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ACTUALIDAD EN AMERICA LATINA

Nunca en su historia América Latina estuvo tan poblada por regímenes políticos
democráticos conforme los cánones liberales como en la entrada del siglo XXI. Después
de la sustitución de los gobiernos del PRI por el de Vicente Fox en México, ligado al
hasta entonces opositor PAN, de la reconversión de los movimientos guerrilleros de
Guatemala y de El Salvador para la lucha institucional, de la reconquista formal de la
institucionalidad en Haití, de la sustitución del régimen de Fujimori por el de Alejandro
Toledo en Perú, de la instauración de un proceso formal de alternancia institucional en
Paraguay con el fin del gobierno del general Stroessner, con la transición de las
dictaduras militares a regímenes electorales en la Argentina, Chile, Uruguay, Brasil y
Bolivia, América Latina habría instaurado el reinado de regímenes políticos
democráticos prácticamente en el conjunto del continente. Sólo Cuba mantendría un
régimen que no corresponde a los criterios liberales de democracia. Incluso el gobierno
de Hugo Chávez, en Venezuela, por más que sea acusado por la oposición de dictatorial
o autoritario, se instaló conforme las normas liberales, mediante elecciones y un
conjunto de plebiscitos, que aprobaron una nueva Constitución para el país.
Es como si, después de haber sido en décadas anteriores un continente de revoluciones,
y de haber pasado a ser un continente de contrarrevoluciones, se impusiera una especie
de síntesis equilibrada de los dos momentos, bajo la forma de democracias
generalizadas, que llegaron para quedarse. Regímenes apoyados y legitimados por el
voto popular, que poniendo en práctica políticas con la aprobación de la mayoría de la
población, expresarían la modalidad latinoamericana de inserción en el modelo de
democracia liberal vigente en Estados Unidos y en Europa. Algunos autores llegaron a
formular lo que sería el fin de la utopía latinoamericana -como Jorge Castañeda, en su
libro Utopía unarmed42- y la rendición del continente al liberalismo anglosajón,
preanunciando el baño de liberalismo al que fue sometido en las dos décadas
posteriores.

Estas dos décadas presenciaron las mayores transformaciones concentradas de la


historia latinoamericana, lo que exige un balance que posibilite no solamente
comprender la naturaleza de aquellos regímenes, sino también saber cuánto ellos
permitieron el avance en la construcción de sociedades democráticas, lo que facilitaría
comprender al mismo tiempo lo que es América Latina, sus problemas y sus
potencialidades.

América Latina vive, de forma más clara desde la mitad de los años noventa, su peor
crisis económica y social, desde los años treinta. Sus economías revelan enorme
fragilidad externa, su inserción internacional tuvo el perfil rebajado tanto económica
cuanto políticamente. ¿Qué relación tuvo la democracia con ese cuadro?

Una primera y apurada respuesta sería atribuir a ella la responsabilidad, total o parcial,
por la crisis de estos regímenes. Coinciden en el tiempo su instauración o reinstauración
y el surgimiento, de forma cada vez más acentuada, de los factores de crisis. De tal
manera que el neoliberalismo, como política económica y como ideología, se tornó una
expresión aparentemente indisociable de tales regímenes democrático-liberales. El peso
de la crisis reposa, en realidad, en las políticas económicas y en la ideología que pasó a
presidir los nuevos gobiernos, con efectos directos en la política.

Otra respuesta posible es considerar que estos regímenes no corresponden a


democracias reales. O que tales regímenes -democráticos o no- no son compatibles con
las condiciones necesarias para la solución de la crisis del continente -visiones que
discutiremos más adelante.
Resulta significativo que durante los años de ascensión y apogeo del neoliberalismo en
América Latina los presidentes consiguieron elegirse y reelegirse casi automáticamente,
como aconteció de forma expresiva con Menem, Fujimori y Fernando Henrique
Cardoso. Como reflejo de su fase de agotamiento y decadencia, pasó a ocurrir
exactamente lo contrario: los presidentes electos que no rompen con el neoliberalismo
pierden rápidamente legitimidad, como fueron principalmente los casos de Fernando de
la Rúa, Sanches de Losada y Alejandro Toledo, y otros como Vicente Fox, Ricardo
Lagos y Jorge Battle.

La elección de Lula, así como la de Lucio Gutiérrez, coloca por primera vez en la
presidencia candidatos que en sus campañas electorales, proponían romper con las
políticas neoliberales y abrir un nuevo período histórico en América Latina.

América Latina vivió tres períodos claramente diferenciados a lo largo del siglo XX: en
el primero, prácticamente una extensión del siglo XIX, predominaron las economías
primario-exportadoras, orientadas por las teorías del comercio internacional apoyadas
en el concepto de “ventajas comparativas”. A estos modelos de acumulación
correspondían regímenes políticos oligárquicos, en los cuales las distintas fracciones de
las élites económicas disputaban entre sí la apropiación del Estado y, a partir de allí, de
los recursos de exportación y del comercio exterior en general.
Hasta el principio del siglo XX, América Latina no tuvo importancia y peso
significativo en el plano mundial, salvo como campo de explotación de las potencias
coloniales; ningún gran fenómeno, ningún gran personaje reconocido
internacionalmente, ni siquiera las revoluciones de independencia, que permanecieron a
la sombra de la revolución norteamericana.
La transformación más importante del siglo XIX, después de la independencia, fue el
ingreso de Estados Unidos en el campo de las naciones imperiales, con la incorporación
de vastos territorios de México -incluyendo California, Texas y Florida- y la guerra
hispanoamericana, con la tutela que pasó a ejercer directamente sobre Cuba y Puerto
Rico, además del diseño ya anticipado por José Martí de su proyecto hegemónico sobre
el conjunto del continente, explicitado en la Doctrina Monroe.

En compensación, apenas iniciado el siglo XX, el continente reveló qué tipo de siglo le
aguardaba, con la masacre de los mineros en Santa María de Iquique, en el norte de
Chile, y especialmente con la revolución mexicana, que representó el ingreso definitivo
de América Latina en la agenda de los grandes acontecimientos históricos de dimensión
mundial. La imagen de ésta se proyectó sobre todo el continente, primeramente en la
cultura y el imaginario campesino, pero también sobre la posibilidad de proyectos
políticos con fuerte peso de las cuestiones nacional y agraria, que por mucho tiempo
darían la pauta política de los movimientos populares en el continente. La revolución
mexicana atrajo la atención de los revolucionarios del mundo entero, relativizada
solamente por el surgimiento de la revolución soviética, que planteó por primera vez la
posibilidad de que un poder obrero y campesino substituyese el capitalismo por el
socialismo.

Simultáneamente, el continente pasó a revelar nuevas dimensiones de sus conflictos


sociales y de la constitución de nuevos sujetos políticos, como fruto del proceso de
urbanización y de los momentos iniciales de procesos de industrialización. Ejemplos de
ello fueron la reforma universitaria de Córdoba, en Argentina, la fundación de los
partidos comunistas, los movimientos de rebeldía de sectores de la clase media, como el
tenentismo en Brasil, el Apra en Perú, el radicalismo en la Argentina -que
desembocaron en la crisis de 1929 y en las distintas reacciones a ella, al anunciar el
primer gran marco de un nuevo período histórico en el continente.
Afectada profundamente por la crisis de 1929, América Latina tuvo prácticamente todos
sus gobiernos, conservadores o progresistas, sustituidos como efecto de los
estremecimientos de los modelos exportadores, cuestionados por la recesión
internacional. Fenómenos como la rebelión campesina en El Salvador dirigida por
Farabundo Martí, la lucha antiimperialista de Sandino en Nicaragua, la “república
socialista” en Chile, la “revolución de 1930” en Brasil, el movimiento semi-
insurreccional que derribó la dictadura de Gerardo Machado en Cuba, entre varios otros
movimientos análogos, pertenecen a este tipo de movilizaciones populares, que
desembocaron, en varios países, en gobiernos nacionalistas que tuvieron en Getúlio
Vargas en Brasil, Lázaro Cárdenas en México, y Perón en la Argentina, sus más
conocidas expresiones.

En las décadas posteriores a la crisis de 1929, varios países del continente


desenvolvieron políticas que tiempo después la CEPAL teorizaría con el nombre de
“industrializaciones sustitutivas de importaciones”, y que posibilitaron, valiéndose del
vacío dejado por la recesión en el centro del capitalismo, avanzar en uno de los
fenómenos económico-sociales más relevantes e innovadores del siglo XX: la
industrialización -aunque atrasada y dependiente- de países de la periferia del
capitalismo. Hasta entonces, la división entre centro y periferia del sistema camuflaba
en lo inmediato aquélla existente entre economías industrializadas y primario-
exportadoras, entre sociedades urbanizadas y sociedades agrarias, con mecanismos
evidentes de intercambio desigual entre las mismas. Desde aquel momento se forman
nuevos bloques en el poder, hegemonizados por fracciones industriales de las
burguesías locales, con participación, aunque subordinada, de fracciones de las clases
subalternas, en general representadas por sus sectores urbanos sindicalizados.
Este proceso de industrialización permitió el surgimiento y el fortalecimiento de las
clases trabajadoras en varios países latinoamericanos, modificando el panorama social y
político en el continente. A partir de allí se constituyeron las primeras fuerzas políticas
de las clases dominadas, centradas en el movimiento sindical -sea de carácter clasista,
sea con liderazgos populistas. Basados en alianzas políticas dirigidas por proyectos
nacionales, varios países del continente vivieron significativas experiencias populares,
que representaron la primera gran aparición del movimiento de masas. Fue el período de
mayor crecimiento económico en países como la Argentina, México, Brasil, Chile y
Perú, entre otros, que transformaría su fisonomía en pocas décadas, más rápidamente de
que en los siglos anteriores. No por casualidad los países que tenían el mayor desarrollo
económico relativo y que se habían valido de forma más directa de la crisis de 1929
para implementar su proceso de industrialización -México, Brasil y Argentina- tendrían
como fuerza política predominante partidos o líderes que privilegiaron la cuestión
nacional sobre la cuestión de clase, dejando en un segundo plano los partidos clasistas.

