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PierreVilar
Economiarf)erecho,
Historia
,liiel
gqü rl
UIL i
Kh, 4sqq
1
PROLOGO
br3so-, algo que con frecuencia o.h¡idan señalar los orga- ria por tanto, a los espíritus muy jóvenes* de
-dedicado,
filry"t oficiales, incluso los m.tis especializados (como la
FAO), reproduciendo de esta mnnera inivet mund.il algunos
elementos de educación económica, sociológica, incluso upo-
litológica,, Partiendo de ,esquemas de actualidad el riesgo es
errores. de apreciación, y de política, observados ya -desde grande. Frente a dogmas im'plícitos es importante suscitar
hace tiempo en la Francia o en la España det sigtó XVIII. una actitud crítica, y únicamente el espírita histórico es
A m.enudo, no se ha subrayado este lazo entre economía e capaz de prepararnos Wra ello: ni la economía ni las socie-
historia, entre canocimiento del pasado e interpretación del dades se sitúan fuera del tiempo. Incluso cambia el sentido
presente. Hacerlo puede ser útil. de las palabras. Pero, ¿cómo formar historiadores que no sean
El segundo se refiere a las palabr¿s empresa y beneficio, ignorantes en economía?, ¿cómo formar economistas, soció-
cuyos sentidos, y las connotaciones de todo tipo, cambian logos, habituados a pensar históricamente? Es difícil indicar
con la estructura material y moral d.e las sociedaáes: en las soluciones, pero'es importamte ayudar a que se vaya tomando
sociedade.s precapitalistas estos términos pueden haberse vis. conciencia ante estos problemas.
to rodeados por la desconfianza, Íror la reprobación, llegando Una segunda serie de artículos aborda los mismos pro-
incluso a implicar ilegalidad ( ¡hi podido éxistir un udeííto de blemas a partir de ejemplos críticos o canstructivos: en Las
empresa>! ), mientras que en la sociedad capitalista, sobre palabras y las cosas, Michel Foucault ha creído poder cara.c-
todo en los momentos de prosperidad, ola empresao ei objeto terizar el pensamiento de la economía como un
de una rnitificación apotogética, y et benefii¡o (", d.ecir, to- <saber> cerrado, atento exclusit¡amente a"ckÍsica"
los signos e igno
dos los <cexcedentes, que ,an rntis attd de la remuneraZión rando los fenómenos de producción; confieso que me ha irri-
del trabajo), ha sido exaltado como si se confundiese, sin tado su forma brillante, pero nada científica, de utiliZar los
desord.en ni desperdicio, con una inversión creádora. pár b textos, y mi crítica estd llevada a cabo en un tono polémico
tanto, hay que hacer una historia de las palabras, de los poco.habitual en mL Pido al lector que se divierta Wes no es
conceptos, al mismo tiempo que de tas realidades iignifica- preciso tomar el chaflatanerismo intelectual ni muy por lo
tivas.-El.artículo que aquí se ieproduce anunciaba rirógio_ trágico ni demasiado en serio.
ma de investigación del que nó me queda ta itusión'A."7re Concedo mayor irnportancia a un tipo de reflexión de la
haya podido cumplirse. Cuando mer6s ha inspirad.i tiUiá que estoy reconocido a la Unit¡ersidad de Granada, y al pro-
r ecient e_-811-trepreneurs, entreprise, histoire "i ( p a_
b'.rn" idée fesor Pérez Prendes, por haberme proporcionado la ocaiión.
rís, PUF, 1982)- en el que H¿t¿ne Verin, UrlUanle- Se trata del derecho como tema de reflexión para el histo-
ha presentado eI problema de las relaciones entre er ¡lt¿iiti,
vocabu- riador. Y, claro estd, de la historia como referencia posibte
lario de una sociedad, sus pttÍcticas y su moral. para los juristas. El derecho debería descansar erz principios
M!!t técnica y especialiiada puedé parecer Ia diseusión que t¡tilidos por sí mismos (hay quienes creen que es ásil, pero,
" planteado
he hace ya mucho'tiempó a los econo*iri"r,-ii esos principios, ¿son los mismos para un ímperio de la anti-
ocasiones demasiado pagad.os di sí mismos, ¡rr"rtoi"i güedad., para el mundo feudal o cuando se trata del sigto XIX
de una <historia cuantitatfua > de los productos gtoi"tii,'y á" europeo? En Ia Alemania del siglo pasado la <escuela histó-
s.us agregados, llevada a largo plazo. Las aportáciones'db rica del derecho" ha dejado planteado el problema. He inten-
su
intento son consid.erabres. póro'creo útil señatar dos escoflos: tado una rdpida puesta a punto inspirada en recientes con-
1)
.el torpe rnanejo, equivocado en ocasiones, de las luentes quistas de la historia y en mi propia experiencia como histo-
antiguas por los no histor-iad'ores; 2) la apticáciin d; L;;;;_ rry!9r. En principio, he encontrado que en el joven Marx
tos económicos nacidos de ra observación der mundo actuit (1.8!2), discípulo y crítico de Savigny, aparecían nociones de-
a sociedades de hace dos o tres siglos, diferentes de c$xvas para su.pensamiento futuro acerca de las relaciones
tas nuis-
tres en sus estructurqs y en sus mecanismos. Creo que aún entre y ,<sociedad civil", entre legislación y transi-
es ydlida esta prevención. -KEstadg"
ción de un tipo de sociedad a otra: episod,lo fundamental en
, !!t ligeras.y
t:yr,!d2
superliciates son las reflexiones que me han
un día el. proyecto (todavía en fase de experimen-
la evolución de la ciencia histórica.
Esta referencia marxista introduce en el i¡olumen eI útti-
tacrcn) de conseguir la penetración en Ia enseñanza-secunda- mo tipo de reflexiones que lo forman. Se trata det papet d.e-
10 BCONOMÍA, DBRBCHO, HISTORTA
namente a la historia
_cuyas exigencias superan en gran me_
dida las de Simiand. La-*c¡isis-de tipo a-ntiguo, d;il;1 Los uonnloq PARcTALES:
Labrousse es un fenómeno histórico rün"i"rrt"-*""t"
como para ser imaginado segin un modelo; aunque ," t.ut"
,*"tiáo Alcr¡Nm rENTAcroNEs ¡r.¡Trgrsrómces
de un modelo donde s. com--binen, en una totaüáad q.r"
puede disgregarse, lo cuantitalivo y lo cualitativá,
,ro Ya se trate de investigar las (causas, o de explorar las
y lo subjetivo, lo estructural y lo cóyunturat. esi _y
i, .Él"tf". {seriesD, cualquier utilieación parcial desfigura la historia.
se define la especifrcidad dei objetó de hisfaria.
sOl;;rf_ Esta no es ni meteorología ni psicologia. La peor tentación
Sin embargo, si hasta el presente el instrumento de un historiador es aislar un fuctor o un aspecto de la
por Ernest Labrousse ha seniido magníficamente a forjado realidad.
la historia
de l9s tiempos modernos y' del Occid"rt"
está casi
totalmente ausente cual es paradójice "r.rop"o,
dé fa'fiteraturá
-lo
(no obstante abundante) que t.átu
de {as estruc.
La tentación de lo clirndtico
turas (tradicionalesr, las *economías ""-!.nerar
alrícolar" y .il;;"
sarrollo¡. "f Referir la co¡runtura general a la coyuntura agraria, y ésta
yo ¡ro quiero sugerir, al lamentarlo, que al clima, es una tentación antigua y muy natural.
,r-l:ilT"Te,
taentun.ct entre el <subdesarrollo> del siglo xx y lá *econo
exista Pero no hay que limitarse a decir, como observa sonriendo
mía. del Antiguo Régimen, áe el mismo Ernest Labrousse (Histoire économique et sociale
la literatura del subdesarroto"1r".tr*'p"íses, ni tampoco que de la France, t. Il, p. 391), .,que algunos factores climatolo
haya aeidenado gicos alternan una y otra vez, de año en año, la penuria y la
papel a la iruegularidad de las cósechas y los "orr"é¿"ri"'r,I
riestos p;;; ábundancia, cosa de la que no dudábamosu.
gados por el hambre. Hay evidenciai
sin embargo. me parece lue saltan a la vista. También sonreía Albert Demangeon cuando, para subrayar
ra evidencia de un fenómeno
-pues que
a veces desvirtúa su análiJis_ la sutileza de las relaciones entre suelo y clima bajo el cielo
el papel histór¿co ae lal de Francia, apuntaba que si el campesino francés no está
irregularidades meteorológicas ¡"-io:
ha sido sometido a un esiudio iio bastante
ciclos agrícolas, no nunca contento, es porque ntütca tiene ¿ la vez, úodos los mo-
raúo en et pa.sado recienti.li i; ;ó;; gtarte metédico y razr- tivos para estarlo.
tentar ese estudio requeriria un volu'men. No det gtobo. In Evidencia de las relaciones entre recursos humanos y cli-
más que unos bosquejos de reflexlii.----'
pfu"tiuJ"qui ma. Igual evidencia de su extremada complejidad. De la pri'
Por otro lado, la mayoría versar¡in sobre mera derivan la precocidad y el obstinado regneso de las
los distintos tipos esperanzas puestas en la recopilacién de series meteorológi-
de tratamiento aplicadó, lo, áuto* l1-1"
y sobre la distancia que los " agraria cas, y la búsqueda de sus correlaciones. De la segunda derivan
torno a la scrisis ae tipo antigrror
á" i", iñ;iü;;ü;;
""orromía
las decepciones que a menudo siguieron a esas esperanzas.
".p"rut"i y nos esforzamos
en definirla, es decir, éomo o6¡eto ae"hlstoría.
"L-o porque a este Por lo que se refiere a los economistas, es divertido ver
respecto, primero hay que hacér un todos los tratados generales y toda la literatura coyuntural
los historiadores. No- oüstairt", ,"""fái"*os ¿e conóiencia ii
examen remontarse a Herschell y citar sin falta los trabajos de los
unos casos poco dos Jevons y de Moore (incluso se le acaba de volver a edi'
de aplicación de ese *oJ"üá-"nos campos
::T:ld::
epocas que nos sean menos familiares, o unas tar) para concluir, también sin falta, en los (motivos de in-
para concluir breve. quietudr que inspiraR esas <teorías cósmicasr' cuando no su
mente con la utilidad- que tal
hístoria contemDoráned,,y por"pliññJudiera tener para la ctotal descrédito".' c'
lo.tanto'p"r" la comprensión Pero el problema está más en los fines que en los métodos.
del presente, si'fuese más sistemática.
problema se ha convertido en el de la átensiónirw"il'aái lwl 34,9 19,9 103,8 15,8 -+ 15,3 1s5,2 5;I -20,9
+ 7,6
-2
+ 0,5 170,8 6,2 + 8,5
"mai ;;;;;;"
T:"9*^""o,.oor el que e-r convertirse en ca- 1908 37,7 20 862 13,2
tástrofe y la de subsist"""il" en revolución. 1909 37,6 20,5 + 2,5 97,8 14,8 -t6,5
+ lz,t 230,3 7,9 + 27 A
"revuelta
A pesar de la importancia Ae ertus leóciones, 1910 38,ó 19,9 ó8,8 10,5 226,7 7,2
caso de. que incluso para períodos antig.rás-,-;;'r;;;;; aún se da el 19ll N,7 20,6 -3
+ 3,5 87,7 13,6 -29,1
+ 29,5 ts3l 4J --
8,9
34,8
promedios quinquenales o decenales, ;1;; t9t2 43,6 n,6 + 9,7 91 13,8 + lA 218,2 6,9 + 4g,g
Crlyendo eliminar así t9l3 46,6 23,6 + 4,4 86,9 13,3 4,7 279,7 8,3 + 202
Ias variaciones (lo que conseguirían,
en réalidad;;;;;-p;;:
medios cíclicos). Eir cuanto-a los'períodos
-
más próximos A: Cosecha (M. q. m.) B = Rendimiento (q/ha) , C : Variación (%)
a nosotros, es raro o.ue se evoquen eias
cial en las presentaiiorres ;p-id;,;;;agogicas.variaci.;;r:;;Jr;
pues bien, Por eso no faltan trabajos rusos sobre la cd.esigualdad de
cabe preguntarsé cuál es las cosechas¡." El hambre ruso de 1891 conmovió a Europa.
aryo{elnizacióno de una"l "i"*"ítáfri" """""reriza mejor Tras la de l92l (¿ritmo treintañal?), la reflexión se orieñta
la
a principio de nuestro s_iglo]-"Srl""ft""".To*"*o. el ejemplo,
de r.-proa"""ión de ;h-ff;; hacia la (coyunturaD y la oscilación de los rendimientos.
tres grandes países de la E-urop" N. S. Tschetverikoff 'n calcula la desviación estdndar de los
cia y. Rusia, y anotemos, desdL rióó'r-igl¡, ¡ilmania;ts";
"o"tirr*tar: las cosechas, los rendimientos sobre el período (algo corto) lBgS-1912, hallando
rendimient-os y las variaciones ¿é máximos de un 30 por ciento en el Bajo Volga, y mínimos del
ltimos.,,
,...j: dde.lte: qu: tos promááiós- "rt",áe-us cosechas y tos
Duenos resultados obtenidos en los 13. Wl. P. Timoshenko, Agricultural Russin and the Wheat problem,
riltimos nr.iriul
12, Annuaire. statistique
"ao. "" Stanford, 1932, cap.9 y bibliografía. Cf. también A. V. Cajanov, Oeu"vrei
chois,ies,_.París-La Haya, 1967, t, I: (Introducción,, de B. Kerútay.
d.e la France,1954, parte retros¡rectiva. 14. Citado por Timoshenko, op. cit., pp. 2BO-282.
L_
22 ECONOMfA, DERECT{O, HISTORIA ESTRUCTURAS Y COYUNTURAS 23
ó por ciento en las tierras negras septentrionales, y entre el ejemplo, las conclusiones de Wilhelm Abel, en ese monumen.
15 y_ el 20 por ciento en la mayoría de las regiones. to titulado Agrarkrisen und Agrarkonjunktur.'o
Obsérvese que esos cálculos se realizan so6re rendimientos Comparan, por simples curvas tendenciales,tt en Alemania
por grano sembrado, y no por unidad de superficie, para tener e Inglaterra, el movimiento del <salario' (en general) y el de
en cuenta las costumbres regionales de siempre y evaluar los precios del hierro y el grano, entre 1401-1450, 1801-1850 y
el peso de la semilla en la inversión que se hebíá prever: 1951-19ó0. Sobre estas bases (coyunturales'', ¿se puede con-
se trata de problemas familiares a los especialistas en él Anti- cluir otra cosa que perogrulladas?
guo Régimen. Por otro lado, una definición de las "Agrarkrisenr" está
Obsérvese también que los rendimientos del centeno se tomada de un tratado (Buchenberger) de 1897. SaIe de la
comportan como los del trigo en las regiones atrasadas, con <gran depresión". Una <crisis> es una disminución global de
fuertes altibajos, siendo por el contrari,o débil el coeficlenrc la (renta agrícolau. Pero para un libro que se remonta al
de variación en las regiones con redimientos mayores y me- siglo xrrt, semejante definición mezcla peligrosamente el <tipo
nos desiguales. No hay pues más investigación -útil que la antiguor y el <tipo nuevo>, lo estructural y lo coyuntural, lo
diferencial. Los promedios no tienen sentido en un eipacio económico y lo social, las máximas y las medias. ¿No habría
demasiado extenso. pues, en seis siglos, más que una sola clase de kagricultores>?
Aún es más cierto en el espacio social. En lg9l, año de Al reeditar en 1966 su libro de 1935,.W. Abel no podía, sin
Postnikov publica la Economla campesina del sur embargo, ignorar lo que denomina <die Krisenlehre der'La-
laabre,
de Rusia; Lenin tomaná de ahí numerosos apuntes', que se brousseschule>. Sabe por David Landes, que esa
incorporó a la historiografía francesa. El mismo "lección¡ se
publicarán en 1923 y que inspirarán en más be un p,rito .,, la bpüca,
Desarrollo del capitalismo (1899). Lo principal traü de las como con sorpresa, a su siglo predilecto, el xv, al haberle
distinciones entre capas campesinasr et papét de las necesi- convencido un artículo de Van der Wee de que una crisis
dades monetarias entré los más desfavoróidos, la asimila- (en el sentido de Labrousse) se introdujo ,en la <edad de
ción-entre campesinos que no siembran y campesinos que oro de los trabajadoresD. Pero, dice inmediatamente, las ven-
siembran poco (también compran gÍano, sóbre tóAo tas de trigo de un señorío wurtembergués dieron, ese mismo
.áo, año, su m¡iximo producto monetario. ¿Por qué ese pero? El
malos), el contraste entre los que pueden almacenar "., y los
que no, la proletarización de los más débiles al menor .iacci- beneficio máximo del vendedor almacenista, en un año malo,
dente>, siendo la amala cosechar un <accidenter 1¡¿5iy9, en contraste con la miseria máxima del campesino pobre, es
colectivo. Que todas éstas observaciones, por evidentes moti: el mismÍsimo modelo de Labrousse., W. Abel lo comprendió
vos estructurales, se acerquen al análisis de E. Labrousse, no mal, porque le propone un (complemento)D a ese modelo: el
se-pr_esta a sorpresas ni a contestación. pero, cuadro (cifras ficticias) elaborado con todos los cuidados en
¿qué obra gene_ 193ó, según el cual, entre tres explotaciones de distintas di-
ral, dedicada a la agricultura y al campesinadb ruso dél si-
glo xx ha utilizado esa aproximación? ñ ,ro ,e, especialista, mensiones, el abanico de las rentas debe ser:
no prredo afirmar que no las haya. y por la misma-razón, nó
puedo profundizar yo mismo sobre esé acercamiento. pero el
1.000 - 4.000 - 12.m0 en año normal
modelo ha servido ya lo bastante ala historia pu"u qr." -
1200 - 3.600 9.ó00 en año de abundancia
no sea deseable generalizar su aplicación. "o*o 0 - 3.ó00 - 14.4ü) en año malo te
A la inversa,, en cuanto a las modernizadas>,
se olvida la regulaú*ación como"agriculturas
rásgo típico. fo*"*oi, fo"
1ó. W. Abel, Agrarkrisen und Agrarkonjunktur, l93lt; Hamburgo-Ber-
lín, 19ffi.
. 15. Lenin, Oeuvres complétes,parls, t. I, Noupelles transformations 17. Ibid., p.268..
économiques dans la vie paysanne, escrito-en 1g95, publicaáo ;'-lg|2l 18. Ibid., p. 269.
(pp. 1-85),_ Cf. también, a continuación, propOiiio ¿e fa
cuestión de los mercados>. "A f;;;J; 19, Ibid., p. 22.
24 EcoNoMÍa, DEREcHo, HrsroRrA ESTRUCTURAS Y COYUNTURAS 25
mero de improductivos, Ia multiplicación de los ejércitos, a nacional donde pesa cada vez más París, y los precios tienen
muy largo plazo, bajo el ángulo de las subsistencias que, tendencia a igualarse. Todo ello es plausible (aunque las ci-
dándole al poder crecientes preocupaciones, le invitan u órr- fras sean poco convincentes) pero, puesto que los disturbios
centrarse. No es extraño encontrar una Europa del siglo se acabarán cuando el mercado sea fluido, ¿por qué se agra-
xvlr (o xrx) aún más comprometida que la nda¿ Media con van cuando éste lo consigue? Enorme problema: la economía
dificultades de alimentación, una época de Smith y de Turgot comercial quiere penetrar, regentar una sociedad cuya base
más mercantilista que el siglo xvr. Los cuatro bosqueJos la rechaza, precisamente porque los intercambios y la técni-
regionales (Inglaterra, Francia, España y prusia), *uy Uien ca no dominan todavía ni la desigualdad de las cosechas ni
documentados, confi.rman mal las sugeiencias del erqr.e*a sus efectos.
global. Así que las conclusiones de C. Íitty,' están salpicadas
cie hu_mor: por un lado, uWas Mann isst, er ist> y pór otro,
Al describir por un lado la ascensión del comercio, y, por
no había-que esperar descubrir en <el pan> todos lós orígeneé otro, la ueconomia moralr tomada del excelente estudio de
del Estado democrático, fascista o miiitar. Thompson' sobre las revuéltas inglesas, Louise Tilly parece
Pero, ¿quién obligaba a buscarlos alli? ¿euién obligaba no advertir que repite a Labrousse mientras sigue por debajo
_
a basar sobre un mecanismo tan superficial cómo el ¿et de é1, porque no demuestra como él los mecanismos inter-
delo hidráulicou a corto plazo, unahipótesis que sólo podá "mo- medios que enfrentan en cada crisis a las clases. ¿Qué hu-
aclarar aspectos parciales? Dicho uso del iacior .revüeltao biera dicho el guerido Meuvret al ver atribuírsele " la pater-
está en las a_nlpodas del método de Ernest Labrousse. nidad <reciente> del esquema según el cual el precio del cen-
cipntemente? Entonces, eso hubiera debido decirse.
¿Cons_ teno, en un año malo, sube más que el precio del trigo, en
cientemente? En la deslumbrante bibliografía de ó. fiUy, ¿Iicons- razón del crecimiento del consumo del cereal barato? ¿Cómo
obiervo que cita a E. Labrousse como autor de Histoire ha podido leerse el Esquisse sin encontrar en él esa .ley de
économique de la France y.\o del Esquissa, y ? Georges las desviaciones sociales" ya clásica, no ignorada por los
Lefebvre como autor de Etide sur Ortéans y,ro á" b¿;;;d; hombres del siglo xvrrr?
P.eur. Pero ¿dispensa-acaso <la última pala-bra, bibliográfi;a Tampoco hay que perseguir falsas quimeras. Un envío de
de remontarse a las fuentes, a las fuentes det rnétodoí trigo del Languedoc a Cataluña en tiempos de guerra y de
peste no es una <expansión del mercado"j, A¡adii qn" *iur"-
, Louise
la -Tilly sí cita y critica el Esquisse, pero,'potítico-en
(revuelta al estudiar cidos intentos tuvieron lugar en los siglos xvrrr y xrx en los
alimentaria, forma ¿j coniicto
Francia>," anuncia: puertos atlánticos> raya en lo absurdo. ¡Como si no se hu-
biera exportado siempre el trigo bretón! Exponer que los
La aparición y creciente importancia de las revueltas ali- disturbios de la Fronde fueron menos graves en Languedoc
mentarias no estaban ligadas á hs oscilaciones d¿ p;;"i;; porque esos años la sequía hizo
a largo plazo, aunque lás revueltas siempre h;y""i;;id. "disminuir las cosechasr,.t es
hacerle decir a Le Roy Ladurie justo lo contrario de lo que
Iugar en momentoJ de alza temporal.33 dijo. Pequeños "fallos> que hacen menguar la autoridad de la
autora, cuando los descubre en las páginas I a 9 del Es-
. No_se,comprende.
sino
Si las revueltas no dependen del trend
de las alzas temporales, su estudio áebería fundarsé
quisse."
sobre tales, alzas, y no sobre el trend. Sin embarg"; ñil; De hecho, lo que se cuestiona es un método de trabajo.
trlly no sólo reprocha al Esqujsse el insistir en lis dispari-
dades regionales a corto plazó, sino que ecuentra demasiado
breve su siglo xvrrr. Desdé el slglo *ufr ," dibuja;;;r;;á; 34. E. P. Thompson, <The Moral Economy of the English Crowd in
the Eighteenth Century", Past and Present (febrero l97l), pp. 76-136.
35. L. A. Tilly, art. cit., p. 742, n. 2.
31. Art. cit., p. 94. 36. Ibid., p. 742.
3?. L. A. Tilly, <La révolte frumentaire, forme de conflit politique 37. Ibid., p.745, y E. k Roy Ladurie, Les Paysans de Languedoc,
en
-France', Annates ESC (mayo_juni; ifi\', li. nny. París, 19ó6, t. I, pp. 449450 (reed. París-La Haya, 1g74,2 vols.).
33. Ibid., p. 733. 38. L. A. Tilly, art. cit., p. 742, n. 2.
I
30 BcoNoMfA, DEREclIo, FrrsroRrA ESTRUCTURAS Y COYUNTURAS 31
No se renueva un gran problerna higtórico hojeando descui el esquema será discutido, pero persuadido de que vale tanto
dadamente las obras fundamentales que lo trataron, yuxta. como los que nos presenta una sociología preocupada en
poniendo" rBo+lelos dispares, despojando los último.s artículos realidad por justificaciolFq*ideológicas.
de erudición, agudizando algunas confrontaciones estadísticas. El cicio córto que datr*fuho a ia realidad económica y so-
Para,manéjár el corto y largo plazo, primero hay que tener cial del siglo xvrrr en Francia es el ciclo. original del modo
una teo-ría'de lgs preéios. No se descubre a Turgot en Afa- de produciión feudal, donde: primero, la base de la pro-
nassiev, a santo Tomrás en De Roover, o el olaissez-fairen en ducción es aún agrícola; segundo, la técnica productiva de
Thompson. Se vuelve a las fuentes. No se atribuye a los base todavía no domina el ciclo estocástico de la producción;
*economistas teóricos y hombres de sentido común, el dpsi tercero, las exacciones sobre los productores deb'erían (en la
cubrirniento de las ventajas de la libertad: eso siempre fue superestructura institucional y moral original) regularse auto-
un pensamiento de cotnerciantes. Hasta su último suspiro, máticamente sobre la producción; cuarto, las limosnas y la
Meuvret se preguntó, cuál fue el Legendre que le dijq a fijación de precios, deberlan mitigar, en añós malos, las más
Colbert: aSeñor, dejadnos hacer.r'Y he observado qué en bochornosas miserias.
España, en 1766, mientras los amotinados usaban el lenguaje Peto ese <tempo* precapitalista co-existe, desde el siglo
de los frailes meridicantes, los corneiciantes utilizabAn el de xvrrr, con otros ritmos, los cuales, sin ser todavía típicos del
Samuélson. Só1o hay que estudiar cómo lá libertad crea el futuro ¡nodo de producción (como lo será el cciclo indus-
monopolio: cuando iban a ffjar el precio del pan, los amoti- trial'), participan en él y lo preparan: en primer lugar, un
nados vascos preteudían "liberar el mercadon; t ¡y tal vez largo período de acumulación previa de capital rronetario,
tuvieran razón! Es Comprensible que los historiadores jóve- de origen directa o indirectamenté colonial, que crea una
nes aborden esos difícilés temas cón cierta embriaguez.-Qui- burguesía.acaudalada y aburguesa a una parte de la nobleza;
zá comprendieran mejor las diez primeras páginas del E,s- en segundo lugar, la posibilidad, a medio plazo, de depre-
quisse si empezaran por las últimas veinte:
"iirfluencia del
movimiento de los precios y las rentas, sobre las doctrinas
siones comercinles (crisis de mercado, descenso de los pre-
cios) que afectan y descontentan a un n{rmero cieciente de
económicas, las instituciones y los acontecimentosr. agricul:tores, de piopietarios y de empresarios, cuyos pro-
Por supuesto, la influencia es recíproca. Pero, ¡Dios nos ductos, que entran desde entonces en el circuito comercial,
libre de volver a clo polftico primero¡! Entre el precio se han convertido en (mercanclasr: lo mismo puede decirse
máximo y el conflicto polftico está Ia contradicción de las de otras capas interesadas en la igualdad de derechos, la
rentas y ia lucha de claies. De aguerdo con que Iá -xrx, libertad de mercado y la abolición de las estructuras feuda-
ción póHtica popularr sea, a irediados del siglo"participa- uia les; en tercer lugar, en fin, la exasperación,; o coito plazo,
fsrma de cintegraciónr paralela a la integración económica de la, c¡isis ' de ctipo antiguo*, menos mortal que' en las
que consigue el mercado, Pero la lucha por el salario susti: éppcas de hambre,,pero en la que la especulaci{n so-brg
tuye a la,.lucha por el pan. Ha cambiaáo et tmodo'de pta- artlculos escasos, menos' frenada por las tasas administrati
ducción. vas f: las redistribuciOnes eclesiástica$, empobrece y piole-
Reciente¡rrente, había aceptado Ia tarea de exponer," en tariza más que nunca, alzando, al campesino pobre periódica-
un diálogo con una epistemología manista bastante descon- mente y a un tiempo contra las exacciones feudales, las exac-
fiada para con la historia, de qué manera se integraban los ciones reates y la libertad de comerclo.
análisis de Ernest Labrousse en la teoría de los modos de La conjunóién de esas temporalidades específicas conduce
producción. Me permito repetirlo aqul, a sabiendas de gue a la revolución.
rr:'
39. J. Meuvret, Etudes d'histoire éóonomique, París, lgl, p. 289. Aneurs¡croNEs Y PRoLoNcacroNBs
¡10. Vilar, cEl motln de Esquilactrd...r, á.rt. cit., pp. N2 y 241.
41. - P. Vilar, cHistoire marxiste, histoire en constiuction. Essai de
dialogue avec Althusserr, Annales ESC, I (enerofebrero l9,7r, W, 1ó1198, ¿Pueden ampliarse o prolongarse las lecciones de este mG
reproducido en esta recopilación, pp. 174 ss. delo?
32 EcoNoMfa, DEREcHo, HrsroRrA ESTRUCTURAS Y COYUNTURAS 33
svunrNnr.oc,r svunrcoursa
vruorsrH 'oHcgtflo 'v¡woltocu nt,
s€
36 EcoNoMfA, DEREcT{o, HrsroRrA ESTRUCTURAS Y COYUNTURAS 37
el índice de mortalidad subió de 12 a 17; diez años después, continuó investigando- sobre las sacudidas que podría
todavía se les decía a los niños que tiraban el pan:o'c¡Acuér-
-y
registrar el sistema (o los sistemas sucesivos) por el hecho
date del año del hambre!> La <imputación a lo políticoD ga. ds la sucesión de años buenos y años malos.
naba tereno. <Después de mí, la sequla', se ponía en boca de Al lado de los ,"6¡sulosreilobales y de las monografías re-
Franco;6 o también: gionales, de pueblos y de categorías sociales, haría falta un
imodelo Labrousseo aplicado sistemáticamente -incluso en
Virgen de la Magdolena la cimpuúación a lo políticon:, cuando el naciente Estado
Anda y le dices al Caudillo socialiita atribuye ciertas caídas al sabotaje, pero también
Que nos quiten los cardillos sus adversarios atribuyen todas lás dificultades al naciente
Y nos traigan habichuelas.$ Estado secialista.
En particular en la historia de la colectivización, habría
Recordemos también que, en casos semejantes, es el gana- que seguir una cronologia estricta para estudiar eI papel del
do el que sufre, y durante años. En 1971 fue la primerá vez iaño rnalou 1932, que no fue (malo' sólo para la URSS."
que alimentos artificiales importados pudieron salvar al ga-
nado mayor español de uua destrucción masiva. Pero, en
l9ó8, no ocurrió lo mismo en Chile. Producción de trigo en millones de quintales
Aunque la revolución de 1917 (imagino que la de marzo)
sea la única que cite de pasada Charles Tilly, sonriendo, como
Rumanía Yugoslavia
salida de una agitación de subsistencia,, yo no creo que se
pueda repetir, en las revoluciones rusa o china, la aplicación 1930 2692 22,4 35,ó 2t9
del modelo de 1789. Pero, lo mismo que la histoiia de la t93r 205 n2 3ó,8 26,9
Revolución francesa, y la del Terror, se han renovado desde 1932 202,5 13,1 15,1 14,5
que, al estudio de las condiciones bbjetivas en los <años rna- 1933 304,1 20,8. 20,8 18ó
lssr, s€ le unió el de las condiciones políticas y mentales,
alrededor de los años 1921-1922, 193I-1932, la hiitoria de la ¿Son discutibles las estadísticas soviéticas? Consultemos
transformación de la sociedad rusa no podrá, corno hace aún las de los países vecinos. No hay rnás historia que Ia com-
demasiado a ¡nenudo (y por otra parte, en cualquier versión) parada.
desdeñar por completo, o contentarse con señalár, el proble- Claro que algunas reacciones siguen siendo específicas.
ma de la <desigualdad de las cosechasr, Este plantea i la vez Por eso hay que establecer las condiciones que no lo son,
los de alimentación, autoconsumo campesino, los de las dis- En Espala, con una economía dirigida, el miedo a la escasez
ponibilidades para el comercig exterior, que pueden dominar deterñina muchas decisiones hasta después del año 19ó0."
las posibilidades de industrialización y los de las relaciones Los años malos t950, 1952 y L954 tuvieron repercusiones'gra'
entre la ciudad y el campo, donde hay que pasar de un siste- ves en Yugoslavia, donde las importaciones alimenticias cre-
ma tradicional y simultáneamente muy irnplicado en el co cieron como la espuma (1952: 120 millones de dólares) mien-
mercio internacional, a un sistema de eiacción sobre el tras las exportaciones agrícolas descendían al 38 por ciento
producto agrario, que puede ir desde la pura y'simple .re-
quisa hasta el juego de fijación de ptecios, Jiempie más o me- de su valor de antes de la guerra. Tito, en un discurso (27 de
nos completado por un mercado libre. Todo ello se sabe, al septiembre de 1953) se niega a aceptar la explicación por la
menos de forma relativa. Pero no he hallado información sequía, y transforma la legislación agraria; en Hungría se
. 6!. l.lvlqtínez
(tesis de
Alier, La estabitidad det tatifundismo, parls, 196g
pxfo$, 1966; encuestas
71. Antuaire statistique de la France,1954, parte retrospectiva.
de pp.
1964), f-98.
-personal 72. I. L. Leal, Zes mécanismes de financement de l'indusftie par
68. Chiste habitual en lW. Observación del autor. l'agriculture dans la croissance économique de l'Espagne, 1939-1963' tesis
ó9. En castellano en el original; cf. fUariinez Alier, oj- á1., p. gA. del 3,e¡ ciclo, dactilografiado, pp. 4 23, etc.
70. Tilly, art. cir., p. 8.
;tt'r
de la demanda a la producción! Al contrario, le inquieta un s<¡ en historia, es desde hace tiempo un tema banal, y no
hipótetico futuro en que China, la India y la URSS 1ét 40 por sc trata de emular (ni de reflejar) los esfuerzos de excelentes
ciento del consumo mundial de cereales) hubieran superádo centros de investigación y de publicaciones que, sobre todo
definitivamente la udesigualdad de las cosechas> (p. 7ó). ¿eué cn los países anglosajones, han estudiado y siguen estudiando
sería de los vendedores? Y esto le confrere todo su sabor a <la historia de las empresasD. Un ensayo francés en ese sen-
otra visión del hecho coyuntural, la expresada hoy por Alfred tido podría justificarse en la medida en que dispusiéramos
Fabre-Luce: cn particular sobre la empresa francesa, de abundantes fuen-
"El pueblo americano pagó con eI alza de sus
precios alimenticios tes monográficas. Vemos que, por el momento, los archivos
el suministro de cereales a los países
comunistas defi.citarios. ¡También hay unos límites pára el abiertos y utilizables son limitados; lo confirma el fracaso de
sacrificio!" (Le Monde,l de diciembre de 1973) (sic\. una revista especializada hace algunos años.
¿Por qué no? Cualquier <pueblo> paga con un alza d.e En el Instituto de Historia Económica y Social orienta-
precios la exportación de los s/ocks acumulados en tiempos mos con un espíritu totalmente distinto nuestras investiga-
ciones de seminario sobre la noción de empresa. La histo-
'le abundancia. ¿Quién lo sabía mejor que las masas del ria económica no tiene interés a nuestros ojos más que si
siglo xvrrr? Frecios altos y precios bajos, óonsumidores y co-
merciantes, <crisis) a distintos plazos y en los dos seniidos aclara y critica la teoría recurriendo a 10 concreto; pero esto
del término, <imputación a lo polÍticou y luchas de clases, exige que lo concreto sea examinado con un mínimo de rigor
penetración de la ideología en la teoría: el mundo todavía no teórico. Y si, según Colin Clark, la historia es una ciencia
está regido por las armonías fisiocráticas; el <año malo> con- <más elevada> que la economía, porque su mateiia engloba
tinúa siendo una fuente de lecciones para nosotros. a lo económico en un complejo más amplio, el oficio de his-
toriador consiste precisamente en elevar los instrumentos
teórices del- econo¡nista al rangó'rié .iostrumentos teóricos
para la histbria, o sea, para el análisis global de las socie-
deaés:-*" ^ --
geridas por la historia del pensamiento econóndco en sus tuar, y a qué nivel exactamente, la libertad, la posibilidad.y
diversos es.tadios. Finalmente, un buen número de ellas nos iu iárpontiuUilidad de combinar los factores de producción
resultaban fainiliares desde tiempo atrás por la naturaleza de y ¡"gur el juego del mercqd#? No es fácil captar, en la prác-
nuestros propios trabajos persónales y los campos que nos íiJu j' ta rióriá del capita$smo contempQráneo, con qué cri-
habian permitido abordar. terioi se decide la designación, e4pleando la pal4bra uem-
Actualmente, tras una época de dudas y eclipses, corres- presa), unas veces de una mera uiridad fécnica de explota-
pondiendo a tiempos de crisis y tiémpos de gueria, la noción 1r otras, de enormes pirámides económico-financieras'
y palabra misrna-, empresa recobra en la vida económi- ¿onáe se complican y se velan, en distintas escalas, las
"iótt,
ca,-la
e incluso en la vida cotidiana, una presencia insistente, relaciones entré propiedad y disposición del capital, entre
casi obsesiva, no desprovista de una tendencia a la mitifica- poder de decisiói (éconómico o técnico) y adecuació4 del
ción, tanto en la publicidad y en las <ofertas de empleo¡r d.e producto. Ahora bien, si la uformación de capital> está reco
los periódices como'en los títulos deslumbrantes. dé hs re- nocida hoy comg motor principal del crecimiello de las eco'
vistas, tanto en la peor de las vulgarizaciones como ;; ,;- nomías, y-habitualrnente sale a la luz enr los cálculos macro-
flexiones teóricas del más alto nivel, o incluso en ensayos de económióos de las diversas contabilidades naoional€s,''rto €s'
síntesis a medio hacer, como los tres volúmenes de púf pu- menos útil el mismo fenór-neno .en la ernpresSr (aspecto- con'
blicados bajo la dirección de Bloch-Lainéry Frangois perroux.' creto de idéntica relación social\, para etr conocimento de los
En un sentido, el .boom¡¡ capitalista de los áños sesenta mecanismos de base; señala pues, Por lo menos tanto y tal
parecía susceptible de renovar el <poder de sugestiónn de la vez más todavía que las constataciones globales, el esfuerzo
teoría schumpeteriana del empresario; de la que Frangois de análisis y de observación del historiadpr
Perroux dijo un día, en un resumen que quería asociai al Sienpri rientro de las sugerencias de gctualidad,' desde
triunfalismo del historiador de antaño át ,igor del economis- los años. 19ó0'19ó5, se plantean otros grandes problemas err
ta de nuestros días: <.Esta fórmula de económía pura es una torno a la noción de etnpresa, Pqr !1 ,(reformat de la econo'
sublimación de la epopeya de la empresa moderná.r Además, mía en los paÍses socialistas;,esa (reforma> llama la atención
e.l hgcho de que.Frangois perroux, én la misma presentación de los gbservadores occidentales, hasta el punto de que algu'
de la'Theorie der wirtschaftlichen Entwicklung (1912), no nos de sus, trabajos parece que hacen datar en su aparición
dudara en aproximarse a los péríodes de l,histoile sociaie du el interés que presenta, el funcionamiento de las economías
capitalismc de Henri Pirenne, de 1913, nos incitaba también, socialistas; pero se trata.del funcionamiento de <la ernpresa',
tanto a asociar una vez más las coyunturas intelectuales a con reservai sobre la validez de las equivalencias semá'nticas;
las c_oyunturas económicasn como a ámpliar las consideracio- ¿hay que entender por esto también aquí la unidad de pro'
nes histéricas ss!¡6 <la empresau, mucho más'allá de los áucti¿n (o de venta) exclusivar.nente como se entiende en ge-
horizontes del capitalisrno industrial. En fin. Schumpeter v neral? ¿Y quién decide. las crgaciones¡ las transformaciones?
