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CONSEJO DE ESTADO

SALA DE LO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO


SECCIÓN TERCERA

Consejera Ponente: RUTH STELLA CORREA


PALACIO

Bogotá, D.C., treinta y uno (31) de enero de dos


mil once (2011)

Radicación número: 150012331000198800988-01


(17.064)
Actor: RAFAEL GROSS BOHORQUEZ
Demandados: INTERCONEXIÓN ELÉCTRICA S.A.
-ISA
Asunto: Acción de reparación directa

Decide la Sala el recurso de apelación interpuesto por


la parte demandada, en contra de la sentencia
proferida por el Tribunal Administrativo de Boyacá, el
21 de abril de 1999, mediante la cual se accedió a las
pretensiones de la demanda. La sentencia recurrida
será revocada. Su parte resolutiva es la siguiente:
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Radicación No. 15001233100010988-01 (17.064)

“PRIMERO. Declárase no probadas las excepciones


propuestas, conforme se dijo en la parte motiva de esta
providencia.

“SEGUNDO. DENEGAR la nulidad propuesta por la


parte demandada en su alegato de conclusión, por las
razones expuestas en la parte motiva de esta
providencia.

“TERCERO. Declarar que la Empresa Industrial y


Comercial del Estado Interconexión Eléctrica S.A. ISA
es responsable de los daños y perjuicios inferidos en
bienes del señor RAFAEL GROSS BOHORQUEZ
consistentes en daño emergente y lucro cesante
causados mediante actos y omisiones dentro del
proceso de construcción de la represa Chivor o la
Esmeralda, conforme se determinó en la parte motiva
de esta providencia.

“CUARTO. Condenar a la Empresa Industrial y


Comercial del Estado Interconexión Eléctrica S.A. ISA a
pagar al señor RAFAEL GROSS BOHORQUEZ por
concepto de daño emergente y lucro cesante la suma de
CIENTO SETENTA Y SEIS MILLONES SETENTA Y
CINCO MIL PESOS ($176.075.000), de acuerdo a las
discriminaciones y señalamientos consignados en la
parte motiva de esta providencia”.

Mediante providencia de 30 de junio de 1999, el


Tribunal Administrativo de Boyacá adicionó la
sentencia para ordenar la actualización del valor de la
condena desde el 21 de abril de 1999, hasta la fecha
del fallo, aplicando, para el efecto, la variación de
precios al consumidor, pero se abstuvo de condenar en
costas a la entidad demandada.
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Radicación No. 15001233100010988-01 (17.064)

I. ANTECEDENTES

1. Las pretensiones

El 20 de abril de 1990, por intermedio de apoderado


judicial y en ejercicio de la acción de reparación
directa establecida en el artículo 86 del Código
Contencioso Administrativo, el señor RAFAEL GROSS
BOHÓRQUEZ formuló demanda en contra de la
empresa INTERCONEXIÓN ELÉCTRICA S.A. -ISA, para
que se hicieran las siguientes declaraciones y
condenas:

“PRIMERA. Que la sociedad INTERCONEXIÓN


ELÉCTRICA S.A. –ISA-…, en su calidad de constructora
y propietaria de la Central Hidroeléctrica de CHIVOR,
es responsable de los siguientes daños y perjuicios:

“A. Daño Emergente, por la destrucción e inhabilitación


total para explotar agroindustrialmente 20 hectáreas de
terreno de aproximadamente. 15 de ellas estaban
empradizadas con pastos artificiales: estimo que cada
hectárea vale $450.000...
………………………………………………………......
$6.750.000

“Tres hectáreas sembradas con 1.500 árboles en


producción (mandarinos, mangos, guanábanos) cada
hectárea así cultivada la estimo a
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Radicación No. 15001233100010988-01 (17.064)

$15.000.000……………………………………………………….
$45.000.000

“Dos hectáreas en árboles maderables –cedro amarillo


oloroso, hobo, pomarroso, etc. situadas en la orilla del
río; estimo cada hectárea a
$1.500.000…………………………………………………….……
$3.000.000

“Total Daño
Emergente………………………………………..
$54.750.000

“B. Por lucro cesante: durante siete años y medio (3


meses de 1982 hasta el 30 de marzo de 1990), por el
cese de producción de frutales, según se especifica en
los hechos de la demanda………………………………………
$19.500.000

“Por cese de la producción de 15 hectáreas


empradizadas en 6 años y medio como se explica en los
hechos de la demanda: …………………..…$3.240.000

“Total Lucro
Cesante…………………………………………...$22.740.000

“TOTAL PERJUICIOS (daño emergente y lucro


cesante)...$77.490.000”.

2. Fundamentos de hecho

Los hechos relatados en la demanda son, en resumen,


los siguientes:
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(i) El demandante es propietario de varios predios


ubicados en la vereda Los Arrayanes del municipio de
San Luis de Gaceno, Boyacá, así como de las mejoras
construidas sobre los mismos y de los árboles frutales,
maderables y pastos artificiales que se sembraron
sobre los mismos.

(ii) La empresa Interconexión Eléctrica S.A. ISA


construyó la central hidroeléctrica de Chivor, que es
una de las fuentes de generación eléctrica más
importantes del país, situada a 160 kilómetros al
nordeste de Bogotá, en jurisdicción de los municipios
de Santa María, Macanal, Almeida y Garagoa, del
departamento de Boyacá.

(iii) Para construir el embalse se recogieron el río Batá


o Guavio y otros menores, los cuales se hicieron
confluir al río Lengupá, que bordea en parte la
carretera que de Santa María conduce a San Luís de
Gaceno, cuyos caudales se aumentaron de manera
desaforada. Al abrir las compuertas del embalse, el
caudal del río se aumenta aún más y su corriente se
desplaza con gran velocidad e insuperable fuerza.
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(iv) La construcción de la represa se hizo en dos


etapas: la primera se adelantó entre 1970 y 1977 y la
segunda, entre junio de 1978 y marzo de 1982. En el
segundo semestre de este último año, al ponerse en
funcionamiento la segunda etapa de la central
hidroeléctrica, el caudal de las aguas liberadas que
caían al río Lengupá inundó las fincas aledañas, de
manera progresiva e imparable.

(v) La Empresa posee un terreno, ubicado en el


municipio de San Luis de Gaceno, el cual tiene entrada
al río Lengupá, de donde extrajo miles de toneladas de
arena y piedras que utilizó en obras de su propiedad.
Para sacar el material, realizó grandes excavaciones en
el lecho del río, con grandes maquinarias, lo que
ocasionó un cambio de su curso.

(vi) El río corría formando curvas y su lecho original


estaba formado por rocas naturales que contenían sus
aguas, pero al cambiar su curso, las aguas comenzaron
a correr en línea recta, con gran fuerza, rompieron los
obstáculos deleznables de capa vegetal, invadieron los
predios que halló a su paso y arrastró árboles frutales,
maderables, pastos, cercas y hasta personas.
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(vii) Entre los bienes que se vieron afectados con ese


hecho se cuentan 20 hectáreas de terreno, ubicadas en
la vereda Arrayanes del municipio de San Luis de
Gaceno, de propiedad del demandante, daños que
nunca remedió la empresa, a pesar de que ha dado
solución a muchos de los problemas presentados con la
construcción de la Central Hidroeléctrica.

