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SOBRE LA INDEMNIZACION POR DAÑO MORAL

En el ámbito de la tutela resarcitoria, la ley señala que en caso de despido arbitrario, el trabajador
tiene derecho a una indemnización equivalente a una remuneración y media por año de servicios,
hasta un máximo de doce remuneraciones. Pero a nivel jurisprudencial existe un
pronunciamiento importante esbozado en virtud a la Casación Laboral N° 5423-2014 interpuesta
en un proceso ordinario laboral de indemnización por daños y perjuicios.

La corte suprema en dicha casación señala que:

“Existen determinadas circunstancias frente a las cuales el trabajador puede recurrir a la vía judicial
solicitando una indemnización por daño moral, debido a que la indemnización tarifada se
encuentra prevista para todos aquellos daños ordinarios que se puedan presentar producto del
despido arbitrario, no encontrándose comprendidos dentro de la misma, los daños
extraordinarios generados por la conducta maliciosa del empleador.”1

Para el máximo colegiado, la conducta maliciosa del empleador es aquella que genera una
afectación especialmente dañosa sobre la dignidad, el honor y la reputación del trabajador.

En el presente caso, la demandante, sufrió la ruptura del vínculo laboral de una manera no
arreglada a derecho, pues su empleadora, Junta de Usuarios Chancay Lambayeque le imputó la
comisión de faltas graves consistentes en: ----------------------, sin embargo, estos hechos no están
debidamente probados.

Este despido ha generado un daño moral extraordinario pues ha generado en la trabajadora una
desestabilización emocional que pone en duda su conducta moral y arreglada a derecho,
afectando su autoestima, dignidad y honor.

La Corte Suprema señala que:

“Todo despido arbitrario, declarado como tal por un juez competente, no origina per se una
indemnización por daños y perjuicios distinta a la prevista en la vía laboral, si es que no se establece
y acredita la conducta dañina, agravada por la actitud maliciosa del empleador”2

Por tanto, se entiende que cuando además de los daños ordinarias que su sufre el trabajador
como consecuencia de un despido arbitrario se ocasionan un daño adicional, extraordinario
debido a la conducta maliciosa del empleador, se puede fijar una indemnización adicional por el
daño moral sufrido.

Ello debido a que imputar faltas graves y haber procedido a denunciar a la trabajadora por los
delitos de…………………….,falsificación de documentos, no acreditas constituye una actitud
maliciosa del empleador, un comportamiento calumioso, por el cual el trabajador no solo perdió
su trabajo, sino que sufrió un menoscabo de su dignidad, honor y reputación como persona, ya

1 Casación Laboral N° 5423-2014-LIMA, considerando Décimo Octavo.


2 Casación Laboral N° 5423-2014-LIMA, considerando Décimo Noveno, in fine.
que le atribuyó conductas delictivas, lo cual constituye un comportamiento doloso del
empleador, orientado a perjudicar al trabajador y eludir sus obligaciones laborales.

Esta pretensión se fundamenta en el obrar antijurídico del empleador, manifiestamente


malicioso que haya ocasionado al trabajador un daño extraordinario al que genera un despido
arbitrario.

En este caso se ha visto vulnerado el derecho al honor, a la buena reputación y a la imagen:

El TC, en el EXP. Nº 1970-2008-PA/TC- LIMA, se ha referido al derecho al honor y a la buena


reputación, así como a la propia imagen, previstos en el inciso 7 del artículo 2º de la Constitución.
A este respecto, el Colegiado considera:

“Se mancilla el honor cuando se humilla y se degrada en la condición de ser humano a una
persona lanzándole ofensas o agrediéndola en forma verbal directamente o haciéndolo ante el
público y de cualquier forma. La diferencia es, en todo caso, que en el segundo supuesto, en el
caso de la agresión a la reputación social, el honor está comprometido doblemente, como una
ofensa hacia uno mismo y como un desprestigio frente a los demás, desmereciendo la condición
de ser social por excelencia que es toda persona...”

