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PRESENTACIÓN
– Objetivos generales y específicos
– Preguntas clave
– Temas de reflexión
I. PROTECCIONISMO Y LIBRECAMBIO
– Marco histórico general
– La Balanza Comercial y BPI.
– Tasa de cambio y teoría cuantitativa
– Monopolio, bajos costos y sistema colonial
– Análisis macroeconómico
X. ECONOMÍA INSTITUCIONAL
– Niveles y escuelas institucionalistas
– La nueva economía institucional
– Douglass North
– Kenneth Arrow
– Elinor Olstrom
– Amartya Sen
TEMAS DE EXPOSICIÓN
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PRESENTACIÓN
En su texto Why should economics study the history of economic thought?, el profe-
sor A. Roncaglia (1996) justifica el estudio de la historia del pensamiento económico como
una disciplina que puede hacer de los economistas mejores personas con un mayor nivel
intelectual y cultural. Aunque esta idea podría resultar seductora y convincente por sí sola,
debemos formular algunas preguntas complementarias acerca de la utilidad metodológica
que conlleva el fortalecimiento del uso de la historia para el análisis económico, de tal manera
que, por una parte, se le permita alcanzar un estatus teórico similar al que ha ido adquiriendo
el instrumental matemático dentro de la teoría ortodoxa neoclásica y, por otra parte,
pueda cumplir con el objetivo metodológico de contrastar los paradigmas dominantes en la
teoría del crecimiento, cuya capacidad de encontrar respuestas para los problemas eco-
nómicos centrales (el subdesarrollo, la pobreza y la distribución del ingreso, por ejemplo)
ha resultado insuficiente sin permitir reivindicar el carácter de ciencia social propio de la
ciencia económica.
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En este curso de Historia del Pensamiento Económico nos proponemos adelantar un
intensivo programa de reflexión teórica y discusión académica acerca de unos temas que,
como estos, siempre suscitan afanosas inquietudes políticas y acaloradas controversias aca-
démicas, casi siempre adelantadas, todas ellas, en medio de discrepancias ideológicas tan
profundas y apasionadas que sus verdaderos contenidos científicos se han visto desplazados
del análisis económico objetivo.
Intentaremos, entonces, abordar la discusión académica con la objetividad teórica que
resulta indispensable a la hora de proseguir con la tarea de buscar nuevas respuestas para
las preguntas fundamentales de la economía contemporánea. En esta perspectiva conceptual
se enfocan los objetivos generales y particulares de este curso, así:
Objetivos generales
Objetivos específicos
c) ¿De qué manera tales elementos conceptuales pueden desarrollar e incorporar una vi-
sión analítica alternativa, diversa y pluralista, que permita trascender el estrecho mar-
co del individualismo metodológico neoclásico, cuyo enfoque supone que la econo-
mía entre más se asemeje a la física en términos de su arquitectura conceptual dispon-
drá del mismo poder de transformación que ésta tiene?
d) ¿Si es necesario dinamizar el proceso del conocimiento referente a las teorías que son
el alma de los modelos, como lograr que este proceso, ––además de actuar como el
elemento catalizador que permite plasmar las intuiciones en un modelo––, autorice a
pensar en la posibilidad de emulación con los grandes economistas de la historia en el
esfuerzo inaplazable de construir una teoría alternativa, con nuevas herramientas for-
males de fundamentación teórica, nuevos esquemas de análisis y criterios de justifica-
ción diferentes a los de la teoría estandarizada por los manuales de texto que no dan
cuenta satisfactoria de los problemas del subdesarrollo?
e) ¿Cómo construir un blindaje crítico contra los avances advertidos por Hayek del pre-
juicio científico, que él mismo definió como “la falsa pretensión acerca de lo que puede
lograr el conocimiento científico, especialmente en economía, en cuyo caso pre- do-
mina la arrogancia del conocimiento basado en el refinamiento de la formalización ma-
temática y las técnicas cuantitativas pero que no permite fácilmente la reflexión crítica
sobre los fundamentos de las teorías ni la indagación profunda sobre la natura- leza
(esencia) de las cuestiones de la realidad económica?
g) ¿No resulta necesario, entonces, replantear el problema del objeto y método de la eco-
nomía como ciencia social? —En este orden de ideas se proponen los siguientes te-
mas de reflexión, que orientarán la lectura crítica de los textos de los autores seleccio-
nados.
Temas de reflexión
El instrumental teórico aprendido por los estudiantes de economía en sus textos de en-
señanza universitaria, suele resultar insuficiente e insatisfactorio, desde el punto de vista
metodológico, debido a que la tensión existente entre la teoría pura y la economía aplicada
resultante de las complejas, contradictorias y casi siempre dolorosas realidades económicas,
exige una perspectiva analítica que incluya tanto la historia de los hechos económicos como
la historia de la interpretación teórica de los mismos, es decir, también la historia del pen-
samiento económico como instrumento analítico.
Lo que se espera de los economistas es que estudien las realidades económicas y que
la aplicación de sus conclusiones permita cambiarlas para bien. En cierto sentido, funda-
mental, un economista que acepta la miseria, el desempleo o la inequitativa distribución del
ingreso con la misma resignación con que un astrónomo acepta los eclipses, no es un ver-
dadero economista. La economía es esencialmente administrativa, claro; y debe preocupar-
se por la exactitud, por supuesto; pero, además insistamos en que debe estar siempre preo-
cupada por algo más importante: el bien común.
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Los grandes avances de la economía durante gran parte del siglo XX se lograron a
costa de un creciente distanciamiento de ella con las demás ciencias sociales como el costo
inevitable que debía pagar por la especialización que le imponía el progreso científico. Pero
esa especialización también entrañaba riesgos, tal como fue advertido por el profesor Fre-
derik Hayek (1974)en su discurso de recepción del premio Nobel: “Si usted sabe de eco-
nomía, y de nada más, será una plaga para la humanidad; no servirá sino para escribir
artículos para que los lean otros economistas”.
El también economista, Jacob Viner (1935), quien señaló que…los intereses intelec-
tuales de las personas no son por naturaleza estrechos, se requiere un entrenamiento espe-
cial y riguroso para lograrlo… Así, quienes han sido entrenados para pensar dentro de los
linderos de una disciplina o sólo desde esa perspectiva, conocerán muy bien las posibilidades
de su especialidad pero nunca sus limitaciones. […] ésta es una advertencia a los especia-
listas en economía para que no reduzcan todos los asuntos a la mera aplicación de sus
conocimientos técnicos.”
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4. David Ricardo y Thomas R. Malthus: un debate ineludible
Sin embargo, también hay que cuidarse en la valoración del “conocimiento previa-
mente acumulado” y es, precisamente en este punto, en donde coinciden las opiniones, tan-
to de Marx como de Keynes, así: “La dificultad reside no en las ideas nuevas, sino en
rehuir las viejas que entran rondando hasta los últimos pliegues del entendimiento de
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quienes se han educado en ellas, como la mayoría de nosotros”, afirma Keynes en la con-
clusión de su prefacio a la Teoría General. Y, como si se tratara de la continuación del
mismo texto, Marx había escrito: “La tradición de todas las generaciones muertas oprime
como una pesadilla el cerebro de los vivos”…“La revolución social no puede comenzar su
propia tarea sin antes despojarse de toda veneración supersticiosa del pasado.”
Uno de los fantasmas más terribles que acosan a la economía lo engendra la contra-
dicción entre el bienestar general y la satisfacción de las necesidades que constituye la
felicidad individual. Se trata de un espectro que perturba con su presencia los esfuerzos
teóricos más juiciosos, porque la búsqueda de la felicidad rebasa el marco de las teorías
económicas y, sin embargo, las preside como un imperativo ineludible. En la persecución
de ese fantasma de la economía, podremos soñar con la felicidad de nuestro país, con lo
cual estaríamos más cerca de nuestra propia felicidad.
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PERSPECTIVA HISTÓRICA DEL PENSAMIENTO ECONÓMICO
Bertrand Russell
“La Sabiduría de Occidente”
Aquellos que han manejado las ciencias han sido o bien hombres
de experimentación o bien hombres de dogma. Los hombres de expe-
rimentación son como la hormiga, sólo digieren y gastan; los razona-
dores se parecen a las arañas, que fabrican su tela a partir de su sus-
tancia. Pero la abeja toma el camino intermedio. Recoge el material
de las flores del jardín y del campo, pero lo transforma y digiere me-
diante su propio poder.
Francis Bacon
“Novum Organum”
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LOS ORÍGENES DE LA ECONOMÍA POLÍTICA
3. El descubrimiento y colonización del Nuevo Mundo, cuya apertura dinamizó una rápida
expansión mercantil y acumulativa del comercio internacional, determinó la ampliación
de los mercados metropolitanos de ultramar, en donde se habrían de obtener abundantes
materias primas y mercados para la incipiente producción manufacturera metropolitana,
cuya demanda se vería estimulada por el extraordinario flujo de dinero que llegaría a
Europa en la forma de metales preciosos, especialmente a través de España, procedente
de sus colonias en el Nuevo Mundo.
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en un contexto intelectual, cultural y político menos dogmático, más propicio para la for-
mulación de sus teorías explicativas y de las correspondientes prescripciones de carácter
normativo o político.
Para los monarcas que tenían en sus manos las riendas del poder temporal y espiritual
en los estados-nación, empeñados en costosas guerras interminables, los objetivos políticos
primordiales de mantener la ley y el orden dentro del país y el poder nacional en el extranjero,
suponían claros objetivos económicos y, por supuesto, tributarios y fiscales. Dichos obje-
tivos implicaban la necesidad de maximizar, tanto los ingresos del gobierno y la riqueza
nacional, como la urgencia de minimizar el descontento social debido a los cambios vincula-
dos a la distribución de los ingresos y de la riqueza. Los esfuerzos realizados por los
gobiernos ingleses (Tudor y Estuardo) en el intento dominar las cambiantes condiciones
económicas en favor de los jornaleros (vía salarios), de los consumidores (suministro de
alimentos) y de los pequeños agricultores (con la revisión de las expropiaciones forzosas),
además del explicito propósito de desviar parte de las ganancias inflacionarias hacia el teso-
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ro público (mediante la concesión de monopolios, impuestos e intervenciones en los mer-
cados de dinero), fueron esfuerzos que encontraron una creciente resistencia por parte de
aquellos cuyos objetivos de maximización de beneficios requerían estar libres del control
del Estado.
A finales de los siglos XVI y XVII los gobiernos de los estados nacionales europeos se
esforzaban en resolver los problemas económicos y sociales que resultaban de la expansión
mercantil y la consecuente acumulación de capitales en manos de una creciente burguesía
comercial; problemas estos, respecto de los cuales, los pensadores mercantilistas ––casi
siempre comerciantes ellos mismos––, se encontraban en mejores condiciones de interpretar
y de proponer las soluciones consecuentes que los teólogos o los filósofos morales.
En efecto, los gobernantes y políticos tenían, ahora, una mayor necesidad de explica-
ciones objetivas sobre cómo funcionaba la economía de mercado que de creencias teológi-
cas acerca del cómo debería operar el Estado ajustándose a principios morales absolutos
(cristianos) sobre los cuales pudieran basar sus criterios para la acción política y social. Lo
que se necesitaba urgentemente era un sistema explicativo desde un punto de vista macro-
económico y una doctrina del modo en que las políticas económicas pudiesen ser más útiles
al interés nacional de cada reino. Los escritores mercantilistas, que trataban temas relacio-
nados con la economía política, publicaron su polémica literatura, precisamente en relación
con esa necesidad interpretativa. Gran parte de esa literatura era material bastante efímero
ya que estaba destinada a analizar problemas económicos muy concretos y, en esa misma
medida, a justificar una solución específica: coyuntural. El punto de partida común era que
el objetivo fundamental de la política económica nacional consistía en aumentar el poder
adquisitivo de la nación en su conjunto: la riqueza nacional.
Desde sus orígenes la economía política fue un área de intenso debate político. Los
escritores de finales del siglo XVII, como William Petty, que se veían a sí mismos como
estudiosos de la Aritmética Política, intentaron introducir en el análisis económico técnicas
cuantitativas que les proporcionaran una mayor objetividad empírica para sus argumenta-
ciones teóricas y de política comercial y económica. Un siglo más tarde, Adam Smith definió
la economía política como “una rama de la ciencia del estadista o el legislador”, y por eso,
las clases de política económica que dictó en la Universidad de Glasgow se pueden ubicar,
justificadamente, dentro del campo de la jurisprudencia.
En ese sentido, los economistas de hoy no sólo debemos estudiar los argumentos analí-
ticos que plantearon los principales pensadores económicos del pasado en su propósito de
explicar cómo era o cómo debería ser el mundo económico, sino que también debemos
orientar nuestros respectivos razonamientos teóricos hacia los objetivos políticos de una
ciencia social como la Economía, que debe afrontar preguntas de la misma naturaleza y
alcance de las planteadas más arriba, en la presentación introductoria de esta guía de clase.
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LOS PRECURSORES DEL PENSAMIENTO ECONÓMICO
Maurice Dobb
Economía Política y Capitalismo
Cambridge University
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I. PROTECCIONISMO Y LIBRECAMBIO
Temas principales:
El periodo histórico comprendido entre estos tres siglos constituye un momento histórico de
profundas reformas de carácter estructural e institucional. Durante estos trescientos años se
conjugan las condiciones económicas y políticas que conducirían a la consolidación de los
estados nacionales monárquicos, así como a una reforma religiosa que resultó favorable al
desarrollo mercantil. Todas estas reformas contaron con el favorable marco histórico, pre-
cedente y complementario, del Renacimiento en las artes y, sobre todo, del auge de las re-
voluciones científicas que propugnaron por la autonomía de la razón.
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Desarrollo de la teoría y la política económica: Las doctrinas mercantilistas:
¿Es cierto que los mercantilistas sostenían que el oro y la plata constituyen la única rique-
za? O, por el contrario, como sostiene J. M. Keynes, el dinero ya no es para ellos un simple
instrumento de cambio, sino un medio para agilizar la acumulación, en tanto que una abun-
dante corriente monetaria determinará una baja tasa de interés y con ella una mayor inver-
sión en el empleo de factores productivos desocupados.
La búsqueda de respuestas a estos interrogantes constituye una adecuada guía metodológica
para orientarse en el análisis de las características más sobresalientes del pensamiento
mercantilista que se enumeran a continuación:
c. Proteccionismo y desarrollo industrial. De acuerdo con las tesis anteriores, para los
países que no disponían de abundancia de metales preciosos era necesario exportar la
mayor cantidad posible de productos manufacturados. Por esa razón, se implantarán
medidas de protección arancelaria para la producción de manufacturas que no puede ser
abandonada a una libre competencia que todavía no está en condiciones de resistir. To-
do esto s expresa en una política económica cuyos objetivos fundamentales se pueden
sintetizar en: exportar la mayor cantidad de mercancías y prohibir o gravar con altas ta-
rifas su importación, a la vez que se prohíbe la exportación de materias primas naciona-
les con el fin de abaratarlas para fomentar el desarrollo industrial interior.
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e. Bajos costos de producción. La política de bajos costos se refiere no sólo al manteni-
miento de precios bajos para las materias primas de origen colonial, sino también a los
salarios fijados en escala mínima por la reglamentación estatal que evita que se eleven
arrastrados por el aumento de los precios determinado por el aumento de circulante.
g. Tasas de interés bajas. La necesidad de capitales líquidos que tenían los comerciantes y
los manufactureros explica la política de bajas tasas de interés en una época en donde
además de que los servicios bancarios eran todavía incipientes, la competencia con los
comerciantes de otros países —especialmente los holandeses— obligaba al Estado in-
glés al sostenimiento de esta política.
