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GUION DE CLASES ·

PROFESORA: MIGUEL ANTONIO LOPEZ


MATERIA: Formación Cristiana FECHA:19/4/ 2017
GRADO : 2º AÑO Clase: Nª 11
UNIDAD : El problema social en la TIEMPO: 45 minutos
revelación del Antiguo TESTAMENTO
1. INDICADORES DE LOGROS: Conozco el sentido que tiene la manifestación de Dios
como defensor del pobre y oprimido, en la predicación de los profetas

CONTENIDO: Reflexión y aplicación:


procedimental Actitudinal Para Dios todo lo que se
Conceptual relacionado con el ser
SÉPTIMO Y Explicación del porque Toma conciencia humano es importante ¿cómo
DÉCIMO el poder de Jesús no de lo que se organiza en lo social
MANDAMIENTO era político ni sus significa, el no político y económico? por
intereses estaban en las tanto la religión no está
S DEL tomar las cosas
cosas del mundo excluida de estos ámbitos, no
DECÁLOGO ajenas. puede haber política sin
religión y religión sin política.
MOMENTOS DE LA CLASE
¿Cómo SE RELACIONA LA FE CON LA VIDA EN EL PUEBLO DE Israel?
INI
CIO

DESARROLLO
..
Séptimo mandamiento: No robarás ni tomarás lo que no te pertenece

Déjame hacerte unas preguntas: ¿Tienes el corazón apegado a algo? ¿Hay alguna cosa material
que te aleja de Dios? ¿Cuáles son ahora tus máximas preocupaciones? ¿Te preocupas
realmente de la gente necesitada y pobre? ¿Dios está en el centro de tu vida o vives tan metido
en las preocupaciones materiales que no te acuerdas de Él? ¿Haces buen uso de las cosas que
tienes? ¿Por qué crees que algunos roban a los demás? ¿Por qué está mal robar? Si eres
gerente de una empresa, ¿debes o no debes dar los salarios justos a tus trabajadores?

No debes extrañarte de que se den robos. Entre los doce que Jesús escogió, uno salió ladrón.
Fue Judas. Un ladrón que hasta pensó que podría hacer negocios traicionando a su Maestro.
“¿Qué me daréis si os lo entrego?”-preguntó Judas a los sumos sacerdotes. Y por treinta
monedas y un beso vendió a Jesús. ¿Tan poco valía Jesús?

El fundamento de este mandamiento, unido al décimo, es simple: la dignidad que nos identifica
a todos los hombres como hijos de Dios, creados a su imagen. En manos de sus hijos, Dios puso
toda la creación “Creced y multiplicaos, llenad la tierra y dominadla” , Génesis 1, 28) para
administrarla, sin que nadie tenga mayor derecho para ese dominio y uso sobre el resto de los
hijos 38 .

¿Qué te parece si enfocamos bien este mandamiento?


Este séptimo mandamiento te prohíbe el acto exterior de apropiarte de la propiedad ajena, y al
mismo tiempo, este mandamiento encauza el principio de la propiedad privada. Y prescribe el
respeto y la promoción de la dignidad de la persona humana en materia de bienes materiales y
económicos. Además este mandamiento exige estas virtudes: la justicia, la caridad, la templanza.

Por tanto, detrás de este mandamiento se esconden estos problemas y algunos más, querido
joven:

¿Son malos esos bienes que tú tienes y que has adquirido rectamente?

¿Los bienes son de unos pocos o de todos? ¿Por qué unos tienen más que otros?

¿Cómo hay que tratar los bienes, los propios y los ajenos?

¿Se contraponen la propiedad común y la propiedad privada? ¿Es lícita la propiedad privada?
¿A qué obliga la propiedad privada? ¿Qué peligro tiene la propiedad privada?

¿El trabajo es un deber?

¿Es legítima la huelga?

¿Qué es la justicia conmutativa, legal y distributiva?

¿Qué es el salario justo?

¿Hay que restituir lo robado? ¿Se puede robar alguna vez?

