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El marco conceptual del debate ético

Tipos de racionalidad: racionalidad hermenéutica y deliberación

 Podemos entender a la racionalidad hermenéutica como la racionalidad practica aristotélica o


racionalidad prudencial. Para ello es necesario retomar la distinción entre la razón teórica y
práctica y el papel de la virtudes en el pensamiento aristotélico. Definimos a las virtudes como
aquellos hábitos o modos del carácter que nos acercan al bien.
Las virtudes se distinguen en éticas y dianoéticas. Las primeras son aquellas relativas a
nuestro carácter, es decir, tienen que ver con la parte apetitiva y volitiva de nuestra naturaleza
humana. Las virtudes dianoéticas son aquellos hábitos relativos a la parte racional o cognitiva
del hombre, la diánoia, a saber, el nous, la episteme, la sofía, la téjne y la phorónesis. El nous,
traducido comúnmente como la intuición, es la captación de los primeros principios; la
episteme o ciencia consiste en el desarrollo de las conclusiones que se siguen de los principios;
y la sofía o sabiduría surge de la unión de las otras dos, y equivale a lo que llamamos hoy
filosofía o cosmovisión. Estas tres virtudes (el nous, la episteme y la sofía) son propias de la
razón teórica y su regla correcta es el silogismo teórico. La téjne y la phrónesis, en cambio,
son propias del ámbito de la razón práctica y su regla es el silogismo practico.
La razón práctica es aquella facultad que provee la regla correcta para realizar, en cada caso,
buenas elecciones, elecciones virtuosas, hecho que solo ocurrirá cuando el deseo se ajuste a o
que dicta la razón. Dado que la regla recta en el ámbito de las acciones tiene la forma del
silogismo practico, podemos definir a la prudencia como "aquella facultad deliberada que
realiza las inferencias correctas para elegir los medios más adecuados en vistas al fin
deseado". La prudencia o virtud de la racionabilidad practica se trata de una autentica virtud
hermenéutica, puesto que por medio de ella se conjuga el conocimiento de lo que es correcto
con la experiencia moral. Dicho en otros términos, la elección moral correcta requiere de
decisión, conocimiento y acción. Conocimiento que no solo debe ser teórico o contemplativo
de la regla moral, sino fundamentalmente practico y relativo a las circunstancias particulares
del obrar. El proceder hermenéutico puede compararse con las máximas del sentido común
kantiano: a) penar de acuerdo con uno mismo y b) pensar sin prejuicios.

 La deliberación es aquel procedimiento mediante el cual el agente examina minuciosamente


los distintos aspectos de la circunstancia en la que está por actuar, proyecta una meta a
alcanzar y hace un balance de las ventajas y prejuicios que tal acción le reportara como de sus
propias capacidades para llevarla a cabo.

Paradigmas de aplicabilidad
La principal dificultad en la aplicación de las normas morales reside en el contraste entre su
contenido general y el carácter concreto y particular de cada situación conflictiva. Para explicar la
aplicación de los principios éticos Maliandi apela a noción de paradigmas de aplicabilidad para
sintetizar criterios complejos con los que se procura aplicar normas generales (principios) a
situaciones concretas. Estos paradigmas son:
1. Paradigma de la autoridad: es propio de las morales tradicionales, en especial de aquellas
de base teológica. Es una forma de casuismo en tanto entiende a las situaciones
concretas como casos en los que puede aplicarse un principio general de manera
incondicionada. Se trata de un paradigma que no apela a la razón sino al temor o la
simple rutina, como sería el caso de fundamentalismos religiosos o políticos.
2. Paradigma de la situación: intenta resolver el problema de la aplicabilidad de las normas
morales apelando a lo que cada situación tiene de única e irrepetible. Enfatiza las
dificultades de aplicar normas generales a casos particulares.
3. Paradigma del rigorismo: este paradigma comparte con el de autoridad su criterio
casuista, pero, a diferencia de aquel, se apoya en la razón para explicitar sus
fundamentos. El error de este paradigma de acuerdo con Maliandi es pretender imponer
la universalidad negando al mismo tiempo la validez a lo particular o contextual.
4. Paradigma de la provisionalidad: este paradigma se opone al rigorismo en tanto enfatiza
en la flexibilidad de los principios éticos.
5. Paradigma de la restricción compensada: admite que los principios morales no siempre
pueden aplicarse en toda circunstancia, pero, no se trata de una flexibilización de los
principios sino de una restricción a su aplicación.
6. Paradigma de la convergencia: reconoce que la aplicación de los principios éticos tiene
ciertos límites, el conflicto entre principios, no solo surge al momento de su aplicación
sino que la conflictividad entre ellos se reconoce a priori, es decir, se parte del supuesto
de que los cuatro principios cardinales (universalidad, individualización, conservación y
realización) siempre están en tensión.

