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Por las fuentes y los trabajos arqueológicos hoy se sabe que los "ingenieros de
minas" mesoamericanos utilizaron las técnicas de rebaje abierto, corte y relleno
para extraer minerales, y que empleaban el sistema de torrefacción para
resquebrajar las piedras. El beneficio de los minerales y el trabajo de algunos
metales preciosos como el oro -desarrollado por los tarascos y zapotecas-
fueron actividades comunes en los tiempos previos a la Conquista.
Entre las ideas que se manifestaron en aquellos días estuvo la de acabar con
los vestigios de la antigua capital mexica. Abandonarla y buscar un nuevo
asiento. Se advertía ya el gran inconveniente de que la población estuviera en
esa zona lacustre, donde el peligro de las inundaciones era permanente porque
todas las corrientes se dirigían a ella. Pero en 1522 Cortés cambió de opinión,
y a pesar de dicho peligro decidió reedificar la Ciudad de México y establecer
ahí la capital de la Nueva España.
Con la planificación de la capital del virreinato tuvo lugar el inicio del desarrollo
de la ingeniería novohispana. Si bien quienes participaron en las obras no
recibían en ese entonces el nombre de ingenieros, está claro que las tareas
que realizaron - como lo fueron la urbanización, el trazo de caminos, el
proyecto y edificación de puentes, los cálculos y construcción de edificaciones
y obras hidráulicas, así como de estructuras militares- requerían los
conocimientos propios del ingeniero civil.
Es preciso señalar que los constructores de la Nueva España partieron de lo
que habían aprendido en el continente europeo, pero que también tomaron en
cuenta los trabajos y experiencias de las culturas prehispánicas.
"Los caminos de México, o corren por la misma llanura o Mesa Central desde
Oaxaca a Santa Fe, o van desde la llanura hacia las costas. Los primeros
mantienen la comunicación entre las ciudades colocadas sobre el lomo de las
montañas, en la región más fría y poblada del reino; los segundos están
destinados al comercio extranjero, a las relaciones que subsisten entre el
interior y los puertos de Veracruz y Acapulco; además facilitan el cambio de los
productos entre la Meseta Central y los llanos ardientes de la costa."
Sin duda alguna, la ruta más transitada fue la que atravesaba el territorio de
poniente a oriente. Para el siglo XVII, en el camino Acapulco-México- Veracruz
se habían construido una serie de ventas donde los comerciantes y las recuas
hacían alto para reposar. El trayecto del puerto de Acapulco a la Ciudad de
México se hacía regularmente en 14 días, por camino de herradura; las ventas
que existían eran las de Chilpancingo y Cuernavaca; mientras que en el camino
hacia Veracruz estaban las de Chalco, Río Frío, Tlaxcala, Puebla, San Agustín,
Río Blanco, Orizaba y Córdoba. Por lo que se refiere al eje norte-sur, desde el
siglo anterior ya existía la ruta Santa Fe - Guatemala, pero las comunicaciones
se dificultaban porque estos caminos eran peligrosos, tanto por su deficiente
estado, como por los continuos asaltos de bandidos y bárbaros chichimecas
que en ellos ocurrían. Las rutas que se encontraban en mejor situación eran
aquellas que llevaban a los reales de minas, pues en ellas los mineros
circulaban escoltados por soldados. Hasta Zacatecas se avanzaba con cierta
facilidad, pero el tránsito por zonas más hacia el norte era inseguro.
PUERTOS Y FORTIFICACIONES
Por lo que se refiere al arte de labrar la piedra, éste cobró gran importancia y
fue objeto de diversos tratados. Otro aspecto que tuvieron que atender los
ingenieros novohispanos fue el de las técnicas de cimentación bajo el agua. En
la construcción de las fortificaciones se siguieron, por lo general, las técnicas
europeas.