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Módulo 2

Relaciones
Internacionales.
3.1- La guerra de la triple
alianza: debates
historiográficos.
Antecedentes y desarrollo.
Las causas de la guerra
Existe una larga polémica sobre las verdaderas causas de la Guerra de la
Triple Alianza y cada interpretación depende no sólo de la nacionalidad
del historiador, sino también de la escuela historiográfica a la cual
adscriba. Algunos centran su análisis en el régimen de Francisco Solano
López y su accionar poco prudente. Otros, como es el caso del
revisionismo argentino, culpan de la guerra al Imperio del Brasil y ponen
como vector a los intereses ganaderos de Río Grande y su accionar en el
Uruguay. Otra causa sería la existencia de problemas limítrofes no
solucionados con Paraguay y con Brasil.

También se suma dentro de esta escuela como causa la presión de la


diplomacia británica para que López abriera su economía, que había
cerrado tras un fuerte proteccionismo. Por supuesto no debemos olvidar la
propia coyuntura interna uruguaya y su impacto en la mentalidad de
Solano López dispuesto a intervenir en la crisis entre blancos y colorados,
como una forma de neutralizar la defensa del equilibrio en el Río de la
Plata.

Sintetizamos el detalle que Escude (1998) realiza:

A - Versión argentina y el rol expansionista de López: visión alimentada


por la escuela liberal desde las páginas del diario de Bartolomé Mitre.
Para el mismo como protagonista e historiador sostenía que el régimen
paraguayo taponaba y violaba la libre navegación de los ríos y con ello la
implantación de un verdadero libre comercio en la cuenca del Plata.

No se priva de llamar al régimen de López como "régimen tiránico y


expansionista" y que en definitiva era una real amenaza los intereses de la
República Argentina. Raramente o no, Mitre presenta al Imperio del Brasil

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como un "régimen democrático" que no tenía deseos de expansión
territorial.

Una versión matizada de esta misma escuela nos brinda Ramón J. Cárcano,
miembro de la Academia Nacional de la Historia; para él existen dos
responsables de la guerra: la imprudencia y ambición del mariscal Francisco
Solano López y el expansionismo brasileño. También presenta tanto a
Mitre como a Urquiza como opuestos a la guerra y partidarios de la
neutralidad argentina.

B - Versión revisionista y el rol expansionista del Imperio de Brasil: su


principal exponente es el historiador José María Rosa, que justifica el
armamentismo del régimen paraguayo de Solano López como una actitud
preventiva ante el expansionismo brasileño. Para el revisionismo la
injerencia de las diplomacias imperial y británica es la clave. Por un lado los
brasileños buscaban consolidar sus aspiraciones a la hegemonía en la
cuenca del Plata y por otro Gran Bretaña buscaba eliminar un régimen de
economía cerrada, que no daba cabida a la tradicional política de
inversiones e intervención y que además se cerraba a la libre navegación
(tema éste de larga data en la región).

Escude (2000) sostiene que José María Rosa recalca la actitud de las
provincias argentinas (sus últimos caudillos) que ligaron la eliminación de
López como un paso más en la destrucción de las montoneras
provinciales que resistían al intento centralizador porteño motorizado
por Mitre. Miguel Ángel Scenna, muy cercano a la postura de Rosa
respecto de las causas de la Guerra de la Triple Alianza, sostiene “que
Mitre se alió a Brasil de acuerdo con el principio de las "fronteras
ideológicas de la mano de un canciller "pro brasileño" como Rufino de
Elizalde, el gobierno argentino pasaba a ser aliado de un régimen imperial
supuestamente liberal aunque esclavista, en contra de un Paraguay
autoritario y refractario al liberalismo’’.

C - La Guerra y la consolidación del Estado nacional argentino: para el


mejor historiador argentino vivo, Tulio Halperín Donghi existe una clara e
íntima vinculación entre la guerra del Paraguay y el proceso de
construcción del Estado nacional argentino. El mismo sostiene que el
éxito del liberalismo porteño sólo puede consolidarse a través de un
conflicto externo. Mitre al llevar a la Argentina en una la guerra al lado
del Brasil, confía no sólo en homogeneizar a la nación, sino también
obligar a Urquiza a salir de una actitud peligrosamente pasiva frente al
proceso de centralización nacional. De allí la necesidad de presentar el
ingreso a la guerra como algo no querido pero inevitable.

En ese sentido el éxito fue que ante la invasión de Corrientes por parte de
Solano López, Urquiza se apresuro a proclamar su solidaridad con la nación

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y su gobierno. Halperín Donghi comparte con los revisionistas la idea que la
actitud de Urquiza luego de un breve periodo dilatorio fue alinearse con la
facción mitrista en la guerra contra Paraguay y darle la espalda a los
caudillos provinciales federales, opuestos a la idea de luchar contra el
régimen de López.

D - Versión brasileña, el papel no intervencionista del Imperio: esta versión


contrasta notoriamente con el revisionismo argentino y descarta la
intención imperial de anexión de la Banda Oriental. Según Nabuco
diplomático e historiador brasileño, sostiene que “… desde la guerra del
dictador argentino Rosas, cuando impedimos que Montevideo cayese en
poder de Oribe, fue la cuestión del Estado Oriental del Uruguay el más
importante y peligroso problema de la política exterior. No
ambicionábamos su anexión, ni queríamos mezclarnos en sus negocios
internos, siendo nuestro único propósito tener una frontera tranquila y
segura…‟

El canciller Rio Branco decía por su lado en 1875, “…La política


internacional creada por el partido conservador y principalmente por el
ministro Paulino de Souza, vizconde del Uruguay, consistía entonces, como
todavía hoy, en mantener la independencia de los dos Estados amenazados
por la ambición argentina: el Paraguay y el Uruguay”. (Escude, 2000, p.162)

Para esta visión nada tienen de asidero las acusaciones de interés


expansionista o de anexión del territorio oriental en el caso de Brasil. La
causa de la intervención del Brasil había que buscarlas en la propia crisis
oriental, más específicamente en el interés de las facciones blancas y
coloradas orientales en utilizar la intervención imperial como medio de
dirimir sus disputas internas.

E – la visión uruguaya: según el historiador uruguayo Luis Alberto de


Herrera existen varios tipos de causas para explicar la guerra contra el
régimen paraguayo de Solano López. Una sería la "ocasional", a saber: la
guerra civil oriental y el impacto de la invasión de las tropas imperiales al
suelo uruguayo.

Otras serían las "causas fundamentales", a saber: la hostilidad histórica de


Buenos Aires y del Brasil a la república paraguaya y en ella jugarían papel
preponderante las cuestiones de límites con ambos países sumando a ello
las prevenciones lógicas ante el creciente desarrollo militar de Paraguay.

Finalmente, Herrera cita "otros estímulos de orden local" para explicar la


guerra de la Triple Alianza: el Imperio por la guerra consolidaba en el trono
a la casa reinante y en la República el centralismo porteño consolidaba su
triunfo sobre la rebelión interior y creaba un ideal nacional por encima las
facciones.

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Inicio del conflicto. La posición
argentina. El tratado de la Triple
Alianza.
La guerra intestina desatada en la Banda oriental entre blancos y
colorados no dejaría de tener impacto sobre todos los países que
tributaban al equilibrio en la Cuenca del Plata. El 1° de junio de 1863 la
marina uruguaya apresó un barco mercante argentino con armas y
pertrechos para el partido Colorado. Nuestro ministro de RREE presentó
una dura reclamación al gobierno blanco, y en represalia el 22 del mismo
mes retuvo un buque de guerra uruguayo (el ‘’General Artigas’’) y
procedió a bloquear la entrada al río, aislando al Uruguay por agua.

El 20 de octubre de 1863 se firma en Buenos Aires el protocolo (Lamas-


Elizalde) que estableció el fin de este incidente y que fija las bases de la
neutralidad argentina en el conflicto interno uruguayo, muy importante
es la cláusula que apelaba para el futuro a arbitraje del emperador del
Brasil Pedro II. No obstante la Argentina rompería relaciones
diplomáticas con el gobierno uruguayo de Berro, dejando sentada
claramente su neutralidad ante el conflicto interno de la Banda Oriental.

Pero el conflicto no podía seguir ad eternum, ya que sometía a la región a


una constante tensión, por lo que Argentina y Brasil decidieron realizar una
mediación definitiva para lograr la pacificación. Dicha misión que se
concretó en junio de 1864. En ella participaron el ministro argentino Rufino
de Elizalde, el consejero brasileño José Antonio Saraiva, y además el
ministro inglés en Buenos Aires y Asunción sir Edward Thorton.

El presidente uruguayo Aguirre, que había sucedido a Berro (ambos del


partido Blanco) pidió la participación del presidente paraguayo Solano
López, era una forma de decir que al equilibrio buscado lo debían construir
todos los países de la Cuenca y para Uruguay, Paraguay era una garantía
ante los dos países grandes. Brasil negó toda posibilidad de participación
del gobernante paraguayo en esta instancia de mediación y lanzo un
extremo ultimátum (14-08-1864) al gobierno blanco para que aceptara la
negociación sin la participación de ese país.

La reacción de López fue inmediata, no permitiría su exclusión de temas


que eran del interés de Paraguay y manifestó al representante brasileño en
Asunción, que Paraguay no sería espectador quieto de la ocupación de
territorio uruguayo por parte de fuerzas brasileñas. El conflicto regional
más cruento del siglo XIX estaba en marcha.

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El 22 de agosto de 1864 el canciller brasileño Saraiva firmó en Buenos
Aires con nuestro ministro de RREE, el llamado protocolo Saraiva –
Elizalde, en el mismo, los dos países “dejaron consignado que la paz en la
República Oriental del Uruguay era condición para la conclusión de las
dificultades internacionales con esa nación y se comprometieron a
garantizar su independencia e integridad territorial’’. Una parte sustancial
de este protocolo es la cláusula que prevé el apoyo mutuo contra el
régimen paraguayo.

El 14 de septiembre de 1864 la incursión de las tropas de Brasil en


territorio uruguayo en apoyo del bando colorado, determinó la ocupación
de casi la mitad del país. El reclamo de Solano López no se hizo esperar y
el 11 de noviembre ordenó la captura de un barco brasileño que se
encontraba en el puerto de Asunción y se encaminó a invadir la provincia
brasileña del Matto Grosso. Ese mismo día Paraguay y Brasil rompieron
relaciones.

La otra rápida medida de Asunción fue el intento de atraer a las provincias


del Litoral, Entre Ríos y Corrientes para que se levantaran contra el
gobierno de Buenos Aires (a cargo de Bartolomé Mitre). Esta iniciativa no
tuvo el eco esperado por Solano López, ya que el mismo Urquiza,
nuevamente gobernador de Entre Ríos no aprobaba las medidas tomadas
por el gobierno paraguayo.

Ante el pedido de Paraguay para cruzar por el territorio de Corrientes para


invadir Uruguay y enfrentarse con los brasileños, Argentina esgrimió su
condición de neutral ante el conflicto paraguayo-brasileño. Como
consecuencia de ello, el 18 de marzo de 1865 el Congreso paraguayo
autorizó la declaración de guerra a la Argentina. Desde Buenos Aires Mitre
lanzó su famosa frase: En 24 horas en cuarteles, en tres semanas en la
frontera, y en tres meses en Asunción.

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Dice Sanchis Muñoz (2010) que la primera consecuencia de estos hechos
fue que “…la Argentina buscó un acuerdo con Brasil y Uruguay para poner
fin a la agresión de López y establecer los límites definitivos con Paraguay
(…) el canciller Rufino de Elizalde redactó el acuerdo y lo negoció en
Buenos Aires con el enviado plenipotenciario brasileño Octaviano de
Almeida Rosa y el canciller del nuevo gobierno colorado uruguayo Carlos
de Castro, persuadidos de que la paz, la seguridad y el bienestar de sus
respectivas naciones era imposible mientras existiera ese gobierno en el
Paraguay‟

Así se dio nacimiento al Acuerdo de la Triple Alianza, el 1° de mayo de


1865. Entre otras estipulaba:

A - que las fuerzas terrestres quedaban comandadas bajo órdenes


argentinas (Mitre)

B – que las fuerzas navales las comandaría el vicealmirante brasileño


Vizconde de Tamandaré.

C – que la guerra se hacía contra el gobierno de Paraguay y no contra el


pueblo, al que se le permitiría incorporarse a la alianza como Legión
Paraguaya.

D – que los aliados se comprometían a no tratar por separado con el


Paraguay y a respetar la independencia y la integridad de ese país.

E – que los aliados procederán a hacer los arreglos necesarios con las
autoridades constituidas, para asegurar la libre navegación de los ríos
Paraná y Paraguay.

F – que los aliados responsabilizaban a Paraguay por la deuda que


produjera la guerra y se comprometieron a no detener la lucha hasta lograr
la caída de López.

No fue fácil embarcar a las provincias del interior argentino en esta


impopular guerra, hubo muchas resistencias al enrolamiento compulsivo
(Paraguay era considerada casi una provincia hermana) “inclusive en
Entre Ríos, donde a pesar de la autoridad de Urquiza se produjeron dos
desbandes por parte de los convocados’’. (Escude, 2000, p.75)

Asimismo durante el desarrollo de la guerra se produjeron varios


levantamientos en el interior el más importante se dio en noviembre de
1866 se produjo un levantamiento en la provincia de Mendoza,
comandado por el coronel Felipe Varela, quien se pronuncia por la
amistad con Paraguay se levanta contra las tropas porteñas.

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No es casual que Varela acusara al gobierno de Mitre de haber
monopolizado los tesoros públicos y las rentas provinciales para beneficio
de los porteños, Varela era la expresión de las resistencias del interior no
sólo a la guerra, mucho más al intento centralizador de Buenos Aires
corporizado en Mitre.

En Brasil también hubo resistencias y protestas contra la guerra y el


acuerdo de la Triple Alianza. Estas actitudes críticas motivaron a Elizalde a
sostener la necesidad de que hubiera buen entendimiento entre los
partidos liberales de América del Sur, se ponía la guerra en términos de
‟libre comercio vs proteccionismo‟.

Desde nuestro país, un intelectual de primera magnitud, un hombre de la


generación del 37 como Juan Bautista Alberdi, critico ácidamente esta
guerra señalando “que la cuestión del Paraguay no era más que un
elemento de la política interior argentina, creado por las necesidades
geopolíticas del mitrismo y por el vínculo anglo argentino." (Escude, 2000,
p.89)

Para profundizar sobre el desarrollo histórico fáctico del conflicto


recomendamos los textos de Escude (2000) y Sanchis Muñoz (2010).

El 12 de octubre de 1868 asume la presidencia de la Argentina Domingo F


Sarmiento. Durante su gestión se pondrá final al conflicto. Para diciembre
de 1868 sólo resistía al interior paraguayo, el presidente Solano López con
un fantasmal ejército integrado en su mayor parte por niños y ancianos.
Para enero de 1869 Asunción había caído en manos aliadas, las fuerzas
argentinas se replegaron antes y las fuerzas brasileñas ocuparon la capital.

