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El cobre que no nos deja

En un reciente informe del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) se sostiene


que la exportación del cobre alcanzó los US$ 16,340 millones en el 2017. Semejante cifra
es un 6,8% por encima del monto de US$15, 297 millones en el 2016. ¿Qué quiere decir
lo anterior? Que a pesar todos los fracasos del espacio público y de la política nacional, el
cobre es como un balón de oxígeno que permite la supervivencia del modelo económico.

En la información de INEI también se destaca que China se ha convertido en el mercado


más importante de las exportaciones del mineral rojo, seguido por Japón y Corea. De
alguna u otra manera, estos dos datos corroboran que China y el Asia en general son las
locomotoras de países cupríferos como Perú o Chile. Todo ello se enmarca en otra buena
noticia: el precio del cobre ha aumentado su valor en los últimos meses y crecen las
expectativas de que se presente un nuevo súper ciclo del precio del mineral rojo. Sin duda,
buenas noticias. Quizá vale añadir que en los próximos años habrá una mayor demanda
del mineral rojo porque el mundo automotriz necesitará para la construcción de carros
eléctricos. Para suerte nuestra, el mineral rojo será necesario para el cambio de la matriz
energética vehicular.

De allí entonces es que surge una pregunta. ¿Cómo es que un sector minoritario de
peruanos se oponen a la ejecución de más proyecto mineros, sobre todo de cobre? ¿Cuál
es la explicación? Ninguna, salvo el sesgo ideológico. La izquierda, denominada
antiminera, no se opone a la minería en sí como una fuerza productiva. Se opone a que la
minería moderna esté en manos de empresas privadas.

De alguna manera, el argumento de la izquierda en el Perú se basa en la existencia de


empresas públicas exitosas en Chile o en China. En el Perú, con la experiencia luego del
gobierno del velascato, el pilar institucional hace muy difícil que una empresa minera no
termine bajo la sujeción de un gobierno de turno.

El cobre entonces es una bendición antes que una maldición. Es nuestro petróleo como
para Venezuela. Pero aún nos falta un pacto de concertación alrededor del cobre y de la
minería en general. Aún hay quienes pretenden ningunear el valor histórico de la minería y
pretenden decirnos que somos un país agrícola a pesar de esa suerte de “venganza de
nuestra geografía”.

¿Habrá gas para el sur andino?

Cuando se concibió un gaseodcucto en el sur peruano que uniera varias regiones entre
ellas Cusco, Ayacucho, Puno, Tacna, Arequipa, de alguna manera existía una cierta
evocación a esa gran creación de Roosvelt llamado Autoridad de Valle del Tennesse en
1933. ¿Por qué? Porque antes de la creación de TVA, el pero

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