Pirenne habían hablado menos de <empresaD que ¿e .em- Como máximo, en una planificación centralizada, el (empr:e'
presarior; en la actualidad, en, cambio, se pone to-do el acento sario', individual o colectivo, es el único respo:rsable de"la
en (la_ empresaD. ¿Se trata de una despeisonalización? pero planificación. La eventualidad no es tan paradójica como_ po-
está el <managerD, el <PDG>, el (promdtorr. y precisamente d4a parecer: la economía,albanesa, después de todo, no debe
Schumpeter, dándole al término -innovación su más ;;ii; de sei una empresa más desmesurada que la General Motors.
sent-ido (tanto descubrimiento como invención, novedad' en
los intercambios y en la financiación, tanto coÁo en las t¿o
nicas de producción), autonzaba toda extensión de su teoría. Estas evocaciones de actualidad muestran en primer térmi-
en el sentido de la no la frampa de las pala,bras. Y en consecuencia sus leccio-
"Führerschafto, !t las más diversas formas nes: lecciones en el espacio, lecciones en el tiempo. ¿No haría
de iniciativa en materia económica. Sin ;;t;;eál ¿-J;;" ;i
falta, para cada país . sgcialista, lo mismo que antaño para
cada invención burguesa, seguir las pautas de elección del
..lr L Blcch.I¿iné y F. Perroux, L'Entreprise et l,Economie du XXe vocabulario antiguo a la hora de designar unas cosas Ial vez
siécle, París, 1967 -1968.
r
46 rcoNoufe, DEREcHo, FrrsroRrA ESTRUCTURAS Y COYUNTURAS 47
nuevas? Y ¿estamos seguros de haber tenido en cuenta, en (quienes se encargan de las minas, los espectáculos, las cons-
nuestras traducciones, el sentido real de esa elección? ¿No es trucciones, etc., los negociantes de mar y tierra, etc., los asa-
acaso divertido, a la vez que <management> se convierte en dores, los pasteleros, los cabareteros, etc.>. Los et ceetera
un término francés, ver a los anglosajories apasionarse por son de Cantillon, que subraya, por ese procedimiento, como
la historia <<entrepreneuriate"? Cuando Charles Morazé, al por el voluntario acercamiento entre las minas y los espec-
final de sus Bourgeois conquérants,, concluyó: <Los empre- iáculos, los negociantes y los asadores, la extensión y hete'
sarios... derriban la vieja sociedad..." ¿hay que entender que rogeneidad que quiere darle a la noción empresa, para llegar
identifica al <empresario' con el <burgués"? En su a lo que, en su mente, es el criterio principal: (emolumentos
"índice
de conceptos)r, no se descubre ni uno ni otro, pero el hallazgo inciertos" en contraste con (emolumentos fijos". Tienen
no es fortuito. Sólo que la historia de la Empresa no pueáe (emolumentos fijos":
ser ulra suma de historias de Empresarios.
Habría pues que hacer una historia de la palabra, de las el general que tiene una paga, el cortesano que tiene una
palabros. Porque, claro, <empresarios> precede a (empresa) pensión, y él criado que tiene un sueldo' Todos los demds
son empresarios, ya se hayan establecido con un fondo para
y (empresa), en su ingenuo primer sentido de acción de em- llevar su empresa, ya sean empresarios de su propio traba'
prender, es a la vez menos concreto que empresa en sentido
de fábrica o de tienda, y menos abstracto que la empresa
lo, sin fondo alguno, y entonces se puede considerar que
viven en la incertidumbre; incluso los mendigos y ladrones
(conceptoD en vías de convertirse en una ideología. Sería im- son empresarios de esta clase...
portante seguir los pasos, el deslizamiento de la acepción se-
gún la función de su empleo, los hechos que relegan al olvi- No se podría ser más amplio ni más claro' Y el primer
do el núcleo semántico original, en particular del sentido de intento de juzgar una industria según la relación numérica
iniciativa al sentido de gestión. ¡y al revés! Es cierto, por entre sus exigencias de capital y sus exigencias de trabajo es,
,,.,,ejemplo, que la teoría de Schumpeter es una reacciór, corrjru para Cantillon, el ejemplo del aguador, sus dos cubos y su
la tendencia del siglo xrx a llamár (empresarior a todo pro- jornada.
i,'- . pietario o todo gerénte de una unidad tÉcnica á" ;r;d;;j;",
y no únicamente al innovador; mientras la asoóiación, tan
La observación de una sociedad subdesarrollada sugiere
pues, tanto para la (empresa) como para la <industri¿>, url
natural hoy día,'dé los dos abstractos gestión-empresa deja sentido simultáneamente extenso y vago, y que algunas veces
enten{er, y no con inocencia, que la gestión de toda unidád sobrevivirá mucho tiempo; un clía, un limpiabotas español
económica, cualquiera que sea, es uná iniciativa continua de me rnostró, con un guiño de ironía, su carnet de "industrial".
creación o de transformación. ¡Apologética implicación! De hecho, lo que Cantillon define históricamente, es la visión
Todo ello incita a remontarse a las fuentei, a los oprimi_ de un asalariado del Antiguo Régimen *paga del general,
tivoso. Por lo menos hasta Cantillon, en quien se dibuji pri- pensión del cortesano, sueldo del criado- frente a una pro-
mero la sacrosanta tripartición tierra-trabajo-capital, r"ntir- liferación de uempresarios de su propio trabajo>, incluidos
ta-asalariado-empresario : . todos los oficios menores. ¿Se cita lo suficiente en las des-
cripciones de la sociedad precapitalista? El genio de Canti-
Sólo el Príncipe y los propietarios de tierras viven con llon me parece estar menos en esa *lucidez>, en esa (penetra-
independencia; todos los demás órdenes y todos los habit,¿n_ ción incomparable" ante <la función económica y sociológica
tes están a sueldo o son empresarios..., del empresario>, que le atribuye una nota de M. Salleron,'
que en la presciencia del futuro papel de esa función. En la
El campesino es empresario; el cojmerciante, el artesano sociedad observada por Cantillon olvidemos que es la
y el que hace paños son empresarios; pero lo son también -no del
sociedad contemporánea a la redacción Essai (1733) y no
la de su publicación (1756)-, el empresario, al igual que el
2-. th,Morazé, Bourgeois conquérants, parís, 1957, asalariado, sigue <dependiendo>, nos dice, de la realidad aún
R. Cantillon, Essai sur la nature du commerce en général, ed.
--_1._
INED, París, 1952, p. 33 (1.¡ edición lZ55; redactado co' a'nt.¡áii¿a¿
a 1734).
4. Ibid., p. 33.
48 BcoNoMfa, DEREcrro, HrsroRrA ESTR,UCTURAS Y COYUNT'T'RAS 49
dominante; o sea, de la tierra. Pero al cdnsiderar a todos los pará. encoÍrtrar colaboradores, capaces de rnanejar varios
que cviven de lo incierto)', se'observa ya que ctodo el true- idiomas, para una encuesta que debería ser internacional.
que y la circürle4ón del Estado se producen por [su] con- El último (y'más alejapr$ origen de esta encuesta sobre
ducton. Esa es la verdadera previsión del futuro de la em- (empresa y beneficio> se Sit& justamente fuera de Francia,
presa. en efecto, pues se trata,de'rnis propias refle*iones sobre la
Ahora bien, la evolución debió apresuiarse, porque, desde formación de capital ,en la Cataluña española, desde atlrede-
176ó, Türgot, en sus Réflexions iur la formation et la ciicu- dor'de 1700 hasta más o menos el'año 1800.' Iias formas me
latiwt des tichesses, enfrenta, en el campo industrial, a <los parecieron lo bastante distintas de lo'que normalmente re-
empresarios de manúfacturas, maestros fabricantes, todos cuerda la historia económica, por ejemplo de,Francia en
ellos dueños de grandes capitales, que revalorizan haciendo Inglaterra, como para que haya que imaginar uRos procesos
trabajar por medio de sus-adelantosr, con los <simples arte- distirttos al inicio de la revolución económica del siglo xvrrr.
sanos, gue no tienen'más bienes que sus propias minos, qu" Tanto en el espacio como en el tieinpo, se puede constatar
no adelantan más que su propio trabajo-diario, y no tieien la ,alternancia, ,e la coexistencia de cristalizaciones masivas
mds beneficio que su salario>, mientras lamenta la insuficien- de capital monetario, y floraciones <liliputienses¡ de inicia-
gia e¡ el campo agrícola" cde hombres' ricos ,que tengan tivas econémicas, sin que, pueda adelantarse querlas primeras
grandes capitales para emplear en las et presas agilcolas .L ,n. serán invertidas de forma productiva y las últimas progre-
sarán,sólo a <paso de tortuga>.
Así pues, de Cantillon a Turgot, a través cle ias palabras "El empresario de su propio
trabajo>, tal como lo vio Cantillon, puede per.fectamente es-
y sus asociaciones, se capta la evolución de las nociones de
empresa y de salario. También se podría intentar el análisis tar en los orígenes de una acumulación produetiva; ptreden
de beneficio y capital. Otros tantoi conceptos (recogidos in- existir (grandes capitalesr, los deseados pór Turgot o Young,
genuamente>. Resulta que sóIo la historía- sin ser creadores. Veremos que la enorme constitución de
y textos en unión- puede criticar la <ingenuidad.*
-aconteiimientos fortunas en manos de los arrendadores de impue5tóia, en
dg gs¿ Francia (<fer:rriers genéraux>), por ejemplo, seguramente me-
<recogidan.
rece el nombre de primititta al no tener nada en común con
la reproducción capitalista, aunque no rnerece en absoluto
Ilasta ahora no hemos hecho más que seguir ilústies ejem.
el de previ¿,r porque no prellldió nada nuevo.6 Al contrario,
plos, los'de Henri Hauser sobre la iaraUla t los arrendatnientos de derechos señoriales y reales en Cata-
luña, aunque de la misma naturaleza que la *Ferme généraler
*industria>, los" de Lucien Febvre sobie <civilizaciOnr'y-.ca-
""""áp¿ó-á" francesa, son realmente una,forma de acumulación previa,
pitali'smor*. Hu6iésemos deseado llegar md leñ;i;;;n;;
porque,: dispersas entre las rnanos de comerciantes o maes.
coicepto de empresa (lo hemos heótro más bíén en torno al tros-artesanos,. consiguieron introducir su producto en los
de beneficio), por medio de una confrontación de io, i"*tó, circuitos del capltal comercial y ñnalmente industrial, sin
con los
.conc.eptos teóricos elaborados sucesivamente por la olvidar los de la modernización agrícola. Lo que importa,
economía clásica, por el marxismo, y las distintas formas de pues, son menos las dimensiones de l¿5r ganancias eh la
pen_s_amiento económico contemporáneo.
crlspide que el mecanismo, de .su empleo <en lá base>. De
.. Y por otro l1do, hoy p-árecé que es urgente someter el
discurso económico a tódos los niveles
ahí el interés, y la neeesidad, de la microobsei-vación.
ta ionu"rsa- Ello revela también que no existe identidad entre el nivel
cjón y la gorqespondenciá hasta el teorema-désde
cie4tlfico, pasan- del empresario y el de la empresa: la empresa del siglo xvrrr
do por todos los estilos de periodismo-l, al andlisis d.á ástruc- puede perfectamente no ser más que una realidad (o, si se
tura que proponen los lingüistas para otra clase de *discur_ quierei una ficción) co.ntable; pero, en la proliferación de
sos), en particular el discurso político.
Desgraciadamente, en ese esfuerzo colectivo tropezamos 5. P. Vilar, La. Catatogné d.ans I'Espagne moderne, París, l9ó2, 3 vols.
con dos obstáculos: la débil formación económica de base de ó. J.-F. Gama, La nature de I'entreprise économique de la Ferme
los estudiantes de historia a nivel de erudición, y la ¿incuitaá Générale au XVIIIe siécle. Accumulation et emploi du capital par les
fermiers généraqx, Memoria de maestría, París I, l9ó9.
50 ECONOMfA, DERECHO, HIST.ORIA ESTRUCTII'RAS Y CoYUNTURAS 51
{compañíasD, ¿dónde se coloca el rempresarion? ¿Es e1 "h9q- nan el d.esarrollo industrial>, paradoja que significa soliamen-
bre d-e negoqi&$?, cuyo poder de enriquecimiento y de deci- te: cuando los índices del beneficio se derrumban en el seno
sión depeñdu¿del ttú*"ro y de la irnportancia de las coI4pa' del capitalismo comercia\ * busca compensación en las in-
ñías en- tas qrre está *interesadou, por haberse conformado versiones industriales, a nivtü individual o a nivel estatal. Es
con.invertir éapital en el'las'o simplemente controlarlas? ¿Es inútil añadir que semejante hipótesis de trabajo, nacida de
al. contrario el'gerente efectivo de la unidad de intercambio la observación del Portugal de Pombal, no ailararía real-
o de produceióñ (üenda, buque, fábrica... ), subordinado,e-n mente el fenómeno y. su teoría más que si se verificase masi-
aparióncia al aapital qu€ no le pertenece, Pero responsable vamente por medio de, la historia comparada. Pero la crisis
réal de su reproducción, de su ampliación? de 1929, con los bosquejos de industrialización que provoca
Esa cornileja relación entre capital financiero y célula en América Latina, y los intentos,de aautarquía> en la misrna
económica de' 6ase sugiere una proxiulidad un'parecido en- Europa,'podría ser reexaminada desde ese prisma.
tre log sig,los xvr, xvrri'y xx, mientras que en ql xrx:Y-eui; Sin embargo, la investigación sería arln más interesante a
zá9 tnrnblén el xvn- sé manifestó r¡na preferencia hacia. el largo plazo. De los Descubrimientos a la Revolución indus-
capital individual,,o más bien familiar, en torno a su gestión trial, lia historia, de los beneficios en el gran comercio es una
y. iu reproducción po¡ autofrnanciación, Pero los lugares ylos regulariTación y urna disminución de los riesgo.s, pero también
rro¡nentos eR que triunfag esas tendencias, ésas preferencias, un descenso tendencial, de los lndices,medios de benefióio,
pueden revelar, gracias a una encuesta sistemática, los fac- que está en la lógica de un aumento, de la,competencia en los
tores'de los que depend.ieron. mercados lejanos, antaño reservados. Muy probablemente
Las tendéncias coyunturales seguramente favorecieron ese descenso tendencial de las tasasrde beneficio comeróiales
una sucesión de diversos fdpos de ganancics. Me permito re- y col,oniales de finales del siglo xvru (aunque.debería demos-
cordar que en l9ó0, en Estocolmo, habla señalado la historia trarse mejor) tuvo que hacer resaltar más la enorrnidad -+n
del movimiento de los beneficios como una de las tareas po' sentido etimológico- de los primeros beneficios industriales
sibles; .tal vez la principal, a asumir poi :el historiador-econo' cuando las innovaciones técnicas inauguraban una prodtrc-
mista.? Y ha sido exactamente una tarea de ese tipo la que ción en masa. En un sentido, nla'auentur¿x cambiabá de te-
ha,realizado desde entonces, respecto.a unos episodios con- rreno.
cretos, la New Ecsnomic, History. ¡Pero tal vez, se pudiera Por fin, en una fase más próxima a nosotros, el descenso
ampliar más todavía el, sentido de ese intentol El estudio tendencial de esas mismas tasas de beneficio industrial anun-
estádístico de los juegos de la rentabilidad sobre'la hipótesis giado lor Ma'm; se.verificó realmente a finales:del siglo xrx.
de la inúgstigación espontánea de las rentabilidades máximas Pero habría qüe,observar, en cuanto al xx, la interiención
pomo una cáracterística de la empresa, no adquiere verda' y. la función, según los lugares y las épocas, de la otra previ-
dero valor más que si se aplica a.unos fenómenos estructu- sión de'Manc, <las infltrencias ópuestásu: superpoblacién re-
rales, como relr €l caso de la abolición de lF esclavitud, o -a latir¡a, comercio exterior y priviiegios coloniáles, parte redu-
tendencias de larga duración, como el caso del dcscenso de cida de los diyidendos distribuidos, concentración, monopo-
los fletes marftimos. lios y, finalmente,. intervencionismo estatal. Así se, justific&;
Nos encontramos ante una sugerencia del mlsmo género, la proximiddd entre algunos rasgos del siglo xx"y
que ho llega al élculo, pero hace desear quc 8€ lntcnte, cuan- otros del xvr, o del xv-ir¡ lexpaniión del ópital ñ"u"-"iiuo¡
"fgu"ó"
do Vitoriño Magatl.ráes Godino, en P.rix et monnalcs au Por' mercantilismo,,imperialis-ó).'la historia, mas general está
tugal,'aflrma que crisis y la deptesión comcrc¿ales domi' vinculada esoq vaivenes de los caracteres de -la ,empresa,
"la entendiendo -a
empresa en el sentido más amplio. fero nb nay
7. P. Vilaf;, économique et;analyse hhloúquc:,^Prcmiéte historia de la empresa sin historia de las taias de beneficiol
"Croissance
Conférence iniernationale d'histoire économique, Estocol,mo, /9ó0, ?arls' de ahí la vertiente doble doble- de nuestro pro_
L¿t iTaya, 1960, reproducido en Crecimientq, y. Dccarrollo, Arlel, Barce' yecto dg encuésta: <Empresa -y elytítulo
beneficio.o -
lona, 1974, pp.. 17-105.
A. V. iVügalháes Godinho, Prix et Monnales au Porlugal, 175A'1850'
París, 1955.
1:2 ECONOMfA, DERECHO, HISTORIA EsrRUcruRAs Y coYUNTURAs 53
5-
54 EcoNoMfA, DERECI¡o, rlrsroRra BSTRUCTURAS Y COYUNTURAS 55
palma. Y no está rnuy claro (en eualquier ctrSo; lo sugería o los marginal,istag, que eliminaron el beneficio de las ecua-
uno de nuestr6,estudiss) si las empresas corl:üIl mayor dina- ciones de equilibrio;. corresponden a una época de inquietud
mlsmo no obe&oen rnás a la coyuntura que al cálculo, tantas y estabilización, much*;'Ieces de malthusianisrno. Se pue-
veces inexistente. de advertir un contrastb del mismo tipo entre Schumpeter
y Hicks. Después de 1950, la vuelta a una concepción del be-
nefi.cio global, confundido con la inversión, marca una fase de
.Desde entonces la esperanza de un futuro racional más o vivo crecimiento y buena conejenci¿ del capitalismo. Fero
menos lejano no nos exime de la preocupación de estudiar desde 197012,los s-ignos han sufrido un cambio.
un presente, un pasado reciente, un pasado lejano donde el Y pe¡a el historiador, esas alternancias ,de, sbuenar'V
juego empresa.beneficie-crecimiento aparece,al mismo tiempo <rmala> conciencia en torno al beneficio,,no son un tema de
como determinante y determinado, en constante relación con reflexión infructuoso en aquellos que hacen profesión de
la historia más general. Los resultados globales de las uem- investigador en relación con la carga peyorativa, siempre
Fres?sr individuales o colectivas, en sentido m{s amplio, se persistente, que,la palabra no ha dejado de llevar. cEspíritu
ilamaron crecimíe-nto y cambios de modas de ptoducción. de empresar gs noble, (espíritu de beneficior vulgar. Los que
Tarnbién se llernaron cri;is y factores de subdesartolla. Por cviven de modo inseguror, ponen sus riesgos por delañte
eso es importante el estudio histórico: t la vez a nivel global para,"llegado el caso, exigir muqho; pero ese
"muchoD choca
y a nivel de los micromecanismos de la acumulación, no para cgn la irnaginación, y prorrto parece escandaloso para aque-
enfrentar los scasos concretosD a los *modelost, sino para qps que <viven de folma fijm una, segurldad generalmente
sortear los, dos escollos en los que la historia económica ha mediocre, a rnenudo miserable, y a veces amenazada (el paro
naufragado tantas veces: la hagiografía del empresario, y el existe). Beneficios de especulación, beneficios de innovación,
mito de l4 egrpresa abstracta. Algunos de los estudios hechos beneficios corrientes de empresa, renta de,la tierra o interés
bajo nuestra mirada precisaron los rasgos $e t{ ! cuat del dinero: Marx, al unirlós ,.,nu sola categoría, se ha
novador: un Montgolfier, hablando con propiedad, inu.enta surnado de hecho a la opinión"ncomún, que apenas los dis-
el salariado, lo que es más importante que la ¡tlctntgoltiére. tingue.
Los maestros de forja, hacia 1800, saben ya practicar el Ciertamente, todos saben que la Edad Media condenó
cálculo de previsiones a medio plazo. Pero en cambio, cuán- cualqüier clase de interés del dinero, por temor a la usura,
tos ,productores .l9l siglo xrx en la industria textil no se cruel experiencia; se puso en el punto de vista del consu-
fijan en el benefrcio máximo, sino en el medio, €nllna ver- rnidor; fue, según Pirenne, menos (acapitalista> que <antica-
dadera obsesión por la superproducción y la crisis. Es, pues, pitalistain. Pero no sería difícil demostrar que se idmitió un
importante siluarse siempre dentro de una coJruntura y 4t2 interés corriente, moderado, en todo tipo de-operaciones: hay
sector. La misma actitud para con el beneñcio la prác- .beneficio', y por ello escándalo sólo por encima de un ciertó
ticar'en la teoría, en la ideología dominante- -en
revela a me- interés admitido comúnmente; el siglo xvr lo pone en evi-
nudo profundos fenómenos. dencia a través de la reflexión que inspira á los teólogos el
En particular, sería tentador relacionar las fases de ex- nuevo comercio. Un usurero del Franco Condado, contémpo-
pansión y contracción del capitalismo con las corrientes ideo ráneo suyo, persegqid.o por haber retenido, por encima lel
lógicas y las direcciones teóricas (menos alejadas, de lo que 8 por ciento declarado, un 4 por ciento adicional sobre uno
pudiera creerse) que sucesivamente exaltan, o rninimizan, las de sus anticipos, se defi.ende porque <bien tenía que dpru
nociones de producto neto,. de plusvalía, de excedentes, ais' vecharle su dinero para algo>. Los españoles de la misma
ladas o no de la noción de beneñcio. época, que vivían gustosamente de rentas, detestaban a los
Mam podría pasar muy bien, en esa perspectiva, por el genoveses que ganaban el <chento per chento> al introducirse
teórico socialmente irítico, pero económicamente deslumbra- en el circuito Europa-metal americano. Los beneficios muy
do, de una fase de desarrollo; mientras que Bóhm'Bawerk, grandes atraen, pero también indignan: Una de las últimas
que defendió en su contra el interés (aunque no el beneficio), memorias de máestría de nuestró Instituto, la del señor
EsrRUcruRAs y coyuNTURAs 57
5ó ECONOMÍA, DERECHO, HISTORIA
litar ycompañía financiera. Y lo mismo se puede decir con
Christophe Charle " muestra estupendamente que en los rllti- respecto a Lenin, el papel de los conceptos descubiertos por
mos años del siglo xrx, Zola, el banquero especulador y el Man y su aplicación concreta en la planificación, esa nueva
ingeniero saint-simoniano, dudaba entre la condena y la ad- forma de cempresa>.
miración, porque sus nociones sobre .el Dinerot, el crédito,
el beneficio, el capital, la banca y la bolsa, seguían confusas,
como seguían confusas (es correlativo) sus nociones sobre la La cuestión fundamental (á¿Qué parte del producto será
aportación y el proyecto de Marx. invertida?>) se decide a nivel de empresa. Pero no se aleja
En cuanto a este último, pudo, muy conscientemente, pro- mucho de las cuestiones: "¿Quién posee o adquiere los me-
poner un análisis no <intuitivo)r sino perfectamente elabo- dios de inversión? ¿Quién decide su empleo? ¿Y con qué fi
rado, de todas esas categorías del capitalismo, y al mismo nes?> Frailes roturadores, príncipes navegantes, <labradores>
tiempo hacer de ese análisis un arma ideológica, que plantea- emprendedores, capitanes de industria, planificadores socia-
se los problemas de la propiedad y de la eficacia real del listas. Cuesta creer que esos distintos tipos de inversores ha-
capital. De hecho, su teoría sólo se convirtió en un arma a yan obedecido a móviles idénticos, y que la sociedad que los
nivel de las masas, al combinarse con la carga pasional nega- rodeaba los considerase de la misma manera; cualquier salto
tiva que habían comportado, sucesiva o conjuntamente, las cuantitativo del índice de inversión tiene un significado cua,
palabras interés, renta, beneficio, especulación o acumulación. litativo, un sentido de estructura. Estas son las cuestiones
<Empresa' es menos compromeddb y puede servir, pues, que había planteado en 1960 en la Primera Conferencia inter-
por la "sublimación" adivinada por Frangois Perroux, a la nacional de historiadores economistas, para pasar, esencial-
contraofensiva ideológica del capitalismo. Un portavoz de mente, de la historia económica a la historia general. Por
la patronal francesa, en una entrevista concedida el 12 de ello, en nuestras discusiones de seminario, no hemos dejado
junio de 1972, cita una frase de Jean Ullmo posterior a su de abordarlaS. Desgraciadamente, los trabajos que inspiraron
libro sobre .,el beneficiou: siguen dispersos, puntuales, elegidos a tenor de las posibili-
dades individuales y las fuentes existentes. Sólo deseamos
que un mismo espíritu, una misma problemática permitan
La ernpresa tiene por finalidad superior, aunque muchas algún día reunirlos en un conjunto."
',i veces inconscientemente, contribuir al surgimiento de una
nueva forma de organización social ...
PARA UNA MEJOR COMPRENSIÓN Por lo tanto, se imponía una diseusión. Afortunadamente
ENTRE ECONOMISTAS E HISTORIADORES: la inició Pierre Chaunu, a buen seguro el historiador de la
nueva generación que ha manejado la mayor cantidad de
¿ "HISTORIA CUANTITATIVA,
O ECONOMETRfA RETROSPECTIVA? * datos históricos en cifras. No digamos (cuantitativosD. El
prefigre }fa¡4ar-log fse{i3lgsD. E indudablemente, tiene'fázón
desde este primer momento, porque la historia económica
pocas veces consigue "cantidades> absolutas, mientras que
Desde hace algunos años, un grupo de economistas ha
puesto manos a la obra para elaborar (una historia cuanti' ha elaborado ya muchas series útiles.
lativa de la economía frances¿'. Se han publicado resultados. Los Cahiers Vilfredo Pareto publicaron esta crítica de
P. Chaunu entre una respuesta de J. Marczewski y una nueva
Y encabezando el primer Cuaderno, en una especie de mani- edición de su *manifiestou.'Y ya entonces su respuesta con-
fiesto, el promotor de la obra, Jean Marczewski, define lo que
entiende él por <historia cuantitativa".'
duce a un deseo de verdadera colaboración, lo que en un
principio parecía ofrecerse como sustitución. Con estas refe-
Tal promesa había de interesar por fuerza a los historia' rencias, el debate se revela útil. No puede dejar indiferentes
dores, y en particular a los historiadores de la economía. La
acogieron con respeto por el rigor científico anunciado. Con a los lectores de la Revue historique,
l asombro y admiración, ante la rapidez de sus resultados.' Y es que no se trata de una guerra de palabras, de un
Con esperanza, por anunciar los datos ya recogidos tan am-
control de etiquetas. Como diqe Pierre.Chaunu en una frase
plia y próxinm cosecha. precisa; ul-a confusión es.tá, por e",nci¡¡a de las palabras, en
I Si ese recibimiento pudo ir acompañado de ciertas reser- los métodos, ll un poco también en las mentes.>
',,i vas, no fue tanto a causa del desdén manifestado cortés- Tampoco es una guerra entre escuelas. Hace ya mucho
-y hacia
mente justiflcado- por la joven escuela <cuantitativa> tiempo que el Methodenstreit entre teoría e historia se zanjó
para los economistas. Hoy todos ellos declaran más o menos
Io que denomina "la historia económica clásicau. Fue a causa
de las consecuencias de ese desdén en las primeras raaliza' ser teóricos e historiadores al mismo tiempo. ¿Y puede re-
procharse a los historiadores, en 1964 en Francia, el hecho de
ciones que han visto la luz.
Ignorar a sus predecesores es a la vez ganar y perder no estar atentos a la economía?
tiempo. Descuidar las advertencias clásicas ya es correr un Como cabía esperar, el peligro ha cambiado de dirección.
peligro más grave; referirse sin críticas a fuentes üspares es Otra vez lo advierte P. Chaunu con unos términos excelentes: ,
levantar en el historiador una desconfianza insuperable, por- <El historiador no gana forzosamente nada imitando al eco-
que sabe que en un retroceso de un siglo o dos, las palabras nomista, ni el economista improvisándose historiadorr.' Di-
gamos que ha llegado el momento, para unos y otros, no de
sustituirse, ni siquiera de rodearse de barreras, ni tampoco
* Artículo aparecido en la Revue historique (abril 1965), pp' 293-312. de prestarse las técnicas (podrían prestarse técnicos), sino
Publicado con la amable autorización de los editores.
l. J. Marczewski, <Histoire quantitative. Buts et méthodesr, en
Histoire cuantitatí)e de l'économie frangaise. Cahiers de I'Institut de 3.
Cahiers Vilfredo Pareto, Ginebra, 3 (19$); J. Marczewski, qButs
science économique appliquée, 115 (julio 19ól), pp. III-LIV. et méthodes de I'histoire quantitativeD, pp, 125-l$; P. Chaune, aHis-
2. Ibid., J.-C. Toutain, I. <Le produit de I'agriculture frangaise de toire quantitative et histoire sérielle>, pp. ló5-175; J. Marczewski, oQuel-
1700 á 1858", pp. l-216; II. Suplemento al mismo Cahier (iulio 196l): ques observations sur l'article de M. Chaunur, pp. 177-190.
III. "La population de France de 1700 á 1959", Suplemento al Cahier 4. Art. cit., p. 1óó.
130 (enero l9ó3).
60 EcoNoMfA, DERBCHo,;'HtrsroRra EsTRUcruRAs Y coYUNTüRAs 6l
de asimilar pacientemente.las exigencias, actitudes y hábitos marinos,con, las alegrías dela historia corno ,inteligencia, la
cultura-*,complementarios, que' irnpidan a; los unos de Lucien Febv-re y Michelet, la, gre encuentra la:u¡¡¡¿"¿ 6"
-una
mov€rse con'tor¡reza en el espacio ecónómico;. y a los otros Io hurnano gracias a'un cieffi genio',específico? Frecisamente-
perderse cuando,retroceden en el tiempo Jean Marczewski O'o" u*1¿ftr.t(.dispuesto a. reconocer>.que un\
genio de ese,tipo puede alcanzar:un'<gfado inigualable ,de
fidelidad históricar, lncluso con.malos'instrumentosi Fero
Pero tal vez este modesto consejo ao convenga a la crisis su condena de esos instrumentos sitúa al histor:iador: rnedio
de crecitniento (y por lo tanto'de impacieñcia) que atraviesá al margen de Ia ciencia, pues no es seguro que todo el rnundo
el conjunto de'las ciencias humánas. F¿tscinadas por'los éxi- pueda tener genio¡ '.:t . ¡ : ,
tos de las'ciencias ffsicas, por los progresos de la teoría y de Naturalmente, J. Marczewski, en su crítica de 'los;<¿instru.
'los instrumentos de'lnformación, por las 'nuevas 'mátemáti- mentos' no piensa más quB en los historiadores,de la econo'
cas, ponen en el CálCulO Sus'€speranzas (lo cual está bien), y mía. Es a ellos a quienes se ha pedido qu€ realicen un,exa-
a veces su orgullo:(lo cual e5'prematuro!' men de conciencia. Al escuchar a Er4g-g;,fabroussg, habían
Las cienciás económicas, las rnáis. avanzadas con mucho creído poder entregarse a una arribición accesible a la vezr.¡*
en la formulación rnaternática de sus problemas, se creen con que exaltante: darle a esa historia inteligente tan difícil dé"
base ¡rara proponer tnodelos (en los dos sentidos de las dos alcanzat, o más'sencil.lamente, aun a esa ¿historia. razonada',
palabras). La sociología quiere ser son'deoi éstadístico, trama cuya in?ención atribuía Schumpeter a Matx, una sólida in-
de, estructuras. La estrategia¡ y pronto tarrlbién la polÍtica, fraestructura objetiva, que permitiera, por un acercamiento
que dice ser au forma más elevada, trabajan en la conceptua- sin lentitud ¡ri precipitaciones, reantidar los lazos entre eco-
lización de sus fines y la codificación de sus medios. iromÍa, sciciedad, vida política y espiritual, páia unos lugaies y
Fero la historia, que para bada espacio'de tiernpo y cada momentos determinados, en prudentes' síqtesis. Al llamar ;
parcela de terreno, se esfuerza por reconstruir una economía, <historia económica clábic¿o a ese esfuerzo lque paqece co- i
una"sociología, una política, una estrategia'-con las moda- nocer poco), y aI ver apqnlar, en un congr"to d*g, ecbnomistas {,
lidades de.pensamiento que se derivan y que las dirigen-, se en 1953, una <histofia cuantitatiüau, única'digna de ser lla- i
siente tímida ante tantas,técnicas por''ihtegrar, dudando de mada cíencia, ¿no ;;"t" l;;-M;;;kt,;-;;;;r#;i;; \
póder conjugar.las. Nota 'con satisfacción' el reconocimiento guntárselo, unas cuantas confusiones sobre los fines, las de- i
implícito áei carácter,.cientlfico de su objeto¡, que le fue finiciones y las posibilidades de la historia económica, si ./
contestado,durante tanto tiernpo. Desearía salirse del estado euiere ser ante toda h¿storia? ,
de descripción'impresionista y de upobre y pequeña ciencia
co5runtural*. .Pero'' sospecha que su vocació:r-r-g1rB-¡g*e5- análj- Ahora, Pierre Chaunu va a reprocharme que me meta en
', . y sincronía,- siñó-rot?ifiaci:61i" i-diá!.fgnÍtu *edgrge-_r¡ria
"
t' sis
-.,
infg¡frqgíon,menói,_frygmqnpri4.. {tr¡q .!a. sqya,. y sin*duda
el terreno de ra epistemologl:i; "esa mórbida Capúar, cuyas
i
(poeo I se"" üiéñi'f
'éñ'
i,ilü6)i-uñá" iñátei¡¿tica renovada uná vez
peligrosas tentaeionos'denuncia.u' ,
a recordar, no estaría tan mal. 6, Chaunu, art. cit., p, 1ó6, recuerdo de "Dynamique conjor¡cturelle
et histoire sérielle', Induitries, Bruselas (junio l9ó0), p. 371.
Y si tenemos miras más elevadas, ¿por qué no confor-
rf
7. Ibid., p. ló8, recuerdo de Séville et l'Atlantlque, Parfs, l9ó0, t. ^ ll.. P.. Vilar, et
Quantitativisme
"Tes ,primitifs espagnols de la pensée économique.
bullionisme', en: Hoinmage á Marcel natl¡iton,
VlIl, 2 bis, p. 1.957. número especial del Bulletin hispanique, l%2, lp. 26l-194, donde buscó
8. Ibid., p. l7l. el germen de los dos tipos fundarnentales de análisis econOmico iháy
9. Ibid., p. 169. trad. cast. Crecimiento y desarrollo, Ariel, Barcelona, lgl4z, pp. t¡fiOZl".
I
J1
Ahora bien, ¿puede un (acontecimento localizado" ser ob- menos aún su capacidad de síntesis" Para asegurar ese pro.
jeto de <explicación> y <estudio>? Caemos en la vieja defi- greso, no cuenta más que con una historia cuantitativa, co4
nición positivista que confundió tanto tiempo la técnica de métodos ent erament e cuamtit ativo s, e ínt egr ament e cuantito-
la historia con su objeto, el establecimiento de un hecho tiva en la expresión {e sus resultados.t'
con la investigación del fenómeno. Diríase que las palabras ¿Pero pueden ser udescritosu o "apreciadosD unos <mo-
<heEhos>, (acontecimientos>, <<relatosn, <descripciones> vie- dos de producción" (que abarcan una técnica y una psicolo-
nen así a conjurar, en los umbrales de la <rhistoria cuantita- gía), un (poder político y militar" de forma <íntegramente
tiva>, los manes de la difunta historia <tradicional¡n, a la cuantitativa>?
manera en que ciertos jóvenes historiadores glorifican a los Nos parece que, una de dos, o la historia íntegramente
jóvenes dioses de lo Económico alabando el arrálisis factorial cuantitativa es la única forma científica de la historia econó-
y los ciclos Kitchin. mica, y ésta renuncia a sus objetivos, o esos objetivos se
_ 9ir embargo, la historia, aplicada a un cierto tipo de
hechos (la palabra <aplicada> confirma aqul su calidád de
mantienen, y la historia íntegramente cuantitativa, al ser
históricamente parcial, aumentará nuestro poder de análisis
instrumento), extiende de pronto sus ambicioncs: lo mismo que los instrumentos anteriores.