Ética y derechos humanos


Uno de los principales desafíos para la ética es como fundamentar la validez universal de sus
principios. Esta problemática pareció parcialmente resuelta con la aprobación en 1948 de la
declaración universal de los derechos humanos en el marco de la organización de naciones unidas
(ONU). A partir de entonces, los derechos allí consagrados aparecían como esos mínimos éticos
que todos los países del mundo se comprometían a respetar y hacer cumplir. Sin embargo, en los
años 80, y en el contexto de una creciente aceleración del proceso de globalización, comenzaron a
levantarse voces en contra de la declaración de 1948 y su pretensión de ser el núcleo de una ética
universalista.
De acuerdo con la tradición iusnaturalista, estos derechos son anteriores a la constitución de los
estados y por lo tanto no es necesario que éstos los concedan, sino que ya corresponden por el
solo hecho de ser personas. En tal sentido, la declaración de las naciones unidas implicó el
reconocimiento de tales derechos por la comunidad internacional, a la vez que engendraba la
obligación de tomarlos como modelo de la elaboración de sus propios marcos jurídicos por parte
de cada uno de los países miembros de la organización (ONU).
Sin embargo, de esta particular manera de entender los derechos humanos suscitó la crítica de
otras interpretaciones culturales que comenzaron a cuestionar la universalidad de éstos y sus
prejuicios individualistas.
Para arribar esta situación, plantearemos muy brevemente la evolución histórica de los derechos
humanos. La declaración universal de los derechos humanos del hombre aprobada por la
asamblea general de las naciones unidas en 1948. En su primera parte, la declaración (art 1°al 21°)
proclama los derechos individuales, civiles y políticos, es decir, los derechos llamados de primera
generación. Estos derechos tienen antecedentes en el movimiento de la ilustración del cual Kant
fue unos de sus representantes y en la revoluciones burguesas del siglo XVIII, ellos tienen en
común el valor moral de la libertad. El estado no tiene más tarea que la de proteger los derechos
civiles y políticos de sus ciudadanos.
La segunda generación de los derechos es la que corresponde a los derechos sociales, económicos
y culturales (art. 22° al 27°). Los derechos sociales son aquellos que el estado debe garantizar en lo
que se refiera a un estándar de vida básico y a necesidades esenciales que algunos individuos no
pueden alcanzar por medio de sus propio esfuerzo. Se le exige al estado una intervención positiva
para garantizar la satisfacción de las necesidades básicas, ya que sin esas seguridades materiales
los derechos civiles y políticos serias solo una quimera.
Estas dos generaciones de derechos fueron luego recogidas por dos tratados internacionales
legalmente vinculantes para los estados que los han ratificado: el pacto internacional de derechos
civiles y políticos y el pacto internacional de derechos económicos, sociales y culturales. A
diferencia de la declaración universal de derechos humanos, que solo expresaba "un ideal común"
según reza su preámbulo, los pactos son obligatorios para aquellos países que los han ratificado.
La tercera generación son los derechos de la solidaridad, los cuales refieren a un tipo de derecho
que no puede ser respetado si no es por medio de la solidaridad internacional. Existe una
conciencia moral cívica que repudia todo tipo de acciones que vayan en contra de algunos de los
derechos de tercera generación, mas allá de su reconocimiento legal o no por un determinado
país. Esto se debe al particular carácter de los derechos humanos, que no son legales sino
derechos morales.
Los derechos de cuarta generación están directamente relacionados con las nuevas tecnologías de
la información y la comunicación. Estos derechos surgen de la necesidad de asegurar a todos los
individuos el acceso a las nuevas tecnologías de la información y la comunicación en condiciones
de igualdad.
Finalmente, existiría una quinta generación de derechos que incluye la posibilidad de conducta
inteligente de software, robots y otros, en la medida en que estos podrían lesionar derechos
humanos considerados básicos. Y una sexta generación, que incluiría a los transhumanos o
posthumanos, es decir, a las personas alteradas genética o tecnológicamente.
Las tres últimas generaciones de derechos humanos se han dado en el contexto de la
globalización. Para Guariglia y Vidiella, los procesos de globalización están sujetos a contingencias
históricas, es decir, pueden acelerarse, detenerse o decrecer como ha ocurrido. La globalización es
entendida fundamentalmente como un fenómeno económico, diferenciado entre la globalización
del resto de la economía mundial, esto es, del comercio internacional. Para Maliandi, en cambio, la
globalización no es solo un proceso económico, sino también característicamente humano, de
modo que la ética no puede quedar ajena.

El pluriprincipalismo como concepción: ¿conflicto o concordancia entre principios?


Los filósofos pre-socráticos buscaban un principio cosmológico, el arché, que sirviera como
explicación de todo lo creado. Por su parte, Aristóteles advirtió que la cuestión de los principios
era la cuestión filosófica por excelencia. Ya sea que se los acepte o que se los niegue, todo el
devenir filosófico ha tenido como eje central la discusión acerca de los principios.
Etimológicamente, el termino alude a los orígenes, el comienzo, lo que acontece primero en un
orden temporal. Sin embargo, es preciso distinguir entre su uso lógico y el ontológico. Desde el
punto de vista lógico, sostienen que un principios es una proposición de la que se pueden deducir
otras proposiciones. O también aluden a las reglas básicas que deben tenerse en cuenta en todo
razonamiento correcto. En tanto que desde el punto de vista ontológico, el principio puede hacer
referencia a un elemento de un compuesto, a una condición para la existencia de algo, o bien a la
causa de un determinado efecto.
En ética los principios se utilizan para dar razones o justificaciones dado que una de las tareas
esenciales de esta disciplina es la fundamentación de las normas y valoraciones morales. Aunque
ciertamente hay quienes niegan la posibilidad de tal fundamentación, sin embargo, la mayoría de
los filósofos suelen acudir a distintos principios éticos para fundamentar la moral y esta actitud se
denomina principalismo. En la ética clásica encontramos ejemplos de principalismo; en la teoría
de Kant, su imperativo categórico; en el utilitarismo, su recurso al principio de utilidad; y en la
ética contemporánea podemos mencionar el principio de responsabilidad de Jonas (1995), el
principio de reverencia por la vida de Schweitzer (1929) o el principio de discurso de O.K. Apel
(1975). Todas estas teorías tiene en común la apelación a u único principio, razón por la cual se las
denomina monoprincipalismos.

