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En el capítulo que nos tocó sufrir la semana pasada, nos explicaba nuestro autor
que las “bellezas” de las que había estado tratando hasta ese momento eran de
tipo “cognitivo” (los neologismos, el novum, la historia fictiva, la ciencia fictiva)
y que, como una novela de ci fi no es un ensayo, tiene también atractivos
emocionales. A la emoción que trata de producirnos una novela de ci fi, eso que
ustedes buscan en cada lectura, le llamamos Sense of wonder: la fascinación y
sobrecogimiento que experimentamos cuando, una novela que estamos leyendo nos saca de nuestra zona de
confort (en la que nos movemos diariamente y podemos vivir de forma más o menos irreflexiva); este
sobrecogimiento procede de la comprensión de que el universo físico no no es tal y como lo experimentamos a
diario, sino mucho más grande y esencialmente incomprensible. Esta liberación de lo cotidiano, que forma parte
del pacto ficcional que establecemos como lectores cuando escogemos una obra de ci fi, tiene dos formas de
sentimiento y expresión: lo sublime y lo grotesco.
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Lo sublime, como vimos la semana pasada, consiste en el retroceso y recuperación que realiza la conciencia al
gestionar la percepción de fenómenos demasiado grandes para ser comprendidos. Lo grotesco en cambio, es una
respuesta a otro tipo de choque: la toma de conciencia de que los objetos con los que interactuamos a diario, y que
parecen estar bajo control, están transformándose de forma extraña y disparatada.
Lo sublime y lo grotesco, no son siempre fáciles de distinguir en la cifi, ya que mantienen entre ellos una relación
dialéctica y dinámica. Un fenómeno que para unos es sublime, para otros puede resultar grotesco. Istvan pone
aquí el ejemplo de las física cuántica, grotesca para los que no aceptan la irreductibilidad de la indeterminación y
sublime para los que sí la aceptan.
Desde 1968, fecha de su publicación, la obra de Bajtin Rabelais and His World es
una referencia necesaria para hablar de lo grotesco. Istvan no defiende, sin embargo,
que la Ci-Fi cultive lo grotesco por su atractivo popular, como defiende el ruso; sino
¿Sublime o grotesco?
que considera que el grotesco es consustancial al género que nos ocupa, ya que lo
grotesco trae el sublime a la tierra, haciéndolo material, atrayendo la atención al
cuerpo.
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Bajtin planteó el grotesco como un desafío al terror cósmico, la máscara religiosa de lo sublime (es el miedo de
que lo que es materialmente enorme y no puede combatirse con la fuerza y que ha sido usado por todas las
religiones para oprimir al hombre). Pero para Bajtin el grotesco popular y liberador había triunfado allá por el
siglo XVI, que es al que llegan sus investigaciones. Sin embargo, poco duró esta liberación, ya que a partir de esa
época, la mentalidad científica materialista volvió para hacer abandonar su zona de liberación gozosa y
carnavalesca y relegarla a la periferia, las sociedades rurales, y los mercados locales. Y es por eso que las modernas
formas de lo grotesco están rodeadas de amenazas porque cuestionan los fundamentos físicos del nuevo
materialismo de la ciencia y la tecnología, que es la nueva “religión”.
El materialismo científico vio el universo como un cuerpo no análogo a la forma humana carnal, sino un cuerpo de
leyes, de las cuales cualquier objeto en el universo, desde un átomo a una galaxia, es una manifestación. Como
consecuencia, cualquier desviación de esas leyes, en cualquier objeto, sea este animado o inanimado, orgánico o
inorgánico, corpóreo o matemático, es un shock para el sistema. Y cuando estas anomalías afectan a los humanos,
el efecto es grotesco. El grotesco de cifi da cuenta del cambio: cuando lo físico llega a ser la base de lo sublime, los
cuerpos quedan libres para burlar el orden físico y devolverlo a la vida.
El intervalo grotesco.