I,a historia, aplicada a los hechos económicos, sc empeña
en dar explicación de la evolubión de lus eritructuras, des-
cribir los modos de producción, apreciar los resultados ob- 15. Ei término es marxista. Pero J. Marczewski no cuenta EI Capital
tenidos desde el punto de vista del blcncstur rrratcrial de entre los encuentros entre historia y teoría económica. ieué sentido
Ia población y del poder político y militar clel Estuclo.'. conferir entonces a .modos de producción"? La noción es fundamental
aunque difícil.
ló, E. Labrousse, "1848, 1830, 1789. Comment naissent les révolu-
12. Marczewski, p. rrr. tions?D, en Actes du Congrés historique du centenaire de la Réuolution
-. 13. Ibid., p. xxvrrr: qui, jusqu'á ces clor¡rle¡.r leurps, faisait de 1848, París, 1948, pp.
l'essence de l'histoire: la "Ce
9-12.
fait unique lócalisé avec prt{ellkrrr., 17. Marczewski, pp. rv y v, para el desarrollo completo.
14. Ibid., pp. rrr y rv.
66 EcoNoMfA, DERECHo, HrsroRrA ESTRUcTUBAS y coyuNTURAs 67
Pero es natural que, en su evolución, el economista busque Una vez establecido esto, ¿qué aporta lá historia cuanti-
conclusiones para la teoría, y el historiador conclusiones para I
tativa basada en el modelo de contabilidad nacional? El his-
la historia. toriador no tiene competencia suficiente para saber lo que
2. La uhistoria cuantitativa' es una invención reciente aquella promete a la teoría. Cree que pSede aportar mucho,
, de los economistas, (ya que se trataba más de colmar las aungue*.nada. ql+gvo o esencial, al análisis histórico. Final-
'-'.' t, '' insuficiencias del análisis económico que de venir en ayuda
mente, teme que páiá'él períódo (preestadístico" no haya
" '1,'.'de la historia".' respetado, en los lrrimeros resultados ofrecidos al público, las
' Entonces todo se aclara. ¿Pero no sería mejor, e4 lugar de reglas técnicas, las reglas críticas, las que derivan no de la
hablar de <historia cuantitativa>, decir econometría ietros- vocación, sino del oficio de historiador.
pectiva, al servicio del análisis económico y que utiliza la
técnica histórica para su construcción?
3. En cambio, la definición que da Jean Marczewski de La ventaja de los métodos cuantitativos J. Marc-
los "histeriadores economistas como Ernest Labrousse y sus zewski-, se reduce, en suma, a que desplazan-escribe
el momento
alumnos> es muy aceptable, a condición de que no suene a en que juega la elección del observador: en vez de inter-
reproche: venir duranúe la observación de la realidad por describir,
se manifiestan principalmente en el momento de la cons-
Se nos dice que no intentan enriquecer la teoría econó trucción del sistema de referencias que servirá para enume-
mica aportándole los datos de que carecía, pero se esfuer- rar los hechos convertidos así en conceptualmente homo-
zan, en cambio, en aumentar los medios de investigación de géneos. Ahora bien, la construcción de un sistema de refe-
la historia utilizando la teoría económica y sus áuxiliares rencias puede hacerse independientemente de cualquier preo
cuantitativos. A pesar de su indiscutible competencia en cupación que concierna a una narración histórica deter-
materia económica, son ante todo historiadoresit minada. Incluso puede hacerse bajo la forma de un esquema
,{ general, aplicable a todas las realidades de un mismo tipo.x
No quisiera hablar aquí indebidamente en nombre de na-
die. Y no osaría concederme un certificado de competencia Entonces la nueva historia cuantitativa introduciría la
que temo no merecer. También podría sostenerse que una objetividad de la observación en la historia. ¿Es eso exacto?
escuela cuya primera contribución fue la definición ¿e la ¿Y no hay alguna trampa en el método que propone para
(crisis de tipo antiguo> ha ofrecido a la teoría eco'ómica introducirla? .
<algunos datos de los que iarecíau y que apenas tuvo en Cuando: $im_iahd planteó las reglas estrictas de la obser-
cuenta. Pero hay un punto en el que mé extiañaría mucho vación de- p1éCigq y_';gJafas,-.Eu m-é.fpd"e.prjn9ip.el fep, d-e"nr-o¡-'
no estar de acuerdo con Ernest Labrousse y todos aquellos tr ar b g j _o q u é c on d i cip n e.s las.. cif r as". essrit4p, .en. uq ( o 9 u1y -e1t! 9,
que lo eligieron por maestro; el orgullo dé ser, antés que eran un dato obietivo. Exigía que se confirmasen, mediante
nada, historiadores. una crítica rigurosa, no sólo las garantías de autenticidad,
_ Me parece <iüe eisi está más claro el camino. puede, debe veracidad, etc., que son los habituales controles del historia-
haber una econometría retrospectiva, al servicio del análisis dor, sino también que no se tratara de <opiniones), (apre-
*:'.' econó*i9o, y de la que la hisioria ciaciones>, que no fuesen, por tanto, datos subjeliuos. Las
es, por el establecimiento
. . y la .crítica_de las fuentes, en el sentido de pierre Chaunu, cifras debían ser l¿ resultante involuntariq de un complejo
'' ''i "auxilíar>- Puede y debe existir una historia económica, al de decisiones o acciones (sea que esa resultante fuese un
servicio de la historia, y cuyo <auxiliar> es la ciencia econó- precio, una producción, un índice de natalidad o una renta;
mica, en el sentido en que le enseña los procedimientos, le lo que hace falta, es que la expresión cuantitativa obtenida
sugiere razonamientos, le precisa los conieptos y le ofrece traduzca objetivamente una realidad que no dependa del que
máximo- ungs modelos. la escribió ni del que la lee). En cuanto a la homogeneidad
-como que hay que buscar, es Ia del fenómeno cristalizado por las
22. Ibid.
23. Ibid, pp. xxvrrr-xxrx. 24. Ibid., pp. v-vr.
70 EcoNoMfA, DEREcHo, HrsroRrA ESTRUCTURAS Y COYUNTURAS 7l
cifras y la de las fuentes que I.o ofre,cen. Estas deben garan- zación monetária, y la otra la serie más fiable de los precios
tizar que no se hayan inodificado, en toda la extensión de la del trigo.
serie obtenida,,fu.;flefinición ni la medida del hecho observa- Incluso.,en Ia,técnica de la observación estadística, un
cio. Habiendo tomádo esas pr€caucibnes, se está en presencia promedio decenal, basado,en una división mecánica del tiem-
de un documento objetivo, y de la posibilidad de uná historia po, tiene menos sentido que un promedio ciclico basado en
cuantitativa, Esa conq,uista data de hace más de treinta años. el examen previo de las series. tlnicamente ese promedio
Nuestro problema reside incluso.,en extender el campo de cíclico nos -asegura que compararemos a largo plazo unos
esa objetividad investigando, fuera del terreno eeonómico, en grupos de años en los que la probabilidad de años buenos,
qué condiciones (por ejemplo de repetición) deja un texto de medianos y malos es. equivalente." El promedio decenal de-
ser,un <testimonioo, y el acontecimiento un mero uhechoo, forma la verdadera marcha del movimiento'largo.
para convertirse en el signo objetivo de un fenómeno histó- Así pues la nueva historia euantitativa olvida las antiguas
rico, ¿Textos-series, acontecimientos-series alcanzarán un día garantías y anuncia unas reconstrucciones bastante peligro-
significación estructural? ¿Construiremos' <modelos" históri- sas. Su mérito no reside en la fundación de una historia rn¡ís
cos? Por el momento ,la fuerza de la historia económica está objetiva. ¿Tal vez está más en sus fines que en sus métodos?
en ser la forma de historia basada en el documento que
menos depende de la intervención del historiador.
¿Será esto cierto en la nueva historia (cuantitativar? Me El modelo de contabilidad naciona-l
temo que no, puesto que entiende deducir de su modelo las
magnitudes que no encontrará ,en, los documentos, con sólo aprovecha la característica específica de los acontecimientos
que el número de incógnitas no sea mayor que el número de econémicos: el hecho de poderse expresar en términos de
ecuaciones.t unidades de valor y que, por consiguiente, son, en principio
Pues bien, las lagunas documentales son más numerosas conmensurables y agregativos,2T
gyanto más nos remontemos en el tiempo.'La parte de datos
deducídos aumenta a medida que la reitidad tlene mds opor- El economista plantea en principio esa (conmensurabili-
tunldades de apa.rtarse del modelo. Ciefiamente, tantd en dadr. El historiador tiene el deber de cuestionarla. A larga
tr700 como en 1900, producción más importaeión es igual a
distancia (ni siquiera m.uy larga) no se pueden comparar Ia
consumo más exportación más formación de capital. ¡pero expresión monetaria, el contenido utilidad ni el contenido-
signifrca lo mismo <formación de capitaln en 1ZOO qü" trabajo de unos bienes. No se pueden confrontar los nhteles
19.00-? El esquema, abstracto en apariencia pero nacido de "tt de nodos de vida distintos. Es inimaginable la cutilidad> que
realidades modernas, no sirve para verificar necesariamenfe le hubiera proporcionado un televisor a un hombre del si-
el análisis por unos datos y esos datos por un análisis. glo xvr.l Lo mismo que un promedia económico no trad.uce
Nombra las magnitudes por adelantado. Lai numera. Inter- el mod,elo social del nivel de vida. Por todo ello, comparar ál
viene en la observacion. ciudadano francés de l9ó0 con el de 1700 es un ejercicio
El no preocuparse por la ¿narración históricar presenta cuan:titativo absolutamente artificial.
pygs.ulos riesgos fundamentales y no asegura máJ que un Eso no signiñca que seguir el crecimiento, sus impulsos o
objetivismo formal. Estudiar Francia de 1700 a lg00 mejor sus estancamientos no tenga interés. Pero más vale seguir,
gg9 de l7l5 a 1815, o España de ló50 a 1800 mejor que-de uno por uno, los volúrnpmes de diversas producciones para
tó40 a 1808, ¿es ser más cobjetivo>? De hecho, unjserii sirve investigar qué es lo que tiende al crecimiento, que intentar
al historiador cuando agota las posibilidades de una tuente y captar conjuntos agregativos expresados en valor.,En cual-
no las suryra. l72b o 175ó son fechas, objetivarrienté impoi_
tantes para,el estudio del siglo xvrrr en Francia, porque una 26. P. Vilar, cRemarques sur lfistoire des prixr, Annales ESC (ene-
inicia la época de la <visibiñaaa económicar por ta á*tubiti- ro-febrero tl)61), pp. ll&115.
27. Marczewski, pp. vr-vrr,
28, Habla desarrollado estas tesis enla Conferenci.a internacional de
25. Ibid., p. xrr. historia económica de Estocolmo, 19ó0, París-Ia, Haya, 1960, pp. 35-82.
qt I
72 EcoNoMÍA, DEREcHo, HrsroRIA ESTRUCTURAS Y COYUNTURAS 73
quier caso, toda utilización de valores supone una periodi- constante. Esto le resta apariencia de precisión al análisis.
zación, una división cronológica sólidamente fundada para Le protege de generalizaciones ilegítimas. O, mejor, determi-
evitar la comparación de conjuntos cualitativamente dis- na el grado de generalización a que está autorizado el obser-
tintos: vador.
Me alegra encontrar esa misma preocupación en la expo- Aquí es donde se plantean realmente los problemas de las
sición de J. Marczewski, y en esto es donde pueden deberle relaciones entre eI análisis histórico y el análisis económico.
mucho los historiadores, lo mismo que a las escuelas de eco- ¿Cuándo y dónde cuenta <la historia cuantitativa> con hacer
nometría retrospectiva en las que se inspira. Su método de intervenir aI "hecho específico" que le reprocha a Mitchell,
ponderación móvil, que tiene en cuenta los cambios de es- Moore y Burns haber olvidado en sus trabajos sobre el
tn¡ctura del producto interior, y la idea de una tipotogía del ciclo? " Si sólo se trata de probar estadísticamente que el
crecimiento a través del tiempo son dos ejemplos de investi- crecimiento francés ya era (muy sensible> a mediados del
gación de interés común a la economia y a la historia.r, En siglo xvur, que se hizo más lento durante la Revolución
cambio, por qué dejar entrever su perar al no poder contes- francesa y la Primera Guerra Mundial, hasta la gran depre-
tar a la pregunta: sión de 1930," lo que es visible, sin grandes cálculos, es una
relación entre economía e historia. Una simple curva, muy
¿Cuál serÍa hoy, en función de nuestra escala de valores conocida, de la renta nacional francesa desde 1900, demues-
actual, el valor de una producción de hace tiempo, por tra desde hace tiempo a los franceses de mi generación que
ejemplo, la de Francia en 1700? r su historia, incluso Ia económica, se llama guerras y crisis, y
no (desarrollo autosostenido>. El problema es el estudio cro-
Pero, lamentablemente, el segundo cuaderno d,e Historia nológico, cuantitativo y cualitativo, de los mecanismos re-
cuantitativa no vacila en presentar, para el (producto agríco- constituibles que unen crecimento con crisis, guerras, evo-
I
it
Ia final" francés, una curya que, paitiendo de 1.185 mil-iones luciones y revoluciones. No es un problema seniillo. No ad-
de *francos corrientes> en 1700, termina en 1.464.700 millones mite soluciones unilaterales. Escribir:
de francos (galopantes) en 1950. .Deflacionando) para obte-
I
ner la expresión en francos de 1905-1914, se obtiéne un re- En cuanto al período anterior al siglo xvrrr, se observa,
sultado más razonable.,' ¿Pero utilizable en mejor medida? al menos desde la guerra de los Cien Años, una alternancia
No estoy seguro. de períodos de desarrollo y declive, que son esencialmente
Aquí, el historiador preferirá las precauciones anunciadas función de acontecimentos polÍticos,r
a las imprudencias de las primeras realizaciones. y esas pre- es olvidar el esfuerzo cuantitativo de los historiadores que,
cauciones aún le parecerán más útiles el día en que se re- desde hace unos cuantos decenios, reflexionan sobre h péste
constituyan las estructuras del producto global bruio y neto,
de la renta nacional, de la renta disponible, e inclusó de h f.tegra y el descubrimiento de América. ¿Acaso se cree que
los economistas no sacarían de ello conclusiones importantés?
población activa: campos todos ellos en los que el riesgo de En cuanto a la historia social contemporáned-, ¿es sólo
com-parar lo incomparable es particularmente importanie. una esperanza'de futuro, ligada al estudio cuantitativó de las
tJnicamente un estudio microscópico que puede contabilidades nacionales?
darle su parte a lo cuantitativo* al nivel -pero
dé las emprésas y
los tipos de remuneración puede asegurarnos que no estamos Explicados de esta forma, los cambios de estructura de
aplicando la misma palabra a unas realidades distintas. Ob_ Ia rentá nácional podrían convertirse en un instrumertto
precioso para los estudios de sociología histórica referid.a
servación y- conceptualización, microobservación y macroob-
servación tienen que controlarse recíprocamenté de forma
a los movimientos sociales, a la formación y el papel de
Ios grupos y las clases sociales...3'
29, .Marczewski, p. xr, n.7, y <Le take off en Francct,Cahier ISEA, 32. Marczewski, p. xxxrx.
serie AD, l, (19ól). 33. Ibid., p.'n-vr.
30. Marczewski, pp. xrr y xrv. 34. Ibid., p. x,vr.
31. Toutain, op. cit., II, pp. ffi, 65, l2g-129. 35. Ibid., p. xvr (el subrayado es nuestro).
74 EcoNoMfA, DEREcÉr,o, HrsroRra EsrRUcruRAs y coyuNTURAs Z5
Naturalmente. ¿Pero no se ha convertido lajhistoria cuan- I las principales diferencias entre las posibilidades do-
guo,
titativa ta existente en ese precioso instrumento? ¿De qué se cume-ntales dela estadísticar y las de la época pre- n
ocupó Simiandrlsino de la psicologla obrera ante el salario? estadísticar "época i:;i,
¿Y de qué E. Labrousse, sino de las contradicciones entre las . I ,, I
rentas y los conflictos entre las clases antes de 1789? ¿Es se- Es cierto que fluctuaciones de perlodo corto pueden
guro que el cálculo global del porcentaje de los tipos de;renta intprvenir bajo la influencia de factores coyunturalei, pero
nacional es el mejor instrumento para el análisis de las esas fluctuaciones no son profundas y su lócaüzaciOn 6 iu
clases? Ciertarnente, sería bien recibido. pero no es ni el eliminación son relativamente fácilesÍ
primero, ni el único.
De hecho, es rnuy importante sobre todo que cada disci- '¿Puede razonarse así
antes de 1800, incluso para gran
plina tenga un conocimiento exacto de todo lo que puede narte del siglo xrx? La crisis alimentica periódiea.no "sólo
ofrecerle la disciplina vecina, y de lo que ésta espera a carrbio. desencadena miserias sociales y sus secueias, tiene además
Del nuevo modelo de ¿historia cuantitativár, el historia- reacciones en cadena en toda lá economía; y la escasez pro.
dor utiljzará primero las definiciones. ¿eué es el *productor cura }!os enriquecimientos que la oformación de capitalu
nacional, ueto y bruto? ¿Qué es la srenta) nacional y cuáI bien debe tener en cuenta. sean cuales sean las conclusliones
es su estructura: salarios, cargas sociales, beneficios:distri- globales-y a largo plazo, despreciar el ciclo corto impide
buidos y no distribuidos, arriendos, dividendos e intereses? captar el mepanismo de la soCiedad antigua. Hoy inclusb,se
¿Qué es la renta disponible y cómo se calcula? ¿Cómo se enseña en las escuelas.
distribuye entre familias, administraciones o socieáades? ¿A Por otro lado ¿se pueden, antes de 1800, <suplir las lagu.
qué se llarnan disponibilidades nacionales, teniendo en cuá- nas informativasrs' sumando o restando agregadós? Cabía és_
lilr ta las operaciones exteriores? ¿Cómo elaborar una balanza perar_ establecer por lo menos unos cuantó".-Los'mbjores co-
{;: de pagos correcta? ¿.Qué métodos permiten un análisis útil del nocedores de nuestros archivos saben que eso es irñposible.
I ahorro, de la inversión y sus estructuras? ¿eué precauciones Se pueden estudiar casos, regiones o meóanismos. peró nunca
deben tomarse _para evitar los dobles empléos (producto glo- la p_rg,ducción nacional en sú conjunto, en el campo
f
bal, pr"oducto final, etc.)? ¿Para utilizar los piecios? ¿p-ara o el industrial. Según el produito, nuestras infórmaiiones
"Sil"oi;
pasar de cifras globales a cifras por habitanté en el anlálisis estadísticas s,eguras empigzan en unas fechas que se van es_
Ii, -
demográfico? calonando a lo largo de más de un siglo. No se-pueden abor_
A través de esas_magnitudes, el economista busca leyes car conjuntos, tanto en Francia corno en la mayoría de los
generales, posibilidades de intervención
v verificaciohes eíta. países, hasta después de l8ó0 como mínimo. Y no todos
dísticas. El historiador busca sobre todo un principio de l^o¡ conjuntos. Y sin embargo, nos prometen ta esperanza
clasificación de los datos documentales, un prinóipio áe.aná- opuesta:
lisis para el estudis económico d9 los gruios, rin lenguaje
precisg cuyo uso, por,otro lado, tiene que éstar cuestioiado Las posi:bilidades de verificación que ofrece la historia
siempre. Ello basta ampliamente para -hacer del modelo de cuantitativa son particularmente valioias cuando se trata de
contabilidad nacional un instrumento de' investigación histó períodos par_a los que no existen datos estadfsticos regula-
rica de primer orden. res. Tal es el caso de la historia de Francia antes de igl5.
Lo que- _puede pedirle el economista al historiador, en !a9 divisiones trorizontalÁs t ;;¿"1* que acabamos de
contrapartida, es-:. 1, los límites exactos de las posibilidades mencionar permiten ento,rrces aprovechai al máximo las
de una información retrospectiva; 2, las concluiiones sólidas informaeiones sueltas, desperdigád¿s, por los distintos es-
ya existentes que aconse¡io á""att-r"¡";;;;; il;;; critos de la. ér¡roca.r
medidas. "
esto, los promotores
- -En debido de tener endecuenta
la nueva *historia cuantitativar 36. Ibid., p. xt.
hubieran dos elementos sobre todo: 37. Ibid., p. w.
la importancia del cicla corto en las economlas de tipo anti_ 38. Ibid., p. xr.
76 EcoNoMfA, DEREcHo, HrsroRrA
ESTRUGTURAS Y coYUNTURAS 7:l
en los movimientos y cortos- de la economla. guno de los defectos) sugeridas por esa doble definición. 'tj./
Su pesada tarea -largos
:
es captar, en una interdependencia. toda- Pero, aparte de la diversión de aetualidad que represent'aba
vía más amplia que la de la contabilidad nacional, los meca- la elección del vocabulario, la fórmula me pareció estar car- '': )
nismos del conjunto histórico et¿tero, donde el hombre vive, gada con una de las angustias secretas de nuestro oficio. ,
crea, lucha y muere. Porque ponerlo todo en duda, y en todo momento, ante l
M
te un csaberr constituido de una vez por todas es la peor de .''
Ias traiciones para con la ciencia. ¿Qué hacer entonces?
It Ya sabemos que habría que construir criticando y criticar
\ construyendo, que habría que ligar toda lógica a una reali:
dad, y toda realidad a una lógicá, que habría que descubrir
el fallo en el último de los deScubrimientos, igual que el
núcleo de verdad en el más antiguo de los titubeos, que no
habrla que ser, ante los progresos de la mente, tontamente
pretencioso, ni absurdamente escéptico. ¡Difícil labor! Pero
tal vez el historiador, siempre llamado a confrontar en el
tiempo los cambios del mundo y la conciencia que se adquie-
re de ellos, no sea el menos indicado para juzgar la legitimi-
dad de los cdogrtras> y el alcance de las (revisionesD.
,El cdogma) es generalmente patrimonio de disciplinas ais-
-la{as la enseñanza, casi por defi-nición, es
-y precisamente
unidisciplinaria-. La qrevisión' nace del contacto entre cien-
cias la investigación es pluridisciplinaria, o afirma su in-
-y de
tención serlo.
* Artlculo aparecido en el Bulletin de l'Association des professeurs
- sciences
de sociales dans l'enseignement secondaire, n.o l. ' '
-
47. Op. cit., I, p. ll.
80 ECONOMÍA, DERECH O, HISTORIA EsrRUcruRAS y coyUNTURAS 81
Pero, ¿en qué condiciones el "profesor-investigadorr (to- cionalidad de las masas. Eso ya empezó con Turgot. Malos
dos deberíamos serlo) puede incluir las lecciones de.otra asig- razonamientos, mala información, (mitología social>, serían,
natura en la pedagogía de la suya, sin temor a ser acusado según Alfred Sauvy, lo propio de las reacciones económicas
por unos de incompetencia, y por otros de excesivo esoteris- del hombre medio. Uno está hasta cierto punto tentado de
mo? La cuestión se plantea entre economía, sociología e his- preguntarse cómo un agente tan mal informado y ciego pue-
toria, en cuanto se trata de programar una educación que no de asegurar la racionalidad de las curvas clásicas. Se respon-
deje desarmado ante lo social. Aislado, el economista erige derá (pero lo sabíamos desde siempre) que esa racionalidad
en verdad una teoría cuyo sistema de hipótesis no siempre no implica que cada uno de nosotros, con toda lucidez y en
explica; el sociólogo comenta unas formas cuyo alcance y es- todo momento, mida sus decisiones con la teoría de los jue-
tabilidad en el tiempo no precisa; el historiador, anclado sóli- gos, o incluso con más inocencia, en términos marginalistas.
damente en los <grandes hechos" de indiscutible incidenciá, Sencillamente, todo ocurre como si... Pero entonces, ¿por
se cree en la obligación de no proponer más que una inter- qué no conceder a lo histórico global, incluido el gesto social
, pretación prudente. La colaboración de todos debería reunir y la elección política, ese mismo tipo de racionalidad, que no
.' en un manojo sus tres exigencias respectivas: exigencia teó- significa la plena conciencia de cada agente? Entre lo econó-
,, rica, exigencia experimental y exigencia diacrónica. Pero mico y el acontecimiento se inserta la especificidad de ta
; cuando uno de los tres habla en nombre de los demás, los mediación social, cuya forma externa puede marcar las pul-
¡ demás sonríen, cuando no se enojan. siones individuales, o bien una excepción anecdótica, pero
Y sin embargo, la cuestión principal es ésta: ¿cuál es la cuyo alcance histórico real se mide siempre al nivel de los
relación entre el hombre y su producto, entre economía e grupos, al nivel de las clases.
historia? Cuando Marx planteó el principio ("en último aná- En el diálogo entre economistas e historiadores (o entre
lisis>) de la primacía de lo económico, muchos se indignaron historiadores más o menos economistas) abundan los malen-
en nombre del tendidos en torno a esa mediación de lo social a menudo
"espíritu), porque la economía de la época no poco comprendida. Los más inteligentes los más diver-
podía ofrecer a las masas más que un salario mínimo inter-
1,
tradiciones de un-..u-ecp-¡rg4gismo¿--elemenral: ¿cómo ligar la indicadores, salvo una baja ligera del salario real entre 1g94.
rbb*aian dálñ?é;;oióñiás americanas contrá su meúópoli f898 _y 1909-1913 y, quizd,s, entre 1815-1819 y 1g45,1849. Eilo
a la presión fiiscal, si se puede establecer que el impuesto justifica,ría, y sólo en esas dos fases, una agudización cre-
recaudado.en lag colonias no represeRtaba más que el 0,73 ciente de las luchas de qlgss. H, J. perkin óncluye redac-
por ciento de su producto social? Segurament€¡ (no valía la tando un programa de mejora de los indicadores ecónómicos
pena... ¡. Pero si la revuelta fiscal no era más que la ocasión y de los indicadores sociales (huelgas, etc.).
-y eI detonante- utilizada por una clase en ascenso para , Se acaba de cumplir ese programa, respecto a los años
desembarazarse de su tutela y fundar su propio Estado, el 1870-1890 en Francia, con la tesis de Michellé perrot, admira-
mecanismo, que tiene su base en la economía y no en la fis- lle .estudio -de las huelgas, que revela una correlación muy
calid.ad, toma de nuevo las dimensiones de su mismo objeto. débil_entre los índices eionórnicos 5r la propensión a la huei
Naturalmente, habría que someter a veriffcación este nuevo ga. ¿Sacaremos la conclusión de la irracionalidad de las re_
rnodelo, en lo que puéde tener de cuantitativo (que no lo es laciones entre lo económico y lo social, L ¿" u ;""i";fid"á
todo). De hecho, cualquier crítica erigida' de esta forma, con de este último?
motivos suficientes, contra una relación causal descubierta No vayamos demasiado deprisa. y primero, revisemos
con demasiada ingenuidad entre el hecho histórico y la serie nuestros instrumentos. En las series de perkin, el crecimiento
económica, no es otra cosa que una invitación a penetrar de los salarios reates británicos entre r9l9-r923 y tsiilgsg
más en el hecho social profundo. varía del por ciento al 4,1 por ciento anual, según los
-0,83
Todavía hay que disipar la oscuridad que rodea tenu- autores citados. ¿Quién puede permitirse hacer razoñamien-
mente ejg¿fhp_1a"f--sgj-hl¿- En el siglo xtx, <la cuestión so- tos sobre unas medidas tan poco seguras? por otro lado,
qué esa preferencia ¿por
ciall era el sistemá del salariado. (Los conflictos de clases .por el largo piazo (baja tecnotOgi;'ae
H. J. Perkin-, parece que han sido eI concomitante los precios) o et medio cicto Kóndlafieff (2ó-25 anoslluunáo
-escribe
inevit4ble de la industrialización en todos los países que la las fluctuaciones más características del sigro estudí"¿o tu"-
han experimentado.> Pero la industrializaeión no deja de po- ron de ciclo intradecenal (antaño problemá principal, y hoy
ner más productos, a mejor precio, a disposición de un pasado de moda)? Finalmente, ¿qüé es el nialarió ,"á1,, Ji
no, la relación teórica entre salari,o por ho,ra y
"coste dé h
número creciente de consumidores. En términos económicos,
la lucha de clases, a largo plazo, es irraciofial. Es, a grosso vida"? ¿No tendríamos que revisar nuestros ó"""éplór-f"*
modo, la tesis de Maurice Lévy-Leboyer, en un reciente ar- damentales, aquellos qué se atienen a las estructuras? En
tículo, que discute el papel y tal vez la existencia, de las época de deflación, la parte del trabajo en el producto global
fases <Ap y <Br de Simiand basadas en unas series de precios del paro, y el. trabajador indivi¿ual, aunquá i-.j*
l-T:"d".
Ios precios, está demasiado amenazado como para óelebrarlo
nominales, de cuya alternancia, según Maurice Lévy-Leboyer,
Simiand hubiera sacado unas conclusiones pesimistas, por en grande; ¡se podría s_acar demasiado partidót Sn epo"u á"
prejuicios favorables a las revindicaciones obrefas. Yo no infl3ción, ¿qué trabajador cree "rtu, puiti"ipando fo ."n"i"*
creo mucho en el pesimismo de Simiand, me parece en te de la satisfacción que estii extendiéndot"i D" rr""rto,-lü"u-
cambio que cree en el efecto crea:dor (por la sucesión de mo: afinar nuestras investigaciones en el orden isico_
-qu9
sociológico
floración y selección) de las alternancias. Pero no es éste el ¡ara poder caprar cóñro participa et tromUre-inái_
principal problema. Este consiste en preguntarse por qué vidual en ciertos rnovimientos de la concieircia q""
mide quizá mejor de lo q,r" -"r"" "of""ti"á,entre
fluctúan las luchas de clases, y a veces se exasperan, si no es
<trabajo remunerado" y otrabajo ""
fu relación
por razones económicas observables y qué se puedan expresar no remuneradou s¡ ef fro_
en cifras. El profesor Perkin planteó esta misma cuestión en ducto social? La clase tiene uá instinto más seguro q"á-"f
el Congreso de Leningrado (1970), sobre un intento de esti- individuo. Es pe,ligroso creer que es pasiva. Los"ptanidcaaó_
mac.ión, durante unas fases <Kondratieff¡ sucesivas (más o res lo h¿rn demostrado, tanto tn Frücia como en polonia.
menos las mismas que las de Simiand), del pNB por habitan- . .Ciertamente, hay que desmitificar los mitos. i;r;;;;:
ooles su parte de verdad.
Le el Gran Bretaña, y de los salarios reales correspondientes. acaparadoru de lai viejas crisis
El índice de crecimiento siempre serÍa positivo paia esos dos era a la vez un mito y un"El fenóméno. A yeces la *viáa
""".r,
84 ECONOMÍA, DERECHO, HISTORIA
(esto no existe... ), (es inútil ... >. En resumen, la hipótesis y xvur?, aunque luego incluye a Davanzati sea, los años
de trabajo planteada como unos cimientos inmutables, y con- 1580-, la ..Compendious examination -o
,decir, los años
vertida por esá seguridad en una mediatización del lector. Al 1540- y hasta a Copér4ign,-lo que nos-eslleva a 1520-. Es
ser poco competente, no tiene más remedio que aceptarlo cierto que, en el otro extteüSo del <campo>, <la época clásica,
todo. Si es competente, tendrá miedo de caer en las garras parece prolongarsp por lo menos hasta Ricardo.
de los <sería tanto como...' y los .es inútil ... ,. ¿Cuántas _ Digo (parece)' porque con Cantillqn,,Quesnay, Adam Smith
mentes podrían resistir a ese terrorismo? r ,
(e incluso prescindiendo de William petty), mantener que,
Pero Mlchel Foucault juega también a otro juego. Tatnbién <en el orden del conocimientor, <,la producción no exisier,
r¡til-iz.a frases largas. Bajo el claro edificio del rigor exigido es algo difícil. Incluso para Michel Foucault. eue se tortu-
(exigido a los demás) sabe cavar (para sí) el laberinto de las rará ante la evidencia. Pero, a partir de entonces, tanto peor
inpidencias'y hacerlo más desconcertante con el reflejo de paraquiensedejeatraparpor.la.autoridaddeltono.
imágenes. La que cree resaltar de urtquézau- No voy a reprocharle a Michel Foucault el haber caricatu_
no es_ siquiera"noción,'
una noción. Es -la
(capaD, usuélor. Es rizado, 9n un gracioso resumen, historia de,las,dqctrinas
"campo),
extraña al juego de los conceptos. ób¡etos.u por lo económicas> ta,l y como se q¡seña"la aún, desgraciadamente. yo
menos hasta el momento en que se"Ábarca nos prohíbe analizar los lambién he denunciado los clichés de libro de texto, sequelas
conceptos de esa misrna *riquÉza, fu"rr alili"i"-*u;;;.;r: de Gonnard
tituyen. Lo que ahora me molesta es que Michel Foucault se tome
Así el runruneo de las palabras abstractas y las palabras en serio.a esos-fantasmas. Si hubiera preferido la History ol
como imagen nos ha conducido de. lo afirmativo a ló vago y Economic Analgsis de Schumpeter, ésa obra maestra," las
de lo vago a lo contradictorio, Gran comodidad para ,rueitró Theorien über den Mehrwert di Marx, ese modelo de explo_
demostrador que podrá contestar a cualquier o6jeción, aquí ración genética de un pensamiento, o incluso, sencillameirte,
que pensaba en ,rcolección', o alli que quería decii osisrcmár. Ja presentación por Alfred Sauvy de los <primitivos> de la
Pero, ¿es la única confusión que se permite su rigor? economía, sin duda hubiera hablado con algb más de modes-
Para Michel Foucault, <la época clásica" comienza con el tia. Que el <justo precior medieval se base en une problerná-
Quijote, sobre todo con su segunda parte, digamos que en tica <puramente moral>, que el mercantilismo ."á Lrru
1615. Ahora bien, 1ó15, para cúalqtriei lector rnedianámente fusión sistemática> entre riqueza y moneda, que la utilidaá ""o*
culto, es también el año en que áparecen por primera vez apare.zca por vez primera en Galiani y el <precio natural> en
ciertas palabras en la portada dE un libro: iraité de l,écono- Cantillon, yo_creía esas antigualias eitabao y"
mie politique, de Antoine de Montchrestlen. pero estamos das. Michel Foucaul¡ -que "rrt"rr*
las erige en revulsivo para iu análisis.
avisados: rEn,la ép9ca clásica, no ha¡r,economía políticar. Poco si el anális-is fuera correct-o. Sin
-importaría
¿Entonces, surgiría una palabra en los mismós albores de ¿puede acaso condenarse por aderantado caarquiur ñiiii!ái "*b;rd;
una era,de la que se nos invita a eliminarla? ¿y a eliminarla ción de un cierto tipo sobre los gérmenes dá penramierito
en nombre de qué, si no de nuestra concepóión de lo que crent¡nco en el seno de textos antiguos, sin habérse referido
encubre? Lo cual es exactamente el pecado inortal contri-el ante ,a, ,los especialistas verdaderos de.esa investigación,
des_
que acaban .de ponernos en guardia, ¡imperiosa y sole¡nne_ -s
preciando sistemáricamenre lo qrre han dicho ;;b;-;;i;ñ_
me¡t9! ¿Qué clase de consejero es aquel qr+" ,ró pooL, mátic-o nacimiento de ese conocimientor?
práctica sus propios consejos? ¿eué cláse dé'meditáción so- "r, Hay que reconocer que Michel Foucault tuvo un escrúpulo
_
bre las palabras puede sei aquélla que aparta el testimonio e l,u hgll .de -proponer sü propia demostración. .l¿virtiátué
de su nacimiento? ¿eué clase de arqulolog?a del cel análisis de las rigugzalr, más que la gramática gerreiát
es aquella que no respeta su propi4 croñología?"o.ro"iÁiur,ló o la historia natural, ha estado siempre-vinculado-a una
Porque, tras una brillante áemostración d'el contraste en_ pTrytica y a unas institucione.s. Resefoa atort,rrraau, l pero
tre dos-<saberes [episteme]" del siglo xvr y ;i; rá¡ridamenfe olvidada, puesto que en seguida repite
época clásica>- he aquí que la-el "iá; áe t!.t V t-eoría, en el senb de uná ccultuiap y en'un momento sn; iiii-
demostraóión, en-materia
economía, sitúa primero sla época clásicar €n (los siglos xvrr dado,. dependen de una misma uepisteme,n, .que define
las
90 EcoNoMfA, DEREcHo, IrrsroRrA <SABBRES> Y (DERBC[{O" 91
condiciones de posibilidad de todo conocimienton. Así, la re- terminante, la <episteme> constricto, la coherencia entre
forma monetaria de 1575-1577 y la reforma de Law se basa- práctica, teoría y <cultura> que se habÍa postulado?
rían uen el mismo fundamento arqueológico>. De hecho, el problenre de 1525-1577, igural que el de la
Reconozco que a propósito del <fundamento> de la refor- época de Oresme o de Copérnico (o de Locke, Law, o Afta-
ma de 1577, después de consultar los textos de la época, lion), es el conflicto, tan antiguo como la moneda misma, en-
pondría más bien a Oresme y a Jacques Rueff. Pero induda- tre sus distintas funciones y formas: la moneda-objeto (que
blemente, Michel Foucault ve las cosas de manera distinta. es mercancía), la moneda-signo (que es <corrienter y fidu-
Hay que escuchar sus justificaciones. ciaria), la moneda-nombre'(que no es más que una medida
del valor). Sobre esto, nadie podrá decir ñunca más que
Marx, gracias a su conocimiento (serio él) de los textos de
MoN¡oes Y PREcros EN EL srcl-o xvr los siglos xvrr y xvlu. Pero si queremos remontarnos más
atrás, ¿encontraremos entonces una (episteme¡¡ del csignor,
El también busca sus justificantes en los textos. En cuan- una <epistem€n <dsl Renacimientor? ¿O sencillamente,lnte
to al siglo xvr, en lo que ha publicado Le Branchu, lo cual no un mismo problema, luna nueua reflexión sobre unos hechos
es muy tranquilizador. Porque si nos fiamos de las palabras, nuettos?
no habría que irlas a buscar en traducciones mediocres. Y es Copérnico quería una moneda fija, como la toesa o la
demasiado fácil atribuirle a la gente del siglo xvr unas preo- arroba, ya que la moneda debe ser una medida. Malestroict
cupaciones exclusivamente monetarias (<o casi>), si se en- situaba esa medida fija en los metal,es preciosos. Bodin des-
cuentran en una selección de <Escritos notables sobre la cubrió que ese metal, que confiere cestimación y precio a las
I
tnonedar. cosasD puede, él también, cambiar de valor a cáusa de su
il
Sin embargo, conformémonos provisionalmente con ate- abundancia y condiciones de producción. Es ese descubri-
nemos a Copérnico, a la Compendious examination, a Bodin, miento el que más nos importa. El parentesco entre las tres
Malestroict y Davanzati, viejos conocidos. Incluso respecto posturas, si hay que buscarlo en las nociones de relación, de
a ellos, Michel Foucault demuestra poco, y afirma mucho. medida, de conmensurabilidad, nos haría retroceder hásta
Para unos hornbres de su época, dice, Aristóteles, descender hasta las teorías del equilibrio. Lo gra-
ve, en Foucault, es que define, a base de imágene, y
1l Y de la misma manera que las palabras tenían la misma raciones, como típicos de un siglo, unos ptoblemai eternos
"orñpu-
realidad que lo que decían, así como las marcas de los seres por formales, a la vez-que se niega a ver óuantas conquistas
vivos estaban inscritas en sus cuerpos a la manera de mar- impone cada siglo a la mente, Éajo el dictado de u'cosas,n
cas visibles y positivas, así los signos que indicaban las nuevas.
riquezas y las medían debían llevar en sl mismos marca Pero lo que es nuevo en el siglo xvr, es que ese metal
real ... cpreciosor (escaso, ritil y deseableD, contrastadó por su p€so,
y- única referencia posible en la práctica comeriial intirna-
Una definición muy curiosa de la "episteme' económica de cional, se pone'a cambiar de valór, no en oscilaciones mo_
una época en que, precisamente, casi ninguna moneda real mentán€as, localizadas o lejanas (con lo que siempre habían
llevaba grabado su valor nominal, ¡fijado sin embargo por jugado los cambistas y comerciantes), sinó en Eur'qpa, fiente
decreto! Somos nosotros los sorprendidos por tal divorcio. a todos los_productos, sin duda de forma desigual,-ieio rápi_
Sé bien que lo que interesa a Michel Foucault en la con- damente. He aquí lo que turbó las mentes, trastornó el oia_
troversia monetaria de 1575, es que los hombres luchasen berr. Lo que es apasionante ¿es acaso descubrir el límite
para obtener esa conjunción del valor y la marca. Se olvida rmpuesto a ese trastorno por el gtillaje mental del siglo?
de subrayar que, si la obtuvieron, no duró ni siquiera treinta -mental
¿O medir el impacto sobre el utillaje del siglo-del
años. Entonces ¿el (saberr monetario de toda una <época> ofenómeno mientras se producer en lós mercados de úéxico,
hubiera sido impuesto sólo a base de luchas, y para tan Potosí o en las (gradasl de Sevilla?
poco tiempo? ¿Y dónde están entonces el cfundamento> de- No le voy p reprochar a Michel Foucault (aunque su libro
(SABERBS} Y (DBRBC}IOI 93
92 ECONOMÍA, DERECHO, HISTORIA
ygual, en las tierras do ay gran falta de: dinero, todas las
no sea de los que desaniman la ped.antería) el no haber leído cosas vendibles, y aun las manos y trabajos de los hombres
la tesis inédita.de Humbleton, el fragmento de Azpilcueta Pu- se dan por menos dineros, que do ay abundancia déI, como
blicado mrry rFsientemente en Franqia, o algún artículo mío por la experiencia se!\iB-que en Francia, do ay menos dinero
en una publieapión de escasa difusión. Pero, ya que se en- que en España, valeq ry¡cho menos el pan, el vino, paños,
frentaba al .pensamiento económico de'todo un siglo, por lo manos y trabajos de hombres y aun en España, el tiempo
menos hubiera pód'ido completar a Le Branchu con Monroe, que avía menos dine¡o, por mucho menos se davan las
cbsas vendibles, las manoi y trabajos de hóm'bres, que des.
