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CON LA IGLESIA
1. OBJETIVO
Realizar este ejercicio busca crear en los jóvenes aspirantes al proceso formativo
presbiteral de la Arquidiócesis de Barranquilla, una identificación con su parroquia,
para de esta forma, animarlos a no sólo conocer el proceso diocesano de renovación
y evangelización que se lleva a cabo en la Arquidiócesis, sino que desde sus
realidades y carismas, se comprometan en ser agentes de evangelización en la
porción del pueblo de Dios de la que hacen parte.
2. INTRODUCCIÓN
3. AMBIENTACIÓN
4. ORACIÓN
Uno de los presentes, antes de la oración hace una monición con unas palabras de
San Juan Crisóstomo, que invitan a todos a la reflexión y a la oración comunitaria
“No puedes orar en casa como en la iglesia, donde son muchos los
reunidos, donde el grito de todos se eleva a Dios como desde un solo
corazón. Hay en ella algo más: la unión de los espíritus, la armonía de las
almas, el vínculo de la caridad, las oraciones de los sacerdotes”. (San Juan
Crisóstomo, incomprehens. 3, 6)
Amado Dios, hemos venido a este encuentro para reunirnos y unirnos como
hermanos; y así, movidos por el Espíritu Santo que has derramado en nuestros
corazones y que fue prometido por tu Hijo Jesucristo, poder decirte: que eres
nuestro PADRE y que nosotros somos tus hijos; que venimos con el deseo ardiente
de vivir este momento de cielo junto a Ti. Danos la oportunidad de descubrirte a
diario en la comunión con los hermanos, especialmente en esta porción de tu
pueblo en la que por tu misericordia me has permitido hacer parte. Te lo pedimos
por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
5. DESARROLLO
Cuando vemos los textos del Nuevo Testamento, más exactamente los Hechos de los
Apóstoles que es el libro que nos narra las acciones de los apóstoles de Jesucristo
después de su ascensión al cielo, encontramos que todas las actividades y/o tareas
pastorales que van a realizar, tienen un núcleo o un centro y va a ser la persona
adorable de Jesucristo. Si revisamos con detenimiento los capítulos del libro de los
Hechos, nos vamos a dar cuenta que en todas las predicaciones de los apóstoles el
personaje principal siempre va a ser Jesucristo, el cual va a ser anunciado por la
fuerza del Espíritu Santo con hechos y palabras. Pues bien, todo esto que es llamado
hechos apostólicos, tienen una base o un fundamento, y es lo que no narra el texto
que acabamos de compartir, que no es otra cosa que la vida interna de la comunidad.
En relación a lo anterior, podemos descubrir que para que desde una parroquia se
viva la misión de la Iglesia que es la de anunciar y proclamar la Buena Nueva de
Jesucristo (cf. Marcos 16, 15), debe existir una vida interna, o más bien, una intimidad
con la persona de Jesucristo, en la que la enseñanza de los pastores (que en este caso,
son los párrocos), la vida de oración y la vida sacramental, fortalezcan el espíritu de
los fieles para así brindar un testimonio veraz del amor de Dios, por medio del cual,
ayudemos a que muchos más hermanos se incorporen en la comunidad parroquial y
vivamos la realidad del Reino de Dios.
Pero, ¿cómo dar testimonio veraz del amor de Dios en una parroquia?
La respuesta es muy sencilla pero radical, y es tener los mismos sentimientos del
Maestro.
No es ajeno para nosotros todo lo que hoy en día se habla acerca de la Misericordia,
pero poco significado adquiriría esta palabra, si no se lleva a la práctica. Soy
consciente que la Iglesia es una fraternidad en donde contamos siempre con la
presencia del Señor; pero, también reconozco que a veces esa presencia del Señor
Resucitado la reducimos a una simple “vivencia sentimental” dentro de nuestras
comunidades parroquiales. Qué bueno sería que todos los que decimos ser Iglesia,
nos pusiéramos en la tarea de hacer palpable esa presencia del Señor con verdaderos
gestos de misericordia, en donde luchemos arduamente por abolir las desigualdades
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Jorge Luís De la hoz Castro, seminarista CJM
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Se invita a los presentes a buscar el texto bíblico de Hechos 2, 42- 47. Un lector, proclama el texto para
todos, seguido a esta proclamación, se proclama el texto entre todos (se le encarga un versículo a cada uno,
y se va proclamando el texto de forma consecutiva, no importa que se repita más de dos veces. Todos los
participantes deben participar leyendo un versículo del texto, la idea es que la Palabra penetre en el corazón
de los asistentes); y por último, se les pide que en silencio hagan una lectura personal del mismo texto.
y trabajar por ser cada día mucho más humanos y por ende, hermanos los unos de
los otros. Es decir, en donde pasemos de una simple lectura de la Palabra de Dios y
de una participación de los sacramentos, a una verdadera producción de frutos
abundantes con los que glorifiquemos el nombre de Dios.
Por lo tanto, ese hacer palpable la presencia del Señor en la vida parroquial
trasciende a la calle, al pueblo, a la ciudad. Constantemente el Papa Francisco ha
invitado a los pastores a “oler a ovejas”; pero, nos hemos quedado en que los pastores
van simplemente desde los seminaristas hasta el Papa, juntos con los religiosos y
religiosas. Sin embargo, si nosotros que somos discípulos del Señor, en alguna
ocasión le hemos dicho que lo amamos, entonces la misión de Pedro, también es
confiada a nosotros: “apacienta mis ovejas” (cf. Juan 21, 17); Ahora bien, descubramos
aquí otra realidad del ser testimonio veraz del amor de Dios y es que ser testimonio
es reconfirmar el Amor. Y el amor se confirma y se reconfirma en el servicio; en la
vida íntima del discipulado le decimos al Señor que lo amamos, pero en la vida
externa, lo expresamos con verdaderos actos de servicio a la comunidad.
El objetivo de este momento es hacer énfasis en las dos realidades del discipulado: la
vida interna (cercanía con Jesús) y la vida externa (cercanía al prójimo). Las
preguntas que nos llevaran a la reflexión son:
a) ¿Considera usted que mantiene una buena relación de amor y amistad con
Jesucristo? ¿Cómo la manifiesta?
b) ¿Cómo vivo mi compromiso misionero dentro de mi parroquia? ¿Siento que
puedo prestar un mejor servicio?
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Para este momento, se sugiere que se realice un momento de silencio y meditación personal. A cada
participante se le debe entregar un crucifijo, para la vivencia del momento de meditación. Se les indica
meditar en torno al texto de Marcos 3, 13- 15.
7. COMPROMISOS
8. ORACIÓN4
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Para este último momento de oración, se sugiere realizarlo delante del Santísimo. Cada participante
portará una vela en señal de la entrega a Jesucristo y del servicio a la Iglesia.