. No tengo a nadie más. En mi vida sólo tú eres tangible. Lo
único que ha persistido.

Aquí estoy una vez más arrepentida. La mañana está nublada.


Aún siento la agrura de tus besos y, ahora, la opresión de tu

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QUÉ HAY
DETRÁS
DE LAS
PUERTAS
REBECCA MINICHINI

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H oy es domingo ¿verdad? Sí, es domingo en la mañana, lo
sé porque casi no hay coches, es domingo en la mañana,
voy a trabajar para ganarme unos centavos. Ya se me acabó el
y de prisa cerré la puerta. No supe si lo hice por miedo o por lástima,
fue tan inesperado, tan repentino. Dos días después, al regresar del
despacho, el tipo me estaba esperando en el hall de entrada del
aguardiente. Que no se me olvide pasar a revisar los botes de edificio. “Mire lo que le traigo ahora”, un anillo de oro con el escudo
la calle de Eugenia, ayer no fui y lo que encuentro siempre es de la familia. “Le va a costar veinte”. No quise preguntar y, aunque
útil. Hoy me pesan más las bolsas y eso que no he comenzado imaginé que podría ser robado, se lo pagué. Cada tantos días Mario
a guardar. También se me acabó el ron, voy a conseguir unos Ruiz me esperaba con nuevas ofertas, “éste sí le va a gustar, es
centavos. ¡Ay, qué lejos está la iglesia! Voy a buscar otra bolsa un revolver 22, con gatillo oculto, muy raro y valioso, quiero
en este bote para poder guardar lo que encuentre en Eugenia. cincuenta”. A veces rechazaba la mercancía, como cuando me
¡Qué buenas tapas!, todas rojas, todas iguales, con rosca, algo trató de endilgar unos audífonos de Air-France, más procuraba
haré con estas bonitas y coloridas tapas, ustedes vénganse para comprar lo que podía para ayudarle. Me acostumbré a verlo en
esta bolsa, no se me mezclen con las botellas, ésas para algo el hall y, antes de subir a la casa, dedicaba un rato para platicarle,
me servirán, o para mearme, sí eso voy a hacer ahora que ya no lo veía tan solo, abandonado, “¿Dónde vive, Mario?”, “aquí
puedo entrar al baño, me voy a mear en ellas y las taparé con arriba, en el 301”. Nunca imaginé que un pordiosero como él
las tapas blancas. ¡Pero qué buenas revistas! ¿Cómo puede la pudiera vivir en el mismo edificio que yo.
gente tirar estas revistas, con tantas ofertas y mujeres bonitas
enseñando las piernas, tan útiles las revistas?. ¡Ah, chingaos! Los domingos Mario Ruiz iba a la iglesia del Purísimo Corazón
¿Por qué tiran así las latas?, ¿qué no saben que me puedo de María en la calle de Gabriel Mancera, le dicen la iglesia
cortar? De seguro lo hicieron a propósito para que me corte, del tránsito, antes llamada Nuestra Señora de la Preventiva,
gente méndiga. Ya se me acabó el aguardiente... porque en el techo, una virgen inmensa de piedra gris, extiende
los brazos y pareciera que dirige a los coches del eje vial. Allí
Conocí a Mario Ruiz cuando me fui a vivir a un departamento de Mario Ruiz utilizaba diferentes estrategias: esperaba a que los
la calle de División del Norte. devotos cristianos salieran y le dieran limosna, o bien, cuidaba y
lavaba los coches de esa cuadra. Al terminar una serie de misas
Una noche tocaron la puerta, “¿quién?”, dije sin abrir por completo, y, después de haber recibido sus correspondientes propinas,
había dejado puesta la cadena y me asomé por una rendija; “Mario caminaba cargando sus bolsas hasta la miscelánea para comprar
Ruiz”, contestó. Vi a un hombre de edad indefinida, cara sucia y ron o aguardiente, lo que alcanzara con las monedas que traía.
requemada por el sol; el bigote mitad blanco y mitad amarillo Ya lo habían corrido muchas veces del Superama o de La Comer,
nicotina le tapaba la boca; camisa parda de mugre de días ¿o por entrar así de andrajoso y quitarle las etiquetas que dicen
meses?; pelo seboso, ralo y largo hasta los hombros, entre cano y “Bonita” a todos los plátanos del anaquel y para comerse, o
negro; apestaba a rancio y aunque tenía la piel oscura, era de raza mejor dicho, atragantarse, las muestras de jamón y queso del
blanca. “¿Le puedo ayudar en algo?” pregunté. El hombre sacó de departamento de salchichonería.
la bolsa del pantalón un juego de desarmadores y me los mostró, las
manos tenían costras de suciedad y las uñas largas, color ocre. “Se Después de comprar su botella, se sentaba en una banca del
los vendo en diez pesos”. Intercambié el dinero por las herramientas parque por horas, veía pasar a la gente, tomaba uno y otro trago.

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Se levantaba de prisa al ver a alguien tirar algo en el bote de la desperdicia, todo es tuyo, nadie te lo puede quitar. Me acurruco
basura. Lo revisaba minuciosamente. Seleccionaba. Separaba. entre mis cosas, voy a dormir, un trago de ron para dormir…
Guardaba con avidez dentro de sus bolsas de plástico.
Una tarde, al estacionarme enfrente de la casa de mi suegro, me
Me acostumbré a verlo caminar por la colonia del Valle, con paso topé con Mario Ruiz. Lo saludé como de costumbre pero esta
lento arrastraba un pie, se notaba que le dolía y al fijarme bien, vez me asombré de su aspecto: vestido con ropa limpia, bañado
vi que lo tenía tan hinchado que no se podía amarrar la agujeta y peinado.
del zapato; cargaba su cuerpo con pesar, encorvado, como si las –¡Mario, qué bien se ve hoy!
capas de ropa que llevaba puestas fueran en extremo pesadas. –Bueno, García, es que me bañé y me vestí con ropa que me
Se asemejaba al Jorobado de nuestra Señora de París, pero en dan en el dispensario. Fíjese que tengo la buena costumbre de
decadencia. ahorrar unos centavitos y una vez al mes, alquilo una habitación
en el hotel de Obrero Mundial. Llego, me registro, pago la
Mario Ruiz sabía perfectamente cuál era el recorrido del noche, me baño, luego me acuesto en la cama y veo la tele hasta
camión de la basura, así como las calles en las que las amas de quedarme dormido. ¿No le conté que yo trabajé en la recepción
casa dejaban las bolsas en la banqueta sin esperar a que las del hotel Sheraton?
recolectaran. Él trataba de llegar antes, revisaba los desperdicios –No, Mario, no lo sabía.
y atesoraba lo seleccionado en sus bolsas. Si por algún motivo –Pues sí, García, cuando tenía veintitrés años, después de
llegaba después, se enojaba tanto que se empinaba la botella de estudiar en la Escuela de Turismo y aunque no lo crea, soy muy
alcohol completa. Había perdido la oportunidad de un hallazgo bueno en las relaciones públicas, por eso renuncié.
único y esto le causaba una angustia infinita, la cual mitigaba –No entiendo, ¿por qué dejó el trabajo?
con emborracharse. –Mire, García, soy bilingüe y con dos años de estudio en el
medio turístico, ¿usted cree que los del hotel reconocieron mi
¡Qué difícil es abrir la puerta! ¡Cómo me cuesta trabajo capacidad?, ¡No!, los méndigos me pagaban una miseria, por
empujarla! Tendré que mover estos sacos a la cocina, allí caben, eso de plano tuve que renunciar.
los arrojaré alto, todavía entran entre los otros y el techo. Haré –No sabía que hablara inglés ¿dónde lo aprendió?
un espacio para poderla abrir. En estas botellas orinaré. No –De chico vivíamos en San Antonio Texas y luego nos mudamos
puedo llegar al baño, el pasillo y las recámaras están totalmente a California.
ocupados por mis cosas.
Pasaron varias semanas sin que Mario Ruiz me esperara en el
¿A ver?, ¿qué traje hoy? una bolsa de plástico y… papel para hall del edificio y pensé que no tendría algo qué venderme o bien
escribir, un lápiz, escribo, apunto, escribo. Eso es, ahora, una no tenía necesidad. Pero un sábado en la noche, al pasar por la
revista, dos cartones y tres monedas, bien guardado en esta glorieta Mariscal Sucre, vi a Mario Ruiz acostado en una banca
bolsa. Sí, así, la ato con ligas y meto todo junto, bien empacado, del quiosco, estaba tapado con periódicos para protegerse del
nudo apretado para que no se salga nada. ¡Eso es, arrójalo frío y rodeado por bolsas de plástico. ¿Qué pasaría? ¿Lo habrían
Mario!, bien alto, bien lejos, guárdalo, consérvalo, nada se corrido de su casa? Esa noche no descansé.

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Al día siguiente me dirigí a la Iglesia del Tránsito, sabía que allí lo su querido cuñado. Ahora, después de más de treinta años la
encontraría. conservaba por cariño.
–Buenos días, Mario, hace mucho que no lo veo por el edificio,
¿qué pasó? Los cuartos de servicio del edificio de División del Norte se
–Sí, García, hace tiempo que no voy por allí, fíjese que he tenido encuentran en un medio piso abajo del hall; todos tienen una
muchos problemas. Ya no puedo entrar al departamento, está ventana que da a un cubo de luz, éste forma una zotehuela; se
completamente lleno de mis cosas, la puerta de plano ya no puede entrar a la zotehuela por una pequeña puerta metálica la
abre, yo creo que la montaña de bolsas se deslizó y atrancó la cual sólo se usa para barrerla o para limpiar las ventanas de los
entrada. Además, para acabarla de chingar, me mandaron a mi cuartos de servicio por afuera.
madre a vivir conmigo, ¡figúrese nada más, mandármela a mí!
Nunca nos llevamos bien y la verdad ni ella me quiere ni yo a Mario Ruiz también llenó de bolsas negras el cuarto de servicio
ella. Está muy enferma y pues la tuve que meter en el cuarto de en donde permanecía su madre enferma. Al igual que el
servicio y acostarla en un catre, es lo único que cabe, como allí departamento, llegó un día en que no pudo abrir la puerta. Para
también tengo algunas cositas, pues yo no quepo. De plano le medio alimentar a su madre, él entraba a la zotehuela y luego se
digo García, esta vida en una chingadera. introducía por el pequeño espacio de la ventana abatible.
–Con razón lo vi anoche dormido en el parque. Si usted me
permite, lo quisiera ayudar. ¡Puta, qué pinche frío hace! Este diciembre de plano está helado.
–¡Órele, García!, pero yo no le puedo pagar y no creo que me ayude Tendré que ir a ver a mi madre. Ya pasaron varios días sin ir a
por purita bondad ¿o de plano es usted tan bueno como parece? verla. ¿Cuántos? A saber.
–Fíjese Mario que mi papá tiene una camioneta viejita, le
decimos La Bufa, está estacionada en la calle, no la usa y me ¡Hijole!, qué pendejo, dejé la ventana abierta, a ver si no se petatió.
dice que se la puede prestar para dormir, claro está que por un Qué trabajo me cuesta meterme por esta pinche ventana.
tiempo, mientras usted limpia su departamento. –¿Mamá?, Chata, ¡mamá, contesta! ¡Carajo! estás bien fría.
Mario se rascó la cabeza, miró el suelo en silencio, presentí lo –Abre la boca, ándale, ábrela para que te dé aguardiente, así te
que sentía y me dolió. Después de unos minutos dijo: calentarás. ¡Pinche Chata, abre la boca te digo! ¡Mamá! pero si
–Gracias, acepto su ayuda. estás rete tiesa. ¡Carajo! ¿Y ahora? Tú sí de plano ya te pelaste.
¡Cierra los ojos carajo! ¡No me veas! ¡Odio que me veas, ciérralos!
La Bufa era una camioneta Galaxi modelo ‘68 color plata, tan Así, mejor. Me voy a sentar en estas bolsas negras. Mira, voltea
amplia que por dentro cabía una sala. Mi papá la cuidaba con a ver, aquí todo está bien pinche negro. Como tú. Como yo. ¡Ay,
apego, mientras que mi mamá la aborrecía porque precisamente qué cansado me siento! ¿Dónde está mi ron? Quiero mi ron. ¡Un
en esa camioneta, su hermano, se había suicidado colocando buen trago! Ah, así está mejor.
una manguera desde el escape hasta la ventanilla; encendió el
motor y el bióxido de carbono lo envenenó. Mi papá fue el que Pensé que podría llorarte, pero no. Te veo muerta y no te lloro.
lo encontró muerto y, al enterarse de que la esposa se quería Los curitas del Instituto México me dirían que soy un pinche
deshacer de la camioneta, él se la compró como recuerdo de ingrato. Qué me importa. Pinches curas, ellos también ¡que se

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vayan a la mierda! He sido un pecador. Ah, menos mal que traje De camino al trabajo, yo pasaba manejando enfrente de La Bufa,
mi alcoholito. se mantenía estacionada en la calle.

¿Te acuerdas cuando saqué a tu padre del departamento a Una mañana, después de meses de habérsela prestado, me
punta de pistola? Sí, a mi abuelo. Hice que se encuerara en el percaté del estado en que se encontraba la querida camioneta
camellón, aquí enfrente, sobre División del Norte ¿te acuerdas? de mi padre.
Hacía el mismo frío que hoy. ¡Hice que se desnudara ese señor, –¡Mario, mira nada más cómo la tienes!
sí, muy catrín el cabrón! Y claro, tu hermanito llamó a la policía, y –Cómo, García, está en perfectas condiciones, no está golpeada,
claro, me metieron al bote. ¿Cuántos años tenía yo?, ¿veintidós, bueno, ni siquiera he encendido el motor.
veintitrés?, de lo que sí me acuerdo es de que estaba en la –Quiero decir que ¡la tienes atestada de basura!
escuela de sobrecargos de aviación. –Qué pasó García, sin desprecio. No es basura, sólo guardo
algunas cositas de valor.
Pobre viejo, y después él fue quien me sacó de prisión. Creo que –Si mi padre se entera se pondrá furioso. Algo hay qué hacer.
él sí me quería, con todo y que le apunté con la fusca. Ah, que Tenemos que encontrar otro lugar para que duermas. ¿Y tu
rico mi ron. Ahora no me oyes Chata, bueno, nunca me oíste. departamento? Eso es lo mejor. No puedo creer que no abra la
No, ya no oyes y te puedo decir. Confesar. puerta, ¡eso es imposible!
–Te lo digo, así es. ¿Por qué chingados no me crees? ¿Qué,
Sólo para sacarlo porque lo que hice ya no tiene remedio. Sí alguna vez te he dicho alguna mentira? A ti no te engaño García,
mamá, violé a mis medias hermanas. Sí Chatita, a las dos. De ¡la puta puerta de plano no abre!
chicas, ¿qué tendrían?, ¿diez, doce años?, ¿lo sabías? Creo sí. –Yo me tengo que cerciorar, ¿tienes la llave? Vamos de una vez;
entre los dos hacemos un espacio en la recámara o en algún
¿Estoy arrepentido? ¿Eso me preguntas? no lo sé. A veces lo lado, seguro es mejor que vivir en una banca del parque o en
recuerdo y me empino la botella. Otras lo quisiera repetir. un coche. Así regresarás a tu casa y yo devuelvo la camioneta.
¡Pobre Bufa! tan cuidada que ha estado por treinta años.
Sí, de plano eso me dirían los curitas del México: ¡Mario Ruiz,
eres un pecador¡ ¿Y sabes qué? ¡Me importa un carajo! Ellos son Mario y yo vaciamos la camioneta. Durante nueve meses la
iguales. Sí, igualitos. convirtió en su nido, atiborrada de objetos: zapatos, tenis,
pantalones, bolsas, revistas, cartones, chamarras, botellas
Ah, menos mal que traje mi chupe. Sí, menos mal. Ya se hizo de de vidrio, botes de plástico, hojas, sobres, fierros, monedas,
noche. Todo está bien pinche negro. carteras sin dinero pero sí con credenciales y tarjetas de crédito.

Me acomodo en las bolsas. Aquí hay unos periódicos para taparme, Dejamos todas sus pertenencias en la banqueta, él se encargaría
tengo sueño, quiero dormir pero, ¡carajo!, ¿y ahora cómo te saco de subirlas a su casa después de abrir y yo en la tarde llevaría
de aquí? ¡Ni madres! Yo no te saco. Mejor mañana que venga tu a La Bufa al lavado de autos de Tlacoquemécatl, para que le
hermano, al que siempre preferiste. Y él que te entierre. tallaran las vestiduras y los tapetes.

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Subimos al tercer piso del edificio, con decisión metí la llave en frío que hace. Mi ron, quiero mi ron. Aquí está. Ah… así está
la cerradura, giró. Traté de abrir la puerta de madera. Atorada. mejor, éste es el único amigo que tengo, mi alcohol, pero la
Empujé con fuerza. No se movía ni un milímetro. Soy un hombre cabrona vieja con la que me casé no lo entendió. Reclamos,
alto y me considero fuerte, por algo mis amigos me apodan puros pinches reclamos, que dejara de chupar, que me pusiera
“el Búfalo” y una simple puerta no me iba a derrotar. Recargué a trabajar. ¡Carajo! nunca entendió que yo era mucho hombre
mi espalda, apoyé los zapatos de suela de hule firmemente para los méndigos empleos que me daban.
en el piso y comencé a presionar con todas mis fuerzas. Logré
hacer una pequeña abertura, Mario aprovechó el momento ¡Pinches mujeres! todas son iguales.
para introducir un palo de escoba que no sé de dónde sacó, la
palanca funcionó, pudimos introducirnos por un hueco. Mario Aquí estoy bien, entre mis cosas. Otro traguito, ah, así está
entró primero, yo detrás. De inmediato busqué con la mano y mejor. ¿A ver? ¿Qué tengo aquí? una bolsa de plástico y… papel
encontré un objeto duro para atorar la puerta, una maceta de para escribir, un lápiz. Escribo. Apunto… Escribo... Eso es, ahora,
cantera me daba la seguridad de no quedar lapidado entre la una revista, dos cartones y tres monedas que caben perfecto en
montaña de basura acumulada de piso a techo. La luz del pasillo estos botecitos negros de Kodak, ahora los cierro con su tapa
entró por la ranura, un pequeño rayo iluminó la negrura interior. gris, qué bueno que la gente los tira, no saben lo útiles que son.
Me sorprendió el olor, no apestaba a podrido, en ese instante Sí, así, lo ato con ligas y lo meto junto, bien empacado, nudo
pensé: no hay comida, por lo tanto no hay ratas ni cucarachas; apretado para que no se salga nada.
era más un hedor añejo, rancio ¿a qué? El estómago se me pegó
al espinazo, me dieron ganas de vomitar, alcé la mirada para ver Guárdalo Mario, consérvalo, nada se desperdicia, todo es tuyo,
si podía reconocer algo dentro de la habitación, lo único que nadie te lo puede quitar.
distinguí fueron los brazos de un candil, sentí como si la lámpara
tratara de abrirse paso para emerger de entre las bolsas negras Me acuesto, voy a dormir, un trago de ron para dormir. Ah…
de basura que se apeñuscaban a su alrededor y lo envolvían así está mejor. ¿Y ahora qué pasa?, ¿quién me sacude?, ¿quién
para devorarlo. mueve mis bolsas? ¡Carajo, se deslizan!

Me duelen las piernas. Cuantas escaleras para llegar al tercer Y de golpe se cerró la puerta y todo le cayó encima.
piso. Qué bueno que García abrió un pequeño espacio en el
departamento. Al menos allí me podré recostar.

¡Carajo, es difícil abrir la puerta¡ ¡Ya está! Métete Mario, empuja,


entra, todo es tuyo, nadie te lo quitará. Un trago de aguardiente,
eso es lo que necesito.

¿Dónde está mi botella? ¿Dónde?