El desarrollo de la teoría del ajuste internacional de las balanzas comerciales de los diferentes
países que se adelanta en medio del debate sobre el libre–cambio, incorpora al análisis dos
elementos teóricos sobresalientes de los mercantilistas: a) la teoría cuantitativa, que ela-
boran a propósito de las implicaciones alcistas sobre los precios derivadas de la abundancia
de metales preciosos y, complementariamente, b) la balanza comercial que les per- mite
establecer cómo el superávit en la cuenta corriente de un país, al elevar los precios
internos, genera desviaciones en los flujos de mercancías procedentes de los que presentan
déficit y, por tanto, precios internos más bajos con lo cual se presentaría una tendencia
automática al ajuste general del intercambio.
Los textos de los principales historiadores del pensamiento económico, destacan la impor-
tancia de la contribución teórica de los mercantilistas en un tema cuya vigencia, en los de-
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bates actuales sobre la teoría del comercio internacional, exige su estudio crítico y detalla-
do.
La interpretación fisiócrata del sistema social sobre la base de los hechos, unas leyes y unos
resultados económicos, abre una exploración teórica sobre la naturaleza del nuevo orden
económico (el capitalismo) y su relación con el Estado, que es seguida por todos los gran-
des economistas que, a su vez, han suministrado los elementos de juicio existentes sobre el
funcionamiento de las economías de mercado y, constituye, por tanto, no sólo una idea filo-
sófica sobre el sistema económico sino una propuesta metodológica general de ricos filones
teóricos para el análisis económico posterior.
Temas principales:
Desde mediados y hasta el final del siglo XVIII, en el marco de la decadencia del régimen
de producción feudal, la expansión del comercio internacional en el continente europeo y el
surgimiento del capitalismo industrial en Inglaterra, la economía francesa presentaba un
grave deterioro. Sus principales causas se pueden resumir en los siguientes puntos básicos:
A mediados del Siglo de las Luces (XVIII), los filósofos de la Ilustración, encabezados por
Diderot y D’Alembert, emprendieron la ambiciosa tarea de escribir la Enciclopedia1, para
la cual Francois Quesnay (1694–1774) recibió el encargo de elaborar los textos que contu-
vieran los argumentos explicativos acerca del funcionamiento de la economía y de la
1 L'Encyclopédie ou Dictionnaire raisonné des sciences, des arts et des métiers. Editada entre los años 1751
y 1772, pretendía incluir la síntesis de los principales conocimientos de la época. Por el saber que contiene,
el esfuerzo que representa, y por las intenciones que sus autores le asignaron, se convirtió en un símbolo del
proyecto de la Ilustración, un arma política y en el objeto de numerosos enfrentamientos teóricos e ideológicos
entre los editores y redactores de un lado y los representantes de los poderes secular y eclesiásticos, del otro
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distribución de la riqueza dentro de ella. En esos textos (publicados en 1751) Quesnay y los
fisiócratas proponen un modelo analítico por medio del cual explican el funcionamiento de
la economía como un sistema cuyos fenómenos y procesos se encuentran sujetos a las leyes
de un orden social, análogo al Orden Natural, de tal manera que el estudio de la Economía
empezó a ser considerado como una disciplina especializada, de carácter científico, que
rebasaba los límites de la filosofía moral. Así pues, la consideración de la Economía Políti-
ca como disciplina particular dentro de las ciencias sociales es un avance que se debe a la
obra de los fisiócratas.
Igualmente se debe destacar que el pensamiento de estos ilustres economistas (el círculo de
estudios donde se agrupaban para analizar y debatir lo llamaron ellos mismos: ‘Les Eco-
nomistes’) y las críticas que formulaban sobre el Estado –lo cual equivalía a criticar a la
monarquía– contribuyeron ideológica y teóricamente con las ideas que dieron paso a la
revolución francesa y al liberalismo económico.
El pensamiento fisiocrático
Las obras de Francois Quesnay: Máximas generales del gobierno económico y Le Tableau
Économique, constituyen el referente esencial para el estudio de las contribuciones teóricas
y de política económica de la escuela del ‘laissez faire’, a la que también pertenece Roberto
J. Turgot (1727–1781) quien, como ministro de Hacienda de Francia, trató de suprimir im-
puestos demasiado gravosos, reglamentos excesivos y las trabas aduaneras que obstaculiza-
ban el comercio internacional de ese país y quien en 1770 publicó sus Reflexiones sobre la
formación y distribución de la riqueza.
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presta servicios tanto a los propietarios como a los productores. Al final del ciclo aparece
un excedente económico o plusvalía que es producido por la agricultura, denominado Pro-
ducto Neto y que es la diferencia entre la riqueza invertida (Producto necesario) y la rique-
za producida (Producto total), así:
(Ptotal PnecesarioPneto
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j. Expresó teóricamente la relación capital–salario de tal forma, que constituye un claro
antecedente de la teoría marxista de la plusvalía.
Temas principales:
– Marco histórico general
– La economía clásica
– ADAM SMITH (1723–1790)
– El pensamiento económico de Adam Smith
– La objetividad científica del método smithiano
– La teoría de los Sentimientos Morales
– La riqueza de las naciones
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– LOS BENEFICIOS DEL MERCADO
– LAS FALLAS DEL MERCADO
– DAVID RICARDO (1772–1823)
– El modelo económico de Ricardo
– La teoría ricardiana de la renta de la tierra
– La acumulación del capital y la renta
– Distribución, medida del valor
– Salarios, renta y ganancias
– La acumulación de capital, la renta y la 'Ley de Say'
– THOMAS ROBERT MALTHUS (1766–1834)
– El pensamiento económico de Malthus
– La ‘Ley de Say’ refutada por Robert Malthus
De igual manera, fenómenos tales como la situación monetaria inglesa, determinada por
una elevada deuda pública que aumenta el valor del oro y la baja de los billetes de banco; el
auge del libre cambio en contra del proteccionismo; las reiteradas crisis económicas y sus
repercusiones políticas, se imponen como las principales materias para el análisis y discu-
sión entre los economistas y estadistas de la época. Además, resulta necesario demostrar,
teórica y prácticamente, que el nuevo sistema funciona armónicamente y que puede auto-
rregularse gracias al conjunto de mecanismos automáticos de que dispone el mercado, lo
que servirá de base a las políticas liberales del ‘laissez faire’.
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Para una mejor comprensión de las características de este proceso histórico es indispensable
la lectura de los capítulos correspondientes del libro de Eric Hobsbawm (2001). La era de
la revolución 1789—1848.
La economía clásica
Durante este período surge la denominada escuela clásica del pensamiento económico de-
rivada de las críticas a los mercantilistas sobre la excesiva intervención del Estado en la
economía e inspirada en las ideas sobre la libertad individual y el orden natural de los
fisiócratas. En apretada síntesis, el liberalismo y la economía política clásica se com-
plementan mutuamente, porque:
a. Se defienden las ideas de la libre competencia como una implicación de la racionalidad
maximizadora de beneficios y minimizadora de costos en que se basan la acumulación
del capital y el crecimiento económico.
b. Si un pueblo goza de libertad política, gozará de libertad económica.
c. Si el ser humano es libre, logra sus propósitos siguiendo las leyes naturales.
Así, en los debates actuales sobre la función del Estado y los efectos de su intervención
en el funcionamiento de la economía, la doctrina neoliberal tanto en su versión filosófica
política como en sus postulados de teoría económica, se reclama heredera legítima del
llamado “liberalismo clásico”. En estas controversias, en las que con frecuencia priman
las pasiones ideológicas por sobre las razones científicas, el neoliberalismo, con el pro-
pósito de apoyar sus posturas extremas de laissez-faire económico, enfatiza la idea de
que la tarea del gobierno debe concentrar su máximo esfuerzo en permitir que aquellos
que ejercen el poder efectivo en la libertad del capitalismo moderno, tomen sus decisiones
interesadas sin impedimentos.
De acuerdo con esa perspectiva, el objetivo fundamental de las políticas económicas será
propiciar el libre y flexible funcionamiento de los mecanismos del mercado, mediante la
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eliminación de todas las barreras que se levanten como obstáculos a la libre competencia y
a la eficiente asignación de los recursos económicos que se derivan de ella. De esa manera,
gracias al comportamiento maximizador que orienta a todos los concurrentes al mercado, el
libre juego de la oferta y la demanda, a través de los precios, se encargará de restablecer las
condiciones de equilibrio comercial y de garantizar el crecimiento general de la economía.
Con base en estas premisas, las teorías del libre cambio y las ventajas comparativas han
sido recuperadas en sus fuentes clásicas originales, para convertirse en la columna vertebral
de un ideario neoliberal que pretende justificar, con ellas, su concepción de un mundo glo-
balizado que debe funcionar como un gran mercado, en el que todos los países compitan en
‘condiciones de igualdad’ de acuerdo con sus posibilidades y, en el cual, cada país deberá
mantener tipos de cambio flexibles, tasas de interés atractivas para el capital financiero fo-
ráneo y estrictos regímenes de bajos costos salariales. Todo ello complementado con políticas
de apertura económica y liberalización del comercio exterior que, además, implican el des-
monte de todo tipo de protecciones, estímulos y ayudas a los productores nacionales.
individual había llegado hasta Voltaire, reacciona en ella con fuerza demoledora en contra de
la enorme cantidad de reglas arbitrarias, ineficientes y costosas que las monarquías del
siglo XVIII solían imponer a los productores, mientras defendía con ardor, a partir de un
frontal ataque en contra de las doctrinas mercantilistas imperantes en su época, el principio
de la división del trabajo y la libertad de comercio.
Sin embargo, el actual fundamentalismo del mercado no siempre recuerda con el mismo
énfasis cómo, el mismo Adam Smith que criticaba tan duramente la incompetencia o la
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corrupción de los políticos y su vulnerabilidad ante la presión de los intereses determinados
por el afán de lucro y la codicia, era igualmente mordaz al enjuiciar la manifiesta propensión
de los capitalistas a pagar salarios bajos y reducidos impuestos, aprovechando su posición
privilegiada dentro de la economía para maximizar sus ganancias, de tal manera que las
políticas laborales y tributarias, propiciadas por ellos, podrían resultar opuestas al interés
público y al bienestar general.
De igual manera, esa misma concepción fundamentalista del mercado, tampoco le concede
suficiente importancia analítica al hecho de que ya desde la Teoría de los sentimientos mo-
rales (1759) 3 —anterior en 17 años a la Riqueza de las naciones—, Smith se había fijado
como una de las principales finalidades de su trabajo,
“informar y asesorar a aquellos legisladores que se preocupan seriamente por
el interés público y que son imparciales en lo que respecta a las clases económicas
en conflicto”.
Pareciera, además, que los intestados herederos teóricos del pensamiento económico de
Smith, al invocarlo en el presente, olvidan que su visión acerca del “sistema económico de
libertad natural” no consiste únicamente en una descripción amplia y general del modo cómo
funcionaba la economía en la realidad sino que, y esto es fundamental subrayarlo, se trata
de un modelo de abstracción, en el cual, sobresale el supuesto de un ‘deber ser’ social, que
no constituye una meta a alcanzar sino un horizonte a no perder de vista, de tal manera que,
dicho sistema, no puede ser considerado como un dogma de validez universal, exclusivo y
sin reservas.
En este sentido, es necesario subrayar que la teoría del ajuste automático del mercado como
algo que opera, en general —con las excepciones cada vez más importantes que determinan
3
Smith, Adam. (1983) “Teoría de los sentimientos morales” F.C.E. México,
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sus fallas funcionales y estructurales—,4 no supone una abstracción de carácter hipotético,
sino que constituye una teoría empírica, llena de matices y sujeta a la refutación derivada de
la observación crítica del funcionamiento concreto de la economía, en donde las imperfec-
ciones o fallas del mercado pueden anular los efectos benéficos de la libre competencia. 5
“Ningún otro autor ha proferido palabras más duras en aquella época —señala el biógrafo
Gabriel Franco— 6 contra las coaliciones de comerciantes y manufactureros, ni abogado
con más calor por los intereses de los agricultores y de los obreros, que Adam Smith... Pre-
senta el salario, indudablemente, como si fuera un precio más, pero también reconoce que
ese estipendio es el único ingreso de la mayoría de la población y, por tanto, sabe apuntar el
4
Un análisis de los temas relacionados con las imperfecciones del mercado y los negativos efectos
económicos, sociales y políticos, generados por las fallas en su funcionamiento, elaborado bajo
la óptica del modelo extendido de Adam Smith ha sido consultado en Cuevas (2004), cuyos
capítulos 6º y 22º constituyen una de las lecturas obligatorias de este curso y sobre cuyo tema se
realiza uno de los talleres previstos en el programa. (Aciertos y fallas de los mercados).
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Para el análisis de las fallas estructurales o funcionales del mercado, se destacan principalmente
las siguientes: a) la generación de externalidades negativas sobre los recursos naturales y huma-
nos, determinadas por la omisión de costos privados que al ser socializados afectan negativamente
al bien común; b) la concentración y el ejercicio de poderes monopólicos que debilitan la compe-
tencia y distorsionan las señales del mercado en donde la ‘mano invisible’ no podrá cumplir con
su función de eficiente asignadora de los recursos; c) las asimetrías en la información, que por
medio de la publicidad, pueden generar desde distorsiones sobre la naturaleza de los productos y
manipulación de las preferencias de consumo, hasta la frustración en términos de las necesidades
espirituales y afectivas que resultan cada día más difíciles de satisfacer mediante la acumulación
de bienes; y, d) los excesos de acumulación, que llevaron a la Gran Depresión de los años 1930 e
hicieron argumentar a Keynes que sí se persistía en dejar el sistema de mercado abandonado a sus
fuerzas espontáneas, sin la adecuada regulación política, las crisis de desempleo creciente y de
caída de los ingresos reales, correlacionadas con tales excesos, se repetirían hasta producir el co-
lapso definitivo del sistema.
interés que esto encierra desde el punto de vista del bienestar social general”. A este respec-
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to Cuevas (2007) señala que, Smith “…encontró que el trabajo tiene dos costos: el salario,
que es el precio del trabajo reconocido por el patrono en el mercado, y el costo, que es el
precio del trabajo para el trabajador. Este último, es la porción de su comodidad, su liber-
tad y su felicidad que el trabajador siempre paga. La racionalidad económica de maximizar
las ganancias reduciendo costos, lanzará el salario hacia el mínimo en el mercado y, en vez
de conducir a un óptimo social, las consecuencias pueden ser infelicidad, pobreza o aun
miseria para la mayoría de la colectividad”. Y por esta razón, Smith concluyó que:
Porque, para Smith, que siempre se consideró a sí mismo un filósofo —no tan interesado en
la epistemología como Locke, Berkeley y Hume, pero sin que, por ello, dejara de penetrar
profundamente en la filosofía social y la psicología de la ética—, la economía política y el
análisis económico constituían sólo un componente esencial de un amplio estudio crítico de
la sociedad, cuyas exigencias analíticas imponían el método de abstracciones que lo carac-
teriza pero, cuyos alcances llegan, desde la psicología y, evidentemente, la ética, en térmi-
nos sociales e individuales, hasta el derecho y la política, en el plano institucional, sin dejar
nunca de lado el desarrollo de las artes y las ciencias. Constantemente, y desde todos los
ángulos del conocimiento, se refiere con preocupación a los intereses de la gran masa de la
población y, aunque en sus investigaciones parta del individuo, no se puede decir que, para
él, “la sociedad sea solamente una suma o una mera yuxtaposición de individuos... Esas
fuerzas individuales deben cooperar en la búsqueda de la felicidad y el bienestar común”.
