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LA CERÁMICA MEDIEVAL
1.- INTRODUCCIÓN
El estudio de los materiales arqueológicos hallados en las excavaciones constituye uno de los principales
indicadores con a la hora de analizar las sociedades medievales. Durante mucho tiempo la única finalidad eran las
dataciones, aunque ahora con estos materiales se tienen pautas sobre las formas de producción, consumo y
comercialización.
A pesar de la dedicación e interés al estudio de la cerámica, en realidad no es uno los materiales más
abundantes. Por ejemplo, en las excavaciones realizadas en la aldea de Colletiere (Borgoña francesa), se observa
que las cerámicas y vidrios son muy reducidos, por que eran las formas de madera las más abundantes y que cubrían
el servicio de mesa, pero que normalmente no se conservan en el registro material.
Los principales factores tenidos en cuenta a la hora de analizar en términos económicos la cerámica son los
lugares donde se produce, el volumen y las características, las formas de comercialización y las pautas de consumo.
Aunque la cerámica ha tenido un peso muy marginal en las sociedades del pasado, comparada con la agricultura,
ganadería o arquitectura, su difusión y generalización permite conocer la estructura del artesanado, organización
social y sistemas de intercambio presentes en un determinado lugar, aspectos interesantes para estudiar la
organización social del artesanado implicado en la alfarería.
El estudio de la cerámica medieval de los siglos XI y XV en la Península es desigual, existiendo zonas y temas
no analizados aún de forma adecuada
El tema se estructura en dos capítulos, en función del papel de los centros urbanos y de las propias
transformaciones que tienen lugar en la forma de producción.
c.- La polarización de los centros se traduce en un nuevo repertorio formal simplificado y renovado respecto a los
siglos anteriores. Dominante la cerámica de cocina y almacenamiento y limitada la de mesa.
El repertorio formal muestra una tendencia hacia la estandarización. En el XI, en los contextos norteños se
observa una renovación del repertorio formal, más reducido que en la época anterior, con numerosas variantes
morfológicas y de dimensión que hacen frente a las distintas necesidades. Este nuevo repertorio formal sustituye
al altomedieval, mucho más polifuncional
La cerámica de los siglos XI-XIII sigue utilizándose esencialmente en la cocina y en el almacenaje, de manera
que para otras funciones, como la mesa probablemente se recurría a piezas de madera. Predominan, por lo tanto,
las formas cerradas, y más concretamente las ollas y las jarras. En centros de León, Zamora y Palencia, a partir del
XII se cuenta con repertorio de formas abiertas (platos, cuencos, tazas,..), al igual que en Cataluña a partir del XII
pero en cerámica gris.
Las transformaciones del repertorio formal se relacionan con cambios en la dieta, de tal forma que en la
alimentación en toda Europa, a partir de este periodo tomó gran importancia el pan y el consumo de cereales.
atribuyen a grupos de musulmanes residentes bajo dominio feudal. Solamente con posterioridad está forma de
trabajar se habría socializado y otros alfareros no mudéjares, habrían adquirido esta técnica.
Como en todo Mediterráneo occidental, las primeras producciones esmaltadas son piezas decoradas en
verde y manganeso o en un solo color; a partir del s. XIV se documenta esmaltada en azul y, puntualmente, con
reflejo metálico.
Estas transformaciones se dieron en todo tipo de producción (mesa, cocina, almacenaje), siendo muy
diferente en las distintas zonas, más patentes en el sector mediterráneo, valle del Ebro y Andalucía, y mayor
continuidad con la etapa anterior en la Meseta o en el reborde cantábrico.
La estructura productiva anterior de tipo feudal se ve desplazada por los talleres especializados urbanos en
las tecnologías complejas y que requieren alfares especializados y cierta capitalización de la producción. Se
mantienen las producciones rurales pero ya limitadas a producciones específicas y para su ámbito comarcal
b.- La transformación se da en las ciudades, con un papel fundamental en la producción y distribución de la
cerámica. Actúan como centros comerciales y de intercambio, consiguiendo difundir sus producciones en el mundo
rural siguiendo o superando el patrón de difusión comarcal o subregional.
La tendencia que caracteriza la producción cerámica en estos siglos es:
Concentración de talleres especializados en técnicas más complejas en las principales ciudades.
Mantenimiento del tejido productivo rural, aunque redimensiona el repertorio y las redes de
distribución por la fuerza de las ciudades.
Sigue habiendo talleres en ciudades y mundo rural aunque con tendencia a la agrupación, por lo que menos
fábricas producen más y que alcanza una mayor difusión por las redes comerciales. Se observa que todos los talleres
de cerámica esmaltada del XIII-XIV en los reinos feudales peninsulares se localizan en ciudades. Se observa también
la construcción de polos productivos en ciudades, donde se concentran los alfares (XII-XIII). Ejemplo de esto es
Barcelona, donde la documentación muestra que la ciudad en 1249 admite en su seno alfareros y que establecía
dónde y como ubicarse los hornos alfareros. En 1314 se regula la calidad de las piezas a través de una marca para
cada producción, regulándose también la estandarización de las producciones (tamaño, capacidad y peso de las
tinajas y cántaros, con el fin de adecuar los contenedores a las necesidades del consumo). En el año 1402 se crea
la cofradía de los ollers, gerres y rajolers bajo la advocación de San Hipólito. Se da un patrón similar en otros centros
alfareros de la Península a partir del XIII-XIV.
c.- Desarrollo notable de la vajilla de mesa y transformación de producciones cerámicas de cocina y gran
protagonismo de tinajas y grandes contenedores para el transporte de mercancías.
