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El INFINITO CANTO XII

Amé siempre esta colina,


y el cerco que me impide ver
más allá del horizonte.
Mirando a lo lejos los espacios ilimitados,
los sobrehumanos silencios y su profunda quietud,
me encuentro con mis pensamientos,
y mi corazón no se asusta.
Escucho los silbidos del viento sobre los campos,
y en medio del infinito silencio tanteo mi voz:
me subyuga lo eterno, las estaciones muertas,
la realidad presente y todos sus sonidos.
Así, a través de esta inmensidad se ahoga mi pensamiento:
y naufrago dulcemente en este mar.

Giacomo Leopardi.
Versión de Carlos López S.

A LA LUNA CANTO XIV

Oh tú, graciosa luna, bien recuerdo


que sobre esta colina, ahora hace un año,
angustiado venía a contemplarte:
y tú te alzabas sobre aquel boscaje
como ahora, que todo lo iluminas.
Mas trémulo y nublado por el llanto
que asomaba a mis párpados, tu rostro
se ofrecía a mis ojos, pues doliente
era mi vida: y aún lo es, no cambia,
oh mi luna querida. Y aún me alegra
el recordar y el renovar el tiempo
de mi dolor. ¡Oh, qué dichoso es
en la edad juvenil, cuando aún tan larga
es la esperanza y breve la memoria,
el recordar las cosas ya pasadas,
aun tristes, y aunque duren las fatigas!

Giacomo Leopardi.
Versión de Luis Martínez de Merlo.
El SUEÑO CANTO XV

Era el alba, y detrás de los postigos


por el balcón el sol insinuaba
la luz primera en mi cerrada alcoba;
cuando en el tiempo que es más leve el sueño
y más suave cubre las pupilas,
junto a mí vino, y me miró ala cara
el simulacro de la que primero
el amor me enseñó, y me dejó el llanto.
No parecía muerta, sino triste,
con semblante infeliz. Con la derecha
cogiendo mi cabeza y suspirando
"¿Vives –me dijo– y guardas de nosotros
algún recuerdo?" Respondí: "¿De dónde
y cómo vienes, oh belleza? ¡Ah cuánto,
cuánto pené por ti: yo no pensaba
que pudieras saberlo, y esto hacía
aún más desconsolado mi dolor.
¿Pero vas a dejarme una vez más?
Lo temo mucho. Di, ¿qué te ha ocurrido?
¿eres tú la de ayer? ¿y qué te aflige
eternamente?" "Ofusca la olvidanza
tu pensamiento, y lo confunde el sueño
-dijo-. Estoy muerta, y hace muchas lunas
me viste por postrera vez". Inmenso
dolor el pecho me oprimió al oírlo.
y prosiguió: "Morí en la flor del tiempo,
cuando la vida es más hermosa, y antes
que el corazón comprenda que son vanas
las esperanzas. El mortal enfermo
desea fácilmente a quien le libra
de afanes; mas la muerte sin consuelo
llega a la juventud, y es duro el hado
de la esperanza extinta bajo tierra.

Vano es saber lo que a los inexpertos


de la vida natura les esconde,
y al saber inmaduro en mucho gana
el dolor ciego." "Oh cara, oh sin ventura,
calla, calla -le dije- pues el pecho
tu voz me rompe. ¿Así pues, estás muerta,
oh mi dilecta; y yo estoy vivo? ¿el cielo
ordenó pues que aquel sudor extremo
este cuerpo tan tierno y tan querido
probar debiera, y para mí quedaran
enteros mis despojos? ¡Cuántas veces,
al pensar que no vives y que nunca
te volveré a encontrar en este mundo,
no lo puedo creer! Ay, ay ¿qué es esto
llamado muerte? ¡Si hoy por experiencia
lo supiese, e inerme la cabeza
sustrajera a los odios del destino!
Soy joven, mas se pierde y se consume
mi juventud igual que la vejez
que aún está lejos, pero que me espanta.
Pero de la vejez poco difiere
de mis años la flor." "Los dos nacimos
-dijo- para llorar; a nuestra vida
la dicha no rio; y se gozó el cielo
con nuestras penas." "Si de llanto el párpado
-añadí- y mi semblante emblanquecido
por tu partida ahora, y si de angustia
llevo el pecho cargado, di, ¿de amor
ascua alguna, o piedad alguna vez
hacia el mísero amante ardió en tu pecho
cuando vivías? Yo desesperando
y esperando pasaba día y noche
entonces; y hoy se cansa en vanas dudas
mi mente. Que si al menos una vez
dolor sentiste de mi negra vida
dímelo, te lo pido, y me socorra
el recordar, pues de futuro privan
a nuestros días”, y ella: "Oh desdichado,
consuélate. Yo de piedad avara
en vida no te fui, ni ahora lo soy,
mísera yo también. No tengas queja
de esta desgraciadísima muchacha."
"Por nuestra desventura, y el amor
que me oprime –exclamé– por el querido
nombre de juventud, y la perdida
esperanza, permíteme, oh amada,
que tu derecha toque." y con un gesto
triste y suave me la dio, y al tiempo
que de besos la cubro, y de afanosa
dulzura palpitando a mi anhelante
seno la aprieto, de sudor hervían
pecho y rostro, la voz se me cortaba,
y vacilaba el día ante mis ojos.
Cuando ella tiernamente su mirada
fijó en la mía, " ¿Olvidas, oh querido,
-dijo- que estoy desnuda de belleza?
y tú de amor en vano, oh desdichado,
tiemblas y ardes, y ahora, al fin, adiós.
Nuestros cuerpos y mentes se separan
eternamente. Para mí no vives
y nunca vivirás. Ya rompió el hado
tu fe jurada." Entonces con angustia
yendo a llorar, y delirando, henchidas
las pupilas de llanto sin consuelo,
dejé el sueño. Mas ella sin embargo
quedó en mis ojos. Y en el rayo incierto
del sol me pareció seguirla viendo.

