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SEMINARIO DE PSICOLOGIA PASTORAL

III. ACOMPAÑAMIENTO DE JOVENES

Documento Nº 1
Características de los jóvenes
y sus necesidades en el acompañamiento personal
Cualquier persona que durante estos últimos quince años haya puesto atención al mundo de los jóvenes, ha podido
notar que en poco tiempo ha cambiado el perfil de los jóvenes con quienes trabajamos. Por una parte, el proceso de
maduración nos lleva ahora más tiempo. Por otra, al principio de este nuevo milenio hay grandes tendencias, propias de la
postmodernidad, que ejercen una fuerte influencia sobre los jóvenes en cualquier parte del planeta, también sobre aquellos
que participan en la Iglesia o entran a nuestros Seminarios. Algunas de estas tendencias son:
- La globalización, auspiciada por la revolución informática,
- La acentuación de una cultura juvenil universal, que podemos apreciar en una misma música, iguales modas, el
culto de los héroes...
- El deterioro social en los países del tercer mundo o la notable mejora en las condiciones de vida en los países del
primer mundo, va gestando la aparición de un joven “light”, un personaje superficial, inmediatista, vacío de
ideales, incapaz de asumir un compromiso, saturado de informaciones yuxtapuestas e incapaz de llegar a la unidad,
- Como no existen valores absolutos, hay una crisis aguda de la ética: individualismo (narcisismo), hedonismo,
permisivismo, flexibilidad de las costumbres,
- Frente al descrédito de las ideologías, hay un rechazo de teorías globales, utopías y valores universales, y una
tendencia a la subjetividad, al agnosticismo, y la pluralidad de verdades; hay que quedarse con el pensamiento
débil (light),
- Tendencia al inmediatismo, primado de la experiencia y las sensaciones sobre la razón, una cultura de la imagen,
- Frente a un mundo contradictorio y sin puntos de referencia seguros, hay una vuelta a lo “sagrado” (p.ej, new age,
sectas fundamentalistas, manifestaciones pseudo-religiosas...), una difusa exigencia de espiritualidad un tanto
superficial (de bajos vuelos), sin involucrarse con instituciones....

Esta situación se hace aún más complicada si consideramos que los jóvenes no son todos iguales. Como
pastoralistas no podemos seguir sosteniendo el “mito de la juventud homogénea” que consiste en identificar a “todos los
jóvenes” con algunos de ellos... Los jóvenes son distintos, de acuerdo a los contextos donde se desarrolla su vida (no es
igual hablar de los jóvenes en Mozambique, en Venezuela o en Madrid...son mundos muy distintos). Por otra parte, dentro
de un mismo contexto, se puede hablar de diversas “sub-culturas juveniles” (estudiantes en las grandes ciudades,
trabajadores, campesinos, inmigrantes, jóvenes de clase media, pobres...). Cada grupo tiene rasgos propios que necesitamos
tener en cuenta a la hora del trabajo pastoral con ellos y más aún a la hora de brindarles un acompañamiento.

En este ensayo, describiremos brevemente las características psicológicas generales de los jóvenes
que se nos presentan pidiendo ser acompañados, para luego intentar detectar cuáles son las necesidades que
más comúnmente manifiestan en el proceso del acompañamiento. Como punto de partida, creo que es
importante decir que: entendemos por “acompañamiento de jóvenes” una relación pastoral de ayuda que se establece entre
un adulto que se hace “compañero-peregrino” y un joven que “está en camino” y le solicita apoyo, guía, puntos de
referencia y estímulo en su proceso de maduración personal. No es una relación de activo a pasivo, porque en esta relación
ambos dan y reciben, ambos son convidados a compartir la fe y a estar atentos al trabajo imprevisible del Espíritu. Con
Carlos Cabarrús, coincidimos en que el hombre es una unidad psico-histórico-espiritual y que un buen acompañamiento
debe abarcar integralmente estos tres factores fundamentales que intervienen en la construcción del individuo: el
crecimiento personal, la espiritualidad y el compromiso histórico 1. “La fundamentación teológica del acompañamiento
reside en el hecho de que la fe implica, al mismo tiempo, una pedagogía para vivir esa fe y poder expresarla en la historia.
Por tanto, se necesitan personas que ayuden a realizar este camino, que lo acompañen”2. La finalidad de esta relación
pastoral es ayudar a joven a crecer como persona, para que viva la experiencia del Dios de Jesús, y esto lo coloque en el
horizonte de la justicia y del quehacer histórico3.

1. Características psicológicas de los jóvenes4:

1
CABARRUS Carlos Rafael, Cuaderno de Bitácora, para acompañar caminantes. Ed.Desclée de Brouwer, Bilbao, 2000.
2
Ibidem, p.37.
3
Ibidem, p.51.
4
En todo este apartado, seguimos la teoría de E.H.Erikson sobre el desarrollo humano. Para conocer al autor puede consultarse:
LORIMIER Jacques, El adolescente:proyecto vital. Ed. Morova, Madrid 1971.pp.79-96; 103-119.
Comúnmente, los jóvenes que nos llegan solicitando acompañamiento oscilan entre los 16 y 25 años, el final de la
adolescencia y el comienzo de la juventud propiamente dicha. Por eso, en este apartado intentaré explicar los procesos
psicológicos que se viven en ambas etapas.

1.1. Adolescencia, los años de construcción de la identidad personal: Después de un período de relativa estabilidad durante
la infancia, el ser humano en crecimiento sufre, entre los doce y los veinte años, una crisis de identidad:
“Durante la pubertad y la adolescencia, todas las identidades y continuidades en las que el niño se había apoyado
anteriormente se ponen en tela de juicio a causa de la rapidez del crecimiento del cuerpo...y por el hecho,
totalmente nuevo, de la adición de la madurez genital física”5.
Esta crisis coincide con la ampliación progresiva del entorno psicosocial del individuo: aparece y cobra cada vez más
importancia el grupo, el equipo, los amigos...que nos ayudarán a construir esa actitud básica que llamamos “identidad”. El
entorno tiene la posibilidad – que ya no se volverá a dar- de influir en los modos propios de la sexualidad (masculina y
femenina).
En el ser humano, la identidad se edifica a partir de unas características que nos vienen ya dadas, recibidas desde el
nacimiento (nombre y familia, lugar y fecha de nacimiento, sexo, raza, lengua, nacionalidad, religión, etc), pero que deben
ser asumidas progresivamente por el individuo, a partir de las relaciones interpersonales. Podríamos decir que la identidad
“es el fruto de un reconocimiento mutuo entre el individuo y la sociedad a que pertenece” 6. La identidad no es sólo el fruto
de una integración que proviene de la síntesis del yo. Es también, y sobre todo, el resultado de una buena relación. El
sentimiento de identidad del yo sólo es válido si es reconocido por el entorno.
En esta etapa, el adolescente se dedica a a encontrar su función propia, su puesto único en la sociedad. Aún no está
preparado para ejercer las funciones adultas de esposo y de padre, de trabajador profesional. Necesita de un “moratorium”,
es decir, un tiempo de espera y preparación. El adolescente se pregunta cómo establecer una conexión entre las funciones
cultivadas hasta entonces y las funciones que la sociedad le ofrece actualmente. En esta búsqueda de un nuevo sentimiento
de “mismidad” y de continuidad, el adolescente tendrá que revivir muchas luchas relativas a las etapas precedentes (debe
reconquistar nuevamente la confianza en sí mismo, la autonomía, la iniciativa propia). Sobre todo lo turbará la dificultad de
elegir una identidad profesional y una vocación personal. A medida que el adolescente se integra en la identidad del grupo
social, también desarrolla –al mismo tiempo- una identidad personal.
Si el proceso se logra con éxito, es decir, si el individuo logra la síntesis, la integración, el sentimiento de “mismidad” y
de continuidad interiores, las fuerzas o “virtudes” básicas que se adquieren en esta etapa son la dedicación y la fidelidad.
Cuando los puntos críticos de la evolución en este momento del ciclo vital se resuelven de manera negativa, el individuo
desarrolla una actitud básica negativa, que alterará totalmente su desarrollo humano: un sentimiento de dispersión y
confusión, una división de las imágenes del yo, una carencia de centralidad, un yo incapaz de asumir su quehacer en la
vida, y –en el límite- un temor de disolución del yo.
La conquista de una identidad lograda es un requisito indispensable no sólo para que se establezca una personalidad
adulta, equilibrada, sino también para la elección libre y adecuada de una vocación auténtica. Para aceptarse a sí mismo y
acoger a los otros, es necesario haber realizado previamente la unidad dentro de sí.

