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DONATO VALENTINI

IGLESIA UNIVERSAL E IGLESIA LOCAL


A menudo, y especialmente en nuestros días, se dan fuertes tensiones entre la iglesia
universal y las iglesias locales. Muchos interrogantes e intentos de respuesta surgen en
torno a esta problemática. ¿Cuál es el camino de solución? ¿A partir de una
eclesiología universalista? ¿A partir de una eclesiología eucarística? El artículo toma
el camino de la eclesiología de "comunión" para resolver tales tensiones.

Chiesa universale e chiesa locale. La tensione atuale, gli interrogativi, le risposte,


Credere Oggi, 7 (1987) n. 41, 5-25

Para comenzar, hay que constatar que existen varios niveles de problemas. El primero
se refiere a la terminología empleada: ¿qué significa "iglesia universal", "iglesia local"?
El segundo, a la relación entre ambas: ¿existe una iglesia única o una federación de
iglesias que se unen entre ellas como algunos pueblos o estados?; ¿o no se trata de
ninguna de estas dos alternativas, sino que se da un nexo necesario entre iglesia
universal e iglesia local y viceversa? El tercer nivel de problemas hace referencia al
método teológico.

Prescindir de toda esta problemática lleva a tomar decisiones inconscientes atrapadas en


discursos ideológicos.

La llamada "eclesiología de comunión", que busca soluciones en la relación tensa entre


la iglesia universal y la iglesia local, es la propuesta teológica que mejor recoge ambas
realidades y profundiza en su identidad. Aquí tan sólo trataremos de presentar sus
rasgos fundamentales, conscientes de todo su carácter de provisionalidad.

1. La situacion

Como casi toda la teología postconciliar, la presente propuesta tiene un carácter


inductivo y relativo al discreto presente, al hoy-situación. Sin embargo, presentaremos
un breve marco histórico:

Es patente que la evolución de la humanidad ha ido tendiendo hacia la unificación a


nivel planetario. Unas veces, a través de organismos oficiales y reconocidos por todos
(ONU, UNESCO...), otras, a través de un juego incontrolado de fuerzas económicas,
socio-políticas y culturales. Los medios de comunicación social han potenciado esta
unificación; también el turismo, las interdependencias a varios niveles y las
colaboraciones en la común búsqueda del progreso humano... Todo ello hace que más
que hablar de inculturación, debiéramos hablar de transculturación.

Sin embargo, también podemos afirmar que esta historia universal de la humanidad es
cada vez más resultado de la identidad y de la peculiaridad de cada pueblo que en ella
interviene. Desde el fenómeno de la descolonización hasta la s diferentes formas de
organización local, se manifiesta una exigencia de unidad que quiere ser promocionada
a partir de la identidad local.
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Esta dialéctica la observamos incluso en espacios humanos reducidos: es frecuente


encontrar en una misma provincia civil una cultura academicista y elitista junto a otra
que defiende lo popular y las tradiciones locales. Tanto en los pueblos de la montaña
como en los de la costa se están reviviendo las propias raíces.

Semejante dialéctica también la encontramos en el seno de la iglesia: por un lado se


insiste en el concepto dogmático de la iglesia universal, en su carácter espiritual,
invisible y visiblemente jerarquizada..., se procura que tal universalidad se haga
manifiesta en la composición de la curia romana,...; pero, por otro lado, también se
habla de policentrismo, de la "iglesia de los 6 continentes" (Bühlmann), se procura una
evangelización que recoja el pluralismo que existe en todo el planeta y en el interior del
mismo occidente, se habla de la inculturación para la iglesia africana y de la liberación
para la iglesia de América latina. La iglesia vive y crea historia en las iglesias locales.
La relaciones entre la iglesia que está en Roma y las demás iglesias particulares son
cada vez más intensas.

Todo ello tiene que repercutir necesariamente en la eclesiología, provocándole


momentos de cambio y de ebullición: pluralidad de modelos de iglesia, reflexiones
sobre el ecumenismo y la subsidiariedad de la iglesia, tensiones entre teología y
magisterio, y las dificultades provocadas por la aplicación del concilio, en particular al
tener que definir el estatuto teológico y el ejercicio de los sínodos de obispos y las
conferencias episcopales.

2. Datos conciliares

Uno de los núcleos innovadores del concilio Vaticano I está precisamente en esta
nueva teología de la iglesia local.