Este período comienza a agotarse con el fin de la guerra de Corea y el término de la


“tregua” que los países imperialistas fueron obligados a conceder, por la recesión y,
posteriormente, por las economías de guerra impuestas con motivo de la deflagración de
la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Ya se había preanunciado con el cambio del
escenario internacional a aquél dominado por la Guerra Fría, que colocó a los partidos
comunistas en la ilegalidad, teniendo efectos más directos en los países en que estos
partidos tenían un papel político más importante, como en Chile y en Brasil, por
ejemplo, pero con efectos en todos ellos, afectando particularmente las alianzas políticas
y los espacios para el movimiento sindical.

El período termina finalmente a mediados de los años sesenta, conforme al proceso de


internacionalización de las economías, la consolidación de las grandes corporaciones
multinacionales y el estrechamiento de los espacios nacionales de acumulación. El
gobierno del Frente Popular en Chile, la revolución boliviana de 1952, el movimiento
llamado “Bogotazo” en 1948 en Colombia como reacción popular al asesinato del
dirigente liberal Jorge Eliezer Gaitán, son algunas de las mayores convulsiones del
período, que tendrá en la revolución cubana su momento más importante.

El nuevo período presenciará una disputa política entre tres proyectos diferentes -la
alternativa socialista en el continente introducida por la revolución cubana, el proyecto
de nacionalismo militar de Velasco Alvarado en Perú, y el de la dictadura militar en
Brasil. Los tres disputaban el espacio dejado por el agotamiento del modelo de
sustitución de importaciones en el plano económico y por las crisis de los regímenes
democrático-liberales, con golpes militares en varios países, especialmente del Cono
Sur latinoamericano.
Este nuevo período fue introducido por los golpes militares en Brasil y en Bolivia, en
1964, seguido por otros similares -Argentina en 1966 y en 1976, Bolivia nuevamente en
1971, Chile y Uruguay en 1973. En poco más de una década, los regímenes políticos
democrático-liberales de la subregión fueron todos reducidos a dictaduras militares
orientadas por la doctrina de seguridad nacional. En el caso brasileño se mantenía
todavía una política de desarrollo industrial, pero con un carácter ya fuertemente
antipopular -por la represión a los salarios y a los sindicatos- y con el rol hegemónico de
las corporaciones multinacionales -por la internacionalización de la economía. Sin
embargo, a partir del pasaje del capitalismo a su largo ciclo recesivo a mediados de los
años setenta y de la crisis de la deuda de los países latinoamericanos 1980-1981, las
economías del continente entran, en conjunto, en una fase recesiva, en la cual se
generan las condiciones para la adhesión a los modelos neoliberales, encerrando
definitivamente el período “desarrollista” e introduciendo consensos en torno al
combate a la inflación y a la “estabilidad monetaria”, motores del neoliberalismo en
América Latina.

El pasaje de período se da con la “crisis de la deuda”, desatada en 1980, que engendró


déficits de balanza de pagos que tornaron inviables los proyectos de desarrollo para la
región. La década de 1980 fue denominada “década perdida” básicamente porque los
gobiernos se dedicaron sobre todo a buscar saldos comerciales que disminuyesen los
datos de aquellos déficits. Las hiperinflaciones englobadas en ese proceso serían
referencias fundamentales para que los objetivos de desarrollo fuesen sustituidos por los
de estabilidad monetaria -palanca de enraizamiento del neoliberalismo en América
Latina.
¿en qué consiste la crisis latinoamericana actual? Básicamente en que aproximadamente
dos décadas de programas de estabilización monetaria, de hegemonía neoliberal, de
predominio de la acumulación financiera, no llevaron al continente -ni siquiera a
algunos países- a retomar el desarrollo, a recuperar su atraso en la carrera tecnológica, a
estabilizar y a extender los regímenes democráticos, a disminuir los problemas sociales,
a proyectar sociedades pujantes y creativas tecnológica y culturalmente.

Al contrario, el continente vive la profunda y extensa resaca de los remedios


neoliberales, con efectos colaterales generalizados. El cuadro actual nos remite al peor
de los escenarios posibles: estados debilitados en el plano externo y con capacidad de
acción cada vez menor en el plano interno; sociedades cada vez más fragmentadas y
desiguales, con amplios sectores excluidos de sus derechos básicos, comenzando por el
derecho al empleo formal; economías que perdieron dinamismo y que vuelven a
depender macizamente de la exportación de materias primas, mientras ingresaron en un
cuadro de creciente financiarización del cual no logran salir; culturalmente, el
continente, bajo la fuerte presión de la prensa internacional, revela una incapacidad de
retomar los ciclos de creatividad y originalidad que lo caracterizaron en las décadas
anteriores.

Dos décadas de aplicación de políticas neoliberales corroyeron las bases de las


relaciones sociales sobre las cuales se había edificado el Estado latinoamericano, los
conceptos de nación y de soberanía. Éstos se articulaban en torno al objetivo del
desarrollo económico -con la industrialización como motor de la integración social- en
torno a un mercado interno nacionalmente estructurado, con relaciones formales de
trabajo en expansión, y de la independencia externa identificada con la expansión del
comercio exterior. Estos tres objetivos -desarrollo económico, mercado interno y
externo- fueron las ideas fuerza que impulsaron la remodelación del Estado
latinoamericano, especialmente en la segunda mitad del siglo XX.
La actual crisis latinoamericana consiste en la resaca de la aplicación de las políticas de
desregulación a lo largo de más de una década. Los efectos negativos mencionados son
expresiones de una crisis de acumulación fuertemente perjudicada por la
financierización de la economía, resultado de la aplicación de políticas de estabilización
esencialmente recesivas. El agotamiento de los modelos de industrialización se dio de
forma brusca entre los años 1960 y 1970. Brasil fue la excepción, postergando este
agotamiento para el final de la década de 1970, porque la dictadura militar supo
aprovechar el período expansivo del capitalismo internacional para dar un nuevo
empuje a ese ciclo. Sin embargo, la crisis de la deuda, en el pasaje de la década de 1970
a la de 1980, fue general en el continente, provocando el viraje de América Latina hacia
un largo ciclo recesivo del que todavía no logró salir.

La explosión del endeudamiento, sumada al pasaje del modelo hegemónico del


capitalismo al neoliberalismo, favoreció la hegemonía del capital financiero sobre las
economías del continente. La apertura para el mercado internacional, la privatización de
empresas estatales, la desregulación económica, la “flexibilización laboral”, fueron
instrumentos que llevaron a esta hegemonía, que permeó el conjunto de sus economías,
en detrimento del capital productivo. Las tasas de lucro obtenidas por las inversiones
financieras, sumadas a su liquidez, se convirtieron en el gran polo de atracción que
transfirió recursos para la esfera especulativa. Este mecanismo fue particularmente
fuerte en América Latina, presionada por el endeudamiento y por los déficits públicos,
reflejados en el descontrol inflacionario.

Es imposible comprender los rumbos actuales de América Latina, tanto sus virajes
históricos recientes cuanto su crisis actual y sus posibles alternativas, sin considerar la
trayectoria de la izquierda latinoamericana. Si en su nacimiento la izquierda del
continente fue tributaria directa del movimiento obrero europeo, generando
movimientos con un fuerte componente ideológico y poco enraizamiento en cada país,
en el transcurso del siglo XX la izquierda latinoamericana fue ganando en músculos y
en raíces, pasando a protagonizar de forma central los grandes acontecimientos vividos
por el continente, especialmente después de las tres primeras décadas del siglo pasado.
POBLACION
Ya desde fines del siglo XIX algunos pocos países de América Latina habían levantado
censos de población, lo que les permitió conocer no sólo el tamaño de sus poblaciones y
la distribución de éstas en su territorio, sino también algunas características, entre ellas
sexo y edad. No es sino hasta mediados del siglo XX -cuando el Instituto
Interamericano de Estadística (IASI, por sus siglas en inglés) lanza su Programa del
Censo de las Américas (COTA)- que un buen número de países de la región participan
en ese programa levantando censos de población en el año de 1950 con un cierto grado
de uniformidad en el contenido de las boletas censales. Los resultados de estos censos,
comparados con los datos de que se disponía entonces, vinieron a confirmar que las
poblaciones de la mayoría de los países latinoamericanos estaban creciendo a ritmos
acelerados. La tasa anual de crecimiento poblacional en algunos casos rondaba o
excedía tres por ciento anual, tasa que permitiría duplicar el número de habitantes en un
breve período de años. Igual situación parecía estarse dando en otras regiones
subdesarrolladas del mundo.