Ética y ciencia: la bioética como caso de análisis


A la ética le corresponde la difícil tarea de encontrar mecanismos que eviten o al menos
compensen desequilibrios generados por las innovaciones científicas y tecnológicas.
En este campo, la ciencia cumple al menos tres roles diversos: por un lado, proporciona
información para la reflexión moral; además es el campo donde se deben tomar decisiones de
significación moral y, en tercer lugar, constituye un objeto del enjuiciamiento moral "en el caso de
conductas científicas moralmente aprobables o impugnables".
Por su parte, Jonas señala que los desarrollos del poder técnico han modificado de tal modo la
existencia humana que resulta imprescindible plantearse seriamente el problema ético de la
responsabilidad científica.
En tal sentido, Maliandi menciona cuatro principios biotecnoéticos que guardan una relación
directa con los principios bioéticos prepuestos por Beauchamp y Chidress y los cuatro principios
cardinales que forman parte de la ética convergente. Estos cuatro principios son:
 Principio de precaución: refiere a los peligros que entrañan la tecnociencia, sobre
cuando no se conocen de manera suficiente los efectos nocivos sobre los humanos o
el ambiente que podrían provocar la introducción de nuestras tecnológicas. Si se tiene
en cuenta los principios bioéticos propuestos por Beauchamp y Childress, el principio
de precaución puede ser interpretado como una especificación del principio de no-
maleficencia y del principio cardinal de conservación en la ética convergente. Pese a
su importancia, el principio de precaución no puede ser aplicado de manera absoluta,
ya que entre en contradicción con el principio de exploración genética, el principio de
explotación hace referencia al derecho a investigar y llegar a cabo experimentaciones
para el progreso de la humanidad; puede ser muy útil para generar nuevo bienes o
bien para evitar ciertos males. Pero la exploración choca con el principio de
precaución, sobre todo cuando es difícil controlar los "efectos colaterales" de estos
nuevos descubrimientos.
 Principio de no discriminación genética: se basa en el derecho a la igualdad de todos
los seres humanos y puede ser interpretado como un principio anti-eugenésico. La
eugenesia se refiere a las pretensiones de mejoramiento biológico de los seres
humanos mediante distintos procedimientos.
 Principio de respeto a la diversidad genética: es opuesto al principio de no
discriminación en la medida que defiende el respeto a la diferencia o la individualidad
por oposición a la universalidad expresada por el principio de no discriminación.

Complejidad social actual: la corrupción como tema de reflexión


Para algunos la corrupción es propia de los países pobres o en vías de desarrollo y su presencia en
estos países retroalimenta el circulo de la pobreza. Mientras que para otros la corrupción es
principalmente un problema moral que no discrimina entre países ricos y países pobres, y
podemos encontrarla tanto en unos como en otros.
A los fines de esta reflexión, nos concentraremos en las definiciones aportadas por Malem Seña y
Estévez. El primero entiende por corrupción "aquellos actos que constituyen la violación activa o
pasiva, de un deber posicional o del incumplimiento de alguna función específica realizados en el
marco extraposicional, cualquiera sea su naturales". Por su parte, Estévez alega que corrupción es
"toda acción u omisión de un actor, que confunda lo público con lo privado, a los efectos de
obtener algún beneficio personal".
A su vez, como la corrupción es un acto participativo, se requiere asimismo de la intervención de
otro u otros que intentan influenciar sobre el comportamiento del decisor por medio de
promesas, amenazas o prestaciones prohibidas por el sistema normativo vigente. De allí que el
concepto de corrupción suela estar relacionado a los del soborno y extorsión.
Por soborno se entiende aquella recompensa irregular que se utiliza "para influir sobre la
conducta de una agente publico en relación de una decisión que es gratuita o que debe ser
tomada objetiva e imparcialmente, pero en virtud de la recompensa se modifica en algún sentido".
En tanto que la extorsión es "la amenaza por parte del agente público hacia un particular, de una
medida lesiva sino realiza una contraprestación irregular en beneficio del agente".
En el marco de las conceptualizaciones también es importante diferenciar entre el acto de
corrupción del estado de corrupción. El acto de corrupción se refiere "a la solución perversa de un
conflicto de intereses", en tanto que el estado de corrupción existe cuando los actos de
corrupción se han generalizado de tal modo que la corrupción se convierte en un sistema.
Las causas que llevan a un individuo o sociedad a cometer actos corruptos y/o a permitir su
generalización son dos: por un lado el economicismo que es cuando el dinero deja de tener un
valor instrumental para convertirse en un fin mismo y, por el otro, la ambición de poder. De
manera que, ante estas tentaciones, la única forma posible de prevenir los actos de corrupción es
mediante el debido sistema de controles y limites al poder.
Otras causas asociadas a la corrupción tiene que ver con el déficit democrático, cuanto más
democrático sea un sistema político y mas consensuada sea su forma de ejercer el poder, menor
seria la corrupción política. Sin embargo, son pocos los estudios que demuestran exactamente lo
contrario.
Entre las causales se encuentra a las democracias incipientes. Según este argumento, las nuevas
democracias, especialmente aquellas que emergen de regímenes autoritarios, como las
latinoamericanas o las de Europa del Este, serian más propensas a las prácticas corruptas que las
democracias más estables o antiguas.
Respecto del tamaño del Estado, las aguas se dividen entre quienes piensan que un tamaño
excesivo del Estado favorece la corrupción y aquellos que demuestran lo contrario, por ejemplo, al
comparar el nivel de gasto público en relación con el Producto Bruto Interno (PBI) de cada país y el
índice de percepción de corrupción.
En cuanto a la ineficiencia burocrática, casi todos los estudios sobre corrupción parecen coincidir
en que "la sobreregulacion administrativa y la ineficiencia de los procesos burocráticos pueden
llevar a los ciudadanos a pagar un soborno para acelerar u obtener aquello que los funcionarios
debieran bridar en buena ley".
Otro aspecto es el funcionamiento de la justicia, cuando el mecanismo judicial es ineficiente o los
jueces y magistrados son fácilmente influenciables por el poder político y/o económico, este tipo
de conductas suele actuar como un fuerte estimulo para la corrupción generalizada.
Otra causal de la corrupción política la encontramos en la denominada captura de Estado. Con
este concepto se hace referencia al fenómeno de conquista del poder por parte de individuos o
empresas privadas, quienes mediante su poder e influencia logran condicionar las políticas
estatales.
Es tanto que, entre las consecuencias de la corrupción, tal vez una de las más significativas sea la
perdida de la legitimidad no solo del gobierno acusado de corrupción, sino en general de la
política.
Cuando la corrupción se encuentra generalizada, las soluciones morales individuales para combatir
la corrupción son insuficientes siendo necesario instrumentar medidas estructurales. Entre ellas la
necesidad de recuperar el valor de lo político. Vivimos en tiempo. En nuestra caja de resonancia
cultural lo privado a adquirido una connotación negativa. Otra de las medidas concretas que se
pueden implementar es la formación de los funcionarios públicos. Finalmente, resulta
imprescindible instrumentar el desarrollo instrumental de órganos de control, los controles son
necesarios para la transparencia y constituyen la esencia del sistema democrático constitucional.
Si bien la corrupción puede darse tanto en el ámbito privado como en el publico, claramente este
ultimo presenta mayor gravedad, ya que la corrupción privada puede ser combatida y castigada
por el Estado, pero la corrupción esta enquistada en el Estado ¿Quién controla al controlador?

