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Ella es la cuna, pero también es la tumba de todos. Ella es la gran Transformadora...

Del documental “La Gran Transformadora”


Christian Ortiz

Todo es una eterna danza entre luz y sombras, todo es una perpetua espiral de
transformación. Las mareas, las estaciones, los ciclos de la vida y las fases lunares, ahí
encontramos los rostros de la Diosa.

Aprendemos a vivirnos más lucidamente cuando vemos el rostro de la Divinidad sin


miedo, con honra y asombro; es en ese momento cuando reconocemos lo sagrado
cotidiano. Ella tiene múltiples nombres y formas, ha sido representada en diferentes
épocas, culturas y religiones. En ocasiones como una grácil doncella, en muchas como
una madre nutricia y en otras como la anciana sabia, aquella es “la que sabe”.

Cada fase lunar está asociada simbólica, espiritual y biorítmicamente con algunos de
los estadios de la Diosa. Veamos los rostros del nacimiento, el sostenimiento y la
transformación de la vida de las mujeres y los hombres.

La Diosa Doncella

La faceta está asociada a los ciclos jóvenes de la naturaleza, la luna creciente, la semilla
y el fruto joven. La Diosa se manifiesta de forma juvenil, ingenua y llena de vitalidad.
En la mitología encontramos a Perséfone, Artemisa y Atenea como representaciones
típicas de este rostro de la Diosa. La luna creciente y su hermoso “arco de luna” nos
invita a expandir, explorar y disfrutar el mundo desde los ojos del asombro.

En la fase menstrual – lunar está asociada con el proceso pre ovulatorio y sus
respectivos estados anímicos centrados en la expansión y fuerza vital. En los hombres
también se asocia a la fase expansiva y al “joven fauno”, que expresa su ímpetu desde
el juego, la diversión y el disfrute de estar vivo. La fase Doncella está asociada al ciclo
de vida pre-reproductivo, incluye la infancia y la primera adolescencia, los ritos de paso
están centrados en el reconocimiento del mundo y de la manada, en el juego como
forma de aprendizaje y en “caminar en la tierra” desde el disfrute.

Independientemente de la edad que tengamos, siempre estamos retornando a este


estado, ya sea por ciclicidad lunar o procesos psíquicos / vitales. Por ejemplo, al
emprender un nuevo negocio o comenzar un viaje estamos activando esta fuerza
dentro de nosotros, nos sintonizamos con la Doncella para emprender y comenzar lo
nuevo.

Todos los seres somos regidos por la luna y sus fases, en la luna creciente la Diosa
promueve el desarrollo vital y la adquisición de fuerza para el próximo periodo en
donde la madre se manifestará.
La Diosa Madre

La Diosa Madre es la faceta más conocida en la mayoría de las culturas y tradiciones,


sin embargo no podría existir una mujer madre, sin antes haber sido una niña. Hay que
morir como infante, para nacer a la adultez. La Diosa madre es representada en la
religión y la mitología con los rostros de Demeter, Gaia, Pachamama, Tonantzin y
muchos otros más. La humanidad ha retratado en las divinidades su propia necesidad
de conocimiento y comprensión del mundo, así la “Diosa Madre” está presente en el
arte, la religión y la mitología desde los albores de la humanidad, ya sea en las mujeres
pájaro de la antigüedad o en las venus paleolíticas, ella siempre está presente como
símbolo de creación y sostenimiento de la vida.

La fase lunas asociada a la madre es la luna llena, una hermosa luna “preñada” de luz
solar. Es el vientre lleno vida, el fruto maduro, la semilla que germina, la flor abierta y
el árbol de la vida. La Gran Madre crea y nutre la vida, ella es origen y alimento del
todo.

En el inicio, según la tradición de las mujeres sabias, la gran Madre creó los cielos y la
tierra. Los pobló de vida, de hierbas y árboles, flores e insectos, animales en las aguas,
la tierra y el cielo. Ahí estábamos nosotros; los primeros hombres y mujeres que aún
“sabíamos” que éramos parte del todo.

En el origen todos los hijos e hijas de la Gran Madre padecíamos hambre, entonces ella
dijo:
-Coman de mí que soy su Madre.
Y todos comimos de la tierra y de sus frutos, porque todos eran de su tierra y todos
eran alimento sagrado. Entonces la gran Madre dijo:
-Ahora yo me los comeré a ustedes, y así siempre estaremos juntos, han salido de mí y
a mi retornaran.
Y así ha pasado desde el primer día de la creación y seguirá siendo de esta manera y
con esta sabiduría hasta el final.
(Narración – versión de Christian Ortiz “La creación y la Gran Madre” – Basado en la
tradición de la mujer Sabia de Susun Weed.)

Siempre estamos volviendo al arquetipo de la Madre, cuando tenemos que sostener


un proyecto, cuando has publicado un libro, al parir y nutrir, al cuidar de los demás, al
amar el jardín, al amar a nuestros familiares del reino animal; en las acciones
cotidianas de amor y sostenimiento la Diosa Madre se hace presente. Esta fase lunar –
menstrual está asociada con la ovulación y la capacidad de quedar “preñada” de vida,
sea esta una vida biológica, creativa, emocional, espiritual o de cualquier otra
naturaleza. La fase de la Madre se experimenta en la conexión con el otro, la
sexualidad creativa, el disfrute y de que de ese amor surjan frutos, enfatizando que no
necesariamente son crías. El amor nos hace más grandes y hermosos, y un amor sano
genera creación y evolución. Los hombres son tocados por la fuerza vital de la Diosa y
se despierta al amor y la conexión. La paternidad y su fuerza creadora se materializan y
es tiempo de nutrir proyectos, sostener la vida y hacerse responsable de los productos
de amor. Para que la fuerza de la Diosa Madre sea bien transitada tanto en mujeres
como en hombres, es necesario saber crear, alimentar la creación y dejar en libertad
para que el proceso esté completo y en armonía.