Giacomo Leopardi
Versión de Luis Martínez de Merlo

Canto XXIV La calma después de la tormenta


Pasó ya la tormenta;
los pájaros gorjean; la gallina
ha tornado al camino
y vuelve a cacarear. Sereno el cielo
surge a Poniente, sobre la montaña;
despéjanse los campos
y aparece en el valle el claro río.
Todo pecho se alegra; en todas partes
renacen los rumores;
el trabajo prosigue.
A contemplar el cielo, el artesano,
obra en mano, cantando,
asómase a la puerta;
sale la joven a coger el agua
de la reciente lluvia;
repite el verdulero
de camino en camino
el cotidiano grito.
He ahí el sol que retorna y que sonríe
por pueblos y colinas. Los balcones
y las terrazas abre la familia ;
en el sendero escúchase a lo lejos
tintinear de esquilas; cruje el carro
del viajero que sigue su camino.

Todo pecho se alegra.


¿Cuándo tan dulce y grata
es como ahora la vida?
Con tanto amor, el hombre,
¿cuándo se da a su estudio,
torna al trabajo, o nueva cosa emprende?
¿Cuándo se acuerda menos de sus males?
Placer, de afanes hijo;
vano goce, que es fruto
del pasado temor, donde temblaba
de espanto ante la muerte
el que odiaba la vida;
donde, en largo tormento,
fría, callada y pálida,
palpitaba la gente, contemplando
desplomarse sobre ella
viento, rayos y nubes.

Naturaleza afable,
las dádivas son éstas,
son éstos los deleites
que ofreces al mortal. Salir de penas
goce es para nosotros.
Penas derramas largamente; el duelo
espontáneo surge, y los placeres
que por milagro algunas veces nacen
de los afanes, son gran suerte. ¡Humana
prole cara a los dioses! Feliz casi
si descansar te dejan
de algún dolor; dichosa
si la muerte te cura de ellos todos.

Giacomo Leopardi.
Versión de Diego Navarro.
A SÍ MISMO CANTO XXVIII

Reposarás por siempre,


cansado corazón! Murió el engaño
que eterno imaginé. Murió. Y advierto
que en mí, de lisonjeras ilusiones
con la esperanza, aun el anhelo ha muerto.
Para siempre reposa;
basta de palpitar. No existe cosa
digna de tus latidos; ni la tierra
un suspiro merece: afán y tedio
es la vida, no más, y fango el mundo.
Cálmate, y desespera
la última vez: a nuestra raza el Hado
sólo otorgó el morir. Por tanto, altivo,
desdeña tu existencia y la Natura
y la potencia dura
que con oculto modo
sobre la ruina universal impera,
y la infinita vanidad del todo.

Giacomo Leopardi.
Versión de Antonio Gómez Restrepo.

IMITACIÓN CANTO XXXV

Lejos del propio ramo,


pobre boja delicada,
¿adónde vas? Del haya
allá donde nací, me arrancó el viento.
Él, retornando, al vuelo
del bosque a la campiña,
del valle a la montaña me conduce.
Con él, perpetuamente,
voy peregrina, y lo demás ignoro.
Voy donde todo va,
donde naturalmente
va la hoja de rosa
y la hoja del laurel.
Giacomo Leopardi.
Versión de Diego Navarro.

ODYSSEUS ELYTIS
DORMIDA

La voz se corta en el trémulo viento y en sus árboles ocultos tú


respiras

¡Es rubia cada página de tu sueño y según mueves tus dedos un


incendio se esparce

Dentro de mí con vestigios tomados del sol! Y propicio sopla el


mundo de las imágenes

Y el mañana exhibe totalmente desnudo su pecho marcado por la


inmutable estrella
Que anochece la mirada como cuando va a agotar un firmamento

Oh no florezcas más en los párpados

Oh no remuevas más en las matas del sueño


Sabes qué suplica en los dedos el aceite enciende que guarda los
portales del alba

Qué fresca revelación susurra en la espera el recuerdo convertido


en hierba
Allí donde tiene esperanza el mundo ¡Allí donde el hombre no
quiere sino ser hombre
En soledad y sin ningún Destino!

Odysseus Elytis
De "Orientaciones"
Ediciones del oriente y del mediterráneo 1996.
Versión de Ramón Irigoyen.

HACIA UN PAÍS LEJANO Y SIN PECADO AHORA MARCHO...

Hacia un país lejano y sin pecado ahora marcho.