Cómo me tiemblan las pinches manos, ha de ser por el puto

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MERCADO
AMBULANTE
DANIEL ESCOBAR GARCÍA

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L os intervalos de luz irregular en su rostro lo despertaron poco
a poco. Eran los rayos de un sol de septiembre, pasaba a través
de los arboles que bordeaban el camino; todo se iluminaba cada
transmitida en cada abrazo, sobre todo en los últimos meses,
mientras su infancia se alejaba.

vez más, pues el follaje de los arboles era más escaso y menos Hospedarse, comer algo, bañarse y descansar, eran rutinas
verde. Lo aplastó el aburrimiento al perder visibilidad exterior silenciosas, los años le habían enseñado que todo se define con
por la densa niebla y un ascenso lento de curvas monótonas. el alba, pues antes del amanecer habrían de armar el negocio
de su padre y a esa hora ya se lograban ver los cielos despejados
Estiró al máximo su joven cuerpo. Revelaba la musculatura ganada o los nubarrones del mal clima. Mientras tensaba cuerdas y
por el deporte, y mientras apretaba la mandíbula y se estiraba, acomodaba las mercancías a vender, el tiempo clareaba los cielos
emitió un gruñido que rompió el silencio de su entorno. Se talló los y los vendedores de café y pan eran solicitados para terminar de
ojos con las palmas de sus manos mientras sus codos apuntaban despertar los sentidos, los rostros anónimos de sus vecinos le
al cielo, no supo calcular la hora pero notó el paisaje a través del comenzaban a ser ya conocidos y casi a gritos los saludaba, más
cristal: ya era otro. Se alegró de lo bien que durmió. En silencio dio por sus apodos que por sus nombres.
las gracias a su madre por la almohada mullida mientras le devolvía
la forma original con pequeños golpes laterales. Entre tanta gente se daba a notar con gritos y ocurrencias a la
hora de vender, distaba mucho el primer día en que ante una
No pudo evitar una mueca por las palabras injustas de su padre multitud homogénea gritara una letanía incomprensible hasta
referidas a su esposa: “Siempre evita viajar, prefiere observar el para él mismo pero que llamaba la atención por estar subido
mundo desde la seguridad del hogar”. en un improvisado estribo. El furor duraba horas sin tregua, en
cada oleaje de gente debía buscar cierto ingenio para pasarlos
El autobús mantenía un ronroneo suave y uniforme, transitaba a la trastienda donde su padre cerraba las ventas, sólo un
en línea recta. Su padre no había dormido a pesar del tedio de intercambio de furtivas miradas daba entendimiento de si
las horas transcurridas. Lo imaginó desesperado por fumar un marchaban bien o mal las cosas.
cigarrillo. La ventana mostraba ahora una planicie conocida y el
próximo poblado le causó una inquietud natural, sabía bien que Al comenzar la noche terminaba el día de la venta, hasta entonces
cada jornada de trabajo era imprevisible, y mientras observaba con tenía tiempo de fijar la mirada en detalles simples: los perros
cierta veneración la torre blanca coronada con una cruz, se santiguó. de tantos colores olisqueaban la basura, el vuelo indiferente de
las aves tornasol se dirigía a lo alto de la iglesia, los borrachos
Tenía muy presente lo incierto de cada viaje, empujado por buscan a traspiés banquetas para dormir, los olores y los sonidos
un impulso del corazón localizaba a su madre para despedirse; sin origen que le traía el viento.
algunas veces en el café habitual donde se reunía con sus dos
mejores amigas, algunas veces cocinando, otras haciendo Un descubrimiento cambió todo. No lograba acomodar sus
ejercicio y no pocas leyendo en la cocina donde la iluminación pensamientos al ver a su padre con otra mujer. Sus parpadeos
era mejor. Sin embargo, tenía grababa otra imagen de ella menos intermitentes y la sangre que bombeaba frenéticamente
tangible: en cada despedida la recordaba con esa constante su corazón, contrastaban con la inmovilidad de sus piernas,

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una sola imagen invadió las frágiles ventanas de sus ojos y
enmudeció totalmente.

Esa noche se acostó temprano y sin cenar. Descubrió el odio, la


impotencia, el dolor y la rabia. Y no sentía un mínimo arrepentimiento
por haber seguido a su padre unas calles colina arriba, cuando logró
definir como una mentira la excusa dada en una frase: “voy por el
periódico, tú apúrate que se anuncia lluvia”…

Su padre no sospecha en lo mínimo, y tampoco logra ver cómo


su hijo abre y cierra los puños, buscando fragmentos perdidos
de esa escena atormentada en su mente.

Regresan a casa.
¡Tiene otra mujer! -grita plantándose ante su madre, lo grita con
los ojos vidriosos por no dormir, lo grita y rompe el silencio del
hogar y ve cómo el rostro de su madre gira a verlo lentamente
mientras palidece.
Todo sucede en un momento eterno, sus hermanos, incrédulos
DE JAPÓN
ante lo que acaban de escuchar, sujetan con fuerza los lápices
sobre la tarea y voltean hacia su madre y la madre busca una
grieta en el techo donde anclar su mirada mientras traga saliva
estirando el cuello, el padre entra a la casa ajeno a todo, va
mencionando para él mismo el nombre de las frutas que ha
A TAURED
traído en una caja de madera y se acerca cada vez más a la
puerta donde está su familia. Silencio absoluto. BS FERNANDO BARBA
Con un ligero movimiento el joven gira y prepara una ofensa
dirigida a la puerta donde la sombra anuncia la entrada
inminente del padre…
No es otra mujer. Es tu madre -susurra ella.

Y él queda con una bocanada de aire en la boca mientras las


fuerzas abandonan su cuerpo y la almohada cae golpeando
suavemente el suelo. Ante el abismo inmenso provocado por las
palabras, enfoca la mirada y ve más allá del padre.

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N o sé qué hago aquí, ya es cerca de medianoche y me siento
muy confundido; no puede ser una broma, ni siquiera puedo
considerar que esto sea algún tipo de venganza. No me siento
apoyar en las labores de reconstrucción, así como hombres de
negocios que aprovechan el hambre que se tiene en este país de
volver a la normalidad y grandeza lo más pronto posible, lo cual
capaz de seguir tratando de entender este enredo que ni en mis genera muchas oportunidades.
pesadillas más creativas se me hubiera ocurrido.
Nací en Taured hace 52 años, en la capital que lleva el mismo
Me niego a creer que en un aeropuerto tantas personas estén nombre. Taured es un país muy pequeño en la cordillera de los
fingiendo, ya que es una área controlada por el gobierno, por lo Pirineos, entre los países de Francia y España.
que tanto el personal de aduanas y el de migración pertenece a
la seguridad nacional; ellos, además de perder su trabajo, serían Además de ser conocido como un refugio para los capitales
sujetos a un juicio y su gobierno podría enfrentar un fuerte conflicto extranjeros, debido a que somos una especie de paraíso fiscal.
internacional. En fin, ya transcurrió mucho tiempo y la situación no En estos últimos años, a causa de los conflictos que padecieron,
cambia; ellos no dejan de afirmar que Taured no existe. España con su guerra civil, y Francia por la ocupación Nazi y el
gobierno de Vichy, tuvimos una fuerte entrada de refugiados,
Me han interrogado durante 6 horas, han registrado todas mis entre ellos varios empresarios que optaron por quedarse a
pertenencias; además de mi pasaporte y boleto de avión, traía vivir en la tranquilidad y la excelente calidad de vida que tiene
conmigo mi licencia de conducir, yenes y unos cuantos francos y Taured. Esa filosofía de mantenernos neutrales nos ha permitido
marcos; todo me lo confiscaron. vivir en paz por alrededor de 1,000 años desde la creación del
principado; no contamos con ejército ya que hay un tratado con
Nadie sabe de mí... en el interrogatorio les proporcioné los datos nuestros vecinos de protección mutua, y si alguno decidiera
para que verificarán que soy una persona respetable de negocios; atacarnos también entraría en guerra con su vecino. Somos una
verificaron el dato del hotel en donde tenía mi reservación, especie de Suiza entre los dos países: a los dos les conviene que
llamaron y les dijeron que no había tal; marcaron a la empresa nosotros existamos.
con la cual venía en misión comercial y ellos afirmaron que yo
no tenía relación con ellos. Aunque mi pasaporte, de acuerdo a Cierro los ojos y le doy vueltas y vueltas a mis pensamientos para
los mismos oficiales de migración es original y los sellos de los encontrar algo que me recuerde qué pudo haber provocado esta
países que contiene igualmente, no pueden encontrar a Taured nueva “realidad”, recuerdo mis días como si fuera una película
en ningún lado. Traen un globo terráqueo y me piden que les entre mi última visita a Japón y este momento; ¿Qué fue lo que
muestre en donde queda mi país, les señalo un punto en ese hice diferente? ¿Qué pude haber hecho?
globo que tiene señalado como Andorra...
Entre mis recuerdos encontré el momento en el cual estuve de
excursión en la montaña de Bugarach, un lugar al sur de Francia,
Este es el quinto año que viajo a Japón, y mi tercer viaje en el
cercano a Carcasona, el cual es conocido porque ocurren cosas
año; es común que en el aeropuerto de Haneda seamos cada
extrañas. En mi caso, aparentemente, nada ocurrió, sólo una
vez más los viajeros de aspecto occidental. Han pasado nueve
sensación incómoda de sentirme observado durante todo el
años desde la gran guerra y muchos ingenieros vienen para

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recorrido. Uno de los compañeros dijo haber visto unas luces hacer guardia; me traen algo de alimentos, los cuales devoro y
extrañas por la noche cuando ya estábamos todos dormidos, después de unos cuantos minutos de estar acostado caigo en un
pero él fue el único que las observó, y como había tomado sueño profundo y reparador; el agotamiento es tal que no sé sí
bastante licor, no lo tomamos en serio. Otra de las leyendas me recosté ó me desvanecí.
locales es que esa montaña es un centro de energía y una puerta
para entrar a otras dimensiones... ¿Es eso lo que pudo haber Despierto y sigo en esta especie de pesadilla, rodeado por las
pasado? ¿Irrumpí en otra dimensión y hasta ahora me estoy mismas paredes decoradas con un azul pálido; estos japoneses
dando cuenta? saben aprovechar el mínimo espacio y parece que disfrutan
vivir de esa forma, siempre termino con golpes tratándome de
Viene a mi mente otro momento que creo podría tener relación, adaptar a sus construcciones. Me acerco a la puerta, quito el
esto ocurrió en mi viaje anterior a Japón en donde estuve en el seguro, salgo de la habitación y no encuentro a ningún guardia;
norte y visité el santuario de Kozuchi, en la ciudad de Otsuchi. tomo el elevador al lobby del hotel y escapo sin que nadie tome
Yo hablo japonés, lo he ido aprendiendo por mi trabajo y sobre nota de mi presencia; abordo el taxi pensando ir a mi Embajada
todo porque tuve una relación algo extraña con una viuda pero recuerdo que en esta realidad no hay tal, por lo que me
Japonesa en mi segundo viaje. En esta ocasión quise conocer dirijo al aeropuerto. Apenas llego y, a pocos metros de haber
este lugar que me recomendaron; llegué a Kozuchi y recuerdo ingresado, una persona de aspecto occidental vestida de negro
que lo primero que llamó mi atención fue un arco que estaba a se me acerca y me dice en francés: “Tome, se le cayó”. Estoy
la entrada, formado por dos fuertes columnas entrelazadas por sorprendido y confundido, no alcanzo siquiera a decir palabra;
otras dos vigas, una de ellas con la función de ser el techo en observo el portafolio que me entregó y al abrirlo descubro que
forma de curva similar a una canoa. Entre esas dos vigas hay un hay un pasaporte expedido por Andorra y un boleto de avión
pequeño travesaño vertical que las une, y según el guía estos para ese día con destino final a Barcelona. Volteo nuevamente
arcos tienen la función de marcar la frontera entre un espacio y buscó alrededor a esta persona, ya no se encuentra; decido
sagrado y el espacio mundano ó profano, es decir, la entrada a pasar el control y logro llegar al asiento del avión sin ningún
un portal o una realidad sagrada... será que al cruzar uno de esos contratiempo.
espacios... ¿se entra en otra existencia, un mundo paralelo? Lo
único que sé en estos momentos es que algo ó alguien está fuera ¿Quién era esa persona vestida de negro? ¿Cómo sabía de mi
de lugar y en este caso todo apunta a que ese alguien soy yo. situación? Y lo más intrigante: ¿Cómo obtuvo esos documentos?
Me hace pensar en que hay alguien ó alguna especie de grupo
Después de otras dos horas de interrogatorio por fin se apiadan controlando los sucesos, haciendo el trabajo sucio de mantener
de mí; me dicen que al día siguiente continuarán revisando mi creíble lo que llamamos realidad; es muy extraño.
situación y en tanto eso suceda van a permitirme descansar,
por lo que varios oficiales de migración me escoltan a un hotel El vuelo transcurre con una normalidad inquietante; no logro
cercano al aeropuerto. Allí, soy alojado en una habitación en conciliar el sueño; pasamos por un grupo de nubes de tormenta,
el piso nueve que sólo tiene una ventana en el baño por la unos destellos ingresan por la ventanilla y me encandilan, el
cual es imposible salir, dos oficiales se quedan en la puerta a resplandor ilumina todo el interior del avión, los pocos que

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venían durmiendo se despiertan, me repito: “es sólo una
tormenta” y mi respiración poco a poco se va tranquilizando; no
dejo de pensar en que todo va a estar bien.

Me asignaron un asiento de pasillo y no puedo observar el


momento de aproximación al aeropuerto. Me encantaría estar
contemplando la ciudad de Barcelona, uno de los lugares más
fascinantes del mundo; en Taured no tenemos aeropuerto, y el
aeropuerto internacional más conveniente es el de Barcelona
que se encuentra a más de tres horas en autobús.

Una nueva interrupción en el sonido del avión, la aeromoza


anuncia que nos preparemos para el aterrizaje, mi corazón
está a la misma velocidad del avión, aterrizamos y el capitán
anuncia: “Bienvenidos a Barcelona”. Bajamos del avión, algo no

ARMANDO
está bien, la gente viste de una forma extraña y le hablan a unos
aparatos pequeños. Me acerco a uno de los mostradores de la
aerolínea y pregunto a una persona si sabe algo sobre Taured, y
me responde que estuvo allí hace unos dos años.

Ahora estoy en el lugar adecuado, sin embargo esta no es mi


época; no puedo dejar de pensar: ¿Cómo podré regresar a casa?
Volteo hacia arriba implorando ayuda, bajo la mirada y observo
como un hombre vestido de negro camina hacia mí...
CULATA
MARISABEL GALLASTEGUI

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L a voz de Armando me llega por detrás como aire fresco en
medio de la tediosa espera. Llevo formada más de media hora
sin avanzar en el centro de servicio Telcel.
pokarito con Ulises, Tulio, y el nuevo del compadre del licenciado.
Dicen que viene de Estados Unidos, ha de ser amigo de Efrén, el del
embajador. Pero ya se va a ir, sí, quesque le ofrecieron una chamba.
–¿De escolta o chofer? –Pregunta el compañero.
Por su tono lo imagino policía de tránsito en su día libre: timba –No, de escolta, que le iban a dar dieciocho mil varos, ah, pus es
taquera, olor a fritanga y chamarrita color beish. Parece instruir lo que nos van a pagar, ¿no? Así dijo el licenciado.
a su pareja sobre las mordidas que nos quitan a todos los que –Pssss, híjoles, ¿qué hago?, tengo que ir por el traje del señor,
tenemos la suerte de escuchar el “oríllese a la orilla”. pero esta cola no avanza.
–Mira, mano, debes ser prudente, no pendejo. La próxima –¿Y a qué hora tiene que estar allá?
vez dile al capitán eso que me dices, que Pedro no te hace las –A las seis y ya son las cinco y media. No, sabes qué, mejor
cuentas claras. Pídele las notas, porque aunque te diga que lánzate por el traje no vaya a ser que lo vaya a necesitar ahorita,
luego te las da, luego no te las da; el capitán se enoja contigo y échame el paro. Trabajo en equipo.
la mera verdad es problema de Pedro, no tuyo. Si no hablas te
vas a meter en broncas. Hazme caso, yo sé lo que te digo. –El Es chofer con aspiraciones de guarura o guarura convertido en
compañero le da la razón y Armando le sigue dando consejos y chofer y amo de llaves. Me lo imagino limpiando el juego de plata
ejemplos. Me recuerda a Cantinflas. y sacando a pasear a los perritos chihuahueños de la señora con
–Ya sabes cómo son las cosas aquí. Hay rangos…. su look de hombre rudo.
–¿Oye y sabes cuál es el traje que vas a recoger?
Ah, no es policía. Pertenece al ejército: pelo corto bien recortado, –Sí, el azul.
botas lustrosas, oliendo a jabón y actitud de firmes. –El Hugo Boss. –Lo corrige.
–Pero ya ves cómo es esto. Nos necesitan. Si no, quién los cuida.
Quién no sabe la diferencia entre un traje azul y un Hugo Boss;
Pienso si en el ejercito habrá mordidas. Qué tal si se confabulan es chofer con aspiraciones de patrón. El compañero lo deja solo.
para secuestrar y de esta manera abrir el mercado de elementos –Hola, mi amor, ¿hace cuánto tiempo que no te hablaba, como
de seguridad personal con unos sueldotes que jamás se ganarían media hora verdad?. Ya subiste a la negra… No, ntons pérame
de otro modo. que llegue o dile a Jesús que te ayude.
–No, ya ves lo que dice el licenciado, el otro día estaba bien
enojado, le estuvo marque y marque y no le contestaba y Armando tiene un lado tierno y mandilón: Me lo imagino todo
gritaba: ¿Pues qué, trabaja para mí o qué?. ¡Para eso le pago! un padre de familia. ¿Quién será la negra? ¿La bebita, la suegra,
Estaba bien enojado. la cocinera, la suegra de la señora o la perra?
–Bueno te mando un beso… te mando un besote… un besote y
No creo que sea militar, ha de ser guarura: alto, fuerte, lentes oscuros, te lo pones donde más te guste… Y hoy, te toca… Llego noche.
radio, traje negro y cara de matón. ¿Quién será el licenciado? ¿Será Adiós, gorda–. Y ahora picarón, cachondo y jarioso. Hasta roja
un político, un empresario, Joaquín López Dóriga? me pongo. Nuevamente otra llamada.
–Oye, qué buena se va a poner la boda, ahí nos vamos a echar un –¿Bueno? gorda, voy a salir muy tarde hoy.

92 Endira escritores Mariposas de humo 93


Qué raro, cómo cambió de tono, pues hay de tonos a tonos volteo, me estiro, me doy la media vuelta y me topo con un
para decir gorda. La primera vez era un gorda te quiero comer; y hombre de unos cuarenta y cinco años, pelo canoso, raya en
ahora parece “cómo estás gorda”, gorda. medio, traje verde pistache con chaleco de tres botones, le
–O no qué gorda… Y mañana los méndigos tienen otra boda así queda ajustado, no es muy alto, ni muy gordo, pero no podría
que mejor no me esperes… pero p`s ya que le hacemos, como imaginármelo como un guarura. Tiene corbata de regimiento a
dices, tenemos que trabajar… si no es que no quiera, no puedo… rayas verdes. Zapatos negros sin lustrar, se le ven los calcetines,
Drama familiar. pie pequeño. Me cacha mirándolo y me coquetea. Me lo
–¿Ya ves?, ya vas a empezar con tus cosas… oh, que la canción… merezco por chismosa. Tiene mirada de facineroso, de esos
está bien, ya no te he dicho nada, olvídalo, sí, sí, olvídalo. Adiós. que te encueran con la vista. Mientras me sonríe veo que en
su mano tiene un celular rosa, el mismo que el licenciado y su
Entonces hay dos gordas. Condenado cabrón, conque pinta esposa mandaron a sus chóferes escoltas a formarse en la fila de
cuernos y yo ahí como testigo de su infidelidad y sus mentirotas. Telcel para que se lo arreglaran a la princesa de doce años. Fue
¿Quién será la negra? ¿Será la hija ilegítima con la otra “gorda”? una fila que no sirvió de nada, sólo para que yo conociera las mil
y una caras de Armando Culata. ¿Quién será la negra?
El celular le suena. Con voz melosa le dice: “¿Qué pasó Gorda?”,
es la Gorda uno, la del besote en donde más le gustara. Silencio. Como agradecimiento a todas aquellas personas quienes le
Armando va diciendo ajá… ajá… Y con cada ajá su tono se va han guardado el lugar en una fila, a las que lo han respetado
transformando, puedo sentir una tensión en el ambiente. sin meter como que no quiere la cosa al compadre y su familia,
–¿Entons, no quieres que me quede ahí contigo? ¿Qué siempre a las que con paciencia la han esperado en la cola del super
qué?… ¿Cuál ejemplo? ¿Por qué llegue de madrugada y me vaya a cuando llegando a la caja se le ha olvidado algo, pero sobre todo
las diez de la mañana?... Lo que pasa es que le haces caso a lo que a aquellas que le han hecho menos tediosas las horas de espera.
te dicen tus familiares… Ya sé por dónde vas… Confirmo las cosas, Gracias por sus conversaciones que le han servido para imaginar
está bien. No te preocupes. Estás empezando. La primera cuestión mil y un historias y desenlaces. Gracias por sentir y hablar como
de nuestros problemas… No te he propuesto nada… Cuando pueda que nadie los ve, como que nadie los oye, pues el resto de los
te echo un grito… No, mi amor… Bye… Quiero pensar que alguien encolados les hacemos creer que hacemos cómo que no los
se queda ahí por eso no quieres que me quede… vemos, cómo que no los oímos. Y aunque quisiéramos darles
nuestros puntos de vista y compartir su plática disimulamos,
Como el perro de las dos tortas gordas. Lero, lero, pero pobrecito. guardamos silencio y ponemos cara de “estoy pensando en otras
Cuelga y da tremendo suspirote. Sólo le falta el violín para su cosas”. Que curiosidad han de sentir los sacerdotes confesando
drama telenovelero. Otra vez le suena el celular. en el confesionario. ¿Quién será la negra?
–No, hay un chingo de gente… ¿Ya salió la señora? ¿Dónde estás?
¿Qué hago? Órale pues. Adiós.

