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Feld, C. (2008) ESMA, hora cero: las noticias sobre la Escuela de
Mecánica de la Armada en la prensa de la transición [En línea].
Sociohistórica: Cuadernos del CISH, 23-24. Disponible en: http://
www.fuentesmemoria.fahce.unlp.edu.ar/art_revistas/pr.4379/
pr.4379.pdf
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ESMA, hora cero: las noticias
sobre la Escuela de Mecánica
de la Armada en la prensa
de la transición1
W Claudia Feld
Entre los múltiples canales que sirven para transmitir la memoria social, los
lugares y las marcas territoriales cumplen un rol fundamental. No sólo tienen
la función de evocar pasados y anudar sentidos, sino también de representar
historias y activar luchas memoriales y políticas (Jelin y Langland, 2003). En la
Argentina, los predios y edificios que funcionaron como centros clandestinos
de detención durante la última dictadura militar (1976-1983) se han investido,
con el tiempo, de un valor simbólico singular, que proviene tanto de acciones
concretas (instalación de marcas, creación de museos, luchas en torno a su
construcción) emprendidas por grupos específicos y por diversos organismos
del Estado, como de relatos y testimonios que buscan narrar lo que allí ocurrió.
Esta carga simbólica procede también del sitio mismo, de su contundente ma-
terialidad que parece desafiar la voluntad represiva de borrar las huellas y
hacer desaparecer los cuerpos. Aun cuando en muchos de ellos se han suprimi-
do las marcas que los comprometen con su pasado, los ex centros clandestinos
1
Agradezco a los integrantes del grupo «Espacios, lugares, marcas territoriales de la violencia política
y la represión estatal» del Núcleo de Estudios sobre Memoria del IDES por la discusión de una
primera versión de este artículo. Agradezco a Antonia García Castro y a Federico Lorenz por
comentarios puntuales a los borradores de este texto.
W CONICET - IDES
2
El problema de la indeterminación de los daños provocados por la represión clandestina no se reduce
a la cuestión del número exacto de desaparecidos, aunque las oscilaciones de las cifras subrayan la
importancia simbólica de esta indeterminación. Entre otras razones, la indeterminación de la cifra es
producto del sistema de «hacer desaparecer» personas y borrar las huellas de la actividad represiva. El
cálculo de la cantidad de desaparecidos de la ESMA no surge, por lo tanto, de una fuente «oficial», sino
de los testimonios de personas que estuvieron cautivas allí y que sobrevivieron. La cantidad de sobrevi-
vientes tampoco es fácil de calcular, porque no todos han prestado testimonio y algunos de los que sí
testimoniaron no pueden asegurar en qué lugar preciso estuvieron cautivos. Uno de los primeros
testimonios, el de Ana María Martí, Alicia Milia de Pirles y Sara Solarz de Osatinsky ante la Asamblea
Nacional de Francia el 12 de octubre de 1979, dice: «Por allí [la ESMA] han pasado desde el 24 de marzo
de 1976 hasta marzo de 1978, 4.726 personas. De todas ellas sólo hemos quedado con vida menos de un
centenar» (CADHU, 1979: 6). Diversas fuentes ligadas a los organismos de derechos humanos en Argen-
tina repiten aproximadamente esas cifras.
3
La CONADEP fue una comisión de notables, creada en 1984 por el presidente Raúl Alfonsín, con la
misión de esclarecer los casos de desaparición ocurridos durante la dictadura. Para una historia crítica de
esta Comisión y detalles sobre el informe que elaboró, ver Crenzel, 2008.
4
Ver CONADEP, 1984: 81-84. Para una presentación detallada del funcionamiento del centro clandestino
de la ESMA, consultar http://www.institutomemoria.org.ar/exccd/esma.html
5
Para las sesiones del juicio a los ex comandantes vinculados con la ESMA, ver El Diario del Juicio, n° 9 y
n° 10, Buenos Aires, Perfil, julio de 1985.
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Esta constatación surge de nuestra investigación sobre las representaciones televisivas del período 1995-
2000. Ver Feld, 2004. Para un desarrollo de la noción de «icono emblemático», ver Matard-Bonucci, 1995: 87.
7
Es necesario aclarar que no todo el predio estará destinado al Museo, sino solamente algunos edificios
como el «Casino de Oficiales», el llamado «Cuatro Columnas», y otros que fueron designados por los
testimonios como parte integrante del centro clandestino. El resto de los edificios se destinará a otras
iniciativas vinculadas con la memoria y los derechos humanos, como por ejemplo el «Centro Cultural
Haroldo Conti» (hoy en funcionamiento) y el Archivo de la Memoria, ambos dependientes de la Secretaría
de Derechos Humanos de la Nación. Por otra parte, es necesario decir que el predio fue cedido en parte en
el año 2004. La restitución completa se concretó en noviembre de 2007.