De acuerdo con la demanda, los daños señalados son


imputables a la entidad estatal, porque se produjeron
como consecuencia de la ejecución de trabajos públicos
que representan beneficio tanto para la empresa como
para el país en general, pero que perjudican de manera
injusta y desproporcionada al demandante.

3. La oposición de la demandada

La demandada se opuso a las pretensiones formuladas


en su contra con los siguientes argumentos:
(i) El demandante enajenó parte del predio afectado al
señor Eduardo Romero, por medio de la escritura
pública 520 de 29 de mayo de 1987; en consecuencia,
existiría falta de legitimación en la causa por activa;
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además, los certificados de tradición aportados por el


actor para demostrar que era el actual propietario del
inmueble, fueron expedidos en abril de 1987.

(ii) No es cierto que ISA hubiera recogido los afluentes


existentes en la zona para hacerlos confluir en el río
Lengupá; la generalidad de las aguas que llegan al
embalse lo hacen en forma natural, por estar ubicadas
en una cuenca u hoya hidrográfica; tampoco es cierto
que se hubiera aumentado de manera desaforada el
caudal de las aguas del río Lengupá, ni que éste se
desplace con gran velocidad e insuperable fuerza, por
la apertura de las compuertas de la represa, porque el
rebosadero de excesos no tiene ninguna relación con el
canal del fuga a ese río y se encuentra a gran distancia
de éste.

(iii) No es cierto que la empresa realizara grandes


excavaciones en el lecho del río, ni que se produjeran
los efectos indicados en la demanda. Además, el
demandante incurre en contradicciones al afirmar que
las excavaciones se hicieron sobre un terreno de
propiedad de la empresa, sin precisar cuál era ese
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terreno y, en el hecho siguiente, se afirma que esas


excavaciones se hicieron al lecho del río.

(iv) Los daños que hubiera sufrido el demandante son


causados por la naturaleza y no por la empresa, dado
que: la descarga promedio de la central hidroeléctrica
al río Lengupá es de 70 a 80 metros cúbicos por
segundo en los meses de verano e invierno y entre 50 y
70 metros cúbicos en los demás meses, descarga que
se regula y que no es suficiente para producir efectos
como los indicados en la demanda; las aguas sobrantes
del embalse son desviadas desde la misma presa, por
las compuertas del rebosadero, al río Batá, aguas
abajo, que desemboca en el río Guavio y éste en el
Upia, por lo que en ningún momento se afecta el río
Lengupá; es en razón del aumento de las lluvias que se
presentan en el sector, que de acuerdo con los estudios
realizados, varía entre 4.000 y 6.200 mms.; además,
por las condiciones orográficas de la región donde está
localizado el embalse se presenta un microclima de
alta pluviosidad; el caudal del río Lengupá es de 96
metros cúbicos, pero aumenta por causa de las lluvias
a unos 200 metros cúbicos por segundo, e inclusive, se
han registrado en el Himat caudales instantáneos
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máximos producidos por precipitaciones de 1.600


metros cúbicos por segundo y crecientes mayores de
3.000 metros cúbicos por segundo; cuando se
presentan las crecientes naturales del río por causa de
las lluvias, se reduce en un gran porcentaje la descarga
de la central al río. Aún más, cuando la cota del río es
mayor que la del canal de fuga se paraliza la
generación de energía por los problemas técnicos que
ello implica; por las condiciones topográficas de la
región, al tratarse de una zona llana, el río cambia
naturalmente de curso formando islas que tienden a
desaparecer; en épocas de verano, los propietarios de
predios ubicados en las orillas del río cultivan las áreas
no cubiertas por el agua, las cuales son afectadas al
llegar las crecientes naturales; también ISA ha sido
víctima de las crecientes naturales y por ello ha debido
adelantar obras relacionadas con la protección
marginal del costado derecho del río Lengupá, a fin de
evitar la destrucción de las terrazas construidas para
albergar la casa de máquinas y el patio de conexiones
de la central.

(v) Con fundamento en las alegaciones anteriores


propuso las excepciones de inexistencia de la causa,
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Radicación No. 15001233100010988-01 (17.064)

falta de legitimación y caducidad, porque según la


demanda, los daños se iniciaron en el año 1982, con la
iniciación de las operaciones de la central y los más
graves se produjeron en los años 1984 y 1987, pero la
demanda se presentó a mediados de 1990. La parte
demandante pretende demostrar que no se ha
producido ese fenómeno, con el argumento de que los
perjuicios se siguen causando, pero ese hecho no sólo
es falso, sino que, además, no justificaría la
reclamación de perjuicios causados en años anteriores.

4. La sentencia recurrida

4.1. El a quo negó las excepciones propuestas por la


entidad demandada, así:

(i) En relación con el hecho de que no causó daño


alguno en el predio del demandante, señaló que ésta
no era una excepción, porque no constituía la
proposición de un hecho de carácter impeditivo,
extintivo o modificatorio del hecho que soporta la
pretensión del demandante, sino la negación de uno de
los hechos que fundamentan la demanda.
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(ii) En cuanto a la falta de legitimación en la causa por


activa, señaló que el demandante acreditó su condición
de propietario del inmueble con la escritura pública y
el certificado de libertad y tradición de los predios
señalados como afectados en la demanda y que si bien
en la escritura pública 520 de 29 de mayo de 1987
vendió parte del predio El Guamo al señor Eduardo
Romero, quedó establecido que la extensión vendida no
hacía parte del terreno afectado por el río; pero
aunque la venta hubiese sido proindiviso, cualquiera de
los condueños estaba facultado para accionar.

(iii) En cuanto a la excepción de caducidad formulada,


consideró que si se tenía en cuenta que de acuerdo con
la demanda, los daños se iniciaron desde el año 1982,
no se aplica el término para la caducidad previsto en el
artículo 23 del decreto 01 de 1984, porque dicha
norma no estaba vigente para el momento de
ocurrencia del hecho, sino el término de la
prescripción extintiva de 20 años establecido en el
artículo 2536 del Código Civil y en la ley 50 de 1936,
dado que los artículos 261 a 269 de la ley 167 de 1941
fueron declaradas inexequibles el 20 de junio de 1955.
Adicionalmente, señaló que tampoco operó la
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caducidad, porque en la demanda se afirmó que los


daños se produjeron en forma sucesiva y permanente
hasta la época en la cual se instauró la demanda, por lo
cual, el término para interponerla sólo empieza a
correr a partir del momento en que se hubieran
concluido las conductas constitutivas de la ocupación,
y que también debían tenerse en cuenta las vicisitudes
que sufrió la demanda, la cual fue interpuesta
inicialmente ante la jurisdicción ordinaria.

4.2. En cuanto a la solicitud de nulidad de lo actuado


por falta de jurisdicción, señaló que el Consejo
Superior de la Judicatura asignó dicha competencia a
la jurisdicción contenciosa, al dirimir un conflicto de
competencias en relación con una demanda
interpuesta contra ISA, en asunto similar, por
considerar que los hechos objeto de la controversia
guardan relación con el cumplimiento de las funciones
administrativas que la ley confió a dicha entidad.

4.3. En cuanto al fondo de las pretensiones, consideró


que había lugar a su prosperidad, porque de
conformidad con las pruebas que obraban en el
expediente y, en particular, con el segundo dictamen
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pericial rendido en el proceso para resolver la objeción


por error grave formulada por el demandante contra el
primer dictamen –del cual se transcribió en la
sentencia una parte considerable-, había quedado
establecido que la empresa demandada causó con las
acciones y omisiones señaladas en la demanda
perjuicios a los bienes raíces de propiedad del
demandante.