1.2. Juventud, los años de búsqueda de la intimidad: Al salir de la adolescencia hay nuevos ajustes en la vida del ser
humano. Generalmente hacia los veinte años, el joven ya ha elegido la orientación general de su vida. Aunque prosiga aún
sus estudios, ya está de alguna manera orientado hacia una profesión determinada. Para reconocerse y definirse a sí mismo
era necesario que antes se sintiera reconocido por los demás. Continúa creciendo su entorno psicosocial y entre los otros que
él, a su vez, debía reconocer ahora puede elegir una pareja, con la cual construir una vida común, una familia. Esta
búsqueda le llevará a descubrir e integrar en su yo una nueva actitud básica que llamamos “ intimidad”. Entendemos por
intimidad la :
 Capacidad de encontrarse en la soledad, consigo mismo,
 Pero también la capacidad de encuentro profundo y de contacto auténtico con otra persona.
La relación entre el yo y el entorno, se convierte ahora en una relación entre futuros compañeros (= relación entre una
futura pareja), mucho más allá de los encuentros y del afecto pasajero entre adolescentes. La intimidad se compone de
asociación a un grupo (afiliación), de amistad, de intercambios interpersonales, de reciprocidad, de colaboración. La
intimidad supone personas seguras de su identidad, que hayan completado su “autodelineación” personal. “El auténtico
compromiso con los demás es el resultado y la prueba de una sólida autodelineación”7, es decir, de haber resuelto
positivamente la crisis de identidad. De lo contrario, la intimidad con otra persona corre el riesgo de no ser más que una
fusión con otra persona en la que se pierde la propia identidad.
En esta etapa, las fuerzas o “virtudes” básicas que se desarrollan son la afiliación y el amor. Se busca una unidad entre
dos, que no es copia de la simbiosis original madre-hijo sino, basada en el amor y el trabajo, donde se distinguen las tareas
necesarias para una cooperación armoniosa. Cuando los puntos críticos de la evolución en este momento del ciclo vital se

5
Ibidem, pp.111-112 (Erikson, Infancia y sociedad. Ed. Francesa, pág. 175).
6
Ibidem, p.77.
7
Ibidem, p.115 (Erikson, Identidad y ciclo de vida. p.124). La expresión significa que una persona es capas de definirse, de precisar sus
contornos.
resuelven de manera negativa, el joven llega a asumir una actitud básica negativa: el aislamiento afectivo. El que no está
seguro de su identidad personal teme, consciente o inconscientemente, la relación de intimidad con otra persona, y este
temor provoca una tensión interior y una prudencia extrema al crear un vínculo. En los comportamientos dominan las
relaciones interindividuales estereotipadas y formalistas. La auténtica intimidad con otra persona supone el equilibrio entre
la soledad y la relación con otro. Lo contrario a la intimidad se manifiesta en dos formas d huida: la cerrazón en sí mismo y
la pérdida de sí en el otro. En el primer caso, la soledad se convierte en aislamiento. En el segundo la relación interpersonal
se convierte en absorción.
La conquista de la intimidad prepara directamente al verdadero don de sí, a la generatividad adulta, que supone darse
para la educación y promoción de otras personas, especialmente de las generaciones que siguen.. Una generatividad que se
traduce tanto la procreación y educación de los propios hijos como en servicio a la sociedad, bajo la forma de una
creatividad altruista. En la etapa adulta, la personalidad seguirá creciéndose dándose, a condición de que este don no sea una
búsqueda de sí ni una pérdida d sí en la dispersión de actividades.

2. Necesidades de los jóvenes en el acompañamiento:


Acompañar en la maduración integral de la persona, supone atender a estas dos necesidades básicas descubiertas en las
características psicológicas de los jóvenes: necesidad de construir la propia identidad y necesidad de lograr una verdadera
intimidad, consigo mismo y con los demás. Estos serían los dos grandes ejes transversales que deben cruzar todo
acompañamiento de jóvenes. Sin embargo, creo conveniente que no perdamos de vista algunos matices –que sólo señalo- ,
al trabajar las diferentes dimensiones del acompañamiento:

2.1. Dimensión psicológica o de maduración humana:


2.1.1. Identificar y reforzar en el joven su nivel de identidad personal y autoestima.
2.1.2. Orientar y educar la propia afectividad y sexualidad.
2.1.3. Ayudarle a identificar y trabajar las propias heridas, miedos y compulsiones.

2.2. Dimensión histórico-social o de Compromiso por el Reino:


2.2.1. Ayudarle a descubrir el sentido de una auténtica Independencia – Libertad – Autonomía, en el proceso de
socialización.
2.2.2. Animarle a cultivar relaciones interpersonales cada vez más amplias y nutritivas.
2.2.3. Formación de la conciencia: valores personales y sociales.
2.2.4. Entrar sin miedos en un proceso de discernimiento vocacional, en función de asumir compromiso histórico
concreto. Herramienta básica para esto es la elaboración y seguimiento del “Proyecto de vida”.

2.3. Dimensión espiritual o de maduración cristiana:


2.3.1. Purificar la propia imagen de Dios y descubrir su presencia en lo más íntimo de la propia persona.
2.3.2. Encontrar maneras propias de orar y de cultivar la comunicación personal con Dios.
2.3.3. Asumir y desarrollar actitudes coherentes con el estilo de vida de Jesús: integración fe/vida.
2.3.4. Descubrir la necesidad de salir en auxilio de quienes tienen necesidad: desarrollar la solidaridad
concreta.
Lo importante de estas tres dimensiones es que una nos remite a la otra, estableciendo en el joven una dinamismo cada
vez más pujante. Desde el trabajo personal, somos invitados a un trabajo comprometido por las personas que sufren. El estar
con ellas nos vuelve una y otra vez a la exigencia de seguirnos levantando y optando por la vida desde lo mejor de nosotros
mismos. A su vez, la espiritualidad no prescinde del crecimiento humano, lo supone, pero también le da su plenitud.

3. Cómo aprovechar la nueva sensibilidad juvenil para el acompañamiento y la evangelización:


3.1. Educar en la “aldea planetaria”: aprender a hacer uso crítico y constructivo de los medios tecnológicos.
3.2. Educar para la tolerancia, desde el pluralismo y la diversidad: el acompañante-educador presenta una verdad
dialogante, y ayuda al joven a que conviva en una sociedad democrática y pluralista, y supere el individualismo
hedonista y el relativismo.
3.3. Usar la pedagogía de lo cotidiano: partir siempre de la experiencia del joven, aprovechar el aquí y el ahora, educar en
un estilo de vida centrado en el presente.
3.4. Aprovechar la afectividad y el sentimiento para llegar al núcleo íntimo de la persona.
3.5. Educar la capacidad de compromisos duraderos, partiendo de una opción fundamental.
3.6. Aprovechar la revalorización de la experiencia religiosa para ayudar a descubrir y desarrollar el sentido religioso de la
vida.

4. Conclusión:
Ya sea que hayas optado por la evangelización de los jóvenes como campo preferente de realización de tu vocación-
misión, ya sea que ocasionalmente tengas que atenderles dentro de un contexto más amplio (p.ej, la parroquia) o porque te
los tropiezas y de alguna forma te piden que les acompañes, date cuenta que estamos frente a un mundo diferente, un mundo
que, con todos sus defectos, es fascinante. Piensa que los nuevos desafíos que nos presenta la evangelización de los jóvenes
son piedras que prueban y desarrollan nuestra creatividad y nuestra capacidad de responder a sus necesidades. No deben ser
muros que paralizan y desaniman pues “el futuro de la humanidad está en las manos de las personas, que puedan dar a las
futuras generaciones, razones de vivir y de esperar” (GS 31). Vale la pena acompañarles... ”Con los jóvenes nunca se logra
todo lo que se quiere. Pero...nunca se pierde lo que se hace” (Pafer).