La iglesia universal

En el primer capítulo de la Lumen genfum se hace referencia al misterio de la iglesia


como "cuerpo de Cristo", pero ya en el segundo capítulo se introduce la categoría de
"pueblo de Dios". Este pueblo tiene una dimensión universal y mesiánica, es pueblo
liberado y liberante. Hablar de "iglesia sacramento" es indicar su carácter mediador
entre Dios y todos los hombres, es resaltar su dimensión de signo e instrumento de
salvación para toda la realidad contemporánea.

Se le da pues a la iglesia una prioridad lógico-ontológica de universalidad que viene a


invalidar toda clase de reduccionismos. Los fines sobrepasan los medios, incluidas las
mediaciones eclesiales. La unidad se sobrepone a toda multiplicidad. Todos los matices
eclesiales, todos sus rasgos de santidad tienen un carácter cristológico que se remite al
mandato universal de salvación dado por el Señor a sus discípulos (Mi 28, I8-20).

No sorprende, por tanto, la existencia de un ministerio universal de comunión, asumido


por el obispo de Roma, cabeza del colegio apostólico, puente de comunión entre las
distintas iglesias particulares. El lazo orgánico entre organización sacramental y
estructura jurídica es una de las adquisiciones decisivas del Vaticano II.
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Iglesia local/particular

Pero aquél no es el único discurso del concilio. En sus documentos vemos aparecer
poco a poco el desarrollo cuantitativo y cualitativo de la categoría iglesia local/iglesia
particular.

En la constitución sobre la liturgia, la iglesia de Jerusalén (Hch 2,41-47) es presentada


como un modelo de vida de la iglesia particular. Se pone de relieve que la iglesia
universal se manifiesta principalmente en cada celebración litúrgica y en cada
eucaristía.

Los números 13, 23, 26 y 28 de la Lumen Gentium son los puntos de referencia más
destacados sobre el tema que nos ocupa. En el número 13 se afirman el valor legítimo
de la pluralidad y la variedad. La iglesia local no es considerada meramente desde el
punto de vista administrativo, sino en su categoría teológica de la diversidad, en su
legítima función de cooperar con la única historia de salvación.

El número 23 trata de las "relaciones de los obispos en el seno del colegio". Se destaca
el papel de éstos como representantes de las diversas iglesias particulares, que, junto
con el papa, constituyen la única iglesia católica. A su vez, se considera la función de
cada obispo como unificador y aglutinador de las diversidades locales.

En el número 26 se llega a hablar de la iglesia particular como "la piedra básica de la


construcción teológica". Y en el número 28 se hace referencia a los sacerdotes como
presidentes de la asamblea eucarística, como constituidores de iglesia.

También en el decreto Christus Domi nus existen referencias a destacar: en él se afirma


que, a excepción de la iglesia de Roma, todas las iglesias particulares son
fundamentalmente iguales. Por otro lado, se destaca la diócesis no como mera fracción
administrativa, sino como una porción, una especie de célula viviente en la que se
concentra una totalidad de vida. Mediante la presidencia del obispo, la acción del
Espíritu Santo, el evangelio y la eucaristía, toda porción del pueblo de Dios constituye
una iglesia particular.

Por último, en Ad gentes, documento que se refiere a la actividad misionera de la


iglesia, se acoge a la iglesia particular como fruto de la palabra de Dios anunciada en
aquellos pueblos y grupos en los que la iglesia todavía no estaba presente.

3. En vistas a una teorizacion

Después de estas referencias conciliares, se trataría ahora de mostrar una pequeña


teorización sobre las relaciones y tensiones reales que existen entre la iglesia universal y
la iglesia local/particular.
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La terminología

Si bien el lenguaje en torno a la iglesia universal está ya consolidado, el que se refiere a


la iglesia local o particular (este mismo balbuceo es sintomático) es todavía fluctuante.
Hay que ser conscientes de que la elección de los términos nunca es inocente.

En 1968 se creó una comisión teológica internacional para estudiar estos temas, y se
determinó llamar "iglesia particular" a la diócesis, mientras que "iglesia local" se
reservó para referirse a un conjunto más o menos homogéneo de "iglesias particulares".
Es decir, que la "iglesia particular" tendría un carácter más bien teológico, mientras que
"iglesia local" tendría matices más bien socioculturales y geográficos. La primera sería
de derecho divino, mientras que la segunda sería de derecho eclesiástico.

Las dos componentes

La "iglesia particular" sería una especie de microorganismo de la potencia de Dios


actuante en la historia, mientras que la "iglesia local" no tendría carácter indefectible ni
infalible; aunque, de hecho, la historia ha mostrado que la iglesia universal tampoco lo
tiene. Hay que ser muy prudente con las absolutizaciones.