En relación con la indemnización se condenó por el


pago de la suma reclamada en la demanda, que fue
actualizada por los peritos a la fecha del dictamen. En
la sentencia complementaria se señaló la fórmula de
actualización de dicha suma a la fecha de la sentencia.

5. Razones de la apelación.

Inconforme con la decisión, la empresa Interconexión


Eléctrica S.A. ISA interpuso recurso de apelación, el
cual sustentó así:

5.1. Nulidad insaneable por falta de jurisdicción.


Adujo que la jurisdicción contenciosa, conforme a lo
previsto en el artículo 90 de la Constitución,
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desarrollada en este aspecto en el artículo 82 del


Código Contencioso, tal como fue modificado por el
artículo 30 de la ley 446 de 1998, está instituida para
juzgar las controversias y litigios administrativos
originados en las actividades de las entidades públicas
y de las personas privadas que desempeñen funciones
propias de los distintos órganos del Estado y la
empresa demandada no tiene la calidad de entidad
pública ni como particular cumplió funciones públicas.
La empresa se constituyó como sociedad anónima de
carácter comercial.

Señaló que aunque, erradamente, en la ley 01 de 1984,


mediante la cual se reformó la estructura
administrativa del Ministerio de Minas y Energía se
incluyó a la empresa como organismo vinculado al
sector, en calidad de empresa industrial y comercial del
Estado, no puede considerarse dicha ley como el acto
de creación de la entidad, sin que en la misma se le
asignaran funciones administrativas, ni se definiera el
control de tutela a que supuestamente quedaba
sometida, ni se establecieron en ella las actividades
industriales y comerciales que supuestamente debía
cumplir, ni se señaló que su presupuesto haría parte
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del Presupuesto General de la Nación, como ocurre con


las demás empresas de esta clase.

Agregó que a pesar de que la empresa se constituyó en


empresa de servicios públicos mixta, el asunto tampoco
sería de competencia de esta jurisdicción, por mandato
del artículo 32 de la ley 142 de 1994, que prevé que los
actos de dichas empresas se regirán, exclusivamente,
por las reglas del derecho privado, aun en relación con
empresas en las cuales las entidades públicas sean
parte, sin que para ello importe el porcentaje de
participación de las mismas en el capital social.

5.2. Caducidad: dado que el asunto objeto de


controversia son los daños causados con ocasión de
una obra pública y no derivados de la ocupación de un
inmueble, el término para intentar la acción era el de
dos años, previsto en el decreto 01 de 1984 y no el de
20 años previsto en el artículo 2536 del Código Civil y
en la ley 50 de 1936 y al momento de presentar la
demanda habían transcurrido más de dos años entre la
ocurrencia de los hechos presuntamente generadores
del daño, dado que en el mismo texto de la demanda se
señaló que la época de los perjuicios fue el año 1982,
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en el cual empezó a operar la hidroeléctrica; además,


se destacó que los daños más graves se produjeron en
los años 1984 a 1987 y que otra de las causas de tales
daños fue la extracción de material del río en el
inmueble Espárragos, hecho que como se reconoció
expresamente en la demanda, ocurrió entre 1970 y
1982, fechas que fueron señaladas tanto por los
testigos como por las demás pruebas que obran en el
expediente, en particular, el último dictamen pericial;
sin embargo, se da credibilidad al demandante en
cuanto a que los daño se siguieron sucediendo al
momento de presentación de la demanda, únicamente
con el fin de evitar la extemporaneidad de su acción.

5.3. Falta de legitimación en la causa por activa:


El actor no es propietario de la totalidad del terreno y
por lo tanto, no está legitimado para reclamar por la
totalidad de los daños y no hay lugar a considerar,
como lo hizo el a quo que se trate de una copropiedad,
dado que lo enajenado fue una parte específica del
terreno y no hay prueba que acredite que la intención
de los contratantes era la de continuar como
propietarios del inmueble.
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5.4. Irregularidad en fundamentos probatorios:


para tomar la decisión, el a quo sólo tuvo en cuenta
una única prueba, que fue el segundo dictamen
practicado en el proceso, dejando de lado, sin
explicación ni justificación las demás pruebas que
obran en el expediente, de las cuales se deduce una
conclusión totalmente opuesta a la que se consignó en
la providencia, en particular, los dos dictámenes
periciales: uno practicado en el proceso y otro
trasladado del proceso que se adelantó por un asunto
similar, en los cuales se concluyó que la causa de los
perjuicios aducidos por el demandante estaba asociada
a hechos naturales, tales como la alta pluviosidad en la
región, las condiciones geomorfológicos propias del río
Lengupá, el tipo de suelo del predio afectado; además,
se desconoció la confesión del demandante en el
interrogatorio que le formuló la entidad, en cuanto a
que los daños se produjeron en épocas de invierno y la
prueba documental y los testimonios, en los cuales se
da cuenta de la cantidad limitada de agua que entrega
la central hidroeléctrica al río Lengupá.

5.5. Otras irregularidades de la sentencia: aunque


el demandante limitó el valor de la pretensión a
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$77.490.000, sin pedir ajuste o actualización de ese


valor, el a quo condenó a la entidad a una suma
superior, excediendo así lo pedido en la demanda.

6. Actuación en segunda instancia.

Del término concedido en esta instancia para presentar


alegaciones sólo hizo uso la parte demandante, quien
solicita que se confirme la sentencia impugnada. En
relación con los argumentos de la parte demandada
adujo: (i) ISA es una empresa estatal, porque su capital
es 100% oficial; (ii) si bien el demandante vendió parte
del terreno, se reservó el derecho a reclamar la
indemnización que le corresponde legalmente; (iii)
quedó acreditado que cuando se presentó la demanda
se estaban causando perjuicios por las mismas causas
a la finca y que con posterioridad a la misma se siguen
causando dichos daños; (iv) con el dictamen pericial,
ampliamente fundamentado, los peritos llegaron a la
conclusión de que las causas de los daños al terreno de
su propiedad fueron: la remoción de materiales en el
lecho del río Lengupá, lo cual hizo cambiar el curso de
las aguas; el aumento del caudal del río debido a que
se le agregaron otros ríos, y el aumento del caudal del
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río con el agua que cae del canal de fuga, después de


las horas de mayor consumo de energía; (iv) no ha
operado la caducidad, porque tratándose de
“operaciones continuadas”, como lo ha señalado la
jurisprudencia, el término para presentar la demanda
empieza a contarse desde que cesen los daños y en el
caso concreto, estos se siguieron causando aún con
posterioridad a la presentación de la demanda;
además, la demanda había sido presentada primero
ante el mismo tribunal a quo y luego ante la
jurisdicción civil, y en ambas jurisdicciones se rechazó
aquella por falta de competencia, y (v) los daños
materiales fueron debidamente determinados por los
peritos.

