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ESTRUCTURAS EXCLUSIONISTAS EN UN ENTORNO CORPORATIVO
LINDA R. MANZANILLA
Miembro de El Colegio Nacional
INTRODUCCIÓN
1
Ponencia presentada en la XXVIII Mesa Redonda de Sociedad Mexicana de Antro-
pología, 2007, Ciudad de México, en el simposio coordinado por Gerardo Gutiérrez.
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Al repensar la estructura política de la ciudad de Teotihuacan, tema
por demás difícil de abordar sin la profusión de textos, representaciones
y contextos de la realeza que abundan en el área maya para el mismo te-
ma (Manzanilla 2002, 2006) , a mi modo de ver salta a la vista una posi-
ble contradicción entre la organización interna de los barrios y las elites
intermedias que los rigen, por un lado, respecto de la utopía corporativa
del co-gobierno central.
Abordaremos aquí el tema de cómo concebimos la organización de los
barrios en la ciudad de Teotihuacan, y la posibilidad de que las elites
intermedias que los encabezan estuviesen organizados como ‘‘casas’’
(Maisons), en el sentido que Lévi-Strauss (1982) sugirió. Consideramos
que los barrios, sede de las elites intermedias (á la Elson y Covey [2006]),
son las unidades sociales intermedias más dinámicas de los sitios urbanos,
y las que pueden dar luz sobre la organización de base, los procesos de
transformación y las tensiones finales de los asentamientos multiétnicos
complejos.
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casa, sino por los objetos que lo acompañan: reliquias, tumbas, emblemas,
máscaras, atavíos, etcétera y territorios de caza, pesca y recolección (Gilles-
pie. 2000a: 3; 2000b: 25-26), además de las tradiciones de migración. los
relatos de fundación de asentamientos o santuarios ancestrales; los nom-
bres o títulos; los oficios en las sociedades secretas; las danzas, cantos y re-
presentaciones rituales (Gillespie, 2000a: 12).
Algunos autores, como Susan Pollock (2002: 117 el seq.), han llamado
la atención sobre la existencia de economías de Oikos (figula 1) que, se-
gún Max Weber, son economías orientadas principalmente a la satisfac-
ción de necesidades, en las que varias unidades domésticas o unidades
de producción son responsables de la manufactura de bienes para su
propio uso, almacenamiento de materias primas o bienes, y manufactu-
ra de bienes indispensables para el intercambio.
OIKOS
TELA Y OTROS PRODUCTOS
UNIDAD DOMÉSTICA
CASA A CASA B DE PARIENTES
ALIMENTOS
Y OTROS TELA
ALIMENTOS (RACIONES)
CENTRO DEL
OIKOS: ADMINISTRACIÓN TELA
UNIDAD DOMÉSTICA
Y ALMACENAMIENTO DE PARIENTES
TELA
ALIMENTOS (RACIONES)
COMIDA
CASA C CASA D
UNIDAD DOMÉSTICA
TIERRA DE PARIENTES
ALIMENTOS (RACIONES)
CASA E
TRABAJO
COMIDA COCINADA
Figura 1.
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Para Pollock (2002), en el tercer milenio a. C., la concentración de
población en villas y ciudades llegó a proporciones sin precedentes. La
urbanización trajo consigo la reorganización de la economía, ya que con
menos población rural y mayor población urbana, la extracción del tri-
buto se redujo. La respuesta de unidades domésticas más grandes y ricas
fue la de emplear una fuerza de trabajo sustancial constituida por gente
no emparentada entre sí para producir la mayor parte de lo que era usa-
do o consumido. Además de las unidades domésticas de parientes, que
no desaparecieron del todo, hay una compleja red de unidades interde-
pendientes económicamente cuyos miembros tenían conexiones y obli-
gaciones con más de una unidad doméstica.
Así, varios tipos de ‘‘unidades domésticas’’ o de oikoi son citados por Po-
lIock (2002: 117): familias extensas en co-residencia, casas señoriales de
oficiales públicos, palacios reales y templos.
Las ‘‘oikoi’’ serían grandes unidades socio-económicas con una mano de
obra dependiente, personal administrativo, manadas de animales, pastu-
ras, campos, huertos, almacenes y talleres artesanales (Ibid.: 118). Su per-
sonal incluía agricultores y pastores que vivían parte del año en la ciudad,
y a cambio tenían medios básicos de subsistencia. El oikos controló crecien-
temente los medios de producción; tierra, herramientas y materias primas
(Ibid.: 120).
Los miembros del oikos recibían raciones de comida: cebada, lana y
aceite, además de dotaciones ocasionales de harina, pan, tela, pescado,
lácteos, frutas, carne o cerveza. El tamaño de las raciones dependía de la
edad, el género y el tipo de trabajo (Pollock, 2002: 120).