A mediados de 1869 se constituyó un gobierno de las potencias vencedoras


integrado por el diplomático brasileño José María da Silva Paranhos, Barón
de Río Branco, el argentino Mariano Varela y un representante uruguayo.
Sin embargo la influencia de Brasil fue notoria en los asuntos paraguayos.

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Redactaron un protocolo en 1870 que estableció el fin de la guerra y
reafirmaba la necesidad de reorganizar políticamente a Paraguay y de
elegir a sus autoridades.

Es allí que se esboza la llamada Doctrina Varela: Sarmiento recela de la


influencia brasileña en el tema paraguayo y fruto de esa desconfianza es
que en diciembre de 1869, su primer canciller, Mariano Varela, expuso la
doctrina que expresa "que la victoria no da derechos a las naciones
aliadlas para declarar por sí límites suyos" y que "los límites deben ser
discutidos con el gobierno que se estableciera en Paraguay". La doctrina
que llevara su nombre será un lugar permanente de visita para los críticos
realistas de la posteridad. Varela sostenía que un gobierno provisorio no
podía firmar tratados pues no era nacido de la soberanía popular.

Dice Sanchis Muñoz (2010) que Varela “fundaba su posición en la cláusula


del Tratado de la Triple Alianza que obligaba a "respetar la
Independencia, soberanía e integridad territorial" del Paraguay y que sus
ideas estaban motivadas, además, en procurar evitar el expansionismo
brasileño. Es decir no era un idealismo puro, eran las necesidades de
frenar a la diplomacia brasileña sin gestar un nuevo conflicto al interior
de la triunfante alianza.

El 1° de marzo de 1870 el mariscal de las fuerzas paraguayas y presidente


del país, Francisco Solano López, muere en el combate de Cerro Corá. La
guerra llegaba a su verdadero final. Las consecuencias para Paraguay
fueron trágicas y aun permanecen en el tiempo. Para dar una solución
diplomática se sucedieron varias misiones que a continuación sintetizamos:

A – Misión de Quintana: a fines de 1870 comenzaron las reuniones en


Buenos Aires para ajustar un tratado de paz definitivo. Se debían
negociarlas cuestiones de límites y todo lo referente a las indemnizaciones
y gastos de guerra de cada parte. Manuel Quintana viajó a Asunción para
avanzar respecto de los términos del acuerdo, pero encontró divergencias
importantes con el representante del Brasil. Éstas se dieron principalmente
en el tema de establecer acuerdos de límites por separado, algo que el
propio tratado de la Triple Alianza prohibía. Quintana decide regresar a
Buenos Aires y buscar apoyos a su gestión. Ante ese vacío diplomático, en
enero de 1872 Brasil firmó con Paraguay varios tratados. El más impactante
para la alianza tripartita fue el tratado de límites del acuerdo Cotegipe -
Loizaga del 9 de enero del referido año. Por el mismo Brasil se apropió de
un tercio del territorio paraguayo.

B - Misión de Mitre: ese mismo año, el entonces presidente Sarmiento


envió a Mitre en misión diplomática a Río de Janeiro, en busca de sostener
la vigencia del Tratado de la Triple Alianza, la elección de Mitre no era
casual, se realizaba en vistas a las excelentes relaciones que el ex

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presidente sostenía en ese país y porque había sido uno de los artífices del
pacto.

El 19 de noviembre de 1872 se acordó con el imperio, exigir al Paraguay el


establecimiento de río Pilcomayo como límite con nuestro país, más una
franja de territorio que incluyera Villa Occidental y también se establecía el
retiro definitivo de las tropas de Brasil de suelo paraguayo. Sin embargo,
todo fue desconocido por el canciller Carlos Tejedor y esta misión suma un
nuevo fracaso a la solución definitiva del tema Paraguay.

C - Tratado Sosa-Tejedor: En mayo de 1875 representantes de los tres


países, el enviado paraguayo Jaime Sosa contaba con instrucciones
‟secretas‟ que más allá de las presiones brasileñas, debía lograr la
‟desocupación‟ del territorio y para ello podía convenir con la Argentina
una armonización de intereses que contrarrestaran las ambiciones de Brasil
(representado por su gran Canciller el Barón de Río Branco). Carlos Tejedor
rápidamente entendió la oportunidad.

Según Sanchis Muñoz (2010), el fin de la ocupación coincidía con los


intereses argentinos, pues “…después de cinco años de finalizada la
guerra. Sarmiento, al igual que sus antecesores, quería establecer el
límite definitivo en el Río Pilcomayo y evitar que Brasil mantuviera -con la
posibilidad de que aumentara- su influencia en la región’’ así se llegó al
acuerdo entre Sosa y Tejedor, que otorgó a la Argentina Villa Occidental y
el límite en el río Pilcomayo y el plus para Paraguay del cese de la
presencia de tropas brasileñas. Brasil trato por todos los medios de hacer
caer este tratado, el cual no llegó a instrumentarse.

D - Acuerdo Irigoyen-Machaín: fue durante la administración Avellaneda


que se logró el acuerdo definitivo sobre límites. El 3 de febrero de 1876
nuestro canciller Bernardo de Irigoyen firmó un tratado con el canciller
paraguayo Fernando Machaín que no sólo incluía los límites, sumaba
cláusulas de paz, amistad, comercio y navegación.

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Situación de los países al final del conflicto

• El Brasil sufrió 168.000 bajas.

• Tuvo un gasto de guerra de 56.000.000 de libras esterlinas.

• La Argentina tuvo 25.000 muertos.

• Tuvo un gasto de guerra de 9.000.000 de libras esterlinas.

• El Uruguay padeció de 3.000 mil muertos.

• Experimentó una deuda de guerra de 248.000 libras esterlinas.

• Población de Paraguay al comenzar la guerra 800.000(100,00 %)

• Población muerta durante la guerra 606.000 (75.75 %)

• Población del Paraguay después de la guerra 194.000 24. %

• Hombres Sobrevivientes 14.000 (1,75 %)

• Mujeres sobrevivientes 180.000 (22.50 %)

• Hombres sobrevivientes menores de 10 años 9.800 (1,22 %)

• Hombres sobrevivientes hasta 20 años 2.100 (0,26 %)

• Hombres sobrevivientes mayores de 20 años 2.100 (0,26 %)


Fuente: Chiavenatto, Julio José, “Genocidio Americano, A guerra do Paraguai, Sao
Paulo

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3.2- La modernización
económica en la Argentina
durante el período 1862-
1880
Dice Raúl Satas (1987), que el regreso de los exiliados, tras el triunfo de la
alianza liderada por Urquiza que puso fin a la era rosista, significó que el
espíritu e ideas que habían revolucionado a Europa a partir del año 48, se
anidaran en nuestro país.

“… nada escapó a la influencia de esos trastornos revolucionarios que


dieron origen a una nueva manera de encarar las relaciones
internacionales, produjeron cambios en profundidad en la cuestión social y
económica e impulsaron universalmente novedosas corrientes ideológicas‟
(Satas 1987, p.34)

Es Alberdi, el gran intelectual de la constitución de 1853 que comenzara a


prender la idea de una gran tarea de regeneración de La República, quien
más advirtió el fenomenal impulso que dichas ideas darían a las
corrientes locales.

Muchos intelectuales argentinos y chilenos que regresaban a sus países


procuraron incorporar esas nuevas ideas a la vida política de sus países.
Debemos tener en cuenta el constante intercambio que el exilio motorizó
entre estos grupos, por ejemplo muchos de ellos se habían visto
frecuentemente e incluso viajado juntos, lo que seguramente significó
fructíferos cambios de ideas, Sarmiento (argentino) volvió de su viaje a
Europa y los Estados Unidos, acompañado por Santiago Arcos (chileno). El
trasandino junto a Mariano Balcarce (representante de Mitre de Europa)
dirigirán los primeros intentos de introducir carne salada en el viejo
continente.

También se debe considerar que muchos de estos exiliados, participantes


del sitio de Montevideo habían recibido la influencia del idealista
republicano italiano, Giuseppe Mazzini, cuyo ideario nacionalista liberal
dejó su impronta en los futuros dirigentes políticos de la vida argentina.

Dice Satas (1987), que ideas, como: “La organización nacional interna es el
instrumento con el que la nación realiza su misión en el mundo‟ o “Las

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nacionalidades son sagradas, y están providencialmente constituidas para
representar, dentro de la Humanidad, la división o distribución del trabajo
para ventajas de los pueblos...‟ dejaron fuerte huella en los futuros
dirigentes liberales, que comenzaban a dirigir la construcción de una
nación moderna.

El mundo se encontraba en plena expansión generada por la segunda fase


de la Revolución Industrial y las nuevas formas de producir y comerciar
facilitadas por la otra verdadera revolución: los transportes y las
comunicaciones, producían un contacto estrecho del centro industrial con
aquellas zonas periféricas, antes olvidadas y ahora necesarias como
mercados y proveedoras de materias primas y alimentos.

Esto produjo aceleradamente la instalación de nuevas relaciones entre los


países creadores de la novedosa economía y aquellos que como pensaba la
nueva dirigencia era el caso de la Argentina, pretendían entrar de cualquier
forma en sus circuitos de producción y comercio.

Decía Alberdi: “… la América actual, vive de la vida del siglo XIX de la


Europa…por la navegación, por el comercio creciente, por el telégrafo, sus
pueblos viven en la misma hora, en el mismo día, marchan al mismo paso
que la Europa… la civilización de la Europa se impone, se incorpora á la
América, por todos esos medios. Sus buques invaden sus ríos, interiores.
Sus capitales se convierten en caminos de fierro y en líneas telegráficas,
en canales…’’ (Satas, 1987, p.45)

Ante esa poderosa idea de cómo modernizar nuestras atrasadas y bárbaras


regiones, no es extraño que el mismo Alberdi, esbozara tempranamente un
modelo de inserción para nuestro país: “…nuestra política exterior debe ser
económica y comercial por excelencia. Debe buscar en Europa, no sus
aliados políticos, sino tratados de comercio y de navegación. Se deben
hacer tratados con todas las grandes naciones, para crear contrapeso a la

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influencia anglo-francesa que hoy prevalece sin resistencia…‟ (Satas, 1987,
p.45)

A pesar de los voluntarismos intelectuales del tucumano, la tarea es


gigantesca y los problemas son numerosos y complejos, lo que ya no se
discutía en la elite es que, muchas de las soluciones buscadas estaban en la
relación con Europa y esas eran de características económicas, es así que
dichos intereses económicos desempeñaron un activo papel en este
proceso de modernización relegando a las otras cuestiones que atañían a la
modernización.

A tono con ello, nos dice nuestro autor que los años 1862-1890 fueron
críticos para Argentina, de varias maneras, sobre los problemas de la
organización y desenvolvimiento del Estado nacional y la puesta al día de
una estructura económica casi obsoleta para los requerimientos del
mercado mundial, se irá constituyendo el escenario sobre el cual la elite
argentina irá dibujando un país moderno.

El rol de Europa en nuestra


modernización
Las características de esta etapa final de la revolución industrial obligará
a los países europeos a tomar en cuenta estas regiones periféricas y hacia
ellas se dirigirá un importante flujo de capitales (por otro lado es verdad
que este exceso de capitales no encontraba ya vías de inversión en la
misma Europa), es así que especialmente Gran Bretaña buscara mercados
para su colocación en los nuevos Estados nacionales sudamericanos.

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Estos capitales se concentraran como inversión (garantizada desde ya) en
la construcción de vías férreas, puertos, etc., tan necesarios para
territorios extensos, carentes de las mínimas condiciones que exigía el
sistema de producción industrial moderno. La condición sine qua non
para la llegada de tales capitales por parte de los estados centrales será la
exigencia de paz y libertad absolutas para el desenvolvimiento de sus
actividades y ello sólo era posible con un país pacificado y unificado.

En el caso de la zona del Río de la Plata, la política de los Estados europeos


que tienen intereses comerciales en la región será abstenerse en cuanto
sea posible una intervención directa, pero hacer sentir su influencia
diplomática enérgica ante sucesos que vulneren sus intereses.

Valga como ejemplo estos comentarios aparecidos en el Times de Londres


del 24 de agosto de 1852, citado por Satas (1987): “… todo lo que hemos
recomendado y requerido del gobierno argentino es la pacificación bona
fide del país…‟ y que el general Urquiza “… deje que el comercio del rio y
sus tributarios sigan su curso natural…‟, “si tiende a prolongar el sistema
impuesto por Rosas sobre los ríos tributarios, es fácil prever que semejante
gobierno será de muy corta duración; apenas obtendrá el reconocimiento
de la Europa y será derribado…‟

En 1862 comienza el ciclo conocido como de la ‘’Tres Presidencias


Históricas’’ cuando el general Bartolomé Mitre es elegido y designado a
cargo del Poder Ejecutivo Nacional (PEN) para el periodo 62-68. El país
dejaba atrás todo intento de disolución nacional, tanto es así que a pesar
de existir varias, ninguna rebelión del interior tendrá posibilidades de
éxito, se cumplía así con dos de las principales exigencias de Europa: la
pacificación y unificación.

A tono con ello decía Mitre al abrir las sesiones del Congreso el 25 de
mayo de 1862, “…necesario pensar y decidir que ese eclipse era
transitorio, y que esa disolución aparente, era un verdadero labor de
regeneración del que la República surgiría en breve fuerte, compacta y
libre, reposando en las conquistas laboriosas de su pasado; en la lisonjera
realidad de su presente y en las grandes promesas de su porvenir’’.
(Satas, 1987, p.94)

El principal objetivo de Mitre se resumía en evitar los “peligros que


encierran casi siempre las épocas de transición‟ ‟ mantener indivisible la
unidad nacional‟ y ese era “… el programa que, como jefe de los pueblos
en armas, oyeron de mis labios todas las provincias de la República, y tal ha
sido el propósito que, como Encargado del Poder Ejecutivo Nacional de
ella, he tratado de llevar a cabo‟.

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Tal era la condición política de la modernización y tras su resolución, se
podían atender las preocupaciones eminentemente económicas. Según
H.S. Ferns (1972):

“La nueva época, anunciada por la triunfante inauguración de la


presidencia del general Mitre, fue una época de inversión de capital y de
libre comercio. Esa época venía pues a responder a un ritmo acelerado de
desarrollo que se estaba verificando al otro lado del Atlántico. El comercio
libre se había establecido plena y firmemente en Gran Bretaña. Bélgica y
Holanda acababan de adoptar políticas comerciales liberales. Francia,
mediante tratados, también había convenido en liberar la corriente
comercial entre ella, Gran Bretaña y Bélgica’’

Con la unificación nacional las cuestiones económicas pasan a ser


dominantes. Las elites criollas tienden a pensar la modernización en
función del ingreso del país en el pleno intercambio comercial con el centro
desarrollado y es de ese centro de donde se deben sacar las experiencias
de gobierno, modernizar es hacer un Estado a semejanza del estado
nacional europeo.

