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El poder secreto de María.

La Navidad Musulmana
Xabier Pikaza
http://blogs.periodistadigital.com/xpikaza.php
02.01.18

Presenté hace dos días "la navidad judía", de la mano de H. Arendt, hoy me ocupo de la
navidad musulmana, con
la ayuda de Y. Monturial,
que viene trabajando
desde hace tiempo sobre
el tema de María, la
Madre de Jesús, en el
Corán, recuperando así
su figura y mensaje para
la piedad universal (y más
en concreto para la
cristiana y musulmana).
En ese sentido, este libro
sirve para para conocer y
celebrar en sentido muy
profundo la Navidad
Musulmana, centrada en
María, la mujer creyente,
que acoge la "palabra de
Dios" y cree en ella, de un
modo "virginal", para así
dar a luz, con la ayuda de
Dios, a Jesús, profeta y
mesías judío.
Cuando Y. Monturiol me
pidió el prólogo, como
experto en mariología
cristiana, el libro se
titulaba como en el título de esta postal: El poder secreto de María, y así escribí mi texto

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(que ofreceré a continuación a mis lectores). Después, como sucede en estos casos, y
dado que algunas editoriales cristianas y musulmanas ponían dificultad para editar el
libro, pareció conveniente cambiar él título, que es más apropiado para una editorial
como Mandala.
Por eso, el libro se ha titulado al fin: Fuentes heterodoxas sobre la madre de Jesús. Es un
título respetable, que puede servir para algunos lectores, y así lo recibo con gozo, pero
indicando que la palabra fuentes heterodoxas no responde en realidad al contenido del
libro:
Ni el proto-evangelio de Santiago es heterodoxo para los cristianos, sino un apócrifo muy
bien conocido y utilizado por la iglesia en su piedad y en su liturgia desde el siglo III al XX.
Ni es heterodoxo el Corán en sus suras marianas, estudiadas por Y. Monturiol . El Corán
no es heterodoxia cristiana, sino una inmensa y benemérita tradición religión, con
elementos muy cercanos al cristianismo, sobre todo en referencia a María.
-- Ni son finalmente heterodoxas las fuentes y textos de V. Haya, T. Forcades y D.
Pacheco, de los que hablará a continuación...ni las reflexiones y comentarios de Y.
Munturiol, que recuperan y presentan con fidelidad las mejores tradiciones marianas del
Corán, que no son "cristianas" en sentido estricto, pero mucho menos heterodoxas.
En esa línea, Yaratullah/María Monturiol y sus colaboradores han (hemos) asumido el reto
de desvelar aspectos esenciales del "secreto" de María, la Madre de Jesús, desde una
perspectiva universal y musulmana.
-- El cuerpo del libro, con la conclusión (págs. 17-84, 143-158) ha sido escrito por Y.
Monturiel, ofreciendo la visión espiritual y teológica más precisa de la Madre de Jesús en
los apócrifos marianos (en especial del proto-evangelio de Santiago) y en el Corán. En esa
línea, la autora elabora una tesis que armoniza episodios coránicos con las mencionadas
fuentes apócrifas. así, por ejemplo, destaca su ubicación desde niña en el Templo de
Jerusalem, su honda formación en la sabiduría judaica, y el pacto de alianza que se
establece entre cuatro figuras clave: Zakarías, Juan Bautista, María y Jesús.
-- Siguen cinco apéndices (págs 85-142).
(1) D. Pacheco SJ (misionero critiano en Japón), María la Sabia en las fuentes japonesas,
traduce por primera vez al castellano y sitúa uno de los textos marianos más significativos
de la piedad y recreación mariana de los cristianos ocultos del Japón (del siglo XVII al XIX).
(2) Tres apéndices de V. Haya (columnista de RD), traduciendo y comentando en arameo
y desde el arameo el Magníficat y el texto de la Anunciación en Lc 1, para ofrecer así una