Ahora me acompañan ligeras criaturas
con auroras en el cabello boreales
y suave doradura en la epidermis.
Por las hierbas avanzo, con la rodilla como proa
y mi aliento expulsa de la faz de la tierra
los ovillos últimos del sueño.
Y los árboles marchan a mi lado, en contra de los vientos.
Grandes misterios veo y extraños :
Fuente, escondite de Elena.
Tridente con delfín, la señal de la Cruz.
Puerta blanca, la impía alambrada.
Por donde he de pasar glorioso.
Las palabras que me traicionaron, con bofetadas
se hacen mirtos y palmas
que repican ¡Hosanna el que viene!
Como placer de frutas veo la privación.
Sesgados olivares con un poco de azul entre los dedos
los años de la ira detrás de los barrotes.
Y playa ilímite, empapada en sortilegios de ojos bellos,
el fondo de la Marina.
Por donde puro marcharé.
Las lágrimas que me traicionaron, con humillaciones
se hacen brisas y pájaros sin tarde
que repican ¡Hosanna el que viene!
Hacia un país lejano y sin pecado ahora marcho.

Odysseus Elytis.
De "Dignum est" 1959.
Imprenta del Instituto Caro y Cuervo, Bogotá 1994.
Versión del profesor Jorge Páramo Pomareda.

VINIERON EN VESTIDO DE “AMIGOS”…

Vinieron
en vestido de "amigos"
incalculables veces mis enemigos
hollando el antiquísimo suelo.
Y el suelo no se adhería nunca a sus talones.
Trajeron
al Sabio, al Agrimensor y al Colonizador,
Biblias con letras y con cifras,
toda la Sumisión y Prepotencia,
dominando la antiquísima luz..
Y la luz no se adhería nunca a sus tejados.
Ni siquiera una abeja se engañó para empezar su juego de oro
y ni siquiera el viento, para henchir los blancos delantales.
Levantaron sobre cimientos
en las cimas, en los valles, en los puertos
torreones poderosos y mansiones,
barcas y otros navíos,
las Leyes, que decretan lo bueno y conveniente,
adaptándolas a antiquísima norma.
Y la norma no se adhería nunca a sus conceptos.
Ni siquiera una huella de dios dejó en sus almas rastro.
Ni siquiera un reflejo de ninfas recogió su palabra.
Llegaron
en vestido de "amigos"
incalculables veces mis enemigos
ofreciendo sus antiquísimos regalos.
Y no eran sus regalos
sino fuego y acero.
En los dedos que mantenían abiertos
sólo fuego y acero y armas.
Sólo fuego y acero y armas.

Odysseus Elytis.
De "Dignum est" 1959.
Imprenta del Instituto Caro y Cuervo, Bogotá 1994.
Versión del profesor Jorge Páramo Pomareda.

JOHN DONNE

CANCIÓN

Ve y coge una estrella fugaz;


fecunda a la raíz de mandrágora;
dime dónde está el pasado,
o quién hendió la pezuña del diablo;
enséñame a oír cómo canta la sirena,
a apartar el aguijón de la envidia,
y descubre
cual es el viento
que impulsa a una mente honesta.
Si para extrañas visiones naciste,
vete a mirar lo invisible;
diez mil días cabalga, con sus noches,
hasta que los años nieven cabellos blancos sobre ti.
A tu regreso tú me contarás
los extraños prodigios que te acontecieron.
Y jurarás
que en ningún lugar
vive mujer hermosa y verdadera.

Si la encuentras, dímelo,
¡dulce peregrinación sería!
Pero no, porque no iría,
aunque fuera justo al lado;
aunque fiel, al encontrarla,
y hasta al escribir la carta,
sin embargo,
antes que fuera,
infiel con dos, o tres, fuera.

John Donne.
Versión de Purificación Ribes.

CONSTANCIA DE MUJER

Un día entero me has amado.


Mañana, al marchar, ¿qué me dirás?
¿Adelantarás la fecha de algún voto recién hecho?
¿O dirás que ya
no somos los mismos que antes éramos?
¿O que de promesas hechas por temor reverente
del amor y su ira, cualquiera puede abjurar?
¿O que, como por la muerte se disuelven matrimonios verdaderos,
así los contratos de amantes, a imagen de los primeros,
atan sólo hasta que el sueño, imagen de la muerte, los desata?
¿O es que para justificar tus propios fines
por haber procurado falsedad y mudanza, tú
no conoces sino falsedad para llegar a la verdad?
Lunática vana, contra estos subterfugios podría yo
argumentar, ganando, si lo hiciera.
Pero me abstengo,
porque mañana puede que yo así también piense.
John Donne.
Versión de Purificación Ribes.

EL MENSAJE

Devuélveme mis ojos largamente descarriados,


pues es ya mucho el tiempo que han estado sobre ti;
mas ya que tales males allí han aprendido,
tales conductas forzadas
y apasionamiento falso,
que por ti
nada bueno
pueden ver, quédatelos para siempre.

Devuélveme mi corazón inofensivo,


que pensamiento indigno no podría mancillarlo,
pero si el tuyo le enseñara
a burlarse
del amor;
a quebrantar
palabra y juramento,
quédatelo, porque mío no será.

Pero devuélveme mi corazón, mis ojos,


que pueda ver y conocer tu falsedad;
que pueda reírme y gozar
cuando te angusties,
cuando languidezcas
por aquel
que no querrá,
o, como tú ahora, falso sea.

John Donne.
Versión de Purificación Ribes.

