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Este artículo forma parte de la conferencia "Il Dio d'Israele: presenza, cammino, promessa", pronunciada
por P. Silvio José Báez, o.c.d en la Semana de Espiritualidad de la Facultad Teológica del Teresianum de
Roma en el año 2000
La revelación del nombre divino en el libro del Éxodo es inseparable del contexto
histórico en que se reveló Dios a Israel. El Dios que da a conocer su nombre es un Dios
parcial, en favor de los pobres y oprimidos, que “ha visto” la opresión de su pueblo (Ex
2,25), “ha escuchado” sus gritos de dolor y ha decidido intervenir poderosamente para
liberarlos de la esclavitud (Ex 2,24). El nombre de Dios está profundamente ligado con
su acción liberadora; Yahvéh, en efecto, se manifestará como un Dios poderoso que se
enfrenta a un poder injusto y violento para llevar a su pueblo de la servidumbre de la
esclavitud a la libertad y a la vida.
La expresión ’ehyeh ’asher ’ehyeh puede ser interpretada de dos formas. Si to-
mamos el verbo hayah, “ser”, en su forma qal, se podría traducir como “yo soy el que
soy”. La primera parte hay que entenderla como “yo estoy aquí”, no en sentido abs-
tracto, sino como auxilio y salvación; la segunda parte “el que soy”, indicaría que Yahvéh
se hace presente cuándo y cómo quiere (Ex 33,19). Todo el contexto narrativo nos hace
esperar que Yahvéh va a comunicar algo: no cómo es, sino cómo se va a mostrar a
Israel[4]. Una posible traducción sería: “Yo soy el que estará presente”, “Yo soy el
que seré”, es decir, Yahvéh se dará a conocer en aquello que hará por Israel, su presen-
cia se manifestará a través del estar presente en medio de su pueblo salvándolo.
El contexto del Éxodo nos orienta en otra dirección: Yahvéh es un Dios activo,
cuyo señorío se manifiesta en su acción liberadora en la historia (Ex 3,7-10). Lo decisivo
no es el valor lingüístico del nombre divino, sino la relación que en él se expresa entre
Dios y los eventos históricos. La fe de Israel no se basó nunca en la etimología del oscuro
nombre de Ex 3,14, sino en el hecho que Yahvéh reveló su nombre en su acción poderosa
y salvadora en favor de su pueblo.
Curiosamente no hay otro texto similar a Ex 3,14, que intente dar una explica-
ción lingüística del nombre divino. Sin embargo, en el libro del Éxodo hay otro intento
por dar el significado teológico del nombre de Yahvéh, lo que demuestra que el nombre
divino se interpretó desde diversos puntos de vista[5]. Se trata del encuentro entre
Yahvéh y Moisés en el monte en el capítulo 34 del Éxodo: “Moisés invocó el nombre de
Yahvéh y Yahvéh pasó ante él proclamando: ‘Yahvéh, Yahvéh, un Dios compasivo y
misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad’” (Ex 34,5b-6).
Dios hace que Moisés escuche en el monte el nombre divino, es decir, le revela el
sentido más profundo de su ser: su misericordia y su fidelidad. En otras palabras, la
misericordia y el perdón resumen el nombre de Dios, son su “rostro escondido”, aquel
rostro divino que Moisés no había podido ver directamente cuando Yahvéh lo cubrió con
la mano en la hendidura de la roca (Ex 33,22-23). Al escuchar aquel nombre, Moisés
reconoció la presencia de Dios y “se postró y adoró a Yahvéh” (Ex 34,8), rogándole que
acompañara y guiara a Israel.