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De lo particular a lo universal
Carmen Felicitas Lent
cristalización
aparición del deseo
deseo de la aparición
acá / allá
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Octavio Paz
Poema Circulatorio
Tomar conciencia del propio acento es, ni más ni menos, deslizar para dentro del
jardín de las prohibiciones. Transgredir la implícita interdicción por la cual olvidamos
nuestra autoconstrucción. Interdicción que nos organiza, sin duda, posibilitándonos el
vivir como si la realidad fuera objetiva y nos viniera dada. Interdicción que,
simultáneamente, tantas veces nos cercena, empujándonos inadvertidamente hacia la
ciega repetición. Nos impide, así, ser cómplices concientes del rayo, aquél con el cual
nuestro deseo podría entrar en escena y desmontar lo obsoleto, lo imprestable de la
vida. Nos dificulta, en fin, que podamos ser las constantes Fénix que la transformación
de lo humano invoca.
II
El hecho es que salí de Buenos Aires, tierra natal, dejando para atrás 25 años de
querencia, pertenencia total e incuestionada. Es más, incuestionable. El hecho es que me
vi instalada en Berkeley, California, donde una serie de circunstancias aparentemente
contingentes me llevaron a cursar un postgrado en Psiquiatría Comunitaria. El encanto
de un casamiento reciente y la embriagadora efervescencia californiana dos late sixties,
lubrificaban mi vida cotidiana. La novedad, para mi, era generalizada, al punto de ser
anestesiante. Había elegido este giro en el rumbo de la vida y lo realizaba con toda la
elegancia que cabía a alguien que, en algún lugar no remoto de sí, se retiró de toda y
cuanta cosa le era familiar. Me acompañaba constantemente una sensación peculiar,
prácticamente corpórea por su intensidad. Sensación de haber perdido todo lo que tenía,
cuando, curiosamente, estaba todo allí...
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Centros creados por Gerald Caplan
de invierno y frío; que cuando, finalmente, llegaba la temporada de ir a la playa
(ciertamente una temporada y no el año entero) ya era enero y me aguardaba un
Atlántico acogedor que hacía de la playa el lugar de estar mucho en el mar. Y que, sin
ninguna duda, a la hora en el que el sol está en ese punto del cielo ya es de tarde. Todo
esto dejando de lado detalles que, por bien explícitos ya ni entraban en consideración,
como pagar el helado en dólar o medir la playa en pies y pulgadas.
Sin embargo, no fue en ese día que confeccioné mi propia receta del pollo, como
lo haría después. Ese día, simplemente caí en el espejo y salí del otro lado, donde
ningún Sombrerero ni Reina de Corazones podría ser más insólito que todo esto. Años
después llamé a este lugar en el que sin duda me encontraba, "Tierra de Nadie", tierra
ésta que, cuando la habitamos, no nos propicia estar en nuestra mejor forma para hacer
cualquier receta. Apenas sobrevivimos. Porque lo que tenemos en común con quién
éramos nosotros mismos en el ayer anterior al evento que nos depositó ahí, es
meramente la anatomía. Lo que sí tenemos todo el tiempo es la alteración radical, el sol
del lado opuesto, la temperatura que no encaja con una piel que no está destinada a
esperarla. A rigor, poca cosa encaja con su nombre o es previsible en la tierra de nadie,
inefable jardín del las prohibiciones donde fuimos a parar por mero accidente. Y éste es
el drama (isn't it, Wittgenstein?)
Desarrollé este tema, teórica y clínicamente por varios años, como centro de
interés. En esa época, era profesora de postgrado en la Universidad y los alumnos y yo,
apasionados por el asunto, avanzamos bastante en su comprensión. Después, poco a
poco, otros intereses se volvieron más protagónicos y dejé de lado - así me pareció - las
ideas sobre las crisis y sus vicisitudes.
III
El nuevo asunto era la migración y, de la misma manera como había sucedido con
el fenómeno de la crisis, me encontré con una cuestión relativamente inexplorada por la
psicología, con escasa o nula literatura especializada, un campo teórico poco menos que
virgen dentro del pensamiento psi del momento.
