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1. ¿Estoy usando el punto de vista adecuado? Lo mejor es, si empiezas una escena usando
un punto de vista, que finalices la escena con el mismo punto de vista. El punto de vista debe
pertenecer o bien al personaje principal o bien al personaje que tiene la visión más interesante
de lo que está sucediendo.
3. ¿La coreografía de la escena está suficientemente clara como para que el lector
entienda como se mueven los personajes en ella? Si manejas muchos personajes y
durante la acción se mueven, te puede ser útil dibujar un diagrama para ilustrar sus
movimientos y no hacer que se pisen unos a otros. Consulta el artículo: "Escenificando las
escenas de acción"
4. ¿Los personajes piensan demasiado? ¿Actúan demasiado poco? Decir lo que piensa
un personaje y cómo reacciona es más fácil que describir la acción. Sin embargo es muchísimo
más efectivo situar a los personajes en la acción y demostrar sus sentimientos e ideología en
relación con el escenario y los otros personajes. Puedes hacerlo a través de la acción y el diálogo.
Lee a Dashiell Hammett, era un maestro en esto. También Elmore Leonard.
5. ¿Quedan claros los motivos y las emociones? Deja siempre muy claro al lector los
porqués de tu personaje. Porqué actúa tal y como lo hace y porqué siente lo que siente
6. ¿Es realista el diálogo? ¿Tienen voz propia los personajes? Ya que el diálogo te
ayuda a avanzar la acción es muy fácil embarcarse en un diálogo pregunta-respuesta-pregunta-
respuesta. No importa que des mucha información en un diálogo, lo que digas tiene que sonar
creíble y natural. Ha de sonar como si dos personas estuvieran conversando. El diálogo jamás
debe parecer un interrogatorio... a no ser que realmente lo sea. Ya sabes: con lámparas, esposas
y toallas mojadas.
7. ¿Das demasiados atributos al diálogo? “El dijo” y “Ella contestó” deben usarse sólo
para clarificar quien habla. Si gritan o suspiran debe demostrarse a partir de la acción y por lo
que dicen. Evita cosas como “Ella replicó enfadada”.
1. Confecciona una lista con las palabras que tiendes a escribir con más frecuencia e intenta
eliminarlas de tu trabajo sin que pierda significado. 2. Busca los adverbios terminados en –
mente. Mientras escribes quieres poner las palabras en la hoja o la pantalla cuanto antes, pero al
corregir evita todo lo que retarde la acción. Estos adverbios lo hacen. Intenta cambiar los
adverbios que acompañan a un verbo genérico por un verbo de acción más fuerte. Por ejemplo
“caminó lentamente” por “deambuló”. No seas Lovecraft... Ya murió. 3. Busca frases con
pronombres confusos y arréglalas. Su, sus, suyo, etc... 4. Elige un estilo y adhiérete a él. Si a un
editor no le gusta algo de tu estilo ya sugerirá cambios. No te preocupes.
MEJORAR ESCENARIOS
Las escenas son los ladrillos con los que construirás tu novela. Y del mismo modo que sucede al
levantar una pared, toda esa construcción que tanto te está constando levantar se puede
derrumbar por sólo un ladrillo defectuoso.
No dejes que los personajes vaguen sin más por las escenas. Haz que todo lo que hagan tenga un
sentido, aunque no sea más que es un sentido metafórico y no lo conozcas más que tú. Y sobre
todo haz que algo concreto cambie en ellos a lo largo de la escena. Haz que algo rompa las
expectativas iniciales con las que han entrado en ella para que pueda avanzar la historia.
Muchas veces describimos sólo lo que nuestros personajes pueden ver. Es cierto que la vista es
el sentido que más utilizamos los seres humanos, pero no es el más evocador. A menudo un olor
o un sonido pueden ser mucho más descriptivos que una imagen. Y lo que es más importantes:
pueden ser menos tópicos.
Si queremos destacar la soledad de alguien, tal vez sea mejor describir el silencio que lo rodea
que describir cómo la planta que tiene junto a la ventana sólo tiene una solitariahoja. Me
explico, ¿verdad?
Hay muchos ruidos que pueden sacarnos de nuestras casillas, muchos olores que pueden
hacernos recordar nuestra infancia, muchos sabores que pueden excitarnos… ¡saquemos partido
de ello!
Haz que el entorno juegue un papel
¿Dónde se desarrolla tu escena? En una cafetería. De acuerdo, pero… ¿en qué tipo de cafetería?
El entorno puede hacer que los personajes se encuentren cómodos o incómodos. Puede
facilitarles las cosas o complicárselas hasta el infinito. Puede ser un reflejo de su malestar
interior o la pieza clave que los ayude a resolver un misterio. Haz que el entorno juegue un papel
en la escena para que el lector sienta que tu historia se desarrolla en el mundo real y no en un
fondo monocromo como el de algunos rodajes cinematográficos.
¿Necesitas que una pareja hable sobre un tema en particular? Si van a discutir, ¿por qué no
haces por ejemplo que discutan en lo alto de una noria que se acaba de estropear para aumentar
la sensación de peligro?
El jugar con las longitudes de las frases y de los párrafos es un modo excelente de controlar el
ritmo de una escena. Haz que el lector se detenga en tus largas frases para luego ir acortándolas
a medida que se acerca el punto culminante.
Cuando llegue, recuerda darle al lector un descanso para que no termine agotado y pueda
apreciar el siguiente punto de inflexión cuando llegue a él.