Las dos posibles aproximaciones

La primera partiría de la iglesia universal hacia la iglesia local/ particular, mientras que
la segunda iría en dirección opuesta. Esta alternativa implica estados lógicos de
interferencias.

Ambas aproximaciones presentan aspectos positivos y negativos: por una parte, la


iglesia universal debe estar atenta a los valores de la iglesia local/particular y
considerarla como "célula viviente", como localización e historización del misterio de
salvación, y evitar privilegiar una iglesia universal extensión frente a una iglesia local,
mera circunscripción administrativa. Y los que parten de la iglesia local/particular deben
estar atentos a no caer en una concepción de ésta como una entidad cerrada respecto a
las demás iglesias y a la iglesia universal. Ningún cristiano puede ser capturado ni
secuestrado en una iglesia local/particular.

4. La eclesiologia universalista y la eclesiologia eucaristica

Vamos a presentar brevemente dos hipótesis teológicas acerca de la solución entre


iglesia universal e iglesia local/particular, que teológicamente no nos resultan
convincentes.

La eclesiología universalista

Ante todo hay que distinguir entre una "eclesiología de la iglesia universal" y "la
eclesiología universalista". A esta segunda la descartamos por negativa. Centra su
atención en un único cuerpo de Cristo, en su único pueblo de Dios que debe tener una
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única cabeza visible. Sus autores unifican la fe, el culto y el gobierno de la iglesia. La
categoría "institución" no hace más que salir por todos lados, monopolizando casi todo
el discurso eclesiológico.

No es que neguemos el aspecto externo, sociológico, de la iglesia universal, pero no


podemos admitir la equivocación de confundir la iglesia universal como intención de
Dios con la iglesia universal como evento geográfico socio-cultural. Querer uniformar
todos los contenidos prescindiendo de la historicidad y de la diversidad cultural es un
craso error. La eclesiología universalista no concede suficiente importancia ni a los
aspectos "culturales" de la iglesia local ni a sus aspectos "interiores-ontológico-
sacramentales". La iglesia local/ particular es sometida a una mera humillación
administrativa y el mismo obispo desaparece ante la figura omnipotente del papa.

Algunos historiadores han estudiado este fenómeno de universalización que ha


predominado a lo largo de la historia de la iglesia, y han puesto de relieve lo eficaz que
resultaba desde el punto de vista sociológico. Sin embargo, los signos de los tiempos
nos conducen hacia una eclesiología que nos libere de estos esquemas. De hecho, el
concilio Vaticano I ya entrevió esta dirección, y el concilio Vaticano II la profundizó.

La eclesiología eucarística

Se ha desarrollado sobre todo en la teología ortodoxa (Afanassieff y otros autores).


Concibe la iglesia como iglesia local en cuanto que comunidad eucarística, abierta a las
demás iglesias locales, que son comunidades eucarísticas también. Se sustrae
importancia al papel del obispo que preside la eucaristía y se subraya la dimensión
epifánica de la iglesia local respecto a la iglesia celeste.

Nosotros pensamos que si esta realidad se absolutiza, no se está manifestando toda la


iglesia del Señor: es justo acentuar el papel de la eucaristía y el Cristo de la eucaristía,
pero es necesario señalar que el Cristo de la eucaristía trasciende una simple comunidad
eucarística, y que hay quien lo representa visiblemente en cuanto que es cabeza de toda
la iglesia. En la eclesiología eucarística se nutren los instrumentos organizativos-
teológicos para la iglesia local, pero no para la iglesia universal entendida como
multiplicidad de iglesias locales. Esta multiplicidad, en cuanto a tal, necesita de
estructuras que las integre. Por otro lado, según la tradición de la iglesia católica, el
primado del ministerio de Pedro supone una cualificada función en la iglesia universal,
lo cual implica también a las iglesias locales/particulares. Todo ello debe encontrar su
lugar en la eclesiología. La catolicidad cualitativa no puede prescindir de la catolicidad
cuantitativa, geográfica. La historia ha confirmado que cuando ha faltado una estructura
universal visible, se ha delegado a una autoridad visible o se ha refugiado en una
concepción espiritua lista de la iglesia.

Por ello, más que hablar de una "eclesiología eucarística" sería mejor referirse a "la
dimensión eucarística de toda la iglesia". Más que decir que es la eucaristía la que hace
la iglesia, afirmar que es la iglesia la que hace la eucaristía.
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5. La eclesiologia de comunión

Frente a la parcialidad de las dos eclesiologías anteriores, proponemos otra basada en


una verdadera y plena comunión. En ésta, las relaciones entre iglesia universal e iglesias
locales/particulares se conciben recíprocamente.