5. Bibliografía consultada:
5.1. LORIMIER Jacques, El adolescente: proyecto vital. Ed. Morova, Madrid 1971.
5.2. CABARRUS C.R, Cuaderno de bitácora para acompañar caminantes. Ed.Desclée de Brouwer, Bilbao 2000.
5.3. BAUMGARTEN Isidor, Psicología Pastoral, Ed.Desclée de Brouwer, Bilbao 1997.
5.4. GARRIDO Javier, Proceso humano y gracia de Dios. (Colecc. Presencia Teológica, 83) Ed. Sal Terrae, Santander
1996. 623p.

Documento Nº 2

¿Un solo rostro para todos los jóvenes?


OBJETIVO GENERAL
Llegar a ser conscientes de las motivaciones, actitudes, aptitudes, valores,
habilidades..., de los jóvenes como paso previo para realizar una intervención
educativo-pastoral útil y significativa.

1. El mundo en cambio

Nuestro mundo está cambiando, lo dicen los expertos. Estamos pasando de una sociedad industrial y técnica a una
sociedad post-técnica y postindustrial, del hombre moderno al postmoderno. Todo lo que nos rodea es “post”, es más, todo
lo nuevo nace ya “post”: ordenadores que se quedan viejos antes de un mes, teléfonos móviles que dejan en la prehistoria al
que uno se compró hace dos días, etc. El mito de la razón ya no funciona, el hombre ha perdido la confianza en el progreso
y en el desarrollo. Ahora se piensa que las cosas que produce la técnica no deben servir para transformar el mundo y la
realidad, sino para gozarlas sin más horizonte. El homo sapiens ha dejado su lugar al homo psycologicus 8, y la estética
destrona a la ética.

Que nuestro mundo está cambiando no hace falta que nos lo diga nadie, la mirada del hombre sencillo lo ve, y es
experiencia común afirmar que nuestro mundo no tiene nada que ver con el de nuestros padres ni con el de las nuevas
generaciones que nos siguen. Ancianos cruzando las calles y tratando de no ser arrollados por los potentes y veloces coches
que yo puedo conducir, o nuestros niños manejando un complicado programa de ordenador que yo tardaría meses en
descifrar, son ejemplos diarios del proceso de vertiginoso cambio9 que nos afecta.

Tres características podrían predicarse de manera universal de nuestra sociedad 10:


- La rapidez es la característica que más sorprende de nuestro mundo, como ya ha quedado escrito más arriba:
los inventos nacen ya obsoletos, las ideas se suceden una tras otra, la mentalidad de los padres está a años luz
de la de los hijos...
- la universalidad: el fenómeno de la aldea global, hace que en cuestión de segundos estemos conectados con el
otro extremo del orbe; los MCS ejercen su influencia anulando toda diferencia, no sólo entre el campo y la
ciudad sino entre los mismos países; la exportación de la cultura...
- la radicalidad: no cambia lo anecdótico sino lo nuclear, naciendo un nuevo hombre, con una nueva
mentalidad, nuevos valores...

8
Recientemente se habla del “Homo Virtualis”. Antonio Tabucchi publicó en el Semanal “El País” (“El señor Descartes se jubila” 8-2-1998)
un artículo donde da cuenta de la caída del “Pienso, luego existo”. En nuestra sociedad pierde peso la razón y su cosmovisión basada en la
Experiencia y la Verificación (Empirismo), y se le da paso al “Soy pensado, luego existo”. El autor se basa en la repentina “manía” de los
medios de comunicación de masas que dan por ganador a un partido político o conceden un galardón o premio a quien aún no se lo han
dado; y los tales elegidos virtualmente se comportan como si en realidad estuvieran elegidos: Conceden entrevistas, hacen declaraciones...
Todavía no es una realidad pero caminamos hacia ella en el momento en el que prestamos más importancia a la estética que a la ética,
donde no hay escala de valores, o mejor donde la belleza reina en soledad.
9
VER ANEXO: “Crónica de un desplazamiento”
10
Cuando hablemos en términos de sociedad o de nuestra sociedad estaremos refiriéndonos a nuestra “occidental cultura dominante”
cargada con todas sus pretensiones de universalidad o como ahora gustan todos de decir “glabalizante” e intentando “sombrear” a más de
3/5 de nuestro mundo que no tienen ni idea de cómo vivimos. Es todo el problema de nuestro aparatoso y escandaloso montaje mundial
que nos divide en norte y sur, en ricos y pobres, en desarrollados y subdesarrollados...
Estas tres características definen el proceso de cambio en los niveles básicos de organización: cultural, político,
social y económico.

- Cambio económico. Las nuevas tecnologías están en la base del espectacular crecimiento económico de los
últimos años: la informática y la robótica han aumentado la producción y han reducido el coste del producto
haciéndolo más eficaz, barato y competitivo; el trabajo cada vez es más cómodo, el bienestar y el confort
aumentan, la naturaleza ya está plenamente dominada... Pero el precio a pagar ha sido espectacular: aumento
de la riqueza de unos pocos y de la pobreza de muchos, contaminación del medioambiente, deshumanización
por la máquina, despidos anticipados, crueles reconversiones, más de 3 millones de parados, alta cualificación
técnica para conseguir empleo (privilegio de unos pocos), necesidades ficticias, contratos eventuales,
economía sumergida...
- Cambio político. El paso de un régimen personalista-autoritario a uno democrático-plural se ha vivido con
normalidad y ha enriquecido notablemente la vida española: pluralidad ideológica, respeto y tolerancia
ciudadana, co-responsabilidad en el ejercicio del voto, posibilidad de expresión ideológica de apoyo o rechazo,
conciencia de problemas comunes y soluciones para todos, reconocimiento del Estado de las Autonomías... Y
por otro lado: surgimiento de sentimientos nacionalistas radicales, concepción de la política como poder y no
como servicio a la comunidad (claman al cielo los privilegios de los políticos), la clase política se preocupa de
mantener su status y se aleja de los problemas de los ciudadanos, reducción de la vida política al ejercicio de
las urnas cuando la política es algo más...
- Cambio cultural. Existe un mayor grado de alfabetización, la enseñanza es obligatoria y gratuita hasta los 16
años, la educación de adultos es una realidad gozosa, el acceso a la universidad ya no es privilegio de unos
pocos, se potencian y subvencionan iniciativas culturales de todo tipo porque todo puede tener la etiqueta de
cultural, los MCS son magníficos transmisores de cultura... Sin embargo aún hay población sin escolarizar, el
fracaso escolar se ha convertido en una realidad lacerante, la universidad se ha masificado y ha perdido su
función, las subvenciones se descubren como manipulaciones culturales, los MCS difunden contracultura más
que cultura y lo que hoy llamamos cultura no son más que manifestaciones parciales de realidades irrelevantes.
- Cambio social. De una sociedad agraria se ha pasado a una sociedad industrial y urbana, la mujer se ha
incorporado al trabajo abandonando su reclusión en el hogar, los transportes potencian los movimientos
migratorios que ya no son sólo por motivos de trabajo, la tolerancia se ha convertido en religión y la religión se
ha secularizado. Y pese a todo, se abandona el campo, las ciudades potencian el anonimato del hombre, la
mujer sigue estando minusvalorada, por la ciudad deambulan inmigrantes sin esperanza y mendigos asustados,
las clásicas instituciones (escuela, iglesia y familia) han perdido su papel socializador cediendo su puesto a la
calle, el bar y los amigos...

2. El joven ante la sociedad.

La realidad compleja y plural que está condicionando toda nuestra reflexión se expresa mejor con el término los
jóvenes que con el ya caído en desuso juventud. Los 15 millones de jóvenes entre los 15 y los 29 años no son un bloque
homogéneo y compacto, su presentación como tal no deja de ser una reducción simplista con un fin preciso: la
manipulación de la realidad juvenil,

 ya sea en su variante mitologizadora:11 la juventud como estado mítico e idílico al que hay que aspirar de continuo si
se quiere “estar en la onda”.
 ya sea en su variante despersonalizadora: el joven anónimo, sin identidad, atrapado por múltiples slogans a los que
se aferra en busca de su personalidad.

