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ANTROPOLOGÍA
DE LA MÚSICA
Reynoso, Carlos
Antropología de la música: de los géneros tribales a la globaüz ación. Volumen !
@ 2006, SB
a
I edición, Buenos Aires, febrero de 2006
Autor; Carlos Reynoso
Directoies de colección: Rafael Pérez Taylor Aldrete (UNAM) - Carlos Reyrroso (UBA)
Para Norma, por todo
! aligación u otros medios, sin el permiso previo y escrito del editor. Su infracción está penada por las leyes 11.723
y 25.446.
Impreso en Talleres Mitre & Salvay, Heredia 2952. Sarandí, Buenos Aires, Argentina
Editorial S8
Librería:s:
Buenos Aires: Av. Las Meras 25.30 • C1425ASP Ciudad Autónoma de Buenos
- Aires
1. INTRODUCCIÓN n
2. TEORÍAS EVOLUCIONISTAS ü
Los argumentos evolucionistas fundamentales D
La evolución de la música según John Rowbotham 3.ó
es oitrcglosarnos.
moralmente por el estado de cosas, a imagen de lo que había pasado ochen- posible otorgarles una dimensión antropológica que permita abordar me
ta años antes con el advenimiento del jazz (Páreles 1988; Bacchiocchi diante ellos cualquier otra circunstancia. O por el contrario, son nomines
2000), el de los que se capitulaban alborozados a los dictámenes de las in- que podrían aplicarse mejor al esclarecimiento de una ceremonia shamá-
dustrias culturales en nombre de los cultural st adíes (Frith 1989)
y el de nica de la edad de piedra que a comprender el ritmo que se escucha en la
los yuppies verdes paulatinamente cooptados por un espíritu new age casa de al laclo, como si la propia sociedad se hubiese tornado de impro-
(Peld 1994; 1995), para quienes todo podía terminar siendo, de alguna ma- viso en la más ininteligible de todas. O peor aún, se justificará su impro-
nera, un fenómeno inspiracional, una nueva ocasión para desarrollarse piedad afirmando que lo que sucede no es incumbencia de nuestra disco
contemplativamente como personas, aunque ya no fuera posible ni opor- plina sino de alguna otra, o de una forma de saber no establecida tudavia
tuno, después del nihilismo posmoderno, entender o explicar gran cosa. de la que alguien se liará cargo si Dios quiere. La antropología, por de
Pero la verdad sea dicha: cualquiera de las tres posiciones tiene al pronto, ha capitulado (ante los estudios culturales) en lo que concierne a
menos un mensaje coherente que comunicar, mientras que la corporación un asunto que es antropológico por donde se lo mire (cf. Rey nos o 1995).
que gira en torno de la antropología de la música sigue discutiendo si es Este es el punto preciso que pretendo atacar en este ensayo: una
preferible adoptar un punto de vista interpretativo a la manera humanís- vez que se ha demostrado que allí afuera ocurren acontecí miemos rele-
tica,aunque ninguno de los que se han propuesto ha resultado útil, o si, vantes, y vaya que sí ocurren, debería poder exigirse que existan también
en cambio, lo que hay que hacer es poner en marcha procedimientos ana- teorías para dar cuenta de ellos, sea por el lado de la interpretación o ex-
líticos etic que a nadie fuera de quien los inventó (o que no deba aprobar plicativamente. Y lia de ser en la etnomusicología (o en la antropología de
la cátedra que el inventor dicta) le interesa siquiera si funcionan o no. En la música: no voy nombre por el momento) donde esas mo
a discutir su
-
otras palabras, ni por el lado de la sensibilidad estética, ni merced rías deberían haberse originado si el desempeño disciplinar hubiera
sido
a una
ciencia (social o lo que fuere) es posible disponer de narrativas o métodos aceptable. La pregunta es, entonces, si hay disponibilidad de esas teorías,
creíblesque otorguen sentido y estructura a lo que está sucediendo, o cuáles son, qué es lo que dicen, qué valor de verdad tienen las expresio-
ayuden ai menos a clarificar si está sucediendo algo distintivo o no. Prue- nes que se generan en su nombre, para qué lian servido hasta ahora y pa-
ba y consecuencia de lo que afirmo es que cuando llegó el momento
del ra qué podrían ser útiles de aquí en más. Pretendo utilizar el fenómeno de
estallido mediático de la música del mundo, ni el público en general ni los la worid music y el escenario de la globalización y las expresiones cultu-
intelectuales prestaron la menor atención, a una disciplina académica que rales al borde de la extinción como caso testigo en la posible aplicabilídad
se supone se ocupaba de esos menesteres, o sé creía que estaba en capaci- de las diversas teorías, lo que se hará patente en la evaluación de cada una
dad de hacerlo. de éstas. Pues no existe ni una sola definición de la etnomusicología, aun-
Heaquí que después de siglo y medio de trabajo de una disciplina que hay discrepantes y por docenas, o de
las la antropología (que las hay
funcionando a todo tren y a un elevado costo social (con vidas enteras por cientos y todavía más dispares) que no involucre a ambas disciplinas
consagradas a ella), resulta que no existen teorías consensuadas satisfac- en lo que está pasando (cf. Merriam 1977; List 1979; Kaufman 1992)
y
torias; y eso es lo que está necesitando, a todas luces
y con toda urgencia, Si de lo que se trata es de la teoría (y descuento desde ya que una
ante semejante cuadro de situación. No se consiguen marcos en primordialmente algo mediante lo cual se afronten hechos) es
los cua- teoría es
les situar los acontecimientos, más allá de las posibilidades de seguir acu- entonces de las teorías existentes de lo que habrá que ocuparse. Lo que
mulando datos, yuxtaponiendo^ puntos de vista o multiplicando el anec- estoy reclamando no implica rendirse ante los hechos o hacer un cubo de
dotarío. La producción musical se ha disparado en un sentido imprevis- ellos, sino más bien lo contrario: las teorías son requeridas para mantener
to, los jans y consumidores toman partido, las expresiones tradicionales los hechos conceptualmente bajo control, a fin tic evitar que prohieren
se extinguen, las identidades regalan y los teóricos ni siquiera tienen de toda posibilidad de entendhinen
se; (también conceptualmente) más allá
para algún aspecto del episodio histórico que se está viviendo, sin que sea music se reduce a una multiplicación de invéntanos de estilos y artistas,
12 13
actualmente en un inquieto estado de flujo, y
que cualquier lector siempre estimará superficiales, arbitrarios e insufi- [
Lja etnomusieoiogía se encuentra
complejidades. Seis
probablemente nada baya podido o pueda captar todas sus
cientes (p. ej. Broughton et al 1994; Ti ton 1996; McGovern 2000); y fren-
...todo parecía claro y bien definido; y
mientras yo todavía sostengo
años atrás
te a la proliferación de
diversidad cultural lo que mejor sobrevive es
la
...lo fundamental de mis afirmaciones de aquel entonces, ellas representan hoy
una población inabarcable de etnografías disjumas. Este desorden, que etnomusieoiogía involucra (Merriam 1975: 50).
sé>lo una parte de todo lo que la
De un tiempo a esta parte, la etnomusieoiogía practica dos formas Y James Porten escribe:
recurrentes de afrontar la evaluación retrospectiva de sus desarrollos teó-
ricos. La primera es una actitud que celebra la cantidad de alternativas avanzado en formas
década pasada de 1990], la etnomusieoiogía lia
En la [la
disponibles. La segunda posición, por contrario, deplora etnomusieoiogía se encontró a veces tratan-
el la ausencia sorprendentes. De 1960 a 1980, la
absoluta de marcos teóricos elaborados en su identidad juntó a “musicología histórica más estable-
y
el interior de la disciplina, do de mantener la ,
por ser
hasta se pregunta a veces si la etnomusieoiogía no debería cida y elitista. Con frecuencia marginnlizada en círculos académicos
ser absorbida
música “exótica”, “no-occidental” o del lerccr
Mundo, final-
por la antropología o la musicología (que son los vectores de estudio de la
influencia aspec-
mente comenzado a imponerse a sobrepasar a su hermana en dos
más notorios) las que a su turno serán absorbidas por los estudios cultu-
lia ;y
simplemente llevado al trabajador de laboratorio que “liará algo con él”. ... Es-
gente se aíerra dinero y poder en formas que desalían el Unjo
a territorios,
to conduce ai segundo supuesto crítico de que la etnomusicología en el pasa-
transdisciplinario de ideas, y en última instancia la transformación de los su-
do se ha dedicado primariamente a reunir hechos más que a la solución de
jetos políticos, creativos y activistas (Kisliuk 1998: 314).
problemas ampliamente planteados, establecidos en términos del estudio de la
música como parte de la cultura humana (Merriam 1964: 38).
Ya en el nuevo siglo, Bruno Nettl reafirma su convicción en el es-
tancamiento de la disciplina:
Aunque propio aporte de Merriam intenta compensar con cre-
el
tinnilado a todo el mundo a pensar sobre las cosas desde perspectivas radical-
Hemos desarrollado muy poca teoría. Quizá esto es característico de un cam- mente nuevas, corno sí ocurrió cuando Merriam publicó / be Aulhrojxiluvrj u¡
po humanista. Las humanidades, como un todo, no desarrollan cuerpos de M usic, o incluso con la cantomevría de Alan 1 ornax. En el caso de este, ahora
teoría que expliquen holísticamente se considera que no se estalla moviendo en la dirección adecuada, pero en su
los hechos principales de los datos con los
que Pero en su asociación con las ciencias sociales, en su interés en la
tratan. momento sirvió de estímulo a todo el mundo. Y lo misino ocurrió con cienos
comparación, en los procesos y en el rol de la música en la vida humana, uno autores de la primera época de etnografía moderna, como Anthony Seeger y
esperaría que laetnomusicología genere teorías. Quiero decir teorías que nos Sievcii Feid. Bueno, no creo que hayamos tenido nada parecido cu tiempos re -
digan cómo proceder y que expliquen nuestros hallazgos. Tenemos muy po- cientes: todo el mundo está mirando a su alrededor para ver dónde se encuen-
narias o suministrado piación que algunos ctnomusieólogos han hecho de diversas formas de
el ordenamiento de la exposición. Algunos
de esos
mareos, en rigor, no llegan tampoco a serlo, conformándose teoría antropológica. Ahora solamente lo afirmo temerariamente; en los
con el cues-
tionamiento sumario de capítulos siguientes habrá ocasión para demostrarlo hasta la saciedad.
las posturas opuestas, con actitudes de correc-
ción política o escándalo moral Es importante destacar que este libro no es un manual de introduc-
y con enunciados de naturaleza progra-
mática. Prácticamente todos los modelos provienen ción a la antropología de la música, o un compendio de las variedades de
de otra parte, aunque
eso podría no ser tan malo después de todo. Peor sería
que
investigaciones empíricas. Menos todavía dilapidará espacio con rudi-
la etnomusi-
cología elaborase, en nombre de la especificidad mentos de música o teoría musicológica común, con la historia institucio-
de su objeto, estrategias
teóricas que no pudieran aplicarse a ningún otro campo.
nal de la disciplina o con la caracterización de teorías antropológicas, lin-
güísticas o semiológicas que han sido reseñadas en otras partes. El enfo-
Hasta donde me consta, este será también el primer libro que con-
sidera la problemática de
etnomusicología prestando atención a un
la
que no es pedagógico ni histórico, sino crítico. No se explora la variedad
contexto discursivo más amplio, que incluye experiencias cultural de manifestaciones musicales o número inabarcable de estu-
el
desarrollos
y
en psicología cognitiva, métodos formales dios de casos, sino las formas teóricas. Aquí habrá de ponerse el foco en
y matemáticas aplicadas a la
síntesis musical, estudios culturales, semiótica,
el tratamiento contcxtualizado de los diversos modelos teóricos y sus
lingüística, inteligencia ar-
tificial, f raciales aportes categoriales, con énfasis enel contraste entre lo que pasa por ser
y algoritmos genéticos. Me sustento en una familiaridad
de latga data con esos campos con la teorización la fundamentación antropológica de los modelos etnomusicológicos y las
y en ciencias sociales,
y teorías antropológicas concretas en las que aquellos dicen inspirarse.
en antropología primero que nada. También
he hecho lo posible por re-
visar producción teórica completa de los ctnomusieólogos
la En el momento en que cuadra que se estipule una definición de-
fundamen-
tales, con la excepción de algunos marcatoria de io que en io sucesivo se entenderá corno teoría, de inme-
textos (pocos, por suerte) imposibles de
localizar. Hay todo un universo de diato surgen dos posibilidades. La primera tiene que ver con marcos que
conocimiento, discusión teórica de-
y
mostraciones experimentales muy bien establecido se han dado desde los días más tempranos de la vergleichende Musikwis-
que es necesario inte-
giai, más allá de las incursiones de
divulgación en musicología senschaft y en las facciones más musjicológicas de la disciplina, en las que
o teoría
antropológica que hasta hoy han sido las teorías ofician de marcos científicos capaces de reducir los hechos a
Ja norma.
tendencias, fases, ciclos, formas, grú pos, regiones o lo que fuese, lo que
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en ocasiones se ha emprendido con un celo can exagerado que llevó al 2. TEORÍAS EVOLUCIONISTAS
simplismo. La segunda se asocia a las comentes de orden más antropo-
lógico, humanistas y particularistas, que se afanan en multiplicar hechos,
detalles, diferencias, excepciones, matices y significados, lo que terminó
realizándose también con un exceso que condujo disipación y a la
a la
segunda variante también merece nombre. Me impongo, además, un estado muy tosco según parece en condición cas/
el la c.ín presentes, aunque en y
latente, en hombres de todas incluso las más salvajes. ..Sea o no que
las nucís,
obligación de conocer de primera mano todas las teorías a tratar
y sus hombre poseyeran ...la capacidad de produ
|
los progenitores semi- humanos del
respectivos fundamentos, sea que al final del camino las acepte o las re- ile apreciar notas musicales, tenemos
toda razón para cree.) que el
y sin duda
eir
el cauto y la
chace. hombre poseyó estas facultades en un período muy remoto, pues
El objetivo es no sólo analizar y evaluar que dudosamente sea cierto de mucha literatura un siglo
las teorías etnomusicoló- es aún legible, lo
elementos de jui-
gicas que se han ido sucediendo, o las controversias entre distintos dis- posterior. Puede que los evolucionistas desconocieran
cursos, sino tratar de llegar a una conclusión respecto de cio que hoy parecen esenciales y que su audacia
degenerara las más de las
la utilidad que
capacidad de articula*. iou
ellas puedan tener el día de hoy para ser adoptadas como marcos opera- veces en imprudencia, pero es indudable que su
corriente se percibe una
tivos, o de la productividad que hayan demostrado tener. Si nos interesa ha sido colosal. En casi cualquier texto de esa
reemplazados
entonces saber qué modelos existen para comprender virtualmente cual- erudición fantástica, un apasionamiento, que hoy han sido
lampoco
quier música más allá de la impresión epidérmica que nos suscite, o en- por un sentido común al que no le apetece correr riesgos y que
tender su dimensión cultural, sea ella cibnopop o throat singing reggae tiene que decir. Todo estaba
mucho por hacerse en aquel entonces, y L
,
20 21
CARLOS R FAÑOSO
en antropología de la mú-
A mijuico, los estudios evolucionistas
esclarecimientos concomi- lamen-
cosas en un marco y ios subproductos de los teniendo un lado positivo y otro más bien
sica han tenido y siguen
tantes que hubo que llevar a cabo para que el esquema resultara plausible, unidad de la raza
table. Por un lado,
ayudaron a establecer la idea de la
aun esto último no se logró casi nunca. Los evolucionistas proponían, polémico y necesario; pot c
si
humana cuando ese argumento resultaba
además, hipótesis de trabajo, algo que hoy no sucede todos los días. Y al-
para formular una secuencia con un fuerte con-
otro, se los usó también
gunas de esas hipótesis todavía demandan respuesta y hasta han surgido razonamientos evolutivos casi siempre
tenido de etnocentrismo, pues los
otras nuevas, como después se verá. Occidente en la cúspide de las
jar-
terminaban situando a Europa y
un esfuerzo de sistematización de una
o no in-
En fin: el progreso en la ciencia o bien existe, existe. Si la cien-
quías. Sirvieron para impulsar
obras evolucionistas siguen siendo tan rele- resultado demasiado vanada,
pero
cia no mejora, entonces las
formación que de otro modo hubiera
como electivamente lo hace, entonces los Proporcionaron
vantes el primer día. Pero si
también dieron carta blanca a simplificaciones excesivas
De un modo usaron
evolucionistas tenían razón, al menos en este punto. o de concepciones más materialistas, y se
un fondo de supuestos a las
visiones ¡'racionalistas y
nutolo-
otro debernos ocuparnos de ellos.
como marco de referencia para articular
incluidos. En las búsquedas
de los orige
pizantes, Arios e Hiperbóreos
inferiores mientras
nes, algunos vincularon al
"hombre” con los animales
El evolucionismo impregnó gran parte de etapas tempranas de la encontraron vínculos
no menos evolucionistas en principio,
las
que otros,
etnomusicoiogía (cuando todavía se llamaba “musicología comparada”), Ceylán en igualdad con los oran-
con Dios o clasificaban a los Vedda
la de
así como lo hizo con las teorías antropológicas de fines del siglo XIX y entrar mucha escoria pero abrieron os
gutanes. En definitiva, dejaron
principios del XX. Si consideramos que la ulterior escuela histórico cultu- nentt?, viceversa; todo
depende de los
horizontes; o tal vez, desgraciada,
ral sostenía existencia de “ciclos” culturales que se habrían manifestado ideologías desde las cuales se los lea, de
autores que se consideren, de
la las
nía dos raíces evolutivas, una en 'Asia Oriental y otra en África al sur del
como fundamentales
Sahara, y que todos los estilos musicales contemporáneos surgieron Los argumentos evolucionistas
extensiones o mezclas a partir de esas raíces (Wallin al 2000: 20). &
En una. disciplina como en la otra, el evolucionismo terminó ga- principales argumentos evo-
En música tanto como en biología, los
nando muy mala prensa, tanto por sus reconstrucciones conjeturales de la
lucionistas anteceden a Darwtn.
En 1854 Berberí Spencer [1820-1903]
historia y su per iodización de brocha gorda, como por sus búsquedas es-
sobre los orígenes de la música
como una de as ilus-
incluyó un ensayo
peculativas de los orígenes, en este caso de la música. También en lingüís- universal. Sería rocíen en 1859
que
traciones del principio de progreso
tica se experimentó en fenómeno parecido, al punto que ya en 1866 la So- Origen de las Esfiec.es, y vanos
anos
Darwin aplicaría ese principio en El
ciedad Lingüística de París hizo circular una resolución excluyendo de música en El Ascenso del Hombre
tema de la
después que trataría el
primera
sus encuentros cualquier ponencia que se refiriera a ios orígenes del len- no Darwin) quien utilizara por
(,871) También sería Spencer (y
como menos un David Lightfoot de los mas
guaje, y tan tarde en 1991 al lingüista, la expresión “supervivencia
vez el concepto de “evolución” y
(VI. Biche! ton 2000: 154-155), proclamó la necesidad urgente de reintrodu-
tutos ícf. Harris 1978: 1 10).
cir la prohibición propuesta por la Sociedad de París.
23
22
Independien cemente tic sus complejidades,
que las tiene, el evolu- expresión de las emociones. Trazando paralelismos entre la forma en que
cionismo primitivo, en su forma más estereotipada,
afirma que hay una particular el placer y el dolor) en
emoción (en
Imea dominante de evolución, que todas las la voz humana registra la
instancias actuales se pueden resonancia, altura, utilización de ¡inérva-
suuar sobre algún punto de esa línea, términos de volumen, timbre,
y que la tendencia general de las co- tempo Spcncer argumentaba
sas es recorrer la trayectoria que va
los, frecuencia de variación, y articulación,
de lo más simple a lo más
complejo, lo siguiente:
hsas ideas se infieren de expresiones
como éstas:
de una
La canción empica y exagera el lenguaje natural de las emociones; surge
u CVd " dÓn imc B'Í™n de b nun™ y una disipación concomitante del combinación sistemática de esas peculiaridades vocales que son los efectos h-
f
mOV m,Cm °' dm ,n tC
' c k biológicos de placer o dolor agudos. ...Al respecto de sus caracierísiiois
gene-
t' !'-*> -na homogeneidad indefinida e
nicolici ente a u
pensamos que hemos demostrado claramente que la música vocal, y en
;
una íieterogeiu-ul.ul ddinida y coherente (Spencer 1912: rales,
145 ).
consecuencia toda la música, es una idealización del lenguaje natm al de la pa-
música, establecer as etapas evolutivas nia. Desde esta perspectiva, la música de los niños, por ejemplo, tendría
y asignar a cada ejemplar (super)vi-
‘cnte su lugar en la secuencia.
Hoy podemos tirar por la borda la mayor alguna afinidad con las manifestaciones primitivas. Ambas clases de ideas
paite de ese trabajo, pero aún
así subsistirá la posible validez se encuentran en la base misma de las exploraciones etnomusicológicas
de una idea-
tuerza, mayo, memo tácita, que, explícita o implícitamente, asumieron marcos evolucionistas. Las se-
que otorga algún sentido a sus
premisas: no pa-
Itce hube, en música generación ñalaré cuando las encuentre.
espontánea ni creación cx-nihilo;
lodo gé-
nero nuevo se constituye como
variación o combinación de uno
o más gá-
neos pieex, sientes. Lo que no se resuelve
con ello es cómo se origina todo.
Utro délos argumentos evolucionistas
más conocidos tiene que ver
con a upotesis c e Spcncer que
establecía que la música se
originaba en la
25
La evolución de ln música según John También debemos a Rowbotham la idea de que la música evolucio-
Rowbotham
nó a través de un proceso inicial mente monótónico, luego bi
tónico, tri-
Uno de los primeros historiadores de la música tónico, etc. El concepto puede sonár hoy excesivamente conjetural, pero
en adoptar los su-
puestos fundamentales de Spcncer fue teóricos de antropología de música todavía sostienen al-
John Frederick Rowbotham quien numerosos la la
9
Etapa del tambor (1962: 111):
* Etapa de la flauta
El origen de la música vocal debe buscarse en el lenguaje emocional [impasswncd]
* Etapa de la lira
...Sea que la unidad del tema en (a narración
haya engendrado una unidad de
por medio de
se aglutinan
\
y no exactamente, lo que es por 2. La Etapa Aglutinante: las dos escalas
fuerza especulativo.
la ‘inserción’ de la cuarta (Do).
26 27
3- La Etapa Hexiva: '(
p ¡,, 0r a
inserción de 1, séptima, se ]
que
escala pase naturalmente
).,
a la octava,
modular una nueva escala a y se pueda de la Edad de Piedra hasta la semana anterior al momento de su escritura
partir de la nota clave de
st, quinta”
(según Alien 1962: 234-235). H en las que todo siempre se divide por tres, una coincidencia que a Meii.l
~
[1832-19.7], cuyo PrimúL
iSr
Cu/tureesde definida coherente de las emociones
1871; de otro modo hubiera sido natural que
adujera, como ejemplos ad¡-
”
a la célebre secuenc¡a “
Va r aciones acu muí a vas Selección sexual
‘^¡-o - Charles Darwin 1859 i i i
o
Una edad ,e °- J negó -Trabajo- A rte ( 1 900) colectivo
-.fína¿3L~::r pués ia re,is ' én -- John Powell 1899 Ritmo- Melodía- Armonía-Sintonía Impulso rítmico
““ * h melódico en magia
0 * 08
Alfre Edward 1912 Tambor-Flan ta-L¡ ra Lenguaje apasionado
Kitson (19743
modula-
I f"
MacDoweil
Julos Conibarieu 1913 Magia- Religión- A rte, Teológica Pe rf orina ncc mágica
' 0n AmP U Scher
i “g (1914), Paul Bern a, id
Metafísica- Realista
(1914)
28
29
2. TEORÍAS EVOLUCIONISTAS
279-279).
30
Prefigurando ideas de Merriam o Biacking ochenta años antes mañana de los tiempos, corno
y Wallaschek se empeñaba en remontarla a ¡a
apartándose del consenso de su época, que interpretaba la “ferocidad” de cristalizado, testimonio de los orígenes mismos de la
si encarnara un uso
la música primitiva como testimonio de del
la falta de organización social, musicalidad humana. Los criterios para hacerlo eran “la preferencia
Wallaschek argumentaba que, por el contrario, entre los pueblos no-occi- melodía (cuando no se trata de la única consideración); la
ritmo sobre la
dentales la música era una fuente básica de organización social. Esta mú- por no decir pobreza, de los
unión del canto la danza; la simplicidad,
y
la
las fugas más elaboradas de los compositores modernos. Para rememorar una
tonada primero debe revivirse el ritmo,
botham, a la música etnográfica. Ya he mencionado que Lach mezclaba
y la melodía será recordada con faci-
lidad. ... (E]s a través de la performance y la susceptibilidad rítmica que se pro- en sus preocupaciones “primitivos” contemporáneos y a las altas
a los
ducen y perciben los efectos musicales. A partir de estos datos diversos
con- culturas orientales, cosa que todavía suele hacerse en las historias globa-
cluyo que el origen de la música debe buscarse en el impulso des-
rítmico del hom- les de la música, con el agravante de añadir la música de los antiguos,
bre (Wallaschek 1893).
de ios egipcios hasta los griegos. El caso extremo es posiblemente el del
norteamericano Waldo Selden Pratt, editor del suplemento local del pres-
El ejemplo de rigor era, por supuesto, música de África, que
la él cuya History of Music incluye un capítulo so-
tigioso diccionario Grove,
conocía a través de referencias librescas a veces fantasiosas, piezas de mu- bre música de Lejano Oriente titulado “música semi-civilizada (Pratt
seo y ferias ocasionales. Aunque esa música era en rigor contemporánea, 1927 [1907]).
32 33
poseen estructu-
En su colaboración para el Handbuch de Guido Adler, Robert en un nivel de evolución interior al de los Chuvash, que
Lacli, tras revisar las teorías sobre origen de ras estróficas más complejas. Los Cheremiss, que poseen formas que al-
el la música de Darwin,
ternan estrofas con repeticiones, estarían en un
Spencer, Wallace, KarI Groos, Biicher Wallaschek, afirma que nivel intermedio.
y la serie de
Rowbotham proporcionaba un esquema racional de desarrollo histórico. Contrariamente a lo que se cree o a lo que puedan sugerir esos em-
Pero si bien había abundante evidencia del paso del estado de una sola peños de Lach, el evolucionismo antropológico no sostenía necesaria-
nota a estructuras de dos, tres y luego cinco, “no debemos pasar por alto mente la idea de una evolución unUirieal; más todavía, quien acuñó el tér-
usan pasos tonales (intervalos) ampliamente separados, que no se pueden 14) casi noventa años después de Tylor, de modo que hablar en esos tér-
adaptar al esquema mencionado” (Lach 1924: 5). Lach reconocía que el minos del evolucionismo clásico es tanto inexacto como anacrónico. La
problema de la formación de no admitía además una
los sistemas tonales opinión de Lewis Henry Morgan era más bien que la experiencia del gé-
solución simple, ni sería susceptible de resolverse sólo mediante una ana- nero humano ha discurrido por canales casi uniformes, y aunque puede
lítica de la música en sí misma: percibirse una tendencia general, “tampoco es necesario que no existan
excepciones” (cf. Harris 1978: 147-149). Es sabido que E. B. Tylor asegu-
¿Cómo se origina una escala? ¿Cómo fue que espíritu humano, en raba que el curso general de la civilización está afectado por muchas y va-
ci diversas
épocas, pueblos y razas, logró construir su sistema musical, es decir, la
tierras, riadas excepciones, y “[l]a cultura industrial e intelectual no avanza, en
secuencia de grados individuales de la escala, conforme a diversos esquemas modo alguno, uniformemente en todas sus ramas” (1977 [1871]: 42). Mal-
específicos, o “sistemas de cristalización tonal”, era unilineal; ni siquiera lineal:
por así decirlo, que difieren grado la leyenda, tampoco Herbert Spencer
tan fundamentalmente el uno del otro, como evidente a partir de
es las dife-
él creía que los retrocesos eran tan probables como los progresos, y que
rentes escalas y sistemas tonales? La solución a este problema (uno de los más
“el progreso social no es lineal sino divergente una y otra vez” (Spencer
complejos, quizá por cierto el problema central, fundamental, de la musicolo-
gía comparativa) es tanto más complicado y 1896: 95-96, 331).
difícil porque esta pregunta per-
tenece a la psicología, la etnología y la sociología no menos que a la musico- Pero si bien en materia de unilinealidad Lach era más conservador
logía comparada (1924: corriente general del evolucionismo biológico o antro-
y objetable que la
8),
y un robusto sentido común. En el canto primitivo, escribía Tylor, “los rioridad intrínseca de las capacidades musicales de los pueblos germáni-
intervalos pueden sermás o menos grandes que los nuestros” cos (Lach 1923). La práctica nazi no se vio impedida con ello, natural-
y no con-
formarse a las mismas escalas, y además “los tonos musicales no son mente; pero su teoría particular quiedará en ridículo hasta el fin de los
siempre los mismos”; como si estuviera prefigurando las ideas de Lach tiempos.
una por una, Fylor concluía que “[njo es fácil responder satisfactoria- En suma, el caso de Robert Lách, a quien con justicia se sindica en
mente a la pregunta de cómo los hombres llegaron a formar escalas exac- relacióncon estudios particulares de un área específica antes que con la
tas de tonos” (Tylor 1987 [1881]: 336). elaboración de grandes andamiajes teóricos, ilustra no tanto un pionero
Pese a todo, Lach recurre a ideas evolucionistas más bien elemen- en adopción de marcos y conceptos evolucionistas, sino más bien un
la
tales en numerosas ocasiones, como cuando clasifica la música caso típico de trabajador de reconocida profesionahdad aplicándolos ru-
de los pue-
blos fino-ugrios de Rusia (Lach 1929: 17). Lach cree que las formas sim- tinariamente cuando era menester, y prestando a los que vinieron después
ples de los Mordvin, que son frecuentemente una referencia de autoridad que ayudó a la consolidación de la causa.
repetitivas, ubican la tribu
34 35
El evolucionismo anti-evolucionista de
Curt Sachs La cuestión es que los fenómenos monotónicos ocupan una posi-
ción problemática en cualquier esquema imaginable de evolución de la
Curt Sachs [1881-1959] ha sido uno de ios música. Por empezar, son raros; en genera! se limitan a breves pasajes, y
etnomusicólogos que ha
producido el numero más impresionante de la monotonía se quiebra en cadencias, sea hacia arriba o hacia abajo. En
hipótesis de trabajo
y tipifi-
caciones tanto organológicas como generales. Algunas de sus obras tie- consecuencia enuncia Sachs: “Las más antiguas melodías que podemos
nen una impronta evolucionista, mientras ”
otras guardan más bien rela- hallar son de dos notas (1981: 19). Y aquí postula una de sus muchas ti
ción con la teoría de los; ciclos de la pologías: una melodía bitónica es positiva se eleva por encima en
Escuela Histórico-Cuhural. Aquí re- si la lí
-
visaremos ambas clases de contribuciones nea principal monotónica, y negativa se da el caso contrario.
por separado. si
Al lado de su clasificación de los Luego seguirán otras propuestas tipológicas: música logo gémea,
instrumentos de música, escrita en
colaboración con Erich von Hornbostel, basada en la palabra, versus música patogénica basada en el movimiento
el texto fundamental
y más re-
,
presentativo de Curt Sachs es con toda el ritmo, con la música melogénica como una manifestación intermedia.
probabilidad The Rise of Musían y
t e Ancten t World.
Eastand West publicado en 1943, que he Las melodías iogogénicas, continúa Sachs, son de ámbito estrecho y mi
,podido con-
sultar en su traducción italiana lizan intervalos cortos, y donde eso ocurre también las danzas son desas,
(Sachs 1981). Sorprendente como
pueda
parecer, al menos en este texto controladas, expresadas mediante gestos estrechos. Las melodías patogé-
Sachs no se reconocía miembro de una
co-
mente evolucionista. Más bien tenía reparos contra algunos supuestos nicas, por el contrario, son de amplio rango y con saltos melódicos dila-
evolucionistas bien conocidos. Se tados y decididos; danzas correspondientes son expansivas y los mo
las
oponía expresamente a la hipótesis que -
envaba el canto humano de la imitación de los animales: vimientos del cuerpo amplios. Incluso hay indicios de que los pigmoides
“No existe -de-
cía-animal que cante, entre los que son vecinos a utilizan intervalos pequeños y los pueblos de alia estatura intervalos ma-
la especie humana**
Sachs 1981: 5). Aun
en textos de divulgación Sachs se yores, según creo recordar yo y según insinúa también Mcrriam (1964;
mostraba descon-
tado de todas las teorías evolucionistas 254). También son audaces, aunque cuestionables, las extensiones
de ios orígenes de la música; a que ha-
arwin, que afirmaba que debió ce Sachs de los dos tipos melódicos primarios a las expresiones simbóli-
originarse como recurso de selección
se-
xual le respondía que la música de masculinidad y feminidad:
más primitiva jamás es amatoria; a Karl cas
ucher, que aseguraba que el
y
canto primitivo surgió para ordenar
rítmi-
camente las tareas colectivas
(organizadas, regulares, continuas, La misma disposición contemplativa, paciente, imperturbable, introvertida
periódi-
cas y orientadas a fines), que mediante la ascendencia de las características femeninas crea una cultura
íe señalaba con agudeza que en las civilizaciones-
simples no existen trabajos predominantemente femenina y conduce de los cazadores-recolectores al ni-
colectivos,
y menos aún ordenados rítmica- vel de los plantadores, se hace sentir en la danza
mente. Sentía un poco más de
afinidad con la sugerencia de y en la música medíante mo-
Herbert vimientos ceñidos y una tendencia hacia lo estático
Spencer de que la música debió y lo simétrico. La disposi-
haberse originado en las exteriorizaciones ción alerta, impaciente, vivida, impulsiva y extrovertida que lleva al predomi-
del lenguaje afectivo,pero creía que ni siquiera de eso se
podía estar muy nio de las cualidades masculinas en una cultura y a la caza
y la cría de ganado,
seguro (Biicher 1902: 364; Sachs en danza y en la música a través de movimientos expandidos en
1966: 17-18). se refleja la
y
Sachs descreía también de una tendencia hacia lo dinámico y lo asimétrico (Sachs 1937: 203).
la hipótesis, que hemos visto remontar-
se a Rowbotham, de que las primeras formas musicales de la humanidad
se basaran en una sola nota. No es que no existieran ejemplos de mono- Es importante subrayar que en algunas ocasiones, y no pocas, Sachs
tonía; por el contrario, se ios encuentra pone al evolucionismo sobre su cabeza, como cuando asegura que “no to-
da la evolución es progresiva; es regresiva en muchos casos. Las flautas de
...en la liturgia de la mayor parce de las religiones de todo el mundo; el pueblo ba- Pan simples de las tribus primitivas del Pacífico y de Sudamérica no son
jo los usa en el reatado de poemas;
pueden escuchar en las escudas de Orlen-
y se prototipos de las refinadas flautas de Pan de China, sino imitaciones en de-
le
y Occidente como medio para mandar a la memoria textos
y reglas (1981: 18). generación” (Sachs 1940: 60), En esta ciase de argumentos se refleja una
36
37
2. TEORÍAS EVOLUCIONISTAS
tarde ver Stock», 1987: 33-34, cap. X); y el educador Satis Coleman sostenía, aún más tarde que los ni-
g 154; 1995: 217). Sachs también
se opone a
sitúa! las diferentes sociedades ños, “pequeños salvajes” recapitulaban la evolución de los tonos sugeri-
en un esquema de progresión de lo
más sim-
ple a lo mas complejo, da por Rowbotham, y utilizaba ese criterio de cambio de lo simple a lo
y se precia de haber construido su cronología de
- 7 (75 / und VZerden
der Musikimtrumente sin incurrir complejo como la columna vertebral de su pedagogía musical (Coleman
en criterios de su-
puestos niveles de cultura o 1922: 29, 30, 106).
capacidad técnica” (1940: 62).