LA APARICIÓN

Cuando por tu despecho, ¡oh inmoladora!, esté muerto,


y libre te creas ya
de todos mis asedios,
vendrá entonces mi espectro hasta tu lecho
y a ti, vestal farsante, en peores brazos hallará.
Parpadeará entonces tu enfermiza llama,
y aquel, tu entonces dueño, fatigado ya,
si te mueves, o intentas despertarlo con pellizcos, pensará
que pides más,
y en sueño simulado te rehuirá,
y entonces, álamo tembloroso, menospreciada, abandonada,
te bañarás en gélido sudor de azogue,
espectro más real que el mío propio.
Lo que diré no he de decirlo ahora,
no vaya eso a protegerte. Desvanecido ya mi amor,
antes quisiera verte con dolor arrepentida
que, por mis amenazas, inocente.

John Donne.
Versión de Purificación Ribes.

SEDUCCIÓN

Ven a vivir conmigo, y sé mi amor,


y nuevos placeres probaremos
de doradas arenas, y arroyos cristalinos;
con sedales de seda, con anzuelos de plata.

Discurrirá entonces el río susurrante


más que por el sol, por tus ojos calentado,
y allí se quedarán los peces enamorados,
suplicando que a sí puedan revelarse.

Cuando tú en ese baño de vida nades,


los peces todos de todos los canales
hacia ti amorosamente nadarán,
más felices de alcanzarte, que tú a ellos.

John Donne.
Versión de Purificación Ribes.
USURA DE AMOR

Por cada hora que ahora me concedas,


te entregaré,
Dios usurero del Amor, a ti, veinte,
cuando a mis cabellos negros los grises sean iguales.
Hasta entonces, Amor, deja que mi cuerpo reine, y deja
que viaje, me quede, aproveche, intrigue, posea, olvide;
la del año anterior retorne, y piense que aún
no nos conocíamos.

Deja que imagine mía la misiva de cualquier rival,


y nueve horas después cumpla la promesa
de la media noche. En el camino tome
a doncella por señora, y a ésta le hable del retraso.
Deja que a ninguna ame, ni a la diversión siquiera.
Desde la hierba del campo hasta las confituras de la Corte
o fruslería de la urbe, deja que informes
a mi mente la transporten.

Esta oferta es buena. Si, cuando viejo, por ti


soy inflamado;
si tu honor, mi pudor o mi dolor
codicias, más a esa edad podrás ganar.
Haz tu voluntad entonces; entonces objeto y grado,
y frutos del amor. Amor, a ti someto.
Déjame hasta entonces. Lo acataré, aunque se trate
de una que me ame.

John Donne.
Versión de Purificación Ribes.

CHARLES BAUDELAIRE

CONDENACIÓN

El banco inextricable y duro,


El arduo pasadizo, el voraz maëlstrom,
Menos arena arrastran y menos broza impura
Que nuestros corazones, donde se mira el cielo;
Son como promontorios en el aire sereno,
Donde el faro destella, centinela benéfico,
Pero abajo minados por corrosivas lapas;
Podríamos compararlos todavía al albergue,
Del hambriento esperanza, donde golpean de noche,
Jurando, heridos, rotos, solicitando asilo,
Prelados y estudiantes, rameras y soldados.
Nunca regresaran a las sucias alcobas;
Guerra, ciencia y amor, nada nos necesita.
El atrio estaba helado, infectos vino y lecho;
¡Hay que servir de hinojos a visitantes tales!

Charles Baudelaire.
De Las flores del mal.
Versión de Antonio Martínez Sarrión.

CORRESPONDENCIAS

La Creación es un templo donde vivos pilares


Dejan surgir a veces unas voces oscuras;
Allí los hombres pasan a través de espesuras
De símbolos que observan con ojos familiares.

Como confusos ecos que a lo lejos se ahogan


En una tenebrosa y profunda unidad,
Vasta como la noche, como la claridad,
Perfumes y colores y sonidos dialogan.

Y así hay perfumes frescos como recién nacidos,


Verdes como los prados, dulces como el oboe,
Y hay otros triunfadores, densos y corrompidos,

Todos de una expansión infinita movidos,


Como el almizcle, el ámbar, el incienso, el aloe,
Que cantan los transportes del alma y los sentidos.

Charles Baudelaire.
De las flores del mal.
Versión de Raúl Gustavo Aguirre.
EL GATO

Por mi cerebro se pasea,


Lo mismo que en su apartamento,
Un gato hermoso, dulce y fuerte,
Cuyo maullido apenas se oye,

Tan tierno y discreto es su timbre;


Mas que su voz gruña o se calme,
—Tal es su encanto y su secreto—
Siempre resulta rica y honda.

Esta voz que alcanza y toca


Mi más tenebroso fondo,
Me colma cual amplio verso
Y como filtro me alegra.

Adormece los peores males,


Todos los éxtasis convoca;
Para musitar largas frases,
No necesita de palabras.

Perfecto instrumento, no existe


Arco igual que me estremezca
Y que haga más regiamente
Cantar mi cuerda más tensa,

Que tu voz, gato misterioso,


Gato seráfico y extraño,
En que todo es, como en un ángel,
Tan armonioso como sutil.

II

De su piel dorada y oscura


Tal perfume brota, que un día,
Fui embalsamado por haberlo
Acariciado sólo una vez.
Es mi espíritu familiar;
Juzga, preside, inspira todo
Desde la altura de su imperio,
¿Por ventura es un mago, un dios?

Cuando mis ojos hacia ese gato,


Como atraídos por imán,
Sumisamente se vuelven
Y miro dentro de mí,

Con estupefacción hallo


El resplandor de sus pupilas,
Claros fanales, vivientes ópalos,
Que fijamente me contemplan.

