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Introducción
Resumen
Palabras clave
Metacognición, enseñanza, aprendizaje, ciencias, modelos didácticos.
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Profesor Universidad de Caldas. Universidad Autónoma de Manizales. E-mail otamayoa@yahoo.com
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metacognitivos de los estudiantes, dada la dificultad que tienen para reflexionar sobre
sus teorías o sobre las relaciones explícitas entre las teorías y los datos (Kuhn, 1989).
Otros consideran que los estudiantes, al aprender, incrementan su conciencia acerca de
los principios que gobiernan sus conocimientos y llegan a ser progresivamente capaces
de reflejarlo sobre sus conocimientos (Karmiloff-Smith, 1992).
La regulación de los procesos cognitivos esta mediada por tres procesos cognitivos
esenciales: planeación, monitoreo y evaluación (Browm, 1987). La planeación implica
la selección de estrategias apropiadas y la localización de factores que afectan el
rendimiento tales como la predicción, las estrategias de secuenciación y la distribución
del tiempo o de la atención selectiva antes de realizar la tarea; es decir, consiste en
anticipar las actividades, prever resultados, enumerar pasos. El monitoreo se refiere a la
posibilidad que se tiene, en el momento de realizar la tarea, de comprender y modificar
su ejecución, por ejemplo, realizar auto-evaluaciones durante el aprendizaje, para
verificar, rectificar y revisar las estrategias seguidas. La evaluación, realizada al final de
la tarea, se refiere a la naturaleza de las acciones y decisiones tomadas por el aprendiz;
evalúa los resultados de las estrategias seguidas en términos de eficacia.
Se han descrito diferentes marcos teóricos en los que se fundamentan las actuales
investigaciones sobre la metacognición. Los más destacados son: el procesamiento de la
información, la perspectiva piagetiana, y la vigotskiana y el marco constructivista. A
continuación nos referiremos brevemente a cada uno de estos marcos, para ello nos
basaremos en Martí, (1995).
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Desde el marco del procesamiento de la información para lograr una actuación adecuada
se requiere poseer, además de ciertos conocimientos y estrategias, una supervisión
reguladora de la persona sobre su propia actuación, esta supervisión hace que las
actividades se hagan de manera flexible y adaptada a la exigencia de la tarea. Destacan
tres tipos de procesos: de anticipación, de ejecución y de verificación y evaluación de
los resultados. Dentro de esta perspectiva se hace énfasis en la necesidad de supervisión
y control y se señala la importancia de diferenciar al menos dos aspectos de la
cognición: el conjunto de conocimientos (declarativos y estratégicos) y el control
realizado sobre las acciones para lograr el objetivo. Quienes defienden el procesamiento
de la información consideran que el control es consiente, intencional y deliberado.
La importancia de la regulación ejercida por otras personas para dar cuenta del
aspecto social y guiado del desarrollo y del aprendizaje.
Sanmartí y col. (1997), destacan la importancia de promover que los alumnos aprendan
los saberes metacognitivos que les permitirán auto-regular sus aprendizajes, al mismo
tiempo que aprenden los conceptos científicos. Ubicados los autores en la Teoría de la
Actividad, consideran que es posible deducir estos saberes metacognitivos del análisis
de la actividad del aprendizaje realizado por las personas, en la que las acciones se
definen como la unidad principal. destacan los autores como componentes centrales de
la auto-regulación el aprendizaje los siguientes.
Anticipar
Declarativo
actividades Planeamiento Sujeto General Tareas
Inestables
Finalidad de la
Tematizables actividad
Relativamente
independientes Progres
o Proceso regulador Todo proceso Conocimiento sobre
personal consciente regulador el conocimiento
Conviene en este momento destacar que estos modelos más que tratar de explicar
fenómenos reales o imaginarios relacionados con la enseñanza, sirven como
instrumentos de análisis que ayudan a comprender y a clasificar teóricamente diferentes
experiencias educativas reales. En tal sentido, los modelos son categorías descriptivo-
explicativas, auxiliares para la construcción teórica de la pedagogía que responden a
contextos espacio-temporales definidos. Realizar algunas precisiones sobre los modelos
pedagógicos en la enseñanza de las ciencias y su relación con la metacognición
permitirá, de una parte, reflexionar acerca de la forma en que se ha asumido la
enseñanza de las ciencias en el pasado y, de otra, reconocer sus posibilidades de cambio
en la medida en que incorporamos la reflexión metacognitiva en los procesos de
enseñanza y de aprendizaje.
