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BOLILLA II - REQUISITOS DE LA OBLIGACIÓN

ENUMERACIÓN DE LOS REQUISITOS DE LA OBLIGACIÓN


◊ Concepto: Son aquellos sin los cuales la obligación no puede tener existencia y validez. Se puede decir que son
elementos constitutivos de la obligación. Para Wayar, existen elementos esenciales y elementos no esenciales:

ELEMENTOS ESENCIALES ELEMENTOS NO ESENCIALES


1. Sujetos: activo y pasivo 5. Causa fin
2. Vínculo 6. Compulsión
3. Objeto (distinguirlo de la prestación)
4. Causa fuente

1. SUJETOS: CAPACIDAD Y DETERMINACIÓN


◊ Concepto: Constituyen el requisito subjetivo. Son los protagonistas del vínculo –es decir, titulares de derechos y
obligaciones-son aquellos sobre quienes recaen los efectos de la obligación. Solo puede ser sujetos de obligaciones
LAS PERSONAS tanto las personas humanas como las personas jurídicas pueden ser acreedoras o deudoras.
Los sujetos tanto el acreedor como el deudor pueden ser únicos o plurales
◊ Clases de sujetos:
- Activo: a quien el ordenamiento le reconoce el derecho de exigir la prestación  ACREEDOR
- Pasivo: a quien el ordenamiento le impone el deber de cumplir la prestación  DEUDOR

Aplicación de las normas referidas a las personas: Remisión al Libro I del CCyC:
- Concepto de persona - Titulares de derechos y obligaciones - Persona humana y persona jurídica - Sujetos
únicos o plurales
ART. 141 “Definición. Son personas jurídicas todos los entes a los cuales el ordenamiento jurídico les
confiere aptitud para adquirir derechos y contraer obligaciones para el cumplimiento de su objeto y los fines
de su creación”
ART. 22 “Capacidad de derecho. Toda persona humana goza de la aptitud para ser titular de derechos y
deberes jurídicos. La ley puede privar o limitar esta capacidad respecto de hechos, simples actos, o actos
jurídicos determinados.”
ART. 23 “Capacidad de ejercicio. Toda persona humana puede ejercer por sí misma sus derechos, excepto las
limitaciones expresamente previstas en este Código y en una sentencia judicial.”

◊ Condiciones requeridas:
Capacidad – Se requiere capacidad de derecho, es decir, poder gozar de la postura de acreedor o de deudor. No se
exige capacidad de ejercicio porque tales incapaces pueden actuar por sus representantes.
Determinación – Ambos deben ser personas determinadas o determinables. Esto se refiere a la individualización de
la persona del acreedor y del deudor. Por lo general ambos se hallan individualizados desde el nacimiento de la
obligación y esta situación no varía hasta su extinción (personas determinadas); otras veces, luego de constituido el
vínculo, se desconoce quién será el acreedor o quien será el deudor, pero esta indeterminación, siempre que sea
relativa, pasajera o transitoria, no afecta su validez (persona determinable); por ejemplo con los títulos emitidos al
portador, que confiere la calidad de acreedor a quien los posee.
Si en el tiempo del cumplimiento la indeterminación se disipa y queda determinado el acreedor y el deudor, la
obligación tendrá plena eficacia. Esta es la regla general. Por excepción si se desconoce quién es el acreedor hasta
llegado al día de cumplimiento/pago, la obligación es igualmente válida, ya que el deudor puede recurrir al
procedimiento previsto para el pago por consignación y obtener así, su liberación.
En cambio, si la indeterminación afecta al deudor, la obligación carece de eficacia y no surte efecto alguno. La ley no
ha previsto mecanismos que posibilite exigir el cumplimiento a una persona desconocida. La determinación del
deudor es esencial para que la obligación sea válida, el acreedor puede ser excepcionalmente, una persona
desconocida.

OBLIGACIONES “PROPTER REM”


Concepto: Son las que descansan sobre determinada relación de señorío sobre la cosa. La obligación nada, se
desplaza y se extingue con la cosa. Se caracterizan porque el deber de prestación se le impone a la persona,
exclusivamente, en tanto ese sujeto sea titular de una relación real, por lo que está en una relación de señorío sobre
la cosa (propiedad, posesión, usufructo, etc.) Es decir, la persona del deudor queda determinada por tener la cosa en
su poder, o sea que la cosa es el elemento que determina el sujeto obligado. Por esta razón se ha dicho que el deber
de prestación sigue la cosa, va adosado a ella y que la obligación nace, se trasmite y se extingue junto con la cosa.

Caracteres: Según Wayar, son

- Dependen de una relación real  Sólo es acreedor o deudor propter rem aquel que está jurídicamente relacionado
con una cosa, sobre la cual ejerce determinado señorío. No es necesario que ejerza sobre la cosa algún derecho real,
lo esencial es que el sujeto este en relación con la cosa, cualquiera que sea el título que lo ostente (propietario o
poseedor) Por ej. el comprador de un inmueble solo se vuelve propietario con la escritura pública, pero el hecho de
ser poseedor de la cosa, ya es considerado deudor de las expensas comunes en el régimen de propiedad horizontal.

- Se las constituye en razón de la cosa y con referencia a ella  Las prestaciones que deben cumplir se originan, la
mayoría de las veces, en los gastos que realizaron los acreedores para construir, conservar o mejorar la “cosa” sobre
la cual ejercen una especie de señorío. La cosa es la que requiere dichos gastos, inversiones que generan créditos –a
favor del inversor- y deudas –a cargo de quien se beneficia. Por ej. atender los gastos que demande la conservación
de la cosa que se tiene en condominio.

-Pueden consistir en un dar, un hacer o un no hacer  Es una de las mayores diferencias con las cargas reales
porque éstas constituyen en un tolerar/soportar que otro ejerza su derecho en uno de sus bienes.