Pero a poco de recorrer los textos Diversos etnomusicólogos contemporáneos, cómo por ejemplo
de Sachs veremos que sus afir-
n.acones ant, -evolucionistas se Bruno Nettl en sus artículos y capítulos sobre los universales de la músi-
disuelven y contradicen, a veces con
gran
efecto. Mientras que hablar ca, aún utilizan esta clase de argumentos, que posee en su favor una fuen-
de degeneración es incurrir en un
argumento
antagónico a la idea dominante del te inagotable de ejemplos potenciales, aunque nunca tendrá una prueba
evolucionismo, hablar de superviven-
cia o «afloramiento es científica cabal por cuanto se trata de un razonamiento inductivo. Pero en
expresarse en jerga evolutiva clásica;
proceso o fenómeno puede y un mismo Curt Sachs aparece otra clase de argumentos evolucionistas menos feliz,
glosarse mediante ambas metáforas:
como cuando afirma: “no elogio el pasado ni hago befa del presente”, “no
exalto al primitivo ni desprecio ai occidental”, “no pretendo cambiar lo
Es una experiencia apasionante ver
re-aflorar la etapa más antigua
de la músi- que poseemos por lo que hemos perdido” o “no cambiaría la Misa en sí
ca en las canciones infantiles
de los países europeos. Por una vez,
la lev onto-
geneuca es plenamente confirmada: menor [de J.
S. Bach] por una melodía esquimal” (Sachs 1965: 221). La
el individuo recapitula la
evolución de la
lui inanidad: debemos
a Heinz Wetnet, el psicólogo
de origen vienes, una serie
culminación de esas antítesis es una expresión como ésta:
metódica de registros fonográficos
que reflejan claramente el resultado
nuestra investigación (Sachs 1981
de
[ 1934 ]: 31 ), Es embarazoso subrayar una realidad tan evidente; pero por desgracia hay que
insistir en !a serena verdad de que el canto de los Pigmeos y Pigmoides está
Esta clase de ideas recapitular, más cerca de la génesis de la música que las sinfonías de Beethoven y ios He-
vas, explícitamente ligadas
al evolu-
cionismo, habría de ser explotada der de Schubert (Sachs 1981: 6)*.
por Sachs hasta sus últimas obras:
38
2. TEORÍAS EVOLUCIONISTAS V
sa, resultan afrentosos para la sensibilidad nizativa) y sobre todo para pasar de lo general a lo particular
contemporánea: y a la inver-
sa, delineando historias generales que no carecen de rigor ocasional. Con
La música de ios pueblos primitivos no es “intelectual"
ni “artística”. Proce- un marco global más consistente, una epistemología más reflexiva y otro
de de vida intuitiva e imaginativa,
la
y puesto que ésta en tales pueblos se pre- cuadro de valores hubiera sido una capacidad envidiable.
senta como no dilcrcnciada, las manifestaciones
musicales son comprendidas
inmediatamente por toda la comunidad ...El horizonte [de las comunidades
pi unitivas] es tan estrecho, que toda cxteriorización vital, ya sea de índole es-
piritual, práctica o artística, resulta tan comprensible para los otros miembros El evolucionismo simbolista de Marius Schneider
de la tribu, como lo; son para un animal las reacciones y sonidos afectivos de
sus congéneres. [La música de esos
pueblos] no es creación individual, sino
manifestación vital, espontánea, necesaria para Ja tribu en su totalidad (Sachs Marius Schneider [1903-1982], alguna vez alumno de piano de Ai-
1966: 19).
fredCortot y luego asistente de Hornbostel en el antológico Archivo Fo-
nográfico de Berlín, llegó a ser fundador
y director del departamento de
Pero apresurémonos aclarar que ni Curt Sachs ni Erich von
a
etnomusicología del Instituto Español de Musicología de Barcelona des -
Hornbostel compartieron nipor un instante ideas racistas. Entre parén- de 1944. Luego de trabajar sin ser molestado tanto en la Alemania de Hi-
tesis,Sachs era judio y la madre de Hornbostel también; eso no excluye tler como en la España de Franco, entre 1955 y 1968 enseñó musicología
la posibilidad de ser racista,
desde luego, pero la torna más improbable en comparada en Kola y después de su retiro dictó cátedra en la Universi-
ese contexto histórico particular.
Ellos y sus colaboradores Roben Lach- dad de Amsterdam entre 1968
niann y Ernst Emsheimer, así como sus y 1970. Se lo sindica como uno de los ex-
alumnos Mieczyslaw Kolinski ponentes más importantes de la Escuela de Kóln.
y
Manfred Bukofzer tuvieron que emigrar ante el
advenimiento del Tercer Si se lo lee desde nuestra contemporaneidad Schneider parece
Reich (A. Schneider 1993). a ve-
ces más moderno y reciente de lo que es, como cuando transcribe con
Uno de los aspectos más interesantes de las teorías de meticulosidad, establece algunos buenos reparos críticos o se muestra es-
Sachs io
constituye su disposición a vincular patrones
musicales con configuracio- céptico frente a posturas de sentido común. En momentos como esos di-
nes culturales mas básicas, un
poco en la línea de lo que serían las ideas ce que “aun en las culturas más viejas encontramos las precondiciones del
de Ruth Benedict o, más recientemente,
Michel Foucault, pues a veces los dominio y el control [shaping] más o menos consciente del medio
arte: el
pattems de Sachs evocan a las epistemes de
éste. En The Commonwealth de expresión” (1957: 4); o que no existe una raza tan primitiva que se pue-
o/Arts (1946), por ejemplo, Sachs afirma
que todas las artes de una cul- da considerar una reliquia de los genuinos comienzos de la cultura huma-
turao de un periodo determinado comparten las
mismas características. na; o que “la idea de que la música es un lenguaje internacionalmente
Y una vez nías aparecen las implicancias evolucionistas,
porque siempre comprensible ha sido expuesta como una definitiva ilusión” (1957: 5, 29).
40
41
V-aklü5> KEYNOSO
2. TEORÍAS EVOLUCIONISTAS
En su obra principal sobre las distintas y con ellos el metro y el contrapunto, mientras que entre ios cultivadores
formas de polifonía
Schne.der se basó en los ciclos culturales dominan las mujeres y con ellas la melodía y la armonía acórdica (Schnei-
propuestos por el padre Schmidt’
los cuales se describen
der 1957: 13). Schneider no tiene mejor idea que llamar “razas primitivas”
en el capítulo siguiente. Investigando las
relaciones’
tonales entre las voces, Schneider definió a todas estas sociedades, a las que en otros estudios llama Naturvolker
cuatro áreas, que aparecen dis-
continuas en (1957: 12; 1934). Pero ¿qué quiere decir Schneider cuando habla de razas?
el modelo original: (1) El área de heterofonía-variante está
distribuida esporádicamente por todo el La verdad es que no está muy claro: unas páginas más adelante de las que
mundo. (2) En el Sudeste Asiático
Melanesia y Micronesia se encuentran ya comentamos, Schneider adhiérela una explicación racial de los parale-
diversas formas de relación entre’
voces, en las que cada voz sostiene lismos entre zonas geográficas apartadas que revela que, al menos en cier-
una organización tonal diferente. (3)
Caracterizada por, pero no limitada a tos contextos, Schneider identificaba “raza” con formas de subsistencia
Polinesia, la tercer área exhibe una
relación entre voces antes que con caracteres genéticos:
más variada. (4) Gran parte de África se caracteriza por
una cierta tendencia a liomofonía.
la En otros textos Schneider admite que
Parecería que los tipos melódicos más especializados se encuentran ligados a
parte de su pensamiento deriva de
Oswald Menghin, cuya vinculación con ciertos factores raciales; de otra manera es imposible explicar la coincidencia
la escuela lustónco-cultural fue directa
y duradera (Schneider 1957: 12). de tipos idénticos encontrados en América y Asia, Europa o Australia, las re-
Nunca se entenderá muy bien por qué un laciones entre Bosquimanos y Lapones o las similitudes entre canciones en-
proyecto editorial de
primera magnitud, como ia Historia contradas en Indochina e India propiamente dicha, Pamir, Afghanistan
de la Música de Oxford University y Asia
Press, concedió a Marius Schneider Central con canciones de Europa y el Cáucaso. Es difícil aceptar como expli-
la redacción del capítulo inicial
sobre cación la teoría de los intercambios culturales, dado que la distribución geo-
Música Primitiva en los años 50. La decisión
se comprende mejor cuan- gráfica de estas canciones coincide más con ideas de razas similares que con las
do se advierte que
primer volumen habla en conjunto de
el
la "música de culturas similares” (1957: 27). i
42
1 JV A^W-> i O
2. TEORÍAS EVOLUCIONISTAS
n
neral
i A
dd mov.m.emo
’
.
ia Se revela a sí
™™
por el timbre, por el ritmo
ge-
ción mística, que en estos tiempos de new age han vuelto a surgir a
2
pero
un resabio de
rr Pa abraS ” 0 95?: 13 >' Me “»»
q* hay '
“música especulativa” o el neo-pitagorismo.
ciones “simbolistas” de Schneider que en una lectura científica podrían
En efecto, algunas observa -
y mes. mientras
yentes mié T
que por un lado afirma,
por ejemplo, que “en
COmradictori “ X mutuamente exclu-
las cultu
hombre un poder que es más elevado que él mismo, o que le permite des-
cubrir su esencia más profunda" (p, 42); que la tradición hindú enfatiza la
5 m “ y difíCÍ
mUSÍCalmenlc l°* diversos tipos de ‘ dÍ ’ tÍngUÍr
calciom!' dado
canciones, dad que existe escasa “naturaleza luminosa del sonido” debido a la similitud entre svar (luz) y
diferenciación de formas” 1957
por el otro asegura que ( 59 -
) svara (sonido) (p. 49); o que existe una analogía entre las cajas de reso-
('puesto que el hombre
primitivo C a a n o nancia y
mas espontáneamente que la caverna sacrificial (p. 51).
el civilizado, el
repertorio de las tribus pnnn
t vas es
mucho mas vanado que el de la Sea que esas afirmaciones configuren excesos personales o mensa-
música artística” (p. 38). ¿Cómo jes cómplices a diversas comunidades esotéricas, reales o imaginarias, se
"° nV ° IUCre
'
me, ’° S C¡erta diferenciació „
y mukipliciVaTdXllr" perciben claras similitudes de razonamiento entre las observaciones de
Schneider y la de (etno)musicólogos de declarada vocación irracionalista,
ta Jrr 7 d 105
S °|
‘eXt0S de Scl,neider
0S '
^7“’
]os ila
y fácilmente legibles y
E " algÜ " “^ento in-
antiguos y modernos, como el rosacruz Roben Fiudd, el teósofo Victo-
riano Cyril Meir Scott, o los más actuales Rudolf Haase, Hans Erhard
en or,™u a7u
a evaluacl °n de su libro
traducido al castellano más am
1
io Lauer, Siegmund Levarie, Alain Daniélou e Yvette Grimaud: un género
P y ambicioso, en el que estudia a lo largo de casi
nas algo cuatrocientas pági- de especuladores más cuestionables que cualesquiera evolucionistas, si al -
En e) verano de i 953 [sic; debería ser 1952], Columbia me informó que la pu-
Podría sospecharse,
inclinados a la
.
^
especula-
blicación de mis series dependía de que registrara
la confe-
-
44
CARLOS REYNOSO
2 . TEORÍAS EVOLUCIONISTAS
-o...
*-v.
-*
/:•
simbolismo y función, ha preferido casi siempre alimentarse en otras fuen-
tes, como si Schneider no inspirara confianza. Ello no quita que, como se
lia visto, muchos autores que se estiman calificados no parezcan tener muy
en claro (actitudes racialistas aparte) las diversas calidades de estudios sim-
que realmente
5S^^?=í
bólicos existen, y consideren que Schneider ha aportado al-
HHSiiiipS
m
De todos los etnomusicólogos, Béla Bartók [1881-1945] fue el úni-
s ¿sszz&xi
lo eraen realidad, y las danzas y rapsodias de Brahms y Liszt podrían ha-
ber sido gcopolíticamente húngaras, pero distaban de ser representativas
de la auténtica tradición magyar.
...nos
una ciencia natural, en
consideramos científicos
para nada distintos de los investigadores en ciencias naturales, porque elegi-
s,n '•
-—***• f»»»s -ZSLS ¡ ±
mos como tema de investigación un cierto producto de la naturaleza, la músi-
Debe saberse que los productos culturales de la clase campesi-
ca campesina.
46
47 :
CARLOS REYNOSO I
2. TEORÍAS EVOLUCIONISTAS
y natural
en relación directa con la música pentatónica de los Cheremiss,
los Tatars
y los Kirghizes” (Bartók 1976: 64, orig. 1921). La cuestión
se complicó al-
Digo que esa incorrección es aparente
gún tiempo después cuando Bartók descubrió misma
porque la característica en
lo más ingenuo, natu-
ral, espontaneo e instintivo representa,
Turquía. ¿Cuan lejos llegan estos estilos turcos? ¿Cual es la relación en
en
peculiar visión artística
ia
tífica de Bartók, y cien- tie el pentatonismo de loschinos y el de la antigua música turca? ¿Deri-
valor estético
el
y cultural supremo. Bartók pensaba la per-
fección, sin embargo, desde sus va ésta de aquélla o a la inversa? (1976: ¡80, orig. 1940). Bartók nunca de-
coordenadas históricas particulares: la
mú- sentrañó el enigma, pero
sica arcaica es más bella lo siguió investigando toda su vida.
que la de las formas contaminadas
porque en sus
formas pequeñas en su concisión, Baitók teiminó siendo un buscador de la pureza primitiva,
y refleja el mismo espíritu
neoclásico ca-
tratan-
tac ten suco de su propia estética do de recuperar una herencia que los gitanos
como compositor (Bartók 1976: 317). de alguna manera habían
contaminado, lal vez haya exagerado un tanto el hecho
que lo que pasa
48
WWISLVO RUINOSO
2. TEORÍAS EVOLUCIONISTAS
arcaicas. Como bien dice Bruno Nettl: esfuerzos por explorar la primera etapa muestra el costado más conserva-
Los estudiosos de dor del pensamiento de Wiora, la caracterización de la cuarta etapa es ge-
música folklórica [como Bartók
la
y Kodály] estaban por nuinamente anticipatoria:. apenas saliendo de la década de! 50, Wiora ya
cierto interesados en preservar
un, herencia que ellos sentían que
estaba desa-
pa, ecicndo,
y ese sem, miento de pérdida inminente fue un hablaba de la “cultura global industrial” (en una expresión que casi no di-
poderoso estímu-
lo para indagacionesmás específicamente «nomusicológicas.
El punto es que fiere de una expresión tan contemporánea como podría ser “las industrias
esos recolectores a menudo perseguían los que era específicamente
viejo, en culturales de la globalización”) y comienza a delinear, antes que ningún
parte porque estaba desapareciendo,
pero en parto, uno se da cuerna, también otro autor que yo conozca, lo que ahora llamamos world music.
porque lo viejo era, en cierto sentido,
lo bueno (Nettl 1983:
272). Pero costado conservador tiene su peso. Para Wiora
el la especula-
ción sobre los orígenes de la música posee un valor perdurable, no cier-
Esa identificación de lo bueno
con lo arcaico o espontáneo es una tamente como conocimiento, sino como estímulo para la investigación
constante en los juicios de valor
que prodigaba Bartók, quien pensaba (Wiora 1967: 18). Consciente del carácter insostenible de muchas argu-
por ejemplo que lijas melodías
de la música artística popular mentaciones de raíz evolucionista de
general- la Kulturkreislebre de Schmiclt,
mente carecen do la absoluta
perfección que es tan característica
de la mú- Graebner, Menghin y otros, Wiora sin embargo sigue creyendo en la le-
sica folklórica pura” (Bartók
1976: 317). Algunos autores
(Nettl 1964- 4 1- gitimidad de la etnología histórica (que en realidad es más bien una espe-
Meriiam 1964: 60) reconocen los méritos
etnomusicológicos de Bartók’ cie de musicología pre-histórica), por más que esté condenada a ser espe-
pero le reprochan la excesiva
minuciosidad de sus técnicas de
notación y culativa, casi se diría, por definición.
sobie todo su tendencia a
concentrarse en materiales a los que
presumía La forma de razonamiento típica de Wiora es llamativa: alterna algu-
incontaminados, correlativa a su
desprecio por las manifestaciones musí- nas precauciones contra las generalizaciones prematuras con afirmaciones
cales acinturadas.
no respaldadas por hechos, o fundadas apenas en el sentido común. Prime-
bien cabe reconocer que Bartók
Si
deslindó unos cuantos hechos
y ro aduce que es muy difícil establecer cómo fueron las cosas, luego lanza
deslnzo unos cuantos mitos relativos a la
música de los húngaros los gi- aseveraciones arriesgadas como si no fuera necesario probarlas:
tanos, y s. bien también sirvió y
de precedente referencia a
y cientos de es-
tudios de estudios de música Seguramente mucho de lo preservado hoy entre los pueblos primitivos se re-
folklórica sobre todo en Europa,
también monta a los períodos más antiguos de cultura humana. ...Tenemos buenas
ego a la etnomus.colog,., una la
rémora de la cual todavía se está
tratando razones para creer que las danzas de culto han precedido a las artes plásticas
de despegar: la idea de que los y
gitanos carecen de música
propia y que pictóricas. Y éstas pueden ya haber evolucionado 60 mil años antes de Cristo,
simplemente se apropian, más o
menos creativa y virtuosísticamente de en el período Auriñaccnse medio. Incluso en esa época ¡as flautas ya existían
ti adiciones
locales que también en (Wiora 1967: 28-21).
ocasiones acaban siendo espurias
50
c. ti
CARLOS REYNOSO
2. TEORÍAS EVOLUCIONISTAS
4. La música de la era técnica e industrial, de reconstruirse es sucinta y esquemática, Wiora cree que ello no implica
abarcando todos los paí-
ses del mundo, uniendo que la progresión haya sido unilineal: “Esta vía no ha de representarse co-
la herencia de todas las culturas anterio-
resen una especie de museo universal, mo una línea recta, sino siguiendo muchos y diversos caminos”, modifi-
y llevando ante un público
mundial su vida de conciertos cados por las agrupaciones humanas y eventuales corrientes regresivas,
internacionales, tanto como ulterio-
res desarrollos en técnica, investigación, composición, aunque persistiría una dirección principal (Wiora 1965: 12).
etcétera.
Más tardíamente, Wiora también proporcionaría una tipificación
Notemos, entre paréntesis, que ya en 1961 de los estudios etnomusicológicos comparativos, que
(y su esquema es aun si bien no establece
anterior a esa fecha), Wiora está caracterizando una cuarta etapa que pre- una jerarquía o una sucesión evolutiva, tiene en común con los modelos
figura sorprendentemente lo que seconoce hoy como “fusión" “worlcl- evolucionistas e histórico-culturales la separación en “centros o direccio-
“
bea
f ° musica del mundo”,
do" aparece expresamente en dos
al punto que el concepto mismo de “mun- nes” de investigación. A título informativo esas direcciones son; (1) la es-
ocasiones, en una definición sucinta cuela de Berlín de Hornbostel y Sachs, holística y comparativa, (2) la es-
de
un escritor que no acostumbra a incurrir en redundancias. cuela de Viena de Robert Lach y Walter Graf, de orientación algo más
Habría que poner estas ideas, tanto las que suenan biologicista, (3) los estudios europeos de música folklórica, (4) el estudio
reaccionarias
como Jas profeticas, en
debido contexto. Hans Heinrich
el comparativo de las liturgias judía y cristiana, (5) ios estudios que involu-
Eggebrecht ya
¡o ha hecho adecuadamente: cran comparaciones entre áreas relativamente vecinas, (6) la investigación
norteamericana en términos de áreas culturales, (7) los estudios compara-
La obra Wiora] se caracteriza por una consideración
[de
exhaustiva Je los pro- tivos de música Europea clásica y folklórica, y (8) los estudios compara-
pósitos y métodos de ia musicología
y de todo aspecto de los materiales bajo tivos de estilos clásicos europeos.
52
53
2. TEORÍAS EVOLUCIONISTAS
=EE“F— M, propia
disparidad de criterios que en
teórico: mientras
=Z7
notan
evaluación de
un modelo de
^
obra de Wiora es ambivalente:
«*«
cuatro. Estos
depende
P- de unFo!
números de
rentemente humana; mientras algunos creen que la música es un acciden-
te inesencial para la supervivencia, otros
~
tener ca-
MUSICOLOGÍA
d^r; raC ' Ón d iue definimos a, comienE EVOLUTIVA
NEUROMUSICOLOGÍA MUSICOLOGÍA
COMPARATIVA
involucradas en el música
E( evolucionismo en procesamiento musical
el Siglo XXI
El problema de la música Mecanismos ncuronaics Ventajas y costos
Después que las modalidades interpretativas animal y cognitivos del proceso de la práctica musical
tnon,us,colog, a absortamente h y posmodernas de
musical
dominantes desde inicios de la
VO década de
hasta fine, de los noventa,
“
llegaran a un punto de
saturación estre Presiones selectivas Ontogenia de capacidad
c Hez y ostensible la Rasgos universales
improductividad (como luego procuraré demostrar
con subyacentes a la evolución musical y ias capacidades de los sistemas musicales
eceu, miento), la llegada
de una corriente
después de cada en desgracia del primer
la
evolucionista,
Zs de la música musicales y la conducta musical
evolucionismo, ha represen-
tat o para muchos una sorpresa Evolución de la música
epistemológica. En antropología
socio-
y evolución humana
'Í’7 , ,fCS,ad ° U " m0ment° "“evolucionista
lie Wlme de7la
Whfi/d década de 1950 un segundo
y
r con Les-
movimiento de recuperación
co-neoevoíuctomsta con Roben
Carneiro, Gertrude Dole, Paul
iíz:~ ^
Diener
UgC" C R ° bkÍn VC nte a,l0S
de r^do'áve
5,
mo
de inteligencia artificial
y métodos formales, otra caracterizada co-
arqueología musical, etcétera. La última manifestación, en particu-
y en
ciemos de proyectos de
investigación en las carreras^
informática de todo el mundo, lar, ha causado bastante revuelo no hace mucho a partir del descubri-
en los últimos diez años
surge con fuerza miento de diversas
nuevo mov, miento evolucionista flautas prehistóricas de 30 a 50 mil años de antigüe-
específicamente en etnomusicología
dad en Geissenklósterle
• que todavía „„ en las publicaciones
'
y Divje Babej de la sistematización de datos de
periódicas de la corriente
princ, - htófonos de distintos lugares del mundo de los experimentos en Ütófo-
y
54
55
’"
2. TEORÍAS EVOi.UCiOMlSÍ'AS
Z
des 2000, Cross,
8icos
;t
nstrmdos por
Zubrow y Cowan
d equ,po de Ezra Zubr
2002). Aquí
™ (cf-
riva de la zooserniótica de Tilomas Sebeok, el pensamiento evolucionista
analizaré a modo Je
muestra solo uno de esos campos, je es constitutivo.
que es que se ha dado en llamar
“bio-
musicología
y solamente en relación con un problema,
,
En definitiva, en este amplio movimiento comienza a hacerse acep-
que es el de los
umversales en música. un evolucionismo de perfil más bajo y metodología más cauta, con
table
XX enY
en la
b,0 "1 USÍCOl °8 ía es
cual la
|
um
etnomus.cología es una de
nu ™ práctica surgida a fines del
siglo
un nuevo sentido del rigor, alimentado por diversas líneas de experimen-
tación y estudio que han proporcionado varias clases de contribuciones.
las partes constituyentes en
los términos que se señalan más Nada más opuesto compilaciones interpretativistas y humanistas o a
a las
adelante. A diferencia de lo que es el
ca
so en la comente las ponencias de congreso de la corporación etnomusicológica que repi-
principal de la etnomus.cología la
antropología
y
mus P de la ten todas variantes de los mismos ensalmos, y que tas más de las veces pa-
anal|sis de 1
tiones ta]es como )os orfgcnes de
gura audazmente en recen pretender prohibir lo que puede hacerse. Nadie dice aquí que el
agenda desde un principio, la
aunque esta vez se canto humano descienda sin más del canto de los monos, pero ¿no sería
0
neCeSarÍa como «“» hallazgo
de corazonada. -
¿iría™™
Según la caracterización
de Wallin, la biomusicología
productivo investigar con detenimiento en qué difieren
y en qué se pare-
campos, según se ilustra en el
comprende tres cen, o de qué capacidades constitutivas dependen, en vez de paralizar la
cuadro adjunto.
indagación en nombre de la especificidad de lo humano y de lo cultural?
de Io! orí en
8 “ solutivos de mú-
7™“*“t'"'™ab ° rdaÍC “ m
la La propuesta de Wallin, Merker, ¡Brown y sus numerosos seguidores
sica tanr
ocil en a COm t Una eStratCgia P arati ™ de la comunicación realmente desentumece la etnomusicología, sumida en una rutina ya indisi-
1
¡r
gene a de
gencia d 7 la música entre
°
,
los
P SÍColó S ica solutiva a
homínidos. La nenromusicoiogía
la emer- mulable. Sin que sea necesario ni posible tratar aquí cada uno de sus temas,
naturaleza
trata de la vale la pena echar una mirada a algunos de esos estudios para dar cuenta de
y evolución de los mecanismos neurona, es
|;
3 P S
y co^^in™ su espectro y apreciar la variedad de elementos de juicio que hoy en día se
y perCeP ción musical desde la etapa fetal
r
h vetz La musicologta comparativa
a ve,ez. T‘7
(que inadvertidamente usurpa
hasta trabajan en circuitos que ni antropólogos ni musicólogos suelen frecuentar.
~
nombre antiguo de la etnomusicología) el Así, mientras Harry Jerison analiza el aporte de la palconcurología a la bio-
trata de los diversos
roles y usos logía de la música, Dean Falk ocupa de
—
funcionales de la müsic, en se la evolución del cerebro homíni-
todas las culturas humanas,
incluyendo o do y los posibles orígenes de la capacidad musical, tema profundizado por
os de ,os ritua, “- ias
y i:r
rasgos comparativos de los
^ ,a práct!:: David Frayer y Chris Nicolay en su estudio sobre la evidencia fósil en tor-
sistemas, formas estilos
ales de performance en todo y musí- no de los orígenes del sonido articulado; Drago lvunej e Ivan Turk descri-
el mundo. Este campo
no sólo resucTta e, ben el instrumento musical más antiguo conocido, que se remonta
"" nCgad ° de a los
8 1
UníVCrSaleS de mÚsica apro-
T TT
vecTa'Ts ir' re
>
neanderthales 3 ; diversos autores exploran los repertorios socialmente
(19 ,992
eS 3 antr ° P0l0 ía da
« ™>™™ ^ Durham aprendidos de ballenas y pájaros, en muchos casos de complejidad
y exten
-
1 I
' '
P 0l a í:V0,Ut,Va Je BarkOW
’ Cosm 'des y Tooby
99 - sión comparables a sus correlatos humanos,
i la y de semejante base algorítmi-
ca combinatoria; Sceven Brown propone un modelo de “musilcnguaje” de
evolución musical, y Bjórn Merker contrasta el canto humano con el canto
por™rJ°7
por Wallin no solo están
aycctoria, sino que también
V¡nCUlad0S ai
¡Bruno Nettl
PeCÍal
T
movimiento definido
y Simha Arom, respetados por su
coral sincrónico de los
za el problema de las
monos an tropo ¡des, mientras Michel Imberty anali-
competencias innatas en la comunicación musical.
aparece Jean Molino, de amplia
experiencia
el momento mas “semiológico” de la
etnomus.cología como se verá
(MÜ 2 ° 00) T° da a semi'°f ú
1
' ' 3. Los instrumentos íehacicmes más antiguos conocidos son varias flautas fechadas entre
B*a etnomusicológlca,
laTr T
S
d!sde " JaC<,UeS'"m
Name2 *“*“
desde una perspectiva
universal;
Ia de Phomas Tur.no, se ha
a veces, como en la línea
formu-
que se de-
9000 y 7700 AP procedentes de China. Están construidas en hueso de grulla
ta ocho orificios. La mejor preservada aún produce sonido,
56
57
2. ! hUKIAS HVUI.UUUN1SIAS
Aun cuando no se haya demostrado cabalmente la existencia Que no haya confusión: los objetos culturales no son especies biológicas, y la se-
de
una “cultura musical” en ninguna otra especie, sin duda lección cultural (de acuerdo con las consecuencias culturales) no es selección na-
se ha logrado al-
guna pequeña comprensión adicional de lo que la música tural (de acuerdo con consecuencias reproductivas). Sin embargo, se puede pen-
posee de distin-
tivo y definitorio en el sentido humano sar que ios mecanismos darwinianos de replicado», variación y selección operan
de la palabra. Y aun si el enigma
en ambas esferas de manera formalmente análoga, haciendo que estas teorías sean
de los orígenes permanece vedado
y es de esperar que siga así por siem- tanto parsimoniosas como atractivas (Wallin, Merker y Brown 2000: 19).
pre, se entiende ahora un poco mejor
hasta dónde puede llegarse
y qué
otra clase de problemas corresponde
formular previamente.
Cuando surgió la musicología evolutiva, la cuestión de los univer-
Aunque todos modelos tienen que ver más con una teoría et-
estos último cambio de
sales estaba sumida en el descrédito. Exactamente en el
nomusicológica general que con herramientas de posible
uso ordinario en siglo, el antropólogo más representativo del particularismo contemporá-
una investigación etnomusicográfica particular, ninguno
de los tenías neo se expresaba en términos irónicos respecto del carácter trivial de
abordados puede reputarse irrelevante o superfluo. Muy
lejos está todo cualquier formulación universalista:
esto de la penosa ley de las tres etapas de
y la concepción victoriana del
mundo con que esta musicología se inaugurara, un siglo medio La búsqueda de universales lleva muy lejos de lo que de hecho ha probado ser
y atrás.
más genuinamente productivo, al menos para la etnografía, ...y conduce a una
comprensividad escuálida, implausiblc, ampliamente no instructiva. Si usted
l.a idea de los universales larismo no ha sido productivo ni en la medida ni en la forma que se re-
no hace sino poner toda la humanidad en el mismo
plano, actuando como una salvaguarda biológica contra las nociones egocén-
quiere, y como se verá en seguida la pregunta por los universales ha re-
tricas de superioridad musical. En este acto de
equilibrio entre las constriccio- sultado ser mucho más razonable, fecunda e instructiva de lo que a mu-
nes biológicas las fuerzas históricas,
y noción de universales musicales me-
la chos les complace hacer creer.
ramente proporciona un foco en la unidad
que subyace a la gran diversidad
presente en los sistemas musicales de todo el
En las célebres discusiones que se suscitaron en los 70s sobre los uni-
mundo, y atribuye esta unidad a
constricciones neuronaies. ...Es lisa versales en música, David McAllester alegaba que “probablemente no exis-
y llanamente erróneo decir que una de-
mostración de universales musicales niega en alguna ten ‘universales’ absolutos en música”, aunque afirmaba corno contrapeso
medida el carácter único
o la riqueza de las formas particulares de expresión de de esa postura que “existe una gran cantidad de casi-un¡versales que, pese a
cualquier cultura. Si ha-
ce algo, ello es proteger este carácter
tínico contra las afirmaciones etnocéncri- que el término se contradice a sí mismo, un casi universal es casi suficiente
cas que afirman que músicas de algunas culturas son “más evoluciona-
ciertas
para nuestros propósitos” (McAllester 1971: 379). Los casi-uni versales de
das que las de otras culturas, afirmaciones escuchadas con
frecuencia incluso McAllester no son todos triviales ni superfluos, aunque por ser “casis” an-
en tiempos contemporáneos (Wallin,
Merkei y Brown 2000: 13- H) tes que “absolutos” sea relativamente fácil encontrar contraejemplos:
También se esta muy lejos de cualquier exceso de metaforización o « En todas las músicas existe algún sentimiento tonal, alguna cla-
de subsunción de lo cultural en lo biológico: se de centro tonal.
58 59
2 . TEORIAS liVOi.UClONiSI AS
• En casi todas parces, también, la música establece una tenden- música hablan mismos. “En lo que a ios
de la universalidad de la se a sí
cia. O sea, que parece ir hacia alguna parte, cualesquiera sean
etnomusicólogos concierne, esto es probablemente un fenómeno univer-
sus términos, y que lo que los ejecutantes sienten
tiene que ver sal” (List 1971:399-400).
con la forma en que esa tendencia se realiza. Este es un
punto Diez años antes que se planteara esta discusión, Leonard Meyer
señalado por Suzanne Langer
y aún más agudamente por Leo-
había encontrado que ni el universalismo temprano ni el relativismo
pos-
nard Meyer, en lo que ésta llama “el significado”
de la música etnomusicolo
y terior habían resultado satisfactorios. En los inicios de la
que McAllester coincide en que es un universal. Incluso
en la universal. Las diferencias
gía, decía, la música se consideraba un lenguaje
música aleatoria o estocástica hay una tendencia
a buscar no-
obvias entre las músicas de las diversas culturas se explicaban afirmando
tendencia.
que eran más aparentes que reales. Bajo la profusión de estilos aparente-
• Además, en casi todas las tradiciones la música parece tener un mente distintos, se pensaba, yacían principios fundamentales absolutos
principio y un fin. En todas partes hay alguna
clase de desarro- que gobernaban el desarrollo de la música en todas partes. Sólo era nece-
llo
y alguna clase de forma. sario encontrar esas leyes subyacentes. Pero cuando esas leyes no se des-
cita, pero en todo caso cambia. Otras experiencias de postular hipótesis fructíferas que proporcionaran nuevas comprensio-
transforman
nes sobre la naturaleza humana y la de las culturas. Como consecuencia,
la vida, pero no tan universalmente. Abraham
Maslow conside-
raba que las dos “experiencias pico” de vida citadas expresaba Meyer, este segundo monismo comenzó a verse menos me-
la más que y
ninguna otra eran el sexo y la música. nos satisfactorio (Meyer 1960: 49). Precisamente en los años 60, como ha-
60 61
2. TEORÍAS EVOLUCIONISTAS
'ivVWwü
207). Algunos estudiosos, como Margaret bania, los coros Sena de Nagaland, India,
Kartomi o Cecilia Riddell, to- y en la música coral
davía sostienen estas ideas con mayor funeraria Dondi’ de Sulawesi, Indonesia. Esto no
o menor variación, puede expli -
y en general la
hipótesis está lejos de haberse descartado caise poi difusión, ya que no hay hechos que vinculen
(Riddell 1990; Kartomi 1980- fácil-
1991; Minks 2002: 390-392) mente Taiwan con Niger, o Albania
y Sulawesi. Tiene que ha-
Aunque manifiestan bajo muy diferentes formas de
se bci una propensión biológicamente determinada para que se
expresión,
individuales o colectivas, vocales o manifieste recurrentemente algo tan improbable.
instrumentales, cercanas al lenguaje
tablado o melogémcas, simples o
complejas, pautadas o improvisadas, • Un segundo elemento de juicio es el ritmo aksak que existe en
,
ormulaicas o libres, serenas o desgarradoras, casi todo el antiguo imperio de Alejandro Magno, desde los
existen indicios de que los
lamentos fúnebres cantados están tan Balcanes Pamir. Se trata de un conjunto de unidades de dos
difundidos en diversas culturas co- al
o
mo para acercarse al carácter de otro casi-universal; los rasgos contrasti- ti es tiempos que parece existir también en diversas especies ani-
vos que definen su “valor” en un sentido males como los pájaros
saussureano (es decir, las rela- Tockus eryihrorhynchus, Alectoris rufa,
ciones entre lo que es un lamento Tur tur brehmeri. Sural hura lugens etc 5
lo y que no lo es) muy probablemente , .
64
6S
2. TEORÍAS EVOLUCIONISTAS
Ya en 1 976 Dañe flarwood había propuesto, Sihay una secuencia que involucra interpolaciones de dos ran-
desde la psicología
rogmttvn, un puñado de universales todavía gos de altura más separados, se tiende a percibir dos o más lí-
más precisos y contundentes
neas melódicas, en un fenómeno que se ha llamado tanto “fisión
hilos son:
melódica” como “segregación de líneas auditivas”.