Yo misma migré, nuevamente. Una vez más por opción, salí del Brasil para pasar
un año en la Ciudad de México, en la cual, gracias al auge de las dictaduras del sur,
había un alto número de exilados latinoamericanos. Ciertamente, muchos argentinos sin
la menor perspectiva, en esa época, de retorno al país. A mí, como migrada-no-exilada,
me interrogaban ávidamente sobre los menores detalles de nuestra tierra. (Eso motivó,
más tarde, una serie de reflexiones sobre ser migrante y ser exilado, la relación y la
diferencia abismal entre ambos)
Paulatinamente, fue haciéndose más y más claro que, en otra vuelta de espiral,
estaba, sin duda, retornando a un viejo punto de partida: huevo de Colón, como
podemos ir percibiendo, el viejo y olvidado tema de la crisis y la reciente novedad de la
migración eran un único asunto. Asunto éste que obedece a las mismas leyes en ambos
casos, se produce como un mismo proceso y lleva al mismo desenlace: provoca en el
sujeto que lo atraviesa, una mutación.
Por otra parte, frente al Accidente que lo destituyó de si mismo, el sujeto no tiene
condiciones actuales de funcionar de ninguna otra manera que la conocida y por lo tanto,
inadecuada. Visiblemente nos referimos a un proceso en el cual el factor tiempo es
absolutamente protagónico de, por lo menos, tres formas: 1) la instantaneidad de la
instalación del evento; 2) su irreversibilidad y 3) la distancia que separa temporalmente
al individuo de aquel en el cual se irá convirtiendo.
La segunda premisa determina:
No puedes (todavía) ser otra persona
La puerta hacia adelante aún no se ha abierto. El individuo es Ninguno y todavía
no tiene como ser otra cosa. Aquí, la tercer premisa sella definitivamente el cuadro:
No puedes (salvo muerto o delirante) dejar de ser.
Si simplemente pudiera levantarse y abandonar toda esta configuración , no
existiría la crisis. Sólo que ese abandonar sería posible sólo através de la muerte física,
o entonces, através del delirio que cortocircuitase esta construcción. Ciertamente, si el
individuo no puede dar un paso adelante ni un paso atrás, le resta como alternativa dar
un paso al costado, lugar por excelencia de la Tierra de Nadie.
Como bien dice el brasileño: "Lo que no mata, engorda".Si la caída en la Tierra de
Nadie fue por accidente, el desenlace será creado, inventado. No hay salidas colectivas,
ni ritualizadas, ni guiones para los casos imprevisibles. ¿Que hacer en ausencia del
argumento original de la Tribu? Mutar. That's the name of the game.
Ciertamente, hay nuevos aprendizajes en esta salida, para esta salida. Sin
embargo, fundamentalmente, hay una nueva manera de aprender, edificada ahora
sobre la propia consciencia de la construcción de todo. Ciertamente también, la persona
hará nuevos vínculos significativos, donde quizá lo más significativo sea la propia
redefinición de lo que es un vínculo.
Tendrá capacidad entonces de percibir lo que solamente habia sido padecido, y
será éste el momento de superar un obstáculo diferente: el de ser definitivamente
distinto de los nativos locales del grupo en que se encuentre incluído. No por ser un
sujeto que viene de "afuera", sino por haber descubierto una noción perspectivista de la
existencia y del significado de los territorios en la vida cotidiana. Esa comprensión le
dará, como referencia y pertenencia, aquel grupo de mutados que, "migrados"
originalmente de procedencias diferentes de la suya, comparten ahora el propio proceso
de transformación como una tierra más, dado que ya no se espera ninguna como siendo
la prometida. La tierra ahora, cada una, es la prometida por ser ésta, en la que está, ya
no más encajado en un aquí o un allá, sino entre, en las márgenes, en los seres que el
hombre fue siendo y los que creó en el camino.
Cuando comencé a trabajar en los casos de crisis, treinta años atrás, un de los
puntos centrales de la cuestión era su característica de caso único. Por serlo. pasaba
desapercibido, y si detectado, se precisaba de una rotunda justificativa teórica para
abordarlo. Pues bien, en la actualidad, se impone a cada día con más claridad la idea de
que no son apenas los paradigmas del conocimiento los que atraviesan períodos de
intensas transformaciones, sino la totalidad de los aspectos de la vida humana, asi como
el propio planeta, Tierra de Todos. Si, anteriormente, podíamos y debíamos considerar
que el Evento era único e imprevisible en la vida de un sujeto, ahora su actuación llega
al universal. Para el ser humano, la velocidad de las alteraciones planetarias, aliada a la
imprevisibilidad de las mismas en todos los niveles, se ha constituido en el propio
Acontecimiento.