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riciones» con la versión oficial de los hechos, diciendo que se trataba de «muer-
tos en enfrentamientos»11. El poder militar fraguaba estos «enfrentamientos»
para dar muestras palpables de lo que la dictadura denominaba «lucha contra la
subversión».
En este marco de desinformación y «discreción», la ESMA cobró una visibi-
lidad particular. A través de los rumores que corrían entre las personas que
habían sido secuestradas y luego liberadas, los militantes perseguidos por la dic-
tadura obtuvieron informaciones acerca de torturas de un «sadismo sin límites»
y de asesinatos que se cometían en la ESMA: «entre los militantes políticos el
papel jugado por la ESMA en la represión fue conocido, aunque fuera de modo
fragmentario, desde el primer año del gobierno militar» (Lorenz, 2006)12.
Sin embargo, la información que generó la mayor visibilidad de la ESMA du-
rante la dictadura se produjo fuera de la Argentina y circuló públicamente en
medios internacionales. Provenía de sobrevivientes que habían partido al exilio y
daban su testimonio ante organizaciones de derechos humanos. Entre los testimo-
nios más importantes figuran el de Horacio Domingo Maggio (fugado de la ESMA
en marzo de 1978), que testimonió ante la CADHU de Madrid en abril de 1978;
el de Jaime Dri (fugado de la ESMA en julio de 1978), que dio su testimonio en
una conferencia de prensa realizada en Francia, en la sede del partido socialista, en
septiembre de 1978; y el de las prisioneras liberadas Sara Solarz de Osatinsky, Ana
María Martí y Alicia Milia de Pirles, que testimoniaron ante la Asamblea Nacional
de Francia en octubre de 197913. Este último episodio fue el que le dio más «publi-
cidad», en un nivel internacional, a la existencia del centro clandestino de la ESMA.
El testimonio dio a conocer «la magnitud del asesinato de los desaparecidos, ya que
las testigos afirmaban que por la ESMA habían pasado 4.726 personas de las que
quedaban vivas menos de cien» (Crenzel, 2006). Las testimoniantes no sólo deta-
llaban las torturas y los asesinatos, sino que también mencionaban casos de desapa-
11
«Las noticias sobre desaparecidos se publican a menudo bajo titulares que se refieren a ‘guerrilleros
abatidos’, ‘extremistas’ que ‘mueren’ o ‘terroristas’ que ‘caen’, como víctimas de ‘enfrentamientos’. Son
nombrados como ‘individuos sediciosos’ o ‘elementos’, ‘delincuentes’ o ‘criminales’ ‘subversivos’ y ocasio-
nalmente pude mencionarse un supuesto ‘alias’ pero casi nunca sus nombres» (Schindel, 2000: 24)
12
Lorenz señala también que la ESMA fue mencionada por Rodolfo Walsh en su «Carta Abierta de un
escritor a la Junta Militar», escrita poco antes de su desaparición (Walsh, 1995: 419).
13
La historia de Jaime Dri, de su cautiverio en la ESMA y de su fuga fue relatada por Miguel Bonasso en la
novela «Recuerdo de la muerte» (Bonasso, 1984). Martí, Pirles y Osatinsky testimoniaron ante la CADHU de
Madrid y ante la Asamblea Nacional de Francia en octubre de 1979. Posteriormente, repitieron su relato en
otros países, incluyendo la sede de Londres de Amnesty International. Sus declaraciones se publicaron en
CADHU, 1979. Agradezco a Marina Franco las precisiones sobre la conferencia de prensa de Dri y sobre las
declaraciones de estas sobrevivientes.
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Durante los primeros meses de 1984 los diarios argentinos publicaron una
gran cantidad de noticias cuyos títulos incluían las letras «NN», que abreviaban
14
Alfredo Astiz fue teniente de fragata durante la dictadura militar y participó en los operativos de
secuestro comandados desde la ESMA. En 1977, se infiltró entre el primer grupo de Madres de Plaza
de Mayo y causó la desaparición de varias de ellas. También fue responsable del secuestro de las dos
monjas francesas y de Dagmar Hagelin. Para una información más completa sobre Astiz, ver Goñi,
1996. El modo en que la figura de Astiz fue tratada por la prensa a lo largo del tiempo excede los
alcances de este artículo, aunque es necesario aclarar que esa figura se ha transformado también en
un símbolo de la represión.
