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Me he acordado recientemente, sobre lo acontecido hace un par de años, a un viejo amigo que
residía en las afueras de Buenos Aires. Fue un extraño acontecimiento, espero el lector mantenga
una mente abierta.
Hace un par de años, me enteré de la noticia que mi amigo Albert, había regresado de un largo
viaje que mantuvo en medio oriente. Albert y yo fuimos compañeros en la universidad, en clase de
Historia universal, y desde ahí entablamos amistad tanto fraternal como intelectual. Albert estudió
psicología,mientras yo estudié filosofía .Solíamos discutir bastante sobre literatura y música que
ambos disfrutábamos.
Albert siempre me había contado que tenía mucho interés por recorrer el mundo y conocer de
otras culturas, tenía un particular interés por culturas del medio oriente y una gran pasión por la
arquitectura y belleza de ciudades antiguas que algún día quería recorrer.
En fin, llegó el día que habíamos quedado para visitarlo, llegué a su casa.Era una casa estilo gótico,
con un portón ancho decorado con leones bálticos. La casa contaba con un extenso jardín de
cipreses, pinos y lirios.
Procedí a tocar el portón. Me recibió la ama de llaves de Albert, la señora Luján.Una señora bien
amable y suave en su trato.
- “El señor Albert lo espera adentro”- me dijo con una voz débil.
Ella me condujo a través de la entrada principal, hasta la puerta de la mansión. Al entrar pude
observar, los cuadros barrocos colocados en las paredes, la sala adornada con un piano clásico,
Una escalera espiral que daba acceso a habitaciones arriba.
Albert apareció,se encontraba bajando las escaleras cuando yo entré. Era un hombre de 43 años,
con un grueso bigote que dejaba entrever algunas canas en las puntas; pelo castaño y lacio
peinado atrás, con patillas puntiagudas. Tenía unos meláncolicos ojos grises y una nariz achatada.
Lo miré más delgado de lo que lo recordaba.
“¡Pero si es el señor Skywalker en persona!, tiempo sin verte colega”- Dijo Albert con un tono
jocoso.
-“Claudia, por favor prepárenos un poco de café por favor”- le dijo Albert a su ama de llaves.
“Siento que soy un hombre renovado, Joaquín, vaya que he reflexionado mucho de la vida en mis
viajes”- Repuso Albert.
“con que reflexionado ¿eh?; dime Albert sobre qué temas has reflexionado?”.- le contesté con una
sonrisilla.
“Pensarás que estoy loco, Joaquín, pero he pensado mucho en qué hay más allá de este mundo
terrenal. ¿Qué es nuestra alma?, a donde va cuando morimos’?”. Dijo Albert, que ahora había
tornado su rostro más serio.
La verdad no esperé que Albert me hablaría sobre esas cosas. Siempre fuimos unos escépticos
sobre misticismos, y sólo creíamos en lo que puede ser demostrado a base de razonamiento y
deducción. Al menos yo todavía lo creía en ese entonces.
“Vamos Albert debes estar bromeando. Tú hablando de vida de mas alla ?,te recuerdo como un
hombre de ciencia .No me esperaba esto.”
“Tienes que admitir, que hay muchísimas cosas que la ciencia no puede demostrar, tal vez hay
cosas que escapan nuestra comprensión. Además las leyes de la naturaleza suelen actuar de
manera tan extraña.Incluso en nuestra época los físicos hablan de posibles multiuniversos,
múltiples realidades e infinitas copias de nosotros mismos.” Expresó Albert con una expresión
serie en su rostro.Su tono fraternal ya se había desvanecido por completa. Estaba inmerso en el
tema de conversación.
“Sí, Albert, entiendo tu punto. Pero una cosa es hablar de realidades paralelas y paradojas y otra
cosa es hablar de espíritus y fantasmas del más allá.”
“Te contaré sobre unos de mis viajes. Anduve por una aldea alejada de la ciudad de Petra en
Jordania. Llegué por casualidad a esa aldea, decidí buscar posada en ese lugar; me pareció un lugar
muy bonito y acogedor para descansar. Había una hermosa vista en la noche de las estrellas en el
cielo”.
“Decidí recorrer la aldea, y noté que había un templo antiguo construido en el centro del
poblado.El templo era de piedra rojiza, tenía esculpidas extrañas figuras. Ví una serpiente
comiendo su propia cola y hombres reflejados por espejos.
“ Sentí bastante curiosidad por el templo y decidí preguntar a los aldeanos sobre él. Me dijeron
que hablara con Ramatt Arrabas , un sacerdote respetado del pueblo, es quien estaba al cuidado
del templo”.
“Rarmatt Arrabas era un anciano de 74 años, con una larga barba, piel oscura, ojos de color zafiro.
No tenía cabello y solía vestir una túnica roja y tenía varias perforaciones tanto en la nariz como en
las orejas. Observé que en sus manos tenía tatuajes de serpientes comiéndose su cola.
Me comentó que el templo es de la época del faraón Ramses ll. Hay una antigua secta que data de
esas épocas, los siabilis. Esta secta creía que los espejos eran portales a otras realidades ,creaban
una proyección del ser. ”