Grice Hutchinson, Hamilton y larraz, entiendo que con los pué_s qrie las Indias descubiertas la cubrieron de oró y pla-
texto.s a los que remiten. TaL vez ahi hubiera sacado argu- ta. La causa de lo qual es que el dinero vale más do.i¿i v
mentos para su tesis, pues bien pertenecen a str siglo, formnl- quando ay falta déI, que donde y quando ay abundancia, y
nwnte. Peto, en cuanto al fondo, no se conforman con rela' lo que algunos dicen: que la falta de dinero abátelo á1, nacé
cionar riqueza y signo de riqueza; buscan la dindmica con- de que su sobrada subida haze parecerlo ál más baxo, como
creta de sus relaciones. Oue Michel Foucault no me objete un hornbre baxo, cabe urio muy alto,: parece menor que
que se trata de todas forrnas de un <andlisis de las ríquezasn cabe sú ygual. ' '
partiendo deL imtercambio, o le tendré que pedir que instale
en el mismo afundamento> a Cournot y Walras. Los cuales Este texto de Martln de Azpilcueta, anterior a Bodin y que
no parten dg l¿ cproducción', ¡que yo sepa! va más lejos arln, tal vez le encante a Michel Foucault Dor su
. En Mercado, todo gira en torno a la distinción entre cesti- juego de confrontaciones y signos. Pero contiene tóda'la
mación> y valor ¿9 l¿ ¡¡gneda. El real vale 34 maravedís tanto experiencia de un siglo (la palabra está ahí) y todos los fun-
en las,Indias como en España, pero damentos de.una teoría psicológica apoyada en las nociones
de equilibri,o:' oferta, demanda, necesidád, escasez.' No esta-
la estima es muy diferente en entrambas partes. Qr¡e en mos tan lejos del marginalismo. Ni de las matemáticas.
mucho menos se estima en Indias que en España... La qual
estima y apreciación es causa lo primero, de tener gran A saber, sea la estima del dinero desigual, mas que désta
abundancia o penuria de estos metales, y como en aquellas desigual la yguale la desigual quantidad... la desigual quan-
paites nasce y se coge, tiénese en poco... tidad yguala la differente reputación del dinero...
Mercado e>iamina entonces fodos los factores que hacen Foucault señalará esa fórmula en Bouteroue. pero si hay
variar la estimación del dinero. En el tiempo y el eipacio. Se que Auscarle el parentesco, es evidente que proviene de loi
lamenta de que esa medida de los valores no sea <fija, cierta escolásticos. Pero, ¿hasta dónde se extiendé entonces ese
y permanente,, como la arroba o la hora del reloj. Pero cons- (campo)? ¿De Buridan a Jevons?
tata que en las Indias la <barra, de plata cambia de valor A decir.verdad, lo que atrae a Michel Foucault, es la ima-
{por las mismas razones que un tejido". Contrariamenté, en gen Literario. Cuando Davanzati escribió en Florencia en l5gó:
cuanto a los tejidos, sabe que tal terciopelo de Granada pasó
en quince días de 28 a 35 reales, porque se quería cargar una La naturaleza ha hecho buenas todas las cosas terrenas;
carabéla. La confrontación mercancía-dinero no es una cons- Ia suma de éstas en virtud del acuerdo establecido entré
trucción intelectual, que Malestroict cleer en un sentido, y Ig" hombres vale todo el oro que se trabaja; asl, pués, todos
Bodin en otro, es una observación sobre el mercado que in- Icis hombres desean todo paia adquirir todas lás cósas ...
terpretan unos testigos más o menos penetrantes y situadoó Para verif,car todos los días la régla y tar prop"."ió"ái
matemáticas que las cosas guardan entie sl y con el oro,
de distinta manera. se requeriría, que desde lo alto del cielo o de algún obser_
vatorio muy se pudiera contemplar hs losas que
Todas las mercaderlas enCarecen por la mucha necesidád existen f. 9e -ejevado,
haceg en la tierra o, más bien, sus imágenes
. que ay, y.poca quantidad dellas; y el dinero en quanto es reproducidas y..reflejadas en el cielo como en un espejó fieL
, cosa vendible, trocable o conrnutable por otro contrato, es , Aba4donaríamos entonces todos nuestros cálculos'y"diií+
mercaderia, por lo susodicho, luego también él se encarece ' mos: hay- sobre la tieira' ñú ñ; tantas cosas, tantos
por la mucha necesidad y poca quantidad dél ... Siéndolo al
I
94 EcoNoMÍa, DERECHo, HrsroRrA <SABERES> Y (DERECI{OI} 95
hombres, tantas necesidades; en la medida en que cada cosa Lo que Michel Foucault interpreta de esta forma:
satisface necesidades, su valor será de tantas cosas o de
tanto oro. En los confines del saber, alll donde llega a ser todopode-
roso y casi divino, se reúnen tres grandes funciones: las de
He aquí el comentario de Michel Foucault: Basileus, Philosophos y Metallicos. Pero así como este saber
no se da sino por fragmentos y en el relámpago atento de
Las marcas de la similitud, por guiar el conocimiento, se la divinatio, así, por lo que respecta a las relaciones singu-
dirigen a la perfección del cielo; los signos del cambio, por Iares y parciales entre las cosas y el metal, el deseo y los
satisfacer el deseo, se apoyan en el centelleo negro, peli- precios, el conocimiento divino o el que se puede adquirir
groso y maldito del metal. Centelleo equívoco, ya que repro- <desde algún observatorio muy elevado", no se da al hom-
duce en el fondo de la tierra el que cánta en ét eftremó ¿e bre. A no ser por momentos y como por azar a los espíritus
la noche: reside allí como una promesa de felicidad inver- que saben acechar, es decir, a los mercaderes.
tida y, dado que el metal se asemeja a los astros, el saber
acerca de todos estos tesoros peligrosos es, al misrno tiem- Hacerle decir a un florentino que la ciencia de los precios
po, el saber acerca del mundo.,.
Ies es otorgada a los mercaderes <por momentos y como por
azar>, si ula arqueologíau es eso, yo prefiero la historia. Pre-
Muy hermoso. Pero, ¿dijo eso Davanzati? Dijo sólo que guntemos más bien a Davanzati qué entiende por (comer-
<en virtud del acuerdo pactado por los hombresr, (en otra ciante> y cuánta <divinatio> le concede:
parte subraya su carácteÍ conr)encional), el oro fue el ele-
mento utilizado para medir los valores. Entonces se plantea
el problema: ¿cuál es la relación entre el oro que existe y Si el valor de la moneda disminuyese de 12 a l, el precio
Ios 'valores por representar? Ciertamente, lo plantea rnai, de las cosas aumentaría de I a 12. La pequeña campesina,
l.:'
'l pero no más ingenuamente que Locke o Montesquieu, ni tam- acostumbrada a vender su docena de huevos por un as, y
poco que muchos cuantitativistas del siglo xrx. porque inten- viendo en su mano un as reducido a una onza, exclama-
ta englobar el número de hombres, la noción de_necesidad y ría: uSeñoría, o me entregáis 12 de éstos que se han redu-
cido a una onza, o me entregáis un as de 12 onzas, u os
{l
la relación de las cosas entre sí. Lo que está buscando es lá daré un solo huevo por un solo asu.
ecuación de Fisher. Con lo que sueña, es con un planificador
t,
t; mundial que conociese los suficientes componentes de la ecua-
ción para fijar con racionalidad el nivel de los precios, o la Sin invocar al Metallicos ni al Philosophos. En cuanto al
masa monetaria. ¿Y quién no sueña todavía con eso? Efecti. Basileus, he aqul lo que opinaba un comerciante, en vísperas
vamente, ahora estoy traduciendo yo a Davanzati. pero lo de la reforma de 1577:
traiciono menos que Michel Foucault. Este, al discernir en
una de sus frases la imaginación de las gentes del siglo xvr, El valor del dinero debe ser entendido según el curso que
quiere reducirlo a ella, encerrarlo. yo bulco en él et -germen tenga entre los comerciantes, y en el comercio, por uso y
de luturos ralonamienfos. Y ahí está, sin lugar a duáas. La observación comunes; y lo que se dice de que el valor del
<episteme> analógica del siglo xvr reina, a deiir verdad, más dinero depende de la autoridad pública debe de ser enten-
en Michel Foucault que en Davanzati. porque, cuando éste dido más como del valor al que se expone la moneda entre
comerciantes y demás personas que como la voluntad im-
r-egresa de las consideraciones globales a la práctica coti- puesta por el Príncipe, porque Ia ley que puso precio al
diana, escribe sencillamente, conlentido común: dinero tiene efecto mientras sea observada usualmente por
el pueblo y en tal medida que al no hacer uso de ésta la
Desde aquí abajo, descubrimos apenas las cosas que nos anula.
rodean y les damos un precio según que veamos qué tienen
mayor o menor demanda en cada lugar y en cada tiempo. Es la afirmación de que el precio de mercado (se trate de
Los mercaderes advierten pronto y Uieri esto y po, cosas o de moneda) tiene preferencia sobre las decisiones rea-
conocen admirablemente el precio de las cosas. "ilo,
96 EcoNoMfa, DEREcHo, HrsroRrA (SABBRESD Y (DBRECHOD 97
que- sugiere Foucault. La <epistemeD descrita por éste se Fue por el hierro de la herramienta como
limita a los aspectos que más le interesan. La influencia de
l¡ Piblia, de Platón,de Aristóteles, de Cicerón, de Catón y de la imaginación movida por la búsqueda curiosa encontró en
Columela debería también tenerse en cuenta. pero eso no la naturaleza lel medio] para llevar a la perfección todo
I
lmpide a Montchrestien conseguir cierta precisión en la de- aquello que depende de la operación artificial.
finición de la producción agrícola:
Estamos lejos del (centelleo negro, peligroso y maldito>
Desde que la tierra, maldita por la transgresión de nues- del metal de Davanzati, visto por Foucault. Seamos sensatos
tros primeros padres, fue condenada a portar zafzas y e* ¡rosotros ahora. No hablemos de un descubrimiento de la pro-
pinos, la labor y la fatiga nos fueron legadas como por ductividad agrícola y de la exaltación de la tecnología meta-
derecho de transmisión, según esta sentenóia: oGanaráj el lúrgica. Después de todo, Montchrestien redescubre lugares
pan con eI sudor de tu frenten. Asl pues, la vida y el tra- comunes. Sin embargo, al convertir esos lugares comunes
bajo están unidos indisolublemente... por eso existe esa que no se había hecho en la antigüedad-' en
Iaboriosa agricultura que lucha continuamente contra lá -subrayando
materia de una ciencia que bautiza *economía políticar, ¿es
esterilidad lde la tierra], y Ia obliga, trabajríndola bien, a posible negar que la basa et la producción?
devolver alguna recompensa a tantas laborei y u p"gu, íoi
intereses de tantos préstamos. De ahí et cuidaao'qie pre_ Añadamos: y en el trabajo, del que ofrece, a través de re-
cisan las plantas y el mantenimiento de la viña AJlos'de- cuerdos literarios, una definición admirable y a la vez singu-
más árboles frutales. De ahí esa conducción del agua tan larmente cínica:
preciada para regar los prados, y asf poder ta hieiba ger-
,'il minar y crecer. Y luego la vigilancia y llimentación delia_ Ningún animal nace más imbécil que el hombre: pero en
/r'
/ir
nado, cuya carne comemos y los trajes de los cuales dés_
pojamos para vestirnos. En esas coias principalmente es
pocos años se hace capaz de grandes servicios. Quien pueda
acomodarse convenientemente con ese í:nstrumento vivo,
,1 en las que se oqlpa la vida rústica, cuyo traba¡o y cuya esa herramienta rnóvil, susceptible de cualquier disciplina,
ciencia son la agricultura. y capaz de cualquier operación, puede enorgullecerse de
f haber alcanzado en su casa el punto más alto de la ece
nomía.
{i He subrayado dos palabras cuya aproximación no es ca-
'\, I
sual porque la noción de productividad de las tradiciones y
Testigos Catón, Craso y Casio, que no (escatimaban tiem-
los conocimientos está clara: po, dinero ni diligencias> para instruir y educar a sus escla-
vos, y hacían de ello <oficio y comerciop. Ahora sí, ¡he aquí
Entre los labradores, quien más tierra tiene no es quien la rentabilidad de la educación técnica! La más reciente es-
saca más provecho de su labor, sino aquel qrre
jor cuál es la calidad natural de su piopio- suelo,
"onoce- -e_ cuela de historia económica americana se vanagloria de ha-
q"e ie- ber demostrado eso para explicar la rentabilidad de las ex-
milla le conviene más y en qué estación ñuv q"" i"É"" n,
trabajos ... plotaciones esclavistas en víspera de la guerra de Secesión.
.Pero si se tratara de un mero recuerdo de lectura, el al-
Las <artesn son menos necesarias para la vida, pero sin cance del párrafo seria limitado, a pesar de su vigor en la de-
ellas sería _<incompleta e imperfecta". ¡¿ primerá de las finición del homo faber. Es más curiosa la llamada siguiente:
artes es la forja, Montchrestien alaba a Francia y al cristianismo por haber
superado el estadio del hombre-herramienta y del hombre-
mercancía, pero parece estar buscando Ia forma de volver a
elemento común a todos los elementos, mano de todas las
manos que trabajan, el primer instrumento de la invención;
ello, por una preocupación social de eficacia.
y_ diremos que es, respecto a los demás, que
son ,rr t*io, Ciertamente, Francia tiene la gloria incomunicable a
el móvil y órgano de movimiento...
cualquier otro país de haber establecido, desde la antigüe-
dad, el verdadero domicilio de la libertad, y que la escla-
100 EcoNoMfA, DERECHo, trrsroRrA (9ABERESD Y,(DBRBC}trOI 101
vitud no halle lugar en ella, que incluso el siervo del extran- En primer lugar,' cuando dice que la, menor de las pro
jero sea liberado en cuanto pisa su suelo. Pero, puesto que vincias de Franciá (procura a Vuestra Majestad su trigo, su
por bw-ngs y cristianas costumbres se abolió la esclavitud, vino, su sal,'su aceile, sus'tbjidos, sus lanas, su hierfo, su
falta que el público ponga cuidado en emplear a los hom- pastizal, que hacen a Frarlci$ más rica gué todos los Perús
bres en oficios y trabajo¡. que unan el prwecho pat'ticular hel mundóo, da eco, espontátreamente, sin referirlo, al pensa-
a la utilidad.común.
miento de Sutly: "Él táboreo y gl-pastoreo son las dos ubres
La tesis es que el empleo, *vivero de artesanosr, los <di- con las que se alirhpnta FranCia, las auténticas minas y teso'
versos talleres de distintas maüufacturasr serían el único ros del Perú".
medio de vencer el vagabundeo, el pillaje, el paro (que Mont- <Tesoros dei'Perúu, ¡cuiírrta tinta habrán hecho correr!
chrestien definió a la perfección) y la emigración., Traduzca- No obstante, no vaJa a creerse que en ese desprecio, francés
mosr la industrialización es el rlnico medio para vencer los se escondé simplemente eI nno están maduras' de la zorra'
efectos del subdesarrollo, en especial en tiempos de expan- En los alborts del siglo xvr:, también lss españoles con-
sión dernográfica. Comprendo. Esta traducciónis un cririren. denan la ilusióll de riqueza que les dio la conquista de las
Empleo nuestras palabras. Utilizo nuestros <conocimentosr. Indias. Como Pedro de Valencia:
Susiituy-o la *episiemer de ula época clásica' por l,a mía. ; El daño vino del haber mucha plata j mucho dinero,
Y se rne reprochará semejánte ar¡acronismo cqn justicia y que es y ha sido siempre (como'lo probaré el 9tlo p14lgl)
amargura, por parte de los mejores historiadores. En reali- dl venerio que destruye las Reprlblicas y las ciudades. ?ién'
dad, era sólo un poco de diversión... sas€ que efdinero las mantiene y no es así: las heredades
No obstante... Utilizo los textos. Busco las cosas debajo hbradas y los ganados y pesqu€rías son las'que dan man-
de fas palabras. Con ciertos matices :fáciles de detectar- tenimiento tló081.
I algunas cosas de la vieja economía plantean unos problemas
que nos planteamos nosotros. Los analizamos a nuestra ma- Y Caxa de Leruela, en 1ó20:, I
que dé tanto valor a las cosas, que sl¡ precio corresponda slona a los ho¡nbres de los demás palses, como modelo a
a lo que los encabegados deven suplir, y el sustento de la lmitar.
y la val-uación de los contratos que contra sí
rnon8f,.éhla, Ciertamente, Ia rique4a monetaria, y su forma en metá-
tienen, han menester. Y lo mismo es respecto de las merca- lico, siguen siendo todavjg*,signo de los países ganadores y
duri,as y contrataciones fuera del Reyno. Que por la razón perdedores. sHacer dineroo fue, en los orlgenes de la eco
general del mucho dinero están subidas... Este es el fructo nomfa y de la sociedad burguesas, un fin colectivo antes de
del mucho dinero, y de la mucha plata y oro, y su valor: convertirse en una palabra de orden individual. Pero Antonio
quando las cosas necesarias a la vida humana faltan, en las
Serra, desde su prisión de Nápoles, escribía en 1ó13, dos años
g¡ales los Reynos que faltaren, har¡án falta a la'verdadera antes que Montchrestien, su Breve tratado de las causas que
rrqueza...
.
Nunca tanüos vassallos uvo ricos como aora ay, y.nunca pueden hacer que abunden el oro y la plata en los reinos
. tanta pobreza entre ellos, ni jamás,Rey tan poderoso ni de que no tienen mina:s. ¿Qué preconizaba? Las misrnas recetas
tantas_ rentas y Reynos: ni le ha avido hasta aquf que aya que Montchrestien, pero mejor fundadas teóricamente, pues-
entrado a reynar que hallase tan disminuydos y empeñadós to que contraponla al rendimiento decreciente e irregular de
los estados. Y el no aver tomado suelo proceáe dó que la la agricultr-rra el costo decreciente de la producción indus-
riqueza ha andado y anda en el ayre, en pápeles y contiatos, trial:
censos y letras de cambio, en la moneda, en la plata y en
el oro: y no en bienes que fructifican y atrahen -a sí Como Nadie, si se pueden sembrar en una tierra 100 sextarios
, más dignos las riquezas.de afuera, susteRtando las de aden- de grano, podrá conseguir que se puedan sembrar 150, mien-
tro. Y ansí el no aver dinero, oro ni plata, en España, es tras que .para el fabricante, no ocurre lo mismo: puede
por avprlo, y el no ser rica es por serlo: haziendo dos multiplicar no sólo por dos, sino por cien, lo que produce
i'
contradictorias verdaderas en nuestra España¡ y en un mis- y con menor proporción de gastos.
mo subjecto, según diversas formalidaáes qúe ay en el
cuerpo de toda l4 república
En esto, la anticipación de pensamiento es particularmen-
te clara, demasiado aislada para que se:puda hacer un argu-
Aquf se hace tambalear la <episteme> escoltistica, cuya lógi- mento. ¿Pero cómo negar que los principios de cla época
ca se extraña ante esa dialéctica de la ariquezar. Y Cellorigo,
clásica", en el giro que enfrenta a la crisis española con los
al constatar (que, tirando po¡ lo bajo, se puede calcuhr {ue primeros éxitos del Norte, nos muestran una reflexión eco-
,ii entre la gente que trabaja y la gue no haée nada, la propor- nómica en la que la produccicíz desempeña un papel prepon-
ción es de uno a treintar, concluye con la asombrqsa-fónmu-
derante? El mismo Quijote es una manera de expresarlb, a
la: cparece que se haya quer,ido h*cer de esta república una contrario. Una toma de conciencia ante una anacronla, un
república de horr¡bres encantados que viven fuerá del orden
irrealismo. Lo cual no invalida en absoluto la interpretación
natural de las cos?s ... p. que da Michel Foucault. La multiplicidad de sentidos es pro.
Esto fue escrito en 1600. En 1ó05, aparece Don Quijote. pia de las obras maestras.
Si anuncia "la época clásica>, si es, segrln Foucault, ulá es-
critura errando por el mundo entre el parecido de las cosas), Pero, por clara que esté la agrupación de pensamientos
entre 1ó00 y 1620,.no está excluido encontrar en pleno siglo
Cellorigo le dio la raz6n por adelantado.
Contra la ilusión del Perú, contra el mito de las Indias
nn la noción de producción enfrentada a la de riqueza. Luis
contrariamente a lo que irragina Michel Foucault tras dema- -y Ortiz ccontador de Burgos>, (para que el dinero no salga de
siados economistas con pr:isas- la generación de 1ó00-1ó20 España" ordena expulsar toda la ociosidad y reintroducir eI
no bejó de oponer el trabajo al ocig, la producción a las úri: trabajo; el trabajo productivo (se van.demasiados jóvenes a
quezasD.
Salamanca¡ al ejército o a las Indias); las mujeres deberÍan
hilar con rueca €n lugar de huso; porque asÍ se produce cua-
. Lo sorprendente es la misma velocidad de asimilación de
las cosas- por la mente. El declive español se interpreta, y en tro veces más; y si España consiguiera conservar su dinero,
debería dedicarlo a grandes obras de regadío, para regulari-
sus más hondas causas, apenas empiéza. El florecimiento eco-
nómico de Inglaterra y Flandes est-á en sus inicios, y ya obse- zar la producción agrícola. En cuanto a los intercambios gle
104 EcoNoMÍA, DEREcHo, HrsroRra (SABERES> Y ((DERECHO) 105
bales, Luis Ortiz analiza todos los capítulos de la balanza de cault) a la de los (en el sentido habitual de la
pagos (no de comercio). "clásicos>
palabra) de la economía, se escamotean las adquisiciones
Así pues, desde 1557 (sin contar a los precursores) existe progresivas que conducen hacia estos últimos. Y se refiere al
una línea de reflexión en el sentido del análisis macroeconó- rnismo Smith con alusiones. En cuanto a Ricaido, se le atri-
mico, unas (cuentas de la nación) en quienes, por posición, buirá el descubrimento de <la historicidadu (por el hecho
parten del Estado, lo mismo que existe una línea <microeco- tlc que ha anunciado la inmovilización de la Historia), para
nómica', representada por los teólogos, porque ellos parten admitir que no existe ninguna "separaciónD entre él y Marx.
del individuo. Porque se trataba de llegar a la fórmula: uEl matxismo
cn el pensamiento del siglo XIX estd como pez en el agua:
o sea, que en cualquier otra parte deia de respirarr,
"E,poce cl,ÁsrcA)r
y (cl,Áslcos) DE LA econoufe Prosigamos, porque hay frases sabrosas:
Este artículo es ya excesivamente largo. No seguiré a Mi- Si [el marxismo] se opone a las teorías uburguesasu de
chel Foucault por los meandros de su demostración a través la economía, y si en esta oposición proyecta contra ellas un
del siglo xvru, puesto que requeriría demasiados desarrollos. viraje radical de la Historia, este conflicto y este proyecto
Remitámoslo a más adelante. tienen como condición de posibilidad no la retoma de toda
Contentémonos con algunas observaciones: la Historia, sino un acontecimiento que cualquier arqueo-
1. En primer lugar, como siempre, respecto a la crono- logía puede situar con precisión y que prescribe simultá-
logía; el de la neamente, sobre el mismo modo, la economía burguesa y
"arqueología" es un mundo dt cronología pre- la economía revolucionaria del siglo xrx. Sus debates han
cisa; ahora bien, si Michel Foucault hace aquí o allá-alguna
alusión a la coyuntura, es siempre con bastante poca fortuna. producido algunas olas y han dibujado ondas en la super-
Aparte de esto, ocurre que justifica unas formás de razana- ficie: son sólo tempestades en un estanque para juegos de
niños.
miento del siglo xvrrr con ayuda de los argumentos que uti-
lizó para el siglo xvr, mientras cree discernir, a principiios del Propongo que vayamos a celebrar el cincuentenario de la
{ xvrl, un ..giro>, una *vueltaD que introduciría el <mercanti- revolución de Octubre al estanque del Luxemburgo. Y que
lismor, sin destruir en lo esencial las estructuras del <<saberr. verifiquemos cuál es la .arqueologíau que un (acontecimien-
\i, Hemos visto que ese <giro> tenía raíces desde mediados del to> pueda sacudir.
, siglo xvr y no respondía en absoluto a las definiciones de Así pues, el análisis "arqueológico> de Michel Foucault
Michel Foucault (en particular en cuanto al lugar reservado en el terreno económico termina tan desgraciadamente como
a la producción). empezó. Le cedo gustoso los de la historia natural y la gra-
2. Del mismo modo, Michel Foucault se retrae cuando mática general, esperando que los conozca mejor que yo. De
hay que identificar el *saber' de Law y el de Cantillon, el de todas maneras, nos deja la udoxología", que me da la impre-
-por
Condillac y el de Quesnay. pero, sea comodidad o por sión de parecerse al auténtico análisis histórico. Falta saber
negligencia, lo que no es admisible es su silencio sobre eifin si ese análisis, que, a través de las palabras, se propone siem-
del siglo xvrr en Inglaterra, sobre Graunt, King y petty, sobre pre captar las cosas, es compatible con una investigación que
un momento en que nacen simultáneamente la preocupación subordine las cosas a las palabras.
estadística, la preocupación probabilista, y la noiión dé costo
en trabaio, tanto para la moneda-mercancía como para las
cosas. Ese silencio, por sí sólo, cuestionaría la seriidad de
su método. Hay en él un galocentrismo heredado no precisa_
mente de los más recientes, sino de los más antiguos ma_
nuales.
3. Como, a fin de cuentas, la <episteme¡ de *la época clási_
ca" tiene que enfrentarse (según lá hipótesis de Michel Fou_
t. '. .,
<SABERES) Y (DERECHO) 107
bach, seguido demasiado tiempo, Hegel, reencontrado de l1l que Marx, en 1842, tomase partido por la última no sig-
pronto, por una destrucción recíproca. lrllit:a forzosamente que en ese estadio de su pensamiento
. Esfos importante análisis sirvieron demasiado contra las rreg¿rra la primera. IJnicamente se niega a convertir la cons-
mixtificaciones y puerilidades difundidas sobre fa tutación histórica en una iustificación. <Positiv, dass heisst
¡uventud
$e.M3y, para que olvide rendirles un homenaje. peio, como
todo histo¡iador que quiere ser <total> bien tieie q"" á"fa"n-
rutkritisch>, escribe brutalmente.t Y observa en seguida que
rl poderoso tronco de la erudición histórica (positiva) se deja
tarse un día con la.historia del pensamiento, reco^nor"o qr.r", yn rodear, en el seno de la escuela, por los humos del misti-
en el análisis histórico de un pensamiento- individual, -ñe cismo y la especulacién. Tras el <unkritisch) surge el "unhis-
seducen menos las <coherenciasl y hs nmp¿uras> que las lorischr.'La defensa de la razón se vuelve defensa de la his-
incoherencias y los balbuceos, sobre todo cuando ,á It¡ria. Marx, que no es aún historiador, olfatea sin embargo
corrigiendo incesantemente, como en el joven Ma*,-ñ;l; "rta" los posibles peligros del historicismo cuando éste es sólo una
constancia de su curiosidad, por su sensibilidad críticairenie mirada pasiva hacia un pasado parcial. El busca otra histo-
a las ideologías oficial o terrorism. t;p;;;- ria, que no sea s¿ílo "historia del derechon.
Iar- y finalmente-terrorismó
sobre todo, por los descubrimientos de la Y he aquí cómo le fue dado, sólo unas semanas después
práctica, mezclados la vida cotidiana y la vida p.fiti"a de la polémica contra Gustav Hugo, observar en sus orígenes
tes más vivas del sentido de la historia que la-filosofíá o
i"""_
h ta génesis de una legislación, y el nacimiento de un derecho.
erudición. La Dieta renana acababa de discutir sobre las sanciones even-
bien, precisamente el artículo contra tuales contra los campesinos que recogían leña en los bos-
ya {hory
lo dice: "la escuela histórica del derecho Gustav Hugo !r, ques comunales y señoriales, vieja costumbre que los legis'
"schiboleth", su palabra mágica, en la búsqueda "rr"orrtrOde lu, i"* ladores decidieron asimilar al delito de robo. En apariencia
tesD.3 Volvamos a las suyas, y hallaremos se trataba de una materia sin gran importancia. Sin embargo,
una U áe
la irracionalidad. pero ii tá¡u*os por el rloelección, frasta-Él;; largos debates, y largos, larguísimos artículos de Marx.'Y es
sente, descubriremos la reaHzáción d-e una vocación porque se trataba en realidad del fenómeno fundamental en
la (vocación legislador-ar,. que Savigny había prometiao "orr"Áiá,
a sü la aparición de las sociedades modernas: la transformación
tiempo,s pero que finalmenle urrr*é Ér, ,,, persona: de la noción de propiedad, la lenta ascensión en los hechos,
acaba de convertirse, en prusia, en ministro?e
en lg42
h reforma ae
la legislación. Se adivina entonces que en el artículo contra
y la inscripción posterior en el derecho de lo que Marc Bloch
denominó <el individualismo agrarioo, la desarticulación pro'
Hugo apunta al discípulo a través dál maestro; a quien gresiva de todo aquello que Mam llamaría <el modo de pro-
apun_
- --
ta es al ministro a través de una concepción del dérecho.' ducción feudalu, con su corte de derechos consuetudinarios.
la "rázón política> nada le resia _al contrario_, al De todo ello, el joven periodista de 1842, a pesar de ser un
-*_^t_"lo
vrgor de una crítica filosófica que no hubiera existido sin áua sólido jurista y profundo filósofo (o mejor dicho por ser
y que la vivificó. Se ataca a la escuela histórica jurista y filósofo a la vez), aún no podía captar el sentido
principios, sino en sus conclusiones.
De Kant, ha "o "".", más que de forma indecisa e incoherente, y por eso mismo
Ia impbsibilidad de acceder l" pero "o;r;;;J;
inferido más lleno de lecciones para nuestro propósito.
toda existencia funda una "autoridud,';".rau+ todahaautoridad=tm que
Hasta entonces había creído él en 1842 todavía lo
,d9rec!o.' El problema se plante. la necesidaá ¡" l; -y
creía, en gran medida- que las conquistas de la Revolución
historia y la libertad del hombre. "rri.É francesa eran una etapa decisiva en la dirección hacia la
philosophische
;P_.f p. E4: ( ... HugosManifest ... ,, art. cit., p. 78.
l. rotct.,
+. Nachfotger den Berúf'habén, die Gesetzge-
ber unserer Zeit zu sein,-(palabra, ."¡r"*#por Marx). 8. Ibid., p. 84: <unhistorische Einbildungen".
5. Cl. Savieny. vom Beluf 9. Rheinische Zeitung,298, 300, 305 y 307 Q5,27 y 30 octubre y 3
.u"r¿;";Z;i'fl;óesetzeebuns
w is ens chaf t, Heidelberg, l gl4.
s
und Rechts- noviembre 1842), artículos siempre titulados "Verhandlungen des ó.
ó. <Das philosophische. Manifest... D, art. cit., p.7gi clede Existenz rheinischen Landtagso y firmados aVon einem Rheilánderu; aquí, <Dritter
silt ihm fiir eine Áutoritiit, j;4il;;"rtt;i"riiirr,_
---:-¿'rÉ! é¡¡t fiir einen Grund, Artikel, Debatten über des HolzdiebstahlgesetzD (cf . Marx-Engels, W erke,
(palabras subrayadas po, niu""*i. op. cit, t. I, pp. l@-147).
110 EcoNoMfA, DEREcFro, HrsroRra (SABERES,D Y, <DERECH OD 111
libertad del hombre y hacia la racionalidail unh¡ersat del de- trntos bofetones porque no se considera que un !9{et-ón-sea
recho, encarnando:el Estado esa racionalidad. un homicidio, ¿vamoJ a decretar que ¿s un homicidio? ¿Pue-
Pero, a" través de los debates de la Dieta renana y las de acaso ment-ir la ley? Marx todavía cree que no debiera'
decisiones'que los liquidaron, Malx ,descubre de p-rrto qu" *i
'i!
el cderechor que sustituye aquelra vieja {costu-ú""o no ir¿- La ley +scriber--, no está eximida de la obligación gene-
ne más valor rracionalD que ella. sino que sólo tiene un raldedecirlaverilad'Inclusotieneesaobligaciónporpar.
v-alor cristalizadór para unás nuevas relaciónes sociares
alie tida doble: quien decide, en juez auténtico y ttli-
dedor de los bienes naturales, relaciones rnarcadas también n"iiui, sobre"t.lá"liu
nytircteza iurídica {e las cosas' La- natu'
por el egolsmo de clase y,talvez, a fin de cuentas, más durai ;;l;;' jurfdica de las cosas no pocría entonces modelarse
para los pobres. sobre lá ley; es la ley quien tiene que adaptarse a la natr¡
Dudo que en esa constatación pueda verse uha adhesión, turo.a :"tiáica de las cosas'"
aunque fuera momentánea, a un populismo comunitario. a
ese socialismg para feudales con el culo blasonado a los que El joven periodista de todavía cree enton-ces en-un
1842
denunciará_ el Manifiesto. sólo que, en un arranque de si^¡n- aer:iaío í1, que deberla sujetar al legislador' Y descubre
patfa por la clase pobre, Mam no puede evitar;dvertir lo "n
;;;i; reatidad io es ésta- Que la D.ieta renana, al pronunciar'
Je respecto a la leña, contra toda razón, co+Ira la mentalidad
gue ésta está perdiendo, en nombré de una liUertaa V uná
igualdad abstractas que, para la mayoría de los t o*Urár, comrln, define uo nu"ro ttisión det der$ho de propiedal'
,ro Y esto le plantea vna nuel'a probletrútica'
entran el terreno-de ios hechos. Ello no es regresar _a están con-
-en
pesar de algunos recuerdos de la tradición renan"a v Ae U 2. Si los límites de la noción de propiddad seconsuetudi-
figurando a expensas de una antigua- concepción
riqueza humana del derecho gerrrrriLnico-'o a ra escuerá rrirto de la
ricl d9l derecho,.tan lecienteinente aracada. No. ns él i¡i- niria más suive,'¿no será que lá definición iuríüca rtos
piopiedaa está confiada a los propietartos? En 11
Dieta,
gifio de una crítica histórica del d,erecho racional, ai ái"á M"o, oel propietario de bosques impuso silencio al le-
yer:ol argumentos, en una serie de artículos sobre los "r'ryo,
{robos al legislador ideal, al legislador tal
de leñar, anuncian una nueva inserción de la observación del tirf"Áor'.; Enténdamos
derecho en el análisis histórico de la totalidad, social. :-fuü-Jb;,
como debería ser.