Ética y profesiones
la ética, en tanto tematización el ethos, no puede quedar exenta de la reflexión sobre nuestras
prácticas profesionales. La tematización del ethos consiste en el esfuerzo reflexivo del hombre por
auto-observarse y puede llevarse a cabo mediante distintos procedimientos metodológicos, entre
ellos:
 Las explicaciones: consisten en el esfuerzo por hacer explicito lo tácito o implícito. La ética
filosófica es un tipo de reflexión sistemática que busca explicar un tipo de saber moral que
todo hombre posee en tanto ser racional. La ética implica hacer explicito ese saber
intuitivo, sometiéndolo a las dos operaciones de la razón: la fundamentación y la crítica.
 Problematizaciones: consisten en el descubrimiento y planteamiento de los problemas
éticos. Éstos, también llamados "aporías", exigen a la razón el esfuerzo de llevar a cabo
investigaciones y teorizaciones, que s no pueden resolver los problemas detectados, al
menos sirvan para mitigarlos.
 Investigaciones: se caracteriza por llevarse a cabo mediante el dialogo con otros
pensadores, su finalidad no es la acumulación de información, sino utilizar estos datos
para construir teorizaciones.
 Teorizaciones: consisten en la elaboración de respuestas teóricas a los problemas
descubiertos o afrontados. Algunos utilizan el termino como sinónimo de especulación o
de vida contemplativa en oposición a la vida practica. Para otros, la teoría es una
condición ideal o modelo a seguir. En tanto que para el racionalismo critico, la teoría es
una hipótesis o conjunto de hipótesis susceptibles de ser falseadas. A su vez, las teorías
pueden ser prescriptivas cuando indican un ideal o empíricas cuando buscan establecer
una relación causal entre dos o más fenómenos.
 Ordenadores (o sistematizaciones): cada uno de los pasos de la tematización debe llevarse
a cabo de manera ordenada. Las sistematizaciones plantean, a su vez, diferentes
problemas metodológicos que son necesarios resolver, sin descuidar el objeto principal
que son los problemas éticos o aporías.
 Meditaciones: toda reflexión ética es de algún modo una meditación que nos permite ir
valorando los hallazgos de nuestras investigaciones y contrastarlos con los razonamientos
propios y ajenos.
 Discusiones (o disputaciones): tuvo como máximos exponentes a Sócrates y su discípulo
Platón. Al primero se le atribuye el origen de la mayéutica entendida como aquella
"concepción metodológica según el cual el conocimiento progresa mediante la
contraposición de una afirmación y la crítica de la misma, que obliga a una nueva
afirmación". La mayéutica adquiere la forma de un dialogo o discusión mediante
argumentos que posibilita no solo descubrir problemas éticos, sino también arribar a
teorizaciones.
¿Qué es una práctica profesional y cómo podemos juzgarla?
La práctica es una actividad coherente y compleja que se lleva a cabo de manera cooperativa entre
dos o más agentes sociales, que para iniciarse en una práctica es necesario acertar los modelos de
excelencia y obedecer las reglas de conducta socialmente requeridos.
El concepto de práctica es inseparable del concepto de virtud ya que se trata de "una cualidad
humana adquirida, cuya posesión y ejercicio tiende a hacernos capaces de lograr aquellos bienes
que son internos a las practicas y cuya carencia nos impide efectivamente lograr cualquiera de
tales bienes".
Profesión y vocación, etimológicamente, derivan del término alemán beruf que significa "la
ocupación laboral a la que una persona se entrega con dedicación total". Históricamente las
prácticas sociales que hoy llamamos profesiones han tenido su origen en Europa occidental.
Podemos sintetizar el concepto de profesión como "actividad diferenciable de otras, que ocupa a
un grupo de personas de forma estable en la producción de bienes o servicios necesarios o
convenientes para la sociedad, para lo cual esas personas manejan unos conocimientos y
destrezas propios de la profesión, que requieren una formación específica y han de utilizar con
ética. Y una actividad que con cuyo desempeño obtienen esas personas su forma de vida".
Para que estas prácticas profesionales se vayan institucionalizando se requiere la constitución de
un campo profesional, entendiendo por tal al "conjunto de prácticas históricamente aceptadas y
con un alto grado de reconocimiento por parte del resto de los integrantes de una sociedad". Todo
campo profesional se constituye para atender a una problemática socialmente relevante, que
supone disponer de ciertos conocimientos y habilidades especificas, que generalmente se
obtienen por medio de un sistema formal de formación y reclutamiento. El campo profesional
comprende también a las instituciones y asociaciones de referencia, normalmente encargadas de
dictar los marcos regulatorios complementarios a los que dicta el Estado. Además todo campo
profesional comparte una determinada estructuración del trabajo y varios sistemas de
remuneración.
Podemos diferenciar los distintos contextos en los que se desenvuelve el profesional, ya que por
un lado, el ejercicio profesional está sometido a las contingencias históricas de cada sociedad en
particular, constituyendo ésta el marco contexto social para el ejercicio profesional. Por el otro,
toda profesión se desenvuelve en el marco de estos tres contextos próximos:
 El marco personal, constituye el medio social más inmediato en el que se desenvuelve la
vida del profesional. En este marco cobran una vital importancia las relaciones familiares y
de amistad y las normas y valores morales incorporados por medio de la socialización.
 El marco legal, este comprende tanto las leyes dictadas por el Estado como las normas de
conducta que emanan de las distintas asociaciones profesionales.
 El marco laboral, las organizaciones se han convertido en el principal medio en el cual los
profesionales ejercen sus actividades. Cabe aclarar que por organización se entiende un
grupo humano compuesto por especialistas que trabaja en una tarea de común.

