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Iván Mejía R.
© Iván Mejía R.
I. Humano y posthumano
¿Qué es un cuerpo humano? ............................................................................. 27
¿Qué es un cuerpo posthumano? ..................................................................... 31
Paréntesis: el cuerpo en el arte contemporáneo ............................................. 37
3 Georges Bataille y Bernard Noël, Documentos, Caracas: Monte Avila, 1969, p. 145.
4 Gilles Deleuze y Félix Guattari, Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia, Valencia: Pre-Textos, 1997, p. 156.
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El cuerpo posthumano
5 Roland Barthes, Fragmentos de un discurso amoroso, México: Siglo XXI, 1993, p. 13.
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Prólogo a la segunda edición
Meat Joy (1964), el cuerpo pornográfico de Cosey Fanni Tutti en Prostitution (1976),
el cuerpo queer de Jurgen Klauke en Transformer (1973), el cuerpo quirúrgico de
Orlan en Omnipresence (1993), el cuerpo terminal de Hanna Wilke en Intra-Venus
(1993), el cuerpo vaginal de Shigeko Kubota en Vagina Painting (1965), el cuerpo
violado de Ana Mendieta en Rape Scene (1973).
Esta suerte de traumática taxonomía corporal parece surgida de “El idioma
analítico de John Wilkins” de Borges, recordarán el inicio de Las palabras y las
cosas, entre risas Foucault se preguntaba “¿A partir de qué a priori histórico ha
sido posible definir el gran tablero de las identidades claras y distintas que se
establece sobre el fondo revuelto, indefinido, sin rostro y como indiferente, de
las diferencias?”6 Paradoja de una anatomía de la abyección que, con su delirante
recuento de erecciones, eyaculaciones y exhibiciones (Bukowsky dixit), se ubica
en el espacio discursivo de lo heterológico, en una textualidad heterotópica
más o menos inquietante e incierta. Esta heteróclita lista de cuerpos explícitos
podría, en una especie de gimnástico empecinamiento poético, prolongarse ad
infinitum. Pero basta ya de obsesivas e interminables clasificaciones horizontales,
centrémonos, unos instantes, en el concepto de corporalidad explícita.
El cuerpo explícito será, si nos dejamos llevar por la etimología, un cuerpo,
desplegado, desdoblado, desenrollado, abierto y sin secretos. “Abra el presunto
cuerpo y exponga todas sus superficies”,7 así empezaba, programáticamente, el
libro Economía libidinal de Jean-François Lyotard. Cuerpo desplegado, abierto,
convertido en pura superficie sin interioridad, procedimiento antibarroco, no
un juego de pliegues sobre pliegues sino el despliegue del cuerpo como banda de
Moebius, “la banda del cuerpo libidinal abierto y extendido en su única cara sin
reverso, cara que nada oculta”.8 Explicitus, participio pasado de explicare, sugiere
esta transparencia moebiana de lo corporal, esta visibilidad extrema del cuerpo
en escena, producción de una superficie perfectamente iluminada, sin sombras ni
ocultamientos.
Explicit, tercera persona del singular, señalaba, en la edad media, las últimas
palabras de un texto, significando “aquí termina”; quizás estamos viviendo la
hora postrera de los discursos y representaciones en torno a la corporalidad tal y
como la conocíamos, en este sentido, el cuerpo explícito es un cuerpo paroxístico.
Entonces, lo explícito podría ser el nuevo eufemismo para referirse al traumático
paroxismo de lo corporal en la textualidad contemporánea. Explicitus est liber:
6 Michel Foucault, Las palabras y las cosas: una arqueología de las ciencias humanas, México: Siglo
XXI, 1995, p. 9.
7 Jean-François Lyotard, Economía libidinal, Buenos Aires: fce, 1990, p. 9.
8 Ibidem., p. 11.
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Nota introductoria
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Nota introductoria
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¿Qué es un cuerpo posthumano?
7 El posthumanismo también representa un “estar más allá” de las humanidades o ciencias humanas,
acorde con las declaraciones funerarias del fin del sujeto, de la historia, de la modernidad, del arte,
etc. y entonces de un supuesto o deseado fin de lo humano. Es el momento del fracaso del proyecto
humanista, que anhelaba la civilización y educación del ser humano, y que creó categorías en rela
ción al cuerpo y sus características supuestamente inalterables como masculino, femenino, único,
matérico, natural, orgánico, etcétera.