Nuestra vida política anterior era rica en fragmentación y violencia, pero


ahora Europa no sólo debía tomar nota de la nueva situación, se debía
sumar la condición necesaria de nuestros países americanos para el
progreso europeo, Alberdi sostiene al respecto: “.. Pero hay un lado por
donde esa América del Sud representa interés de la más alta gravedad
para la Europa de su comercio, el de su riqueza material…’’, ‘’…ella
significa riquezas naturales, materias primas, comercio, empresas,
mercados…’’ (Satas, 1987, p.89)

Durante este periodo es que se inicia un formidable movimiento


modernizador de las estructuras económicas y fue muy importante la
acción del emergente Estado nacional, sobre todo en la región pampeana
(núcleo dinámico de la economía argentina de la época) a través de
asegurar la inversión de capitales en el mejoramiento de la
infraestructura en caminos, ferrocarriles etc. es decir en la integración de
un territorio antes fragmentado, no sólo por las guerras civiles, más por
el escaso desarrollo de la comunicación entre las regiones.

Según H. S. Ferns (1972): “Dentro del régimen legal el libre comercio quedó
establecido por la Constitución de 1853 pero el sistema sólo se convirtió en
una realidad práctica durante el régimen de Mitre. La política de Mitre hizo
posible la abolición de los impuestos, exacciones y privilegios provinciales,
al suministrar a las autoridades de las provincias medios financieros en la
forma de subsidios del Tesoro nacional, los cuales en verdad representaban
una participación en los ingresos de la aduana de Buenos Aires‟

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Al finalizar el mandato de Mitre los hombres de negocios e ingenieros
británicos habían fundado bancos y compañías ferroviarias y tranviarias en
la Argentina y pronto le seguirían empresas y obras de gas, aguas
corrientes y sistemas de cloacas.

Esta fuerte corriente de inversión europea, especialmente británica,


aunque la inversión francesa crece en importancia, durará hasta 1875, en
ese momento la depresión iniciada en 1873 dará por terminado esta
importante primera etapa.

Los intentos de la elite y la búsqueda


de un modelo
Desde inicios del siglo XIX, la ganadería se había establecido como una
fuente de riqueza y poder de la elite en la sociedad criolla y no es casual
que de ella surjan grupos y personalidades que, con la unificación y
centralización a la vista, comiencen a buscar colocar esta producción de un
modo mayor en Europa. Hablamos de la producción de carne salada que ya
exportábamos a EEUU, Brasil y Cuba (mercados de países esclavistas). Un
primer exponente de estos grupos fue Mariano Fragueiro, el que, entre
1857 y 1858 intenta obtener un tipo de preparación de carnes que
permitiese su envío a Europa.

El lúcido intento de Fragueiro sólo expresa hasta ahora las expectativas de


la industria saladeril, lo importante de ello es que esa sería la primera
actividad económica en exigir a los poderes públicos nuevos mercados en
el ámbito exterior. Pronto se sumarían otras voces, lo interesante ahora es
analizar la actitud y acción del PEN ante estos pedidos, pues aquí se ira
moldeando el modelo de relacionamiento con los mercados exteriores, que
en definitiva moldean el primer modelo de inserción externa del país
implementado a nivel institucional.

Fueron muy importantes en estas iniciativas de introducir nuestros


productos cárneos, las figuras de Mariano Balcarce y Santiago Arcos,
representante el primero del presidente Mitre en Europa. De quienes
analizaremos brevemente su correspondencia en donde se señalan estos
primeros esfuerzos:

Dice el primero: “…perseverar en una empresa que tengo entre manos, y si


logro llevarla á cabo, puede ser de las mayores ventajas para nuestro
comercio de exportación, para la marina extranjera, y aun para la
humanidad, pues trato de dar á conocer en Francia y popularizar el uso de
las carnes secas del Plata, con cuyo objeto estoy decidido á no ahorrar

16
esfuerzo ni sacrificio alguno, y me he procurado ya diez mil libras de esas
carnes…’’ (Satas, 1987, p.112) lamentablemente estas primeras
aproximaciones al gusto europeo serán un fracaso. Lo que no cabe duda es
que atrás de ellos estaban las instrucciones del propio Mitre

Durante estos primeros años de la administración Mitre, Balcarce recibió


las correspondientes recomendación del presidente de prestar atención a
la comercialización de carnes. Pero fue evidente que la respuesta de los
gustos y comerciantes del viejo mundo no acompañó los esfuerzos y los
deseos del representante mitrista, que es como decir de los intereses de la
industria saladeril.

En una de sus comunicaciones el representante argentino da nota de sus


fracasos: “… doy cuenta oficialmente del fatal resultado de mis tentativas y
esfuerzos por introducir y popularizar en este país el uso de las carnes
secas del Plata, que no las quieren ni de balde‟ (Satas, 1987, p.113).

Pero también da cuenta del destino de un embarque de carne salada que


fue rechazado por el gusto europeo, y que da cuenta de la amplitud del
sacrificio y la tenacidad puesta en el orden económico por la elite, sigue
Balcarce: “… así es que me vi obligado a mandar de las 10.000 libras, que
me quedaban, de que había comprado en el Havre, enviar 8.000 libras para
darlas gratuitamente a los establecimientos de beneficencia de esta
capital; y el resultado ha sido que se han vendido con bastante beneficio
para cubrirme de los gastos que había hecho, distribuyendo muestras en
las prefecturas marítimas, y en las ciudades manufactureras de Francia. Sin
embargo, posteriormente me han escrito que el mercado de Liverpool está
abarrotado de carnes, y que por su mala calidad no las quieren ahora á
ningún precio.

Se pregunta acertadamente Satas, estos fracasos y las recomendaciones


de Mitre de seguir en el intento ¿representarían un cambio importante
en las relaciones internacionales? ¿Cuáles serían las consecuencias de la
obtención de nuevos mercados? ¿Ofrecerían las circunstancias de la
década de 1860 la oportunidad para Argentina de tomar definitivamente
posiciones junto a Europa? Evidentemente esos intentos en años iniciales
fueron importantísimos para determinar desde la administración mitrista la
creación de una nueva política exterior.

Tanto es así que en septiembre de 1865 Arcos, se dirige al presidente


Mitre, realizando un exhaustivo examen de todas las cuestiones atinentes a
la conquista del mercado europeo por parte de nuestras carnes: “…hasta
ahora los saladeros de Buenos Aires y Entre Ríos han matado los ganados
que pueden criarse en un área de terreno insignificante, si se compara ésta
con los inmensos terrenos de pastoreo de que puede disponer la República
(…) si el pescado seco, si el maíz, si las papas, han acabado por

17
generalizarse, no debemos desesperar de generalizar el uso de las carnes
saladas, o lo que yo llamo conquistar los mercados de Europa‟ (Satas,1987,
p.115)

Como vemos, la importancia del mercado europeo es ineludible para


nuestra elite, continua Arcos marcando ahora la estrategia necesaria para
esa conquista: “…veo que sólo hay un medio de conquistar el mercado
europeo,, y es dejar á un lado toda idea de negocio de lucro, y siendo así,
es usted (Mitre), el único asociado que puedo buscar (…) la conquista del
mercado europeo no puede obtenerse sino á fuerza de paciencia y de
sacrificios pecuniarios, y estos sacrificios no podrán aprovechar á los que
los hagan. Una vez la costumbre establecida, es necesario que el mercado
sea para todos; es necesario conquistar el mercado a fuerza de
«baratura»...'’(Satas, 1987, p.115)

Luego plantea la creación de un grupo de aportantes en dinero y


productos, como pueden ser, ganaderos, saladeristas, comerciantes, que
estén dispuestos a trabajar a pérdida durante varios años (de 6 a 8) “sin
esperar, más compensación que el bien que pudiese resultar para el
país’’.

Como dice Satas (1987), lo apasionante de este momento histórico es ver


como un grupo dirigente experimenta las primeras conmociones de un
posible cambio en sus relaciones comerciales e internacionales y la
necesidad de perfilar una nueva imagen que responda al ritmo que habrán
de imponer fuerzas activas, internas e internacionales, que condicionarán
la reorientación del país. Dicho momento se dio en Argentina durante la
administración Mitre, en los años de la década de 1860.

Esta política exterior prefigura el modelo de inserción que concretara la


generación del 80 y que como primera característica nos brinda una
política uniforme acerca de la relación apropiada entre los sectores oficial
y privado para la conquista de los mercados exteriores que juntos se
dirigen a establecer una política exterior concreta: una evidente
aproximación a Europa y una pronunciada desconfianza a una relación
multilateral con el resto de América.

Política exterior y política económica


Planteados estos intentos que van definiendo una política internacional,
hay que pensar su relación con la modernización que a nivel interno
encaran las elites. Proceso que se acentuara durante las tres presidencias
históricas (Mitre, Sarmiento y Avellaneda) que servirá de plataforma

18
material e institucional para el ‟éxito‟ de la administración Roca y más
definida política exterior.

Como bien dice Satas (1987), la necesidad de contar para una producción
perfectamente determinada, -la pecuaria- con mercados seguros -los del
viejo continente-, hizo que toda la política exterior de la administración
Mitre se fuera desentendiendo de América y prestara la mayor atención a
posibles vigorosos anudamientos de lazos de amistad con Europa, su
posible gran mercado receptor.

El gran mentor intelectual es el ineludible Alberdi, que estudió, como


problema sociológico, la clase de política exterior que convenía á las
jóvenes repúblicas de América llegando a concluir cuanto de estrecha era
la relación entre política exterior y la política interior, a los nuevos
estados americanos les aconsejaba en la condensada y ya famosa frase:
en América, gobernar es poblar.

Por último cabe citar al propio Alberdi para entender la importancia de su


pensamiento en la estructuración de la nueva política exterior “… importa
que las repúblicas de Sud-América se persuadan de una verdad esencial á
sus destinos -y es, que su política exterior, su diplomacia, es su verdadera
economía política, el arte y el secreto de su riqueza pública y privada.
¿Cuáles son las fuentes de su tesoro?

• Las aduanas.

• El crédito público.

• Las tierras públicas.

Las aduanas dependen del comercio exterior, es decir, del trato con el
extranjero. El crédito público no tiene en Sud América aplicación más seria
que el empréstito en el extranjero, la manera de traer capitales de fuera al
país, que carece de ellos. Las tierras públicas son manantial de entradas, si
hay inmigraciones y colonias que las compren o arrienden para poblarlas;
es decir, si hay extranjeros que vienen a instalarse en nuestros países. Así,
en el arte de reglar nuestras relaciones con las naciones extranjeras, para
atraer su comercio, sus capitales y sus poblaciones se encierra casi toda la
economía política de las Repúblicas solitarias y desiertas de Sud-América.
(Paradiso, 1993, p.24)

19
3.3- Las RR EE de la
Argentina durante el
régimen oligárquico.
Geopolítica y economía.
Nadie puede discutir que en los últimos años se han generado muchísimos
trabajos sobre política exterior en la Argentina, pero durante décadas esta
temática fue casi abandonada por las ciencias sociales en la Argentina. Por
ello no es gratuito que Paradiso (1993) se pregunte si no será una
característica o consecuencia de cierta tendencia “aislacionista‟ que en
algún momento se instaló en la estructura misma de nuestra Política
exterior.

A ella y como algunas de las características que han permanecido en el


tiempo se deberíamos sumar inconsistencia, erraticidad, idealismo,
displicencia, idealismo etc. respecto de los intereses políticos de los
estados, que de la defensa de ellos se nutre una consistente política
exterior (Polex). Características que ya eran visualizadas a principios del
siglo XIX, Paradiso (1993) cita al diario La Prensa durante el primer año del
siglo: "No creemos que haya pueblo civilizado alguno de la tierra que cuide
menos su representación diplomática que el nuestro‟.

Otro ejemplo: en 1902, en ocasión del debate parlamentario sobre los


tratados de paz con Chile, Joaquín González ministro interino de Relaciones
Exteriores señalaba: “Nosotros, en gran parte, los hombres de mi
generación, nos hemos educado, nos hemos formado en la creencia de que
en este país no existe una política internacional"

En 1914, durante el transcurso de una célebre discusión en la Cámara de


Diputados. Estanislao Zeballos, una de las personalidades que más ha
contribuido al surgimiento de esa perspectiva crítica, decía: "La República
Argentina en materias internacionales es la nación menos preparada del
universo. Su pueblo, sus hombres públicos, sus universidades, sus
escuelas, no se ocupan de estas cosas sino al pasar. Nunca hemos
procurado ilustrarnos a fondo sobre esas altas cuestiones de Estado, que
tanto interesan al país y hemos preferido la política interna de
personalismos, de asuntos electorales y otras de mínima importancia...’’

20
Entre aquellas voces críticas sólo encontramos la lúcida mirada de
Pellegrini sobre la Polex llevada hasta el momento, le escribe el mismo a E.
Zeballos en 1901, sosteniendo"…estudiando imparcialmente la diplomacia
argentina y chilena en la última mitad del sido pasado, todo historiador
imparcial tendrá que reconocer que la nuestra ha sido mucho más
inteligente, más constante, más eficaz que la chilena y hasta hoy, puede
decirse, ha sido siempre la victoriosa" (Paradiso, 1993, p.28)

Y culmina el ex presidente, “…con Chile ha sabido defender y conquistar


definitivamente la Patagonia que era lo fundamental, el talismán destinado
a dar la preponderancia en el futuro a la Nación que lo poseyera. La
Argentina ha vencido, pues, crece y se agiganta cada día‟. (Paradiso, 1993,
p.35)

Más allá de estas aproximaciones, nuestra intención es introducirnos en los


desarrollo de la nuestra Política Exterior a partir de la consolidación del
modelo de inserción que la generación del 80 implementa y extiende
exitosamente por más de sesenta años.

El modelo de inserción oligárquico: La


Argentina abierta al mundo
Como vimos en el texto que aborda el punto 3.2 del programa, la
integración en el mercado mundial se presentaba como el resorte seguro
del progreso. La única vez que dicho axioma estuvo cuestionado
fuertemente y a punto de ser dejado fue en la coyuntura de 1873, en esos
años surgió una tendencia industrial y proteccionista que pudo haber
modificado el perfil de la estructura productiva argentina y las modalidades
de inserción internacional que ella determinaba.

Esa tendencia paradójicamente fue impulsada por los sectores ganaderos


de la provincia de Buenos Aires (impactados por la declinación de los
mercados de la lana a partir del crucial año 1866) y se plasmaron en los
debates parlamentarios de 1873 y 1876 en torno de la ley de aduanas. No
obstante ese incipiente movimiento de nacionalismo económico, que
podría haber modificado en gran parte el nivel de apertura de la
economía, estaba destinado a fenecer, ante el explosivo crecimiento
basado en las exportaciones que se da a partir de los años ochenta. (Ver
cuadro 1)

Luego de dos décadas y pasada lo más duro de la depresión de 1873, se


consolida el perfil productivo del país y entonces la Argentina se acopla a la
economía mundial como uno de los principales proveedores de cereales y

21
carnes congeladas y seguirla recibiendo desde allí capitales, mano de obra,
productos manufacturados, pero no sólo eso, la vinculación establecida es
tal, que del suelo europeo también nos llegan los modelos políticos, las
ideas y estilos de Vida. (Ver cuadro 2)

Cuadro 1 - Composición de las Exportaciones argentinas

Cuadro 2 - Composición de las Importaciones argentinas

Cita Paradiso (1993): “…en sólo tres décadas, el país fue protagonista de
uno de los más espectaculares procesos de expansión en la historia del
capitalismo. Entre 1880 y 1910 la población prácticamente se triplicó, el
saldo migratorio fue de casi 2,5 millones de personas, la red ferroviaria
paso de 2.300 a 28.000 km y el comercio exterior creció más de siete veces,
lo mismo que las exportaciones (de 104 a 768 millones el primero y de 52 a
389 las segundas…‟

Todo este éxito bajo un fuerte europeísmo de la elite, no era para menos,
las cifras que siguen hablan por sí solas: en 1880 los principales clientes
individuales eran Francia (29,9 %), Bélgica (26.6 %) y Gran Bretaña (9,9 %).
Dos décadas más tarde el Reino Unido se habla colocado en el primer lugar
(20,7 %), siguiéndole Alemania (17,4 %), Francia (16,3 %) y Bélgica (13.6%).