II. CONSIDERACIONES DE LA SALA

La Sala es competente para conocer del asunto, en


razón del recurso de apelación interpuesto por la parte
demandante en contra de la sentencia proferida por el
Tribunal Administrativo de Boyacá, el 21 de abril de
1999, en proceso con vocación de doble instancia ante
esta Corporación, seguido en contra de la empresa
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Interconexión Eléctrica S.A. –ISA-, en la cual se accedió


parcialmente a las pretensiones de la demanda. Se
anticipa que la decisión adoptada por el a quo habrá de
revocarse, por las siguientes razones:

1. Competencia de la jurisdicción para conocer


del asunto

Según el certificado de existencia y representación


legal expedido por la Cámara de Comercio de Medellín
(fls. 76-82 C-1), la naturaleza jurídica de la empresa
INTERCONEXIÓN ELÉCTRICA S.A. -ISA es la
siguiente:

“Que por escritura pública No. 3.057, otorgada en la


Notaría 8ª de Bogotá, el 14 de septiembre de 1967,
registrada en esta Cámara de Comercio el 1º de julio de
1977, en el libro 9º, folio 239 bajo el No. 1.999, se
constituyó la sociedad INTERCONEXIÓN ELÉCTRICA
S.A. ‘ISA’, la cual es una empresa industrial y comercial
del Estado, del orden nacional, de origen indirecto,
constituida en forma de sociedad anónima con capital
público y vinculada al Ministerio de Minas y Energía”.
Vale señalar que para el momento de interposición de
la demanda (20 de abril de 1990), se presentaban
conflictos de competencia entre las jurisdicciones
ordinaria y administrativa, en relación con las
reclamaciones formuladas contra las empresas
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industriales y comerciales del Estado, por la ocupación


permanente de inmuebles. Para resolver tales
conflictos existían dos criterios: (i) uno de tipo
funcional, conforme al cual éstos asuntos eran de
competencia de la jurisdicción administrativa, porque
en el Decreto 01 de 1984, se le había asignado a dicha
jurisdicción el conocimiento de la reclamación de
indemnización de perjuicios derivados de la ocupación
permanente o temporal de inmuebles por trabajos
públicos, y, por lo tanto, se trataba de una de las
excepciones a las que se refería el artículo 16 del
Código de Procedimiento Civil, que establecía que los
asuntos en los que fueran parte las entidades estatales
eran de competencia de la jurisdicción ordinaria,
siempre que los mismos no hubieran sido asignados a
la jurisdicción administrativa1, y (ii) de tipo organicista,
conforme al cual se consideraba que la competencia
para decidir la responsabilidad por los hechos en los
cuales hubieran incurrido las empresas industriales y
comerciales del Estado, lo era en todo caso la
jurisdicción ordinaria, porque así lo había previsto en

1
Ver, por ejemplo, en providencia del Tribunal Disciplinario de 12 de julio de 1988, exp. 780, se resolvió la
colisión negativa de competencias en el proceso iniciado por el señor Jesús Roa Bonilla contra la Empresa
Interconexión Eléctrica S.A., por hechos similares a los que trata este proceso, asignando la competencia a la
jurisdicción administrativa.
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el artículo 31 del Decreto ley 3130 de 1968 2. Así lo


declaró la Sala, en asunto similar al de que trata este
proceso, en providencia de 6 de octubre de 19943.

No obstante, se advierte, que este es ya un asunto


superado para la fecha en la que se dicta esta
sentencia, habida consideración de que conforme a lo
previsto en el artículo 1º de la ley 1107 de 2006, que
modificó el artículo 82 del Código Contencioso
Administrativo, que a su vez había sido modificado por
el artículo 30 de la ley 446 de 1998, esta jurisdicción es
competente para conocer de los asuntos en los cuales
esté involucrada cualquier entidad pública. Establece
la norma:

“La jurisdicción de lo contencioso administrativo está


instituida para juzgar las controversias y litigios

2
Dicha norma establecía: “Los actos y hechos que las empresas industriales y comerciales del Estado y las
sociedades de economía mixta realicen para el desarrollo de sus actividades industriales y comerciales,
están sujetas a las reglas del derecho privado y a la jurisdicción ordinaria conforme a las normas de
competencia sobre la materia. Aquéllos que realicen para el cumplimiento de las funciones administrativas
que les haya confiado la ley son actos administrativos”.

3
El proceso entró a conocimiento de la Sala para resolver el recurso de apelación interpuesto por la parte
actora en contra la sentencia proferida por el a quo el 7 de octubre de 1992, declaró la nulidad de todo lo
actuado, incluyendo el auto admisorio, en razón de la naturaleza jurídica de la entidad demandada, habida
consideración de que Interconexión Eléctrica S.A. era una empresa industrial y comercial del Estado y, en
relación con esas entidades, el artículo 31 del decreto 3130 de 1968 establecía que sus actos y hechos
estaban sujetos a las reglas del derecho privado y a la jurisdicción ordinaria, conforme a las normas de
competencia sobre la materia. Criterio, que según el mismo auto había sido reiterado por la Sala, por
ejemplo, en autos de 22 de julio de 1994, exp. 9482 y 9061.
24
Radicación No. 15001233100010988-01 (17.064)

originados en la actividad de las entidades públicas


incluidas las sociedades de economía mixta con capital
público superior al 50% y de las personas privadas que
desempeñen funciones propias de los distintos órganos
del Estado. Se ejerce por el Consejo de Estado, los
tribunales administrativos y los juzgados
administrativos de conformidad con la Constitución y la
ley…”.

Esta norma, de naturaleza procesal y por lo tanto, de


aplicación inmediata, aún a los procesos en curso
define la competencia de esta jurisdicción con un
criterio orgánico, lo cual trae entre otras
consecuencias, la de conocer de las controversias en
las cuales sean parte las entidades públicas, como lo
son las empresas industriales y comerciales del
Estado4. Por lo tanto, hoy no existe ningún
impedimento para conocer en esta jurisdicción de las
4
En relación con esta norma ha destacado la Sala: “El anterior artículo 82 del Código Contencioso
Administrativo, modificado por el artículo 30 de la ley 446 de 1998, que establecía la cláusula general de
competencia de esta jurisdicción, señalaba que tenía a su cargo el conocimiento y juzgamiento de aquellas
controversias y litigios administrativos que se originaban en la actividad de las entidades públicas y de las
personas privadas que desempeñaran funciones propias de los distintos órganos del Estado. Al respecto, la
Sala había precisado que para determinar la competencia no se acudía a un criterio orgánico según el cual la
competencia dependía de la naturaleza jurídica de quien realizara la actividad cuyo juzgamiento se proponía,
esto es, si se trataba de una persona de carácter público o privado, sino que se adoptaba el criterio funcional
según el cual la competencia de esta Jurisdicción correspondía al conocimiento de las controversias y litigios
administrativos, es decir de aquellas actividades que revestían un carácter administrativo, sin atender la
naturaleza –privada o pública- de quien realizaba la actividad…la ley 1107 de 2006, por la cual se modifica el
artículo 82 del código contencioso administrativo, a su vez modificado por el artículo 30 de la ley 446 de
1998, la cual comportó un cambio radical de la cláusula general de asignación de competencias a esta
jurisdicción. De la lectura del precepto trascrito, se tiene que en adelante la cláusula general de competencia
de la jurisdicción en lo contencioso administrativo ya no gravita en torno al “juzgamiento de controversias y
litigios administrativos originados en la actividad de las entidades públicas y de las personas privadas que
desempeñen funciones propias de los distintos órganos del Estado”, como señalaba la disposición
expresamente derogada del artículo 30 de la ley 446, que adoptaba un criterio material”. Auto de 29 de marzo
de 2007, exp. 25.619. En el mismo sentido, auto de 8 de febrero de 2007, exp. 30.903.
25
Radicación No. 15001233100010988-01 (17.064)

pretensiones formuladas en contra de la empresa


Interconexión Eléctrica S.A., en razón de su naturaleza.