La ética profesional o deontología


Entendemos por conducta ética aquella conducta libre y responsable de una persona cuando ella
es juzgada por el propio agente moral y por los demás como adecuada a un ser humano, esto es,
"como digna de alabanza y merecedora de imitación y como deseable en todos los seres
humanos".
El juicio moral sobre nuestras practicas profesionales como adecuadas, deseables, loables o
imitables suele realizarse sobre la base de las normas y valores imperantes en el contexto socio-
cultural, se hace necesario apelar a la ética, en tanto tematización del ethos, para dilucidar los
criterios o principios que nos permitan juzgar una determinada conducta como adecuada a un ser
racional. Estos criterios o principios no solo son aportados por la ética general, sino también por
las distintas éticas aplicadas a cada ámbito de actividad. En este sentido, la ética profesional o
deontología, es una ética aplicada que se ocupa de los comportamientos éticos en el ejercicio de
una determinada profesión.
En cuanto a los contenidos de las éticas profesionales, éstas se alimentan de dos fuentes: por un
lado la ética normativa, que aporta los principios éticos básico o universales y por el otro, de la
ciencia o disciplina científica a la que cada profesión pertenece. Ética normativa y ciencia
colaboran entre sí aportando información para la reflexión moral y constituyen el primer paso del
procedimiento de aplicación en la ética aplicada. Dicho de otro modo, en una situación dilemática
concreta, el agente moral puede actuar guiado por el sentido común, la prudencia, dejarse llevar
por sus intuiciones o prejuicios morales, o bien puede obrar con conciencia en el marco de la ética
aplicada. Las relaciones entre la ciencia y la ética constituyen uno de los principales problemas de
la ética aplicada. En este marco, la ciencia puede cumplir tres roles: por un lado, aportando
información para la reflexión moral, y por el otro, la ciencia constituye un campo en el que hay
que tomar decisiones de significación moral. Por último, al ciencia también es objeto de
enjuiciamiento moral, en el caso de las conductas científicas moralmente aprobables o
reprochables.
Bentham es el primer filosofo en utilizar el término deontología, la presenta como una disciplina
científica descriptiva, empírica y normativa, que, estudiando las ventajas de los comportamientos,
determina los deberes morales. Sin embargo, el termino sufrió un cambio en su significación a
partir de las atribuciones de Kant. Para Kant el hombre es un ser libre y racional cuya ley moral se
deduce como un fin en si mismo y nunca como un medio. La ley moral, al se autoimpuesta por el
hombre, no restringe su libertad sino que la presupone y la hace posible, ya que al obedecer a la
ley moral no hacemos otra cosa que obedecer a nuestros propios mandatos.