-El crédito y la deuda se transmiten a los sucesivos titulares  Ya que al crédito o deuda se los tiene en razón de la
cosa, ésta transforma en acreedor o deudor a los sucesivos adquirientes o poseedores. Por ej. compro un inmueble
cuyos muros medianeros fueron hechos por el anterior propietario, sin que el vecino aportara lo que le correspondía
y yo puedo exigirle a éste el pago de lo que corresponde. La posesión de la cosa me convirtió en acreedor.

-Se extinguen cuando cesa la relación con la cosa  Cuando cesa, por cualquier motivo, la relación de la persona con
la cosa, desaparece también el crédito o la deuda que le incumbían a aquella. Quien se desprende de la cosa se
desobliga; quien la adquiere se vincula. El abandono, entonces, provoca la extinción de la obligación, pero ¿en qué
momento debe darse para liberar al deudor? El abandono tiene eficacia aunque se concrete después de efectuados
los gastos. Si esta obligación se asume en razón de la cosa, cuando cesa su posesión, también cesa la obligación, sino
no sería propter rem. Si poseo un auto en condominio con Pedro, y Pedro le hace reparaciones, el hecho de que yo
abandone la cosa (el auto) ya es suficiente para liberarme de mi obligación de colaborar en dichas reparaciones.

-En el supuesto de incumplimiento, el deudor responde con todo el patrimonio  El deudor propter rem no limita su
responsabilidad al valor de la cosa en virtud de la cual se inicia la relación. En caso de incumplimiento responde con
todo su patrimonio, porque el principio general es que todo deudor responde con la totalidad de su patrimonio que
constituye la <prenda común> de los acreedores; para limitar su responsabilidad al valor de la cosa, el deudor debe
ser expresamente autorizado por la ley y en el caso de las obligaciones propter rem, dicha autorización
prácticamente no existe.
Cabe aclarar que la responsabilidad ilimitada será únicamente cuando el deudor incumple: cuando manteniéndose
en relación con la cosa, se niega a satisfacer al acreedor.

-Son creadas por la ley  La obligaciones propter rem, derivan de la ley, ya que sólo el legislador puede crearlas. Los
particulares no podrán nunca crear un obligación que tenga por deudor o acreedor a todo ulterior (futuro) poseedor
de una cosa determinada.; entre otras razones, porque los contratos no pueden vincular a los terceros que no
intervinieron en su celebración.

Existen muchos supuestos con caracteres afines pero sin ser “propter rem” Por ejemplo, el impuesto
automotor/inmobiliario, no se extingue por el abandono.

La cuestión en el Código civil de Vélez


La doctrina discutió si esta clase de obligaciones fue o no acogida en el sistema del código civil.
ART. 497 del Código civil de Vélez: “A todo derecho personal corresponde una obligación personal. No hay obligación
que corresponda a derechos reales.”

a. Tesis negativa  Según una corriente, las obligaciones propter rem no habrían sido adoptadas en el código civil,
porque se razona así:
I) El derecho personal crea una relación entre personas determinadas, acreedor y deudor. Entre ambos hay
una armónica correlación: “A todo derecho personal corresponde una obligación personal…”
II) El derecho real, no se integra con una obligación que corresponda a una persona determinada. Frente al
titular de la potestad real se sitúa la sociedad toda, pero el deber de respeto universal no es una verdadera
obligación. Tampoco se debe ver una obligación en el deber de ciertas personas de soportar que otra
ejerza un derecho real sobre uno de sus bienes: “…No hay obligación que corresponda a derechos reales”
III) Si éste es el sistema aceptado por el código civil, es absurdo pensar que una persona pueda estar obligada
por el hecho de ser titular del derecho real, o por el hecho de tener que soportarlo, puesto que no hay
obligación que les corresponda. Esta tesis ha sido superada.

b. Tesis positivaEs innegable que las obligaciones reales o propter rem tienen cabida en el código civil, por los
siguientes fundamentos:
I) El art 497 no se refiere a las obligaciones propter rem. El codificador se refirió al deber jurídico que les
incumbe a todos de respetar el derecho real. El deber general de respeto, si bien es el correlato de todo
derecho real, no constituyen obligación. Además el art 497 alude a las cargas reales, entendidas como
gravámenes que debe asumir el sujeto pasivo de un derecho real, sobre cuyos bienes otra persona
ejercen algún derecho real, y nada dice de las obligaciones propter rem. Éstas no están comprendidas en
dicho artículo. “…No hay obligación que corresponda a derechos reales”
II) De los distintos supuestos comprendidos en el art 497, es posible imaginar diversas hipótesis pero las
obligaciones propter rem no están comprendidas en él.
• Juan es propietario de un inmueble. Pedro, Pablo, Diego, toda la comunidad, deben respetar ese
derecho, pero éste NO es una obligación correlativa al derecho de propiedad.
• Juan tiene un derecho de hipoteca sobre un inmueble de Pedro, en virtud de un crédito que le ha
concedido. Hay dos relaciones: de obligación (crédito-deuda) y de derecho real (derecho de hipoteca-
carga o gravamen) En el derecho real está el sujeto activo que es el titular de la hipoteca: Juan, y uno
pasivo que es Pedro porque soporta la carga de tener un mueble suyo gravado con hipoteca, no se halla
obligado.
• Juan compra un inmueble y está obligado a pagar el valor de los muros medianeros, asume esta
obligación por hallarse en relación con la cosa (muros) entonces NO se aplica el art. 497. Se asienta en el
derecho real pero no “forma parte” de él, hay dos relaciones jurídicas independientes: la de derecho real
de propiedad del inmueble y la de obligación propter rem de los muros medianeros.
III) El art 497 es de carácter doctrinal, carece de contenido normativo; pues pretende introducir conceptos
jurídicos en el código civil.

