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Voracilector
__________________________________ Reflexiones de un lector voraz
8 de agosto de 2013
La quinta belleza es el famoso “Sentido de la Maravilla” y no, CR7 no se refiere al magnífico blog
de nuestro compañero fantascopista odo, sino a “una poderosa expansión de la conciencia ante
la idea de que el universo contiene mucho más de lo que podíamos imaginar”.
Para CR7 lo sublime es una respuesta a un shock de expansión imaginativa, un complejo retroceso
y recuperación de la consciencia ante un fenómeno percibido súbitamente como demasiado
grandioso para ser comprendido en su totalidad; mientras que lo grotesco es una respuesta al
hecho de que objetos familiares que aparentemente están bajo control pueden esconder
transformaciones extrañas y sorprendentes.
Esta semana nos centraremos en lo sublime y la próxima semana “El almohadón de plumas” nos
hará llegar sus impresiones sobre lo grotesco.
Frankenstein, considerado por Brian Aldiss y Carl Freedman como la obra fundacional del
género, es el primer trabajo en que una creación humana contemporánea toma su lugar como
creación sublime. Los conceptos de lo sublime de Kant y Burke colisionan en esta obra. A pesar
de que lo sublime es invocado casi ritualmente en el libro (las grandes montañas de los Alpes, el
infinito yermo helado del ártico), la criatura no permite que la capacidad placentera aparezca
debido principalmente al doble carácter de la criatura, magnífica y a la vez grotescamente fea.
b l
Bárbara Claire Freeman argumenta que la vulnerabilidad inherente en lo sublime a sus propios
procesos se ejemplifica en Frankenstein. En el libro, lo que intenta ser sublime parece
necesariamente desbordar su marco y entrar en el terreno de lo monstruoso:
Mary Shelley estableció un modelo para el sentido de la maravilla en ciencia ficción que se
tambalea entre lo sublime y lo grotesco. La criatura de Frankenstein es el primer ejemplo de
tecnosublime que desplaza el sentido de la maravilla desde sus fuentes naturales a los procesos
de creación artificial, y plantea por primera vez la pregunta siguiente: ¿cuál es el estado
ontológico de las creaciones humanas autónomas?
LA MECHAMERICANA.
El sublime clásico de Kant y Burke implica dos nociones fundamentalmente negativas sobre la
tecnología. Primero, las creaciones humanas raramente inspiran lo sublime, por que contienen el
propósito de su creación y por tanto pueden comprenderse cognitivamente. Únicamente pueden
producir una respuesta cuasi-sublime cuando imitan a la naturaleza (Kant menciona las pirámides
de Egipto y la Basílica de San Pedro), y es por que su magnitud supera a su uso social. Y la
segunda noción negativa es que lo sublime es una respuesta a cosas dadas y no a objetos
producidos.
ó ó
Esta visión de lo sublime cambió radicalmente en la America del siglo XIX. Al contrario que los
europeos, los americanos no veían la naturaleza como inescrutable y resistente al control
humano, sino que creían que su destino era
el dominio sobre la naturaleza. Y así el
diálogo establecido entre el ser humano y la
naturaleza derivó hacía un dialogo entre el
ser humano y la creación humana. El temor
reverencial que producía contemplar esas
maravillas tecnológicas derivó en una
celebración del poder de la razón humana.
David E. Nye distingue dos fases ideológicas del sublime tecnológico. La primera fase se extiende
más o menos desde 1830 hasta 1945, la segunda empieza después del lanzamiento de las bombas
atómicas en Japón. Esta última, en opinión de Nye, trajo una profunda reevaluación de la actitud
americana frente a la tecnología:
Esta tendencia continúa hoy en día en multitud de obras actuales, si bien el Apocalipsis nuclear
se sustituye generalmente por un desastre climático, como por ejemplo en La chica mecánica,
Seed, Slow Apocalypsis y otras muchas.
Bueno ya es tiempo de que definamos las cualidades del sublime de la ciencia ficción. Este
sublime es específico del género, y difiere del paradigma clásico en los aspectos siguientes:
A pesar de estar un poco apolilladas, las dos vertientes del sublime kantiano continúan siendo
útiles para interpretar la mayor parte de la ciencia ficción hasta la actualidad. La mayoría de
obras usan una mezcla del sublime matemático y dinámico, en distintas proporciones;
normalmente a partir de un sublime matemático sigue el desarrollo de la narración en un sentido
dinámico.
El sublime dinámico responde a una tecnología que inspira un temor reverencial debido a su
poder evidente o a que la humanidad depende críticamente de ella. La naturaleza ya ha dejado
de ser un obstáculo. A partir de la II guerra mundial las manifestaciones naturales peligrosas no
sólo son resueltas por la ciencia, sino que son causadas por la ciencia.
En Matrix tenemos una estética ambivalente pues exponen simultáneamente una crítica a la
tecnología y un evidente placer estético en su exhibición, que es puro dinamismo con su
manipulación violenta del espacio/tiempo que es doblemente ilusoria: En la narración interna de
la matriz y en los efectos especiales de la película.
Hay cuatro efectos que tiene un lugar de privilegio en la película: El flujo de código, el tiempo-
bala, la posesión de cuerpos de los agentes y la manipulación del espacio/tiempo en el combate.
Gran parte del reciente interés crítico en lo sublime ha sido desde el punto de vista
psicoanalítico. Las etapas del sublime clásico se han trasladado fácilmente en las etapas del
complejo de Edipo freudiano. Bloqueo, retroceso, autodisciplina y recuperación a través de la
sumisión al supersensible pero racional orden de las cosas se ha reestructurado como una
estetización del alejamiento de la madre por parte del niño y su eventual sumisión al padre.
CR7, y yo tampoco, no estamos muy seguros que la explicación del sublime desde este punto de
vista sea una mejora sobre el simple punto de vista estético. Además este modela ha sido
criticado desde el punto de vista feminista como una perpetuación del falogocentrismo inherente
en el modelo freudiano. Patricia Yeager ha propuesto en su lugar un sublime femenino derivado
de la psicodinámica de las experiencias femeninas, diferentes del complejo androcéntrico de
Edipo.
Esta última obra es un ejemplo excelente del uso del sublime femenino en la forma propuesta por
Yeager. La acción transcurre en tres mundos. En los Estados Unidos contemporáneos, donde un
grupo de discapacitados sociales con poderes psíquicos realizan experimentos telepáticos. En el
planeta Tyree, donde sus habitantes se han adaptado a vivir en un gran torbellino que domina el
planeta, planeando en grandes mantos transparentes y comunicándose mediante campos
mentales. Y luego está el Destructor, una enorme entidad cósmica con características de ser vivo
y de máquina, compuesto de materia apenas más densa que el vacío, que viaja por el cosmos
aniquilando planetas.
La solución de la trama llega gracias a la integración de los humanos, los habitantes de Tyree y el
propio Destructor, provocando una de las más satisfactorias muestras de la visión sublime en
ó ó ó
ciencia ficción, donde no se procede a una dominación tecnológica, sino que cada una de las
partes exige una comprensión como individuo autónomo. Cada suceso que hace avanzar la trama
incluye alguna forma de interpenetración, abrazando así un punto
de vista femenino por contraposición a la penetración masculina.