Principios fundamentales de la ética profesional


 Respetar la dignidad de la persona humana, la igualdad y los derechos humanos de todas
las personas: la dignidad y la igualdad humana confluyen en el respeto de los derechos
humanos sin distinción de sexo, raza, cultura o condición social. En el ejercicio profesional,
estos derechos se traducen en el deber de respetar la igual dignidad de todos los seres
humanos.
 Proceder siempre conforme a la justicia: éste es inseparable del primero, en la medida que
dar a cada uno lo que corresponde implica reconocer que todos los seres humanos somos
portadores de derechos y obligaciones. La justicia puede optar dos modalidades: por un
lado la justicia conmutativa es aquella que tiene lugar entre las partes de algún tipo de
intercambio, trueque o permuta. Por otro lado, la justicia distributiva, es aquella que
tiene lugar en el marco de una distribución de bienes o de cargas. En cualquiera de los dos
tipos, el núcleo central lo distribuye la equidad, ya que entre lo que cada uno da y recibe,
la equidad puede requerir, en algunos casos, la igualdad en el reparto o puede exigir en
otros una proporcionalidad. El principio de justicia no solo debe guiar las relaciones del
profesional con sus clientes o usuarios, sino también con sus colegas y miembros de otras
profesiones.
 Poner los conocimientos y habilidades profesionales al servicio del bien de los clientes o
usuarios: el principio de beneficencia implica poner los conocimientos y habilidades
profesionales al servicio del bienestar de los usuarios o clientes. En otros términos, si bien
el ejercicio profesional es una ocupación principal de los profesionales y habitualmente su
fuente de ingresos, no deben perder de vista que su actividad tiene como principales
beneficiarios a los clientes o usuarios, a quienes provee de ciertos bienes o servicios
considerados esenciales para la sociedad. En algunos códigos, el principio de beneficencia
se expresa de manera negativa, es decir, como el deber de no producir daños a los clientes
y usuarios, a los colegas y otros profesionales, como así también en el deber de no utilizar
su cargo y poder profesional para obtener ventajas extraposicionales, ya sea para sí
mismo, sus familiares o amigos.
 Proceder siempre con conciencia y responsabilidad profesional, es decir, con competencia
y dando un servicio de calidad. El principio de responsabilidad profesional implica no sólo
proceder siempre con conciencia, asumiendo las consecuencias de las decisiones y
actuaciones profesionales, sino también supone que el profesional se preocupa por su
competencia profesional. Esta competencia no está sólo garantizada por la formación
inicial y certificada mediante la titulación correspondiente, sino que es imprescindible que
el profesional se comprometa con la formación continua y la autoevaluación de sus actos.
La responsabilidad profesional atañe principalmente a la relación entre el profesional y sus
clientes o usuarios, pero no exclusivamente, ya que el profesional también debe obrar con
responsabilidad en las relaciones con sus colegas, con la organización en la que presta
servicios y con toda otra persona o institución con la que entable relaciones de trabajo

Códigos deontológico: necesidades y funciones


La mayoría de las profesiones reúnen y sistematizan sus criterios y principios éticos en códigos de
conducta, usualmente denominados códigos deontológico. Estos códigos obedecen a la necesidad
de contar con una herramienta de autorregulación ética que fije criterios objetivos sobre lo que se
considera un servicio profesional ético y de calidad. Funciones:
 Función reguladora y de guía para el ejercicio profesional: orientan al profesional ante
situaciones éticamente dilemáticas estableciendo criterios o principios para discriminar la
licitud o ilicitud ética de un determinado acto o conducta profesional.
 Función identificadora de la profesión: por otro lado, los códigos éticos contribuyen a
definir la identidad de la profesión al equiparar, por ejemplo, la formación que deben
recibir los profesionales de una misma disciplina y lo que se espera de ellos.
 Función declarativa de los principios y valores éticos y criterios profesionales: los códigos
de ética expresan los criterios y valores compartidos por la mayoría de los miembros de
una determinada profesión y contribuyen a definir su perfil profesional.
 Función informativa hacia los clientes/usuarios, otros profesionales, poderes públicos y
sociedad en general: los códigos no sólo cumplen importantes funciones al interior de la
comunidad profesional, sino que desempeñan también una importante función para los
usuarios o clientes y la comunidad en general, al hacer explícitas la atención, los servicios y
los comportamientos que caben esperar del profesional.
 Función protectora de la profesión: asegurando la competencia profesional, la correcta
conducta profesional y la defensa de los intereses de la profesión.

La conformación de la identidad en el trabajo moderno


La identidad personal, es decir, la idea que las personas se hacen sobre quiénes son y sobre lo que
tiene sentido para ellas, es una construcción que se conforma por medio de procesos simbólicos
relaciones e institucionales en un determinado horizonte temporal, espacial y cultural. En ese
proceso de construcción y apropiación de la identidad intervienen diferentes agentes de
socialización, cuya influencia sobre el sujeto depende principalmente de la edad cronológica del
mismo. las fuertes transformaciones que ha sufrido el trabajo moderno generan ciertos problemas
específicos en la conformación de la identidad profesional; La temporalidad del trabajo en las
antiguas empresas que ofrecían un trabajo de por vida le permitía a sus trabajadores la
construcción de un relato de sus propias vidas que se correspondía con una línea progresiva en el
tiempo. El problema se agrava aún más cuando la titulación inicial del individuo no coincide con su
ocupación real, es lo que se llama un desajuste ocupacional. Si bien, en muchos casos, el hecho de
que la formación profesional inicial no coincida con el trabajo actual, no genera mayores
problemas en individuos que pueden adaptarse a los cambios o que asumen una actitud de
formación constante; en otros casos, este desfasaje puede generar conflictos en la identidad
profesional. Estos desajustes ocupacionales no sólo generan problemas de identidad profesional,
sino que también conducen al individuo y a la sociedad actual a replantearse la relación entre
educación y competencia profesional