Algunos supuestos de obligaciones propter rem


 DE DAR:
Obligaciones derivadas de medianería (arts. 2007, 2008, 2014, 2018, 2027, 2028 , 2031, 2032 del CCyC )
Recompensar a quien encuentra una cosa perdida (art 2533 CCV)
Pagar expensas comunes (art 2048 y 2050 CCyC)
Contribuir en los gastos de conservación de la cosa común en el condominio (art 2685 CV; art 1991 CCyC)
 DE HACER
Construir un contramuro cuando se edifique un fogón (art 2622 CCV)
Reconstruir la pared medianera
 DE NO HACER
No hacer excavaciones cuando puede causar ruinas (art 2615 CCV)
No plantar árboles a menos de 3 metros (1982 CCyC)

Diferencia con las cargas reales


En sentido estricto, las cargas reales son entendidas como rentas, donde el poseedor de un bien inmueble está
obligado a cumplir prestaciones periódicas de dar o hacer a favor de determinada persona. La asimilación es
imposible en nuestro derecho, porque constituyen resabio de del derecho medieval de la época feudal.
En sentido amplio, la expresión carga real es empleada como sinónimo de gravámenes reales, que no deben ser
identificados con las obligaciones propter rem. Desde este punto de vista, carga real equivale al deber jurídico que
tiene una persona de soportar que sobre uno de sus bienes, ejerza un derecho real otra persona. Así, el deudor
hipotecario debe tolerar que el acreedor hipotecario ejerza su derecho sobre el inmueble hipotecado, lo cual
constituye para el primero una carga real. Lo mismo sucede los derechos reales que se ejercen sobre la cosa ajena.
La carga real es el correlato o lado pasivo de un derecho real.
¿Cómo pueden confundirse? Habrá problemas si se tiene en cuenta que en los derechos reales también existe un
sujeto pasivo, que no siempre es universal. En ciertos casos, el ordenamiento le impone una persona determinada el
específico deber jurídico de tolerar que otra persona ejerza sobre uno de sus bienes un derecho real. Lo típico de
este deber jurídico es su carácter real; es decir, se impone en razón de la cosa gravada y se mantiene con ella donde
quiera que vaya. Si el deudor hipotecario vende la cosa, el deber jurídico va con ella, y el nuevo propietario tiene que
tolerar o sufrir el derecho de hipoteca. La relación con la cosa determina la persona que es sujeto pasivo. De ahí el
parentesco de este deber jurídico real con la obligación propter rem. Sin embargo, entre ambas figuras hay notables
diferencias, basándonos en la situación jurídica en que se halla el tercer poseedor de un inmueble hipotecado. Han
sostenido algunos autores que en tal caso se está ante una obligación propter rem, por ende, el tercer poseedor es
tratado como deudor u obligado a pagar el crédito, pues está en relación con la cosa y puede liberarse
abandonándola. Sin embargo:
a. El tercer poseedor no puede ser considerado deudor, desde el momento en que la ley descarta la posibilidad
de que incumpla la obligación. El tercer poseedor no responde con sus otros bienes, lo cual desmiente que
se trate de un obligado propter rem, porque éste tiene responsabilidad ilimitada en caso de incumplimiento.
b. Tampoco el hecho de que tanto el deudor propter rem como el tercer poseedor puedan liberarse mediante
el abandono de la cosa autoriza a identificarlos. El abandono en uno y otro caso, tienen distinta naturaleza
jurídica; así, el tercer poseedor que hace abandono de la cosa no abdica ni pierde el derecho de dominio,
sino hasta tanto se adjudique ese derecho a otro por sentencia judicial. En el ínterin entre el abandono y la
sentencia el tercero sigue siendo propietario. En la obligación propter rem, en cambio, el abandono tiene
carácter definitivo, libera al deudor desde su consumación y sus efectos se proyectan hacia el futuro.
Dichas diferencias bastan para demostrar que el deber del tercer poseedor hipotecario, considerado como la carga
real, si bien podría ubicarlo en la situación de sujeto pasivo respecto del derecho real de hipoteca, NO puede ser
asimilado a la ob. propter rem. Lo mismo se aplica a los demás supuestos de cargas reales (usufructo, uso, etc.)

2. EL VÍNCULO JURÍDICO

-Concepto: Es el elemento inmaterial o puramente jurídico en el sentido que sólo es aprehensible por medio de las
normas que “enlazan” al acreedor con el deudor. Este lazo jurídico tiene manifestaciones reales y concretas:
Pedro/deudor se debe comportar de determinado modo porque está jurídicamente vinculado a Juan/acreedor, a
quien el ordenamiento le reconoce el derecho de exigir tal comportamiento.
Es temporario/transitorio, porque toda obligación nace para ser extinguida. El deudor tiene derecho a desvincularse.
-Importancia: Es el elemento tipificante porque revela el carácter personal de la relación. Explicita el crédito y la
deuda y explica por qué el acreedor tiene el derecho de exigir y el deudor el deber de cumplir:
La fuerza jurídica del vínculo se siente sobre el acreedor y el deudor. Es en virtud del vínculo que el acreedor tiene
derecho de exigir determinado comportamiento y hasta de ejercer medidas legítimas de compulsión si fuera
necesario. Y es razón del vínculo que el deudor está obligado a ese cumplir con dicho comportamiento
Con apego a las teorías clásicas, se dice que el vínculo es el elemento que explica y justifica la situación de
sometimiento en que se halla el deudor, esto debe ser revisado. Acreedor y deudor deben situarse en un plano de
igualdad jurídica y prestarse recíproca asistencia. Por ello, el principio favor debitoris quedó desdibujado
reemplazándolo por “favorecer al más débil” sea deudor o acreedor: esto se explica porque cada vez es más patente
que muchas veces el acreedor es el que está “en desventaja” por ej. en los contratos de seguro por adhesión a
cláusulas fuertes predispuestas por empresas “fuertes”.

-El vínculo y su correspondencia con el débito y la responsabilidad: Remitiéndonos a las teorías sobre el débito y la
responsabilidad, esto se relaciona con el vínculo en el momento de explicar la coacción. (*)

-El vínculo como elemento común a toda relación jurídica: Se ha dicho que no es esencial de la obligación porque es
un elemento común a todo derecho subjetivo: el vínculo está presente en toda relación jurídica y no se justifica
considerarlo tipificante de la obligación. Esto es errado. Con este razonamiento, los sujetos y el objeto que también
integran toda relación jurídica tampoco serían esenciales en la obligación, y ésta quedaría despojada de elementos
hasta desaparecer como especie particular del género de la relación jurídica.

