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ATENCION PRIMARIA DE SALUD MENTAL EN COLOMBIA

La atención integral a la salud mental debe considerar al sujeto influenciado por

diferentes representaciones sicosociales que son determinadas por múltiples variables

sociales, políticas, culturales, ambientales y económicas etc. Aunque en Colombia no se

dispone de datos evidentes acerca de los tipos de servicios de atención en salud mental, se

observa que se limitan al tratamiento farmacológico como única opción, pudiéndose

presumir que desconocen, ignoran o subvaloraran la multicausalidad de la alteración

mental. Ello da lugar a pensar en la necesidad de buscar otras alternativas terapéuticas

apropiadas, no farmacológicas, que sean más seguras, eficaces y de fácil acceso para el

usuario que los sicofármacos, y que le permitan un mejor bienestar según la situación

clínica del paciente. el propósito para la Estrategia y Plan de Acción sobre Salud Mental,

plantea fortalecer la respuesta del sector de la salud mediante la ejecución de intervenciones

de promoción, prevención, asistencia y rehabilitación en el campo de la salud mental.

En Colombia se han hecho grandes avances desde la Constitución de 1991, que

afirmó la dignidad humana y los derechos fundamentales. Sin embargo, con la

reglamentación de la ley 100 de 1993 y en especial mediante la Resolución 5261 de 1994,

se limitaron los alcances de una política de salud mental desde la perspectiva de los

derechos, restringiendo por ejemplo la atención médica a estadios críticos de la enfermedad

y desconociendo lo esencial de las labores preventivas y de atención primaria.


Los psicólogos, trabajadores sociales y terapeutas ocupacionales que están incluidos

dentro de una misma categoría, están prioritariamente ubicados en centros de atención

ambulatoria y en unidades psiquiátricas. Es necesario reconocer que la salud mental es una

necesidad apremiante para la atención integral desde el nivel de atención primario. La

magnitud del conflicto, el sufrimiento y la carga en términos de discapacidad y costos para

los individuos, las familias y las sociedades son abrumadores y aún “desconocidos si se

quiere”.

Las intervenciones para prevenir los problemas de salud mental están dirigidas a

contrarrestar los factores de riesgo y reforzar los factores protectores a lo largo de la vida,

con el fin de modificar esos procesos que contribuyen a la enfermedad mental. Mientras

más influencia tengan los factores individuales sobre el desarrollo de los trastornos

mentales y la salud mental, mayor será el efecto preventivo que se pueda esperar cuando se

implementen exitosamente. Es por ello que las intervenciones en edades precoces, que

apuntan a la intervención en las ventanas de oportunidades del desarrollo, son tan

relevantes y justifican con creces los costos.

Colombia, un país que tiene todos los medios para brindar a sus ciudadanos las

oportunidades para tener una buena calidad de vida, no lo hace, porque (además de muchas

otras situaciones) es un país enfermo mentalmente. Las causas, son muchas: las influencias

de la globalización, y los acontecimientos propios, como la corrupción, el narcotráfico, la

violencia, (en todos los ámbitos) y la ignorancia de las personas, la falta de sentido de

pertenencia de los ciudadanos por este país. Una de las cosas que más llama la atención es

esa “anestesia” que tienen los ciudadanos frente a lo que pasa, como la pobreza de los

demás, ya que solo nos importa la nuestra, pero no hacemos nada para combatirla, la
violencia se ha vuelto un espectáculo, un negocio para los políticos con lo que compran

votos y manejan al público, algo normal que pasa en la familia, escuela, calle y en donde

sea.

Dentro de las acciones de prevención y detección precoz de los trastornos mentales

presentadas en la política se incluye la prevención del maltrato infantil y del consumo de

sustancias psicoactivas, la constitución de redes locales de prevención que tengan en cuenta

la familia como objeto de intervención y, entre otras, la vinculación en todos los hospitales

de primer nivel de profesionales en salud mental, que como mínimo sean profesionales en

psicología, para construir los proyectos de salud mental en la comunidad.

En el mismo orden de ideas, se plantea la reorientación de servicios en salud mental,

como un proceso gradual que propende por integración social del enfermo mediante la

reducción en el número de hospitalizaciones y promedios de estancia y el fomento de los

servicios ambulatorios y de la participación de la familia en los planes de atención.

Es muy probable que emerjan nuevos descubrimientos en neurobiología, terapéutica

y epidemiología de los trastornos mentales en la próxima década, pero ya tenemos

suficientes evidencias y experiencias demostrativas que deben animar a no aplazar más la

promoción de la salud mental, y la prevención y el tratamiento temprano de los problemas y

trastornos mentales. Todo esto requiere una plataforma legal, que en nuestro medio ya se

vislumbra como ventana de oportunidad con la Ley 1616 del 21 de enero de 2013 que, si es

adecuadamente reglamentada, permitiría empezar a pagar una deuda de siglos con las

personas que en Colombia sufren trastornos mentales, y, por otro lado, permitiría hacer
aportes sustanciales al desarrollo del país en el logro de un capital humano y social acorde

con los merecimientos de todos los colombianos.

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