Este crecimiento poblacional, que llegó a calificarse de explosivo, suscitó preocupación


en los países desarrollados, y reconociendo que, en general, en América Latina no se
contaba con personal capacitado en Demografía, en una Asamblea General de Naciones
Unidas se propuso adoptar una resolución recomendando que las regiones
subdesarrolladas crearan centros que, además de formar recursos humanos capaces de
abordar el estudio del comportamiento de sus poblaciones, prestaran asistencia técnica a
los paí- ses que la requiriesen para llevar adelante investigaciones que aportaran
elementos de juicio para evaluar dichos comportamientos, analizando la dinámica que
determinaba su tasa de crecimiento y la posible evolución de la natalidad y mortalidad.
En América Latina se buscó aplicar la resolución de la Asamblea de las Naciones
Unidas mediante el establecimiento de un centro como los recomendados, lo cual
ocurrió en Chile en 1957. Es así como a mediados del siglo XX comienza a
desarrollarse la aplicación de la Demografía en la región, al mismo tiempo que se
procura formar personal profesional que pudiese aplicar sus conocimientos de esa
disciplina al análisis del comportamiento demográfico en los distintos países. El Centro
Latinoamericano de Demografía (Celade), que fue como se designó dicho centro creado
como consecuencia de la recomendación de la ONU, comenzó en 1958 a dictar cursos
de análisis demográfico de 10 meses de duración, en los que también se estudiaban las
principales fuentes de datos demográficos y los mé- todos utilizados por ellas para
recolectarlos.

A estos cursos asistían pequeños grupos de funcionarios estatales, principalmente de


departamentos censales o de estadística, en calidad de becarios, y cuyas candidaturas
eran propuestas por los respectivos gobiernos. Al mismo tiempo que dictaba los cursos
de análisis demográ- fico en su sede y en una subsede establecida posteriormente en San
José con la colaboración de la Universidad de Costa Rica, Celade prestaba asistencia
técnica a algunos países que deseaban analizar los datos de su censo de población para
evaluar cómo evolucionaba su dinámica demográfica y preparar proyecciones que les
permitieran conocer la posible evolución futura de su población, datos todos éstos que
el Estado pudiera utilizar para adoptar medidas tendentes a modificar el
comportamiento demográfico de la población. Los estudios realizados en las décadas de
1960 y 1970 con la colaboración de Celade y la disponibilidad de profesionales que ya
se habían capacitado en análisis demográfico confirman que, con la excepción de
Argentina, Uruguay, Chile y Cuba, en los demás países de la región, y de manera más
significativa en los centroamericanos y algunos del norte de Suramérica, las poblaciones
crecían aceleradamente, producto de una mortalidad en descenso y una fecundidad
estabilizada a niveles relativamente altos.
Surge entonces en algunos círculos, particularmente de Estados Unidos, el
planteamiento de que los bajos niveles de crecimiento económico que en general se
daban en los países latinoamericanos se debían precisamente a las elevadas tasas de
crecimiento demográfico, que los obligaba a destinar recursos crecientes a atender las
necesidades de sus habitantes. Esto llevó a proponer que nuestros países adoptaran
medidas orientadas a disminuir el crecimiento demográfico, lo que en efecto se hizo.
Por conocidas, no parece necesario describir aquí esas medidas. Lo que sí es importante
señalar es que, en efecto, en periodos de pocos años bajaron significativamente las tasas
de crecimiento de las poblaciones de esos países, aunque debe subrayarse que no se
elevaron las de desarrollo y crecimiento económico, que prácticamente no variaron o en
algunos casos se desmejoraron. Antes de abordar el examen de las demandas que se
plantean a la Demografía en este siglo XXI conviene subrayar que Celade optó por
organizar en una primera etapa la enseñanza de análisis demográfico, lo que implicó la
aplicación de la Demografía formal, cuyo desarrollo se apoya de manera significativa en
métodos estadísticos, considerando que en sus inicios en los años 1958 y 1959 lo que
los países demandarían a Celade serían estimaciones de las variables demográficas
básicas: fecundidad y mortalidad, evaluando el grado de cobertura de sus fuentes
informativas, análisis de las estructuras diferenciales de población y su distribución en
el territorio, así como su posible evolución futura, con base en proyecciones de
población, es decir, elementos que le permitieran conocer y describir cómo la respectiva
dinámica demográfica modificaba el tamaño, la distribución, las estructuras de sexo y
edades de sus poblaciones.

Sin embargo, más tarde, en diversos momentos de la segunda mitad del siglo XX, se
organizaron en Brasil y México maestrías en Demografía -Brasil, Cedeplar, 1964;
México, Ceed, 1964-1 que años más tarde se ampliaron a doctorados -Brasil, Cedeplar,
1985 y Nepo, 1985, y México, 1985 y actualmente se cuenta con la maestría y el
doctorado en Demografía que se dictan en la Universidad Nacional de Córdoba,
Argentina.
Con el propósito de no alargar innecesariamente el examen de la evolución que se da en
América Latina en los estudios de Demografía y en sus poblaciones en la segunda mitad
del siglo XX, conviene examinar qué es lo que les está ocurriendo a esas poblaciones en
la actualidad. Es esta situación la que determinará cómo evolucionará la aplicación de la
Demografía como ciencia en la región para apoyar a sus sociedades y a sus gobiernos en
la comprensión de los fenómenos sociales, económicos, de salud y ambientales, que
afectan a sus poblaciones y son afectados por el comportamiento de éstas. Por razón de
las medidas que se adoptaron, en todos los paí- ses de la región disminuyó, en distintos
grados, la tasa anual de crecimiento demográfico, producto principalmente del descenso
del nivel de la fecundidad, lo que ha llevado a una llamada transición demográfica, que
según el grado de avance de la misma, ha modificado las estructuras por edades que, en
general, se caracterizan por una disminución de la proporción de los menores de 15
años, un crecimiento de la de jóvenes entre 15 y 19, un crecimiento de la población en
edad de trabajar entre 20 y 59 años, y lo que está concitando mayor preocupación: un
importante crecimiento del grupo de 60 y más años.
Transición demográfica y evolución

De la más alta prioridad resulta, en los tiempos actuales, estimar cómo se transformarán
en las poblaciones de América Latina las estructuras por edad y cuál es la relación que
ellas tendrán con la evolución de condiciones como la educación, la salud y la
incidencia de enfermedades, el patrón de distribución de la población en el territorio, los
niveles y características del empleo, y los niveles de fecundidad y mortalidad. El estudio
y evaluación de tres grupos de edad han suscitado especial atención por la directa
relación que tienen con las transformaciones sociales. Ellos son: los adolescentes y
adultos jóvenes, cuyo mayor crecimiento plantea la necesidad de adoptar medidas
especiales dirigidas a ese grupo para atender los múltiples problemas que ellos plantean.
El segundo grupo es el de la población en edades de trabajar, cuyo crecimiento en
algunos países ciertos profesionales han dado en calificar como “bono demográfico”,
designación totalmente equivocada, ya que en esos países, como en general en América
Latina, se da un alto nivel de desempleo, por lo que el crecimiento de ese grupo lo que
hace es venir a complicar el ya difícil problema de la no utilización o subutilización de
la fuerza de trabajo potencial. El crecimiento de este grupo poblacional, con altos
niveles de desempleo, viene a agravar los problemas de que ya adolecen los sistemas de
seguridad social en América Latina, ya que un alto porcentaje de la población no
contribuye al pago de cuotas en estos sistemas, complicándose aún más el problema de
la solidaridad intergeneracional.
El crecimiento de la población de 60 años y más, designada por Naciones Unidas como
“adultos mayores”, es el que mayor preocupación concita, ya que se trata de un grupo
que en un alto porcentaje es “dependiente”, ya sea porque se haya retirado de la
actividad económica, o no haya trabajado nunca (como es el caso de muchas mujeres).
Es obvio que este grupo plantea importantes demandas: mantenimiento por algún
familiar o el Estado, si no pertenece a ningún sistema de seguridad social, lo que es
bastante frecuente, especialmente para los de edades más avanzadas (80 y más años).
Otra demanda es la de la atención médica, que con frecuencia exige hospitalización,
para estados de salud que a medida que avanza la edad se deterioran severamente. En el
estudio de este grupo resultará muy útil estar en condiciones de estimar valores de
esperanza de vida para grupos con distintas características.
En los tres casos anteriores ya no basta el análisis demográfico formal. Ahora se hace
indispensable establecer relaciones, formular análisis y llegar a conclusiones acerca de
cómo lograr la proposición de soluciones para resolver los problemas que la evolución
de estas estructuras de edad entre distintos grupos sociales plantea al desarrollo
económico y social del país. Llamémosla una demografía sustantiva.
Concentración urbana de la población

Un buen número de ciudades de América Latina se desarrolla de manera desordenada,


con altas concentraciones de población en la periferia de la ciudad, donde se crean
problemas ambientales que en ocasiones afectan negativamente la salud de la población,
especialmente cuando ella está desprovista de servicios esenciales (agua potable,
disposición de excretas, falta de recolección de la basura). Igualmente, se dan problemas
de transporte y de explotación desordenada de los recursos naturales disponibles.
Generalmente, esta concentración urbana se da a expensas de las áreas rurales, de donde
emigra población por falta de tierras agrí- colas, que generalmente se concentran en
pocas manos, con la consiguiente depauperización de grupos importantes de la
población rural que se ve así forzada a emigrar a la ciudad.