¡Se va a ir Armando! Siento pena pero no puedo resistirme,


tengo que ver su cara. En una actitud teatral hago como que

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UN
SECRETO
BIEN
GUARDADO
INÉS RÉCAMIER

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E l teléfono timbró casi a la media noche, en un sombrío siete
de octubre. Mi suegra, Alma, anunciaba enérgica: “A Nicolás
le dio un infarto; mañana nos vamos por él”.
Mi esposo y su madre viajaron para traer el cuerpo; tardaron
más de dos semanas en volver. La noche que aterrizaron,
pidió que nos reuniéramos en el velatorio: sus hijos, nueras y
yernos. Francisco y yo nos adelantamos para recibir el cadáver
Nicolás, mi suegro, fue un apasionado de la literatura cuando e identificarlo. Llegamos al lugar casi a media noche; había
residía en la ciudad, disponía de una biblioteca muy grande: poca gente. Un hombre nos guió hasta el cuarto donde la caja
estantes repletos con historias de vampiros y cuentos aguardaba. Mi esposo levantó despacio la cubierta y dio un paso
alucinantes; novelas de culto, obscuras y enigmáticas. Hacía tres atrás. Nicolás vestía un traje negro, el cuello de su camisa no
años que vivía en una casona vieja, cerca de un monasterio al estaba abotonado y se levantaba. Sus ojos azules contrastaban
occidente de la ciudad de Burgos. Por las tardes, cuando volvía más que nunca con el color sin vida de la piel embalsamada y
del trabajo, encendía la chimenea y reposaba pensativo en el maquillada -por demás-, para contrarrestar los estragos de la
sillón reclinable, al centro de la sala principal. Nadie sabe qué autopsia. El cabello, relamido, se percibía gomoso y estirado.
tantas nociones le ensimismaban. Pero lo más impresionante eran los colmillos, que asomaban
atrevidos por encima del labio inferior.
Una mañana de invierno, comíamos con la familia cuando
Nicolás preguntó a cada uno de sus hijos si les habría prestado A espaldas, Alma, oculta detrás de una columna, rezaba...
algún libro. Las novelas desaparecían gradualmente. Mi esposo
Francisco y yo, recordamos a Alma guardando bolsas de basura En el nombre de San Cipriano y por la potestad
en la parte trasera de su auto. de los espíritus superiores, absuelvo el cuerpo
para que sea libertado de todos los malos
“No necesito ayuda, esta vieja puede sola”, exclamó cuando hechizos, encantos y sortilegios... En el nombre
nos acercamos para asistirla con los paquetes que arrastraba de San Cipriano y por la potestad de los espíritus
jadeante hasta el coche. superiores... En el nombre de San Cipriano...*

Ni mi esposo ni yo mencionamos lo sucedido. Advertí, entonces, la mueca consternada en el semblante de mi


suegro.
Tiempo después, Nicolás relataba: “Descubrí a Alma metiendo
bolsas de basura en la cajuela del coche. ¡Bolsas atiborradas con *EL LIBRO DE SAN CIPRIANO ES UN LIBRO DE MAGIA
mis libros!”. RITUAL DEDICADO A LA MAGIA NEGRA, AUNQUE GRAN
PARTE DEL MISMO SE DEDIQUE A LA MAGIA BLANCA.
Ella sacaba uno cada día, y una vez al mes los arrojaba en el
terreno vacío que estaba a pocas cuadras: “¡Se acabaron las
herejías y los vampiros!”, la escuchamos gritar, enfurecida. “¡De
aquí en adelante, no más perversión en mi casa!”.

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EL CANTO
DEL
QUETZALLÍ
ANALÍ CAMZ

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KUK El quetzal es un ave de bravura, es un animal de mucho coraje
y valentía. Considerado también como el ave más bella, casi

R emotas leyendas mayas aseguran que en la mañana en que


los Altos señores del Alba crearon el mundo, los vientos,
soplando en círculos mágicos sobre la cimera de un árbol de
paralelamente en hermosura, también era considerado el colibrí.

TS’UNU’UM
guacayo, condensaron su espíritu y que del remolino de las hojas
verdes azules, como una flecha, voló el primer quetzal.
L os mayas más viejos y sabios cuentan que los Dioses crearon
todas las cosas en la Tierra y al hacerlo, cada animal, cada
árbol y cada piedra le encargaron un trabajo. Pero cuando ya
En la antigua Mayapán, donde el árbol de la Ceiba crece hasta habían terminado, notaron que no había nadie encargado de
no poder ver el límite con las nubes, donde el cielo se pinta de llevar sus deseos y pensamientos de un lugar a otro.
multicolores azules, allá, en el Mayab, lo que hoy en día es
Yucatán surgió esta historia. La liga del Mayab, fue un tratado Como ya no tenían barro ni maíz, tomaron una piedra de jade y con
de paz firmado entre los gobernantes de los imperios de ella tallaron una flecha muy pequeña. Cuando estuvo lista, soplaron
Uxmal, Chichén Itzá y Mayapán. sobre ella y la pequeña flecha salió volando; ya no era una simple
flecha, ahora tenía vida, los dioses habían creado al primer colibrí.
El rey Hunacc Ceel tenía a Sac Nicté “Blanca Flor” su joven y bella
hija. Todo Mayapán la quería y la seguía mucho. Se dice que Canek fue Rey de la gloriosa y majestuosa gran ciudad de
esta princesa salvo una vez la vida de un pequeño que estaba a Chichén Itzá. Canek era un joven y valiente guerrero. Había
punto de ahogarse, pero Sac Nicté, sin que los demás la notaran, luchado en muchas batallas, trayendo siempre gran orgullo a su
saltó rápidamente a la cascada para rescatarlo, arriesgando así, pueblo. Canek, desde muy joven había aprendido a cazar, había
su propia vida. Sac Nicté admiraba, más que otra cosa, a los comenzado a aprender con jabalíes, pero a lo que el joven rey le
venerables. A los ancianos del pueblo. gustaba cazar era el más temido animal de la región: el “Balam”.

Sac Nicté, ayudaba cuando su padre se lo permitía, a los ancianos. “Balam”, fiera indomable de color atardecer y manchas, el jaguar,
Ya había aprendido las propiedades curativas de las plantas, a orar éste había sido siempre su presa favorita. Canek solía decir a los
y a hacer buenas Casas de los Dioses. Los ancianos dicen que a más jóvenes guerreros, que si podías enfrentarte a un Balam
Hachakyum le gustan éstas Casas para rezarle y que cada vez más sin armas ni ninguna protección más que tus manos y podías
los jóvenes olvidan como hacerlas. Para los mayas, la destrucción acorralar tanto al animal que terminara huyendo, lo atacases o
del quetzal estaba prohibida bajo pena de muerte, cuyas plumas no, perderías el miedo a la muerte para siempre, dado que ya la
como el cacao servían de moneda para el trueque y comercio. habías enfrentado, y esta vez habías ganado.

El plumaje de esta ave era precioso; siempre usado para adornar El príncipe se convirtió en rey al cumplir veintiun años. Ése día
y embellecer, pero se dice, que la verdadera razón de tan valioso volvió a ver a Sac Nicté después de muchos años de no verse y
animal es que aún posee el espíritu de los dioses. se enamoró profundamente de ella.

102 Endira escritores Mariposas de humo 103


Los tres reyes del imperio solían reunirse con frecuencia, para U’UY U TSOL LE NOHOCHILOBO’
ver comercio, celebraciones importantes y posibles enemigos. OYE EL CONSEJO DE LOS MAYORES

E
Ulil, heredero de Uxmal. También era un valiente guerrero, l rey de Chichen Itzá estaba devastado. ¡No sabía que hacer!
siempre que había batallas él se hacía participe, y no sólo eso, Se debatía entre ir a Mayapán y confesarle a Sac Nicté su amor,
sino que se hacía inolvidable. Ulil era conocido como el gran o invadir Mayapán y así poder secuestrarla o bien, enfrentarse a
vengador, gustaba alegrar a los Dioses mediante sacrificios. muerte con Ulil en Uxmal.

Ulil era hombre de poder, y a diferencia de Sac Nicté que era Ésa noche, después de no haber soñado por más de 40 días, en
admirada por su nobleza, el era temido por el pueblo. Pocos su sueño él estaba en la selva, en un campo de flores, todas eran
hombres habían desagradado a Ulil y aun vivían, tan pocos que de un color amarillo, excepto una, entonces, llegó un aluxe y le
no puedo mencionar ni a uno sólo. dijo: “Su alteza, la flor blanca está esperando por ti, ¿Acaso vas
a dejar que otro vaya a arrancarla?” Entonces Canek despertó y
Ulil, Canek y Sac Nicté se conocían ampliamente, dado que se supo que tenía que ir con los ancianos. Canek fue ante ellos y les
conocieron cuando eran niños. Canek y Sac Nicté habían convivido preguntó lo único que en verdad importaba.
más entre sí que con el heredero de Uxmal, dado que éste por ser
más grande, no desperdiciaba su tiempo intentando atrapar monos “Ancianos, vengo ante ustedes, como guías espirituales que
o víboras, ni disfrutó nunca de las historias que los ancianos les son de todos los Itzaes, necesito me digan una sola cosa, ¿Es
gustaba contar a los otros dos, y al crecer, Ulil, a la edad de catorce que Sac Nicté ama al príncipe de Uxmal?” Los ancianos, se
años ya había ido a su primera batalla, dándose cuenta, de que él miraron unos a los otros y le contestaron: “¿Es que su Alteza
tenía el poder de quitar vidas, así como los Dioses, mientras que los desea saber la verdad, aun cuando esta le traiga sufrimiento?”,
otros dos, de doce y seis años, disfrutaban de nadar en una poza o a lo que el príncipe les contestó con un rotundo “Sí“. Y los
tirarse desde lo alto de una cascada. ancianos volvieron a preguntarle: “¿Aún cuando la verdad
pueda llevarlo hasta la muerte?”, y Canek continuo: “Debo
Cuando Canek volvió a reencontrarse con Sac Nicté el día saberlo, de lo contrario me estaré muriendo lentamente”.
de su coronación; no soñó más, ya que sus sueños los había Los ancianos lo consultaron entre ellos, invitando al rey a
reemplazando el recuerdo de la bella princesa. sentarse y a escucharlos.

Canek después de meditarlo cuarenta lunas, decidió ir con Ahí lo supo, que el día que fue coronado rey de Chichén Itzá, el
Hunacc Ceel para pedirle la mano de su hija; pero cuando Canek príncipe Ulil le había pedido la mano al rey Hunacc Ceel. Y en
estaba a punto de partir a Mayapán al amanecer al día siguiente, cuanto éste le aviso a su hija, Sac Nicté rompió en llanto, pues
llegó un mensajero con una carta del rey, invitándolo a la boda ella estaba enamorada del príncipe Canek hacía mucho tiempo.
de su hija, Sac Nicté con el príncipe Ulil de Uxmal. Canek, con los
ojos encendidos de odio, no tuvo más que decirle al mensajero Su padre le había ordenado que se casara con Ulil, y ella, no iba
que ahí estaría. a desafiar a su rey.

104 Endira escritores Mariposas de humo 105


LE KÍIMILO’OB U XUUL TULÁKAL MUK’ OLAL. Entonces Canek suplicó a los dioses salvar la vida de su amada
LA MUERTE ES EL FIN DE TODO SUFRIMIENTO. Sac Nicté y a sus Itzaes.

L legó el momento de partir hacia Mayapán, en tres días y Y entonces, se oyó otro grito desesperado, pero esta vez fue de
cuatro lunas sería la boda. Sac Nicté porque no quería vivir sin él.

Al llegar a Mayapán, Canek fue en busca inmediatamente de la Los ancianos le preguntaron al rey, haciendo caso omiso de la
princesa. Aun faltaba un par de horas para la boda, Canek buscó princesa “¿Realmente se entregaría a los dioses por ella?” y
tener un minuto a solas con la princesa, y justo antes de empezar entonces Canek tomó a Sac Nicté entre sus brazos y susurrando
la ceremonia lo consiguió. le dijo: “Mi amor por ti es tan eterno como el jade”.

Se acercó a la princesa y brevemente le dijo: “Sac Nicté, he Le kéen anchajak u jaajil, yaakunajilé, le
venido para llevarte conmigo, yo también estoy enamorado de puksi’ik’alo’obo ku ya’ax chich huntal
ti y detendré tu boda si así lo deseas”. Sac Nicté estaba feliz de Cuando el amor es verdadero, los corazones son de jade
verlo y de saber que su amor era correspondido.
Los ancianos consultaron a los dioses en el temazcalli. Y los
Al momento de la ceremonia, Canek y sesenta de sus guerreros dioses volvieron a darles un mensaje. Le dijeron al rey, que
impidieron la boda y así él tomó a la princesa. su pueblo podría escapar si todos huían ése mismo día, pero
que su imperio se desvanecería. Que ésa misma noche vendría
Al volver a Chichen Itzá, un aldeano le dijo al rey que los ancianos Ulil y Hunacc Ceel para saquear la ciudad e incendiar todo a su
estaban muy ansiosos por verle. paso, y claro está, los matarían a ambos por la deshonra que
habían hecho.
Canek llegó hasta ellos de la mano de la princesa. Los ancianos
los vieron y se miraron entre sí con preocupación y los invitaron Canek estaba furioso. “¡¿Que he hecho?!” gritaba una y otra
a ambos a sentarse. vez. Estaba desesperado, había guiado a su gente al exilio
para poder sobrevivir. Estaba ansioso y preocupado, así que
“Su alteza, tenemos malas noticias. Hemos consultado a los finalmente decidió que él entraría en trance para hablar con
dioses y se manifestaron y tienen un mensaje que darle: Nos los dioses.
hicieron saber los Dioses, que, por lo que acaba de pasar se
desatará una guerra en la que no sólo usted morirá, con ello, Preparó su ofrenda para agradar a los dioses y los ancianos
morirá la princesa y morirá con ello esta gran ciudad.” prepararon el temazcalli para él, lo vistieron con la piel de
“Balam”, y entre cantos, rezos y peyote el rey Itzae entró en
Canek gritó con desesperación, puesto que no entendía ¿por qué los trance y vio de frente a tres de ellos, Kauil; Dios del fuego, Ix U,
dioses le harían esto a Halach uinik? A él, que había sido designado la diosa del Amor y a Yum Cimil, Dios de la muerte. Se arrodilló
por ellos, a él que tanta sangre había derramado por su imperio… ante ellos y les suplicó su piedad para él y su amada.

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Los dioses le pidieron a Canek que mostrará su corazón, y él cuchillo en su abdomen, no sin antes decirle a Canek lo siguiente:
así lo hizo, demostrándoles que lo que decía era verdad. Él la “Te veré en la otra vida mi amor”. Y Canek se despidió diciéndole:
amaba y haría todo porque su amor sobreviviera, si no era en “Cuando renazcamos” y entonces él se clavó su cuchillo.
esta vida, después de pasar por el Xibalbá, al volver a reencarnar
en la Tierra. Cuando el rey Hunacc Ceel y Ulil llegaron a Chichen Itzá con su
ejército, encontraron la gran ciudad vacía, y así, los guerreros
Los dioses decidieron hacer algo más, porque de lo contrario, enfurecidos de no ver a nadie para saciar su venganza, decidieron
estaban condenados a sufrir una y otra vez su separación y saquear y quemar la ciudad.
muerte. Finalmente el dios Kauil le explicó que es lo que tenía
que hacer y así Canek salió del trance y se preparó para hacerlo. Cuando un guerrero le dijo al príncipe Ulil que la pareja estaba
muerta, pidió que se bajaran los cuerpos y que se quemaran con
Le contó de inmediato el plan a su amada, y ella aceptó lo demás.
enseguida. Ella también sabía que esta era su única oportunidad
de sobrevivir y de amarse por siempre. Al quemar los cuerpos, ninguno de los presentes vio que la
princesa tenía entre su ropa, al lado de su corazón la cuenca de
En cuanto juntaron lo que los dioses les habían pedido, hicieron jade, y el rey, aún poseía la flor blanca entre su puño. Y con el
su ofrenda en la cúspide de la pirámide de Chichén Itzá, no sin último ingrediente: el fuego, del humo nació una nueva criatura,
antes desearles buen camino a los ancianos, quienes guiarían a tan pequeño como un colibrí, pero tan majestuoso y valeroso
los Itzaes a un lugar seguro. como el quetzal, con ojos pequeños y un pico largo, con un
plumaje tornasol que se camuflaba en el viento y en el pecho,
Una vez en la pirámide comenzaron el ritual, hicieron un una marca roja en forma de corazón.
pequeño fuego y quemaron copal, enseguida, entregaron como
sacrificio a un quetzal macho y un colibrí hembra. Los dioses habían creado al único Quetzallí.

Y con la poca sangre de estas aves preciosas, Sac Nicté empapó QUETZALLÍ
la cuenca de jade y Canek vertió unas gotas de la sangre dentro
de un botón de una flor blanca.

Cuando estuvieron listos, justo antes del anochecer, aún estando


N o podía haber sido de otra manera, le habían dicho los
dioses; si no los ayudaban, indudablemente los encontrarían
y matarían.
en la cima de la pirámide, pudieron ver que el ejército del Rey de
Mayapán y Uxmal estaba por llegar. Se dice, que el dios Yum Cimil le había dicho a Canek que no
podía transformarlos a cada uno en un animal, porque cuando
Se apresuraron, puesto que debían de hacerlo antes del eso pasa, muy pocas veces la pareja se reencuentra, puesto que
anochecer y les quedaban unos cuantos minutos solamente. Sac es difícil hacerlo cuando no se recuerda la vida anterior; y es
Nicté fue la primera en entregar su vida a los dioses, clavó un por eso que a la diosa Ix U se le ocurrió algo jamás antes hecho,

108 Endira escritores Mariposas de humo 109


algo que desafiaba las leyes de la naturaleza, algo que los dioses
no estaban seguros que funcionaría, pero tenían que intentarlo
para salvar el amor verdadero que sentía la pareja:

Transformarían a los dos seres en uno solo; tomarían a dos


criaturas para transformarlas en una sola, una sola alma;
fusionándola así para poder sobrevivir.

Y los dioses le permitirían vivir al Quetzallí hasta el fin de los


tiempos, con la condición que usara su canto para llevar deseos
de amor ante ellos.

Cuenta la leyenda que pocas veces se ha visto a este mítico

FUTURO,
animal, pero dicen, que si en la cúspide de la pirámide de Chichén
Itzá justo antes del atardecer pides un deseo por encontrar o
recuperar tu amor verdadero, saldrá el Quetzallí y con su suave
canto llevará tu deseo ante los dioses, para ver, si ellos también

GRAN
se apiadan de ti.

ANALÍ CAMZ

FUTURO.
Nació el 9 de abril de 1987 en Hidalgo. Se graduó
como licenciada en Gestión Turística en el 2010
en Aguascalientes. Pasó un año viviendo en
Bélgica como intercambista por parte del Club
Rotario cuando tenía diecisiete años.

Entre sus pasatiempos esta el cocinar, viajar, CESAR ZETINA PEÑALOZA.


la danza contemporánea, ver películas y leer.
Actualmente se dedica a la hotelería en el estado
de Chiapas.

“Pasaporte de vida” es su novela.