A continuación, Istvan contempla la definición de de Geoffrey Galt Harpham, que considera que lo Grotesco surge
con la percepción de que algo está de forma ilegítima en otra cosa. De que cosas que deberían estar separadas
están juntas. Esto haría surgir el sentimiento descrito por Freud de la percepción de elementos del inconsciente y
el sentimiento de repulsión. Los objetos grotescos están en el borde de la conciencia entre lo conocido y lo
desconocido, lo percibido yo lo imperceptible, cuestionando la adecuación de nuestras maneras de entender el
mundo, de dividir el continuo de la experiencia en partes cognoscibles.
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Harpham trata el grotesco como un hueco compartido por el objeto y el sujeto. En el
sujeto, es un momento en el que la conciencia está suspendida, incapaz de discernir
no sólo una forma unificada en el objeto, sino también las implicaciones más
amplias que esta suspensión tendrá para las leyes del mundo en cuestión. La
respuesta a este movimiento mental es el deseo de interpretar. Como en el Sublime,
el espectador de lo Grotesco, da un paso atrás hacia una posición en la que pueda
entender las fusiones antinaturales en términos de sus principios de orden. Si el
objeto grotesco es visto no de una forma literal, sino simbólica, entonces lo deforme
se revela como sublime. Pero si se resiste, y permanece inasimilable, en los
intersticios de la conciencia, se convierte en una fuente de ansiedad hermenéutica.
Este estado mental inspira el sentido del tabú, de objetos y seres liminales que
¡Hola, mamá!
desafían la clasificación porque deshacen los límites naturales en su propio ser.
El exceso de lo orgánico.
Los lectores de CiFi esperan anomalías que sean retos para los personajes, y, que al mismo tiempo, sean
percibidas como desafíos a la concepción de la realidad como algo estable. En el caso de lo sublime, estas
anomalías amenazan con hacer al sujeto humano sentir temeroso respeto no sólo frente a la propia aniquilación,
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sino de que el ego se pierda en la vasta inmensidad. En el grotesco, el sujeto
siente admiración y terror ante la posibilidad de que la mente humana no sea
capaz de soportar las metamorfosis de la materialidad. Como en lo sublime, de
la experiencia grotesca también nos recuperamos, en ci fi normalmente
mediante el razonamiento científico, pseudocientífico o racional.
Para los humanos su tejido corporal es lo que más cambia de forma rápida e
involuntaria, y traiciona el deseo de retrasar el tiempo. Pero no es solo el
recuerdo de la muerte lo que hace grotesco a nuestra parte orgánica, también el
exceso de vida, inclinando la balanza hacia lo meramente físico e informe. En
formulación del autor: “The sublime is law set free of life; the grotesque is life set
Eurovegas, 2038
free of law”
Empezando por lo más abstracto, Istvan cita el matemático grotesco, que consiste en la contradicción que surge
cuando modo idealmente puro de pensamiento matemático se asocia inextricablemente con el sentido de un
trabajo duro, casi físico. Debido a que valoramos la elegancia y economía de las matemáticas, cualquier prueba
que requiere excesivo trabajo para llegar a una conclusión simple, puede ser considerada grotesca. En el aspecto
literario, se puede considerar grotesco cualquier obra que esté contada en un tono que no encaje con el tema que
trate.
El grotesco científico aparece con el reconocimiento de una anomalía física un ser o un hecho cuya existencia o
comportamiento no puede ser explicada por el sistema de racionalización aceptado universalmente. La ciencia
ficción trata el científico grotesco como la base de su ciencia ficcional y fuente de novums.
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Al contrario que ante lo sublime, en que lo físico se disuelve en las ideas de
extensión, magnitud y complejidad, con lo grotesco la conciencia se inclina hacia lo
físico y presente, contingente y cambiante. Esta incidencia de lo grotesco en lo que
cambia de forma hace del mundo un lugar indeterminado e inseguro, cubierto de
fuerzas hostiles al deseo humano de estabilidad categorial y social. Ejemplos de tal
inestabilidad del Universo podemos verlas en las obras de Philip K. Dick y de
David Cronenberg. En las películas de este último, la experiencia de cambios en el
continuo de lo real es precipitada por inquietantes interpretaciones acerca de la
tecnología y el organismo humano.