15
La declaración de Susana Burgos puede leerse en Internet:
http://www.nuncamas.org/testimon/burgos.htm
16
Agradezco a Marina Franco esta información.
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El llamado «destape» se produce cuando los medios, en el nuevo clima político del final de la dictadura,
comienzan a hablar de aquellos temas que estaban censurados (Avellaneda, 1986). Entre ellos, no sólo la
política sino todo lo que era percibido como «amoral» por los militares (el sexo, las malas palabras, lo que
atacaba a la «Iglesia y la moral cristiana») empezó ser abordado por los medios de comunicación. En
muchos casos, la forma de tratar estos diversos temas tuvo un mismo tono escandaloso y sensacionalista.
18
Sobre las distintas etapas de la presentación mediática, en particular en la televisión, ver Feld, 2004.
Sobre la presentación televisiva del juicio a los ex comandantes, ver Feld, 2002.
19
Para esta parte de la investigación hemos definido un corpus que incluye las noticias publicadas
en cuatro diarios nacionales (Clarín, La Nación, Crónica y La Razón) y en una revista de actualidad (La
Semana), entre diciembre de 1983 y mayo de 1984.
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Las provincias mencionadas son: Buenos Aires, Santa Fe, Chaco, Córdoba, Santiago del Estero, Chubut,
Mendoza, La Pampa, Corrientes, Tucumán, Salta, Jujuy y Entre Ríos.
21
Algunos de los titulares de esos meses (enfatizados por nosotros) son: «Hallaron 30 NN en el cementerio
de Campana» (Clarín, 3/1/84), «Gigantesca fosa común fue descubierta en el Cementerio de Morón» (Crónica,
5/1/84), «Encontraron 200 tumbas NN en una localidad del Chaco» (La Nación, 14/1/84), «Hallaron dos
nuevos centros clandestinos» (Clarín, 22/2/84), «En Boulogne hallan restos de cadáveres» (La Razón, 9/1/
84). Para un análisis de estas noticias y del denominado «show del horror», ver Feld, 2004.
22
La pregunta por el «destino de los desaparecidos» cobra contenidos diferentes en los diversos
momentos que recorre esta historia y en distintos escenarios. A su vez, se articula de distintos modos con
consignas fuertemente ancladas en el movimiento de derechos humanos como la de «aparición con
vida». Durante la dictadura, esta pregunta se manifestó principalmente como un reclamo de los familiares
y los organismos de derechos humanos orientado a pedir la liberación y el reconocimiento legal de
personas que se suponía que permanecían cautivas y podían estar vivas en ese momento (de hecho, en
muchos casos lo estaban). En la etapa que aquí analizamos, esa pregunta parece querer decir dos cosas
sensiblemente distintas: primero, si todavía hay desaparecidos con vida; segundo, dónde pueden encon-
trarse los cuerpos de aquellos que fueron asesinados. En etapas ulteriores y en otros escenarios (por
ejemplo, en el juicio a los ex comandantes), se tratará de conocer, además, qué les sucedió a los
desaparecidos entre el momento de su secuestro y el momento de su muerte. Esto es: qué sucedió
durante el cautiverio y de qué forma fueron asesinados.
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Por motivos técnicos y políticos, las primeras identificaciones, dejadas en manos de los médicos
forenses que solían colaborar con la justicia argentina, no produjeron los resultados esperados por los
familiares: «El trabajo pericial arrojaba pobres resultados y se perdía la mayor parte de la evidencia que
podía obtenerse de cada caso. Además, las técnicas de identificación en uso no incluían la recolección de
datos con los cuales comparar la información obtenida de los restos óseos. En consecuencia, como
resultado de las exhumaciones de gran cantidad de esqueletos, los jueces obtenían una colección de
descripciones muy generales que carecían de interés para las investigaciones en curso.» (Cohen Salama,
1992: 88). El Equipo Argentino de Antropología Forense califica hoy aquellas exhumaciones como
«acientíficas». Ver: http://eaaf.typepad.com/founding_sp/
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Nos referimos a los primeros momentos de la apertura democrática. En la actualidad, existen debates
acerca de cómo denominar a estos lugares y cuáles son los criterios para que un lugar sea calificado como
«centro clandestino de detención». En la página web del Instituto Espacio por la Memoria, por ejemplo,
la ESMA es calificada como «Centro Clandestino de Detención, Tortura y Exterminio», expresión que se
abrevia con la sigla CCDTyE. Ver: http://www.institutomemoria.org.ar/exccd/esma.html
25
Tanto la CONADEP como el juicio a los ex comandantes demostraron que en la Argentina no
hubo «excesos» con respecto a las órdenes dadas por los mandos superiores, sino que las desapari-
ciones respondieron a un sistema planificado desde la cúpula del Estado: «De la enorme documen-
tación recogida por nosotros se infiere que los derechos humanos fueron violados en forma
orgánica y estatal por la represión de las Fuerzas Armadas. Y no violados de manera esporádica sino
sistemática, de manera siempre la misma, con similares secuestros e idénticos tormentos en toda la
extensión del territorio» (CONADEP, 1984: 8).