-Ligamen entre personas: Se establece entre <personas>. El hombre siempre fue y será el protagonista de las
relaciones jurídicas. Aquí se critica a las teorías patrimonialistas que afirman que el vínculo se establece entre los
patrimonios, porque ello hace perder a la obligación su carácter de humanidad (deshumanización) y supone un
cierto sometimiento del deudor a manos del acreedor, cuando en realidad se busca la igualdad en esta relación. Que
el acreedor este vinculado al deudor, no quiere decir que tenga un derecho sobre él, ni que el deudor esté sometido
al acreedor. El acreedor tiene derecho a obtener algo del deudor, pero no es él mismo, sino uno de sus bienes o el
resultado de una conducta. El acreedor sólo puede “exigir” al deudor mediante los medios legales previstos, y no por
ejemplo, por uso de fuerza. Que sea entre personas explica que deba ser ejercido de buena fe y sin abusos y
respetando los derechos esenciales de las personas obligadas.

-La coacción: Sirve para reclamar judicialmente el cumplimiento de la obligación. Fue considerada como uno de los
elementos propios de la obligación, pero cuando (*) cobró auge la teoría alemana del debito y la responsabilidad se
advirtió que no era así, al comprobarse que la coacción sólo actuaba en caso de responsabilidad: si la obligación se
cumple no había responsabilidad ni coacción. Los partidarios de la teoría integradora insistieron en la importancia de
la coacción, pero como virtualidad del vínculo jurídico. Como un elemento del vínculo, que sólo actúa en caso de
incumplimiento, y que antes de que éste se produzca se mantiene en potencia. Ya sea en potencia (sin
incumplimiento) o en acción (con incumplimiento), integra el vínculo jurídico.
Se debe realizar una distinción en la obligación. En la deuda/débito, la coacción está LATENTE, como en potencia,
porque si bien existe la posibilidad de que se concretice, no lo hará si el deudor cumple con su prestación. En la
responsabilidad, la coacción es ya PATENTE, porque el deudor no cumplió y esos poderes en potencia del acreedor,
ahora se efectivizan para el cumplimiento forzado de la obligación o bien, para la indemnización.
Para Wayar no es un elemento autónomo/esencial de la obligación, y esto se observa en el cumplimiento voluntario
y en las obligaciones naturales (los deberes morales en el CCyC)
Cumplimiento voluntario  No existe compulsión si el deudor cumple voluntariamente. Se argumentó en contra que
la coacción es esencial porque siempre existe la posibilidad de ejercerla, sin embargo para que la coacción pase de la
potencia al acto es condición sine qua non que el deudor no cumpla y la coacción en potencia no tiene verdadera
función, aunque se diga que es para presión psicológica al deudor, los motivos por los que cumplen son variados y es
exagerado decir que es por la posibilidad de coacción futura.
Obligaciones naturales (deberes morales en el CCyC)  Como no tienen coacción, quienes niegan que las
obligaciones naturales contengan deberes jurídicos afirman que la coacción integra necesariamente el vínculo
obligatorio, pero el hecho de que no haya coacción no significa que no haya vínculo. Si bien el acreedor carece de
acción para exigir el cumplimiento, el deudor está dotado para pagar.

3. EL PROBLEMA DEL OBJETO


Existe un debate con respeto a la distinción –o no- entre objeto y prestación. Para autores como Wayar, Zannoni,
Compagnucci de Caso, afirman que es necesaria tal distinción, así:

- El objeto: Es el bien debido (material o inmaterial) al que tiene derecho el acreedor. Es toda entidad material
o inmaterial que tiene valor económico para el deudor y es para apta satisfacer el interés del acreedor. Es el
resultado de la conducta del deudor. Varía según la clase de obligación de la que se trate.

Clase de obligación Objeto


De DAR La cosa
De HACER (prestación sustituible o insustituible/intuitu personae)
Encaminadas a la producción de un resultado La cosa
De puro hacer La utilidad que deriva de la conducta
De NO HACER La utilidad que deriva de la abstención

- La prestación: Es la conducta o comportamiento que el deudor debe desplegar para producir el “bien” que
habrá de satisfacer el interés del acreedor. Constituye el medio por el cual el acreedor alcanzará el objeto al
que tiene derecho. También difiere según la clase de obligación.

Clase de obligación Prestación


De DAR La acción de entregar
De HACER (prestación sustituible o insustituible/intuitu personae) La conducta del deudor
De NO HACER La abstención

El acreedor tiene derecho al OBJETO (es decir, al resultado de la conducta del deudor) no tiene derecho a la
PRESTACIÓN (es decir, a la conducta en sí)
Pero para autores como Salvat, Llambías, Borda, Cazaeux, Trigo; la diferenciación perdió utilidad o nunca la tuvo, por
lo que el objeto de la obligación es la prestación.

ARTÍCULO 725: “Requisitos. La prestación que constituye el objeto de la obligación debe ser material y jurídicamente
posible, lícita, determinada o determinable, susceptible de valoración económica y debe corresponder a un interés
patrimonial o extrapatrimonial del acreedor”
Para que la prestación pueda ser objeto de la obligación debe reunir ciertos requisitos que el Código determina:
-Ser material y jurídicamente posible
-Lícita
-Determinada o determinable
-Susceptible de valoración económica
-Debe corresponder a un interés del acreedor
Estos requisitos hacen a la constitución válida de una obligación y a su dinámica funcional, los que deben
presentarse al momento del nacimiento de la obligación y subsistir durante su vigencia. Los requisitos enumerados
han sido generalmente reconocidos por la doctrina.