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El cuerpo posthumano
…con estos avances podríamos vernos confrontados con un futuro en el que se pier
da la noción de una humanidad compartida porque al mezclar genes humanos con
los de otras especies, y alterar gradualmente su naturaleza, ya no se tendría una idea
clara de lo que es un ser humano.12
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I. Humano y posthumano
…todos los avances en la esfera biomédica han hecho vacilar los puntos de referencia
tradicionales sobre la vida, la muerte, la filiación y que en tales condiciones, es insosla
yable que surja la cuestión de qué límites imponer a nuestra potencia tecno-científica.13
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El cuerpo posthumano
17 Jean-François Lyotard, La condición postmoderna: Informe sobre el saber, Madrid: Catedra, 1987.
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I. Humano y posthumano
18 Desde luego existen diferencias radicales entre el arte y otros productos culturales. Pero, si me refiero
por igual al mundo del arte como a la cultura de masas, es porque si algo demostraron los Estudios
Visuales, fue que la jerarquía que existe entre ellos es puramente capital simbólico. Por supuesto, hay
diferencias extremas entre ambos campos de producción, sobre todo en tanto conocimiento como
poder; pues el arte proporciona, no sólo un apreciable saber, sino sobre todo estatus, pero estos dos
terrenos dan indicios del estado de una región cultural. Además, en la cultura popular o entreteni
miento de masas, podemos encontrar ciertos elementos que operan en el imaginario colectivo, el
arte, por su parte, también tiene un alto grado de espectáculo. Los Estudios Visuales, según expone
Matthew Rampley, buscan: cuestionar la centralidad de la historia del arte; desbancarla como cate
goría privilegiada de análisis; deslizarse de su supuesta objetividad, hacia una noción más inestable
de subjetividad; superar las fronteras —que la modernidad se encargó de construir— entre las be
llas artes y la cultura de masa popular; sustituirla como paradigma de la cultura visual; y, rechazar
cualquier tipo de privilegio entre las diferentes clases de imágenes o producciones culturales. Véase:
Matthew Rampley, “La amenaza fantasma: ¿La Cultura visual como fin de la historia del arte”, en
Nicholas Mirzoeff, Una introducción a la cultura visual, Barcelona: Paidós, 2003.
19 Jameson, expone que nuestra temporalidad ha generado tanto una teoría, como una cultura de
la imagen y un arte que se caracterizan por una nueva superficialidad, y que algunos de los tér
minos privilegiados para el análisis de la producción cultural posmodernista son: lo fortuito, lo
heterogéneo, lo fragmentario, lo aleatorio, etc. De igual modo, los posmodernismos incorporaron
a la propia esencia del arte los paisajes degradados, feístas, kitsch, las series televisivas y cultura
de publicidad, las películas de Hollywood de serie B, la llamada “paraliteratura”, lo popular, etc.
Lo que Jameson llama “el triunfo del populismo estético”. También hubo una proliferación de los
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El cuerpo posthumano
códigos en las jergas disciplinarias y profesionales, los signos de afirmación étnica, sexual, racial o
religiosa, y los emblemas de adhesión a subclases, constituyen un fenómeno político y cultural que
en el posmodernismo se encuentran mezcladas. Los temas que puso de moda la teoría posmoderna
son: la “muerte” del sujeto, el fin del individuo autónomo burgués, el descentramiento de la psyché
o del sujeto anteriormente centrado. Fredric Jameson, “El posmodernismo o la lógica cultural del
capitalismo tardío”, en Teoría de la posmodernidad, Madrid: Trotta, 1996.
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Paréntesis: el cuerpo
en el arte contemporáneo
20 Apud Juan Antonio Ramírez, Corpus Solus. Para un mapa del cuerpo en el arte contemporáneo,
Madrid: Siruela, 2003.
21 Apud Cristóbal Pera, El cuerpo herido. Un diccionario filosófico de la cirugía, Barcelona: Universidad
de Barcelona, 1998.
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El cuerpo posthumano
Me cortaba la vena aorta con una cuchilla de afeitar. Me golpeaba con una tachuela
de alambre dentro de la oreja. Dividía mi cabeza en dos mitades longitudinales. Me
insertaba alambre de espino dentro de la uretra y moviéndolo un poco intentaba
cortarme el nervio. Me mordía un grano y lo chupaba... lo tengo todo fotografiado.24
Con estas acciones, Brus demostraba que el cuerpo es lo que constituye, limi
ta y condiciona al hombre, predominando en él un sentido contradictorio e ines
table por el deterioro y la constante transformación de lo corpóreo.25 Después de
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El cuerpo posthumano
26 José Miguel García Cortés, El cuerpo mutilado (la angustia de la muerte en el arte), Valencia:
Generalitat Valenciana, 1996, p. 69.
