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27 de noviembre de 2007
http://red-ecomunidades.blogspot.com.ar/2007_11_01_archive.html
Existen muy buenas razones para apostar por el Descrecimiento: el desastre social y
ambiental del mundo moderno, podría ser motivo suficiente, sino es que el desastre
mundial de la salud, de la alimentación, de las instituciones, de los gobiernos, del sistema
jurídico , de los asuntos financieros, y de la paz, entre otros aspectos, también obligan a
apostar por el Descrecimiento. Todas estas crisis mundiales tienen su propia autonomía,
pero se retroalimentan entre sí y tienen su origen en lo mismo: en el crecimiento excesivo.
Todos los indicadores ambientales están en rojo, en todo el mundo: desertización; perdida
de biodiversidad, contaminación del aire, del agua, de los suelos; desaparición de los
glaciares en los polos y elevación del nivel del mar y desplazamiento de miles de millones
de personas por motivos ambientales.
Está a la vista la evidencia de la destrucción de nuestras selvas, nuestros bosques, de
nuestros ríos, lagos y manglares; está la vista lo contaminado de nuestro ambiente en las
ciudades. El crecimiento económico dispara la producción de desechos, de basura, humos,
de gases, de contaminantes en la atmósfera; dispara la tala de árboles, los vertidos
venenosos sobre ríos, lagos y mares, el consumo desmedido de energía, agua dulce,
metales, maderas y otros bienes de la Naturaleza; además, provoca una enorme crueldad
sobre los animales.
Es urgente, entonces, que los que consumen mucho reduzcan radicalmente sus consumos:
la clase alta de México debería reducir quince veces sus consumos y la clase media los
debería reducir a la mitad.
Por otra parte, según el profesor Belpomme, considera que son atribuibles a factores
ambientales el 50% de las infecciones respiratorias agudas, 85% de las enfermedades
diarreicas y el 22% de los canceres.
Esta sociedad sobrepasa ampliamente los límites de la finitud de la biosfera, por lo que
cualquier argumento y artificio para remediarlo es insuficiente o falaz. Sólo queda el
Descrecimiento.
Nunca antes han sido más grandes las desigualdades entre los países poderosos y los
países sometidos a su dominación.
Sólo el ingreso del 1% de los ricos del mundo significa el ingreso del 57% de los más
pobres de la Tierra. Tres familias de las más ricas de la Tierra tienen un ingreso superior
al PIB de los 48 países más pobres del mundo; con sólo el 4% de la riqueza de las 225
personas más ricas del mundo se podría dar acceso a las necesidades mínimas de toda la
población del planeta. Mil millones de personas no tiene acceso al agua potable.
Sin embargo, los poderosos del mundo gastan en armamento anualmente un millón de
millones (un billón) de dólares, mientras mil doscientos millones de personas viven con un
dólar diario. La economía neoliberal considera supernumerarios al 80% de los seres
humanos: no los necesita.
La deportivización de la vida dispara los casos de los combates libres, sin reglas, que se
acercan al estilo del circo Romano. La vigilancia entre ciudadanos y el voyerismo están en
aumento. La violencia domestica reclama cada día más victimas: son ahora la primera
causa de muerte e invalidez entre las mujeres de 15 a 44 años. En Francia cada semana
una mujer es asesinada por su pareja; esta violencia conyugal es el motivo del 60% de las
intervenciones nocturnas de la policía en Paris.
Esta crisis ambiental y social global y otras, encuentran explicación en los esfuerzos por
crecer de las empresas y los gobiernos: se trata ya no de crisis aisladas, como una crisis
social, sino de algo más importante: se trata de una Crisis de Civilización: una crisis de
valores o de simbolización de nuestra sociedad moderna.
Es necesario el Descrecimiento porque los mares, los bosques, los lagos, los glaciares, los
ríos, las selvas, los manglares, los manantiales, los freáticos se pierden a toda velocidad;
porque los osos, los tigres, los orangutanes, las panteras, los jaguares, los tiburones, y
otras muchas especies se extinguen aceleradamente; porque las ciudades oprimen
nuestras vidas y destruyen a la Naturaleza; porque los climas que regulan la vida se
desquician y destruyen los fundamentos de nuestra subsistencia.
La idea del crecimiento permanente es una idea moderna que no tiene nada que ver con las
leyes de la Naturaleza, como algunos lo creen; cualquier ser viviente crece en una época
de su vida y abandona el crecimiento en cierto momento: el caracol, la libélula o el
elefante crecen solo hasta cierto punto que conviene a su madurez, pero nada en la
Naturaleza puede crecer permanentemente sin que se produzca su muerte, como sucede
con el cáncer. Una planta, un animal, no pueden multiplicarse indefinidamente, sin
convertirse en una plaga que enfrenta su propia destrucción.
Los gobiernos y los Estados tienen también la necesidad de crecer para conseguir la
cuadratura del circulo fiscal. Se establece así, con el sistema neoliberal, una dictadura de
las tasas de crecimiento. Casándose con la razón geométrica que preside la lógica del
crecimiento económico, el hombre occidental ha renunciado a la mesura. Con un alza del
3.5% anual del PIB se consigue una multiplicación por 31 en un siglo y por 961 en dos
siglos. Con una tasa del 10% anual, que es la que tiene China hoy en día, se obtiene una
multiplicación por 736 en un siglo. ¿Puede creerse que es posible un crecimiento infinito
en un planeta finito?
Esta situación es bien conocida al menos por los grandes responsables de la economía y la
política. Sin embargo, todo está hecho para que no se haga nada. Por lo mismo se inventan
conceptos como la ecoeficiencia o el desarrollo sustentable, para evitar el debate sobre
el Descrecimiento: se pretende conciliar fantasiosamente el crecimiento con la protección
del medio ambiente. Las mejorías tecnológicas concebidas para reducir la intensidad
energética o la contaminación producida por unidad, solo sirven para aumentar el consumo,
lo que cancela cualquier beneficio.
Si los trenes van más rápido, se viaja más lejos y más frecuentemente; si los autos usan
convertidor catalítico aumenta la venta de autos, a esto se le llama efecto de rebote o
efecto Jevons , razón por la que la tecnología llamada ecológica va al fracaso. El aumento
en el PIB es ampliamente ilusorio, ya que el PIB aumenta también en la medida que
aumentan los desastres como el de Tabasco o la contaminación del aire o el mal uso del
agua o la degradación de los dones de la Naturaleza.
El alto nivel de vida de los ciudadanos de los países desarrollados es también bastante
ilusorio: deben pagar crecientes costos ambientales y sociales: deben consumir mas
antidepresivos, drogas y otros calmantes. A medida que el crecimiento progresa, aumenta
el malestar individual: estados depresivos, fatiga crónica, tentativas de suicidio,
desajustes psíquicos, tranquilizantes, somníferos, estimulantes, adicciones de todo
género, ansiedad conductas de alto riesgo, etc.
Es urgente por lo tanto desmitificar el índice fetiche del bienestar moderno: el PIB, pero,
sería absurdo que lo sustituyéramos por otro índice cuantitativo que nos conduciría a la
misma situación: a favorecer el crecimiento.
Los invito a considerar la apuesta por el Descrecimiento, tanto en su vida intima, como en
la política local y nacional; los invito a unirnos en la tarea de sentar las bases para el
Descrecimiento en México.
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Miguel Valencia
ECOMUNIDADES