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EL ORIGEN DE LA PROSA Y EL TEATRO:

LA PROSA:

Para empezar a entender dicho origen, debemos comprender el nacimiento de la prosa


literaria en la Edad Media como un proceso que se dio a cabo en diferentes géneros de forma
casi simultánea. El proceso del que hablamos guarda, entonces, una relación espacio-
temporal que se fue definiendo debido a diferentes factores. No obstante, los motivos más
importantes de este logro literario son dos: por un lado, el crecimiento exponencial de la
lengua vulgar hacia una forma de expresión compleja y apta para contenidos más elaborados
y, por otro lado, el deseo de las clases dirigentes del momento –tanto políticas como
religiosas– de que la lengua evolucionase en cuanto a contenidos y formas literarias se refiere.
En la definición de este proceso, cabe entender que el mencionado crecimiento de la lengua
vulgar fue la consecuencia de un amplio proceso que culminó en el nacimiento de una lengua
vulgar apta para la literatura y su prosa.

La lengua vulgar se tornó lo bastante rica y flexible como para dejar de depender del latín y
Alfonso X (1221-1284) fue un personaje clave para entender este proceso y fue, a su vez,
alguien que debe agradecer a la evolución de la lengua su enorme colección de obras
científicas, históricas y legales. Podemos dividir el siglo XIII en dos mitades destacables de
este proceso: en la primera, la prosa literaria se empieza a desarrollar y, en la segunda, su
crecimiento será más evidente gracias a la subida al trono del ya mencionado Alfonso X, que
fue conocido como “el Sabio”.

Dicha expansión se afianzó años más tarde y continuó su curso. En ese momento, el territorio
a controlar era mayor y, por tanto, desde la realeza debían crearse nuevos instrumentos de
expansión ideológica con dos objetivos básicos relacionados con el poder y el control. El
primero fue el de asegurarse una sensación constante de omnipresencia, o, lo que es lo
mismo, el de expandir su capacidad de poder por todo el territorio y que ese poder afecte a
todas las personas. El segundo va relacionado con el primero: la apariencia del poder debe ir
relacionada con el poder real. La generación de documentos escritos fue una de las opciones
constantes que los reyes como Alfonso VIII utilizaron para promover los rasgos de
individualidad e identidad de su reino.

La literatura es un arte que se crea a partir de la propia literatura. Quien escriba poesía, prosa
o teatro debe haberse fijado, ya de forma consciente o inconsciente, en unos modelos previos
que definirán su trabajo. Se trata de una afirmación que, hoy en día, nos parece algo evidente,
necesario e imprescindible. A su vez, es algo que debemos relativizar cuando nos
remontamos al pasado original y a las obras que inauguraron nuestras letras. La no existencia
de modelos en castellano antes de la obra de Alfonso X es sinónimo de su innovadora
propuesta y de la radicalidad que supusieron tanto su creación como su proyecto cultural.

La tradición estaba en contra del paso de gigante que se decidió a dar el Sabio y que definió
las bases de la literatura castellana. La traducción es algo que hoy en día no nos cuestionamos,
pero que, en la Edad Media castellana, era algo que se consideraba simple e innecesario. Por
ejemplo, los textos culturales, científicos, históricos o religiosos ya estaban en latín (la lengua
de culto de la época) y no era necesario traducirlos al romance porque el público a quien iban
dirigidas dichas obras ya entendía el latín e incluso lo utilizaba para comunicarse de forma
culta.

Podría decirse, no obstante, que Alfonso X comenzó una expansión cultural involuntaria,
pues no consideraba a todos sus súbditos destinatarios de sus obras escritas. La alta cultura
(aun en lengua vulgar) solo estaba al alcance de una minoría de la sociedad, pero al estar
escrita en romance, aumentaron considerablemente el número y el perfil de los posibles
destinatarios, que empezaban por el propio rey y su círculo de cortesanos. Muchas obras no
se restringieron a la nobleza y alcanzaron a otros grupos sociales, logrando una expansión
notable de la lengua romance y difundiendo una nueva forma de comunicarse y, más tarde,
de expresar sus emociones para asentar las bases de identidad de un pueblo, de una cultura,
de un idioma y de una forma de manifestación artística.