2. Sobre la caducidad

Consideró el a quo que en el caso concreto no había


operado la caducidad, porque: (i) si de acuerdo con la
demanda, los daños se iniciaron desde el año 1982, no
se aplica el término que para presentar la demanda
está previsto en el artículo 23 del decreto 01 de 1984,
sino el término de la prescripción extintiva de 20 años
establecido en el artículo 2536 del Código Civil y en la
ley 50 de 1936; (ii) porque en la demanda se afirmó
que los daños se produjeron en forma sucesiva y
permanente hasta la época en la cual se instauró la
demanda, por lo cual, el término para interponerla sólo
empieza a correr a partir del momento en que se
hubieran concluido las conductas constitutivas de la
ocupación, y (iii) la demanda fue interpuesta primero
ante la jurisdicción ordinaria.

A juicio de la Sala, en el caso concreto, la demanda fue


presentada por fuera del término legalmente
establecido para el efecto, por las siguientes razones:
26
Radicación No. 15001233100010988-01 (17.064)

2.1. Para garantizar la seguridad jurídica de los sujetos


procesales, el legislador colombiano instituyó la figura
de la caducidad como una sanción por el no ejercicio
de determinadas acciones judiciales en un término
específico. Las partes tienen la carga procesal de
impulsar el litigio dentro de este plazo fijado por la ley
y de no hacerlo en tiempo perderán la posibilidad de
accionar ante la jurisdicción para hacer efectivo su
derecho, frente a la consideración del fenómeno de la
caducidad.

2.2. El a quo consideró que en el caso concreto no


había operado la caducidad, porque los daños, según la
demanda, se iniciaron desde el año 1982, esto es, en
época anterior al decreto 01 de 1984, por lo que debía
aplicarse el término de la prescripción extintiva de 20
años establecido en el artículo 2536 del Código Civil y
en la ley 50 de 1936, dado que los artículos 261 a 269
de la ley 167 de 1941 fueron declarados inexequibles el
20 de junio de 1955.

Se observa que en relación con el término para


intentar la acción de reparación directa, desde la
27
Radicación No. 15001233100010988-01 (17.064)

expedición de la ley 167 de 1941 5 hasta hoy se han


presentado los siguientes cambios normativos:

La Ley 167 de 1941, anterior Código Contencioso


Administrativo, establecía en el artículo 263 que la
indemnización de los perjuicios sufridos como
consecuencia de los daños causados a bienes inmuebles
o por su ocupación, producidos como consecuencia de
la ejecución de trabajos públicos debía reclamarse
dentro de los dos años siguientes a la ocurrencia del
daño o verificación de la ocupación y asignó a la
Jurisdicción Contencioso Administrativa la competencia
para conocer de tales asuntos.

Esta norma fue declarada inexequible mediante


sentencia de 20 de junio de 1955, por la Corte Suprema
de Justicia que declaró la inexequibilidad parcial de los
artículos 261 a 269 de la ley 167 de 1941, por
considerar que en relación con la ocupación
permanente de inmuebles, el artículo 30 de la
Constitución Nacional de 1886 exigía previa
indemnización y sentencia judicial en caso de
5
En relación con el término para interponer la acción de reparación por la ocupación de inmuebles, puede
verse un recuento jurisprudencial en sentencias de la Sala de 12 de febrero de 2004, exp. 15.1795 y de 5 de
diciembre de 2006, exps. 15.748 y de 15.919.
28
Radicación No. 15001233100010988-01 (17.064)

expropiación y señaló que para el conocimiento de tales


eventos la competencia radicaba en la Jurisdicción
ordinaria y quedaba sometida a los términos de
prescripción.

Entonces, de conformidad con la interpretación dada


por la Corte Suprema de Justicia a los artículos 261 a
269 de la ley 167 de 1941, las acciones de reparación
directa, debían ejercerse ante esta jurisdicción, en los
dos años siguientes a la ocurrencia del hecho, omisión,
operación administrativa u ocupación temporal de
inmuebles, pero tratándose de ocupación permanente
de inmuebles, dicha acción debía adelantarse ante la
jurisdicción ordinaria, evento en el cual el ejercicio
oportuno de la acción estaba sometido a la prescripción
extraordinaria, es decir, al término de veinte años
previsto en el artículo 2356 del Código Civil.

En el año 1964 se expidió el Decreto Ley 528, que en su


artículo 28 dispuso que el término para interponer la
acción de reparación era de tres años, contados a partir
del día siguiente al de la realización del hecho u
operación. No obstante, el Consejo de Estado,
consideró que tratándose de la ocupación permanente
29
Radicación No. 15001233100010988-01 (17.064)

de inmuebles, el término para el ejercicio oportuno de


la acción era el fijado en el artículo 263 de la ley 167 de
19416, esto es, de 20 años.

De manera tal que durante la vigencia del Decreto Ley


528 de 1964 debía demandarse ante esta jurisdicción,
dentro de los tres años siguientes al evento, la
indemnización de perjuicios que se reclamaran por la
ocupación temporal de bienes inmuebles (y por todos
los daños que tuvieran su origen en hechos, omisiones,
u operaciones de las entidades estatales), y ante la
jurisdicción ordinaria, dentro del término de
prescripción, la reclamación de perjuicios por la
ocupación permanente de inmuebles.

Con la expedición del artículo 86 del Decreto - Ley 01


de 1984 se unificaron la jurisdicción y tiempo para
ejercer la acción, para reclamar la indemnización por
los daños causados tanto con hechos, omisiones,
operaciones administrativas, como con la ocupación de
inmuebles sea ella temporal o permanente.

6
. Sentencia de 25 de febrero de 1972, C.P. Carlos Portocarrero Mutis. Posteriormente, en el artículo 8 de la
Ley 16 de 1968, se confirmó la competencia a los jueces del circuito para conocer de los procesos por
ocupación permanente de bienes inmuebles con ocasión de trabajos públicos, en el entendido de que se
trataba de una afectación al derecho de dominio.
30
Radicación No. 15001233100010988-01 (17.064)

En efecto, en el artículo 136 de dicho decreto, que fue


posteriormente modificado por el artículo 23 del
Decreto ley 2304 de 1989, se estableció que el término
para intentar la acción de reparación directa era de dos
años, contados “a partir del acaecimiento del hecho,
omisión u operación administrativa o de ocurrida la
ocupación temporal o permanente del inmueble de
propiedad ajena por causa de trabajos públicos”. Por su
parte, el artículo 44 de la Ley 446 de 1998, vigente
para la época en que se dicta esta sentencia y que
modificó la disposición anterior, establece en términos
similares el plazo para intentar esa acción, con la
adición de que la ocupación de inmuebles puede tener
no sólo como origen la realización de trabajos públicos,
sino “cualquiera otra causa”, y con la modificación en
el sentido de que el término se empieza a contar no
desde el día del acaecimiento del hecho, omisión u
operación administrativa o de ocurridas la ocupación
temporal o permanente del inmueble, sino desde el día
siguiente a aquel en el que suceda cualquiera de estas
situaciones.