El modelo de inserción no podía menos que seguir a las corrientes


económicas que marcaba el notable progreso argentino, es decir los

22
mercados sentaban una ‘’los perfiles de una relación privilegiada y cada
vez más excluyente con Europa’’.

¿Y América? Sólo tenía presencia en la agenda diplomática por una serie


de litigios limítrofes con los países vecinos, a lo largo de estos años
pusieron a nuestro país al borde de la guerra y que nos llevaron a carreras
armamentistas (que dieron lugar a inconfesables casos de corrupción en
la administración gubernamental), cabe mencionar que la mayoría de
estas cuestiones territoriales se arrastraban desde la época de la
independencia (ver puntos 2.1 y punto 2.4 del programa)

Geopolítica y economía
Estos litigios que nos involucraban con Paraguay, Uruguay, Bolivia, Chile y
Brasil condicionaban la marcha de la economía. El clima de guerra de
límites, presente con mayor y menor grado entre las décadas del sesenta y
noventa terminó por establecer una “dinámica de la paz armada que se
imponía por la gravitación de hechos que parecían irremediablemente
destinados desembocar en una guerra. Naturalmente, el clima de
intranquilidad que creaban estos acontecimientos no era el más propicio
para alentar a los inversores, a la vez que las presiones presupuestarias
derivadas del equipamiento militar producían fuertes desequilibrios en las
cuentas públicas’’ (Paradiso, 1993, p.44)

Del grado de importancia de estos gastos lo da el impacto que tuvieron en


la crisis de los años 1901-1902, que Carlos Pellegrini atribuía "a la política
de la paz armada que hemos seguido en los últimos diez años" y que trajo
la consiguiente crisis política en el momento más caliente de la
controversia con Chile. No olvidemos que los desordenes públicos
obligaron a establecer a declarar el estado de sitio en la Capital Federal por
seis meses.

Paradiso (1993) refiere a un informe de mayo de 1902, el ministro


estadounidense asignado en Buenos Aires sostenía "Las condiciones que
prevalecen en Argentina y Chile afectan sustancialmente su crédito y su
bienestar. Ambos países han hecho ingentes gastos para equipar y
mantener fuerzas de ejército y marina ampliamente incrementadas. Chile
ha contratado recientemente dos formidables buques de guerra que
significan un casto grande, con el objeto de poner a su armada en
condiciones de igualdad con la de Argentina, después de lo cual la
Argentina, para no ser sobrepasada, contrató dos buques de guerra de
tamaño mayor y quizás más formidables a un costo igualmente grande, a
fin de mantener su superioridad naval‟

23
Este tema de las turbulencias de posibles guerras sobre el modelo
económico, conocido por la historiografía tradicional como
‘’agroexportador’’, fue un motivo de controversia en el seno de las elites
criollas y pronto dará lugar a distintas visiones sobre el ‘’interés
nacional’’, ‘’la conducción de la política exterior’’, ‘’la paz y la guerra’’
estas miradas pondrán a idealistas contra realistas, a pacifistas contra
belicistas.

Lo que estaba en juego era “la prosperidad conseguida y como


mantenerla alejada de las posibilidades de un enfrentamiento bélico y
por lo tanto bajar notablemente el gasto militar por un lado y crear el
‘’clima propicio’’ para la continuidad de la inversiones por otro. Sostenía
Julio A. Roca que era necesario preservar el clima de paz y de orden que
permitiera al país dedicar todo su esfuerzo a la movilización de los
elementos de la riqueza.

Por ello el propio roquismo era partidario de las salidas negociadas a este
conflicto y su máxima expresión fueron la búsqueda de soluciones
arbitrales y más allá de los resultados desfavorables, a ellas acudió el país
para dirimir las querellas con Paraguay, Brasil, y los había consagrado en
tratados específicos con Uruguay, Brasil, Chile, Italia y Estados Unidos. La
Argentina había levantado estos principios idealistas que descansaban en
una fuerte apelación al derecho internacional y a una moralidad de dudosa
existencia en las relaciones entre entes interestatales.

La otra visión que sostenía parte de la elite, conocida como escuela


realista, apelaba a la experiencia histórica y la inalterabilidad de la
naturaleza humana. Dominados por las enseñanzas de la real politik
bismarkiana, las doctrinas sobre el poder naval del almirante Mahan o las
ideas imperialistas que los países centrales legitimaban con sus prácticas
en Asia y África, sostenían duramente la pertinencia de “la lógica del poder
y la funcionalidad de la potencia militar.”

Su principal exponente fue Estanislao Zeballos, hombre de larga actuación


pública: diputado, diplomático, tres veces canciller, periodista director de
la Prensa sostenía sin lugar a dudas: "La vida de las naciones modernas no
es una Arcadia. Es de choques de intereses de peligro, de sabias
previsiones. Los países que por cobardía del espíritu público o por lirismo
de sus estadistas hayan soñado que les es posible vivir fuera de la regla
universal, es decir sin armamentos proporcionados, harían bien en abdicar
de una vez su soberanía, ingresando como colonias inermes de las grandes
potencias‟.

De la mano de estos exponentes del realismo o partidarios de la política


de poder se dio la necesidad de orientar algunas iniciativas de política
exterior de tintes americanistas o continentales, pero no con una visión

24
de integración, más bien de intervención, en especial los asuntos del
Pacífico, entendiendo que la presencia y aspiración de Chile en la región,
obligaban a este tipo de acción.

El caso de la guerra del Pacífico sirve como ejemplo de este tipo de


acciones dentro de la política exterior argentina. En ese caso si bien
nuestro país no participó directamente, salió como un garante no querido
y no esperado de los tratados que dieron fin a ese enfrentamiento
cuando las autoridades de Buenos Aires exigieron a las chilenas que se
respetaran los términos de los tratados de Ancon y se abstuvieran de
ocupaciones territoriales mayores que las que se habían estipulado en
esos instrumentos.

Desde ya esto agravó las relaciones con el país trasandinos, llegando


Estanislao Zeballos a emitir esta exigencia “…es un deber fundamental del
gobierno hacer política sudamericana viril y de visera alzada. Sepa Chile de
una vez, por las palabras claras de nuestra Cancillería, que la suerte de la
soberanía de Perú y de Bolivia es la propia suerte de la soberanía argentina
y que no ha de consentir nuestro país que aquellas naciones sean
agredidas ni mutiladas, porque no hemos de tolerar engrandecimientos de
Chile que aumenten el peligro que su política comporta para la civilización
argentina." (Paradiso, 1993, p.93)

Tal era el tenor de las contradicciones entre las visiones idealistas y


realistas que dividían a la elite dirigente, o el establecimiento de un
mecanismo de carácter universal para las soluciones negociadas a los
conflictos entre naciones o un vitalismo imperialista que veía en la solución
bélica y la lógica del poder la única alternativa posible a la supervivencia de
la Nación, en definitiva era la discusión subterránea: MERCADOS O
FRONTERAS.

La economía y la política en el Servicio


Exterior
El progreso económico, el clima de prosperidad y la propia percepción de la
elite establecieron ciertas demandas hacia como llevar una diplomacia
acorde. Por ello a la par de las discusiones entre realismo e idealismo se
comenzó a organizar y modernizar la estructura burocrática encarada del
manejo de los asuntos exteriores.

Siguiendo a Paradiso (1993) en ese sentido podemos establecer que


políticamente se habían asignado al servicio exterior distintas
prioridades. Estableciendo una nítida diferenciación entre la agenda

25
política (América) la económica (Europa), pues ese criterio había sido
explicitado algunos años antes, a saber: Roque Sáenz Peña, siendo
ministro interino de Relaciones Exteriores de Juárez Celman, habla
remitido a las legaciones argentinas una circular en la que se indicaba:
"Piensa el señor Presidente de la República que las legaciones argentinas
acreditadas en Europa deben llevar con preferencia la actividad de sus
trabajos sobre la política económica, como deben especializarse con la
internacional y diplomática las que están acreditadas en este continente,
donde las relaciones comerciales son escasas o menos trascendentes para
el movimiento de nuestra riqueza"

Había pues una permanente mirada sobre las relaciones económicas con
Europa, en especial aquellas medidas que podían minar o restringirla
llegada de nuestro productos agrícolas, por caso el avance de prácticas
proteccionistas en la mayoría de países europeos, (salvo Inglaterra, país
que se mantendrá largamente fiel al librecambio) y como contrarrestar
estas acciones.

Dice Paradiso que la discusión sobre las misiones de la diplomacia era una
extensión natural del debate central de la política exterior y se planteaba
en términos de una Cancillería al servicio cie la política de poder o alistada
pata las rutinas de la gestión económica, “…la corriente mayoritaria
sostenía que, cerrado el capítulo de los litigios fronterizos, era preciso
apartarse de las tentaciones expansivas y belicistas propias de los países
poderosos para concentrarse en el incremento del comercio
internacional‟‟ (Paradiso, 1993, p.93)

Un exponente sobresaliente del llamado reformismo conservador es


citado por Paradiso (1993) Manuel Quintana al asumir su presidencia
sostenía "…ya que no hemos de emplear nuestra diplomacia en
veleidades imperialistas ni en combinaciones de predominio territorial,
podernos dedicar el esfuerzo de nuestros agentes en el exterior a
ensanchar el desarrollo comercial de la República. Tendremos que
adoptar un plan de política económica, hacer el estudio de los tratados
vigentes para denunciar aquellos que perjudiquen nuestros intereses;
corregir las tarifas aduaneras cuando convenga, otorgar franquicias a las
industrias de otras naciones y aplicarlas sobre los avalúos de verdad;
abrir nuevos mercados a la producción nacional facilitar la competencia
en los mercados actuales"

Para reorganizar el Servicio Exterior cuya carrera no era vista como


objetivo profesional y era más un anexo a otras tareas políticas de la
elite, se debieron superar las disposiciones constitucionales que limitaban
expresamente las representaciones en el extranjero a los Ministros
Plenipotenciarios y Encargados de negocios y cuya asignación y remoción
eran hechos por el Poder Ejecutivo de turno con acuerdo del Senado.

26
Esta asignación de jerarquías a Embajadores y Ministros Residentes
establecidas en los usos y normas internacionales sobre la materia,
reflejaba las prevenciones del espíritu republicano respecto de los usos
tradicionales de la diplomacia de las anteriores cortes monárquicas.

Paradiso (1993) consigna que en 1863 no había ningún agente diplomático


acreditado en el exterior. El cuerpo consular estaba integrado por 110
personas, de las cuales el 25% se desempeñaba en países sudamericanos,
el 5% en los Estados Unidos y el resto en Europa. Las responsabilidades de
ese personal estaban detalladamente establecidas desde el año anterior:
en el curso del tercer trimestre de cada año deberían dar cuenta "del
estado e interés del comercio de la República relativamente a la ciudad o al
país de su consulado, informando sobre tos artículos de producción
argentina que más salida tengan en sus distritos, en que competencia
están con la producción de la misma especie pero de origen diferente y
cuáles son las que, según su opinión, puedan tener mayor extensión,
consumo y medios"

Entrando el siglo XX, para 1901 el Poder Ejecutivo reglamentó las funciones
diplomáticas y dispuso una reorganización de la Cancillería estableciendo
una distribución en el Gabinete del Ministro, una Subsecretaria y cuatro
Secciones (Protocolo, Asuntos Políticos, Asuntos Comerciales y Asuntos
Privados de Beneficencia y Culto) y tres Oficinas (Habilitación, Archivo y
Biblioteca y Traducciones).

Cuatro años más tarde se aprobó la ley orgánica del cuerpo diplomático, en
la que se mantuvo la jerarquía constitucional de Ministros
Plenipotenciarios y Encargados de Negocios. Una importante modificación
se dio en 1914, en febrero de ese año, el Departamento de Estado anunció
que la legación de los Estados 'Unidos en Buenos Aires sería elevada al
rango de embajada, siguiendo la política adoptada unos años antes con
Brasil. Esta decisión obligaba a la reciprocidad, de manera que en junio el
Poder Ejecutivo remitió al Congreso un proyecto de ley convirtiendo en
embajada la legación con sede en Washington.

Desde 1911, el personal diplomático fue obligado, en el nivel de


Secretarios, a contar con una formación profesional especializada provista
por las universidades nacionales. Para ello se creó en la Facultad de
Derecho de Buenos Aires un curso de dos años que otorgaba el título de
diplomático y cónsul universitario.

27
La visión de la elite sobre
Latinoamérica
Es verdad que los lazos económicos con los países latinoamericanos eran
notoriamente débiles, eso no impedía que en el seno de la elite circularan
visiones que prevenían sobre las ventajas de una mayor integración
comercial con la región. Dice Paradiso que por lo general estas
propuestas que apuntaban a una unión aduanera, reflejaban la influencia
de la experiencia del Zolverein alemán, vale apuntar que la mayoría de
los analistas consideraban clave este tipo de unión para explicar el
notable progreso alemán del último tercio del siglo XIX.

No se criticaba en profundidad el modelo económico vigente, pero se


establecía con más fuerza un interés de carácter geopolítico por las
relaciones con el continente, en particular con Sud América. En ciertos
círculos “se comenzaba a superar las tradicionales prevenciones contra los
proyectos continentales de cuño bolivariano‟. Esta visión no tendrá
mayores éxitos y será motivo las extensas discusiones a lo largo del siglo
XX.

Un lúcido y anticipado Mitre sostenía, hablando del largo camino de los


procesos regionales: "Si alguna vez las partes o el todo de lo que formó
este distrito volvieran a reunirse en un cuerpo ando, será por su propia
gravitación, como se han unificado Alemania e Italia por sus afinidades,
pero nunca por combinaciones artificiales ni por la acción violenta que
comprometería la propia vida de estas fracciones. Quizá alguna vez los
intereses tiendan a consolidarse por la unión, pero no hay que anticiparse a
lo que sólo puede ser obra del tiempo y de la mutua atracción". (Paradiso,
1993, p.99)

En su momento el canciller Victorino de la Plaza encomendó la redacción


de un informe sobre las causas del fracaso de los congresos continentales.
En el mismo, Alejandro Calvo, determinó la necesidad de una política más
activa en la región: "Es muy razonable que nosotros no debamos buscar
antagonismos con Europa, sino al contrario, asimilarnos todos sus
adelantos en lo que se refiere a la ciencia, las artes, la industria y la práctica
misma de las instituciones administrativas‟.