110 Endira escritores Mariposas de humo 111


O dio esta situación, odio esta época y a las personas que provocaron ¿Estaría aquí, en la esquina de mi casa, apuntado con el arma que
esto y me odio más a mí por hacerlo. No tengo idea de que año sea, tengo en la mano justo en mi sien? No aguanto esta gran presión.
ni siquiera el mes o día. En mi casa no hay ningún aparato electrónico
para consultar la fecha; no existe en ninguna de las casas del lugar desde Recuerdo como era todo antes de esto: Regresaba todos los días
que ciertas personas vieron un lado oscuro de las herramientas de mi trabajo cansado y harto de armar aparatos y maquinas,
que utilizábamos. Comenzó como un golpe terrorista, accidentes tanto que solo quería descansar por diez horas seguidas; pero
provocados por una tostadora o simples aparatos domésticos. Estos no lo hacía por mis hijos, ellos eran grandiosos, ponía cara de
sucesos se olvidaban poco a poco cuando agentes de diversos alegre y que deseaba jugar. Todo para darles mi tiempo a ellos.
gobiernos encontraron una modificación en las herramientas. Abrazar a mi esposa, besar sus dulces y hermosos labios rojos,
Como todo gran secreto, lo guardaron por un tiempo, hasta que tocar su espléndido cabello y precioso rostro.
ya no se pudo contener el globo que llenaban. Una nueva guerra
comenzó porque diferentes sujetos querían imponer sus ideologías Todo iba demasiado bien hasta que ese maldito día llego. Sabía
y destruir a las demás. Hasta en un momento muchos pensaron lo que hacía, el dinero que ganaba era lo suficiente para darles
que el gran avance de la tecnología iba crear el cataclismo en el una buena vida, yo sabía todo acerca de esta catástrofe, pero no
mundo de los humanos, y resultó ser que el mismo provocó el me detuve, no pensé que esto podía llegar a más.
golpe letal. Con esto se dio el próximo paso de la incertidumbre
de las pocas personas buenas que confiaban en la gente, con cada Hoy me doy cuenta de que lo que me sucedió hace unas horas
minuto que pasaba, alguien moría, niños lloraban y pataleaban me lo merezco. Conocía el fin para el que estaban hechas esas
para que personas malas no les hicieran daño; además la gente se máquinas. Y esos últimos momentos con mi familia regresan a
despedazaba entre ellos para ver que tanto daño se podían hacer. mí como castigo. El hecho transcurrió en la madrugada cuando
estaba con mi familia en la sala; mis hijos estaban en el sillón
Tiempo después de la declaración oficial de guerra, el espacio acostados durmiendo, me levante y los llevé a su recamara,
geográfico cambio por completo: los animales desaparecieron y regrese a la sala con mi esposa.
la población cada vez era menos. Al grado de inventar soldados –¿Crees que vuelvan con otro bombardeo? –preguntó mi esposa.
autómatas: simples robots comandados por una computadora –No, es muy difícil que vuelva a suceder –dije tratando de
en instalaciones seguras; mientras todos los demás nos pudrimos tranquilizarla– ¿Quieres dormir?
en nuestras casas a la vista de cualquiera. –No confío mucho, tengo en mente que si nos vamos a dormir,
algo malo pasará.
Ahora mismo pienso: ¿Cómo sería si hubiera dado media vuelta –Te entiendo, –me acerqué a ella y la abracé– duerme, yo haré guardia.
y olvidar este enajenado sueño? ¿Porqué haber cambiado Mi esposa accede, me da su confianza plena y se acuesta en
nuestro ego de crear estas herramientas sin ningún prejuicio la cama. Yo me quedo en la sala escuchando, concentrado en
detrás de ellas y confiar en algo que no es un ser vivo? el mundo de afuera. Pero el sueño me lo impide y mis ojos se
cierran, cuatro días sin dormir había superado.
¿Seguirían vivos mis hijos? ¿Volvería a ver los hermosos ojos Cierro los ojos justo cuando la casa tiembla fuertemente,
de mi esposa? ¿Tendría a mis padres y a mis amigos conmigo? escucho un grito agudo que proviene del cuarto de mis hijos.

112 Endira escritores Mariposas de humo 113


Corro lo más rápido que puedo, observo la horrible escena, me
doy cuenta que es tarde. Mi esposa llega rápido, se acerca un poco
al lugar y pega un gran llanto. Una bomba cayó en el techo donde
dormían mis hijos y el impacto de la bomba creó, en reacción, que
el techo cayera. Mi esposa cae al piso y me agarra la pierna.
–Ya no tengo un porqué para vivir –dijo tristemente.

La miro, aunque no podía aguantar el impacto de su rostro.


–Hazlo –dijo quitándose las lágrimas.

Nunca pensé que tendría que hacer eso, camino a la cocina y de


uno de los cajones tomo el Plan B. Regreso con ella y apunto a su
cabeza, ella se acerca al cañón, a mí me tiemblan las manos de lo

FELIPA Y
que pensé ocurriría, me inclino un poco y le digo:
–Te amo.

La pistola se dispara. Siento un gran agujero en el estómago.

LA CALLE
Quisiera matarme, pero soy muy cobarde, camino hacia las
camas de mis hijos y saco los cuerpos de entre todos los
escombros y los pongo en una pared sentados. En la esquina
del cuarto acerco a mi querida esposa y me siento, coloco su

OSCURA
cabeza cerca de mi hombro y acomodo su rostro para que
simule observar a mis hijos. Coloco el cañón pegado a mi sien y
sigo esperando un impulso.

De pronto escucho balazos fuera de la casa, aunque en realidad


no me importan, hasta que oigo voces de algo, me levanto y
acomodo a mi esposa en su lugar con las manos cruzadas.
–Ya vuelvo –le digo. NANCY ALCALÁ
Camino hacia la esquina destruida del cuarto y observo a unos
soldados armados, maquinas. Camino lentamente observando
los cuerpos inertes de mis hijos y mi esposa. Paso por la sala y
abro la puerta, salgo, cierro y camino hacia ellos, me paro frente
a uno y los demás robots solo me observan.

114 Endira escritores Mariposas de humo 115


Y a nadie se acuerda como empezó todo. Pero aún se sigue
escuchando a la gente hablar de lo que pasó aquella noche
de octubre cuando no se volvió a ver a Felipa y a sus hermanos.
Esa tarde de entierro sólo Alfonsina lloró y eso porque ya tenía
hambre. Felipa no tuvo tiempo entonces de extrañar a su mamá.
Justo al día siguiente se salió al campo con los hermanos dentro
de un carrito que su amigo Carlos le había regalado. El carrito era
Felipa era una chiquilla del pueblo. Era muy alta a sus quince años un gran huacal con cuatro ruedas y una gruesa cuerda con la que
y su piel siempre lucía tostada, porque desde que amanecía hasta Felipa jalaba para todos lados a sus hermanos para que no se
que anochecía se la pasaba en el campo o vendiendo de casa en quedaran solos. Empezó quitando de los sembradíos la cizaña. La
casa. No tenía mamá y si acaso tuvo papá no lo recordaba. Vivía gente del pueblo la quería mucho porque no era quejumbrosa y
en un jacalito junto a sus hermanos menores: Alfonsina y Efrén. siempre andaba sonriendo y soltando picardías. Nunca la vieron
Alfonsina tenía siete años y Efrén ocho. Su mamá los tuvo y así llorar. Nunca la vieron pedir limosna. Los pocos centavos que las
como salieron le fueron entregados a Felipa para que los cuidara. La personas le daban por los trabajos que les hacía, los gastaba en
chamaca tenía tan sólo seis años cuando en sus brazos cayó Efrén. leche de vaca para sus hermanos y huevos y tortillas para ella.
Una bolita de carne muy peluda que no cesaba de llorar. Como Nunca dejó que le dieran dinero si antes no hacía algún encargo,
pudo lo obligó a tomar leche hervida de vaca y aunque el niño tuvo o lavaba trastes o arrancaba cizañas con la mano.
diarreas los primeros días, se acostumbró pronto al grueso líquido.
Pesaba tanto que a duras penas lo podía bañar. Como a ella nunca El cura del pueblo se la quiso llevar a un orfanato con todo y
le hicieron mimos, no sabía cómo hacérselos al pequeño, pero lo hermanos, pero ella se lo agarró a patadas al mismo tiempo que
abrazaba, lo cobijaba si se destapaba y le daba golpecitos suaves en le soltaba todas las palabrotas que se sabía. El buen hombre,
las piernitas cuando lloraba. Agradeció tanto a su madre por dárselo, con las patorrillas y espinillas adoloridas, no tuvo más remedio
porque así ya no iba a estar tan sola por las noches cuando la señora que pedirle a Dios que la cuidara porque él no iba a hacerlo.
se perdía en el campo con el hombre en turno. Cuando Felipa se Felipa creció alta y fuerte mientras que sus hermanos eran unos
sentía ya toda una experta en cuidar al niño y a ella misma, le volvió chiquillos flacos.
a caer en los brazos otro paquetito. Ahora se trataba de una niña.
Una niña tan delgada que daba miedo de que se partiera. Pero con Cuando sus hermanos ya no cupieron en el carrito no tuvo más
la llegada de Alfonsina, las obligaciones de Felipa se extendieron remedio que dejarlos solos en el jacal que su madre tuvo a bien
hasta su madre. La frondosa mujer no se levantó ya más de la cama. dejar pagado y sin problemas. Alfonsina y Efrén hasta eso eran niños
Su tercer hijo le había dañado la cadera convirtiéndola en un gran tranquilos, aunque la gente pensaba que más bien eran miedosos,
bodoque que también requería la atención de la pobre chiquilla. pues Felipa los protegía tanto que sin ella todo les daba miedo.

A sus ocho años y medio, Felipa, con Alfonsina en sus brazos La chamaca se apuraba todo el día y entre descanso y descanso
y Efrén apenas caminando, vio cómo hicieron un hoyo grande les daba sus vueltecitas a los chiquillos que nomás de verla se
en el campo y echaron ahí a su madre sin más ceremonia que le iban encima a besos y abrazos. Felipa tenía una imaginación
un “Padre Nuestro” rezado por la aguardientosa voz de La grandísima y ello le ayudaba a inventar historias con las que
Eufrosina, la vieja alcahueta que le conseguía los hombres a la entretenía a sus hermanos y sólo con la promesa de una historia
mamá de Felipa. nueva la dejaban irse al siguiente trabajo.

116 Endira escritores Mariposas de humo 117


Una noche, mientras regresaba a su jacal, pasó por una calle que Cuando terminó de limpiar el horno de Tenchita, ya eran las
a esas horas estaba tan oscura que parecía no tener fin. Lejos de nueve y media de la noche. Agradeció los centavos y los panes.
provocarle miedo, le fascinó. “Pasando esa oscuridá de seguro Luego salió corriendo a su casa.
hay luz, una intensa luz que no se atreve a atravesar la calle por
miedo a perderse”. A esa hora las calles del pueblo ya lucían desiertas, sólo algunas
personas caminaban por ahí. Felipa andaba un poco apresurada
Fue tanta la impresión que esa idea le había dejado a Felipa, hasta que su estómago enfurecido le exigió una mordida de pan.
que toda la noche soñó que se veía frente a la calle oscura y una “Si me como uno ahora no pasa nada, Tenchita me dio varios
dulce voz le decía: “Ven Felipa. Ven conmigo.” y les va a alcanzar a mis niños”. Dio un pasito y una mordida,
después masticó mientras daba cinco pasos. Un pasito y una
En cuanto amaneció se levantó apurada, le preparó a sus mordida, pero al masticar se dio cuenta de que ahí, justo a su
hermanos el desayuno y se fue corriendo mientras les gritaba: derecha, estaba la calle oscura. Ya no pudo andar. Volteó para
“¡Si se portan bien, al rato les cuento una historia que no es todos lados para tratar de reconocer el sitio. No había duda. Por
cuento, sino la puritita verdad!” ahí pasó justo en la mañana y no había visto ninguna calle que
pudiera ser esa.
Felipa salió temprano esa mañana, no porque tuviera que llegar
a un trabajo, sino porque quería ver de día lo que había en esa Fascinada por la profundidad de esa negrura, creyó escuchar de
calle que de noche era oscura, oscura. nuevo una suave voz que la invitaba a cruzar. “Estoy segura de
que si llego al fin, me voy a encontrar una hermosa luz.”
Por más que buscó y recorrió el pueblo, no encontró ninguna
calle que se pareciera a la que había visto. Todas estaban llenas De buena gana se hubiera animado a caminar por esa calle en ese
de casitas y se les veía el fin. Dio muchas vueltas por el pueblo, mismo momento pero pensó en sus hermanitos, que seguramente
hizo cinco veces el recorrido de regreso a su jacal que la noche ya estarían llorando de miedo y sin pensarlo más se echó a correr,
anterior había hecho, pero nunca encontró la dichosa calle. dejando a su curiosidad custodiando la calle oscura.

A eso de las diez de la mañana se encogió de hombros y corrió al ¿Y la historia que prometiste? Fue lo primero que dijeron al verla
campo porque ahora sí, ya se le había hecho tarde. llegar ofreciéndoles una canastita con pan. Felipa sonrió, sirvió
tres vasos de leche y aunque estaba agotada los invitó a sentarse
Ese día trabajó con más ahínco que otras veces. Tal vez porque con ella en el escalón de la puerta.
deseaba distraer su mente de aquella calle que no encontró. Quitó
hierbas, lavó trastes, limpió tres chiqueros y le ayudó a doña Ana A la luz de una veladora, Felipa empezó su relato.
a vender tamalitos de elote. Y entre labor y labor corría a su casa,
como siempre, para ver a sus hermanos que se entretenían jugando “Escuchen con atención porque esto no es un cuento; no señor. Es
en la tierra. En una vuelta les daba de comer y en otra los agarraba la pura verdad. Si caminan en la noche cerca de la plaza, entre el
descuidados y los metía al baño para fregarlos con jabón y agua. establo de Don Simón y la casa de los Pérez, encontrarán que sólo a

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esas horas, hay una calle oscura, oscura. Pero no deben tener miedo le ocurriera llegar a ese lugar. A todo le pondría postes y alambre
porque esa oscuridá no es mala, no es cosa del diablo, ni nada de de picos. Y aquello es de todos. Es para que todos lo disfruten.
eso. Se trata de un truco para esconder lo que verdaderamente hay Detrás de la noche viene el día, después de la tormenta viene el
al final de esa calle. ¿Ustedes han visto cómo la noche esconde lo arco iris y siempre que un día es cansado y difícil, viene la hora
que hay en el campo? Sólo se ven sombras que dan miedo; pero para dormir, descansar y soñar. Así es señor. Al final hay un lugar
en cuanto amanece, aquellas sombras se transforman en grandes para nosotros. Y ahora a dormir y no volver a tener miedo de
árboles, en flores de muchos colores, en montañas verdes y en nada porque sólo los valientes van a cruzar la calle oscura.”
arroyuelos de agüita clara. Si yo apago ahora la luz de esta veladora
(y lo hizo) sus caritas se ven sólo como unas manchas más negras Felipa salió despacio a la mañana siguiente. Ahora ya sabía dónde
que la noche. Pero si enciendo la luz de luz de nuevo (ídem) estaba la calle. Era momento de saber qué había durante el día.
encuentro que esos manchones son sus caritas de ojos con
chispas, narices como bolitas y sonrisillas atentas. Sus caritas Sí. Justo entre el establo de Don Simón y la casa de los Pérez.
bonitas para mí que siempre me esperan y me acompañan. Es Llegó Felipa a ese lugar. Encontró que su calle oscura era un
de noche cuando no hay qué hacer y podemos dormir y soñar lo largo callejón flanqueado de bardas incompletas de piedras y
que más nos gusta. A ti Alfonsina te gustan las mariposas cuando árboles secos y miles de cizañas que ahogaban arbustos apenas
vuelan todas juntas allá en el camino al pozo, ¿te acuerdas todas visibles. ¿Será posible que de día se pueda ver algo de lo que
las veces que has soñado que estás entre mariposas? Y tú Efrén, ella creía? Caminó entonces por el callejón. Había piedras filosas
muchas veces despiertas sonriendo porque sueñas que vas en y sueltas que le calaban en los pies a pesar de llevar puestos
caballo, como aquella vez que Carlos te dejó montar el suyo. sus huaraches. Su corazón latía aprisa. La luz del sol iluminaba
Todos esos sueños te los regala la noche. Pues así pasa en aquella todo y lo que Felipa esperaba encontrar tendría que estar bien
calle. Sé que al final de esa oscura calle se esconde un lugar lleno a la vista a esa hora. Unos minutos de andar la llevaron al final
de mariposas y caballos mansos que no le pertenecen a nadie, del callejón. Qué desilusión tuvo la muchacha al encontrarse a
más que al que se atreva a pasar por esa oscuridad profunda. Al la orilla de un barranquillo. Se asomó y no pudo ver más que
final de esa calle hay campos que no tienen hierbas malas, hay un montón de apestosa basura negrusca entre rocas pelonas y
una casa para nosotros con la mesa llena de frutas y pan. Sí, sí, árboles secos. “No, no es cierto. La luz al final no puede ser esto.
también de pollo y gelatinas. Yo sé que no.” Y regresó corriendo y llorando por primera vez en
mucho tiempo.
¿Imaginan cómo sería vivir en un lugar así? Quizá ahí ya no
tendría que dejarlos solos. Jugaríamos todo el día con las Carlos, que venía silbando, la vio llorar. Y no entendió cuando
mariposas y montaríamos a caballo a todo galope. Tal vez haya Felipa le dijo: “Sólo basura, Carlos. Sólo basura hay al final de
gente como Carlos, que sabe hacer juguetes con madera. Un la calle”. Esa noche no hubo cuentos para Alfonsina y Efrén.
río para meternos a nadar. Todo es cosa de atreverse a cruzar Durmieron temprano y Felipa soñó de nuevo que frente a la
esa negrura. No. No he visto nada todavía porque es largo el calle oscura una voz le hablaba. “Felipa, ven. Ven conmigo. Ven
camino. La luz debe esconderse bien para que a nadie, que no de noche cuando todo se vea más oscuro que nunca”. Pero
sea valiente, se le antoje vivir allá. Imagínense si a Don Pastor se Felipa ya no quiso hacer caso a esa voz. Sólo basura había y por

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siempre tendría que quitar cizañas con la mano y no tendría no le contestaba. Tenchita también se fue tras ella por si había
tiempo de jugar con mariposas ni de montar a caballo. que ayudar, pero en el camino se fue encargando de decirle al
que quisiera escucharla, que algo le pasaba a la hermanita de la
Los días se le fueron en trabajar con más ahínco que nunca Felipa. Y como todo el pueblo la conocía y como era pueblo chico
y cuando sentía que su delgado cuerpo ya no podía más de y nunca había novedades, para cuando Felipa llegó al umbral de
cansancio, corría a casa para ver a sus hermanos y jugar con ellos su jacal, ya llevaba tras de sí una cola de gente interesada en
hasta que los tres terminaban dormidos y abrazados, muchas saber qué pasaba.
veces sobre el catre pelón sin ponerse una cobija encima. Todo
eso lo hacía con la única intención de no pensar ya más en la Entró Felipa con el corazón golpeándole fuerte el pecho y con un
calle oscura y la dulce voz que de vez en cuando se le seguía Efrén cansado de tanto correr y llorar. Y aquí es donde ya nadie
apareciendo en sueños: “Ven Felipa. Ven conmigo. Ven de sabe bien decir exactamente qué pasó.
noche. Cuando todo se vea más oscuro que nunca”.
En el interior del jacal ya casi no se veía porque la noche estaba
A la gente le empezó a llamar la atención la forma compulsiva en por caer. Pero ahí en la penumbra la gente alcanzó a notar el
que Felipa trabajaba. Terminaba de limpiar de hierbas un jardín bultito que hacía Alfonsina acostada en el catre viejo y pelón.
y en seguida ya estaba lavando trastes. Canturreaba a grito Felipa se acercó despacio. Y con voz suavecita llamó a su
pelón como si a propósito quisiera apagar una voz. “¿Qué te hermana. La niña apenas se movió un poco y en cuanto Felipa
traes Felipa? ¡Muchacha condenada! Te vas a fregar los huesos si estuvo a su lado se soltó diciendo con voz entrecortada y agitada
sigues trabajando así. Échate un descansito Felipilla…” Y Felipa, por la fiebre: “Las mariposas, manita. Quiero ver las mariposas.
nada que hacía caso. Sólo quería no pensar más en la tontería Llévame a ver las mariposas que hay al final…”
del mundo feliz al otro lado de la calle oscura.
Nadie se atrevía a entrar. Sólo Tenchita se animó. Fue ella quien
Aquella noche de octubre que nadie olvida, Felipa estaba por constató que la niña ardía en calentura. Seguramente Alfonsina
terminar de limpiar el horno de Tenchita cuando se le apareció se había enfermado a causa de tantas noches que el frío de la
su amigo Carlos con Efrén de la mano. madrugada los sorprendió dormidos sin cobija. Pidió a gritos
–¡Jálate pa tu casa Felipa! –le decía su amigo. muchas cosas: “¡Una vela! ¡Hay, que llevar a esta niña con el doctor!
–¿Y ora? ¿Qué haces aquí Efrencito? –y olvidó todo para ver a su ¡Felipa muévete! ¡Tráiganse una cubeta con agua y unos trapos!”
hermanito.
–Éste canijo ni explica bien. Lo encontré en la calle llorando y La confusión reinó de pronto al interior del jacal. Los que
preguntando por ti. Nomás le alcanzo a entender que Alfonsina pudieron entrar buscaron a tientas una vela, los cerillos, los
no se levanta del catre… trapos. Pero Felipa no se movía. Y Alfonsina no dejaba de pedirle
a su hermana que la llevara a ver las mariposas.
Y ya no necesitó oír más para jalar a su hermano de la mano
y llevárselo casi a arrastras por las calles del pueblo que ya Sobre el griterío de la gente una voz de mujer se alzó: “¡Una vela,
empezaban a oscurecer. Inútilmente Carlos le iba hablando. Ella Felipa! Que todo se ve más oscuro que nunca.” Fue entonces

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que Felipa reaccionó. “Más oscuro que nunca”, repitió bajito y la basura. Para cuando Carlos pudo salir de su asombro intentó
frenéticamente, mientras que de un rápido movimiento tomó a seguirla pero dicen que después de un rato de esperarlo,
Alfonsina en brazos sin importarle el peso. Cariñosamente le dijo el muchacho salió de la calle con la mirada perdida y sólo
a Efrén que la siguiera y ante el asombro de todos, Felipa con balbuceaba: “No están”.
Alfonsina en brazos y Efrén pegado a su falda, salió del jacal y echó a
andar por las calles en penumbras rumbo al establo de don Simón. “¡Se fueron para la barranca!”, fue el grito que predominó. Y
después de buscarlos toda la noche a la luz de las lámparas y
Carlos trataba de ayudarle con su hermanita pero Felipa no lo antorchas nadie encontró o escuchó nada. Al día siguiente bajo
dejaba. Tenchita le pedía que se detuviera y todo el pueblo se el sol, la barranca lució llena de gente buscando entre la basura,
fue tras ellos sin saber qué hacer más que rumorar que Felipa se pero de los chiquillos nada. Simplemente habían desaparecido.
había vuelto loca.
Aún en el pueblo se sigue comentando lo que ocurrió. Algunos
Algunos dicen que se alcanzaba a oír a Felipa decir: “Más oscuro dicen que la barranca era en realidad más profunda de lo
que nunca” y que Alfonsina balbuceaba: “Las mariposas, manita. que parece y que sus cuerpos se fueron hasta el fondo y que
Las mariposas…” ya nadie podrá recuperarlos. Otros aseguran que es cosa de
espantos; dicen también que Felipa se volvió loca y se mató de la
Esa noche la luna se ocultó detrás de las nubes y la única luz desesperación de ver a su hermana moribunda y no quiso dejar
que alumbraba era la de las casitas cercanas. Sólo una vez Felipa a Efrén solo. Pero lo que a todos les gusta escuchar es que esos
miró de soslayo a Carlos y le preguntó: “Hoy está más oscuro que tres niños estaban tan solos que Dios se los llevó juntos de esa
nunca, ¿verdad, Carlos?” Y su amigo confundido le respondía: extraña forma, para que nadie se olvidara de ellos.
“Sí manita. Está rete oscuro”.
Lo que nadie sabe es que Felipa ya no limpia cizañas, ni lava
De pronto, entre el establo de don Simón y la casa de los Pérez, trastes, ni limpia hornos y que junto con Efrén y Alfonsina corren
Felipa se detuvo. Frente a ella y frente a todos estaba la calle tras las mariposas y montan a caballo en prados limpios.
oscura que llevaba a la barranquita de la basura.
–¿Qué haces, Felipa?- le preguntó Carlos.
–¡Chamaca, qué haces?- le secundó Tenchita.
–Hoy está más oscuro que nunca. Allá, más adelante están las
mariposas y los caballos. Allá, ya no hay jardines con cizañas,
ni trastes que lavar. Allá, hay pollo y gelatina para comer. Hoy
está más oscuro que nunca. Hoy es cuando dijo que fuera. –Dijo
Felipa como un rezo.