En consecuencia, no le asiste razón al a quo, al señalar


31
Radicación No. 15001233100010988-01 (17.064)

que el término para interponer la acción en el caso


concreto coincidía con el de la prescripción
extraordinaria, porque aquí se reclama la
indemnización de perjuicios causados a un inmueble
derivados de una obra pública, pero no por su
ocupación permanente, y dado que en la demanda se
señala que tales daños se han venido presentando de
manera sucesiva, desde 1982, el término para
presentar la demanda, estuvo regulado por los artículos
28 de Decreto Ley 528 de 1964 y 136 del Decreto 01 de
1984, con las modificaciones introducidas a éste por el
Decreto ley 2304 de 1989 y la Ley 446 de 1998, esto es,
de tres y dos años, respectivamente, contados a partir
del acaecimiento del hecho que dio origen a los daños.

Dado que la demanda se presentó originalmente en el


año 1987, como más adelante se precisará, se concluye
que el término que debió tenerse en cuenta para
presentar oportunamente la demanda era el establecido
en el decreto 01 de 1984 que era la norma que regía
para ese momento, y que señalaba que la demanda
debía ser presentada dentro de los dos años siguientes,
contados desde el día de la ocurrencia del hecho que
dio origen al daño.
32
Radicación No. 15001233100010988-01 (17.064)

2.3. Ahora, como lo que se reclama en el caso concreto


es la indemnización de los perjuicios causados al
demandante por la ocurrencia de eventos que, según la
demanda, se han causado de manera sucesiva, resulta
determinante establecer a partir de qué momento debe
empezar a contarse el término para presenta la
demanda de reparación.

En la legislación nacional, ha sido regla constante, que


el término para interponer la acción de reparación
directa empieza a correr a partir del acaecimiento del
hecho, omisión u operación administrativa o de
ocurrida la ocupación temporal o permanente del
inmueble. Esto significa que una vez ocurrido el evento
causante del daño, el demandante ha debido acudir a la
jurisdicción competente, dentro del plazo fijado en las
disposiciones antes señaladas, para interponer la
acción de reparación directa, so pena de que se
produjera la caducidad.

La interpretación que de esas normas se hacía llevó a la


33
Radicación No. 15001233100010988-01 (17.064)

Sala a concluir en épocas pretéritas, que sólo podían


reclamarse los daños que se produjeran o hicieran
manifiestos dentro de los dos años siguientes al evento:

“Es claro que una obra pública puede producir


perjuicios instantáneos, por ejemplo, el
derrumbamiento de un edificio aledaño, como también
lo es que puede ser la causa de una cadena de
perjuicios prolongada en el tiempo, v. gr. la obra impide
el flujo normal de las aguas que pasan por un inmueble
o es la causa de las inundaciones periódicas del mismo.
En el primer evento (perjuicios instantáneos) el término
de caducidad es fácil de detectar: tan pronto se ejecute
la obra empezará a correr el término para accionar.
Para una mayor certeza la jurisprudencia de la Sala ha
señalado como fecha inicial, aquella en que la obra
quedó concluida…

“Como regla general, entonces, podrá sostenerse que


en las acciones indemnizatorias por daños de
ocurrencia prolongada en el tiempo (periódicos o
sucesivos) originados en trabajos públicos en los que la
ejecución de la obra pública es la causa eficiente de los
mismos, no podrá hacerse caso omiso de la época de
ejecución de ésta para hablar sólo de la acción a
medida que los daños vayan apareciendo, así su
ocurrencia sea posterior a los dos años de construida la
obra. En otros términos, el legislador al establecer la
caducidad en la forma explicada partió de un supuesto
que le da certeza y estabilidad a la institución: que en
este campo el perjuicio debe concretarse, nacer, a más
tardar dentro de los dos años siguientes a la ejecución
de los trabajos…”7 (subrayas fuera del texto).

7
Sentencias de 28 de enero de 1994, exp. 8.610 y de 12 de noviembre de 1998, exp. 13.531.
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Radicación No. 15001233100010988-01 (17.064)

En épocas posteriores se morigeró esa regla, para


señalar que en aquéllos eventos en los que la existencia
del daño no coincide con el acaecimiento del hecho que
le da origen, en aplicación del principio pro danmatum
y en consideración a que el fundamento de la acción de
reparación directa es el daño, el término para contar la
caducidad debe empezar a correr desde que se
produzca o se manifieste el daño.

En efecto, ha considerado la Sala en jurisprudencia que


se reitera, que la determinación del momento a partir del
cual se produce la caducidad de la acción no presenta
problemas cuando la realización del hecho, operación,
ocupación u omisión coinciden con la producción del
daño, pero que cuando el perjuicio se produce o se
manifiesta en un momento posterior o se trata de daños
permanentes o de tracto sucesivo surgen dificultades
para su determinación y que en tales casos es razonable
contar el término para interponer la demanda a partir de
dicha existencia o manifestación fáctica, pues el daño es
la primera condición para la procedencia de la acción
reparatoria. En todo caso, ha considerado la Sala que “el
juez debe tener la máxima prudencia para definir el
término de caducidad de la acción, de tal manera que si
35
Radicación No. 15001233100010988-01 (17.064)

bien dé aplicación a la norma legal, la cual está prevista


como garantía de seguridad jurídica, no se niegue la
reparación cuando el conocimiento o manifestación de
tales daños no concurra con su origen”8.

En consecuencia, el término para interponer la acción


de reparación debe empezar a correr desde el momento
en que se producen el hecho, la omisión, operación
administrativa, o la ocupación del bien inmueble,
momento que, por lo regular, habrá de coincidir con la
materialización del daño, cuando tales actos se agotan
en su ejecución. Sin embargo, puede ocurrir que la
producción del daño no coincida con la materialización
del hecho, omisión, operación u ocupación del bien,
sino que se produzca en un momento posterior a tales
eventos, como puede suceder, por ejemplo, con la
ingestión de una droga que produzca daños en el
organismo luego de un proceso lento de absorción o
transformación de sus elementos. En tales casos, el
término para presentar la demanda no debe contarse
desde la producción o distribución del medicamento ni

8
Sentencia del 16 de agosto de 2001, Expediente 13.772 (1048), mencionado en la Sentencia del 13 de
febrero de 2003, Expediente 13237 (Rad. 2555).
36
Radicación No. 15001233100010988-01 (17.064)

de su ingesta sino desde que se produzca el daño


biológico.

O puede suceder que la materialización del hecho


causante del daño coincida con la producción del
mismo, pero que la existencia de dicho daño
permanezca desconocida para el afectado, sin que esa
ignorancia sea imputable a su desidia, en tal caso, de
manera excepcional, en aplicación de principios y
normas superiores como los de equidad, habría que
contabilizar el término para presentar la demanda no
desde el momento en que se produjo el daño sino desde
el momento en que los afectados tuvieron conocimiento
de su existencia9.

Los daños pueden provenir de un suceso instantáneo,


pero también pueden provenir de un hecho que se va
produciendo en forma paulatina. En el primer evento,
no hay duda, el término para interponer la demanda
empieza a correr desde que se produce el evento, con
las aclaraciones que antes se hicieron sobre la
materialización o manifestación del daño. En el
9
Sentencia de 16 de agosto de 2001, exp: 13.772.
37
Radicación No. 15001233100010988-01 (17.064)

segundo caso, dicho término empezará a correr cuando


se agote el hecho que de origen al daño.