Un plan filosófico e histórico como ese ––que partía del supuesto de que, al igual que en el
sistema cósmico había un orden natural en el sistema social––, condujo a Smith por la senda
de todas las disciplinas intelectuales que, bajo las luces del siglo de la ilustración, excita- ron
su despierta inteligencia y le permitieron la formulación del llamado “sistema de libertad
natural”, constituyendo el marco dentro del cual se inscribe el proceso metodológico, in-
ductivo–deductivo, orientador del conjunto de su obra. Esta obra, cimentada en un extra-
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ordinario trabajo de investigación con abundancia de ejemplos concretos, datos empíricos,
digresiones históricas y un exhaustivo examen de las instituciones, constituye una sólida
trama metodológica fundamental para la construcción del modelo llamado por él, “un sen-
cillo sistema de la libertad natural.”7 Un modelo de mercado de libre competencia y ajuste
automático de los precios en el mercado con el cual se establece un sistema esencialmente
dinámico que explica la manera como la iniciativa individual y las fuerzas económicas al
interrelacionarse determinan la asignación eficiente de los recursos y dinamizan la acumu-
lación de la riqueza y el crecimiento económico general. Un modelo que parte del supuesto
de que existe un orden subyacente a la economía de mercado que determina la tendencia
natural a enriquecer a todos los miembros de la comunidad, siempre y cuando se garanticen
los principios de equidad y justicia social. Ese orden, en consecuencia, no debe ser alterado
por la intervención de los gobiernos que deben permitirle ejercer su fuerza enriquecedora.
Pero, a pesar de que resulta fácil entender cómo, una explicación del funcionamiento del
sistema a la manera de un mecanismo autorregulado, ejercería una atracción inmediata tan
grande sobre los comerciantes y productores del siglo XVIII —en una Europa monárquica,
donde las restricciones gubernamentales a las actividades económicas se encontraban en
abierta contradicción con las necesidades políticas del capitalismo comercial e industrial en
ascenso—, no resulta tan fácil explicar por qué, también, alcanzaría tan amplia aceptación
entre la intelectualidad de la época.
Una obra que, según afirma Heilbroner (1972), “en conjunto debía ser estimada no tanto
por la novedad de los principios que contiene como por la manera en que éstos son desarro-
llados en su orden y conexión correctos.” Es precisamente la objetividad metodológica que
la caracteriza lo que merece la mayor consideración intelectual de los economistas de todos
los tiempos. Se trata de una obra de investigación que se distingue por la aplicación de un
riguroso método científico mediante el cual explica el comportamiento ‘racional’ de los
individuos en el mercado y formula su teoría del valor-trabajo y del mecanismo de ajuste
automático de los precios, avanzando, a partir de allí, hacia el análisis comparativo del cre-
cimiento económico de las naciones y del papel neutral que debe jugar el Estado en el pro-
ceso de acumulación de la riqueza de las naciones. Roll (1957) afirma que para el cumpli-
miento de esos cometidos teóricos, Smith “se basó en unas pocas leyes generales o axio-
mas, de la misma manera que Newton había hecho al explicar los movimientos de los pla-
netas, [razón por la cual] era de esperar que desde el punto de vista de las ciencias, [La
riqueza de las Naciones] se proyectara como polémica por sus conceptos y poco confiable
por sus ambiciosas pretensiones científicas.”
7
No se puede olvidar que Adam Smith fue un aplicado discípulo del doctor Francis Hutcheson y un
no menos dedicado lector de las obras tanto de David Hume como de Voltaire, las cuales consti-
tuyen referencias intelectuales obligadas del siglo XVIII conocido como el Siglo de la Ilustración.
35
En todo caso, es presumible que el prestigio académico del que gozaba Smith, quien era
conocido por haber profundizado en el pensamiento de los máximos exponentes de la cien-
cia y la filosofía, contribuyera de manera decisiva para que sus opiniones fuesen recibidas,
desde el primer momento, con tanto beneplácito dentro de la comunidad científica y aca-
démica de sus contemporáneos.
Por lo que hasta aquí hemos dicho en relación con la grandeza intelectual de Adam Smith,
se impone que nos detengamos un poco más en la observación de la trayectoria vital de este
filósofo y economista, cuyos escritos son cada día más citados por colegas y profanos y,
cuyas propuestas de interpretación económica y política, han vuelto a cobrar vigencia en el
presente, cuando han transcurrido más de doscientos doce años desde su desaparición en
1790 y también, porque es posible que, por fuera de los medios académicos especializados,
no se conozca mucho acerca de Adam Smith, el hombre, en relación con su producción
intelectual.
En la vida de este ilustre profesor escocés no hay grandes sucesos dramáticos. Salvo, quizás,
el hecho de que a la edad de 4 años fue secuestrado (en Escocia!) por una cuadrilla de gita-
nos, que lo liberaron sólo después de que su tío les siguiera la pista hasta que lo abandonaron
a la vera del camino. Por lo demás, se trata de la vida de un hombre que alguna vez al ense-
ñarle, con orgullo, su espléndida biblioteca a un amigo dijo de sí mismo: “en lo úni- co que
soy distinguido es en mis libros”; sin embargo, cuentan sus biógrafos, también se distinguía
por sus frecuentes distracciones y profundos ensimismamientos: caminar tan absorto en
una discusión como para caer impertérrito en un pozo y continuar la discusión como si
nada, o prepararse una taza de té con la miga del pan con mantequilla, para luego asegurar,
ofendido, “¡el té está cada vez peor en este país!”, no son sino dos de las muchas rarezas
semejantes que se le atribuyen al doctor Smith.
36
De sacerdote a economista
En 1748, a los 25 años de edad, abandona una beca de la que era beneficiario en la Univer-
sidad de Oxford y, con ella, la carrera del sacerdocio, emprendida ocho años atrás, a instancias
de su madre, viuda desde poco antes de su nacimiento y con quien, según sus biógrafos,
mantuvo toda su vida una relación tan estrecha que ninguna otra mujer tuvo importancia
para él. Regresa, entonces, a Escocia, después de ocho años en una ciudad inglesa que, de
acuerdo con su opinión, se hallaba “empapada en oporto y prejuicios... y, en una universidad,
donde la mayor parte de los profesores hace ya largos años han dejado incluso de fingir
que enseñan”.8 También resulta descriptiva del clima que se vivía en esa universidad la
anécdota relatada por Heilbroner, según la cual el “Tratado sobre la naturaleza huma-
na”, de David Hume (1738) le fue confiscado por las autoridades universitarias tras una
terrible reprimenda cuando encontraron al joven Smith leyéndolo, de manera subrepticia.
Fórmula represiva que —como siempre sucede en estos casos—, no sólo no impidió la re-
conocida influencia intelectual que sobre Smith ejerció el censurado filósofo liberal y eco-
nomista preclásico (de quien también leería Los ensayos sobre el entendimiento humano y
la Investigación sobre los principios de la moral), sino que tampoco impidió que se convir-
tiera en su íntimo amigo y, sobre todo, que aquel llegara a ser uno de los pilares filosóficos
sobre los cuales se asienta gran parte de su obra futura.9
Por más egoísta que quiera suponerse al hombre, evidentemente hay algu-
nos elementos en su naturaleza que lo hacen interesarse en la suerte de los otros
de tal modo, que la felicidad de estos le es necesaria, aunque de ello nada obtenga,
a no ser el placer de presenciarla. De esta naturaleza es la lástima o compasión
que experimentamos ante la miseria ajena...El mayor malhechor, el más endure-
cido trasgresor de las leyes de la sociedad, no carece del todo de ese sentimiento.
Como se ve, Smith, desde el primer momento de su obra aborda el problema del egoísmo
que ocupará un lugar de preponderancia singular en todo el recorrido de sus obras, tratando
un asunto tan complejo como son las regiones recónditas del alma, de una manera muy sen-
cilla. En el intento de descubrir las reglas naturales que regulan la conducta humana, des-
cribe el sentimiento moral mediante la figura de ‘un hombre interior’, un espectador impar-
cial dentro de cada uno de nosotros, que juzga nuestros actos desde el punto de vista de las
demás personas: “Considero lo que yo sufriría si en realidad fuera usted”. Éste —explica
Smith— es un concepto muy diferente del simple amor por uno mismo, pues como ya había
observado en sus cursos y conferencias: “para servir a la sociedad somos guiados por una
38
mano invisible”.
La Teoría de los sentimientos morales generó un éxito editorial tan resonante, que David
H ume, el amigo invariable de Smith y con quien éste discutió, larga y profundamente sus
sis de economía política, le escribió desde Londres, haciendo gala del mejor humor escocés:
Nada hay más sospechoso de falsedad que aquello que merece la aprobación de la
multitud; y Foción, como sabes, siempre sospechaba que había cometido algún error
cuando recibía el aplauso del populacho. Suponiendo que esta reflexión te haya pre-
parado para lo peor, paso a comunicarte la noticia de que tu libro ha tenido muy ma-
la fortuna, pues el público parece dispuesto a aplaudirlo en extremo. Los insensatos
lo esperaban con impaciencia y la pandilla de los literatos ya comienza a alabarlo a
voz en cuello.
En efecto, este libro le proporcionó el prestigio académico y unas rentas que le permitieron
a Smith dedicarse a escribir su gran obra. Y fue, precisamente, Charles Townshend, ––el
autor, en 1767, de los decretos represivos en contra de la tradición del autogobierno de las
colonias que empujarían a los norteamericanos a iniciar su guerra de liberación––, quien, en
un acto que merecería capítulo aparte en la historia de las mayores ironías de la historia,
nombró al futuro paladín de la libertad natural como preceptor de su hijastro (el joven du-
que de Buccleuch), asignándole, por ello, un sueldo y una pensión vitalicia de 600 libras
anuales, en contraste con la Universidad de Glasgow que le pagaba apenas 170 libras y sin
derecho a pensión de retiro.
________________________
En cumplimiento de este favorable contrato viajó con su discípulo a Francia, en donde tuvo la oportunidad de
conocer de cerca al brillante Francois Quesnay, médico, además de ase- sor económico del rey Luis XV
y, por si fuera poco, protegido de madame Pompadour. El mismo Quesnay, que por otra parte, presidía un
club de economía política cuyos miembros, conocidos como les économistes, se hicieron luego famosos
como ‘los fisiócratas’ por la elaboración del primer modelo explicativo para las ciencias económicas: Le
Tableau Économique. En la Teoría de los sentimientos morales de 1759, Smith, se propone la exploración
de la conducta humana en todas sus facetas dentro de las cuales, el egoísmo no parece jugar un papel tan
determinante como aseguran algunos analistas posteriores. Su postulado principal se concentra en los proce-
sos derivados de la simpatía (o empatía), a través de la cual un sujeto es capaz de poner- se en el lugar de
otro, aún cuando no obtenga beneficio de ello, elaborando a partir de allí un en- foque crítico a la concepción
utilitarista de Hume. El desarrollo de la obra lleva al descubrimiento del espectador imparcial, la voz interior
que dictaría la propiedad o impropiedad de las acciones. Este espectador imparcial puede asociarse al con-
cepto de superyó, de Freud. A lo largo de la obra el autor explica el origen y funcionamiento de los senti-
mientos morales: el resentimiento, la venganza, la virtud, la admiración, la corrupción y la justicia. El resul-
tado es una concepción dinámica e histórica de los sistemas morales, en oposición a visiones más estáticas
como las determina- das por las religiones. En términos filosóficos, la naturaleza humana estaría diseñada
para avanzar fines o causas finales que no necesariamente son conocidos por los sujetos, que se guían por
las causas eficientes”. Ver: T. W. Hutchison. (1978). “Revoluciones y progresos en el conocimiento eco-
nómico” F.C.E. México.
39
Estos economistas mostraban en todas sus manifestaciones académicas su total rechazo por
el contraste existente entre la espantosa pobreza de los campesinos enfrentada al insultante
lujo de los nobles y, además, predicaban que: “la riqueza no consiste en la cantidad de me-
tales preciosos que se posea sino en el total de las existencias de productos básicos, y [que]
la mejor manera de acrecentar esas existencias es permitir el libre flujo de productos en el
mercado sin monopolios ni restricciones fiscales”. Tales ideas resultaron, como podemos
suponer, del agrado del libre pensador inglés, ya que coincidían en lo esencial con las que
él mismo predicaba desde sus cátedras en Glasgow. Smith, pues, se había encontrado en
Francia, de manera definitiva y para siempre, con la doctrina del laissez faire económico.
Años después declaró, que hubiera dedicado a Quesnay su obra La riqueza de las naciones
si éste no hubiera muerto dos años antes de su publicación.
Los salones de Versalles, los teatros de París y la animada compañía del doctor Quesnay,
sin embargo, no ejercieron suficiente atracción sobre nuestro austero filósofo, quien desea-
ba “ardientemente regresar a Escocia”. Al malestar personal que lo indisponía se unió el
escandaloso asesinato, en un burdel de París, del hermano menor del duque, también bajo la
responsabilidad de Smith, para precipitar su partida repentina a Londres, en donde, de paso,
fue elegido miembro de la Royal Society.
Otra vez al lado de su madre ––Smith, nos cuenta––, que dedicó los nueve años siguientes,
“sin más distracciones que los paseos diarios por la ría de Forth y algún viaje a Edimburgo
en busca de material bibliográfico, para escribir La riqueza de las naciones”.
Fruto de doce años de trabajo infatigable y, de por lo menos doce años más de meditación
sobre su amplia Investigación acerca de la naturaleza y causa de la riqueza de las naciones
que se publicó, por fin, en dos tomos, el 9 de marzo de 1776 (el mismo año en el que Jef-
ferson redactó la declaración de independencia de los Estados Unidos). El editor que le
había adelantado a su autor 500 libras por el manuscrito, recuperó rápidamente su inversión
con la venta de la primera edición que constituyó un éxito de librería tal, que los más desta-
cados intelectuales de Londres lo comparaban con Decadencia y caída del imperio romano
de Gibbon obra que, por su grandeza, venía agotando sus ediciones y que Hume, el mismo
escocés impenitente y leal de siempre, había elogiado así: “nunca hubiera esperado una
obra tan extraordinaria de la pluma de un inglés”.11 Sin embargo, el propio Gibbon escribió:
“¡Que obra excelente es ésta con la que nuestro común amigo Adam Smith nos ha enrique-
cido! Toda una ciencia en un solo libro... [esta obra] nos confirma en que la economía no
40
es una ciencia de los negocios, sino una ciencia de la vida”.
Cuando algún crítico de aquellos murmuradores que nunca faltan, sin haberlo leído dijo que
el libro de Adam Smith no podía ser bueno porque éste nunca había sido comerciante, el
famoso doctor Samuel Johnson replicó: “Nada hay que requiera en tan gran medida ser
ilustrado por la filosofía como el análisis del comercio... un comerciante nunca piensa en
otra cosa que no sea su negocio particular y el de Smith es un buen libro porque tiene una
perspectiva tan amplia y diversa que lo hace estar llamado a tener un enorme poderío”. Así
fue, la amplia y, ante todo, profunda perspectiva de la obra de Adam Smith le han otorgado
un poder tan grande que, de acuerdo con todos los historiadores del pensamiento económico,
ningún otro libro moderno ha eclipsado su calidad de auténtico fundamento de la cien- cia
económica contemporánea.