¿Qué es el fraude, la retención injusta?

¿Obliga en conciencia el pagar los impuestos económicos que impone el Estado?

¿Hay obligación moral de cumplir las promesas y contratos?

¿Qué medios emplear contra los ricos injustos? ¿Puedes tomarte la justicia por tu propia mano?

¿Qué hacer para ayudar a los pobres? ¿Cómo promoverles humanamente?

Si el hombre tiene el deber de conservar su vida, ha de tener derecho a procurarse los medios
necesarios para ello. Estos medios se los procura con su trabajo. Luego el hombre tiene derecho
a reservar para sí y para los suyos lo que ha ganado con su trabajo.

Este derecho del hombre exige en los demás el deber de respetar lo que a él le pertenece: esto
se llama derecho de propiedad.

El derecho de propiedad, en sentido cristiano, no es la facultad de disponer de las riquezas según


el libre antojo o capricho, atendiendo únicamente al propio placer o utilidad. Este concepto, que
es el de la escuela liberal, está altamente reprobado por la moral católica; que, si bien reconoce
por uno de sus principios fundamentales el respeto a la propiedad legítima, también cuenta entre
sus terminantes enseñanzas la ley de la justicia social y la de que el rico debe ser, sobre la Tierra,
la providencia del pobre.

Es cierto que la justa posesión de los bienes lleva consigo la obligación del uso justo de los
mismos; pero aunque el abuso en el uso sea pecado, no anula la realidad del derecho. Y si los
propietarios, faltando a su obligación, no hacen buen uso de su propiedad, corresponde al Estado
-guardián del bien común- poner sanciones convenientes que pueden llegar, si las circunstancias
lo requieren, a la expropiación y a la confiscación.

Ya se entiende que esta intervención del Estado no debe ser arbitraria, sino que siempre debe
estar subordinada al bien común. La autoridad política tiene el derecho y el deber de regular en
función del bien común el ejercicio legítimo del derecho de propiedad.

Los bienes de la Tierra fueron creados para que todos y cada uno de los hombres pudiesen
satisfacer sus necesidades. Bien lo expresó Pío XII : «Dios, Supremo Proveedor de las cosas,
no quiere que unos abunden en demasiadas riquezas mientras que otros vienen a dar en extrema
necesidad, de manera que carezcan de lo necesario para los usos de la vida».

Hay que ayudar a los demás. Y esto se logra no sólo dando dinero, sino también creando puestos
de trabajo, capacitando profesionalmente a los demás, ofreciendo oportunidades de educación,
etc. Así podrán entrar todos en “el teatro del mundo” para disfrutar de los bienes que nos ha
regalado el Creador. La comparación es de San Basilio.

Los animales están al servicio del hombre. Por eso es indigno invertir en ellos sumas que
deberían remediar, más bien, las miserias de los hombres.

El robo es apoderarse de algo ajeno sin conocimiento o libre asentimiento de su legítimo


propietario.

El robo puede cometerse de diferentes maneras:

Simple hurto: es el robo cometido ocultamente, y por ello se produce sin inferir violencia al dueño.

Rapiña: es el robo cometido violentamente, ante el dueño que se opone, por ejemplo,
amenazándolo con una pistola. Además del pecado de robo, se lesiona también la caridad con
el prójimo.

Fraude: es obtener ilícitamente un bien ajeno a través de engaños o maquinaciones. Se puede


cometer de muchas maneras: ejecutando mal un trabajo, vendiendo mercancía mala como si
fuera buena, aprovechando la ignorancia del comprador, vendiendo a un precio excesivo,
engañando en los contratos, no cumpliendo las especificaciones en una obra de construcción,
engañando en el peso de la balanza, falsificando documentos, etc. El pecado de fraude es uno
de los más frecuentes en la actualidad, y desgraciadamente son muchos los que lo pasan por
alto con ligereza.

Usura: es exigir por un préstamo un interés excesivo, aprovechando la gran necesidad del
deudor.