27 Apud Simón Marchán Fiz, Del arte objetual al arte de concepto, Madrid: Akal, 1986, p. 241.
28 Sigmund Freud, El malestar en la cultura y otros ensayos, Madrid: Alianza, 1970.
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El body art se opone a la imagen social imperante del cuerpo humano. Las diversas
experiencias niegan la imagen del cuerpo fetichista unido a la actual generalización
histórica del valor de cambio y al proceso de significación como producción de dife
rencias, es decir, niega el cuerpo-fetiche de la propaganda comercial. El arte del cuer
po se desentiende de los modelos dirigidos y estereotipados, propios de la extensión
del valor de cambio/signo al propio cuerpo, de la sofisticación, que no refleja el traba
jo y la situación real física, psíquica y social del cuerpo, sino el narcisismo dirigido.29
Una observación perspicaz, ya que el body art de los setenta —el accionis
mo vienés incluido— heredó a los artistas del performance y del body art de los
ochenta y los noventa, los usos políticos del cuerpo.30 Para lo cual, continuaron
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El cuerpo posthumano
insistiendo en las funciones y fluidos del cuerpo: ruidos degradantes, olores féti
dos, sudor, orina, sangre, esperma, escupitajos, vómito, materias fecales o mens
truales. Explorándolo en sus distintos estados: devastado, violado, mutilado, en
fermo, poseído, frustrado, gozoso, o agotado. Y abordando problemáticas respecto
al género, la sexualidad, la enfermedad, lo abyecto, el dolor, el placer, o las repre
siones moral y política sobre el cuerpo.31
En los años noventa aparecieron artistas a los cuales ya no les ocupó revisar
qué hay por debajo de la piel o en el inconsciente, como hizo el accionismo vienés
y el body-art, sino que se involucraron en las nuevas experiencias y problemáticas
del mundo globalizado, que implicaban al cuerpo. Tales como la identidad y dife
rencias culturales, las sexualidades disidentes, lo queer, nuevas formas de racismo,
el poscolonialismo, los neocolonalismos, el trabajo, la pospornografía, o el que
aquí nos ocupa: la reconstrucción del cuerpo mediante la tecnología.
Cabe aclarar que, el posthumanismo no es un colectivo artístico o algo pare
cido, los artistas aquí seleccionados ni siquiera podrían englobarse bajo este rubro.
Más bien, el cuerpo posthumano es un eje temático en el que han coincidido diver
sos artistas, además de escritores de ciencia ficción, científicos, teóricos y otros agen
tes culturales que irrumpieron en los años noventa con sus propias pautas culturales.
Siendo, estas, vías de reconocimiento de algunas circunstancias límite, res
pecto al cuerpo en el mundo contemporáneo. Con los avances en la tecnología
se dio paso a un cuerpo entregado a la reorganización tecnológica, que se debate
entre lo natural y lo artificial, entre lo orgánico e inorgánico, entre la ficción y la
realidad. Pero también, implica procesos como las cirugías estéticas, el cambio
de sexo, quirúrgico u hormonal, las prótesis, hasta la superación del cuerpo por
medios digitales y otras prácticas que suponen prácticas como doblegar, mutilar,
disciplinar, remodelar, cincelar, esculpir, seccionar, trocear, rehacer la anatomía o
desprenderse de ella.
Se trata, como veremos, de un momento de apresurados cambios tecno-
científicos —donde el cuerpo es un soporte para intervenciones prostéticas y tec
nológicas— y biotecnológicas —donde resulta un organismo susceptible de ser
deconstruido— en nombre del desarrollo de la ciencia, del conocimiento y, nueva
mente, del progreso, una manera contemporánea de habitar el mundo.32
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El abandono del cuerpo
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El cuerpo posthumano
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III. Sobrepasando la básica condición corporal
la muerte, que hasta ahora ha sido inevitable (¿Qué significado tendría la vida
sin la muerte?).
Esta gruesa vena del post-humanismo concibe los cuerpos virtuales genera-
dos por computadora como copias e imágenes del cuerpo real, como una especie
de “cuerpos reencarnados” que interactúan con otros cuerpos en Internet. En este
sentido, podrían crearse comunidades donde “las personas” fueran unidas por in-
jertos digitales.
Incluso, Stelarc y Warwick, con todo y las críticas que podamos hacerles, per-
mitieron entrever esta ansiedad. El primero de ellos concibió internet como un siste-
ma nervioso colectivo que conecta millones de cuerpos en contraposición al sistema
nervioso humano, que sólo regula y controla uno. También observó que las redes
telemáticas abrían la posibilidad de redefinir las funciones del cuerpo humano. De
igual manera, formuló que en un futuro se conseguirá prescindir de él.
