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LA CHINA, LA DEPURADORA QUE REVOLUCIONÓ LA HIGIENE EN

MADRID

Alonso Gil

Hace menos de un siglo, todos los residuos urbanos y


aguas fecales iban a parar directos a ríos y mares,
contaminándolos y propagando enfermedades. La
llegada de las depuradoras de agua supuso un gran
avance en materia ecológica y de salubridad, donde
destacó una planta madrileña que acabó con las
fiebres tifoideas.

A comienzos del siglo XX, el río Manzanares, a su paso por Madrid,


era un constante foco de infecciones y epidemias. Los madrileños
veían cómo de forma periódica se sucedían los brotes de fiebres
tifoideas originadas por los alimentos que se consumían, procedentes
de las huertas que abastecían la ciudad y que se regaban con el agua
contaminada del Manzanares. Pero, ¿por qué estaban contaminadas?
La respuesta es sencilla: al río se vertían directamente las
aguas residuales del millón de habitantes de la capital.
Ante esa situación de insalubridad, y como germen de la actual cultura
ecológica, a principios de los años 30 comenzó a construirse la
Estación de Depuradora de Aguas Residuales (EDAR) La China, la
primera depuradora de agua de España, con una extensión de 24
hectáreas entre las actuales calle Embajadores y la M-40. La Guerra
Civil paralizó las obras y no fue hasta 1950 cuando entró en servicio y
cambió de forma radical la higiene y salubridad de las aguas que
regaban los campos madrileños. Se convirtió en “una planta pionera
por implantar técnicas y procedimientos novedosos en la depuración”,
explican desde ACCIONA, empresa encargada durante un tiempo
de su mantenimiento y de gestionar la ampliación de la planta. La
empresa, además, ha llevado a cabo la renovación de parte de las
instalaciones y también de parte del terciario, así como la
automatización de la planta.
La llegada de La China fue toda una revolución. Tuvo una doble
vertiente, tanto “ambiental” como “sanitaria”, ya que erradicó los
brotes infecciosos y mejoró la calidad del agua del río Manzanares,
explica Jesús López Gómez, subdirector general de Gestión del Agua
del Ayuntamiento de Madrid. La situación del Manzanares, además,
venía marcada por su cauce, ya que tiene “un caudal muy
escaso que impide que se produzca la autodepuración”, por lo que la
planta se ha convertido en algo fundamental, relata López. “Hay ríos
más caudalosos que no tienen estos problemas de contaminación, ya
que el agua que se vierte se mezcla y acababa depurándose, pero el
caudal del Manzanares es tan escaso que una cuarta parte del agua
procede actualmente de las plantas depuradoras”, añade.

La depuradora La China lleva 65 años limpiando el agua residual de 1,33

millones de madrileños

Innovación constante

Esta escasez de caudal ha motivado que Madrid se haya convertido


en una ciudad pionera en materia de depuración de aguas residuales.
Ya han pasado más de 65 años desde la puesta en marcha de la
EDAR y a día de hoy continúa drenando los residuos, aunque su
futuro está en el aire, ya que varios colectivos piden su clausura por
los malos olores y molestias que genera a los vecinos. Tiene una
capacidad para eliminar la carga contaminante de una población de
1,33 millones de habitantes.

A lo largo de su larga vida ha ido mejorando las instalaciones y


ampliando los procesos hasta “alcanzar unos niveles de depuración
mayores de los que marca la ley, con unas ratios de emisiones muy
por debajo de la normativa”, detalla Florencio Parody, jefe de Sección
de Conservación del río Manzanares. Originalmente la planta tan
sólo contaba con pretratamiento y tratamiento primario, así como
digestión anaerobia de los fangos, pero durante los 70 se llevaron a
cabo importantes mejoras. En los 80 y 90, con la llegada de un plan
de saneamiento para todo Madrid, se ejecutaron grandes
ampliaciones y se implementaron nuevos procesos, hasta que a
finales de siglo la EDAR completa sus instalaciones para incorporar
hasta el proceso terciario y de reutilización del agua.
Aunque ya ha alcanzado unos niveles muy altos de depuración, La
China sigue muy viva y en constante renovación. Desde el
Ayuntamiento “se está redactando un plan de depuración para ver
en qué situación se encuentran las ocho depuradoras de Madrid y
seguir así invirtiendo en tratamientos de olores, ya que la planta se
debe adaptar al crecimiento de la ciudad”, adelanta López desde
Ayuntamiento de la capital.

Un funcionamiento sostenible

La labor depurativa de la planta, no obstante, no es el único beneficio


ecológico que esta tiene, ya que durante todo su funcionamiento se
repiten los procesos respetuosos con el medio ambiente. De hecho,
parte del agua depurada es utilizada para el riego de los grandes
parques de Madrid, así como para la limpieza de las calles. A este
proceso se le conoce como tratamiento terciario. La implantación de
este proceso fue fruto de su espíritu innovador, ya que “a finales de
los 90 se comenzó a investigar cómo reducir el consumo del agua
potable” porque Madrid se encontraba sumida “en una profunda
sequía”, señala Parody.
Descubre cómo la depuradora de La China erradicó los brotes infecciosos que
asolaban Madrid en el siglo XX
COM PARTI R

Además, la depuradora produce energía eléctrica renovable a partir


del biogás que se genera durante los procesos de depuración del
agua. En 2016, La China produjo 15.500 megavatios hora (MWh) de
energía eléctrica y evitó la emisión de más 4.000 toneladas de
CO2 que se hubieran liberado para obtener esta energía a partir de
combustibles fósiles. Una energía que sirve para abastecer a la propia
planta, ya que, tal y como recalca Jesús López, “todas las
depuradoras deben tender a la autosuficiencia”.
La EDAR va incluso un paso más allá y “utiliza el producto final de
los lodos como abono tras su correspondiente depuración por
secado térmico”, apunta Florencio Parody. “Este abono se
comercializa al por mayor y al por menor y se reutiliza en la
agricultura”, especifica como culmen a este proceso completamente
sostenible.

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