A ese nivel práctico de formulación de políticas es muy claro que Adam Smith era bastante
más realista que polémico y que, gracias a su objetividad analítica, no se desbordaba en
proposiciones ideológicas a ultranza. Esto contribuye, de manera especial a explicar el no-
table éxito de La riqueza de las naciones, en donde los poderosos argumentos a favor del
libre comercio se caracterizan por el reconocimiento de que existían limitaciones políticas,
económicas y financieras de carácter interno para su implantación efectiva. “En efecto, es-
cribe Smith, esperar que la libertad de comercio se instaure por entero algún día en Gran
Bretaña es tan absurdo como esperar que una utopía se estableciera alguna vez en ella. No
sólo los prejuicios del público, sino lo que es mucho más difícil de lograr, los intereses pri-
vados se oponen irresistiblemente a ello.”13
41
Sin embargo, también en la obra de Smith es bastante claro que sus afirmaciones sobre el
papel del Estado en el sistema económico partían del supuesto de que las imperfecciones
del mercado debían ser eliminadas. Así, al aconsejar a los legisladores la formulación de
políticas que favorecieran las tendencias al crecimiento inherentes al ‘orden natural’ eco-
ómico, no se oponía, ni siquiera advertía en contra de la intervención en los procesos de
producción y comercio. Dice Smith:
“De hecho según el sistema de libertad natural... [existen tres deberes estatales] que
atender. Ciertamente, tres deberes de gran importancia pero sencillos e inteligibles pa-
ra el entendimiento común: en primer lugar, el deber de proteger a la sociedad de la
violencia y de la invasión de otras sociedades independientes; en segundo, el deber de
proteger a cada uno de los miembros de la sociedad de la injusticia o de la opresión de
cualquier otro miembro de la misma, es decir, el deber de establecer la administración
exacta de la justicia; y el tercero, el deber de construir y mantener ciertas obras públicas
y ciertas instituciones públicas, que nunca se pueden erigir o mantener por interés de
un individuo o pequeño grupo de individuos cualquiera, pues el beneficio nunca los
resarcirá del gasto, a pesar de que éste se resarce con creces en una gran sociedad”.14
De allí se desprende, de manera clara, que el cumplimiento de esos deberes estatales impli-
ca, definitivamente, una intervención sustancial del gobierno para la atención de los dos
primeros deberes, en tanto que éstos suponen la necesidad de aumentar los ingresos para
financiar su realización; mientras que el tercer deber, el de llenar las lagunas institucionales
y de inversión dejadas de lado por la empresa privada, implica el desempeño de un papel
insustituible del gobierno en un sistema económico, en el que los elementos de la justicia
social, como la educación, la cultura y la salud públicas, deben ser garantizados por el Es-
tado como fundamento del bien común. Porque en un sistema en donde la equidad con li-
bertad debe superar la violencia de una distribución del ingreso que conlleva la pobreza
absoluta y el malvivir de la gran mayoría de la población, resulta inaplazable que el Estado
asuma esos deberes sin esperar la milagrosa actuación de una mano tan invisible que pare-
ciera existir sólo a la diestra del poder real.
Y, por último, porque las ‘refinadas’ interpretaciones filosóficas, las elaboraciones teóricas
cada vez más ‘rigurosas’ y las frecuentes tergiversaciones a que se ha visto sometido el
pensamiento smithiano, no logran disminuir, todavía, los rendimientos prácticos del modelo
en términos analíticos ni autorizan a sacar provecho de su prestigio científico para justificar
la adopción actual de unas políticas tan inequitativas en lo económico, como injustas en lo
social, que le deben estar impidiendo el merecido descanso eterno a ese hombre bueno que
siempre fue Adam Smith.
42
Para concluir, leamos un aparte de la introducción de Max Lerner a La riqueza de las na-
ciones, en español (1904): “Lo que importa, a nuestro juicio, es advertir la extraña paradoja
e la posición de Smith en la historia; haber modelado su sistema de pensamiento para des-
truir los obstáculos institucionales del pasado; suscitar un grado más alto de libertad eco-
nómica y, como consecuencia, una mayor riqueza total para toda la gente de una nación; sin
embargo, ver cómo su doctrina se ha traducido en la glorificación de la irresponsabilidad
económica. Una verdadera lectura de la obra de Smith y un estudio del lugar que ocupa en
la historia de las ideas sería uno de los mejores disolventes para el fango y el absolutismo
intelectual”.
I. De las causas que han perfeccionado las facultades de trabajo y del orden según el
cual se distribuyen los productos del mismo entre las diferentes clases de la sociedad.
II. De la naturaleza de los fondos, de su acumulación y de su empleo.
III. Del desarrollo diferente del progreso de la riqueza en las diferentes naciones.
IV. De los sistemas de economía política
V. De los ingresos del soberano o de la república (del Estado).
Los principales postulados teóricos de Smith se pueden sintetizar en los siguientes puntos:
La teoría del valor. El trabajo es la medida real del valor de todos los bienes ya que es
la cualidad común que los hace comparables y permite la realización de intercambios
equivalentes. El trabajo determina el valor de cambio de las mercancías cuya expresión
monetaria (el precio expresado en dinero) será nominal, ya que el valor de las mercan-
cías no depende de los metales preciosos sino del trabajo necesario para producirlas.
De su análisis del valor-trabajo Smith deriva una teoría del costo de producción por
medio de la cual establece que el valor agregado real de la sociedad se determina a par-
tir del trabajo agregado en la producción nacional. De acuerdo con la lógica de esta teoría
se puede afirmar que el trabajo es la única medida invariable del valor y, por consi-
guiente, la única medida posible de todos los ingresos; de tal manera que el valor agre-
gado real de la sociedad —el ingreso nacional real— se medirá a partir del valor del
44
trabajo agregado en la producción nacional.
45
DAVID RICARDO (1772–1823)
Ricardo vivió en una época durante la cual, en Inglaterra, se acentuaban las contradicciones
económicas, sociales y políticas; de los efectos devastadores de las guerras napoleónicas
sobre las economías nacionales; y de la crisis del sistema colonial en América que tocaba a
su fin.
Época, además, en la que se hacían cada vez, más agudas, las rivalidades entre los nuevos
industriales, interesados no sólo en la acumulación del capital, sino en conseguir represen-
tación parlamentaria y prestigio social, y los intereses de la aristocracia de los grandes
terratenientes, rica y poderosa por tradición y títulos, con amplio dominio en el Parlamento
y que no se mostraba dispuesta a ceder ni un solo ápice de sus privilegios económicos, ante
el ascenso de esos nuevos ricos que irrumpían incontenibles en su avance acumulador de
ganancias.
Las ventajas en costos de los Estados Unidos y de Francia sobre Inglaterra resultaban evi-
dentes y, en esa medida, bajarían los precios de los cereales importados desde esos países
desplazando la producción nacional, se contraería la demanda interna de tierras y se reducían
las rentas de los terratenientes. Para eliminar estas amenazas comerciales el parlamento in-
glés estableció, entonces, por medio de las ‘leyes de granos’, impuestos a la importación de
los cereales y el maíz.
Al finalizar las guerras, la demanda de cereales aumentó y los precios se multiplicaron por
cuatro. Los ingresos de los terratenientes se incrementaron en proporción a la renta de la
tierra, que también subió, determinando que éstos se opusieran, por todos los medios a su
alcance, a la importación de cereales procedentes del exterior (especialmente de Francia).
Por otra parte, las malas cosechas llevaron el precio del trigo a niveles insostenibles, al pun-
to que un bushel de ese grano llegó a valer el doble del salario semanal de un obrero. Los
46
industriales reclamaban autorización de importaciones que abarataran los alimentos cuyos
precios impulsaban los salarios hacia arriba, deteriorando la tasa de ganancias de la industria.
Ante el establecimiento, en 1815, de medidas para la protección arancelaria de la produc-
ción interna de cereales en Inglaterra, Ricardo publicó su Ensayo sobre la influencia de un
bajo precio del grano en las ganancias del capital, en el cual crítica las ‘leyes de granos’
y, donde deriva conclusiones fundamentales acerca del proceso de acumulación del capital
y el crecimiento económico. Estas conclusiones básicas para el desarrollo del pensamiento
ricardiano posterior, se pueden sintetizar en los dos puntos siguientes:
Además, en esta misma época de incrementos acelerados en las rentas de la tierra y cuando
las tierras fértiles cultivadas disminuían su extensión por el aumento de los cercados para
los rebaños de ovejas que producían la materia prima esencial para la industria textil y de
confecciones; cuando la agricultura decaía y los precios de los alimentos subían mientras la
industria crecía, presionando hacia abajo los salarios y las rentas, todo lo cual se combinaba
para crear un ambiente propicio en el que se dieron los más acalorados debates teóricos y
políticos, entre los que sobresalen las polémicas sobre libre-cambio y regulación.
47
De la misma manera que Smith, a quien crítica sobre este punto, Ricardo parte de una teoría
del valor en función del trabajo como medida de todos los valores para llegar a la formula-
ción de su teoría de los precios relativos.
a. Teoría del costo del trabajo. El cambio relativo de los precios, a lo largo del tiempo,
se debe al cambio de los costos del trabajo.
b. Dinero neutral. Los cambios en la oferta de dinero no ocasionarían cambios en los
precios relativos.
c. Coeficientes fijos de producción para el trabajo y el capital. La razón trabajo– capi-
tal es invariable para todo tipo de producciones económicas.
d. Rendimientos constantes en la industria y decrecientes en la agricultura. Las curvas
de oferta en la manufactura son horizontales, es decir, perfectamente elásticas por-
que los costos unitarios (marginales) no cambian. Las curvas de oferta de la agricul-
tura tienen pendiente ascendente, porque los costos unitarios (marginales) se incre-
mentan con los aumentos en la producción.
e. Pleno empleo. La economía tiende al ajuste automático, de manera que en los plazos
largos se logra el pleno empleo.
f. Competencia perfecta. Supuesto clásico.
g. Racionalidad maximizadora. Los tres actores económicos: capitalistas, terratenientes
y trabajadores, intentarán obtener los máximos beneficios. La interacción de las tres
clases determinará que las ganancias, las rentas y los salarios tiendan a sus respecti-
vos niveles de equilibrio en igualdad de condiciones.
h. Doctrina de los fondos salariales. La tasa de salarios es igual al fondo sala-
rial/fuerza de trabajo.
48
siempre son iguales, pero el precio que se paga por su uso será “naturalmente un precio de
monopolio, que no guarda ninguna proporción con lo que el terrateniente pueda haber gas-
tado en su mejoramiento, sino con lo que el granjero está en capacidad de pagar”.
Procederá, entonces, a distinguir claramente entre la renta del suelo y el interés —o, para
este caso, la ganancia— del capital, no obstante que tanto la una, como el otro, tienen en
común la característica de ser ingresos de los propietarios de los medios de producción.
Esta distinción clave la fundamenta en las siguientes dos razones básicas:
1ª porque la renta de la tierra y el interés del capital no obedecen las mismas leyes ni
suelen moverse en la misma dirección, debido a que la renta tiene una naturaleza dife-
rente, específicamente ligada a los precios del monopolio de los terratenientes; y,
2ª porque en su teoría, Ricardo establece que las rentas y las ganancias (el interés) man-
tienen una relación inversa –opuesta y contradictoria entre ellas– que las hace jugar
papeles completamente diferentes en cuanto a la capacidad de acumulación del capi-
tal.
También quedaba formulada, en los textos de Ricardo, por primera vez, de manera teórica
expresa la contradicción antagónica existente entre los intereses de los terratenientes, en la
forma de renta del suelo y los intereses de los capitalistas, bajo la forma de las ganancias
que, de acuerdo con la racionalidad maximizadora que caracteriza el comportamiento de
estos últimos en el mercado, constituyen el móvil esencial para la inversión y reinversión
de los capitales en el proceso de acumulación y crecimiento.
50
THOMAS ROBERT MALTHUS (1766–1834)
Aparte del siempre citado Ensayo sobre el principio de la población, Malthus escribió los
Principios de Economía Política y un importante ensayo en el que polemizaba con Ricardo
que tituló: Efecto de las leyes sobre el precio del trigo, en los cuales desarrolla sus tesis
sobre la acumulación del capital, que son las que deben merecer mayor atención, ya que en
ellos argumenta que:
a. Las mercancías no se cambian solamente por mercancías, sino también por fuerza
de trabajo mediante un proceso del que pueden resultar, no sólo un exceso de de-
manda en el mercado laboral, sino, también, una marcada tendencia al alza de los
17
KEYNES, John Maynard. (1992) Ensayos Biográficos Políticos y Economistas. Título original:
Essays in biography. The Macmillan Press, Londres. Traducción de Octavi Pellisa para Editorial
Crítica, Barcelona. Pags 79 y s.s. Robert Malthus (1766-1834) El primer economista de Cambrid-
ge 1933.
18
MALTHUS, Thomas Robert. Primer ensayo sobre la población. (1968) Título original: An Essay
on the Principle of Population, as it affects the future improvement of Society with remarks on the
51
speculations of Mr. Godwin, Mr. Condorcet, and other writers, 1798. Traducción de Patricio de
Azcárate Diz, para Alianza Editorial, Madrid, España.
salarios que deprimiría la rentabilidad, dando lugar a una liquidación de los incenti-
vos para producir y, por tanto, a una crisis recesiva en el proceso de acumulación de
los capitales con todas sus secuelas: una crisis de sobreproducción.
b. Como Ricardo aceptó esta tesis, pero argumentó que –según la teoría de Smith sobre
la tasa natural de salarios– esa situación sería transitoria, ya que el alza de salarios
traería como consecuencia un aumento de la población, Malthus indicó que una reac-
ción que demorara entre 18 y 20 años, debía invalidar cualquier principio general sin
importar su fundamentación teórica por elaborada que ésta fuera.
Resultarán casi evidentes, para el estudiante atento, las implicaciones analíticas de la distin-
ción entre el ‘largo plazo’ (Ricardo) y el ‘corto plazo’ (Malthus) que, tal vez, le permitieron
a Keynes manifestar su famosa afirmación de que “en el largo plazo todos estaremos muer-
tos” y, de que más nos vale actuar hoy, que esperar las reacciones automáticas del mercado
en un futuro, por lo demás, ineluctable. A propósito del importante debate entre estos dos
clásicos de la economía, Cuevas (2004), en el capítulo sobre Malthus, afirma: “…constituye,
tal vez para siempre, un insondable misterio de la historia del pensamiento económico el
hecho de que Keynes haya ignorado la paternidad de Smith quien, en su monumental teoría
de la acumulación de capital y la tasa de ganancia, presenta ya las tesis que Malthus poste-
riormente levanta ante Ricardo. La mejor prueba de esto la da Ricardo mismo en el Capítulo
XXI de los Principios, dedicado a refutar a Smith en la misma tesis en la cual polemizaba
con Malthus. Levantando ese velo, y teniendo en cuenta la estructura y los alcances de la
obra de Smith, Keynes bien pudo haber presentado la teoría de la acumulación de este último
como la verdadera alternativa frente a la fundamentación ricardiana de la Ley de Say.”
52
IV. TEORIA MARXISTA DE LAS CRISIS
El desmoronamiento y caída del llamado “socialismo real” no conduce como lógica conse-
cuencia a la economía de mercado, en tanto que la distribución de los medios de consumo
es un corolario de la distribución de las propias condiciones de producción. Se estudia, en-
tonces, la concepción económica de Marx desde la óptica de la crítica que éste realizó a los
principales postulados de la economía política clásica y sus implicaciones principales en la
economía contemporánea.
Temas principales:
La tradición acerca del producto neto y del excedente económico generado únicamente por
el trabajo como base determinante para la acumulación del capital y el crecimiento, que
venía desde los fisiócratas a través de Ricardo no pasó a los descendientes directos de éste,
sino a Marx, quien lo despojó de su condición o supuesto de ‘ley natural’ y revolucionó su
significado cualitativo. La importancia de la contribución teórica de Marx al pensamiento
económico y la objetividad científica de su interpretación del funcionamiento del sistema
económico capitalista, le permite afirmar al economista Maurice Dobb (1975)19 de la Uni-
versidad de Cambridge, que “…destacado sobre el fondo de la clase de cuestiones que la
economía política clásica se preocupó de responder, puede decirse que este sistema —el
modelo económico de Marx— coronó el edificio clásico.”
Marx y la plusvalía
Marx no partió del concepto de orden natural como base del sistema capitalista, ya que para
él este sistema no constituía el punto final del progreso económico: era históricamente rela-
tivo y transitorio.
53
Por esta razón teórica y metodológica no intenta identificar los precios del mercado con el
costo real. El trabajo humano, en su sentido objetivo, constituía el valor y esta es la valora-
ción social que se debía aplicar a todas las mercancías o productos del trabajo. Era el equi-
valente fundamental, la norma por medio de la cual se podría juzgar el significado de las
relaciones de precios establecidas por el mercado bajo distintas clases de condiciones. Sin
el trabajo no habría esa norma última, que es la que permite saber si cada acto de intercambio
representa un cambio de equivalentes o no. En la falta de comprensión del concepto
básico de que sólo en ciertas condiciones, los precios del mercado coincidirán con los valo-
res, radican las equivocaciones que influyeron sobre casi todos los críticos posteriores de
Marx.