Los modelos pedagógicos que dan especial énfasis a la observación como actividad
dinamizadora del aprendizaje pretenden crear sucesivamente en el estudiante un proceso
de impresión sensible y de abstracción. Dentro de esta perspectiva de aprendizaje el
espíritu del niño, en el principio de su existencia, es una especie de tabla rasa sobre la
que se graban progresivamente las impresiones suministradas por los sentidos. Lo único
que varía de un sujeto a otro es el grado de sensibilidad, es decir, la capacidad para
extraer los elementos comunes a las diferentes imágenes, denominada capacidad de
abstracción (Aebli, 1958). Los métodos basados en la observación tienen el
inconveniente que sólo captan la apariencia externa de los fenómenos. Para la
formación de una noción se requiere, además de la observación, la actividad mental
orientada hacia la construcción de un sistema de operaciones y relaciones a partir de las
cuales se define la noción.
Es claro que este tipo de reflexiones tan importantes para los desarrollos conceptuales
de las diferentes ciencias no exploran, o no se interesan por explorar, las dificultades
que pueden o no tener los estudiantes en el proceso de aprendizaje de los diferentes
conceptos y menos se interesan por el grado de conciencia que tienen los estudiantes
acerca de los procesos por los cuales aprenden lo que les es enseñado. Retomando el
ejemplo anterior la reflexión metacognitiva acerca de la estructura atómica se pregunta
por problemas tales como: cuáles son los obstáculos que tienen los estudiantes para
aprender los nuevos conceptos enseñados (composición del átomo, conceptos de enlace,
orbital…)? cuál es el grado de conciencia de los estudiantes acerca de sus procesos de
aprendizaje? Cómo autorregulan su aprendizaje? Estas nuevas preguntas ya no exploran
la estructura disciplinar en si misma, como se hace a través de la reflexión
metaconceptual, sino que se ocupan de explorar el funcionamiento de las estructuras
cognitivas y emotivas de los estudiantes en función del logro o no de ciertos
aprendizajes. Son preguntas que localizan, y de alguna manera dinamizan, una reflexión
de orden epistémico en la ontología del sujeto que aprende. Son preguntas que se salen
del ámbito de lo epistémico y se ubican en las estructuras cognitivo-emotivas de los
sujetos que aprenden y, al hacerlo, reconocen los pros y los contras de las concepciones
alternativas y de los modelos mentales de ellos en los procesos de aprendizaje. Con lo
anterior destacamos que cualquier aprendizaje se realiza a partir de las estructuras
cognitivas y emotivas de quien aprende, en otras palabras, nos acercamos a los modelos
conceptuales de las ciencias, conocemos su estructura lógica, desde y con nuestras
concepciones alternativas y modelos mentales que empleamos cotidianamente, desde
nuestros afectos y nuestras motivaciones.
En este punto de la reflexión no podemos dejar de hacer referencia, así sea sucinta, al
reconocimiento de que todo aprendizaje implica la construcción de representaciones
mentales sobre lo que es aprendido. En la construcción de las mencionadas
representaciones mentales, sean estas guiones, imágenes, modelos mentales o
representaciones proposicionales, la ontología del sujeto es determinante. Desde el
ámbito de la educación en ciencias lo anterior se traduce en la necesidad de explorar en
profundidad las ideas (modelos) que tienen los estudiantes sobre un concepto
determinado y proponer las diferentes actividades de enseñanza-aprendizaje en
coherencia con aquellas.
concepciones alternativas de los estudiantes, son modelos en los que poco se favorece la
reflexión metacognitiva de los estudiantes.
Los modelos tradicionales para la enseñanza de las ciencias hacen un marcado énfasis
en lo sensorial y en la transmisión oral del conocimiento. La observación, como la
actividad central en el aprendizaje, sólo permite captar la apariencia externa de los
fenómenos estudiados. Al igual que en lo discutido en las líneas anteriores, privilegiar la
observación del fenómeno o concepto a aprender en si mismo sin hacer evidente que
observamos desde nuestras ideas y desde nuestras experiencias, desplaza la reflexión
metacognitiva a un segundo plano. Desde el ámbito de la metacognición, y en relación
con la observación, algunas de las preguntas centrales pueden ser: ¿Por qué observamos
lo observado?, ¿Cómo influyen mis experiencias y mis conocimientos en las
observaciones que realizo? ¿Qué obstáculos identifico en el momento de realizar la
observación?, ¿Qué grado de conciencia tengo acerca de mi capacidad observacional?,
¿Cuándo realizo buenas o malas observaciones y por qué?, ¿Cómo influye la
observación que realizo en el procedo de aprendizaje?, ¿Cómo orientan mis afectos y
motivaciones la observación?, ¿Cómo regulo los procesos observacionales? Nótese que
las preguntas planteadas exploran por el conocimiento que tiene el estudiante acerca del
funcionamiento de sus “estructuras observacionales” (teorías observacionales marco,
modelos mentales) y no por el evento observado en si mismo.