Es decir, el honor se ve mancillado cuando existe un desprestigio de la persona agraviada, en


este caso la trabajadora quien ha sido desprestigiada frente a los demás, al habérsele imputado
un falta grave que no está debidamente acreditada, haciéndola ver ante la sociedad como una
persona sin ética ni valores, mancillando su trayectoria profesional.

El derecho a la imagen, por su parte, está reconocido en el inciso 7) del artículo 2, de la


Constitución que protege básicamente la imagen del ser humano, derivada de la dignidad de la
que se encuentra investido conforme a lo dispuesto en el artículo 1º de la acotada, que protege
a la persona frente a reproducciones de la imagen que afecte la esfera personal de su titular,
lesionen su buen nombre, salvaguardándolo de un ámbito propio y reservado, frente a la acción
y conocimiento de los demás.

Estos derechos que se han visto vulnerados tiene estrecha relación con la dignidad de la persona
humana, que es el valor supremo de nuestro ordenamiento jurídico, como se desprende del
artículo 1° de la Constitución, que proclama como fin supremo de la sociedad y el estado la
defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad, asimismo, en el artículo 23 señala que
“Ninguna relación laboral puede limitar el ejercicio de los derechos constitucionales, ni
desconocer o rebajar la dignidad del trabajador”.

La dignidad es parámetro fundamental que limita la actividad del Estado, de los particulares y de
la sociedad en general y es considerada como la fuente de los derechos fundamentales, por ello,
tales como el honor y la buena reputación, que al ser vulnerados conllevan un ataque directo
contra la dignidad.
El artículo 2.7 de la Constitución reconoce el derecho de toda persona al honor y a la buena
reputación, reconociendo el derecho al honor interno y de honor externo, entendido este último
como buena reputación. En este marco, se puede considerar que el honor, puede definirse como
la visión que otras personas tienen de nuestra dignidad, confiere a su titular el derecho a no ser
escarnecido o humillado ante uno mismo o ante los demás3.

La protección a este derecho alcanza críticas que estén formalmente dirigidas contra la actividad
profesional de una persona, ya que el prestigio profesional tiene cabida en el concepto
constitucional de honor, por lo que las descalificaciones profesionales significan una afrenta al
honor personal. Lo cual se verifica en este caso, mediante la carta de despido cursada a la
trabajadora se le perjudica la reputación que como trabajadora tenía la demandante.

En ese sentido el honor forma parte de la imagen del ser humano. El Tribunal Constitucional, en
el fundamento jurídico 3º de la STC 223/92 destaca el hecho de que el desmerecimiento
profesional es considerado como un ataque al honor, se afecta cuando hay expresiones
proferidas en descrédito o menosprecio de alguien.

Actualmente el trabajo, representa el sector más importante y significativo del quehacer


humano en la proyección al exterior, hacia los demás e incluso en su aspecto interno es el factor
predominante de realización personal. Por ello, la opinión que la gente pueda tener de cómo
trabaja cada cual resulta fundamental para el aprecio social y tiene una influencia decisiva en el
bienestar propio y de la familia, pues de él dependen no ya el empleo o el paro sino el
estancamiento o el ascenso profesional, con las consecuencias económicas que le son
inherentes. Esto nos lleva de la mano a la conclusión de que el prestigio en este ámbito,
especialmente en su aspecto ético o deontológico, más aún que en la técnica, ha de reputarse
incluido en el núcleo protegible y protegido constitucionalmente del derecho al honor.

Este derecho se ha visto vulnerado con la imputación de las mencionadas faltas, y más aun con
la denuncia penal presentada contra la trabajadora, constituyendo una descalificación personal,
menospreciando la probidad y ética con la que desempeñó sus actividades, y cuestionado su
valía profesional. Ello altera el concepto que los demás tengan de la demandante, ya que el
despido es de conocimiento de todos los trabajadores que laboran en la institución Junta de
Usuarios Chancay Lambayeque y más aún que con el desprestigio efectuado impone una barrera
para que la demandante pueda acceder a otro puesto en el ámbito laboral, habiendo dañado su
honorabilidad como trabajadora profesional y abogada.