Extorsión: amenaza de pública difamación o daño semejante que se hace contra alguien a fin de
obtener de él dinero u otro provecho.

Despojo: es el robo de bienes inmuebles: casas, terrenos, etc.

Plagio: es el robo de derechos o bienes intangibles; por ejemplo, señalar como propias obras
literarias ajenas.

http://es.catholic.net/conocetufe/843/2923/articulo.php?id=35492

Décimo mandamiento
Ajenas El enunciado completo dice así: “No codiciarás la casa de tu prójimo, ni codiciarás la
mujer de tu prójimo, ni el siervo ni su sierva, ni su buey ni su asno, ni nada que sea de tu prójimo”
(Éxodo 20,17).

“La codicia rompe el saco”, dice el refrán. La codicia apunta al corazón, inclinado a los apegos.

Este mandamiento apunta al deseo de toda persona a ser feliz. ¿Dónde reside la felicidad? ¿En
el dinero, en el tener cosas? Dios con este mandamiento quiere que busquemos la felicidad
donde sí la podemos encontrar y no quiere que perdamos lo más valioso que tenemos por buscar
tener más y más bienes materiales, que siempre son perecederos y efímeros.

Aunque este mandamiento está formulado en forma negativa, sin embargo entraña un contenido
positivo, porque Dios te invita al desprendimiento para que tu corazón sea feliz y no sea un
esclavo de los bienes materiales y económicos, sobre todo de esos dos tiranos: la codicia (deseo
desordenado de riquezas), y la avaricia (deseo desordenado de conservar las poseídas).

Gracias a este mandamiento, tu corazón será libre y puro para poder amar a Dios con la plenitud
que Él ha ordenado; y sabrá poner los bienes materiales en su lugar, como medios -no como fin-
para obtener tu propia perfección humana y espiritual, y así conseguir la felicidad que buscas.

Está muy unido al séptimo mandamiento: “no robarás”; al igual que el noveno estaba unido al
sexto. Dios no sólo prohíbe al adulterio (sexto) sino también el desear la mujer o el varón del
prójimo (noveno). No sólo prohíbe robar o retener injustamente los bienes del prójimo (séptimo)
sino también el desearlos, codiciarlos y envidiarlos (décimo). Se trata, naturalmente, de un deseo
desordenado y consentido. Eso no quiere decir que sea pecado el desear tener, si pudieras
lícitamente, una cosa como la de tu prójimo.

Este mandamiento no prohíbe un ordenado deseo de riquezas, como sería una aspiración a un
mayor bienestar legítimamente conseguido; manda conformarnos con los bienes que Dios nos
ha dado y con los que honradamente podamos adquirir. Pero sí sería pecado murmurar con rabia
contra Dios porque no te da más; y tener envidia de los bienes ajenos. No sacrifiques tu felicidad
por nada.

Pecados contra este mandamiento

1. Avaricia o codicia

a) Definición: Es el amor desordenado a los bienes terrenales (nuestro dinero, casa, hijos, cosas).
Avaricia es el acaparamiento desordenado de bienes materiales. El desorden puede estar:

En la intención: desear las riquezas por ellas mismas, como un fin y no como un medio para
poder vestir y alimentar a la propia familia y para ayudar a la Iglesia y a los más necesitados.

En la manera de conseguir esa riqueza; por ejemplo con ansiedad, por todos los medios posibles
(a veces ilícitos y malos), dañando al prójimo, la propia salud, la de nuestros empleados, si somos
jefes, haciéndoles trabajar más horas de las debidas.

En la manera de usarla, sólo para ti, todo para ti, en vez de usarla para los más necesitados, en
obras de caridad, de sanidad.
b) Malicia de la avaricia: La avaricia en ocasiones puede ser grave porque es una señal de falta
de confianza en la providencia de Dios (si damos para los demás no nos quedamos con nada);
es, además, una falta contra la caridad; hay excesiva confianza en ti mismo.