Urge que los demógrafos, en colaboración con profesionales en otras disciplinas, en


busca de soluciones efectivas, aborden el estudio de los problemas que se derivan de la
alta concentración urbana y de la excesiva emigración rural que están no sólo creando
problemas ambientales, sino también problemas asociados a la supervivencia de las
poblaciones residentes en estas áreas. Los estudios de los demógrafos sobre la
migración interna pueden tildarse de simplistas porque en general se limitan a
mediciones sin que se dé una investigación analítica sobre causas y efectos, magnitud de
grupos afectados y características diferenciales de los mismos. Citando a la Cepal, es
preciso considerar que “para analizar las relaciones entre la población y el medio
ambiente hay que aplicar un enfoque que incluya, además de las tendencias
demográficas, asuntos relacionados con los patrones de producción y consumo de la
población, que preste atención a las políticas y a los adelantos tecnológicos destinados a
impedir la degradación del ecosistema”
Problemas de empleo y crecimiento de la población

Los datos censales sobre la población económicamente activa han permitido


dimensionar lo relativo al desempleo, pero es preciso ir más allá en el análisis de este
fenómeno de muy variadas facetas y que de manera tan significativa vulnera a
importantes grupos de población afectados por la pobreza, con bajos niveles de
educación y, en general, condiciones de vida precarias.

Es éste otro caso en que no basta sólo medir el fenómeno. En la búsqueda de soluciones
a estos apremiantes problemas, la Demografía debe contribuir a caracterizar según edad,
sexo, localización geográfica y niveles de educación y capacitación los grupos de
poblaciones afectados por el flagelo del desempleo en sus variadas formas: el empleo
informal, el subempleo. Debe también la Demografía esclarecer el impacto del
desempleo sobre los sistemas de seguridad social
Migración internacional

Salvo los análisis que se hayan hecho en el pasado sobre movimientos de inmigrantes
hacia Argentina, Uruguay, Chile y Brasil, en tiempos recientes ha sido México el que de
manera más sistemática y más persistente está estudiando la migración mexicana a
Estados Unidos. Hoy día, sin embargo, movimientos migratorios internacionales de
diversa naturaleza se dan en numerosos países de la región. No se trata ya de la famosa
“emigración de cerebros”. Hoy se movilizan contingentes elevados de migrantes con
bajos niveles de educación, agobiados en su país de origen por el desempleo y la
pobreza. Ya ha sido señalado por algunos autores latinoamericanos que las fuentes
tradicionales de medición de las migraciones internacionales presentan notables
limitaciones para el estudio y análisis de los movimientos que hoy presentan
características distintas, prácticamente inéditas.

He aquí un campo que plantea a la Demografía el reto de contribuir al análisis de los


impactos que estos nuevos movimientos tienen en los lugares de origen, en los de
destino, que pueden calificarse de transitorios, y los finales. Cuáles son las principales
características de los que se movilizan: estructura familiar, grupos de edad, sexo,
educación, actividades en los lugares de origen y los lugares de destino, remesas que los
migrantes envían a sus países de origen, todo lo cual necesariamente obliga a mejorar y
ampliar las fuentes de datos relacionadas.
Población, educación y desarrollo

A la mayoría de los países latinoamericanos, especialmente en los de Centroamérica y el


Caribe, el desarrollo del sistema educativo y la prestación de adecuados servicios de
educación a la población plantean problemas que en ciertos casos parecen insalvables.
La Demografía puede y debe contribuir a dimensionar algunas de las características del
fenómeno: estructura por edades y sexo y distribución espacial, según la categoría de los
lugares de la clientela potencial del sistema educativo contrastada con lo que
efectivamente se registra. Aparte de permitir una medición exacta de la cobertura del
sistema, facilita el examen de problemas tales como el déficit de cobertura en los
distintos niveles de educación. Contribuiría de esta manera a evaluar uno de los
objetivos de desarrollo del Milenio, propuestos por las Naciones Unidas.

Un intercambio entre demógrafos y educadores debe contribuir al desarrollo de


metodologías aplicables a la medición y eventual evaluación de aspectos tales como:
distribución de los docentes en el sistema y grado de formación de los mismos,
evaluación del aprendizaje de los estudiantes, y algunos aspectos administrativos del
sistema educativo, como la descentralización geográfica de los servicios.
Pobreza y crecimiento poblacional

La tendencia que hasta hace poco y con frecuencia se daba en algunas investigaciones
sobre población y pobreza, de atribuir la existencia de la misma al crecimiento de la
población, afortunadamente ha sido superada y hoy se reconoce que la pobreza está
ligada a la existencia de condiciones sociales y económicas que la propician. Primera
entre estas condiciones está la significativa desigualdad económica que se da
prácticamente en todos los países latinoamericanos.

La región es catalogada en los estudios internacionales que se realizan como una de las
que presentan las mayores desigualdades en el mundo. Esta injusticia social coloca a
ciertos grupos de nuestras poblaciones en situaciones marginales en cuanto a empleo
(desempleo, subempleo, empleo informal), educación (analfabeta, educación primaria).
En colaboración con sociólogos y economistas, el demógrafo está capacitado y debe
contribuir al análisis para determinar qué grupos poblacionales son los más afectados
por las condiciones de desigualdad y pobreza. Sólo esclareciendo estas relaciones se
podrá plantear la adopción de medidas de política que tiendan a corregir las iniquidades.
Población y desarrollo sustentable

El anatema que pendía sobre el crecimiento de la población como responsable de la


mayoría de los problemas sociales y económicos que agobian a nuestros países
afortunadamente ha ido desapareciendo a medida que tanto esos problemas como la
diná- mica del crecimiento de la población han sido mejor comprendidos. Sin embargo,
nuevas situaciones plantean nuevas necesidades de investigación. La atención que ahora
se presta a lo ambiental, a lo ecológico y a la protección de los recursos naturales ha
dado gran importancia al estudio del crecimiento de la población y el desarrollo
sustentable. Economistas y demógrafos deben ahora abocarse a investigaciones que
permitan establecer las relaciones existentes entre ambos fenómenos.
ECONOMIA
La dinámica de la actividad económica observada en el primer trimestre de 2015 en los
países de América Latina y el Caribe hace proyectar para el año en curso un crecimiento
significativamente inferior al 1,1% registrado en 2014. Si bien la desaceleración es un
fenómeno generalizado en la región, la evolución del crecimiento ha sido muy
heterogénea entre países y subregiones. En este contexto, se espera una tasa de
crecimiento regional de un 0,5% en promedio ponderado; América del Sur mostraría
una contracción del 0,4%, Centroamérica y México, un crecimiento del 2,7%, y el
Caribe, un crecimiento del 1,7%.

Esta dinámica es originada por factores tanto externos como internos. En lo que respecta
al contexto externo, cabe destacar que el crecimiento de la economía mundial durante
2015 se mantendrá lento, aunque con tasas algo mayores que las observadas en 2014.
Por lo tanto, se espera un crecimiento promedio del 2,2% en los países desarrollados,
mientras que las economías emergentes continuarán desacelerándose, con un
crecimiento esperado del 4,4%. Concomitantemente con la dinámica del crecimiento del
PIB, las tasas de crecimiento del volumen de comercio mundial están estancadas en
niveles todavía inferiores a los registrados antes de la crisis financiera mundial. No han
superado el 5% desde 2011 y, durante los primeros cuatro meses de 2015, la tasa de
variación interanual del volumen de comercio promedió solamente un 2%, mostrando
signos de una desaceleración aún mayor en comparación con 2014. A la menor
demanda externa, se suma la tendencia a la baja de los precios de los productos básicos.

Específicamente, los precios de los metales y de los productos agrícolas iniciaron su


descenso en el primer trimestre de 2011 y, si bien la tendencia a la baja se ha
estabilizado, estos rubros acumularon pérdidas del 41% y el 29%, respectivamente,
entre el primer trimestre de 2011 y abril de 2015. Por su parte, el rubro de productos
energéticos (compuesto por el petróleo, el gas natural y el carbón), que se había
caracterizado más bien por un estancamiento y un descenso gradual desde 2011,
experimentó a partir de julio de 2014 una abrupta caída, perdiendo un 52% en solo siete
meses hasta enero de 2015.

El precio del petróleo crudo —el componente de mayor peso en el índice de productos
energéticos— cayó casi un 60% en igual período. El comportamiento de los precios de
los productos básicos se ha visto reflejado en la evolución de los términos de
intercambio de los países de la región, siendo los países exportadores de hidrocarburos
los que, en todo el año 2015, mostrarían una mayor pérdida, seguidos por los
exportadores de productos agroindustriales y productos mineros. En los países de
Centroamérica y el Caribe que son importadores netos de materias primas, mejorarían
los términos de intercambio en 2015.
La dinámica de los precios de las materias primas también ha afectado el saldo de las
balanzas comerciales. Según cálculos de la CEPAL sobre la región en su conjunto, la
caída de los precios de exportación provocaría un debilitamiento de los ingresos por
exportaciones más marcado que el que se observaría en los egresos por importaciones
debido a la caída de los precios de importación. Esto implica que entre 2014 y 2015 se
observe una pérdida neta de los ingresos generados por las exportaciones netas por
variación de los precios del comercio cercana al 1,2% del PIB regional. Para el grupo de
países exportadores de productos energéticos, las pérdidas vinculadas a esta variación
ascenderían a cerca del 3,3% del PIB de estos países.

En el grupo de países miembros del Mercado Común del Sur (MERCOSUR), donde los
productos agroindustriales tienen un peso importante en las exportaciones, las pérdidas
ascienden a un 0,9% del PIB y, en el caso de los exportadores de productos mineros, al
0,5% del PIB. Finalmente, en el grupo compuesto por los países centroamericanos,
Haití y la República Dominicana, las ganancias por menores precios de importación
compensan con creces las pérdidas esperadas por menores precios de exportación, lo
que se traduciría en una ganancia neta equivalente a un 1,6% el PIB de la subregión.