I acepción de altura [pitch]. La moderna teoría Contorno melódico. Parece ser que es el contorno de las melo-
auditiva sugie-
re que existen dos mecanismos superpuestos para la días almacenado en la memoria y no el tamaño de los intervalos
percepción
de la altura musical en los humanos. Tara vibraciones que van la información que utilizan los oyentes para reconocer una me-
de los 100 a los 20.000 íerz, el lugar de lodía y transformaciones tales como inversiones, retrogradacio-
í
la membrana basilar de
máxima vibración parece un buen predictor de la altura
ser nes o retrogradaciones invertidas (Dowling 1972, Francés
que
escuchamos. Para vibraciones en el rango
de 20 a 1000 Herz, la 1958). El mismo fenómeno ha sido corroborado en Java, en Bir-
frecuencia de vibración de la totalidad mania y en las baladas norteamericanas por diversos autores, y
de la membrana parece
ser que que codifica la altura. El rango de superposición
es lo parece ser efectivamente un universal.
es
precisamente el que corresponde a la
percepción auditiva más
piecísa. Este mecanismo de percepción
dual es un buen candi-
dato para un universal de la percepción, Al lado de éstos, Harwood propone otros universales posibles de
y posee obvias conse- carácter cultural, tales como los sistemas de expectativas, convenciones y
cuencias para la construcción de instrumentos
musicales.
experiencias en la performance, el carácter interpersonal de las manifesta-
• Generalización de octava. ciones musicales y el carácter “icónico” de la simbolización (Harwood
Muchas investigaciones han demos-
trado que 1976: 528-531).
el intervalo que los humanos perciben como “octava”
no siempre aquel cuyas frecuencias
es
fundamentales se encuen-
El ejemplo más dramático de la fuerza de los universales me pare-
tran en una relación 2:1 estricta. En ce que está dado por el fenómeno de la expansión de la world music en los
frecuencias altas la relación
es ligeramente mayor, en frecuencias bajas ligeramente menor. últimos veinte años y en particular por la fusión de géneros de las cultu-
Este •‘estiramiento de la octava” es tenido en
ras más diversas. Es obvio que un extranjero percibirá la música para ko-
cuenta por los
buenos afinadores no
y se restringe a Occidente (Hood
to o shakuhacbi en forma muy distinta de lo que lo hace un japonés. Es
1966).
posible que si le agrada sea por razones ique un japonés nativo conocedor
Alturas de escala discretas. Todos los
sistemas musicales utili- de su herencia reputaría espurias. Pero un estudioso inquieto de Occi-
zan distinciones do alturas para generar
melodías, y esas alturas dente seguramente apreciará mejor esa música que un joven cbimpira o
son claras y discretas, incluso si el tamaño
de los intervalos el
y
un bosozoku de Kyoto desinteresado en su tradición ancestral. Lo mismo
número de alturas por octava pueden variar en verdad en otras partes, y a propósito no sólo de
diferentes tradi- es la música sino de los
ciones musicales. I as escalas parecen ser entonces
marcos cog- valores que la acompañan. Ya en 1956 decía un aficionado africano:
nit.vos básicos |
que reducen
ambigüedad porceptual de los es-
la ¡Música tribal! ¡Historia tribal! ¡Jefes! ¡No nos importan los jefes, dad-
ti mulos, en un
f
proceso que los psicólogos han llamado nos jazz y estrellas de cine! ¡Queremos a
j “percep- I Duke Ellington, Satchmo y mu-
« ion categoría) La infinidad de percepciones posibles es con-
.
66
67
I: I mundo
«rabiado ahora, como consecuencia
lia
de lo que s ¡. algunos sonidos serán musita y
p. c fue, fcspucs de lo que ha sucedrdo
I creatividad, tic modo que
y ame lo que sigue sucediend ! la
«3SS"' '—
Lcden “t
1
1
.i.13
ta música está asociada con la etnicidad. Cada grupo social po -
Ensu libro de 1983 Bruno see una música, al menos, a la que considera como propia. Allí
Nettl había anotado universales
o ras donde haya una identidad a subrayar, habrá una música diferen-
ame d,stnbllid0s adicio " al
!7 r
que aun hoy el es un convencido
«
que vale la pena recuperar
ya
nte qUe
de que hay universales
b ‘° mUSÍColo ía los
«
tangibles
y
indague. Algunos son bástea-
L cial.
*»
y que veremos lúe™
poseen algo que al menos europeos y euroamericanos nos
a los
laS mÚ *N “
P° Se al S>™ estructura rítmica basada en En cuanto a la naturaleza de la expresión musical, en todas las
‘
77
distinción entre longitudes
de sonidos o acentos
dinámicos.
la
sociedades siempre se canta o ejecuta algo una canción particu- ,
• Todas las sociedades poseen redes de lar, una composición, lo que fuere, pero siempre una entidad
perpetuación de la tradi-
c.on n, veles diferenciales con una unidad distintiva. Ni siquiera en danza pasa lo mismo;
de musicalidad
y un repertorio de uno puede danzar, simplemente, sin que esté ejecutando la dan-
cancones para mnos, todas
y las sociedades ponen algún
límite za de una composición en particular.
68
69
sociedades en tdcrm
epistemología particularista que
- Todas sociedades tienen música vocal.
las aísle las
Virtualmente todas ,
iui , r
poseen instrumentos de alguna clase; unas pocas
U q
incomunicables, cada con su propio repertorio de practicas y
erial
tribus tal ve? j j
significado en común.
tu», aunque tienen de todos modos alguna forma
de percusión* Ejiones del mundo que no tienen ningún
el puro, no el templa
es el otro evolucionismo,
pero el problema
'
Indas las sociedades tienen al menos alguna música que se con- valor alguno. 1 a se-
forma a un metro o contiene un pulso. .
«leonas de las ideas
que lo conforman no tienen
tampoco
empezar, no es ya sostenible, así como
nda jerárquica, por
• Casi umversalmente
música es
la
danzada, pero
música so asocia con
sí la inversa.
la danza; no toda la
T
esquematismo en
ran cosa la unilinealidad, que se ha manifestado
idea tic la
un número grande de culturas hay formas cumple, as con el correr del tiempo. Spem
m úsicas no se tornan más
l-.n
muy simples de
es mas
música, por más que sea una obra a 40 voces compuesta en 1 572,
difícil medir la complejidad.
Se pueden Aium de Thomas Tallis,
escuchar ejemplos entre los Vedda de Sri otra composicón vocal
Lanka, en las cancio- textura polifónica que cualquier
j compleja en su
del clasicismo ha
nes de Ishi, el “último indio salvaje”
de la tribu Yahi, en cierta después. La trama contrapuntista
j nue se baya escrito
del Pacífico como Mangareva, Categóricamente po-
islas
en tonadas infantiles en Eu-
Sido más simple
que la del barroco que lo precedió.
\
ro P a y otras artes > en los cánticos rituales
P precristianos, en los demos decir desde hace ya
mucho tiempo que no hay evidencia que so-
cánticos navideños registrados por Béla música pase o haya pasado a través de
una sene e
5 Bartók. Por distintas porte la ¡dea de que la
que pueden ser entre sí, esas músicas tienen predecibles, o que tienda a hacerse
mas a íga-
todas pocos inter- etapas predeterminadas y
siquiera en líneas generales. No
valos ran g° estrecho, es preciso que los et-
|
>
y líneas o estrofas breves y repetidas. rrada cada vez, ni
pretendan haberlo demostrado, pues has-
Nettl (2000) admite quesi uno se pone muy severo
nomusicólogos interpretativos
con las exigen-
cias, cada universal puede ser cuestionado ta Curt Sachs sabía eso:
en algún respecto. También ha-
bría que preguntarse si los universales
absolutos son estrictamente nece- de un grupo homogéneo, por ejem-
Podemos comparar instrumentos dentro
decidir st una
sarios, o más bien si lo que ahora
llamamos música llegó a ser de una so- plo flautas de tambores de hendidura; pero ¿podemos
Pan o
tambor de hendidura? Inca-
lamanera y una sola vez. Muchas otras preguntas son posibles. Definiti- flauta es más simple que un bastón de ritmo o un
vamente, lo que no debe hacerse cronología sobre la base de una tecnología [wnkmanshtp ]
es bajar una vez más paces de decidir la
los brazos en la intentar ordenar los pueblos y
las tri-
búsqueda y en la comprensión de más complicada o más simple, se puede
los universales; más allá de la vigencia civilización y verificar sus ins-
bus deacuerdo con su menor o mayor grado de
cíclica que disfrutan marcos que procuran establecerlos, está claro
los realizable; un antropólogo concien-
que trumentos. Esto es también escasamente
Hay, digamos, tres pueblos: uno
los universales han venido a la etnomusicología
para quedarse. zudo se abstendría de establecer ese orden.
pero artísticamente dotado y socalíñeme
de ellos pobre en cultura materia!,
rico en cultura material, pero pobre en imagina-
bien organizado; el segundo,
social; el ¡tercero, bien organizado, pero inhábil
ción artística y refinamiento
Evolucionismo - Situación perspectivas 1940: 60-61).
y en tecnología. ¿Cual es el más primitivo? (Sachs
70
2 . i tiUKlAS JiVUl-UV.lVJlNlilrtJ
ür,m “ dw “ ,ara
las «Tucuras del
*
No cambio y 1, f "u -
conoce ningún género que no
se
preguntaba todavía en 1968 si existían en
haya derivado de otros larris se
gáne jsu jvlaivin 1
transculturalniente (Rahn a
que hoy se expresaría menos con
1983). Que todas las músicas una conclusión al
r^ (Boas
( ;;3ó
1930. 110
y
s
p
,0
r S'
,
y otras manifestaciones culturales, “en
erán hac,a una
y también reconocía
,
la
djd °
utilidad de la
s
,dea de “varii lumen
son las mismas para cualquier clase de
de fase
pocas “clases de
fenómeno y que hay unas
universalidad” (como se comprobará en el segundo vo-
Lx'n
£
manejaba índices de pasividad»
s
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que medían
r:
b mas
a la
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clv,,
argu-
. ,
alÍunue“seSf
,
„
^ (Kr0eber
(3), “re
mentos que, como bien lo expone Stocking,
^ o incluso anti-darwinianos, el
...han sido pre- ,
gTre^ordi
cutaordtnano como
‘ a laZa tn£Sra] n°d "° ““
tantos hombre^e
las teorías tradicionales dd desarrollo social
la eliminación de ca-
otras razas” (Boas poligenistas y el
g 1964 [191 lj: 268, 267)‘
^ Y racterísticas del hombre civilizado para arribar al presunto punto de partida
ranea ha documentado, X
?Y
,T,p,c a - La ^monografía comcmpo-
pectos, pero
por ejemplo <>ue R
que cambié
|
í
?
72
73
CARLOS REYNOSO
75
74 !
3. LA ESCUELA HISTORICO CULI UKAL
lili relio ni Graebner Montandon Ankermam Foy Aunque algunos estudiosos partidarios de ia teoría de los ciclos
Protoculturas
(Desconocida
la Ciclo
_ Ciclo tos de juicio conocidos en su época (entre fines del siglo
y, XIX digamos,
Africano Ciclo Ciclo
Pigmoide asmanio f ¿¿cada de 1930), construyeron los modelos taxonómicos aún vigentes
primitivo Primitivo | a
hipótesis de trabajo que aún resultan
en organología y hasta propusieron
Ib Ciclo
Tasmanoide
...
fructíferas. Incluso algunos críticos ideológicamente
muy lejanos a la es-
11 Ciclo del Ciclo del Nigrítico Ciclo nigrítico Ciclo del
Bumerang Bumerang cuela histórico -cultural, como Melville Herskovits, destacan los criterios
Bumerang
estipulados cuidadosamente, la insistencia sobre la cautela en el uso de los
Culturas Illa Ciclo de Proto-
Primarias Cazadores materiales de origen, la prolijidad puesta de manifiesto en las definicio-
kamúico
(Constitutivas) Superiores
nes, la riqueza de su documentación, los números aluvionales de ejem-
111b Ciclo
de Pastores
Ciclo Papua
Occidental
Kamítico-
semítico
Ciclo Africano
oriental
Ciclo Africano
huí
Ciclo de las
plos,
la
la capacidad para pasar de
erudición pasmosa (Herskovits 1973: 535).
la concepción general
A la larga, el
la
(A.
occidental
escuela en etnomusicología fue
IV Ciclo de Ciclo Schneider 1976). De esa escuela dice Bruno Netil:
Agricultores Mclanesio
de Azada
Culturas V Ciclo ...su trabajo fue criticado por su adopción de una idea de evolución cultural
Neo-semítico Ciclo Sudanés Ciclo
unilincal y su concepción nomocética de la historia cultural. Algunos
Compuestas de sus
del Arco
Via Ciclo miembros fueron eventualmcme acusados por su sesgo religioso y luego por
Señorial sustentar excesos racistas y políticos. Después de la Segunda Guerra Mundial
Drávida fue mayormente abandonada en antropología. í.n etnomusicología jugó un
Vlb Ciclo Ciclo papel más duradero y se convirtió en la base de teorías históricas específicas,
Ciclo
Indonesio- Polinesio
Polinesio- pero fue ampliamente criticada ...por quienes tenían algún interés antropoló-
Polinesio
gico e ignorada por gran parte de los estudiosos restantes debido a su fantasía
VIc Ciclo
sin control (Nettl 1983: 229).
Sudanés
Culturas Vlla. Sector Ciclo Sinoide
Complejas Mediterráneo
Todo el mundo, sin embargo, incluso los críticos más impiadosos,
(Protoliistóricas)
han elogiado la amplitud del conocimiento y el carácter sugerentc de sus
{Ciclo de los
Grandes afirmaciones, al menos como hipótesis a verificar. Ello no obsta para que
Estados] plano político, numerosos teóricos
en este punto recordemos que, en el
VI Ib Sector Ciclo Indoidc del movimiento suscribieron posturas aberrantes. Como dice 1 liornas
Sinoide Ciclo
Hauschild, “Frobenius encontraba placer en servir al Imperio y en pro-
VIIc Sector slámide
ndoide clamar visiones racistas; ... Thurnwald publicó una especie de guía de ins-
9 Id Sector Padre Wilhclrn
Ciclo Paleo- talación y del usuario del Apartheid sudafricano; ...
[y] el
vléxieo Andino dediterráneo
Schmidt agitó antisemitismo antes, durante y después de la
a favor del
Ciclo
guerra cada vez que tuvo oportunidad de hacerlo” (Hauschild 1995: 36-
1\ 'lcxico-
ndino 37). Más cerca nuestro, Oswald Menghin fue ministro de cultura austría-
|
co durante el Anscbluss , autor de novelas y artículos definidamente anti-
76
77
brasil oriental montañoso,
emitas, codificador de las teorías raciales del de los botocudos y otras de
régimen y miembro tr ;bus
n'‘" W
.
del par
tido nazi (Foman 2005). L en ,e afinos a
los fueguinos”.
rJ
desarrollo de las artes
plasúcas m .frumentos
Ñl tienen ningún
musicales.
Los ciclos culturales
y su música
del bumerang
U Ciclo
considerarse como la civilización caracte-
La escuela Histórico-Cultural austríaca
y alemana (en adelante EHO Es „ pro.ocultura puede Se conserva bien en el sureste
se destaca por haber ordenado
las formas culturales en
círculos o ciclo!
.
I los aust, abanos menos recentes. el borde norte (ex-
que combinan distintas manifestaciones Ruin), en el y en
suroeste
de rasgos que van desde la ergo-
rTustralla (tribu de los en los grupos
Oceanía reaparece
ogia
y a arquitectura hasta la organización social penínsulas extremas). En
y las artes. Cada ciclo í das las dos Nueva Zelan
Caledonia, Salomón y Fip,
Nuevas Hébridas, Nueva
aparece en diferentes regiones del
mundo. La idea dominante es que di t
d hs mas recientes, se la
ches complejos culturales se u •• Fn África aunque encubierta por capas
tros de influencia.
difundieron a partir de determinados
cen- *' “i. ......i , .ó. ...™
*•» «* *«-
en California; en América del Sur en Ama-
Aunque obra de José Imbelloni es más bien
la
rica, entre los algonquinos y
tardía y derivativa austral.
a tomaremos como punto de inicio para la oriental, Chaco y Argentina
caracterización de zonia, Brasil
esos ciclos’
culturales. Bn esta sección se enumerarán los ciclos conforme a la deno “ placa zumbadora, lámina
de madera suspendidaa de un i
mmacion propuesta por este autor, F „ este ciclo aparee, la un son, do vibrante.
dedicándose un párrafo a la caracteri- aire produce
cu' que se hace rodar rápidamente en el y
zacion geográfica cultural de mágtcos. También se emplea
y cada ciclo y otro a la descripción ceremoniales y
de sus Fui en conexión con asuntos que ha «ud. do
características musicales. Ambos rítmicamente. Montandon,
detalles se establecerán inicialmente
sin pCde bastones P ara golpearlos
comentarios, aunque algunas de los instrumentos
asignaciones claman por su crítica. muy particularmente la difusión
anota en este culo la apancon de las danzas
sentido culturológico,
(Imbelloni 1953: 97).
la. Ciclo Pigmoide
78
tal forma una de las capas más profundas sobre
las que se asienta
la c„l música vocal alcanza un desarrollo notable (imbeih.
tura andina. En América del Norte, aunque mezclada con el ' pn Groenlandia la
—
las artes plásticas
art “ 8U atlVaS laCe
A la
En Nueva Gales dc
LsicaT A
‘ '
Un 8™ brollo del arte Nueva Guinea oriental. Australia, en del Sur, sureste
de la Cí ray
7“ Var,OS
;"
St "' mentOS
áfonos, con fases elementales Queensiand y norte de la Australia del Sur, Australia del sur-suroeste; en
e arpa que
'
’ civilizaciones protohistóncas India acaso las tribus Komari, Bili Magga, Halepaik, Santal y Khond; en
.
,? mediterráneas
tan proh,samcnte
Manipuri, Dimasa y Hojai. En América aparece por mo-
1
De
í ::::
-
,os
-*>„os , Indochina los
80
81
j; 3. LA ESCUELA HISTÓRICO CULTURAL
a su entender, demasiada
importancia al principio (evolucio-
En música el tambor largo o en forma de te concedía,
reloj de arena, con una especie humana ya la po-
p.el extendida sobre un lado es nista excelencia) de la unidad psíquica de la
por
i
el principal membranófono ceremonial de mucho
este ciclo.
Otros instrumentos comunes son sibilidad de la invención independiente. Ratzel sostenía que era
varias formas de xilófonos
intelecto de lasi razas ‘naturales’ la mayor esteri-
Hay también cordófonos, desarrollándose el arco musical con resonador
más correcto atribuir al
1 ígneo, lidad en todo lo
que no afecta a los objetos más inmediatos de la vida”
I
creía firmemente en la evolución biológica,
(Ratzel 1896: 79). Aunque
í¡:
torno
Es el mismo que ha sido definido como Austronesoide por Mon- Partiendo de una observación de Ratzel en
melanesios en cuanto al corte de su sec-
tando», Patriarcal Libre por Schmidt-Koppers, tentes entre los arcos africanos y
Herrenkultur por Meng- emplumado de
lim. Comprende territorios
insulares de Oceanía, costeros de Asia ción, el material yforma de amarre de las cuerdas y
la
el
82
83
3. L A ESCUEL A HISTÓRICO CULTURAL
«
;
narraciones
de j‘ estuvo lejos del movimiento de la négritude de Aimé Césaire y Leo-
bro inspirador
extenso conejo de d" por razones que otros activistas negros, como Woie Soyin
oíd Senglior,
conexiones entre África COn stuuye n
Yambo Ouologuem o el egipcio Magdi Youssef estimaron más tarde
m as
l
y Oceanía el n .,1 f •
,nau urado
ka
abordado por Frobenius & estereotipadas (cf. Frobenius y Dougias
y s stem 1* ¡ 1
Ratzel equivocadas, paternalistas y
1904 (Graebner 1940: " Y Graeb ” er Frobenius, por último, se sentía actor protagónico de un “cambio
154). Pero el ™Ts‘™ g"
nono a Frobenius algunas
f Píamente, cues-
e" 1983)-
que invadió todo orbe y que se apoderó de manera tan grandio
el
de sus obse radical
den
tn a,CQ d caza del
:
- sa
la razón
pueblo alemán ante todos los demás” (Frobenius 1934: 7), y
a los que contemplaban su
pensamiento como “uno de los
daba
sínto-
F~ b “ “ * ^ -os *1 estimando que
ricos de
la’S’LtSS S,Steillat,zadora
i
mecánica
mas del restablecimiento de la
condiciones para
consciencia alemana” (p. 8),
^
.
Uno de los ensayos que mejor compendia una versión amplia y re-
presentativa de la relación entre la doctrina de la EMC y la dimensión
“Musikwissenschaft und Kulturkreislehre” de Dancken
««a» de un movimicko .
terna da ,„d 0 procao
2 ™ 2*&T
y T
T** &
* '°
*" la log.ca ¡u-
«
musicológica es
(1937). ctnomusicólogo, Werner Danckert 11900-1970] fue uno de
Como
de ser abarcada por
rígidas, cipos vivientes
«periTTS
del ser
miemos simbólicos (Frobenius
y
“T
del devenir v en Í
’ T U8
X
"Tt'-
de íormulas
“ lu 8 ar
.
« F~
dc 'eyes
acorneo-
los más grandes especialistas en el estudio de la música popular europea,
y su Das europ dische Volkslied (1970 1939 J) sigue siendo texto de refe-
<^E!S±Sí
de museo descaen
y la exponen
* '* “ nol °S &
-d de fenómenos simbóiico-musicales en sus años tardíos, cuando
miento teórico de la EMC había perdido gran parte de su credibilidad
el movi -
,
a práccTpo^
P ma
19). La cultura se define 7 "C ' de la adición (Danckert 1956, 1958, 1962). Pese a haber permanecido en Alemania du-
no tan,, ,
(p.
84
85
3. LA ESCUELA HISTÓRICO CULTURAL
c d um " '
c VIS ’'1
'"««colÓRi™, Dat.ckeic apunó |„
'
íñs'd
tc
'
.en pter,
vagamente
y pre .guian (con terminología por
- T” momentos
retniniscentes
d mentario que podría esperarse desde un punto de
vista evolu-
con una difusión tan amplia que resulta difícil ordenarla cultu-
Al igual que a muchos históricamente; (4) Pentatónica basada en el trítono. Esta
antropólogos de la música años más tarde ral e
Dancker, le interesaban las en Borneo y en el
correlaciones entre los aspectos mnsiclfe última sólo se ha encontrado en dos lugares:
otras dimensiones culturales, y
como la ergología, la economía estilo tambatarnba de las Islas Salomón. En este ciclo, global-
soc y ámbito el
ni, aunque nada se eso se desarrolla <„ mente definible “esférico” y “vegetativo”, ligado a una
como
su artículo clásico, en las
que
“ P ^uema profusa simbología basada en el cuatro y el cinco, se encuentra
en ot
l|m '
a<
'
m T
P ,esem ° or dc n ado cronológicamente (aunque
,;l sistemático de
además una de las raíces de la polifonía; ésta se encuentra ligada
C
él mis
?° ,,e e " ,l,u
P' OK' esion “estratigráflca” al principio matriarcal de la familiaridad tonal, y aparece en
™ desde lo más reciente l,a-
’°
,
mas
en organología. El esquema
tcn, prano), se basa
más en factores estilísticos
discurre como sigue:
y melódic 2
’
Nueva Caledonia, Nueva Guinea, Borneo, el Cáucaso y África
oriental. En América sólo hay un rudimento de polifonía
en la
86
87
3.
Altas Culturas. Danckert no desarrolla aunque casi todas sus contribuciones de un modo u otro tienen que ver con
este nivel terminal del es-
quema de ciclos en su sistematización de o desembocan en tesis afines a la EEIC, no tengo personalmente muchas i ti-
1937, debido al carác-
ter fragmentario; del
conocimiento etnomusicológico en aquel zones para oponerme a la idea. La obia de Hornbostel relacionada con la
entonces. Kulturkreislebre se divide en dos aspectos: el primero tiene que ver con la
89
3. EA EM.JJEI.A no
chungsmittel” (algo así como “la norma de medida como medio de inves-
I. Culturas tempranas. Universal: sonajas sacudidas, churin-
1.
tigación en la historia de la cultura”), Hornbostel determinó que las di-
ga, flauta de hueso, idiófonos raspados.
2. Universal-esporá-
mensiones de las flautas y la distribución a menudo equidistante de los
dico en África: trompeta de concha soplada.
3. Esporádico: no se explicaba por necesidades estéticas del ojo, ni por
orificios digitales
bastón de ritmo.
el tamaño de la mano, sino que en innumerables culturas se basan en an-
II. Sudán antiguo. Extensivo pero no universal: ¿sonaja de cala- tiquísimas medidas de longitud, las que a su vez se remontan a la más vie-
baza? Tambor cilindrico, arco de boca. ja de todas las medidas conocidas, el pie de la antigua China, que en rea-
III. Africano Occidental. Oeste centro de lidad pertenece a un período pre-chino e incluso pre-sumerio. En opi-
y África, Sur
y Este de como se
Asia, Sudamérica: tambor de nión de Hornbostel, los antiguos patrones de medición, tales
hendidura, flauta globular, xi-
lófono de leños, flauta nasal. presentan en las flautas de Pan o en las dimensiones de las flautas con ori-
ficios para los dedos, se difundieron por zonas muy vastas y sobrevivie-
IV. Eritreo Medio. Este de África, Sur
y Este de Asia, Sudamé- ron a los siglos.
lica: flautas de Pan, tubos
golpeados, flauta con orificio cen-
Un tubo cuya longitud correspondería al pie de la antigua China
(tambor de calabaza), tambor de un solo
tral,
parche en for-
(230 mm) produce el sonido fa# de la tercera octava. Von Hornbostel de-
ma de clepsidra.
tectó la existencia de este sonido como norma de diapasón o sonido prin-
Ian-Etitreo J'emprano. Indonesia, África: mundo, desde
calabaza, xilófo- cipal en escalas instrumentales de diversas regiones del
no, campana de metal, tambor
en forma de copa. África hasta América del Sur, pasando por Asia y el Océano Pacífico. Pe-
V!. an-Eritreo Tardío. India-África: Arco
I
con resonador de ca- ro además de esta coincidencia absoluta existía otra correspondencia re-
labaza, arpa-cítara con puente de
muescas. Via. "Hova” (In- lativa. La teoría de las quintas sopladas pretende despejar este enigma. Se-
donesia -Madagascar): cítara de tabla, cítara gún él, todas las de Pan y de los xilófonos se origi-
escalas de las flautas
de tubo (valiha).
VII. Antigua Asia Sudorienta!, Antiguo Egipto: naban en un círculo de quintas que no se basa en la “quinta pura” de 702
1. ¿Proto-Hamí-
tico? Cuerno de cents, sino en otra más pequeña, de 678 cents. La clave del enigma es que
animal. 2. Pre-Isiámico. Arpa de arco. 3.
Post-Islámico. Clarinete doble, laúd esta quinta aparece como armónico en la flauta de Pan, de allí que se la
en espiga.
llame “soplada”. En base a esta medida, Hornbostel creyó demostrar que
VIH. Asia Buddhista. Asia buddhista,
esporádicamente en el no- los xilófonos africanos derivan de Indonesia, y que existen relaciones en-
oeste de África: tambor en forma
i
de reloj de arena de doble
tre diversos instrumentos de Birmania y África, en las Islas Salomón y en
parche.
Brasil. Algunos autores, en especial A. M. Jones y Jaap Kunst, estuvieron
90
91
e acuerdo en la validez de la teoría, en cuerna solamente los m-
mientras
que otros como Ma„f„a V arias
dimensiones, en lugar de tomar
ukofzer y Kathleen Schlesmger
opusieron objeciones que la
d0S
las alturas en frecuencia
absoluta de v, braco
lineales en cents y
comunidad KrV 1
C
e especialistas nunca consideró laboratorio y una copio
por completo satisfactorias
Exami K°aidada por minuciosas experiencias de
mos los hechos porque todavía, para decir lo " eS conclusión de Schneider no aniquila los
menos, son sugerentes '
renciación
bibliográfica, la
f
de un «-estudio mas r,
Haznos, sino
que sugiere más bien la necesidad
h*
Birmania Teórico en otras variables de medición.
Bavenda enroso, basado
g
prodigó además otras teorías, como
la que dcnva el jo
672 669 Hornbostel
675 ta-
medio de la voz de fenómenos instrumentales
imitación por
738.5
i
cl de la
739
de Pan o en el cuerno de los Alpes (Hornbos-
735
L como se dan en la flauta
modelo descriptivo abiei-
408 408 408 ,
1 925)-
En lo metodológico, proporcionó un
comparación; hasta el día de hoy, ese modelo, am-
450 450 453 m a la posibilidad de la Arom, sigue proporcionan-
los aportes de Herzog, Kolinski y
phado por
do la herramienta analítica de preferencia.
92 93
3. LA ESCUELA USTORÍCO CULI UKAL
í
IDIÓFONOS AERÓFONOS MEMBRANÓ- CORDÓFonos 1 Un instrumento o idea que se encuentre en regiones dispersas
FONOS cierto distrito es más antigua que un objeto
que se en
de un
Sonajas Zu mhador cuenua en todas partes de la misma área.
l alo de ritmo
— 3 Cuanto más ampliamente está distribuido un
mundo, más antiguo es (Sachs
se
1940:
pregunta
62).
instrumento en
• El estrato medio comprende esos instrumentos que, contrario, al hecho de que el hombre, en un determinado estado de de-
el
prehistóri- mis-
camente, ocurren en excavaciones neolíticas sarrollo, debe inventar mismos implementos y herramientas,
los él
y, geográficamente,
bien este difícil problema corresponde más a la an-
en diversos continentes, aunque no son
universales. mo se responde que, si
tropología que a la musicología, “el autor está convencido de que las ideas
Tambor e invenciones
más antiguas provienen de un solo centro”. Renunciando a
Flauta Tambor Arpa de
de hendidura con orificios
tierra
la posibilidad de
una convergencia evolutiva, el argumento se decide por
completo en favor de la difusión:
Bastón de ritmo Trompeta
Cítara de tierra
Corneta de concha Podríamos llegar a creer que una herramienta tai como un martillo pudo ser
Arco musical
la progresión del
inventada en todas partes en una cierta etapa de la evolución;
pasando por una piedra en el puño, hasta una piedra
uso del puño desnudo,
en un mango de madera, es muy lógica y natural. Pero ¿un zumbador? ¿Es
• El estrato tardío comprende esos instrumentos que, prehistóri- invente una placa oval, sostenida
realmente aceptable que cada tribu humana
camente, ocurren en excavaciones neolíticas más recientes
las propósi-
y, por una cuerda y girada con una cuerda sobre la cabeza, para ciertos
geográficamente, están confinados a ciertas áreas evolución natural
tos mágicos? ¿Es convincente que meramente debido
a la
limitadas. Esos
son: ese zumbador se haya conectado casi universalmente con un pez, y que tanto
junto, pero también hay que admitir que ningún particularismo sería ca-
Esta ruda cronología, aunque establecida paz de explicar por qué esa configuración de rasgos es recurrente, más allá
en base a datos objetivos
de distribución de que tenga o no distintos significados en cada lugar. A decir verdad, el
y prehistoria, da también satisfacción a la mente preocu-
pada por el trabajo artesanal problema ni siquiera se plantea: al tratar cada sociedad por separado y en
y los niveles culturales (Sachs 1940: 63-64)
Para poder llegar sus propios términos”, el particularismo termina ignorando que esos tér-
esquema cronológico, Sachs aplica los cri-
a este
tenos geográficos que utilizara Erich minos u otros muy similares son también propios de otras sociedades.
von Hornsbostei en su etnología de
los instrumentos musicales Sachs admite que el método geográfico puede sin embargo revelarse fa-
africanos, cuyos axiomas dicen:
laz. La diseminación comercial de las mercancías europeas o la de los ins-
94
trunientos de Medio ( >riente tras la conquista islámica,
sin duda dismi poseen sólo una relación física y acústica. Su yuxtaposición oiiu l>.i m. n.>>
rmyvn m. plaiisri.ilielatl. Pero “los criterios geográficos pcnniie ileilueir tpie su íunción rs simil.ii, que esí.in i onsliuulos tic u.au ial«
-.
son de todos m
i
neolítico tienden a plantearse Osamu Yamaguchi objetó que los instrumentos de lengüeta como el oboe
hoy con otros nombres
v
Sm C ' 0n t “ t0 CUkmal COm ° cronol<%ica Kunej y Truk
(cf.
o el clarinete figuraran como aerófonos, siendo que la vibración primaria
joom'ni
2000). Obviamente, el
, ,
papel teórico del modelo es de se daba en la misma y la columna de aire oficiaba sólo como ca-
lengüeta
un orden muy ve-
ne, al
y es cas, nulo lo que pueda implicar en ja de resonancia y
mecanismo de definición del tono (Ledang 1972; Ya-
el trabajo día a día, pero
p or
o menos brinda una directiva
útil, igual que las
maguchi 1969). Pero más allá de que posteriormente se postularon innu-
tipologías fundamentales
b
que Vimos antes. merables sistemas más primorosamente articulados o más completos, o
Ninguna evaluación de con una garantía más firme de orden matemático y lógico como los de
la obra de Sachs sería
completa si no con-
siderara su sistematización
clasificatoria de los instrumentos
André Schaeffner, Francis Galpin, Tobías Norlind, Cari Gustav Iziko-
musicales
elaborada junto con Hornbostel witz, Hans Heinz Dráger, Kurt Reinhard, jeremy Montagu y John Bur-
inspirándose en el trabajo previo de
Vic-’
tor-Cl, arles Malnllonj(1893);
en
lón, Mande Hood, Michael Ramey, William Malm, Herbert Heyde, Tet -
que
deci de antemano que la mente superior a las de Frobenius o Montando», su información de base
reprobación no ha llegado a ser
devastadora por
mas que los ataques fueron esmás confiable y ha sido aplicada con mayor precaución. El rango de
masivos y que, como lo expresa
Margare,
artonn, la maxima especialista instrumentos musicales aportado a las teorías es impresionante y los re -
Tctsuo Sakurar, por ejemplo, un mayor control de los materiales dentro del marco de estudios de la di -
C .a laminen
; ha '-uesrionaih, la carencia de die parece haber intentado una propuesta mejor o más comprensiva. “Los
un estándar uniforme para es-
aS cac ori s lie "'den más bajo
->
datos son sólidos; las interpretaciones históricas permanecen bajo sospe-
^8 (Sakurai 1981: 824). Thcodore
.1 ame objeto
el uso de la clasificación
cha, pero no han sido contradichas persuasivamente” (Nettl 1983: 230).
decimal de 1 )ewey, observando que
96 97
7
„ 'conceptos
probado que sean falsas o
como miembro H mundo nunca se lia
escuela es relativamente
heterodoxa, derivando en ' T África y
otras partes del
de forma y cantidad propuestos por la eseue
amplios esquena . cables, y los criterios
temáticos, tanto en lo que
problemas de ámbito más restringido
”
concierne a la organología como
y alguna vea célebre tests de la hologénesis
a su 7 fbicM
a
puet i el1 servir para abordar
289). Mcrt iam también piensa que los
trabajos de Iorn 1
•
m 1%4 ;
vo ’ 1 5 fr
20 r-°
anos
,
antes cíe 1,1,1
círcu,os: (1) Africano
nu «tra era: bumerangs,
primiti-
churingas silbar™
ra una
un esquema general es uno de los pasos de muchas inves-
tro,,, petas e idnáfonos,
mir cada caso a
(2) Nigrítico, 15 mil años o más
tigaciones, incluso de muchas que son de
carácter interpretativo o huma-
CI a. flautas de I an,
xilófonos primitivos, tambor
antes de le"
de madera, arco musical' nístico. Si a Merriam no le resulta
aceptable, me temo que es él quien de-
° m añ ° S anteS de nUestra era:
Jlr
cales TT;
elevados de los
l
de
j
'
llo
> cn tl'a (es decir, hacia
y Mon, andón, ciación entre dos grupos de seres humanos: una serie de culturas, la ra-
7. proporcionare referencias de este fraude porque ya hay mucho de esto cn la Web y por
No
-
98 99
nía precoz representa una serie abortiva en relación
con otra serie cada vez más devastadoras, mientras que el lia
(j *' j,obre él críticas
ianu tardía que desemboca en la cultura Occidentaloide,
de sus discípulos (y un conjunto de fiases desalo» tuna
)
o sea en ac
de algunos
l
y recomendar nando al grupo “inferior” una evolución cultural más antigua y estática que la
la conveniencia de una “solución
final”, medida complementaria
a la mar del grupo '‘superior", y estableciendo una relación evolutiva cune los dos
caerán con hierros rojo vivo (Adler 2003: 125, 130, su
Paia el el folklore (y en particular el folklore musical) es “la ciencia de las
al
134). Montandon
formó parte de la vanguardia activa e institucional del pervivencias culturales", con su dinámica unilineal, en el sentido de que Vi in-
racismo en Fran
junto con Fienry-Robert Petit, Louís-Ferdinand o gente común imita a clase noble (Béhague
ferior imita al superior”,
cia, la la
Céline y Henri Bé
íaud. Aunque muchos creen que la 1991:57-58).