Que no son un bloque compacto ni en vestuario, ni en ideología, ni en conducta social nos lo dice una simple
mirada al patio de cualquier instituto. Dedícate, si quieres, a analizar un recreo de nuestro colegio; seguro que lograrás
identificar distintos tipos de jóvenes, ya sea por su ropa, por sus ideas, por sus actos...
Los análisis sobre el fenómeno juventud se han puesto de moda y cada estudioso, cada informe, hace su
clasificación e intenta poner de moda su terminología. Vamos a detenernos someramente en dos de ellos y al final nos
11
La juventud como grupo social empezó a contar en la historia desde hace bien poco. Por otra parte, en menos tiempo aún, estamos
asistiendo perplejos a la mitificación de “lo juvenil”, o lo que es lo mismo, a la sorprendente “elevación a nivel simbólico de esa fase del
crecimiento” (A. TORNOS, La juventud ante el mito y la especulación” en Revista “De Juventud” 7 (1982) 176). Detrás de este llamativo
progreso están los profundos cambios de nuestra cultura occidental que es capaz, por eso alardea de ser plural, de criticar a los jóvenes y a
la par valorar “lo joven”, o sea, lo que representan: el tono vital que supervalora lo individual, protege y conserva lo que tiene, gasta deprisa
y desprecia lo pasado. “Lo joven” es el “megavalor” de nuestra cultura. Como todos quieren ser jóvenes, o al menos aparentarlo, van
conduciendo a ese grupo social a un lugar de privilegio que nunca antes ocupó; pero el más ligero análisis del fenómeno descubre la
trampa: el reconocimiento que les conceden no pasa de lo puramente estético. Ellos, aunque han luchado para que se les tenga en cuenta,
no están en los espacios donde se toman las decisiones importantes, sólo aparecen en la epidermis bajo la forma de “este producto”, “este
consejo de administración”, “este o aquel político”... “parece joven”.
aventuraremos a proponer unas tendencias generales comunes de los jóvenes españoles.

A. CLASIFICACIÓN DE LA FUNDACIÓN SM
El informe sobre los Jóvenes españoles 1994 de la fundación Santa María divide a los jóvenes en estos 6 tipos:

o Radical (2,17%). Se definen por su alta aceptación de la violencia (incluido el terrorismo) y el odio visceral a los
agentes represores del Estado: Policía, Ejército y Prensa. La vida humana no es un valor para ellos (aceptación del
aborto, la eutanasia, la pena de muerte, el consumo de cualquier tipo de droga...). Son extremistas y violentos en
política, generalmente de izquierdas, y se declaran profundamente racistas. No creen en las instituciones pero reclaman
de ellas su propio bienestar.
o Pasota (10%). Enormemente liberales a la hora de justificar comportamientos que les benefician. Desconfían de las
instituciones y nunca colaboran con ellas. La mayoría son estudiantes de los que nunca pasan de curso y no se definen
precisamente por su nivel de competitividad y esfuerzo. A la familia la toleran porque no tienen otro lugar mejor, pero
la conciben como un hotel con cajero automático. Sólo piensan en sí mismos y en su desenfrenada sed de diversión.
o Conservador-liberal (14%). Es un nuevo modelo que emerge con fuerza: liberal en lo privado (sobre todo en
comportamientos sexuales) y conservador en lo público, aunque deberíamos decir indiferente por su falta de crítica.
Bien preparado, es culto y competitivo, busca su sitio en la sociedad y no impide que otro lo comporta, si bien no hace
nada por ayudarle. Son los herederos del señorío familiar en decadencia, gozan de cierto poder adquisitivo y aparecen
como frívolos y desenfadados.
o Reaccionario (15%). Reacio a cambios sociales, intolerante hacia los inmigrantes, refugiados y marginados. Sus
ingresos económicos están por debajo de la media, pese a su alto grado de competitividad y esfuerzo. Aceptan las
instituciones, salvo los sindicatos y las organizaciones benéficas. Moralmente tradicionales y colocados en la derecha
política , defienden la familia y se consideran católicos, aunque no o poco practicantes.
o Postmoderno (24,5%). De elevado nivel de estudios, se definen por el talante de izquierdas, la desconfianza ante lo
institucional-religioso y la fuerte militancia ante los problemas sociales (ecologismo, pacifismo, derechos humanos...).
Son liberales en lo moral y críticos ante lo social, desconfían del Ejército y de toda institución despersonalizadora y
opresora. De todas maneras, ceden terreno ante el joven conservador-liberal y sobre todo ante el integrado.
o Integrado (34,5%). Políticamente en el centro, apuestan por la familia, la religión, el altruismo (ejercen de
voluntarios), la solidaridad y la responsabilidad. Son reacios a aceptar comportamientos que atenten contra estos
valores. Pese a lo que se pueda pensar, no son niños bien con conciencia social: su nivel de ingresos es bajo, aunque no
así su nivel de estudios. Aceptan de buen grado las instituciones, sobre todo la iglesia, y no pretenden romper el orden
establecido por los adultos.

B. CLASIFICACIÓN DE CÁRITAS
La clasificación de Cáritas sobre la misma realidad juvenil no es menos plural; atendiendo a los estilos de vida de
los jóvenes españoles, los 6 tipos del informe Santa María se han ampliado hasta los 8 tipos siguientes:

o Jóvenes simbolistas (10%). Partidarios de los negocios, les atraen los empresarios como modelos de conducta.
Apuestan más por el ser alguien en la vida que por el tener cosas. Son partidarios de la libertad individual, y se rebelan
contra todo lo que huele a disciplina y orden; por supuesto, no aceptan las normas jerárquicas y desconfían de las
instituciones. Les domina un deseo de riesgo y aventura, aunque puede que más por el componente de estética que eso
conlleva. Se definen más o menos ácratas y libertarios, escépticos ante lo científico y tecnológico, liberados
sexualmente y tremendamente idólatras de su cuerpo y de su personalidad. Se les localiza especialmente en la clase
media y en la población urbana, con un nivel cultural alto, tanto mujeres como varones, con tendencia a la izquierda
política.
o Jóvenes cooperadores (10%). Partidarios de la igualdad de oportunidades para todos y en todos los campos. Dan más
importancia al ser que al tener, y se les ve deseosos de desarrollar su propia personalidad. Tremendamente preocupados
por su futuro, confían en el trabajo para lograr la integración social y la estabilidad personal. Se caracterizan por el
sentido del interés general y por el valor de la solidaridad, por su disponibilidad para la cooperación, por su eficacia
disciplinada y por su valía ante el trabajo en equipo. Se localizan en la clase media y media-alta, habitan en núcleos
urbanos, preferentemente grandes; con un nivel educativo alto y con mayoría femenina.
o Jóvenes libredisfrutadores (11%). Partidarios de buscar y de obtener placer aquí y ahora, con un “yo” fuerte y
egoísta. Les importa lo cotidiano, se instalan en lo efímero, y chocan con las normas y las jerarquías sociales, y en
general, con todo lo que limite sus objetivos de pasarlo lo mejor posible sin ser molestados por nadie ni por nada. Son
inconformistas, pero sin idealismos, y partidarios de la libertad sexual. Se localizan entre las clases trabajadoras y entre
los habitantes de pequeños núcleos urbanos; hijos de padres obreros, se definen indiferentes religiosamente y con
posiciones de izquierda política.
o Jóvenes utilitaristas (12%). Partidarios del individualismo y del pragmatismo funcional, les importa lo útil y se
relacionan con las personas y las cosas por las funciones que pueden hacer y los beneficios que pueden obtener.
Enfatizan el provecho personal, con una buena dosis de hedonismo. Son funcionalistas y antiestetizantes, sin sentido
del riesgo y de la aventura; sin embargo, están motivados para obtener cosas y creen en el mundo tecnológico. Se
localizan en la clase media y baja de carácter urbano, hijos de padre obreros. Tienen un nivel educativo no elevado,
aunque su situación económica es ascendente.
o Jóvenes pasivos (12%). Partidarios de la acomodación y del no-compromiso, son reacios a la lucha y a crearse
vinculaciones que puedan alterar su estabilidad o su apatía. No poseen motivaciones de logro ni están dispuestos a
aplazarse gratificaciones. Se acomodan fácilmente a la situación y son tan poco dados al mundo de las ideas que no se
caracterizan precisamente por su utopía. Tampoco destacan por sus sentimientos cooperativos ni por sus prácticas
solidarias, y sí por su enorme insensibilidad ante los demás. Su personalidad les lleva a buscar lo superficial y lo más
inmediato. Se localizan en la clase baja urbana de escasos ingresos familiares y recursos poco abundantes; su nivel
educativo es bajo.
o Jóvenes conformados (12%). Partidarios de las normas y de la autoridad, están bien adaptados al medio social; son
dóciles y disciplinados, respetuosos de la tradición. Buscan la comodidad de lo ya conocido, por eso son poco
imaginativos y encuentran en el trabajo el camino de su integración social. Acatan el orden y gustan de la estabilidad
social. Están localizados en ciudades pequeñas, en la clase media, con estudios universitarios y de posición política de
derechas, con mayoría femenina y prácticas católicas.
o Jóvenes segregacionistas (14%). Partidarios de las élites sociales, valoran lo jerárquico y estiman el dinero como
medida de las cosas, personas y camino del éxito. Desean poseer cosas y no son partidarios de la igualdad de derechos a
ningún nivel. Recurrirían a la violencia para mantener su status y su orden social y desarrollan un pragmatismo egoísta
que les hace declararse antiliberales en todos los sentidos posibles. Desarrollan reacciones defensivas que les llevan a
ser “ultras”. Están localizados en la clase media urbana, preferentemente media-baja, de extrema derecha en política,
hijos de padres obreros con frustraciones profesionales y bajos ingresos familiares; también son hijos de campesinos en
contextos rurales poco desarrollados, pero en contacto con la sociedad de consumo. Predomina la población masculina.
o Jóvenes logromotivados (17%). Partidarios del éxito como camino de la máxima integración social, se inclinan más a
trabajar y estudiar que a disfrutar de la vida. Buscan conseguir objetivos concretos y tangibles, por eso valoran que
haya leyes y normas en el juego social y que éstas sean respetadas: la anarquía les alejaría de sus objetivos. Son capaces
de grandes sacrificios para labrar un porvenir estable, y aunque son reformistas dentro de un cierto progreso social, sin
embargo no son nada utópicos. Buscan afirmarse individualmente, pero dentro del sistema. Están localizados
mayormente entre la población urbana, de clase media, ingresos altos y alto nivel educativo. Las siglas JASP (Jóvenes,
Aunque Sobradamente Preparados) puestas de moda por los MCS les definen a la perfección.