En este contexto, para 2015 se estima, en promedio, un leve deterioro de la cuenta


corriente, que podría alcanzar un 3,0% del PIB. En el ámbito de los mercados
financieros, se observa una mayor volatilidad en un contexto que sigue presentando
importantes riesgos económicos y geopolíticos. Tras años de abundante liquidez en los
mercados financieros internacionales y de acceso al crédito con tasas bajas, vuelve a
surgir inquietud acerca de la fecha de un primer aumento de la tasa de interés de
referencia por parte de la Reserva Federal de los Estados Unidos y de las fechas y
características de los incrementos posteriores. El impacto que el alza de tasas podría
generar en los mercados financieros no es evidente. Está vinculado, por una parte, al
incremento del costo de los recursos financieros en los mercados internacionales a causa
de la menor disponibilidad de liquidez a nivel global. Esto se debe a que dos
importantes proveedores de liquidez como el Banco Central Europeo y el Banco del
Japón no serían capaces de compensar la baja de liquidez producida por el alza de las
tasas de los Estados Unidos. Por otra parte, dependerá del efecto que provoque el
aumento de las tasas internacionales en el atractivo relativo de las inversiones en
monedas alternativas al dólar y, con ello, en los flujos financieros hacia los mercados
emergentes, los precios de sus activos financieros y sus monedas.

Además, los últimos acontecimientos ocurridos en Grecia en relación con su


permanencia o salida de la zona del euro plantean importantes interrogantes sobre el
devenir de esa moneda y las posibles repercusiones en los mercados financieros. A
pesar de todo, se espera que los países de la región mantengan el acceso a los mercados
financieros internacionales, aunque en un contexto de mayor complejidad y menor
liquidez global. En lo que se refiere a los factores internos, un hecho significativo ha
sido el proceso de desaceleración de la demanda liderado por la caída de la inversión.
La contribución de la formación bruta de capital al crecimiento viene disminuyendo de
manera paulatina desde 2011 y aceleró su caída a partir del segundo trimestre de 2013.
Durante 2014, la formación bruta de capital fijo registró una contracción a nivel
regional del 2,0%. En el primer trimestre de 2015, se mantiene la caída de la tasa de
inversión, con una contribución negativa cercana a 0,3 puntos porcentuales del PIB al
crecimiento de la demanda interna. La dinámica de la inversión es preocupante por sus
efectos negativos no solo sobre la dinámica del ciclo económico, sino también sobre la
capacidad de crecimiento de mediano y largo plazo.

El gasto de consumo también mostró una desaceleración significativa a partir del


segundo trimestre de 2013, especialmente en 2014, al pasar de un crecimiento del 3,0%
en 2013 a un crecimiento del 1,4% en 2014. En el caso del consumo del sector privado,
la desaceleración fue más pronunciada, pasando del 2,9% en 2013 al 1,2% en 2014.
Esto ha implicado que el consumo privado continuase perdiendo importancia como
elemento dinamizador del crecimiento del PIB y, si bien se mantiene como el principal
contribuidor al crecimiento, su participación disminuyó de 1,9 puntos porcentuales en
2013 a 0,8 puntos porcentuales en 2014. Durante el primer trimestre de 2015 se observa
que el consumo, tanto público como privado, es el principal dinamizador de la demanda
agregada, si bien el consumo privado siguió mostrando debilidad y su contribución al
crecimiento económico volvió a disminuir. Un elemento digno de destacar entre los
hechos observados en 2014 y el primer trimestre de 2015 es el aporte positivo de las
exportaciones netas al crecimiento del PIB, registrado por primera vez desde la crisis
mundial de 2009. El impacto de la desaceleración económica sobre la tasa de desempleo
ha sido pequeño.

A nivel regional, en 2014 la caída de la tasa de ocupación no conllevó un incremento de


la tasa de desempleo; por el contrario, esta descendió 0,2 puntos porcentuales, del 6,2%
al 6,0%. Sin embargo, la información preliminar sobre el primer semestre de 2015
indica que la persistente debilidad de la generación de empleo ocasionaría un aumento
de la tasa de desempleo abierto regional del 6,0% al 6,5% en el promedio del año. Con
respecto a la dinámica salarial, los salarios reales siguen creciendo moderadamente en la
mayoría de los países, pero el debilitamiento de la generación de empleo afecta el poder
de compra de los hogares, lo que se expresa en menores tasas de crecimiento del
consumo privado. La capacidad de los países de la región para acelerar el crecimiento
económico depende de los espacios para adoptar políticas contracíclicas, en especial,
para estimular la inversión, lo cual será fundamental para aminorar los efectos del
choque externo y evitar consecuencias significativas en el desempeño de las economías
en el mediano y largo plazo. En el ámbito fiscal, al igual que en 2014, en el primer
trimestre de 2015 se aprecia una heterogeneidad de situaciones entre los países en
términos del espacio fiscal disponible.

En general, con pocas excepciones, en los países de América Latina la deuda pública
como proporción del PIB se ha mantenido estable, en torno al 30%, especialmente
debido a las bajas tasas de interés imperantes, aunque se detecta una aceleración del
endeudamiento de las empresas públicas en algunos casos. Las cifras preliminares
indican que la diferencia entre el crecimiento de los ingresos y los gastos, en promedio,
empeoró en el primer trimestre de 2015. Se espera una caída de los ingresos fiscales en
varios países de América Latina en 2015, como consecuencia del descenso de los
ingresos provenientes de los recursos naturales no renovables. Por su parte, los ingresos
tributarios muestran señales de reactivación, acordes con las reformas implementadas en
los últimos años en algunos países.

En el Caribe se observa una mejora sustantiva de la situación fiscal, pero el elevado


nivel de deuda pública sigue siendo una pesada carga para el crecimiento y la inversión.
Los países caribeños están registrando un avance importante en materia de crecimiento
de los ingresos tributarios, que ayudará a cerrar sus brechas fiscales. En lo que se refiere
a las políticas monetarias, al igual que en 2014, durante el primer trimestre de 2015 los
países en general han adoptado una orientación contracíclica para tratar de impulsar un
mayor dinamismo de la actividad económica.

En los primeros cinco meses de 2015, las autoridades de Colombia, Chile y México han
mantenido inalteradas sus tasas de referencia. En el Brasil, en cambio, las tasas han
seguido en ascenso, con incrementos en enero, marzo y abril. En el Perú, se redujeron
25 puntos básicos en enero de 2015, pero posteriormente se mantuvieron sin cambios.
Los países que utilizan los agregados monetarios como principal instrumento de la
política monetaria experimentaron una aceleración del crecimiento en el segundo
semestre de 2014.

Durante el primer trimestre de 2015, la dinámica exhibida por la base monetaria en las
economías del Caribe fue similar a la observada en 2014, mientras que en las economías
de América del Sur y Centroamérica se aceleró el ritmo de crecimiento de la base
monetaria. Al igual que en 2104, durante 2015 las monedas de la región tendieron a
debilitarse frente al dólar, dinámica que ha estado acompañada de una recuperación de
las reservas internacionales. Sin embargo, en los primeros cinco meses de 2015, el ritmo
de acumulación de reservas internacionales ha disminuido y, entre diciembre de 2014 y
mayo de 2015, el nivel de reservas de la región registró un aumento del 0,4%. La
dinámica contracíclica de la política monetaria ha sido posibilitada por tasas de
inflación relativamente bajas.

Desde 2014, la inflación en los países de América Latina y el Caribe exhibe una
dinámica diferenciada: una tendencia a la baja en las economías del Caribe,
Centroamérica y México, y una tendencia al alza en las economías de América del Sur;
el tipo de cambio ha sido un factor importante de la tendencia hacia un aumento de las
tasas.

Como se ha señalado, una de las principales variables que explican la desaceleración


económica de la región es el comportamiento de la inversión. La caída de la tasa de
inversión y la menor contribución de la formación bruta de capital al crecimiento son
preocupantes, ya que no solo afectan el ciclo económico, sino también la capacidad y
calidad del crecimiento de mediano y largo plazo. Es por ello que uno de los principales
desafíos para retomar un crecimiento vigoroso es dinamizar el proceso de formación
bruta de capital.
En este contexto, los capítulos temáticos de esta edición del Estudio Económico de
América Latina y el Caribe se centran en analizar la dinámica de la inversión en los
países de América Latina y el Caribe, la relación de esta con el ciclo económico, el
papel de la inversión pública, las carencias de infraestructura y los desafíos de
financiamiento de la inversión privada. En el capítulo II se examina la dinámica del
proceso de inversión en la región, su vinculación con el ciclo económico y sus efectos
de largo plazo. Históricamente, los niveles de formación bruta de capital fijo en
América Latina y el Caribe han estado por debajo de los de otras regiones en desarrollo.
Sin embargo, entre 1990 y 2014, se redujo la brecha de inversión con relación a las
economías desarrolladas y otros países en desarrollo. Esto refleja un aumento de la
inversión privada, que constituye cerca del 74% de la formación bruta de capital fijo. La
inversión pública (incluida la realizada por las empresas públicas) ha mostrado un
mayor dinamismo a partir de 2003, lo que le ha permitido recuperarse de las fuertes
caídas observadas en los años ochenta y noventa y volver a niveles cercanos al 5% del
PIB, cifra comparativamente baja cuando se contrasta con Asia y África, cuya inversión
pública se ubica en torno al 8% del PIB.

En la región, la inversión muestra una volatilidad superior a la observada en otras partes


del mundo, esencialmente por la dinámica del componente de maquinaria y equipo, que
suele estar asociado a la productividad y, por ende, hace que las ganancias de
productividad sean también fluctuantes y no puedan sostenerse en el tiempo, lo que
incide en la brecha de productividad que registra América Latina y el Caribe con
relación a otras regiones. La volatilidad de la inversión refleja características específicas
del ciclo económico de la región. Como se verá en esta edición del Estudio Económico
de América Latina y el Caribe, los datos sugieren que la dinámica regional del ciclo de
la inversión ha sido poco favorable para promover un crecimiento sostenido e inclusivo
de mediano y largo plazo.

