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UNIVERSIDAD DE BARCELONA

Facultad de Filología
Master en Construcción y Representación de Identidades Culturales
Materia: Ciudad y Literatura
Profesora: Loreto Vilar
Alumno: Gilberto Jose Revelo Tulcán

VANALIZACION Y CIUDAD, LA CHICA DE SEDA ARTIFICIAL

El bienestar individual que ha propuesto el sistema fecundo de poder económico de


acumulación de capital, lanza una idea de progreso fundamentada en el trabajo y la
consecución de dinero, que permitiría a las personas, por medio del esfuerzo, llegar a la
plenitud y alcanzar todos sus sueños. Sin embargo, esta promesa de dicha integral no se
cumple a plenitud en la realidad, las dinámicas sociales únicamente conceden la verdadera
felicidad a grupos privilegiados de poder, mientras la gran población se envuelve en
pequeños ideales que jamás podrán cumplir y diversión superficial que libera los sentidos y
atrapa la imaginación.

Frente a esta premisa de sobreesfuerzo y aparente plenitud, Doris, una chica humilde que
comprende esta realidad desde su propia perspectiva, se planea una alternativa real que le
permita sobrevivir y le otorgue la oportunidad de conquistar parte de sus ambiciones. Sin
embargo, en un impulso de desesperación, toma por rabia a su inseparable compañero de
aventura, y empieza una travesía que trastocara el sentido de su vida.

Bajo la engañosa superficialidad que aparenta la protagonista y su modo alternativo de vida,


la autora Irngard Keun, fabrica una síntesis sobre una sociedad alemana que ha conseguido
desarrollar una fuerte economía industrial a pesar de los embates de la Primera Guerra
Mundial, y funda alrededor de esta, novedosos métodos racionales de comercialización que
llevan la división social del trabajo a nuevos niveles y fomentan la construcción de
infraestructura urbana que se adecue a esta situación de cambios imparables rodeados de
transformaciones políticas nada estables y fenómenos sociales desconocidos.
LA SITUACION ALEMANA

El acelerado ritmo de trasformación que la economía industrial capitalista había impuesto


sobre la producción y la sociedad a finales del siglo XIX, introdujo un modelo ideológico de
consumo y acumulación de capital que ya es hegemónico en los núcleos urbanos europeos
en las primeras décadas del siglo XX. Este proceso también incluyo la racionalización de las
acciones de los individuos en la vida cotidiana, lo cual favoreció la difusión de una
mentalidad encaminada hacia el mercado y motivó procesos de carácter social y cultural que
fortalecieron un sistema que se extendió sobre todos los ámbitos la humanidad.
(Krakauer:2009)

La Republica Democrática de Weimar, integrada totalmente al modo capitalista, alcanza su


unidad política en medio de numerosas contradicciones ideológicas, sociales y culturales. La
economía toma los hilos de la producción industrial y deja a un lado la producción agrícola.
Esta renovación es cubierta con un velo de racionalización que regula hasta los encuentros
formales en las líneas de producción y comercialización en las empresas, las cuales continúan
con los procesos de manufactura a gran escala, pero desarrollan modelos de distribución de
mercancía que ensanchan las redes de la industria y el pensamiento hacia el consumo. (Diez:
2007)

Sin embargo, la ampliación del aparato técnico para el novedoso sistema mercantil requiere
la asimilación de una fuerza laboral de tamaño incalculable que exclusivamente dirija sus
esfuerzos al servicio del comercio. La nueva formación laboral encuentra su escenario ideal
en las ciudades como Berlín, donde la alta concentración demográfica y los medios de
producción reducidos, brindan una fuente imperecedera de trabajadores que lo único que
pueden ofrecer es su tiempo de trabajo. A pesar de esto, hay una diferencia fundamental con
los obreros de producción; a pesar de no tener medios propios, no utilizan su fuerza de trabajo
frente a la maquinaria industrial, sino que ofrecen su tiempo y su imagen para mantener el
vínculo con la mercancía. Esta reorganizada división del trabajo renueva una categoría ya
conocida de funcionarios, trabajadores al servicio en las oficinas del Estado, pero los nuevos
inquilinos, llamados empleados, encuentran su lugar en los grandes edificios al servicio de
las compañías privadas. (Krakauer:2009)

Esta categoría cree que constituye en una nueva clase media, la cual se encarga de la
organización dentro de todos los niveles de una empresa, desde la producción, hasta la venta
de la mercancía y todos los niveles intermedios que esta puede requerir, jefes de personal,
transporte, comunicación etc. Una revolucionaria mirada que fomenta una falsa ideología de
poder y control de los medios de producción, que les permite alejarse de los pensamientos
políticos, concentrándolos en la búsqueda del bienestar del individuo. (Krakauer:2009)

El fenómeno económico cambia radicalmente las formas sociales y culturales en las urbes,
se abren espacios para la participación en la vida laboral formal de la mujer y la industria
cultural empieza a tomar forma en la producción de contenido para solventar las necesidades
de diversión de la nueva clase social.