Marx nunca identificó el valor de la mercancía en del mercado con el valor del trabajo como
Ricardo sí lo había hecho. El problema consistía, entonces, en determinar la característica
propia, la significación social del beneficio capitalista. Si era un excedente en el sentido fi-
siocrático de valores pagados a alguien sin haber dado a cambio equivalentes, ¿cómo aparecía
y de que condiciones dependía su aparición?
El método que siguió Marx fue el de tomar modelo de sociedad mercantil simple en la cual
las mercancías se cambian por sus valores, e investigar cómo podía aparecer un excedente
en tales condiciones. No podía aparecer durante el intercambio, porque era un cambio de
equivalentes. Su respuesta fue que aparecía la particularidad de la fuerza de trabajo consis-
tente en que es una mercancía que produce más mercancías de las consumidas para producir
a fuerza de trabajo original —consumidas como medios de subsistencia necesarios para re-
emplazar la energía gastada—. La fuerza de trabajo producía un valor mayor que su pro-
pio valor.
De acuerdo con esto, el capitalista compraba fuerza de trabajo por su valor (el salario) que
constituía para él un costo de producción. El valor de la fuerza de trabajo se determinaba
por la cantidad de trabajo necesario para producirla ––el valor de los bienes-salario necesarios
para mantener al trabajador en capacidad de trabajar––. El capitalista podía, entonces, apro-
piarse de la diferencia entre ése valor, es decir el salario, y el valor bruto producido con la
aplicación de esa fuerza de trabajo, en la forma de beneficio. En éste orden de ideas:
El salario, en primer lugar, era el pago de equivalente por equivalente: la subsistencia del
trabajador a cambio de la energía gastada en el proceso productivo.
La fuerza de trabajo es, en esencia, solamente una mercancía que se transa en el mercado
laboral, bajo una serie definida de condiciones históricas, es decir, cuando el desarrollo del
capitalismo había creado un proletariado ––sin más propiedades que su capacidad de traba-
jar––, por una parte, y una clase de propietarios de los medios de producción —el capital—,
por la otra. En esas condiciones la aparición del beneficio no era, por lo tanto, una categoría
“natural” que resultaba de un orden natural preestablecido, sino que era una categoría de
ingreso propia de una etapa histórica específica en la que las instituciones correspondían a
una forma particular de sociedad de clases: el capitalismo.
En las etapas finales de su análisis, Marx presentó las condiciones en las cuales se daban
los motivos de que los precios del mercado difirieran de los equivalentes del valor. Estas
condiciones se pueden sintetizar así:
55
La ganancia y la tasa media de ganancia
c+v+p=w
1) c: valor del capital constante. Parte del valor de las máquinas y los inmuebles; el valor
de las materias primas y de la tecnología, los servicios, combustible, etc.
2) v: valor del capital variable. Valor pagado en salarios.
3) p: plusvalía.
De estas tres partes el capitalista desembolsa sólo las dos primeras que constituyen los gas-
tos de producción, bajo la forma de capital constante y capital variable: (c + v).
La plusvalía p, aparece en la venta como el remanente que queda después de cubrir los gas-
tos de producción.
Para calcular la rentabilidad de la empresa el capitalista compara este remanente con el ca-
pital desembolsado es decir con los gastos de producción. —La plusvalía referida a todo el
capital, adopta la forma de ganancia, o como dice Marx: la ganancia es una forma meta-
morfoseada de la plusvalía—.
p
tasa de ganancia
c v
p
p' Tasa de plusvalía
v
Como se vio la competencia entre las empresas capitalistas hace que en las diversas ramas
de la industria se nivele la tasa de ganancia o, lo que es lo mismo, que capitales iguales
proporcionen ganancias iguales, de esa manera tenemos una tasa media de ganancia, es
decir, una tasa de ganancia de equilibrio igual para todas las ramas de la producción.
56
La composición orgánica del capital.
c
O Composición orgánica del capital
c v
En este orden de ideas, como la tasa de ganancia depende de la relación entre el capital in-
vertido y la ganancia total obtenida, es decir de la relación entre (c + v) y la plusvalía: p;
entonces, la tasa de ganancia g, también depende de la composición orgánica del capital O.
En efecto, esta última, la tasa de ganancia, depende antes que nada del nivel técnico de la
empresa que es el determinante principal de su productividad y, por ende, de su capacidad
competitiva en el mercado. De acuerdo con Marx: “…con el desarrollo técnico de la em-
presa capitalista, el número y el valor de las máquinas (el capital constante c) crecerá más
rápidamente que la proporción en que aumenta el número de trabajadores y, por tanto, la
masa de salarios que se les paga por su fuerza de trabajo (el capital variable: v)…” Así,
pues, el porcentaje de los gastos en fuerza de trabajo disminuye constantemente en propor-
ción a la suma total de los gastos (costos totales) de los capitalistas.
En consecuencia, la composición orgánica del capital puede crecer aún en el caso de que el
número de obreros y del capital variable aumenten igualmente, lo que importa es la propor-
ción en la cual el capital constante aumenta más rápidamente. De tal manera que si la com-
57
posición orgánica del capital crece con el desarrollo de la técnica, la tasa de ganancia se
comportará, inevitablemente, de manera inversa y, por tanto, tenderá a caer.
Ejercicios:
Nota: Para este ejercicio, consultar Sweesy, Paul. (1970) Teoría del desarrollo capitalista Cap. IV,
“Plusvalía y Capitalismo” F.C.E. México.
58
V. LA ECONOMÍA NEOCLÁSICA
En este capítulo nos proponemos realizar el análisis del enfoque metodológico y el conjunto
de las principales proposiciones económicas conocidas como economía neoclásica y cuyas
bases se exponen hoy en los cursos de Microeconomía y Teoría del Equilibrio General y
bienestar bajo la denominación genérica de “Economía Marginalista”. El análisis que nos
proponemos se centra en la crítica de la teoría neoclásica de la distribución en contraste con
las respectivas teorías de los economistas que la precedieron. Se concluye con un breve exa-
men de la noción de eficiencia económica que es, tal vez, la contribución que permanecerá
como el aporte distintivo de mayor significación al desarrollo de la ciencia económica.
Temas principales:
– La “revolución” marginalista
– Jevons, Menger y Walras
– Teoría de la utilidad marginal
– Teoría del equilibrio general
– Wilfredo Pareto
– La economía matemática
– Alfred Marshall
– Teoría del equilibrio estable e inestable
– Fluctuaciones económicas, dinero y precios
– Las fallas del mercado y su posible rectificación
– Replanteamiento de las causas que pueden conducir a las fallas del mercado
– Competencia imperfecta
– Noción neoclásica de eficiencia económica
Durante los últimos treinta años del siglo XIX, a partir de 1871, cuando se publican las
principales obras de W. S. Jevons: Theory of Political Economy, de Carl Menger: Princi-
ples of Economics y de Léon Walras: Elements of Pure Economics en 1874, la Economía
Política sufrió una trascendental transformación, cuya significación y profundidad son ma-
yores de lo que habitualmente se cree. Los economistas mencionados, de la misma manera
que Eugen von Böhm-Bawerk: Positive Theory of Capital (1889) y Friederich von Wieser
Natural Value (1889), se erigen como los máximos representantes de la escuela margi-
nalista que deriva sus conclusiones teóricas sobre el problema del valor y del sistema de
precios a partir de sus análisis de la utilidad marginal.
59
Durante este período se produce, entonces, el nacimiento de la teoría macroeconómica mo-
derna que marcará los nuevos derroteros que seguirá la ciencia económica a partir de ese
momento decisivo y que se distingue del pensamiento económico precedente por dos carac-
terísticas fundamentales, a saber:
2. Las nuevas teorías subrayan el efecto que tienen los cambios en el margen. Estos cam-
bios estaban dados por la pérdida o ganancia que quitaba o añadía la última unidad del
producto: –la utilidad marginal– la misma que se consideraba decisiva para la determi-
nación del valor. El cálculo al margen fue el resultado del intento de proporcionarle a la
Economía unos fundamentos instrumentales más sólidos dentro de un cuadro matemático
que, como afirma Jevons, “le darán a la ciencia económica un lenguaje formal, sea que
el economista use en la práctica palabras o signos algebraicos”. Con este propósito em-
pleó ecuaciones funcionales y el cálculo diferencial, cuyos términos de pequeños in-
crementos y decrementos resultaban adecuados y constituían la técnica analítica más
apropiada para ese fin.
Las preocupaciones teóricas primordiales de estos nuevos economistas no eran las mismas
de sus antecesores clásicos: las concepciones de ‘costo real’ y ‘excedente económico’. Los
marginalistas no estaban especialmente interesados en el principio del valor intrínseco de
los bienes, como esencia del problema de la equivalencia de cambio. Su propuesta investi-
gativa era más empírica: las causas de las variaciones de los valores –los precios– en el
mercado.
En un marco metodológico como éste, resulta explicable que los marginalistas, al realizar
sus investigaciones sobre las tendencias de tales variaciones de los precios e intentar la
formulación de una teoría del equilibrio, ésta les fuera sugerida por analogía con la mecáni-
ca. De acuerdo con Dobb (1978): “El ‘valor’ representaba cierta posición o ‘nivel’ que, en
equilibrio, ocupaba una mercancía con respecto al resto de las mercancías. Considerado así,
60
el ‘valor’ era siempre un valor ‘relativo’, y el concepto de ‘valor absoluto’ como una estrella
fija del universo económico, no tenía ningún sentido”.
La demanda del consumidor era el reflejo de los deseos ‘racionales’ del consumidor, los
cuales a su vez explican el placer que proporciona el objeto deseado, es decir, la utilidad
del objeto.
Los clásicos habían señalado que el valor no podía estar en función de la utilidad (valor de
uso) basándose en los ejemplos del agua –de enorme utilidad y poco valor– y los diamantes
–de poca utilidad y gran valor–. Marx, además, indicó que la utilidad no era cuantificable y
por lo tanto no podía tener relación directa con el valor cuantitativo.
Los neoclásicos enfrentaron este problema afirmando que “el precio es una función, no de
una sumatoria de utilidades —lo que era evidente— sino una función del incremento de
utilidad. Es decir, de la utilidad adicional que ofrecía al consumidor la unidad marginal
–añadida– de una oferta dada.
61
En síntesis, la economía neoclásica parte de una observación empírica respecto a la natura-
leza de los deseos que se ha descrito como la “Ley de la utilidad marginal decreciente” o
“Ley de la saciedad de las necesidades”. De acuerdo con esa ‘ley’, el incremento de utilidad
producido por un incremento de la oferta tenderá hacia cero en un punto cercano o distante
y, al fijar el monto deseado por el consumidor permitirá fijar también el monto de lo que
estará dispuesto a entregar a cambio de su consumo: el precio. Con lo cual quedaba zanjado
el problema de la determinación del valor de cambio de los bienes en el mercado.
Expresado simbólicamente en términos de las utilidades marginales y los precios de las dos
mercancías: x, e y, tenemos las siguientes condiciones de equilibrio:
UMAx UMAy
px py
que también puede escribirse:
UMAx px
UMAy py
lo cual significa que las utilidades marginales obtenidas por el último peso gastado en cada
bien son idénticas.
De lo anterior se desprendía que las utilidades marginales determinaban los precios y que
de esa manera la utilidad marginal misma podía ser considerada una medida (ordinal) y la
62
causa determinante del valor de todas las mercancías, es decir, que por ese medio metodo-
lógico sería posible determinar los precios de todos los bienes y servicios, incluido dentro
de estos últimos también el valor de los salarios. Pero, de acuerdo con Cuevas (2007),
“…pronto se reveló lo incorrecto de esta interpretación de la condición de equilibrio del
consumidor, entre otras cosas, por ser la utilidad un fenómeno subjetivo, y los precios uno
objetivo, lo cual se reconoció en el planteamiento de que la utilidad no era medible objeti-
vamente (no era cardinal) y, por tanto, las ‘magnitudes de utilidad de una persona no eran
comparables a las de otra”.
El hecho de que los precios sean considerados como el resultado de valoraciones subjetivas
en la mente de los individuos interesados, no representaría ningún problema si se tratara del
intercambio entre sólo dos mercancías, pero si nos acercamos más concretamente al mundo
económico real, en donde el intercambio se realiza no sólo entre los propietarios de exis-
tencias de dos mercancías sino entre productores y consumidores, y en donde el comprador
no realiza una sola transacción aislada sino que interviene en un enorme conjunto de inter-
cambios relacionados entre sí, se presentarán las diversas complicaciones teóricas que en-
frenta la microeconomía desde entonces hasta hoy.
Las diferencias entre las escuelas de economistas posteriores a Jevons radican, principal-
mente, en la forma de tratar tales complicaciones que, por facilidad pedagógica, podemos
agrupar en dos grandes series:
El primer conjunto de problemas proviene del hecho de que para el vendedor las mercan-
cías que vende no tienen utilidad directa. El valor no depende para él de la utilidad sino de
los costos de producción; su elección de vender está, entonces, en función de los costos y
no en función de la utilidad de las mercancías.
Los miembros de la llamada Escuela Austriaca utilizaron una condición sencilla para resol-
ver el problema: la cantidad de agentes de producción se determinaba de un modo indepen-
diente; es decir, que los cambios en la oferta de dichos agentes no dependía del precio de
ellos y, por tanto, las ofertas de tierras, de trabajo y de capital podían considerarse como
fijas y figurar como “constantes” en las ecuaciones explicativas. Así, el valor de cada factor
podía expresarse como una función de los precios de las mercancías que se producían con
63
su uso, con lo que se sentaban las bases para el desarrollo de la Teoría de la productividad
marginal. 21
Claro está que Marshall resulta menos rígido en los supuestos de su concepción básica de la
renta de lo que fuese la original del maestro David Ricardo, ya que Marshall la definía —la
renta— “no como una cosa aparte, sino como la especie principal de un genero más am-
plio”, donde elementos componentes del excedente de los productores aparecen en los in-
gresos ganados por los otros factores, particularmente el capital inmovilizado en plantas y
edificios que por su durabilidad (la de este capital) tenía las mismas características de la
tierra. De ahí surge el término marshalliano de cuasirrenta, indispensable para entender sus
conceptos, tanto de la renta como de capital.22
Para la escuela austriaca, en cambio, tal distinción es completamente innecesaria, pues, por
hipótesis como la oferta de todos los factores se supone dada, la relación funcional entre la
oferta de ellos y su respectiva compensación no implica un problema importante. Para esta
escuela el único costo es la pérdida de utilidades que un factor pudo haber producido si se
hubiera aplicado a un uso diferente a aquel al cual se aplicó en la práctica, es decir, lo que
el economista Davenport llamó costo de oportunidad.
21
Dada, por ejemplo, la oferta de trabajo, ésta tenderá a distribuirse entre las diversas clases de pro-
ducción, de manera que un incremento del valor del producto, causado por un incremento del tra-
bajo –su productividad marginal–, sea igual en todos los casos; y el valor de ese incremento que
la unidad final o marginal de trabajo agrega al producto total, determina el valor de este factor de
producción. Se tendrán entonces n incógnitas adicionales en el problema ( el precio de los n facto-
res de producción) y n ecuaciones adicionales. Walras, y después Cassel, introdujeron, además,
el concepto de ‘coeficientes técnicos’
22
Más recientemente muchos historiadores del pensamiento económico han sustentado la tesis del
economista inglés Philip H. Wicksteed (1844-1927) en el sentido de que la teoría de la renta de
Ricardo era solamente un caso especial de la más amplia teoría de la productividad marginal y,
que lo que puede decirse respecto de la tierra se puede decir igualmente, con los mismos supuestos,
respecto de cualquiera de los otros factores de la producción. Sobre este punto se recomienda la
64
lectura de capítulo 7º del libro de Dobb, Maurice. (1975) Teoría del valor y de la distribución
desde Adam Smith. Ed. Siglo XXI Argentina.
