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¿Qué es la ética?

Es la rama de la filosofía que estudia lo correcto o equivocado del comportamiento


humano, la moral, la virtud, el deber, la felicidad y el buen vivir. Además, tiene
como centro de atención las acciones humanas y aquellos aspectos de las
mismas que se relacionan con el bien, la virtud, el deber, la felicidad y la vida
realizada. El estudio de la ética se remonta a los orígenes mismos de
la filosofía en la Antigua Grecia, y su desarrollo histórico ha sido amplio y variado.

La ética estudia qué es un acto moral, cómo se justifica racionalmente un sistema


moral, y cómo se ha de aplicar posteriormente a nivel individual y a nivel social. En
la vida cotidiana constituye una reflexión sobre el hecho moral, es decir busca las
razones que justifican la adopción de un sistema moral u otro.

Una doctrina ética elabora y verifica afirmaciones o juicios determinados. Una


sentencia ética, juicio moral o declaración normativa es una afirmación que
contendrá términos tales como “bueno”, “malo”, “correcto”, “incorrecto”,
“obligatorio”, “permitido”, etc., referidos a una acción, a una decisión o incluso
contendrá a las intenciones de quien actúa o decide algo. Cuando se emplean
sentencias éticas se está valorando moralmente a personas, situaciones, o
acciones. Se establecen juicios morales cuando, por ejemplo, se dice: “Ese
hombre es malo”, “no se debe matar”, etc. En estas declaraciones aparecen los
términos “malo”, “no se debe”, etc., que implican valoraciones de tipo moral.

La ética, pues, estudia la moral y determina cómo deben actuar los miembros de
una sociedad. Por lo tanto, se la define como la ciencia del comportamiento moral.

Claro que la ética no es coactiva, ya que no impone castigos legales (sus normas
no son leyes). La ética ayuda a la justa aplicación de las normas legales en un
Estado de derecho, pero en sí misma no es punitiva desde el punto de vista
jurídico, sino que promueve una autorregulación.

La ética puede dividirse en diversas ramas, entre las que se destacan la ética
normativa(son las teorías que estudia la axiología moral y la deontología, por
ejemplo) y la ética aplicada (se refiere a una parte específica de la realidad, como
la bioética y la ética de las profesiones).

Respecto a los autores fundamentales en el estudio de la ética, no puede obviarse


al alemán Immanuel Kant, quien reflexionó acerca de cómo organizar las
libertades humanas y de los límites morales. Otros autores que analizaron los
principios éticos fueron Aristóteles, Baruch Spinoza, Jean-Paul Sartre, Michel
Foucault, Friedrich Nietzsche y Albert Camus.
Los diferentes procesos y periodos de desarrollo de la ética en Guatemala y
a nivel mundial.

Fe, del latín fides, se refiere a la confianza en una persona, opinión, cosa o
deidad. Es la creencia en algo, sin prueba que la sustente. Ética, del griego
êthicos, tiene que ver con el carácter. Es el nombre de la disciplina
filosófica, creada por Aristóteles, que estudia el bien y el mal; es decir, el
conjunto de costumbres que rigen el comportamiento individual y
colectivo del hombre. Moral, del latín Moris, significa costumbre. Es el
conjunto de normas, valores, costumbres y creencias que sirve para
decidir qué acciones son correctos o incorrectos.

La ética es diferente a la moral. En su estudio del bien y del mal, la ética


busca la manera de comportase de acuerdo al pensamiento humano; en
tanto la moral se basa en la obediencia de esas normas, valores,
costumbres y creencias.

Se trata de conceptos que podrían considerarse obsoletos, pues dejaron de


inculcarse en los planes de estudio; afortunadamente no desaparecieron,
solo invernaron. Para nuestra suerte cívica, se reactivaron el 16 de abril de
2015, cuando con sorprendente ética institucional, el Ministerio Público y
la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala dieron a
conocer la galopante corrupción en la administración pública que llegó a
su más alto nivel de desfachatez en manos del presidente y la
vicepresidenta de la República y de otros serviles funcionarios. Derivado
de eso, el castillo de naipes construido con mezquinas piezas humanas
carentes de escrúpulos empezó a derrumbarse, poniendo en evidencia
cómo la clase política está poblada de gentuza.

Hasta ahora el destape desnudó los porqué de la ineficiencia del Estado en


sus tres poderes. Tímidamente empieza a denunciarse cómo la clase
empresarial también carece de aquellos valores éticos y morales cuya
observancia debió ser la guía del comportamiento en nuestra incipiente
vida democrática.

Quienes manifestamos nuestro repudio ocupando las plazas a partir del


25 de abril de 2015, lo hicimos con sustento en los valores brotados ante
la solvencia moral con que la autoridad señaló lo que sucedía. Los
ciudadanos demandamos la aplicación de la ley ante el incumplimiento de
deberes de los empleados y funcionarios públicos. De igual manera, que
los contratos entre empresarios y Estado cumplan con los requisitos de
ley para que los suministros, bienes y servicios ofrecidos sean de la
calidad del emolumento pagado.

La opinión sobre esos asuntos ha sido amplia, como desgarradoras


algunas confesiones sobre la pérdida de la confianza en las instituciones
del Estado y hasta la fe en Dios, que no deja de ser el último asidero con
que el ser humano cuenta para subsistir espiritualmente.

Tanto la ética como la moral son creaciones del hombre. Ningún otro ser
de la escala zoológica es capaz de lucubrar sobre tan refinados conceptos.
Esas nociones son producto de su desarrollo mental y consecuencia de la
organización social, de cuando la división del trabajo permitió que
algunos se dedicaran a pensar y preguntarse sobre su propia existencia.

Ante la incertidumbre, mucho antes de ocuparse de asuntos filosóficos, el


hombre forjó la fe que lo llevó a crear la idea de dios, cuya existencia
explicó lo que hasta entonces estuvo oculto.

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