La implicancia de la ética general en el devenir de la etica profesional: discurso y conducta en


tiempos de pérdida de confianza.
Remontándonos al pensamiento aristotélico, diremos que “la acción es un tipo de entidad en la
cual se puede determinar claramente su causa inmediata y primera, que es el hombre". Las
acciones se distinguen de los meros acontecimientos por su carácter intencional.
Por lo tanto, toda acción es por definición intencional y está unida a motivos e intenciones para
actuar. Los motivos se refieren a las razones por las cuales emprendemos una determinada acción
y las intenciones se refieren a las acciones o estados posteriores al momento de la acción. Ahora
bien, ¿toda acción intencional es voluntaria a la vez? Aristóteles distingue cuatro tipos de
acciones: las voluntarias, las no voluntarias, las involuntarias y las mixtas. Las acciones voluntarias
“son el grado más alto de aquellas que tienen el carácter de intencionales”, pues se trata de
acciones que no sólo tienen al agente como motor o principio, sino que éste las realiza con pleno
conocimiento de lo que está realizando al haber deliberado bien acerca del fin de su acción y los
medios para alcanzarlo. Las acciones mixtas son una subespecie de las voluntarias ya que son
aquellas que se realizan con conocimiento del agente pero bajo la constricción de ciertas
circunstancias. De allí se desprende una conclusión muy importante y es que: “Para juzgar el
carácter de una acción es necesario agotar el análisis de todos los elementos que entran en juego
como condicionantes o determinantes de ella”. Las acciones no voluntarias son aquellas que se
realizan sin conocimiento por parte del agente. Las acciones involuntarias son aquellas “en las que
la causa de la acción es ajena por completo al agente, de modo que la acción se desarrolla sin
ninguna contribución de su parte”. Estas, a su vez, pueden clasificarse en acciones involuntarias
por la fuerza o por ignorancia. Las primeras son aquellas en las que el agente es coaccionado por
fuerzas naturales o por otros hombres, mientras que las involuntarias por ignorancia se refieren al
desconocimiento de las causas particulares de la acción.
Las únicas acciones que no tienen ningún aspecto intencional son las acciones involuntarias por
fuerza externa, ya que todas las demás, en distintos grados, tienen algún aspecto intencional.

¿Cómo juzgamos moralmente la conducta de un profesional?


Al partir de la base, como dijimos, de que la mayoría de nuestras acciones son intencionales,
juzgamos moralmente nuestras acciones siguiendo la estructura argumentativa del juicio moral o
juicio práctico.
El juicio particular establece, por un lado, la existencia de una acción particular realizada por un
individuo particular (nivel epistémico). Sobre estos hechos podemos afirmar su veracidad o
falsedad. Un segundo nivel, que es el juicio moral propiamente dicho, por medio del cual
valoramos esa conducta particular en función de una norma universal para ese tipo acciones (nivel
moral).
¿cuándo una determinada conducta profesional puede ser considerada correcta o incorrecta? En
primer lugar, deberemos establecer de acuerdo con la clasificación aristotélica si la acción en
cuestión ha sido una acción voluntaria, no voluntaria, involuntaria o mixta, teniendo en cuenta
todas las circunstancias y elementos de la acción. En segundo lugar, deberemos establecer si
realmente el sujeto en cuestión realizó la acción que se le imputa y evaluar si la misma se
corresponde o no con lo que prescribe la norma universal para este tipo de acciones. Norma
universal que obtiene, a su vez, su validez de los principios éticos generales.

¿De qué manera afecta la pérdida de confianza a las relaciones profesionales, no sólo entre el
profesional y sus clientes o usuarios, sino también con sus colegas y demás profesionales?
La confianza surge de relaciones interpersonales sinceras y responsables. Actuamos de manera
responsable y sincera cuando somos honestos con nosotros mismos y con los demás,
respetándolos en su dignidad, es decir, tratándolos siempre como fines en sí mismos, nunca como
medios. Pero cuando estas instituciones son fuertemente jerárquicas los índices de confianza
tienden a bajar, ya que las personas que no se conocen entre sí o están sometidas a estrictos
controles tienen pocas probabilidades de desarrollar relaciones basadas en la confianza

La problemática ética en las organizaciones lucrativas. Valores éticos empresariales. El debate