La importancia del derecho, f" i"turprlü"ión his_
,i ,ro tue siempre lo mismo, a través de los
., !. de
tórica "" catifica i j"lárll¡-
una sociedad, es que denomima, tiempos y de todos los sistemas sociales. Pascal escribió; con
za -cualquier divorcio entre' la acción del individúo y io, la fórmula más fuerte que haya jamás enfrentádo los dos
principios sentidos d.e sjustor Jentido jurídico y el moral-:- aAl no
fundamentales de esa sociedad. Antes de las'deci-
siones de Ia Dieta renana, se recogla leña. y despué", se ro,bá. poder pottseggir que lo -el que es iusto sea fuerte, se ha logrado
Un artlculo legal transforma a uñ csiu{¿¿anor in oiadróno.,i iue lo' fuerté re" l.ttto' i"ot"ttá"*os, considerado como tal)'
'b"¿.rtot sielos sJ necesita¡on para descubrir el sentido his'
!l .derecho discrimina, con los actos, a los mismas hombres,
cuando la infracción se transforma en delito, i¿i¡"" de ese <pensamiento"! Én 1842, Mam lo reinventa de
¿"iiio manera indecisa y torPe todavía:
se transforma en crimen, cuando lo que se refería""""áoa"rlo civil
se refiere. a lo criminal, carnbia la cará de la propie¿a¿.
Si se
roba tánta leña, dice un diputado, h mentalidad co Al no poderse elevar lia propiedad privada hasta el punto
"r-*;" p""; G;;;;;;
mrín no considera que se tráta de un,óbo: de vista del Estado, es él Estado quien desciende a los
que es un robo. Entonces, dice Marx, si se dan por el
mundo medios, opuestos al derecho y a la razón, de la propiedad
privada.t'
- lo. Ibi¡L., p. 117 sobre la riqueza de ras fuentes germánicas del dere
cho consuetudinario de los pobresí p. f4? sobre ei .U""¿ó"á;;];; 12. Iliü,, p.Il2.
vincialismo ren¿rno. 13. Ibü., p. ll0.
!1. .Lbild:, p. 110._ ¡Y basta para ello
redacción <le un artículo!
la simple modificación do la 7+. tou.,i. tN.
ll2 EcoNoMfA, DEREcHo, HrsroRra (SABERES} Y (DBRECHO) n3
Aqul se anuncia ya el gran trastorno de los años venide_ pensó que sólo prolongaban las sociedades primitivas caní-
' ros: es la sociedad civil quien hace al Estado y no el E;;;ao malesr aún, los afeuclalismos ingenuos, de cástas cerradas
a la sociedad civil. que acababan de cederle el puesto a una racionalidad formu-/
Incluso se dibujan algunos mecanismos. La Dieta se negó lable en leyes. Por un lddo, descubre que la sociedad f""ául
a distinguir entre (reeogtauu y robo. Como pr"n¡O tenía su propia lógica, y por otro, que ias legislaciones <ilus-
la multa al reembolso dél valór de la leña robada,
"u""iárr,
."iq"" tradas> han mantenido muchos antilr-los privilegios, mietrtru9
nvalor' sea un criterio fundamental del sistema económico;,,"f fueron despiadadas en la supresión de lós deréchor
i es que una estimación de su valor haría destacar frasta !ué tudinarios de los pobres: "ont,r".
punto es ínfimo el daño causado por tal <robo> ¿e
le¡a;'la
multa, desproporcionada. con_resp-ecto a ese daño, aún ápa-
rece más como una sanción. Los diputados también , Esas clases [privilegiadas] encontraron en la ley no sólo
ron en que la estimación del valor del hurto ,ro seria üri.ii"- el reconociiniento dg sus derechos racionales, ,i"" tu*üi¿ll
muy muchas veces el reconocimiento de sus pretensiones iirá
<práctica>. Así pues, dice el artículo de Marx: r.
cionales ...
propiedad en cuestión era privada o pública; era una espe qTenemos derecho los pobres...D, gritaban los amotinados
cie de mezcla de derecho público y privado, tal como se de abril de 1766 en Zaragoza." Y sabemos que hasta los años
encuentra en todas las instituciones de la Edad Media... 1830-1840, una concepción jurídico-moral implícita animaba
Entonces la razón suprimió las formas dudosas y dege- a los sublevados alemanes e ingleses.2'
neradas de la propiedad empleando las categorías del dere Sin embargo, la adhesión de Marx al juridicismo instintivo
cho privado abstracto cuyo esquema estaba en el derecho de la clase pobre está acompañada de una crítica política y
romano. Y la razón legisladora se creía tanto más con el
derecho de suprimir las obligaciones que incumbían a esa una constatación empírica en cuanto al sentido profundo de
propiedad vacilante respecto a la clase pobre en curinto la instalación de una nueva sociedad, porque:
suprimía también los privilegios pollticos de esa propiedad.
Pero olvidaba un punto: incluso desde el ángulo del dere. La forma del derecho consuetudinardo es tanto más con
cho estrictamente privado, existla un derecho privado da forme a la naturaleza en cuanto la existencia d.e la clase
ble, un derecho privado del propietario y un derecho pri- pobre no.ha sido hasta ahora más que una simple costutn
vado del no propietorio, sin tener tampoco en cuenta que bre de la sociedad civil, puesto que ésta todavía no ha en
ninguna legislación ha suprimido los privilegios políticos de contrado el lugar otorgado a la clase pobre en la esfera de
Ia propiedad, sino que sólo los ha despojado de su carácter la organización consciente del Estado. Los actuales debates
aventurero para conferirles un carácter burgués3 nos muestran sin embargo cómo se tratan esos derechos
consuetudinarios; nos ofrecen un ejemplo en el que el mé
todo y el esplritu del proceso est¡in llevados hasta su lógica
Aquí es donde el joven Marx cae un momento en la tenta. extrema.r
ción a la vez del utopismo y de la mirada al pasado, en su
deseo de conciliar sus simpatías por la clase despojada y su !, Ese juego entre la tentación utópica y filosófica y et
análisis concreto del sentido profundo de las situacionei c*
esperauza en ün derecho que fuese universal; querrTa uni-
versalizar el derecho consuetudinario de los pobres: racteriza el conjunto de artículos sobre el robo de leña.
Por un lado, la crltica de una definición arbitraria de los
Reclamamos para los pobres el derecho consuetudinario, crímenes y los delitos desemboca en una evocación de
no un derecho consuetudinario local, sino un derecho con- Proudhon, cuyo libro Quest-ce que la propriété? tiene enton-
suetudinario'universal, que fuese de los pobres de todos los ces tres años de vida:
países. Vamos aún más lejos, sostenemos que por gu natu.
raleza, el derecho consuetudinario no puede ser mós que el Al negar la diferencia entre especies esencialmente dis-
de la clase más baja, de esa clase elemental qqe no posee tintas del mismo crimen, negáis el crimen mismo en su
nada...:r distinción con el derecho...
Y esa misma opinión, que no recuerda más que un pun
to común de actos distintos, y hace abstracción de todb lo
¿No podría sostenerse históricamente que, en la realidad que les diferencia, ¿no se destruye acaso razonando así? Si
del pasado era la clase pobre la que (ponía ordenr? cualquier violación de la propiedad, sin distinción ni deter-
minación más precisas se llama robo, ¿no seria un robo
La pobreza encuentra su derecho en su propia actividad. toda propiedad privada? ¿Es que por mi propiedad perso
Con la recogida de leña, la clase elemental de la sociedad nal no le niego a un tercero esa propiedad? 2,
humana adquiere, ante los productos de la naturaleza ele.
mental, la actitud de alguien que pone orden...4 24, Relación individual y verldica del suceso acontecido en la ciudad
Existe en esas costumbres de las clases pobres, un sen- de Zaragoza el dla ó de abril de 17óó ... por d.on Tomds Sebastián y La-
tido instintivo del derecho; su raíz es a la vez positiva y tre,.Zara-goza, l7$, p. 56; cf. P. Vilar, sEl motln de Esquilache y las
legítima...8 crisis del antiguo régimenu, Revista de Occidente (febrero l9I2), p-.229.
. {. !f._E. P. Thompson, iThe moral Economy óf the English crowd
in_the Eighteenth Centuryr, Pgs! and Present (fébrero lglDl pp.76136,
m. Ibid., p.118 (lo subrayado es nuestro), --
V \ichard Tilly, en Journai of Social History (19?0), pp. l-f.
2t. Ibid., p. 115 (subrayado por Marx). 2Á. Rheinische Zeitung, art. cit. p. ll9 (continuación ¿et texto citado,
n. Ibid., p.ll9. cf. !. 23; la misma observación para las expresiones subrayadas).
23. Ibid., p.'119. 27. Ibid., p. ll3.
116 EcoNoMfA, DEREcHo, HrsroRra (SABERES> Y (DERECHOD lt7
No obstante, Marx aún sacará de esa alusión proudhoniana detrás de las actitudes jurídicas que las consagran, pueden
unas lecciones conservadoras en un sentido, tal vez destina' tener lugar los más inconscientes hechos colectivos, que las
das a tranquilizar a sus lectores. Por un lado, excluir de la clases dirigentes, por otra parte, tienen interés en perpetuar.
comunidad del Estado a un ciudadano honrado llamándole Tanto el historiador del derecho como el historiador en ge-
criminal ¿no es segar, a expensas del Estado mismo, las neral tienen la obligación de no ignorarlo.
fibras necesarias para su vida? Sin embargo pienso que ese acercamiento aún vacilante
Por otro lado, acaso hubiese que considerar los peligros a las nociones de fetichismo y reificación se ha recogido más
de una situación en que a menudo en los pocos comentarios sobre los artículos aquí
estudiados, a causa de su brillo literario y su apariencia filo-
el pueblo ve el castigo, pero no el crimen; y por el mismo sófica.
hecho de ver el castigo donde no ve crimen, dejará de ver Me parecen más importantes (y algunas veces expresados
crimen donde haya castigo.'8 también con brillantez) los análisis más concretos y más rea-
listas del fenórneno observado: para que sea apücáda h ley
La falta de lógica de las leyes crea un rechazo hacia ellas sobre el hurto de leña, se le dan plenos poderes al guardá
y quizás un día situaciones revolucionarias. A menos que... forestaf público o privado; él es quien latifica et d.átito, y
A menos que las mentalidades colectivas sean, de hecho, quien determina Ia multa; desde entonces
más complejas de lo que las relaciones y sanciones jurídicas
parecen sugerir. Marx descubre también, al hilo de su precoz la lógica que transforma al criado del propietario en una
reflexión, dos nociones que superan ampliamente al derecho autoridad del Estado, transforma a hs áutoridades del Es-
en el sentido clásico de la palabra, nociones ciertamente que tado en criados del propietario... Todos los órganos del
más de un comentarista reciente ha sobrevalorado, pero que Estado se vuelven o¡oi, oídos, brazes, piernas coá los que
la antropología descubre en más de un aspecto, como funda- el interés del propietario escucha, es¡iía, valora, protdge,
mento psicosocial'de los derechos primitivos. atrapa y corre...,!r
En primer lugar se trata de la reificación. La Dieta discu'
te extensamente sobre la distinción entre leña seca y verde, . -Incluso se ltegó a proponer que las penas se ejecutasen
pero no duda en excluir al hornbre, parecido a la leña seca, bajo forma de servicios, en deducción -de las preitaciones
de la madera verde de la moralidad colectiva. Parece temer comunales debidas por los propietarios; esto re6aja, por un
por encima de todo, mientras desprecia las necesidades vita- lado,_a los alcaldes y a las propias comunidades ai ra-ngo de
les 'de las familias campesinas, la previsión de que los cam- policías; y por otro:
pesinos la emprenderían con los árboles verdes, en la espe-
ranza de aumentar las futuras provisiones de leña seca. De
donde surge la prohibición de utilizarlas: n lmposible - La plusvalía forestal, ese espejismo económico, se con-
-es- vierte en realidad gracias a la ley sobre los hurtos... para
cribe Marx- subordinar de fórma más elegante y sencilla el la propiedad, el delitó se ha transformado en renta.t
derecho de los hombres al derecho de los árboles jóvenesr."
Y así es como el bien t¡alorado, el objeto pasado al estado Así, se riza el rizo por el regreso al dinero, carácter prin.
de mercancía, adquiere valor de 'fetiche. El artículo termina cipal del capitalismo. La totatiáad de las relaciones entie el
recordando que los indígenas de Cuba, ante la actitud de los hombre desprovisto de bienes, el propietario y finalmente el
españoles respecto al oro, creyeron que para ellos se trataba Estado, ha sido examinada a propésitó de un áerecho recien-
de un fetiche. Si hubieran sido admitidos en los debates de te, de una legislación que está elaborándose. Se ha dicho casi
la Dieta, hubieran creído que los renanos tenían por fetiche todo, o todo, sobre un proceso de transición y también res-
a la leña.' Así, detrás de profundas verdades económicas, pecto aI derecho'. Se trata de la transición dó un modo de
28. Ibid., p. ll2.
29. Ibid., p.lll. !:. I_qid,, p. 130 (párrafo subrayado por Marx).
fi. Ibid., p.147. 32. Ibid., p, 136.
118 EcoNoMfa, IrEREcr{o, FrrsroRrA .(SABERES,,Y ADBRECfTO} tt9
producción a otro modo de producción¡ de la muerte de la dida real de aplicación de las reglas destacadas, y, por últi-
sociedad feudal y la cristalizaciún en el derecho de los prin, mo, la medida de su aeeptación socio-psicológica, única capaz
cipios f,tnrdamentales del capitalismo." de asegurar la eficacia effitidiana de esas reglas.
Observemos en seguida,que al ser toda formación socio
económica una combinación de varios modos de producción
Casi podrla terminar aquí mi exposición, puesto que aca- teóricamente analizables, )¡ aunque uno de ellos desempeñe
bamos de ver, en los orígehes de un pensamiento fundamen, siempre un papel dominante y determinante, lo que más bien
tal para una teoría de ta historia, el lugar que ocupa la encontrar€mos, en cualquier tratamiento concreto, aplicado,
reflexión sobre la historia del derecho. del análisis histórico, es una cornbinación de sistemas iuri
No obstante, desearía, en el rato que me queda aún, exa- dicos, tmás que sistemas jurldicos puros.
minaf,Ia parte que podría tomar la historia del derecho en Supervivencias de antiguas costumbres, alteraciones en el
una historia de los historiadores, la que yo sueño en practi- seno de un derecho existente, rechazos latentes o margina-
car y hacer practicar, y de la que hace poco decla qüe me les, o rechazos amenazadores e invasores: todos ellos son
gustada que fuese coherente, dindmica y total. Por ello, he signos aclínicosr de la salud de un sistema
pensado, para sirhplificar, coger un viéjo €squ€ma que utilicé ¿Significa esto que la rnera observación de esos síntomas
hace ya tiempo para precisar las relaciones entre la economía jurÍdicos, positivos o negativos, bastaría para describir y e*
y la historia. Consiste en considerar, ante cada fenómeno plicar una sociedad sometida a estudio? La innegable impor-
ofrecido al análisis histórico, primero ese fenórneno como tancia del hecho jurídico en un conjunto social condujo du-
signo el análisis de la estructura, el análisis em la sin- rante mucho tiempo, y todavla hoy, a esa ilusión. Es sel ins-
-esluego
cronía-, el fenómeno cómo consecucncia, corno pro- titucionalismor. Ahora bien, el principio de funcionamiento
ducto de l4s mismas modificaciones de la sociedad estudiada, de una sociedad no es el derecho, sino el hecho
y finalmente ese fenómeno como factor, como causa, porque -por ello
entiendo no el checho, banalmente enfrentado aI ndórecho>,
no hay ningrln fenómeno histórico que no se convierta, a su sino el hecho socioeconómico fundamental, que el derecho
vez, et causa. Intentaremos pues examinar el derecho como cgqsagra y organiza-. Que haya pués que buscar el principio
signo de una sociedad, el derecho como producto de la his- de un sistema en la economín, dentro de la producción, y por
toria y en frn e! derecho como causa, con tendencia a orga. ello fuera del derecho, es una tesis plausible. Sin embargo, si
nizar, a estructurar unas innovaciónes, o con tendencia a el derecho es la.cristalización del principio de funcionamien-
cuajar, a cristalizar las relaciones sociales existentes y a ve. to de las relaciones materiales, y si es la condicióz de ese
ces las supervivencias. mismo funcionamiento, ¿cómo podría no tener nada que de-
cir (o poca cosa) sobre las relaciones sociales de cuálquier
tipo, materiales y rr¡orales?
Etr¡ r,t stNcnoNfl: EL DBREcI{o coMo srcNo .los Pero en esto los economistas liberales tentadgs por
mecanismos de la economla -sean
(pural, o marxistas incapa-
El historiador que observa el funcionamiento de una se ces de. distinguir entre materialismo económico y materiaiis-
ciedad en un momento relativamente estable de su evolución, na histórico- tienen tendencia a.aislar, el módeto econ6
ve al derecho como revelador de las reglas, de tal funciona- rytico -producción y distribución de todo el producto social-
miento. d" L"r- reglas jurídicas que sobreentienden y hacen posible tal
Entonces- necesita saber sólidamente, recurriendo a los modelo.
juristas, en primer lug4r, los principios del deiecho escrito Perq el rnodelo económico no es más que el cora2ón de
y de todo deiecho institucional; segundo,,las cóstumbres trna estructura global. Suprimiendo la propiedad privada de
efectivamente vivas que tengan alcance social; tercero, la me- los medios de produccig", V la libentad aJempreia y ae co
mercio, cuya- combinación supone toda una áaaptaóiOn ael
_ 33._ Cf. Ibid., pp.13,1;135, los juegos de palabras rschóne llandlung,,
aparatp- j,urfdico, ya no existirá la sociedad capitátista. Esta
eDas Interesse denktnicht, es rechnetr, eM¿hrwertr, etc. no se define pues sdlo por la formación, en su seno, de un
120 EcoNoMfA, DBREcHo, HrsroRrA .(SABERES) y (DBRECHO) I2l
plusproducto. se defirte también:(tal vez sobre todo) por su a) La New Egonomic His,tory demostró que la esclavitud,
apropiacióa en vísperas de la guerra de Secésión, er los'Estados Uniáos,
NaturaleZa y límites' de la propiedad, naturaleza y tímite:s era (rentable>. ¿Pgro qr¡qgignifica esa palabr4 / €nLqué fun-
de la'Iibertad: esos son los grandes hechos jurídicos que'de- damentos se basan esasli$ftiébas? ",
finen una estructura global. Si la ealificamos de "modo de Aquí se cor¡rpfica , el posib,le cálculo económico bajo
producciónn es'sólo para reconocer que el hombre no vive su forma negclásica, incluse, puede ser cuestionado--y-por -el
sin producir, y que no existiría la historia si no cambiasen hecho d" qge e| hombrer (:o,l esclavo) es al misrno tiempo
las capacidades de produccióh del hombre. Pero la rnnneta capital, fuerza de trabajo y. producto. Es, como el br,rey y el
de,produeir, de repartir y de consumir supone un aparato caballo, <caudal>; esta palabra es, en francés lchepteli, el
jurídico (y un aparato moral; ideológico) que pue-da asegr¡rar reflejo popular de la palabra culta (capitalD. pero es irmUi¿r,
sus reglas por lo menos a bastante ldrgo plazo. I producto, quizás stock; y finalmente, se convierte en mer-
cyncía, puesto que, como los corderos y becerros, las crías
de esclavo se pueden vender. Esa complejidad hace discuti.
1. Tomemos el ejemplo de la esclavitud: se, trata de una bles todos los conceptos implicados en el ánálisis de la New
propiedad no limitada sobre la Wrsona del trabajador y su Economic History. rncluso ras eifras que utiliza r"r"iiun-ui
descendencia menos algunas dudas.¡'' pero no importa: queda bien claro
un modelo q]le deja creer que, gracias a los dos aspectos
',No es difÍcil forr.nular, teóricamente; el modelo económico productivos de la esclavitud de trabajo y autoirepro_
de semejantés relaciones soiiales de producción. El esclavo -fuerla
ducción-, la agricultura sudista seguía Sen¿o, en algu'nos
ofrece su trabajo a cambici de una subsistencia capaz de ase- sectores, en vísperas de la guerra de Secesión, un *buá ne_
gurar el mantenimiento de su propia fuerza de trabajo, y su gocior, e incluso que aseguraba el crecimiento del producto
reproducción de generación en genBración (a nivel global). económico global. Cpnstatación gue, ciertamente, no^da cuen
El excedente,.del valor producido redunda en el arno, eviden- ta de'todos los aspectos de la gqerra, ni tampoco de sus orí_
temente. Observemos rápidamente que si el esclavo empe- gen€s: pero gue puede explicar, en un senfido, la
zase tarde a producir y viviese, en promedio, hasta más allá secesión
del agotamiento de su fuerza de trabajo, el sistema tendría
prgblema. de la esclavitud, sus efectos económicos y las
pocas ventajas para el amo, mientrás que en el sistema del l. de
cuelas Pl su se-
extinción es uno ge los temas preferidos de ra ñEH; cf.
asalariado, el trabajador có\ra estrictamente por el tiempo New Econotnic Histitry, selección'¿" p.-i"tiri", pensuin soor.". ísii.
que ha estado produciendo. De ahí la hipótesis, expresada parte 6.1, pp. 33428, y lournat of Economíc uístoril{i-
t*árir'rSfuil
muchas veces, hoy discutida aunque dudosamente invalidada (32 conferencia de la E9og91qrc-uistory Associatt.ó-pp]-¿¡_O
pr,ilippí, lei6i
en todos los casos históricos, de la desaparición:de La escla- 1q!9 Q$t:u ras.tesis de u. n. i*ir¿""" ñ"cr; siáil;yiiííó
l,_19_l;$ RaTsdell, <The. Natural Limits of Slavery fxpansion", ilfrs-
vitud.ligada al decrecimiento y frnalmente a la insuficiencia stsstpt vauey Historié Revíew, (1929), sobre la rentabilitá¿ ¿ecrióiente
de rentabilidad del sistema frente a las ventajas del sistema de,la_esclavitud, por Io menos des¿á'ts60,ét
delasalariado. : ' r' y J. R. Meyer, aThe Economic_s^gf Slavery,t,.ti""i.-á" Á. ñ. ¿áJ;;
tfr" Ánt"U.I-i; ürtü
Journal of Potitical Economy (1958), p;. ¡s:f¡Ol tue una de las primeiaJ
Pero si los historiadores; en concierto con los económis- explicaciones de cálculo económico néoclásico para ra rrirt"tia écó"é-
tas, impulsan el análisis de *casoso diversos, tienen que re- mica. Precir?do por y. yasuba y E. Saraidar ttS'óal, ¿iscrltiáá
conocer, también que el modelo económico no lo :es todo, Genovese,. The potiticat Economy of sláiiiy'i" ¡í;"-E;;;;;n-l"l'sl:
;;É.'ñ.
puesto que no es necesariamente el único, y que el principio ciety of t-he.Slaue So¿¿tft, Nueva io.É, tSóS-.-st" n.,t.ír;;;;
de propiedad (en este caso, de la própiedad sobie el hombie)
y reproducrdo en todas las expg_siciones generales ":"r"pfo
de la NEfl (Fogel
y Engerman, Andreano, Temin, Xo.ttr. L1"--1.-----
tampoco lo es todo, puesto que puede dar:lugar, precisanien-
te, a varios modelos econórnicos, Todo, depende de la combi. . !5._seArazona
sur,
no dispone_r de_las'esperaroár- d. vida de los esclavos del
sobre las cifras ri:iÉridas a los, negros del Norte; rnuchai
nación del sistema con otros conjuntos jurídico-económicos cif¡as se adoptan como *probables, ;
""eiói¡áii"s"; ll. "iril^ói&'¿i
no fundados en las mismas relaciones sociales de produc. RI:T:q.r haría soña1 aI menos, escrupuloso d. i..- di;.lñoJ
Dlmrand-
;;
ción.
122 EcoNoufA, DEREcHo, HrsroRra ,(SABEREST Y qDERBCHO* 123
(¡cuidado aquí de nuevo, con los sutiles matices entre qex- No olvidemos la corte de fenómenos confusamente vis-
plicarr y rjustificar"!). lumbrados por Marx respecto a los hurtos de leña, y que
b) Fma en Cuba, en el siglo xrx, durante el maior auge acompañan siempre a laq Snstrucciones coherentes en torno
de la economía del azricar, el modelo econérnico de-la escii- a un sistema de relaciciries: tendencia a la reificación del
vitud es muy distinto.r La rnasiva importación de esclavos, hombre (en la esclavitud de las épocas modernas, se vende al
su relativo bajo precio, los ingentes excedentes producidos hombre por piezas, y Indias" se, estima en dimen-
pgr la comercialización del az,itcar, permiten uná amortiza- "la pieza de justificación
siones materiales); esfuerzo de ideológicai re-
ción tan rápida de las compras de esclavos, que el sistema corre todas las épocas de esclavitud; desde lá justificación
sólo,es rentable a condición de que la liquidaóión física del racional de,necesidad, de eficacia, de las garantías que le da
esclavo muerte natural- tenga lugár a los cinco o seis al esclavo su propio valor-moneda,' hasta la justificacián sen-
años de-porsu compra, condición realizada, por término medio. timental del paternalismo sudista en los Estados Unidos, o
A partir de entonces, ya no hay que preócuparse más de la la justifrcaciún mitica, en el mundo catélico ibérico¡ de la
reproducción familiar. Y en efecto, se advierle que la familia {predestinacióno, como muestran los textos comentados re-
esclava existió poco en Cuba en esa época. Inóluso si falta cientemente por Sylvia Vilar sobre los <predestinados de
precisar el modelo económico, e incluÁo si la existencia de Guinear?
crisis (y por lo tanto de un subempleo periódico) invita a un
examen-más coJ¡untural de las cosas, es evidente que el mo.
delo cubano no es el mismo que el que la New-Economic
History aplicó a los Estador U"iáor.- =--- 2. Tomsmos un seguhdo ejemplo: el d.erecho colonial mine-
c) Sin embargo, en la antigüedad se podían encontrar ro, obserttado en Potosío
4:rr;'¡;
otros smodelose económicos de esclavitud, áesde los esclavos
de supe_rlujo o de gran talento, que.realizaban algunas de las El modo de propiedad sobre el hombre y su producto no
tareas de nuestro (sector terciarior (incluida h 9s ya l,a esclavitud. Es una combinación de' derichos parcia-
lrostitución
y la gestión einpresarial), hasta los esclavos tor-r¿"r-,ir* les, primero, sobre el hombre; segundo, sobre los bienes na-
plemente,por sus amos en una cualificación técni"", profi- turales (el,mineral tal y como es hallado en la montaña), y
sional, y luego alquilados, bastante caros, gracias . ásá tor- tercero, sobre los bienes producidos (el mineral extraido). -
mación: sistema alabado por Flinio, y que -Antoine de Mont- Doble pertenencia de los bienes naturales: el rey y los
chrestien tomaba en su fraicté ae tttj concesionarios. Doble pertenencia del producto: el cónóesio-
obra, no
-prirnera
lorolvidemos, que lleva el título .de Economía potUicá-,ilra nario, y, al principio, el trabajador indi-o. Esta apropiación de
califi.car al hombre de sherramienta viva>.t una parte del producto por el lrabajador"es un paso hacia el
Así pues la esencia del sistema continúa siendo la extrac- sistema del asalariado y también hacia el capiialisrno, por.
-
_
que la parte del produito cedida se saca entonces al rnirca-
ción de los excedentes económicos. pero el medio y el si[io
qon-el hecho_jurídico (sancionado por los medios cóercitiú"os) do; se vend9,.en las plazas de Potosí, plata por plata, a pre.
de-la propiedad sobre-el.hombre j sobre sus hiios,- y;; ;¿ió cros competttrvos.
sobre su hler:za de trabajo. . Pero ese derecho mixto, degenerado, pronto amenazaría el
sistema colonial en tanto que monopolió. Entonces con Fran-
-.39. fqr trabajos en cürso de Gérard Aubourg criticando las visiones
clásicas de la escravitud en cuba_ muestran q"á ros rtó*T"i*-¿Li,ürc
xr*, desde Ramón de la Sagra a Leroy-Beaulieu- y sobre to¿o 1". ñó"-- - 38. Recorder la justificación de Aristóteles tomada por Montchres.
tien y varios autores del siglo xv¡¡ (Cellorigo respecto i b, ;;;ñ;;t;
l.ieaaol a l.a vida gracliga jipiótáááii, ie escravos, hombres Marx lo descubre en Gtrstav Hugo (Werke; op. áit, p. g2); y ta*póÉó
!11_
negocios, cónsules de Francia informando a su gobiern; i;;f;;; de está ause¡rte de los análisis {e ! NEIi lnoCión ae' .nóesiaaa,¡l ct-.
método dr análisis Coggd_v Meyer, New Economic History, ti3, p. 3gl.
_muy parecido at ¿e la-ivÉ¡r respecto a los cálculos
::-3":-T1a:¡,"t { d" rentabilidad basados en probábilidades demolra- __ el¡s predestinados de Guinea,f en Mélanges de la Casa
-39. S. Vile!, pp.
ncas, pero
37. A. de-aplicados a un caso muy distinto. veldzquez, 1971, ns_326.
Montchrestien, TraictZ de I'oeionomie potitique. ló15. es_ 40. este ej.emplo se$in la crónica de Capoche en p. Vilar,
tractos citados en el estudio anterior. (Les mots ^ ,Analicé
Or et Monnaie dans l'histoire" Parls, lgl4, cap. 14. :
iu lñirláí.t '
"t
..124 EcoNoMfa, DEREcÉtro, HrsroRrA (SABERESD Y (DERECI{OD 125
cisco de Toledo, se combinaría el trabajo libre, los trabajos sidades de nuestra curiosidad sociológica hacia ese sistema.
forzados,i@piados del sistema, comunitario inca, y, de forma dQuién podría dudar de la necesidad de incluir en ella el es.
marginal,"la,esclavitud misma. Y por otro lado; existla un tudio del aparato jurídic&.úWtplicado por é1, y de sus modifi-
rechazo progresivo, por parte de la clase colonial dirigente, caciones? ¿Quién podría'dudar de que, a la inversa, una
a de,jar funcionar el mercado libre de la plata, y a pagar aI ahistoria del derechol que únicamente concerniera a ese
trabajador con una parte del producto negociable, comeiF- aparato jurldico no captaría las causas ni las consecuencias
cializable. i l de su propia voluntad? Porque es fuera de1 derecho donde
.Se puede imaginar el trabajo del historiador (todavía por aparecen las fuerzas que exigen los carnbios del derecho. Y no
realizar) para estimar y fechar cada una de las combinaciones hay estudio (en sincronía>, no hay investigación de <una
realizadas sucesivamente en varios modelos económicos, que estructurar que pueda aislarse de un pasado ni de un futuro
dependían ellos misrnos' de modificaciones jurldicas, impues- tampoco.
tas u obtenidas por las partes en litigio,. según sus relaciones
de fuetza en cada momento.
El fqndo del problema sigue siendo: ¿quién trabaja? ¿y a 3. Algunas palabras sobre el <régimen feudal>
quién le aprovecha? ¿dónde están los productores de valores?
¿y dónde los acumuladores de excedentes? Entre los omodos de producción> que signi-
Pero el derecho ocupa un lugar evidente dentro del meca- -palabras
fican totalidad históri"" ün una esrrucfu¡a
nismo. Condiciona su funcionamiento. Es el sigrzo de stq deteririnadá ly
dete¡m-inante-, sin duda, más que estas coinbinaciones co*-
principios, donde se mezclan: l) concesiones, en sentido feu- plejas que correspondían a unos (casos> históricos partiEu.
dal; 2) obligaciones comunitarias en sentido incaico; 3) deci- iarés hubiera p,9dido, e incluso debido, escoger e¡empios ciá-
siones políticas donde se manifiesta el carácter colonial de
sicos y puros. Y sin duda, como modo de pioduóción donde
esa sociedad. Todas ellas constituyen'las características inter-
nas de la estrucutra del Perú colónial. Si, ocasionalmente, el
no son absolutas la propiedad ni la libertad del agente hu-
derecho es dictado desde et etcterior en las *leyes ryano, hubiera podido, y debido, analizar el .feuáalismo,n.
-piénsese
de Indiasr- la voluntad del lejano Estado ¿Pero_cómo atreverme a tratarlo en presencia de Witold Kula,
español Kse obe- su más eminente teórico económico, y de tantos medievalis-
dece y no se cumple*.
tas, juri-stas o historiadores, todos ellos más competentes.que
Ei grado de eflcacia de la estructura confrontado con sus yo en <féudalismo> clásico? Por otro lado, las róflexiones io,
mismos fines caso, la producción de plata para
España, realizada-ena este
través del funcionarn-iento de ciertas re:
bre la transformación de la recogida de leña en (roboD, en
Renania, en los años 1840, ya nos han dicho bastante sobr:e el
Iaciones soclaleS de proilucciórr en ta exitotaóión de Potobí-
carácter
depende widentemente del glado de caherénéia entre eI .r-no- "degenerado" de la propieda{ feudal, y la necesidad,
para acceder al modo de producción capitalista, de transfor.
delo económico, el sistema de derecho realmente aplicado, y
marlo en carácter absolufo.
la conciencia de sí mismas que presenten las distintás chses:
en el caso de Potosí, conocemos los argumbntos de los qüe Pero no resulta var-lo para nuestro propósito decir unas
cuantas palabras aquí sobre la famosa discusión: ¿hay que
se a-provechan del sistema, con buena concienciá, y a quienes
"feudalismor al hécho poütlci¡iri
reser('ar la califrcación de
no faltan teólogos para su tranquilidad; p'éro también sabe-
dico de la
mos cuántas críticas violentas, en nombre de la conciencia -alta Edad Media al que los historiaaores (y eítre
cristiana, o de los escrúpulos jurídicos de algunos europeos, ellos, precisamente, los que fueron más influidos por la
intentaron contradecir ó limitar las condiciJnes de explota- cuela histórico-jurídica alemana) generalmente r-eservaron "r-
ese nombre? ¿Tenemos derecho a emplear esa palabra como
ción del trabajo; finalmente, no ignoramos la resistencia, más
o menos pasiva, las fugas, las arr¡enazas de rebelibn de loS hicieron, con evidentes fines de critica ideológica, los hom-
indios a los que el cronista Capoche acusa sin embargo de bres de ala Ilustraciónr, del slglo xvrrr én Frañciai ¿O, final_
carecer del sentido spo_lítico, de solidaridad... {rente, podemos, a la manera lnarxista, consi¿erar'"i;"dri;
Parece que sólo una historia total puede cubrir las nece- el conjunto juridico económico-político --el .modo de pro-
t26 BcoNoMfa, DERECHo, HrsroRra SSABEREST Y <DERECHOr 127
ducciónu- que estuvo en vigor antes del capitalismo en gran tontados por la formulación de modelos económicos en el
número de países? marco feudal, e historiadores de la econornía marcados por
Ciertamente, para esas sociedades, como para cualquier la ¡\I¿w Economic History que, después de haberse propuesto
sociedad, eI problema de fondo es el siguiente: ¿cómo se tor' tpllcar a la época feudal unos modelos tomados de los meca.
ma, y cómo se epropia la parte del producto social global que nlsmos capitalistas, perciben hoy la necesidad de tener en
no se emplea en la remuneración directa de la fuerza de cuonta los hechos institucionales, las estructuras que modi-
trabajo? En suma, ¿cómo se distribuye ese producto social flcan el sentido de las palabras clibertadr, rpropiedadr,
entrq las clases? Y entonces, ¿cómo funciona, en la base, la rmercado¡ y (empresau. Arcadius Kahane, en un reclente
(empresa feudab, ya sea expedición, cruzada, roturación mo- ¡Punte sobre la servidumbre, se pregunta si la pérdida (brus-
nástica o complejo dominib señorial? ca o progresiva) de los derechos del hombre sobre el hombre
¿Pero cómo se podría verla funcionar sin precisar real- no fue lo que inspiré a las clases dominantes el deseo de
mente, en cada fase de la formación, del equilibrio y luego hacer más absolutos sus derechos sobre la tierra. Es volver
de la destrucción del feudalismo, el derecho más bien a encontrar, en 1973,la problemática gue Mam descubría...
los derechos- primero, del señor, segundo, -o de la Iglesia, ¡en 1842!n No está prohibido esperar que las llamadas snue-
tercero, del rey (si ha lugar) y cuarto, del campesino? Y por vasr formas ellas ynrciales- de la historiografía
campesino hay que entender incluso al siervo, por lo menos -todas
(economía, ciencia política, psicologla, etc.) encuentren plúxi-
en ciertos casos. Porque, como nos recordaba Marx hace un mamente las formas antiguas (como la antigua (historia del
I
momento, a propósito de las asociedades de privilegi6s', la derecho") en el seno de una historia total cuyo concepto
clase más baja, en la sociedad precapitalista, también tiene central sería el ffiodo de producción."
rll"r r sus derechos. Pensemos que el derecho del siervo a perma-
t"'
t
No obstante, ello implicaría un improbable abandono de
neeer en su etcplotación limita singularmente el derecho del muchos prejuicios ideológicos, no sólo a causa de los oríge-
,i"
señor sobre la tierra. nes de ese concepto, sino porque constituir la historia total
En todo este conjunto, el derec?io lmporta si es es asumir constantemente la crítica de todos los órdenes
{.consuetudinarior- nos parece en primer -poco lugar esencial sociales, antiguos, existentes o incipientes. Es, a decir verdad,
como sigho. Porque estructura algunas relaciones sociales en lanzar la duda sistemática sobre la <justificación por ta exis-
las que entra, ciertamente, un derecho de propiedad de tenciar,la que Mam reprochaba a Gustav Hugo. -
propiedad a la pez sobre la tierra y sobre las personas--ypero
en las que, a diferencia del capitalismo cuando se trata de la
tierra, o de la esclavitud cuando se trata de las personas, ese
derecho de propiedad no es un derecho absoluto. Conviene
plantear todos los problemas de la época feudal dentro de los pp- 8ó99. Este último artlculo alude a una discusión directa con W.
Lí¡mites del derecho de propiedad sobre la tierra y las per. Kula, pero"también se refiere a tres importantes textos sobre las mismas
sonas. cuestiones; Hicks, .A Theory of Economic History, Oxford, l9ó9, D. C.