En esta fase – rostro de la Diosa el trabajo de la creación, la germinación y el


sostenimiento de la vida son primordiales. Ser “Madre” del mundo es una gran
responsabilidad, te haces árbol de vida que nutre, cobija y conecta los mundos. Y
hablando de conectar los mundos, es justo ahí donde “la que sabe”, la anciana hace su
entrada para develar los misterios de la muerte y la transformación.

La Diosa Anciana.

Una de las facetas de la Divinidad menos conocida y más temida, incluso ocultada es la
anciana. La Diosa anciana es el caldero de transformación, la señora que de los
misterios, señora del otoño, es “la que sabe”, la curandera. En mitología y religión ha
sido asociada a Divinidades como Ceridwen, Hestia, el descenso de Inanna para
encontrarse con su hermana Ereshkigal, la faceta anciana de Hácate, y las facetas
oscuras de Diosas triples.

Ella es la puerta hacia la transformación, es la señora que nos espera para caminar mas
allá de la niebla, porta la sabiduría de soltar, es un árbol otoñal que deja partir a las
que fueron sus hojas; ella se está preparando para dormir en el frio del invierno. La
Diosa Anciana es oscura y misteriosa, ella ya no sostiene la vida, ella es la cortadora de
la vida, sabe que cosas tiene que vivir y cuales morir, de ahí su asociación a las artes
visionaras, místicas y sanadoras.

Ella es la luna menguante hacia la luna oscura y se va borrando para ir a la oscuridad.


En esta fase parece haber ausencia de luna, pero no es así, ella está en silencio e
introspección. Posiblemente estas características son por las que muchas personas
“sufren” o evitan tratar con este aspecto de la Divinidad. En ella se encuentra “la
sombra” que solo puede ser tocada desde el silencio interior, la introspección y el
despego de nuestras identidades inventadas. Ella es “La que sabe”, la que te espera en
los cruces de camino, la que no es muy bien vista por la mayoría, la anciana curandera
que te espera en la noche del alma. Ella tiene las llaves entre los mundos, ella es entre
los mundos.

En términos lunares – menstruales es la fase de sangrado menstrual que invita a la


interiorización, al trabajo depurativo, y al viaje hacia la propia entraña. Las mujeres
experimentan a la Diosa Anciana y su sensibilidad aumenta y las conecta con los
mundos sutiles. Algunas lágrimas que se guardaron en el alma se atreven a brotar, los
fríos guardados se manifiestan y las heridas de la psique se trasforman en puertas
hacia el mundo de abajo; en donde la sombra nos espera para ser abrazada. Los
hombres sienten a la Diosa Anciana también, son seres cíclicos, hormonal, vital y
espiritualmente. El patriarcado y las masculinidades enfermas los han descontado de la
aceptación de su naturaleza completa. La Anciana toca a los hombres de formas
similares que a las mujeres, si bien no hay un sangrado mensual, a los hombres
también les llegan “sus días” de sensibilidad y necesidad de introspección. Es triste ver
como muchos hombres al no saber danzar los ciclos de la luna, terminan reprimiendo,
negando y no integrando su sombra, provocando reactividad, enfermedad y conductas
violentas hacia las mujeres. Quizá una de las bases del machismo es la incapacidad de
los hombres de integrar su “anima” o parte femenina interior. Al no integrarla, la
desprecia e intenta destruirla; proyectándola principalmente en las mujeres y en lo
que se considera “femenino”, ya sea dentro o fuera de sí mismo. Para abrazar a La
Diosa Anciana, hombres y mujeres hemos de integrar la sombra negada, todos
aquellos componentes socialmente repudiados, censurados o temidos que también
son parte de la naturaleza.

En la fase lunar menguante es necesario aprender a soltar, dejar que partan personas,
acontecimientos o posturas ante la vida que no son funcionales. Es un tiempo de
guardar silencio, meditar y entender que los finales simplemente son la semilla de un
nuevo comienzo.

En esta fase - rostro de la Diosa la sabiduría del tiempo, los cambios y la perpetua
transformación han de ser comprendidos. Toda vida vuelve a su fuente, y es justo ahí
cuando la vida es renovada.

... Las semillas están enterradas, como muertas en lo oscuro. En el seno de la tierra
emergen, crecen, dan fruto, a veces se transforman en árboles muy grandes. En otoño
los árboles se desnudan, sueltan todo lo que no les sirve, dejan sus hojas partir, no se
apegan ni se aferran; se quedan como muertos. Cuando llega la primavera reverdecen
y otra vez se llenan de vida. Esta es una visión basada en la Tierra de lo que pasa
también con las personas cuando mueren. Desde el más chico hasta el más grande,
simplemente están danzando la vida- muerte-vida. Ella es la cuna, pero también es la
tumba de todos. Ella es la gran Transformadora...

Danzamos con los ojos abiertos en lo sagrado cotidiano, dejemos que la luna guie
nuestros pasos, seamos mareas, seamos luz de luna.

Diosa nos abraza y bendice


Rev. Dr. Christian Ortiz
Santuario de la Diosa. México.
01/10/2016
Luna Nueva en Libra.

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