Resistencia Francesa acabó con su
vi
da y la de su familia (Jarnot 2000), Montandon
sobrevivió al atentado
y bases de ese pensamiento de boca
escapó a Alemania en 1944; se sabe que
vivió, oculto, hasta 1961; la
Carlos Vega había aprendido las
justi
cía francesacerro su caso en 1945, gracias a un menos dos difusionistas practicantes, los emigrados italianos Mar-
certificado de defunción de al
falsoque presentó su abogado. Aunque esto no guarde celo Bórmida y José Imbelloni, fundadores
(junto a Oswald Mcnghin) de
relación con los ra
zonamientos teóricos antes vistos la antropología académica
argentina. En la obra de Vega, como en la de
sean posteriores en
(y 20 años a ellos),
y las ideas referidas a los ciclos culturales se
trayendolo a cuento sólo para muchos otros difusionistas,
las interlíneas de sus textos connoten dis
unto para quienes los lean a partir de ahora, es relevante destacar que mezclaban con principios evolucionistas asaz elementales, que ya eran
el
estudioso de lengua francesa más reputado de los ciclos culturales
verdaderas supervivencias teóricas en su época. Un ejemplo de estas ideas
y el
consultor científico de las políticas nazis se encuentran en sus dos densos volúmenes sobre “fraseología”. En la
antisemitas han sido la misma
persona. Lo primero puede olvidarse música etnográfica, según él la consideraba, no existían verdaderas frases;
sin mayor consecuencia, como par
te que es de una historia más bien
insulsa; lo segundo no debería olvidar se trataba de un tipo de música “amensural”, con apenas rudimentos de
se jamás. períodos y secciones. Mientras tanto, el estrato folklórico era apenas imi-
tativo, pues “el espíritu subordinado no es capaz de crear” (citado por
Carlos Vega la ideología histérico-cultural de la musicología En un artículo donde comenta el descubrimiento de un libro iné-
y
°
sudamericana dito de Carlos Vega sobre la música de los Incas, Norberto Pablo Cirio
tampoco escatima críticas:
En Argentina la figura
del folklorista
y musicólogo Carlos Veg
[1898-1966] todavía es ampliamente respetada. ...[AJbundan en el libro comentarios musicológicos tales como "La música,
El instituto de etnomusi
cología de la carrera de Música en la disponibilidad de algunos animales, es, por excelencia, la disponibilidad hu-
Universidad Católica de Buenos Ai
mana universal”, ...o “Los Incas se expresaron muchas veces mediante esa be-
res y el Instituto Nacional de
Musicología llevan su nombre. Cada tanto
llísima forma [la 1=2], tan estimada por Beethoven", “la música incaica se pro-
se le dedican sesiones en los
congresos de la especialidad. Pero también se duce, como es sabido, sobre la base de las escalas pcntatónicas; pero no toda
100
101
!•' mmísic-.i prmntóim .1 del mundo tiene fot zocamente catácter incaico” desde la nobleza al vulgo fue elaborada en el corazón
I, urales caídos
Miiu rna es la base de los sistemas Mímicos, son sistemas por eso nCS CU por pensadores hoy tan ignotos
mismo”' ’
r Je la Alemania del siglo XIX
solo o como dehctí.i i rescribirse un ejemplo de acuerdo a su método- “ C ° nSC En
Rochus von Liliencron (cf. Nctrl 198.3: 223).
los últimos
[compases tienen un bonito salto <le sexta que tevela Hans Ñau man n y
dónde C° m °
imitación pretendía ser una demoli-
|
mina I* base anterior v dónde empieza la siguiente. Pensar en que , i Gabriel Tarde, su teoría de la
son f r
más largas- es no pensar" (Cirio 1997: 171-122). evolucionista central, ya que las analogías entre sociedades
^"deVidca
explicarse de ahí en más por la simple propensión
de las
datantes podrían
evolutiva. Dado
( .arlos Vega
con frecuencia en un registro de enuncia-
se expresaba imitarseentre sí, antes que por convergencia
CU'huras a
teoría de la imitación de Tarde re-
ción solemne, pontificante, sin suministrarlas pruebas en las que se según el mismo Vega reconoce, la
esme-
formuladas por Walter Bagehor, he aquí que Vega admi-
q
raban ios autores histérico-culturales que le proporcionaban sus ^j ideas ya
¡d cas pr ° U cía
inspirador sociológico nada menos que a un reconocido
sin mencionar tampoco de donde las tomaba,
y creyendo que hipótesis onlo su otro
que afirmaba cosas tales como que los procesos de do
controvertibles calificaban como hechos fehacientes: darvinista social
hombres y los animales eran idénticos, que el progreso
mesticación de los
los salvajes son los imitadores
•I b|a escala pcmatónica, que antiguamente dominó en los continentes alcan- « resultado del conflicto y que los niños y
que pueda imaginarse (Timasheff 1961 84-85, 136 139 ). En
- la
zados por el ciclo de las Altas culturas, se encuentra en América preliispánica :
más serviles
procedente del viejo mundo. Como sistema, es producto de especulaciones imitativa de Vega, entonces, convivían en convulso contubernio
sociología
cultas (Vega 1946: 16). retró-
social por lo menos pintoresco, un antievolucionista
un darwinista
teorizadores aristócratas orgullosos de sus fueros,
como si el obje-
l a(] 0 y
Más chocantes todavía pueden resultar las connotaciones valorati- compilar una antología del pensamien-
de nuestro autor hubiera sido
vas de los hechos que cree
i tivo
establecer, a los que postula como si se viera •
o social reaccionario, en vez de forjar sus propias ideas teóricas. Los resul-
t
obligado hacerlo debido a
a la fuerza de las evidencias. En su estudio so-
ta(j os están a la vista. Como diría el propio Carlos Vega, pensar que esta es
bre el origen de las danzas folklóricas argentinas, por ejemplo, no pensar.
una buena fundamentación sociológica es
dice: ?
102 103
J. LA ru^tk^iVív.^ •
mz-.:
,0i ’ dCIt riU,,U U
íornut¿ón de «caloñados círculos
! sociales q Uc e coa la denominación panana (el. /emp V/K: 63, < óuwc 1
los
; criollos ;
A,,
;t
(Vega
r,ca » >rctoUwbi
1 956: I
- *** <- ¡««««L a ba
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| irían las llantas
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S,,,ilL IV80l,: 57 S8 >- K " K '
numero de palabras
on
ones,
Para
que
hasl
euhura -en c d
suellas cuya
f
cultura de los polinesios
tamü
suma elimine idea de coincide, !Y la
dantes.
de teorización y metodología que connotan las paráfrasis
Sea aceptable o no el argumento relacionado con los
circuir
nombres, la
An érfet
America. 0
Quc - emraroTn trasta con el nivel el
quienes son esos hombres?
(
La solución No responderé yo. que han desarrollado tanto en las elabo -
n n °“ an "
,nslrumcnto vigente alguna vez P “ ra que adhiere ¿Donde está ceno-
í en alguna viera muy convencido dc la doctrina a la el i
po°
parte‘
“ao /“i
mentado en Tonga (mmuha) en
y
de Pa " 7P
1-
r
ha docu-
Samoa (hoy en desuso), islas que se
en-
flaUtaS
“ - so favorito entre los difusionistas, ese despliegue de erudición aplástame.''
104
105
para estos
en cierto modo un descenso
'
an- ;
nd,R clnonmsi colega argentina Irma
J , eama” (Vega 1%5: 251 ). 1 a
'
tigua mensural, folklórica, no escrita, basada en sistemas tonales,
formas imperdonable:
breves y armonía incipiente, (3) música moderna, mensural, escrita, modo de disculpar ese argumento
y con Hub'encuentra el
sistemas tonales
y grandes formas. ! .n materia de tonalidad la subdivisión
;
del evolucionismo
subyacente en la teoría de
incluye los sistemas primitivos pre-tonales, luego los sistemas tonales p „P es culpa de Vega, sino
(de! escuela histórtco-cultural.
Ade-
f C I , culturales de la antl-evoludionista
ti ¡tónico hept atónico) y los sistemas pos-tonales modernos. Finalmen-
al firmen»* a una teoría
°! cuaudo se adhiere
te, en su identificación de los “cancioneros” sudamericanos, proponía
t, riesgos que se corre
de carecer de marco moneo
preferibles a los riesgos
el
determinada, "^todo
orden siguiente: ( ) Tri tónico, (2) Pematónico, (3) Occidental, (3a) Colo-
(Ruizs/f: s/n).
I
nial ternario, (3b) Occidental criollo, (4) Riojano, (5) Plateóse, (6) Orien-
en que la etnomusicología
tal, (6a) Colonial binario, (6b) Oriental criollo Europeo antiguo (dt. un ejercicio de crítica
y (7) Tras décadas de
sacarse de enema a
por Behágue 1991: 59). '(contra autores y
marcos mejor articulados,
idea es que no
Cae de suyo que semejante demasiado fácil. No obstante, mi
clasificación, articulada según criterios rjos Vega se torna cas, Invalidar todo su trab.no de o,
-
cambiantes o sin ningún criterio con el cual atacar la variedad empírica, tan lejos en la crítica para
deb ría llegarse en todo el mundo, en
es una vez más formalmente inaceptable. Hay pocos modelos también uno de los primeros,
de clasifi- nimeión Vega fue
música popula, mediarte ,
cación en etnomusicología que sean más reminiscentes de la ficticia clasi- etnomusicología que cstudtara la
p opo er a la estudios cnl-
ficación zoológica china urdida por Borges, en que él llamaba
“mesomúsica” (Vega 1966); los
se agrupan inscripta en lo que
la los ani-
temática, cas, m «ist.au
pot
esa
males que de lejos parecen moscas, los que pertenecen Emperador, los al que después monopolizarían
que acaban de romper un jarrón... Estas peculiaridades no han impedido
que Felipe de Ramón y Rivera (1980) e Isabel Arete (1984), alumnos de
U
S 1 rales
enlaces. Aunque la
decepcionante y su Insólita
presentación que hace Vega de la mesomusica
ejemplificado» a través de la
contradanza y
la debt-
Vega, aplicaran esas mismas clasificaciones u otras todavía peor elabora- disciplina le hubiera prestado
el tic
arropea su argumento, si la
las metrópolis tmimpte-
das tan tardíamente como puede sido su papel cuando en
verse en esas referencias. da atenclún otro hubiera dominan
la periferia las músicas
Otros razonamientos de Vega llevan al extremo la idea evolucio- r0 „ las músicas
del mundo, o cuando en
desplazar a las recesivas músicas
lo-
nista de “supervivencia” a extremos inusitados: tes que venían de
afuera comenzaron a
del
Idem, dad en buena pat
cales, obligando a
reformular los símbolos de
tampoco fue por comple-
Al lado de la Arqueología corre a Vega en su visión
y prospera otra ciencia magnífica. La Etno- planeta, sfcasl nadie siguió
Ocurre que una invención cualquiera, una nueva invención, útil en ei época no extstta una tradtc.ot.de en
grafía.
to su culpa. En la
Argentina de su
seno del grupo primitivo que la creó, puede tardar muy poco o decenas de mi- mus, colog, cas bien
a su altura, bibliotecas
dio consolidada, interlocutores
lenios en difundirse, o no llegar jamás a ciertos grupos lejanos o desencontra- que hoy son rutma.
provistas o facilidades de intercambió académico
dos; así, tribus que sustituyeron, que no enriquecieron, sus pocas cosas me-
hijos de sus t, em-
tío
diante la adopción de inventos posteriores, han perdurado hasta nuestros Algunos críticos de Vega, a su manera también
días
las di-
parecen querer exaltar la cultura y
retrasadas o estabilizadas en diversos niveles y son ahora muestras del vivir en pos y seguidores de tendencias,
s, bten es un po-
épocas remotas. El estudio cultural de estos pueblos -estupendo presente que
ferencias a expensas de la
historia y las similitud*. Pero
nos hace el pasado- constituye el objeto de la etnografía (Vega 1960: 17). la milonga al
repertorio de los tro-
desprolijo, por ejemplo, remontar
manifiesta
atención a la entropta que se
vadores medievales (su, prestar
son demasiado largas),
tampoco es
Cuando en su obra sobre las canciones folklóricas argentinas Vega cuando las cadenas de derivación seguir
se enfrenta con surgen de la nada, o prohibirse
laun cancionero tritónico en un contexto ma-
existencia de apropiado imaginar que los géneros
documental^ El trabajo de
yormente pematónico, su modelo evolucionista hace crisis pero encuentra obvio y
un rastro histórico cuando éste es su
la forma, también evolucionista, de evadirse de esta contradicción, adu- de Carlos Vega ha stdo descomunal,
seguimiento de fuentes primarias
106
. m,na de ratón de bibliotecas
era de mejor paño que su se han lomado l»»y cu
habilid , i
>n[r3S muchas presunciones difusionisus
bea aplicador de teorías o que
,1c
las de orden etnom.m, u
su criterio de elección
de para r"™ obles algunas
de ellas, y por lo general
C .01110 sea, en
toda circunstancia,
cualquier orden es mejor
y según bien dice
que el caos (Kartomi 1990:
IhpS* díarC
|ÓglCÜ 101
,
Uvía se sostienen
bastante bien, y eso de ninguna
de
manera es po
h-mbostel sob.e
ideas tales como las hipótesis
’
1
3).Todavía h rc r,cro a
deas de Carlos Vega s.rven para I
auto.es en
le oculta a este respecto
pensar, aunque lo primero que a P0
'
s
-r:::; flautas de Pan, la relación planteada P o. diversos
(exceptuando los
sea pensar mal de él. X
oceánicas y las de Panamá y
Peni
llamas de Pan
petalo
^
‘
:
Sapir WlSS, r
' K - b -> D-n, Hodgen y
tales co
diferencias semánticas a escala
local, un hecho tremendo que
demanda
“
f
'
Hers/ovns,
on mas bten admon.cones mejor explicación no tendrá que ver
de copioso sentido común o explicación. Imagino que a la larga la
especuiactones
cogmtivo o
gU " mOCl ° rCfU
“ « con la difusión sino que será de orden
perceptual, fisiológico,
i Z7ZÍ T
jeturan antepasados comunes”,
S
“contactos antenotes
“í como se con-
y luego separa matemático, pero ese no es el punto:
habrá que trabajar para llegar a ella
con razones de “dmám.ca interna”, cantidad y adecuación des-
satisfacer duros criterios de forma,
,
etc., para dar cuenta
de la génesis
y y deberá
poseía además una capacidad
comparativa que hoy se
criptiva. La EHC
Melvt le
Herskovtts, por ejemplo, propósito de Hornbostel y vale la
encuentra motivos para pro- ha perdido; lo expresa Kofi Agawu a
108 109
4. CULTURALISMO ^
*
«'"tito
“idiosos pos,
tlf I loinbostel aborda
n
"7
’T
sus supuestos,. C,„,s,
.upan puentes lucia otras ‘
tradiciones Aun
"' ,l
"S ,a l’-’
™m
rndi> lM sid " 'remplazada
por la ctunmusicol,,»;. ¡f*
¡
euta.l,,
7 lsi "a " ¡'"pulso parativo rtudadosatnente
'
s tet bazar el sol, ps.su, o tic la no-comparación ,,„e se l,a
UI .1 icnr.icin» pcrinnm-mt- tle convertid
| a ecnouuisicología (Agawu 2003: xiii).
;
'
, i
Merriam como d
el
A
de Rl-tr-lctno hnn
o Blacking, han
logia sensible al contexto, tanto el de
no m
£ i 1NUJU
¡§& 4. CULTURA 1.1SMO Y ANTROPOLOGÍA DE LA MUSICA *
contexto y música.
metodológicas, como sus discípulos Bruno Nettl o Steven
held,
teóricas y
h " ln ' entado ira P°ncr la como
idea de que a partir de de Merriam, saludándolo
r l Merriam y dr cumplen el deber de mencionar el texto
John Black, ng la etnomus.cología música
simplemente se ha imbuido de en desarrollo de antropología de la
pologia a secas, pero esa “anL un jalón importantísimo
ei la
es sólo una parte de la
verdad. Ya desde velocidad algún punto en particular, co-
en el siglo XX, o discuten a
alta
George Herzog se trasladara que
de Berlín a América, la que satisface la música (que no serían diez se-
etnomusicología e s mo la cantidad de funciones
fecho lazos con k traición
boasiana, relativista e .dealista disciplina (que no sería una
de la Lro gún Nettl) o el carácter epistemológico de la
pcdog.a y no por ejemplo, con
la estrategia murdockiana, etnomusico-
transcuitural o ciencia según Feld). Unos cuantos autores consideran que la
materialista. Consecuencia
de ello es que cuando llegue
el momento en americana se divide en dos, con Ki Mande Hood en el campo mu-
que se formule la tan celebrada logía
“antropología de la música",
ésta con 1, sicológico y Merriam en el antropológico (Kerman 1985: 163-164; Neul
so .tana excepción de Alan
Lomax, escogerá el modelo que en Cooley 1997: 10; Sarasini 1998); otros citan es-
ces impulsaban los;
ese enton- 1991: 267; Myers 1993: 7;
segu, dores de la línea unción
particularista entroncada
en o aquel párrafo de Merriam que alude al trabajo de campo, a la i
investigador.
gía que él pone en juego.
Cuando Bruno and metbod i n Etbnomusico-
Nettl publicó Theory
la pren-
La música en Ja cultura: logy (Nettl 1964), su maestro Alan Merriam aún no había dado a
Alan Merriam
sa su obra más importante, o recién la estaba escribiendo.
En el texto de
Merriam se nos presenta como un etnomusicólogo norteamerica -
Nettl,
fl923
923-, >80]
blbh
T fta a m
no se analizo nunca con ei debido
icos, como no fuera
‘ Ia contr ¡bución de Alan Merriam
detalle y en términos co- ,
no prolífico e influyente, cuyas publicaciones son todas tan rigurosas y
consistentes que se hace difícil destacar alguna entre ellas (Nettl 964.
4 4). 1
112
113
m 4. CULTURA Í.1SMO Y ANTROPOLOGÍA DE LA MÚSICA
I
S’C
i
K ía tendió
labulaclón de los
7 no sólo eso, sino que la música que escogió como su
la
intervalos
segunda mayor la antropología;
y tercera menor en dos cultos negros del q
e
Nuevo la de las sociedades etnográficas,
Mund' a ser casi con exclusividad
T.e se salten derivados de Africa. Id objetivo
reto temüó
de los autores era
folklore como la música popular. Siguiendo a ( tibor
na, Mctc ñ excluyendo tanto el
»
so es continuo;
aspectos, uno no está realmen-
„
m° '***' m la cruenta de la música como un sistema
en
b mísi “ como una parre funcional de la
’
escribe
sí m”o
cultura liuma-
Z texto hay un solo ejemplo musical de música étnica, consistente en
sólo
114
M "’ ,S,
7
‘ °n lj amro P u| ogía, ™ lo que a este texto uenta tanto del cambio
como de la estabilidad en un
— onaerne ouc da
c c
mUSKa
,
,1
yeS l°es
i,
m.u
al ' arcce l
>ur n ‘ n SÚn lado
y la teorización antrop',^
»
33 ). Abordando ene! camino cuestiones talo,.
estética, los P oble, ñas d.
,
ut " 0 S ' S,£n
‘* * -adié pareció
o ausencia de una
,
Me
hasta la destlusión, apenas U música, o las cuestiones de camino cuhuial.
un p OCO ! ‘"‘¿téi'uso de la
que las cuas que tantas veces musicales en este paríalo:
se les han referido.
Se diría une esas sintetiza el
carácter de los procesos
que son siempre las mismas, ja"m
OS cortos publicitarios
agotan toda su sustancia
teórica J7" 1
c.o..
agotan todo lo que hay de hecha de sonidos ordenados de una
interesante ’a [ T* K I, cuchamos una cancón. Está compon.,,,.
l.cuia su, mucho contenido. , I
haceilu se
Uno se pregunta, leyéndolo hoy os seres humanos
producen ese sonido y al
pudo haber stdo el motivo de en día ^ manera' I
aceptan
que entonces
dad de la propuesta. El criterio menos la vi I
cepcualizan los hechos
musicales de la vida, los
apropiado, afectando
sonido (1964: 34).
U multiplicidad de estudios de la estructura de la
müs.ca divorciados no
n ‘P
^‘° ° eu grJn nicd,da dti contexto cultural indica
'
que los etnomusi atención (y un autor, Jay Rahn ha sena
Ogos han otorgado el mayor Siempre me ha llamado la
valor a la estructura del caracú,
sonido como un valor mismo en discusiones en la Web) el
“
amable en s, mismo, Eíecuvamcntc. lo
el son, do musical lulo independientemente
™™
Un S ‘ Ste,m CCrrado
77 cuestionable 'que
es
°P e
bic
,"
la
«^
acuerdo con principios
ha sido tratado
y regularidades i n h°
-PT-o ^ los seres',, cuinos q7e l
música pueda ser satisfactoriamente
estudiada de
e
bloomfieldiano o skinneriano de
atiene al estilo
estuvieran describiendo
esta caracterización en
un régimen de estímulos y
como
particular,
s, las
“ mU al “ “ M miS
'
™“ es
C5T* Mk - •'
Sr Como sea, el
116
4 .
CULTURAlUSMO Y ANTROPOLOGÍA DE LA MÚSICA
h ,rrad<>
v “evaluación analítica",
proveniente Á o m las altas culturas de Oriente, pero no es evidente si se trata
'
"'««•" Paul Bol, aúnan (Murria, „ 1964: está ligado a la cultura.
de un fenómeno universal, o
'
Hcsrnnnt,-,
<l<-
ú 209-210 Al
si
1 18 119
1 l
,IUS cerca
í ‘l*
!c esla
Mc-rriam de proporcionar una
orientación terios heterogéneos) de un montón de hechos relevantes (o no) que lie
metodológica para el trabajo de campo música. Ni siquiera hay en Meuiam enuin nulos de a
y la elaboración teónca y analíti- nen que ver con la t
i
primera es la cultura musical material, consistente
en
mo
el estu-
cho qué virtudes tiene ni cómo se puede llegar a
dio de los instrumentos en términos de formular.
la taxonomía de idiófo-
Entre un catálogo de tópicos que definen aquello que debemos mi
-
nos membranófonos, cordófonos
|
»
y aerófonos, así como del
tratamiento cultural de los instrumentos: rar cuando vamos al campo y la “comparación controlada” que conduce
jj
¿Reciben ellos un tra-
tamiento especial? ¿Son reverenciados? a una generalización de algún tipo como culminación del estudio, no se
¿Simbolizan otras cla-
sesde actividad social o cultural? ¿Sus propone entonces ninguna clase de operación concreta. En torno de to-
sonidos se asocian a
emociones específicas, estados del ser, do esto tampoco se percibe una preceptiva, matriz u objetivo de orden
ceremoniales, llamados?
¿Tienen un rol económico? ¿Hay especialización en su diseño teórico, como si la posibilidad de pasar a las generalizaciones pudiera
|Í
y
construcción? emanar simplemente de los datos que hemos reunido, sin siquiera cat ego-
2. La segunda categoría rizar los de manera uniforme entre un proyecto de investigación y otro.
tiene que ver con los textos de las
cancio-
nes,
y las relaciones entre texto Es preciso subrayar que esta actitud argumentativa, basada en la
y música utilizando modernas
técnicas lingüísticas confianza de que si se juntan varias perspectivas algo tiene que salir, luce
y etnomusicológicas.
como un gesto muy sesentista: en aquella época proliferaban proyectos
3. El tercer campo tiene que ver con las categorías nativas de
como de Georges Devcreux (que propugnaba complementar psicoaná
-
la el
música y su tipificación.
lisis con antropología), la sociolingüística (que se había propuesto juntar
4. El cuarto campo es el de la especialización,
el aprendizaje, las sociología con teoría lingüística) o los estudios culturales (que procura
técnicas de entrenamiento, las formas
¡
de remuneración, el está- ban vincular un concepto “antropológico” de cultura con inquietudes de
tus social del músico.
la vida cotidiana). Dos disciplinas piensan mejor que una: ésa era la idea.
is
i¡
5. El quinto se refiere a los usos Pero en ningún caso se nos aclaraba de qué ciase de teoría antropológica
y funciones de la música en rela-
j
ción con otros aspectos de la cultura. o sociológica se estaba hablando, y cómo podría hacerse para vincular,
6. El sexto más allá de la mera yuxtaposición, dos o más formas del saber que esta-
y último concierne al estudio de la música como una
actividad creativa: qué es lo que se rían de todos modos organizadas por diferentes clases de conceptos, di-
considera música
y qué es lo
i
que no, cuales son las fuentes de las señadas a escalas disímiles y motivadas por propósitos distintos.
que la música emana, como
se componen nuevas canciones, Esas lagunas no fueron obstáculo para que el modelo de Memarn
etc.
se impusiera con escasa resistencia, a despecho de que él mismo fuera re-
Hay ítems sustantivos, entonces, pero
seis
ningún verbo que vin- ticente o hasta silencioso respecto de su papel como arquetipo al cual ate-
cule uno con otro. A partir de aquí es donde
comienza a hacerse patente nerse. John Blacking lo consideró “una piedra miliar tanto en antropolo -
120 121
4. CULTOR A LISMU Y ANJRUl'V./tVJVj»
k,m l%6: 12 '>’ N "">' 0*r¡B.. lo creía un hito ,mp osjb sabe corno hacer
un wmhor mrjo. que M ...L dice que hará un tam-
e , ce que l-
años después de publicado, Timothy en primer plano ni los otros a los que
Rice lo ponderaba de esta mané™ >1 fenómeno puesto que
de alguna manera. Más aún, ‘el axioma
están estructurados
C diversas
Ks.e modelo fue seminal en ° observación conduce al etnógrafo por
historia de Vue es que la simple
la la ctnomusicología y en su
especificación
ép™, SC evento que
la más rotunda y elocuente de las preocupaciones de las cuales son centrales al
an, rondó,, jlas de exploración, algunas
—
cas con respecto a la música I-I modelo periféricas, y otras no
definía la ctnomusicología el mejor de los casos
estudio de la música en
comí,
está
observando, otras son en
cultura’ y esa visión (incluso
la
7
” trOS as, ’ ec ' 0!i dc ia nuísica Mí
dad en general (1969a: 74).
«“ » otras partes dc la cultura y la socie- simples generalizaciones científicas” (Bateson según Stocking
1995: 424).
ideas ya
Aunque las conclusiones no hagan jmás que reproducir las
implicancias que se
plasmadas en las premisas (“hacer un tambor posee
El trabajo etnográfico que
estoy refiriendo está organizado
al me de nuestro conocimiento de la música”), y
mucho más allá
aun-
como una secuencia de notas de campo, extienden
que cubren casi veinte páginas generara más desorden que or-
con párrafos de este tipo: que la multiplicidad de lazos contextúales
mayúsculo. Si bien el artículo hu-
ganización, el impacto del trabajo fue
biese pasado desapercibido en un
ambiente antropológico, su publicación
...M se asombra cuando llamo a L por su nombre. ...M continúa trabajando un
en E tbnomusicology produjo, según
Merriam recordaba años después,
’ 1 N ,odo 'I tiempo en
orientación de la revista, y por ex-
cestería de rafia ...todo el
mundoTi ,
habla dc serpientes ...mucha risa “un pequeño furor” concerniente a la
...L dice que vio una muv grande
campo como un todo (Mernam 1982: 191).
ayer
-M
" f" Esti,d “ Unidos un ° posde comprar un permiso para ma- tensión a la epistemología del
fT”""en el Congo. 10:4 L se retira.
lar elefantes
«’ri pv-
apagando, y tal vez “The ethnographic ex-
, i
122 123
». CULTURAL1SMO Y ANTROPOLOGÍA DE LA MUSICA
per, once
?
de Mernam,
empezó
junto con
a percibirse
° 7 U te
a l nLarnab Z
u
^ ^°
e {e
n0 s ólo
9 nrerior a
el
común en laemo-
tratamiento contextual era
Mernam, sino que Mernam mismo menciona
a
R
hito duradero. co mo
Bérengucr-Féraud, Daniel Crowley, Ge.
,
51" 0 P kosch-Kurath,
Mischa Ti-
Ja periferia
el influjo de Mein, fue pen nte 'ncJusq
“>
Nikiprowetzky, Willard
Rhodes, Wolfgang Strechow,
europea y en Asia. Tn«s A r hecho aportes en este
otros autores que habían
I, ' j ,
por ejemplo, 6 nthropolo ndolph Willman y
^
&y °f Music
los etnokiusicóloeos
MPái propio libro una masa de ejemplos mas
eslovacos) desarrollaron
de la trilogía
«Urica-^^wX C Z 7°
de I
7 * ( “ *"***« 5
* «* ^da
quc proporcionan a su
V significativa
que las que Mernam documenta a partir
Aunque nmguno
de su pro-
de esos
entre los Basongye.
derado de Mernam $ Va<)U,a el xpcncnc.a de campo
fue Tomislav Volek «han- 'a
desvelos a la teorización
i j P
de Nketia) dedicó muchos
g n " Je
I
rozMly es (a excepción
r
k ° vsk "
,
f Crítica , ñus, cal];
y c U U
en
-ñas iuLi 0 „:,:r^i^
on'ces
,
-- ‘.
Le aquélla constituía la
misma y contexto,
preocupación primordial y
la afir macón de
dominante en la dis-
I°s
conceptos de Mernam.
piiamente discutidas
En Polonia las 7 t,
Serij "
xT
*?"""•
$ ‘ ambién de
ciplma llü P u cde
sostenerse, ni aun circunscribiéndola
a las comentes cu
y aplicadas de e M
dente de av, ación en
nirzo 980 2
l
—
™° invitado de honor En lo que a éstas
^ 1^1 d .
y fragmentos de
como
i,h
en juLTí^
98 °’ T
7 1 una COm
P«-
tos músico-formales.
to en las primeras
décadas de los archivos fonográficos de
consistían en
V.cna y Be. hn,
fonogramas tárenles de
P ° Slm °‘
.
US
“^ ía (MerrÍam ,%4: 29
’
analizaron en su M
usikalhcbe VólkerkunJe de 1933 (Bose
musicología
1966: 219).
europea, tain
do capítulo tras brindan- Wulter Graf [1903 19821, especialista en
capítulo ejemZ
de e XamentS la bahía ido la mano con esa
apreciación,
nográfica a cargo de
h-*>ía
una infinidad A
desplegado un
'™ 0 el COntext °-
4
^W
P ubilcad os de música
° * J ° S CUaJ - a
X
et- bién pensaba que
dado que en universidades
a Mcrriam se
de Vicna y en otras instituciones de
como la
~“
5
j
cosa. (Graf 1966: 221). Retornando a 1
aiti -
124
123
CARLOS REYNOSO
4 . CULTURA LSSMO Y ANTROPOLOGÍA DE LA MÚSICA
el italiano Diego Carpitella en bas esferas, pero como se lleva visto Merriam tampoco disponía de una.
fatizabanecesidad de conocer “el carácter
la
orgánico" del mundo en Pese a que publicó su texto magno en medio del apogeo efímero
se man, fiesta la mostea, que el
“de conocer la ideología
y las condiciones reales de antropología cognitiva y el análisis componencial y que vivió hasta
la
de extstenca, en las que el canto
y la música popular no son sino un as- bien comenzada la revolución interpretativa de Clifford Geertz, Merriam
pecto (Ca, píte la 1953: 41). Y aún
antes que eso Carpitella molestó en actualizarse
y Ernesto de nunca se ni procuró redefinir su viejo marco en
Mattmo analizaban cuestiones tales como
diferencias de interpretación los nuevos términos. Stcven Feld pensaba que era en algunos sentidos un
que no solamente se deben
razones de. sensibilidad musical,
a
sino tam cientificista archi-reaccionario, poco amante dc la experimentación ima-
bien a otras que son de
naturaleza psicológica, política,
social”, ya „ ue ginativa, enemigo de toda propuesta innovadora (Feld y Brenncis 2004:
creían que, dado que el canto
popular expresa una cierta forma Respecto del auge de la ecnociencia y de la etnoestética, Merriam lo
de vida 463).
es necesario conocer
esa forma si se trata de conocer el canto” (Carpite- trató en tono mordaz en sus últimos trabajos, diciendo que sociedades
3 y Dc Ma,t,no l952: 736 Carpitella 1952:
l
547). También han sido fina africanas con claros paralelismos cognitivos con las nociones occidenta-
sls^omaticamentc
J contextúales los estudios de
'.
nadie que no escriba en (o no sea tradu ¿Qué hay de las como los Balai-Basongye ...en las que las catego-
sociedades
Ciclo al) ingles puede ser miembro del club. rías básicas simplemente no encajan, y el extranjero se encuentra forzado a
El. Europa, en suma, la adivinar la naturaleza misma de los fenómenos que desea estudiar,
vinculación entre música y la trans-
y sociedad era un
habito metodológico corriente ferencia de conceptos resulta que no funciona? ...Sería necio, incluso impen-
antes que Mernam publicara
su alegato sable, sugerir que los Yoruba dc Nigeria
onsideremos s, no esta descr, pelón no! poseen conceptos claros de “arto”
dc la etnonit, sicología plasmada
por Y estética" que tienen paralelismos estructurales con los nuestros, pero serta
Claudte Marcel-Dubois [1913
-1989], en la que no faltan equivalentes igualmente necio sugerir que los Bala-Basongye los tienen (1982: 322-323).
a las
Ideas de concepto-conducta-sonido,
estructura social
y comparación:
L cmomusrco'ogra esta nías que nada cerca de la etnología, a
A veces parecería que los antropólogos arman sus teorías, tonifican
pesar de sus ras-
gos Olmos de sus obsesiones
espec, al, zarrón musieológica.
Estudia músicas vivientes; se aso- y orientan sus carreras según sea el estilo cultural del pue-
ma a las practicas musicales en su blo que consiguen en
perspectiva más amplia; su primer
criterio es
Los conflictivos Ndembti hicieron pen-
el reparto.
ominarse baca fenómenos de tradición
oral. Trata de ubicar sar aVíctor lurner en términos de procesos de crisis
música en su contexto socio-cultural,
los hechos de la
y dramas sociales,
situándolos en el pensamiento, mientras los Lele de Kasai con sus prohibiciones inspiraron a Mary
nes ylas estructuras de un
grupo humano
las accio- Dou-
de determinar las y influencias re- glas estudios de contaminación
y tabú. Cabría especular que si a Merriam
126
127
i. CULTURAl.iSMO Y ANTROPOl.OG í A DE A MÚSICA 1
Yon*. o £ ?
,
Ivo.re, los Dagbatnba de Ghana, Steven Feld le comunicó alguna vez a Tim Rice que
(1984; 7).
Nigeria, los Baganda de Uganda o
los
*
jy^aC jó j -i ”
T^
tropología de la música q
hubiera sido distinta, con
componente^ ^racionalizar su modelo de vinculación entre música y contexto (Rice
ceptuahzacion y taxonomía
nativas de los que carece
casi por com ¡®S®|$87 515)- Y Menezes Bastos sostenía, por último, que si bien Merriam
-
7 heCh ““
tro P°l°g« cognitiva,
o en la e.nomusicología d
va .
¿emp o de ?
Menezes Bastos. Pues lo que f f' ”
6
H deducir que ni Merriam proporcionó el nexo, ni lograron hacer-
está implicando
Mertiam es nes, cabe
didamente etnocéntrico: si los ,
Bala-Basongye o quienes fueren " 0 quienes siguieron sus pasos. El único desarrollo cabalmente relaciona!
va ores I ,
j
— —2
!
