You are on page 1of 2

Tóxico

Prólogo
¿Has pensado alguna vez que pasaría si pudieras retroceder el tiempo a tu antojo? Podrías remediar
fácilmente todos tus errores, vivirías una vida perfecta en la cual estarías varios pasos delante de cualquier
persona o evento. Tendrías el trabajo perfecto, la relación perfecta, siempre adelantándote a todo, pero,
quizá no has pensado en que, aun así, tendrías que vivir las cosas malas por lo menos una vez.

Esta es mi historia, un chico cualquiera, o por lo menos uno diferente a la media.

Todo comenzó un día de mierda, llegué del trabajo agotado, me recosté sobre el amplio sillón de mi sala,
puse la cabeza sobre la almohada y le escribí.

Hola, ¿cómo estás? ¿Ya estás en casa? –Miré entonces el reloj del celular y este marcaba las 20:00 horas.
Empecé a ojear mis redes sociales; al cabo de un momento volví a ojear mi celular. –Ni siquiera lo ha leído.
–Pensé, entonces vi la hora. 20:02 –Apenas han pasado dos minutos.

*Escribiendo…

¡Por fin! –Exclamé mientras presuroso veía la pantalla de mi celular. El mensaje sobre la ventana de chat
aparecía y desaparecía intermitentemente.

¿Acaso estás jugando? –Escribí.

*Escribiendo…

Me empezaba a desesperar. Quizá hay algo que no les he comentado, sufro de un Trastorno de Ansiedad
Generalizada, por lo que este tipo de comportamientos me desesperan.

¡Dime algo! –Escribí. –Tú sabes que la ansiedad hace que este tipo de comportamientos me molesten.

Estoy harto de tu “ansiedad”. –Respondió casi al instante. –¿Quieres que te lo diga sin pensar mucho en
cómo decirlo? Muy bien, hemos terminado, me tienen cansado tus actitudes absurdas.

¡Espera! –Escribí. –No es para tanto, perdóname yo voy a cambiar.

Eso lo llevo escuchando desde el día en el que empezamos a salir. Tú alejas a las personas, eres tan tóxico
que ya no soporto estar junto a ti.

No digas eso, tu sabes que te quiero. –Respondí mientras mis manos empezaban a agitarse fuertemente,
además que mi corazón se aceleraba como si acabara de realizar un gran esfuerzo físico. –No te alejes de
mí.

Muy tarde Víctor. –Escribió antes de notar que su fotografía había desaparecido. Me acababa de bloquear.

Me levanté presuroso de mi lugar de descanso y empecé a recorrer la casa de arriba abajo tratando de
tranquilizarme.
Todo va a estar bien. –Me repetía. –Volverá, tan solo dale tiempo. –Me dije tratando de consolarme.

Las horas parecían haberse ralentizado, un minuto parecía treinta. Cada tres segundos ingresaba a la
ventana de chat tan sólo para notar que su fotografía seguía ausente. –Me odia, ¿qué hice para merecer
todo esto? –Me dije.

Tomé un gran sorbo de agua, me recosté en el sillón, dos minutos después me levanté por otro gran
sorbo de agua y repetí el ciclo sin cesar.

Necesito ayuda. –Escribí entonces en el chat compartido con mis mejores amigos.

¿Qué te pasó? –Respondió Roberto.

¡He cagado todo con Darío! –Dije con una nota de voz. –Hoy me ha bloqueado, creo que me he pasado
con la intensidad estos días.

Eso está mal. –Respondió David. –Tú sabes que no te llevará a ningún sitio más que a quedarte sólo.

¡Lo sé! –Escribí.

¿Entonces por qué lo sigues haciendo? –David parecía no entender que, muchas veces, no soy yo quien
manda a mi cerebro.

¿Por diversión? –Bromeé. –En verdad no sé porque lo estoy haciendo, sólo sé que acabo de acabar con
lo poco bueno que aún me quedaba.

Tranquilo. –Rodolfo se unió nuevamente a la conversación. –Todo pasará.

Pero no me pasa a mí. –Dije entre sollozos a través de una nota de audio. –Ya no sé que tengo que
hacer.

Quizá el ácido te ayude. –Jorge se unió a la conversación. –Si quieres te regalo un poco.

¿Con eso me podré aliviar? –Respondí.

Obviamente. –Respondió Jorge. –Pasa por mi casa y te enseño como pasar un buen viaje.

You might also like