26
Los detalles de esta inspección se hallan en CONADEP, 1984: 126. Los diarios del día siguiente dan
las informaciones sobre este procedimiento basándose un comunicado de prensa emitido por la
CONADEP. La noticia se centra en el reconocimiento del lugar, más que en la descripción de lo que
allí ocurrió durante la dictadura: «Un comunicado difundido por la tarde por la comisión dio
cuenta que las mencionadas personas ratificaron sus anteriores denuncias, reconociendo el lugar»
(La Razón, 5ª edición, 10/03/84).
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crímenes cometidos por la Marina. Por ejemplo, según el diario Clarín, en las
indagatorias a Massera se le pregunta con respecto «al papel de la Armada en la
lucha antisubversiva y las responsabilidades del arma ante las numerosas acusa-
ciones y testimonios que se presentan respecto de los hechos ocurridos dentro
de la Escuela de Mecánica de la Armada, cuando era su director el contralmirante
Rubén Chamorro» (Clarín, 2/3/84).
La excepción a este cuadro de situación es la que concierne al proceso contra
Rubén Chamorro. En febrero de 1984, el contralmirante Chamorro queda dete-
nido en su calidad de ex-director de la ESMA. En el contexto que estamos analizan-
do, es el único procesado en vinculación con crímenes cometidos en un centro
clandestino en particular. Sin embargo, en ninguno de los titulares que hacen
referencia a la detención de Chamorro se nombra a la ESMA. La causa citada
no se designa con el nombre de ese centro clandestino, sino con los nombres de
detenidos y desaparecidos que, según las denuncias, estuvieron allí28. Lo sucedi-
do en la ESMA sigue presentándose en el terreno de la vaguedad y de las conje-
turas, con un discurso que no termina de darle crédito a la palabra de los sobre-
vivientes: se habla de «distintas causas por desapariciones de personas, presunta-
mente alojadas en la ESMA, cuando el ex jefe naval era su director» (Clarín, 22/
3/84. Enfatizado nuestro), o de «la causa donde se investigan los excesos en la lucha
antisubversiva, cometidos cuando [Chamorro] se encontraba al frente de ese esta-
blecimiento» (Clarín, 14/3/84. Enfatizado nuestro).
En este punto, la ESMA sólo es mencionada en la prensa porque permite
designar un responsable. Esta responsabilidad o los nombres asociados a ella son
prioritarios en este discurso. Los diarios se refieren a las acusaciones hechas
contra Chamorro, principalmente provenientes de organismos de derechos hu-
manos y de un oficial de la Armada que participó en las operaciones de la
ESMA29. Pero también se publican las desmentidas de otros oficiales, sin que el
diario asuma una posición en contrario ni descalifique tales declaraciones:
28
Esta observación tiene en cuenta que, actualmente, la causa seguida contra varios ex represores de la
ESMA (que se habían beneficiado de la ley de Obediencia Debida, hoy anulada) suele denominarse
«Mega causa ESMA». En cambio, las causas abiertas en 1984 tenían otras denominaciones.
29
Nos referimos al ex cabo Raúl Vilariño. Ver más abajo.
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Es claro que en esos momentos no había aún una «verdad oficial» establecida
a la que pudieran referirse los medios de comunicación (recordemos que todavía
no se había publicado el «Nunca Más» y que el juicio a los ex comandantes no se
había realizado). Pero este tipo de cobertura también indica que la palabra de los
sobrevivientes no había adquirido –como lo tendrá años después en las noticias
de los mismos diarios– un peso y una legitimidad irrefutables30.