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lectura antes inédita de la tradición y piedad mariana en la lengua de Jesús y de María
(con los primeros cristianos palestinos y sirios).
(3) Revisión de los dogmas marianos, por Teresa Forcades, teóloga y pensadora política
catalana, del Monasterio de San Benet de Montserrat. Su visión ofrece la mejor relectura
antropológica (más que feminista) del dogma y de la tradición mariana de la Iglesia.
(4) Finalmente, he tenido el honor de escribir el prólogo del libro, que a continuación
presento a los lectores de este blog.
Quiero felicitar a Y. Monturial por haber escrito el grueso de este libro, y por habernos
invitado a los colaboradores a ofrecer nuestra visión del tema. Felicito también a
(Mandala Ediciones (c/ Treviño, 28003.Madrid) por haberlo publicado de forma tan bella.
Desvelar a María, velarla de nuevo
Islam y Cristianismo (Xabier Pikaza)
Yaratullah (=María) Monturiol ha escrito un libro precioso sobre María, la Madre de
Jesús, conforme a la tradición del Corán. Con esta ocasión, respondiendo a su invitación,
he querido escribir un prólogo en el que expongo cuatro retos de la mariología (estudio
del sentido de la Madre de Jesús) y ofrezco una comparación entre María y Muhammad.
Cuatro retos
Ciertamente, debemos desvelar el rostro de María, para verla en su interior, en su verdad,
como mujer y madre privilegiada del profeta mesiánico. Pero, al mismo tiempo, cuanto
más la desvelamos más debemos velarla para descubrir su misterio de mujer y de
creyente, en la línea que ha puesto de relieve Muhammad. Él no repite lo que dice la
Biblia, sino que acentúa rasgos que la tradición cristiana ha dejado después en un segundo
plano. Pero su aportación es muy significativa para la historia de la teología y de la vida
cristiana, en la línea de los cuatro retos que empezaré señalando.
1. El reto de la Biblia.
Ciertamente, María, la Madre de Jesús, no forma parte del argumento central del Nuevo
Testamento, como bien saben las iglesias, pero ella es un tema importante, que ha de ser
estudiado con rigor y asumido con honestidad, si queremos conocer la raíz del
cristianismo, pues forma parte de la revelación de la Iglesia primitiva, desde Pablo (que la
mantiene en gran parte velada, desde Gal 4, 4) y Marcos (que la sitúa en un plano discutid,
desde Mc 3, 31-35), hasta Lucas y Juan que recuperan su figura para el conjunto de la vida
cristiana.

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En esa línea podríamos afirmar que Nuevo Testamento ofrece un testimonio de
recuperación de María entendida en sentido personal (ella ha debido descubrir y aceptar
el mensaje de su hijo) y eclesial (la iglesia ha debido comprender lo que ella significa en el
plano de Dios). En sentido estricto, la forma de entender a María define de algún modo
nuestro acceso histórico y teológico al Nuevo Testamento (partiendo, por ejemplo, de Lc
1-2).
2. El reto de la iglesia.
Las diversas iglesias, y en especial la católica, están corriendo el riesgo de perder su
herencia mariana y/o de encerrarse en una restauración arqueológica de su origen
histórico, sin tener en cuenta su hondura evangélica. No todo se resuelve en la Iglesia con
María, pero muchas cosas se pueden plantear mejor si se sitúan rectamente, a la luz de lo
que ella significa, volviendo al evangelio, en una labor de conjunto en la que son
importantes las diversas perspectivas (voces tradicionales y renovadores, de protestantes
y católicos…).
María fue un reto para la primera Iglesia (como he destacado al hablar de la Biblia), y ella
sigue siendo un reto para nuestras iglesias en este momento en que es necesario un
ecumenismo humano, social y religioso. En esa línea resulta necesaria una recuperación
(=recreación) de las figuras femeninas del entorno del Jesús y del principio del
cristianismo, entre las que destaca, sin duda, María de Magdala, como muchos están
destacando en nuestro tiempo. Pero, a su lado, resulta absolutamente necesaria la
recuperación de María de Nazaret, la Madre de Jesús, por lo que ha significado y significa
en la tradición cristiana.

3. Reto social.
Muchos hombres y mujeres de nuestro tiempo están poniendo de relieve la importancia
del Magníficat o Canto de María (Lc 1, 51-53), por lo que significa e implica de conversión
y transformación social, en una línea que viene de los grandes profetas antiguos de Israel
(desde Amós e Isaías), hasta el mismo Muhammad, defensor de los pobres. Resulta
sorprendente el hecho de que Lucas haya situado en boca de María el canto más intenso
de liberación (de inversión) del Nuevo Testamento, vinculando en ella la herencia
profética de Israel y la experiencia pascual de los cristianos.
Hasta el momento actual ese canto ha sido un motivo de inspiración espiritual o
escatológica, pero quizá no ha “calado” de verdad en la vida y compromiso de una
sociedad que se ha llamado cristiana o post-cristiana, pero que no sabe o no quiere saber
lo que significa “derriba del trono a los potentados y eleva a los oprimidos, a los pobres los

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llena de bienes y a los ricos los despide vacíos”. Pienso que ha llegado el momento de
tomar en serio este canto de María, no sólo de una forma académica, como puede hacerlo
un exegeta, sino de un modo activo, a través del compromiso de las comunidades
cristianas (y de otras tradiciones, entre las que destaca el Islam), en un mundo que parece
“retroceder” cada vez más en línea de justicia social, mientras avanza en un plano de
ciencia, capital y mercado.