Del análisis de la dinámica del ciclo económico en el período comprendido entre 1990 y
2014, se desprende que, en las fases negativas del ciclo, la contracción de la inversión es
marcadamente superior a la del PIB en términos de duración e intensidad. Las
contracciones son particularmente significativas en el caso de la inversión pública y, en
promedio, son más intensas que las registradas en otras regiones del mundo.
Finalmente, en la fase expansiva del ciclo, la inversión no logra recuperar la intensidad
y duración de su caída en la fase contractiva. El comportamiento de la inversión no solo
afecta el ritmo y la tasa de acumulación de capital, sino que también se relaciona
directamente con la dinámica de la productividad. Debido a la relación causal entre la
acumulación de capital y la productividad, las características cíclicas de la inversión son
un factor determinante de la capacidad de crecimiento de largo plazo.
POLÍTICAS DE ESTADOS UNIDOS PARA AMÉRICA LATINA
Los últimos libros aparecidos sobre el tema de las relaciones entre Amé- rica Latina y
Estados Unidos, y más concretamente sobre la importancia de América Latina en la
política exterior norteamericana, coinciden en señalar los cambios que han afectado a
estas relaciones y a la formulación de la polí- tica de Estados Unidos hacia la zona.

Todos los autores reseñados apuntan al relevo presidencial en Estados Unidos y a los
cambios en la estructura de fuerzas a nivel mundial como las causas explicativas de esa
reformulación de la política hacia América Latina. En primer lugar, debemos señalar
que la mayoría de los libros abordan el tema de las relaciones desde la perspectiva
norteamericana, es decir, analizando los cambios en la política exterior estadounidense
hacia América Latina y las diferencias de percepción e intensidad.

Teniendo en cuenta que la mayoría de los libros toman este punto de vista y que además
los cambios acaecidos en la esfera mundial han afectado profundamente las bases sobre
las que se asentaba la política exterior de Estados Unidos, parece más adecuado hablar
de América Latina en la política exterior norteamericana que de relaciones Estados
Unidos-América Latina. Los estudiosos del tema, consideran que la transformación de
la política estadounidense hacia América Latina es producto tanto de factores internos
como de factores externos.

Las transformaciones en los factores internos se desencadenan a consecuencia del


cambio presidencial de Reagan a Bush. Este relevo supone una variación tan sólo
relativa, ya que el trasfondo ideológico de ambos es el mismo. Ahora bien: en los dos
años transcurridos con Bush en la Casa Blanca se han obser vado diferencias de forma y
de énfasis en la política exterior hacia América Latina, que superan las inicialmente
previstas. Kryzanek enfatiza la influencia del carácter del presidente en la formulación
de la política exterior estadounidense.

Los cambios en los factores externos se manifiestan en una correlación de fuerzas


distintas en el sistema internacional, que se ha producido como consecuencia de la caída
de los regímenes comunistas y que supone en la práctica un triunfo ideológico de
Estados Unidos a nivel mundial. Esta reformulación de la política exterior de Estados
Unidos ha afectado a su relación con América Latina.

A través de los autores reseñados se puede analizar el cambio a dos niveles: en cuanto a
la intensidad de las relaciones y la importancia actual de América Latina en esta política
exterior y en cuanto a los temas en torno a los cuales se establece la política de Estados
Unidos hacia América Latina. En cuanto a la intensidad de las relaciones y la
importancia de América Latina para la política estadounidense, todos los autores
coinciden en señalar el carácter prioritario del área en la política exterior de la era
Reagan. Lowenthal hace un acertado análisis de la evolución de la relación de Estados
Unidos con América Latina desde la época de la Alianza para el Progreso, en que
Estados Unidos extendió toda su dominación en nombre del desarrollo y la democracia,
hasta los años setenta, en que esta preeminencia se diluyó por distintas razones: una
política exterior de apoyo a la democracia y los derechos humanos, una mayor
capacidad de negociación con otros países por parte de América Latina (tanto a nivel
económico como político) y una conciencia por parte de Latinoamérica de ser sólo
secundaria en la agenda de Estados Unidos. Señala Lowenthal que con la llegada de
Reagan se inicia un proceso de recuperación de la influencia de Estados Unidos en la
región, ya que él y su equipo consideraban que durante la Presidencia de Cárter se había
perdido el control en América Latina con un consiguiente aumento de la influencia de la
URSS. Por esta razón, estimaron necesario tomar medidas duras y enérgicas.
Focalizó sus acciones hacia donde la amenaza era mayor, Centroamérica, olvidando,
señala Lowenthal, a Sudamérica y las cuestiones económicas, que eran las
fundamentales para América Latina, una vez estallado el problema de la deuda. Según
Lowenthal, la aproximación de la Administración Reagan hacia América Latina estaba
desfasada. Su hegemonía había decaído porque las naciones latinoamericanas ya
estaban en condiciones de forzar sus propias políticas y porque las bases sobre las que
se asentaba la política de Estados Unidos no tenían solidez. Además, la guerra de las
Malvinas pro dujo un sentimiento de solidaridad entre las naciones latinoamericanas y
de hostilidad hacia Estados Unidos. Lowenthal prevé un aumento del interés de Estados
Unidos por la región por la importancia creciente del mercado latinoamericano, por la
emigración latinoamericana que está recibiendo y por la influencia e imprescindible
cooperación de los países latinoamericanos más grandes para resolver problemas que le
afectan muy seriamente (drogas, terrorismo, medio ambiente) y, por último, por el
rechazo de la opinión pública estadounidense hacia la política de mano dura y
fuertemente ideologizada llevada a cabo por la Administración Reagan. Kryzanek,
después de repasar la evolución histórica de las relaciones entre Estados Unidos y
América Latina y de analizar el proceso de toma de decisiones en la política exterior
norteamericana, señala también la importancia que tuvo América Latina durante la era
Reagan. Si en los años sesenta esta polí- tica se centraba en el Sudeste asiático y durante
los setenta en Europa del Este, en la década de los ochenta ha estado volcada hacia
Centroamérica.

Al igual que Lowenthal, Kryzanek señala que antes de Reagan, América Latina era un
área de baja prioridad en la política exterior de América Latina, a excepción del caso del
Canal. Con Reagan, la situación varía, ya que Centroamérica y el Caribe se convierten
en el escenario de luchas entre Estados Unidos y el mundo comunista a los ojos de
Reagan y su equipo. Este hecho se transforma en cuestión clave para la seguridad de
Estados Unidos, ante la que es necesario emplear una línea de actuación dura. Se
manejan unas ideas anticomunistas sumamente desfasadas e ideologizadas en política
exterior. Ahora bien: señala Kryzanek que si con Reagan aumentó la importancia de
América Latina en la política exterior de Estados Unidos, por parte de los países
latinoamericanos disminuyó el interés por Estados Unidos. Además, se produjo un gran
desencuentro en la forma de llevar a cabo las relaciones. Mientras en América Latina
empezó a desarrollarse un movimiento integrador en cuanto a la toma de decisiones en
política exterior, Reagan fue partidario de relacionarse país por país y contrario a
entenderse en foros multilaterales.

Con la llegada de Bush a la Presidencia, aunque mantenía los mismos intereses hacia
América Latina, durante los tres primeros años de su mandato se han podido observar
significativas variaciones, algunas de las cuales bastante imprevistas. Recuerda Jorge
Heine, desde una perspectiva más latinoamericanista y, por tanto, más crítica, la
determinación de Bush durante su campaña electoral de no ser «negligente», pese a lo
cual, al final del primer año de su mandato, usó la fuerza militar para resolver los
diferendos hemisféricos en la invasión de Panamá.

Coincide Heine con el resto de los autores en que América Latina es menos prioritaria
para Bush que para Reagan, ya que se ubica en una posición más pragmática y menos
ideologizada que su predecesor. Es más partidario, además, de las negociaciones
multilaterales, y si éstas no funcionan, de las medidas enérgicas, sin descartar, como ha
demostrado, el uso de la fuerza militar. Kryzanek, sin embargo, cree que el diferente
tratamiento de Estados Unidos a América Latina ha sobrevenido por la diferente actitud
latinoamericana, que está menos dispuesta a ser peón de Estados Unidos.

Según Kryzanek, Bush tiene los mismos intereses que Reagan; si acaso, varía algo el
énfasis con que se tratan. Para Estados Unidos, los países latinoamericanos son sólo los
vecinos con los que uno se relaciona únicamente cuando se necesita o para mantener
relaciones cordiales, y éste parece ser el principio que guía a Bush en sus relaciones con
América Latina, a través de la diplomacia y de las soluciones multilaterales a problemas
regionales. Además de las variaciones en la intensidad de las relaciones o en el grado de
la de América Latina para Estados Unidos, todos los autores señalan el cambio de temas
en torno a los cuales ha girado la política exterior norteamericana. Señala Lowenthal la
primacía que ha tenido el tema de la seguridad nacional en la política de Estados Unidos
hacia América Latina a lo largo de la historia.

El tema de la seguridad nacional, amenazada por los peligros comunistas de


Centfoamérica, ha sido la obsesión de Reagan. Enfatiza Lowenthal la falta de
fundamento de esta creencia, ya que, pese a Nicaragua y Cuba, la seguridad nacional de
Estados Unidos no está en peligro. Según Lowenthal, la obsesión de Reagan por
Centroamérica era algo psicopolítico, respondía más bien a una «inseguridad» nacional,
no a problemas reales de «seguridad nacional».