Examen de algunos textos legales en particular - Distintos textos referidos a la prestación:


a. Prestación como conducta del deudor – ART. 773 “Concepto. La obligación de hacer es aquella cuyo objeto
consiste en la prestación de un servicio o en la realización de un hecho, en el tiempo, lugar y modo acordados
por las partes.”
Toda obligación supone la realización de una conducta por parte del deudor. Este comportamiento puede
consistir en una acción (dar o hacer) o en una omisión (no hacer). La diferencia entre dar y hacer tiene bases
ontológicas. Ambas son conductas positivas, esto es, acciones. En la obligación de dar, el interés está puesto
fundamentalmente sobre la entrega de la cosa. En las de hacer, la cuestión reposa en una actividad del
hombre que puede o no producir una cosa. Sólo si esto último acontece, se aplicarán las reglas de las
obligaciones de dar (art. 774 in fine del Código) Las obligaciones de hacer, en la actualidad, tienen una
importancia capital en la vida negocial. Pueden surgir tanto de la voluntad de las partes como de la ley. Por
ello se justifica esta parte general aquí regulada, sin perjuicio de las disposiciones específicas, sobre todo en
materia contractual. Estas normas son también aplicables, supletoriamente, a deberes no obligacionales en
los que se imponen conductas de hacer.
Las circunstancias de modo, tiempo y lugar de cumplimiento no se rigen sólo por lo que las partes hayan
dispuesto, sino también por lo que establezcan las normas imperativas en los casos en los que la autonomía
de la voluntad se encuentra vedada, y las supletorias a falta de previsión convencional. También, en su caso,
por lo que el juez determine en los casos sometidos a su decisión.

b. Prestación ejecutada por un tercero – ART. 776 “Incorporación de terceros. La prestación puede ser
ejecutada por persona distinta del deudor, a no ser que de la convención, de la naturaleza de la obligación o
de las circunstancias resulte que éste fue elegido por sus cualidades para realizarla personalmente. Esta
elección se presume en los contratos que suponen una confianza especial.”
Las prestaciones de hacer pueden ser fungibles e infungibles. En las primeras el interés del acreedor se
satisface con la realización de la actividad debida, con total independencia de quién sea el sujeto que las
realiza; en las segundas, tal interés sólo se satisface si es el propio deudor quien la practica. La regla es que el
deudor puede reemplazar su persona por un tercero, pero se encuentra fuertemente limitada, no sólo por el
principio de buena fe y el del ejercicio regular de los derechos, sino también porque puede existir previsión
convencional en contrario, surgir in re ipsa (cosa evidente) que se ha elegido al deudor y no a otra persona
(por la naturaleza de la obligación y otras circunstancias), o bien por tratarse de un contrato que supone una
confianza especial en la persona del obligado, caso en el cual la infungibilidad se presume. Por ello es que el
concepto no es netamente objetivo, sino que también las partes pueden determinar, en este ámbito, la
naturaleza de la prestación.

c. Prestación como cosas – ART. 746 “Efectos. El deudor de una cosa cierta está obligado a conservarla en el
mismo estado en que se encontraba cuando contrajo la obligación, y entregarla con sus accesorios, aunque
hayan sido momentáneamente separados de ella.”
La obligación de dar cosa cierta es aquella en la cual el contenido de la prestación se encuentra
perfectamente determinado en su singularidad al momento de constituirse la obligación. La razón de ser de
las diversas categorías de las obligaciones de dar es, en esencia, la mayor o menor determinación de la cosa,
que trae aparejado un régimen diferenciado antes de la individualización, si se produce la pérdida o el
deterioro de la cosa (Las diversas especies de las obligaciones de dar son: a) de dar cosa cierta; b) de género;
c) de dar bienes que no son cosas; d) de dar dinero.)
El CCyC impone al deudor de una cosa cierta el deber de conservarla en el mismo estado en que se
encontraba al momento de contraer la obligación. Este deber se extiende desde el nacimiento de la
obligación hasta la oportunidad fijada para su cumplimiento e implica la adopción de determinadas
conductas tendientes a evitar el deterioro de la cosa y la abstención de introducirle modificaciones que
alteren definitivamente su estructura y valor, siempre y cuando no hayan sido motivadas por la necesidad de
conservarla.
En la norma se contemplan dos cuestiones esenciales:
-La extensión de la obligación: Comprende la cosa principal y sus accesorios. Se mantiene el principio de la
accesoriedad, consagrado —en materia de cosas— en los artículos 229 y 230 del Código
-El deber de conservación de la cosa: Consagrado de manera genérica, en principio a costo y cargo del
deudor.

d. Prestación como actividad más cosas – ART. 774 “Prestación de un servicio. La prestación de un servicio
puede consistir:
a) en realizar cierta actividad, con la diligencia apropiada, independientemente de su éxito. Las cláusulas que
comprometen a los buenos oficios, o a aplicar los mejores esfuerzos están comprendidas en este inciso;
b) en procurar al acreedor cierto resultado concreto, con independencia de su eficacia;
c) en procurar al acreedor el resultado eficaz prometido. La cláusula llave en mano o producto en mano está
comprendida en este inciso.
Si el resultado de la actividad del deudor consiste en una cosa, para su entrega se aplican las reglas de las
obligaciones de dar cosas ciertas para constituir derechos reales.”
Se distinguen claramente dos modalidades de la prestación de hacer, cuya diversa naturaleza motiva una
regulación diferenciada: la prestación de un servicio y la ejecución de un hecho. En el plano contractual, ello
se refleja en dos tipos diferenciados: el contrato de servicios y el contrato de obra. Los conceptos se
trasladan a esta parte general de las obligaciones de hacer. El servicio es una actividad intangible, y desde el
punto de vista del receptor se agota con el consumo inicial y desaparece, no se traduce en una cosa, si bien
eventualmente puede haberlas, pero éstas son sólo instrumentales y accesorias. En cambio la obra es
resultado reproducible de la actividad y susceptible de entrega, en donde se combinan actividad y su
producido, tan importante como la primera. En los servicios la responsabilidad puede ser subjetiva u
objetiva, según los alcances de la obligación del deudor. En las obras (o "hechos"), sólo objetiva. Si de la
actividad del deudor se produce una cosa, las cuestiones atinentes a su entrega y régimen jurídico se rigen
por las reglas de las obligaciones de dar, con el fin de constituir derechos reales.