Un supuesto semejante debe hacerse para la oferta de los mismos bienes, en tanto que un
cambio en la producción total de cierta mercancía particular no afecta tampoco, de manera
significativa, la demanda de los factores de producción y, por lo tanto, no afecta sus pre-
cios. Este supuesto será válido si la producción de la mercancía utiliza sólo una parte pe-
queña del total de los factores de la economía.
Sin embargo, al tratar los problemas de comportamiento en el mercado de bienes cuya pro-
ducción sí afecta, de manera apreciable, la oferta y demanda de factores esos supuestos
resultaban insuficientes, y fue necesaria la construcción de teorías con nuevos supuestos
como es el caso de las teorías de las ‘elasticidades de demanda’ y de las ‘utilidades crecientes’,
que permitieron a estos economistas avanzar hacia la formulación de que el equilibrio ba-
sado en la competencia —explicado y modelado por medio de un sistema de ecuaciones—
representa el sistema de los precios que produce el mayor producto y utilidad para todas
las partes interesadas: vendedores y compradores.
65
VI. LA REVOLUCIÓN KEYNESIANA
Temas principales:
Hacia el final del siglo XIX y el comienzo del XX, se observa que la primera fase de la
industrialización del mundo occidental está próxima a completarse y que los enormes in-
crementos alcanzados en los niveles de la producción, unidos a la revolución técnica en los
medios de transporte y comunicaciones, determinan no sólo un elevado grado de concen-
tración y centralización de los capitales, sino también profundas transformaciones estructu-
rales en el conjunto mundial de las economías capitalistas.
El movimiento fluido del capital de los países avanzados hacia los menos desarrollados,
66
que se suponía sería armoniosamente impulsado por la racionalidad de la búsqueda de ga-
nancias, en realidad se convirtió en una serie de feroces enfrentamientos en la lucha por los
mercados y las fuentes de materias primas, en medio de las difíciles oportunidades de in-
versión. De la misma manera, el avance del capital en las regiones atrasadas y coloniales no
trasladó a estas –como se suponía– los beneficios del desarrollo y la civilización sino que
se tradujo, de hecho, en mayores condiciones de atraso y explotación.
Fuertes tendencias recesivas, severas crisis políticas y graves confrontaciones armadas entre
las naciones, constituyen el signo de la época. La carrera armamentista entre las principales
potencias al absorber una cada vez mayor proporción de los aparatos productivos nacionales
se constituía en el factor determinante de toda la actividad económica. “En rápida sucesión
la guerra chino-japonesa, la guerra hispano-americana, la guerra anglo-boer, la sangrienta
represión de los bóxers, la guerra ruso-japonesa, la Revolución Rusa de 1905, la Revolución
China en 1911-1912 y, finalmente, la primera Guerra Mundial, escoltaron a la época pre-
sente del desarrollo del capitalismo.” 23
La primera Guerra Mundial fue seguida por una ilusoria tregua de estabilidad, prosperidad
y confianza que solo duró la década de los felices años veinte, al cabo de los cuales el sueño
de un capitalismo en el cual la mano invisible aseguraría justicia y bienestar para todos,
garantizando la solución de los males económicos y sociales, se había convertido en la uto-
pía de más corta duración en toda la historia.
La Gran Depresión
La crisis de la economía capitalista, que se inició en octubre de 1929 en los Estados Unidos,
para extenderse en los años siguientes al resto de los países más avanzados, impidió que
continuara manteniéndose el optimismo y la confianza imperantes acerca de las posibilidades
de progreso social y crecimiento económico permanentes. La ciencia económica se en-
frentó, entonces, al reto que planteaba el conocimiento objetivo de la nueva situación.
La teoría de Keynes es, por su parte esencialmente cortoplacista. Aunque coincide con
Marx en un acentuado pesimismo sobre el futuro del capitalismo, basándose para ello en la
rentabilidad decreciente de las inversiones adicionales, y en el aumento del desempleo,
producto de la caída en las propensiones marginal y media a consumir, Keynes centra su
atención en la mecánica del ciclo económico y en el desenvolvimiento de la economía en el
corto plazo. Simplificando se puede decir que la teoría de Marx enfatiza el problema de la
crisis del capitalismo, mientas que Keynes se ocupa básicamente de las crisis de la econo-
mía. Marx incursiona desordenadamente en la mecánica del corto plazo y pese a contener
interesantes hipótesis analíticas, éstas encierran no pocas contradicciones y distan mucho de
constituir una teoría coherente y sistemática sobre la dinámica cíclica del capitalismo. En
este campo, la teoría de Keynes resulta indudablemente mucho más consistente y arroja
mejores resultados en su confrontación con la realidad de la mecánica funcional del sistema
capitalista.
24
Para un repaso cuidadoso sobre los principales elementos teóricos del pensamiento de Keynes y,
sobre todo, para una completa comprensión del modelo macroeconómico desarrollado por él a
partir de “La teoría general de la ocupación, el interés y el dinero” se propone el estudio de las
lecturas obligatorias señaladas al final de esta sección.
68
hizo en relación con la filosofía clásica alemana, Keynes lo logró con respecto a la economía
neoclásica.” Y, más adelante, agrega que: “…operando con los instrumentos habituales de
la teoría convencional, permaneciendo muy adentro de los linderos de la ‘economía pura’,
refrenándose fielmente de considerar el proceso socioeconómico como un todo, el análisis
keynesiano llegó hasta los límites mismos de la teorización económica e hizo explotar toda
su estructura.”25
Sin embargo, la revolución teórica de Keynes, a pesar de que contribuyó grandemente con
su modelo teórico y sus propuestas de política macroeconómica al entendimiento de la me-
cánica de funcionamiento del sistema capitalista y de que constituyó un esfuerzo colosal en
el intento de descubrir una manera de superar la coyuntura crítica que afectó a la economía
mundial durante los años 30, en todo caso, al final se encontró bastante limitada en la pers-
pectiva de alcanzar una comprensión teórica plena de las crisis generales que afectan la
estructura del sistema económico en su conjunto global.
En efecto, durante los años posteriores a la segunda Guerra Mundial el capitalismo, espe-
cialmente en los Estados Unidos, vivió una época de prosperidad y expansión económica
durante la cual desapareció casi por completo la preocupación keynesiana con respecto al
exceso de acumulación de capital y a la escasez de demanda efectiva que, como se sabe,
constituyeron los determinantes esenciales de la Gran Depresión.
Para concluir estas breves reflexiones sobre el pensamiento de Keynes debemos señalar que
la persistencia de elevadas tasas de desempleo en los países desarrollados durante el decenio
de 1970 y, más recientemente, a partir de los 90, en países como Colombia ––donde el
desempleo presenta síntomas de fenómeno estructural––, unida a la ausencia de pruebas
robustas a favor de los modelos de crecimiento de la llamada nueva macroeconomía clásica,
nos obliga a considerar atentamente la afirmación de Mark Blaug (2001) en el sentido de
que
“… [tales fenómenos] han producido un notable resurgimiento de la economía keynesiana
en el espíritu antes que en la letra de Keynes. La competencia imperfecta, los mercados
incompletos, la información asimétrica, la mano de obra heterogénea, las normas de con-
ducta como lealtades grupales y las nociones de lo justo y las rigideces nominales de todas
clases han sido unidos por los neokeynesianos para producir explicaciones de las fluctua-
ciones económicas que dejan lugar para el desempleo involuntario y un papel para el ‘afi-
namiento grueso’ que lo remedie. En ese sentido es posible que la revolución keynesiana
haya demostrado ser una revolución permanente”.
71
VI.
VII. ECONOMÍA INSTITUCIONAL
72
Escuelas Institucionalistas
73
VII. LA NUEVA ECONOMÍA INSTITUCIONAL26
A partir de esas críticas Williamson recuperó las ideas de Coase (1994) sobre los costos de
transacción y le dio nombre a lo que hoy se conoce como la Nueva Economía Institucional
(NEI). Así, Coase (1998) señala que la NEI es sólo un avance parcial y complementario de
la economía convencional que, como él dice, se ha vuelto cada vez más abstracta y distan-
ciada de la realidad. “Para acercarnos a la realidad ––propone Coase–– debemos aplicar la
caja de herramientas de la economía convencional al estudio del mundo con costos de
transacción positivos”.
Douglass North (1993, 1994, 1996) es mucho más claro en sus críticas a la economía neo-
clásica, al señalar las consecuencias que trajo consigo ignorar la importancia del tiempo y
las instituciones en el análisis del mercado. Dice North: “Durante muchos años el análisis
de las economías subdesarrolladas se ha realizado, suponiendo que el mercado funciona sin
costos; se han aceptado acríticamente los postulados neoclásicos y se han ignorado los costos
en términos de política y de las recomendaciones que se derivan de ella”. En efecto, el
profesor North critica las políticas económicas que generalmente son recomendadas por los
‘policy makers’ del desarrollo para su aplicación automática por medio de modelos que
dejan de lado la perspectiva histórica que caracterizó la evolución económica y social de
estos países.
26
Resumimos aquí, muy brevemente, el ilustrativo artículo del profesor Jaime Lozano (1999) Eco-
nomía Institucional y Ciencia Económica en la Revista de Economía Institucional. Universidad
Externado de Colombia. Nº 1. Bogotá. D.C., nov., cuyo texto completo debe ser tenido en cuenta
como lectura obligatoria de este capítulo del programa.
74
En el estudio tradicional sobre los mecanismos de funcionamiento de los mercados que
precede la elaboración de las prescripciones de política económica, en general no se toma
en cuenta la importancia metodológica de analizar los procesos de desarrollo económico
como procesos históricos de cambio institucional; es decir, se olvida integrar en el análisis
la estructura institucional sobre la cual está cimentada la estructura del mercado en cada
país para poder formular opciones adecuadas de política macroeconómica. Se deja de lado
el hecho de es precisamente ese marco institucional el que permite entender las diferencias
de desempeño económico entre los países y, por consiguiente, adoptar las opciones de política
que convengan en cada caso.27
Tanto Coase (1994), como North (1993), coinciden en que la Nueva Economía Institucional
(NEI) surgió como resultado de las limitaciones metodológicas que acusa en sus aplicaciones
prácticas la teoría económica del equilibrio sin fricciones; y, con sus cuestionamientos
muestran que las investigaciones actuales de la NEI buscan trascender estas limitaciones
acercándose más a la realidad, rescatando la “especificidad histórica de la dinámica organi-
zacional” y mostrando la importancia de incluir en los estudios nuevos campos de investi-
gación económica como base esencial para comprender el desempeño de los mercados.
Esos nuevos campos serían entre otros:
las instituciones formales
las instituciones informales
las instituciones políticas
las constituciones y las leyes
los derechos de propiedad
los contratos
los costos de transacción
27
Es en este contexto en el que deben ser entendidas las duras críticas de North al reduccionismo
macroeconómico y a la realización indiscriminada de privatizaciones que se han venido utilizando
en los países subdesarrollados como instrumentos de política.
75
Es claro que las implicaciones de estos cambios en los niveles de abstracción y de análisis
constituyen un amplio horizonte investigativo que se ha abierto en los últimos años, permi-
tiendo pensar en la posibilidad fundamentada de alcanzar una visión alternativa de la eco-
nomía, cercana de la economía política, entendida ésta como el estudio de las causas de la
riqueza y muy lejana de la concepción tradicional de la economía como ciencia de la elec-
ción.
La economía como disciplina pasó de ser el estudio de las causas de la riqueza a ser la cien-
cia de la elección. En ese proceso la economía política fue dejando de lado las instituciones
y se demarcó como disciplina científica que estudia la asignación de recursos escasos a
fines alternativos ilimitados. Se convirtió, entonces, en la ciencia de la elección de fines y la
optimización de recursos escasos. El núcleo de esta teoría es la noción de equilibrio walra-
siano, que excluye las instituciones diferentes al sistema de precios como variable de estudio.
Los resultados de la ciencia walrasiana, determinados por su enfoque estático y por su cri-
terio de eficiencia paretiana, al dejar por fuera del análisis todo aquello que no pueda ser
expresado por medio del sistema de precios, resultan insuficientes para entender el mercado
y explicar los problemas relacionados con el desarrollo económico de los países.
1. La que conlleva la necesidad de identificar nuevas categorías de análisis, entre las cuales
se pueden destacar aquellas que se definen para explicar las relaciones entre el mercado
económico y el mercado político; y,
2. La que apunta en dirección a la elaboración de análisis coherentes sobre la organización
económica de la sociedad, ausente en los enfoques neoclásicos tradicionales, y básica
para la prescripción de políticas macroeconómicas.
Parece ser que el camino alternativo propuesto por la nueva economía institucional consti-
tuye una sólida base para superar las limitaciones del conocimiento económico convencional
y una ventana metodológica adecuada para enfocar los problemas relacionados con el es-
tudio del subdesarrollo, cuyas investigaciones fueron abandonadas a su suerte después del
fracaso de la teoría de la dependencia que los orientó durante las décadas comprendidas
entre los años sesenta y noventa cuando fueron sepultadas bajo las ruinas del famoso muro
de Berlín.
76
De esa manera la nueva economía institucional está llamada a llenar esos espacios consoli-
dando una ciencia más útil y mejor capacitada que la ciencia tradicional para la búsqueda
de un conocimiento de la realidad económica más adecuado y relevante en la transforma-
ción de la economía y para la prescripción de políticas de lucha contra la pobreza y el sub-
desarrollo.
Cada vez es más clara la importancia que se le da a las instituciones en los estudios que se
realizan sobre los problemas esenciales del desarrollo económico, y en ese sentido es nece-
sario precisar algunos puntos de referencia que permitan orientar las preguntas centrales al
respecto: 1º. ¿Cuáles instituciones?; y, 2º. ¿Cuáles son sus características?
El Estado de derecho es una respuesta a lo que Rousseau denominó “el mayor problema de
la política, que se puede comparar con el de la cuadratura del círculo en geometría, consiste
en hallar una forma de gobierno que coloque a la ley por encima de los hombres”. Según
Hayek, este tipo de Estado debe cumplir varios requisitos, a saber: i) que las leyes hayan
sido adoptadas de manera adecuada por al autoridad legislativa, es decir que hayan hecho el
transito correspondiente por un parlamento democráticamente elegido; ii) que sean públicas
y se tenga certeza acerca de su ejecución; y iii) que sean aplicadas en condiciones de igual-
dad y de manera imparcial a todos los afectados. Sin embargo, el mismo Hayek señala que
el Estado de derecho así definido “no puede dar cumplimiento a la justicia distributiva o
social”.28
28
The Constitution of Liberty. (1978) Chicago, University of Chicago Press.
77
El concepto de Estado social de derecho, por el contrario, adopta la justicia distributiva
como punto de partida. En palabras de la Corte Constitucional de Colombia:
El contraste entre uno y otro punto de vista no es de carácter técnico sino político. El prime-
ro presupone que ciertas libertades son indispensables para que funcione bien una sociedad
basada en la economía de mercado, premisa con la que hasta el mismo Karl Marx estaría
completamente de acuerdo. Se trata de evitar la opresión arbitraria de los individuos por el
Estado. La noción de Estado social de derecho también acepta esta premisa, pero incorpora
la defensa de libertades que, siendo parte consustancial de la felicidad humana, no surgen
espontáneamente en una economía de mercado, como es el caso de la emancipación de la
ignorancia, de la enfermedad y la pobreza. En efecto, no es realmente libre, no es realmente
autónomo, aquel cuya existencia está signada por esos males. Y es una responsabilidad
pública (del Estado) velar por el acceso de todos a la educación, la salud y la satisfacción de
las necesidades materiales básicas.
Hayek sostiene que “la justicia distributiva ––se opone a la libertad individual–– al exigir la
asignación de todos los recursos por una autoridad central; exige que a la gente se le diga
qué hacer y qué fines buscar”30. Hay, sin embargo, otra tradición en la economía, menos
pesimista y menos escéptica acerca de la posibilidad de conciliar la libertad individual, la
eficiencia económica y la justicia social. De esa tradición hacen parte Mill, Pigou, Keynes y
Sen, entre muchos otros.