North y R. C. Thomas, <En Economic Theory of the Growth of the
Así pues, el tema de este coloquio de la historia Western Worldr, Economic History Rettiew (abril 19?0) y cThe Rise
del derecho en una historia total de la-papel
sociedad- entra de and Fall of the Manorial System. A Theorical Modeb, lournal of Eco.
lleno en las discusiones en curso hoy día +implícitas o ex- nomic History (diciembre 191).
plícitas*q entre marxistas que, como witold Kula, están 42. (ahane; art. cit. p. 98, n. 9: cMy own inclination in providing
a rough summary of the development from a system of feudal tenure
41. W. Kula, Théorie économique du systéme téodal. Pour un m(>
to a funCamentally different system of tenancy in Western Europe
would be say that the abolition of property in men took place at the
déle de l'économie"polonaise, XVIe-XVIIII siécle, Paris-l-a Haya, 1970 price of adquisition of unfettered and unlimited property ñghts to the
(edición polaca redactada en 1962) y su bibliografla; por otra parte, land rétained, by the former serf-owning classr.
lournal of Economic History (marzo 193), sobre tqdo A, A. Alchian 43. Cf. P. Vilar, "Histoire Marxiste, histoire en construction. Essai
y H. Damsetz, "The Property Riehts Paradigm", pp. 1627; S. Enger- de dialogue avec Althusser> Annales ^ESC (enerofebrero l9Z3), pp. lóS
man, rSome Considerations Relating to'Property Sights in Mano, pp.
43ó5; A. Khane, cNotes on Serfdom in Western and Eastern Europe', 198; reproducido en esta recopilación, pp. 174 ss.
t28 ECONOMfA, DERECHO, HISTORIA
nombre que ya revel¿i bastante claramente su carácter dudo elementos tendríamos que conjugar: 1. La cñtica ideológica,
so, pero,que adquirieron, en cierto territorio, un aspecto oadüN que generalmente viene del ¿rterior, la de los cAmigos aó los
vez más áe obligaciones y <derechos>. Los campesinos, obli$ negrosD, la de Antillón; esílbeque se cita más a men-udo _ha-
gados a redimirse con dinero_ si querían abandonar la tiera laga al hombre-; desgrabiadámente, es sin duda la menos
los uhombres de remensa'- si volvieron entonces clastif' efectiva.2. La <crítica de las armas*, que también puede venir
discrirninadai, casi una casta, ya que en pleno siglo xw lar d_el exterior, por.co[lplejas razones-que la New Economic
Iglesia decidió cerrarse ante ellos. Así puede crearse un tipo{ History, en el clarísirno ,ejemplo de ld oguerra de Secesiónr
de relaciones sociales, y una especie de, uderechol, Por elil qo ha llegado a aclarar.$ 3. La crítica dá ta úiolencia, si no
hecho del intento de unos hombres en hacer creer (y termi-i de las arrnas, y que viene eventualmente d,el inteñoi, ciia-
nar creyendo ellos) en la náturaleza eterna, o por lo menos' rrorfsmo, rechazo al trabajo, revueltas finalmente, más o
<inmemoriab de Su propia creación.' '|
Telros organizadas,. sobre todo después del ejgmplo, obsesivo
. Pero ocurren acontecimientos de masas, de los que por al fin, de la revolución haitiana. y 4-. por ultirño, ol"iA"*o,
otra parte es difícil opinar si no tuvieron ellos también tanto lo que Germán Carrera Damas, en una lograda"ofrase, llamé
un origen social como un origen <natural>: soú las catástro-l cla dialéctica de la libertad";" al quereilibera"se A" ;;
fes demográficas del siglo xrv. Modifican la relación de fuer. t¡rtela, la de España, los propietarioj de esclavos en el mun_
z¿s enti€ dos clases sociales antagónicas, cuyo conflicto es. do iberoamericano, se püsieron en ra delicada situación -áe
taba latente hasta ese momento; lo transforman en un con- hacer un llamamiento a las arrnas ¡para la libertad de unas
flicto abierto. Al despoblar una gran parte de las masías ca- gentes que eran a su vez esclavos! por eso Bolívar en 1gl0 y
talanas, las pestes colocaron de pronto a los <remensas) en Céspedes en 18ó8 liberaron a sus propios esclavos y f"É
una posición económica favorable frente a sus señores. Pero, pudo negar la libertad a los combatientes *manibises, ""," del
para eliminar su inferiorjdad iurídica, hará falta una guerra ejército de Maceo.
social, de rnás de cien años. Todas las: disoluciones- prggresivas de reglas jurfdicas no
lir,,r. El conflicto es lo bastante impórtante como para conver- derivan, por supuesto, sóló dJ los,procesos que herhos sub_
l',,r' tir a los (remensas) en.una clase organizada, con la que el layado hasta ahora (desgaste del funcionamiénto ¿e los mo-
1,,.., Estado rey- debe contar, y a la que utilizará. HabÉ
-el gue dos de producción, revoluciones socio-polític..l. nig""",
sin embargo esperar el giro de frnales del siglo xv grandes acontecimentos de masas, en la eiolución de laf civi-
va co)¡untura, demografía estabilizada, poder político -nue-modi- lizaciones o_,de la ciencia, también tienen sus repercusiones
fiaado- para que se cree trna nuelra situación jurldica: la :rápidas o lentas- en el campo del derecho. peró inctuso
en
de la Sentencia de Guadalupe, por otra parte confusa y com- esto, la co¡runtura material a menudo precisa (o lis
pleja, puesto que libera al campesino sin suprimir por cóm-' fecha)-
giros más sensibles. Así, la dura legislación francer" ,oür"
pleto los dereohos señoriales y las distinciones jurídicas el aborto se deriva directamente de irna conciencia
feudales. La historia del derecho dependió de la historia en brutalmente aterroriza{",:l 1920,por la situación il;ó;;:
"á1""tiuá
su conjunto. En una primera fase de estudio, se la había fica revelad a a raíz de la prime""'érr"oá Mundial. i; ;i1ul
aislado demasiado. tendencia hacia su modificación responde seguramente a una
Otra lección que se puede sacar del ejemplo de los <re- situación- demográfica singularmenti distinta, donde n"r""
mensas¡r: la historia hace el derecho; también lo deshace. conciencia confusa de las dificultades para emplea. iu,
i"
Si quisiéramos dernostrarlo con otro ejemplo de la " "*
progresiva disolución de las sociedades esclavistas-, -elcuántos
. 50.. una de las lagunas más enormes de la obra de North sobre la
,rustona
económica de los Estados unidos es esa ausencia de anárisii
49. Ct- P. Vilar, La Catalogne dans l'Espagne moderne, Parls, de las relaciones económicas entre el Norte it S,r"
t. I, pp. 464471i en especial la
19ó2, i I.
discusión de lasConstituciónr: eCom guerra. "., "írp;;;d"
a molts entenents ...p de 1413, y la confrontación de los trabajos de Hino-
josa, Piskorsi, Vicens, Anguera de Sojo. Los trabajos de R. d'Abadal
.51. Durante la.reunión de la comisión Internacional de ros movi-
*ientg.s sociales y las estrucruras sociales, Vñ;;" lsó* i;'lJ_
P. Bonassie demostraron, por otro lado, el carácter libre del canrpe- orc¿rcron correspondiente, parís,lg7l, t. It,""pp. fl61n, ümites
"fl de- la
sinado del siglo x. noción.
7-
porque 9l motín es espontáneo- son indudablemente tradicho la historia: Anselmo Lorenzo, en su Proletariado
o clérigos .que confieren a los desafíos que lanzan contra" militante, pone en boca de Serrano Oteiza este cpuro crite-
administrdores públicos, corno el intendente, y contra, rio revolucionarior: la fuerz.a coercitiva del Estado es Kene-
comerciq$tes, considerados unos acaparadores,. una forma miga desde siempre del vudadero derechor.s' Encontramos
rídica, invocando todas las formas del Dérecho, derecho una vez más la problemática de Marx en 1842: bien tendría
derec.ho privado, derecho público, ,derecho canónico, y que existir un derecho en sí, un derecho racional, universal;
mando que¡ cuando se contradice ..el bien público", o pero ¿quién dicta el derecho positivo? ¿El Estado? Pero
mente se desprecia, existe un derecho a la insurrección.
,
¿quién hace el Estado?
a la insurrección política, corno afirmaría la efímera Del aes legal porque así lo quieror pronunciado por el rey
tución francesa de 1793, sino a la insurtección social' En nodt de Francia en <lit de justice>,* al u¿qué pide el puebloh de
bre de un <derecho de los pobresr, de un aderecho a las jornadas revolucionarias de París, del "interés generalr
vidao, sobre *los bienes de los Pobres representados en lnvocado por la Declaración de derechos del hombre, al inte-
tor. Las fórmulas finales de los carteles que usan esas rés supremo, más limitado, pero dado por absoluto, <de la
siones son una imitación del estilo legislatiua: aNos ... mañ{ Patria¡¡ según los nacionalismos del siglo xrx, el Derecho ha
dlamos ...por su mandado ... D, etc. Ahora bien, el pueblo buscado justificación mds en lo social que en lo puramente
toma todo esto en serio; grita (tenemos derecho los moral. Y por eso, antes que nada, deriva de la Historia.
bresr, (Ro queremos la vida que es de Dios, sino lo .que Pero recordemos la controversia que citamos contra Hugo
nue$trob. F.ste einstinto jurídicor popular se suma aquí y la escuela histórica del derecho. Ciertamente, hay que estu-
derecho segular contra la usura, que sobrevivé en las exigertl diar la Historia para comprender el derecho, ya que éste es
cias psicológicas en el mismo mornento en que su aplicaciór{' parte integrante de la Historia. Sus relaciones permiten dis-
le hace perder viger,." Más ejemplos dé moral y juridícisnto cernir la importancia histórica de los intereses, lo mismo que
del rnismo tipo se han destacado recientemente en cuanto a el papel de las ideologías. Pero comprender no es condenar
Alemania e Inglaterra," ni justificar: comprender es criticar.
Con este asrycto complermentario: si se deia de creer en
la natqraleza criminal de un acto, ¿por qué no realizarlo?
Y es la otra cara de la moneda: el campo de la ilegalidad, del
bandidaje, erigidos como modo de vida, y aceptados tácita-
mente por ciertas capas sociales en protesta'espontánea con-
tra la opres¡6tt 5sc,ial y sobre todo fiscal. Algunos abusos'del
derecho crean un antiderechq
Én ese campo, desbrozado por Eric Hobsbawm, nos gusJ
taría por otra p.arte seguir dos pistas contradictorias y com;
plementarias. Por un lado, pasado. las nos-
imáeenes del pasado,
lado. las imágenes
talgias, de antiguos derechos destruidos por la,h,istoria en las
institucionqs, pe{o que siguen vivos en el, alma ile aquellos
que los disfrutaron como clase.* Pero también existe ,la aspi-
ración espontánea del hombre hacia un derecho ideal que,
contrariamente a las imágenes anteriores, denuncia el pasado
y proyecJa hacia el futuro una esperanza q}e sigmpré ña con-
Además, el aparato científico se apodera cada vez más de Mam admitió que se podía teorizar, no porque estuviera
las disciplinas que conciernen al hombre. ¿Por qué no otor- orgulloso (aunque en su justo derecho, podría estarlo) de su
garle al historiador lo que se otorgaría al sociólogo, o al eco- propia genialidad, sino porgue conocla su deuda para con
nomista? Porque los sociólogos y los economistas, en el fon- sus predecesores. ii,';'
do, siguen cónsiderando la historia terreno de lo particular, Reconozco que, cuando escucho hoy que Marx está canti-
de lo accidental, de los <acontecimientos>, en suma, el resi- cuado> o csuperado), prefiero no imaginarme lo que hubiera
duo de las estructuras y las regularidades de lo que ellos dicho él (porque era violento) al oír a uno de sus contempo-
entienden por su campo? Pero ¿dónde, que no sea en la his- ráneos tratar así a sir James Stuart, o a Williarn Fetty, o in-
toria, podrán buscar una sociología o una economía no pur¿r- cluso a Aristóteles. Mam no situaba en sl mismo ell punto
mente teóricas, una información lo bastante amplia? Estoy de partida de la mente humana en busca de sus propiasleyes.
lejos de negar la utilidad y el interés d.e una búsqüeda de lai Si sentaba las bases de una teoría, es porque otrós fraúian
estructuras más generales o de los ritmos más repetidos. descubierto modestamente, de manera ingenua, la estadística
Pero la historia'es el carrcbio de ritmo, el cam,bio dJestruc- y la demografía, el cálculo de probábilidades aplicado a los
tura. Y la búsqueda de una explicación a esos cambios... acontecimientos humanos, la ley del valor, el producto neto,
Mam percibió esto tan bien como nosotros, o mejor. Es el producto global,'el, trabajo productivo y el-improductivo,
el rechazo de Marx por parte de la sociología alemaña y la el trabajo simple y el complejo: y tantas otras nociones que
hi_storia positivista lo que le hizo perder a lá sociología cien- sólo se admiran hoy si se las descubre orgullosarhente bájo
tifica, a la que se informa en la historia, un tiempo frecioso un vocabulapio a la moda, pero que son las nociones d.e fondo.
que _recupera trabajosamente, redescubriendo uno por uno
Tal vez me objetéis que se trata de las nociones de fondo
los elementos del progreso;
no de la historia, sino de la ueconomía política, (como antes
Por otro lado, la época en que Marx fue más despreciado se decía) o de la <ciencia económica> (como se dice hoy).
y menos leído, fue en la que se le consideró <un filósófo de la
historia>. Hoy, unos lo aceptan como filósofo, otros como Es cierto. Pero no me discutiréis que también se tráta de
economista y otros como historiador. No se dice bastante las nociones de fondo de la historia sócial.
Porque,
lo que realmente fue: el primer sabio que propuso una teoría .lugar cuando-precisamente, el
gran paso adelanté de Marx tuvo
comprendió que si existía la economía polftica,
generaL de las sociedades en movirmiento.
, Y una <teoúa generali, no es una si se constituía en ciencia, en primer lugar, era prueba dé
fitosofía. uya posible objetiviTación de to subjetivo, de una'necesidad
Es el marco de una serri de hipótesié sometldas, o que
hay, que someter, a las verificacionel de la experimentacibn. global capaz de manifestarse partiendo de las aparentes liber_
tades individuales de elección; en segundo lugár, que si esas
!a crítica epistemológica subjetivista objetá lo siguiente:
.1, que Iibertades de elección económica desimbocabár,
la historia es conocida y analizadá demasiido mal t"y"r, ta,
para poder soportar una teoría y que así la presunta teoría libertades de elección política no debían. serj en"r,caaá nivef,
(precede a la historiayi:z, que la historia ignora la expeii- desde el individual hasta er global, ni más nr menos necesa-
mentación, rias; y tercero, que Io económico, lo social y fo potiti".".iu_
Pero hoy ya, frente a esa posición modesta (o falsamente ban tan estrechamente-rigados que el verdadero iuj"tó ¿" ru,
modesta) se_esgrime otra crítica, que, al contrario, pr"t"rráé ciencias humanas era la -historiá total.
supg-rar a Marx, en el sentido de que nuestros méiodos de _ Imaginar que la historia en tiempos de Marx no estaba
análisis y de información estarían ahora infinitamente mejor bastante avanzad,a como para ofrecer las bases de una teoria,
instfumentados' que,.los suyos. es cofnprender incorreciamente lo que tufu.*
- He aquí pues dos actitudes contradictorias, aunque alia_ ""t""Aió-p*
historia. concibió ra historia a nivel macroscópi"o,
das en más de una ocasión. una realidad global pero, por eso mismo, f¿óit ¿e" dominar
"iu"r'á"
. No me ,parecen justificadas ninguna de las dos. El histo-
riador no debe ceder hoy ni a un eñeso de humilda¡
al principio. La física no se lanzó de golpe a la investiCació;
de partículas. Si no domind, al rñerios manipuló iá *"_
exceso de pretensiones. "i;;; -las
teria antes de conocer su íntima estructura.
t46 EcoNoMfa, DERBGHo, HrsroRrA MARX y LA MATERTA Hrsrónrcl 147
Del mismo modo, Marx, sobre la teoría corriente de las Es pues posible, e incluso seguro, que la práctica de los
contradicciones internas del fenórneno capitalista, lanzó
las estudios históricos, de la historia del pasado, haya padecido
irylyioo:ó!;" y padezca aún, en los mismos países en los que está en curso
htdi;'i",É¡d; su destino. Sugirió una
3xr
er
;#-";;;ñiliÁ-lir¡i,o*íuso,, se llaman rerz 'ta URSS'
.. la <experiencia históricain, un abandono relativo (al ocuparse
China o Cuba. del presente), o una utilización tan ostrechamente vinculada
-"'i"r*iiiar"e que os cuente cómo,.en.cuba, en la unive¡si- a la lucha diaria que derive al mismo tiempo del análisis de
aaA Ae Las Villás, escuché lo que considero la mejor-defini' tal lucha, y de la crítica malxista de los periodos de cons-
;ió; ¡;a;"rxismo (y veréis qu" t'o se trata'de una filosofía trucción' Es simplemente una manera de constatar, una vez
ñ;it"iá;por adeiántado): él rector de esa universidad, al más, que el historiador está dentro de la historia, y que hay
iecibir a un-gruPo de viajeros del que-yo formaba parte'-nos en cada momento una significación histórica de la historio,
¿=¡O,"t" t"iorpr"s. geniral (era en 19ó1): (Nuestra univen grafía.
iiáua, a partir áe ahoia, entiende ser una universidad mar' Nosotros üo escapamos tampoco a la mism4 regla. y una
iistaiettiñistan. Uno de los visitantes, francés -y que creía de las facetas de nuestro trabajo consiste en juzgar por
t"i*.*i*ta- le objetó inmediatamenre: 'Señor rector, ¿dis' nosotros mismos, en todo momento, la medida en que nues-
ponen ustedes acasó,: de personal suficientemente cualificado tra propia reflexión (y la de los demás historiadores-, a nues.
-"o*o
p"t" enseñar el márxismo?r *Pero señor -exclamó -el tro lado) obedece a las inflexiones del momento.
;;;¿-;o se trata de enseñarlo; se trata de aprenderlo' Pero sin duda la mejor manera, no de escapar (pues nun:
Haciendb h revolucióq. Asociando siempre la práctica y la ca se puede escapar) a la presión de la historia, sino de
teoría.¡r dominarla obedeciénd.ola, es en primer lugar tener plena con-
1 ilr{'ilii
i ii;. Recientemente, en su último libro sobre Marx, Roger Ga' ciencía de ela. Después, esforzaise en pensafla teóricamente
raudy definió el mamismo como una metodología de la inicia'
I
Hoy no existe ni un solo joven candidato a la más peque' He subrayado las invitaciones a un programa de estudios.
ña escuela técnica o comercial al que no se le exija haber Observo que Marx introdujo, en la última indicación, res.
reflexionado sobre el tema de la productividad. Existen insti- pecto a las condiciones natural€s, una serie de sugerencias
tutos de productividad. La productividad es progreso. Se (que por otra parte precisó rápidamente) sobre la observa.
adopta el estudio de la productividad como tema para con' ción de la productividad que cambia a. corto plazo (en el
gresos de ciencias históricas. Hay quienes están firmemente terreno de la productividad agrícola que domina la meteoro.
persuadidos de que la noción es un logro de Colin Clark. Mam logía) lo cual incluye todo el problemá socio-económico de la
no ignoraba que la noción, en germen en Aristóteles, estaba "desigualdad de las cosechas' durante toda la historia. Esto
clara por lo menos desde William Petty. incluye también el problema de la productividad minera va.
Sabía que en la relación entre trabajo y valor estd todo riable, sobre la que se asienta la historia de los desequilibrios
el secreto de ta historia social. monetarios y el movimiento de los precios. En fin, incluye,
Pero no simplificaba. No convertía la productividad en más generalmente, en el programa áel historiador, toda- la
l,'l;, condición suficiente de la transformación histórica. Se con. geografía, Ia de los recursos y la de las distancias.
formaba con convertirla (lo que es muy distinto) en condi- Las demás ,indicaciones invitan al estudio de la historia de
,,'t
ción necesaria. las técnicas y la historia de las ciencias, sin olvidar que los
La hipótesis materialista de Marx tiene un garácter mo. problemas de
"implantación> (como dicen los econoiristas)
desto, negativo por así decir. Consiste en sugerir: observad son tan importantes como los de <invenciónr,
las fuerlas productivas, es decir, al mismo tiempo el número Finalmente, al contar entre las *fuerzas productivas> los
I
de los hombres y los recursos naturales en explotación, pero rasgos positivos d,e ta organización social déI trabaio, Marx
¡lr
en fin, y sobre todo, las técnicas de produccf<írz, porque sólo invita a una sociología del trabajo, noción que debe ser toda,
,r"lr
ellas pueden superar la tendencia al rendimiento decreciente vía más amplia que.la de <sociología indusirial,, porque po-
en la explotación de la naturaleza. Si las <fuerzas producti- demos soñar con una sociología del trabajo Aei iiervo, áel
vas) así definidas no se mueven, veréis inmovilizarse la capa. esclavo o del fellah, que sólo un historiador puede con_
cidad de creación de la vida humana, las mismas formas de tarnos.
civilización. Si, al contrario, las fuerzas productivas se mue. La primera indicación sobre e/ grado medio de habilidad
ven, todo se pone en marcha. La pasión actual por el proble. de los trabajadore.s implica finalmenie una investigación orien.
ma <subdesarrollo/desarrollo> no es más que el reconoci. tada tanto hacia la eficacia del aprendizaje en cor.
miento de esa idea. "Imarco téc.
porativo medieval como hacia el estudio áe la educación
¿Pero creéis que se trata de una idea sencilla, elemental? nica moderna' lJno de los criterios mejor reconocidos de ras
Meditemos sólo la definición que nos proporciona Marx de condiciones actuales del desarrollo.
Ia productividad. Veréis gué títulos de capítulo nos propone, Me parece que el programa de Marx, en historia econó.
qué investigaciones exige al historiador de las economías, al mica y en historia social, no corre el riesgo de ser qsuperq..
historiador de las sociedades. do>,-poy lo lejos que aún está de verse cimplido.
Añadamos que afortunadamente Mam es mucho menos
La magnitud de valor de una mercancía sería constante <materialista) que sus críticos. Con esto quiero decir menos
si fuera constante el tiempo de trabajo requerido para su (mecanicistal y menos <fatalistap. Cuandó plantea
producción. Pero éste varía con cada cambio de la producti. la condi.
150 EcoNoMfa, DEREcHo, HrgroRra MARX Y LA MATBRTA rrrsrónrcr 151
ción orinciDal, necesaria, del crecimiento -la modificación producción y las relaciones saciales de produccddn. Enume.
positiva de'la productividad- sabe perfectamente que no es remos sólo los grandes hechos incluidos en ese marco: el
iuficiente, én él sentido de que al no ser todos los. comPo señorío, la comunidad dp,pueblo, los modos de propiedad y
nentes .de-esa (productividad> únicamente técnicos, sino tam- los regímenes de arrendffiiento, los sistemas de exacción y
iién hiy que sumarles el estudio psicológico, el es'
soc¡ales, las capacidades de almacenaje, las desiguales repercusiones
tudio humano. Ño podrlan faltar el factor espíritu ni el de las crisis meteorológicas sobre las distintas modalidades
cleyes de las dqsviaciones socialesr, esos rbe.
factor salmaD. de renta
-€sas
neficios de puntar, demostrados tan maravillosamente por mi
Estos aparecen en otro ejemplo. Y- es inútil subrayar gue,
al proponer unos <ejemplt-t;, me resigno a dejar en la som- maestro Ernest Labrouspe- y más generalmente toda la
brá michos aspectoÁ, muchos matices. Es el sino de un trai evolución del mundo rural, de la aparición y la liberación de
bajo como éste. los siervos en la ugénesis, de los granjeros capitalistasr (uno
de los capítulos modelo de El Capital).
Cuando se manejan a diario esas nociones vivas, se tienen
B) Clases y lucha de clases : unas ganas legítimas de sonreír al escuchar a tal o cual filó.
sofo, cuidadoiamente preservado de todo contacto con la
En cuanto al mismo problema de la qlucha ds glasssr, tan investigacién, clasificar,a Marx entre los qfilósofos de la his.
tlpicamente (marxistal, no voy a tr-ataf más que una aParen' toria¡ al modo del siglo xffi, y que la sociología del xx se
td sutileza de definición -qué de hecho es una idea funda' cree con derecho a considerar esuperadosr. Es en el contacto
mental y excepcionalmente iecunda-. Es la idea de que las con los problemas cotidianos planteados al historiador social
clases sóciales se distinguen no Por su consumo y sus rentas, donde Marx aparece realmente como el primer teórico de
I",Il'tl',,
sino por su situación dentro del proceso productivo' una sociologfa histórica, como el primer abastecedor de
,," 1
Ricos. Pobres. He aquí el aspecto externo. Es importante' conceptos de base y de modelos, susceptibles de ser perfec.
',
Determina parte de las psicologlas. No es un motor de'cam' cionados, ciertamente, modifrcables, ¡pero todavía tan a me,
i
bios ni luclias. El problema no está en saber cómo se es rico nudo los rlnicos existentes!
ii:llr;,lr;,
o pobre. Sino en saber cómo se hace uno rico o pobre. Acu'
milación, pauperización: ¡éstos son los principales proble
mas de la historia social! C) La correspondencia entre fugrzas,
,air:l,lr:
Porque se consigue ser rico o pobre por la manera eo qu€ modos y relaciones de producción
se panicipa en la producción, por el modo en-gue-se-sitúa
unó en relación con la producción, en una posición de fuerza Desearía tomar de nuevo un ejemplo en que me parece
que mi propia investigación histórica ha verificado una de las
o en una posición de áebilidad. Es el modo de susttacc:ün grandes evidencias de la teoría, a menudo una de las peor
sobre la pioducción, es el mecanistno de acumalaciónlo qtrc
comprendidas, o en cualquier caso de las menos explotCdas.
constituÉ el hecho social significativo, esclarecedor.
Reflexionemos ahora sobre los recientes progresos de la Se trata de la cley de la cerrespondencia" entre fuerzas,
historia socioeconómica; todos ellos podrían agruparse, creo, modos y relaciones sociales {e producción.
en torno a este cambio de perspectiva: estudiar no ya las ri' dQtÉ se entiende por eso? Sencillamente, el hecho de que,
guezas o las pobrezas, sino los enriquecimie¡tos y los empo' al modificar,se las fuerzas productivas, es obligado que cam.
6recimientos, no ya los ricos y los pobres, sino los producto'
bien los emodos de producción> (conjunto mucho más am.
res de valor y los acumuladores de plusvalla.
plio de costumbres y estructuras, a un tiempo técnicas, so-
' Y sobre iodo, no vaya a pensarse que esas nociones se ciales y psicológicas). Y desde entonces las (relaciones
so_cia,les de producciónr, es decir, el modo de propiedad y las
limitan a la sociedad capitalista e industrial. Toda la historia
relaciones entre clases sociales no pueden mántenerse (ii lo
agraria del Occide¡rte europeo hasta la revolución económica
son por la fuerza, detienen el proceso de crecimiento).
iñdustriat y hasta la revolución social antifeudal, gir-a e¡
torno a esias nociones marxistas elementales: el mo:do de En mis trabajos sobre la sociedad agraria catalana del
MARX y LA MATERTA rrrsrónrcl 153
152 ECONOMÍA, DERECIIO, HISTORIA
pios habitantes en respuesta a unas encuestan detalladas (al.
siglo xvru, hallé una aplicación extraordinariamente clara de rededor del año 1789), sí,es una experimentación veriticadora,
esa ley. Pero todavía es quizá más interesante el caso intermedio,
Y que da un ejemplo bastante característico de lo que se
aquel en que el proceso pe ha iniciado, pero no ha llegado a
podría denominar, en historia, Ia "experimentación espon' término, y,donde los hombres del país hay dotados de
tánean. una admirable mente analítica- exponed -Jos
ellos mismos cómo
En un terreno lo bastante amplio como para comportar ven con sus propios ojos que las innovaciones técnicas hacen
elementos con ritmos de evolución desiguales, y sin embargo imposibles los modos de producción tradicionales, y modifi-
lo bastante reducido como para ser observado'(se trata de la can la psicología de las relaciones entre las clases sociales
Cataluña española entre 1714 y 1808), las modificaciones de en torno a la economía.
las fuerzas áe producción se concentran geográficamente: en Naturalmente, una comprobación de esta índole no pqede
la costa, y en ciertas regiones rápidamente repobladas, se causar asombro, porque la formulación teórica de Matx no
constatan importantes' inñovaciones culturales, sustituciones ha salido de la nada, y se debe fundaryrentalmente a una uti:
de cultivos,, intensiñcaciones en la rotación, estercoladura y lización inteligente de los textos del siglo xvru. Fue el.pro
regadios, fundo conocimiento de la transición del leudatismo al cafiita-
Allí donde se producen esas modificaciones, se ve ceder lism,o lo que inspiró a Mam su generalizaeión y luego sus
muy deprisa el conjunto más complejo de los "modps de hipótesis sobre el desgaste y la necesaria sustituCión dé toda
producción": es decir,. la misma estructura de las explotacio' relación social a partir de las nuevas exigencias de cada téc-
nes, de las servidumbres colectivas, de los arrendamientos nica. Pero cuando se- ve hoy a algunos ecónomistas .proponer
tradicionales, de las asociaciones agricultura-ganadería, de' los como aalternativa a Marx, unas interpretaciones some4ps. del
circuitos entre la percepción del diezmo y el mantenimiento adespegue> de la sociedad moderna, en las que no hallamos
de los pobres'en las parroquias, y el impacto social de las la menor experimentación seria de historiadbr, sigue siendo
-lll crisis meteorológicas, todo ello adquiere una nueva fisono- legítimo considerar a Marx el fundador aún no sriperado de
u,'' mfa; finalrnente, el antiguo sistema Social ..relaciones una investigación metódica en historia social..
ll -las
de producción>- se desgasta y tiende a'desapareóer, no sln
,iiil1,,
defenderse primero. Se puede seguir al detalle la forma en
que la renta señorial deducida de la producción crece de ma- El ulnxrsuo coMo TNsTRUMENTo cnfrrco
nera absoluta y decrece de manera relativa, cómo una parte
es arrebatada por una capa social nueva qtre la emplea con Quisiera abordar aquí otro aspecto del método marxista,
un espíritu diferente, cómo el dinero penetra en unos circui- a partir de un incidente que fue al¡lo doloroso para mí por.
tos que antes prescindían de é1, cómo se modiñca la noción que me hizo medir la incomprensión manifestada por ünas
de propiedad y córnó el campesino pobre se com¡ierte en ment-es que tengo en alta estima, no hacia mi actitud perso-
proletario, en asalariado, mientras el hijo del campesino rico nal (lo cual no tiene importancia) sino ante un gran proble.
se convierte en burgués. maplantea{o (lo que es mucho más grave),
. Pero lo interesante es comparar esto con lo que ocurre Era en Sévres, en 1950. Se habían reunido profesores de
en las regiones en que el número de habitantes ha aumentado historia y profesores de filosofía, para ayudarse a reflexionar
poco y donde las técnicas han seguido sin cambiar: ahí, en sobre sus distintos modos de peniamiento, y sobre la mutua
algunos pueblos de montaña, el hombre reconoce qve perte- ayu.da que podían proponerse reclprocamente. paul Ricoeur
nece a su señor, como en el siglo xrv; el diezmo remunera prorlunció en esa' ocasión'una admirable exposición sobre la
realmente las funciones eclesiásticas; no se hace distinción objetividad en hibtoria,
entre uso y propiedad, entre bienes privados y comunales; el -que luego publicó cómo principio de
su obra Histoire et Vérité.
dinero apenas circula; los derechos fiscales'del señor y del
rey pesan cada vez de manera más aplastante, por lo menos - Podía sumanne, igual que hago todavía hoy tras la lectura
de su libro, a muchas de las fórmulas de paúl Ricoeur refe-
relativamente. La yuxtaposición de dos casos de ridas a la historia, a la que concede, me parece, más o *irro,
montaña, pueblo de arrabal urbano- descritos -pueblo
por los pro-
MARX Y LA MATERIA HISTÓRICA i55
154 EcoNoufl, DEREcHo, HrsroRra
lo esencial de lo que reclamamos para ella, y entiendo port sólo derive del individuo. Busca esas actitrries, e sos pefisa:
ello la posibilidad de una elaboración de tipo científico: <E¡ mientos, no unas vulgares razones de infe¡'és inatelial (como
objetivó - d'ioe'Ricoeur-, lo que el pensamiento metódico a veces se cree), sino un fundamentc en el espacúo social y
ha elaborado, puesto en orden, iomprendido, y lo que puedé un fundamento en el momento histórico, que ningrrn análisis
hacer comprendero. "La historia tiene que añadir una provirll literario ni ñtosófico podrían ignorar sin grave peljgro.
cia nueva il variado imperio de la objetividad."
i
Esta critica marxista de los textos y esa búsqueda de tetc'
Dicho esto, la exposición de Ricoeur, apoyándose con fueri tos-series que tengan una significación global para una clase
za en su inmensa óultura filosófica, y excelentemente inforr y una época, es un ejercicio muy distinto, y de diferente al.
mado (aunque desde el exterior) de las más recientes y me' tance, que la simple (crítica internar del testimonio, Es el
jores formas de investigación histórica, presentaba sin em; fundamento mismo de una ciencia histórica, uno de cuyos
bargo a mis ojos dos lagunas inexplicables: parecla ignorariá principales postulados tiene que'ser la frase de Manr: uNo
la óbra de Einest Labróusse, y ni siquiera habla citado padentos juigar una época según la conciencia que üene de
Man. Me extrañó: porque Para ese cordenamiento', esa sí misma>.
*comprensiónD, esa ahistoria razonada>, si se las cree posi' Y tampoco podemos juzgarnos a nosotros mismos según
bles y si se desean ¿puede desdeñarse a aquel que sentó sus la conciencia que creemos tener. El marxismo. exige de cada
fundamentos y formuló sus reglas? historiador dichq, de cada hornbre- urr peq)etuo
-mejor una perpetua crisis de conciencia. De
examen de conciencia,
Se lo pregunté a Paul Ricoeur. Me respondió algo seca'
mente qué Marx no le interesaba, por no ser un ufilósofo crí' lo cual, generalmente, prescinden sus detractores.
ticoo. Intenté contestar, y el presidente de la sesión me inte- Paul Ricoeur había insistido en la (revolución copernica-
, llr'iiiii',lt
rrumpió en seguida, diciendo (más bien gritando) que no na) operada por Kant en filosofía, y cuya importancia no dis-
lii
cuto. Pero tenía ganas de decirle aquel día me hubieran
dejado tiempo- que la verdadera-si
estábamos en Praga y que yo no iba a imponer la dictadura (revolución copernicanaD
''ll' de un pensamiento. Yo no había pronunciado más que una
sola palabra. Era la época de la guerra fria. Desde entonces
que obliga al hombre a no considerarse
me parece que ha -como
sido
individuo- el
realizada mucho
rlll
centro de las cosas,
,ii.t, hemos avanzado bastante.t
más porMarx.
Pero lo que me entristecía aquel día no era la brutalidad
inesperada de un incidente del que no me sentía en concien'
Lo acaba de escribir, del mismo modo, Roger Garaudy en
su rlltimo libro. Me alegré de esa coincidencia. Y rnás todavía
cia responsable en absoluto; era Ricoeur quien me preocu'
'lf,l|,,i paba, tan escrupuloso, tan abierto, y cuya incomprensión ante
al descubrir, respecto a mis actuales reflexiones sobre la
sociología de las guerras, las conclusiones de Tolstoi en Gue-
Man me dolía. rra y Pa1, sobre la (revolución copernicana> deseable en las
P0rque, en fin, ¿Marx, un filósofo (no críticoD? ¿Y dónde escritas, curiosa coincidencia,
ciencias hurnanas
está entonces la crítica? No es acaso el primero que pidió el rnismo año que el -palabras
primer libro de El Capital:
a los hombres: cuando penséis alguna cosa, preguntaos pri'
mero por qué lo pensáis, Y cuando oigáis decir alguna cosa,
preguntaos primero quién la dice, y por qué. Singular am- En el primer caso Tolstoi- [es decir, en el caso
de Copérnico], hubo que-dice
repunciar al sentimiento de inme
pliación de la famosa "crítica interna> del historiador, que vilidad en el éspacio, y admitir un movimiento que no per-
las costumbres clásicas reducen demasiado a un ingenuo test cibían nuestros sentidos. En el caso actual, debemos tam-
de sinceridad, habilidad, disimulo, interés bajo y élemental. bién renunciar a esa libertad de la que tenemos conciencia
La crítica marxista del testimonio es una cosa muy distinta; y reconocer una dependencia que no sentimos.
es una crítica sociológica del conocimiento; no convierte las
actitudes y el pensañiento en un absoluto irreductible que Que la rlnica forma de conquistar nuestra libertad sea
saber primero que no somos libres, y en qué sentido no lo
1. Permítaseme una observaclón de 1980: la acoyunturar material, somos, y si ésta es la ufilosofíar de Matx, para el historiador
intelectual, espiritual, pasional, ha creado condiciones que nos recuer.
dan 1950. iQue el historiador explique la razón de ello! se trata un método crítico singularmente fecundo. En primer
156 ECONOMÍA, DERECH O, HISTORIA MAN.X Y LA MATERIA HISTÓRICA 157
lugar para arrinconar todas las interpretaciones ingenuaméfi¡ Porque, én fin, volvarnos a leer a los hombres del siglo
te idealistas de la historia, donde unos personajes solemnél xtx. Para Michelet, el edicto de Turgot sobre la libertad de
hacen, en irlralquier momento, más o menos cualquier cosÉli granos, es,(la Marsellesa del trigo>, es la grandeza de espíritu
Y luego,ipára que el historiador, en materia de objetividad! y la generosidad de eorazén. Para los autores españoles de la
luche primero contra las ilusiones sobre sí mismo. ; misma época, Colmeiro o Ferrer del Río, son loi mismos re.
Porque, naturalmente, el marxista es el último en discutif formadoies, que flrman los mismos decretos, quienes tienen
la fórmula <el historiador está dentro de la historia"; inclubó razón (aunque Esquilache no sea Turgot). El pueblo que se
es una de sus más evidentes conclusiones para criticar sul Ievanta no comprende. F.stá equivocadó, es igno.-rante. A-veces
fuentes y a sus predecesores. I es cruel. Incluso Michelet no osa defenderle. y los pobres
Queda su propia subjetividad. curas de pueblo que están con él son fanáticos o ,necios.
<Presentimos Paul Ricoeur-, que existe una sub. O mal intencionados. Y los aristócfatas conspiran.