C. TENDENCIAS GENERALES COMÚNES


A pesar de esta pluralidad podemos establecer una serie de tendencias generales comunes a la población juvenil
española:

EL PRESENTISMO
Ante el cambio económico el joven se siente desorientado y frustrado. Sólo importa el presente, el futuro ha dejado
de ser un objeto de deseo o un lugar de promesa para convertirse en una especia de amenaza que suscita incertidumbre,
preocupación y miedo. El deseo de futuro ya no es sinónimo de esperanza, de algo nuevo que cambiará la realidad; por lo
tanto el presente pierde su significado de “etapa”, de “camino” hacia ese futuro.

El sueño y la utopía pierden fuerza ante el pragmatismo, es lo que se ha venido a llamar el enfriamiento de la
utopía. La incertidumbre de no saber lo que será de ellos el día de mañana es el santo y seña de toda una generación. El
paro y la inestabilidad en el empleo condicionan la aparición de un práctico carpe diem: “lo que hay es lo que hay y no hay
que esperar nada más”; el trabajo es una esclavitud que hay que soportar y el fin de semana representa la nueva liberación
del hombre. El mañana no existe, sólo importa el ahora. La diversión se convierte en la única válvula de escape del joven
atrapado en el presente (los jóvenes gastan su dinero principalmente en diversiones -28%- y en ropa -13%-, mientras sólo el
1% dice ahorrar para el futuro).

El presentismo en el universo juvenil se condensa simbólicamente en la noche12, tiempo que se percibe como algo
más que una realidad, como una superestructura que condiciona y modela a los distintos sectores juveniles. En ella se
suspende el tiempo, se experimenta la liberación y el dominio sobre un tiempo vivido como amenaza. Las obligaciones y
rutinas del día desaparecen y aparece la noche como el espacio donde nuevos sucesos pueden ocurrir, donde el joven puede
expresar matices impensables de su propia personalidad.

La noche se percibe como tiempo festivo, desconectado del quehacer cotidiano, donde la dimensión del placer
impone su dominio: la música escuchada a todo volumen y acompañada de juegos de luces va calando en los cuerpos que se
mueven uno junto al otro, permitiendo un lenguaje sexual desconocido y enigmático: roce de los cuerpos, maquillajes
especiales, gestos provocativos...
12
VÍDEO: TRIBUS URBANAS “La noche del sábado...”
La noche es así el tiempo por excelencia de la transgresión, pues se vive al margen del control social. No resulta
indiferente que la noche empiece precisamente cuando los adultos se acuestan, y que los jóvenes regresen a casa cuando sus
padres están a punto de levantarse. A lo largo de la noche los jóvenes se sienten fuera del control familiar, sumergidos en su
propio reino de libertad. Descubre así el joven nuevas facetas de su personalidad. El fenómeno de la movida nocturna,
poblada de adolescentes, viene a ser comparado con un rito de iniciación en la que el joven se perciba a sí mismo como
adulto, pudiendo decidir por sí mismo.

Pero la transgresión también es entendida de manera violenta, y la noche se convierte en el tiempo por excelencia
de la ruptura de las normas sociales: el gamberrismo que destroza la propiedad privada y colectiva, el uso y abuso del
alcohol y las drogas que aliena y evade de la realidad, determinados comportamientos sexuales que van más allá de la ética
admitida...

BÚSQUEDA DE LA PROPIA IDENTIDAD


Ante el cambio social y su inevitable condena al anonimato del hombre actual, el joven siente la necesidad de
reivindicar con urgencia su propia identidad. Frente al deseo ardiente de liberación que caracterizó a la juventud de hace
unas décadas (libertad sexual, libertad política, libertad social...), la actual problemática juvenil se centra en lograr una
identidad consolidada, profunda y acorde con la propia personalidad. En esta tarea, es preocupante la ausencia de marcos de
referencia, no existen marcos que ayuden al joven a formarse su propia personalidad: la labor de los antiguos agentes
socializadores13 (Escuela, Iglesia y familia) se ha visto anulada por la aparición de marcos vagos: la calle, los amigos y el
bar.

Aunque la generación X (incógnita)14 se pone de moda, el joven sigue insistiendo en encontrar su propio hueco y su
propia identidad. No cabe duda, la sociedad les proporciona determinados factores que favorecen su crucial descubrimiento
de identidad:
 un ambiente de Libertad en donde el uso y disfrute de las libertades particulares está garantizado;
 una valoración de la espontaneidad como cualidad personal;
 un respeto por la privacidad;
 un amplio abanico de opciones ante las que situarse;
 el uso de los MCS para la formación de la identidad...

Pero a la par, la sociedad también tiene resortes que obstaculizan el desarrollo de su identidad: la complejidad
cultural y el pluralismo de ofertas pueden vivirse como desorientación, incertidumbre y amenaza; los tradicionales agentes
socializadores se ha difuminado; los MCS ejercen su presión y embrutecen más que socializan; los valores son
tremendamente ambiguos y no hay nada seguro; el consumismo manifiesta su poder despersonalizante... Así, es algo normal
en la identidad juvenil fenómenos como:

 Personalidad descompensada: exceso de algunos rasgos de personalidad y carencia de algunos otros,