Algunas de las categorías referidas al uso del discurso de los estudiantes se refieren a
aspectos estructurales y funcionales, dentro de estos son de especial importancia para la
educación en ciencias los segundos sobre los cuales haremos a continuación algunas
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En términos de van Dijk (1989), los estudiantes deben aprender a reconocer cuándo sus
construcciones lingüísticas son una representación superficial del concepto que se ha
enseñado o cuándo, por el contrario, sus construcciones representan el texto base o,
mejor aún, representan el modelo situacional al cual hace referencia la situación o el
concepto presentado. Desde esta perspectiva metacognitiva los estudiantes deben saber
si sus construcciones lingüísticas son simplemente “ecos” de los libros de texto o del
discurso del profesor, si son construcciones ancladas en las ideas encontradas en éstos o
si son construcciones personales que integran de manera coherente y consistente las
ideas de éstos.
Los estudiantes deben aprender a reconocer cuándo sus construcciones discursivas, sean
orales o escritas, tienen coherencia global o local, deben saber identificar discursos
descriptivos de los explicativos e identificar cuándo sus discursos son lineales o, por el
contrario, son discursos en los que se relacionan de manera compleja los diferentes
conceptos incluidos en este. Cuando los estudiantes logran el desarrollo de habilidades
metacognitivas acerca de sus propios procesos de lectura y producción de textos en
dominios específicos, están avanzando en el logro de la autodirección de sus propios
procesos de aprendizaje.
Lo anterior nos ubica en una de las discusiones más álgidas en los últimos años en
cuanto al tema de la metacogncición, nos referimos a la polémica existente en cuanto a
si las habilidades metacognitivas son de carácter general o, por el contrario, son
dominio-específicas. En otras palabras, las habilidades metacognitivas que se aprenden
en un dominio del saber determinado, por ejemplo en las matemáticas, son
generalizables a otros dominios del conocimiento, por ejemplo las ciencias naturales o
las sociales, ó, en caso contrario, se requiere el desarrollo de habilidades metacognitivas
específicas para cada campo disciplinar, esto es, las habilidades metacognitivas para un
buen desempeño en ciencias naturales y en matemáticas no son las mismas que aquellas
habilidades metacognitivas necesarias para las ciencias sociales y las humanas.
Sin lugar a dudas uno de los grandes aportes de Ausubel a la psicología del aprendizaje
es el requerimiento de averiguar qué saben los estudiantes sobre la temática que se les
enseñará para, posteriormente, presentar las actividades de enseñanza de los nuevos
conceptos. Dicho de otra forma, debemos organizar los procesos de enseñanza de las
ciencias reconociendo en primera instancia lo que ya saben los estudiantes. Si bien este
aporte ha sido fundamental para la educación en ciencias es claro cierto énfasis en la
estructura lógica disciplinar de lo enseñado. En el mejor de los casos se busca
coincidencia entre las exigencias conceptuales y el estadio de maduración cognitiva de
los estudiantes. A continuación presentamos con algún detalle lo que ha sido llamado,
desde la didáctica de las ciencias, concepciones alternativas, qué son éstas y cuál es su
importancia al hablar de aprendizaje, de igual manera haremos reflexiones que vinculan
las concepciones alternativas con la metacognición.
Las concepciones alternativas2 se refieren a las nociones que los alumnos traen consigo
antes del aprendizaje formal de una determinada materia. Para algunos autores las ideas
de los estudiantes suelen estar fragmentadas, no tienen estructura bien definida y
delimitada, son con frecuencia de naturaleza intuitiva. Los estudiantes, en general, no
son conscientes de tener esas concepciones, las cuales no desaparecen con facilidad.
Otras de las características más importantes de las concepciones alternativas de los
alumnos son:
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Es bien conocido en la literatura especializada la gran cantidad de términos para hacer alusión a las
ideas de los estudiantes, se destacan entre ellos: ideas intuitivas, preconceptos, ideas previas,
epistemología del estudiante ideas erróneas... Nos referiremos en forma general a las ideas de los
estudiantes con el término concepciones alternativas.
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Otra razón que justifica la importancia actual de la investigación sobre las concepciones
alternativas parte del auge, en los años 70-80, de la enseñanza por transmisión de
conocimientos ya elaborados. Desde esta perspectiva, la enseñanza de los diferentes
conceptos y teorías daba mínima importancia a la experiencia de los alumnos, a sus
conocimientos previos y a aspectos de orden contextual. Es bien conocido el resultado
de esta forma de enseñanza: los estudiantes, en el mejor de los casos, mezclan sus ideas
acerca de los fenómenos estudiados con aquellas otras enseñadas en la escuela, sin
llegar a establecer diferencias claras entre el conocimiento cotidiano y el científico.
esto en parte debido a la dificultad que tienen para establecer diferencias entre las
concepciones alternativas y los conceptos científicos.