En la relación a la indemnización, los artículos 1321° y 1322° del Código Civil, prescriben:

3
STC 85/1992, 8 junio 44.
“Artículo 1321.- Queda sujeto a la indemnización de daños y perjuicios quien no ejecuta sus
obligaciones por dolo, culpa inexcusable o culpa leve. El resarcimiento por la inejecución de la
obligación o por su cumplimiento parcial, tardío o defectuoso, comprende tanto el daño emergente
como el lucro cesante, en cuanto sean consecuencia inmediata y directa de tal inejecución. Si la
inejecución o el cumplimiento parcial, tardío o defectuoso de la obligación, obedecieran a culpa leve,
el resarcimiento se limita al daño que podía preverse al tiempo en que ella fue contraída.”

“Artículo 1322.- El daño moral, cuando él se hubiera irrogado, también es susceptible de


resarcimiento.”

El primero de ellos consagra la teoría de la causa inmediata y directa, que pregona que para que
el daño pueda ser imputado causalmente al agente, lo único que se exige es que el nexo causal
no haya sido roto por la interferencia de otra serie causal ajena a la anterior. En tal sentido en el
caso de las indemnizaciones por daños y perjuicios como consecuencia de la ruptura de la
relación laboral; el nexo de causalidad, supone la vinculación que debe existir entre la conducta
antijurídica del empleador que origina el daño sufrido por el trabajador y las circunstancias que
motivaron la ruptura de la relación laboral.

Por otro lado, esta teoría de la causa directa o inmediata permite indemnizar al dañado por lucro
cesante y daño emergente siempre y cuando se acredite que estos sean consecuencia directa
del daño evento producido por el dañante.

Mientras que el segundo artículo, regula lo concerniente al daño moral, derivado del evento
producido por el dañante que puede conceptualizarse como la lesión a los sentimientos que
produce un gran dolor o aflicción o sufrimiento en la víctima, pues la pérdida del empleo, “per
se”, genera un sentimiento colectivo de aflicción, que impone la necesidad de la tutela legal y
resarcimiento a la víctima.

El daño moral se configura por el estado emocional de angustia y frustración actual con
incidencia en todos los planos de su vida personal, familiar, afectiva e intima que sin duda trae
consigo un vacío existencial difícil de suplir o sustituir, se configura también por el estado de
incertidumbre que genera, la pérdida del empleo.

Con relación a la indemnización por daños y perjuicios debe tenerse en cuenta que ella es una
institución concebida como el conjunto de consecuencias jurídicas patrimoniales a los que están
sometidos los sujetos por el hecho de haber asumido una situación jurídica de desventaja (un
deber); como toda entidad jurídica, la responsabilidad civil tiene sus elementos, esto es, sus
partes integrantes respecto de las cuales debe basarse su análisis, a saber: 1) el daño, 2) la
antijuricidad; 3) la relación causal; y 4) factor atributivo de responsabilidad civil. A partir de lo
descrito, conviene acotar que el daño constituye aquel menoscabo, detrimento, afectación que
un sujeto sufre en su interés jurídico tutelado; un interés jurídico que puede ser patrimonial; este
daño será patrimonial o material, cuando afecte parte del patrimonio; en cuanto a la antijuricidad
conviene anotar que ella viene a ser el hecho contrario a la ley, al orden público y las buenas
costumbres; mientras que la relación causal es el nexo que existe entre el hecho que genera un
daño y el perjuicio producido, este nexo es fundamental porque es a partir de aquel que se
determinará el factor atributivo de responsabilidad que viene a constituirse en aquel que va a
responder por los daños ocasionados, así como, por la inejecución de las obligaciones.

Respecto de los hechos que motivan la pretensión indemnizatoria, debe tenerse en cuenta que
la demandante ha sido despedida por una falta grave no acreditada y que se encuentra en estado
de desempleo siendo la conducta antijurídica por parte de la empleadora, pues existen
elementos suficientes que nos permiten inferir en la comisión de un accionar doloso por parte
de la emplazada y que conlleva a la percepción de una reparación.

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