La amenaza mayor para la seguridad de América, apunta, está en los problemas


económicos de América Latina. Quizá el propio Reagan no creyera mucho en este
argumento cuando el problema de Centroaméérica dejó de ser un peligro para la
seguridad nacional y pasó a ser un problema de falta de democracia, aunque esta
carencia no había preocupado en los años anteriores, cuando se mantuvieron relaciones
cordiales con los regímenes autoritarios de los países del Cono Sur. Mark Uhlig también
analiza esta obsesión de Reagan por Centroamérica, al igual que Kryzanek, que señala
que El Salvador y Nicaragua se convirtieron en asuntos de interés nacional. Reagan
utilizó la carta de la democracia, apunta Kryzanek, como forma de legitimar su acción
en Centroamérica y como forma de competir con otros sistemas de gobierno
(comunistas), para lo cual diseña distintas estrategias para alcanzar esta forma de
Gobierno, aplicables directamente a los países centroamericanos, y que son
ampliamente analizados. Con Bush se mantiene el tema de la democracia como punto
central de la política exterior hacia América Latina.

El problema es que esta forma de Gobierno ya está generalizada en todos los países
latinoamericanos. Uhlig y Whitehead se centran en el análisis del caso de Nicaragua, el
efecto sorpresa y la desorientación inicial estadounidense ante este hecho. Según Uhlig,
esta desorientación se explica porque la falta de democracia era la principal justificación
de Bush y su equipo, igual que lo había sido de Reagan, para sus actuaciones en
Centroamérica, justificación que ya no es válida después del triunfo de Chamorro. Este
hecho se relaciona con la caída del comunismo a nivel mundial, con lo cual también
deja de ser una justificación el peligro comunista en la región. Son éstas las razones por
las que Uhlig habla de la «frustración del éxito».

La desvalorización de los principales temas de actuación estadounidense en América


Latina —seguridad y democracia— durante la década de los años ochenta obliga a
Estados Unidos a buscar nuevos asuntos en torno a los cuales establecer su política
hacia América Latina. Según Jorge Heine, la desaparición de la obsesión anticomunista
puede traer consigo la identificación de nuevas amenazas reales o potenciales a la
seguridad norteamericana desde la región, como podría ser el tráfico de drogas o la
contaminación ambiental. También Uhlig señala que los cambios en el Este han
cuestionado la ayuda de Estados Unidos a El Salvador y han hecho perder su principal
justificación en América Latina.

Para Uhlig, militarmente, la sustitución se establece en términos de, en vez de guerra al


comunismo, guerra al narcotráfico. Señala la desaparición de la demoniología con la
que Estados Unidos ha visto en los últimos años a Latinoamérica (comunismo,
sandinismo y Panamá). Ahora bien: según Uhling, el narcotráfico no es suficiente para
explicar la compleja confrontación de Estados Unidos y América Latina. Sirve
momentáneamente mientras se busca un sustituto. El narcotráfico, por tanto, se ha
convertido en el principal asunto de la política exterior de Estados Unidos hacia la
región. Para Bloomfield, la cuestión del narcotráfico manifiesta la mayor vulnerabilidad
de Estados Unidos en la actualidad, problema al que responde descargando toda la
responsabilidad de su solución en los países productores, ignorando la enorme gravedad
del consumo de drogas en Estados Unidos. Bloomfield señala otros asuntos en torno a
los cuales debe girar en la actualidad la política de Estados Unidos hacia la región:
inmigración latinoamericana y medio ambiente. También Kryzanek pone de relieve la
importancia que está adquiriendo el tema de la emigración latinoamericana a Estados
Unidos.

Además, advierte que el problema de la deuda, asunto de vital importancia para


América Latina, que ha tratado de incluirlo siempre como punto central en sus
relaciones con Estados Unidos, no puede ser ignorado por más tiempo por la
Administración Bush. Por último, la democracia ha seguido siendo tema central durante
los dos últimos años, principalmente cuando se habla del caso de Nicaragua y Panamá.

