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Dime como hablas y te diré quién eres. Solamente el 7% de nuestra comunicación es verbal,
pero, ese pequeño porcentaje es capaz de marcar una gran diferencia entre líderes y seguidores,
entre muchedumbre y transformadores.
En la escuela nos han enseñado innumerables cosas, muchas, gran parte de ellas, ya ni se
recuerdan. Una habilidad, vital para marcar la diferencia con los demás, nunca se ha enseñado:
cómo hablar en público. No se le prestó atención a esta habilidad porque como el niño llega a
la escuela sabiendo hablar, para qué dedicarle más tiempo.
Saber hablar en público es un arma poderosa, es tu herramienta para venderte a los demás. No
saber hablar en público te hace perder grandes oportunidades laborales y personales.
Con un solo oyente, con un solo espectador, ya estás hablando en público. La mayor parte del
tiempo estamos hablando en público. A pesar de ello, no consideramos conocimiento
importante hablar en público, la gente prefiere hablar inglés, u otro idioma, antes que mejorar
su técnica con su lengua madre.
La inteligencia interpersonal no sólo es hablar y hacer gestos. Hay personas que manejan la
comunicación como un verdadero arte; personas con mucho carisma que saben transmitir ideas,
proyectos, sueños y retos.
Algunas de estas personas tienen un don especial y parecen hipnotizar a las multitudes, pero
esto no es lo normal. Por ello, tenemos la posibilidad de poder aprender a comunicarnos y a
exponer nuestras ideas de una forma mucho más fascinante, atrayente y atractiva. El arte se
aprende, pero debemos querer aprender.
Un proceso comunicativo es, en efecto, el simple paso de una señal que tiene una fuente y que,
a través de un emisor y a lo largo de un canal, llega a un destinatario. Pero esta condición sólo
ratifica que la señal produce una reacción en el destinatario como respuesta a un estímulo, y no
que la señal tenga la capacidad de significar algo. Cuando la comunicación se produce entre
máquinas, por ejemplo, se tiene comunicación porque hay un pasaje de señales de una máquina
a la otra y la segunda reacciona frente a esa señal, pero no se tiene significación. En cambio,
cuando el destinatario es un ser humano (y no importa que lo sea la fuente: basta con que ésta
emita mensajes construidos según reglas conocidas por el destinatario humano), estamos en
presencia de un proceso de significación que requiere una interpretación por parte del
destinatario mismo. En este sentido “la semiótica tiene que ver con cualquier cosa que pueda
ser asumida como signo. Es un signo toda cosa que pueda ser asumida como un sustituto
significante de cualquier otra cosa. Esta otra cosa no debe existir necesariamente, pero debe
subsistir de hecho en el momento en el cual el signo está en su lugar
En ese sentido, la semiótica es, en principio, la disciplina que estudia todo aquello que puede
ser usado para mentir". A partir de estas definiciones, se puede decir que la semiótica tiene
frente a sí un campo de intervención extremadamente amplio: se ocupará del lenguaje animal
(partiendo de un límite no cultural hasta un límite superior y complejo), de la comunicación
táctil, de los sistemas del gusto, de la paralingüística, de la semiótica médica, de cinésica y
prosémica (gestos, posturas, distancias), de los lenguajes formalizados (álgebra, lógica;
química, por ejemplo), de los sistemas de escritura, de los sistemas musicales, de las lenguas
naturales, de las comunicaciones visuales, de las gramáticas narrativa y textual, de la lógica de
las presuposiciones, de la tipología de la cultura, de la estética, de las comunicaciones de masa,
de los sistemas ideológicos.
De todo, si se quiere. Pero de todo siempre desde el punto de vista de la comunicación y de la
significación.
En este punto, comienza a ser claro el significado del binomio "arte y comunicación". Quiero
poner en claro que el arte, como condición de ciertas obras producidas con fines estéticos y de
la producción de objetos con efecto estético, es un fenómeno de comunicación y de
significación, y puede ser investigado como tal. Esto significa que tendremos que partir de
algunas premisas:
a) que el arte sea un lenguaje
b) que la cualidad estética, necesaria para que un objeto sea artístico, también pueda ser
explicada como dependiente de la forma de comunicar de los objetos artísticos mismos
c) que el efecto estético que es transmitido al destinatario también dependa de la forma en que
son construidos los mensajes artísticos.