Charles Baudelaire.
De las flores del mal (Versión de Antonio Martínez Carrión)

EL HOMBRE Y EL MAR

¡Hombre libre, tú siempre has de querer al mar!


El mar es el espejo donde tu ser se mira
En la onda que hacia lo infinito se estira
Y de ese amargo abismo tu alma está a la par.

Te gusta hundirte en esa imagen atroz,


Tus ojos y tus brazos la abarcan. Y el sonido
Que hay en tu corazón a veces es vencido
Por el de ese lamento indomable y feroz.

Ambos son por igual cerrados y discretos:


Hombre, ninguno sabe si hay fondo en tus honduras,
Oh mar, nadie conoce tus riquezas oscuras,
¡Tanto que se empecinan en guardar sus secretos!

Y sin embargo, desde siglos innumerables


Los dos se están peleando sin tregua ni piedad.
¡Qué manera de amar la muerte y la crueldad,
Oh eternos luchadores, oh hermanos implacables!

Charles Baudelaire.
De las flores del mal.
Versión de Raúl Gustavo Aguirre.
EL VINO DE LOS TRAPEROS

A menudo, a la roja luz de los reverberos,


Cuya llama y cristal el viento bambolea,
En un viejo arrabal, laberinto de fango,
Donde en sordo fermento hierve la humanidad,

Aparece un trapero, la cabeza agachada,


Tropezando en los muros lo mismo que un poeta,
Y, sin tener en cuenta a los guardias, sus súbditos,
Su corazón desahoga en gloriosos proyectos.

Y presta juramento, dicta leyes sublimes.


Abate a los malvados, las víctimas redime,
Y bajo el firmamento, como extendido palio,
Se embriaga con el brillo de su propia virtud.

Sí, esta gente abrumada de domésticas cuitas,


Molidos de trabajo, por la edad agobiados,
Que se arrastran surcando montones de basura,
Vomitona confusa del enorme París,

Regresan, perfumados con olor de toneles,


Con camaradas en la guerra escarnecidos,
Cuyos mostachos penden como viejo estandarte.
Las banderas, las flores y los arcos triunfales

Ante ellos se dibujan, ¡oh magia solemnísima!


Y en la ensordecedora y luminosa orgía
Del sol y los clarines, de tambores y gritos,
Vienen a traer la gloria al pueblo ebrio de amor.

Así es como, a través de la Humanidad necia,


Arrastra el vino su oro, Pactolo deslumbrante;
Y canta sus proezas en el gaznate humano
Y reina por sus dones como un rey verdadero.

Para ahogar el rencor y acunar la indolencia


De esos malditos viejos que mueren en silencio,
Dios, de remordimientos preso, fabricó el sueño;
¡El Hombre agregó el Vino, del Sol hijo sagrado
Charles Baudelaire.
De Las flores del mal.
Versión de Antonio Martínez Sarrión.

ELEVACIÓN

Por encima de estanques, por encima de valles,


De montañas y bosques, de mares y de nubes,
Más allá de los soles, más allá de los éteres,
Más allá del confín de estrelladas esferas,

Te desplazas, mi espíritu, con toda agilidad


Y como un nadador que se extasía en las olas,
Alegremente surcas la inmensidad profunda
Con voluptuosidad indecible y viril.

Escápate muy lejos de estos mórbidos miasmas,


Sube a purificarte al aire superior
Y apura, como un noble y divino licor,
La luz clara que inunda los límpidos espacios.

Detrás de los hastíos y los hondos pesares


Que abruman con su peso la neblinosa vida,
¡Feliz aquel que puede con brioso aleteo
Lanzarse hacia los campos luminosos y calmos!

Aquel cuyas ideas, cual si fueran alondras,


Levantan hacia el cielo matutino su vuelo
— ¡Que planea sobre todo, y sabe sin esfuerzo,
La lengua de las flores y de las cosas mudas!

Charles Baudelaire.
De Las flores del mal.
Versión de Antonio Martínez Sarrión.

LA MUERTE DE LOS ATISTAS

¿Cuánto mis cascabeles tendré que sacudir


Y besarte la frente, triste caricatura?
Para dar en el blanco, de mística virtud,
Mi carcaj, ¿cuántas flechas habrá de malgastar?

En fintas sutilísimas nuestra alma gastaremos,


Y más de un bastidor hemos de destruir,
Antes de contemplar la acabada Criatura
Cuyo infernal deseo nos colma de sollozos.

Hay algunos que nunca conocieron a su Ídolo,


Escultores malditos que el oprobio marcó,
Que se golpean con saña en el pecho y la frente,

Sin más que una esperanza, ¡Capitolio sombrío!


Que la Muerte, cerniéndose como sol renovado,
Logrará, al fin, que estallen las flores de su mente.

Charles Baudelaire.
De Las flores del mal.
Versión de Antonio Martínez Sarrión.

LESBOS

Madre de los latinos y los griegos deleites,


Lesbos, donde los besos, lánguidos o incendiados,
Cálidos como soles, frescos como sandías,
Son ornato de noches y de días gloriosos;
Madre de los latinos y los griegos deleites;

Lesbos, donde los besos son como esas cascadas


Que, sin miedo, se lanzan a simas profundísimas
y corren sollozantes, con gritos sofocados,
borrascosos y ocultos, profundos y hormigueantes;
Lesbos, donde los besos son como esas cascadas.