sobre la doble moral de la empresa.
La ética empresarial en el contexto de una ética de las organizaciones
La empresa, como toda organización, tiene una meta por la cual cobra todo su sentido y que la
legitima ante la sociedad. Esta meta o fin es un bien social para toda la comunidad. En este
sentido, toda organización se caracteriza por la producción de bienes internos y externos. Los
bienes internos son aquellos que sólo ella puede aportar a la sociedad, no cumplen con su función
social o se desvían de su fin principal, la sociedad en su conjunto tiene el derecho de reclamarles
su cumplimiento.
Los bienes externos, en cambio, son aquellos tipos de bienes que son comunes a todas o a
muchas organizaciones, es decir, que no están directamente ligados con su fin propio.
Definir una ética de las organizaciones exige a su vez cumplir con los siguientes pasos:
 Determinar claramente cuál es el fin específico de la organización, es decir, el bien interno
del cual obtiene su legitimación social, como así también los medios más adecuados para
alcanzarlo;
 Indagar qué hábitos y valores serán necesarios ir incorporando de manera que la
organización vaya forjando su carácter;
 Discernir qué relación debe existir entre los bienes internos y externos como así también
con las demás organizaciones y actividades.
 Finalmente, pero no por ello menos importante, la organización deberá conocer y
respetar la conciencia moral de la sociedad en la cual se encuentra inserta
Para hablar de un comportamiento ético de las organizaciones, no sólo basta con cumplir con el
derecho vigente o respetar la conciencia moral alcanzada por una sociedad determinada, sino que
“es preciso averiguar qué valores y derechos han de ser racionalmente respetados; es decir, es
preciso encontrar un criterio racional, tarea de la que se ocupa le ética", entendida como filosofía
moral.
¿Cuándo surge la ética empresarial?
Es a partir de la década del 70 que comienza a ponerse de moda tanto en EE.UU. como en Europa
la llamada ética de los negocios, ética empresarial, ética de las organizaciones o ética de la
dirección. Se desarrollan en ese momento programas académicos, asociaciones nacionales e
internacionales y revistas especializadas que buscaban recuperar la confianza en el empresariado,
ayudar a tomar decisiones a largo plazo, o bien concientizar acerca de la responsabilidad social de
las empresas.
Los problemas de la ética empresarial, son múltiples y variados. Entre ellos podemos diferenciar
aquellos que se refieren a las relaciones intraempresariales, es decir, entre los directivos y sus
empleados; las relaciones interempresariales, principalmente entre la empresa y su competencia
que suscita el problema del fair play en los negocios; y las relaciones entre la empresa y la
comunidad, como así también con el poder político. La empresa impacta de diferente manera en
cada uno de sus públicos (internos y externos, dando lugar a diferentes dilemas éticos. Así, por
ejemplo, con los públicos internos deberá resolver cuestiones relativas a la motivación e
incentivación de sus empleados, políticas injustas de salarios, malas condiciones de trabajo o
amenazas para la salud de los empleados.
En lo que respecta a sus públicos externos, la empresa deberá resolver, por un lado, cuestiones
relativas a la competencia en una economía de libre mercado con sus proveedores y
competidores; y, por el otro, deberá responder ante la sociedad.
La ética empresarial debe ser una “ética de la responsabilidad convencida”, es decir, una ética que,
sin descuidar las convicciones, tenga principalmente en cuenta las consecuencias de las decisiones
que se toman en la empresa. Por otro lado, teniendo en cuenta la ética dialógica, la autora afirma:
La ética empresarial debe considerar a sus miembros como así también a los consumidores y/o
usuarios como interlocutores válidos.
la ética empresarial se institucionaliza en la empresa de distintas formas, entre las cuales, la
autora distingue la asesoría ética directa de la indirecta. La asesoría ética directa es aquella que se
ocupa de “ayudar al empresario en la toma de decisiones en circunstancias dadas y particulares”.
Este tipo de asesoría puede tener tres formas diferenciadas pero interrelacionadas: como el
consejo ético, “cuando el empresario busca una opinión acerca de un problema estructural
determinado”; el juicio ético, “cuando no sólo se pide un consejo sino también una toma de
posición ante una decisión o propuesta” y el examen ético, que consiste en valorar “los puntos
fuertes y débiles de una acción empresarial”. La asesoría ética habitualmente no es la tarea de un
solo individuo, sino que se lleva a cabo por medio de equipos interdisciplinarios que conforman los
llamados comités o comisiones de ética. Estos comités tienen como principal función:
 Vigilar el cumplimiento del código ético o código de conducta de la empresa;
 Cumplir el papel de experto asesorando en la aplicación de la filosofía empresarial a los
casos particulares;
 Actuar como un “centro de iniciativas para la generación, complementación y desarrollo
de normas y líneas de acción relevantes para la resolución de conflictos”.
La asesoría ética indirecta, en cambio, es que, si bien se lleva a cabo en la empresa, tiene por
finalidad establecer pautas de carácter general, como la elaboración de códigos éticos, el
managment ético y la valoración ética global, llevada a cabo ésta última por organizaciones
especializadas.

Los valores éticos empresariales


la meta de la actividad empresarial (es decir, su fin específico) es la satisfacción de necesidades
humanas pero paralelamente a ésta, lo es también “desarrollar al máximo las capacidades de sus
colaboradores, metas ambas que no podrá alcanzar si no es promocionando valores de libertad,
igualdad y solidaridad desde el modo específico en que la empresa puede y debe hacerlo”. Es por
ello que la ética empresarial es inseparable de la Ética cívica, es decir, de una ética pluralista y ‘de
mínimos. Estos mínimos éticos compartidos por todos, en una sociedad moderna y pluralista, son
los valores de libertad, igualdad, solidaridad, tolerancia activa y ethos dialógico, y las empresas
deben intentar encarnar y respetar estos valores atendiendo siempre a la especificidad de su
actividad.
Sin embargo, existen también unos valores que son propios de la actividad empresarial. Entre
ellos: la calidad en los productos y en la gestión, la honradez en el servicio, el mutuo respeto en
las relaciones internas y externas a la empresa, la cooperación y la solidaridad en alza, la
creatividad, la iniciativa, y el espíritu de riesgo.
En este sentido, una empresa desmoralizada es aquella que ha olvidado que el fin propio de la
actividad empresarial es la producción de riqueza para satisfacer necesidades humanas, y que, por
tanto, carece de un proyecto compartido, no considera la calidad de sus productos, o bien
mantiene relaciones intraempresariales e interempresariales puramente instrumentales. Por el
contrario, una empresa alta de moral es aquella que cuenta con un proyecto compartido, en el
que la calidad de los productos y la gestión son un valor fundamental, que se basa en relaciones
de confianza entre todos sus miembros y también con sus públicos externos, donde estas
relaciones humanas no sólo son comprendidas como instrumentales o regidas por el derecho
vigente, sino que se las entiende como comunicativas y cooperativas en un marco deontológico
postconvencional.

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