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Las relaciones entre la literatura y la escuela son muy complejas. Muchas veces en el ámbito
escolar se prioriza el análisis de los textos desde diferentes postulados teóricos. Petit opina que
este cientificismo limitó la posibilidad de “identificación” y la experiencia de la lectura subjetiva.
Según ella, situar a los alumnos en una actitud distante y erudita, en pos del desciframiento del
sentido, produce una ruptura con las lecturas anteriores y la lectura personal e íntima entra en
conflicto con los ejercicios que se realizan en la clase, puesto que lo esencial de la experiencia
personal de la lectura no se vuelca en una ficha. Si el docente se lo propone, puede acercar a sus
alumnos a los textos escritos y hacerles sentir que la necesidad del relato es constitutiva de nuestra
especificidad humana: siempre los seres humanos han narrado y dicho historias trasmitidas de unos
a otros.
La antropóloga propone ofrecer diversidad de textos: alguno de ellos sabrá decirles a los
jóvenes algo particular. También el docente puede incursionar junto con sus alumnos en las varias
posibles lecturas, puesto que son las obras mismas las que propician oportunidades para debatir
problemas del hombre de distinta índole: sociales, existenciales, psicológicos, anímicos, etc. Pero
para el logro de todo esto es necesario transmitir el amor por la lectura literaria y para ello es
preciso experimentarlo.
Para la crítica argentina Maite Alvarado, la necesidad narrativa ancestral. A través de ella
interpretamos las conductas propias y ajenas, y damos sentido a las diferentes experiencias.
Ricardo Piglia sostiene que todo cuento narra dos historias: una visible y otra secreta. La
segunda historia es secreta porque se narra de modo enigmático, a través de indicios que cruzan el
relato y permite al lector “armar su historia secreta en los intersticios de la historia visible”. Para
Maite Alvarado, el placer de leer cuentos consistiría en reconstruir esa trama secreta de la que
habla Piglia. La manera en que percibimos nuestra propia vida y los sucesos que la conforman son
lineales como un relato, pero con destello de historia secreta en sus intersticios. Y agrega:
La magia reside en aquello que nunca se termina de entender pero se sospecha: detrás del diálogo
en el bosque entre el lobo y Caperucita acecha un peligro mayor que el ataque de la bestia, una
razón que justificaría la desobediencia. (Alvarado, s/f)