- 'z:;r‘
- i
que ocuparse de la respetada formulación de John Blacking.
de establecer formalmente.
No
m 00 Sonido humanamente organizado: John Blacking
soy el único mu- ’
j
Apenas publicado el libro, José Maleda
había propuesto establecer 5e
un nexo entre el 4:1 • - •
Cuando en 1973 se publica How musical is man del inglés John
tropológlco, su estudió
en realidad *'
establece
y l e ‘^Z7 TZ> s
Blacking [1928 1990], la antropología de la música en la línea iniciada por
Merriam una década antes experimentó un vigoroso respaldo estratégi-
casi
'“"««"o Simbólico, afirmaba que plazando al de Merriam en la preferencia de los etnomusicólogos inclinados
P 1n elanallsis
'
unitario ideal" (1982: hacia los factores contextúales o hacia la integración de música y cultura.
no Neitl r 4 r' 127) Bru-
i=£=d:
vincularan esos tenns ,
''' S ‘" qUC ult <; t'Ormente se
El estudio de
su importante libro
la música en
7
la cultura es lo que Alan Merriam propugnaba en
128
i -jo
4. CULTURA USMO Y AN TROPOLOGÍA DE LA MÚSICA
musicólogo qUe “ si
asociadas a ellas (p. 24 25, 73, ¡ | 5). Por empezar. dice Mac
sus P r«P*os términos": gUn étnocioncs
esti *o
sus términos ^ musí* un producto de conducta de gmpos humanos, o
tU! a ’
y lüS de !os «««pos de
¡os seres
s I
ejecutan (Blacking
tamañas q c7
qu”' ° escu chan, | f. sea en una
frase magistral que habría de quedar grabada a luego en
1973: 25). | Q Cr
|^ :
m d " arroB »
rnam
partituras en su
tratadoantroTT-'’
''
f*™"’ Prf «|
fu neones en
1
si
^
^ Incluso
de la
si una persona describe experiencias musicales en
música, está de hecho describiendo experiencias emocionales que ha
aprendido a asociar con patrones de sonido particulares. ...La terminología
el lenguaje técnico
""•*
rr,am jamás
de! análisis
Proporciona análisis de la
funcional de
qUe
7
— I
musical puede ser
humana. ...De este
un lenguaje con
modo, bajo
el cual describir
ciertas condiciones, el
la experiencia emocional
sonido de la música pue-
música en
Y recorre la bibliografía err,am COn
oce í de evocar un estado de conciencia que ha sido adquirido a través de procesos
si —»» *»
fea se refiere
etnomusicológica fundr-
ítbro. y
r*“ *-.iM de experiencia social. ...Mi argumento general ha sido que
el valor de la música en
sociedad y la cultura, ello debe ser dcscripto en tér-
la
si hay que evaluar
a cosas o a
hechos; la coacción de Blacking
redaccián
***'? * *"*"
tmi
Lid de ntr
es de otra Bl h minos de las actitudes y procesos cognitivos involucrados en su creación, y las
complejidadj sus ’g
y conceptos son más " funciones y efectos del producto musical en la sociedad. Se sigue de esto que
ctones reificadas. bStraCtOS cuando
El mayor parecido no abstrae- ’
e ha- las formas de la música. ...[L]a parte de mi trabajo durante los últi-
uno m° °‘ r° S °" Ín
y
«cos.
TT T ^
Desde el inicio B d mos quince años ha estado dirigida al descubrimiento de relaciones estructu-
'ibto se relaciona
mana y Sob -
con ’u„ raj"’ X'* *
mtUfi,,e2í
a !u
rales entre la música y la vida social (p. 52-53).
hlj^
pueden la eompo-
ser eme , f"' famoso hay, como ya dijera, lugar para los universales:
™ cada ser C Cd ld<>S
' '
' ' »' P-
futrados en la
producción de uuisic!
^ Y ° fr° S P rocesos ¡nvo-
<I"e los
'
T" " f>,0{>0rc ,onarnos 1.a ctnomusicología os en algunos respectos una tama de antropología cog
hombres son creatinas evidencia de la
más notibl
te (,c ] " sociedades les permiten ser F«
* ' ‘
j
° '° qUC h ma V or 3r '
P
mtrva Parecen existir principios estructurales universales en la música, tales
“ ^
Sl,,
y
° una f3lt3 del
r,sd. ,v (
hombre,
.
tprien coníund 7 T1 ’* CU,tUra
m,sma*
f -
corno
naria.
el uso de formas en espejo..
Siempre es posible que éstas
, rema
puedan
>
variaciones, repetición y
surgir de la experiencia de
forma
las for
bi-
mas sociales o del mundo natural una preocupación inconsciente por los es
pejos puede surgir de la experiencia regular o de formas en espejo de la uaru
n '
nIO 'H mu
1 f‘
fíCOS
por necesidad dT ?
'°nales de or-
afirmando que las culturas en sí mismas; sean genéticamente heredadas, sino
8é,,er ° hUman que son generadas por procesos que son! adquiridos biológicamente
°’ ' y que se
desarrollan a través de la interacción social (Blacking 1973: 1 12, 114).
130
ni
4. CULTURAUSMO Y ANTROPOLOGÍA DE LA MÚSICA
mS
:
21, 24-25, 53, 112). En obras muy oría
Black, ng encontramos sin
te. ,í 7
o javanés. Blacking ha citado el mismo texto de
Hood en el que
embargo opiniones en contrario | Venda
‘
ideas de
reflejando sin déd 7“ juicio (cf. Blacking
1973: 25).
Hornbostel o Stumpf, en los aspectos
ntdo, a nivel acúst.co. Él llegó a decir,
físicos
en efecto, que “un
, y material /f ” P
?
¡§¡¡P pde
Pero esa postura de identificación casi
fenomenológica con la alte-
análisis que un Venda para componer música
de la música instrumental de África que establecía que había ser
Aunque Blacking | más tarde su posición con respecto del análisis estructural. Si,
t^plienuaría
asevera que laetnomusicología no debe
necee, I música es posible a partir de fundamentos biológicos, el aná-
namente usar la
anabsts musical
los métodos de la lingüistica, en cierto modo
de los fines i
¿ lien efecto,
podría llegar a ser puramente estructural y etic sin por ello perder le-
y del anal, sis lingüístico pueden ser similares.
no ve razones para suponer que la Blackin! S ^ígitimidad. De hecho, podemos comprender cualquier música sin tener
música sea una especie de
que posea a guna relación estructural
lenguaje „ transformarnos en nativos, porque los nativos y nosotros comparti-
especial con
J'q,
q Ue
el lenguaje, o qué
procesos del lenguaje sean más ios
i-á:' mos un fondo orgánico común:
fundamentales que otras actividades
.
cul
turales humanas. Pero aun así,
rescata lá idea de Erie
Lenncberg y Noam
:
132
133
CARLOS REYNOSO 4. CULTURAUSMO Y ANTROPOLOGÍA DE LA MÚSICA
134 135
Carlos reynoso fe. 4. CULTURALISMO Y ANTROPOLOGIA DL LA MUSK..A
gún Nketía 1998: 57, 64). El supuesto implícito en el análisis “objetivo” de la música en sí misma. Hasta donde
las dos últimas citas tados hacia
casi idénticas, es que averiguar, sólo Kofi Agawu (1997) se ha dado
cuenta que lo
los africanos no estaban a la altura del estándar- he podido
no un ac-
desearía pensar que tal yez problema radicara en que está diciendo Blacking es que el carácter único de
el sí lo estaban que en realidad
que por ello podrían disputar protagonismo^. musical se debe reflejar a nivel crítico, y esto limita (ames
to de creación
Como explicaciones posibles, que debería sei (o
quiera que sea, aunque
cultura de los especialistas
la que multiplica) el número de
locales
o vecinos inmediatos no: sea digna de atención, o una sola. Blacking se expidió en ese sentido muchas veces. Com-
esté supeditada a crite- devenir)
iios occidentales de calidad que no son negociables ni dialógicos, por ejemplo, la cita siguiente con la anterior:
párese,
para
Blacking la cultura de los nativos determina la estructura musical. Como tanto creación de un
él bien dice, Cada pieza de música tiene su propia lógica inherente, en
particular, en los términos de ésta,
individuo criado en un ambiente cultural y
Los análisis funcionales en última instancia hay sólo una explicación de su estructura y su significado
de la estructura musical no pueden desligarse del aná-
lisis estructural de su función social: (1967: 6).
función de los sonidos en relación
la
unos
con otros no puede ser explicada adecuadamente como
parte de un sistema ce-
rrado sin referencia al: sistema sociocultural del cual desarrollo metodológico o
la música es parte,
y al sis- Ahora bien, ¿cual es la epistemología, el
tema biológico al que pertenecen todos los que hacen
música (1973: 30-31) reduccionismo? Como di-
el hallazgo explicativo que justifica semejante
“esta es con toda seguridad una posición extrema,
que
ce Kofi Agawu,
Según Blacking, entonces, la pertinencia de en un todo com
forma de esencialismo, pero que
-
las características esti- es
parece refrendar una
lísticas puestas de relieve por el análisis está determinada por (Agawu 1997).
el carácter patible con las presuposiciones del ‘análisis cultural
profundamente social de la práctica musical. En otras palabras, un análi- remarcar que, en la contienda aquí implicada,
Imagino que no hace falla
sis del sonido no concebible con prescindencia de su contexto
es
social contextualismo de Blacking
y maigrado los estereotipos dominantes, es el
cultural (p. 98). Pero esto no involucra aumentar
indiscriminadamente el visión más me-
no el “objetivismo” musicológico) el que suscribe a la
número de interpretaciones estructurales, sino por el contrario (y
reducirlo cánica y determinista.
al máximo, toda vez que se tome
el sistema musical de un compositor
o afirmaciones de Blacking está
de una cultura en su contexto social total A pesar de que cada punto de las
(p. 21). Ame cualquier pieza o no
de análisis de piezas y situaciones de la cultura Venda,
fenómeno Blacking está persuadido que existe “en última acompañado
instancia sólo clara, ni que sus
una explicación y que esta puede puede decirse ni que su postura sea enunciativamente
ser descubierta mediante un análisis sen-
principios programáticos estén correlacionados con
un método vinculan-
sible al contexto de la música en la cultura” (p. 17-18). consistentemente
ni que este método (en caso de existir) esté aplicado
te,
Esta idea, que muchos admiradores y adeptos de Blacking (como
una situación sostenida, de modo que pueda llegarse en algún
momen-
Ramón Pelinski) suelen citar para luego seguir
adelante como
a
si tal cosa, “única explicación estiuctu
involucra un argumento determinista, sin medias tintas, to o se haya llegado alguna vez a la dichosa
una hipótesis leyendo sostengo que Blac-
más fuerte que la que cabría esperar aún entre los ral posible”. En el trabajo crítico que se está
etnomusicólogos orien- idea de la
king siempre sostiene un argumento y también
el contrario; la
136 137
CULTUR ALISTO Y ANTROPOLOGÍA DE LA MUSli.-A
CARLOS REYNOSO 1.
prácticas,
do decálogo funcional de Alan Merriam
(lejos del . c. tos individuales, las sociedades particulares y sus
que ya hemos
Blacking circunscribe ¡a función de la
música a una sola, en el
de una frase alambicada, preñada de abstracciones:
emr ^4
^ de ellas
demostración.
V “el verdadero
estado del ser humano
c, b a> de .«
puedan
y
ser
i. en semejante ;
humanan, -
su
te organizado, dado que que por entonces organizaba
principal función de
T do recolección de datos
la la música en la
socied A ,
M
música" varíe sin control a lo largo de sus
textos, pasando de ( g popular africana: la adopc.ón
la humanidad” “involucrar a
"promover "T dde laa lhis orL de la música
cales su descubn-
Zambia, Ugánda y Zimbabwe,
a la gente en experiencias compartidas”
preparar al hombre para la tarea más difícil”, que es la de amar, o a su
,>m e
Leo
Mwenda, su pieza Y
estilos de ^
„. o deig ai.! J«»n
XSu
ministrar capacidad adaptativa soc, edades y la
(p. 103; 1978: 31). En a través de las
textos algo posterio variación de los géneros
res,Blacking concederá todavía más poder f g TIZÍ inspección de especies mus,
cales amenaza-
y fuerza a la música, hasta un
punto que se percibe extremo, concediéndole „ política activa de
del mundo en un contex-
un extraordinario poder de de las músicas
transformación social: daS nticipo del advenimiento To-
híbridos o contaminados.
d 'a tribal su interés por los estilos
La música no
tarse
es, por lo tanto, un condimento
opcional que sólo puede afron-
cuando hay excedente económico; es uno de los
‘°
”
Íme sulta más vital que
1
nme enes en el campo, en las
e
cuanto haya logrado John
Blackmg con
que prestó muy poca atención
fundamentos esenciales
de la sociedad humana. ...(£]! estudio del
cambio musical es importan- de vital
cia para el futuro de los individuos sociedades porque puede revelar
las
™™
y no
solo de que manera la gente cambia su música, sino cómo, a
través del medio
s- •"
musical, la gente puede cambiarse
música puede proporcionar
no y
el vínculo entre el
a sí misma de maneras
verdadero estado del ser huma-
inesperadas. La
¡S.
ilustres libros
•> .. 4*,. ™. e
de Blacking tampoco. , .
predicamento de seres humanos particulares en
el
misma o
una sociedad determi-
opone al análisis de la música en si
nada, y especialmente la alienación I
'
3 Cuando Blacking se
que surge de la lucha de clases la explo-
y modo discurs.vamente genere o
humana (Blacking hace de un
tación 1978: 21-23). como un fin en sí mismo, lo part.eulat,
corriente teórica o hwesttgador en
Nunca cuestiona a ninguna
evolucionista, al cua p
Es contrac^cto!Ío, a mi entender, que
un fenómeno cultural dota- con la única excepción del marco
atribuye:
do de tales poderes, al parecer universales, no dos modalidades que le
]
138
4.
elaboración teóttea en
una contesto,, revelad
l.s grandes cvil.aacones,
a afirmaciones ,alcs como "E„ el creen,
y
Sor D
música es dm'tstótr tema
finia en desarrollarse" (Blaekin^
la
1 •y/y,
la
5^)
primera de las a„cs e„ sura,
K "Tau
^ <’
E" ceta me J„1 , I , falla es mía. Siempre me ha ,1,
pala
.gima-l.' la
.., iU
^ cst
.
it si
m
diatribas sobo teuttas
“ N
’
,0Y interesado
particular mente en largas
en
teo.teas
Extrañamente, Blacking, pocos años «do en cucsttones
más tarde, olvidará sus sa e Lio, as. Píele, iría no
esta
mos e insistirá
en ia significación de la dimensión 1989)
biológica y evoluriv'T absoluto (Blacking
las expresiones musicales: e 4
os mejores trabajos de
es que sí está involucrado, l
Fl problema
E en los
Toda conducta y acción musicales '
que discusión teórica no aparece, )
deben verse en rclacón con -ouellos en los la
su lunciú
hac temió, sea
,
140 141
CARLOS RLYNOSO 4 . CUIXURAUSMO Y ANTROPOLOGÍA DR LA MÚSICA
142
4. CUI.TÜRAi.ISMO Y ANTROPOLOGIA DE I..A MUSICA
ce no haber sido
capa/ de proporcional una louiia de pas.n Je lo pecnh.n
#
estutliarse, ya que aun general.
si encontráramos a ]o
turas, pod, llegar a suceder
los mismos
que esos intervalos posean
intervalo, en tW Í ' Koíi Agawu también ha afirmado que, incluso en su uahajo mas
srtmifi I !
canciones infantiles de los Venda, donde Imbuía le
focalizado sobre
‘7'“
n.alo según uno esté o no
preocupado particularmente por
uno Neltl cree
°
qneL podT^ nido oportunidad
las
los
que ella prefiere. A nivel cognitivo, sin embaí go,
patrones Je sonido irónicamente reflejan patrones Je organización
la afirmación de que
s<>< i.d
contraria:
parece un poco burda, y sumamente necesitada de una formulación más sutil
Byron
tam-
1995: 31, 33,
ao constituyen una idea “significados” poco de qué tipo de relación sistemática se trata (cf.
novedosa, ya que tan temprano
Franz B°as escribía que “la
como e 8 ; 40, 46, 5 1 , 56, 57, 70; también Blacking 1 973: 26, 30-31, 53, 73, 88, 89, 99).
apariencia exterior de dos
fenómenos puede Lo que a lo sumo tenemos en su obra es alguna cjemplificactón de
CS inma,,emeS
P m,r “ n
Ütm^éé^m
d stintas (Boas 1887. 66).
,lg> 3 8U,Cn <Jebena
'«f Por oirá pane, y volviendo a la cita de^
^soluta, nente
Blac-
orden metafórico y siempre circunstancial, como cuando Blacking sugie-
re, en otro texto, que la vida musical Venda está vinculada al orden social
P re8 unta ise alguna vez qué tiene que ver el análisis en un número de aspectos y niveles: “sonido/sonido complementa! io, tó-
q C eS eStnCtamemC SU UáclÍCO » CO “ los
significados; es un hecho
que és- iiica/conit atónica, llamado/respuesta, individuo/comunidad, tema/vui ia
t os d s
"
.
UU ° SCm, ° ,ÓgÍCO
™y» misma
éaéá te .rr"anca en música serán por siempre materia
.
existencia, ción, jefe/súbditos, etc” (Blacking 1971: 104; 1973: ! 12). Esta idea, que pa
de discusión rece tan valiosa y categórica, es en realidad retórica en estado puro, hl ca
'° 5 a ' ,al ' 5ÍS
de B *«king de la musical!- rácter colectivo, complementario o antagónico, polifónico y polín mimo
dad
d VendaTs
e da Z r'
e Sudafnca a otros contextos culturales, pues él
mismo ad- de las músicas grupales africanas apunta tan obviamente a dimensiones y
‘ que en esta temprana etapa
de la investiga,:,,,,,
debemos sociedad (alternancia, mdepen
, ser cuida- cualidades que lambién atribuiríamos a la
y no presuponer que la música
do siempre es creada por los mismos deuda, interdependencia, consenso, oposición, conllicto, subordinación,
sos, o que estos procesos
están especialmente vinculados
e
los que complejidad) que todo esto acaba siendo más incidental que «eveladot.
lean en otras arles. Los procesos que en una
cultura se
3* “ J ' J ,nUSUa - -lúe en era se apliquen al
aplica,,' al
paren.es o o la
razonamiento tiene que ver más con liguias del lenguaje, con las
hl
y
>
z ‘ sido; u, ;?
el londo mas rr i>tUckwe
universalista que particularista,
rj) i, °r
él
^mismo recono-
homologías estructurales verificables. La ilustración de casos que lleva
144
145
CARLOS RfiYNOSO 4. CULTURA!ÍISMO Y ANTROPOLOGÍA DE LA MÚSICA
aparente. minen termina de dal»orar un sistema afianzado género africanista. < abe
exhaustivo de correspon- metáforas constituyen un viejo y
dencias entre música sociedad con capacidades predictivas mundo también hay comunidades, intet
y en ambos ^
que en otros lugares del
nsai
reciprocidad, pero como no luv polifonía, m
sentidos, que es lo menos que puede
esperarse de un autor que
alega qu e dependencia, jerarquías y
hnv sólo una interpretación posible de una pieza de
llamado/, espuesta, estas analogías no asaltan
la
música, y esa mer! ni poli, rumia, ni
h ocket,
i
(Schneidcr 1937). En la misma tesitura, Klaus Waclismann se preguntaba: ideológica por la comextua-
Por más que se comparta su simpatía
Es demasiado fantástico sugerir que las canciones un meto-
c de los Sebci se en- lización y por el punto
de vista nativo, Blacking nunca elaboro
cuentran tan dominadas por interjecciones corales regalado a la disciplina un cauda! de ideas
breves porque la tribu do susceptible de adoptarse. Ha
está organizada con suma laxitud, en día es eviden-
y que la regla autocrítica de los jefes sugestivas e innumerables hipótesis de trabajo; pero boy
[en Buganda] se refleja en las extensas
partes que los solistas tienen en impactó en la instrumentalidad de sus mé-
sus te que su desdén por la teoría
canciones?” (Wachsmann 1956: Kwabcna Nkctia pudo tener de las ideas ajenas. En
8). ha relacionado la es- todos y en la valoración formal que él
tructura musical del repertorio para
trompetas africanas en hocket con Venda se percibe muy a las claras que no
sus referencias a la musicalidad
transacciones sociales que pueden describirse casi
con a un diseño de investigación, y
por mas
las mismas paia- desarrolla nada que se parezca
htas, señalando que el área deformas jerárquicas de hocket instrumen- por una prueba concluyeme
que las famosas correspondencias clamaran
las
tal coincide con la dispersión de formas monárquicas otra cosa que incontables
nobiliarias (Nke- y y un
regimen sostenido, Blacking nunca ofreció
tia 962). Alan Lomax vinculado los lánguidos patrones musicales pig- su existencia. La falta
de enunciados que daban por sentada
I
lia
variaciones
meos con un sistema social igualitario, solidario, que ver tanto con su reticencia a for-
cargado de afecto (1968: de ese diseño, a mi juicio, no tiene
2C2V Roben Thompson, a su vez, ha caracterizado las filigranas de su conocimiento de las
de alta mular teorías propias, sino con la debilidad
complejidad de la música, la danza y el arte visual Yoruba como “una ex teorías ajenas. La falta de familiaridad de
Blacking con los modelos hn
presión comunal de la individualidad pcrcusiva” no hace más que reproducir el ais-
(Thompson 1966: 91). Y güísticos y semiológicos es tangible, y
Nicholas Engí and lia sugerido que del lenguaje que fue ca
las estructuras contrapu místicas de la lamiento entre la antropología social y las teorías
polifonía !Kung reflejan deseo de con posterioridad a Mal,
el bosquimanos de permanecer
los in- ráete, ístico de la disciplina en (irán Bretaña
dependientes [de otras voces] mismo tiempo que contribuyen con detalle por Hila, y Menson
nowski, señalado y documentado con todo
...al
vi-
talidad a la vida comunal” (England 1967: 60). 44). La actitud de Blacking fíente a
(19/4) y por Edwin Aulene, (1989: 1
146
CARLOS REYNOSO
4. CU LTU R A L SM O
1 Y ANTROPOLOGÍA DE f.A MÚSICA
king no sólo proporciona un detallado namente el texto de Blacking se descubre que, en un conjunto en el
análisis musical de piezas sino que que
en ocasiones las manipula y transforma para poner de manifiesto sus se menciona el pensamiento de muy pocos
es- autores, él destaca no obstan-
tructui as recónditas. En un artículo sobre los problemas metodológicos te los“impresionantes estudios” de análisis temático de Heinrich Sellen-
del análisis etnomusicológico, por ejemplo, Blacking pasa ker,Rudolph Réti, Hans Keiler y Alan Walker, capaces de vincular lo for-
revista a lo que
el llama uno de ios desarrollos más excitantes de técnica mal con lo expresivo (Blacking 1973: 102,
analítica”, el 105; Réti 1961; Walker 1962).
Análisis Funcional Sin Palabras de Keiler. Lo que sigue faltando
Esta observación merece un a todas luces en el brillante análisis kellcriano de
comentario detenido. Blacking y en su inesperado desagravio de la analítica es, para mal de la
Plans Keiler [1919-1985], un emigrado vienes causa antropologicista, vinculación formal de
en Gran Bretaña, ha- la la música con tas paulas
bía desarrollado un sistema de análisis culturales, en términos de lo que
que buscaba minimizar la influen- Durkheim llamaba “variaciones conco-
cia de las palabras (aunque no de los conceptos) sustituyendo explicacio- mitantes”.
nes verbales por explicaciones
musicales (cf. Keiler 1957). En este méto- Las estructuras profundas” de Blacking, aun en la elaboración
do, el analista se transforma en un que adopta
compositor que proporciona un co- metodología de Hans Keiler, empalidecen si se las conside-
la
mentario meta-musical que pone al descubierto ra en contraste a lo que se hace habitualmeme en musicología
la estructura temática de
clásica o en
una obra, haciendo que la música funcione
como meta-lenguaje. Los ar- ctnomusicología analítica bajo
ei rótulo de método schenkei iano, o a la
tículos analíticos de Keiler, que se
hicieron muy conocidos en la década metodología que había propuesto Hornbostei cuarenta
años antes de
de 1950, exponían un método de “análisis Blacking y treinta ames de
funcional” o “bidimensional” Chomsky, también aplicada a canciones afri -
14R
C A R LOS Kf- 'VN OSO
funcionalistas,
cepto de estructura en gran escala se describe en términos de una Urlinie Blacking
es analizándola en términos de su rol en la cultura.
der la música
(líneamelódica fundamental), un Ursatz (composición fundamental) y di- “la natu-
que antes de analizar la música se debe estudiar
vo sos Schufuen (niveles estructurales: profundo, medio y de superficie). expresa también
hombre”. Se deja al lector pensando, concluye Kaufman, que el
forzadamente ideas extrapoladas de raleza del
Décadas antes que se postularan la gra-
de hacerse filósofo antes de
etnomusicólogo no tiene más alternativa que la
mática generativa chomskyatia, Urlinie subsume los motivos, las frases
y
emprender su trabajo de campo (Kaufman
1974: 880).
otros conceptos tradicionales, por cuanto comprende un componente es-
Mi crítica final no apunta tanto a Blacking, casi siempie ajeno a la
tructural todavía más fundamental. Un concepto o recurso adicional es el
como a los contextualistas que lo lian en-
pedantería y a la anti-cíencia,
de Urlbiie-Tafeln que son grafos analíticos que emplean notación musical
analítica proporciona elemen-
,
151
150
{ 1988) y Kwahenu Nketia (IWO). í >iras csi raiceas ton fuerte conteuid
y uso,
estilo concluyendo que la función del tipo.íXvj imuliu 1.1 “la u,
o.niexmal, como en
la de Steven Feld 982), Ruth Stone (1982) „ cantante de ser percibido tomo un individuo pin Kilos ¡<a
( 1
-
lion
jcff'j’odd tención del
I
(19%) se revisarán en capítulos específicos
dedicados a los C nf 0 femeninos'’, mientras que el m-gere funciona como una toima de
eIltcS
tjties perlormativos, intci pretativos posmodernos. rj
y la existencia y la unidad de los grupos cei entórnales basados en
"expresar
Un par de años después que compositor, filósofo
el uso declarado de música es liiualista, y
y “musitólos nombres” (1979: 391). Pero el la
sistemático C .liarles Sccger 1 1886-1979) cuestionara con
acrimonia los estasfunciones no emergen basta después que los usos se analizan e m
abordajes integrativos (19/7), su nieto Anthony Seeger 11
comenzó una se terprctan. A partir de un análisis más
profundo de este nivel de luneioita
iie de trabajos contextualizadores que se hicieron sumamente populares
lidad, puede llegar a ponerse de manifiesto una función singular, mas es
que pusieron en el mapa a la tribu Suya del Alto Xingú, en extremo de propona
el mismo plano pecífica de la cultura bajo estudio. Seeger llega al
de celebridad que los Venda de Blacking,
los Basongye de Merriam organización
aspectos de
que los eventos musicales crean efectivamente
o los la
Kaluh de Feld (A. Seeger 1979, 1980, 1987). La estrategia
de Anthony See- que en el caso de los Suya sería el dualismo (p. 392). Este aspecto
social,
ger tiene una doble vertiente: procura conciliar la mes
antropología de la perfor- un artículo diez años posterior, en cual
volvió a ser estudiado en
el
mance con los enfoques sensitivos exponenciales que se matemática de los
y generalizaron tras perada e informalmente Seeger aplicó la teoría lógica y
la publicación de los trabajos de
los Rosaldo, Richard Shweder
y Roben Lc- conjuntos difusos fuzzy sen] (Seeger 1989).
|
Vme, llegando casi a constituir una especie de “antropología de la emoción"
En una frase que sólo podría manifestarse en voz pasiva, Anthony
Esta finalmente no se consolidó como campo específico, aunque
Seeger establece que la música es compuesta, aprendida, ejecutada y
mereció res
surveys en el Annual Review c innumerables trabajos de Catherine
Lutz en pondida por miembros de sociedades. La música es, entonces, un sistema
un momento en que la disciplina todavía estaba en busca
de campos nuevos producidos por
de comunicación que involucra sonidos estructurados,
en las vísperas del vendaval posmoderno (Shweder y Le Vine 1984; Lutz
miembros de una comunidad que comunican con otros miembros. Es
se
1986; Lutz y White 1986; Lutz y Abu-Lughod 1990).
ta es una definición que explícitamente él
reconoce muy similar a la de
Anthony Seeger ha venido definiendo música como
la
“sonido humanamente organizado” de John Blacking y a la de “música
...una intención
como cultura" de Alan Merriam. A diferencia de ambos autores, sin em-
de hacer aigo llamado música (o sonidos estructurales
similares llama etnografía de
a loque nosotros llamamos música) como algo opuesto a bargo, Seeger se encuentra más a gusto en lo que el la
otras clases de sonidos.
Es una habilidad para formular secuencias
[s/nngs] de sonidos
música que en la mismo nombre, y se reconoce como
antropología del un
aceptados por los
miembros de un grupo dado como música (o como sea que ellos la llamen). La particularista a quien sólo interesan los estudios en profundidad, focali-
música es construcción y el uso de instrumentos que producen
la
zados en la concepción nativa de los fenómenos musicales, en una tesitu-
sonido. Es el
uso del cuerpo para producir acompañar los
y sonidos. La música es una emo- ra que Charles Seeger hubiera llamado de “densidad semántica”, y en la
ción que acompaña la producción de una
La música
performance la participación en ella. y cual Anthony encuadra trabajos como los de Ames y Ring (1971), Hugo
es sonido, pero es también intención tanto como realización; es emo- John Miller
ción y valor, tanto como Zemp (1971), y en grados distintos Charles Keil (1979),
estructura y forma (A. Seeger 1987; H; 199| 343).
Chernoff (1979), Paul Berliner (1981), Ruth Stone (1982), Steven Feld
(
Partiendo de la distinción que había establecido (1982) y por supuesto él mismo (A. Seeger 1987).
Merriam entre
usos y funciones, Seeger examina dos géneros de Esta lista ilustra mejor que cualquier otro testimonio la culminación
canción muy diferentes
de un momento experiencia! y particularista de la antropología de la mú-
sica que fue propia de y este tiempo, al que no es ajeno la influencia de la
152
153
.o-
principio “densidad semántica” imaginada por el
ele la i texto y “¿Cómo?” para hacer lo propio con el timbre vocal, la
abuelo Cli ar a y
el
mas tienen que
tempo, y constituyen las dos preguntas que
}
Cual*, mor antropólogo familiarizado con la literatura
de esa época °itura y el
cuc^ rnás importante para
rr.uá que las ideas de Anthony Scegcr, que?” es
música en sí misma. “¿Por la
igual c,uc las de muchos
toies <,ue habremos de revisar, son monótonamente
otros auU* ^ con b
V
la música en la cultura, y
no es coin< idcncia que sea la que
redundantes respe niprcndcr
c
de lo que por aquel entonces se estaba discutiendo en Como forma tic at tieulación de! modelo la se
infinidad de libr^ Enrede al libro su título.
congresos v lobbtes de la corriente principal de la disciplina. aunque luego se perciba
cuencia de preguntas es ingeniosa y ordenadora,
elaborado.
nexo entre unas preguntas y olías no
gran etnografía musical de los Suya, Scegcr
I' 11 ha sido
despliega un que el
des*
comunal repertorio de recursos de del texto también hay dispersos numerosos
punteros a
escritura etnográfica, corno si
estuviera A lo largo
administrando las recetas definidas en las normas de etiqueta como digresión pedagógica que como
de la escritu- información comparativa, más
aldea con una sala de conciertos,
raetnográfica posmoderna, codificadas en los artículos
de Marcus Cush- ejercicio formal: una comparación de la
y
mnn (1991) o de James Clifford (1991), cuyos originales anual con una serie de recitales, de la población con una orques-
acababan de edi- (iel
ciclo
tarse. Por empezar, Scegcr utiliza momento, Seeger plantea una analogía entre la con-
distintos tiempos verbales para
diferen- ta (1987: 65); en otro
tes tipos los espíritus y lo que los norteamericanos
que
cepción Suya del mundo de
de material. El presente del indicativo se emplea cuando
se descri-
piensan que puede ser China o Europa (p. 57). La
be un evento particular, el tiempo pr etérito idea
y cuando se hacen observacio- no han viajado allí
nes analíticas o se extraen conclusiones. el mito, el ritual y la organización social
de
Con ello Secger se atiene también general de la obra es “estudiar
relación que los dos pri-
Suya para comprender comparativamente
a las ideas de Johanncs habían la
(1983), quien se oponía al uso del “presen- los
te etnográfico , el cual supone conducía a los lectores a un “País de Nun- meros tienen con organización social y la coherencia general del siste-
la
En músico, en más
Seeger también explota su propia condición de
ciente. la
el primer capítulo se presentan los eventos iniciales de una ce-
remonia, que constituye el eje del estudio. Luego vienen
siete capítulos de pura tradición artística de su familia:
información observacional analítica. El último apartado explora los
y
acontecimientos finales de la misma ceremonia
y es seguido por una sec- El trabajo de un delicado intercambio de información y una interac-
campo es
ción que se intitula “Por qué cantan los Suya”. ción sutil de personalidades, situadas dentro
de un contexto socio-económico
Al final llegan las “Impli-
que éramos cantantes bastante buenos, lo que
caciones” (p. 138). Éstas incluyen los siete elementos
que Seeger conside- más amplio. Los Suya pensaban
probablemente ayudó cuando se trató de estudiar su música y sus mitos. Can-
ra fundamentales en la práctica del trabajo de campo, (I) ¿Qué?, (2) rápidos en darse cuenta, era una de las pocas cosas que
podía-
tar, ellos fueron
¿Dónde?, (3) ¿Cómo?, ¿Cuando? ¿Por quién?,
(4) (5) (6) ¿A quién? y (7) mos hacer bien. Como cazadores, pescadores, ralladores de mandioca o
<
!>or 9 U¿? > una f 01 ¿ e organización que Seeger viene aplicando por lo
’ 11 -1
aprendedores de idiomas éramos decididamente inferiores
a sus propios hijos.
menos desde 1980 (A. Seeger 1990: 275). “¿Qué?” se utiliza pedían, sin importar cómo
para organi- Pero podíamos cantar. Cantábamos cuando nos lo
zar cuestiones que tienen de codo el Parque Nacional Xm-
que ver con la melodía, la ornamentación, la nos sintiéramos. Y éramos famosos a través
154
dea balinesa de Tihingan, gesto que le ganó el
complicidad de aprecio y la cias que en el delineado de y prorratea riesgos invocando
las estructuras,
sus informantes (Geertz 1987a: 339-342). Para mayor efecto, en estrategias alternadas, cada una de ellas tomada al vuelo, en
la aldea un tropel de
Suya Seeger era un músico entre músicos. Una de las ideas rectoras lugar de jugarse
por una sola, bien articulada y definitoria. Una vez más,
de to-
do su ensayo enfatiza (en tiempo pretérito, naturalmente) la
es contradictorio con cualquier “densidad semántica
eclecticismo
importancia eS te
de música en
vida social y cultural de los Suya, lo que una vez geertziana. Como si estuviera refutando la frase de Seeger
la la
más de inspiración
alimenta mis suspicacias respecto de la influencia de los nativos palabra por palabra, Geertz aseguraba que “ [e Jl eclecticismo es contra-
en la
en la que resulta
orientación argumentativa de los etnógrafos: producente no porque haya únicamente una dirección
útil moverse, sino
porque justamente hay muchas y es necesario elegir
Así como cantar, bailar y otras actividades ceremoniales clarificaban
o re-de- entre ellas” (Geertz 1987: 20).
finían ciertos espacios, así también re-establecían períodos de tiempo d -li-
y Igual que había hecho Alan Merriam en su ensayo sobre la cons-
nas de
del tambor Basongye, Seeger deja asomar sus notas de campo en
las relaciones entre ellos (p. 70).
trucción
análisis por su cuenta. cién graduado en busca de un bandwagon al cual encaramarse, sin pensa-
hay que extraer del texto sobre los Suya una conclusión sobre su
Si miento autónomo, y no un veterano en vísperas tic su remo. En esc mo-
orientación teórica y metodológica, no hay más opción que concluir que mento de su trayectoria hubiera sido más provechoso que compartiera su
el marco es insanablemente ecléctico, con predominio de nociones que experiencia, en lugar de someterse al impulso de un movimiento de talan-
van desde lo interpretativo a lo posmoderno. Acorde con los principios te juvenil que desde el inicio se veía que no volaba muy alto, y que no
de heteroglosia y polifonía, Seeger argumenta que “la rigidez metodoló- permitía más que repetir lo que otros ya habían dicho. En su obia pim-
gica, cuando implica un solo mecanismo para extraer datos, es siempre in- cipal, coronación de su carrera, teoría hay poca o ninguna. Incluso se di-
ferior uso de un cierto número de diferentes maneras de obtener pers-
al ría que, al igual que la etnografía boasiana en estado puro, su actitud sen-
pectivas sobre un problema determinado” (p. 103). La lógica cualitativa sitiva, su atención a los significados locales y su escritura puntillosa son
¡
de Seeger encuentra su logro más en la multiplicación de las contingen- refractarias hostiles a la teorización.
y
tó 157
-I. CULTURAUSMÓ Y ANTROPOLOGIA DE LA MUSICA
estar agradecidos con Lomax por estos materiales, tanto las cintas de entre- 6. ¿Cuál es la relación entre competencia, habilidad y deseo de ha-
Performance Teoría
1. ¿Cuáles son las relaciones entre hacedores y materiales? 1. ¿Cuáles son fuentes de autoridad, sabiduría y legitimación
las
3. ¿Cuáles son las relaciones visuales-auditivas-sensitivas entre la 5. ¿Son secretos los sonidos? ¿Poderosos? ¿Para quién? ¿Por qué?
dios y fines expresivos? formances las diferencias sociales? ¿Cómo se interpretan esas
160 161
4. CULTURALÍSMO Y ANTROPOLOGÍA DE LA MÚSICA
consideración;
la tercera es que ambas
series de interrogantes
Dr 41 estudioso se encuentra privado de categorías externas a par-
^
el
nan otras tantas guías, pero no todavía j| .:¿
n qU e
se pueda operar a un nivel común
formulaciones teóricas T de abstracción, sea pa-
cuales
genmnas formulan hipótesis que se ponen ^de las
?a enc ontrar
parecidos o diferencias.
abiertas, nulas o Bateson, la descripción la generali-
cualificada^* Como bien lo sabía Gregory
o / 1 'y
Al contrastar el repertorio de preguntas lógica, y la coherencia
con su propio #. involucran diferentes niveles de tipificación
miento de a sociedad Kaluii, Feld queda con j¿ n
Cuando uno se
yente, hecho de convergencias
atrapado en un estado
inconTSfS "fpdjntextual
C°
aqué jj a ace^ntúa todavía más la discrepancia.