-dice buena,
jetividad del historiador y otra mala... r. Desgracia. Tal vez sea cierto. Pero hoy sabemos qué se trataba del
damente, en cuanto pronunciamol ubuena, o (malaD, úemoó hambre. ¿Nos colocará.eso, sentimentalmlnte, al lado del
tomado partido. ¿Se trata de una elección libre? Hay que rpueblor? ¿O por el contrario, nos pondremos de parte de
volver a ernpezar la operación crítica. los reformadores burgueses, por durós que seun, poiq.r" ,on
Preferiría proponer, más o menos, la regla siguiente: inteligentes, y de parte del progreso? Aquí es dónde puede
La eonciencia de los elementos objetivos que determindn por fin asomar la objetividad real, cuando hayamos cuptado
la subjetividad del historiador, por el ejerciclo d.e su oficiot; el porqué de la rebelión del pueblo, y el poíqué (donde la
tiene que darle capacidad para penetrar en ta subjetividad inteligencia y la buena voluntad no són tas tnicas-encausa.
, fil'l'ri iirii:i, de.los hombres del pasado, para desembocar en una concep das) de la postura de los reformadores. El anáIisis objetivo
lo I I lr,r
ción objetiva de las relaciones entre lo objetivo y lo subie. de las alteraciones de precios y de los <beneficios de pünta,,
tivo, etapa suprema de la unión entre ciencia y .fiiosofía. ' de las contradicciones fundámentales entre las clases y a. Us
, ']' '
Lo .principal es pensar firmemente que lo objetivo y lo contradicciones pasajeras entre categorías, puede parécerle a
están perrnanentemente creándose, recíproca, -dia. quien se irrita con nuestra profusión de tifras y nuestros
,,i -
subjetivo
'' ,i i,,,', Iécticame¡te, porque esa misma es la relación que- une mate- estudios de cuentas, muy ramplonamente <materialista>. Es
^lil,l ria y espíritu. el único fundamento de una posible superación de las subje-
Pues bien, en esto, las conquistas del historiador son ya tividades de la época estudiada y de n-uestra propia suUjeli.
,ll ,rl ., enormes. Pienso en ese siglo xvrrr español, cuyo secreto ña vidad.
sido perseguido durante tantos años en absurdás discusiones
sobre las <influencias), y el <afrancesamiento> o el .no afran.
cesamiento' de tal o cual autor privilegiado, mientras que, El utxxrsuo coMo TNsTRUMENTo DrAlÉcrrco
por poco que se analicen en profundidad sus estructuras ma.
teriales y sus modifi.caciones, sus fuentes espirituales e inte. Falta¡ía aún el más difícil de todos los problemas, el pro.
lectuales se hallan en éI mismo, en las corráiciorr., de vida, blema de la casualidad.
en sus contradicciones, sus exigencias y sus impotencias. En esto, Ricoeur es severo y no se lo reprocho. Tras ha.
,berle
V,er el nacimiento en Españá como én Francia, de concedido mucho al históriador en cuanto a sus posi.
modo internacional y-tantono localmente-, del *giror ¿e íZSO bilidades de análisis, ra arrebata buena parte de su confiárza.
se puso a disertar sobre los granosD- no de la A sus ojos somos irigenuos, <precríticosD, y oscilamos entre
-aFrancia
fantasía de algún voltaire sino de las estructuras incipientes el determinismo y la probabilidad.
del gran comercio y de la coyuntura de las crisis, no Ls sólo De acuerdo. Pero, después de todo, ¿no oscila la física
hacer un amodelo> de esas crisis, y un <modelo> de las re. entre probabilidad y, determinismo?
¿Entre noción u"rt"dío
vueltas (<motín de Esquilacher, ..guerra de las harinas> o trcaD y noción absoluta de las <leyes>?
plemente-que la probabilidad es'la foñna¿y si dijésemos sim.
<Grande Peur, de 1789), también ei hacer un modelo social, bajó h q"";;;
un modelo intelectual., y finalmente, un modelo moral. es revelado el determinismo?
158 .ECONOMÍA, DERECHO, HISTORIA MARX Y Le Mtrekrl grsrómcl 159
El problema se planteó entre los economistas: ¿análisis las contradicciones y las luchas sociales, de los impulsos es'
de forrna matemática? ¿O análisis (causalD de pirituales y materiales que los acompañan y subrayan, que
"alternitiyp4
forma co¡lcfeta, donde el factor *exógeno, aparece siempre, los arrastran y por los quers6'¡ arrastrados'
alterando el juego? Esto no impide reconocer':casi como una evidencia (que
Para los historiadores, la elección se sitúa entre la simple algunas filosofíás, incluso religiosas, actualmente intentan in'
*historia razonadau duda, aún la más razonable- y una tegrar¡ que el motor de la historia -casi su definicién- es
síntesis dialéctica que-sinexplique la <totalizaciónu' Sartre, en Ia-construcción del hombre mismo, y de su espíritu, por su
beneficio de ésta, tendería a condenar el análisis. Pero sus influencia sobre la naturaleza, es decir, por la producción,
ejemplos toman pronto un giro verbalista que evidentemente por el trabajo. Pero la labor del historiador consiste en ex-
no nace de una experiencia de historiador. pticar el paso de ese motor elemental a las formas más com'
La recbmendación dialéctica de Marx es mucho menos plejas de las sociedades y las civilizaciones.
ambiciosa y mucho más aprovechable. Consiste en practicar Y esto tampoco impide reconocer, con Mart( y Sartre, que
el análisis, sin olvidar que la slntesis del conjunto no será las iniciativas humanas, a pesar del carácter libre y volun'
nunca una simple suma de las partes analizadas; en practicar tario que puedan tener (y sobre todo que creen tener), se
la abstracción, en utilizar la <teoría>, incluso el esquema, traducen en frutos globales de lo <práctico-inerter, que la
pero sin olvidar nunca que lo real es complejo y que es mayoría de las veces contradicen la lógica y los deseos ele'
siempre, en cierta medida, particular; en fin, en no utilizar mentales de quienes son, en el punto de partida, sus autores
nunca la noción de causa más que luchando obstinadamente voluntarios y conscientes. Pero el historiador no tiene por
contra cualquier tentación de unilateralidad, de explicación oficio constatar esos juegos de la <Mateiia>'con ma¡ruscula.
universal, de acción sin interacción. Lo que le interesa es lo que fue creado, lo que fue desarro'
$ti,rliir Quizá sea una concepción banal de la dialéctica. Pero llado, corho condición de lo que será creado y desarrollado.
n'1,,
aquí también, es un tipo de banalidad que todavía puede en Tal vez esperaseis que centrase mi exposición sobre un
señarnos mucho, porque hay muchas banalidades fundamen. problema más sencillo: ¿Orienta sus investigaciones históri'
,t
,,,
'L]" tales despreciadas. cas una opcién política o se siente usted desligado de ella?
Por lo que a mí respecta, todavía no he encontrado más He aqul lo que quizás hubieseis deseado que tratara. Permi-
*',,
que un medio simple, modesto, para realizar la conjunción tidme decir que la cuestión así no estaría bien planteada.
'lL'
necesaria entre la inducción y la deducción, entre el análisis Si se trata de saber hasta qué punto soy libre frente a
y la totalización, entre la constatación de los ciclos y la cer- las costumbres, forrtraciones, sentimientos o elecciones que
tidumbre de los pasos hacia adelante. la vida, la sociedad misma, me han impuesto, no soy más libre
Ese medio es considerar cualquier fenómeno histórico (o que cualguier otro. Pero.el menos libre de todos sería aquel
sea, cualquier fenómeno social en pleno cambio) de tres ma-
gue se creyera libre sin habérselo preguntado seriamente.
neras sucesivas: considerarlo primero como signo, para pro-
ceder a las constataciones y los análisis; considerarlo luego
Por otro lado, ocurre que eI mamista establece- un lazo
(y está en su derecho, indudablemente, del mismo modo que
como resultado, m,irando hacia atrás; y finalmente conside-
rarlo como causa, mirando hacia adelante. es su deber) entre una actitud militante y una actividad glo'
Luego, no está prohibido hacer una sintesis. Si sucede al bal donde se inserta por naturaleza su actividad profesional.
triple análisis que he recomendado, evitará toda explicación Eso sólo puede regularse segrln Ias preferencias personales y
unilateral: ni la demografía, ni la técnica, ni la ciencia, ni las el temperamento de cada cual.
cpropensiones a... >, ni el ritmo de producción de la moneda A decir verdad, dudo que un hombre de acción por tem'
(cito,aquí lo5 sucegivos intentos de explicación unilateral que peramento haya emprendido nunca podido continuar con
han asediado la historia socio-económica) revelarán nunca eficacia- una labor de historiador, -y
con lo que ello comporta
el auténtico secreto de la historia, sino una paciente combi- de paciencia y meditación solitaria. Evidentemente tenemos
nación del estudio de la demogratia, de la historia de las a Marx, y al Lenin de El capitalismo en Rusi¿. Y la dialéctica
ciencias y de las técnicas, de los ritmos de la moneda, de meditación-acción, en esos dos hombres excepcionales, depen-
1ó0 EcoNoMfa, DEREcHo, I{rsroRrA
opinión común. Marxistas y antimarxistas, a quién mejor, so profunda solidaridad entre la historia-objeto y la historia-
biestimaron o subestimaron la influencia de Mam' conocimiento, que, subsiguientemente a ia publicación del
Entonces ocurre que, en excelentes estudios de econo' primer libro de El Capital,,(coincidiendo con los días de la
mistas, se descubre lá afirmación de que los historiadores Comuna), desde los años i3etenta y hasta fin de siglo, por la
santes de Marx, se limitaban a describir cronológicamente curiosa _convergencia de abstracciones puras y empiiismos
hechos potíticoi, diptottuiticos y militat¿5>, lo que se dice purost de negaciones apasionadas y sistómas arnbiciosos, se
f.otrto át "nuttto ai pasado de la tristoria, y p-arece
hayan
sugerir
renun'
constituyeral_ p9r un lado, una economía teórica y unos pr<>
\te desptés de Marx todos los historiadores yegps sociolégicos que tenían el rasgo común de repuáiar
ciado a esa definición. la historia, I por otro, una historia que sólo se enorgü[ecía
Pues bien,, algunos todavía la aceptan hasta tal punto que de su tradición erudita y de repudiarla teorÍa
de buena gana éxcluirían de la historia cpositivar (como sil Al citar a Jevons, Menger, Walras o pareto, Rickert, Sim-
estuviera riancillada de espíritu teórico y por tanto de nmar', mel, Weber o Durkheim, Nietzsche o Dilthey, Schmoller o
xismo'), toda investigación basada en una problemática y'' y Langlois se descubre bajo la diversidad.de los
de la que lo económico no estuviera excluido. Cuántas veces -Seigqobos
^
hombres _y la lucha de escuelas una áctitud común: su opo.
habré Lscuchado, en Francia y en el extranjero, para mofa o sición a basar históricamente el razonamiento sociológicó y
alabanza, tildar de <marxistap ¡la escuela de Lucien Febvre sociológicamente el razonamiento históiico, su voluntád dá
y- Marc Bloch! definir el oficio de historiador como una búsqueda del hecho,
Existe una tercera forma de entender abusivamente (en no como una persecución del fehómeno, como una inscrip,
cantidad) la noción de <historia marxista>. Es clasiñcar bajo ción de verdades singulares, y no como un descubrimienio
esa rúbrica, sin tomar más precaución que unas afirmaciones de un modo de racionalidad.
-
o unas citas previas, todas las obras que declaran serlo abier'' Pero esa racionalidad propia de la historia, no construida
tamente. Poique una pertenencia geográfica o política no por la mente coino en el caso de Hegel, sino extrafda de la
puede, sin un examen, considerarse una garantía de p-ertenen' misma materia histórica, es precisamente el campo que Marx
óia científica. No todos los textos gue invocan a Mam se había pretendido abrir.
somprometen en la responsabilidad del método mar-xista. En ese sentido, se podría caer en la tentación de deñnir
Así, el papel activo del manrismo, al inspirar recelos y <la historia después de Marxr, por lo menos en cuanto al
confianzas deicontroladas, a menudo extiende indebidamente primer medio.siglo, como una historia de, espaldas a Maii,
el lugar del marxismo en el camPo actual de la historiografía. igual que le daban la espalda la teorla económica nmodernaí
Péro lo contrario también se da. Trabajos de excelente y la naciente sociología.
línea manrista apenas se reconocen como tales porgue no Los mamistas no contradecirán esa constatación, pues ex-
pusieron empeño en etiquetarse y porque poca gente se Preo" presa_ a ojos el pecado original de toda ciencia iburgue-
cupa de mirar debajo de las etiguetas. En cambio, grandes sap de -ous
las sociedades, que creen que está abocada a irrra
teitos marxistas demasiado etiquetados realizados en países abstracción sin referencias con lo réal, o a una observación
socialistas son despreciados como tales en las bibliografías no coordenada, si no quiere desembocar en una condena de la
cuyo sustento deberfan constituir. De esta manera, puede estructula en la que se integra. En esa perspectiva, la heren_
subestimarse la auténtic¿ contribución del mamis-rno. cia de Mam no habrla sidó recoglda no poOta serlo_
Y no hay.que olvidar que, cronológicamente, fue esa sub'
-la que más que por los revolucionarios ictivos, -yialvadós de la abs-
estimación triunfó, al principio, y durante mucho tracción por la praxis cotidiana de la lucha, del empirismo
tiempo. Porque una sociología abiertamente materialista, y po-r preocupación teórica siempre presente, y enfrintados
que señalaba la lucha de clases como motor decisivo de la la,
a la historia por su ex,periencin.
dinámica social, no podía encontrar, en la sociedad de su Sin embargo, en e'sas condiciones, la marcha hacia una
tiempo, a la que declaraba la guerra, más que con una acogida
,historia
como ciencia tenla que ser ralentizada. forq""
es pont dn eament e ne gat iv a. tendlan a atrincherarse a ladefensiva en la erudi"ión ""ós
No es una casualidad, sino la comprobación misma de la cializada, y los demás a reservarse ofensivamente et an¿lisis
"sp"-
t64 ECONOMÍA, DERECHO, I{IS?ORIA MARx y LA MATERTa ¡rrsrómc¡, ló5
teórico. Las coincidencias fructíferas fueron escasas y se f_.gnt1 ,ya, como más adelante hará Fernand Braudel, el,mo.
tiplicaron las condenas mutua5. Alernania, cuna de la erudi¡ delo del (cortoD plazo al del alargo> plazo, el aconteiimiento
ción <objetivar, se convirtió en la de la historia subjetiva 1l a las estructuras.
la de la qcrítica de la razón histórica". Pero las potentes sín. Pero si precisamente esl $qeno que el historiador capte
tesis del marxismo prerrevolucionario ruso corTectamente esa oposlción de ritmos, ¿puede ser tarea suya
el imperialisrqo, y de Stalin sobre la nación--denoLenin sobre
inspiraron separar los campos? ¿No serÍa más bien establecer las reia-
ninguna investigación desarrollada de historia contemporá. qigne¡l La paulatina conquista de los mejores historiadores
nea. Incluso cuando Lenin, en un momento de inactividad del.siglo xx fue pasa,r.de-la primera actitúd a h segunda, es
forzosa, pudo darle a su Desarcolla del capitalismo en Rusü. decir,-a la investigación de los mccanisrtos que unelt Ia suce-
unos originales fundamentos documentales, su polémica y, sión de aconteeim¡ientos a la dinámíca de las estructuras. En
teórica presentación colocó la obra (con la probable satis. lo esencial, conducía a Marx.
facción de su autor) lejos de los horizontes entonces farni:;
liares a los historiadores universitarios. No obstante, la at
mósfera rusa de aquellos años, permeable al mamismo ¡i Claro que este último punto será discutido.
cargada de pasión por lo social,,r dio pie en efecto a ciertos Pero no _por quienes, ehistorizadoresp o subjetivistas im.
trabajos pioneros; incluso para la historia de Occidente. penitentes, hemoi comentado ya que confunderig"ttárátt*"-
t_e, en una conflena agresiva o
Aparte de esa excepción, el signo más evidente del amplio -con una sonrientJ condescen,
rechazo de Marx en la historiografía europea residió tal ve¿ dencia, la historia según Lucien Febvre o Ernest L"bñ;;-;
menos en el estricto positivismo de la investigación y en lá la historia según Marx. Es normal que ros adversarios
preferencia por lo (contingenteD, que en la indiscutida divi. nes descubran las actitudes comunel. "o*.i.
sión entre sectores de la historia. Porque si el campo político, Senin más bien quienes se encuentran, desean o se creen
diplomático y militar seguía considerado alrededor de 1900 en 1a vanguardia de una cierta manera moderna de escribir
como el campo de lo histórico por excelencia, no se puede la historia, quierres duden de la idea de estar regresando a
decir que el de lo económico, lo institucional o lo espiritual lV!"o._ Unos dirán que no sienten nada en comln con ese
fuer¿n despreciados. Pero se les congideraba un asunto para' <hombre del siglo-xrxDr ] lo dirán con tanta mayor sinceridad
especialistas. Dilthey había propuesto para la historia cültu. cuanto menos lo hayan leído. Otros, al no desóonocerlo tan-
ral una melodología propia. La historia económica, cultivadá to,_ admitirán mejor su herencia, pero una herencia qasimi,
siempre con gloria en Alemania, ernpezaba a serlo en Francia i
ladar, que cae de su peso... :
e Inglaterra. En ese caso, a veces se discutía o se utilizaba , ¿Es necesario añadir gue el marxismo ortodoxo se rebela
al pensar en un método científico aplicado de forma i""""r.
1 Marx. Pero nunca como historiador en su teoría global. ciente y no formulada, y en un m?todo global
Y, en las grandes historias nacionales y generales publicadaé
a principios del siglo xx, la división de la materia histórica retazos? """pt"a;;
se hacía por cuestión de reglas, y no de comodidad. EI r'elato _ Todavía es más extremada
Sartre o
la postura de quienes _como
político era la trama. Unos capítulos especiales trataban lá Althusser- proclamaroi recientemente, cada cual
egonomía, las instituciones, la literatura y el arte, ya que só eI marxisme sólo asentó los principios de
1_1-3Tr",.9r9
una episternologÍa histórico-sociológica, pero que, al no ha.
admitía que formaban Wrte de la historia, pero se-olvidaba,
al aislarlos, que son la historia misma. Denos aptrcado nunca científicamente, dejó el terreno de las
A cierto nivel de sistematización, tal separación puede te. ciencias humanas completamente virgen.
ner sentido. Cuando Rafael A,ltamira, en su Ilisforia de Espo . I Vl', por encima de esos filósoIos de Ia <praxisr que
ña, separa la historia <externa¡ de la historia <interna>, los :i1Í11 t. experiencia his-tórica_fugra de fa cieinciá, IleÉ;;
qurenes proponen, con Claude Lévi-Strauss, situar aH
hechos políticemilitares de los fundamentos sociales (y de tám.
las creaciones intelectuales) otorga finalmente a esos fu¡¿a- Io menos provisionalmente- tod; 6;;iat ;il;
P]éi -:r
lo económico. ;,
mentos, a esas creaciones, su lugar primordial. y la alter. Las disciplinas (punterasD serían
nancia de una historia-narracün y una historia-marco en -lingiiística o estillstica- las qul, asiéndose a unas"rrion"",
estruc.
MARx y LA MATERTA ¡lrsrónrca 167
t66 ECONOMfA, DERECHO, IIISTORIA
ejercida individualmente y en apariencia libre, tiene un re-
turas ahistóricas, darían pie a un análisis formal. Confun' sultado objetivo (un precio, un salario, una tasa de inte.
diendo ciencias incipientes y ciencias desarrolladas, sugieren rés ... ) resulta que se puede pretender, por conceptualización,
que todo progreso sólo se desarrolla en la soledad de la re' razonamiento o hipótesis, reconstruir él mod.elo de esa for"
flexión fundamental. Desconfían un regreso al positivis' mación, que, por otra parte, puede y debe sugerir y tuego
-en
mo- de los campos en que el hombre está interesado, sin verificar la observaciín estadística. -por ese jirego ált".n"o,
plantearse si la.ciencia que hay que construir no es precisa' dotado en este momento de un aparato y esta-
mente la de los intereses del hombre, en su sentido más dístico considerable, la economía de hoy-ute*át-i"o
consigue eiplicar,
amplio. Entonces se expulsa el <historicismo' fuera del mar' prever, intervenir y planificar. El hecho de quá no dbmine
xismo, y al hombre fuera de la <antropologiar, de suerte que todavía todo lo real no significa que haya que preferir la
unas mentes jóvenes creen ser las mentes (punterast, repro' estilística en la jerarquía de las cieñcias.
chándole al Marc Bloch historiador su preocupación por el Pero el genio de Marx está en haber visto más aún, y haber
hombre. marcado por adelantado los límites de aplicación del modelo
En esta confusión reviven los viejos divorcios: abstrac' económico. Pensó que si en el seno de la economía existía
ción-inducción, práctica-teoría, objetivo-subjetivo, sincronía. una _objetivizaciín d9 19 subjetivo, no había raz6n para
diacronía, social-humano, lógica-dialéctica. Aceptarlos, ¿no que los demás tipos de intereses humanos
sería retroceder cincuenta años, a la época del rechazo ins- más sérdi.
do al más elevado desembocasen ellos -del
también, entran
tintivo de Marx? Superarlos, ¿no sería al mismo tiempo con -no
do en combinaciones y luchas, en una objetivizació; de i;;
servar las opiniones más creativas de Marx, y tomar nota de hechos que constituye a la vez la racionaliáad y ta necesiaaJ
las mejores y más recientes adquisiciones de los economis- de la historia. Así, todo lo humano, en el espacio y en ei
tas y de los historiadores? tiempo, puede entrar en el campo del análisis iientíáco.
De hecho, examinar <la historia después de Mam" es en En particular, si los modelós económicos abstractos se
menor medida preguntarse si ha soportado su <influenciar ven trastornados por factores (exógenos>, no hay que apre.
visto las grandes ignorancias y los rechazos rena, surarse, como hacen los economistas (puros, en recñazar
-her¡.os
ciendo siempre- que verificar si la investigación histórica, ese
<exógerro>
-al campo d-e- Io ucontingeriter, precisament" pói
en lo que hoy descubre y difunde, se parece más a la imagen ser <histórico". El también puede ilévar su áecesidad inteina
que se hacía un Dilthey, un Pareto o un Seignobos, o a la en el seno de un modelo más complicado. y si las .t"y"r,
irnagen esbozada por Marx. económicas advertidas por los chjicos no son univeríales
Por poco que se renuncie a los prejuicios y a los forma. en el tiernpo ni el espacio, es porque se ejercen a"ntio Ae un
lismos, la respuesta no parece dudosa. rnarco institucional o piicológico_ sin duda lo bas-
-técnico,
tante estable como para constituir una (estructura>, pero
de ninguna manerq eterno. Existe pues una ciencia 'a! lo
Desde hace treinta o cuarenta años, la historia se ha ido histórico, que es efectivamente h dé esas estructuras, pero
afirmando como ciencia y lo ha hecho en el sentido que que también es la de su nacimiento, sus transforma"ión",
había entendido Marx. y
su desaparición.
En este sentido el que hay que comprender primero co- Ciertamente, la complejidad de lo histórico es tan grande
rrectamente. Se puede conseguir por el examen del privilegio que su matemática está todavía lejos de ser inventaáa. EI
concedido por Marx a Io económico, con la condición de privilegio que le da ventaja a lo económico es que se inscribe
remontarse a su génesis. casi por completo en reiultados numéricor, io q", ;;;;;
Si el joven filósofo Marx, apasionado por los problemas más raramente (aunque más de lo que se cree) en los demás
sociales y la política, se transforma después de 1840 en eco. campos abiertos a la investigacién histórica.
nomista, es porque presiente eir la economía polltica el pr| De todas formas, un campo del que está ausente el cálculo
mer camlro humano en que ha podido penetrar eI razona. no excluye a la tuerza una posibilidad de ,ozono*i"nii,- il
miento científico, menos d,e esquem.as, si no de .modelosr.
En efecto, en cuanto advertimos que la voluntad humana,
1ó8 EcoNoMfA, DERECHo, HISToRIA
MARx y LA MATERTa ¡¡rsróRlct 169
_ - Y, seg.in Schumpeter, ése habla sido justamente el c coincidir con Marx ni hacerle referencia. Era quitar de en
brimiento de Marx: aMam fue el primei econo¡nista de
clase q¡,lo reconoció y enseñó sistemáticamente éómo la medio un montón de tabúeS.contra el razonamieñto en
histo-
rla económica puede convertirse en análisis histórico y ria.- Proclamar el derecho,del historia¿or a uü ilp;;;;;;;"
la exposiclón histórlca puede convertirse en historia tlabaio, era autorizarle a fiensar dentro de un *uróu teAiii.
nada>. !r1, de cualqrrier forma, otorgar a lo histórico una ..ciorruñ
dad penetrable.
Aval tantb más i.mportante en cuanto que SchumDeter ei
una de las mentes capaces de mayor absiracción, y'uno dd , Iru, en recuperar otra de.las actitudes fundamentales
los mfuimos historiadores de la teóría- 'i oe Marx: el-fin,
rechazo a cualquier tipo de división, a cualquier
Tras é1, otros economistas han reconocido la tipo de_<compartimentr, *itrrr"oi',-"rir" sectores de la his-
to^ria. No €s q!¡e la encuesta pueda evitar el análisis,-ni-á
oñcio_la especialización. perolo económico nunca
cará íntegramente por 1o económico,
;';fi-
l; ;"li;i";;;;'i;
lllr]i::t ni lo espiiitual por r" "i ni proOl";";: ;;
"rpirit"ut.
caoa caso concreto, está en su interacción.
Así la noción mamista de (totalidado, ignorada por la
historia po-sitivista, pudo tomar en la-noción Ai _sin
Tal vez se me objete precisamente lo que acabo de obserri tesisr de l{enri Beri. y no hay más",r"rpo
que comparar, para iuz-
var: que muchos historiadores de oficio permanecen gar !u influencia, las colecciones act,ráI", ¿" iris;úü;¿;
escép-I, con las de hace cincuenta años.-Ninguna de
ticos ante la palabra <cienciar e incluso át"-1. ;;ñ;;;:;
sentar, en el seno de las periodizaciónes clásicas
.;it";;;
"ilas v.antes-de
zonamiento>, aplicadas a su labor cotidiana. eue, en h fiisldl
riografía aoccidental¡¡, (académicar, el golpe bajo a la teoría cualquier narración, h eóonomíu ur, ,,r.-profu;d;r;-ñ_
lt, turas y sus grandes coyu-nturas. Ninguna t"'r"g"t"á
siempre resulta blen visto. y que,'en ta hiitoriolrafía ;l;;;.
"o¡"r' a los mecanismos sociales, deróho, ¿" fi""frá t!il;
l"l" "q"o.istaD, el primer lugar ocupaao p"r"ta t""ri. *, -de
psicologías. Njnguna deja de ,it";;,
acompaña frecuentemente con;arraciónes áticuadas sociedades en su
t;bd armosrera estética y espiritual, ni de ligar los
rrldas-. ¿Pero no qecra.
rrr(¡as. ¿rero decía Marcel Mauss que una historia se, sei rqeologra a los modos de vida de los grupos.
rnatices de la
transforma en sociologia en la medida qo" es inteligenteri Economía, so_
ciedades,_ civilizaciones; la jerarquía mirxistu
"i menos mamista¡
y Lenin que un mamista tonto será sier,npre convertido en la cosa más naturál del mundo.'y
puré"" rr"UL..-"
gue un byleujs.intetigente? E-: evidente-d"" ;; Brainville y pierre Gaxotte fr** fr"V ;nñ;;;
"; "d;i;;;
del.desiguat desarrollo de la cidncia histéric;. pe;o; l""qT." "i;di;;;-;;
lrul*::
la.lentitud deese desarrollo Se debe en gran parte a las facir,
to a Pierre Goubert y Eric Hobsbawn. i;É;;;-?d;:;
qye, p9-l reacción <anticontingente), se
lida.lgs y los éxitos conseguidos por las árrtig,rrs cost,rmbrefll sacrificaro" f"ipoút¡"á
(iy no por Marx!f, perorroy se ofrecen ;;;;ii:
9: th pequeños .he9los-cjertoir, mieniras- qu"-;i;;;;ñj I]:,:1tjo: una (polemologÍan a completar
de una materia histórica densa es una prorüiorr- p;-;ef lt9"l9qi"-"-I el arsenat a'e U
totalidad histórica.
moda.
No obstante,-por lo menos en Francia, la batalla pareció,,,
ganada. Lucien Febvre, que desconfiaba de la teoría,!"ro ai Fatta asegurarse de que el <cuadro> no apraste
quien gustaba, lo mismo que a Marx, hacer brilla" ,ú'p"*"_l que la preocu-pación pof las estructuras no el <relaton,
nos aleie de ra de
3ient9 en la crítica y ta pótémieu, oró proponer a los jévenes.
historiadores de nuestra generación, ii no la esperilza in-l
ros cambros de estructura. En Marx, la historia
ti"rr" ,ro _*
tor y,un seltido. ¿Los tiene
mediata de una historia-cñncia consiituida sobre.unos (mo- El <evolucionismo>, en "" "*"rirüiistoriadores?
este momento, no tiene buena
delosr, sl al menos el ejercicio continuado de una tristoriá.. prensa..Se_ le convierte en una for-ma
mental ael siglo-xü
inteligencia centrada alrededor de unos problernas. No era¡l que alejaría considerablemente a Darwin
o Marx d;"i;r;:
bios de hoy día.
MARX Y LA MATERIA HISTóRICA t7l
170 EcoNoMfa, DEREcHo' HrsroRra estrtrcturas de todo orden, social, político, psicológico o reli-
sab:l si las condenas de gioso, heredadas de un pasado regignle o remoto' El histo'
El historiador se preocupa P9r
-"ingenuos' iiá¿". puede recoger en isa actualidad un montón de leccio
de no están simple'
(historicismos" califi[ádos del tiempo his' nes útiies a su ofióio. Pero su:oficio no deja de mostrarle en
mente velando ru ¿liu i"íi"a"cción cada momento de la historia unos problemas, ciertamente -no
del siglo xrx' lejos
tórico en la cienci*" i!'o' J'tu "o"q"ista
""""¿?i"u
Incluso en las idénticos, aunque andlogos. Es en esa continua confrontación
de haber sido osuper-aá"]" tg": ttumánas con toda eviden'
sin'explotar'
de los tiempoS, la manera en que el razonarniento, la con'
ciencias exactas. Y ;i;t;i;ñcias renunciar a las tareas que ceptualizacién, el esquema y el modelo, la hipótesis de traba'
cia. Renunciar a etlo no tOfo sería al objet" q:"-:::"i jo; a nivel económiio y a nivel histórico, convierten a la
había definiao Ivrur*,'"'itio"táÁüi¿n la historia como máxrmo: historia en sociología.
Febvre o Henri n"" iL áloiguuttt.u á"*""t*an unos títulos Ega transfotmuéiót exigiría'un llamamiento a la cuantilL
ra ettolución de ta ;;;;;i';"d itó cacióm y a la medid-a. Los economistas tentados por la histo'
ria proponen hoy:
"ut"Ji"ll"rrto a eso, se está autorizado a permanec*no-1o91^e-fi"-t-I-1 1) bonstruif una historia *íntegramente cuantitativa> de
basar las esperanzas ;"
lunt futura -(antropología>
hechos humanos menos n$' los bienes producidos;
Ios secretos estructurllet áL fot porque no los hay)' sino 2) Analizar todo episodio concreto a través de modelos
tóricos (no digamo'- u"hi'tó'i"os)D' etapas técnicas' económicas abstractos tomados como hipótesis de trabajo.
sobre el análisis n¡st¿'l¿il ae las
se'enc"""!:1 l:f-' Esos son unos instrumentos técnicas intere'santes, pero
v socialesq,r" "otaoiltJi J-tto*ut"^aonde
tos umbrales- de una era crcn' parciales (sus mismos promotores lo reconoóen) por el he'
#;;;ütur"t -y"oio "n btto ¿e que separan lo económico de lo histórico, y por eso
entre el pensa' mismo no alcánzan el fenómeno global. En esto, el razona-
"to"Í' tocamos otro punto de contacto más sólidos: la miento debe preceder a la medida. Algunos ejercicios muy
miento^nu, de Marx V instructivos dé medida de la productividad, al establecer las
*:'--t:de la historia'
";;t;tít-á"-t""utit"ientos
idea del factor ,"t"iiááüá-"it"t
,,1',. ,, malentendidos a ese relaciones entre el precio de los artículos y la remuneración
Y todavía q,,eaa" p"or disipar nuevos (económicoD como del trabajo, no hacen más que redescubrir a Adam Smith o a
t',,*' ,"rp"iio']b'iuiao M;;-rtáur3 del factor del curso de la historia' Mam, redescubrimiento que hubiese sido mucho más fecundo
determinante (en "ltñ;-;;áüsisu en último análi' hecho de manera consciente y sistemática. En cuanto a esto,
y del factor tecnologi;-"oiu-á"t"tminante' destacar que la los historiadores pueden también desempeñar un papel im'
(4,..1 sis, de la economr;'#;ñ""t" ""t"oaió capacidad de do' portante, en la medida en que, a la manera de Marx, no sepa'
originalidad i"i to*ut" está en su qtté solamente la ian nunca el estudio de los textos y las teorías del de las
"r"o"'ui
minio sobre la ".t"1i"""'"ütl "9 ;is"tq"u
Eso significa condiciones objetivas en que aparecieron esos textos y esas
tecnología y ta "co'ilLiu t""
<interesanteJo'
den los pasos teorías.
que sólo ellas hacen.ü;;^,* 9Try,t^ll*anos Hubo un tiempo en que tal vez se pudiera creer que la
decisit¡os e irrer'"rs'i'blá' si la iecnologí" t?911"1^11pi1":::: historia aobjetiva>, (cuantitativvo, alcanzaría el nuevo esta'
se cuestiona toda la orga'
?:'#'";;";;¿ffiffi;"iirabajo' resiste a ra dio de la "téoría experimentaln bajo una influencia muy ale'
;"tá#;;iññ éiü;;ñizáción.del crypo No es pues cotl' jada de Mam: pienso en la historia (coyuntural' tal y como
.l"pi""io", "í pioetái" técñico se aresiente' las tesis de algunos eco" la concibió en origen Frangois Simiand, y que sería imper'
dición suficiente -"ótit"tiumente de las sociedades hu' donable no evocar aquí, por lo mucho que influyó a nuestr¿is
nomistas upr"rrrr.ao-'"I áJ ¿"tu*"llo sentido de que todo generaciones. Por ser sistemáticamente antideductiva, por
en-el
manas. Es su cond'¡c7ón;;;;'i"' en la productividad despreciar las estructuras, por ser monetaristas y finalmente
cambio no acompañ;á; ;t; un impulso de revelarse infe' psicologista en sus conclúsiones, por optimista €n sus previ'
del trabajo, tiene tta'*'r"t pótiuiii¿uaes
siones sobre el papel de los ciclos, la historia de Simiand
u *át o menos largo"plazo' ,-,t^ ^-+.,atoc en rnmó ar parecía. poco propicia para reintegrar las grandes opciones
'"T:'3ffii.: :iü;;;;bñás
"""¿o, m'is actuates an torno ál
pr"ntean por esas' deli' de Mam en la investigación histórica.
odesarrollo,n y .r,iüá""áñ"rit"-t"
cadas relaciorr","r
"t,t" iiét"t" técnicb y modificación de las
172 EcoNaiMfA, DEREcHo, HrsroRrA MARX Y LA MATERIA ursTÓnrcI 173
Sin embargo, al definir el dato histórico obietivo, al plan' de encuesta social con unas posibilidades aumentadas por
tear las reglas para la explotación de las fuentes numéricas, cálculos mecánicos o simplificadas por los sondeos, unos
<análisiq de contenidoD que introducen las nociones proba.
al anunciar Ia racionalidad de lq historia en el plano estadís'
fico, Simiand creó efectivamente el utillaje técnico y concep- bilistas y estadísticas en lo espiritual...
tual necesario para toda investigación de las concomitancias Pero no hay que confundir al instrumento con la ciencia.
entre los movimientos de la economía, las reacciones psico' Antafio se hizo en la historia como erudición. No volvamos a
sociales y los acontecimientos. hacerlo con la historia como modelo. La práctica científica
Blandiendo ese instrumento, el más creativo de los histo. es un diálogo continuo entre lo concreto y lo abstracto, entre
riadores actualmente vivos, Ernest Labrousse, transformó el lo real y lo racional. Man lo creyó así, y si la ciencia histó,
estudio coyuntural del siglo xvrrr en Francia en una recons- rica se desarrolla hoy por la vía que él abrió, es simplemente
trucción de la dinámica de las estructuras, la observación de porque fue el primero en demostrar su legitimidad. y eso
los precios en una observación de las rentas y, a partir de sería reconocido más universalmente si Marx no hubiese ad.
ahí, de las contradicciones de clase. Por vez primera, con é1, mitido si sus discípulos no hubiesen demostrado- el
la génesis de la Revolución francesa apareció en su dialéctica alcance -y
práctico de ese reconocimiento.
exacta. Se acabó con la contradicción entre la tesis de Mi-
chelet de la miseria"- y la de Jaurés
volución de la prosperidadr- al poner en evidencia la-(re-
-(revolución coin
cidencia entre la depauperación y el enriquecimiento, entre
la aparente armonía del largo plazo y la agudeza real de las
crisis periódicas.
Es cierto que en la obra de Ernest Labrousse, las refe-
rencias a MaIx son más implícitas que explícitas, y se acom-
pañan de algunas reservas. Pero ¿pudo ser posible la trans-
formación del análisis coyuntural en dinámica estructural sin
'lr'
conocer profundarlente la obra de Marx?
Aunque talvez nos encontremos, durante los años sesenta,
en un plano parecido hasta cierto punto al de los años
I ,r,, .' ,
treinta, cuando, en relación con la crisis mundial, triunfaba
la obsesión por la <coyunturaD.
Hoy día, parece ser la obsesión por la <estructurcD la que
barre, en algunos discursos, cualquier preocupación diacró-
nica, pero tiene la ventaja de proponer unos instrumentos
muy nuevos: modernos procesos de información y sutileza en
el análisis formal. ¿Podremos, igual que hizo Ernest La-
brousse ante Simiand, captar los instrumentos fuera del dog.
matismo de la doctrina, sabiendo que la historia no es una
curva o un corte, sino una curva y un corte a la vez? Mien
tras matematizamos sus relaciones, ¿no podríamos descubrir
sus principios en la dialéctica de Marx? Con toda modestia,
¿los de la historia razonada?
Esa historia razoniada ya dispone de instrumentos que el
siglo pasado no osó imaginar: un enorme aparato de esta.
dística macroeconómica, unos modelos microeconómicos que
separan el principio de los funcionamientos, unos procesos
MrRx Y rA MATERTa HrsróRrca t7s
puestos lógicos de sus esquemas, ya sean explícitos o so- análisis?- fracasaría estrepitosamente en intentos de este
breentendidos.
género, mientras que le queda aún mucho que aprender de
su propio oficio de toda [a ,obra de Marx, y más particular.