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grotesco y amenazador como femenino ha sido típica de la CI FI antes de las madres grotescas de Alien. Dejémos
este punto así.
Pero el cuerpo grotesco no es sólo un cuerpo natural, sino hipertrofiado. Produce excrecencias, protuberancias.
Los cuerpos de las películas de Cronenberg están siempre generando protuberancias malignas. En obras literarias,
no se limitan a las exuberancias dermoplásticas, sino que confluyen varias cualidades evolutivas en un mismo
organismo. Y así la criatura de Alien tiene un ciclo de crecimiento metamórfico. El grotesco se deleita en la
representación de vísceras, órganos sexuales que aparecen como heridas o tumores, desmembramientos,
canibalismo, órganos sin cuerpo, hasta reducirse a una sustancia pringosa.
Seres intersticiales.
Los seres intersticiales son aquellas criaturas en las que se dan dos tipos de
existencia distintos y a veces contradictorios a la vez. Para reconocer este tipo de
engendro podemos remontarnos a la mitología clásica, poblada de personajes
como Scila y Caribdis, Polifemo, Lamias, los centauros y las sirenas, en los que la
parte de la cultura llamada naturaleza está a punto de transformarse en la parte de
la cultura llamada civilización. El materialismo científico ha puesto límites a esta
imaginación mitológica por el expeditivo procedimiento de aumentar la cantidad
de elementos a los que podemos considerar normales; es decir, integrando las
anomalías dentro del sistema explicativo racional y, a través de la tecnología,
creando nuevos “seres”.
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Que en general, luchan por transformarse en humanos y abandonar su condición monstruosa. Desde la criatura
de Frankenstein, pasando por la criatura de la Laguna Negra, King Kong, la Mosca, los Trífidos de La invasión de
los ladrones de cuerpos. Algunos autores emplean estos seres para explorar cuestiones éticas que plantea la
tecnociencia actual. En sus textos tratan de representar a estos seres intersticiales tratando de salir de lo grotesco
y devenir en lo sublime, y, así, tener sentido. Pone como ejemplo La isla del Doctor Moureau.
Sin embargo, es más característico en la Ci Fi que nos hallemos con criaturas que se hallan entre la condición
humana y alguna ontología artificial creada por el poder de la tecnociencia, que llega a controlar las leyes
naturales. Estos seres son la mayor contribución de la Ci Fi a la mitología occidental.
Durante la mayor parte del siglo XX las imágenes de las especies transformadas, se basaron en la mutación, bien
sea de tipo eugenésico o como consecuencia de errores militares o científicos. Este tema fue tratado en la primera
mitad del siglo XX de forma más optimista, y, lógicamente, tras los bombardeos de Hiroshima y Nagashaki,
cuestionadas. En la actualidad tienen importancia sobre todo en los cómics, en las que la mutación, como la
nanotecnología, es básicamente una puerta la adquisición de superpoderes.
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El alien es un ser extraño, corpóreo y casi tan complejo como un ser humano. Normalmente es un ser autónomo
y distinto, que entendemos dentro de nuestra propia lógica evolutiva darwiniana. Tradicionalmente los
alienígenas han sido creados siguiendo las categorías que la cultura dominante tiene para la Otredad, es decir, los
niños, las mujeres, las máquinas, los marginados, los animales y todas las anomalías en cuestión de género sexual.
Los alien infantiles muestran la amoralidad, el carácter lúdico, la rápida comprensión y la capacidad de asombro
ante las maravillas del mundo propias de los niños. Como en la los protagonistas de Village of the damned o los
de Encuentros en la Tercera Fase. Las mujeres alienígenas serán amazonas guerreras, sirenas monstruosas, o, en
las novelas de Tiptree, se oponen a que el patriarcado sea visto como algo natural. A veces los alienígenas
muestran una masculinidad hipertrofiada, como los Klingon o los nazis del espacio. Pero sin duda son los
animales el tipo de alienígena más frecuente.
Técnicamente los aliens no pueden ser máquinas, a no ser que hayan sido construidas siguiendo principios
distintos a los que usan los ingenieros humanos. Aquí Istvan analiza el tema de la Singularidad, -la toma de
conciencia de los sistemas de inteligencia artificial de todo el mundo, que según las últimas predicciones está al
caer-. La Singularidad puede actuar como un alien, y puede ser lo suficientemente extraña como para ser tratada
como uno, pero retiene su filiación humana.