Lesbos, donde las Frinés mutuamente se atraen,


Donde nunca ha quedado un suspiro sin eco,
A Pafos semejante los astros te proclaman
¡Y de Safo celosa Venus puede sentirse!
Lesbos, donde las Frinés mutuamente se atraen,

Lesbos, tierra de noches lánguidas y abrasadas,


Que hacen que en sus espejos, oh infecundo placer,
Las niñas de sus propios cuerpos enamoradas
Palpen los frutos gráciles de sus núbiles cuerpos;
Lesbos, tierra de noches lánguidas y abrasadas,

Deja al viejo Platón fruncir su ceño austero;


De los besos innúmeros obtienes tu perdón,
Reina del dulce imperio, noble y amante tierra,
Inagotable siempre en tus refinamientos,
Deja al viejo Platón fruncir su ceño austero.

Tú obtienes el perdón del eterno martirio


Sin cesar infligido a las almas intrépidas,
que aleja de nosotros la sonrisa radiante
Vagamente entrevista al borde de otro espacio.
¡Tú obtienes el perdón del eterno martirio!

¿Cuál, Lesbos, de los Dioses, osará ser tu juez


Y condenar tu frente que arrugaron las penas,
Si sus áureas balanzas no han pesado el diluvio
De llanto que a los mares tus arroyos vertieron?
¿Cuál, Lesbos, de los Dioses, osará ser tu juez?

¿Qué quieren de nosotros leyes justas o injustas?


Honor del Archipiélago, vírgenes de alma noble,
Como no importa cuál, es regio vuestro culto,
¡Y se reirá el amor del Cielo y del Infierno!
¿Qué quieren de nosotros leyes justas o injustas?

Pues Lesbos, entre todos, me ha elegido en la tierra


Para cantar lo oculto de sus floridas vírgenes,
Y fui desde la infancia admitido al misterio
De sofocadas risas y de llantos sombríos;
Pues Lesbos, entre todos, me ha elegido en la tierra.

Y desde entonces velo en la cumbre del Léucato


Como vigía de ojo seguro y penetrante,
Que acecha noche y día brick, tartana o fragata,
Cuyas lejanas formas en el azul titilan;
Y desde entonces velo en la cumbre del Léucato,

Para saber si el mar es indulgente y bueno,


Y en medio de los ayes que en la roca resuenan,
Un día devolverá hacia Lesbos, que olvida,
El cadáver amado de Safo, que partiera
¡Para saber si el mar es indulgente y bueno!

De Safo, la viril, que fue amante y poeta,


¡Más hermosa que Venus en su triste blancor!
—El azul se somete al negro que salpica
El tenebroso círculo que el dolor dibujó
¡De Safo, la viril, que fue amante y poeta!

—Más hermosa que Venus presentándose al mundo


Y mostrando el tesoro de su serenidad
Y el destello radiante de su juventud rubia,
Sobre el viejo Océano, prendado de su hija;
¡Más hermosa que Venus presentándose al mundo!

—De Safo que murió el día de su blasfemia,


Cuando insultando el rito y el culto establecidos,
Entregó como pasto supremo su belleza
A un bruto cuyo orgullo castigó la impiedad
De aquella que murió el día de su blasfemia.

Y desde entonces Lesbos se lamenta sin tregua,


Y a pesar de las honras que los mundos le rinden,
Cada noche se embriaga con la voz turbulenta
Que alzan hacia los cielos sus desiertas riberas
¡Y desde entonces Lesbos se lamenta sin tregua!

Charles Baudelaire.
De Las flores del mal.
Versión de Antonio Martínez Sarrión.

LOS BÚHOS

Sobre los árboles que les cobijan


Los búhos en fila permanecen,
Igual que dioses extranjeros,
Con la pupila roja, meditando.

Inmóviles continuarán
Hasta la hora melancólica
En que, empujando al sol poniente,
Se extenderán las tinieblas.
Su actitud enseña al sabio
Que ha de saber desconfiar
Del tumulto y el movimiento;

Ebrio de una pasajera sombra,


El hombre merece el castigo
De no haber conservado la paz.

Charles Baudelaire.
De Las flores del mal.
Versión de Antonio Martínez Sarrión.

LOS GATOS

Los amantes fervientes, los sabios venerables,


Sienten, cuando maduros, igual predilección
Por los gatos, orgullo de la casa, que son
Como ellos sedentarios y al frío vulnerables.

Amigos de la ciencia y la sensualidad,


Prefieren el silencio y las tinieblas crueles.
Del Erebo serían los fúnebres corceles
Si su altivez cediese ante la majestad.

Cuando sueñan, adoptan las nobles actitudes


De las grandes esfinges que en vastas latitudes
Solitarias se pierden en un sueño inmutable.

Mágicas chispas arden en sus grupas tranquilas


Y partículas de oro, como arena impalpable,
Alumbran vagamente sus místicas pupilas.

Charles Baudelaire.
De Las flores del mal.
Versión de Raúl Gustavo Aguirre.