 Personalidad vulnerable: excesiva importancia de lo emocional, único tamiz de lo real,
 Personalidad temerosa: camuflar bajo actitudes arrogantes y seguras una gran inseguridad y miedo ante la
realidad; pobre autoimagen y escasa autoestima,
 Personalidad superficial: no integración de experiencias, deficiente capacidad de reflexión, escasa lectura de la
realidad, el análisis brilla por su ausencia...
13
Explicar bien la socialización
14
El termino “Generación X” fue acuñado por Douglas Coupland, intencionadamente cargado de ambigüedad, para dar con un
denominador común que catalogara al inexistente talante existencial juvenil de nuestro tiempo. La “X” de Coupland es una incógnita tras las
que se refugió una generación que ante los cambios tan acelerados de nuestro tiempo adoptaron una particular pericia en las técnicas de
camuflaje social e hicieron de la falta de ambición y del autoostracismo una arma de doble filo. Pues bien, esa X se ha venido despejando
desde la entrada en los 90 y la última (no podemos dar cuenta de todas) es la que aporta el antropólogo inglés Ted Polhemus: surf-style. Es
la generación con “estilo” (a la moda) surf. “Las nuevas generaciones de antaño (rockers, hippis, punkis...) hacían olas, mientras que la
ultimísima generación X se limita a cabalgar por las olas. En todas aquellas maneras había una lógica, un ordenado desorden un coherente
modelo alternativo, un proyecto más o menos utópico sin grandes contradicciones; y mucha congruencia interna en los valores, los gustos,
las modas, los tics, los mitos, los consumos, las prendas, los títulos de culto... Adiós a todo aquello. El surf-style de la nueva generación X
cabalga sobre el viejo principio de No Contradicción porque lo único importante ahora mismo es deslizarse sobre la cresta de las cosas... La
idea del pupurrí, la mescolanza o el caos no es nueva, pero la metáfora juvenil es acertada. Porque el verbo dominante de la nueva
generación es surfear. A fin de cuentas, es el único deporte que las generaciones anteriores les proponemos para que el consumo no
decaiga y así los hemos educado...” A fin de cuentas, los jóvenes tienen pocas alternativas ante el bombardeo al que los sometemos:
Zapping, vídeo clip, navegación por Internet, serpenteo de los video-juegos, el arte de patinar por las aceras comerciales, los múltiplex, la
travesía de las discotecas mix, la náutica multimedia, la estética de las pasarelas o esa machacona publicidad para deslizarse por los
productos de marca. “Hoy por hoy, la única alternativa al surfing es el cocooning. Es decir, la inmersión, el repliegue submarino, la
sumersión en las aguas profundas del siglo pasado, todo aquel abismo anterior a las olas.” (Cf., Juan Cueto Sección semanal de “El
Espectador” (El país, 18-4-1999) ANEXO PARA TRABAJAR: MISIÓN JOVEN, nº 270-271, 34
 Personalidad acomodaticia: la revolución no existe y arriesgas demasiado, lo mejor es adaptarse y buscar un
hueco, tragando lo que sea

Especial importancia merece lo que en el campo de la personalidad difusa se ha venido a llamar el fenómeno de las
“pertenencias múltiples”. Es decir, los jóvenes pertenecen, a la misma vez y al mismo tiempo, a distintos grupos de
referencia, de los cuales reciben mensajes, indicaciones, normas de conducta... Están envueltos en un pluralismo de
mensajes encaminados a formarles su personalidad, y ante la pluralidad, el “depende” 15 se convierte en la piedra angular del
discernimiento: no hay nada absoluto, todo puede valer según lo que a cada uno le pueda apetecer. Los valores se relativizan
y la subjetividad es entronizada.

Las pertenencias múltiples hacen que el joven considere su vida como una biografía abierta: jamás se definirá,
jamás se identificará fuertemente con nada de una vez para siempre. En buena medida porque se quieren dejar abiertos
espacios de libertad para resituarse en un futuro según las conveniencias, y en parte porque todo tiene la misma validez. La
visión de la vida como biografía abierta conlleva un inevitable relativismo ético-moral: no hay normas, no hay códigos de
conducta, no hay más leyes que las que dicta la propia, y tan variable, conveniencia.

La televisión viene a ser el símbolo de esta identidad difusa de los jóvenes de hoy; ella viene a significar el
ambiente en el que la casi totalidad de ellos ha sido educado:

 Representa un sin fin de narraciones que envuelven al joven y le evaden de su realidad, transportándole a
mundos mágicos de validez efímera, pero gratificante: al menos, durante el tiempo de la televisión, uno se
puede evadir hacia esos mundos, olvidándose de la realidad.
 Representa el placer puesto a la mano, todo un mundo de sensaciones al alcance de cualquiera con sólo oprimir
un botón. Pero un placer provisional, fugaz, transitorio. El zapping televisivo es antesala del zapping
existencial: cambiar rápido ante la más leve dificultad, pasar de un mundo a otro, de una idea a otra, de un valor
a otro, con la misma facilidad con que se aprieta un botón. No hay nada duradero, nada destaca sobre nada, todo
tiene la misma validez.
 Representa la apatía del joven en su búsqueda de identidad; la imagen de los jóvenes tirados frente al televisor
viendo pasar los programas es altamente significativa: es el letargo existencial de los que sólo buscan matar el
tiempo.

NECESIDAD DE COMUNICACIÓN
Al hilo de las reflexiones sobre la identidad, hay que afirmar que el joven construye su propia personalidad a
golpes de experiencias, cuanto más fuertes y significativas mejor. Por lo tanto, la clave para comprender o tratar con los
jóvenes, la llave de acceso para comprender su personalidad no son las ideas, sino las experiencias. Las experiencias
significativas modelan la identidad del joven, y aunque debemos reconocer que no todas las experiencias dejan su huella en
el joven (positiva o negativa) o modelan su personalidad, sí hay que afirmar que la mitad de ellos han tenido experiencias
que han determinado su identidad.

El área de las relaciones humanas interpersonales se muestra como aquella en que se dan más frecuentemente esas
experiencias para los jóvenes. La búsqueda del otro parece la necesidad más sentida por los jóvenes españoles, y aunque
destaca el fenómeno del conocido en vez del amigo, el intercambio persona a persona parece constituir hoy el medio
experiencial significativo más fuerte.

La experiencia de encuentro del otro más destacada es la del enamoramiento, y aunque no podemos establecer qué
hay que entender por ese encuentro de enamoramiento (si charlas amistosas, si emociones compartidas, si intercambio de
ideas y experiencias...), sí podemos decir que deben ser lo suficientemente ricas y significativas para causar un impacto
transformante en la vida de los jóvenes.

Aunque la ciudad condene al joven al anonimato, reduciendo sus espacios de socialización y relación, y aunque la
educación hoy no potencie la personalización y el encuentro del otro debido a su masificación, el joven busca
desesperadamente señas de identidad. Ante la agresividad del mundo adulto, el joven busca su personal identidad en la
cultura de la imagen. En este sentido se puede leer la proliferación de tribus urbanas: a los tradicionales Heavys, Rockers,
Punks, Mods..., hay que sumar ahora los Góticos, los Cibernéticos, los ciberpunks, los Skins, los Red Skins... entre otros, o
los grupos ultra vinculados con los clubs deportivos. Ofrecen un lenguaje particular, unos ritos de iniciación, un círculo con
el que poder enfrentarse a todo, toda una simbología que ofrece al joven la seguridad perdida y la identidad añorada.

15
Analizar la canción de Jarabe de Palo “Depende”
La música puede ser el símbolo de este deseo de comunicación, de esta necesidad del otro. Se constituye así la
música en el centro de todo un universo que abarca cuatro áreas fundamentales: la propia expresión, la afirmación de la
propia identidad, la socialización y la contestación.

 Como campo de expresión, ante la caída del lenguaje verbal (llama la atención la pobreza del lenguaje de los
jóvenes y su escaso vocabulario), el lenguaje musical, compuesto de ritmos y modulaciones fáciles de captar,
toma el relevo. Además, la música es generadora de espacios de movimiento, donde sin necesidad de palabras,
se participa del calor corporal de los otros, así como del gesto y del grito común (fenómeno masivo de los
conciertos o de las macrodiscotecas).
 Como campo de socialización, hay que reconocer que la música, ampliada en el baile, significa para muchos
jóvenes un camino para descubrir y sentir la diferenciación sexual chico-chica, así como el primer momento de
futuros encuentros que rompan la soledad.
 Como campo de afirmación de la propia identidad, la música juega un factor determinante: los distintos
tipos de música y ritmos aglutinan los distintos tipos de jóvenes, así como las distintas generaciones.
 Como campo de contestación, y sin olvidar el fenómeno de la canción protesta que caracterizó a toda una
generación de jóvenes, la música es, en general, el instrumento con el que los distintos grupos y generaciones
marcan sus diferencias culturales, éticas, sociales...

EL CONSUMISMO
Los cambios culturales han generado un feroz apetito de consumir. La sociedad se encarga de crear las necesidades
y oferta los productos que la sacian. Todo está al alcance de la mano y consumir no es una posibilidad, es un derecho. El
mundo juvenil se ha revelado como el mejor consumidor, el mejor mercado para la oferta del adulto. Aunque el poder
económico del sector juvenil, en relación a su nivel de ingresos, es bajo, asombra su alto poder adquisitivo, indudablemente
fruto del dinero plástico de la familia (co-titularidad de las tarjetas de crédito paternas) o de su asignación semanal.