Varias de sus declaraciones dan cuenta del interés del artista por enfatizar
la obsolescencia y lo pretérito del cuerpo: “para mí —dice Stelarc— ser humano
significa no retener nuestra humanidad actual, sino desprendemos de ella.”77 Y
Warwick, al buscar codificar las sensaciones, los pensamientos, los movimientos
o los signos de emoción de análogas a digitales, almacenarlos, modificarlos y re-
transmitirlos a otra área del cerebro, o bien, a otra persona en cualquier parte del
mundo, vía Internet, también vislumbra la digitalización del cuerpo. No voy a re-
gresar a ellos, sólo me interesa señalar que, de cierta manera, ambos abrieron paso
a estas pautas culturales que propone el transhumanismo.
Movimiento que nos recuerda que el cuerpo continuará siendo reforzado,
retocado, reconstruido, transformado, rediseñado, rehecho, o trasmutado, pero,
también, trascendido a través de la tecnología; pues éste no vale en cuanto parte
de la totalidad del ser humano, sino que su valor reside en su propia corporalidad;
el cual puede ser —como figura última del proyecto posthumano— superado de
una vez por toda.
Pareciera que estas formulaciones sólo son ciencia ficción, pero, recordemos
que ésta ha anticipado la mayor parte de los avances tecnológicos que hoy nos
parecen cotidianos. Vivimos inmersos en el futuro de nuestros antecesores, pero
nos es imposible percibirlo porque los cambios fueron integrándose a nuestra vida
de manera gradual. En la ciencia ficción parece que el futuro nos llegará de una
manera abrupta, pero éste sucede de maneras apacibles, insospechadas e imper-
ceptibles. Pensemos, tan solo, en las “google glass”, que hace unas décadas eran cosa
77 Entrevista a Stelarc, por Luis Ángel Fernández Hermana, Barcelona, 06/5/1997. Fuente de la infor-
mación: revista en.red.ando. Disponible en: http://www.lafh.info/articlePrintPage.php?art_ID=513
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El cuerpo posthumano
Fig. 32. Stelarc, Ping body. An Internet actuated & uploaded performance, 1996.
de ciencia ficción; mañana todos las estaremos usando y pronto serán una cosa
del pasado. Además, la velocidad con la que avanzan los desarrollos tecnológicos
incita a prestar atención a la posibilidad de lo post-corporal, y a observar las tem-
pranas prácticas e imaginarios que están aconteciendo respecto a ella. En lo que si
tiene razón el post-humanismo, es en afirmar que el futuro depende íntegramente
de su interacción con la tecnología.
Un número considerable de organizaciones comparten estas ideas, por ser una
nueva forma de pensar contra la premisa de que la condición humana era esencial-
mente inalterable. La fusión de lo orgánico con lo inorgánico, la manipulación gené-
tica, o la superación del cuerpo, más que una nueva forma de “darwinismo” represen-
ta el deseo de dar el tiro de gracia a las cansadas humanidades, o ciencias humanas,
para dar paso a otro mundo y otras formas de habitarlo, vivirlo y experimentarlo.
No promete ser una nueva utopía, porque está consciente de las problemáticas que
acarrea; sin embargo, tampoco se conformará con ser sólo una ficción.
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III. Sobrepasando la básica condición corporal
Avatar holográfico
Fig. 33. Etapas del Avatar 2045. Imagen tomada del website del Proyecto 2045: http://2045.com
Eso lo tiene muy claro el multimillonario ruso Dmitry Itskov, quien fundó
“Iniciativa 2045”, un proyecto que propone emprender la producción masiva de ava-
tares, en los que se podrá descargar la conciencia humana, con toda su personalidad
y memoria. Una especie de cyborgs holográficos que pretenderán vencer “la tiranía
de la muerte”, ya que se implementaría una copia exacta de la mente en un cuerpo
no-biológico que permitirá a una persona vivir por miles de años ¿Es la conciencia
un epifenómeno del cerebro (un subproducto de la complejidad de la materia) o
procesos quimicobioeléctricos que el cuerpo sólo sintoniza e integra?
Consciente de los peligros, que la ciencia ficción ha desdibujado frecuen-
temente, de que la tecnología se vuelque en contra de la humanidad en un salto
de conciencia, Itskov ha reclutado personalidades espirituales, filósofos y cientí-
ficos, con el objeto de proveer un equilibrio ideológico y una estructura ética a
su proyecto, que ha sido presentado en diversas universidades del mundo y en el
Congreso anual llamado: “2045 Global Future Congress”. Aunque sus detractores
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El cuerpo posthumano
78 En: http://pijamasurf.com/2013/06/avatares-del-2045-el-ano-en-el-que-seremos-inmortales/
79 Para más información véase el website del proyecto: http://2045.com
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III. Sobrepasando la básica condición corporal
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