SPLEEN

Yo soy como el monarca de un lluvioso país,


Rico, mas impotente, joven, pero decrépito,
Que despreciando halagos de sus educadores,
Se aburre con sus perros y animales domésticos.
Nada puede alegrarlo, ni batidas, ni halcones,
Ni ese pueblo que muere al pie de su balcón,
La grotesca balada del bufón favorito
Ya no distrae la frente del enfermo cruel;
Su blasonado lecho, en tumba se convierte,
Y las damas, que a todo príncipe hallan hermoso,
No aciertan a encontrar el impúdico adorno
Que obtenga una sonrisa del joven esqueleto.
El sabio que fabrica su oro, nunca pudo
Extirpar el humor que corrompe su ser,
Y los baños de sangre de la época romana,
Que usan los poderosos en sus enfermedades,
No han podido entibiar a ese torpe cadáver,
Por cuyas venas corre verde agua del Leteo.

Charles Baudelaire.
De Las flores del mal.
Versión de Antonio Martínez Sarrión.

CARLOS DRUMMOND DE ANDRADE

DULCE FANTASMA, ¿POR QUÉ ME VISITAS…

Dulce fantasma, ¿por qué me visitas


como en otros tiempos nuestros cuerpos se visitaban?
Me roza la piel tu transparencia, me invita
a rehacernos caricias imposibles: nadie
recibió nunca un beso de un rostro consumido.
Pero insistes, dulzura. Oigo tu voz,
la misma voz, el mismo timbre,
las mismas leves sílabas,
y aquel largo jadeo
en que te desvanecías de placer,
y nuestro final descanso de gamuza.
Entonces, convicto,
oigo tu nombre, única parte tuya indisoluble
música pura en continua existencia.
¿A qué me abro?, a ese aire imposible
en que te has convertido
y beso, beso esa nada intensamente.
Carlos Drummond de Andrade.
Versión de Ángel Crespo.

EN MITAD DEL CAMINO HABÍA UNA PIEDRA…

En mitad del camino había una piedra


había una piedra en la mitad del camino
había una piedra
en la mitad del camino había una piedra.

Nunca olvidaré la ocasión


nunca tanto tiempo como mis ojos cansados permanezcan abiertos.

Nunca olvidaré que en la mitad del camino


había una piedra
había una piedra en la mitad del camino
en la mitad del camino había una piedra.

Carlos Drummond de Andrade.


Versión de Rafael Díaz Borbón.

LOS QUE SUFREN

Las plantas sufren como nosotros sufrimos.


¿Por qué no habrían de sufrir
si esta es la llave de la unidad del mundo?
La flor sufre, tocada
por la mano inconsciente.
Hay una ahogada queja
en su docilidad.
La piedra es sufrimiento
paralítico, eterno.
Nosotros -animales- no tenemos
ni siquiera el privilegio de sufrir.

Carlos Drummond de Andrade.

NO, MI CORAZÓN NO ES MÁS GRANDE QUE EL MUNDO

No, mi corazón no es más grande que el mundo.


Es mucho más pequeño.
En él no caben ni mis dolores.
Por eso me gusta tanto contarme a mí mismo
por eso me desvisto, por eso me grito,
por eso frecuento los diarios,
me expongo crudamente en las librerías:
necesito de todos.
Sí, mi corazón es muy pequeño.
Sólo ahora veo que en él caben los hombres.
Los hombres están aquí afuera, están en la calle.
La calle es enorme. Más grande, mucho más grande
de lo que yo esperaba.
Mas en la calle tampoco caben todos los hombres.
La calle es más pequeña que el mundo.
El mundo es grande.
Tú sabes como es grande el mundo.
Conoces los navíos que llevan petróleo y libros, carne y algodón.
Viste los diferentes colores de los hombres,
los diferentes dolores de los hombres,
sabes cómo es difícil sufrir todo eso, amontonar todo eso
en un solo pecho de hombre... sin que estalle.
Cierra los ojos y olvida.
Escucha el agua en los vidrios tan calmada. No anuncia nada.
Sin embargo, se escurre en las manos,
¡tan calmada! va inundando todo...
¿Renacerán las ciudades sumergidas?
¿Los hombres sumergidos -volverán?
Mi corazón no sabe.
Estúpido, ridículo y frágil es mi corazón.
Sólo ahora descubro cómo es triste ignorar ciertas cosas.
(En la soledad de individuo
desaprendí el lenguaje
con que los hombres se comunican).
Otrora escuché a los ángeles, las sonatas, los poemas,
las confesiones patéticas.
Nunca escuché voz de gente. En verdad soy muy pobre.
Otrora viajé por países imaginarios, fáciles de habitar,
islas sin problemas, no obstante exhaustivas
y convocando al suicidio.
Mis amigos se fueron a las islas.
Las islas pierden al hombre.
Sin embargo algunos se salvaron y trajeron la noticia
de que el mundo, el gran mundo está creciendo todos los días,
entre el fuego y el amor.
Entonces, mi corazón también puede crecer.
Entre el amor y el fuego,
entre la vida y el fuego,
mi corazón crece diez metros y explota.
-¡Oh vida futura! nosotros te crearemos.

Carlos Drummond de Andrade.

PERMANENCIA

Ahora recuerdo uno, antes recordaba otro.

Día vendrá en que ninguno será recordado.

Entonces en el mismo olvido se fundirán.


Una vez más la carne unida, y las bodas
cumpliéndose en sí mismas, como ayer y siempre.

Pues eterno es el amor que une y separa, y eterno


el fin
(ya comenzara , antes de ser), y somos eternos,
frágiles, nebulosos, tartamudos, frustrados:
eternos.