e. Prestación como bien debido - La prestación es una conducta debida por el deudor, que puede consistir en:
Obligación de DAR  Entregar una cosa o trasmitir o poner a disposición bienes que no son cosas
Obligación de HACER  La prestación de un servicio, o la realización de un hecho
Obligación de NO HACER  Y la abstención del deudor de una conducta permitida o tolerar una actividad
ajena

Requisitos de la prestación (Artículo 725)


a. POSIBILIDAD “Debe ser material y jurídicamente posibles”  Deben ser de existencia posible. Hay dos clases
de imposibilidad, una física y otra jurídica. La física o material se refiere a un comportamiento u objeto que
no puede realizarse materialmente, por ej. Tocar el cielo con las manos. La imposibilidad jurídica es un
impedimento impuesto por el ordenamiento jurídico, que puede ser entendido más bien como ilicitud.
Dicha imposibilidad debe ser absoluta, es decir, de imposible realización para cualquier persona; no hay
imposibilidad cuando sólo el deudor no puede cumplirla.
Además debe ser originaria, es decir, existir al momento en que la obligación nace. Si la imposibilidad
sobreviene luego de la formación de la obligación, ésta sí existió, sólo su cumplimiento se volvió imposible.
Esa imposibilidad desembocaría en la extinción de la obligación o en la indemnización del acreedor (según si
el deudor haya obrado con culpa o no)

b. LICITUD “Debe ser… lícita” Esto es que su tráfico debe estar permitido por el ordenamiento jurídico, es decir,
debe guardar adecuación con la ley. Si no existiera, se produce la nulidad de la obligación.
No pueden constituirse en objeto de una obligación: Las cosas que están fuera del comercio; las cosas sobre
las cuales pesa una prohibición legal que impide que integren determinada obligación.
No pueden constituirse como prestaciones de una obligación: Las acciones prohibidas o reprimidas como
delitos; las acciones contrarias a la moral y a las buenas costumbres; las acciones que impliquen una
limitación o restricción indebida de la libertad del obligado.
La innovación de la ilicitud de la conducta debe ser realizada por el deudor y corre a su cargo la prueba.

c. DETERMINACIÓN “Debe ser… determinada o determinable” Se refiere a la individualización originaria o


posterior al nacimiento de la obligación: la prestación debe estar determinada al momento del nacimiento
de la obligación, o poder ser determinada en un momento posterior, antes del plazo fijado para el
cumplimiento. Es determinada cuando desde el comienzo se la conoce; y es determinable cuando al inicio
sólo se conocen los mecanismos legales o convencionales que permiten su individualización posterior.

d. PATRIMONIALIDAD DE LA PRESTACIÓN E INTERÉS DEL ACREEDOR “Debe ser… susceptible de valoración


económica y debe corresponder a un interés patrimonial o extrapatrimonial del acreedor” La
patrimonialidad, es decir, que sea susceptible de valuación dineraria, sólo es requerida para la prestación y,
especialmente, para el objeto, pero no para el interés.

ANTECEDENTES Y EVOLUCIÓN
- Opinión de Savigny: Toda obligación debe tener un objeto y una obligación que necesariamente puede
traducirse en una suma de dinero, de modo contrario el acreedor se verá frustrado si el deudor no cumple
con su prestación, porque ¿Cómo estimar el valor de su condena? Se fundamenta en las Institutas de Gayo,
según la cual, en el marco del procedimiento romano, el demandante debía estimar pecuniariamente cuánto
dinero le costaría la condena al demandado, aunque el objeto debido fuera un objeto corporal, un esclavo,
etc.
- Opinión de Ihering: Se opone a Savigny porque dice que esto convertiría al derecho a un amparo de los
intereses del bolsillo, sin tener en cuenta la importancia de otros intereses como espirituales. Por lo que aún
a falta de contenido económico estricto, la obligación es válida, en tanto el derecho debe proteger todos los
intereses del acreedor, aun los que no tuvieran patrimonialidad.
- Opinión posterior Windscheid –Scialoja: Distinción de conceptos  La prestación sería la conducta, por
ejemplo, esculpir. El objeto sería la cosa, por ejemplo, un monumento. Y se añade el interés, que sería,
honrar a los muertos. Así se concilian ambas posturas. Tanto la prestación como el objeto deben poder
traducirse en una cantidad dineraria, pero el interés, puede o no ser de carácter patrimonial. Así el
ordenamiento jurídico ampara cualquier interés que tenga el acreedor y esto se expone claramente en el
art. 725 citado. (“…susceptible de valoración económica y debe corresponder a un interés patrimonial o
extrapatrimonial del acreedor”)
• La patrimonialidad del interés: el que puede no existir
• Valoración económica en el objeto y en la prestación: que siempre debe presentarse

Patrimonialidad e interés en las obligaciones nacidas de hechos ilícitos


En el campo extracontractual también es posible distinguir interés y prestación. Los intereses que la indemnización
tiende a satisfacer no siempre son económicos, como ocurre en los delitos de violación, injurias, calumnias, etc. A
intereses no patrimoniales también le corresponde una prestación pecuniaria.

4. LA CAUSA FUENTE
Concepto: Es el hecho capaz de generar obligaciones, y esa virtualidad para crear la obligación es reconocida por el
ordenamiento jurídico, esto no se debe confundir y pensar que la fuente es la norma. La norma cumple la función de
juridizar el vínculo ya creado por el hecho.
Entonces toda obligación deriva de uno o de varios hechos que tienen virtualidad suficiente para dar nacimiento a
un vínculo considerado obligatorio por el ordenamiento. El hecho generador como sabemos pueden ser hechos
jurídicos (art. 257), simples actos lícitos (art. 258) o actos jurídicos (art. 259)

Caracter esencial: Constituye otro de los elementos esenciales de la obligación. Regulado en el art. 499 del CCV y el
726 del CCyC. “No hay obligación sin causa, es decir, sin que derive de algún hecho idóneo para producirla, de
conformidad con el ordenamiento jurídico” Expresa la indispensable necesidad de una causa que lo justifique. Se
trata de destacar la importancia de la delimitación de un suceso de la vida cuando de él depende el nacimiento de un
vínculo jurídico obligatorio. (por ej. la muerte, si es homicidio, su autor está obligado a indemnizar; distinto sería si
fue suicidio) Se debe determinar bien el hecho y sus circunstancias, porque de ello depende no sólo la existencia de
la obligación sino la responsabilidad del obligado.
Prueba de existencia de la obligación: La teoría del hecho-fuente está estrechamente vinculado con la teoría de las
pruebas, porque según la regla onus probandi, quien afirma la existencia de un hecho debe probarlo.

