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Partiendo de la base que hace referencia a que Dios quiere y puede acabar con el mal,

nace la siguiente interrogante ¿Por qué no acaba con él?

Anteriormente se ha analizado la definición del lo que es el mal; ahora nos


enfocaremos a explicar lo que se deriva de esté, el obrar mal.

Obrar mal, es lo que el ser humano constantemente hace, es simplemente despreciar los
bienes eternos que le han sido otorgados por Dios y admirar las cosas temporales y
mutables de este mundo, dentro de los bienes eternos se encuentra el amor, la bondad, la
justicia, etc. Y dentro de las cosas temporales están las riquezas, la belleza, los bienes
materiales, entre otros. Resulta importante destacar que ambos bienes (eternos y
temporales) han sido otorgados por Dios para el deleite del hombre, por tanto estas
cosas en si son buenas, no obstante, el hombre carga con la responsabilidad de saber
administrarlas y no dejarse dominar por ellas.

Se puede entender entonces que las cosas eternas que Dios nos ha dado, son
fundamentales para la vida del hombre y las cosas temporales, como su nombre lo
indica, solo duran un determinado tiempo, pero estas cosas no son malas (por ser
creación de Dios), sino que más bien, es el hombre el que las ama en exceso y queda
sometido a ellas, en definitiva, se hace esclavo de las cosas temporales. Es por esto que
Dios no debe castigar a la plata o el oro a por culpa de los avaros, no son las cosas
mismas las condenables, sino los hombres que abusan de ellas.

Entonces el hombre que obra mal, es aquel que le otorga más valor a las cosas que
puede perder en cualquier momento y que ciertamente no son fundamentales para su
vida. Dentro de este margen (y abocándonos a un mundo en decadencia y maldad) se
puede pensar que Dios no existe, y si existiese sería un ser malvado, mas, resulta que se
le atribuye a Dios la culpa de los males cometidos por el hombre, por causa de su
corrupción, pero es importante reconocer que todo lo bueno provienen de Dios y el
hombre en tanto hombre es un bien en sí, por tanto el hombre le pertenece a Dios. En
palabras de Anselmo (Monologio, Capítulo LXIX) el hombre está hecho para amar a la
esencia suprema, y ha sido creado para vivir eternamente siempre que quiera cumplir el
deber que se le ha impuesto, y no perdería su vida si permaneciera fiel a su amor a la
vida suprema y por consiguiente él debería de buscar las cosas divinas y eternas, para
poder alcanzar la plenitud, sin embargo todo esto depende de la voluntad de cada
hombre, ya que todos tienen la libertad de decidir, si mantenerse en las cosas divinas y
eternas, o por el contrario dejarse arrastrar y esclavizar por las cosas que pueden ser
mutables e inciertas y de esta forma el hombre terminaría obrando mal. En palabras del
apóstol Pablo: todo me es lícito, mas, no todo me conviene. (1 Corintios 6:12)

Ahora bien, si se reconoce que Dios ha otorgado al hombre lo que denominamos “Libre
Albedrío” surge el siguiente cuestionamiento ¿Si Dios sabía que el hombre iba a pecar,
por qué le dio la libertad de elegir como comportarse?
Para poder buscar una respuesta a esto es necesario enfatizar en que Dios, como ser
supremo justo y verdadero, tal como premia a los hombres buenos, así también castiga a
los pecadores. Por tanto Dios ha otorgado al hombre de su propia voluntad para que esté
viva rectamente, de esta forma Dios castiga al que no utiliza de manera correcta la
libertad que le ha concedido; ya que sería contradictorio que Dios castigará o premiara
al hombre, si la libertad que le ha otorgado hubiese sido dada para obrar mal, pues el
hombre estaría cumpliendo con el mandato que le fue dado. Como uno de los bienes de
Dios es la justicia, es necesario que él le otorgue al hombre una voluntad libre, para que
así sea justo el premio y el castigo que esté recibiere.

En este margen, todo depende de la voluntad del hombre, si él busca la felicidad, ella va
a depender de la elección que él tenga (entre cosas eternas y temporales), así también de
él depende si quiere o no vivir rectamente, e incluso a él se le atribuye si desea obrar
bien o mal. Dios solo espera que el hombre obre el bien y si esté se equivoca, Dios
manda un castigo, para que esté entienda y busque las cosas correctas, aunque el
hombre esta constantemente justificando sus errores y culpabilizando a Dios de sus
desgracias. “Experiencia es el nombre que le puso el hombre a sus errores”
(Óscar Wilde)

Dios conoce todo, Anselmo lo menciona (Apología contra Gaulino) a Dios no se le


puede pensar como inexistente, pues ya se ha pensado como un ser superior a todas las
cosas, sería contradictorio, este ser (Dios) está en todas partes y siempre, desde un
principio tiene un plan predeterminado para acabar con el mal, la primera profecía
bíblica se remonta al génesis (3:15) donde Dios habla a la mujer y a la serpiente, esto ha
sido por mucho tiempo analizado por diferentes teólogos, una de las interpretaciones
que le han concedido a esta versículo, donde Dios al momento de decir que pondrá en
enemistad la simiente de la serpiente con la simiente de la mujer, y que esta (la de la
mujer) la herirá en la cabeza, (a la de la serpiente), y a su vez la simiente de la serpiente
herirá los talones de la simiente de la mujer, la interpretación revela el primer plan de
acción para acabar con el mal. Aquí se desprende que de la simiente de la mujer nacerá
el salvador de la humanidad y de la serpiente, el demonio, esté herirá los talones, y de
aquí se infiere que buscará proporcionarle la caída; pero el salvador, lo herirá en la
cabeza, donde se genera el pensamiento y la razón.

Por lo tanto y tomando este elemento, se puede comprender que Dios si está
combatiendo el mal, por ello envió a su hijo para la salvación de la humanidad, pero
todo va a depender de la elección y la voluntad del hombre, si quiere seguir las cosas
eternas o las temporales; Anselmo nos dice (Monologio Capítulo LXVIII) que ningún
ser racional existe para amar más o menos e incluso rechazar, lo que por medio de la
razón se puede distinguir como menos bueno o completamente malo, y es por eso que
la criatura racional debe buscar amar al bien supremo, ya que es el único objeto por el
que se sabe que ha sido creado y sin él no tiene propósito su existencia.

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