Y sin que nadie pudiera hacer nada, Felipa se echó a andar por
la calle oscura junto con sus hermanos rumbo a la barranca de

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LUCÍA
RAMÓN ROMO GONZÁLEZ

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Yo estaba atónito al ver tales actos y conductas en unas poseo. De inmediato el humano se inserta en un nuevo lugar
bestias, y concluí que si los moradores de aquel país poseían que le va a dar la seguridad necesaria para poder salir al caos.
un grado proporcional de razón, debían ser los hombres Sin este sustento, flotaríamos perdidos por el limbo de las calles,
más sensatos que cupiera encontrar en la tierra. en una sociedad que desprecia en lugar de arropar y que por
‐Jonathan Swift. Para Sharik. sobre todas las cosas, encuentra superioridad en todo lo que su
miope óptica concibe. Y aunque desde hace un tiempo prefiero

L os herrajes eran toscos y pesados, así como la puerta entera


de color negro que resguardaba aquel irregular departamento
en el que habité por un par de años.
no salir a ningún lado, si no es que estoy embrutecido por ron
o cerveza, mi necesidad de alimento apremiaba. Me armé de
valor y salí en busca de algo para comer.

Los vecinos miraban de reojo la sospechosa mudanza que hacía Bajé las escaleras del edificio y abrí la pesada puerta. Crucé el
casi a la media noche. Y en realidad no había nada por qué estar umbral hacia la oscura noche. Una vez más, el cielo negro me
alerta. En aquella época, la obscuridad me hacía sentir un poco arropaba en su taimada forma de querer y yo me sumergía
más cómodo, además de que a esas horas evitaba cualquier tipo confiado a su incierto accionar. Miré a ambos lados y decidí
de tumulto. Detesto los tumultos. tomar mi derecha. Con las manos siempre en los bolsos de la
chamarra negra y desgastada que hasta la fecha tengo, enfoqué
Cuando recién me mudé, en el pecho me revoloteaba aquella la mirada al piso. Caminé un poco pero no vi algún menú que
sensación de renovación, de juventud, de aquella levedad que hace me convenciera, así que doblé hacia la derecha nuevamente
que sigas cayendo en los mismos errores una y otra vez sin que en la cuadra siguiente. Esta calle, contraria a las anteriores, era
te importe un carajo. Volver la mirada a un pasado sin futuro es mucho más obscura, pero recordaba haber visto al otro lado de
triste, sobre todo cuando el presente está condenado a la soledad la cuadra una serie de cafés y restaurantes donde podrían vender
y a mantener, por mera necesidad de adulto, un flujo cotidiano comida para llevar. Aceleré el paso. Justo a la mitad del camino,
sin sentido, haciendo que las esperanzas vayan agonizando poco cuando el clamor de la calle anterior se había debilitado,
a poco hasta oscurecer. Eran gracias a este tipo de momentos, los en la parte más obscura del recorrido, logré percibir un sonido
que me salvaban de una vertiginosa caída a la locura. que no lograba reconocer. Me detuve para poder distinguirlo,
pero no entendía qué era. Caminé siguiéndolo mientras lograba
El teléfono, una conexión a Internet, los sillones para leer, la descifrar de qué se trataba y poco a poco fue tomando la forma
mesa para almorzar, un refrigerador y una cama para dormir, de lo que pensé que era. Un grito desesperado y lamentos
eran elementos básicos que cualquier ser humano necesita en constantes, que provenían de no sé donde, me crisparon de
la actualidad, y eran éstos exclusivamente los que dos hombres inmediato los nervios, aunque me colmó el morbo por saber
delgados pero recios, ponían con brusquedad dentro del quién los profería. Como hipnotizado, seguí los quejidos. A cada
departamento. Terminada la mudanza pagué a los cargadores paso que daba se notaban más intensos, más dolorosos, más
un poco extra, por ser en horario nocturno y cerré la puerta de profundos, más familiares. Llegué hasta una callejuela y noté
entrada. Miré alrededor, mi nuevo hogar. Las cajas amontonadas, a la criatura. Era un vagabundo que lloraba, que pedía a gritos
los muebles envueltos, la pequeña maleta con la poca ropa que algo, hincado, encorvado y golpeándose la cabeza:

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– ¡No! ¡¿Por qué?! ¡Tú me lo prometiste! ¡Me dijiste que sí! uno corra y ruegue por la paz, las consecuencias son inevitables.
¡¿Por qué?! Desconecté el teléfono y decidí no salir hasta el otro día.

La escena me dejó helado. No supe que hacer de inmediato, A la mañana siguiente me levanté y preparé el desayuno.
pero tampoco paré de andar por completo. Decidí no dejar Era sábado, así que no había que salir a trabajar. Prendí la
de hacerlo y seguí mi camino. Ver al vago lamentarse, en esa computadora y tomé mi libro. Leí un poco, pero no podía
posición y con esas palabras, me dejó perplejo y sin hambre. Sin concentrarme. Mi deseo de ver al vagabundo y su sufrimiento era
parar nunca mi caminar, regresé a los negros herrajes y crucé mayúsculo. Traté de olvidarlo por un segundo y salí a desayunar.
la puerta. Entré tembloroso a mi departamento, todavía sin Pasé la tarde ansioso, leyendo a medias, escuchando incompleto,
entender porqué exactamente me habían afectado los lamentos temiendo algún acontecimiento infame que pudiera poner
del vago. Encendí la computadora y traté de distraerme en la sufrimiento a mi vida, aunque no hubiera ni un riesgo latente
infinidad del Internet. cerca. Tomé un par de cervezas que tenía en el refrigerador y
las terminé mientras veía la ventana. Tomé conciencia cuando la
Al otro día todo había vuelto a la normalidad. Me levanté noche nos invadía por todas las ranuras, y el alumbrado público
temprano para ir al trabajo, repasando la rutina del día a día, atestiguaba mi cuasi demencia. Tenía hambre, así que salí por
sin siquiera recordar aquella sensación de miedo que recorrió algo para cenar, como pretexto para encontrar al vago de nueva
mi espalda la noche anterior. El día transcurrió como cualquier cuenta. Caminé durante un par de horas. Ya había memorizado
otro, con algunos éxitos y otros fracasos. Elementos cotidianos casi todas las calles, junto con todos los comercios, pero la idea
que nos hacen estar perdidos, adormecidos e inconscientes. de volver a encontrarlo se desarrollaba en obsesión. No desistí
Terminando la jornada, cerré la computadora y me encaminé y seguí, bloque por bloque, callejón por callejón, hasta que al
a mi hogar. Al llegar, abrí la puerta y justo en ese momento, el fin, unos sollozos me volvieron a atrapar. Quedaba totalmente
teléfono empezó a timbrar. Fui aprisa a él, un poco confundido, hipnotizado con aquellos lamentos; moría de miedo por saber lo
porque a nadie le había comunicado mi nuevo número, con que acontecía al mismo tiempo que una extraña familiaridad me
excepción de mis padres y hermanos, pero ellos nunca me hacía ir hacia ellos. ¿Qué era esto que me producían?
llamaban por teléfono. Levanté el auricular y pregunté, pero
nadie respondió. Se escuchaba la clara respiración de una Por fin encontré al vago. Lloraba y se lamentaba el desgraciado,
persona del otro lado, pero no salía sonido alguno de su boca. como la primera vez que lo conocí. Estaba sentado en el piso
Seguí preguntando quién era y justo antes de que se cortara el con la cabeza entre las piernas, se tomaba de los cabellos y
sonido, justo antes de que se escuchara la bocina del teléfono se mecía como demente. Me preguntaba si algún momento
colgar, se logró escuchar el comienzo de un grito aterrador de en el día se encontraba sin lágrimas en los ojos. Al escuchar
mujer. Mis nervios se volvieron a colapsar. Colgué de inmediato mis pasos, levantó la cara y me observó. Tenía unas negras y
y traté de averiguar con mis familiares si habían dado mi nuevo mórbidas ojeras que alfombraban sus muy desgastados ojos. Me
número a alguien, pero todos respondieron de forma negativa. miraba y sollozaba como un niño al que sus padres lo hubieran
Fui a la cocina y me serví un vaso de ron. Tenía que calmarme. abandonado para siempre en algún parque desconocido. Le
Las voces del pasado no se borran con facilidad. Por más que pregunté qué era lo que tenía.

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–Me dijo que se quedaría conmigo, señor. Pero no fue cierto. dientes delanteros y su aspecto en general era verdaderamente
Estaba todo listo y se fue, señor. –Contestó. intimidante. Tenía poco pelo y largo. Vestía un abrigo viejo y
mugroso, así como su camisa y pantalones. No podía dejar de
Sus palabras invocaban un estúpido y fútil desamor, aquellos ver, sin decir una sola palabra, la viva imagen de la desgracia
que tanto detesto. Lo miré con desdén. En mi opinión, cualquier que este individuo representaba, así como imaginar que su alma
hombre que sufra de amor lo tiene merecido y debe hundirse estaba tan podrida como su persona. Esperé a que retomara
hasta donde su capacidad lo permita. Pero la certeza que la compostura un rato, mientras comía la sopa. Parecía que la
cualquiera llega a tener sobre las cosas, debería ser sombría. miseria abandonaba un momento su persona y una vez que su
Son pocas veces en que ésta llega a la vida con lucidez. Las mirada ya no penetraba en el vacío, me propuse cuestionarlo.
demás son interpretaciones mundanas y humanas que carecen –¿Qué pasa? ¿Por qué lloras tanto?
de completa validez. Así que lo cuestioné. –Señor, me dijo que estaría todo bien, que estaríamos para
–¿Quién te dejó? siempre juntos. Pero no fue así. Se fue.
–¿Quién se fue? ¿Su mujer?
El vago no dejó de llorar y golpearse la cabeza y volvió a meter –¡No! Yo detesto a los humanos, señor. Mi perra. Mi hermosa
la cabeza entre sus piernas y brazos y comenzó a llorar de nueva perra. Lucía. La extraño tanto, señor.
cuenta, esta vez no con sollozos, sino con los gritos desesperados
con los que lo conocí. No sabía que hacer. Me acerqué más, me Quedé boquiabierto. Era casi imposible para mí pensar que un
hinqué y traté de calmarlo. vagabundo me diera una respuesta de este tipo.
–¿Ya comiste algo hoy? –Le pregunté. Movió la cabeza en forma –¿Qué le pasó a su perra? –Le cuestioné.
negativa sin perder su desgraciada postura. Se murió, señor. Hace un año. Y no he parado de llorar desde
entonces. Todos los días la recuerdo. La felicidad eterna que
Ven. Te invito algo de comer. Volvió la cabeza hacía mi, con esa me prometió, no era más que una extensión de lo que vivíamos
mirada de niño inocente y asintió. Se incorporó como pudo, se todos los días. Por lo menos los últimos. Ella estuvo conmigo
volvió, dejó sus cosas en el piso y me siguió. cuando nadie lo hizo. Cuando todos los de su tipo, como usted
señor, me ignoraban, me pisoteaban y me humillaban, ella
Había una cocina que todavía no cerraba, cercana a donde siempre me quiso, a pesar de saber todo lo que había hecho. Yo
estábamos. Las paredes color verde limón, iluminadas en su soy un hombre malo, señor. Soy un hombre malo que se hizo así
totalidad por luz blanca, estaban llenas de grasa. El sentimiento gracias a ustedes, los hombres. He matado, señor. He hecho
de inmundicia en derredor era imbatible y se abalanzaba hacía cosas terribles y sin sentido alguno. Ella los sabía todo, y aún así
mí de forma amenazadora. Traté de minimizarlo y pasamos a las me quiso y estuvo conmigo. Cuando llegó a mí, la maltraté como
mesas. Le pedí comida. Yo perdí el apetito. ustedes me enseñaron que se hacía, pero siguió fiel y cercana.
Yo no la quería señor, la despreciaba como un ser inferior. Un
Le trajeron un plato de sopa y lo comió con prontitud. ser que no sabe limpiar su propia mierda. La odiaba. Pero ella
Tembloroso tomaba la cuchara y luchaba por evitar derramar no a mí. Ella siempre estuvo feliz y lo único que quería era estar
todo su contenido antes de que llegara a su boca. No tenía los conmigo. Poco a poco empecé a comprender que la vida como

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la había vivido, era una idiotez. Ella me lo enseñó sin palabras, departamento y me senté en el sillón, mirando hacia la ventana,
señor. Su mirada bastó para que empezara a comprender, poco al cielo infinito que siempre nos cuestiona y siempre nos mira.
a poco. Como una bestia que entiende que debe sentarse, pero Me quedé en la obscuridad viendo a la nada, sin entender algo
con el sentimiento más grandioso que puede existir. Y le prometí de lo que acababa de suceder. No cobré conciencia hasta el otro
que nos iríamos de esta mierda de ciudad algún día. Que día, cuando el sol me despertó acariciando mis párpados. Me
seríamos sólo ella y yo en algún lugar donde pudiera correr libre, había quedado dormido en el sillón sin saber la hora y con la
donde pudiéramos estar sin ser vistos con inferioridad. Pero se misma ropa. Me paré para cambiarme y tomar un baño. Ese día,
enfermó, y yo soy pobre, señor. Si no puedo pagar por comida pronuncié muy pocas palabras. Fui a visitar a mi madre, como
todos los días, mucho menos puedo pagar por medicina. La todos los fines de semana, pero las conversaciones no fluían
cuidé con lo que tuve. Hasta que un día dejó de respirar y murió como siempre. Algo había tocado el vago con sus palabras, que
señor. Se murió en mis brazos. Yo vi su última mirada. Vi como no me dejaba en paz.
sus ojos dejaban de ser lo que eran cuando me miraban, hasta
que dejó de ser Lucía y se convirtió en un simple cascarón sin Un poco menos atolondrado pero con el mismo talante, pasé
nada dentro. Se desprendió de su cuerpo y lo dejó abandonado la semana tratando de concentrarme en mis responsabilidades.
y desierto para siempre. Así como me dejó a mí. La extraño, Hasta que una noche, decidí lo que tenía que hacer. Esperé al
señor. Ella me lo prometió. Ella me dijo que sí, que estaríamos fin de semana y el sábado a primera hora, me levanté y busqué
juntos, señor. ¿Por qué me mintió, señor? ¡¿Porqué?! en Internet una serie de fotografías de distintas razas de perro.
Desde las más conocidas, hasta los mestizos más comunes
Su rostro volvió a deformarse por completo. Pareciera que ese que rondan por el barrio. Las imprimí y salí en busca del vago.
momento de paz que por un momento tuvo mientras probaba Aunque tuve que enfrentarme con más gente de la que estaba
los alimentos, nunca hubiera existido. No pudo parar de llorar acostumbrado por ser todavía de día, tenía la ligera esperanza
por más que intenté calmarlo. Pedí la cuenta y pagué lo más de que el sol fuera más propicio para la salud mental del vago y
rápido posible para poder sacarlo de aquel lugar. No tuve cualquier tipo de conversación que pudiera tener con él, fuera
más opción que dejarlo en la calle, de nuevo con sus cosas y más fluida y menos interrumpida por sus tormentos. Lo encontré
seguir. Aquel llanto incontrolable le dominaba por completo. Su sentado en el lugar de siempre. No lloraba pero estaba serio y
cordura se había salido por aquellos litros y litros de lágrimas que triste. Con los ojos exangües y el rictus usual volvió la mirada
derramaba todos los días. La paz, si es que alguna vez la conoció, hacía mí. Con un poco de temor, me acerqué hacia él, rogando
no aparecía en ningún lugar en su maltratado cerebro. Volteé por encontrar la cooperación que necesitaba. Volvió la mirada
una vez más a verlo. Ahí estaba, sentado en el piso de aquel hacia la nada y la bajó un poco hacia el piso. Lo saludé y le hice
callejón en penumbras con la cabeza entre las piernas, con todas unas preguntas. Traté de ser lo más directo posible y evitar los
sus cosas desperdigadas a su alrededor. Basura que traía de un rodeos a los que mucha gente en este país está acostumbrada:
lado a otro, a la que imagino, él le daba un significado, aunque
para mi fuera sólo eso. Volví la cabeza hacia el frente y caminé –Hola. El otro día no me dijiste tu nombre.
hasta mi casa sin ningún tipo de reflexión ni pensamiento. –Héctor. Me llamo Héctor ‐ me contestó.
Mi mente estaba totalmente en blanco. Abrí la puerta de mi –Muy bien. Héctor, dime de qué color era Lucía. – Al pronunciar

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su nombre, sus ojos y cara se descompusieron de inmediato. Llegado el día, acudí al albergue de nueva cuenta. Me armé de
Así que decidí enseñarle varias fotos, pues no esperaba alguna valor y entré. Ladridos por doquier, humanos pasando por los
palabra suya en ese momento. Pasamos las primeras y sólo negaba pasillos, ufanando su estúpida superioridad. Llegué al mostrador.
con la cabeza. Hasta que por fin, en una, rompió en llanto. Volví Me recibieron y me hicieron esperar unos minutos en lo que
la imagen. Era un Airdale Terrier. Me extrañó por ser un perro de salía el can. Se abrió la puerta y ahí estaba, presurosa y ansiosa
raza y usualmente caro para que un vago lo tuviera de compañero. por salir. Jalando con todas sus fuerzas la correa que le apretaba
Héctor retomó el terrible llanto al que estaba acostumbrado y el cogote. Me levanté y fue corriendo hacia mí. Parecía que me
perdió cualquier contacto con la realidad de nueva cuenta. Tomé conocía de siempre. Movía el rabo de un lado a otro con fuerza y
todas las impresiones del piso, y salí corriendo. rapidez y se abalanzó sobre mí. Estaba hermosa. La tomé, firmé
unos papeles y nos fuimos de aquel deprimente lugar.
Me dirigí de nuevo hacia mi casa a buscar en internet, en dónde
podría encontrar un Airdale Terrier. Buscaba específicamente Sabía que lo que estaba a punto de hacer era una irresponsabilidad,
una hembra de unos 4 a 5 años. Asumí que en criaderos era pero no podía tener en mi conciencia una cosa más, así de
imposible encontrar algún perro con esas características. Así fuerte. Además, pretendía visitarlos diario y estar al pendiente
que busqué en casas hogar. Aunque pareciera ilógica la idea que de la alimentación de ambos. Caminaba por la calle con Lucía
un perro que cuesta tanto dinero fuera abandonado, no lo es. Lo por delante, ansiosa por llegar a ningún lugar, llena de energía
desechable se apodera de nosotros minuto a minuto. El objeto y felicidad. Llegamos al lugar donde Héctor estaba siempre,
del deseo y el valor efímero que nosotros le colocamos, brinca dimos la vuelta a la calle y ahí estaba, sentado y sollozando
de uno a otro como una infección. Nuestra propia gente nos como siempre. Cuando nos escuchó a lo lejos, volteó la cabeza
educa que tener lo último, lo más costoso, lo más suntuoso, lo y quedó atónito con la escena. Encontró mi mirada y volvió a
más repleto de comodidades inútiles, es lo correcto. Sólo hasta mirar a Lucía. Se empezó a reír como un desquiciado y se levantó
que salga algo que supere a lo anterior. Así funcionan las cosas como pudo; torpe por estar siempre echado, débil y loco, corrió
en este mundo en el que vivo, sustitución tras sustitución. Un hacia nosotros gritando de felicidad.
amor viejo, por uno nuevo. Una familia nueva, por otra. Un ser
vivo, por otro. No me costó tanto trabajo encontrar al can que –¡Lucía! –Gritaba y reía enloquecido. Llegó a nosotros y se hincó
buscaba. Hice una cita y me dirigí de inmediato al albergue. para abrazarla.

