You are on page 1of 2

Abusos sexuales a

menores
Compartido por
Ester Álvarez Guillén

El abuso sexual a menores se define como la exposición coercitiva de la


niña o el niño a experiencias sexuales inadecuadas a su desarrollo físico
o emocional, para la satisfacción del propio adulto.

Es un tema del que no se quiere hablar y por ello muchas veces es


silenciado e ignorado, sin embargo, estos abusos existen y la mejor
manera de combatirlos es haciéndolos visibles. Por ese mismo motivo,
las cifras no están del todo claras, pero se habla de que una de cada cuatro
niñas y uno de cada seis niños, menores de 17 años, podrían haber sido
víctimas de abuso sexual. Además, la mayoría de ellos son llevados a cabo
por personas del entorno familiar y es importante destacar que ocurren en
todo tipo de familias y clases sociales.

Dadas las graves secuelas que puede tener el/la menor que sufre un abuso,
es necesaria no sólo su prevención sino también detectarlos cuando
ocurren y ponerles fin, así como ayudar al niño o la niña a superarlo cuanto
antes.

La importancia de trabajar en la prevención de los abusos sexuales a


menores se deriva de los datos, ya que estos confirman que las cifras
disminuyen bastante de esta forma. Para ello es necesario poner el acento
en la observación de los y las menores. Es vital también a la hora de la
prevención que las niñas y niños reciban una educación sexual adecuada
a su edad, y enseñarles a detectar las relaciones sexuales forzadas, así
como darles las herramientas para decir “no” y comunicar los abusos para
que puedan ayudarles. Esto se consigue mejor si el ambiente familiar es de
confianza y se siente seguro/a para hablar. Pero, sobre todo, hay que creer
en ellas/os porque no es habitual que inventen que están siendo víctimas de
abusos sexuales.
Por otro lado, los síntomas que pueden presentar son muy variados, aunque
ninguno de ellos por si mismo significa que se esté siendo víctima de
violencia sexual: miedo, desconfianza, agresividad, ansiedad, depresión,
hiperactividad, problemas de sueño, aislamiento, conductas
antisociales, pérdida del control de esfínteres, conductas autolesivas, bajo
rendimiento académico, baja autoestima, manifestaciones sexuales… En
este sentido hay que prestar especial atención a conductas sexualizadas
(conocimiento sexual precoz, dibujos sexualmente explícitos,
actividad sexual o masturbatoria con animales o juguetes, interacción
sexualizada con otras personas, etc.).

En cuanto a indicadores físicos del abuso sexual, estos se pueden


encontrar al observar los genitales del niño o la niña (desgarros, heridas,
laceraciones…). Además, Infecciones de Transminsión Sexual como
gonorrea, sífilis o el VIH, son claros indicadores.

Finalmente, la menor o el menor que ha sufrido abusos sexuales en un


futuro puede mostrar rechazo a la sexualidad o, por el contrario,
una conducta promiscua. Dado que la psicoterapia puede ayudar en las
alteraciones de la sexualidad derivadas del abuso, así como en otros
aspectos psicológicos y emocionales, cuanto antes se busque ayuda mejor.
Por ejemplo, volver a confiar en los demás no es fácil para estas niñas y
niños (que pueden además sentirse culpables y avergonzados) por lo
que, como parte del tratamiento psicológico, hay que trabajar en aspectos
como la reconstrucción de su autoestima. También poner la denuncia y
hablar de ello, aunque hayan pasado años, puede ayudar mucho a la
víctima.

You might also like