EL TEATRO:

La actividad teatral se halla vinculada en este momento a los lugares en los que se desarrollan las
diversiones populares o las celebraciones religiosas (como el Corpus o la Navidad).
CARACTERÍSTICAS Luis Fernández En esta época destacan fundamentalmente dos figuras: Gómez
Manrique en el teatro religioso y Juan del Encina, quien, además de motivos religiosos, desarrolla
una temática profana. AUTORES MÁS CARACTERÍSTICOS Juan de la Encina Fue un autor dramático
y músico español. Nació en Salamanca en 1474. TEATRO DEL SIGLO XV Pero, sin duda, la obra
dramática más importante de esta época es ''La Celestina'', de Fernando de Rojas. 1. Perdura la
herencia religiosa, la vitalidad del teatro popular, pero algunos empezaran a experimentar: temas
profanos escenas poéticas y variedad de personajes. 2. Surgen 2 corrientes: teatro religioso y teatro
profano. - Teatro Religioso: Las primeras manifestaciones son religiosas, se representaban algunas
escenas de la vida de Jesús. Representación del Nacimiento del Señor, Gómez Manrique. - Teatro
Profano: Sustituirá al religioso, ya que dejará de representarse en los atrios de las iglesias y pasará
a representarse en la plaza del pueblo como forma de diversión para los habitantes, piezas
burlescas de los juegos de escarnio, tema amoroso y pastoril. 3. Este tipo de teatro, se representó
en universidades y escuelas, formaba parte de un programa académico, finalidad acostumbrar al
estudiante latín coloquial. 4. Todo esto dará lugar a la obra mas característica de la literatura
española: ''La Celestina'', Fernando de Rojas.

PROSA Y POESIA DEL SIGLO XV:

La prosa castellana del siglo XV se desarrolla siguiendo los modelos de la época o


tendencias principales: la novela idealista o prosa de ficción y la sátira de
costumbres o prosa didáctica.

Novela idealista o prosa de ficción


Es aquella que presenta una realidad estilizada o embellecida y que, por ello, se
aleja del realismo. Se centra en el tema amoroso y se caracteriza por la
presentación de abundantes elementos fantásticos e inverosímiles. Constituye un
antecedente de la novela moderna. Presenta dos manifestaciones fundamentales:
las novelas sentimentales y las novelas de caballerías.

 La novela de caballerías narra las aventuras de un caballero andante con


el heroísmo de proteger a los indefensos, perseguir la injusticia y el amor a
una dama, que le hacen triunfar sobre cualquier obstáculo.La novela de
caballerías más valorada fue Amadís de Gaula , relato que más tarde, en el
siglo XVI, reelaboró Garci Rodríguez de Montalvo con gran éxito y dio lugar
a toda una saga de Amadises, y por otro lado Tirant lo Blanc, escrito en
catalán por el valenciano Joanot Martorell. Esta obra se distingue de otros
libros de tema caballeresco por su rechazo de los temas fantásticos y por el
empleo de la ironía.

Amadís de Gaula Tirant lo Blanc

 La novela sentimental responde a los nuevos gustos e


ideales de la burguesía relatando historias de amor cortés
que se centran en el análisis de las emociones de sus
protagonistas como la imposibilidad del amor planteado
(por el rechazo de la dama o por cuestiones de honor)
hace que sean frecuentes desenlaces funestos como el
suicidio. También es habitual que el enamorado se
comunique por carta con su amada mediante la ayuda de
un intermediario.

Frente a la complejidad argumental de los libros de caballerías, las


novelas sentimentales suelen presentar una trama más sencilla y una menor
extensión.

Los autores más representativos de este género son Juan Rodríguez del Padrón,
autor de Siervo libre de amor, y Diego de San Pedro, quien escribió Cárcel de
amor, ambas obras triunfaron en esta corriente.
La sátira de costumbres o prosa
didáctica
Sigue fiel al objetivo medieval de educar y modificar comportamientos.

Los principales representantes de la prosa didáctica de este siglo son Enrique de


Villena, el autor de Los doce trabajos de Hércules y Alfonso Martínez de Toledo,
arcipreste de Talavera(1398-1468),autor de la obra más representativa, el
Corbacho o reprobación del amor mundano (1438).

Esta obra es una sátira que trata del amor desde una perspectiva cristiana que
incorpora muchos tópicos misóginos, es decir, prejuicios contra las mujeres, y
rechaza los códigos del amor cortés a los que se sometían a la mujer, ya que
consideraba que el amor mundano y la pasión desenfrenada van en contra de la
voluntad divina y son origen de otros pecados.

La mujer se presenta como una causa de perdición espiritual para el hombre, que
a menudo es retratado como una víctima de sus engaños. La obra, además,
interesa porque se mezclan elementos cultos y populares, recoge el lenguaje vivo
y desenfadado de la época: la lengua coloquial llena de refranes y de giros
populares, que recuerda al la del Libro de Buen Amor y se asemeja a la de la

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