Existencia de la obligación y presunción de causa:


Artículo 727  “Prueba de la existencia de la obligación. Presunción de fuente legítima. La existencia de la obligación
no se presume. La interpretación respecto de la existencia y extensión de la obligación es restrictiva. Probada la
obligación, se presume que nace de fuente legítima mientras no se acredite lo contrario.” De lo que inferimos:

◊ La existencia de la obligación no se presume: se debe probar la existencia de la obligación, y tal tarea recae
en quien la obligación beneficia, por lo que la carga de la prueba, incumbe al acreedor.

◊ Interpretación restrictiva: se adopta un criterio restrictivo por la existencia del vínculo y de sus efectos
jurídicos. En caso de duda, se aplica el principio de favor debitoris, es decir, a favor del deudor; tanto en la
existencia misma de la obligación como en su extensión.
(Cód. Comentado: El código determina que ya no se trata de un favor debitoris, sino de un favor debilis,
ajustando el principio a las nuevas demandas que presenta la sociedad.
Ante una relación en la cual existan dudas sobre la existencia de deberes de conducta con contenido
patrimonial, de una persona a favor de otra, debe interpretarse como que no existe obligación.
Probada la existencia de una obligación, si existen dudas sobre la extensión de los deberes del deudor o de
los derechos del acreedor, debe estarse siempre por la interpretación más favorable al deudor, esto es, a
favor de su liberación)

◊ Presunción de la existencia de una causa legítima: probada la existencia de la obligación, se presume la


existencia de una causa válida. Se admite prueba en contrario, es decir, de probar la ilegitimidad y por lo
tanto invalidez, de la causa fuente. Dicha prueba incumbe al deudor.

RECONOCIMIENTO DE LAS OBLIGACIONES


ART. 733 “Reconocimiento de la obligación. El reconocimiento consiste en una manifestación de voluntad, expresa o
tácita, por la que el deudor admite estar obligado al cumplimiento de una prestación.”

La cuestión en nuestro derecho: La palabra “reconocimiento” se usa en dos sentidos:


1. como sinónimo de confesión
2. o como sinónimo de título o fuente.
El Código civil de Vélez reconocía solo como sinónimo de confesión y un medio apto para interrumpir la
prescripción.

Derecho comparado: El reconocimiento confesión es admitido por varias legislaciones, el reconocimiento título, en
cambio, solo es admitido por algunas, como Suiza y Alemania.

Concepto: Es el acto desplegado por el deudor que permite admitir la existencia de un vínculo obligatorio respecto
del acreedor.

Importancia práctica: Es que constituye la prueba de la existencia de la obligación (suple la ausencia de otra prueba)
y además, interrumpe el curso de la prescripción (comienza a correr un nuevo plazo desde el momento del
reconocimiento) Es siempre un acto jurídico unilateral, ya que para su eficacia basta con la voluntad del otorgante;
quien reconoce o acepta que existe una causa concreta de deber.
Comentario de Lorenzetti  La admisión por parte del deudor de encontrarse obligado tiene importantes
consecuencias prácticas, pues suple la carencia de pruebas por parte del acreedor, que es su principal efecto, mas
también tiene efectos sobre el curso de la prescripción liberatoria, el que se interrumpe desde el acto de
reconocimiento. El reconocimiento en principio tiene efectos declarativos, no constituyendo un título nuevo, ni
produce cambios en la obligación originaria (art. 735), sin perjuicio de que las partes puedan otorgarle el carácter de
promesa autónoma (art. 734).

Naturaleza: El reconocimiento es siempre un acto jurídico, aunque se diga que es un acto lícito o una declaración. Es
un acto jurídico cuando se expresa por medio de una declaración de voluntad, porque persigue una finalidad jurídica
inmediata: la modificación de la relación jurídica existente entre las partes. No deja de ser un acto, aunque la
voluntad del agente se manifieste tácitamente.
Caracteres:
1. es un acto unilateral
2. irrevocable
3. declarativo (no constitutivo)
4. gratuito u oneroso

Requisitos: El artículo 719 del código derogado determinaba que "El acto del reconocimiento de las obligaciones
está sujeto a todas las condiciones y formalidades de los actos jurídicos". En su aplicación se dijo que la declaración
de voluntad que contiene un reconocimiento, además de establecer la obligación reconocida, debe reunir ciertos
requisitos:
a) debe ser un acto voluntario;
b) la voluntad no debe estar viciada; (La voluntad puede ser expresa o tácita)
c) la persona que otorga el reconocimiento debe ser capaz.
El Código no reproduce esta disposición, pero los requisitos subsisten. Toda manifestación de voluntad, para
producir efectos, debe emanar de persona capaz, y ser realizada sin vicios que obsten su validez.

Comparación con otras figuras:

1. Novación: La novación extingue la obligación anterior y hace nacer una nueva. En el reconocimiento no hay
extinción, ya que el deudor se limita a aceptar que está obligado, pero siempre con referencia a una
obligación preexistente.
2. Renuncia: El deudor que reconoce la obligación, está renunciando al beneficio que supone para él, la posible
prescripción liberatoria de la deuda. Sin embargo cuando se renuncia a los beneficios de la prescripción, la
voluntad del renunciante se dirige directamente a producir ese efecto; en el reconocimiento, en cambio, la
voluntad del sujeto se dirige a admitir que está obligado. Por otro lado, la renuncia es revocable mientras no
sea aceptada, por el contrario el reconociendo es irrevocable.
3. Confirmación: Esta tiene la finalidad de purgar los vicios de los que adolece un acto para evitar su nulidad,
mientras que el reconocimiento busca admitir que la obligación existe, no purgarla de vicios.
4. Transacción: La transacción es un acto bilateral, mientas que el reconocimiento es un acto unilateral.