162 163
CARLOS REYNOSO
165
164
4 . CULTURA LÍSMO Y ANTROPOLOGÍA DE LA MÚSICA
Z
I
^ '
h "s,lc h P'«pcctiva
nd, v ‘
del contexto
"'" SÍCa -
agrafía es,
entonces, una parte esencial de nuestra disciplina y un pr erre
" dt Ll ul,ura mus '«l
;
debe condu""”
“ U "a
dcl análisis contextual.
' ‘'
"'ás tica
y más dinámica ¡sito
M
Primer paso para lograr el
objetivo es una Una vez dicho esto, Nketia propone un conjunto de técnicas e
definición del
para precisar el contexto y llevar adelante la contextualización. Su
¡deas
preliminar, programática, amorfa y ecléctica. No es trivial
scn tación es
que se origine
enuna conferencia y que discurra en un modo por corn-
bien en una se-
il oral, sin ningún apoyo diagramático. Consiste nías
respecto de cosas que con
de recomendaciones casi dc sentido común
rie
PC* lenciü con Un dad dc
el objeto de definir su
identidad o sus «- '
comexta
“*
I.a
«n otras cnudades „ lÍ
identificación «leentidades en un contexto
££££* T» -
H,,tU C u
> "
C °' tantes y público, distinguir las
categorías idiomáticas (clásica, tradicional,
observación, mientras
«
d en un contexto, e»
levancia) es tanto
que
analítica
cionales (espaciales o
e
tenn
la
col
^^
contexr.nl;-»-, - /
h
involu,cra
7
tecn *cas d
i
e
°
^ ««
*
**
Su
*-
-
popular), registrar los modos de presentación y performance y
principios estéticos de la
no lo son, re-
tal como
temporales,^ cultura, distinguir los eventos que son musicales de los que
marco de Cs '° P uedc " ser un
dentro de
referencia conceptual
la propia experiencia del
o nocional Pu
'
*1 *" ^ * 8 ° que sc «wuenti*
gistrar analíticamente los textos de las canciones, los componentes visua-
^ ^
m*° P° n ^° T ° c
«
C° etcétera.
tina tradición,
permitiendo ' nó 8 ra fo de les,
así el análisis
de h°'
contextualización. O pueden ser Un> d< En cuanto a las correlaciones entre unidades musicales y contex-
,
^—
cultural (Nketia 1990:
81). y
a. Códigos de sonido y patrones rítmicos especiales en la música
que se refieran a aspectos de la situación.
ación
n,étod^^:;:¿:i:2 >•
«-ón i„ s b. Patrones de tono y ritmo que se pretende sean escuchados co-
I
periencia.
P Pe ™" C " ,nte S rar objetividad y ex- mo equivalentes del lenguaje.
Cada disciplina o y
igencia; hay fc
P
"T ma '“ S b de -efe-
c. Ritmos musicales alineados con ritmos de danza u otros patro-
nicos >
nes de movimiento.
«
saludable excepción) ri
onsidera que el análisis
con-
’
formal, cuyo
° SUStituto dcl análisis sis de nexo” y "análisis factorial”.
propósito na t i™ ""T'™
música como h “ m P™i6n de la
• El análisis de nexo concierne a las relaciones que existen entre
sos como James Koettiug. Si m h^roñ,° ” tl,d ÍO_ la música y cualquier otra cosa que esté integral o epifenomeni
° traba - 0 “«h^K .
,,ai,
™ *» <
*
ue iufort^^rZX cántente relacionada con ella: poir ejemplo, la música y la con-
ducta institucionalizada, el culto religioso, las actividades polí-
166
167
CARLOS REYNOSO l.CUOUKftUSMU 1
se perciban puedan estar operativos en la música: a percibirse con este juicio de amplio
pueden ser 94 - 95 ). El
problema que comienza
procesos causales, determinantes de orden, cuestión no tiene tanto que ver con
alcan-
agrupación criterio es que el meollo de la
y se
cu encía, o pueden ser físicos, sociales, bien con formular algunas buenas pre -
169
168
I. LULl UK/M-ISMVJ
hettsoti (1984: 450) y Gcrard Bélinguc (1984: 7). Hay que relativamente independiente se confine a
m misma en una
reconocer que Jiña académica
algunas de estas quejas se han manifestado como con la exclusión de mía visión de la a>
preparación retórica
del Lión de mía ana ni mi contexto
reno para que objetivo de la etnomusicología
tei las recetas propias que los disconformes ofrecen
después sí(C. Seeger 1977: Ib). El
misma"
como alternativa lucieran mejores; pero de todos música total del hombre tanto en sí misma
modos la inquietud debería set “el estudio
de la
es
tangible. relación con lo que ella no es” (p- 108). Los fenómenos música
como en
música’ y esta
Por otro lado, los tres modelos de Nketia (y en cierto grado tam- deben dentro y fuera de los contextos de la
ser "vistos
les
hién de Rosemary Joseph) constituyen excepciones del estudio comprensivo de la musicología
operación constituye parte
el
a uti programa
que m
desde Meniam y Blacking hasta Anthony Seeger Steven Fcld, ha veni- sistemática (p. 13). La música
en sí misma, en otras palabras, no puede
y
do impulsando vista, aunque el propósito final
sea de otro orden.
la supresión o a la minimización del análisis. A veces esta debe jamás perderse de
etnomus.cólo-
eliminación es requerida expresamente; en otras ocasiones
el análisis se Su propio nieto,
Anthony, admitiría que el reclamo de los
de alguna manera con la
escamotea sin mucho comentario, como verbosidad contextualista establece que la música está relacionada
K os que
si la
compensara una pérdida que no es sólo del análisis sino también de la sociedad que la produce es en
buena medida un acto de fe (A. Seeger
demostra-
música tout court. Junto con el análisis también desaparece, naturalmen- 1980: 8). Complementando la idea se expide Jay Rahn: “Se ha
te,cualquier vislumbre de síntesis comparativa o de generan sólo una parte pequeña y relativa-
posicionamicnto de do que los valores culturales
cada cultura en el contexto global. Otra información que no musicales en cualquier instancia da-
sea la que mente superficial de los observables
brinda el análisis es demasiado heterogénea para ese fin. da” (Rahn 1983: 19).
De más está decir que, a esencial de los contextuahstas, que
medida que se iban imponiendo las visio- Por otra parte, la justificación
al contex-
nes humanísticas e interpretativas, analíticos no han prestado atención
la corriente principal de la disciplina alega que los musicólogos
saludó con creciente algarabía esta clase confrontativa de pretensión en el ca-
falso. Ya hemos refutado esta
proyecto inte- to, hace rato que se sabe
grador, que es con mucho la menos lograda. Pero mientras los métodos so de Merriam. Es imposible
no estar de acuerdo con Nettl cuando dice:
analíticos se refutan
y se aplican en espacios transdisciplinarios que los
contextualistas no demuestran frecuentar, éstos aún no han articulado sostener que los musicólogos generales
no han prestado aten-
...[E]s injusto
una preceptiva metodológica un receptáculo para la música. Pueden
seria. ción a [la cultura] como un contexto y
su tratamiento de la cultura, pe-
Si esto es, kuhmanamente hablando, un programa de investigación, no haber sido muy técnicos o sistemáticos en
hecho (Nettl 1983: 133).
es evidente que ro ignorarla, no señor, eso no lo han
se trata de un programa anómalo. No hay modelos que
sean específicos en materia metodológica
y no programáticos en su enun-
proporciona una fugaz revisión
ciación teót ica. I o que más hay son documentos de trabajo
de campo con Para que no queden dudas, Nettl
boi dadmas musicología pretendidamente analítica,
demostrando la existencia
teóricas que
supone están para constituirse en ejemplos a
se de la
la obra de estudiosos como
si guit poto ni un solo autor aplicó siquiera su propio
, modelo contextual de inquietudes fuertemente contextúales en
Adler, Alfred Einstein, Walter
a, digamos, dos culturas difeientes, o a dos momentos distintos
de una Charles Burney, August Ambros, Guido
misma sociedad. A la etnografía musical no le siguió ninguna etnología. Wiora y Georg Knepler, entre otros. ;
de una lu-
( ada tantos años mismos autores vuelven a ofrecer nuevas propues
los En una carta abierta a Charles Seeger que denota brotes
interaccio-
tas, signo ile que las anteriores no funcionan muy bien. cidez que no conozco en otros escritos, el rnicrosociólogo e
le
No soy el único que cuestiona la forma y el fondo de los intentos la tarea de constituir
nista simbólico Howard Becker reputa imposible
coniextualistas. Un etnomusicólogo una disciplina que estudie la música en su contexto:
y filósofo tan insospechable de al-
170 171
pnmcr lu t» ar‘ la ««..musicología, como campo
de actividad académica se sabe cada vez
menos. Mi conc us.on sobre el mo-
i
J
™
¿e " ,remenda Nad,e la lia cumplido.
empres
Puede que en principio
sea
Zada en el interior
172 173
i. SIMBOLISMO Y FENO MENOLOGÍA
a frecuentar teoriza-
etnomusicología comenzó
la
Una vez que la
antropología, resultó natura
que su
ción y la práctica provenientes de la
t... conocer
um. o, «re episodio, pu« habí
14. ccnomusicologos ñauan
Los etnomusicólogos harían bien r *
m _ Un «.i minto J e
e punte
.
175
oí ¿vi
toque
°
los
^
modelos de ortgen son elegantes
pero
Pane "° m“8 Ín0 C0m0 P° d ™ d
difusos, las ideas
— ,
pues-
huma-
Clifford Geertz ha sido, para bien o para mal, el antropólogo más
«as se consiguen mejor articuladas influyente de los últimos treinta años, dentro y fuera de la antropología.
en otras disciplinas la música co-
mo objeto de investigación carece
y La influencia de sus principios interpretativos de descripción densa, co-
de la dimensión semántica
denotativa
que en otros ordenes simbólicos nocimiento local y “cultura como texto” se percibe en la obra tardía de
es tan saliente.
Igual que sucede en los Anthony Seeger y en algunos textos particulares de Steven Feld (1982),
estudios culturales o en la
corriente de his-
Culn ra 1, loS etnomusIcplo en la remodelización de la etnomusicología impulsada por Timotliy Rice
- ? g os denotan haber leído sólo una peque-
.
parte de las propuestas de (1987) y en las respuestas al modelo de éste por parte de Dañe Harwood
antropología simbólica, que es
inciden, ai-
mente U mas popular y (1987). Estas dos últimas posturas, las más puramente geertzianas en la
la de más fácil comprensión por los „o-a„tropó-
antropología de la música, se revisarán en un momento.
e " COmrar raSt,OS del
hsus co n eT“ /Cl Maíy D ° P ensam iento de simbo-
A
Justo cuando Geertz publicaba su artículo sobre la refiguración de
’ UglaS ’ Colby o Marshall
S d ns ^ teoriz ación etnpmusicológlca. las ciencias sociales, judith y A. L. Becker percibían que la comunidad et-
Menos huella han dejado aun
nomusicológica estaba abandonando los paradigmas de carácter científi -
ívstf E
“í" C '" S, “ cia <rf- !»» thc n.uivc p„i„, „f v ew - m G «n2
i
co en beneficio ele enfoques de naturaleza humanística. Evaluaban esa
dC '° C ° e “"' V "' ml8r d “ S carácter del particularismo
'
tendencia con algún recelo, originado no en
so , my f ” d I"» P.«c„d,ó ser ende (Reyno-
el
176
177
CARLOS REYNOSO 5. SIMBOLISMO Y FENOMENOLOGÍA
sicólogos tienen como principal ejemplar de referencia, que es la musico- cer nivel de interpretación del modelo, que es una preocupación por afirma-
logía histórica: ciones generales sobre la forma en que (a gente hace música. El modelo nos
más impactó a Rice es la que expresa que “los sistemas simbólicos ...son t Construcción Histórica
históricamente construidos, socialmente mantenidos e individualmente PROCESOS FORMATIVOS Mantenimiento Social
Creación y experiencia individual
aplicados” (1987: 301). De inmediato Rice reconoció que en esa idea se
encontraba la clave del “proceso formativo” de las expresiones musicales t Análisis musical
en la cultura, proceso del cual el modelo original de Merriam no daba PROCEDIMIENTOS ANALÍTICOS Análisis conductual
Análisis cognitivo
ninguna cuenta. La pregunta que habrá de orientar a Rice de allí en ade-
lante es cómo y por qué la gente hace música. Hasta entonces, según Ri-
ce, los modelos performativos como los de Herndon y McLeod (1979)
sólo contestaban cómo, pero no por qué, mientras que Blacking pensaba
que era la música la que hacía al hombre; él mismo prefiere, en cambio,
Por más que Rice asevere que su propio modelo “resulta particu-
considerar al hombre como el agente activo en creación musical.
larmente dinámico en el sentido que se puede mostrar la forma en que sus
la
Rice es optimista respecto del valor de innovación de su modelo partes se entretejen e intervinculan con tanta facilidad (loe. cít.), lo úni-
178
Pero propuesta está afectada por demasiados cuantificadores
la método no Por añadidura, aunque Geertz habla de
está.
un método, y el
rrespondencias estructurales, isomorfismos, patrones recurrentes, persuasivos de Rice punto por punto,
Geertz escribe:
reglas
generativas, variaciones concomitantes, causalidad o constricción
funcio-
enfoques interpretativos de cualquier cosa -litera-
nal. Es como hubiera tomado una propuesta contextual cualquiera
si se El vicio dominante de los
se
tura, sueños, síntomas, cultura- consiste
en que tales enfoques tienden a resis-
decidiera enfatizar el papel del sujeto y se reacomodaran en el tablero
ca-
tir (o se les permite resistir) la articulación conceptual y a escapar así a los mo-
tegorías que ya existían desde Mcrriam, si es que no desde mucho ames
dos sistemáticos de evaluación. Uno capta la interpretación o no la capta,
Tampoco se aclara cómo se puede pasar del plano del individuo comprende su argumento o no lo comprende, lo acepta o no lo acepta. ...En el
(que en apariencia estaría subsumido en la dimensión cognitiva) al nivel caso de este campo de estudio, que tímidamente (aunque yo mismo no soy tí-
propio Geertz sostenía que eso no respecto) pretende afirmarse como una ciencia, no cabe semejante ac-
cultural. El es tan fácil, como cuando mido al
...la relación entre “pensamientos" e “instituciones” es vaga e inestable. El pen- Rice no sólo traiciona el espíritu y la letra de su mentor declarado,
samiento '‘depende" de las instituciones, “surge” con ellas, “encaja” con ellas
o sino que deja los resortes fundamentales de su modelo sin definir. Mu
las “refleja”. Las instituciones “controlan” el pensamiento, o les “dan forma”,
chos otros piensan que su modelo carece de especificación. Kay Kaufman
las “condicionan", “dirigen”, “influencian”, “regulan” o “constriñen”. El pen-
samiento “sostiene”, “construye”, “sustenta” o “subyace” a Shelemay dice de él:
las instituciones.
rasgo más excitante de este modelo" que “es la riqueza de interpretación tropología al empuje del
que sugiere” (Rice 1987: 477). En realidad ni siquiera es seguro qué es lo culaba que el geertzianismo tal vez estuviera configurando un nuevo “pa-
que hay que interpretar, o si las relaciones entre el sonido musical, la con- radigma” interpretativo, juzgar tanto por su influencia dentro y fuera de
a
ceptualización y la conducta constituyen en algún sentido razonable un la antropología como por la dura resistencia que algunos bastiones acadé-
problema hermenéutica. micos le oponían (Harwoocl 1987: 503). Harwood encuentra que el mode-
Rice afirma que la estrategia presentada no conduce a aserciones lo de Rice contempla (1) la construcción histórica, (2) el mantenimiento so-
talsables, sino que produce “relatos” que pueden compararse utilizando cial (3) la creatividad individual y la experiencia; esta creatividad sería la
y
chichos tales como completitud, contundencia, inclusividad, etcétera. clave de una visión interpretativa de los “procesos formativos en la músi -
Tero aquí asoma un pioblcma bien conocido en los análisis estructurales ca. Los procesos formativos, a su vez, equivalen a los significados en varias
del discurso: no es fácil comparar télalos constituidos por diferentes con- capas propios de los “textos” de los que habla Geertz (Harwood 1987:
tenidos ii.u rativos o i elaciones actaiu iales lieiei ogeiieas. No alcun/a con 50-1). Subrayando la importancia de la descripción densa (cuya materia pri-
chichos (que en el modelo de Rice son más bien cualidades); hace falta ma serían las entrevistas a informantes, la observación de las performances,
180 181
5.MMHUUÍMU t MiíNUMIUNUCUeil
U clici ración (le términos para ios instrumentos musicales, que en “El impact o del concepto de cultura en el
los eventos v a l
contrario. Mientras
(uiceptos) 08 I
i la relevancia de distinción geert/iana entre >davía afirmaba que
concepto de hombre”, de 1966, Geertz
y la t<:
"modelos de”
modelos para (que "yace en corazón mismo de una estrategia
el
y
interne
tativa”), I lat wood termina puntualizando las oportunidades La cultura comprende mejor no como complejos de esquemas concretos de
se
que se aba-
nan si se profundizara en tres áreas conducta, como una serie de mecanismos de control -planes, recetas,
...sino
particulares, que son (1) | a ditnensi''
histórica, (2) el estudio del individuo fórmulas, reglas, instrucciones (lo que tos ingenieros de computación llaman
y (3) la situación de los niños
parte del mantenimiento social a través
como “programas”)- que gobiernan ia conducta (1987a: 51).
de la música (pp. 504-509).
Hay que aclarar que en “Persona, tiempo conducta en
y Bali” ( por
En 1973 ya escribía:
más que el ensayo esté incluido en La interpretación de ¡as culturas
Gecrtz no desarrolla su estrategia conforme )
a la tan traída de
y llevada se- tampoco me han impresionado las pretensiones de la lingüística estructural,
cuencia tripartita, ni habla en absoluto de
“textos” a interpretar en ingeniería computacional o de alguna otra forma avanzada de pensamiento
térmi- la
nos de descripción densa; el artículo es de
1 966, siete años
anterior a la in que pretenda hacernos comprender a los hombres sin conocerlos. Nada podrá
vención de esas ideas. Todavía en 1967 Geertz era un ecléctico desacreditar más rápidamente un enfoque semiótico de la cultura que permi-
sin metá-
foras propias, según él mismo lo confiesa en el prefacio tirle que se desplace hacia una combinación de ¡ntuicionismo y de alquimia
de Islam Obser-
W'5. La distinción entre ambos tipos de modelos, además, (1987a: 39).
se encuentra
también en otro artículo distinto, “La
religión como sistema cultural”
que asimismo más temprano que la gestación de esos
es “modelos mentales”, tomado de Craik, en suma, se
El concepto de
conceptos. En
ninguno de ios otros trece ensayos que componen origina precisamente en esa ingeniería computacional que antes Geertz
La Interpretación
y
que abarcan diez años de producción Geertz
utiliza la construcción his- usó como fuente de inspiración conceptual pero que luego, habiendo
tórica, el mantenimiento social cambiado de idea, decide descartar como alquimia pretenciosa. Ni los
y la creatividad individual como columna
vertebral o referencia subyacente del “procesos formativos” ni ia distinción entre modelos jugaron por ende
tratamiento de los casos, ni distin-
gue entre distintas clases de “modelos”. Y
hay que decir que estos mode- papel alguno en los trabajos publicados por Geertz después de 1966. En
los, además, no fueron creados honor a la verdad, tampoco Rice se complica la vida intentando adecuar
por Geertz sino por Kenneth Craik
(1914-1945) en la década de 1940, la descripción densa a la música, o abordando los fenómenos musicales
y constituyen desde entonces (bajo
nombres tales como fromes, Scripts, scenarios schemata) uno de los recur-
como textos. Es Harwood más bien quien ha mezclado nociones geert-
,
sos fundamentales de la ciencia cognitiva (cf. Craik 1943; zianas de distintos períodos, generando estas discordancias.
Geertz 1987a:
91-92). La única vez que Geertz habló de esos Lo que más desconcierta a ambos estudiosos, Rice y Harwood, es
modelos fue para decir que
en la acción simbólica se mezclan la distinción propuesta por Geertz entre “modelos de” y “modelos para”,
y se conmutan continuamente, lo que
arroja sombras sobre la utilidad de la ante la cual toman una postura que es la opuesta a la que correspondería;
distinción.
El meollo de
cuestión es que resulta dudoso que el
la igual que les sucedió a tantos otros autores, no acaban de entender cuáles
Geertz pos-
tenor a 1973 acepte hablar de modelos son los méritos diferenciales de esos modelos y escogen siempre la clase
cognitivos en absoluto. Más bien
equivocada. Entre paréntesis, digamos que ni esa distinción posee la tras-
182 183
3.
la pauta de este Ir
no es una fuente confiable ni interesante otras partes (Rcynoso 1993; 1998). No obstante, y según ha sido y será
porque “no somos actores del dis- teorías antropológicas básicas, s»
bro, lo que está en tela de juicio aquí no es d valor de las
curso social (o lo somos muy marginalmente o muy especialmente)” y “no no calidad, consistencia y productividad de sus
adopciones en ano musicología, hu su-
la
tenemos acceso directo, sino a sólo la ampliar mis cucsiionam.cntos anterio-
Geertz
pequeña parte que nuestros infor- ma, no pretendo cuestionar nuevamente a ni
mantes nos refieren” (p. 32). Los Geertz. lucra aceptable, la mterpieuu ion paiik
ii
184
185
CARLOS REY N OSO
William Noli (1997: 178-179), de Universidad de Kyiv, dice con el saber privado
la
La idea geertziana no tiene nada que ver
basarse en Geertz para llegar a describe
la conclusión de que “colonialis- del sujeto o el self: la expresión “conocimiento local
mo” una abstracción y “hegemonía” un cliché. Aunque
es
universalista en el que la unidad local es la cultu-
un marco no
Geertz sea documentadamente un conservador, no hay en sus
ra, según Geertz ha puesto
perfectamente en claro en Available
textos argumentaciones que justifiquen atribuirle esa postura 133-140). Una localidad
Ught (Copian 1992: 291; Geertz 2000:
ideológica; muchos menos Bali; otra, Indo-
refrendaría él, imagino, una sintaxis puede ser, por ejemplo, la aldea de Tihingan en
tan cruda y estridente. psicólogo; la cultura es una co-
nesia. Geertz es antropólogo, no
* Regina Id Byron (1995: 20)
sa pública: nada hay de
individual en el concepto de conoci-
y también Fiera Sarasini (1998) ha-
concierne a la delimitación del marco o al
blan del ca-
posmodernismo de Geertz y Bourdieu”, cuando es miento local, que
público y notorio que ninguno de éstos es posmoderno. Geertz rácter único de las entidades situadas
dentro de él, y no a las
187
186
CARLOS REYNOSO 5. SIMBOLISMO V l'tNUiVU'-NULUWA
unidades mínimas constitutivas del objeto de investigación muchacho que se convirtió en un pájaro muni (1990: 14). Para llevar a
Todos estos deslices de lectura son preocupantes: nadie parece estar terpretativa de Clifíord Geertz y el paradigma de la
etnografía de la co
en condiciones de realizar una glosa aceptable de textos muy simples; nadie municación propuesta por Dell Hymes. En particular le sedujo la idea
lee la frase que está al lado de aquella a la que cita, ni los textos que la mo- geertziana de llevar adelante la investigación etnográfica como si fuera
tivan, la sitúan, la aclaran o la impugnan. A esta altura cabe preguntarse si una especie de “trabajo de detective” (p. 15), el
cual requirió detallados
esos etnomusicólogos se inspiran realmente en el discurso antropológico, o análisis de ornitología, lingüística, poética, metáforas y estética Kaluii. El
si el juego consiste más bien en decir lo que a uno se le antoja, subestiman- comienzo y el final del libro son confesionales, pero el centro es analíti-
do al lector y apoyándose en el efecto de aura de un procer cualquiera. co, aunque más de ciertos aspectos de la
cultura que de la música en sí.
En síntesis,no cabe esperar que se metan en una bolsa conceptos La mayoría de los análisis tienen que ver con cuestiones que en un
de distinta naturaleza, algunos de ellos circunstanciales o en desuso, que
y primer momento pueden parecer colaterales, pero que Feld logra vincular
de esa operación resulte un programa que salga andando; tampoco pare- luego con la significación y el contexto de las canciones, en un ejercicio de
ce buena táctica usar un autor tan expuesto al escrutinio público como imaginación y aprendizaje. Hay páginas enteras consagradas a la clasifica
pantalla proyectiva de ideas que tienen muy poco que ver con lo que él ción de las aves, a la exploración de los significados metafóricos de los tex-
promueve. Un
modelo, por escueto y provisional que sea, exige otro ri- tos, a los matices lingüísticos más escondidos, a las ceremonias fúnebres, y
gor de tratamiento. Pero estar equivocado en materia de lectura geertzia- a las relaciones míticas vivenciales de los pájaros con la gente.
y
na, o interpretar al revés de lo razonable, no sería tan grave como carecer Recién a la mitad del libro Feld se ocupa de la música detrás de las
de un modelo susceptible de ser operacionalizado. El problema con éste canciones. Hasta ese punto, la investigación había girado sobre cuestio-
que propone Harwood no es sólo que equivoca todas las referencias a sus
nes ornitológicas, mitológicas y culturales, sin casi referencia a la melo-
propios fundamentos teóricos, sino que tampoco define cómo hay que día. En particular a Feld le interesa poner en tela de juicio la afirmación
hacer para seguir avanzando en las direcciones que señala. Ahora que lo sentido de que "en música primitiva una escala no
de Bruno Nettl en el la
veo, tal vez hubiera sido más simple que esta crítica empezara por ahí. existe en la mente de los músicos nativos, de modo que el musicólogo de-
be deducirla de las melodías” (Feld 1990: 163). Ingeniosamente, Feld les
de ser quizá el más perdurable, aunque su moraleja no radique tanto en reflexión”, Feld revela la forma en que esta fuerte experiencia lo afectó
un método susceptible de ser aprendido, sino en su ejemplo de trabajo personalmente. Mientras él estudiaba a los Kaluh, ellos en cierta forma lo
minucioso, pasión y ausencia de dogmatismo, al lado de una estupenda estudiaban a él. Le preguntaban acerca del efecto de las canciones en su
calidad de escritura. canciones hacían que la gente llorara, de qué manera se las
cultura, si las
El texto está orientado al objetivo de demostrar una tesis central compone y otras cuestiones acerca de la participación de la música en el
que afi riña que “las modalidades expresivas de los Kaluii en los lamentos, entorno cultural. Feld compartía con sus informantes grabaciones de
lapoesía y la canción en su estructura musical y textual, son representa- bines americanos y música de hoto del Japón (que disfrutaban particular-
ciones en espejo del círculo simbólico construido por un mito, el de ‘el mente); de peculiar interés les resultó la historia y la música de Charlie
188 189
5. C*
Antropológicamente, la originalidad de Feld es todavía más discu- radigma totalizador que la excluye.
tible. En lo que a la etnografía concierne, la observación participante, el
estudio de campo en profundidad,
relevancia de los individuos
la
y el co- altendad
nocimiento de los significados nativos se remontan por
lo menos a los
Etnomusicología fenomenología: Reflexividad y
trabajos de Malinowski en la década de 1910. El énfasis de Feld
en las
fue un producto de
emociones y los sentimientos, sobre todo en el llanto, no es sólo
y un de- La fenomenología antropológica norteamericana
80s. Sus fuentes esenciales
rivado de la entonces promisoria antropología
de la emoción sino un an- la década de 1970 o a más tardar los tempranos
tiguo tópico etnográfico que supo explorar,
por ejemplo, A. R. Radcliffe-
Brown en su trabajo sobre los andamaneses, el cual es también son Mctraux (1947), Wa~
en gran 1 7. Otros estudios de la música y el llanto en co mextos tribales
medida interpretativo e inmersiotústa. Una página tras otra, Radcliffe- gley (1977) y Urban (1988).
190 191
son la compilación di: 1 )cll t I
y mesRcmventmg Antlnopolugy (1969) bien conocidos, parafraseados una y
otra ve/ y
cumulados om
,
vista
y os J
ensayos variopintos del ind.ibic escritor Stanley Diamond (IV74) digno de mejor causa, lodo esto, desde ya, en
dciumcmo de
repre entus as nK)j
sentad vo de la antropología radical de la New Schooi for Social musical, sea ésta comparativa o particular.
Research a
analítica
)
nas podría resumirse en un conjunto muy breve de mandatos recurren- que, en lugar de presentarse como una figura
ob-
cra un etnomusicólogo
cualida-
dejar de percibir Otro como “objeto”, quebrar omnisciente, ingresa a su estudio de campo aportando
tes: al las
los límites entre el jetiva y
humanas y subjetivas propias de su individualidad. Las fuentes de
Self y el Otro, disolver la diferencia entre objeto ins-
y sujeto, fundirse con la des
contemplarnos reflexivamente y cosas así. Se trata de una cam-
alteridad, Chase, Marcia Herndon,
piración de Gourlay son Charles Secger, Gilbert
paña más moral que teorética, que sólo en un contexto social culposo ha- Raymond Fogelson, Stephen Blum y Klaus Wachsmann.
bría podido materializarse y prosperar sin cruzarse casi nunca con una Más allá de las limitaciones del trabajador de campo que pudieran
Reynoso 1998: 107- 146; Salzman 2002); su contribución teóri-
crítica (cf. falta de oído absoluto) o situacionales
ser de índole personal (sordera,
ca y metodológica ha sido virtualmente nula, salvo por el hecho de poner las limitaciones
(económicas, escasez de fondos), a Gourlay le interesan
al Otro y a la reflexividad del investigador sobre el tapete, a la música las cuales tienen que ver con las
ideologías que el etnomusi-
y universales,
sí misma en un plano más distante aun que en los modelos
en vistos en el
cólogo lleva al campo y que ejercen influencia sobre los objetivos y mé-
capítulo anterior. Pues en estas antropologías, que caen tan fácilmente en A partir de este principio, Gouilay acomete la
todos de su investigación.
la idealidad, siempre que objeto
y sujeto se funden e intcrpenctran es el revisión crítica de las ideas de Bruno Nettl, cuestionando la presunta po-
objeto el que termina esfumándose. De acuerdo con Gourlay, los etno -
1. Afirmando que
ne Guiíbauk y jelf fodd Pitón. El arco de las influencias antropológicas
teorías.
tivamente, los cuales permiten poner a pruebas nuestras
recorre desde la temprana antropología radical de Dell Hymes, Talal
Asad, Stanley Diamond, Bob Scholte 2. Tratando de comunicar resultados de manera inteligible y sin
y Alian Coult en los artículos ini-
ciales, hasta el posmodernismo y ios estudios culturales populistas de sesgos de subjetividad.
Paul Wiilis en las entregas; más recientes. Como en tantas otras corrien-
3. Implementando una metodología que permita la prueba empí-
tes, lasideas desplegadas en etnomusicología distan de ser novedosas, sean ios autoies
y rica de conclusiones por parte de otros que no
casi podría decirse se basan en reciclados
reinterpretaciones de puntos y originales.
192 193
5. SIMBOLISMO Y FENOMENOLOGIA
4. Acudiendo a la “ciencia” “razón” como que muestra ada vez más sensible a la ex
surgido una cinomusicología
y !a tribunales ¡n* se c
pC '
labios. es la estrategia dialéctica
periencia del investigador, lina de sus referencias
sí misma”.
más formulada por Gilbert Chase, en la cual “!n mente se habla a
I )o está decir que Gourlay no está muy persuadido que
realidad allá afuera susceptible de ser abordada
exista u na
En la iniplementación de dicha dialéctica, C Joutlay propone un mo
con objetividad, ni
q Uc | a Co
llamadas sucesivamente Período Preparatorio, Proceso
municacion sea inocente, ni que la ciencia y la razón proporcionen un délo de tres lases,
f un
damento que valga de Investigación y Proceso de Presentación. Ei Período Preparatorio tiene
la pena. El siguiente autor al cual impugna es A| an
investigador de supuestos y
rt iam, de quien objeta el rol omnisciente y a la vez no -existente que que ver con un aprendizaje capaz de librar al
otorga apropiada apreciación de su objeto de estu
investigador, prejuicios que le impidan una
al
y el poco interés que concede a los ejecutantes y creadores
de
música. Gourlay califica dio, y en algún sentido es el que más componentes fenomenológicos tiene
la Mertiam de etnomusicólogo “de a
escritorio"
de los tres. Al cabo de estas fases se establece un proceso dialéctico a través
(evidenciando un dudoso conocimiento de la bibliografía
y de las propias
del cual el investigador es investigado. Esta secuencia en episodios repro-
observaciones de Merriam a este respecto) y lo culpa de separar la parte mu-
sical la etnográfica en duce, una vez más, un esquema normativo convencional de las antropolo-
y la investigación, en vez de procurar reunirlas.
gías fenomenologías, cuyo rastro podría seguirse basta las etapas de Epo-
De todas maneras, y teniendo en cuenta la fecha de esta
publica-
Reducción eidética y Reducción fenomenología del propio Edmund
ción, hay una cierta singularidad en la forma en que Gourlay jé,
caracteriza
Husserl; en el mismo año en que Gourlay publicó su ensayo, la antropólo-
la invisibilidad del estudioso, anticipándose a expresiones que las ulterio-
ga Bennetta Juies-Rosette proponía un método de indagación casi idéntico
res críticas antropológicas de autoridad etnográfica convertirán pronto
la
para descorrer “el velo de la objetividad”, consistente en cuatro etapas, lla-
en lugares comunes. En efecto, Gourlay afirma que en la antropología
de
madas respectivamente Concepción, Descubrimiento, Evaluación y Co-
la música de Merriam el investigador
municación, y algo más tarde Michael Agar hablaría de fases de Quiebra,
estudiosos cuestionados, Gourlay afirma que en los raba construir una filosofía tan rigurosa como la ciencia y se exponía en textos titulados
últimos tiempos ha
Meditaciones cartesianas.