Esta innovación institucional ha hecho correr ríos de tinta.31 En arduas polémicas, econo-
mistas y juristas se han enfrentado, y a veces descalificado entre sí. La controversia no es
en sí inconveniente es parte esencial de la vida democrática; pero suele ser estéril cuando
nace de la ignorancia recíproca.
En ese orden de ideas está pendiente una discusión más objetiva y menos apasionada de los
problemas inherentes al control constitucional en las democracias modernas, así: la tensión
entre el cumplimiento de los derechos fundamentales, económicos y sociales y el manejo
ordenado del gasto público, la pérdida de seguridad jurídica que puede ocasionar la evolu-
ción de la jurisprudencia, y la eventual extralimitación de las funciones de la Corte como
juez constitucional supremo.
31
Reseña de Mauricio Pérez Salazar (2003). “Razones y sinrazones de un debate: la crítica econó-
mica de la jurisprudencia constitucional colombiana, 1999- 2002”, Revista Derecho del Estado.
32
Revista Economía Institucional (2005, 12), Universidad Externado de Colombia, Bogotá D.C.
79
–como es el caso de la equidad, igualdad y progresividad––, no difiere de manera
sustancial del que siempre se ha realizado ––o pretendido realizar––, a nivel econó-
mico, en el ejecutivo y el legislativo para la toma de decisiones. Sin embargo, éste
no ha sido el caso, y quizás ahí se encuentre la falla más protuberante del ejecutivo
y el legislativo en lo relacionado con la prevalencia de los derechos fundamentales
constitucionales, su fuerza vinculante y el que la Constitución sea norma de normas.
La extensa obra del premio Nobel de Economía, Amartya Sen, alcanza una importante cima
con su libro Desarrollo y Libertad (2000). La tesis central de éste es que el desarrollo eco-
nómico, en esencia, depende de la eliminación de las restricciones a la libertad humana. Su
estilo es, en palabras de un economista colombiano, "pura poesía". Aquí, Sen se aparta del
estilo axiomático de mucha de la literatura económica de la elección social y se plantea
problemas como el de la libertad de elección con justicia y democracia; o el de la universa-
lidad del valor de la tolerancia, los cuales exceden los linderos comúnmente establecidos
para la disciplina económica.
Su exploración del concepto de la libertad y de los problemas éticos asociados a éste, abarca
desde la cita de textos sagrados hindúes, hasta los últimos desarrollos de la filosofía política
de Rawls (1997). Pero quizá, la influencia más importante es la de Adam Smith. Sen se guía
al tiempo por la Riqueza de las Naciones y por la Teoría de los Sentimientos Morales: ética
y economía son hoy, sostiene Sen, dos caras de una misma moneda, como lo fueron para
Smith.
Esta obra de Sen, basada en una serie de conferencias pronunciadas ante funcionarios del
Banco Mundial, puede considerase una síntesis de su pensamiento económico, de una ri-
queza conceptual y fáctica sorprendente que, por lo demás, no disminuye su accesibilidad
para lectores que no dominen los aspectos más técnicos de la economía.
Los trabajos empíricos que presenta en el texto y que sirven de sustento a su argumentación
teórica, se refieren a tres aspectos que se pueden resumir en el título que le da a la reseña
respectiva Pérez Salazar (2000): Muertos de hambre, mujeres desaparecidas y esclavos
prósperos.
80
Las hambrunas en medio de la abundancia
En efecto, el primero es el caso de las hambrunas, tal vez la manifestación más aguda de la
privación. Que una sociedad llegue al triste extremo de permitir que una proporción de sus
integrantes carezca de acceso a los alimentos necesarios, ya no para prevenir su malnutri-
ción sino para mantener la vida, es una señal terrible de fracaso. Cuando se llega a ese ex-
tremo, toda discusión sobre criterios de medición de pobreza sobra.
Las hambrunas que interesan a Sen no son las producidas por las guerras o los desastres
naturales imprevisibles que reducen drásticamente la producción de alimentos, sino las ocu-
rridas en los siglos XIX y XX que no se ajustan a esa tipología, sino que se presentan como
una trágica contradicción de muertos de hambre en medio de una relativa abundancia de
alimentos. En Irlanda, por ejemplo, en donde a mediados del siglo XIX centenares de miles
de irlandeses morían de hambre y millones más se veían obligados a emigrar, este país ex-
portaba comida a la misma Gran Bretaña que predicaba la abolición de la esclavitud en
tierras lejanas, y proclamaba castigos para prevenir la crueldad con los animales.
En varias hambrunas del siglo XX —la de Bengala 1943, la de Etiopía 1973, la de Bangla-
desh 1974— se repite la misma historia: la disponibilidad de alimentos no disminuye o,
incluso, aumenta, y de las zonas de hambruna salen alimentos hacia otras partes del mundo.
¿Qué pasó?
Primero, los que tienen que ver con la organización e instituciones de la sociedad. Si no
existen mecanismos que garanticen a todos un "titulo" (el original en inglés es: entitlement)
a una parte de los recursos que garanticen la subsistencia física mínima, habrá, literalmente,
muertos de hambre. Se destaca que aquí pueden no presentarse fallas del mercado, la com-
petencia perfecta, el óptimo de Pareto y el equilibrio pueden darse en medio de la hambruna;
y,
Segundo, el otro factor son las políticas coyunturales equivocadas o la ausencia total de
ellas. Aumentar la oferta de alimentos no sirve de mucho cuando los demandantes potencia-
les no tienen con qué comprarlos. La falta de prensa libre que llame la atención sobre el
problema y de una forma de gobierno que sea sensible al clamor de los afectados hace
posible la presencia de la amarga contradicción.
81
La desaparición de las mujeres
Las mujeres son más robustas y resistentes a las enfermedades que los hombres. Ello de-
termina que en las sociedades avanzadas, donde las posibilidades de acceso a los servicios
de salud son simétricas para los dos géneros, sea normal que la población incluya 105 mu-
jeres por cada 100 hombres. Pero en muchas partes del mundo la relación es inversa. En
Bangladesh, China y Asia occidental, sólo hay 94 mujeres por cada 100 hombres. En India
93 y en Pakistán, apenas 90.
La explicación causal es sencilla. En esos países hay un fuerte sesgo cultural en contra de
las mujeres, que se refleja, entre otros hechos, en un menor acceso a la educación y al mer-
cado laboral. Este prejuicio se extiende a las preferencias de los padres acerca del género de
sus hijos, pues ciertas costumbres hacen que la niña se perciba como una responsabilidad
onerosa. En la China actual, según versiones de prensa, existe una discriminación reproduc-
tiva en contra de los fetos femeninos: técnicas de determinación del género del feto, aborto
legalizado y limitación del número de niños permitidos proporcionan el marco adecuado
para una aberrante discriminación del género femenino
Sin embargo, esas condiciones no son generalizadas en otros países asiáticos. Allí, la historia
de las mujeres desaparecidas puede equipararse con un genocidio infantil silencioso y
taimado y que nunca llega a los noticieros de televisión. No es necesario que se "asesinen"
niñas. Tratos como el descuido o la distribución desigual de alimentos dentro de la familia
tiene efectos equivalentes. La magnitud del fenómeno de las mujeres desaparecidas se ha
estimado entre 60 y 100 millones. Como punto de comparación, las víctimas de la segunda
guerra mundial, incluidas las del holocausto, no fueron más de 50 millones de seres huma-
nos.
Los niveles de consumo y las expectativas de vida de los esclavos negros en el sur de los
Estados Unidos antes de la guerra civil, eran comparables e incluso superiores a los de los
obreros blancos (y libres). Sin embargo, los negros aborrecían la esclavitud y arriesgaban
sus vidas por fugarse. Luego de la emancipación, ni siquiera el ofrecimiento de ingresos
que duplicaban su "remuneración" como esclavos, fue suficiente para persuadirlos a aceptar
condiciones de trabajo similares a las de la preguerra.
Los tres problemas analizados por el autor tienen relación con la desigualdad: entre ricos y
pobres, entre hombres y mujeres y entre libres y esclavos. Tienen que ver también con la
esquiva noción del bienestar. El análisis de Sen muestra que en muchos casos los problemas
82
que enfrenta la economía desbordan las posibilidades de soluciones "técnicas" que, en últi-
mas, son aparentemente óptimas por las restricciones en la información que se tiene en
cuenta por las exigencias de su misma metodología. El problema está dado, entonces, por-
que los economistas no formulan las preguntas correctas, o porque se abstienen de hacer las
preguntas que deberían hacerse.
Sen recuerda a sus lectores que el debate sobre las bondades relativas de los mercados y de
la acción del estado suele ser pendular, y que en décadas recientes ha prevalecido la posición
que favorece a las primeras.
La defensa más usual del mecanismo del mercado se basa en los criterios de eficiencia.
Esos argumentos no son despreciables y las dificultades enfrentadas por las economías cen-
tralmente planificadas son una demostración palpable de su validez. Es imposible igualar la
capacidad de los mercados como medio de transmisión de información útil para la toma de
decisiones económicas y que otras formas de organización de la producción y de la distri-
bución tiene problemas insolubles, de información también, ligados a lo que Sen llama las
relaciones del tipo: "principal – agente".
Para éste, los mercados tienen en su favor una razón mucho más poderosa, de carácter ético:
Los mercados por la forma como operan favorecen más la libertad y la autonomía de los
individuos en la toma de las decisiones acerca de su bienestar. A este respecto cita el acuerdo
manifestado por Marx en su descripción del capitalismo. Menciona, igualmente, múltiples
casos donde la posibilidad de vincularse a los mercados laborales, por fuera de estructuras
tradicionales de servidumbre, ha tenido efectos emancipadores. La intervención estatal es
muchas veces una mampara detrás de la cual se esconden intereses particulares, y se señala
que esta inquietud era uno de los motivos principales que tenía Adam Smith para des-
confiar de ella. Cita también a Pareto, quien definió la caza de rentas (o rent-seeking)
antes de que existiera el término:
Si una medida A causa la pérdida de un franco a mil personas, y una ganancia de
mil francos a un individuo, éste le dedicará mucha energía mientras que los otros
mil la resistirán débilmente. Al final, es muy probable que tenga éxito el individuo
interesado en ganarse los mil francos por medio de A.
Pero no por esto debe olvidarse la existencia de los bienes públicos, de externalidades y de
comportamientos particulares que son racionales en el sentido estrecho, pero que implican
pérdidas sociales. Un ejemplo de esto es la inversión pública en la masificación de la edu-
cación (China o Cuba) con indicadores que no guardan correspondencia con el ingreso per
cápita.
83
Aun cuando los mercados funcionen bien, son muchas las áreas de la actividad humana
donde hay interacción que no es mediatizada, y no puede serlo, por ellos. Hay cosas que
deben estar por fuera del comercio (por ejemplo, la justicia) para que el mercado pueda
existir y funcionar. Adam Smith, que vivió en una época en que florecía la especulación,
defendió los controles a la usura porque estimaba que con tales controles se limitaría el
acceso de los promotores irresponsables al mercado de capitales.
La conclusión de Sen respecto de este debate se inspira en el camino intermedio que siempre
propone su compatriota Gautama Buda y de esa manera reconoce que el peso de la evidencia
indica la conveniencia de políticas fiscales prudentes y conservadoras, pero, a la vez, insiste
en que la estabilidad macroeconómica es un medio y no un fin, y que debe balancearse
con otras prioridades, como la de asegurar que sí haya oportunidades sociales que no existi-
rían en la ausencia de intervención estatal.
Ese es el punto que inquieta a Sen: ¿es válido tratar a los pobres como objetos y no como
sujetos de un proceso de desarrollo? Su respuesta es negativa. Para él la agencia es indis-
pensable para el logro del desarrollo:
Por último, se destaca el otro argumento de Sen, el mismo que contribuye a definir los
alcances y objetivos de las políticas públicas, es decir, el de las capacidades (capabilities). La
capacidad de una persona es la libertad sustantiva de lograr un determinado estilo de vida.
Sen sugiere que una buena sociedad es aquella que maximiza las capacidades de sus inte-
grantes y que parte integrante de ese proceso es permitir a los individuos elegir de la mejor
forma posible el estilo de vida que se quiere tener. No es más que el principio socrático: la
buena vida es lo mejor del desarrollo de las potencialidades de cada quien y la buena sociedad
es aquella que lo facilita.
A pesar de los aportes de Sen y del enfoque de la elección social que ha preconizado, sigue
abierto el debate sobre cómo el proceso político puede y debe optimizar el bienestar social.
No hay respuestas absolutas, pero por lo menos, sí tenemos una certeza: “La libertad no es
un lujo que sólo puedan darse los ricos.”
85
PROGRAMA DE ASIGNATURA
OBJETIVOS DE FORMACIÓN
Estudiar la relación existente entre los postulados fundamentales de las principales doctrinas económicas y las
corrientes predominantes del pensamiento económico contemporáneo tratando de establecer las influencias
teóricas e ideológicas que proporcionan el soporte esencial a los diferentes planteamientos que se debaten en
la actualidad sobre las políticas económicas y de crecimiento. Se hará énfasis en el análisis crítico de las im-
plicaciones que dicho debate ha tenido sobre el manejo de la economía colombiana.
PROGRAMA
UNIDAD 1. INTRODUCCIÓN
1. Importancia del estudio de la historia del pensamiento económico.
2. Los nuevos dominios de la ciencia económica.
3. La historia del pensamiento económico como instrumento analítico teórico.
UNIDAD 2. L I B R E C A M B I O Y P R O T E C C I O N I S M O
Análisis comparativo de las doctrinas mercantilistas en contraste con las hipótesis teóricas que orientan el
proteccionismo moderno y sus implicaciones en las políticas de desarrollo aplicadas por los países latinoame-
ricanos en términos de las relaciones económicas internacionales del presente.
1. Teoría de la Balanza Comercial y de Pagos Internacionales
2. Teoría cuantitativa y tasa de cambio. Precios relativos
3. Proteccionismo e industrialización.
UNIDAD 5. T E O R I A M A R X I S T A D E L A S C R I S I S
Análisis de la teoría económica de Marx desde la óptica de la crítica que éste realizó a los principales
postulados de la economía política clásica y sus implicaciones principales en la economía contemporánea.
1. La teoría económica de Marx: Plusvalía, tasa de ganancia y composición orgánica del capital
2. La acumulación del capital: esquemas de reproducción simple y ampliada del capital
3. Hacia una teoría económica de las crisis
4. La teoría de la dependencia: una teoría en crisis.
87
UNIDAD 8. ESTADO ACTUAL DE LA MACROECONOMÍA
Se realiza un breve examen del estado actual de la Macroeconomía según los lineamientos metodológi-
cos propuestos por Samuelson en Economía; por Blanchard en The State of Macro; y, por Snowdon & Vane
en Modern Macroeconomics.
1. El enfoque monetarista: Hayeck y Friedman.
2. El desempleo. La curva de Phllips ilusoria
3. Estado actual de la macroeconomía:
Las escuelas económicas en liza. Samuelson & Nordhaus (2000)
The State of Macro. Blanchard (2008)
Modern Macroeconomics. Its origins, Development and Current State. Snowdon &Vane (2005)
La evaluación se realiza de acuerdo con las normas determinadas por el Departamento de Economía:
» Primer Parcial..................... 20%
» Quices y ensayos…………. 30%
» Exposiciones........................... 30%
» Examen final………………. 20%
90
TEXTOS GUIA
1. BRUE, Stanley L. & GRANT, Randy R. (2008)
Los capítulos pertinentes de cada uno de
2. CUEVAS, Homero. (2007)
estos textos aparecen señalados por temas
3. LANDRETH & COLANDER. (2002)
en la bibliografía básica de las Unidades
correspondientes 4. NIETO POTES, Fernando. (2008)
91
CRONOGRAMA POR TEMAS Y OBJETIVOS ESPECÍFICOS
TRABAJOS, ENSAYOS Y EXPOSICIONES
BIBLIOGRAFÍA GENERAL
SEMANA 1ª
Temas: Introducción a la historia del pensamiento económico (HPE) Contextualización actual
de la ciencia económica. ¿Qué está mal en la economía contemporánea?