Puede suceder que un único evento genere un daño,


cuyos efectos se agoten con su producción, pero
también puede ocurrir que fenómenos sucesivos y
homogéneos, puedan producir daños continuos. En
relación con los daños que se producen de manera
paulatina como efecto de sucesivos hechos, omisiones,
etc., el término para reclamar la indemnización de
perjuicios corre de manera independiente para cada
uno de los daños derivados de esos sucesivos eventos.

2.4. En consecuencia, como en el caso concreto el


demandante afirma que desde el segundo semestre de
1982, al ponerse en funcionamiento la segunda etapa
de la central hidroeléctrica, el caudal de las aguas
liberadas que caían al río Lengupá inundó, de manera
progresiva e imparable la finca de su propiedad,
causando la pérdida de 20 hectáreas del terreno y de
los árboles y pastizales sembrados en los mismos,
concluye la Sala que los daños cuya indemnización
reclama el demandante se produjeron en forma
sucesiva, como consecuencia de las periódicas
38
Radicación No. 15001233100010988-01 (17.064)

inundaciones que se presentan cada vez que son


liberadas las aguas del río Lengupá. En otros términos,
según la demanda, se trata de daños que se produjeron
de manera sucesiva como efecto de hechos periódicos y
homogéneos. Por lo tanto, el término para reclamar la
indemnización de perjuicios causados con cada evento
empezó a correr de manera independiente.

Lo anterior significa que, en principio, el demandante


sólo podía reclamar a través de esta acción los daños
sufridos por el inmueble de su propiedad como
consecuencia de las inundaciones que se produjeron
desde el 19 de abril de 1988, habida consideración de
que la demanda se presentó ante esta jurisdicción el 20
de abril de 1990, es decir, ya en vigencia del decreto
01 de 1984. Sin embargo, las vicisitudes que sufrió la
demanda en razón de las controversias surgidas con
ocasión de la falta de un criterio claro sobre la
competencia para conocer de tales asuntos, permiten
tener como presentada la demanda en fecha anterior.

En efecto, está acreditado en el expediente que el


señor RAFAEL GROSS BOHÓRQUEZ presentó esa
39
Radicación No. 15001233100010988-01 (17.064)

misma demanda, tanto ante la Jurisdicción Ordinaria


como ante esta misma Jurisdicción y que en uno y otro
caso la misma había sido rechazada, en ambas
jurisdicciones, por falta de competencia.

El demandante afirmó haber presentado la misma


demanda ante el Tribunal Administrativo de Boyacá, la
cual fue declarada inadmisible por esa Corporación,
mediante auto de 30 de noviembre de 1988, porque se
consideró que la vía a seguir era la ordinaria y no la
contencioso administrativa; que ante esa decisión,
solicitó que se remitiera la actuación al Juzgado Civil
del Circuito de Garagoa, pero el a quo negó esa
petición, sin dar ninguna justificación.

Por su parte, la empresa INTERCONEXIÓN


ELÉCTRICA S.A., al contestar la demanda, allegó al
expediente la copia auténtica de la demanda
interpuesta por el señor GROSS BOHORQUEZ ante el
Juzgado Civil del Circuito de Garagoa, en la cual se
solicitaba la indemnización de los daños causados con
ocasión de la construcción de la represa. La copia no
tiene fecha de presentación ante el Juzgado. Sola obra
40
Radicación No. 15001233100010988-01 (17.064)

en el anverso de la última hoja una nota de secretaría


que señala que esas copias “son comparadas para el
traslado” y, un sello de la Secretaría de ese Juzgado, lo
cual permite inferir, que, en efecto, la demanda sí fue
presentada ante la jurisdicción ordinaria. Ahora, en
relación con la fecha de presentación de la misma, el
único dato que se tiene es la afirmación de la misma
entidad demandada, quien manifestó que esto ocurrió
en el año 1987.

Esto significa que la demanda se entiende como


presentada en 1987 y, por lo tanto, incluye la
reclamación de los daños causados al bien a partir de
1985.

2.6. Ahora, para establecer si los daños cuya


indemnización se reclama se produjeron a partir del
año 1985, deben tenerse en cuenta las siguientes
pruebas:

En el testimonio rendido ante el a quo, el señor Rafael


Humberto Perilla Campos (fls. 10-18 C-2), éste
manifestó que los daños causados por la represa
41
Radicación No. 15001233100010988-01 (17.064)

Chivor se comenzaron a sufrir en el sector donde tiene


la finca el demandante, desde 1982:

“Los perjuicios son incalculables no sólo para RAFAEL


GROSS sino para todos los ribereños del río Lengupá a
partir del sitio Casa de Máquinas, cuando a partir de
1980 o 1982, con la sacada de la gravilla en el sitio
denominado Los Espárragos, con buldózeres, con
cargadores, con retroexcavadoras fueron ampliando las
playas del río y empezando dicho río a arrasar con la
mayor parte de las fincas que estaban a su vera, hasta
seguramente las desembocaduras y así fue como vimos
que desaparecían los cultivos de la finca de don Rafael
Gross y las tierras que creo yo que deben ser más de
veinte (20) hectáreas, que hoy las vemos convertidas en
piedras…A partir de la iniciación de la contracción (sic)
de la represa de Chivor, poco más o menos 1972…,
empezaron a llegar las compañías a sus diferentes
sitios de trabajo y en…1982, sino estoy mal, cuando
empezaron a soltar las aguas de la represa de Chivor
han sido permanentes los perjuicios, incluyendo más
perjuicios en toda la región de las ribera del río
Lengupá cuando llegan las épocas de invierno y los ríos
se encuentran en su máximo caudal, tienen que abrir
las compuertas en el sitio denominado el terraplén,
perjudicando notoriamente el antiguo cauce del río
Garagoa…Los perjuicios comenzaron a partir de las
sacadas de las gravas de la finca Los Espárragos y creo
que si la compañía no cambia el caudal del río…
continuarán mientras exista la represa de Chivor…,
creo que a partir de 1972 se empezaron a sacar los
materiales de la finca denominada Espárragos…”.
En la declaración rendida por el señor Augusto Romero
Farrera (fls.18-23 C-2), en relación con el mismo
aspecto, respondió, igualmente, que los daños sufridos
como consecuencia del funcionamiento de la represa se
empezaron a sentir en la región desde el año 1982:
42
Radicación No. 15001233100010988-01 (17.064)

“…aumentaron los daños a partir de la segunda etapa,


por ahí en el año de…1982…, en invierno se notan más
los perjuicios porque el cauce del río no podía llevar
más que las aguas de él y al aumentar veinte (20)
metros se salía de ahí…Esos daños han sido de tipo
continuo, cada que el río golpea las paredes de la finca
las va aflojando y se las va llevando…”.