Entré al lugar y me recibieron los ladridos de cientos de perros –¡Señor, encontró a Lucía! ¡Mi hermosa Lucía! –Tomó la correa y
abandonados. Todos alegres, todos inconscientes de su realidad. la bolsa con comida que traía en la mano, me dio la espalda y se
Encerrados y maltratados. No por la gente del lugar, sino por fue con ella. Llegaron hasta su lugar y se acurrucaron. Ninguno
de los dos me volteó a ver. Parecía que realmente era Lucía y por
sus orígenes. Lugares así, en donde lo único que mi cabeza logra
fin estaban juntos otra vez. Me di la vuelta y me fui.
concebir es la barbarie humana, me revuelve el estómago y mi odio
hacia los de mi especie sube un grado más. Traté de hacer todos los
Pareciera contradictorio que yo ayudara a alguno de mi especie,
trámites lo más rápido posible y salí corriendo. Tuve que esperar
pero los inocentes actos negativos que uno va sembrando
una semana hasta que me entregaran a la nueva Lucía.

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durante la vida se convierten en culpas que invariablemente Efectivamente, Lucía se llevó a Héctor a un mejor lugar. Existen
se cosechan. Algo tenía de familiar este vagabundo conmigo, situaciones en la vida de cualquier ser humano en la que algún
que me resultó imposible no ayudarle. Muchas de las acciones motivo en específico te mantiene en un estatus quo. Similar a
que cualquiera de nosotros vamos haciendo, en su mayoría son cuando el cansancio desborda todo el cuerpo y no hay tiempo
reflejo de las culpas germinadas en su ser. para descansar, aunque sería mejor no hacerlo, pues si existe
un leve espacio de inactividad, es probable que el sueño gane la
Llegué a mi casa, justo cuando el teléfono sonaba incansable. partida. Así era la vida de Héctor: la culpa y la pena lo mantenían
Levanté el auricular, temeroso, y ahí estaba de nuevo: esa vivo, hasta que encontró la paz con Lucía y lo dejó libre para
respiración profunda, hórrida e inculpadora. Esa terrible voz siempre. Sabía que yo no tenía más qué hacer ahí. Me levanté,
muda que condenaba mi existencia. El áspero sonido de la saliva tomé la correa de Lucía y nos alejamos caminando.
pastosa. Nadie respondía a mis cuestionamientos. Decidí colgar
antes de cualquier horroroso acontecimiento y desconecté el Así como Héctor, yo tenía mi historia. Tal vez no tan aterradora
teléfono. Me senté en la silla del escritorio, mirando hacia la como la de él, pero sí con consecuencias que no me dejaban
ventana sin saber qué pensar ni qué hacer. tranquilo. Un egoísmo exacerbado, una vanidad inmensurable
y una inconsciencia inocente fueron elementos que formaron
Al otro día, tenía planeado visitar a Lucía y Héctor saliendo del mi persona en la juventud y ahora padecía las consecuencias.
trabajo. Un leve presentimiento, ese desgraciado pesimismo que Actos aprendidos por los de mi misma especie que yo repetía sin
nos acosa día a día, rondaba mi cabeza. Algo no funcionaría como cuestionamientos, habían marcado la vida de varias personas,
yo esperaba. Preferí evitar cualquier tipo de especulaciones y incluyendo la mía, sin comprender realmente el daño que
olvidé el tema por el momento. causaría en ese momento. Esos fantasmas me persiguen hasta
el día de hoy y no ha habido forma de librarme de ellos.
Al término de mi jornada fui por comida para los dos y me dirigí
hacía los paupérrimos aposentos de Héctor. Entrando en la Entramos Lucía y yo a mi departamento y nos sentamos un
calle vi a Lucía. Volteó la mirada, me reconoció y fue corriendo momento en el sillón. Observé lo increíblemente hermosa que
hacia mí, con aquella viveza particular. Héctor estaba acostado era su mirada. En ella descubrí todos mis anhelos, todas mis
en el piso, inmerso en sus sucias ropas pero no se movía. Me esperanzas, toda mi fe en la vida. La abracé. En ese momento,
acerqué hacia él y me hinqué para tratar de despertarlo. Le
sonó mi celular, lo saqué de mi bolsillo y miré que era un número
toqué el rostro y su piel desprendía una frialdad aterradora.
desconocido el que llamaba. No sabía si debía contestar o no.
Había muerto y nadie se había percatado de su ausencia. Me
Miré unos segundos más la pantalla y pulsé el botón rojo.
quedé unos segundos meditando las opciones mientras miraba
Apagué el aparato y lo puse sobre la mesa. Tomé la correa de
la escena. Héctor yacía acostado y arropado. Seguramente se
Lucía y nos salimos a dar un paseo. Ella se convirtió en mi nueva
fue a dormir y no despertó más. Su rostro dibujaba una tenue
mejor amiga desde ese día. Platicaba con ella todo lo que nunca
sonrisa y reflejaba una paz y tranquilidad que tal vez nunca
pude con cualquier ser humano. Como a Héctor, jamás me juzgó
conoció en vida. Miré que tenía una bolsa repleta de pelotas
y me quiso incondicionalmente. Esa mirada, estoy seguro que
de espuma y otra llena de revistas. Esas eran sus pertenencias.
no miente.

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LA CAÍDA
DE LO
HUMANO
ELSA LÓPEZ

140 Endira escritores Mariposas de humo 141


“Todo lo que debemos poseer es cordura Seguramente ya estaba bastante ebrio cuando mi carnal me
y esa no es teoría, sino un estado del alma responsable.” encontró, porque envalentonado le dije: “Me cai que me alegra
(Lawrence Sterne) la muerte repentina del viejo. Por fin reventó el ruco; pero nos
dejó una feria, ¿no?, A mí la casa, ¿verdad?”, le pregunté a Joel

L a tarde empezaba a progresar llevándose las luces del


crepúsculo, cuyos rayos se perdían entre las lápidas, cuando
Raúl abandonó el cortejo de dolientes que habían ido a
alzando la botella de cerveza casi vacía para beber el último
sorbo. “Me harán falta, hermanos, ahí los veo de rato”, le dije
a la camarilla chocando las manos. El cuico de mi carnalillo me
acompañar a la familia al sepelio de su padre. ¿Quién iba a creer obligó a bañarme y cambiarme de ropa, me prestó una chamarra
que un hombre aún fuerte a sus sesenta años, terminaría su por si hacía frío en la funeraria, aunque estaba por terminar el
vida sin un indicio, sin un presagio que le hubiese hecho acudir mes de marzo y la primavera empezaba a sentirse bochornosa.
al médico?. Pensó Raúl ya despejado pero tembloroso por la De por si yo siempre traía sed, en la obra no veía la hora de salir,
obligada abstinencia del alcohol. Un infarto al miocardio y el soportaba la sequía en mis entrañas imaginando lo que vendría
cuerpo magro y sin vida de su padre se había desplomado en después, las cervezas con los cuates, primero en el bar y después
la acera. Muerte súbita, aseveró el médico, ya no hay nada que seguirla en el baldío. Ahí conseguía de todo y cuando ya no
hacer por él, alguien debe avisar a sus familiares. podía tenerme en pie, inhalaba coca para alivianarme… Lidia no
notaba que había bebido de nuevo, ni que soy asiduo al polvo,
Esa razón les dio el primo Lupillo, a mí me avisó Joel. Me buscó aunque leo su maliciosa sospecha cuando con golpes y palabras
en donde sabía que me hallaría, en alguna acera de las endebles procaces me obliga a salir de la recámara de Angelina, a donde
casuchas de los baldíos que improvisan los paracaidistas y que sigiloso me introduzco semidesnudo, sin tocar la puerta para no
aún quedaban a unas calles del nuevo Centro Médico, erigidas despertarla y poder imaginar a mis anchas el calor de su cuerpo
clandestinamente entre el olor fétido del agua que corría por el pueril con su sexo virginal entre las sábanas, mientras duerme.
canal del desagüe y que ya no percibían por el olfato deteriorado,
la camarilla de borrachos y adictos que los fines de semana se –¿Qué haces aquí Raúl?, ¡maldito borracho del demonio!, me
reunían a “pistear” tumbados entre colchones viejos y botes grita Lidia, ¡Con una fregada, no puedes entrar así al cuarto de
que les servían de sillas, mientras esperaban que yo, “el inge” las niñas, tus hijas ya son casi unas señoritas!
terminara mi jornada y les trajera la anhelada bebida que nunca
los saciaba. Llegaba con ellos asoleado, con el calor del día en Con evidente desprecio y reiteradas injurias me empuja fuera de
mi cabeza embotada por la ansiedad, pues durante horas me la recámara, parece que la estoy oyendo:
mantenía erguido, supervisando el trabajo de los pocos albañiles –¡No sé por qué carajos no tienes el hábito de usar pijama!,
que quedaban trabajando recubriendo la austera ornamentación tu maldito padre ni eso te enseñó. Sí, sí, ya sé que no viviste
del edificio del hospital. con él, ya sé que te mandaron a la Capital a estudiar; pero
–“Los recursos del Estado se agotaron”, les había dicho el arquitecto en las vacaciones debió enseñarles los mínimos modales de
y jefe de la obra. “Cuiden la lana de las vacas gordas, porque ya saben honestidad, ¿no crees?, ya estás bastante grandecito para seguir
cómo es esto, conseguir chamba en este ramo de la construcción siendo tan desvergonzado, ¡yo no sé qué demonio se te metió!,
se pone cada día más difícil y conservarla, aún más”. ¡hijo de tu…

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Sus insultos me exasperan, ya sin control termino golpeándola, les da. Cuando esto ocurra, no sé qué será de Raúl, es más,
aunque luego me arrepiento, entonces me disculpo de corazón. creo que la cuñada ya está harta, a leguas se nota que le cuesta
Incluso en la madrugada, cuando ya se me ha bajado el avión, trabajo soportarlo.
me vuelve la virilidad y le demuestro cuánto la amo; porque de –Tampoco cuida su trabajo, siempre anda tomando,
verdad amo a mi mujer, aunque no lo crean, sólo que ella me saca departiendo con los albañiles y malgastando con rameras lo
de quicio, me confunde y yo a ella. Su indefensión me provoca, que gana, cualquier día perderá su empleo, ni el esfuerzo de
su rechazo me enardece, la poseo con frenesí, la intimido y su mamá de haberle pagado los estudios, se quejó en voz baja
obligada entrega la lleva a la sumisión de la víctima que sin ser la hermana mayor. A ella nunca la ha ayudado con nada,
reo de la discordia acaba disculpándose. Lo más lamentable y sí que le sigue dando problemas, ¡lástima de inteligencia
es que, sin darse cuenta, su perdón y su falta de memoria me y preparación!, porque tonto no es, sólo que los malditos
autorizan que semana a semana repita este ritual de violencia, vicios lo han degradado lo suficiente para no comprender el
¡ay las pinches viejas, igual de tarugas! daño que se está haciendo y también a su familia. Observen
que sus hijas se ven tristes, el alcoholismo de su padre las
Ya en el velatorio y en silencio, de verdad que comienzo a sentir está afectando y Raúl ni en cuenta porque cada día está menos
la pesantez de la borrachera, la reiterada cantaleta del rosario sobrio, ¡y ni cómo ayudarlo!
me hastía, pues no soy creyente. Se lo debo a mi padre, por –¡Algo tenemos que hacer y entre más pronto mejor!, después
eso crecí sólo con un bautismo de tradición, pero sin primera del funeral hablaremos con él para obligarlo a que se atienda.
comunión y sin suficientes convicciones religiosas, porque el Tendrá que desintoxicarse con apoyo médico; pero creo que
santurrón del sacerdote del pueblo violó a la tía Amalia y la esa determinación la debe tomar mi hermano, dijo Rodolfo.
embarazó. Bien lo recuerdo, el primo Horacio nació parecido Ya es tiempo que toque fondo y admita que tiene un serio
al cura, su misma cara, por eso se supo en todo el pueblo. Los problema de adicciones, sólo así empezará a curarse, porque
tíos no soportaron la humillación y dejaron de ir a misa por la ahora dicen que la dipsomanía no es un vicio, aseguran que se
vergüenza. Por eso veo a sus mujeres y a sus hijos que rezan trata de una terrible enfermedad y muy contagiosa por cierto,
por costumbre y sin devoción, me burlo de todos ellos, pienso que incluso afecta y destruye a todos los que conviven con ella.
que son unos borregos. Mejor buscaré el sillón del rincón para –Sí, lamentablemente un bebedor empedernido como él es
recostarme, me caigo de sueño. muy difícil que deje la bebida, ya ven, mamá y yo lo hemos
–Raúl ya está durmiendo la mona, estaba bebiendo como tratado de curar, lo hemos internado a la fuerza y de qué ha
siempre, dijo alguien cuya voz él no alcanzó a contradecir servido, sale de la clínica y vuelve a lo mismo, expresó Male
porque ya estaba hundiéndose en la inconsciencia. visiblemente agotada por el duelo, la vigilia y la tristeza.
–Cuando despierte querrá empezar de nuevo, agregó Joel
resignado–, no tiene otro quehacer que embriagarse. Pobre Desperté cuando las primeras luces del amanecer se filtraban
de mi hermano, se ha convertido en un borrachín. Lástima por las claraboyas de la sala del velatorio, mis hermanas
de familia que tiene, he sabido que no la valora, maltrata dormitaban encogidas en los asientos contiguos y mi madre
continuamente a su mujer y ha intentado lastimar a sus hijas. de pie observaba el rostro inerte de mi padre. Pese al malestar
Cualquier rato, ya verán, Lidia se va a cansar de la vida que corporal, me acerqué al féretro con extraña constricción y

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un insoportable complejo de culpa agudizó la abstinencia. rumbo. De seguir en lo mismo, pronto le harás compañía
Las náuseas y la sed convulsionaban mis entrañas, todo mi a nuestro padre.” Después de observar mi pupila agregó:
cuerpo se estremecía, un temblor incontrolable me sacudía –Necesitamos hidratarte con urgencia.
las extremidades, necesitaba con urgencia beber de nuevo,
retrocedí para salir, pero mi madre me detuvo. Mi cuñado José me ofreció un café y me trajo un suero sabor
–¡No hijo, hoy no por favor!, me suplicó compungida, ¡quédate a piña. A él lo detesto porque es un cabrón hipócrita, le
con nosotros, acompáñanos a despedir a tu padre! Tienes ha hecho muchas canalladas a mi hermana Male y quisiera
que estar sobrio cuando le demos el último adiós y tienes qué partirle toda la madre; pero en estas lamentables condiciones
prometerle que dejarás ese maldito vicio. Besé su frente con no puedo ponerme remilgoso. Acepto su ayuda en silencio
ternura y le juré con sinceridad que así lo haría; pero a medio porque de verdad me está llevando la fregada. Bebí varios
día no podía ni con mi alma, la escaza voluntad se me agotaba. litros de suero, cuyos beneficios, además de hacerme orinar
Inútil cumplir la promesa hecha de corazón, una sed terrible los pantalones, me volvieron a la sobriedad, a la solemnidad
e incontrolable me acosaba quemando mis intestinos, hacía que exigía el momento del sepelio; pero a mí no me impidió
calor en la capilla; pero yo temblaba de frío, todo mi cuerpo contemplar la vida sin rencor y sí el rostro hinchado de mi
se sacudía. Era la deshidratación que empezaba a exigir el padre antes de cerrar el féretro.
anhelado líquido. Como efecto de la desintoxicación empecé –¿Por qué me separaste de ti, papá? Le dije entre el llanto
a vomitar. Las convulsiones y el estertor que me estremecían y la rabia, ¡qué bueno que ya no puedes dejarme solo en el
angustiaron a mi madre y me desvanecieron. Después del internado!, pensé, ¡Porque ahora eres tú el que se va! Con ira
desmayo me llevaron a tomar el fresco. Afuera empecé a observo por última vez el rostro cetrino de papá, que ya
recuperarme. no podrá escucharme ni recriminar mi conducta. “Estamos
–¿Qué van a hacer conmigo?, necesito ayuda, si me dejan solo a mano, padre”, le grité en mi mente, aunque igual ya no
me llevará la chingada, me quejé y supliqué en un momento de podía oírme. Solté el ataúd y me alejé escuchando el llanto
debilidad física, mientras Rodolfo me recostaba en el asiento de inconsolable de mi hermana mayor. Ella jamás lo visitó, no sé
su camioneta. Él no sabe que me siento peor sin la bebida, si también lo odiaba como yo, por irresponsable, sin embargo
que la abstinencia es un infierno que me abraza y quisiera morir. aquel día se veía consternada.
Joel, el mojigato que nunca bebe necesita saber que el licor para
mi cuerpo es el remanso y saciarme es entrar al paraíso, tengo Esa es la gracia de la muerte, que nos transforma en hombres
que comprar alcohol, suplico entre el estertor, Rodolfo me lo buenos, aunque hayamos sido unos miserables.
impide aprisionando mis manos que tiemblan sin control y trata
de tranquilizarme mostrando compasión. En cambio Raúl, que aún estaba vivito y coleando, siguió siendo un
–¡Nos diste un gran susto, hermano, ya deja esas tonterías, bribón. A aquella pérdida, le siguió la más fuerte, la del empleo
te están matando en vida!, aseveró al tiempo que sacaba de la constructora, sin dinero que despilfarrar, los pocos amigos le
el estetoscopio de su maletín. Un mal día tu corazón ya no volvieron la espalda, después su familia finalmente lo abandonó. Ni
resistirá, ¡mírate como traes de alterada la presión, pero no siquiera pudo conservar la hermosa casa que con tanta pericia
entiendes! Dios quiera darte tiempo para que rectifiques tu había construido. El juez que dictaminó la disolución del matrimonio,

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lo obligó a cederla a sus hijas. Su madre, cansada de gastar en la acompañara de nuevo a las sesiones, le insistí que regresara;
curación de un hijo mayor de edad, que debía protegerla, pero que pero me dijo que ya no necesitaba las terapias doble A, que él
en lugar de paz le daba continuos sobresaltos, también decidió ya sabía los tips del programa.
marcharse de la ciudad. No soportó ver la decadencia moral a –Sólo por hoy no beberé mi me drogaré, ¿Ves camarada?, estoy
la que el alcohol y las drogas habían conducido al menor de sus bien, ya no le hago a esas cosas, ¿verdad madre que no he
hijos, al que todo tenía para ser exitoso, pero se dejó hundir en un vuelto a beber desde que murió Lidia?
lamentable fracaso, el del camino del vicio. A Adelina le sulfuraba lo
fácil que su hijo conseguía los enervantes. Igual estaba harta de Era cierto, Raúl ya no bebía ni se enajenaba con la droga;
denunciar a los rufianes que lo abastecían y más impotencia sufría al pero de aquel competente ingeniero no quedaba ni la
ver a los delincuentes de nuevo en la calle, como si nada, vendiendo sombra. Con menos neuronas, sin familia y desempleado,
sus porquerías. Sin embargo el amor de madre erróneamente gastaba los días enteros sentado frente al televisor, sumido en
expresado, no le permitió echarlo del hogar. Tampoco tuvo el la más triste indolencia, abúlico a todo pensamiento que le
suficiente valor para abandonarlo a su suerte, le encargó la sugiriera trabajar o hacer algo útil, subsistía de préstamos y
casa que Raúl pronto convirtió en una espantosa guarida de de la venta de los muebles de la casa, que por cierto no eran
borrachos. Nunca les abría la puerta a sus hermanos que suyos. Se enfurecía porque sus hermanos lo sermoneaban
iban a verlo o le llevaban víveres que él cambiaba por licor. por ello y los ignoraba cuando le decían que tenía que buscar
Incluso, más por compasión que afecto, o por tranquilizar la trabajo aunque sea para mantenerse.
conciencia, le pagaban la deuda de la tienda de abarrotes. –Estoy buscando en otras constructoras; pero por mis
Abatido por el consumo indiscriminado de enervantes y antecedentes ya nadie me contrata, además apenas me estoy
la necesidad compulsiva del aliento del demonio sufrió de sobreponiendo, ¡ustedes no saben el trabajo que me cuesta
nuevo la pesadilla de la cárcel. A instancia de los ruegos de recuperar mi vida!, me exigen como si estuviera en mí volver
su madre, una de sus hermanas pagó la fianza con el apoyo a ser quien fui qué saben cómo me siento, ¡con una fregada,
incondicional de Benjamín, su marido, un hombre de gran mejor déjenme en paz!, ¡yo no me meto con ustedes!, ¿por
calidad humana; quien aprovechó la coyuntura del tío con sus qué carajos me molestan?, les replicaba irritado.
hijos para aconsejarle dejar de beber y le ofrecía su ayuda –¡Es que no puedes vivir siempre como un parásito de la familia!,
cuando los visitaba en los cumpleaños. Le consiguió empleo y además, sin oficio ni beneficio acabarás por volver a las andadas.
lo apoyó en lo que pudo, porque advirtió que la adicción de Dicen que la mejor terapia a tu problema es la ocupacional, así
su cuñado también estaba afectando a toda la familia. que a buscar empleo hermano, ¡ya estuvo de flojera, no te vamos
a mantener indefinidamente!, –le dijo Joel categórico.
A Raúl esta enfermedad del alma ya lo había dejado bastante –Sí hermano, tienes que empezar desde abajo y ganar de nuevo
dañado emocionalmente. No obstante con la lección del reclusorio la confianza. Es obvio que no te van a dar empleo de gerente, ni
intentó rehabilitarse, más por presión familiar que por convicción. te devolverán el de Jefe de obra que perdiste hace años, aunque
necesiten quién les realice los cálculos de resistencia de las
Casi lo logra, nos dijo su padrino del grupo de alcohólicos estructuras, con la precisión que lo hacías tú. Primero tienes que
anónimos, el último verano que lo visité para invitarlo a que nos demostrarles que aún conservas la capacidad profesional, – le