Tal y como muestran las ordenanzas barcelonesas, se da una estandarización de las formas, por lo que se
puede afirmar que se da una producción en serie de algunas cerámicas que componen la vajilla bajomedieval. Un
ejemplo son las jarritas carenadas (siglo XIV – XV en Castilla León), carentes de revestimiento; dándose también
una estandarización en la capacidad (se identifican 3 medidas concretas)
Se encuentran formas y técnicas de ejecución homogéneas que superan los límites geográficos anteriores,
por ejemplo las denominadas producciones Duque de la Victoria que caracterizan muchos contextos
bajomedievales de la meseta septentrional (Segovia, Palencia, Ávila, Palencia, Valladolid, etc.) caracterizadas por
un denso engobe que en ocasiones adquiere un brillo metalescente y con un amplio repertorio formal. Las
investigaciones más recientes sostienen que estamos en presencia de varios centros mudéjares.
El elemento más significativo que caracteriza la producción cerámica de este período es la aparición de la
vajilla de mesa. El uso de los platos y la vajilla de uso personal para la mesa se generalizan en el XIII, estando
relacionado con un cambio en las formas de consumir y preparar los alimentos. Además se da una especialización
funcional de las distintas producciones y de las formas, así la cerámica revestida es la protagonista de la vajilla de
mesa. Se desarrolla por lo tanto, un mayor número de formas más especializadas y adecuadas a funciones bien
definidas demandadas por un mercado mucho más exigente, aunque con una clara tendencia a la estandarización.
También se observa una especialización, diversificación formal y estandarización de cerámicas de cocina y
almacenaje, que en ocasiones incorporan revestimientos vidriados.
A partir del XIV la cerámica revestida parece llegar a todos los grupos sociales en lugares como Cataluña o
Valencia, mientras que sigue siendo un producto elitista en zonas meseteñas o del cantábrico.
d.- La cerámica, indicador para analizar el comercio internacional a larga distancia que se desarrolla en la Baja Edad
Media. La circulación de algunas cerámicas, como las levantinas a partir del XIV, plasma la acción expansiva de la
Corona de Aragón.
Como resultado de la crisis bajomedieval, se desarrolla una actividad mercantil orientada al comercio
internacional y de larga distancia, con gran auge en Cataluña y Valencia y en Castilla orientada al Atlántico. Se trata
de talleres especializados, con una producción serial de tipos, decoraciones y formas orientadas claramente al
mercado internacional, por lo que la cerámica se convierte en objeto mismo de la comercialización
El volumen de producción del área valenciana en el XIV y XV fue muy grande (existen documentos de
producción de azulejos en Manises para el Castillo Nuevo de Nápoles bajo el reinado de Alfonso V). En otras
ocasiones eran los alfareros quienes se desplazaban a los lugares de consumo.
El ámbito de distribución de la cerámica esmaltada valenciana refleja de forma indirecta el propio proceso
de expansión política y comercial de Reino de Aragón y de las ciudades italianas durante los siglos XIII-XV. Los
comerciantes italianos jugaron un papel fundamental en la redistribución de estas producciones (comercialización
de Venecia en el mediterráneo oriental, mientras que catalanes, ligures y toscanos en el occidental y los genoveses
el Atlántico)
Durante el XV, está bien documentada la realización de azulejos o de vajillas de mesa por encargo con el
emblema de una familia o de una institución o con motivos particulares, como es el caso de la vajilla hallada en el
mercado de Santa Caterina en Barcelona
Centrándonos en el caso de Valencia (también hay centros aragoneses y catalanes con altos volúmenes de
cerámica importada), por ser el caso más conocido, existían una serie de núcleos altamente especializados (Paterna
y Manises). La transición entre la fase almohace y feudal no está clara, aunque se cree que si bien en un primer
momento son evidentes los caracteres islámicos, a lo largo del. XIV se van desvaneciendo a favor de nuevos rasgos
decorativos góticos o mudéjares.
Las 3 principales producciones de cerámica de mesa destinadas a la importación realizadas en estos centros
son las cerámicas esmaltadas decoradas en verde y morado, en azul o en azul y dorado. Dentro de cada uno de
estos grupos se han reconocido la existencia de varios grupos decorativos y formales. Por ejemplo en la cerámica
en verde y morado se han reconocido series clásicas evolucionadas y esquemáticas, mientras que en las
producciones en azul y dorado se ha reconocido el “estilo malagueño”, el “tipo Pula”, el “estilo islamizante” y el
“estilo clásico”.
Las importaciones de materiales valencianos alcanzaron su máxima difusión en el s. XV, aún en la primera
mitad del XVI son abundantes los hallazgos de estos materiales tanto en contextos peninsulares como
mediterráneos, aunque ya en el XVI otros polos productivos emergentes entre los que destacan Talavera y Sevilla,
se convertirán en centros de exportación de cerámica de mesa.
Además de cerámica de mesa, se comercializaban productos a larga distancia en contenedores cerámicos,
observándose una tipología de las distintas tinajas y gerres utilizadas en ese tipo de transporte. Los principales
centros de producción de estos contenedores son aquellos desde los que se desarrolla una actividad mercantil
orientada a la exportación; los propios mercaderes encargaban a los alfares los contenedores cerámicos con el sello
de las compañías mercantiles. En ellos se transportaba esencialmente vino, aceite y vajilla de mesa y de forma más
esporádica, miel o trigo.
A partir de la primera mitad del s. XV, se da una reestructuración de los intercambios en los centros urbanos
aragoneses: Barcelona se especializó en las actividades financieras, mientras que Valencia y Mallorca mantuvieron
su carácter mercantil con ejes de redistribución de mercancías.
BIBLIOGRAFÍA
- Quirós Castillo, J.A.; Bengoetxea Rementería, B. 2010. Arqueología (III). Arqueología medieval y
posmedieval. 1ª ed. Madrid. Universidad Nacional a Distancia. Vol. 3.