El señor Segundo Aquilino Ortega Cáceres (fls. 23-27


C-2), manifestó, igualmente, que los daños sufridos por
la finca de propiedad del demandante se empezaron a
causar desde el momento en que se dio al servicio la
segunda etapa de la represa y que esos daños se
continuaron causando de manera sucesiva durante los
años siguientes:

“….yo le conocía él [al señor Rafael Gross Bohórquez]


una plantación de árboles frutales…, de más o menos
1.500 árboles que hoy ya no existen, el río se los llevó a
causa de las crecientes que ha tenido el río, por ahí
desde el ochenta y dos (82) en adelante, desde que
aumentó el caudal del río por la represa de Chivor…,
antes del año 82, el río aunque creciera no hacía
perjuicios, pero después del año 82, cuando empezaron
la segunda etapa sí se causaron muchos perjuicios a las
fincas que están sobre el río. Todavía se están causando
perjuicios cuando crece el río…Los perjuicios se han
causado por etapas, más o menos en el 83, 84, 85, 86
hasta esta época…”.
43
Radicación No. 15001233100010988-01 (17.064)

El señor Miguel Antero Perilla Mora (fls. 27-33 C-2), al


ser interrogado sobre la época desde la cual viene
sufriendo perjuicios la finca del demandante,
manifestó:

“No le podría dar la fecha exacta, pero sí más o menos


desde el año 75 hacia acá…El problema es latente, es
continuo, porque a mi manera de ver, mientras este río
siga volteando así, desde luego que permanentemente
va a haber un ataque, o sea, en verano o en invierno…
[esos perjuicios no ocurrieron] de momento, algo que
haya llegado instantáneamente, ha sido variable,
porque el río está vía de penetración…, puesto que no
estamos hablando de una avalancha sobre un terreno
deleznable y a la vez con una buena inclinación, puesto
que estos son terrenos completamente planos…”.

Como se advierte, los testigos no precisaron en el


momento en el cual se causaron los daños cuya
indemnización se reclama en la demanda, esto es, de
las 20 hectáreas de terreno y de los cultivos de frutas y
pastizales sembrados sobre los mismos, en tanto sólo
dan cuenta de que esos daños se vienen causando
desde 1982, año en el cual se puso en funcionamiento
la segunda etapa de la represa y que las aguas han
44
Radicación No. 15001233100010988-01 (17.064)

arrasado parte del terreno y de los cultivos sembrados


en él.

No obstante, como antes se afirmó, para efectos de


establecer el término de caducidad, debe tenerse en
cuenta que si bien los daños pueden presentarse de
manera sucesiva, como consecuencia de diferentes
hechos que se producen en distintos momentos, el
actor sólo está legitimado para reclamar los daños
causados como consecuencia de los hechos ocurridos
hasta dos años antes de presentarse la demanda.

Cabe señalar que en la demanda que se presentó el 20


de abril de 1990, además de la indemnización por el
daño emergente, que se hizo consistir en la destrucción
e inhabilitación para explotar agroindustrialmente 20
hectáreas de terreno, de las cuales 15 estaban
sembradas con pastos artificiales; 3 hectáreas
sembradas con árboles frutales y dos con árboles
maderables, se solicitó el reconocimiento de lucro
cesante por $22.740.000, que corresponden a los
perjuicios que se dicen causados por el cese de la
producción de tres hectáreas cultivadas con frutales,
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por 7 años y medio, y de 15 hectáreas empradizadas


con pastos artificiales, por 6 años y medio.

Significa lo anterior, que de acuerdo con la demanda,


los cultivos se perdieron desde septiembre de 1982 y
los pastizales desde septiembre de 1983. Sin embargo,
no se precisó si desde esa misma época el terreno fue
arrasado o quedó inutilizable, o si esa situación se
produjo de manera gradual y sucesiva durante los años
posteriores y, de ser así, no se señaló cuál fue el
momento en que se tuvo certeza de ese hecho.

Al indagar sobre hecho se advierte que en la demanda


presentada en 1987, a la cual se hizo alusión antes, se
reclamó, igualmente, la indemnización de perjuicios
causados por “la destrucción e inhabilitación total para
explotar agroindustrialmente de veinte (20) hectáreas
de tierra”. Se describieron en la demanda, al igual que
en la presentada en 1990, las obras adelantadas por la
empresa demandada para construir la represa, las
cuales se llevaron a cabo en dos etapas: la primera
entre 1970 y 1977, que incluyeron: vías de acceso y
campamentos, presas y obras complementarias,
conducción hidráulica, casa de máquinas,
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subestaciones eléctricas y líneas de trasmisión, y la


segunda entre 1976 y 1982, en el cual se construyó el
embalse, aprovechando las aguas del río Batá, que fue
desviado a la hoya del río Lengupá, lo cual aumentó
considerablemente su caudal; además, se removieron
miles de toneladas de arena y piedras de un terreno
adyacente a este río, con lo cual se modificó su cauce.
Luego de describir esas obras se afirmó que:

“Por los fenómenos descritos en anteriores numerales,


el caudal de las aguas del río Lengupá, aumentado en
su fuerza destructora y ayudado por el desvío de su
lecho, sin encontrar rocas o muros que lo contuvieran,
se introdujo en la finca [de propiedad del demandante]
y arrasó con veinte (20) hectáreas de tierra
aproximadamente, y los cultivos en ella plantados,
como árboles frutales, maderables, plantaciones…
dejando las tierras totalmente inservibles para las
labores agroindustriales a que estaban destinadas.

“Los hechos anteriormente narrados…empezaron a


suceder a partir del año 1982 y continúan sin
interrupción cada vez que son abiertas las compuertas
de la presa y cada vez que aumentan las lluvias, como
ya se explicó, por el aumento del caudal de las aguas y
el cambio del lecho original del río…”.

De acuerdo con lo narrado, concluye la Sala que los


daños por los cuales se reclama indemnización en la
demanda, que consistieron en la pérdida de
productividad de 20 hectáreas de tierra y de los
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cultivos sembrados sobre los mismos, por haber sido


inundado ese terreno por el río Lengupá, cuyo caudal y
cauce fueron modificados para el funcionamiento de la
represa, ocurrieron desde 1982.

Aunque la inundación de tales terrenos, según la


misma demanda, se sigue produciendo cada vez que se
abren las compuertas, esos sucesivos eventos indican
que el daño permanece, pero que desde la inundación
ocurrida en 1982, cuando se puso en funcionamiento la
segunda etapa de la represa, el demandante sufrió la
pérdida de las 20 hectáreas de terreno que ha venido
reclamando, al hacerse éstas improductivas, al igual
que los pastizales y árboles sembrados sobre ellas.

En consecuencia, a pesar de que se considera como


presentada la demanda desde el año 1987, para ese
año ya había vencido el término con que contaba el
demandante para reclamar los perjuicios que sufrió en
el año 1982, fecha en la cual se puso en
funcionamiento la represa Chivor, sin que pueda
tenerse en cuenta un momento posterior para reclamar
dicha indemnización, por el hecho de que ese mismo
terreno resulte inundado periódicamente, porque esos
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eventos sucesivos no constituyen hechos nuevos


causantes de daños diferentes.

Por lo tanto, se revocará la sentencia impugnada y, en


su lugar, se negarán las pretensiones de la demanda,
por haber sido presentada por fuera del término
legalmente establecido para el efecto.

En mérito de lo expuesto, el Consejo de Estado, Sala de


lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera,
administrando justicia en nombre de la República y por
autoridad de la ley,

FALLA

REVÓCASE la sentencia recurrida, esto es, la dictada


por el Tribunal Administrativo de Boyacá, el 21 de abril
de 1999 y, en su lugar, NIÉGANSE las pretensiones de
la demanda.

CÓPIESE, NOTIFÍQUESE, CÚMPLASE Y DEVUÉLVASE


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RUTH STELLA CORREA PALACIO STELLA CONTO DÍAZ DEL


CASTILLO

DANILO ROJAS BETANCOURTH

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