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aconsejó Male tratando de hacerlo entrar en razón. los arbotantes uno a uno se iban encendiendo como los
–Tienes qué perder el miedo al fracaso y tener la suficiente ánimos de los parroquianos que en las mesas chocaban las
humildad para trabajar en lo que sea, pero que sea un trabajo copas en alegre celebración. Raúl sin conocerlos se integró al
honesto. Nosotros ya no te ayudaremos porque te estamos corrillo después de varias copas que bebía con la ansiedad
perjudicando, –aseveró su hermana mayor. del viajero del desierto al llegar al oasis, ya sin cordura no fue
capaz de evitar su ruina. El trabajo fue beber la primera copa,
Un arquitecto que Raúl había conocido en la cárcel finalmente porque ya no pudo dejar de hacerlo. Les invitó varias rondas y
lo contrató, se dedicó a remodelar casas, cuando la demanda entrada la noche lo sacaron del lugar cayéndose de borracho.
mermaba, aceptó pintar fachadas. Todos estaban contentos,
¡qué alivio!, la oveja negra se empezaba a enmendar y Despertó en la madrugada, pero no tuvo conciencia de cómo
parecía que pronto volvería al redil; sin embargo la soledad lo había llegado a casa, ni el menor recuerdo que unos vagos de la
mantenía en un vulnerable estado emocional de indefensión. colonia lo asaltaron y además de golpes le habían dejado desnudo.
Hacía años que no sabía nada de sus hijas. Después del divorcio Tampoco tuvo la lucidez para recordar que, tratando de escalar la
y de la sorpresiva muerte de Lidia, las muchachas se habían tapia, se había caído golpeándose la cabeza, ni se percató que
ido a vivir con la abuela materna, les avergonzaba el estado estaba gravemente herido y sangrando entre las ramas rotas de
deplorable de su padre; por ello no quisieron tener ningún la azalea. No sintió el dolor del golpe en la temporal, ni vio el hilo
contacto con él, en lugar de amarle le temían. Raúl se lo había de sangre que corría por su sien. Volvió en sí cuando sintió el frío
ganado, él lo sabía y por eso nadie le preguntaba por ellas. Las de la madrugada en su espalda desnuda y se estremeció cuando
dejó marcharse y ellas lo enterraron en vida. Por años aceptó menguó el engañoso efecto del alcohol en su cerebro, entonces la
el sufrimiento y culpa por el dolor de haberlas hecho vivir el falsa sensación de calor corporal lo abandonó. Titiritando de frío
infierno de un hogar disfuncional, sin embargo aún no tenía el trató de incorporarse, pero la debilidad y las piernas entumecidas
suficiente valor para pedirles perdón. Un aciago día se enteró no le obedecían, su corazón latía apresuradamente, aunque
que a Sandy, un rufián la había embarazado. respiraba con dificultad quiso gritar y pedir ayuda. Era inútil,
la voz se le había acabado. Sintió miedo, el miedo helado
–¡Y todo porque yo no puedo estar ahí para protegerlas!, de la muerte. Con angustia y estertor se abandonó a sus crueles
–se lamentaba Raúl hasta el cansancio; pero no tuvo el valor brazos. Con los ojos desmesuradamente abiertos agonizaba; pero
necesario para ofrecerles su apoyo paternal. Su corazón su cuerpo aún no le rendía el tributo definitivo a la tierra. En su
quebrantado tampoco soportó el fardo del remordimiento. Un mente y como trancos de una película filmada entre la bruma
deseo irresistible de beber lo enervó de nuevo. Sin voluntad para del crepúsculo recordaba los episodios de su vida, primero
vencer la necesidad de embrutecerse salió de la casa como un veía el presente malogrado por su adicción y luego la insensatez
endemoniado, sacó algunos ahorros del cajero, abordó un taxi y de su pasado juvenil en que empezó a juntarse con los primeros
presuroso se dirigió al bar que antaño solía frecuentar. amigos borrachos. Uno a uno fueron exhibiéndose sus errores.
–¿De cuantos desaciertos era responsable?, ahora lo sabía:
Llegó al antro cuando las primeras sombras de la noche se Se había burlado de su mujer en su lecho de enferma,
extendían entre los escasos árboles de la plaza Independencia, apresuró su muerte con sus insultos y su necedad, la vio

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marcharse de este mundo desesperada y con dolor por y cargar trabucos para derribar pajarillos. En cambio allí,
la orfandad moral y la indefensión en que quedaban sus la fría obscuridad del galerón dormitorio del internado me
hijas, las de ambos, más de ella que de él que prefería el licor aterrorizaba más que los diablos que había visto junto con
y los amigos antes que la convivencia con la familia, además Rodolfo en el arrozal del abuelo, y más tenebrosa que el
estaba su irresponsabilidad filial. Los hechos de su malogrado jinete sin cabeza, que escuchaba cabalgar por el solar en
matrimonio se iban deshilvanando lentamente, cual imágenes las noches pueblerinas de lluvia en que tenía horrendas
oníricas una a una y en retrospectiva seguían pasando por su pesadillas, siempre fui miedoso. Entonces mamá me cobijaba
mente, incluso revivió los días en que mendingó y robó y ahuyentaba el miedo con sus brazos, ¡cuánto frío me dejó
para comprar la droga, las repetidas noches en que comenzó tu abandono, mamá!
a beber de manera compulsiva y aquellas en que vio a sus hijas –Hoy vuelvo a sentir el frío de la ausencia de mi madre y…
con lascivia y prometió dejar el vicio para no lastimarles su aunque dicen que la suerte… del hombre es… producto…
inocencia. El malestar emocional fue mayor cuando recordó circunstancia… más me afectó…, ¡ay la in… diferen… cia de
que acusado de estupro perdió la custodia de las hijas, además papá; aunque tú… mamá, asegu… raste que él… sí me amaba,
de la libertad. Por fortuna había recuperado la sobriedad ¿verdad que… no mentiste? y que el día… que nací… él esta…
necesaria para recobrar parte de su vida. Los meses en la ba…feliz? Porque… su ni... ñito… pa… re… cía grin… go.
cárcel no habían sido suficiente penitencia para purgar su
alma atormentada por la culpa. Recordó que había crecido
con los puños apretados, primero por miedo e impotencia
ante los frecuentes atracos de sus compañeros de colegio,
por las burlas de algunos chavales que lo veían llorando el
abandono y que no soportaba las provocaciones de los más
bravucones. Después, por las agresiones y la rabia de saberse
desarraigado de su familia y de su terruño, se había vuelto
victimario. Aunque era tímido había aprendido a defenderse
solo, porque solo lo dejó su padre en el internado y en
la misma condición se había convertido en hombre, sin un
consejo paterno, sin la dirección oportuna acabó por torcer su
destino. En vano había gritado que no lo dejaran en aquel lugar
desconocido para él.
–Es por tu bien Raulito, me dijo mi madre cuando le pedí que
convenciera a papá de inscribirme mejor en la escuela del Municipio.
–¿Qué no sabía mi padre que aquel colegio no era mi
espacio?, aquel lugar era una apretada prisión, comparada
con la cálida libertad del campo y el rocío de las hojas de las
plantas veraniegas que cortaba con Rodolfo para fabricar

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EL
HACEDOR
DE LLUVIA
GUILLERMO VADILLO

154 Endira escritores Mariposas de humo 155


–Ándale Columba, apúrate, avienta más lejos la zancada, si no, aprendices que mandan de la capital, se ve muy jovencita. Lo
no vamos a llegar al municipio pa tomar el camión que lleva a más que hizo fue untarle alcohol y una crema en las heridas,
Viborillas. Échale ya ni yo que vengo cargando al chilpayate, ya así que le pedí de favor al hijo de Doña Rufina, al que le dicen el
ves que esta repesado el canijo y eso que la doctora de la clínica güilo, que te avisara, que fuera al monte, que te diera la razón,
dice que esta dizque desnutrido. Tú tienes la culpa pá qué te medio confiando en él, porque ya sabes que luego se le van las
lo llevas al pozo por el agua, ya te dije muchas veces que los cabras, ahora ya conoces esta desgracia.
dejes en el patio, jugando con los guajolotes y los pollos. Si me –Ten fe mujer, lo vamos a llevar a Viborillas, en ese pueblo hay
hubieras hecho caso no le hubiera caído el rayo, mira nada mas un curandero bien chingón, Don Ubaldo me lo recomendó, hasta
como quedó, mas prieto de lo que era y medio chamuscado de me regalo unos centavos para el pasaje y los gastos; no es tan
las patas, ya ni la jodes Columba. malo el viejo, dicen que a esa edad hasta la comida se amarga.
–Sí, que fácil, tú porque nada más amanece y luego, luego me –¿Deberás crees que lo pueda curar?, ni la doctora que está
das un codazo pá que me levante a calentarte tu almuerzo, bien estudiada le pudo hacer algo ¿a poco ese curandero con
después agarras tu morral con tu itacate y jalas pal monte con tu sus yerbas lo va a curar?
motosierra y ni miras lo que hace falta en la casa. –Pus claro, ándale, ya viene el camión. Quita la cara de
–Ah qué mujer siempre quejándote; ya sabes que si no llego acongojada, has como si nada porque si no, nos bajan y luego
temprano a la tala, Don Ubaldo se encanija y el día de la raya me como le hacemos.
descuenta y necesitamos los centavos. Además, ya sabes que –Si, vámonos pal asiento de hasta atrás, por si me gana el sentimiento,
el corte dura seis meses. Después otra vez al campo, a cuidar una de mujer le duelen más los hijos, ustedes como quiera.
las borregas y eso no deja gran cosa, nada mas pá irla pasando; –Ya deja de quejarte mujer, te digo, ni que fuéramos de palo.
siento que nada mas nos hacemos viejos en un abrir y cerrar de Ándale súbete, como en una hora ya estamos allá y el yerbero
ojos, digo, como esas flores de un día: rápido nacemos, rápido ese tiene buena fama, figúrate que Don Ubaldo me contó su
nos marchitamos. historia. A según este señor cuando era niño andaba cuidando
–Eso sí, ya ves que nomás rebasando los treinta, nos empiezan las borregas en un terreno escarpado, de repente le cayó el rayo
los achaques. Ha de ser por el frio que por aquí cala hasta los y se fue al suelo todo desmadejado. Nadie se dio cuenta. Fue
huesos, todos acabamos con reumas. Tienes razón, nos hacemos hasta que otro pastor lo encontró tirado, con las patas estiradas
viejos en un parpadeo. Este chiquito ni eso le quiere dejar pasar y los brazos igual, como si en su estertor de muerte quisiera
la vida; te digo que no había nubes, ni la neblina, ni nada, te lo alcanzar algo, así lo encontraron. Para acabarla de joder, era
juro. Nada más miré un fulgor y el chamaco se cayó, como los huérfano, así que su madre lidiaría con la noticia de que su hijo
muñequitos de la feria: esos que mueven sus cuerpecitos con de apenas diez años lo había matado el rayo. Cuando la gente
hilos. Así fue pues Rubén, tu ni me crees, pero rápido lo cargué de ese pueblo se enteró se juntaron para ayudar a cargarlo
y como pude lo llevé a la clínica del pueblo, pero me dijeron que iban como en procesión, en silencio, se podía oler el pesar. Para
no se podía hacer nada. Le pregunté a la doctora que si estaba llegar a la casa de esa familia se tenía que caminar un pedazo
muerto el chamaco y me dijo que no, pero que poco le faltaba; de carretera, se fueron despacito. La gente que iba en los carros
me le quedé mirando un rato, le mire sus ojos de duda, no sabía que pasaron, miraron el cuerpecito lo cargaban a cuestas, no
muy bien cómo explicarme; ha de ser porque es de esas doctoras se atrevieron a rebasarlos, así que aquello se convirtió en una

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fila interminable. Dieron la vuelta, por la casa de Don Higinio jacal, en la mera punta del cerro, va estar de la jijurria cargar
y se encumbraron para el terreno medio sumido donde vivía al chamaco hasta allá, mejor vete a ver si consigues que te
ese niño. Las vecinas ya hasta habían preparado la mesa con empresten un burro.
las mortajas para velar al niño. Doña Reyna, la rezandera más –Ahí viene alguien con su bestia, quien quite y nos hace el favor.
conocida del pueblo se encargaría de vestirlo, el padrino de –¡Buenos días! ¿Qué les pasó, no me digan que un carro aventó
bautizo tuvo a bien usar la indumentaria de San Martín De a su niño, de donde son?
Porres, en estos rumbos se acostumbra que cuando se muere –Venimos de Tejocotes, ya casi pegado al estado de Hidalgo,
un niño, pues lo visten con las ropas de algún santo. Don Ubaldo mire a mi niño, casi nos lo mata el rayo, se lo traemos al yerbero,
siguió platicando, ya sabes con ese estilo garrasposo que le da a ver si lo puede curar porque está más muerto que vivo. ¿Nos
a sus historias que cuenta y no se atreve uno a preguntarle con puede hacer la caridad de llevarlo en su animal?
tal de no cortarle lo inspirado, alzó la cabeza y luego la sacudió –¡Claro que sí, mire amigo usted súbase al caballo y hay va
como si quisiera acomodar los recuerdos pegados en algún lugar abrazando al niño para que no se zangolotee, ni como negarse,
de su cabeza para seguir diciendo: no faltaba más, ¿que cristiano se negaría?, igual se los cura, con
–“Ahí estaba tendido ese cuerpecito con una sábana, con la el favor de Dios. Récenle dos rosarios al señor de Chalma, ¡es
cara de sufrimiento que ponen las rezanderas, con la cabeza bien milagroso!
ladeada ya sea a un lado o al otro, Doña Reyna miró las palmas –Gracias, amigo, no sabe cuánto se lo agradecemos.
de las manos chamuscadas, igual las plantas de los pies, como –¡No se preocupen, hasta ahorita me acordé que ni me presenté,
si hubieran sacado lumbre por ahí. Habían pasado diez horas mi nombre es Álvaro Godínez, soy oriundo de Viborillas. Pero qué
desde el percance, la rezandera tocó el cuerpo, salió corriendo bueno que vinieron, este curandero es de los buenos, es ¿cómo
como alma que lleva el diablo, no paró hasta la galera donde se dice? de esos, que nadie les enseña, un don; por aquí les
se guarecían del frio los dolientes y vecinos; cada uno trajo un decimos “graniceros” o “tiemperos”. ¿Quién se los recomendó?
presente, hasta Don Eulalio al que le dicen el cerrero llegó con Porque esta lejitos su pueblo.
su burro Filemón bien cargado con leña de encino. ¡Ave María –Mi patrón, Don Ubaldo Yáñez. También me contó una parte de
purísima, este niño está vivo, todavía está calientito, este es un la historia de este curandero, pero por la premura ya no terminó,
milagro, se los juro por mi madrecita santa y por los tres clavos le venía yo contando a mi señora, de cómo se convirtió este
de nuestro señor Jesucristo!” señor en atajador como también les dicen. Si usted es de por
aquí, igual nos puede platicar un poco más.
Los vecinos se arremolinaron alrededor del niño, y efectivamente, –¡Ah, claro que me sé su historia!, ese yerbero se llama Elpidio, por
todavía estaba tibio, eso no podía ser porque ya ves que en ese cierto yo conozco a Ubaldo, tu patrón. Se dedica a la explotación
pueblo hace mucho frio, por eso el café con piquete se sirve casi de la madera, no sabía que conocía la historia de este “tiempero”
como también le decimos, hay en muchos lugares de México.
hirviendo, pá que dure caliente.
Ellos tienen el don de controlar el tiempo, si, el clima quiero
–Ya casi llegamos, horita me sigues contando, tu bájate primero,
decir; así como puede llamar el agua cuando esta se escasea,
pá que me lo recibas viejo.
también puede atajar las granizadas que agujerean las láminas
–Gracias chofer.
de cartón y que también tumban la flor de los árboles frutales.
–Ah que canijo curandero, mira a donde se le ocurrió hacer su

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No se preocupen, el “granicero” ya los ha de estar esperando, –Y luego ¿qué más cosas hizo el yerbero?
como le venía diciendo, él sabe controlar el rayo, la lluvia, y claro –Por ahí de los años sesenta, hubo una gran sequía, duró tres
los males que a veces traen los temporales; muchos piensan que años, no se dio la cosecha del maíz, ni frijol criollo, nada, hasta
es una tradición pero no, esto no te lo puede enseñar nadie. A el arroyo casi se secó, apenas un hilito de agua corría con
Elpidio le cayó el rayo lo dábamos por muerto, ya han de saber harta flojera, las borregas y las vacas lengüeteaban el lodo,
que casi lo velaban; de no ser por Doña Reyna la rezandera, a desesperadas, los potreros todos secos y el polvo se le metía a
lo mejor hasta lo hubiéramos enterrado. Estuvo en cama como uno en los ojos, andábamos todos chinguinosos. El padre Miguel
muerto por una semana, y cuando despertó parecía que hubiera dijo que íbamos a realizar unas rogativas, así que peregrinamos
estado dormido; pero ya no era el mismo, se convirtió en un por todo el pueblo, desgañotándonos de tantas alabanzas
niño callado y se apartaba de los demás, nos dimos cuenta de y nada, nada de nubes en el cielo, hasta la neblina que por
su don porque curó a la nuera de Rubén el panadero cuando a aquí abunda se sentía seca. Fue así que nos juntamos los más
esa pobre muchacha se le murió el niño que traía en el vientre. viejos para buscar consejo entre nosotros, parecíamos caballos
Se vio muy delicada, y antes ni clínica había, con trabajos te cansados, sin sombra donde atajarnos del sol y del hambre
atendían en Metepec. Pero está como a seis horas. El chamaco andábamos todos galgos; porque lo poco que había era para los
les dijo que se la trajeran a su casa, hablaba como gente grande, escuincles y la gente de más edad. Elpidio tenía en ese entonces
y le hicieron caso. Que más quedaba, ni modo de dejarla morir unos quince años y le daba por andar en el monte cuidando sus
en su catre. Pegaba unos gritos, como queriendo sacarse así la borregas, hablando solo. Lo fuimos a visitar a su choza, la había
dolencia. Elpidio se fue al monte ahí por Vinasco, donde crecen construido él solito en medio de los encinales, nos recibió con
todas esas yerbitas que según él, le hablan diciéndole que males gusto, sonreía cuando nos invitó a sentarnos en las banquitas de
pueden curar; y si las tiene que hervir, con que otras puede ocote que despedían un aroma penetrante. Con desesperación
juntarlas o si las tiene que machucar para sacarles el jugo para le dijimos que si él podía hacer algo para que lloviera. Nos miró
luego untárselas, cuando regresó la enfermita ya estaba en su un ratito y luego dijo que intentaría algo después de la luna
casa, puso a hervir las yerbitas en una tinita de peltre y luego menguante, cuando las noches son tan negras que da miedo
la sentó en ella y no me van creer, pero sacó el chamaco que salir al baño, hasta se anda uno aguantando las ganas del miedo
se le estaba pudriendo en el vientre, estuvo convaleciente unos que da tanta negrura. Todos pensábamos que nos iba a pedir
días y luego su marido la llevó a su casa. Esa fue la primera vez que lo acompañáramos en procesión al Cerro de las ollas: que
que curó. La noticia se regó y comenzaron a llegar desde lejos. es famoso porque se dice que está habitado por entidades que
La mayoría de las veces lograba sanar a los enfermos, nunca le solo ciertas personas pueden a veces escuchar o mirar según el
importó la mala fama que el padre le hincaba los domingos en don, pero esas cosas están más allá de nuestro entendimiento.
su sermón y a los enfermos menos. Elpidio no nos pidió nada de eso, se fue al monte como dos días,
–Sí que está buena la historia de este señor Elpidio, Dios quiera no supimos de él; nos dimos cuenta de que había tenido éxito
y pueda sanar a mi niño, mírelo nada más, cuatro añitos tiene ni porque por las noches cayó una briznita, suave pero tupidita y
siquiera le ha tomado sabor a la vida y ya le cayó el rayo. en el día una lluvia fuerte, sin llegar a tempestad. Le fuimos a dar
–¡Eso sí, señora, pero lo no lo mató porque no se ha puesto tieso, las gracias, el panadero le hizo un panqué especial con nueces
ni se le han ido los ojos pá arriba, hay que tener fe! traídas por las barranqueñas que vienen más allá del pueblo

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llamado el Acantilado, Don Pascual le mandó a bordar un poncho
con el dibujo de un caballo alazán. Cipriano el del aguardiente,
le regaló dos botellones de aguardiente recién salidos del
alambique y así cada quien trajo lo que pudo. Él recibió todo con
gusto y lo repartió entre todos los presentes; de ahí en adelante
Elpidio se convirtió en un consejero en lo referente a cuando
hay que sembrar, que cosa se dará más que cosa no; aquí todos
lo apreciamos y lo dejamos en paz con su soledad que tanto le
gusta. ¡Ya llegamos!
–Pues gracias Don Álvaro, por el gran favor que nos hizo al traernos.
–¡De nada amigos, ahí nos estamos mirando!
–Ándale mujer vamos rápido ahí está en su puerta el “granicero”.