4. Reto ecuménico.
Ciertamente, entendida en un sentido superficial, María, la Madre de Jesús ha podido
dividir no sólo a los cristianos entre sí (católicos y ortodoxos frente a protestantes), sino al
conjunto de los cristianos frente a los fieles de otras religiones, como podría ser el
budismo. Pero, en un sentido más profundo, María puede constituir un punto de diálogo y
encuentro, entre cristianos e hindúes, musulmanes y judíos, por poner unos ejemplos, por
lo que ella ha sido y lo que representa como madre del profeta mesiánico, a quien los
cristianos veneran como Madre del mismo Dios encarnado.
No es que todas las religiones digan lo mismo, no que otros creyentes tengan que hacerse
cristianos a través de María (¡nada de eso!), sino que todos los creyentes puedan
vincularse de algún modo y dialogar en profundidad ante la figura creyente y materna de
María. Eso es lo que ha hecho Yaratullah Monturiol, presentando en este libro, con un
inmenso respeto, con gran sensibilidad y sabiduría crítica, la aportación del Islam para el
conocimiento profundo de María, en línea de espiritualidad y de hondura creyente, y así
quiero destacarlo en este prólogo.
Un camino abierto
Los retos citados (bíblico, eclesial, social y ecuménico) marcan el camino de un posible
trabajo teórico, pero sobre todo práctico para el conocimiento de María, la Madre de
Jesús, y para su aportación en la vida de los cristianos y musulmanes (y en la vida de
creyentes de otras religiones). Personalmente, vengo trabajando hace tiempo sobre el
tema, al que he dedicado algunos libros y ensayos de especialidad, y en esa línea estoy
preparando una Mariología fundamental, que quizá pueda ayudar a conocer mejor a la
Madre de Jesús, dentro de la Iglesia y en el conjunto de la sociedad, poniendo de relieve
su identidad como mujer y “persona” creyente.
Pero aquí no puedo entrar en esa problemática, ni discutir con más detalle los puntos de
convergencia y divergencia en la visión de María entre cristianos y musulmanes,
reconociendo y destacando el valor de este libro y de los cuatro retos que acabo de
indicar. Yaratullah Monturial sabe que Muhammad amó a Jesús, y que ha insistido en

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algunos gestos importantes de su vida, cuyos paralelos más cercanos se encuentran en
algunos apócrifos judeo-cristianos, como el Evangelio de Santiago, el libro de la Infancia
del Salvador o el Evangelio Árabe Mateo (que las iglesias cristianas no han acogido en su
canon bíblico.
Pues bien, de un modo especial, Muhammad ha valorado la aportación de María, la
Madre de Jesús, recogiendo no sólo tradiciones que aparecen en los libros arriba citados,
que la Iglesia católica considera apócrifos, sino también en otras tradiciones que son
fundamentales para esa iglesia y que han sido incluidas en los evangelios canónicos de
Mateo y de Lucas. Aquí no puedo distinguir unas de otras, sino sólo evocar algunas de
ellas, remitiendo al texto de este libro de J. Monturiol para precisarlas mejor:
− Jesús es el hijo de María, elegida por Dios como madre-virgen.
Por eso se le dice "Te ha escogido y purificado. Te ha escogido entre todas las mujeres del
universo" (Corán 3, 42). Dios expresa por ella su más honda potencia creadora en línea de
vida. En esa línea, el sometimiento de María a la acción del Espíritu de Dios y el
nacimiento de Jesús vienen a presentarse como signos de providencia divina, expresión de
verdadera fe, de manera que María aparece como auténtica “sometida”, es decir,
musulmana (cf. Corán 3, 33-37).

− María Virgen engendró a Jesús,


y lo hizo de un modo que puede compararse al de la tierra primera de la que Dios hizo
surgir a Adán. Así se expresa la acción de Dios (realizada por Gabriel, gran ángel) y la
obediencia sumisa de María, que acoge la Palabra de Dios, siendo verdadera musulmana
(como Muhammad, que recibió el Corán por medio del mismo Gabriel). En esa línea, la
concepción y nacimiento virginal deberían haber servido de prueba para los judíos, pero
ellos no creyeron, ni aceptaron el signo divino del nacimiento de Jesús (Corán 3, 42-48; 19,
16-26).
− Jesús-niño defendió la virginidad de su madre,
proclamando la grandeza de Dios, y actuó después como su enviado, realizando milagros y
anunciando el evangelio para los judíos. El Corán ha dado mucha importancia al Jesús
niño, a quien presenta como portador de un mensaje de Dios, de manera que él conoce
los misterios sin necesidad de aprender como hacen otros, y en esa línea realiza milagros
antes de haber madurado en edad, haciéndose mayor, y actuando de esa forma como
signo de Dios para los judíos, que tampoco le creyeron (Corán 3, 49-53; 19, 27-36).
− Jesús-adulto ha sido realizador de milagros y profeta del evangelio