Las culturas marginadas son los modelos más empleados para crear una raza alienígena, como podemos observar
en ejemplos de ci fi clásica abiertamente racistas como Ming el Inmisericorde de Flash Gordon o los zombies de
Invaders from Mars (1953), que llevaban turbante. En la actualidad, se emplean formas más oblicuas, como los
Ferengian de Star Trek y los Klingon, hasta llegar a obras como El nombre del mundo es Bosque en la que unas
eco-criaturas se enfrentan al genocidio por parte del Imperio.
Como ejemplo de obra en la que aparecen todos los efectos de lo grotesco, Istvan propone Solaris de Stanislav
Lem. En esta, la condición del planeta Solaris es absolutamente inexplicable para los científicos humanos. En la
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obra se descubren y se descartan multitud de modelos teóricos. Lo único
que puede concluirse es que es una anomalía en casi todos los aspectos
de su ser físico y se opone a todos los modelos de la astrofísica, biología,
geología planetaria y demás ciencias. No puede ser estudiada, porque los
instrumentos de medición que se usan, vuelven misteriosamente
transformados, midiendo algo, pero algo que no se puede saber qué es.
Ni siquiera el tiempo puede ser medido en Solaris.
Vamos a hablar de Solaris (otra vez)
Cuanto más se acercan los solaristas a la superficie del planeta, más obvio se hace que no pueden entenderlo
porque sea una anomalía, sino, sobre todo, porque su forma material es fluida y está en continua metamorfosis.
Su cualidad fundamental es que es un metamorfo y es esta cualidad de ser cambiante lo que no permite la
racionalización del mismo. El océano de plasma se presenta en cuanto avanza el texto con forma femenina (como
ha sido estudiado por Manfred Geier) o más bien, con su característica amorfidad. Las Phi-criaturas que aparecen
en la Estación tienen un carácter erótico, tal vez son todas femeninas. El océano mismo es fascinante y
grotescamente excesivo. No dejan de surgir formas de su superficie. Pero los aspectos grotescos de Solaris no
están sólo en la historia, sino que afecta también a la forma de contarla ya que se mezclan distintos subgéneros
narrativos.
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Las series de Alien y el grotesco espectacular.
Sin embargo, remite a las teorías del origen del horror en la ansiedad de separación infantil, teorizadas por
Melanie Klein y Julia Kristeva, que ofrecen una teoría psicoanalítica del origen del grotesco. Y es aquí cuando no
tiene más remedio que admitir que el grotesco es el sentimiento del horror, más que de la Ci Fi, ya que la Ci Fi
presenta monstruos explicables racionalmente y los mundos construidos tecnológicamente a los que pertenecen.
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Y así explica las películas de Ci Fi, especialmente las más orientadas al horror, externalizan el inconsciente del
sujeto.
Y finaliza Istvan su capítulo poniendo en cuestión el predominio de lo grotesco en la ci fi actua, que explica de la
siguiente manera. En tanto que la ciencia ha perdido potencial para acometer grandes proyectos (como la carrera
espacial), se ha ido centrando en asuntos más cercanos al ser humano, a su cuerpo y a su vida, haciendo posibles
transformaciones que antes no lo eran, es decir, aproximando lo grotesco a la vida ordinaria.
La moda de lo grotesco en la Ci Fi reciente, tiene más que ver con la volatilización de las propias condiciones de
posibilidad de la propia Ci Fi. Los escritores de slipstream han empleado gran de formas y tonos para
experimentar con la ciencia ficción, aunque sin preocuparse por la racionalización propia de ésta y pone el
ejemplo de Pynchon o Lethem. Y además, señala que recientemente la tendencia ha ido en el otro sentido, con
autores como Miéville o Jeff Noon que hibridan la ciencia ficción con otros género para aumentar el poder de lo
grotesco más allá del límite que tenía en la Ci Fi, que venía dado por una mínima racionalización.
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