Habla un represor
Sin duda, en esta etapa, las mayores precisiones y especificaciones que difunde
la prensa con respecto a lo sucedido en la ESMA provienen de la palabra de un
represor. No hay –ni para la ESMA ni para ningún otro centro clandestino– una
cobertura importante de lo que cuentan los sobrevivientes acerca de su cautiverio.
Esa palabra del «testigo ocular»31, que tendría un rol fundamental en el informe de
la CONADEP y en el juicio a los ex comandantes, es –en el momento que estamos
analizando– reducida al mínimo. Sólo se la refiere en la prensa cuando se habla de
las inspecciones de la CONADEP, pero dándole muy poco espacio32.
En cambio, se publican las declaraciones de un oficial de menor rango que
decide romper el silencio y detallar su experiencia como partícipe de la represión.
Se trata de un ex cabo de la marina que actuó en la ESMA, Raúl Vilariño. Un
largo reportaje a Vilariño aparece en el número 370 de La Semana, una revista de
actualidad de gran tirada, el 5 de enero de 1984. Es seguido por otros tres
reportajes posteriores que aparecen el 12 y 19 de enero, y el 2 de febrero de
1984 (números 371, 372 y 374 respectivamente)33. El primer reportaje ocupa 20
páginas de la revista, con varias fotos a página completa.
30
Los modos en que fue cambiando con los años la figura del sobreviviente y su legitimidad en tanto
testigo merecerían una investigación aparte. Sólo queremos señalar que, en esos primeros momentos, la
palabra de los sobrevivientes estaba –en ciertos ámbitos– cubierta por un manto de sospechas que se
referían a las causas de su supervivencia.
31
Con la noción de «testigo ocular» nos referimos, de una manera general, a los relatos de las personas que
han tenido una visión directa de los hechos. «En la tradición jurídica, filosófica y epistemológica del
mundo occidental, la visión directa funda y define formalmente el testimonio» (Felman, 1990: 58).
32
Aunque la prensa casi no reproduce las declaraciones de los sobrevivientes, en los primeros momentos
de la transición democrática dos libros basados en testimonios de ex detenidos de la ESMA colaboraron
para darle visibilidad a este centro clandestino y para narrar los crímenes cometidos allí. Nos referimos
al ya citado libro de Bonasso (1984) y al libro de Eugenio Méndez (1985).
33
Posteriormente, las declaraciones de Vilariño fueron publicadas en forma de libro. Vilariño, Raúl (1984)
Yo secuestré, maté y vi torturar en la Escuela de Mecánica de la Armada, Ed. Perfil, Buenos Aires.
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Este ocultamiento formaba parte del modo en que se configuró la actividad de los grupos de tareas. Por
ejemplo, para el sector denominado de «operaciones» del Grupo de Tareas 3.3.2 que actuó en la ESMA
(al que pertenecía Vilariño), la CONADEP dio en su informe la siguiente descripción: «Se desplazaban en
automóviles no identificados como del Arma y algunos camuflados como pertenecientes a entidades
estatales o privadas. Todos estos vehículos habían sido previamente robados y cambiadas sus chapas-
patentes» (CONADEP, 1984: 129).
35
Ver CONADEP, 1984: 126-143.
36
Los «vuelos de la muerte» fueron los operativos de eliminación de detenidos que eran sedados y
arrojados al mar desde aviones. Esa denominación fue difundida después de 1995, a partir de las
declaraciones de Scilingo (ver infra, nota 38). Vilariño se refiere a estos operativos denominándolos
«vuelos sin puerta» (La Semana, número 370, p. 37, 5/1/84).
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Hay tres elementos que se privilegian en estas declaraciones, tanto por las
preguntas que formula el periodista, como por el espacio que se les da en la nota.
Se le dedica un mayor espacio a lo más horroroso (en particular, a las descripcio-
nes de torturas37), a lo relacionado con el destino de los desaparecidos (si se los
liberaba o se los asesinaba, qué se hacía con los cuerpos, dónde estaban enterra-
dos), y a lo relacionado con los militares inculpados (Vilariño da nombres de
oficiales responsables y precisa sus tareas en la ESMA).