Cuatro años más tarde, Argentina Uruguay se unieron para convocar a un


Congreso Sudamericano de Derecho Internacional Privado, reunión
destinada a acordar reglas uniformes que redujeran las dificultades
derivadas del conflicto de legislaciones. Las delegaciones de Brasil, Bolivia,
Chile, Paraguay, Perú. Uruguay y Argentina firmaron acuerdos sobre
derecho civil, comercial, penal, procesal, propiedad literaria y artística,

28
marcas comerciales y de fábrica, etc. Más allá de estas acciones, la
integración debía esperar muchas décadas.

Por último cabe mencionar la postura del más importante de los


reformistas conservadores, decía Roque Sáenz Peña en1910 definiendo su
política exterior y explicitando claramente qué lugar tendrían Europa y
América en ella: “…la política internacional vosotros la conocéis. Ella será
de amistad para la Europa y de fraternidad para la América. Participó del
concepto panamericano en cuanto ello significa el respeto inatacable de
la soberanía, la concordia y la amistad entre todos los estados del
continente sin excluir los recíprocos concursos que consulten nuestros
desarrollos económicos. A la política argentina no le conviene ni ser
privativamente americana ni exclusivamente europea’’

Sintetizando, podemos decir que durante esos años de dominio


oligárquico la elite había discutido a su interior y a veces de modo muy
enérgico sobre los rumbos que debía tomar una política exterior acorde.
El centro de la controversia podría centrarse en las dos cuestiones ya
vistas: mercados o fronteras y de cada una de esas definiciones se
derivaban las encontradas interpretaciones sobre el interés nacional.

Tal como había acostumbrado intelectualmente la generación del 37


(Sarmiento, Alberdi) todo esto se discutía en términos dicotómicos,
blanco o negro: lo político y lo económico, el pacifismo y el belicismo, lo
europeo y lo americano. Irónicamente nos dice Paradiso (1993), “…los
partidarios de la política de poder percibían a sus contrincantes como
idealistas ingenuos y éstos a aquéllos como intrigantes influenciados por
el internacionalismo profesional…"

Esta controversia entre las dos visiones teñirá toda la gestación de las
diferentes políticas exteriores, que distintos gobiernos implementaran a lo
largo del siglo XX.

Lo que nadie en la elite discutía era lugar privilegiado que en la historia


universal se suponía previsto para el país. Lógicamente la presencia
argentina en el orden internacional como uno de los principales
proveedores de alimentos y el incesante flujo de capitales externos, no
permitían otra cosa que el optimismo que muchas veces rozaba la
arrogancia y que en 1930 haría más estrepitosa la caída del modelo
agroexportador y el ciclo de la Argentina abierta al mundo.

29
3.4- La Argentina y el
sistema interamericano.
Las relaciones con Chile.
La elite argentina tenía ideas propias sobre la forma y los tiempos que
debía llevar un hipotética unión americana, recordemos la tradicional
oposición a EEUU y la fuerte adscripción a Europa, en particular a Gran
Bretaña. Esta oposición había tenido una clara expresión en la negativa y
boicot al proyecto de unión aduanera impulsado por los Estados Unidos en
1889.

Respecto a los países latinoamericanos, si bien no había


complementación en ese momento, no pocos publicistas y políticos de la
elite agitaban los beneficios futuros que podría traer una mayor
integración comercial con el entorno regional. Se preveían dificultades en
vista de la cantidad de litigios limítrofes que estaban pendientes. El caso
de Chile y Brasil, por su gravedad, por la carrera armamentista necesitan
de análisis detallados.

Bartolomé Mitre en 1850, expresó claramente una idea bastante arraigada


en la dirigencia, la idea de los largos tiempos que llevaría cualquier proceso
de integración regional: "Si alguna vez las partes o el todo de lo que formó
este distrito volvieran a reunirse en un cuerpo unido, será por su propia
gravitación, como se han unificado Alemania e Italia por sus afinidades,
pero nunca por combinaciones artificiales ni por la acción violenta que
comprometería la propia vida de estas fracciones. Quizá alguna vez los
intereses tiendan a consolidarse por la unión, pero no hay que anticiparse a
lo que sólo puede ser obra del tiempo y de la mutua atracción" (Paradiso,
1993, p. 100)

En su momento Roque Sáenz Peña resaltaría la necesidad de construir en


el futuro una Unión Latinoamericana (recordemos el expansionismo
norteamericano y la agresividad de algunos países europeos acreedores),
decía el lúcido conservador “…consolidadas las nacionalidades
americanas, esa idea (la unión) podía despojarse de las prevenciones
existentes décadas atrás: Ella, decía, fue sin duda peligrosa para nuestras
repúblicas amorfas en los días dudosos en que fuera concebida por
Bolívar; pero no lo será en el porvenir, como no lo sería hoy mismo,
definida como está la soberanía de las naciones sobre la base del respeto
recíproco".

30
Que circulaban ideas entre el grupo dirigente y sus intelectuales lo da el
hecho apuntado por Paradiso (1993) “en 1903 aparecía en Buenos Aires
una publicación denominada: "Argentina, Brasil, Chile, Uruguay, Perú,
Bolivia Y Paraguay. Estudio comparativo geográfico, étnico, económico,
financiero y militar". Su autor, Francisco Seeber, proponía allí examinar las
condiciones para que ese grupo de países "puedan formar una Unión
Aduanera semejante al Zollverein que facilitó el comercio y la percepción
de la renta en los diferentes estados alemanes". Seeber sugería que se
avanzara resueltamente hacia la intensificación de los intercambios
mediante la supresión de los derechos aduaneros que cobraban al resto, y
planteaba el establecimiento de una unidad monetaria común.

Un importante exponente de la intelectualidad argentina, citado por


Paradiso (1993) el sociólogo y economista Alejandro Bunge (fundador de
la revista de Economía) sostenía la idea de la "Unión Aduanera del Sud",
nada más ni nada menos que la integración económica del extremo
austral de América compuesta por Argentina, Chile, Bolivia, Uruguay y
Paraguay: "Se uniformarían las tarifas aduaneras (…) para aquellos
productos en competencia entre algunos de los países signatarios se
adoptarían términos especiales o bien el mantenimiento individual entre
ellos de los derechos al exterior, con una reducción acumulativa del 10%
al año siguiente’’, una verdadera visión del futuro de una integración que
recién ahora en el siglo XXI, estos países comienzan a transitar.

Pero en la época no prosperaron por la profunda convicción respecto al


futuro de país, en el cual el progreso estaba fuertemente atado a los
mercados europeos. Y después de 1880 se agudizarían nuestros conflictos
limítrofes con todos los países del Cono sur y la Cuenca del Plata.
Recordemos la controversia intra elite: Mercados o Fronteras.

En relación a estas posturas cabe mencionar la participación de nuestro


país en el tema de la llamada Guerra del Pacífico, que se dio a partir de
1879 y hasta 1882, entre Chile por un lado y Bolivia y Perú por otro y que
formarían para esta coyuntura bélica la Confederación Peruano – Boliviana.
El lamentable fin del conflicto significo la anexión a Chile de gran parte del
territorio boliviano (perdiendo este país su acceso al Pacífico), ocupando
además el territorio peruano de Tarapacá. Tacna y Arica.

Argentina entonces presidida por Julio A. Roca inició gestiones para


detener la guerra y restituir la paz en la región. Estos intentos pusieron a
prueba las dos visiones mencionadas que tenían nuestros dirigentes
respecto a la región. El principal obstáculo para tener éxito en esta
mediación fue la posición de Chile, ya que no quería ceder en sus
pretensiones de ocupación territorial. Por ello Roca apeló a sumar a la
iniciativa de mediación la participación de Brasil. Este país consideró

31
prematura la propuesta, ya que no era entonces partidario de proponer la
mediación a menos que fuese solicitada por las partes en conflicto.

Ante esta situación el gobierno de Roca intentó sumar a una mediación al


resto de los países de América, nombrando en abril de 1881 a Miguel Cané
como ministro para las legaciones que en ese momento se instituían en
Colombia y Venezuela. Su primera misión consistió en lograr la
colaboración de esos países para mediar en el conflicto.

En julio de 1881 el gobierno de Brasil contestaba las notas que Argentina le


había enviado, para ese momento Perú había solicitado los oficios de Gran
Bretaña, Francia e Italia y Bolivia había pedido a Brasil su mediación. Por
ello ahora se daban las condiciones para que el gobierno brasileño y el
argentino iniciaran sus gestiones de buenos oficios para acercar a las tres
naciones enfrentadas Para entonces ya se había enviado a José E. Uriburu a
Lima, con instrucciones para una mediación argentina.

Todo es escenario cambiaria por la irrupción de EEUU, su nuevo presidente


James A. Garfield, con su secretario de Estado a James J. Blaine ofrecieron
su mediación los países en conflicto en el Pacífico y éstos habían aceptado.
El propio Blaine era contrario a las anexiones de territorio pretendidas por
Chile. Nuestro canciller Bernardo de Irigoyen dio instrucciones al enviado
para que se sumara a las gestiones de buenos oficios del gobierno
estadounidense, pero no así a las de mediación.

El asesinato del presidente norteamericano Garfield, llevó al poder


ejecutivo estadounidense al vicepresidente Chester Arthur y éste cambió
las instrucciones de la misión y ahora admitía la anexión chilena del
territorio de Tarapacá. Nuestro país considero imposible unirse a esa
gestión, pues contrariaba su concepción de los principios del derecho
internacional. A principios de 1882 la Argentina había perdido toda
esperanza de concretar una mediación o buenos oficios junto con Brasil y
alejó gradualmente su atención del conflicto.

Las cuestiones con Chile


Escude (2000) bien plantea este problema de las “pérdidas territoriales’’
(ver módulo 1); Argentina y Chile no escapan a estas generales, si bien se
consideraba a la Cordillera de los Andes como el límite natural entre las
dos naciones, los límites nunca habían sido correctamente estipulados y
aceptados, consecuentemente ambos países tenían mutuos reclamos y
prevenciones sobre el otro en estas cuestiones. No es para menos en
juego no sólo estaba la construcción de soberanía y nacionalidad,
también un territorio extensísimo como la Patagonia.

32
En ese sentido Chile era percibido claramente como un estado agresor.
Escude (2000) reconoce la existencia de dos visiones sobre el problema:
por un lado los "internacionalistas", partidarios de endurecer las
relaciones con el país trasandino y de la aplicación de políticas de poder y
entre los que se destacaban personalidades como Roque Sáenz Peña,
Indalecio Gómez y Estanislao Zeballos. La otra facción totalmente
opuesta contaba con Bartolomé Mitre, Carlos Pellegrini y otros
personajes que defendían la estabilidad política regional para preservar
el progreso atado a la economía exportadora.

Sostiene al respecto Escude (2000) que “…estos hombres percibían que


una guerra contra Chile podría retardar el progreso económico de la
Argentina y afectar su comercio exterior. Para estos hombres, el sendero
de la Argentina hacia la grandeza estaba escrito en clave económica. A
medida que pasaran los años, la Argentina crecería y se volvería cada año
más rica y poderosa, hasta que la nación trasandina dejara de constituir un
problema‟.

Del lado chileno las percepciones eran similares, pero mezcladas con
variaciones que iban “desde la envidia hasta el desprecio y desde la
complacencia presumida hasta el miedo” No olvidemos que Chile venía de
triunfar en el conflicto con la confederación Peruano - Boliviana y se había
erigido en la principal potencia naval del Pacífico. “si antes de 1879, el
progreso económico de Chile condujo a que sus habitantes se percibieran a
sí mismos como "la Inglaterra de Sudamérica", su victoria sobre las
naciones andinas hizo creer a los chilenos que se habían ganado el apodo
de "la Prusia de Sudamérica".

Es decir, no faltaban ambas visiones (pacifistas y belicistas) a ambos lados


de la Cordillera de los Andes y esas posturas darían el matiz a las duras
negociaciones que llevarían muchos años, llegando incluso al siglo XX y
generando numerosos momentos de gran tensión entre los dos países. Se
dieron distintos hitos entre momentos de tensión beligerante y las
soluciones negociadas que a continuación detallamos.

En 1877 se firma el primer acuerdo que establecía como límite la línea de


las altas cumbres que dividía las aguas. (Este acuerdo no fue ratificado por
el congreso de Chile)

El 23 de julio de 1881 se firmó en Buenos Aires el Tratado de Límites que


establecía una la línea fronteriza en base a las cumbres más elevadas de la
Cordillera de los Andes que actúan como divisoria de las aguas. El tratado
preveía que las controversias sobre las futuras señalizaciones se
resolverían amistosamente por dos peritos, nombrados uno por cada
parte, con la decisión de un tercer perito en caso de discrepancia. Este
acuerdo que fue ratificado por ambas partes, terminó por ser un problema

33
a futuro, no tardaron en aparecer las voces que denunciaban las “pérdidas
territoriales‟.

Este tratado muy importante para nuestro país, fue considerado como
aquel que reafirmó la soberanía nacional sobre toda la Patagonia al este de
la Cordillera. Como decíamos en la década del 80 surgieron variadas
controversias sobre trazado de límites, eran constantes las diferencias
sobre las interpretaciones que ambos países hacían sobre lo dispuesto en
el Tratado.

Recién en 1888 se pudo acordar sobre la forma de demarcación y peritos


para delimitar en el terreno lo acordado en el tratado. El 20 de agosto de
1888, el ministro de relaciones exteriores de Chile, Demetrio Lastarria, y el
enviado extraordinario y ministro plenipotenciario argentino, José Evaristo
Uriburu firmaron el acuerdo definitivo que fue ratificada por ley argentina
Nº 2488.

De acuerdo a lo estipulado en el tratado de 1881 y la convención de


18881, en 1892 se reúnen el perito chileno, Diego Barros Arana y el
argentino, Octavio Pico. No tardarían en surgir las divergencias sobre un
tema que llevaría un siglo solucionar. El chileno esgrimió la teoría del
divortium aquarum, es decir la separación entre los ríos que van al
Atlántico y los que desembocan en el Pacífico.

El perito argentino Pico mantuvo firme la postura de defender como


criterio la línea de las más altas cumbres. La línea más alta era el punto
de división y éste era independiente de su actuación como línea divisoria
de aguas. El argentino sostuvo tenazmente que la cordillera de los Andes
era la barrera natural entre los dos países.

El caso Antofagasta: en el año 1884 se inició una epidemia de cólera en el


norte argentino, Chile con la excusa de establecer un cordón sanitario,
penetró en territorio argentino llegando a ocupar la región de Antofagasta.
El gobernador de Salta no demoró en pedir auxilio al gobierno nacional, el
entonces presidente Roca (recordemos que era uno de los principales
partidario de las soluciones negociadas) encomendó al ministro argentino
asignado en Chile, José Evaristo Uriburu (futuro presidenciable, lo que da
una idea de la importancia del destino diplomático que era Santiago) la
solicitud de explicaciones al gobierno de ese país por la situación.

