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Todo es una eterna danza entre luz y sombras, todo es una perpetua espiral de
transformación. Las mareas, las estaciones, los ciclos de la vida y las fases lunares, ahí
encontramos los rostros de la Diosa.
Cada fase lunar está asociada simbólica, espiritual y biorítmicamente con algunos de
los estadios de la Diosa. Veamos los rostros del nacimiento, el sostenimiento y la
transformación de la vida de las mujeres y los hombres.
La Diosa Doncella
La faceta está asociada a los ciclos jóvenes de la naturaleza, la luna creciente, la semilla
y el fruto joven. La Diosa se manifiesta de forma juvenil, ingenua y llena de vitalidad.
En la mitología encontramos a Perséfone, Artemisa y Atenea como representaciones
típicas de este rostro de la Diosa. La luna creciente y su hermoso “arco de luna” nos
invita a expandir, explorar y disfrutar el mundo desde los ojos del asombro.
En la fase menstrual – lunar está asociada con el proceso pre ovulatorio y sus
respectivos estados anímicos centrados en la expansión y fuerza vital. En los hombres
también se asocia a la fase expansiva y al “joven fauno”, que expresa su ímpetu desde
el juego, la diversión y el disfrute de estar vivo. La fase Doncella está asociada al ciclo
de vida pre-reproductivo, incluye la infancia y la primera adolescencia, los ritos de paso
están centrados en el reconocimiento del mundo y de la manada, en el juego como
forma de aprendizaje y en “caminar en la tierra” desde el disfrute.
Todos los seres somos regidos por la luna y sus fases, en la luna creciente la Diosa
promueve el desarrollo vital y la adquisición de fuerza para el próximo periodo en
donde la madre se manifestará.
La Diosa Madre
La fase lunas asociada a la madre es la luna llena, una hermosa luna “preñada” de luz
solar. Es el vientre lleno vida, el fruto maduro, la semilla que germina, la flor abierta y
el árbol de la vida. La Gran Madre crea y nutre la vida, ella es origen y alimento del
todo.
En el inicio, según la tradición de las mujeres sabias, la gran Madre creó los cielos y la
tierra. Los pobló de vida, de hierbas y árboles, flores e insectos, animales en las aguas,
la tierra y el cielo. Ahí estábamos nosotros; los primeros hombres y mujeres que aún
“sabíamos” que éramos parte del todo.
En el origen todos los hijos e hijas de la Gran Madre padecíamos hambre, entonces ella
dijo:
-Coman de mí que soy su Madre.
Y todos comimos de la tierra y de sus frutos, porque todos eran de su tierra y todos
eran alimento sagrado. Entonces la gran Madre dijo:
-Ahora yo me los comeré a ustedes, y así siempre estaremos juntos, han salido de mí y
a mi retornaran.
Y así ha pasado desde el primer día de la creación y seguirá siendo de esta manera y
con esta sabiduría hasta el final.
(Narración – versión de Christian Ortiz “La creación y la Gran Madre” – Basado en la
tradición de la mujer Sabia de Susun Weed.)
La Diosa Anciana.
Una de las facetas de la Divinidad menos conocida y más temida, incluso ocultada es la
anciana. La Diosa anciana es el caldero de transformación, la señora que de los
misterios, señora del otoño, es “la que sabe”, la curandera. En mitología y religión ha
sido asociada a Divinidades como Ceridwen, Hestia, el descenso de Inanna para
encontrarse con su hermana Ereshkigal, la faceta anciana de Hácate, y las facetas
oscuras de Diosas triples.
Ella es la puerta hacia la transformación, es la señora que nos espera para caminar mas
allá de la niebla, porta la sabiduría de soltar, es un árbol otoñal que deja partir a las
que fueron sus hojas; ella se está preparando para dormir en el frio del invierno. La
Diosa Anciana es oscura y misteriosa, ella ya no sostiene la vida, ella es la cortadora de
la vida, sabe que cosas tiene que vivir y cuales morir, de ahí su asociación a las artes
visionaras, místicas y sanadoras.
En la fase lunar menguante es necesario aprender a soltar, dejar que partan personas,
acontecimientos o posturas ante la vida que no son funcionales. Es un tiempo de
guardar silencio, meditar y entender que los finales simplemente son la semilla de un
nuevo comienzo.
En esta fase - rostro de la Diosa la sabiduría del tiempo, los cambios y la perpetua
transformación han de ser comprendidos. Toda vida vuelve a su fuente, y es justo ahí
cuando la vida es renovada.
... Las semillas están enterradas, como muertas en lo oscuro. En el seno de la tierra
emergen, crecen, dan fruto, a veces se transforman en árboles muy grandes. En otoño
los árboles se desnudan, sueltan todo lo que no les sirve, dejan sus hojas partir, no se
apegan ni se aferran; se quedan como muertos. Cuando llega la primavera reverdecen
y otra vez se llenan de vida. Esta es una visión basada en la Tierra de lo que pasa
también con las personas cuando mueren. Desde el más chico hasta el más grande,
simplemente están danzando la vida- muerte-vida. Ella es la cuna, pero también es la
tumba de todos. Ella es la gran Transformadora...
Danzamos con los ojos abiertos en lo sagrado cotidiano, dejemos que la luna guie
nuestros pasos, seamos mareas, seamos luz de luna.