Forma: El artículo 720 del CCV, expresaba que podía ser hecho por actos entre vivos o disposición de última
voluntad, por instrumentos públicos o privados, en forma expresa o tácita. En el CCyC establece que el
reconocimiento puede ser hecho en forma expresa o tácita, pero no determina de manera precisa cuales son las
formas en que puede ser hecho; eso permite considerar acto de reconocimiento a cualquier declaración de voluntad
del deudor.
a. Expresa: manifestación explicita
b. Tácita: por actos de los que se infiere ese reconocimiento (por ej. pago parcial)

Efectos del reconocimiento: El efecto esencial del acto de reconocimiento consiste en configurar un medio de
prueba para el acreedor. Además interrumpe el plazo de prescripción que estuviere corriendo, también se ha
otorgado al reconocimiento el carácter de renuncia de la prescripción cumplida.

ART. 734 “Reconocimiento y promesa autónoma. El reconocimiento puede referirse a un título o causa anterior;
también puede constituir una promesa autónoma de deuda”
ART. 735 “Reconocimiento causal. Si el acto del reconocimiento agrava la prestación original, o la modifica en
perjuicio del deudor, debe estarse al título originario, si no hay una nueva y lícita causa de deber.”

Reconocimiento y promesa autónoma Se pueden distinguir dos modos de regular el reconocimiento. Uno y
otro se regulan de manera diferente:

-Como mera confesión de una obligación anterior:


Si el reconocimiento tiene como antecedente otra obligación (que es la reconocida), se trata de una confesión como
medio de prueba y el título de reconocimiento debe expresar la causa, la importancia y la época de la obligación (los
elementos de la obligación) El reconocimiento causal no puede agravar la situación del deudor; si así lo hiciere debe
estarse a la obligación original. Queda a salvo el reconocimiento que constituyera una nueva obligación, aunque se
refiera de alguna manera a la original (art. 735)
-Como título autónomo, generador de derechos nuevos:
Es la novedad que incorpora el CCyC. Constituye un nuevo título de la obligación. El reconocimiento como causa o
título de una nueva obligación no requiere, obviamente, las referencias a otra obligación que la precede. Se trata,
como lo expresa el artículo 734, de una promesa autónoma de deuda. Así, el deudor puede otorgarle un carácter
diferente y desvincularlo de cualquier obligación anterior, constituyendo una causa nueva y autónoma, con poder
jurígeno (jurídico) originario. El Código reconoce a la declaración unilateral de voluntad como fuente de obligaciones.

Reconocimiento causal: diferencia entre el título anterior y el nuevo

Reconocimiento causal – título anterior Reconocimiento autónomo – título nuevo


Es el referido de una obligación preexistente Constituye un nuevo título de la obligación
Debe remitir a los elementos de la obligación que le No requiere referencia alguna respecto de la obligación
sirve de antecedente, expresando la causa, importancia que la precede
y época de la obligación
No puede agravar la situación del deudor, en caso La promesa autónoma de deuda tiene relación con la
contrario, debe estarse al título originario declaración unilateral de voluntad.

Forma: El reconocimiento puede ser hecho en forma expresa o tácita, pero no determina de manera precisa cuales
son las formas en que puede ser hecho; eso permite considerar acto de reconocimiento a cualquier declaración de
voluntad del deudor.

Efecto del reconocimiento: El efecto esencial del acto de reconocimiento consiste en configurar un medio de prueba
para el acreedor (reconocimiento causal). Además interrumpe el plazo de prescripción que estuviere corriendo,
también se ha otorgado al reconocimiento el carácter de renuncia de la prescripción cumplida. El reconocimiento
autónomo de la obligación constituye la causa de la obligación, haciéndola nacer con todos los efectos propios de
esta relación.

5. CAUSA FIN
Como dijimos, no constituye como elemento esencial de la obligación. Se trata de un ingrediente psicológico
que puede ser localizado en los actos jurídicos, contractuales o no. Más bien se encuentra en la voluntad de
sus creadores y mediante el cual se descubre la finalidad que éstos persiguen. Ekl hecho de que algunas
obligaciones de fuente contractual sean asumidas con el propósito de alcanzar un fin específico, no significa
que ese fin integre el derecho de crédito.
Puede ser clasificada desde dos perspectivas:
- Objetiva: un fin abstracto o inmediato. Es idéntico e invariable en todos los actos de la misma especie. Por
ejemplo, si yo decido poner en alquiler mi propiedad, la causa fin objetiva sería la renta que obtengo de ello.
- Subjetiva: un fin concreto o mediato. Depende de los motivos particulares de los sujetos. Son plurales,
distintos y variables. Por ejemplo, si yo decido poner en alquiler mi propiedad, puede ser que de esa renta
que obtengo (que es la causa fin objetiva), busco irme de viaje y éste será la causa fin subjetiva.
Wayar dice que es un elemento esencial pero del acto voluntario. Toma relevancia en el estudio de la t.
general de los actos jurídicos y del contrato. Por ejemplo, si las circunstancias en las que me obligue con un
contrato, cambian, y mi causa fin subjetiva/concreto/mediato no puede realizarse, ¿puedo o no rescindir el
contrato?

6. COMPULSIÓN
La compulsión es uno de los atributos del poder que ostenta el acreedor, resultado del vínculo que crea la
relación de obligación entre acreedor y deudor. En virtud de tal vínculo es que el acreedor puede ejercer
sobre el deudor cierta “compulsión”, pero sólo en los casos en que la obligación NO sigue su curso normal y
NO se cumple voluntaria y espontáneamente. En caso que siga su curso normal, no se la requiere, y por ello
no es un elemento esencial.

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