Uriburu no consideró oportuno pedir explicaciones, ya que no había


noticias exactas sobre el territorio ‟invadido‟ por Chile, existiendo la
posibilidad que sólo se hubiera ocupado la zona marítima chilena. Nuestro

1
Ver anexo al final del punto 3.4

34
ministro de RREE bajo el nivel de conflictividad al cargar con un error al
gobernador salteño y la Argentina no realizó reclamaciones posteriores.

En realidad nuestro país evitó el conflicto porque el contexto


internacional no era favorable. Según Sanchis Muñoz (2010), el país
trasandino había obtenido superioridad respecto de Bolivia y Perú como
consecuencia de la guerra del Pacífico, y Buenos Aires pasaba por un
momento de relaciones tensas con Brasil esto nos da la idea de una
situación permanente del último tercio del siglo XIX: la existencia de un
triángulo de equilibrio entre Buenos Aires, Santiago y Rio de Janeiro. A
pesar de lograrse un periodo de tranquilidad con Chile, ésta era siempre
inestable, si no eran los límites era la carrera armamentística. Ambos
países siguieron comprando (y cada vez con mayor peligro para sus déficit
de balanza) materiales bélicos y navíos. Durante el gobierno de Uriburu,
la Argentina adquiere la fragata Sarmiento, que se utilizó como buque
escuela, “…se edificó también un amplio y bien equipado puerto naval en
Bahía Blanca que se denominó Puerto Militar, llamado posteriormente
Puerto Belgrano.

El conflicto chileno-estadounidense: La guerra civil en la se sumerge Chile


en 1891, culmina con el derrocamiento del presidente José Manuel
Balmaceda, pero también con el afloramiento de un conflicto con los
EEUU, por la muerte de dos marineros en las refriegas de esa contienda
(EEUU intervino en el conflicto a favor de Balmaceda). Al asumir el nuevo
presidente chileno Jorge Montt, las relaciones entre Chile y Estados
Unidos se tensaron y se llegó a centímetros de una confrontación
armada.

Pensando en el triángulo de equilibrio arriba mencionado, nuestro país se


alineó con los EEUU, especulando con obtener ventajas ante Chile por las
cuestiones pendientes. Sanchis Muñoz (2010) apunta que “algunas fuentes
expresan que el canciller Zeballos ofreció al ministro plenipotenciario de
Estados Unidos en Buenos Aires, John R. G. Pitkin, ayuda en caso de
conflicto con Chile‟‟ (esa ayuda sería abastecimiento de ganado y otros
productos para las fuerzas estadounidenses e información militar chileno).

El tenor de esta relación conflictiva con Santiago dio lugar en estas décadas
a una constante carrera armamentista entre nuestros países. Durante el
gobierno de Roque Sáenz Peña, así como durante la gestión de su sucesor,
Uriburu, la nación Argentina reforzó su Marina de Guerra incorporando
material bélico y varios acorazados. En ese momento Chile también estaba
reequipando a su armada, y ello originó una intensa carrera armamentista
que se prolongó hasta principios del siglo XX.

35
El Protocolo Guerrero - Quirno Costa: este protocolo argentino - chileno,
tiene gran importancia ya que ambas partes acordaban y se sometían al
arbitraje británico para las diferencias que no se pudieran solucionar de
común acuerdo. Se aplicaría para la demarcación limítrofe que harían los
peritos en el paso cordillerano San Francisco en algún momento se pensó
sumar la cuestión de la Puna de Atacama que involucraba a Bolivia, pero se
excluyó del arbitraje, finalmente se “que debía ser demarcada de acuerdo
con el tratado de 1881 y del protocolo de 1893 y con la participación del
gobierno de Bolivia‟.

Este protocolo se firmó el 17 de abril de 1896 entre el ministro de RRREE


chileno Don Adolfo Guerrero y nuestro ministro plenipotenciario en
Santiago Norberto Quirno Costa. Posteriormente a fines de 1897 los
presidentes de la Argentina y Chile, acordaron secretamente establecer el
límite en la Puna sin la participación de Bolivia.

Según Escude (2000) Por dichas actas secretas se establecía que “en caso
de no llegarse a un acuerdo se formaría una comisión formada por un
representante chileno, un argentino y el delegado de los Estados Unidos en
la Argentina que fijaría el límite de manera definitiva‟. Cabe mencionar que
estos acuerdos fueron aprobados por los congresos de ambos países con
amplia mayoría. Tal lo previsto las reuniones en Buenos Aires fracasaron
por lo que se tuvo que sumar al ministro estadounidense William
Buchanan. “El 24 de marzo de 1899 se puso término a la controversia con
la línea demarcatoria propuesta por ministro estadounidense‟. De los
75.000 kilómetros cuadrados del territorio en disputa, el 85% quedó en
poder de la Argentina y el restante de Chile.

En 1896 se llegó a un acuerdo de arbitraje para dirimir las cuestiones de


límites y dos años después se suscribieron las Actas de Santiago (le Chile,
enviándose los antecedentes a Londres. Las autoridades británicas
informaron el comienzo del procedimiento arbitral.

36
San Martín de los Andes: este incidente nace por la fundación del pueblo
de San Martín de los Andes así sostiene Escude (2000) que Chile reclamó y
sostuvo que el acto “importaba una violación de la convención Zeballos -
Matta establecida en 1889, y que el lugar donde se había fundado el
pueblo, la cuenca del Lacar, correspondía a la jurisdicción chilena‟. Nuestro
ministro de RRE Amancio Alcorta contestó “que los actos de jurisdicción
que realizaba la Argentina en esa zona eran perfectamente legales pues la
zona siempre había pertenecido al país‟. El fallo británico, ya en marcha
terminó por confirmar para la Argentina el pleno dominio del valle del río
Lacar.

El camino hacia un entendimiento: Según Escude (2000) para dejar atrás el


periodo más álgido de enfrentamientos trasandinos se necesitaron cinco
factores concurrentes:

1 - La intervención británica en el litigio limítrofe

Ambas cancillerías confiaron de buena fe en la presencia mediadora de la


corona y trataron de contener durante la misma las tendencias ultra
belicistas de ambos lados. También se sumaron algunas iniciativas privadas
como las del el banquero argentino Ernesto Tornquist, que sumó a dos
grandes casas financieras británicas como las Baring y Rothschild, con
intereses en ambos lados de Los Andes.

A pesar de la resistencia inicial de Rothschild a intervenir en unas


cuestiones nacionales profundas como pueden ser la adquisición de
pertrechos militares o la construcción de naves de guerra finalmente siguió
a la Baring y ambos solicitaron finalmente la intervención del Foreign
Office. Dice el autor anteriormente citado que “… por el lado británico,
existió, una creciente preocupación de Londres por las derivaciones de una
posible guerra entre la Argentina y Chile.‟

2 – La intención por parte de ambas diplomacias de construir una entente


o alianza política: lógicamente la presencia de Brasil obligaba y
principalmente la estrategia argentina fue obtener una alianza con Chile
para aislar a Brasil en Sudamérica. El objetivo chileno, en esta iniciativa
fue lograr la creación de una alianza en la cual Chile fuese un igual entre
sus dos grandes socios -Argentina y Brasil. Es decir ni sólo con Argentina,
ni sólo con Brasil, la intención chilena fue crear un bloque que integrase a
los tres países como potencias regionales y como un bloque árbitro de las
cuestiones sudamericanas, que a su vez podría contraponerse a la
influencia norteamericana.

3 - Las visitas recíprocas entre el presidente argentino Julio A. Roca y el


mandatario brasileño Manuel J. Campos Salles. De ese modo Argentina
procuró un acercamiento que cerraba un segundo frente, y podía dejar, al

37
menos en algunos sectores del gobierno chileno, cierta duda acerca de un
eventual pacto argentino-brasileño Dice Escude (2000), que al menos,
estos mutuos contactos argentino-brasileños sirvieron para que la prensa
chilena bajara sus decibeles pro bélicos en contra del gobierno argentino .

4 – El reemplazo de diplomáticos y actores de fuerte tendencia bélica y su


reemplazo por personas afines a un acercamiento bilateral. Por caso las
renuncias del ministro argentino en Santiago, Epifanio Portela y de los
cancilleres argentino y chileno, Amancio Alcorta y Eliodoro Yáñez, quienes
fueron sustituidos.

5 – La acción e influencia de Bartolomé Mitre y su diario La Nación, que


enfrentó a toda la prensa pro bélica y vale como por ejemplo su editorial
del 9 de abril de 1902, titulado "El día siguiente del fallo": "la República
Argentina no es parte en las cuestiones del Pacífico, ni tiene ningún
negocio que hacer en ellas, a menos que su propia seguridad, ahora o más
adelante, se viese amenazada".(Paradiso, 1993, p.113)

El pensamiento de La Nación representaba a los sectores moderados de la


elite como el mismo Mitre o Pellegrini, “que estuvieron mucho más
preocupados por las fructíferas vinculaciones económicas con Europa que
por la proyección argentina hacia las costas del Pacífico‟.

Anexo
Convención Lastarria-Uriburu, Santiago de Chile, 20 de agosto de 1888

1. El texto de la convención es el siguiente:

Los gobiernos de la República de Chile y de la República Argentina,


animados del común deseo de dar ejecución á lo estatuido en el tratado
celebrado por ambos en 23 de julio de 1881, con arreglo á la demarcación
de los límites territoriales entre uno y otro país, han nombrado sus
respectivos plenipotenciarios á saber:

Su Excelencia el Presidente de la República de Chile, al señor don Demetrio


Lastarria, ministro de relaciones exteriores. Y Su Excelencia el Presidente de
la República Argentina, al señor doctor José E. Uriburu, su enviado
extraordinario y ministro plenipotenciario en Chile.

Quienes, debidamente autorizados al efecto, han acordado las


estipulaciones contenidas en las cláusulas siguientes:

I. El nombramiento de los dos peritos á que se refieren los artículos 1º y 4º


del tratado de límites de 1881, se hará por los gobiernos signatarios dentro
del término de dos meses, contados desde el canje de las ratificaciones de
este convenio.

38
II. Para auxiliar á los peritos en el desempeño de sus funciones, cada uno de
los gobiernos nombrará también en el mismo plazo cinco ayudantes.

El número de estas podrá aumentarse en proporción idéntica por una y otra


parte, siempre que los peritos lo soliciten de común acuerdo.

III. Los peritos DEBERAN ejecutar en el TERRENO, la demarcación de las


líneas indicadas en los artículos 1º, 2º y 3º del tratado de límites.

IV. Pueden, sin embargo, los peritos confiar la ejecución de los trabajos á
comisiones de ayudantes.

Estos ayudantes se nombrarán en número igual por cada parte.

Las comisiones ajustarán sus procedimientos á las instrucciones que les


darán los peritos, de común acuerdo y por escrito.

V. Los peritos deberán reunirse en la ciudad de Concepción de Chile,


cuarenta días después de su nombramiento, para nombrarse de acuerdo
sobre el punto ó puntos de partida de sus trabajos, y acerca de los demás
que fuere necesario.

Levantarán acta por duplicado de todos los acuerdos y determinaciones


que tomen en esa reunión, y en el curso de sus operaciones.

VI. Siempre que los peritos no arriben á acuerdo en algún punto de la


fijación de límites ó sobre cualquiera otra cuestión, lo comunicarán
respectivamente á sus gobiernos, para que estos procedan a designar el
tercero que ha de resolver la controversia, según el tratado de límites de
1881.

VII. Los peritos podrán tener, á voluntad del respectivo gobierno, el


personal necesario para su servicio particular, como el sanitario ó
cualquiera otro; y cuando lo estime conveniente para su seguridad, podrán
pedir una partida de tropa á cada uno de los dos gobiernos, ó únicamente al
de la nación en cuyo territorio se encontraren; en el primer caso, la escolta
deberá constar de igual número de plazas por cada parte.

VIII. Los peritos fijarán las épocas de trabajo en el terreno, é instalarán su


oficina en la ciudad que determinaren, pudiendo, sin embargo, por común
acuerdo, trasladarla de un punto á otro, siempre que las necesidades del
servicio así lo aconsejaren.

Cada gobierno proporcionará al perito que nombre y á sus ayudantes, los


elementos y recursos necesarios para su trabajo; ambos pagarán en común
los gastos que ocasionen las oficinas y el amojonamiento de los límites.

IX. Siempre que quede vacante alguno de los puestos de perito ó ayudante,
el gobierno respectivo deberá nombrar el reemplazante en el término de
dos meses.

39
X. La presente convención será ratificada, y el canje de las ratificaciones se
hará en la ciudad de Santiago ó en la de Buenos Aires, en el más breve plazo
posible.

3.5- Los pactos de Mayo


de 1902. El tratado del
ABC. E. Zeballos. La
doctrina Drago.
La doctrina Drago
En diciembre de 1902 sucede un hecho destinado a conmover a las
repúblicas americanas y a promover una acción y una exposición de la
diplomacia argentina. Se producía la toma de territorio por parte de
potencias europeas, que violaba y echaba por tierra la soberanía de la
república de Venezuela. Inglaterra, Alemania e Italia eran los países
agresores, nos ilustra Lucio Moreno “…atravesaba este país por una seria
convulsión política, agravada por una situación financiera que lo había
obligado a suspender el servicio de su deuda pública, de cuyos bonos eran
en parte tenedores individuos de nacionalidad alemana, británica e
italiana". (L. M. Moreno Quintana, en "Tratado de Derecho Internacional"
pág. 290).

Este terrible acontecimiento para una república independiente fue


activamente asumido por la presidencia de Julio A. Roca, que mostró un
apoyo incondicional a la república hermana. Nuestro ministro de Rela-
ciones Exteriores, doctor Luis María Drago, remitió, el 29 de Diciembre de
1902, una nota al ministro argentino en Washington, Martín García Mérou,
en la que fijaba la posición de nuestro país. Para la Argentina, invocando
tradiciones reactivas de la política americana y la misma doctrina Monroe,
“es un principio ya aceptado de que no puede haber expansión territorial
europea en América, ni opresión de los pueblos de este continente, por el
incumplimiento de compromisos provocado por una precariedad

40
financiera‟ (Paradiso, 1993, p.112) Se establecía así la principal idea de la
conocida Doctrina Drago.

Las apetencias europeas sobre territorio americano durante el ciclo de


expansión del imperialismo ha sido muchas veces disminuido y con ello
no se han abordado importantes cuestiones sobre la política europea
para la región. Por ejemplo decía un artículo publicado en "Deutsche
Review’’ citado por Gerardo Bra (1990) “…hay un país, el único país
donde nada es despreciable sino los hombres, un país con una hermosa
capital, con un espléndido puerto, con un buen suelo en que todo es
excelente con excepción del gobierno. Ese país que sólo reclama un
protectorado europeo para que se lo haga entrar en el orden anhelado es
la Argentina".

Era la expresión de la ideología más cruda del imperialismo europeo,


ideas que encubrían la verdadera naturaleza de la violencia de la
ocupación y el despojo y que compuesta de una mezcla de racismo, “el
culto a la superioridad racial’’ y una conveniente idea de una misión
civilizadora que debía sacar de la ignorancia y el atraso al resto del
mundo.