Según Pollock (Ibid.: 124), para identificar un oikos arqueológicamente
hay que encontrar la mayoría de los siguientes elementos; una estructura
grande o grupo de estructuras relacionadas con evidencia de una pro-
ducción variada de subsistencia, almacenamiento de materias primas y
bienes, participación en el intercambio y sistemas de contabilidad.
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que dicha mano de obra especializada pudiera ser de carácter multiétnico.
Además esta agrupación socio-económica giraba en torno de una nobleza
intermedia que administraba y dirigía el barrio; portaba emblemas y ata-
víos característicos; tenía tierras y recursos cercanos y lejanos.
Ampliando una propuesta original de Sergio Gómez et al. (d. (2004; Gómez
Chávez, 2000) sobre los elementos que constituyen los barrios, conside-
ramos ahora que los centros de barrio de Teotihuacan, como cualquiera
unidad intermedia de grandes urbes, tienen un centro físico, y éste tiene
cinco componentes:
1. un componente ritual, es decir, grandes templos y plazas con altares,
donde los moradores del barrio asisten a las ceremonias;
2, un componente administrativo, más difícil de percibir; pero que po-
dría estar representado posiblemente en el Patio de los Glifos de La Ven-
tilla, donde ocurren las audiencias de la administración central con los
grupos corporativos y de manufactura;
3. un componente artesanal muy especializado para hacer frente a las
necesidades de las elites intermedias que rigen los barrios, particular-
mente para la manufactura de atavíos y tocados;
4. un componente residencial de la ‘‘casa’’ noble del barrio;
5. un espacio abierto anexo, que según Sergio Gómez y colaboradores
(2004: 175 et seq.), estaba destinado al intercambio, a la celebración de
festividades y al juego de pelota.
En los barrios cercanos al núcleo cívico de la ciudad y a la Calzada de
los Muertos, varios de estos componentes están separados en conjuntos
arquitectónicos distintos y contiguos. En barrios de la periferia, al parecer
estaban integrados alrededor de la plaza principal del barrio, como mó-
dulos constructivos anexos, pero sin un muro perimetral, excepto donde
inicia el gran espacio abierto.
En Teopancazco (figura 2), un centro de barrio de la periferia sureste
de la ciudad, hemos podido comprobar la existencia de una gran plaza
con altar y templos, más grande que los patios rituales de los conjuntos
multifamiliares de vivienda; algunos indicios de indicadores administra-
tivos, representados por sellos de estampa; la presencia de componentes
multiétnicos para el trabajo artesanal muy especializado de atavíos y toca-
dos, y por ende, materias primas, productos terminados y animales de la
Costa del Golfo; la existencia de un gran espacio hacia el este del cual está
separado por un gran muro inexistente como tal hacia el oeste y norte
(según muestra la prospección geofísica encabezada por Barba) (Manza-
nilla, 2006); y por último, indicios de que a la cabeza de este centro de
barrio yacía una ‘‘casa’’ con nobles de la elite intermedia quizás original-
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EL CENTRO DE BARRIO
DE TEOPANZAZCO
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• el mural principal de Teopancazco, hallado originalmente por el al-
farero Barrios y que dio pauta para que Leopoldo Batres excavara por
primera vez un conjunto de éstos, hacia 1884. Este mural fue dibuja-
do por Adela Breton (en Marquina, 1922, cáp.III, tomo I, láms. 34y 35)
y estudiado también por Rubén Cabrera (1995: 160). En él destacan dos
sacerdotes sembradores que tiran líquidos con semillas, que ahora sabe-
mos son de Salvia o chía, gracias a las identificaciones de Martínez Yrízar
y Adriano Morán (2006), y que se dirigen a un altar, además de otros
sacerdotes sembradores y guerreros;
• en los márgenes de la plaza central hay fosas con los desechos de gran-
des banquetes comunales, en los que, entre otras cosas, se consumían
peces marinos (identificados por Edmundo Teniente del IPN y Bernardo
Rodríguez de la UNAM);
• hay rituales extraordinarios, particularmente las fosas con más de 25
individuos, muchos de ellos decapitados, que son cráneos en vasijas, y
muchos con cinabrio.
SEMILLAS
DE SALVIA O
CHÍA
Figura 3.
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sentado por los sellos de estampa que pudieron ser utilizados por los gru-
pos sociales del barrio para sellar con pigmentos, bultos y contenedores
donde se almacenaba la producción especializada del centro del barrio.
Aparecen sellos con flores de cuatro pétalos (posiblemente el glifo em-
blema de la ciudad, a decir de López Austin [1989]), símbolos del Dios
de las Tormentas (la deidad estatal de Teotihuacan), el Dios del Fuego, el
quincunce, e incluso un mono (que quizás esté vinculado con los indivi-
duos procedentes de la Costa del Golfo de México).