Objetivo específico:
Analizar críticamente los textos asignados de manera que los estudiantes elaboren sus propias conclu-
siones sobre la importancia teórica del estudio de la historia del pensamiento económico.
1ª Clase
–– Introducción (Síntesis del contenido, objetivos y metodología del curso).
–– La HPE como instrumento analítico y teórico. Los nuevos dominios de CE.
2ª Clase
–– Los problemas científicos y epistemológicos de la economía
–– Importancia del instrumental matemático y el lenguaje de la CE
92
Notas Explicativas
Nota 1: Los trabajos, ensayos y exposiciones que se asignen durante el desarrollo de este curso,
deben ajustarse a los lineamientos metodológicos prescritos en los “Apuntes de clase y guía
de lecturas” qu e a p a recen en la bibliografía del curso. (Ver programa)
Nota 2: Las exposiciones deben ser sustentadas por un trabajo escrito y su resumen presentado en
P ower point (de máx. 15 minutos) durante la clase de la semana siguiente al desarrollo del
tema correspondiente.
Nota 3: Los mapas conceptuales y cuadros sinópticos pueden ser a mano o a computador (siempre y
cuando no se especifique el formato) y deben ir debidamente citados y referenciados.
Nota 4: Todos los ensayos deben ser de 800 a 1000 caracteres, Times New Roman, 12, inter. 1,5,
con normas APA. Y deben ir debidamente citados y refenciados (bibliografía)
93
SEMANA 2ª
Temas: Conclusiones Unidad 1 e inicio temas Unidad 2:
Mercantilismo preclásico y proteccionismo moderno
Objetivo específico:
Efectuar un análisis comparativo de las principales contribuciones teóricas de los mercantilistas en
contraste con las tesis que orientan las actuales políticas del comercio internacional a nivel mundial.
(Temas 1; 2; 3; y 4. Unidad 2.)
1ª Clase
–– Exposición, discusión y conclusiones sobre los temas de las clases de la Unidad 1
–– Explicación de los temas de reflexión planteados en el Cap. I de los “Apuntes de Clase”
2ª clase
–– Contextos histórico y teórico del Mercantilismo
–– Características teóricas del mercantilismo y su perspectiva metodológica contemporánea.
SEMANA 3ª
Temas: Conclusiones Unidad 2 e inicio temas de la Unidad 3:
Pensamiento fisiocrático y análisis económico moderno
Objetivo específico:
Estudiar las principales contribuciones teóricas del pensamiento fisiocrático acerca de la naturaleza
de las nacientes economías de mercado y señalar la manera en que sus postulados esenciales consti-
tuyen una propuesta metodológica fundamental para el análisis económico posterior a esta escuela.
94
1ª Clase
–– Exposición, discusión y conclusiones sobre los temas de las clases de la Unidad 2
–– Contexto histórico del modelo económico fisiocrático.
2ª Clase
–– Tableau économique, Producto neto e Impuesto único
–– Laissez faire: Reacción francesa frente al proteccionismo mercantilista inglés.
Tareas
–– A nálisis comparativo entre el Tableau èconomique y el flujo circular macroeconómico moderno
Lecturas obligatorias
Cuevas, Homero. (2007) Caps. 1º y 2º Mercantilismo y Fisiocracia
– Landreth & Colander. (2002) Cap. 3, Págs. 48 a 57
SEMANA 4ª
Temas: Perspectiva contemporánea de la economía clásica
Objetivo específico:
Realizar un análisis descriptivo de la economía política clásica como la fuente esencial de todos los
desarrollos posteriores de la ciencia económica.
1ª Clase
–– Exposición, discusión y conclusiones sobre los temas de las clases de la Unidad 3.
–– Control de lectura Quiz sobre los temas de las Unidades 2 y 3.
2ª Clase
–– Más allá de la Mano Invisible
–– Vigencia actual del modelo de Adam Smith.
Tareas
–– Leer bibliografía obligatoria de las unidades 2, 3 y primera parte de la 4 (Smith)
Lecturas obligatorias
– Cuevas, Homero. (2007). Cap 3º.El sistema clásico de Adam Smith
– Heilbroner, Robert. (1972). Cap. III.
– Landreth & Colander. (2002). Parte II, Cap 4: Smith.
SEMANA 5ª
Temas: Continuación tema Economía Política Clásica
Objetivo específico: Profundizar en el tema: Por qué leer a Adam Smith.
1ª Clase
–– Síntesis de la obra de Smith.
–– Exposición del modelo teórico de la Riqueza de las Naciones.
2ª Clase
–– La objetividad metodológica de Smith: a ciertos y fallas del mercado. Cuadro sinóptico.
–– La racionalidad económica: enfoque clásico y enfoque contemporáneo. Análisis crítico
101
Tareas
–– Trabajo escrito sobre el tema: Síntesis de la obra de Smith. Una Visión Contemporánea de su
Pensamiento Económico
SEMANA 6ª
Temas: Continuación temas Unidad 4: Economía Política Clásica
Objetivo específico: Principales características de los modelos de David Ricardo y Thomas R.
Malthus
1ª Clase
–– Contexto histórico y teórico de los modelos de acumulación de Ricardo y Malthus.
2ª Clase
–– La teoría económica de Ricardo. La renta de la tierra. Las ventajas comparativas.
–– Controversia con Malthus y su refutación de la Ley de Say. Teoría de la Demanda Efectiva.
Tareas
–– Explicar el modelo simplificado de Ricardo implícito en la crítica a la Ley de granos.
Lecturas obligatorias
– Brue, Stanley L. & Grant, Randy R. (2008). Caps. 6 y 7
– Cuevas, Homero. (2007) Cap 4º y 5º
– Landreth & Colander. (2002). Cap. 4 y 5.
SEMANA 7ª
Temas: Conclusión temas Unidad 4 e inicio del tema de la Unidad 5: La economía socialista
Objetivo específico de la Unidad 5: Entender los conceptos claves de la teoría económica marxista
y sus implicaciones políticas modernas. Abrir un espacio de reflexión crítica sobre la caída del so-
cialismo y el devenir de las economías de esos países.
1ª Clase
–– Exposición y conclusiones sobre el tema la Economía Política Clásica (Unidad 4)
–– Quiz sobre Ricardo y Malthus
2ª Clase
–– Unidad 5: La teoría económica de Marx. Contexto histórico y teórico. Conceptos básicos
–– El álgebra marxista. Esquemas de reproducción del capital. Teoría de las crisis del capitalismo
–– El modelo marxista de acumulación del capital en los países subdesarrollados.
Tareas
–– Preparar exposición: La teoría económica de Karl Marx.
Lecturas obligatorias
– Landreth & Colander. (2002) Parte II, Cap 6.
– Sweesy, Paul (1970). Cap IV
102
SEMANA 8ª
Temas: Conclusiones Unidad 5 e inicio de la Unidad 6: De la revolución neoclásica a la nueva
Microeconomía
Objetivo específico: Estudio de los temas 1º al 3º de la Unidad 6: La revolución marginalista
1ª y 2ª Clase
–– Exposición y conclusiones sobre el tema La teoría económica de Karl Marx.
Tareas
–– Preparar exposiciones en grupo: La nueva microeconomía y la teoría de juegos.
–– Trabajos escritos: Preparar cuadros sinópticos sobre los temas anteriores.
Lecturas obligatorias
Brue, Stanley L. & Grant, Randy R. (2008) Pág 348.
– Cahuc, Pierre (1996). La nueva microeconomía.
– Otero Vicéns, José. (1998). Econometría y contrastación empírica. Concepto e historia.
SEMANA 9ª
Temas: Conclusiones de la Unidad 6. (Temas 4º al 7º).
Objetivo específico: Realizar una rápida revisión de la perspectiva contemporánea de:
a) La nueva Microeconomía;
b) Valor instrumental de la Teoría de Juegos; y
1ª Clase
–– La nueva Microeconomía
2ª Clase
–– Teoría de juegos: un instrumento analítico en situaciones de naturaleza estratégica
Tareas
Reseñar la conferencia del profesor invitado
SEMANA 10ª
Temas: La revolución keynesiana y la contrarrevolución monetarista
Objetivo específico: Estudiar los avances teóricos desde Keynes hasta el presente reseñando las
contribuciones de algunos de los principales economistas contemporáneos (premios Nobel) para
aproximar el análisis al estado actual de la Macroeconomía.
1ª Clase
–– La “Teoría General…” de Keynes, producto de su época: Las crisis económicas
–– Exposición y conclusiones sobre los temas de la unidad anterior.
–– Preparar exposición: La revolución keynesiana.
Lecturas obligatorias
– Heilbroner & Millberg. (1999) Cap. 6 y 7
– Sweesy. (1970). Caps. VI y VII
103
SEMANA 11ª
Temas: El enfoque monetarista y el estado actual de la Macroeconomía.
Objetivo específico: Realizar un breve examen del estado actual de la Macroeconomía de acuerdo
con los puntos señalados en la Unidad 8 del programa.
1ª Clase
–– El enfoque monetarista: Hayeck y Friedman.
2ª Clase
–– Estado actual de la macroeconomía: Las escuelas económicas en liza. Samuelson & Nordhaus
(2000)
Tareas
–– Preparar exposiciones: Institucionalismo y neoinstitucionalismo en la economía
Lecturas obligatorias:
– Samuelson & Nordhaus (1999) Cap 32.
– North, Douglass. (1990) Parte I
– . (1993) Caps 1º y 2º
– Nieto, Fernando. (2007)
– Oriol Prats, Joan. (2007)
SEMANA 12ª
Temas: El Neoinstitucionalismo en Economía
1ª Clase
–– Exposición El Neoinstitucionalismo en Economía
–– Teoría de la elección social: Teorema de la imposibilidad de K, Arrow
2ª Clase
–– Amartya Sen: la medición de la pobreza
Tarea
–– Preparar exposiciones sobre los siguientes temas:
1ª.- La obras de Douglass North, Kenneth Arrow y Amartya Sen.
Lecturas obligatorias
–– Concluir la bibliografía asignada sobre North y Arrow, y consultar:
– Sen, Amartya. (2000)
– Varios: Breve mirada sobre Amartya Sen. Págs. 21–109
SEMANA 13ª
Temas: Continuación y conclusiones sobre los temas de la semana anterior
Objetivo específico: idem.
1ª Clase
–– Exposiciones sobre las teorías de: 1ª.- D. North; 2ª.- K. Arrow; y, 3ª.- A. Sen 2ª
Clase
–– Sociedades e Instituciones. Civilizaciones e historia Caps 6° y 9° Wade (2015)
104
Tareas
– Cuadros sinópticos sobre: Douglas North, Kenneth Arrow y Amartya Sen
Lecturas obligatorias (Ver además la bibliografía básica de la Unidad 9).
– Kalmanovitz, Salomón. (2000) Caps. 1, 2 y 3
– Sen, Amartya. (2000)
– Stiglitz, Joseph E. (2002)
– Stiglitz, Joseph E (2006)
SEMANA 14º
Temas: Modernización económica e institucional
Objetivo específico: Estudiar el debate actual sobre la economía colombiana en la perspectiva de
su modernización económica e institucional.
1ª y 2 Clase
–– Exposiciones sobre institucionalismo
Lecturas obligatorias
– Acemoglu, Daron & Robinson James A.( 2012)
– Kalmanovitz, Salomón. (2000)
– North, Douglass. (1994) Parte I
SEMANA 15º
Tema: Síntesis y conclusiones sobre la historia del pensamiento económico
Objetivo específico: Replantear los principales temas de reflexión estudiados a lo largo del curso
SEMANA 16º
Tema: Repaso para examen final
NOTA:
Todos los ensayos deben ser de 1000 a 1500 caracteres, Times New Roman, 12, inter. 1,5, con nor-
mas APA. Y deben ir debidamente citados y refenciados (bibliografía)
Las exposiciones deben ser enviadas por correo electrónico el día de la exposición al monitor de la ma-
teria.
105
BIBLIOGRAFÍA GENERAL
1. ACEMOGLU Daron & ROBINSON James A. (2012) Por qué fracasan los países. Ed. DEUSTO
2. ALÓS FERRER, Carlos. (2004) Teoría de Juegos e Historia Económica. Nº 812. www.eumed.net
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11. FERGUSON, Niall (2012) Civilización. Occidente y el resto. Prefacio Ed Debate. Bogotá, Colombia
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14. HAYEK, Frederick (1974) La pretensión del conocimiento científico” Discurso de recepción del premio
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15. HEILBRONER, Robert. (1972) Vida y doctrina de los grandes economistas Ed. Orbis. España.
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19. KALMANOVITZ, Salomón. (2000) Las instituciones y el desarrollo económico en Colombia” Ed.
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28. . (2001) Instituciones, cambio institucional y desempeño económico. F.C.E. México.
29. NIETO POTES, Fernando. (2008) Historia del Pensamiento Económico. Apuntes de clase y guía de
lecturas PDF
30. PIKETTY THOMAS. (2014) El capital en el siglo XXI
31. RICARDO, David. (1959) Principios de Economía Política y Tributación. Ed. F.C.E. México.
42. ROLL, Eric. (1967) Historia de las doctrinas económicas F.C.E., México.
43. SAMUELSON, Paul A. y NORDHAUS William D. (2000) Economía. Editorial Mc Graw–Hill, 16ª ed.
España
44. SEN, Amartya. (2000) Desarrollo y Libertad Ed. Planeta, Bogotá, Julio
45. (1998) Varios Breve mirada sobre Amartya Sen Cuadernos de Economía Nº 29, U.N
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46. SMITH, Adam. (1983) Teoría de los sentimientos morales. Ed. F.C.E. México.
47. . (1958) Investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones. F.C.E.
48. STIGLITZ, Joseph E. (2002) El malestar en la globalización Taurus. Bogotá.
49. _. (2006) Cómo hacer que funcione la globalización Taurus. Bogotá.
50. STREETEN, Paul. (2007) ¿Qué está mal en la economía contemporánea? Revista de Economía Institu-
cional Nº 16 Pág. 35. Universidad Externado de Colombia.
51. SWEESY, Paul. (1967) Teoría del desarrollo capitalista Editorial F.C.E. México.
52. UNIVERSIDAD FRANCESA. (2001) Discusión sobre la enseñanza de la economía. Cuadernos de
Economía Nº 35 Págs. 287 - 313. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá. unal@edu.co
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Cronograma talleres
Los talleres se recogerán los días Miércoles
Sem. Tema Taller
Listado de los premios nobel en economía.
1 Premios Nobel Listado a mano
Breve historia del Nobel de economía.
La historia del pensamiento económico ¿Qué está mal en la
2 como instrumento de análisis económico. economía contemporá- Carta personal /ensayo crítico
Prefacio (Ferguson Niall). nea? Paul Streeten
Características y contibuciones
3 Mercantilismo Mapa conceptual/ Cuadro sinóptico
Cuadro comparativo entre flujo
Flujo circular macroeconómico: Tableau
4 Fisiocracia circular macroeconómico y el
Économique
Tableau économique
Teorema fundamental de la economía
5 Adam Smith Mapa conceptual
(La mano invisible)
Cuadro comparativo de aciertos y fallas Aciertos y fallas del Cuadro sinóptico
6
del mercado. Políticas y regulación mercado Políticas de regulación
Ley de granos/David Cuadro sinóptico. Ejercicio
7 Modelo ricardiano
Ricardo
Nota: A esta lista de talleres se pueden sumar algunos trabajos de reseña de lecturas de actualidad o coyuntura histórica.
Las fechas serán establecidas oportunamente. No se recibirán talleres por correo electrónico salvo las exposiciones.
Los mapas conceptuales y cuadros sinópticos deben ir debidamente citados y referenciados.
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TEMAS DE EXPOSICIÓN
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