194 195
i
r
ik-Schohc, y quizá no io conociera; no es el punto: estas
fórmulas era nc que ver con el contexto socioeconómico, sino con la luiicepcion del
pu»piasile la atmóslera de la época
y docenas de proclamas más o meno fundamental para dai cuerna de esa
inundo, cuya comprensión es activi
expiesamentc tcnonienológicas, dialécticas o críticas las
repetían una dail simbólica que, sólo por conveniencia, seguiremos llamando "musí
ona vez en una afanosa iteración de un puñado de frases hechas
ca Para describir y comprende! esta música es menester, ademas, “ne
”.
A veces el estiio de Gourlay adopta Según Gourlay, uno de los objetivos de esta etnomusicología bu
la instancia que yo llamaría “el rey de
montaña etnomusicoiógica”. Este ...es un fenómeno que ocurre ¡a
manís la habrá de ser invertir las orientaciones tradicionales: en vez de l.i
cuando es
tudioso no tiene voluntad de enriquecer o extender
el trabajo de los música tribal y folklórica de la definición dcjaap Knnst, dcbe-i tamos ocu
otros si-
no que se siente obligado a expulsarlos de su montaña,
declarando su trabajo 1
partios de nuestras propias formas culturales. La frase programática cu
defectuoso o incompleto (Bower s/f).
que realiza esa propuesta parece un compendio de los estereotipos de la
cal Stanley Diamond y definir la etnomusicología como el estudio de per- que el estudioso intenta lo impracticable (amasar todos los datos) ames de eje-
sonas en crisis por personas en cutar lo imposible (desaparecer en ellos) una etnomusicología humanizadoia
crisis,
y sostener que (a causa de las reifi-
caciones del análisis componencial) estamos viviendo subraya los aspectos activos, positivos, recíprocos y creativos de una dialécti-
ahora (1982) una
crisis más grande ca etnomusicoiógica. Buscando comprender, interpretar y re-crear la música,
y “mejor”, Gourlay propone un camino para una etno- llegamos a comprendernos y re-crearnos a nosotros mismos (p. 412).
musicología capaz de convertir las personas en hombres y mujeres [sic],
y de este modo acabar con la crisis (Gourlay 1982: 41 1). En este punto la
tesitura se pone ya ampulosa, pero nuestro Aunque Gourlay repite lo que los antropólogos radicales habían
análisis debe seguir adelante.
concebido antes, fue el primer etnomusicólogo, que yo sepa, en ocupar-
La piopuesta de Gourlay adquiere cierta estructuración
y una con- se de la reflexividad. Algunos años más Grenier y Guilbault (1990:
tarde,
veniente ligereza mnemónica” caracterizando tres campos distintos pe-
394) volverán a hablar de la construcción de los etnomusicólogos por
to relacionados, que desde en más se harían conocidos
allí como el “A”, ellos mismos, al postular un nuevo modelo construccionista que otra vez
y C de Gourlay. “A” se refiere a la “presencia afectiva”, un con-
B
cepto definido por Roben Armstrong en
echa mano de esta metáfora. Más recientemente aún, Michelle Kisliuk
un olvidado texto de antropo-
alega que “llegamos a conocer otro pueblo haciéndonos nosotros conoci-
logía humanística (Armstrong
1971), que en este caso se adapta para re-
dos para ellos, y a través de ellos nos conocemos a nosotros nuevamente”
ferirse a la capacidad de
música para producir significados. “B” es el
la
campo de Blacking, o el campo del cambio, atañe a la capacidad (1997: 27); en el mismo volumen, Timothy Rice trata de posicionar la
y que tie- comprensión en el cuadro de una auto-comprensión en páginas donde la
ne la música para cambiar la vida, enalteciéndola.
Gourlay, sin embargo,
palabra “yo” aparece en casi todas las frases (1997: 110, 1
18); y Ca-
17, 1
se manifiesta escéptico eincómodo frente al concepto de “música” que
aún sustentaba Blacking, padeciéndole una
rol Babiracki se refiere largamente, al calor de este momento narcisista de
abstracción occidental que en
la disciplina (sin caer en la cuenta del asombroso pleonasmo), a la “auto-
muchas culturas ni siquieraaparece como concepto: la gente canta, dan-
reflexividad”, igual que había hecho Scholte casi 30 años antes (Babirac-
za, ejecuta o participa, peroles justo imponerle la idea de “música” des-
ki 1997: 134, Scholte 1970). Todos ellos escriben, por otra parte, desple-
de fuera de su propio mundo conceptual? “C” es por último el campo de
gando una visible voluptuosidad de participación en una idea de vanguar-
la condición, el contexto y la conceptualización. La condición no sólo tie-
dia, o como si resultara imperioso insistir en esos tópicos.
196
197
5. SIMBOLISMO r rti'iv/i*iii!iv/i.v»ui<i
CARLOS REYNOSO
No quisiera examinar aquí las contradicciones sobreabundante no puede menos que traer a la
que cualquiera Este filosofismo
p Uc I.uis largos; solo que
refutación del tiempo” de Jorge
tic pereil )ii entre los programas fenomcnológiros como el de
Gourlay nte la “Nueva
sus fuentes antropológicas de inspiración, idea ya no porque Gourlay no es «ro-
resulta graciosa,
a las que sospeclio leídas csta ocasión la
en es excluyeme y
forma sumaria c incompleta. Imagino que el emicismo
*
s ino crispado y
solemne; su programa humanizado,
y el humanismo d e presentarse como un
lugar de
Gotn lay no podrían tolerar, por ejemplo, que su idolatrado Stanley I) superior a otras alternativas, en
u se piensa s. no
_
199
198
5. SIMBOLISMO Y FENOMENOLOGIA
ova como la que proponía Geertz en La ^ trucción que involucra múltiples filtros, niveles de distancíamicnto y traduc-
Interpretación de las
Culta -
El otro la “autoridad”: Grenier , búsqueda ya no son adecuadas o siquiera relevantes. El problema pasa a
y y Guilbault
ser no tanto localizar a los Otros sino más bien definirlos a "Ellos” y, por
200 20J
IV5U 5. SIMBOLISMO Y H:NOA1i;inuíaa J i
is
: ij
<
estas
lastres,
la
Rabinow y
preocupaciones antropológicas
tan
Talal Asad, las autoras
concluyen ras, de
contrapuestos ,
^ BB
” na
Otros ya sea culturas,
U
consciente.
gente o músicas, los
te construyen y
producen Otros de distintas maneras,
estudio. no menos específicos, y que en elproceso están
pecíficos, y para propósitos
A renglón seguido, examinan el mismos (Gremer y Gmlbauit 1990. 394).
estado de la cuestión también construyéndose a sí
c„ c e r a
<e la música popular. d '°
|
literatura
carácter tópico
de influencia fcnomcnolo-
la
se a manifestarse enemigas
objeto-sujeto, para combinar
niveles macro
c n niveles micro, repitiendo la misma
y para ve,' el Otro de manera relaciona! en a un consenso que viene
términos de - se suman maquinalmente
” n “° trOS que se elucide jamás en que medi-
? »«enc!ado [sic]. Lo cual constituye,
desde el fórmula desde hace cuatro décadas, sin
música (una obviedad abismal) puede
trnupio, una declaración arro-
I
que es un poco embrollada, da la construcción social de la
pero que se evi-
c;;c,a inconclusa, ella mis-
esbozada, diferida. La postura
se encuentra además jar una luz particular sobre
algún problema definido, o resultar
ar-
U " P, ° 8 ma
q COnte '”P ,a un ”
conjunto de premisas a tener ma iluminada en una forma novedosa.
en eú r proyec-
todoióé
r °
“u
qi e "° 50 Pe cibc CU 11
P od ^r e! desarrollo me-
'
' ' ™ Otro punto a recalcar es que Grenieriy Guilbault basan su
con el Otro
nOS ,a "* C n “ re ° estudioso en; su interacción
A P«ar de! título del ‘
to de auto-construcción
del
,!
>
d Pmh,7 de It'7la autoridad am Geertz donde esa idea se encuen-
V I- alteridad no se revisita, sino que
^
adoptando como referencia un texto de
P enas se a ^nd.i para un futuro eventual.
rt
En efecto, Geertz piensa que la etnografía
tra expresamente ridiculizada.
La conclusión no podría se estila y que ellas adoptan
ma-
ser más fenomenológica,
incluyendo una autorreferente y experiencia! que ahora
tfcrcnca cons rncvista que
se remonta por lo menos testimonial de Mahnowski fer-
a la idea de »cons- terializa una continuación del ideario
UtUOn SOC a ] de la reilhó * d ” inmersionista” (Geertz 1989: 102). Consi-
formulada en los 60s por Peter viente celador de la etnografía
.pj
Miomas Luckmann:
¿ Berger b y
etnografía centrada en ei yo e hipé-
}
dera que algunos ejemplares de esta
202 203
MlVi,
en un amlucuc poco
(loe. el,.). Cieertz se
burla deséT^ "“T Tes paco de pocos años que llama,
”7" ll “u clno 8 r - fo tra nscr¡p,¡,a unida a una bú °“ da -
#0,n
n y se leen
mutuamente no puede menos
: squed los s cono
del 3 SC MU preocupada por
construcción de ,“° U,ÍV * “la ’
UCl
n Irném del nombre,
cas, lo muco que
ambas mandes,.,
a-
por desvio del otro”, que resulta
el v
realizacón practica extren,
en "la imagen de un
cas, ¡nso ''“T*
0
en común es un marco teórico y una
ríeme dd.gente investigador C'
^enen
Cn
de campo, abrumado en seguida se vera.
l
por una !
>nlt, débiles, como
ases. ñámeme severa»,
que produce textos parecidos da " R etnomustcologta argén,, na
conversión de la
irma Rui* remonta
cutre s la
Mrcan a razo., de cas, uuo q
por semana”,
y en los que |" P “' a unos cuantos anos antes.
ampo fenomenológico
—
el ros,™
“ Cnde “ a de a| c
P 3reCer más cbr <> el del retratado
íL e ™n ° (p. , 0 ,
,1 Macelo
n° l%* el Dr.
7 lucieron
laS a
el texto en el que afirman i ,
¡r
’ Cuando a partir de y^LI antedi a,
as. lo cómo * a través c r
Como sea,
¿ es pos, ble que no captaran semejantes
Cerner y Guilbanl, dan cuenta
di“ una etnología
tautegór.ca
^ |ón (k i ICv,t, v>s ), <ls u ct.to.v
lo que perch de
r Una tende " C,a
Pegar a fformular un paradigma
(esa b -q-da de
pasando por el uno n.isrno 0^“'
grama a cabo. Ante semejante
tor podría llegar a
explícito sobre las formas
redefinición de las reglas
preguntarse qué tiene que ver
de llevar ei°
del m n'
todo esto con un'fu T’
0'
musicales. [.. J Pos,
enemente ^“"“^ ílos ros y los
-..iro.rtac.ón a i.
mentó teor.co para llegar a i.,
la
etnomusicología argentina, al 1984-
parecer ya fatigados de /r,Hfino
Cal, laño 84. 4 )
g OSO
1
'
la teco
Je hccho lenomenológica:
,
3 OSpOStl ad ° S de
sen£1 do común ‘ ,
sociológico, al coleccionismo
v ai df
•
/¿rsí
y dtfus.on.smo blando que habían
heredado de Carlos Vega se
eren de lleno a la convir
decirlo,
fenomenología. En un solo
acto administrativo
por
x.’b
matenahzaron su divorcio con
el folklore e iniciaron
manee con la teona etnológica; su ro
cuela
no conformes con los alcances
de la es
también unos u constituyen el iun-
histortco-cultural, optaron, |¡ j
óse í Bochcriski,
desdichadamente, por u „ p
Bonn, da 11925-1978]. La
cadas a
P“ prf;'“
no es s cguro ú que
9 6
que haya sido mejor. b doctrina de Marcelo
Irma R u
“ ^r 80 ™' 35 dd fueron Jorge Nova,,
[1937-1980] e
!" 4L la parte, de los etnomus,
más que una regres, on,
cólogos árganos a esa l.loso
“
° de otra fenome- lía
nlgfa miri / v
V eh do, > de “ “““ 7 ulMd,auo
instalado isaüei
-
Isabel Aretz, « ^ía
discZla A-
discínnL
uiscipuia de r,
Ca v
Carlos Vega, J , ,
y *r
i
S y donde
deI
Feiinc R am(í n „ Rivera
Luis Fe,ipe n: /
para díiffl
P ra e! INIDEF un estudio
“ y ed.taría
desarrollado en ténmnos de
19. Hay otra opinión, según h cual l
“‘° Haymuchos csuulios aún inie-
una 4e,!mien ,
,° j
8" a P ‘° lglOSamente ‘"genua (Ramón
No es impon mt saber s, entre ambas
importante y Rivera 1980). ulicnotnru «..
|
204 205
superpoderi,
«etnrno a los orines, mi, un siglo exacto
«le retaso respecto de el viejo mito musicólogo artesanal dolado de
tic,
|„ s
, visto , ut tot o
la percepción (so
i ,
jeHvos y los métodos de l;t ciencia actual. relativizaeiones eonccrme.ites a
ignorando las desde hace 50
puesta de manifiesto
l a ve.si.M, venezolana de
oinonmsioología fenomenológica la ,¡,e trata de
percepción intcrcultotal),
„ geslaltica i la co
«ttl./a todavía la jorga declamatoria psicológica de orientación
ño s por la musicología
'
o ron Bochenski,
I ”
metan
y Sf desprecia las técnicas v los
llanta así es porque supone
constituir una vía de análisis de los Schneider 1990). También
a los
no han servido para resolver
nos ” nu,sicalcs Sus premisas son tan
-
presente. Ra de la cenca,
món sea o no el trabajo primordial
y Rivcrn sostiene Por ejemplo, que “la ctnomúsica es una rama liofacertfjos decimonónicos
al uso
-
la C,eaC,(3n ,m,s,cnl
de
su desprecio de las
tecucas y mecanismos no alude
,,c sc caracteriza por ca be acotar que
(
la ausencia de interés especula
nputac, onales rebuscados, sino
™
!
y no vol
.
, i
de Borm.da
ver a hablar nunca de “códigos
elaborados” versus “códigos restringí I a elaboración del
modelo fenomenológico por parte
existen en la teona
dos”, o de “imprecisiones”
una de piezas académicas más dogmáticas que
y “ausencias”, sino de buenos o malos dise es las
nos de investigación.
Más allá de aquellas simplezas, lo que más
me llama la atención es cómico si se considera la definición
de Rivera de las “escalas de-
20 El efecto es aún más
i
207
206
¡J. M MDv/l..
antropológica. Sus
argumentos oscilan entre clausura necesaria para el
raíonamí
Habiéndose prohibido a sí
misma ejerce, la
a rC Bla d<,ndc
'
X conceptos abstractos”,
y definiciones arbitrarias
es sociológico
s,
e idiosincriijéT"'
utiliza “concern
'
'
1
1
*I*
*0*'
ló ' ‘
UC P
r: es esta indefinición
9
no existen fronteras e, me
'
f le
desarrollado una crítica la econo
mas '"I " lo piensan los indígenas,
tal como
tas formas de argumentación
en otra parte eonnas s
(Reynoso ,998: » la magia y e, mno.
Es como s, no existieran
,a sociedad,
,
nebulosa de md
l a filosofía
de Bormida se inscribe '
articulan el conocmnenur
poi ,
I lantearse
un objeto a ser indagado r,0, pelo una diferencia que luce
“en su totalidad” o Bateson las llamaría información:
^ Gtegory
,
cuS cósatele'
1^™“'a
° bV '° <|Ue h
“™P^¡‘u de diferencia.
smo que
.
i
confusión extrínseca,
¿be ¿2cZt 22£^*TV
algún otro, como bien grave no es empero esa
Lo más
se escrnii un.
inconstancia cada vez que debe
i
eriee en ,1
^ nmer Y mejor documento de
,‘
s, adscribiera a
una concepción
passinr,Califano 1982: 145-293). Es como
instituir como
para enseñar en clase o para
etnológica idealista y crítica
positivista y pragmática
para trabaja, e, s
bibliografía formal, y a otra
luractcr.zacion et-
hora de exponer una
no En otras palabras: como a la
.
se le revela , «controlare
Bonmda c ha na
nográfica en regla su método
cultura occidental
tas concretas
la
De otr
ou"
'
er
— Y “
" ^
qUe neces,ta respuestas
3 fin
a pregun-
‘' C « la
no sin remilgos de los estilos
había venido negando en sus
de descripción cuya utilidad y
formulac.ones teoncas.
Sica africana
conceptoj
gua si
porque
sus hablantes
se
n„ hhan
no
da
I
uí codifi” ,
codificado
T
„
“ ‘ mP ° S ble P ° r e' em P'°' “‘odiar la mú-
j*8
S
explícitamente ese
.
'
C
'
‘" U íonoló
1™°*
íonolo ,co de
í!e una len-
nivel
^ de análi-
~
nocentrismo que Ramón y Rivera
mitivos como los de potencia,
da “no son, por cierto,
ideas”
verdaderos
1970: 4;
(Bórmida 1976:
al aseverar que
tabú, doma
19).
o
conceptos
Una vez
y,
ciertos
alchera,
conceptos^,
en su calle
s.quiera, nociones o
m
mas, este postulado de I.
,
208 209
r\IV 1-VJZ» iMl I
5. SIMBOLISMO Y FENOMENOLOGÍA
210 211
CARLOS REYNOSO 5. SIMBOLISMO Y FENOMENOLOGIA
pico
en la década de 198021.
A pro ' 0 •
de conservatorio sin demasiada
de las conclusiones de Barbados, sin métodos clásicos de la musicología
embargo, debe tenerse en los rasgos id, esméranos
de los estilos
cuerna^ -upación por reflejar los matices y
esos indios levantiscos, con conciencia transcripcio-
étnica y con conciencia ocasiones las melogr altas parecen
quiza no sean buenos indios para la
de ciaJ indígenas, por lo que en
fenomenología, ya que no
son académicas, con armadura de clave,
separado» de compase
nes de piezas
ld ° S ^ lüS qUC intcrcsan X confortan
éstos
simplif.cactón anu-lenomcnolo
a estos investí
v ,odo. Las razones que se dan para esta
gadores
los hechos en toda su com-
La que desatiende el mandato de describir
El marco teórico de Ruiz “Hemos suprimido los signos d.acr.ncos
y de Novati se proclama fenomenológico plejidad, son incomprensibles:
pero no consigue serlo permanentemente.
supera ampíenteme a graba
taco, asevera que para éstos
Novati, a propósito de los
Ma’ Leen los autores- pues el hecho sonoro
“el individuo se potencia a 23). Es palmario que si lo
ah, inado en es-
través de la expe musical" (Novati y Ruiz 1984:
riencia musical, provocando una perfeccionar la
reacción mecánica del universo sentido, ello sería motivo para
potente te inciso fuera realmente
en e cual su voluntad con respecto
al animal no cuenta
señalización diacrítica, y no para
virtualmente en aboliría.
la
totalidad del proceso” (Novan 1984: 27). reconocer que
Ahora bien, todas las categorías comulgar con la fenomenología para
explotadas en párrafos tan poco afortunados como
No hace falta
mnemotécnico y prescrtptivo, no
son intrusivas
L notación sonora europea, de orden
éste
hasta la saciedad, y no tonales, timbres, texturas y manees
serían siquiera homologadas por el aborigen cuyo puede ilustrar fielmente las relaciones
pensamiento pretenden traducir, el cual por empezar, si
resta algo de co corresponde inquirir entonces que
herencia en que se dan en la música etnográfica:
la fenomenología, no debería llamarse un es-
Mataco sino Wichí. esos compases y esas corcheas en
están haciendo esos pentagramas,
Pocos marcos teóricos
se manifiestan más enfáticamente y por principio de me-
contradictorios, estro tudio que se supone debe prescindir
peando presentación de un material que sin este deformantes y que, ademas, no guar-
la
Nueva Imagen,!
Z
1979, pp. 397-400;
Reunión de Barbados) México
véase también Nemesio caracterizando laestructural de los estilos, desentranane
idiosincracia
o
j. Rodríguez
y ’
creativo.
EL ILV y ¡a coyuntura biuérica léxico, CA las reglas locales del proceso
AL, 1977, passim; Gerard Colbyjy
Charloue Dcnncti, Tby Wdl Be Done The Conaaest paradoja mayor se alcanza recién
cuando en lugar de expo-
Pero la
y** 11
*, »>the Age of OH, Harper Coílim,
ner clasificación nativa de los instrumentos
(un dato sencillo y primor-
\ HU Ma "‘ B"rcti-Kocl,| C r Publishcra, la
2004- laune K TithC afecto a la fenomenología que
que ningún otro musicólogo, por poco
Sl °
WyCllfíC P-ifyíng the dial
ucÍ MALLA
, s Latín America °7f
u Lmpne Repon
I.ast I-ron
nos ofrecen el inventano oiga-
n° dejaría de registrar) los hermeneutas
, vol. VII, 10, 1973. sea,
212 213
5. SIMBOLISMO Y FENOMENOLOGIA
la
"'-a
'.i"a la
-,uc ver
impresión que
diferencia, esencial par,
con
Novan
lógica del pcn.vannento
nattvo X
U, tacto
col
el'''"*
"T
0 fl'
1
I
tar llegar a
bre”, los
conclusiones que nos dejen “un sentimiento de inentidum
autores se reservan el derecho de apelar a míciencias “«pie satis
simple expediente de
e el que la aptitud intelectual del otro para responder con coherencia.
mixturar una musicología
f " ,a da ™"
una antropología igualmente
precar ¡a.
académica
P ^ En sus contestación a mis críticas, Irma Ruiz dedica largos párra-
En honor a la verdad, la despegarse de la versión venezolana de la fenomenología musicoló-
fos a
musicología
fenomenológica está m,
ios de presentar hechos exentos ,
gica, a precisar el momento exacto de su conversión a la etnología taute-
de prepucios; todo parece
""a terminología urdida para
propósitos discursivos
u ,pr e , 7d górica y a negar que su modelo tenga que ver con una postura institucio-
muy disdntos u oficial, nada de lo cual configura un rasgo esencial de mis objecio-
nal
nes. Más grave es que niegue (a! señalar yo que una fenomenologización
de la etnomusicología involucra un retorno a los orígenes) que los traba-
non, aparte de yuxtaponerles jos de Stumpf hayan tenido algo que ver con la filosofía de Husserl. Aun -
s^ioculturaí'y^eTlwa^ctbtamodas
1:1
te párrafo del etnomusicólogo alemán Albrccht Schneidcr:
cubre
ubic sea que los re cual, a su vez, se relaciona
Denkpsychologie [psicología del pensamiento),
,
el causante de que no se la
pueda establecer entre los
rasgos mu moderna psicología cognitiva. Se puede,
ales que se enumeran la menor tanto con la teoría de la Gcstalt y la
in, enelación, como si los aspectos! rastro de las ideas de Stumpf basta Brentano y en-
s,mismos no constituyeran un por lo tanto, remontar el
sistema en ningún sentido contrar paralelos en la escrituras de Ernst Mach, Alcxius von Meinong y Os-
que es casi lo
una imposibilidad matemática
y existencial wald Külpe. El trabajo de Edmund Husserl también contiene paralelismos,
I
POCO '““"h'* <,uc Se omita " determinados
leneuai musical
lenguaje r
'porque en este sector de |
? aspectos
la expresión la concLcl
del
bo
especialmente sus Lecturas sobre la Fenomenología de ¡a conciencia interna
del tiempo y sus investigaciones de “la experiencia y el juicio” (Husserl 1928,
"O distingue con chindad
•
los límites 1939), ambas relacionadas con el pensamiento de Brentano y Stumpf (Sciinci-
de su percepción de lo
“ musical” der 1991: 294).
R en
p7 ““uutaS8amas
eT culpas al abori-’
;
•
/ en \forma un
as
manifestaciones ...son percibidas
tanto difusa”, o porque
y delimí Ruiz escribe con ironía apenas contenida que “hasta ahora no he-
"distintas
' « «n campo mental discontinuo, que otorga plasmaciones se ins mos podido determinar qué tienen que ver las escalas y las melodías de
importancia a las !- los Bellakula con la fenomenología de Husserl”, admitiendo no haber leí-
1ST“TT
3 eS S ° bre ,a V,SK)n cíe
P °'
C
conjunto” (Novad
20 n' y Rui? 1984- 22 do el trabajo de Stumpf (cf. Ruiz 1988: 101). Sí aún no consigue e! ensa-
,
tM ’ P ™ **
d es pués Codrilgr n se’ í yo de Stumpf o no lia tenido acceso a sus; obras teóricas, creo que es por
..a.u!le de i!
'
Iiumano y lo animal”
“
dara distinción entre la el lado de estudios como los de Schneidcr que debería buscar los nexos
(Novad 1984: 26), o que luego de otra. Ei caso es que Stumpf fue alumno dilecto de
entre una cosa y la
214
215
buvim i r r jnv/jvj .
'°
T{Stumpf en
propos,, o de ese mismo trabajo era sentar las
„ tre un enfoque etic y otro que
sólo consiste en afirmar que todo enfoque
bases J reduccionista, distorsivo e impropio. Cree que la parte etic de su
noenmento de formas practicas “libre de cualquier
etic es
y teoría”- como K
posee o despliega un marco teórico, cuando todavía falta espe-
bien se sabe, Husserl no inventó esta ¡dea “bormidiana”, ^ estrategia
sino que que sustenta. Piensa que doy razón Bormi-
mo de Stumpf (Stumpf 886: 1
405; Smith
la cificar cual es la teoría la la a
1 986).
da porque digo que las categorías nativas no coinciden con las occidenta-
Aun los manuales introductorios de filosofía documentan las reía cuando esa diferencia es la que funda la antropología y es inaceptable
«enes estrechas entre Stumpf y Husserl, que
les,
llegaron al punto de m,é que fue Bórmida quien descubrió. Califica de “ideológico"
é que se crea la
tededicara a aquel su primera gran
obra “en testimonio de
veneración i que yo objete políticamente a Bórmida, operador de los militares, luncio-
anustad (Urdanoz 1978: 370-37.),
La propia autobiografía de
consigna para mayor abundamiento, Srnmnf nario nombrado a dedo no en uno sino en dos regímenes dictatoriales
que la visita de un contingente commendatore del Duce y fascista acérrimo. Omite toda refe-
lakuia a la ciudad de Halle Be distintos,
le proporcionó la
oportunidad de experiW rencia a la falta de información emic esencial que yo lo imputara, o a mis
tar transculturalmente
’
su teoría fenomenológica de la fusión tonal:
recomen dado por Brentano a
Stumpf algunos meses
Z
antes en es-
cuestionamientos de las opiniones de Bórmida y Califano sobre las inca-
pacidades del “hombre etnográfico”, de quienes ellos dicen que carecen
8 fU leStI8 ° dC‘ ““ “ Periencia y utifcó d
Z'süuT ’ concepto de de verdaderas ideas y conceptos. Justifica la ausencia de una notación más
fus.on l f'
Verschmelzmg) en su propia Pbilosophic-
(
l
de; Arithmetik
a un ano después que el segundo pille , precisa preguntándose quién se detendría a descifrar una pautación ex-
volumen de Tonpsychologie
deStumof haustivamente descriptiva, plagada de diacríticos, pudiendo acceder a la
el documento
B-n
I
autobiográfico de éste, las referencias a
Husserl y a los audición de lo que se describe 22 . Y se defiende de una comparación des-
en m,Sm0pámf° ( Rolli "ger 1999: 107-109; Mnrchison ventajosa que hago entre sus herramientas y las de la etnocicncia, adu-
f¿0: 389-44 1).
ciendo que yo he criticado a los etnocientíficos en otro congreso, lo cual
En mi crítica original! yo decía que musicología comparada co
la
es verdad pero no altera un ápice el sentido de la comparación, que será
menzo siendo fenomenológica,
y Rulz reprueba que yo documente esa por siempre favorable a! cognitivismo etnocientífico cualesquiera sean los
legiesion negando que lo haya
pero está vlsio que la prueba sido;
de lo criterios de excelencia (cf. Ruiz 1988: passim).
que afirmo es apabullante. S. en
“Lieder der Bellakula Indianer”
.efe. eneas a quien pasa
no hay esqueleto de esta crítica hace un par de décadas y cuando
Escribí el
por ser el padre de la fenomenología
es porque la estaba reformulando ahora pensé que tal vez convendría atemperarla,
t uo esa doctnna como la investigación de Stumpf son anteriores a las pero no lo he hecho. Respeto y considero valiosísimos los trabajos de re-
Lku a “m
7"' $ HUSSed ¿Qué de '
“ H-serl con los Be copilación que Ruiz y Novan llevaron a cabo. Pero su afinidad con el pro-
MUCh °’ POrll ° V,St0 ' Ruiz dcl>ió formular su pregunta
L
conmu grama de un grupo de personajes iigados institucional y dogmáticamente
,
° I° S
S1 lubiera hecho Lm mínimo tr abajo de fuentes
con
o„ 1 cer mejor para a dictaduras que han desangrado sociedades en dos continentes, aunque
a htstona de la doctrina en que se inspira su
propio maes
ep,S ° d, ° * und “ tc d <= !•> ™&lcichmdc Lseku.es
senllhfTpienso
sensacbft, que no la habría formulado en
absoluto.
22. Que sea posible “acceder a la audición” no relaja los términos del análisis, sino que invi-
Tampoco parece comprender Ruiz los
rudimentos de lo que en ta a mejorarlo, pues nunca se sabe a qué preciso nivel tic- detalle podría encontrarse una pau-
el
cambio académico se denomina
te,
ta. Ruiz y Novati utilizan diacríticos para las expresiones lingüísticas Bot a; por mínima con-
“crítica interna", pues me acusa de menos para no
emporrarme como fenomenólogo gruencia, el mismo criterio debió prevalecer para ¡a notación de su música, a!
cuando le exijo dar cuenta de “ios he-
dar la impresión de que los Bora cantan conforme a la escala de temperamento equidistante.
216
217
indirecta, no admite de la mustea y de un
tibiezas ni se desvanece nuestras experiencias
en el aire con á olóeica SU rge de
" Cm P° La -^r.acdn cuenta a través de una
1 narra-
de las ideas , le Rórmida del cual damos
v Calif, no „ ño reflexivo
me,K,S ¿e ca,np human, zadora
n,,n cuan<l ° s °" los
propios autores los «i» 93-97). Esta epistemología
aZT^*
m* <•** 7^2£*L*¿** *»+*
1,
cuento y toman partido, sin U " Mr Ü8
ninguna cualificado., -
anos hayan acarreado el
U
reflexiva v
más leve indicio de autocrítica.
No ^1*
^
(siempre por supuesto
Creel,C ''1 - ™”
offthe record), de que la
ideología de Bó
c
“tre estudiosos
políticamente
r<ÍÍ
’-
V
pohre desde e, inicio, disminuye cada di!
sea man, f, es, a
Fenomenología en estado
,n, drstancia; en lo ideológico, ni
olvido ni perdón
:
L visiones hermenéuticas y posmodernas.
A— *»«• «
,
*
=
.
quienes fueron alumnos suyos,
como Gregory Barz v Ti actualiza un relato de búsqueda heroica,
moihy Cooley. Fuera de proporcionar F| trabajo de campo
OI 1989)
to'n I9T9) o
l
O de
una nueva propuesta de definí
0l08 “ CO "’° " Cl eSUKj ü Je
a gemC ha müstca- (Ti"
' '
«
' - 2
'
c t uema, J que la
representación y
vida música! de
la
la cultura
“
da menos que un nuevo na objetif.cactón ftccionahzada.
horizonte epistemológico
para la disciplina has- no es más que una
un grandioso proyecto de vida
• y
(Titon 1994; 1995; 1997: 90, 93).
Quien ^ya leído hasta aquí encontrará
que su propuesta resulta
ññeTatiri;!
intensamente atmhar, por lo que
seré breve en su tratamiento.
Tras mén
setd’sanre
S °e H 7 777“ 7° m “ Ó1
°S° s X l™eu,as (Hus-
’
Me de8Ser SchutZ
’ ' le.1u -Ponty, Gadamer y Ricoenr)
que
'
^
’ ‘ ,OS fcn ° menos tal como « presentan a la conciencia d e , su b,í,ulo “
Experiencia
La con- |
,
S,ea
7 * «»*. culturalmente me- En e„a ^suelve todo
diadaNa lente
q e
8
del ,!
]
C
mUS,C ”n
m,,S ’ Ca; 3 tr
Cl Scmid ° de C
ӎS de
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“
'< dominio cultural
música
Wi puedo
n T°, P™P» experiencia de la
,
entender la conciencia de la gente que hace música- el co-
t° Sl " 8C de la ex P er enc ia,
“
la mía y la de los otros. La epiite.no- en el tono pedage g .
hace es descriptivamente,
218 219
¡T
1
'
’
1
Todo, autos,
emerger, convenirse en lióme, actualizar
1
los brow, nanos, como
si,', e.nb, ^ctafóricas, ules
"" ®"“ t0 ' n
^
‘ I
al
K llna
de lodo lo que tenga J |°“ conectarse a olios conoce
que ver con’ sumergirse en reciprocidad, devenir música y
sentattON, descripción densa
j, retar la
geeruiana incluida. Va
mustea como texto, como
L se ,
"
' ¿ores semejantes a
él.
Zl \7£™
la bi
la extensión del descalabro dis-
mUCl '° "* depende de innegable que, en lo científico, testimonia
.So “t
ciplinar en el último cuarto de
siglo.
ya conoad"
social dé ca
V ‘ S1 ° neS
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T
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considerar
E*
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““ lás,ima
Cr¡,ÍCar ia idea
1“
que una
de
Hacking no ha
ia “instrucción Los estudios de música formulados desde marcos interpretati-
la
U llqU Cf no sólo no
Se
q™ descripción densa o desde la fenomenología,
‘ '
esa noción es cas, insepa vos, sea desde
u dd extraño
rab é del -
eT
concepto de se// Esta
la
genui
con fuerza operativa o métodos rephcables
-
Z7Zt:oT “ “ SUStantlTO
nunca estéjvo siguen las firmas). En han registrado
la
por
práctica cierto unos cuantos
r T"“ T
CO
tema ,mvuablc de “"versación y una teoría adecuada no se en-
culos me’l í, en cír hechos expresivos e iluminadores, pero sin
CS proÜ1V al "ldivit tialismo No mego a esa li-
metodológico l
mucho a qué propósito científico podrían servir.
1999- 14 16 ) pI (Hacking tiende
a cita 17”
Pa, Ie ilamQ la atara
liton que parece describir
“bre el hecho de que en es
'
™ teratura derecho a la existencia; yo mismo la leo y en ocasiones me
divier-
221
lvj:i Kt'.t r-J cc-su
los P romo
SUS promesas, sus logros y
.