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para los judíos: curó a ciegos y leprosos, resucitó a muertos, ofreció pan a los hambrientos
etc., pero lo hizo siempre como enviado de Dios y profeta, sin presentarse nunca como
Dios en persona (en la línea en que parecen entenderle después los cristianos, a partir de
los concilios del siglo IV d. C.). En sentido radical, el único que actúa de verdad y realiza su
obra es Dios, pero lo hace por medio Jesús, con milagros para convertir a los judíos (cf. 5,
110-111). Pero los judíos no se convirtieron, sino que quisieron matarle. Este Jesús
rechazado aparece así como paradigma para Muhammad, también rechazado por los
judíos de Medina. Pero: Muhammad triunfó, instaurando la comunidad de sometidos;
Jesús, en cambio, fue crucificado.
En ese fondo ha de entenderse a Jesús, el Hijo de María, a quien Muhammad llama Siervo
de Dios (Abd Allâh: Corán 5, 72; 19, 30). Ciertamente, Muhammad le llama también Nabî,
profeta, y Rasûl, enviado de Allâh (cf. Corán 4, 171; 19, 30), y puede presentarle incluso
como un Espíritu y Palabra (Rûh y Kalima) que vienen de Dios (cf. 3, 45; 5, 171). Pero no le
ha separado de Dios, ni le ha divinizado, sino que le sigue presentando siempre como el
Hijo de María, aquella mujer a la que Dios había escogido para revelar por medio de ella
su Palabra, haciéndola así madre virginal del profeta Jesús.
En esa línea, la “virginidad” de María resulta muy importante para los musulmanes, que la
interpretan como signo de la acción creadora y reveladora que Dios realiza a través de
ella. Para algunos cristianos actuales, los aspectos más “milagrosos” de la concepción,
nacimiento e infancia de Jesús tal como han sido recogidos por una tradición antigua, y
testificados al menos externamente por el Corán, resultan secundarios, en sentido literal.
De todas formas, esos milagros sirven para confesar simbólicamente el origen divino de
Jesús, un origen que, en otro sentido, podría aplicarse a todos los creyentes que, según el
evangelio de Juan (cf. Jn 1, 13), nacen espiritualmente de Dios.
Pienso que, en esa línea, se puede y debe poner de relieve la profunda conexión que
existe entre María Virgen (por medio de la cual Dios hizo nacer a Jesús) y el profeta
Muhammad (por medio del cual Dios reveló su Corán, es decir, su palabra eterna). Pero
hay también, en el fondo, dos grandes diferencias. (a) Por medio del "Espíritu" divino,
María ha sido la Madre virginal de un profeta mesiánico, a quien al fin los judías no
creyeron, y a quien los cristianos después han divinizado de una forma que el Corán y la
tradición musulmana no han aceptado (o quizá no han entendido, en una línea
tradicional). (b) Por el contrario, por medio del mismo Espíritu divino (que se expresa de
algún modo a través del ángel Gabriel), el mismo dios ha revelado a los hombres su Corán
Eterno, como principio de salvación definitiva.

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Sobre esa base, debemos añadir que los musulmanes no han divinizado nunca a
Muhammad, como los cristianos no han divinizado a María, la Madre de Jesús, con la que
Muhammad puede y debe compararse, al menos en un sentido extenso. Por el contrario,
ellos han “divinizado” en un sentido amplio (no personal) al Corán, como Palabra de Dios,
en una línea que puede compararse a la que divinización de Jesús po los cristianos. Con
esto se plantea el tema clave de la relación (semejanza y diferencia) entre musulmanes y
cristianos, y este libro de Yaratullah Monturiol, que recibo con admiración y gozo, nos
sitúa en el lugar en el que puede y debe situarse mejor esa semejanza y diferencia entre
las dos tradiciones religiosas.
En resumen, este libro nos ayuda a desvelar a María, la madre de Jesús, desde la
perspectiva del Corán, y lo hace con inteligencia y respeto, con profundidad y veneración,
en la línea de la mejor tradición musulmana, y de una tradición antigua de la iglesia, cosa
que le agradezco pues me servirá para precisar algunos rasgos de mi Mariología. Pero, al
mismo tiempo, al desvelar así a María ella la “vela” en sentido aún más profundo, como
hacen los verdaderos escritos religiosos, cristianos o musulmanes.
María aparece así como la desvelada, en el sentido de conocida, conforme a su misión, al
servicio de la Palabra de Dios, que para los cristianos es Jesús, siendo, al mismo tiempo, la
mujer velada por el mismo Dios, aquella que ha concebido por el Espíritu Santo, según los
evangelios cristianos y en el Corán de Muhammad.

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