Todo se consume: cultura, ropa, música, sexo... La avidez y la fruición son los compañeros de viaje inevitable de
este deseo de consumo. Todo se quiere comprar, todo se puede adquirir y todo se desea tener ¡ahora!. No se concibe el
aplazar los deseos consumistas, y el joven se convierte en el tirano de la familia, un tirano gobernado por la ansiedad de las
marcas. La marca, ya de ropa, de zapatillas, o de cualquier cosa etiquetable, se ha convertido en señal de status social y en
seña de identidad. Los nuevos uniformes de los jóvenes causan asombro, cuando no risa, entre aquellos que lucharon contra
la opresión de un uniforme que les relegaba al anonimato.

Hoy todo se consume, fundamentalmente experiencias fuertes. La historia urbana narrada en la película Historias
de Kronen es altamente significativa: un grupo de jóvenes se reúnen en un bar para, tras meterse en el cuerpo un cóctel de
alcohol y drogas, lanzarse a las calles de Madrid en busca de experiencias límite que le den cierto sentido a su vida, muchas
veces jugando con la muerte. No hay experiencia que el joven no quiera consumir; otro problema es saber integrarla.

La estética se convierte en el símbolo de este joven consumista. El personaje de referencia ya no es Prometeo


(símbolo del progreso técnico, del triunfo de la razón, de la lucha contra los dioses), sino Narciso, aquel que vuelve la
mirada sobre sí mismo para contemplar el reducido horizonte de su propio ombligo:

 La estética destaca en primer lugar el culto al cuerpo. El cuerpo ya no es la cárcel del alma, algo que hay que
castigar para que el espíritu pueda liberarse poco a poco, algo que hay que domar porque por sí solo nos puede
poner en situaciones de perdición. Ahora el cuerpo es nuestra más preciada posesión, nuestra moneda para
negociar en la sociedad, para ser aceptados por ella, para considerarnos y ser considerados jóvenes de éxito.
 El cuerpo es objeto de cuidados sin límite: fanáticas campañas anti-tabaco, entusiasmo por la higiene corporal
(cadenas como Body Shop reparten más beneficios que los grandes almacenes), dietas selectas y equilibradas
saturadas de productos naturales, proliferación de centros de adelgazamiento, vuelve la moda del jogginng, del
footing, los gimnasios se repueblan y videos de aerobic están disponibles en cualquier comercio. La línea
esbelta de los cuerpos danone con la que la televisión bombardea la retina de los jóvenes llega a crear toda una
mentalidad: lo bello es sinónimo de lo bueno, y quien no está dentro de esos cánones, es un marginado social.
Por eso no es de extrañar que hoy, más que nunca, la anorexia sea uno de los principales problemas del
adolescente.
 El culto al cuerpo se ramifica en un marcado hedonismo: la consecución de placer es el único objetivo de los
movimientos del joven. Se vive por y para el placer, dándole la espalda al dolor. En este sentido, no deja de ser
sintomático que el joven no sepa cómo encajar las situaciones dolorosas que le salen al encuentro, y que ante la
prolongación de una experiencia desagradable la única respuesta sea la de sentarse a esperar que pase.
EL INDIVIDUALISMO
Frente al cambio político, el joven tiene una especial visión de la política profesional: ante el triste panorama de
políticos, enzarzados en continuas descalificaciones personales y preocupados únicamente por sus privilegios en vez de
buscar soluciones a los problemas comunes; ante la decepción en lo institucional, incapaz de resolver los problemas reales
(paro, vivienda, seguridad ciudadana...) y ante el fracaso de las grandes discursos, se entiende el abandono de los campos
públicos y el refugio en lo privado. Los sueños revolucionarios del 70 han caído bajo la losa del individualismo pragmático.
Aquellos deseos de cambiar toda una sociedad, los slogans que marcaron toda una generación y condicionaron toda una
mentalidad, hay son historia que de vez en cuando se desentierra por los dictados de intereses comerciales.

El mundo es asumido como conflicto y no hay soluciones comunes, cada uno ha de buscar su propia salida. Nada
hay colectivo o público; alejados de la política institucional en la que no creen, abrumados por el doloroso problema del
paro al que no ven una salida, idealizados por la misma sociedad que les niega una mínima posibilidad de ser, los jóvenes se
abandonan a su pragmatismo particular, reduciendo todo el universo a lo privado: la libertad es mi libertad, la moral es mi
moral... y todo lo demás no cuenta.

El yo subjetivo se ha convertido en la medida de la realidad: el yo es la medida de todas las cosas y el sentimiento


dominante en cada momento es lo único seguro, imponiendo su razón ante todo otro criterio. Con sorpresa, estamos
asistiendo a la recuperación del superhombre nietzschiano.

La alta valoración del Yo, el agresivo individualismo y el repliegue del joven a campos privados son las
consecuencias del desencanto ante lo público. No resulta chocante; ante los tiempos de crisis, se busca la seguridad de los
espacios conocidos, gratificantes y cercanos. Así, la larga permanencia de los hijos en el hogar, la alta valoración del clima
familiar y la afirmación de muchos jóvenes de estar bien en casa con los padres, no es algo casual. Pero debajo de esta
descripción encontramos algunos inquietantes factores:
 pese a la permanencia de los jóvenes en el hogar paterno, un significativo porcentaje (11%) si pudiera, viviría
con otras personas o por su propia cuenta. Se está en el hogar paterno, sobre todo, porque no hay una
independencia económica (problema del trabajo y la vivienda), porque sale barato y nadie exige
responsabilidades.
 Las negociaciones familiares: ante la imposibilidad física de abandono del hogar paterno, se negocian
situaciones afectivas, económicas, laborales... con los padres. Los jóvenes imponen la tiranía en el hogar: han
aprendido bien sus derechos y los exigen con fuerza ante unos padres que han abdicado de su función
educadora y se limitan a ejercer de agentes de seguros ante las posibles “desgracias” de sus hijos.
 Giro en el diálogo familiar: en aras de la paz doméstica, se evita el planteamiento de ciertos temas ante los
jóvenes (horarios, amistades, estudios, trabajo...), y se habla exclusivamente de lo que no puede levantar
ampollas. De todas maneras, y a título indicativo, sepamos que los tres temas de discusión favorita padres-hijos
giran sobre la hora nocturna de llegada a casa, la realización de algunas tareas domésticas y la hora de
levantarse por la mañana. Los grandes temas generacionales brillan por su ausencia.

Pero más que el nuevo modelo familiar que está surgiendo en nuestra sociedad, el individualismo de los jóvenes
tiene un símbolo por excelencia: la moto (o el coche). La moto (o el coche) reviste de significativas connotaciones el fuerte
individualismo juvenil:

 Velocidad (potencia, fuerza, poder...): Parece que la moto ha resucitado aquel famoso adagio punki de “vive
deprisa, muere joven, y tendrás un cadáver bonito”. Con un simple movimiento de la mano en el manillar del
vehículo se alcanzan inimaginables velocidades, el mundo desaparece bajo las ruedas y la sensación de poder e
indestructibilidad aumentan. En una moto no se necesita a nadie, se viaja solo, se corre solo hacia ningún
destino.
 Placer: podemos hablar de tres niveles de placer, aquel que se desprende de la velocidad alcanzada y del
vértigo que ella produce (la velocidad es poder y el poder se convierte en placer); aquel basado en los reclamos
de la publicidad, normalmente relacionados con estímulos sexuales: conducir tal o cual marca viene a ser
comparado con la realización del acto sexual con la atractiva modelo sentada en el vehículo. Y el que está en el
subconsciente colectivo de la juventud: los asientos de tal moto (o coche) son el espacio idóneo para la
“intimidad” con la pareja.
 Indefinición: desplazamientos rápidos de un lugar a otro, sin asentarse nunca en ningún sitio, siempre en ruta.
Es el triunfo de lo efímero, de lo superficial, de la continua marcha hacia ningún lugar. Detrás de estos
continuos cambios de lugar está la sensación de inseguridad del joven (no hay refugio seguro, todo puede
afectar) y su deseo de estar en todas partes: no estar sujeto ni a tiempos ni a lugares.
 Éxito: la posesión de una potente moto o un buen coche es un indicador del nivel social adquirido; el vehículo
se convierte así en signo de apariencia social, de triunfo, de poder y de influencia en el status establecido,
atrayendo sobre el dueño miradas de envidia y de admiración.