Todo esto es muy grave porque se llega a convertir al dinero en ídolo. Nadie puede servir a Dios
y al dinero (Mateo 6, 24).

c) Consecuencias:

Una gran desazón interior, intranquilidad.

Te impide volar hacia la santidad, te ata aquí abajo.

Te impide hacer apostolado, que es misión del bautizado.

Tu corazón queda aprisionado.

2. La envidia, hermana de la codicia

a) Definición: Es una pasión desordenada que nos lleva a sentir tristeza al ver y constatar el bien
ajeno, las cualidades del otro, el coche del otro, la novia del otro, el pantalón del otro, la casa del
otro, etc. Es muy sutil. Lo peor de todo es que se desea que ese bien desaparezca, se desea el
mal al otro, por eso es un pecado capital. Pensamos que ese bien nos disminuye. Es más, el
envidioso se alegra cuando le va mal al otro, que tenía tantas cualidades.

b) Distingue estos términos

Celos: se defiende el propio bien de uno con amor excesivo y temor de ser superado por los
otros.

Emulación: es un sentimiento laudable, bueno, que nos mueve a imitar, igualar y si es posible,
por amor a Dios, superar los talentos buenos de los demás, por medios legítimos. Para que sea
buena la emulación tiene que ser:

honesta en su objeto, es decir, querer las cualidades del otro y no los vicios;
Noble en su intención, es decir, por amor a Dios; no se debe hacer para ser más que los
demás, que sería orgullo, ni para humillar a los demás (falta de caridad).
Legal en el procedimiento, no usar la astucia, la intriga, sí el esfuerzo. Sed imitadores míos
como yo lo soy de Cristo, decía san Pablo.
c) Origen: La envidia tiene su origen en la soberbia que es, junto a la sensualidad, madre de los
demás pecados.

d) Malicia de la envidia: en sí es un pecado muy grave porque se opone a la virtud de la caridad


que es la principal virtud de un cristiano, que te manda alegrarte del bien del prójimo. Cuanto
más envidias mayor es el pecado. Santo Tomás decía que la envidia de los bienes espirituales
del otro es pecado gravísimo. Suscita odio, calumnia, murmuraciones, deseos malos, siembra
divisiones, impulsa a la búsqueda inmoderada de riquezas.

http://es.catholic.net/conocetufe/843/2923/articulo.php?id=35852
Bueno, lo más importante de conocer los mandamientos de la ley de Dios, es crear conciencia
en nosotros acerca de cómo éste afecta al prójimo, a uno mismo y a Dios. Aunque, el objetivo no
es quedarse solo ahí, lo realmente valioso es tu propósito de cambio, es mirar y pensar en los
posible caminos para dejar de lastimar o causar daño a quienes nos rodean con nuestros errores

Estrategias contra la envidia

Alegrarte de los triunfos de compañeros.


Fomentar la emulación buena entre tus amigos.
Pedir la gracia de Dios para que te conceda un corazón grande, magnánimo, generoso.
Pon tus tesoros en el cielo.
Estrategias contra la avaricia.

Reflexionar en que las riquezas no son fin sino medios que Dios te da para remediar tus
necesidades y las de los demás.
Reflexionar que eres administrador y no dueño de tu riqueza y que has de dar cuenta de
lo usado o abusado, como así también de las cualidades que debes poner al servicio de
Dios. El apostolado pone a prueba esas cualidades.
Reflexionar que el dinero es pasajero, efímero, que hoy lo tienes y mañana lo puedes
perder.
Reflexionar que el dinero no lo llevarás a la otra vida y en cambio llevarás las obras buenas
que has hecho. Si fueras prudente atesorarías para el cielo y no para la tierra (Mateo 6,
19-20). Pon todo en manos de Dios. Las manos de Dios son más seguras que un banco
o mil acciones de bolsa y que cualquier empresa que puede quebrar.
Cultivo de la pureza del corazón y del desprendimiento interior. Cuanto más puro, más
desprendido serás.
CIE RECOGER EL TRABAJO DE LAS NIÑAS Y REFLECIONAR
RR
E

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