No sólo para la <marxologíaD, sino también para la epis- mente quizás de las partes para él más difíciles, las menos
temologla, y ante todo para la historia, es perjudicial que
conformes (en apariencia) a las fórmulas clásicas del histo.
casi todas las ediciones de Mam aíslen las obras, desorde- riador.
nando su cronología, distinguiendo entre sus contenidos y
gug agénerosr (obras <económicasr, <políticasr, n filosóficasu, Tomemos como ejemplo bl segundo capítulo de la Contrl-
bución (Zur Kritik,1859) en el qué está enluspenso el primer
etc.) mientras que la fuetza de Marx está en tratar los pro-
errsayo redactado de lo que será El Capitat. Se tratJ de si-
blemas no bajo todos los aspectos, sino ¿ través de todos los
aspectos relacionados entre sl, surgiendo precisamente sus
tuar, entre la exposición sobre la <mercancía> y la exposición
lecciones de esas combinaciones en sus adquisiciones suce-
sobre <el capital', el papel desempeñado pó, la rnone¿á,
enigmática intermediaria. Mam acaba de eiumerar, en las
sivas.
A menudo, en lugar de entregarse a gsta investigación, se últimas líneas del capÍtulo precedente, las cuatro nociones
que presentan urgencia teórica después del esfuerzo ricardia-
extrae de una carta, de una polémica, un juicio sobre un
n<r: trabajo asalariado, capital, concurrencia, renta de la
hombre, una palabra sobre un pueblo. Es uno de los proce-
dimientos favoritos de los adversarios de Marx. Y podría ser- tierra. No ha incluido la moneda. y abre el capítulo mone-
les reprochado si los mamistas hubieran evitado escrupulo- tario ironizando sobre las diversas elucubracion'es falsamen
te teóricas a las cuales ha dado lugar la monedá. parece, pues,
samente hacer lo misrno: multiplicar las citas aisladas, ex-
evitar, en este dominio, en el punto de partida, ,r.
traer las frases de su contexto, o, peor aún, ingeniárselas tualización_ rigurosa. Rechaza cualqr¡ier definición qrr"
para imitar un centelleo inimitable: el estilo histórico-polí- "órr""p.
,"iu
hi*'' tico-polémico de Marx. No es por esta vfa, obviamente, que
pu_ra tautologla (como: (la moneda es un medio dé pagoo).
progresará la historia mamista. Sabe que _ninguna definición parcial abarcaría todos ios" pá.
peles.y todas las formas de la moneda, y prefiere examinarios
Yo me atreverla incluso a pedir, y espero que se me sucesivamente. Se guard-a del dogmaiismo y no dice, por
interprete corredtamente, que se deje de investigar de for-
ma demasiado exclusiva el Marx historiador, como se hace ejemplo: cl.a moneda sólo puede ier mercancíar; sino'sóh.
mente: <la dificultad capital del análisis de la moneda. se ha
habitualment€, y sobre todo historiador de Francia, en Las
vencido tan pronto como se ha llegado a comprend". q.r"
luchas de clases en Francia, en El 18 Brum:ario y en La guerta
lH ,
ciyil.
ésta tiene su origen en la misma meicancíau.,
Sin embar_go, a pesar de esta referencia a los orígenes de
Se trata de textos en los que, más que en los artículos ,la moneda, Mam rechaza la exposición pseudo_histólica, clá-
periodísticos menos meditados, pueden encontrarse las ci-
sica después de Aristótetes, qué sustituye el proceso ,"áf á"
rnas de la reflexión <mafiistar. Textos a la vez de análisis
y de combate, en donde los episodios políticos apenas re- los or:ígenes por la simple lógica de lai comodidades de ia
moneda ante el trueque. podría entonces limitarse a la expo-
cién ocurridos encuentran su eco, su conclusión y sus lec- sición erudita de lo que es una moneda primitivJ
ciones militantes. Consagran a Marx como maestro del pen-
tránsito a las acuñaciones metálicas. pero Marx ,""úuíu V áel
samiento revolucionario. Han servido a la historia y sirven
talmente la erudición cuando corre el riesgo d" ;il;;;;";
ti
a la historiografia. Unen la actualidad y el acontecimiento a cambio de explicación.
sus agudas observaciones acerca de las estructuras de una
sociedad. No viene pues al caso discutir el sentido ejemplar
Finalmente, al leer los comienzos del capítulo, y los de
cada una de sus partes, y sobre todo al leei el *irirro-"""t-
de un tipo de análisis que ya hemos caracterizado como tulo condensado, tal como aparece en El Capital, áráli"-1"
portador de acción, tal y como puede y debe ser portador de
tentación de gensar que el Mám economista, ,i' a""rrtorr"rri
acción crralquier análisis cientlfi.co. Pero, para practicar asl
en la abstracción y en la pura lógica de sus hipótesis, rechaza
la historia,, es precisb llamarse l-enin.
El historiador de oficio, el modesto investigador de cada
día de todo, si no existiesen, ¿en qué se basaría el 3. Contribución... p. 93.
-después
180 EcoNoMfA, DEREcHo, HrsroRra y LA
MARX MATERTA, ¡rrsrónrc¡, 18X
también la exposición histórica como fuente de reflexión, genes de
ca, por_tanto, pocas lecciones al historiador. pero nos i"v la polémica, a Bosanquet, a Thornton y a Ricardo
.aprende y hace aprender el exacto,parentesco.,de
Entonces
prevenido:, , ,,
examen de los hechos debe preceder a la teoría, <hechos históricosr, han erigido en teoría lo que no es sino
y
no se limita.d lp económicó (quería turr¿u*"ot",su selección ingenua antropología. y nó" menos fácilmenie demuestrá
logía). No hábrá, pues, ninguitu fripOi"ri, a. ;;;i;: (lunqye siempre cón alusidrnéS) que los historiaao""J, iráái.
fariiau.-l;;;
n-ada más insidiosó que tas"tripot"í'r-l"ror,,r"i"i;;. cjonalmente preocupados pór hecños (precisos) ., o"gt.rttoro,
teoría.de loi p.recios
ó" ;;. de resurrecciones luJuriosás, no han fórmulado n,rni. t"¿ri.
lllo: :"u pr"rente en tas conclu. camen_te el objeto de zu.ciencia. En particular, eI tiempo
srones monetarisras de simiand."rtuUu
Esta vez la debitidáá ta;¡;, es
comprometió la empresa. para ellos un sfunple qdator lineal.
En el momento oportuno tendremos ocasión de ver los
- Prácticas
Marx
de antiayer, de_ayer y de hoy. La práctica de
es anterior a tódas. ¿iíat"i" o-airuiurrt"f elementos constructivos, utilizables por el historiador, Ae ia
,-promgte aún- horizontes ¿p;;;;;
más v-astos, cálculos ü;lr;;;;;
potente contribución de Althusser á h edificación de una
precisos? ciencia marxista. Pero no deja de ser útil aistinguii l"r rit"i
El historiador se preguntará ante todo _o tes de un intento que liquida con demasiada faci-lidad (ae un
tará (desde hace seis-o sje-te an9¡ to, jJu"n", nose le pregun modo q¡e Marx, nunca hubiera hecho) los,*pisos fraUitlbtesr
de.hacer preguntas)- si ra criiica-eji-rtemologica han dejado construidss en las diversas etapas de la coriquista científica,
Althrrsser, qu-e. pretende ttu¿u *áttos de Louis de las cuales ninguna puede sef divinizada.
lu (constru.cción del
concepto de historia¡¡,le ayuda o ,ro á'""
á terminar
Y uno, no solamente si es marxista sino simplemente si
está ávido de coherencia, no puede dejar de
planteár; L""i;
t-os de su oficio, con las
gorr el mismo Marx. iroposicione; á; i;; ".;i;;i;ábi,
;;;;;;ffi;, Althusser'una cuestión previá: si aceita lost¡¡ndamentos de
una crítica del conocimiento surgiaá de Marx, ,i
toda construcción que no está deácuerdo con dichos !"á
""""funda.
3. Hrstonn y rronfl: u mentos (precríticar, <empíricar e <ideológicar, si se per.
cnfr¡c¡ o¡ Ar,rr¡ussrn -es
mite aplicar a Marx suposiciónes del mismo o?J;"'"liiáo;á;
su revolución-perrnaneció inacabada...
(:,' Pl
plgpio Althusssr,.urlg,r:
. filosófico subraya et carácter puramen. ¿cómo p""a" ü"j", ia
te guardia cuando se trata de lo que él llaria .los-estudior
la historia del saber que actuálmente poseemos>? (deiaiotru
(es decir:'teiri[áj á;;;-pósito,
'rlll
puede interesar tanto a- estima que que
l, \, [á*o a
"corrómiitar historiadores. los adivinemos, pero, esta vez, no es airiciL rr"*rf.l.ó_t"=i]
ql;
,Y es .que, en efecto, a_ellos i""rro que se pone en Dren sobre esta aformación filosóñca suficienteD para.
cuestión Ia legitimidad de sus"o""i"rü
aii"ipiirr-""; en cuanto a Marx, sesún
.'ll es a la vez: l.o anasionadam""t" dice,
-poder leer provechosamente . M;.-i";fi4;"";
cubridor de tos tin¿aie"til-';;;;;i;;; como primer d,es. aqui la actitud de esos economistas a lo Joan Robinsonf que
"írU"dode esas disciptinas, quieren <leer a Marxu, pero a la luz de una
2.o respetuosa péro firmemente acuáado
-aún de que no podía sa. económica suficienter "t"r-á"iá"
berlo y menos decirlo -la suya, naturalme:rt".
yo no estoy propugnañdo,
e"ii¿rr¿"r"
en nombr" a"f --"oi*á,
También aquÍ se emplea el término (nuevo)
sistencia peculiiar, con una in, 9f^" !":
que se tgnore a los economistas <modemos)D o a
"o-d "r,y ;";;;; ;i"ioria cuantirativan o los epistemo.
logos <de actualidadr. Me parece, tan sóio, que ser
sNew Ecomomic Histor!>, ,"tio".rá de cien años en el fi"i;ü;;
no consiste en 'buscar en EL Capital un atisbo ¿e fo"aa"li
caso de Marx no varía-muáho "l U pr.;i;;;;; o- la presciencia de Keynes, sino más bien en ro-"t",
hace cien años, su ;d;;;;".r,uu};'i"^
"orá,-porque ;l"r,rd;;
Key,nes o a Foucault a ras dudas .irt"*iIi"..
,
"gujgu{
podía comprenderla..Haura
lue ;;;¿;, supongo, que res.
pondla con demasiaaa an_ticiiáót¿;-;-i;-; a ellos habrla podido experimentar Marx. ¿"1"-rtá¡t!
criterios sugeridos
al filósoJo por recientes *hisioriar-¿¿l
¡ub"r". . Por lo que se refiere al terreno de lo económico, Althusser
lo conoce tqnto- que mete en un mismo saco desdeñosamente
Igual que la mujer dg
no debe ser sospechbso ni 1.o -cés;; J-;;;iliento científico a los más grandes de los viejos clásicos y a los mas
sabiás ¿e
Ae.'ia"oiü"
mo. Althusser demuestra fácilmeni;-i;1 , ni 2.o de empiris. los jóvenes económet-ras; ha;, qr" que va muy rápi.
alusiones, desgra. "orri"É"r
Ah?"U- bien, por el contráió, esta áispuesto a tomar pres.
::*fg:", mfs.eue economistas no 9o,
tados de los ahistoriadores del saberr loi temas
marxrstas, empíricos por"o"su"¡"mpiáriqü'ro,
insistencii ._i; ;;;;'t";; ¿",roa lñio.
ü:
7 rf
18ó EcoNoMfA, DEREcHo, HrsroRrA
MARX Y LA MATERIA HISTóRIcA 187
sofía)r encargada, nos dice, d,e ovelar> por el materialismo
dialéctico, como hizo Lenin después de 1900, cuando la física cienteD pudo cometer Engels al escribir (por otra parte, a
sufrió su primera crisis. Pero Lenin no la tomó con los físi. modo de imagen, en una carta y a vuela pluma) que el pen-
cos, sino con sus intérpretes. ¿Y qué hubiera dicho (estamos, samiento conceptual progresaba <asintóticamenteD con res-
al menos, en el derecho de preguntárnoslo) de esas corrientes pecto a Io real, mientras que, según Althusser, la ley del valor,
epistemológicas que no dejan de oponer, desde hace algunos a propósito de la cual Engels utilizó esta imagen, (es, sin
decenios, una neoescolástica a toda dialéctica, un neopositi- duda un concepto adecuado a su objeto, ya que es el concepto
vismo antihumanista a la toma de partido sistemática de de los límites de sus variaciones, el concepto adecuado a su
Marx, y un estructuralismo antihistoricista y neoidealista a lo campo de inadecuaciónrr."
que Althusser reconoce con razón como una <teoría de la Espero que esa sutilidad señale la dificultad que tenemos,
historiar? Por no hablar de una crítica del empirismo y del en la definición de nuestras andanzas y en la práctica de
sentido común hecha en nombre del espíritu científico, pero nuestra investigación, para no (caer en el empirismo> man.
que ha escogido el psicoanálisis individual para fundamen. teniéndonos demasiado cerca del objeto descrito, del
"ejem"
plo>. Pero el abismo del empirismo está separado del abismo
tarse y no tiene en cuenta la existencia de las clases sociales,
sus luchas y sus ilusiones. del idealismo por el filo de la navaja. Practicando en demasía
El estudio marxista de esas corrientes debería tentar a la el horror del ejemplo, aislando en demasía el <santo de los
vez al historiador y al filósofo puesto clue son pruebas de la santos del concepto> (he hallado la exp4esión en una reciente
reacción ideológica (existencial) de una clase amenazada. tesis "althusseriana, sobre la noción de la ley económica en
Todo <antihistoricismo)r espontáneo, toda ucrítica de la ra- Marx), se corre el riesgo de ser "precipitado> (o catapultado)
zón históricaD, son antídotos inventados contra la crítica his- a su vez en un mundo que no sería ya el del marxismo. Por.
dl, que desde la Introducción de 1857 está claro que si hay que
tórica de la razón, auténtico descubrimiento de Marx.
<entender las ciencias>, es preciso cuidarse muy bien de no
No obstante, la indiscutible sinceridad marxista de Louis
Althusser y de sus discípulos nos obliga a clasificarlos entre hacer callar las palabras:
las víctimas del engaño y no entre sus responsables, y nos
lleva a estudiar a Malx, no a su manera pero sí a su lado. El todo, tal como aparece en la mente como todo del
Sobre determinados puntos, el historiador puede hacer por pensamiento, es un producto de la mente que piensa
y que
ellos lo que ellos han hecho por él: indicarles posibles vías y se apropia el mundo del único modo posible, modo que di.
t., peligros. Si bien no se han equivocado al señalarnos que fiere de la apropiación de ese mundo en el arte, la religión,
el concepto de historia está aún por construir, señalémosles el espíritu práctico. El sujeto real mantiene, antes como
que sin el historiador no podría ser construido, y, mucho me. después, su autonomía fuera de la mente, por lo menos
durante el tiempo en que el cerebro se comporte únicamen"
nos, sin ese prodigioso historiador que supo ser Marx, tanto te de manera especulatirta, teórica, En consecuencia, tam-
cuafido <<habla de historia" de manera implícita o .de manera bién en el método teórico es necesario que el sujeto, fa so.
abierta y tradicional. ciedad, esté siempre presente en la representación como
Admito de buena gana, y, más que Althusser, admito como premisa.t2
una evidencia que el objeto construido por Mam en El Capi-
fat es un <objeto teórico>. Admito que conviene no confundir
el pensamiento con lo real ni lo real con el pensamiento, que Todo Marx está aquí. El mundo no permanece <autóno-
el pensamiento no mantiene con lo real sino una "relación mop si el espíritu no permanece EI sujeto es
de conocimiento> (¿y qué otra cosa podría hacer?), que el la sociedad. El teórico solamente"especulativo>.
se la (apropia" si la tiene
proceso de conocimiento tiene enteramente lugar en el pen. constantemente <presente>.
samiento (¿y dónde diablos podría tener lugar?), y que existe
11. Louis Althusser, Para leer et Capital, trad. de Martha Harnecker
un orden y una jerarquía de las "generalidades> sobre las (Siglo XXI, México 19ó9), p. 90.
que Althusser ha hecho proposiciones de mayor alcance. ,. 12. Elementos fundamentales para la crítica de la economía política
Pero confieso que no llego a ver qué pecado <estupefa- (borrador) 1857-1858. Trad. de Pedro Scaron (Siglo xxr, México, 2.¡ ed.
1972), p.22. En adelante Grundrisse.
188 ECONOMÍA, DERECHO, HISTORIA MARX y LA MATERTA rrrsróuca 199
Althusser nos dirá que Marx, en esta Intrcducción (de la No, puesto, que el descubrimiento de Marx no es en lo
e¡e cada uno, ¡ay!, retiene lo que le conviene), no Sabe dis. esencial ni de orden económico ni de orden teórico, sino de
tinguir la jcqnrquía de las absiracciones. pero Marx señala orden socio-histórico. Es la¡¡¡1¡esta en. claro d.e la contr4dic-
aquí diver$a$ imaneras de uapropiarse el ¡nundor, El modo cün social que implica la fqm¡ación espontánea, libre, de 14
"s5pi¡¡1r, prácticbu), el modo religioso (;it.;-t
emplrico (el plusvalía (<acumulaoión de eapital"), en-el conjunto coheren-
cosnloggnias)- el ¡.nodo artístico (que es usado arnpliamentá te del modo de producción que la asegufa y al que carac-
por Bachelard, Foucault y Althusser). El modo ci,eniífico pro- teriza.
cede de ahí,y difiere de ahí. procede,de ahí,,pues no poaria
pasar sin el <espíritu práctico> (de las y urecti-
ficar progresivamente las cosmogonías y "técniiasu),
las tradicíones. pero 4. Et (MoDo DE pRoDuccrdxp y Ll uNTDAD DE LA HrsroRtra
dif:y1e- de ahí, y es en tal sentido que todo esfuerzo episte-
_molégico serio rinde servicio al señálar los <horizontesoLntre En- este punto coincidimos con Althusser. El concepto
los tipos de conocimier,rtos. En contrapartida, al calificar un:a central, el todo coherente, el objeto teórico de Maq, es el
abstracción de qbuena¡ y otra de .maliu (como Ricoeur habfa mgdo de producción, como estructura. dpterminada deten
hecho.con las <srrhjetividades>)', uno se desliza, por la sola
¡r
minante.
elección del vocabulario, hacia el dogmatismo filos3fico, y a la _Pe-ro
su originalidad no está en ser un objeto teórico. Está
menor distracción es atraldo por las condenas ideológicas en.haber sido y en haber continuado siendo el primer objeto
mal meditadas. teó-rico que expresó un todo social, en tanto quó los priméros
Pues, en fin, esta dispqta entre observación empírica y balbuceos teóricós de las ciencias humanas-se habían limi
constrycción teórica, es la Methodenstreit entre *escr]ela his- tado a lo econó¡nico y,habían visto en las relaciones sociales
t9"1"";V economistas matemáticos, contemporánea y parienie 9. fie" inmutables datos
(la propiedad de la tierra para los
de la controversia entre Engels y Schmidti fisiócratas), g--bien condicioñes-ideales a conseguii (como
Pe-ro esa disputa está hoy zanjada, superada, en el mismo eran para los liberales la libertad e igualdad juríáicas).
sentido en_que Althusser sitúa io (nueio), conforme a las
imágenes
- La qegunda originalidad, como oU¡eto teórico, del modo
de producción está en ser una estructura de ¡""ólnna*iiiió
_de objetos- teóricos, de juegos combinatorios, de
matrices.lógicas, ya hoy corrientes-. né tal suerte qrr" ,i l. y de desarrollor-ni formal, ni estática. La tercera es que esa
innov4ción de Marx, que, ciertamente, anunciaba fodo eso, €structura-implica por sí misma el principio (econórnico) de
no hubiera anunciadó mós que podría ,ort"n"rre la contradicción (social) llevando err su seno la necesidaá de
-
e¡r buena ley que se ha disuelto en la""ó,
cienóia econémica más su propia destrucción corno estructura, de su desestructu_
reciente. Esta se defiende, como Althusser defiende a Man ración.
(y como es legftimo) contra las objeciones usádas d;.¡; i;
distancia del modelo a lo real, o deide Ia inexorabfe *iq"o
, Inversamente, absurda-
clesprecio
esta constatación no permite liquidar con
la teoría económica nd mamista.
zar fls éste, respondiendo que no se trata del mismo -cosa en efecto, que
Parece evidente, prrede existir;"*";;;;ü-,'l;
"otieior.
Para ella el juego utilidad-escasez es un juego te¿rico aáe_ que no significa, salvo a-ojos de 2s, defensores (y de Al-
cuado a su objeto. Por lo demás, la macroecónomía razona thusser) que tenga valor de <cienciar, y aI mismo tüm;; ;;;
hoy mucho más allá de tales prernisas; su cformaci¿"-J;; una ideologla. Esto no significa incoñerenci" o
pitab, concepto operativo, n-ó es sino otro nombre de la "*pii.ir*o,
sino pretensión de universátid.ad de leyes de un ,"1;-"i;;li;i
<plusvalÍa". Algunos economistas ni siquiera tienen económico) en un solo modo d.e prod.ucción (el capitalismol.
Vu i""o"- Es la misma crltica que Marx hace a liic""ó, qd:Aí-
veniente en admitir de este modo un triunfo tardio d; ñ;
descubrimientos marxistas. ¿pero sería (marxista> estar de juzga insuficientel y que ñ;A; lá"b"
acuerdo con ellos?
llT:"r
reconocerse y utilizarse el genio de ". un
"j"*pru".
eJpfuitu, la lógica de
sistema.en cuanto se tiéne claro: 1"" ui lóiñ ;;
1n
el que sus hipótesis son confirmables, 2f los"u*po
Ri*."llL un fitósofo personalista católico, autor de Historie hoiizonles que
-. ll:
et .1,"*
Verité (París 1955). un teórico burgués no puede franquear sin entrar
"o "orrt"_
MABX y LA MATEN.IA rrrsrónrce lgl
190 BcoNoMfA, DERECHo, HrsroRra
mente u1 cago) el enclaustramiento en la ahistoria económi-
dicciones (Walras, Keynes, Schumpeter se dieron cuenta per- car. Ya he dicho en su rnomento, y lo mantengo fir:nemente,
fectamente), 3.o los dominios prácticos en los que se revelan que las llamadas <historias guantitativasp no son sino., eco-
no la distarffiia del modelo'a lo real (cosa de sobra conocida)¡ nometrías retrospectivas, y
sino los r¡Eil"tl6deros llmites del campo de la teoría enJuiciada: me niego a dar a.la New
Ecoltolnjc llistgry el nombré"que de "cliomeiríar. pse5'según la
aqul¡ modificaciones de las estructuras del capitalismo, prq confesión de Colin Clark, en la jerarquía de las cñncias
blemas político-sociales, administración de las sociedades pre- la historia está <más arriba,n que la economía, porque la en-
capitalistas, aparición histórica de los socialismos. globe;'
Tales análisis realzan el trabajo del historiador. En ellos
reside la esperanza de la <construcción del concepto de his- -. Y--añadiría, para ser fiel a Marx: porque no puede ser
dividida
toriar. Pero, para trabajar a la manera de Marx, no hay que Esta convicción me ha señalado (lo que me la hace esti_
contentarsE con decir, como Althusser, que n clásicosr y (mo-
mar en muchq) la convergencia de las lecciones. de Lucien
dernos, tierten cproblemáticas distintasD, que nociones como Felv1e y de Marx. Para Lucien Febvre, el mayor vicio de la
cóptimor, (pleno empleo>, son de, la rnisma naturaleza que prá-ctica histórica de su época, gue se esfoizó particular-
las armonías fisiocráticas o que las utopías socialistas, o quo
mente en co¡nbatir, f¡re el muy universitario respeto a los
la pareja "necesidad-escasez) es utilizada como un <dator <cornpartimentos estancosD: para ti la economía, para ti la
<empírico-ideológicor, cuando es el tipo-mismo de la pareja política, para ti las ideas. Y debo, confesarle a Louis Althus-
ctéóricar, del objeto ccotrstruido¡.
ser mi_ desengañada estupefacción cuando he visto que sus
Lo que hay que esforzarse por pensar históiicamente (s7 proposiciones acerca de la <concepción mafxista de ia tota-
se quiere, como Marx gustaba.de decir, ucomprender los he-
lidad sociai' c:.g¡cJuían postulandó no sóro ta *posiuiiiaad,,
chosr), es, por el contrario, como una teorla, precisamente sino la (necesidadD de regresar a la división Aé la fristoriá
porque es,parcial (la de un ¡ivel de un modo de producción)
en diversas <historias¡¡.
y se da'camo ünilrersal, puede servir de instrumento a la vez
prdctico e ideológico en manos de una clase y durante una . Si-3fSy1Para
pluralidad.
cosa rezuma el empirsmo, es precisamente esta
la historia-conócimiento áutoriza c""fquiur
época.
vieja.pretensión de los <especialistasr. para la práctica uáü"f
Una época, ciertamente, que habrá que ,¡(construirD, pues e4o es uno de los dramas de la construcóión del socit
alterna descalabros y éxitos, pesimismos y optimismos, mo- -'-J
lismo- propugna el mundo de la ciencia, el de la t"""o"rá_
mentos en los que se impbne el camuflaje incluso de la cia económica, el de la política, el de las ideas, el de las
apariencia (la ganancia), momentos en los que se puede en- artes, a vivir cada.uno a su propio <nivelr, y segrin su pro-
salzar incluso la realidad (la plusvalía) por poco que poda- pio- <tempor. Mientras quer,en lés proceso"
mos descubrirla en tiempo de expansión, bajo el nombre de sinfonía se organiza subterráneameñte. "rpórrtanuoJ,-ta
inversión y como base de;la reprodúcción ampliáda. Yo--me niego, tan pronto es afirmada la <dependenciá
Lo importante es entonces darse cuenta de lo que, en específicar de los niveles entre sí, a proclamar li relativa
eontrapartida, está constaetenente camuflado, por el hecho independencia de sus historias. ulndepen¿"""iu
de que se lo apoltrona en una hipótesis intocable que, como dependencia.> ya se sabe gué pasa coi
;il;;
"" u"r¡á1",
la propiedad de la tierra para los fisiócratas, es, para eI modo juegos
cuando el contenido de ros términos no"ros se h-a n-¡a¿o. ioará
capitalista de producción, 1,,o la apropiación privada de üos
medios de produccióni 2: ta fijación de lss'ltalores por el ::l"l*.r:, sin duda, que nuestra tarea está éra Áj""i¿r"
tnerc.adA. '
Pero el ejem-plo escogido una vez_ por "" Althusier no
,
' Dando por supuestas esas ¡irelaciones de produccióno, nos lo que promete:-por
la distinción de las ahistoriasr
-asegura
desde un punto de vistá mamista.
puede pasarse provechosamente a lá teoría, al nivel econó-
Supongamos que se trata de historia de la filosoffa. En
mico, y aelarar la thistoria económicar en los palses y en las
épocas en las que efectivarnente rigen esas relaciones.
, Pero es precisamente por eso que eI historiador que se --
14.-
-cglin Clark, Las condiciones del progreso económico (Nianza,
Madrid l%7).
pretende mamista rechazará, (salvo para estudiar emplrica-
192 BcoNoMfA, DEREcHo, HrsroRrA MARX Y LA MATERIA HISTóRICA I93
la cronología, se nos dice, se suceden los filósofos. Tal suce' Y ¿han sido alguna vez las, arelaciones estructuralesr mo.
sión no constigaye la historia de la filosofía. ¿Quién no esta. dificadas por (un hechor? La más consciente de las revolu-
rla de acuerdoPr,¿Qué obra, qué manual los confunde hoy? ciones sólo las ha modificadol .d6, un modo imperfecto. Por
Y algunos,' qinzá, incluso harían bien en hacerlo. Un dic- no hablar de las técnicas. Paptnl(ve) Ia fuerza del vapor,
cionario siempre es útil pero no todas las construccioües lo Watt la domestica, pero su cinnovación> tiene que (implan
son. Pero ¿qué condiciones habrán de'distinguir a la "his- tarseD para . convertirse en una (fuerza productivar ¡s4t.
toriaD? , Y, entre otros factores, sélo alcanza a un mundo limitado.
Althusser pide que sean definidos con todo rigor: 1.o lo ¿Dónde está la (ruptura'?
filosófico (=lo teórico); 2: su <tiempon propio; 3J sus orela- Los profesionales de la sensación multiplicaron los <acon,
ciones diferencialesr, sus <articulacionesu propias con otros tecimentosp. El <hecho histórico> hace furor un día de aluni-
niveles. zaje o un día de barricadas. Se dirá: por ello precisamente
Excelentes indicaciones. Pero ya hemos visto cómo, al el historiador eseoge. ¿Pero qué? Tanto el ama de casa que
aislar lo económico de lo social, sólo se había podido dar de no quiere o no puede pagar diez francos por un kilo de
aquél una definición ideológica. ¿Cómo no hacer otro tanto judías verdes, como la que los paga, tanto eI recluta que
en lo filosófico? La ideología es sobrestructura. La ciencia responde a la llamada de su clase, como el que la rechaza,
no debería serlo. Pero ¿dónde;se sitrla lo <teórico>? ¿Cuál todos se conducen chistóricamente'. Las coyunturas depen-
es,r a cada momento, su grado de independencia con res- den de ellos, ellos refuerzan o minan las estructuras. Sólb la
pecto a los demás <niveles'u? Enjuiciarlo exigiría a la vez, objetivacién de. lo subietivo por Ia estadística, WÍ imper.
adernás de una formweión filosófica suficiente, una inform* fecta que sea aún su interpretación, funda la posibitidad de
ción histórica capaz de <hacer suya,' toda la materia una historia materialista que sea la de las masas, entendien-
interesada, como lá que Marx se procuró antes de hablar de do por ello al misrno tiempo los hechos. masivos, infraestruc,
economía. turales, y los de las <masas> humanas que la teoría para
Ahora bien, inversarnente, Althusser quiere sacar de su convertirse en fuerza, ha de <penetrar>.
historia particular <rrelativamente autónoma)', una definición Uno se ve forzado a pregdntarse si el teérico del concepto
que cree (rigurosan del "hechor, del (acontecimiento". El de historia, a fuerza de enfrentarse con una historia que
$r cacontecimiento filosóficoD es el (que es susceptible de ori- carece de curso, no acaba siendo su prisionero. Después de
ginar trna .¡nutaciión en la problernática teórica existenter. haber admitido un reparto de ta historia entre los óspecia.
El "hecho histórico> es el *que es susceptible de originar listasr, he ahí que se parte en busca del uhecho históiicor,
unA mutación en las relaciones estructurales existentes¡l. Se del cacontecimientop. Ciertamente, el acontecimiento cuenta,
trata también de <acentecimientos filosófrcos de envergadu- y sebre todo la manera o integrable- en que se in-
ra históricarf lo que testimonia el persistente peso, en el serta en la serie. Pero -fortuita
si un historiador mamista desconfía
lengpaje teórico, de una dramatización de la historia ulnge- de los excesos de la reacció¡r <antiacontecimentab que desde
nuamente amasada,D. hace cuarenta años transforma la práctica de los historiado-
res, no _hace silo permanecer fiel a sus principios, que eran
y l9s d9. M1o. No podría transigir, aunqul sóló fuerá por Ia
5. AcoNrscrMrENros.RUpruRA pRocEso IrrsróRrco
elecció¡r de una palabra, con el mito dé *los días que forja,
En efecto, ningrin acontecimento deja de ser anecdótico ron a Francia> o, incluso, con los <días que estremócieron-al
la aparición de un $pinoza o de
en, algrln sentido. Incluso' mundo>. Al final de Octubre de Einsenstéin, se dice: *La re-
un Mam no,posee <alcancer (excepto para una historia idea- volución está hecha>. Nosotros sabemos que acababa de em.
lista) más que pol y para fa época más o menos lejana que pezar.
recogerá su pensamiento. Hasta aquí, incluso el rechazo de No eludimos la dificultad, después de haber sugerido con
eI empleo de'la palabra
este pensamiento constituye lo histórico. "mutación" 1¿ idea de lr,upturao,
{1ndo un sentido más amplio a la palabra <acontecimientoD.
15. Para leer el Capitat, p. ll2. Ciencia y téorÍa padecen hoy las pálabras. Las inventa" éro.
I94 ECONOMÍ'A, DERECHO, HISTORIA MARX Y LA MATERIA HIsTóRIcA I95
cedemos a interrogar el pasado juntando, conscientementg o lo d¡más, ett puañto h precisión cronológica se hace
no, las innovaciones epistemológicas de Marx? En diversos ^-.,!,?: ¡cuántos mitos destruye, cuántos
crútca, -desacraliza!
textos
puntos importantes, y en particular en uno de ellos Eso pmlién fqrma parte de-la ahistoria det saber", áe-iá
po histórico-, las investigaciones de Louis Althusser -el tiem-
nos <producción de conocirnientos>. por el contrario,
cuan¿o IVti.
hacen tomar más clara consciencia de nuestras lagunas, de cnel Foucault se pierde en materia económica, en su propia
nuestras fidelidadés o de ngestras infidelidades, péro tam. cronología y en la cronología .tout co.urt, deja de fruá¿. -r*
queolsgía, historia, ciencial epistemotágía,
bién de algunas de nuestras adquisiciones.
ratura. fuo. t""""-rü
{gchar por fecha-r no es más que una (útil) técnica de
erudición. sFechar finamente> ur -i* [¡"" a"'rririrJua*.
20. Nicos Poulantzas, Fascismo y Dictailura, La tercera internacia-
nal frente al fascismo (Siglo xx¡, Madrid 21. Para leer el Capital, pp. 104 y 105.
19?3).,
198 EcoNoM-fa, DEREcHo, r{rsroRlA MARx y LA MATERTA rrrsrómc¡, lgig
Pues la consciencia de tas sucesiones en el tiempo y de las nomistas rnodernos? Una vez más, si la innovación marxiana
proporcianes en las duraciones es lo contrario de un dato residiese en eso, podría decirse que está anexionada, per{ec.
ingenuo. I*@,:se obtiene a partir de la naturaleza y de los cionada, superada.
mitos, sino csntra ellos. ¿Cómo Althusser, que concluye con Pero'no'reside en eso..ffiirt" en mostrarque las scir.
la identificación del concepto de historia y del concepto de culaciones¡, los <cicfos" (y náturalmente las oreirolucionesr,
tiempo, no siente todo el contenido del término croiologta? a pesar de ciertos juegos con el doble sentido de la palabra)¡
. En oontrapartida¡ habiendo leído a Hegel, sobrestima'el no se reducen nunca al punto de partida, sino que'cream sü
de periadizaeión: tuaciones nu.e1ras, no sólo en lo econórnica, sinó en el todo
socinl.
, Todo el problema de la ciencia de la historia tiene que Aquí está la dificultad de la que se adueñarán los filósofos.
v€r entonc€s,r a ese nivel (la Idea hegeliana) con el corte Hablar de ctiempo ,creadorr (imprudentemente yo lo hice
de este continuo según una periodización correspondienúe una vez) no quiere decir nada. sHistoria acumulaiivar, ohis.
a la sucesión de una totalidad dialéctica con otra. Los me toria caliente', propone. Lévi-strauss (para evadirse).'salir
No es.
mentos de la Idea existen cs\no períódos históricos que cómodo nombrar aquello que, de lo viejo, hace lo
deben ser cortados exactamente en el continuo del tiempo. nuevo.
Hegel no'hizo aquf más que pensar en su problemáticb
-El físico puede burlarse y el biólogo verse obligado a filo,
teóiica pfopia el problema np I de la práctich de los his, sotar:
toriadores, aquel que Voltaire expresaba distinguiendo, por sus materias no cambian al ritmo de las vidas huma.
., ejemplo, el siglo de l-uis XV del siglo de Luis XIV; es to nas. El campo del historiador es el det canúio, iálá--át
davía el problema mayor de la historiograffa moderna.¿ nivel de los <casos> sino al nível de las estructuras. "" para el
historiador, cualqüier tentación de descubrir estabilidades
Digamos que después de haber apartado los mitos, la his- será una tentación ideológica, basada en la angustia del cám.
toria tiende espontáneamente a sistematizar la crono-logía, bio. Pues no hay nada que hacer: los hombrJs en sociedad.
Es curioso que se le reproche. Pues, desde después de la Re. salvo aislados y en'vías de desaparición, no viven yu
volución, la escuela francesa intenta hacerlo a partir del con en la prehistoria, palabra cuya misma invención prúeba"o-ó oue
el concepto de historia tiene una historia *"ros^ simple'de
,
respecto a los aacontecimientos-mutaciónD tan gratos a Al- Althusser.reconoce que ,rloq historiadores comienzan a
thusser (1492,.1789). Pero eso asegura la convergencia que pliantearse: cuestiones> jobre todo ello, e incluso (en ,una
hay que alcanzar entre (aproximacioneso prácticas y (cons. forma muy destacable¡r. Pero, dice, se cóntentan:con consttu
tnrccionesr de la teoría tar q-que hay* ¡isrrrpos largos, mediós, cortos, *"
.Cierto que Matx nos ha dado, en El Capilal, una (cons- sus interferencias como pioducto de-sus eacuentros, ""girt"",
y no
truceión del tiempor en rnateria económica: tiempo comple- c9mg, producto del todo irr. tos gobier;a: el modo de:p;;
jo; nq lineal, ctiempo de tiempo> no lelble en el reloj de lo ducción. crítica en di& üneqsltres oomtie, entre palr¿i-
p"r" -rlt"*
-Una
cotidiano sino adaptado a cada operación bien.conceptuali- tesis (Febvre,- Labrousse, Braudei):s ¿basta
zada (trabajo, producción, circulación de los diversos tipos la cpráctica histórica-r contemporánea:
- "r"el tiempo his
l.o ante
de capital...), descubrimiento'que a menudo se finge no per- tórico, 2." ante Marx? , ,i
cibir. Pero ¿quién ha dado el espaldarazo a esta construc- A decir verdad, se tiene la impresión de que para Althusser
ción del tiempo tiempo del capitalismo- sino los ece esta evocación de tres obras ño es sino-un'"r"idjiil.- s"
-del
22. Op. cit., p. lM. 23. Op. cit., p. lü.