MIENTRAS
–Buenas tardes, venimos a ver si puede curar a nuestro niño que
le cayó el rayo en la mañana, venimos de...
–Si, ya sé de donde vienen, pasen. ¿Así que este es el niño? Le
voy a curar los piecitos y las manos y lo vamos a acostar en ese

PASABA
catre, luego vamos a esperar a que despierte si lo hace entonces
su niño ya no será de ustedes sino de todos. Tejocotes recibirá
entonces al hacedor de lluvia.

EL TREN
ESTHER GODINEZ

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R ecién llegó a la Terminal Central, escuchó el aviso: el tren de
las siete arribará hasta las once horas, debido a la caída de
un árbol que obstaculizó su camino. Repitió el altavoz tres veces
una renta tan cómoda como la que pagaban ahí. No dejó de hacerle
gracia que hablara en plural respecto al pago, pues ya de tiempo
atrás, sobre ella pesaba cubrir la renta y todos los gastos de la casa.
con intervalo de cinco minutos en cada anuncio. Si no hubiera
olvidado mi libro…, pensó refunfuñando entre dientes, al tiempo Ella sabía que se engañaba a sí misma al atribuir la desazón de su
que se arrellanaba en el incómodo asiento. marido a lo poco tolerante que pueden ser los hombres al depender
de las mujeres. Fácil deducción, si creyera que ellos sienten que va en
La verdadera incomodidad la traía por dentro, al no encontrar una detrimento de su valía, y no realmente en su pérdida de poder. ¿Por
razón de peso que justificara el deterioro de su relación matrimonial. qué será que en las relaciones de dependencia uno responsabiliza
Era como una comezón en su mente que iba y venía con insistencia. al otro de su bienestar? ¿Dónde quedó la individualidad y el placer
¿Por qué le había gritado que era una paranoica? Es más, ¿por qué de estar juntos?
le había gritado?, si nunca antes lo había hecho… Todo su enojo lo
desató una simple pregunta que no llevaba intención de molestarlo Ahora bien, ¿qué era peor para ella?, pensó, ¿aceptar que el
ni someterlo a inquisición alguna. Sólo curiosidad. Simplemente era cambio en su conducta se debía a que esa dependencia había
eso, curiosidad por saber qué tipo de compromiso había adquirido ido en aumento, o el hecho de aceptar que se hallaba instalado
con ese muchacho recién llegado al edificio pocos meses antes, al cómodamente en espera de la venta de alguna de sus pinturas
grado de prometerle su ayuda económica. para ayudarla con los gastos…?

Su respuesta iracunda: “Eso no es de tu incumbencia, y el vecino Al escuchar de nuevo la información de la demora en la salida del
no es ningún desconocido.” Sintió más la agresión en la actitud, tren, su mente saltó de las reflexiones que tanto la angustiaban, a
que en las palabras. la realidad del retraso del tren. No dudó más, tomó su maletín y se
encaminó a la salida para abordar un taxi. El tiempo era más que
Efectivamente, el chico había sido muy amable al ofrecer su suficiente para recuperar su libro.
ayuda para arreglar el estudio, tenía que reconocerlo. Las
sugerencias que hizo y llevó a la práctica con los muebles, la Durante el trayecto, su cerebro retomó el análisis del altercado de la
posición del caballete y la mesa de trabajo, ganaron espacio y noche anterior. ¡No fue lo que dijo, sino cómo lo dijo! Palabras más,
luz; pero, aún así, era muy poco tiempo para confiar en alguien palabras menos, echó por tierra la decisión tomada por ambos de
al grado de volverse casi su protector. moverse de ese barrio. Ella estuvo a punto de explotar indignada
imponiendo su condición de: el que paga manda, hasta llegar al
Le molestaba descubrir esa nueva faceta inconstante e límite. Sin embargo, prefirió no violentar la situación y se mantuvo
incongruente en su marido, quien de un momento a otro
impertérrita hasta lograr calmarse. Una vez repuesta, trató de
cambió de opinión y le dijo que ya no quería cambiarse a otra
convencerlo otra vez, incluso, usando sus propias palabras: irse de
zona, después de que fue él quien insistió en hacerlo. Ahora
allí era muy conveniente para ambos. No era posible continuar con
argumentaba que en ningún lugar encontrarían otro piso con un
el ruido molesto del paso de los trenes, tan próximo, sobre todo, las
espacio tan amplio y adecuado para su taller de pintura y con
corridas temprano.

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¿En qué momento empezó el deterioro de su relación? No El departamento estaba ubicado en la planta baja. Al entrar al
lo recordaba bien. No tenía fecha exacta. Sólo lo percibió edificio no vio a nadie. Justo empezó a pasar un tren cuando abrió la
paulatinamente, casi sin sentirlo. Una cosa aquí, un comentario puerta del departamento. El traqueteo de las ruedas sobre los rieles
allá, en fin, que lo suyo, como dicen en las novelas, fue un sueño hacía volar el piso de duela del edificio. Sentía el temblor bajo sus
de amor que a últimas fechas tenía mucho de pesadilla. pies y escuchaba el inconfundible crujido de la madera. Al acercarse
a la recámara notó que la puerta estaba entreabierta. Empujó con
Y ni siquiera atinaba a saber la causa, el origen real. No se suavidad y… ¡ahí estaba él, todavía en la cama!
quería justificar a sí misma, pero, sentía amarlo de verdad.
Hizo un repaso mental: nunca le había sido infiel; la carga de Dormía con la cara de lado y la barbilla posada sobre la cabeza
los gastos la soportaba mientras él encontraba su camino como de un joven, cuya piel morena contrastaba con la palidez de su
pintor, ¡perdón!, artista, como la corrigió malhumorado un pecho tantas veces acariciado por ella.
día; además, mantenía la casa en orden, a pesar de no tener
servicio permanente; no era la gran chef, pero le cocinaba Notó con especial molestia el pelo largo que desparramaba
todo lo que le gustaba y recibía bien a sus invitados, se lo había sobre el brazo que lo envolvía. Sin verle la cara, adivinó al vecino.
demostrado todas las veces que él había necesitado de su apoyo
en presentaciones y exposiciones de sus trabajos… ¿Entonces…? Se quedó estática. No parpadeó ni movió un músculo. Respiró
profundo. Dejó suavemente en el piso el maletín antes de entrar
Ese desencuentro la hizo reflexionar en que uno debe estar alerta al cuarto. El ruido del tren que pasaba le pareció más estridente
sobre quien contesta una cosa, luego dice otra, se va por un lado que de costumbre.
y luego por otro, hasta llevar el asunto a un enredo donde se
pierde el objetivo principal de la discusión y se cae en el enojo Fue hasta la ventana y se cercioró de que estuviera cerrada.
que crece hasta alcanzar la ira, y ésta, irremediablemente lleva Se inclinó y sin mucho esfuerzo le dio vuelta a la perilla del
al grito y a la intolerancia. calentador de gas ciento ochenta grados hasta colocar la flechita
en abierto. Cerró la puerta.
Fue la primera vez que durmieron separados. Ella no pudo conciliar el
sueño hasta que llegó a la conclusión de que todo tenía como fondo Todavía sentía vibrar la duela bajo sus pies con el paso de los
su frustración de “artista incomprendido”, tal y como actúan los niños últimos vagones del tren cuando tomó la calle.
malcriados, pensó, y creyendo haber encontrado la raíz del problema,
se durmió esa noche con cierta sonrisa amarga en los labios. No olvidó llevarse el libro, pues no quería quedarse sin saber
quién era el asesino.
Sus pensamientos se cortaron en seco cuando el conductor del
taxi paró y volteó para señalarle el taxímetro con modales poco
educados. Eso la inhibió a pedirle que la esperara. Pensó que
preferiría buscar otro taxi para el regreso, a tener que seguirle
viendo la cara de pocos amigos a tamaño palurdo.

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LA CULPA
FUE DE
TOMOYO
CARLOS LÓPEZ

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E ran sólo las seis y treinta de la tarde cuando vi en mi compu el
estado de Belba que decía: “decepcionada” así que marqué
su número y escuche una voz familiar:
De camino a su casa casi atropello a un hombre que me salió
de la nada, pero llegué a tiempo. Entonces me acerqué hacia la
entrada y toqué el timbre. Después de unos segundos esperando
–Hola Alonso. abrió la puerta un hombre de cabello gris.
–¿Cómo va todo? –Buenas Noches. ¿Podría decirme...? –apenas iba a preguntar
–Mal –respondió. cuando fui interrumpido:
–¿Por qué? ¿Qué pasó? –Tú debes ser Alonso. El hombre abrió la reja y me tendió
–Me pelee con mi novio, creo que terminamos. amigablemente la mano.
–Soy el padre de Belba.
Era lo que estaba esperando. En mi rostro no había otra cosa que
no fuera una sonrisa. Era mi oportunidad de salir de la “zona amiga” Yo le estreché su regordeta mano y entré. Una vez pasado el
para entrar al “ligue”. Rápidamente recobré la compostura. enrejado, el me preguntó:
–Cielos, ¿segura que estás bien? –¿Quieres subir o quedarte?.
–Ya se me pasará –Me quedo aquí.
–Quisiera estar ahí para darte un abrazo –Voy a avisarle que ya llegaste.
–¿Por qué no vienes en una hora y salimos a tomar un café?.
En ese momento me consideré el chico con mayor suerte en el El hombre entró a la casa dejando la reja entreabierta, mientras
mundo, me despedí de ella y colgué en seguida. me acomodaba en la banca de piedra.

Era mi primera cita con ella, claro sin que tuviera novio, así que Pero los minutos pasaban y Belba no aparecía, no podía creer
todo tenía que salir perfecto. que tardara tanto arreglándose.

Sin más demora me di un buen baño con agua caliente. Salí y revisé En ese momento sentí que algo tocaba mi pierna, cuando miro
mi armario para escoger mi mejor outfit. Quería verme bien. hacia abajo, reparo en el gato que frotaba sus mejillas y nuca
contra mí. De color marrón anaranjado, con varias marcas de
Tras ponerme un poco de loción, algo dulce pero no empalagoso, color más oscuras en cada pelo. Era esbelto, elegante y orejas
fui a checar que el auto estuviera impecable y aunque mi padre puntiagudas. De inmediato supuse que era Tomoyo, la mascota
lo acababa de llevar al auto lavado no quería que tuviera ninguna que le había regalado su novio en su cumpleaños.
mancha o mal olor.
Yo nunca he sido amante de esos animalejos, nunca le hubiera
Cuando faltaba media hora para vernos, eché un último vistazo regalado uno, me dan miedo, siempre que me les acerco para
al espejo. Todo era perfecto en mi rostro. Estaba bien afeitado, acariciarlos me rasguñan con sus garras retractiles, así que
ningún pelo fuera de su lugar. Entonces recogí mi cartera y el simplemente de un puntapié lo arroje a un lado. La fierecilla
celular. Sin perder más tiempo, me senté frente al volante y saltó la reja y se perdió de vista. En eso estaba cuando Belba
encendí el carro. apareció atrás de mi muy elegante, de tacones altos, llevaba un

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vestido negro que le hacía lucir sus largas piernas. pidió fue que abriera la capota. Un olor a podredumbre salió del
–¿Qué haces? –me preguntó con una gran sonrisa. interior que nos hizo sentir una oleada de nauseas. Al recuperarnos
–Nada en particular. Ya sabes… –me sentí fascinado por su quisimos ver el origen de tan desagradable esencia, para nuestra
belleza que me olvide por completo del gato. sorpresa nos encontramos el cadáver de Tomoyo, el animal debió
–Te ves genial –le dije mientras la besaba en la mejilla. enredarse entre los cables hasta que se asfixio.
–Gracias –me respondió sonrojada.
Traté de ocultarlo, colocándole encima una vieja franela, aun así me
En seguida nos encaminamos al café. Allí estuvimos unas dos vi rodeado por un gentío que fue atraído por la pestilencia. Para
horas, bebimos dos o tres cafés y charlamos distendidamente. colmo de males Belba se ubicó junto al carro y sin escucharme
Al principio la conversación giró en torno a su novio, a las tomó la tela, revelando la mascota sin vida. No se cuanto tiempo
travesuras de Tomoyo, luego de los sucesos del día. se quedó inmóvil sin quitarle los ojos de encima. Cuando ya no
pudo contener su llanto, se fue corriendo a la escuela. Trate de
Después nos fuimos a dar un paseo por la noche, terminamos de detenerla para explicarle que yo no había matado a Tomoyo,
vuelta en su casa y me despedí de ella. que todo había sido un accidente, pero alguien de la multitud me
–Espero que no te busques otro chico –le dije tomándola de la mano. propino un terrible golpazo en plena cara que me dejo inconsciente.
–Está bien si me prometes ser tan lindo como hoy –me respondió.
–Prometido –le contesté con una sonrisa. Esa noche terminé curando con un trozo de carne mi ojo morado.
Esa noche, más tarde puse en mi estado “fue una noche
memorable”.

Desafortunadamente mi suerte desapareció cuando llegó el


lunes. El despertador no sonó a tiempo y anduve a las carreras.
Al poner en marcha el auto percibí que algo andaba mal, luego
un olor desagradable, nauseabundo, algo que nunca había olido,
entraba por el aire acondicionado. Ya no tenía dinero para llevarlo
al mecánico así que opte por pedir pedirle ayuda a mi amigo Bruce.

Al llegar a la prepa lo primero que vi fue a Belba llorando y siendo


consolada por su mejor amiga, así que me acerque para ver que
tenía. Marisela me conto brevemente la situación:
–Tomoyo se perdió desde el viernes.
–Qué pena –respondí, pero en eso vi a Bruce dirigirse al salón–.
Vuelvo enseguida.
Cuando alcancé a Bruce, no hubo necesidad de muchas palabra
pues de inmediato aceptó y fuimos a verlo. Lo primero que me

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CINCO
MINUTOS
MERCEDES CÁRDENAS

174 Endira escritores Mariposas de humo 175


E se día, se levantó emocionada, ella solo pensaba en el dinero
que ganaría. La cita sería a las cinco de la tarde, a las orillas
de la ciudad, en un gran hotel. El negocio, una operación con un
Metió turbo, rebasaba por derecha, por izquierda. Una mirada a
sus espejos y una sonrisa en su cara. Ciento veinte, ciento diez,
hasta la ubicación de los topes tenía memorizados. Un alto y
cliente de una empresa importante. El pago; la mejor comisión otra vez. Ya muy cerca del lugar, miró su reloj. “Me quedan cinco
que su socio y ella habrían ganado en un año. minutos, lo voy a lograr”.

Después de haber perdido algunas horas de sueño, el contrato En eso el camión de la basura la hizo desacelerar y por la izquierda
estaba elaborado. Escogió para guardarlo, un folder bello que no la dejaban rebasar. Una moto y dos carros, otro más y por fin vio
encontró. Puesto en su cuerpo, llevaría aquel vestido de color la oportunidad. Metió la direccional y se le cerró a esa camioneta
azul cielo, en el que se sabía hermosa con sus lindas botas negras azul. Logró entrar en el carril, cuando sintió un recargón.
de tacones afilados.
“Uy, me pegó, bueno no fue fuerte, no creo que haya habido
Corrió desde las siete a llevar a sus niños al colegio; siete y media, abolladuras” pensó. La camioneta se orilló. Ella por el espejo la
se maquilló; a las ocho, su licuado con don Pepe; y a las nueve en miró, y en segundos se decidió. En vez de frenar mejor aceleró.
punto, la junta con su jefe. Dos horas después, ya estaba en el Quiso perderla, pero poca fue su suerte; dos semáforos adelante
banco pagando sus cuentas. Medio día y la cita del Lic. Rosales la en el retrovisor, la reconoció.
retrasó por casi una hora. Apenas llegó a tiempo para recoger a
su pequeña. Besos, abrazos, una bella platica entre madre e hija, La conducía una fiera, pronto se le adelantó, cerrándosele a su
que duró justo el tiempo para recoger sus hermanos en la otra paso y obligándola a parar. El conductor con coraje, le gritaba
puerta del colegio. Hoy comeremos en la calle, comentó. que se bajara. Ella ecuánime por su ventana, le contestó que no
tenía caso la agresión, pues cuando mucho un raspón se notaría
Preocupada por el tiempo hasta el hambre se le quitó. Las tres en sus defensas. Él entonces revisó su daño, mientras ella a su
de la tarde y el corazón se le aceleró. vez se bajó para ver la defensa trasera. A lo mucho dos rasguños.
–¡Santo Dios!, la cuenta por favor… Serían menos de mil pesos.
—¿Por qué te vas? –enojado él le dijo.
A ratos pisaba el acelerador, aunque obligada por el tráfico era –Tengo prisa, no es para tanto.
más usado el freno. Dejó a sus hijos con papá, en un segundo se –¡Háblale a tu seguro! –ordenó
despidió; se sintió como ese conejo blanco con su reloj, “Me voy, –Pero si tú me pegaste, mi Rey. ¿Qué no sabes qué el que pega, paga?
me voy, se me hace tarde hoy”. –¡Pero tú te me cerraste!
–Si estás viendo que doy vuelta, ¿qué te cuesta dejarme pasar?
Encendió el vehículo mientras, como piloto de carreras, hizo –ella ya muy alterada.
cuentas con la hora del tablero. Acostumbrada a correr, sola sin –Qué, ¿no tienes seguro?
nada que perder, se dio cuenta; tenía justo cinco minutos menos –Sí baboso, pero te va a salir más caro el deducible que arreglar
del tiempo record que ha hecho hasta este lugar. “Yo puedo”, cada quien su golpe, además yo tengo prisa y no voy a discutir
pensaba, “tengo que vencer mi marca”. con un patán.

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Y cerrando su vidrio se colocó el cinturón, mientras él con la
mano golpeaba su cristal.
–¡Qué te bajes, mugre vieja!
–¡Hazle como quieras, tu me pegaste y no me voy a bajar! –Con
un grito respondió mientras cruzaba sus brazos.

Los carros pasaban, a ella cierta seguridad le daban; cuando él, su


frustración liberó dándole dos puñetazos en la puerta del auto,
para luego caminar a su camioneta. Con esos dos trancazos, no
sé qué fue lo que a ella le ocurrió. En menos de cinco segundos,
la sangre se le subió, ella se bajó del carro y lo persiguió muy
decidida. Cuando él, por dentro de la camioneta, su puerta
azotó, el motor encendió; a ella solo le dio tiempo de dar una
patada descargando su enojo en la calavera trasera izquierda.
El tacón fue certero y la destrozó. Quiso darle otra más, pero
el vehículo arrancó. Ella regresó y viendo un poco abollada su
puerta se consoló:
–Bueno, seguro se lastimó el puño. Esto me lo arreglan por
cincuenta pesos, y su calavera, por loco, ya le salió más cara.

Con las manos temblorosas hacía el recuento de lo sucedido.


Manejó ya más tranquila. En su mente, buscaba algún pretexto
para la cita, a la que definitivamente llegaría quince minutos tarde.

Aún nerviosa entró a la sala. Encontró a su socio, quien estaba


relajado. Al parecer el cliente avisó de un retraso. Viendo el reloj,
ella suspiró. En el baño de ese hotel se refrescó.
–¡Qué locura! ¿Cómo pude? No es posible que para el trato en
los negocios sea buena cerradora y ahí detrás de mi volante, no
supiera por dónde empezar…

Respiró, se calmó, se miró al espejo hasta recuperar su fortaleza. En


la sala esperó otros cinco minutos más, cuando el cliente arribó. Y
la mirada se le abrió, cuando ahí, al de la camioneta azul reconoció.

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