Las disposiciones de orden laboral permiten a de la mujer sostenerse económicamente sin la


necesidad de casarse o tener una relación con un hombre, constituyendo un avance
significativo en frente a la situación de sumisión en la que se encontraba la mujer hasta este
momento, ampliado las posibilidades de socialización y educación. Sin embargo, esta
asimilación en la vida laboral no es del todo justa, debido sus puestos intermedios de atención
y comunicación, tenían una gran carga laboral no siempre reconocida por sus bajos salarios
y su estado de vulnerabilidad frente a estamentos de orden superior no permitía un pleno
desarrollo femenino dentro del contexto laboral. (Krakauer:2009)

Con la ampliación del espectro laboral a la mujer surge también el tiempo libre y su provecho
para la distracción de las masas, es una oportunidad de promover un estilo de vida, una nueva
forma de producir dinero y fomentar el intercambio cultural. Hasta comienzos de siglo, la
cultura era un privilegio de las clases altas, aristocráticas e intelectuales, las cuales cerraban
un circulo de cultura impermeable. La disminución del horario laboral, la creciente demanda
de cosas nuevas y la nueva capacidad adquisitiva de las masas acuñan un complejo de
diversión en las ciudades, teatros, cafés, cines dan espacio para el encuentro de las ideas y la
diversión. Además, las empresas fomentan el deporte como un medio de control de sus
empleados, fomentan entre ellos estilos de vida saludables y competencias que acrecientan
las relaciones de pertenencia entre la empresa y el empleado.

La situación de aparente estabilidad en Alemania, que se movía políticamente entre la


socialdemocracia, el socialismo y el nacionalsocialismo, apoyado por la antigua aristocracia,
entra en un periodo de decadencia con la Crisis económica de los años treinta. Esta afecta la
producción industrial y con ello todas las esferas que dependen de esta. Para los empleados
es una catástrofe que fragmenta su esfera de seguridad, ya que hasta el momento apropiados
de su lugar en la cadena económica, al contrario de los obreros, no atienden la necesidad
imperiosa de organizarse, y son los más afectados al perder sus empleos y sus privilegios,
aunque con el avance de los años 30, se verán afectados todos los estamentos de la sociedad,
y debido al fracaso de la unificación socialdemócrata y al ascenso del nacionalsocialismo, la
cual toma las banderas de la nación populista y crea un sistema que desencadena el fin de la
clase media y la consolidación de un estado dictatorial.

LA SEDA Y LA CIUDAD.

La seda natural demuestra su superioridad frente a su contraria artificial, pero a la vez es un símbolo de
vanidad que convierte a su portador en un ser en portador una falsa identidad.

El principio de un relato desdeñoso de carácter burgués de una chica con deseos de fama, que
se encuentra inmersa en un mundo de una superflua banalidad y vanidad sin límites es
engañoso frente a una historia que dibuja la sociedad alemana de comienzos de los años
treinta, donde la imagen personal es sustancialmente importante para la sociedad, pero esta
se encuentra en un conflicto de político que se cierne en cada espacio en el cual se
desenvuelve Doris, la protagonista, y su compañero de viaje.

La imagen fresca, juvenil y moderna de Doris muestra el ideal físico que se espera de la mujer
trabajadora y liberal, sin embargo, la libertad total que refleja no encaja en los valores morales
de una sociedad que, a pesar, de las profundas transformaciones sociales, no respeta los
deseos que la mujer ahora quiere expresar. A pesar de esto, el trabajo que ha conseguido y
su activa vida social, la llevan a ser parte integral de toda la sociedad, hace un recorrido por
todas las clases sociales, encaja en ellas con su filosofía de no demostrar la ignorancia ni la
debilidad, porque si lo hace, la sociedad y la ciudad la podrían lastimar. Su viaje hacia Berlín
pone de manifiesto, pues sus recorridos por los cafés de toda la ciudad la llevan a conocer el
funcionamiento de la sociedad. Algunos estamentos de la sociedad alemana ya demuestran
que tienen incrustados en sus pensamientos trazos de repudio frente a los judíos, se hace
evidente a medida que Doris cambia de estrato social.

Cada café, lugar, tienda o paseo tienen un lugar importante para ella y para la historia, en
cada uno de ellos se aprende sobre los modos de pensar de sus visitantes habituales, por
ejemplo, cuando va al Jockey, conoce a los intelectuales, que quisieran el regreso del régimen
anterior, ya que la democracia no es parte de la esencia alemana. Las ideologías que se
encuentran en conflicto en la Alemania se encuentran en la obra, los rusos y su recuerdo de
Moscú, los socialistas que reciben a las SS, las calles llenas de desempleados, pordioseros y
prostitutas constituyen una sociedad en conflicto que está a punto de estallar

Los espacios de encuentro convierten a Berlín en un escenario con grandes y brillantes


anuncios de neón que excitan los sentidos, a la cual Doris se entrega totalmente, es parte de
ellos, mientras estos demuestran la opulencia y la apariencia en los detalles, exaltando lo
brillante y llamativo como un fin, al contrario del paseante de Wasler, que veía en la
opulencia de los anuncios la decadencia de la sociedad. Como una gran ventana, el trasporte
es una nueva escena a ojos de Doris, se apropia de cada detalle para profundizarse su
conocimiento de una ciudad que ama, pero si muestra debilidad, la rechazara.

La sociedad que la acepta a Doris por su belleza y aprovecha sus encantos, también la rechaza
por su modo de sobrevivir y no le ofrece alternativas dentro de la ideología que le ha
impuesto, aunque ella es buena con los que la rodean, le gusta ver feliz a los demás. Sin
embargo, al replantear su manera de afrontar su situación, encuentra que no solo ser
reconocido es lo importante, sino encontrarse con algo o con alguien que vea y ayude a
construir la verdadera imagen puede ser una buena razón para volver a comenzar.
Bibliografía.

- Diéz Espinosa, Jose Ramon (2007) Sociedad de masas e integración política en la


Alemania de entreguerras. Investigaciones Históricas: Época moderna y
contemporánea, 179 – 208. pp 27.
- Horkheimer, Max y Adorno, Theodor (1987) La dialéctica del iluminismo. Editorial
Sudamericana. Buenos Aires.
- Krakauer, Siegfried (2009) Los empleados. Gedisa. Barcelona.

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