Alberto Conil Paz citado por Bra (1990), nos ilustra sobre el contexto
internacional de esa coyuntura: "…es preciso detenerse un momento en
esta acción conjunta de las dos potencias europeas. Era este el momento
que Gran Bretaña amañaba una alianza con la Alemania Imperial, Joseph
Chamberlain fue el artífice de esa tendencia. "Sine Alemania hulla salus" le
había dicho a Bismarck, sintetizando su nueva política. Recién en 1898, el
año de Port Arthur y Fachoda y más tarde con la visita de Guillermo II a
Londres para los funerales de la Reina Victoria, comenzaron las
negociaciones en busca de una verdadera alianza anglo-alemana,
negociaciones que habrían de prolongarse durante 1901 y 1902".

Detallamos brevemente los hechos principales que llevaron a la


enunciación de la Doctrina Drago según la cronología de Gerardo Bra
(1990):

El gobierno británico, presenta el 7 de Diciembre una nota reclamatoria al


gobierno venezolano "…creo conveniente recordar a V.E. que todas estas
reclamaciones están perfectamente fundadas y que todas ellas tienen su
origen en los prejuicios sufridos por los súbditos de Su Majestad, durante la
reciente guerra civil, y en los atropellos de que fueran objeto los súbditos
británicos, los que habían sido arrestados y maltratados sin motivo
plausible".

El mismo día el gobierno alemán comunicaba a Venezuela: “por más que


respete la soberanía de esa república no puede ver en el procedimiento

41
empleado por ese gobierno el propósito de negar satisfacción a las
reclamaciones formuladas, por los súbditos alemanes de acuerdo con el
derecho de gentes. Por esto se cree obligado a contribuir de un modo
definitivo a que las referidas reclamaciones obtengan una satisfacción
inmediata. Satisfacción inmediata de las sumas que adeuda a sus
acreedores alemanes, las cuales, según mi nota del 31 de Diciembre de
1901, ascienden á 1.718.815 bolívares y 67 céntimos."

Asimismo planteaba la acción conjunta de carácter imperialista “…al mismo


tiempo, el gobierno imperial cree que no debe omitir el hacer conocer a
V.E. que ha sido informado de las reclamaciones presentadas por el
gobierno Británico, y que ambos gobiernos han resuelto proceder en
común acuerdo para obtener satisfacción de todas sus reclamaciones".

El día 9 de diciembre de 1902, se informaba que tres buques de guerra


alemanes a los que se suma un crucero británico iniciaban el bloqueo al
puerto de La Guayra.

El 11 de diciembre las naves venezolanas son apresadas por marineros


ingleses y alemanes y se produce el hundimiento de tres de ellas, "General
Crespo", "Tutoma" y "Margarita". Desembarcan 130 marineros alemanes
toman el puerto de La Guayra. Marinos ingleses embarcan al cónsul de ese
país y sus familiares. Cañoneros alemanes se dirigen a Puerto Cabello, para
darle captura a resto de la escuadra venezolana.

Ese mismo día 11, el presidente venezolano, Cipriano Castro, comunica que
" insolentes extranjeros ha profanado el suelo sagrado de Venezuela. Lo
que acaba de suceder es algo excepcional, que no tiene precedentes en la
historia de las naciones civilizadas ni justificación posible‟‟ Se hace un
llamado a la población venezolana y voluntarios de todo el continente
quieren sumarse a la resistencia. El corresponsal de "La Prensa" diario
argentino informa: "Es indescriptible el entusiasmo que reina en el pueblo.
Todos los hombres válidos, sin distinción de clase social, acuden a las
armas".

Los diarios de Buenos Aires dan a conocer el texto de los ultimátums que
las potencias europeas han dirigido al gobierno de ese país. Frases como la
siguiente(del gobierno británico): "…estoy también encargado de
manifestar a V.E. la esperanza de que el gobierno venezolano acceda a
estas reclamaciones, y que no obligue al gobierno de Su Majestad a
adoptar medidas extraordinarias para obtener satisfacción (...) Finalmente,
tengo el encargo de comunicar a V.E. que el gobierno de Su Majestad
entiende claramente que la presente comunicación debe ser considerada
como ultimátum" llevaron a muchos voluntarios argentinos a buscar y
reclamar medios de sumarse a la resistencia del pueblo venezolano.

42
El día 13, los EEUU proponen a Venezuela que la cuestión se someta a un
tribunal de arbitraje. Ese día el gobierno venezolano decreta la
movilización, el enrolamiento de "todos los hombres válidos de 15 a 20
años". Lord Lansdowe, ministro de Relaciones Exteriores británico sostiene
para escándalo americano "Con gran placer declaro que en los asuntos
venezolanos, en estos momentos, los marinos ingleses y los alemanes se
dan la mano, para apoyar las justas reclamaciones de las dos potencias".

Se producen nuevos apresamiento y hundimiento de naves venezolanas, y


se realiza el bombardeo de Puerto Cabello, con trágico saldo. Lo que
potencia la irritación del pueblo venezolano. Dice Bra “una muchedumbre
irritada toma por asalto al barco mercante inglés "Topaz". Ante los hechos
el presidente Castro pide a su pueblo "por grande que sea nuestra
indignación debemos conducirnos como pueblo culto y civilizado,
especialmente ahora, cuando las más poderosas naciones de Europa se
conducen como verdaderos salvajes...’’

El gobierno de los Estados Unidos a cargo de T Roosevelt, dirige un


mensaje al congreso proclamando la abstención, y señala que la Doctrina
Monroe no puede ser invocada como pretexto para eludir el
cumplimiento de sus compromisos. De paso llama ‘’bloqueo pacífico’’ a la
acción encarada por gran Bretaña y Alemania, muy interesante es la
respuesta del primer ministro británico Balfour, quien declara, “que no
existe el bloqueo pacífico, y que su país se encuentra ahora en estado de
guerra con Venezuela’’.

La prensa de Buenos Aires condena no sólo a los europeos, en particular


se critica la postura de los EEUU. Citados por Bra (1990), vale como
ejemplo La Prensa del día 12 de diciembre de 1902, "…no nos explicamos
cómo el gobierno de Washington acepta esa doctrina (la del cobro
compulsivo) cuando tan riguroso se manifiesta el principio de Monroe.
Causa extrañeza, que no se haya advertido la trascendencia de tal
práctica, que abrirá una amplia puerta a la intervención extranjera en
América". O la edición del mismo diario del día 13: "…el gobierno de la
Unión no podrá permanecer pasivo ante una conflagración que lleva a
amenazar los más caros destinos de su pueblo. De su conducta dependerá
la de las demás naciones de América, vinculadas a su política por la
naturaleza misma de los conflictos que pueden preverse en el futuro".

El día 23 de ese mes se suma Italia, con el buque de guerra italiano,


"Giovanni Bausán", pocos días antes, el gobierno de ese país, había
comunicado que tomaría parte en el conflicto. Y prosiguen los ataques,
ahora se bombardea Maracaibo, mientras tanto el inefable presidente
Roosevelt ‟agradecía la confianza que las potencias habían depositado en
él, al designarlo como árbitro, pero, que "no creía conveniente aceptar ese

43
ofrecimiento honroso". A su juicio, era preferible para todas las partes
someter la cuestión al Tribunal de La Haya.

Ante los hechos que se suceden nuestro ministro Luis María Drago,
sostenía en la nota ya mencionada a nuestro representante en EEUU
"...no puede haber expansión territorial en América, ni opresión de los
pueblos de este continente, porque una desgraciada situación financiera
pudiese llevar a algunos de ellos a diferir el cumplimiento de sus
compromisos" y "...de que la deuda pública no puede dar lugar a la
intervención armada, ni menos a la ocupación material del suelo de las
naciones americanas por una potencia europea", con lo cual se
condenaba el cobro compulsivo de las deudas públicas soberanas.

El gobierno de los EEUU no se proclamó sobre la nota y pospuso su


discusión a la 2da. Conferencia de La Haya. Allí la doctrina argentina fue
sometida distintos cambios y enmiendas que le habían perder la esencia
inicial, por caso la postura del representante estadounidense, el general
Horace Porter quien sostenía la limitación del empleo de la fuerza en el
cobro de deudas contractuales era una desnaturalización de la idea de
Drago que “proscribía en absoluto el uso de la fuerza‟.

Nuestros representantes hicieron dos importantes reservas: la primera


sostenía que en el caso de “las deudas provenientes de contratos
ordinarios entre un particular y un gobierno extranjero, no podría acudirse
al arbitraje sino después de haberse agotado los recursos jurisdiccionales y
existir denegación de justicia‟ y segundo “estableció que el cobro de los
empréstitos públicos no podría motivar agresión militar "ni ocupación
material del suelo de las naciones americanas". Se siguió discutiendo en los
años posteriores si dicha nota constituía “una doctrina de derecho
internacional‟ Lo cierto es que “Drago no creó un nuevo principio de
derecho internacional, pero fue clara como proposición jurídica y acaso
oportuna en cuanto a los hechos que la motivaron". (Bra, 1990, p.55)

Luis María Drago


"Nació en Buenos Aires el 6 de Mayo de 1859. Era hijo del doctor Luis
María Drago y de doña Estela Sánchez, hija del teniente coronel Modesto
Antonio Sánchez. Estudió abogacía, doctorándose en 1882 con una tesis
sobre el poder marital. En 1875 ingresó en el diario La Nación como
corrector de pruebas. En 1881 Láinez fundó El Diario designando a Drago
redactor en jefe. Al año siguiente, durante el gobierno de Dardo Rocha
como gobernador de Buenos Aires, fue elegido diputado a la legislatura de
esa provincia. En 1883, inició su carrera en la magistratura como
secretario de la Cámara de Apelaciones de Mercedes, en donde fue
ascendido a juez en lo civil. El 27 de Enero de 1886, fue designado juez del

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Crimen en La Plata. El 27 de Mayo de ese año, fue ascendido a fiscal de
cámara. El 6 de Mayo de 1890, el gobernador Julio A. Costa lo designaba
fiscal de Estado, (...) En Agosto de 1902, el presidente de la República,
general Julio A. Roca, designó a Drago ministro de Relaciones Exteriores y
Culto, cargo que desempeñó hasta Julio de 1903 (...) Retirado de la vida
política durante tres años, volvió a ella en 1906, fecha en que fue elegido
diputado nacional. En 1907, el presidente Figueroa Alcorta lo designó
delegado a la segunda conferencia de la paz a La Haya, donde actuó
brillantemente. En 1909, Estados Unidos .e Inglaterra decidieron someter
"al arbitraje de Tribunal que deberá constituirse con arreglo a la
convención de La Haya, las cuestiones relacionadas con las pesquerías en
las cartas del Atlántico, al norte de la América Inglesa". Ambas naciones
invitaron a Drago a formar parte de dicho Tribunal. Drago se embarcó el
27 de Junio de 1909, reuniéndose el Tribunal el 1 de Junio de 1910. Drago
regresó a Buenos Aires el 12 de Marzo de 1911 y el 7 de Abril del año
siguiente fue elegido diputado nacional. No pudo incorporarse a la
Cámara, pues debió viajar a Europa por razones de salud. De vuelta se
incorporó el 27 de Noviembre de 1912. Su mandato legislativo terminó el
30 de Abril de 1916. Retirado definitivamente de la vida política rechazó la
Legislación en la Gran Bretaña que en 1917 le ofreció el presidente
Hipólito Yrigoyen. Cuando en Febrero de 1920 el Consejo de la Liga de las
Naciones, en todo el esplendor de su prestigio, resolvió encomendar a una
comisión de jurisconsultos, elegidos entre los más eminentes, la redacción
del proyecto de Corte Permanente de Justicia Internacional, el doctor
Drago, enfermo y retirado de la vida pública, pero cuya obra no se había
olvidado en las esferas diplomáticas europeas, fue invitado a formar parte
de la comisión. El doctor Drago falleció en Buenos Aires el 9 de Junio de
l921". (Bra, 1990, p.90).

3.6- Las relaciones con


Brasil. La cuestión de
límites en Misiones. El
laudo Cleveland.
Así como las hipótesis con Chile alimentaban a las vertientes realistas o
partidarias de la lógica del poder dentro de la elite, Brasil también se
constituyó en una constante bélica en esos años alimentando el gasto

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militar de un modo alarmante para aquel sector que privilegiaba la
economía agroexportadora, los mercados y las salidas negociadas.

La presencia de Brasil y sus intereses en la Cuenca del Plata no era nueva,


provenía de la vieja controversia entre la corona española y lusitana por
sus territorios americanos. Ahora en el siglo XIX, con su desarrollo, sus
ambiciones y el hecho asumido de no ser una economía complementaria
dividía a la elite en varios sentidos principalmente entre la alianza y la
confrontación.

A esta presencia se sumaba la constancia de Chile en el permanente


juego del triangulo entre Buenos Aires, Santiago y Rio de Janeiro, hacia
que “el peor escenario, era la alianza entre ambos, algo que muchos
creían ver como una tendencia natural de las diplomacias de Santiago Río
de Janeiro, pero que en rigor era la contrapartida de las manifestaciones
de acercamiento de Argentina hacia Bolivia y Perú y que dieron lugar a la
imagen de un sistema "cruzado" de equilibrios sudamericanos’’ (Escude,
2000, p.143)

Los dos países atlánticos se prestaban “una atención prioritaria‟ tanto en


su evolución económica, mercados y planes para la región. También debían
sumarse las cuestiones limítrofes que constantemente eran fogoneadas en
ambos países y eran la lógica pues ambos estaban construyendo sus
Estados Nación y su nacionalidad. En nuestro país en particular se ponía el
acento en el expansionismo territorial brasileño en la cuenca del Plata y su
respaldo a ciertas iniciativas chilenas, uruguayas o paraguayas catalogadas
como "anti argentinas". Desde Río de Janeiro se temía el proyecto (nunca
explicito) de reconstruir las fronteras de viejo Virreinato del Río de la Plata.

Paradiso (1993) sostiene que “…la presencia de Brasil en el diseño de la


política exterior argentina ha sido siempre tan intensa que merecería
haberse incorporado al repertorio de las constantes’’ ya sea en sus tesis
pacifistas como de conflicto.

El principal exponente de la existencia de una ‟convergencia de intereses‟


con Río de Janeiro fue el ex presidente Bartolomé Mitre, quien en una nota
de su diario La Nación sostenía que todos los planes e intentos bélicos
Contra Brasil eran “…planes sin pies ni cabeza‟ y que todo ese exacerbado
nacionalismo nos llevaría a aventureras intervenciones continentales para
conjurar “peligros imaginarios‟‟ y todo ello era fruto de una “mala política
internacional‟ por lo debíamos marchar a una “… alianza más completa y
natural con Brasil‟.