EL COMPONENTE ADMINISTRATIVO DE
TEOPANCAZCO: LOS SELLOS DE
ESTAMPA
POSIBLES BULTOS
Y CONTENEDORES
Figura 4.
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EL COMPONENTE AR TESANAL ESPECIALIZADO
DEL BARRIO DE TEOPANCAZCO: INSTRUMENTAL
Figura 5.
AVES
Figura 6.
PLUMAS
Mantas de
algodón de la
costa del Golfo
BOTONES DE
PLACAS CONCHA
DE CONCHA
Figura 7.
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PROPUESTA: DIFERENTES ESCALAS DE
PRODUCCION ARTESANAL EN TEOTIHUACAN
*3. Artesanías para hacer frente a las necesidades de las elites Intermedias:
Sitios: centros de barrio
Tipos: producción de atavíos y tocados
Figura 8.
Figura 9.
CONCLUSIONES
MANO DE OBRA
MULTIÉTNICA, QUIZÁS
DE PUEBLA, TLAXCALA
Y, SOBRE TODO,
DE VERACRUZ
MOLUSCOS
MARINOS ¿PEZ?
‘‘SACERDOTES Y GUERREROS DEL OCÉANO’’
RITUAL RECURSOS
Figura 10.
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Los rituales en los que participaban los ‘‘sacerdotes del océano’’ (como
Kubler [1967] los denominó) involucraban el sembrar semillas de chía,
cuyo aceite era utilizado en el siglo XVI para la elaboración de lacas, según
destacan Martínez Yrízar y Adriano Morán (2006), y pienso que lo mismo
sucedió en Teopancazco. Estas lacas eran utilizadas para decorar cuencos
hechos con arcillas locales y hacerlos parecerse a la cerámica Naranja
Laca de Veracruz, Como la pieza hallada en el entierro 105 de tiempos
Tlamimilolpa (200-350 d. C.).
La manufactura de mantas de algodón no se hacía en Teotihuacan sino
en Veracruz; sin embargo, en la gran metrópolis fueron elementos cuyo
uso estaba destinado a gente de alto estatus, y cuya iconografía refería di-
rectamente a barrios particulares. Los nobles que regían los barrios de la
mitad sur de la ciudad pudieron haber tenido una relación particular
con la Costa del Golfo, y en particular Teopancazco pudo haber traído
mantas finas de algodón en grandes cantidades, desde la fase Tlamimi-
lolpa (200-350 d. C.), hecho que le pudo otorgar un poderío económico
sin precedentes, dado el consumo de éstas por la nobleza teotihuacana.
En época Xolalpan (350-550 d. C.), después de magnos rituales de termi-
naciáción hacia 350 d. C. (decapitación de varios individuos foráneos; gran-
des fogones con desmembramiento de figurillas; el ‘‘matar’’ vasijas polícro-
mas y monócromas, además de objetos diversos en una esquina del patio
principal del conjunto), es probable que el Estado teotihuacano haya
ejercido un control más directo sobre el barrio de Teopancazco, al intentar
evitar que elites foráneas tuvieran un poderío desmedido en la ciudad.
Tengo la hipótesis de que la fundación del barrio de Teopancazco pudo
haber sido atribuida a la llegada de nobles procedente de otra región de
Mesoamérica, trayendo consigo mucho de la cultura culinaria, artesanal
y ritual de la Costa del Golfo; pero quizás, ala larga (en época Xolalpan),
los nobles teotihuacanos parecen haber tomado la administración del
barrio, y asumido los vínculos, los recursos y la mano de obra foránea para
articular relaciones directas con Veracruz. En todo caso, parece que los
vínculos eran directos y más allá de la supervisión del estado teotihuacano
Éste pudo ser uno de los elementos que desgajó la estructura corporativa
del Estado teotihuacano desde dentro.
Las elites intermedias que regían los barrios se comportaron posible-
mente como señores feudales, con sedes, tierras, recursos, mano de obra
emblemas, atavíos, reliquias, y probablemente mitos de origen que los
hacen asemejarse a las ‘‘casas’’ nobles según Lévi-Strauss.
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Una de las características que parece haber separado Teotihuacan del
resto de Mesoamérica es la posibilidad de un co-gobierno (Paulinyi, 1981),
Es probable que el co-gobierno de Teotihuacan participaran varias de
estas ‘‘casas’’ nobles, particularmente los cánidos del suroeste, las serpien-
tes del sureste, los felinos del noreste y las aves de rapiña del noroeste;
sin embargo, a la larga, la estrategia corporativa de gobierno con la cual
Teotihuacan quizás organizó muy eficientemente a una gran población
multiétnica en sus inicios, resultó impracticable para hacer frente a la vo-
racidad económica de las ‘‘casas’’ nobles de los barrios. La contradicción
entre dos formas de organización, una a nivel de la autoridad central y de
la población en general, y otra, en las sedes de los barrios, no tuvo solución.
AGRADECIMIENTOS
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