BASES MILITARES NORTEAMERICANAS EN LATINOAMÉRICA


Los aspectos centrales que pueden ayudar a comprender la intervención de Estados
Unidos expandido casi por todo el mundo y en este caso en América Latina convirtiéndose
en una “piedra preciosa las más codiciadas para el imperio estadounidense” con ello
garantizar su seguridad nacional y mantener un dominio hacia la explotación de recursos
naturales, las reservas de agua, oxígeno y biodiversidad. Esta temática es de suma
relevancia ya que las bases militares son un instrumento que busca levantar el control
hegemónico de Estados Unidos y apropiarse de las fuentes de excedente en América
Latina.
Dar a conocer las bases militares instaladas en Latinoamérica estas se dividen en las
oficiales, activas, inactivas y las clandestinas, retomando los actores transnacionales y
como estas se ven influenciada por el dominio yanqui. Los objetivos estratégicos de
Estados Unido buscan priorizar y asegurar su defensa y estabilizar el continente
impulsando su prosperidad. Aplicando el enfoque del realismo político por su estrecha
relación que esta temática tiene con el enfoque, ya que este ve como prioridad la seguridad
nacional, el interés del poder, los objetivos, desafíos y amenazas.
Las bases militares Norteamericanas establecidas en Latinoamérica, cuenta oficialmente
con un total de 36 bases reconocidas incluyendo las colombianas, y así invadiendo
literalmente al mundo, “En primer lugar, se indica cuales son las características de la
guerra mundiales por los recursos y su influencia directa en América Latina; en segundo
lugar, se subrayan los aspectos medulares de la estrategia contrainsurgente de los Estados
Unidos en el continente latinoamericano; en tercer lugar, se considera la importancia
geoestratégica de las bases militares de Estados Unidos en el mundo y particularmente en
nuestros territorios; y en cuarto lugar, se señalan en forma breve los objetivos de Estados
Unidos al convertir al territorio colombiano en uno de sus principales centros de
operaciones militares.”
Entre las bases militares activas se encuentran: Chile, Antillas holandesas, Cuba, Perú, El
Salvador Costa Rica, Paraguay, Honduras, México y Guatemala. Las 36 bases militares que
se encuentran establecidas en la región Latinoamericana, son países tercermundistas, es
decir países dependientes del imperio yanqui, se cree que estos solo buscan prevenir el
terrorismo, el narcotráfico, y las economías emergentes dado que se sienten amenazado
por las potencias emergentes como por ejemplo Brasil, así como los que representan una
amenaza ideológica como por ejemplo Venezuela, Bolivia, Ecuador, Argentina, Nicaragua
este ultimo porque es uno de los pocos países que se mantiene al margen fundamenta en
por la historia del sandinismo aunque en la llegada de poder de Alemán y Bolaños, los
militares yaquis comenzaron a transitar con la excusa de brindar ayuda humanitaria,
principalmente estas bases militares son para evitar la posible caída del imperio
estadounidense por ello su primordial interés en los “países pobres”, desde el punto de
vista económico EE.UU necesita de la periferia, semiperiferia por si el entra en crisis poder
nivelarse o equilibrarse dado que EE.UU es uno de los países centro, y que necesita
mantener su capitalismo y su imperio mediante la globalización un ejemplo clave seria la
dolarización en América Central y América del sur con el único objetivo de expandir una
moneda única.
Desde la perspectiva del ámbito social se “Agrega que con esa nueva estrategia, el
Ministerio de la Guerra de Estados Unidos comúnmente conocido como Pentágono,
pretende involucrar directamente a las fuerzas armadas y policiales de cada país o Estado-
Nación, para que hagan el trabajo sucio en materia de represión de los movimientos
sociales y populares con la consiguiente violación de los derechos humanos y libertades
públicas.” 2 A nivel político trata de mantener el poder interviniendo en la tomas de
decisiones de los estados por ejemplo los “Golpes de Estado como los casos de Honduras y
el Paraguay han sido propiciados por Estados Unidos para impedir la vinculación efectiva
de Honduras al ALBA y del Paraguay para provocar fisuras en la UNASUR.”3 Estas base
militares son implementadas en Centro América por ser países en vías de desarrollo claro
está que no todos los países representan mayor amenaza algunas bases militares son
utilizan solo para estrategias de espionaje hacia las nuevas potencias emergentes en
América de sur y así poder mantener un control, entre más bases militares estos tienen,
ellos tendrán un mayor control en las regiones de Latinoamérica con el fin de mantener la
potencia hegemónica de los Estados unidos.
En el caso de Chile, esta base se encuentra en el Fuerte Aguayo esta base fue construida
para albergar las actividades del Centro Conjunto para Operaciones de Paz (Cecopac) y la
Iniciativa de Operaciones para la Paz Mundial del Departamento de Estado (GPOI) y
fuerzas de la ONU. ANTILLAS HOLANDESAS: Aruba y Curazao Estas son bases conocidas
como Centros Operativos de Avanzada FOL (Forward Operation Location). Su finalidad es
el monitoreo satelital y el control del Mar Caribe. Roces entre caracas y las Antillas
holandesas CUBA: Guantánamo Allí se mantuvo cautivos a supuestos combatientes
islámicos sin acceso a representantes legales y sin garantías jurídicas donde, como
sabemos, se cometen todo tipo de crímenes contra los derechos humanos.
Perú su único objetivo, es la lucha contra grupos insurgentes y el control del tráfico de
drogas. El Salvador en Comalapa se utiliza para obtener el control de la costa pacífica
centroamericana y la vigilancia de la triple frontera entre Honduras, El Salvador y
Nicaragua. Costa Rica El monitoreo satelital le permite tener un gran control del Océano
Pacífico y del Caribe.
Paraguay su único requerimiento es obtención de recursos del manto acuífero Guaraní, y
mantener la vigilancia de la presencia de Evo Morales en Bolivia son otros objetivos de los
militares norteamericanos. Honduras es utilizada nada más para el espionaje y tener un
mayor control en Latinoamérica México y Guatemala sin embargo, mediante la llamada
Iniciativa Mérida militares y agentes del FBI, CIA, DEA operan y asesoran a militares
mexicanos y guatemaltecos para la lucha contra el narcotráfico, guerra que Washington
quiere evitar en su propio territorio.
“En caso de Centro América y incluso por todo el continente las oligarquías en el poder
alineados con esta política ni se molestan, ni critican, ni denuncian la instalación de bases
en Salvador, Honduras, Costa Rica, Panamá, Perú, Paraguay, Chile, Haití, Puerto Rico,
Bolivia, Brasil y otras. Ha sido un trabajo lento, pero seguro; ningún país está en capacidad
de responder militarmente al imperio” 4 Bases inactivas frustradas o clausuradas;
ECUADOR: en Manta Cuando el presidente Rafael Correa asumió no le renovó la concesión
de la base sobre el pacífico de Manta. Por eso, EEUU se vio forzado a negociar con
Colombia y Chile la instalación de nuevas áreas militares. ARGENTINA: Chaco En mayo de
2012, el gobernador de la provincia argentina de Chaco, Jorge Capitanich, envió al poder
Legislativo provincial un proyecto de ley para modificar la Ley de Defensa Civil, en el que
se prohíbe la injerencia de cualquier Estado extranjero en caso de emergencias y
catástrofes.
Diplomáticos militares norteamericanos y el gobernador habían suscripto previamente un
acuerdo por medio del cual se autorizaba a fuerzas estadounidenses utilizar el aeropuerto
de la capital provincial Resistencia ante catástrofes naturales o epidemias. Sin embargo,
las protestas locales y de legisladores nacionales forzaron al gobierno de Cristina Kirchner
a cancelar el proyecto de Capitanich.
PUERTO RICO: Vieques Fue utilizada hasta 2004 por la marina norteamericana y por
contratistas privados para probar naves y sistemas sofisticados de armas. Las protestas de
los ecologistas obligaron a que fuese cerrada, ya que en torno a la base un 50 % de la
población había contraído diferentes tipos de cáncer por las pruebas de armas por parte
de la Marina EL CASO COLOMBIANO es muy diferente.
El presidente Álvaro Uribe Vélez (2008-2010), le entregó todo el territorio nacional a los
halcones de la guerra. Se reconoce la existencia de 7 bases militares, pero en realidad hay
doce y los Estados Unidos disponen de permiso para usar, en caso “necesario” todos los
puertos y aeropuertos del país con fines bélicos. Colombia quedó cubierta militarmente,
pero las operaciones militares no son solo para Colombia. La base de Palanquero ha sido
modernizada para recibir aviones de guerra de última generación, con capacidad de
operar en toda la parte sur del continente, controlar el océano Atlántico e intervenir en
países africanos. COLOMBIA TIENE LA FUERZA MILITAR más numerosa de América del
Sur, 500 mil soldados hombres y mujeres entrenados para la guerra, con armamento
moderno, aviones de combate, Estas bases militares han sido clausuradas por cinco
aspectos primero el cambio de poder surgido por los (Jefes de estados), segundo por la
ideología transmitida por el gobierno Estado - nación, tercero Estados Unidos, es
representado como una amenaza para los países Latinoamericanos, cuarto porque no se le
considera como una ayuda que beneficie a los Estados - Naciones, quinta países que
buscan su interdependencia. Retomando el caso de Colombia.
Existen bases clandestinas que se encuentran en ONG´s y cualquier tipo de cooperación
que tenga Estados Unidos conocidas como estrategias humanitarias implementadas en el
territorio extranjero; “En la búsqueda de abrirse camino el imperialismo estadounidense
ha generado todo un andamiaje de intervención militar en América Latina, que a lo largo
de la última década y ha tomado diferentes formas. Por un lado se destacan las más de 10
bases militares instaladas y por situar en la región, como así también los ejercicios
conjuntos con fuerzas armadas de los distintos países del continente, muchos de los cuales
tienen características estrictamente militares pero otros aparecen disfrazados de misiones
humanitarias, de ayuda social o de investigación médica y ecológica.”
Otra de las piezas claves para comprender el plan de los Estados Unidos está dirigida hacia
los países centroamericanos. Trata del Plan Puebla Panamá (PPP), un proyecto generado
desde la presidencia del mejicano Vicente Fox y obviamente impulsado y auspiciados por
el gobierno estadounidense. Involucra a México, Belice, Costa Rica, El Salvador, Guatemala,
Honduras, Nicaragua y Panamá.
El objetivo que esto conlleva a Estados Unidos, como potencia hegemónica a nivel mundial,
y su aprovechó de triunfo en la Guerra Fría para reforzar su poder militar, valiéndose de
los desarrollos científicos y tecnológicos, con el fin de aterrorizar y aplastar a sus
eventuales adversarios en el caso de que se desencadenara una guerra formal o surgieran
posibles competidores; Los estrategas del imperialismo estadounidense implementaron
una visión del mundo que se basa en determinar si los países son o no obedientes a los
dictados de Washington es decir de Estados Unidos.
La estrategia global del imperialismo estadounidense con la intención de retomar el
dominio pleno de los territorios de América latina. Tal como aparece claro en el informe
del Comando Sur de los Estados Unidos (USSOUTHCOM, por su sigla en inglés) titulado La
“Estrategia del Comando Sur de los Estados Unidos 2018 Amistad y Cooperación por las
Américas”, en el que se revela la estrategia de este país para toda América Latina y el
Caribe. Como supuestos de Real Politik en este documento se enuncian como objetivos
prioritarios asegurar la defensa de los Estados Unidos, fomentar la estabilidad del
continente e impulsar su prosperidad. Así como Estados Unidos es una potencia mundial
que tiene como objetivo incrementar su poder.
En América latina el imperio estadunidense tiene varias bases militares, porque quiere
evitar desafíos, amenazas como ya antes mencionado países emergentes o el surgimiento
de algún actor o Estado que lo confronte en donde esto se convertirá en una amenaza o
dicho en otros términos en una difamación o el descubrimiento de sus falsedades, siendo
un Estado soberano ante los países de América latina, sacando a la luz que el interés del
imperio es APROPIARSE de lo que tienen menos y robar recursos generadores de riqueza.
En conclusión las bases militares “se podrían definir de manera simple, que es un lugar en
donde un ejército entrena, prepara y almacena sus maquinarías de guerra, y según sus
funciones específicas, de cuatro tipos de bases militares: aéreas, terrestres, navales y de
comunicación y vigilancia.”
En Estados Unidos, son una fuente de espionaje para mantener vigilancia constante hacia
los países que representan una amenaza en aspectos ideológicos como económicos, la
estrategia militar justificadas por los Estados Unidos empleada, en la región
Latinoamericana NO es solo militar sino también esta es implementada a través de la
cooperación, proyectos, misiones, programas, TLC, etc. pretendiendo tener el control
completo sobre Latinoamérica abarcando también la temática de la política exterior de
cooperación que presenta Estados Unidos tiene doble sentido ya que está estrechamente
relacionada con sus estrategias militares para poder seguir siendo la potencia hegemónica.
Desde un punto de vista crítico, puede es una amenaza para los países, tanto de periferia
como de semiperiferia, es decir hacerlos más pobres para enriquecimiento para otros se
ve muy carente de lógica o de sentido común pero como países de “pobres” necesitamos
de su “ayuda” según los gobiernos de estos Estado-nación.
Ahora bien tendrá consecuencias la instalación de bases militares claramente en lo que
hemos esbozado durante el trabajo concluimos que si y estas pueden ser terribles. Dado
que para nadie es un secreto que esas bases militares yanquis y la militarización del
continente generan significativos incrementos del narcotráfico y drogadicción,
delincuencia y prostitución, el aumento de las violaciones a los derechos humanos y de la
represión a los movimientos sociales, el desplazamiento y la migración forzada de
millones de personas, la destrucción del medio ambiente, la pérdida de la soberanía y de la
autodeterminación de los pueblos.
Reflexionando si los estados tuviesen un minúscula señal de “dignidad” y hablando de los
países en vías de desarrollo tuvieran los ojos abiertos, ha ser países interdependientes no
dejarían que esto pasara. Al ser analíticos América Latina es un recurso fundamental en la
ampliación del dominio del imperio; siendo el supuesto internacional más importante en
la determinación del comportamiento de un Estado. Un sistema de auto ayuda, donde los
estados en este caso Estados Unidos buscan asegurar su supervivencia mediante la
acumulación de las capacidades, o poderes, necesarios para mantener la seguridad
nacional.
Pero aun así, no todo gira entorno a Estados Unidos, es decir, existen varios países que
niegan las bases militares estadounidense, “Chalmers Johnson señaló que, durante el
gobierno de Bush, se diseñó la estrategia de actuar contra los “Estados Canalla”, que
forman un arco de inestabilidad mundial que va desde la zona andina (Colombia,
Venezuela, Ecuador, Bolivia)”7 Estados Unidos es un imperio dotado de súper poderes al
que le tiene sin cuidado el derecho internacional, los tratados y convenios internacionales,
los acuerdos y resoluciones de la Organización de Naciones Unidas.
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