I
que se hayan es ql ,c dejar de leer las condus.o-
sobrc cl a5lmto debería
.
escribir también la
crónica de otros s.mul
tivas
hermenéuticas, posmodernas y confesionales con alborozo, Algún día habrá que referue so
el momento
otros
críticos, situados
en diversas posiciones, tío recibieron a muchas de s hechos en
nombre de la reflexívidad; por
ellas Agawu, quien piensa
con demasiada simpatía (Bowcr s/f; Kaufinan Shclemay 1987: etnomusicólogo ghanés Kofi
490; mente un juicio del extensivo a
ciertas antropologías
nunca se hace
Geertz 1989: 101-106; Bourdieu 1990; Arom 1999; Franken 2000; Hill que el giro reflexivo de
2002). Ha sido fácil para hermeneutas y posmodernos desestimar esas crí- «aciones muy comunes
que prevalecen en la vida real:
ticas como si sólo fueran rezongos de viejos dinosaurios, pero hasta hoy allí por dos sejna-
afirmaciones co|no 'sólo estuve
ninguna de ellas fue respondida satisfactoriamente. rRltramcnte se encuentran d.anamentc no habla-
visitaba la aldea ,
„ un Hotel de la ciudad y
Buena parte de responsabilidad por lo que en nuestros días ya
la (Agawu, citado por Colé 2001. )•
se
ba una palabra del idioma’
percibe como un fracaso del programa interpretativo quizá radica en la
forma defectuosa en que se realizó la adquisición de las teorías antropo- Agawu ha deconstruido con agu-
lógicas correspondientes,
En Representing Afr.cn Mmk, autobtogr -
no sólo en su instrumentación sino, previo a Ewe el giro
deza desde corazón de su identidad cultural
el
eso, en su misma lectura. Lo más probable, sin embargo, es que el dilema etnonu, sicólogos afneamstas de
^experiencia! que impulsan los
de fondo se origine en un genere europeo y
autobiografía, dice Agawu es
la actitud anti-analítica y particularista (cuando no .
223
222
mío mismo. uno h afimiauón
etnomusicología de la performance
I ur lu
úu que este o aque,
Je cscrii or
U
a cxpvncttcta a, u,„a ,1a , ,s qui „„.
cs T" ««¡be,des . 6
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1
1 A '° m 'a experiencia ¿" '**
al.s.as depilados de
música de l„s Banda- la
l.mda? .O U '
“ ™«U CS, -
... a «I»
,
, un polen
l.a„. eléctrico en
nareó.íco en la barraca
de un sanado.
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" lus, “ J f“cana. M, pteocupación es más bien señalar la na u
ene, al, neme explotadora
de tal narración de bis, Orias P °‘
al Otro como mero pretexto y sugertr que í
para hablar de sí mismo,
P ° IS ,nd,reC,amCmC
d estudioso d T*"
J <>* -¡«os af, ieauos (Agasvu
2003 4 ^'
La critica esta
llegando y es contundente,
pero es un ooco t
Aunque parezca que se inició ayer, el
I
predominio de la coalición
tativa-posmoderna se viene inte
arrastrando desde hace tn-inn - j T”
etnomusicología se coticen
En esta manifestación reciente de la
por tanto tiempo con tan tratamiento de la
menguados dividendos. La rutina movimientos de distinta postura teórica frente
al
pretacion sm riesgos, la de la 1 ¡
tran
otro.
resignación al ejercicio de los factores contextúales por el
un “pensamient d analítica musical por un lado y de
'1
y la falta de algún mecanismo de rendición
,
convencionales de contex-
Las propuestas van desde modelos
de cuentas por el re V bastante
intento de los modelos
han afectado muy seriamente
las capacidades
£' tualización hasta sistematizaciones rigurosas que vinculan sonido y cul-
meas de u
es el de saber
p te impórtame de la disciplina. Si el
desarrollar un método
gastadas en la disciplina madre,
criterio de excelencia
antes que el de reescribir
muy pol de
con
de ,os od - *
^
—— **"
tura, y desde marcos interpretativos
etnomusicología de la
performance de Víctor
peí fot
fuma
modalidad más conocida de este género, aunque no la pii
[1920-1983], la
lurner (1988) es una
mera en el tiempo. Esta antropología, entrevista por
en día intensamente activa, con un tema y
un marco
especialidad hoy
b la
— musica ? 'r
de — consagrados
En su estado final, la
al menos cuatro campos que
como tópicos estables en el Anrwal Review de
corriente performativa en antropología consiste
sólo ocasionalmente se tocan.
la
en
disciplina.
L
las metodologías
han •
analíticas
n° « r
i
su
< e St a S ¡oac es j ;
1 Las performances culturales como modos
de comunicación que
L ”‘ festadp SIn1u .
2 24 225
V, A K UA KtVM OMJ
ficados, códigos, roles, status, estructuras sociales, reglas éticas especificidad y precisión res-
rianahabrían de mantener la misma falta de
y otros componentes socioculturales que constituyen sus selves apenas algunas citas dispersas, co-
pecto de las ideas que los inspiraban:
públicos, un concepto que Turner manejaba todavía con palpa- que ni siquiera había sido
mo para insinuar el respaldo de una autoridad
ble reticencia y precariedad (Turner 1988: 24, 38, 42, 55, 81). Es- ideas para un ámbito absoluta-
consciente de la relevancia de sus propias
ta podría ser llamada la estrategia de la cultura expresiva. En es-
mente obvio de aplicación.
ta tesitura se subraya la importancia de la experiencia subjetiva
piente “antropología del teatro y del espectáculo”, ha debido admitir que etnomusicología de la perfor-
El primer trabajo importante sobre
so-
las ideas de Turner son apenas programáticas e inspiradoras, y que él no mance es un más bien breve de Marcia Herndon [1941-1997]
artículo
llevó a cabo ninguna investigación sustantiva en esos términos, que sólo (Herndon 1971). En ese artícu-
bre el ciclo del juego de pelota Cherokee
le resultaron oportunos a posteriori, cuando hacía años que había aban-
lo Herndon define una clase específica
de contexto, al que comienza a lla-
donado la investigación de campo (Beeman 1993: 371). Tampoco hay en
mar, siguiendo a Milton Singer performance u ocasión cultural. La
(1955),
Turner ni siquiera una anticipación embrionaria de la posible adopción de siguiente.
definición de Singer había sido la
227
226
Singer señala que las propiedades formales de las humanista de la antropología de la música y no solí* ya el dJ \>u>
performances nsu >'
culturales incluyen un límite de tiempo específico con un comienzo virulento peí fot man vo.
y un
final, un programa organizado de actividades, un conjunto de ejecutan- El análisis musical del ciclo del juego de pelota vincula luego un
tes, una audiencia y un lugar y ocasión de performance; también cree características cuantitativas Je la ejecución (numero de i cpeiiciones,
que tas
performances culturales son segmentos aisladles de actividad conside- la octava, vaiicdad de humas de
cantidad de secciones, total de notas en
las
rados por un grupo de personas como una canto) con números "mágicos <»
versión encapsulada de sus emisión desde el pensamiento hasta el
culturas, susceptible de ser exhibida a propios Herndon acep- poderosos de la simbología herokcc. También aparecen unas pocas ana
y extraños. <
caracterización de Singer; y ejemplifica algunas de sus manifestacio- evento y pi inaptos simbólu <>s diiu
logias entre aspectos proccsuules del
ta la
nes, pero difiere de él por considerar que no siempre las performances Ni coincidencias numcitcas son
en- sámente descriptos, pero eso es iodo. las
capsulan conscientemente la cultura. convincentes, ni las analogías están formalmente establecidas, ni ha> c\i
interpretación. la ndou
ciencia de que los nativos hayan corroborado la I
La ocasión musical, en consecuencia, puede considerarse como una expresión que cómputos que dan la cifra de seis se cuenten
fuerza los términos para
encapsulada de las formas y valores culturales compartidos de una sociedad penutó
como fuera siete, y elimina tina nota “ocasional” de la escala
si
que incluye no sólo la música en sí misma sino la totalidad de |a conducta aso-
El “simbolismo” de esta numerología de
ciada y los conceptos subyacentes. Usualmcntc es una actividad con un n ica para que quede un cuatro.
nom-
exploraciones y teorías
bre, con un comienzo y un fin, diversos grados de organización de la
cuatros y sietes evoca a José lmbelloni, cuyas
activi-
dad, audiencia/perfonnanccs y ubicación (Herndon 1971: 340). demuestran la posibilidad de demostrar lo que se quieta relajan
también
símbolos (el. Imbello
do rigores, manipulando números e interpretando
Reconociendo carácter pionero ni 1979). El tratamiento antropológico
de la performance, en todo caso,
el que en este sentido tuvo Enemy
way music de David no sólo por ser breve, deja bastante que desear si se compaia con lo que
McAliester (1954), a su vez anterior incluso a la ca- y
Turncr con ritual
por ese entonces ya habían hecho tanto Víctor
el
racterización de las performances culturales por Miiton Singer, Herndon
concluye: Ndcmbu como John Blacking con las ceremonias Venda, aquél tan poco
interesado en la música como éste en teoría antropológica.
fUJna ocasión musical en tanto entidad nominada, y por lo tanto cognitiva, se En 1980, y respondiendo al
puede examinar como una Unidad social y cultural; más aún, hemos supuesto
gía de performance, ya renovada por los trabajos de Víctor [urna
la
que esta unidad es una parte; integral de conducta que exhibe
la social, y algu- la teoría de la performan-
(1974) sobre dramas, campos y metáforas y por
nos de los valores básicos de una sociedad. Hemos hecho, por lo tamo, diver- fvlaicia í íeindon y
ce (turncriana en parte) de Richard Schechner (1977),
sos supuestos a ¡morí: 1) qué la música posee significación; 2) que la significa-
Norma McLeod editaron una compilación clásica en la que participaron
ción de música puede seriexhibida por su contexto y su estructura; 3) que
la
un evento nominado, la ocasión, puede ser una clavo en ia significación de la autores que compartían el proyecto de destacar la peí formalice como un
música (Herndon 1971: 341). modo de vincular los fenómenos musicales con el contexto cultural. Par-
ticiparon del movimiento Anthony Seeger, Charlotte Fnsbie,
Kenneth
Un supuesto adicional, acaso el más importante, es que la música, Gourlay y por supuesto ambas editoras (Herndon y McLeod 1980). El
horizonte conceptual de estos trabajos, todos ellos case-stndies
en tanto forma de conducta humana, está sujeta a lefleja el ,
las presiones primor-
diahnente subliminales de los grupos humanos, o sea la cuitura. Corres- impacto de ideas que se fueron gestando en la década de 1970, en el in-
ponde por ende estudiar, a través de una ocasión, la forma en que la mú- tento de vincular los conceptos musicales (por lo general, los conceptos
sica refleja otros aspectos de la cultura. Al considerar la ocasión musical nativos) con normas, instituciones prácticas socioculiurales. En esta te-
y
estamos pensando entonces, entonces objetivo de comprender apropiadamente el do-
diría Herndon parafraseando a Alan Me- situra surge el
rriam, no sólo en la música en la cultura, sino de la música como cultura. minio conductua! de la música, o sea el “contexto de performance
Esa frase habría de expresar, de ahí en más, todo (McLeod Herndon 1971; Asch 1975). Al cabo de este emprendi-
el programa particula- 1971;
228 229
trrmíitó floreciendo una especie de "etnografía
de la determinar la una analogía de la etnografía de la comunica-
utilidad de aplicar
comunica
cion’ con loco en la ocasión musical, definida torno música. ...Desafortunadamente, igual que en intentos an-
,
ción al estudio de la
pese a ser in-
teriores, la apropiación de esta estrategia por la etnomusicología,
insights útiles,
ima cultural y social que incluye
música pero también la
la teresante por lo que pueda decirnos, no va más allá de algunos
or t({ * , -,| ,
de principios sobre los cuales
«le las «omltietns asocia.las y conceptos subyacentes (I lerndon proporciona la ciase de patrón o conjunto
1971 3^9^ y no
del análisis musical culturalmente
:
Stone (1982),
de la pura descripción. En este sentido, la crítica de Michael Algunos autores antiguos y recientes, como Ruth
Asch, formu Ruth Emnegan (2002)
lada en términos que comparto, ha sido Geratd Béhague (1984), Simón Ottenberg (1996),
suficientemente lapidaria: de casos o formu-
(2003a) han desarrollado sus estudios
y Gregory Barz
Aquellos que contemplamos la música como un fenómeno culturalmente observaciones de carácter teórico en un marco más bien
de- lado unas pocas
terminado hemos sido prestos elocuentes en nuestras críticas
y a las limitacio- difuso de etnomusicología de performance, más promisorio que plena-
la
nes de los análisis que tratan la música como si
fuera culturalmente libre. Sin mente logrado, adosando componentes más o menos previsibles de sim-
embargo, liemos sido menos que eficaces en proporcionar
un marco alterna- audiencias activas, emoción,
bolicidad, afectividad, identidad, significado,
tivo para generar análisis de la música
desde el interior de un conjunto de re- experiencia, según ha sido
glas cultural mente basado. ...Aunque estos participación, acción social, puesta en acto y
últimos [marcos] han sido intere-
santes e informativos, ninguno propio del espíritu de la época.
lia proporcionado realmente un soporte ade-
cuado sobre el texto de Stone, el cual
el cual pudiéramos basar un marco culturalmente sensitivo para El único que merece algún tratamiento es
el análisis de música. El volumen bajo revisión representa una propuesta prolijamente señala-
la
propone una tercera opción frente a las limitaciones,
más en el mismo molde. Es una búsqueda “conducta musical Su
en la que ocho estudiosos procuran
das, del análisis de la música en sí misma y de la .
230 231
concepto central es el de "evento musical” que no
es otra cosa n
UP pudieran servir para los fines igualmente
extrapolación de idea central del inieraccionismo
la nua de herramientas explicativas que
simbólico- d'T* generalización (Qureshi 1987: 56).
evento es una interacción de la cual los participantes legítimos de la comparación y la
derivan significad
Idease Rey nos,, 1 998: 122 124). M análisis proccsual que S.o„c
investiga en panícula.- los componentes de transmisión
pro ^ En una investigación einomusicológica, por un lado se tiene una
y recepción da eompi elidiendo un neo len
u: proceso hermenéutico, frente tradición de ejecución
en múltiples niveles
pai ticipante subjetivo (Stone 1982:
34). Favoreciendo
al cual el investigador actúa
como T guajede ejecución (música y texto) y por el otro un contexto de peiloi
una perspeciiv"
entre ideología religiosa y lactoies socio
emtC '
el anal,s,s }retende constituii
l una vía para introducirse manee, una relación compleja
“dentro A realizar el vinculo cune am
a cabeza" de los Kpelle de 1, iberia, algo que también se prometió económicos. Se requiere un modelo capaz de
una ee! después otros casos Qmeshi píen
neracion ames a caballo del análisis
componenda! con los magros rc*w| basfacetas, que pueda proyectarse
y
a
curiosa-
mente pasa en la abrumadora mayoría de sonoro en términos del uso social y el contexto
los abordajes contextualistas) significado del sistema
e lector c ueda s,n saber demasiado cultural, o en otras palabras el significado referencial en el más amplio
acerca del lugar
y la función de la mú-
l
foco que hasta ese entonces había sido privativo de la musicología de tia-
El compromiso con modos de tes sobre la adecuación de la analítica occidental para abordar otras ti adi-
explicación y expresión experienciales, huma-
nísticos, inductivos, es enteramente apropiado ciones, la analítica se ha expandido y perfeccionado bastante en los últi-
a la calidad de la experiencia que
es inherente en ei estudio de ia práctica musical [music mukmg}. Este compró- mos tiempos, gracias a los aportes de Schenker, Yeston, Narmour, Beach,
me, sin embargo, se ha debilitado fuertemente debido a una Cogan y Escote, Los modelos lingüísticos, aunque fueron sobreesti-
etc.
búsqueda conti-
mados al principio, de todos modos brindan también conceptos que han
232
233
6. ETNOMÜSICOLOGÍA DE I-A PERFORMANCE
Z~ — p-
,,C °
**?"* «leja ai tttargen las
vis ,,,., pióte
“N “ términos de concepto como de conducta, de estructuin >
tnostradn un, aplicación
parece mucho mejor
gmerott los principios de
. *8Ü„
convincente fuera de la
optar por las modalidades
la antropología
ella esos narco
,
“ ;r
d
'° g,
^
" ^es
r
s «*
d"
si-
nto en
0 utilizando
métodos antropológicos. Pata
Alientas se requiere
ser
usar ambas clases
Pumo de vista de
AufeKj,
<ic acuerdo co "
Intci acción
EÜ^~ sión de los factores relevantes al contexto de performance. Este
incorporado en una gramática de la mú-
las (de acuersh7¡¡7Ü¡~
ejecutantes (auto-interés) punto de vista debe ser
percepciones dcl ejecutante)
acciones del ejecutante)
sica sensible al contexto que debe dar cuenta del proceso total
prueba de una hipó-
de producción y hacer posible la puesta a
sonido musi-
tesis orientadora de todo este modelo: a
saber, el
ÉÉP==§§ tros
cal debe variar conforme a la
de cuatro paráme-
tomando como base la
S=E===
formal y articula-
conceptualización nativa): altura, duración, estructura
ción acústica. Este último término sería más o
menos equivalente a esti-
* - — ^¡assaesasr* 234
qawwali.
235
CARLOS REYNOSO 6. ETNOMUSiCOLOGÍA DE LA PERFORMANCE
El contexto de performance es
analizado considerando por un lado
Componentes y requerimientos funcionales
que tiene que ver con el conjunto de factores que
Ejecución musical: per-
el escenario [setting]
Rasgos distintivos que son su pre-requistto, in-
manecen constantes a través de la ocasión, o
Exaltación Proporcionar un marco tiempo, lugar, participantes logística [rano-
1. a) Duración: Metro con repeticiones cluyendo las dimensiones de y
que com-
otro lado se considera también el procedimiento,
del espíritu rítmico vigoroso regulares y frecuentes
ríale]; por el
ve, incluyendo la
y tamboreo a mano abierta debe establecerse con referencia a las
sión de todos estos aspectos también
Prioridad amplias que subyacen a la
dimensiones culturales y socio-económicas más
2. a) Clarificar el texto Articulación acústica:
- Alto volumen mediante
del texto acústicamente
tradición de performance particular: los sistemas
de creencias y sus men-
(claridad de palabras) calidad de voz
- Enunciación bien marcada
de los establecimientos y los participantes.
sajes, la realidad social
de la música por
- Presentación continua del texto El proceso de performance consiste en ia relación
problema para llevar esto
mediante alternancia de grupo una parte y del contexto por la otra. El primer
es que ambos dominios son
cualitativamente
b) Clarificar el texto Duración: a cabo, tradicionalmente,
variables. El segundo in-
cstructuralmcnte - Metro poético representado distintos y consisten en rangos divergentes de
(claridad de sintaxis) tradicionales tienden
conveniente, aun más grave, es que las metodologías
: en disposición duracional
de melodía tratarse corno
segmentar el objeto hasta el punto de que lo que debiera
la
a
Metro poético reflejado
en metro musical
un proceso termina siendo más bien una estructura.
Estructura formal:
- Forma estrófica representada
en estructura musical
- Esquema rítmico representado Presentación
Dimensión del Dimensión de la
i) de acuerdo con i
) de acuerdo con
3. Requerimientos a) Proporcionar marco Estructura formal:
status status
del oyente estructural flexible para - Todas las unidades del texto
ia manipulación del texto representadas por unidades
Contenido varía:
musicales
1) de acuerdo con
— Mampulabilidad de las unidades
identidad
musicales mediante movimiento
2) de acuerdo con
direccional (terminaciones alterna-
estado
tivas de las unidades musicales)
236 237
utilizando f.lnra-
bien de una técnica analítica
„r cuanto se trata más
Secuencia de la Tipo de repetición Tipo de repetición
lo , p
Acentuación antes que de un
método.
canción varía:
varía, /.inri
se-
varía:
con estado de los cuatro referentes
con estado
1)
interesa es su señalamiento
Lo que sí
se
3) con estado
performance. Los dos primeros
1)
el proceso de
(observado (observado 'nticos” que articulan espmtual dé los
son la identidad
o deseado) o deseado) Taonan con la estructura del evento, y
con foco
rC '
términos espirituales como sociales. Los
2) selcctivt 4) con foco selectivo e ¡tatus tanto en
\
0 estado de exata-
proceso del evento, y son el
se vincula’., con el
skíisrjri:»
Unidad de
OTsdos
Unidad de Aceleración varía,
repetición varía: repetición varía: 1 ) con estado
1 )
con estado 3) con estado
(observado (observado
o deseado) o deseado)
2) con foco selectivo 4) con foco selectivo
mimos
La solución de Qureshi
operaciones de vinculación dinámica
a través
cuales son
al
hay que
^
admi* qoe
¿¿
está libre
mode 0
por completo de
en contra del cien*,
asmo o
, de Qureshi?
las
En su favor
habituales monsergas
de los
variables de contexto interpretativas y contextualizadoras
las que son capaces de influir sobre una -
en No ex.ste al menos e
vanable musical de agradecer
y viceversa. Mediante estos denominadores comunes
o abordajes analíticos, y eso es
ninguna rete
referentes, las variables contextúales
se pueden “conectar” en to particular, ningún
ademán de militaban. posmoderna, y
la música, a a
saben verbosos y refractarios p
marcos que de antemano se
)• las constricciones
contextúales pueden devenir parte de rencia a
una gramática’ ps.co.
de los postructurahstas, o
el
musical. Iambién puede decirse que como por ejemplo el
los referentes “traducen” racionalización,
el contex- performance y exper, en-
to a música,
y expresar musicalmente el contexto,
al
hacen que la música na *o acania to. Qureshi mantiene separados
un
adquiera significado contextual. La
lucra tomar en consideración
solución al segundo problema invo- frie ella es ante caso del
el
más un acto, nat.vo que
etnográfico tampoco de.
rocha es P“'°
al actor humano, que
a menudo se encuen- extranjero en plan de turismo
que «e t ata
da conspicuamente ausente de los mientras ,ba averiando de
análisis musicales (p. 71). No
interesa descripción de sus sentimientos claro.
aqm detallar de qué manera Qureshi modelo explico y razonablemente
implementa esta parte de su mode- ba Por otra parte, el suyo es un
239
238
basado en una ejemplificación relevante, que procura
establecer alguna las tuerzas vitales que esluviera libre del sesgo esielico owideni.il, mu
clase de nexos entre las estructuras musicales los procesos
y de performan- teoría que pudiera sei comprobada en Intuios trabajos de campo y que
ce, entre sonido
y cultura, dé una manera modesta pero plausible, sintéti- destacara el valor de supervivencia del canto iiv como una tactua espe
ca pero abierta a un enriquecimiento Puesta a prueba en un libro
ulterior.
tía) dentro de un rango especificado de estrategias expresivas ip. IX i).
constituido. Keil deseaba construir una teoría sobre la expresión Tiv de tió que el cómputo de los intervalos, el delineado de los perfiles melódi-
240 241
l
'
v m,n ululación de leguiaridades méuicas constituía
'
una inversión está siendo erosionada por una Babel de discursos post-es-
La lengua común
de tiempo y esíuet zo demasiado grande pata e! conocimiento menudo son tan dcjconstrucciomstas,
¡upe, alienar os,
que se ob- co y post- aquello que a
tenía en retomo (1979: 139), "oscurantismo son las umeas
os interrogatorios, empero, le I
ultrar relativistas y elitistas
que “escapismo’’ y
permitieron
deslindai hallazgos tales como que palahia para No necesitamos más de esto, m una nueva especial*.
la "componer” una can-
palabras para ellos.
ción (ihtRh) significa también (¡998: 310).
y primariamente "cosechar”, lo que da a
entender que las canciones preexisten a! acto de su aparente
gestación
(p siguiente:
39). Más allá de pequeños logros como éste, la tesis habla mucho menos El llamado que formula
Keil es el
piensa que el giro textualista de Clifford Geertz fue asimismo de su postura teórica. Su target,
inadecua- la educación elemental.
En un contex-
do e inoportuno, lo mismo que la teoría crítica, los estudios culturales, el versidades y posgrados, sino el de
paginas, Keil t
to virtual reaccionario, y
según puede verse en aquellas
post-esto y el post-lo otro. Los “textos”, dice, son todo que encu-
lo que necesita-
"paideia” de quienes sospechaban
mos para tener luego más interpretaciones mantener los puestos acadé- bió alguna vez defender su
y
liria prácticas de acoso sexual infantil.
micos, pero esos discursos terminan siendo pantallas terminológicas
que estrategia de Keil tiene que ver con su re-
no nos llevan a vida y a los problemas que verdaderamente importan. La gran limitación de la
la
a cumplir el “ritual” del análisis mu-
nuencia, ideológicamente motivada,
etnomusicología. Es conveniente a los propósitos
sicalreclamado por la
243
en la m.esngauon
oí ic n tan una manera en la que un foco
(escritura y experiencia) es
<) 1 U' mis evaluaciones que sea nada menos que
John Black
^ que toda et-
-
puede ser de dos clases: procesual y textura!. La música, dice Keil, logías musicales “del sentimiento”
cronológicamente a a ptopta an
p ara preceden
ser personalmente involucrados Feld (1982) que, una vez más,
y socialmente valiosa, debe estar ligera- por Shweder y LcVine (1982),
K.s-
mente “fuera de tono” y “fuera de sincronía”. En lugar de tropología de la emoción inaugurada
de la cpistemo
pronto en los lugares mas comunes
discrepancia
participativa se puede decir “inflexión”, “articulación”, “tensión liuk se precipita bien
que
creati- fenomenológ.ca, como cuando alnnu
va”, “dinamismo distendido” o “semiconsciente o inconscientemente logia posmo, interpretativa y
compromiso, tanto mas nuest.as h.sto
Juera de sincro”; en vez de proceso, “ groove”, “ beat”, “cuanto más grande sea nuestro
“impulso que los
con las de nuestros ‘sujetos hasta
vital”, ,
i
de musicking un intento por hacer que la música deje de ser un trar un término de reemplazo
:
nombre, o colonialistas (p. 24), o cuando te
un objeto, una partitura, una composición fija, un texto, un mapa notaciones cientificistas/objetivistas
cogni-
experiencia trágica de Renato
Rosnido para argumentar que los
tivo, un enigma semiótico o Una forma de mercancía, para que se convier- curre a la
no son narcts.stas, n.
los suyos propios
ta en un verbo, una acción, una improvisación sólo significativa en énfasis experienciales de éste y
su 31).
contexto, encarnada en confesionales, ni auto-indulgentes (p.
la performance, comprensible en momento en
el
Tras algu-
tópicos, recetas, estereotipos.
términos de discrepancias participativas. En pensamientos como éstos ra- El libro de Kisliuk rebosa
cuantos poemas espun
dica la filosofía de Keil, demasiado nas anécdotas más o menos sentimentales y unos
vital
y salvaje para considerarla una de toda duda
encaminados a proba, mas alia
teoría. táñeos de su propia autoría,
propo.c.otu una
La última representante razonable que ella es una persona compasiva, Ktsl.uk
del género performativo en etnomusicolo-
etnografías perforo.*, vas c une
gia es Michelle Kisliuk, de la Universidad de Virginia, quien produci- listade métodos a emplear para escribir
lia
por lo menos tres niveles de conve. sacón
do un texto sumamente popular sobre vida musical y ractivas. Según Kisliuk existen
la la performance deben abo.
proceso etnográfico, y esos niveles
de los BaAka (Kisliuk 1998b), En otra contribución de (literal o metafórica) en el
la misma época
Kisliuk resume con claridad (aunque también con
los típicos amanera-
darse por fuerza:
mientos posmodernos) su postura performativa: trabajadora de
i. El primero una conversación continua entre la
es
En este diálogo, las re-
campo y la gente entre la que ella trabaja.
En la etnografía de performance musical nosotros encontramos un desafío negocian de
existen, de hecho se
la
laciones de poder, que siempre
paiticuiai como escritores para presentar
o re -presentar lo experiencia!, dado
forma igualitaria con los informantes.
que la peí formalice es experiencia. El proyecto de alinear
forma y contenido
245
244
• AHUft Rhl Nlftl)
.sino qué
no es tanto cómo se debe llamar la disciplina
?. M segundo es tm.i“conversación" del investigador con el tríate
nreeunttrse n
que preguntarse
cáusti camente sobre su “comente
tial de la performance, (ales como canto, danza,
narración e
ideas subte política, vida social
y estética.
'• t|,,rc, °' etnografía, es una re-presentación
I'1
y una evocación ella m.sma lo documenta.
según
de las dos primeras conversaciones, con una meta tendencias dominantes,
conversación
ame la etnógrafa, sus lectores y el material y las ideas de las El énfasis renovado
en la experiencia es parte
J^ioTc-
que un Uo
ocupa que nos esta mov.cndo haca
ella se (p. 41). bio en las humanidades
no por
fiexiva y no-objetivista (y Lntas
En su trabajo mayor
Kisliuk inscribe su posición en una colomahstas). uran P
“socio-es- gias históricamente .prendemos han
la ge entre
tética” en que se enfatizan “los elementos de experiencia etnógrafos y
la
de interac- * y experiencias de campo, los
1997.
f
mismas narranvas (Kjshuk
)•
ción, dando lugar a la elección, la ironía, la contradicción y la sorpresa” venido a compartir las
^smodernos prescinden de
de poentas es
fresco, sensible y
espontáneo, pero la publicac.ón
23. la tiene. Como bien lo señala
Innegablemente Kofi Agawu, ia etnomusicología se ha
de pr^er human, st ca
antropología aptodenommada
,
ra tampoco es definido como un schotat, sino como un native svbolar. que puede, la
Aún en la esfera prender ya que. siempre pensadores
bienpensante del multíailturalismo v la heterofonía, Furo- A mélica retiene las reves, enes a
su estatuto he-
sociomusicológica) se has Ingenia para asigna,
gc momeo (Agawu 2003: 153-154).
247
246
danza p.gmeas, ... Solo
investigaciones ysobre música
‘ lhlU S’ ÜU J aue observa con otras
l,,S -“«liSOS llUimoS (j C los nitores poco de sentido en medio de todas las contradicuonc >
I
pude encontrar un consule.ando v
mis expectativas acule, meas y
quiebras lógicas suspendiendo
auto, a que so pu t
meta-performance, evocaiiva de una
zzt — x -* « L
-
libro como una
vivir cai uar y bailar con
los pigmeos durante
narración se-
“7“
^
fc
7 - w^.u-S^r^ ,
00 -
tc,
dadera y transparencia
posmodernos es (i) perezoso, (2) auto-enganoso, ( }
trU
° CUpar
ua un '
“ na
a atenclól)
lcc,c>1 '
°® ,Ca l «*>"ón,¡« abarcadoi
q»c
*
al leer
««««
este libro
a, sino en
«“.curas estuvo en
u „ea la ex.n cr
el
J orden
campo
P
n
"'
i, ^ ^
"° dcn
F„ tonsccu cn
L
3
imposible de alcanzar para
to y (4) en último análisis,
localizados en U i„,iru„,cm«s. ,, i
J*clase de performance
(Franken 2000: 420-42!).
!>•«-
ton^l v j^as
“ ‘V"'™ candóla a
,
los músicos,
‘ |C
>“
compositivas, los conrea,
y así sucesivamente, con seguridad se ,• r
1
'%
° rma,, ce,
-
21T el título, Kisl.uk tampoco sttua
en
palabra figura en
-
toria
cuando se
16 ).
d.supl na.
^
“poder”, referidas en el primero
significado t e
veles, dd pruno m ... tiene muchos
a las relaciones de
y a nivel ni-
'
“"í"" En cuanto
tiene significad! lar*
dualmet
lo
.e^ri:
™ 0pCiando al
S úl1
** »
P^ón social que
mdt los “tres niveles”, Krsliuk
identifica el e,c del mal más
con un pt.smv.snu,
explotadores con
-
rr pi8mea Kis,iuk
religión, etcétera > Sin
’
—-
de viajero Aunque en
v
0 ™!*" 0
s
"’.
^
° qUC tcncmos
«
tos que han destruido
30-31) Ella encuentra que
la cultura que ella aprcndto a
“los acercamientos ‘cicntificistas
es an
amar (K.sl.uk
(aunque
Y
necesariamente científicos) al
E
-
249
CARLOS REY NOS O
de
alguna que otra herejía simpática) y una rica miscelánea de ejercicios
s, analiza, una
mus ca
lo que encarna
mejor una mentalidad de este upo: tratamiento de lo que tal vez sea el objeto: de estudio más gratificante del
la tribu como acto-
o poner a los miembros de mundo, situado en escena crucial de su performance. Pero también hay
en trance de desaparición, perciben mas
la
démicos ni a través de conceptos nativos. aplicar a otros escenarios: cuando se termina de leer un caso (aun si pare-
_
permita
diseño de investigación que comprender o explicar otro hay que empe-
Kisliuk no ha desplegado un ce bien resuelto) si se trata de
probable
sobre la música posee, como es
zar de nuevo, porque en lo que se ha leído no hay un modelo sino una na-
saber si el pensamiento BaAka
sistematic.dad, o alguna corres- rrativa contingente. Lo segundo que falta son
operadores teóricos genui-
que posea, algún grado de organización y
un
de otro orden, o s, constituye namente vinculantes, capaces de penetrar (cuantitativa, lógica o estructu-
pondencia con icLs y circunstancias
simbólicamen-
cultural, o si la encapsula raimente) en naturaleza de las relaciones entre términos heterogéneos:
elemento básico de la identidad la
algo mas sobre e Mientras tanto,
te, o si comprendiendo
una expresión podemos saber sujeto, cultura, sociedad, performance, estilo, etcétera.
la
el Se/
de “borrar los totes entre 1
balbucea” (Geertz 1987b: 37). Se está en la misma situación de ce-
contexto o viceversa. Si se trata tesis
Otro hace sea la me- fenomenológicos e
de aquello que el guera relacional que en los abordajes contextualistas,
Otro», es dudoso que la omisión
interpretativos, sin que el agregado de los dominios
de la ocasión , el
jor forma de lograrlo.
“evento”, la “discrepancia participativa”, la “conversación” o la expe-
madre.
metodológico modesto en la disciplina e-
asombrosas de rapport r
Aquí y allá hay ideas agudas, historias
tonal finan-
intenciones, estado de arte ed,
dacción competente, nobles
su defecto,
ciación generosa, una buena
medida de profesionalismo (o en
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LIBROS m LIBROS * LIBROS * LIBROS n LIBROS m LIBROS
PRÓXIMA APARICIÓN
ANTROPOLOGÍA DE LA MÚSICA:
DE LOS GÉNEROS TRIBALES
A LA G LORALIZACIÓN
Carlos Reynoso
PRÓXIMA APARICIÓN
PRÓXIMA APARICIÓN
Carlos Reynoso
Grupo Anthropokaos
recíprocas de
Después de examinar las relaciones
El grupo Anthropokaos de la Universidad deBuenos Ai- complejos y
los modelos mecánicos, estadísticos,
res, integrado por Damián Castro, Mora Castro, Diego Diaz examina en primer lugar
hermenéuticos, este ensayo
Cordova, Ignacio García, Jordán Kristoff, Jorge Miceli, Ma- teorías de sistemas y sus
eldesarrollo histórico de las
nuel Moreira y Sergio Guerrero, presenta una primera serie general de los siste-
teoría
derivaciones: cibernética,
de estudios aplicalivos que demuestran la posibilidad de im- teoría de las estructuras
plementar marcos de referencia transdisciplinarios de caos y
mas teoría de catástrofes y
como elaboraciones discursivas
las
disipativas, así
complejidad en la investigación empírica en ciencias socia- Capia, L
Edgar Monn, Fntjof
de Georges Balandier,
les. Estos trabajos monográficos despliegan investigaciones Maturana y la investigación
autopoiesis de Varela y
de campo, desarrollan modelos de simulación y elaboran siempre en relación con
las
social de segundo orden,
discusiones teóricas que se interrogan sobre el uso práctico sociocultural y L
problemáticas de la antropología
de diversas técnicas complejas, incluyendo redes sociales lugar se exploran los
fun-
arqueología. En segundo
clásicas, redes libres de escala, redes neuronales, teoría de consecuencias practicas para
damentos teóricos y las
juegos, modelos de agentes autónomos, percolación y vida de desarrollos
las ciencias
sociales de un conjunto
y cultura artificial. Los campos de aplicación incluyen rela- en las ciencias de la
complejidad y
contemporáneos
ciones comunitarias, escenarios de epidemiología, reconoci- determinista. En particular se
en los estudios de caos
miento de patrones en arte rupestre y simulación del impac- de
los usos antropológicos
interrogarán críticamente
to cultural sobre la reproducción de las llamas, entre otros.
adaplativos, el algoutmo ge
los sistemas complejos
los modelos basados
en
nético, la dinámica no lineal,
agentes y la geometría fractal.
: i
i;
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LIBROS m LIBROS - LIBROS . LIBROS » LIBROS m LIBROS LIBROS u LIBROS m LIBROS >» LIBROS m LIBROS * LIBROS
SIMBOLISMO, RITUAL
Y PERFORMANCE