Por otro lado, fue Juan B. Alberdi, quien alimentó de un modo


probablemente inesperado para él, las tesis confrontativas que debían
frenar al expansionismo brasilero. El tucumano sostenía la existencia de

46
un ‘’imperativo geopolítico de expansión del que las autoridades de Río
no podían librarse’’

Decía Alberdi: "La cuestión para el Brasil no es de forma de gobierno, ni


de raza, ni de nacionalidad, ni es cuestión política, ni mucho menos de
personas ni de indemnizaciones o reparación de agravios: es más grave
que todo eso: es de seguridad de subsistencia, de población y de
civilización, de vida o muerte… El Brasil necesita salir de la zona tórrida en
que está metida la casi totalidad de su territorio, y no tiene más que una
buscar los territorios que necesita… es decir todo el territorio que queda
a la izquierda de la línea Norte a Sud, que forman los ríos Paraguay,
Paraná y de la Plata’’ (Paradiso, 1993, p.102)

Proseguía Alberdi sintetizando tres causas que hacían esos territorios


fatalmente necesarios para Brasil:

1) la necesidad de poblarse con razas blancas de la Europa, para las cuales


busca territorios templados que no tiene

2) la necesidad de tierras apropiadas para la producción de artículos de


alimentación y sustento de su pueblo, que no tiene, al menos disponibles

3) la necesidad de asegurar sus actuales territorios inmediatos a los


afluentes del Plata, por la adquisición y posesión de los países propietarios
de la parte inferior de esos ríos. Así el Brasil, en su propensión histórica y
tradicional a extender sus límites hasta el Plata y sus afluentes cede a la
fuerza de invencibles necesidades que interesan a su población, a su
subsistencia y a su seguridad"

Dice Satas (1987) que un continuo deterioro de nuestras relaciones


exteriores con Chile y Brasil durante la presidencia de Avellaneda, terminó
por desviar el sentido de nuestros objetivos diplomáticos primeros que
hasta ese momento se ocupaban exclusivamente de Europa. Las cuestiones
referidas a los límites muchas veces en estos años “excitaron la
imaginación y el espíritu del pueblo‟ y se llegó a tener como algo
inexorable en grandes sectores de la población, que dichas “situaciones
conflictivas culminarían en una guerra‟.

Los diarios de época (por caso La República) apuntan una fuerte crítica a la
diplomacia de turno, sostenían que nuestra República Argentina tiene
cuestiones graves pendientes: Con Chile. Con el Brasil. Con el Paraguay.
Pues bien, ni en Chile, ni en el Brasil, ni en el Paraguay, tiene
representantes o plenipotenciarios el gobierno argentino.

Desde el mismo diario La República, citado por Satas (1987), acusaba al


Brasil de ser el causante de los problemas entre el Paraguay y la Argentina
“…no descuide nuestro gobierno las relaciones exteriores (sic); las

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cuestiones exteriores (sic), tan olvidadas y mal tratadas (sic) por nuestros
gobernantes: comprenda el gobierno su responsabilidad, porque se trata
del honor, y de los intereses del pueblo argentino‟

Retomando a Alberdi, por entonces el opositor más decidido entre


nuestros intelectuales a las políticas de los Estados Unidos y del Brasil,
sostenía que era necesidad histórica que América “tenía para su comercio
en contar con la amistad de Europa‟‟ y que los peligros para las
construcciones y futuro de las naciones en Hispanoamérica no se
encontraban en el viejo mundo, “…están en América: son el Brasil de un
lado y los Estados Unidos de otro. Estos poderes son los que pueden atacar
su independencia, no la Europa. La anexión, la absorción de vecindad, es la
conquista sorda de que están amenazadas‟.

Un muy lúcido Alberdi argumentaba que “…La doctrina de Monroe es la


expresión natural del egoísmo de los Estados-Unidos, y se sabe que el
Brasil la profesa también, como es natural‟.

La cuestión de límites en Misiones: en esta zona el litigio tenía su origen


en los tiempos de los imperios, a pesar que España y Portugal habían
acordado en 1750 formar una comisión de ambas coronas que tenía por
misión explorar y fijar definitivamente los límites en dicha zona. Dicha
misión fija que el límite eran los ríos Pepirí Guazu y San Antonio y
determinaba para Portugal el territorio ubicado al este de estos ríos y
todos los territorios ubicados al oeste para España.

Esta cuestión de límites en Misiones no fue abordada hasta 1876.


Lógicamente el turbulento periodo pos independencia de Provincias Unidas
del Río de la Plata hizo que este tema quedara relegado en medio del
fragor de las guerras civiles. En ese año se abordaron por primera vez la
cuestión, en reuniones mantenidas entre el ministro plenipotenciario de
Brasil, barón Aguilar de Andrade y nuestro canciller Bernardo de Irigoyen
(presidencia de Nicolás Avellaneda) y por primera vez cada uno de los
países conocía las posturas y ambiciones del otro, respecto al límite en la
región.

Nuestro país manifestó que los límites del territorio de Misiones eran los
ríos que los argentinos llamaban San Antonio Guazú y Pepirí Guazú
situados al oriente de los ríos San Antonio y Pepirí Guazú, conocidos en
Brasil por los nombres de Chopín y Chapecó. Dice Sanchis Muñoz (2010) “…
la Argentina sostuvo que para evitar dificultades debía omitirse toda
referencia a las exploraciones de la comisión mixta surgida del acuerdo
entre España y Portugal de 1750‟. Acorde con la tradicional tendencia
argentina nuestro canciller presento la iniciativa de solucionar la cuestión
mediante arbitraje.

48
Brasil, en cambio, sostuvo su tesis apelando al uti possidetis, presentó
como principal antecedente la demarcación limítrofe de los tiempos
coloniales y hasta 1885 instaló colonias en el territorio ubicado entre los
ríos San Antonio, Pepirí Guazú (Chopín y Chapecó) y, por su parte, el
gobierno argentino creó en 1882, el "territorio nacional de Misiones" que
incluía a ese sector. Se presentaron mutuas reclamaciones que
promovieron el inicio de nuevos encuentros bilaterales que no
fructificaron.

El 28 de septiembre de 1885 se firma en Buenos Aires un primer y previo


acuerdo entre la Argentina y Brasil comprometiéndose ambas partes a
buscar una solución amistosa para acordar definitivamente los límites
internacionales de la zona de Misiones. El presidente en ejercicio Julio
Argentino Roca vio que el acuerdo era un medio de acercamiento
amistoso a Brasil y a su vez le servía para contrarrestar el aumento de
poder de Chile, que estaba fortaleciendo su presencia en el Pacífico a
costa de Bolivia y Perú.

En 1895 se llegó a un acuerdo definitivo; veamos los principales hitos:

A - 1885, la Argentina y Brasil crearon una comisión mixta para que


explorara y delimitara los cuatro ríos.

C – en 1889, durante la presidencia de Juárez Celman se firma el Tratado


de Arbitraje, por el mismo la controversia sobre el territorio de Misiones se
sometía al arbitraje del Presidente de Estados Unidos, siempre que las
negociaciones directas fracasaran

D - Tratado Zeballos-Bocayuva: el 25 de enero de 1890, Estanislao Zeballos


firma con el canciller brasileño Quintino Bocayuva, el tratado de
Montevideo que dividía la zona en litigio en dos sectores. El congreso
argentino lo ratificó pero no entró en vigencia pues fue rechazado -por
amplia mayoría- en la Cámara de Diputados del Brasil.

E – ante la situación planteada se giraron instrucciones a nuestro ministro


plenipotenciario ante el gobierno de Río para invitar a Brasil a resolver el
litigio aplicando el arbitraje, tal cual había sido establecido en el acuerdo
de 1889.

F – El arbitraje: “la Argentina fue representada ante el árbitro


norteamericano por Estanislao S. Zeballos, y Brasil por José María da Silva
Paranhos, barón de Río Branco. El árbitro se pronunció en 1895, durante la
presidencia de José E. Uriburu. El presidente de los Estados Unidos que
debió arbitrar fue Stephen Cleveland el cual dictó su fallo el 5 de febrero de
1895. Dicho laudo resultó más que favorable para Brasil.

49
El límite se fijó en los ríos Pepirí-Guazú y San Antonio; el territorio ubicado
al oeste pertenecería a la Argentina y la zona del este a Brasil. Refiere
Escude (2000) “Si bien el fallo generó disconformidad en algunos sectores
del gobierno argentino, resolvió la cuestión limítrofe de manera definitiva.
La comisión demarcadora sería nombrada a partir del protocolo que se
suscribió en 1898‟.

Una distensión notable se produjo con Brasil a raíz de las mutuas visitas
presidenciales de 1899 y 1900. El presidente Roca visitó en agosto de 1899
al mandatario brasileño Manuel J. Campos Salles, y éste le devolvió la
atención en octubre de 1900 cuando visitó Buenos Aires. No obstante el
recelo se reactivaría por la firma de los Pactos de Mayo2 con Chile. En esos
años volvía a conducir Itamarati el Barón de Rio Branco, que le dio la
diplomacia brasileña una notable actividad regional.

Entre los hechos que cabe mencionar después del arreglo de los límites,
fue la sanción de la ley de armamentos navales de Brasil en 1904, lo que
activó una rápida reacción de la fracción ‘’realista’’ o ‘’partidarios de la
política de poder’’ que veían roto el equilibrio en armamentos y
postulaban el peligro de indefensión, recordemos que nuestro país tenía
por los pactos firmados con Chile y que establecían un acuerdo de
“equivalencia naval con Chile’’ un fuerte condicionamiento a rearmarse
más allá de un punto que a Brasil no le interesaba.

Esta fracción de intelectuales y personajes de la elite tenían permanente


presencia en la prensa y presionaban “a favor de la urgente adopción de
medidas para el reequipamiento militar local que impidieran la
supremacía del país vecino’’

Para 1906 Brasil, que había dejado atrás los tiempos monárquicos y
funcionaba como república, comenzó a profundizar su „‟proceso de
americanización". Girando a la esfera de influencia desde Gran Bretaña
hacia los Estados unidos esto también produjo recelos y en algunos círculos
argentinos comenzó a hablarse de un acuerdo destinado a repartirse el
control del Hemisferio Sur entre ambos países.

Ante este importantísimo cambio de dirección de la política brasilera,


muchas fueron las especulaciones tanto en Buenos Aires como en Rio de
janeiro, por caso no dice Helio Jaguaribe "el vertiginoso desenvolvimiento
de Argentina desde 1880 hasta la primera guerra mundial, llevó a Brasil a
recelar que aquella pudiera articular un gran frente anti brasileño en
América del Sur. Tal situación condujo a Brasil a buscar una relación
2
Chile y la Argentina firmaron el 28 de mayo de 1902 los llamados Pactos de Mayo. Estos
incluyeron una convención sobre arbitraje, por la que se designó de común acuerdo a la
corona británica como árbitro para resolver las diferencias de límites "que no puedan ser
solucionadas mediante negociaciones directas". Los pactos también incluyeron una
convención sobre limitación de armamentos.

50
especial con los Estados Unidos que neutralizase los riesgos de una
coalición contraria en el continente.‟ (Paradiso, 2000, p.105)

A fines de 1906, los realistas imponían sus puntos de vista y el presidente


Figueroa Alcorta nombraba como ministro de Relaciones Exteriores a
Estanislao Zeballos uno de los principales sostenedores del realismo y “de
las teorías del poder naval y adalid de la campaña de reequipamiento
naval‟.

Zeballos pensaba así alrededor del tema de la paz armada “la paz armada
no es consejo de ningún argentino; no es el fruto de los errores de ningún
gobierno o de ningún grupo de argentinos, no es siquiera una necesidad
impuesta por las circunstancias sudamericanas. La paz armada es una ley
universal, como las corrientes del océano o los temblores de tierra,
¿quién puede evitarla? Sería para ello necesario cambiar la faz de los
acontecimientos humanos y la constitución política del mundo."
(Paradiso, 2000, p.105)

Zeballos era un excelente alumno de todas las artimañas maquiavélicas de


la diplomacia europea y se propuso dejar aislado a Brasil en la región, para
ello inició actividades destinadas a recomponer las relaciones con Paraguay
y Uruguay, pero la piedra fundamental de su proyecto era la alianza con
Chile, de ese modo preveía una acción conjunta de ambos países
trasandinos ante Brasil y de ese modo limitar su rearme en marcha.

El centro diplomático de la región sería la Argentina y en caso de que Brasil


no lo aceptara Zeballos en una audacia que rallaba el aventurerismo, había
previsto la confrontación militar “se movilizarían cincuenta mil reservistas
de la Guardia Nacional conjuntamente con la escuadra, y se le daría ocho
días de plazo, si la respuesta era negativa se emprendería la ocupación de
Río de Janeiro."

Zevallos siempre sostuvo que su política era "preventiva", no obstante fue


removido. Representaba un peligro su audacia y el predicamento que tenía
entre grandes sectores de la población y era preferible tenerlo en el llano
que en el gobierno.

Cabe mencionar que el presidente Figueroa Alcorta remitía al Congreso un


proyecto de ley de armamentos que dio lugar a un ardoroso debate entre
las dos visiones (realistas y pacifistas) que tuvo repercusión pública por su
presencia en los dos grandes diarios de Buenos Aires “La Prensa, defensora
del armamentismo (diario dirigido en algún momento por Zeballos y La
Nación (de los Mitre) inclinada hacia una posición más moderada‟.

La visita que en agosto de 1910 hiciera a Río de Janeiro, el recientemente


designado presidente Roque Sáenz Peña y su célebre frase todo nos une,
nada nos separa, puso fin a la tensión en las relaciones entre Brasil Y

51
Argentina y fue el triunfo definitivo de la línea defensora de la
convergencia de intereses y complementación entre ambos países.

3.7- Las relaciones


políticas y económicas con
Gran Bretaña y los EEUU
hasta 1914
En el caso de Gran Bretaña, se trataba de un intercambio cuyos
antecedentes se remontaban a los tiempos de la colonia y reflejaban
estrechos lazos económicos cuyo mantenimiento y expansión representó
una prioridad permanente para los gobernantes argentinos. Con Estados
Unidos, la conexión económica fue siempre un tanto más distante, estuvo
a menudo signada por el conflicto y se intensificó recién en este siglo. En
esa economía mundial floreciente en la que el país intentaba insertarse,
Gran Bretaña jugaba un rol decisivo por la organización global de su
comercio y por su importancia como centro.

3.8- Estudio de caso: la


política exterior de Brasil
1890 - 1918
Los estudios de caso son de aplicación en el aula, por lo tanto no
desarrollan contenidos específicos del programa y su evaluación no está
atada al sistema Q.

52
Bibliografía
Escude Carlos, Cisneros, Andrés, 1998, “Historia general de las Relaciones
Exteriores de la República Argentina”, Fragmentos de Tomos VIII y X. Buenos
Aires.

Paradiso, José, 1993. “Debates y trayectorias de la política exterior argentina”,


Introducción y cap. I. GEL, Buenos Aires.

Satas, Raúl Hugo, 1987, “Una política exterior argentina”. Capítulos 1, 2 y 3.


Hyspamerica, Buenos Aires.

Sanchis Muñoz, José, 2010, “Historia Diplomática Argentina”. Capítulos VIII, IX y


X. Eudeba, Buenos Aires.

Bra, Gerardo. 1990, “La Doctrina Drago”. pp. 1-96.

Alberdi Juan Bautista, 1946, “El Brasil ante la democracia de América”. Ed. Ele,
Buenos Aires,

H. S. Ferns, 1972. “Argentina y Gran Bretaña en el siglo XIX”, Solar Hachette,


Buenos Aires.

www.uesiglo21.edu.ar

53

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