Presentaremos a continuación algunos de sus rasgos, conscientes de que aún deben ser
desarrollados y profundizados.

Categorías fundantes

La primera categoría lógica de nuestra reflexión es la del "misterio". Evidentemente que


no es exclusiva de la eclesiología de comunión, pero con ello queremos poner de relieve
el plano divino, el carácter sacramental trinitario de la iglesia, su dimensión de
comunión del hombre con Dios y con los demás hombres. Las mismas reflexiones
ecuménicas cada vez ponen más de relieve este aspecto de "misterio" y de "comunión"
de la iglesia.

Con todo, no hay que confundir una unidad comunional con una eclesiología
comunional, pues frente a los diversos modelos de la comunity anglicana, del "Concilio
mundial de las iglesias", de la "Federación mundial luterana", de a eclesiología
comunional eucarística ortodoxa, la doctrina católica subraya que se trata de una unidad
y de una comunión jerárquica con el ministerio de Pedro.

El concepto de comunión está presente de un modo particular en la eucaristía. Se parte


del cuerpo místico de Cristo, y se considera la lógica de lo invisible a lo visible; se
habla de la corporeidad de la iglesia, de la necesidad de su unicidad y de la participación
real. A través, pues, de la eucaristía celebrada en la iglesia local/particular es cómo se
entra en relación con la iglesia universal, y se termina hablando de la teología del
episcopado y de la colegialidad episcopal -por tanto, del mismo ministerio papal en
cuanto a tal-.

La comunión es el alma de este cuadro eclesiológico. A través de ella es cómo se da


coherencia, consistencia y unidad a la relación teológica entre iglesia universal e iglesia'
local/particular. Y todo ello en Cristo Señor, por el Espíritu Santo: El es el vínculo de
unicidad por excelencia, porque El es el mismo para todos. La comunión con él es
comunión en el seno de cada iglesia y comunión con las demás iglesias y con la iglesia
universal.

La mutua inexistencia

Se da un fundamento, no sólo ontológico sino histórico, de la inexistencia de la iglesia


universal en la iglesia local/particular y viceversa. La eucaristía se celebra en el seno de
la iglesia 'y se hace camino con la historia, se incorpora al impulso del mundo, tanto de
los grandes como de los pequeños acontecimientos cotidianos. A partir de cada
comunidad, la gran iglesia se manifiesta y la palabra de Dios es anunciada en el mundo.
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Por sus contenidos sacramentales, la iglesia local/particular se convierte en portadora de


toda la iglesia universal; por tanto, debe sentir y actuar de modo solidario con el todo.
De aquí se desprende una espiritualidad eclesiológica bien real, pues la fe, la esperanza
y la caridad se consideran emergentes de cada creyente y de cada comunidad.

La función del obispo es la de ser signo, mediación y representante de su iglesia. Su


ministerio tiene una dimensión "ad intra" (trabajar por el bien de su iglesia local) y una
dimensión "ad extra" (su solicitud pastoral debe ser universal). La ordenación
sacramental episcopal incide a un nivel ontológico en el colegio de los obispos; cada
obispo goza de una plenitud de apostolicidad que funda y garantiza, a la vez que
responde, a la consistencia de la iglesia local/particular. Por ello, la eclesiología de
comunión encuentra en la colegialidad epis copal tal como la concibió el Vaticano II uno
de los factores determinantes de su validez.

Estructuras para la misión

Hay que hacer ahora referencia al modo concreto de cómo se articula y estructura esta
comunión entre la iglesia universal y la iglesia local/particular. Instancias como el
sínodo de los obispos, las conferencias episcopales..., todavía no han concretado su
estatuto teológico. El espacio insustituible de lo particular tampoco ha encontrado
todavía su lugar. El pluralismo es uno de los elementos fundamentales de la eclesiología
de comunión.

Las parroquias tienen un gran papel que desempeñar, pues es a través de ellas como la
iglesia universal realiza su misión. Una auténtica eclesiología de comunión debe tener
presente la prioridad lógica y ontológica de la iglesia universal, pero a la vez debe
respetar su historización cotidiana en la celebración de la pascua del Señor a partir de la
iglesia local/particular. Así se privilegia la unidad en la multiplicidad.

En el interior de la eclesiología de comunión está toda la fuerza de la iglesia del


mañana. El futuro de la iglesia será el futuro de la comunión en la iglesia para lograr
una plena comunión con el mundo.

Tradujo y condensó: JAVIER MELLONI

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