En las semanas siguientes, este último tema es el que se va imponiendo en las
noticias de los diarios que retoman las declaraciones de Vilariño. Sobre todo, en
aquellas que hablan de los ex jefes de la Armada indagados por la Justicia. Es
necesario subrayar que, aunque Vilariño evoca la ESMA de manera detallada,
cuando los diarios retoman sus declaraciones no dan demasiadas informaciones
sobre ese centro clandestino. Más precisamente, la mención a la ESMA es inclui-
da en la prensa en la medida en que permite destacar la responsabilidad de la
Marina. Por ejemplo: «…volvió a declarar ante letrados del ministerio de Defen-
sa el ex cabo de la Armada, Raúl Vilariño, quien aportó testimonios y pruebas
sobre las acciones ilegales cometidas por la Fuerza naval durante la lucha contra
la subversión» (La Razón, 26/01/84). De hecho, en el reportaje de La Semana
hay una preocupación del periodista por llevarlo a hablar de los otros crímenes
de la Armada que no ocurrieron en la ESMA; como si el relato sobre la ESMA
no bastara para incriminar a los responsables, como si necesitara ser completado
o complementado por otros relatos.
Una última característica a mencionar, con respecto a los diarios que repro-
ducen partes del reportaje a Vilariño, es que este testimonio no se presenta como
sinónimo de una verdad indiscutible, como sucederá muchos años después con
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En la lectura que uno puede hacer ahora de este reportaje, esto causa un especial rechazo por el
lenguaje despectivo e injurioso con que Vilariño se refiere a las víctimas.
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Nos referimos en particular a las declaraciones del ex capitán de la Armada Adolfo Francisco Scilingo.
Ver Verbitsky, 1995. Para un análisis de la presentación mediática de estas declaraciones, ver Feld, 2001.
39
Este proceso de «calificación» y «descalificación» se desarrolla en el marco de una «lucha por la
memoria» más amplia que comprende discursos, actores y acciones que exceden el problema
tratado aquí. Para profundizar en las dinámicas y procesos sociales que implica la noción de «lucha
por la memoria», ver Jelin, 2002.
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visibilizar lo que todavía se percibía como oculto. Una vez conocidas las caracte-
rísticas de la ESMA, la atención empezó a dirigirse a otros centros clandestinos
que podían haber albergado horrores similares o mayores y que permitieran
demostrar la sistematicidad de la acción represiva. Esto es lo que se advierte en
los relatos inmediatamente posteriores a este período, como los producidos por
la CONADEP y por el juicio a los ex comandantes.
Estas observaciones nos llevan a proponer una serie de interrogantes para
profundizar la indagación sobre el proceso de construcción de la ESMA como
símbolo. El primero tiene que ver con las temporalidades de la memoria. En el
complejo proceso de construcción de emblemas y símbolos que sirven para
recordar catástrofes históricas como la ocurrida en Argentina, podemos pregun-
tarnos si hay una etapa en que la preocupación por conocer la verdad se impone
por sobre la preocupación por recordar y hacer evocar a los otros lo ocurrido. Y
si esa búsqueda de la verdad necesita desechar, en un primer momento, simplifi-
caciones y condensaciones que serán después muy útiles a la hora de construir el
recuerdo. Otra manera de formular este interrogante, en los términos de Todorov
(1998), sería: ¿cuánto tiempo se necesita para que una sociedad construya una
«memoria ejemplar»?40 Y ¿cuáles son las etapas que involucra ese proceso de
construcción?
Un segundo interrogante tiene que ver con los elementos que permiten que
un lugar donde se cometieron crímenes de lesa humanidad pueda transformarse
en símbolo. De los cientos de clandestinos que funcionaron durante la dictadura
en la Argentina, ¿por qué la ESMA? Hay características del propio centro clan-
destino que hacen de él una referencia ineludible a la hora de recordar y lo dotan
de una gran visibilidad: el hecho de que está ubicado en la ciudad de Buenos
Aires, la complejidad que alcanzó allí el sistema represivo, el llamado sistema de
«recuperación de detenidos», la cantidad de sobrevivientes que dieron testimo-
nio, la magnitud de la masacre que supera en términos cuantitativos a la de
muchos otros lugares, el paso por ese sitio de desaparecidos emblemáticos o
muy conocidos como Rodolfo Walsh, Norma Arrostito o Azucena Villaflor. Sin
embargo, esos elementos no eran los que hacían visible a la ESMA en 1984. Es
claro que, para comprender el proceso por el cual un lugar se transforma en
40
En la clasificación que realiza Tzvetan Todorov, la «memoria ejemplar» se opone a la «memoria literal».
La memoria ejemplar abre el recuerdo a la analogía y la generalización, permite transformar el aconteci-
miento que se rememora en «modelo» para comprender nuevas situaciones, hace de él un ejemplo y saca
una lección. El pasado se convierte, así, en «principio de acción para el presente» (Todorov, 1998: 31).
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