3. La esperanza del futuro

“La tarea de definir la identidad de los jóvenes en una sociedad tan en cambio como la nuestra es algo
extremadamente difícil. No se trata sólo de constatar la fragmentación del universo juvenil, sino también del dinamismo de
una sociedad compleja, en la cual muchas veces es necesario asumir más de una identidad y desempeñar al mismo tiempo
distintos papeles” (Juventud y cambio social, Cuadernos MJ de Pastoral Juvenil, pag 25).

Muchas veces se ha oído que los jóvenes son la esperanza del futuro, la conciencia crítica de la sociedad, los
catalizadores del cambio, la promesa de un mañana más justo y solidario... Muchas frases como ésta las leemos todos los
días en la prensa o en las vallas publicitarias. Todas parten del presupuesto que la juventud, en cuanto tal, como potencial
biológico-psicológico intacto, puede jugar dentro de la sociedad un papel y una función creativa, innovativa, alternativa.

“Pero este papel alternativo de los jóvenes en la sociedad constituye más que ninguna otra cosa, una esperanza que
hay que verificar. Si dentro de la problemática fragmentación del mundo juvenil prevalece una cultura racional capaz de
dialogar con la fe y se crean espacios de crecimiento y de participación para los jóvenes, podrá expresarse dicho potencial.
De lo contrario, en un tiempo muy breve, la fragmentación será un espejo de la disgregación presente en la sociedad. El giro
que puede provocar el “cambio” tendrá como protagonistas a los jóvenes sólo en el caso de una mejoría real del marco
estructural de la sociedad y de la concienciación de los mismos jóvenes” (Cuadernos MJ ya citado, página 26).

En este sentido, el análisis que acabamos de realizar sería todo un fracaso si queda en el lector la sensación de
desastre. No está hecho para cruzar los brazos y lamentarse, sino para diseñar una acción social eficaz. Más aún, no puede
dársele más valor del que tiene; los esfuerzos han ido dirigidos a retratar lo más visible de los rasgos generales de los
jóvenes de hoy. Ni están todos los que son, ni son todos los que están 16, simplemente han salido en la foto, como casi
siempre, los que más llaman la atención, o como diría el grupo Mecano "la cara vista" que es una "boca de Signal", o sea, la
cara sonriente de un anuncio televisivo.

Además, en todo análisis siempre hay un riesgo de "amoldamiento" (el tan famoso efecto Pigmalión17) e
interpretación. Puede pasarnos como cuentan de Picaso que, tras retratar a una bella mujer y protestar ella de que se veía en
el cuadro deformada, fea y vieja, salió del envite diciendo: "no se preocupe que el paso de los años se encargará de que se
parezca usted al cuadro". Esto ocurre cuando se insiste demasiado en los rasgos negativos o se critica a los jóvenes desde
los cuadros de referencia aprendidos de la modernidad; en tal caso se estaría realizando una foto, si sirve la comparación,
con una cámara oscura y en blanco y negro.

Esta sospecha no es infundada. Puede que no estén hechos para los jóvenes los grandes retos y las utopías fuertes,
que sean leves en su pensamiento y flojos en su responsabilidad, que estén más despiertos para la estética que para la ética,
que sean hedonistas y que sólo estén abiertos a lo que "mole" o de gustillo; pero esa es su realidad más externa, es a color y
hay que contar con ella, porque pueden, en el fondo, estar reivindicando sin saberlo que quieren ser jóvenes de otra manera,
que no saben cómo, pero que desde luego no quieren parecerse a los modelos que se les ofrece.

16
En la encuesta de la Fundación Santamaría "Jóvenes españoles 94", (Ediciones SM. Madrid 1994) se recogen otro tipo de aportaciones
más generales, sobre todo en la tipología de Javier Elzo (págs 220-228) donde los jóvenes son clasificados así: Sin sentido, pasotas (10%);
integrados (34,5%); postmodernos (24,5%); reaccionarios (15%); radicales (2,17%); conservadores liberales (14%).
17
El mito clásico de Pigmalión, símbolo de la belleza y austeridad premiadas, es conocido especialmente en la versión de Ovidio en “Las
Metamorfosis”. El escultor chipriona Pigmalión había observado tantos defectos en las mujeres que decidió permanecer soltero. Modeló una
escultura de Galatea en marfil con tal habilidad y tan hermosa que ninguna mujer de carne y hueso podía comparársele. Admirado de su
propia obra, pidió a los dioses una mujer que fuera como “su virgen de marfil”. Afrodita, la diosa del amor, se compadeció de Pigmalión,
enfermo de amor, y despertó a la vida a su Galatea. Cuando este volvió a su casa, fue a ver a su estatua y le dio un beso en la boca. La
estatua, antes fía, ahora tenía calor, latía... Pigmalión pudo así casarse con ella. Pigmalión tenía una imagen clara de la mujer ideal y había
creado esa estatua según es imagen. En sentido figurado se denomina “efecto Pigmalión” cuando un maestro se hace una imagen clara de
su alumno y lo forma según esa imagen. La transmisión de esa imagen al interesado se hace “sin palabras”, mediante la comunicación no
verbal. Por eso el “efecto Pigmalión” se puede referir a otros ámbitos distintos de la enseñanza, y vale también para los animales. Todo esto
implica que la imagen que se tiene de los demás se les transmite a ellos aunque no se articule en palabras. En resumen y traducido a la
práctica, podríamos concretar así el “efecto Pigmalión”: “La fuerza de las expectativas que tenemos de las otras personas es tan grande
que sólo por ella se puede influir en su actitud. A eso se llama un profecía o predicción que se cumple: lo que esperamos de una persona
decide a veces su desarrollo ideal”
También es verdad que en nuestros análisis no contamos con los que intentan otras cosas; el alegato en nuestra defensa
es que son minoría, pero hay jóvenes preñados de esperanza, en sus huesos no hay esclerosis, están creciendo y en su corazón,
abierto al mundo, están dispuestos a trabajar por él. Con sus ganas de asociarse y entregarse en mil adelantan la utopía con la que
sueñan y están comprometidos en mil y una acciones de ayuda humanitaria, de forma especial en los países más desfavorecidos.
El futuro es de ellos y quieren hacerlo de otra manera. Ellos protestan, y con razón, que a veces lo visible de su comportamiento
es fruto de los mismos que les critican, de esos que por no hacerles pasar por lo que pasaron ellos les pasan todo; y que a la larga,
las esperanzas se las han escondido y su vacío lo han querido rellenar con un "buen puesto".

Por tanto, en lo nuevo que puede surgir tenemos que ser capaces de descubrir, para más tarde encauzar, las actitudes y
valores desde los que poder proponer a los jóvenes un proceso de maduración en la responsabilidad civil de una acción social
coherente con le momento presente. A lo largo de los siguientes capítulos irán saliendo, pero aquí adelantamos los que nos
parecen fundamentales:

- El estar abiertos a todo lo que pueda venir, el admitir la pluralidad como principio de enriquecimiento personal y
colectivo.
- El sentido del propio límite, la capacidad de reconocerse pobres, de estar por hacer, de tener que depender de alguien.
- La capacidad de silencio exterior como huida de la música y el ruido, del que comienzan a estar saciados, e interior como
búsqueda de la propia interioridad con la que necesitan reconciliarse.
- El sentido de gratuidad, la capacidad de admirarse ante lo bueno y hermoso que hay en la vida, el no estar prisioneros
aún del interés, el reconocer que mucho de lo que tienen y son es puro don y regalo.
- La sencillez, esa que tienen los niños y que los jóvenes aún no han perdido porque no son complicados a fuerza de no
poder serlo.
- La actitud positiva ante el cuerpo, el aceptar que está en constante transformación pero valorar que pueden expresar con
él, desde la maravilla y la admiración, también desde el miedo a no poder dominarlo, lo que llevan dentro.
- La capacidad de encuentro a flor de piel porque saben que cada vez que se produce uno, consigo mismo o con los
demás, aprenden y salen fortalecidos.
- La capacidad de implicación, el alma cada vez más sensible a toda necesidad de la miseria humana o del deterioro del
planeta.
- La predisposición a la fiesta, a decir "bienvenido sea todo, a juntarse y celebrar cualquier acontecimiento que les cale
dentro.
- El ser mas sensibles a la experiencia que a la "ciencia", a estar más preocupados de vivenciar que de almacenar los
contenidos.

Pedro Castillo,CM.
Madrid, 19 de noviembre del 2001
pedrojc@starmedia.com

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