En igual sentido Arlett, Scellhas y Lompscher 1995 (citados por Georgiadis & Efklides
2000), han demostrado que un alto nivel de ansiedad se correlaciona positivamente con
la elección y el uso de estrategias no efectivas o “superficiales”, de otra parte, un bajo
nivel de ansiedad se correlaciona negativamente con la elección y el uso de estrategias
que requieren de procesos profundos del material de aprendizaje y son, por lo tanto, más
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Estos modelos se han caracterizado por el inductivismo extremo, la falta de atención a los
contenidos y la insistencia en las actividades completamente autónomas de los estudiantes
(Gil, 1983). La crítica aquí planteada podemos asumirla desde la consideración de varios
supuestos. El primero hace referencia a considerar el mundo de las ideas como constitutiva
de la mente de las personas, esto es, suponer que los diferentes conceptos se encuentran ya
en la mente del niño y la función del maestro es hacer que estos conceptos sean
descubiertos por él. Unido a este primer supuesto encontramos otro ubicado dentro de los
planteamientos de las pedagogías desarrollistas; se concibe el desarrollo del hombre como
una serie de etapas o estadios que debemos superar gradualmente, de manera que sólo en la
medida en que logremos acceder a un estadio de desarrollo determinado podremos pasar al
siguiente.
De otra parte, la reflexión metacognitiva se articula de manera indisoluble con una tarea
de aprendizaje en un dominio del conocimiento específico. Estos dos campos, el del
saber específico y el de la propia cognición, y la relación entre ellos, hacen que este sea
un proceso de gran complejidad que requiere de la articulación de la estructura lógica
del campo disciplinar que se estudia, con la estructura cognitiva y metacognitiva de
quien lo estudia. Es decir, un aprendiz metacognitivo debe poner en juego en un mismo
momento y espacio, tanto conceptual como temporal, un saber científico y otro
intraindividual. Estos dos saberes se funden en el desarrollo de la tarea y son, a su vez,
los responsables del proceso de maduración en los ámbitos conceptual y metacognitivo
del estudiante.
evolutivo, que mirados desde la óptica educativa puso en crisis el movimiento de reforma
del diseño curricular. Se paso así a enseñar una ciencia relativa, una ciencia dinámica,
sometida a procesos de cambio.
Es claro que sobre el modelo constructivista no hay consenso en cuanto a que corresponda
a un único modelo de enseñanza-aprendizaje. Hay diferencias importantes entre las
distintas propuestas que se definen como constructivistas, las cuales se caracterizan en
términos generales por:
o Su emergencia está relacionada con la investigación sobre las ideas alternativas de los
estudiantes y la posible incidencia de los procesos de enseñanza sobre mencionadas
ideas.
o El aprendizaje se concibe como el cambio en las estructuras de conocimiento de los
alumnos.
o Se da importancia a la construcción de modelos que explican los hechos, lios cuales
pueden ser enriquecidos o reemplazados por otros como consecuencia de los procesos
de enseñanza-aprendizaje.
o Se interpreta la realidad desde modelos subjetivos, es decir el aprendizaje no se
considera como una reproducción del conocimiento a aprender sino como una
construcción en el cual los conocimientos de los estudiantes juegan papel central.
o El proceso de enseñanza parte del reconocimiento de las ideas de los estudiantes.
o El responsable del aprendizaje es, en última instancia, el estudiante en el sentido de que
es él quien atribuye nuevos significados a los conceptos y teorías estudiadas.
o Destacan, en mayor o menor medida, la importancia de las múltiples interacciones
entre estudiantes, profesores y contextos sociales.
o Dan importancia a los procesos cooperativos y a la mediación de los diferentes
lenguajes y procesos comunicativos para el aprendizaje.
Lo anterior nos sugiere la necesidad de considerar la estrecha relación que existe entre
la evolución conceptual y el desarrollo de habilidades metacognitivas que lleve a que
los estudiantes reconozcan la coexistencia de los diferentes modelos explicativos que
utilizan, ó, lo que sería lo mismo en términos de Pozo (1999), que reconozcan la
independencia entre el conocimiento cotidiano y el científico. La tarea metacognitiva
estaría en este caso orientada a saber identificar diferentes contextos explicativos al
interior de los cuales las explicaciones de los estudiantes tienen mayor utilidad y
significatividad, a establecer semejanzas y diferencias entre los diferentes modelos
explicativos y a reconocer cuándo una explicación es más cercana al conocimiento
científico.
Referencias