Y el olvido todavía es memoria, y lagunas de


sueño
cierran en su negrura lo que amamos y fuimos
un día,
o nunca fuimos y que con todo arde en nosotros
a la manera de la llama que duerme en la leña
apilada en el galpón.

Carlos Drummond de Andrade.

UNIDOS POR LAS MANOS

Unidos por las manos

No seré el poeta de un mundo caduco.


Tampoco cantaré al mundo futuro.
Estoy atado a la vida y miro a mis compañeros.
Están taciturnos pero alimentan grandes esperanzas.
Entre ellos considero la enorme realidad.
El presente es tan grande, no nos apartemos.
No nos apartemos mucho, vamos unidos por las manos.
No seré el cantor de una mujer o de una historia,
no hablaré de suspiros al anochecer,
del paisaje visto desde la ventana,
no distribuiré estupefacientes o cartas de suicida,
no huiré hacia las islas ni seré raptado por serafines.
El tiempo es mi materia, el presente tiempo, los hombres
presentes,
la vida presente.

Carlos Drummond de Andrade.

VAMOS, NO LLORES…

Vamos, no llores...
La infancia se ha perdido.
La juventud se ha perdido.
Pero la vida aún no se ha perdido.
El primer amor ya pasó.
El segundo también pasó.
El tercer amor pasó.
Pero aún continúa vivo el corazón.
Perdiste a tu mejor amigo.
No realizaste ningún viaje.
No posees tierra, ni casa, ni barco,
pero tienes un perro.
Algunas duras palabras
en voz tenue, te golpearon.
Esas, nunca, nunca cicatrizan.
Sin embargo, ¿existe el humor?

Carlos Drummond de Andrade.

BERTOLT BRECHT

CANCIÓN DE LA PROSTITUTA

1
Señores míos, con diecisiete años
llegué al mercado del amor
y mucho he aprendido.
Malo hubo mucho,
pero ése era el juego.
Aunque hubo Cosas que sí me molestaron
(al fin y al cabo también yo soy persona).
Gracias a Dios todo pasa deprisa,
la pena incluso; también el amor.
¿Dónde están las lágrimas de anoche?
¿Dónde la nieve del año pasado?

2
Claro que con los años una va
más ligera al mercado del amor
y los abraza por rebaños.
Pero los sentimientos
se vuelven sorprendentemente fríos
si se escatiman tanto
(al fin y al cabo no hay provisión que no se acabe).
Gracias a Dios todo pasa deprisa,
la pena incluso; también el amor.
¿Dónde están las lágrimas de anoche?
¿Dónde la nieve del año pasado?

3
Y aunque aprendas bien el trato
en la feria del amor,
transformar el placer en calderilla
nunca resulta fácil.
Pero, bien, se consigue.
Aunque también envejeces mientras tanto
(al fin y al cabo no siempre se tienen diecisiete.)
Gracias a Dios todo pasa deprisa,
la pena incluso; también el amor.
¿Dónde están las lágrimas de anoche?
¿Dónde la nieve del año pasado?

Bertolt Brecht.

CANCIÓN DE LA VIUDA ENAMORADA


Ay, ya sé, no deberla reconocer
que tiemblo cuando su mano me toca.
Ay, qué me ha sucedido
que rezo para que me seduzca.
¡Ay, ni cien caballos me arrastrarían al pecado!
¡Si al menos no me apeteciese tanto!

Si me resisto tanto al amor


sólo me he resistido realmente en el fondo
porque sé que si estuviera ante él en camisón
me dejaría hasta sin camisa.
¡Como que le van a importar a él mis reproches!
¡Si al menos no me apeteciese tanto!

Dudo que valga tanto como yo


y que para él sea amor de verdad.
Cuando todos mis ahorros se hayan gastado,
¿tirará el cacharro a la basura?
¡Ay, ya sé por qué le opuse tanta resistencia!
¡Si al menos no me apeteciese tanto!

Si tuviera dos dedos de sentido


nunca le habría concedido lo que por desgracia me pidió,
sino que le habría pegado una paliza
en cuanto se me acercó demasiado, como hizo.
¡Ay, ojalá se fuera al infierno!
(¡Si al menos no me apeteciese tanto!)

Bertolt Brecht.
Versión de Jesús Munárriz y Jenaro Talens.

CANCIÓN DESDE EL ACUARIO

Salmo 5

He apurado la copia hasta el fondo. Es decir, he sido seducido.


Era un niño, y me amaron.
El mundo se desesperaba, pues yo me mantenía puro. Ella
se revolcó por el suelo ante mí, con miembros tiernos
y atrayente trasero. Me mantuve firme.
Para calmarla, cuando se excitó demasiado, yací con ella
y me volví impuro.
El pecado me satisfizo. La filosofía me ayudaba al amanecer,
cuando velaba. Me convertí en lo que querían.
Miré largo tiempo hacia arriba y pensé que el cielo estaba
triste sobre mí. Pero veía que le era indiferente.
Él se amaba a sí mismo.
Ahora hace tiempo que me ahogué. Yazgo hinchado sobre
el fondo.
Los peces viven dentro de mí. El mar se está agotando.

Bertolt Brecht.
Versión de Vicente Forés.

JAMÁS, MA SOEUR, TE HE AMADO TANTO

Jamás, ma soeur, te he amado tanto


como cuando me fui de ti en aquel crepúsculo.
Me engulló el bosque, el bosque azul, ma soeur,
sobre el que los pálidos astros quedaban para siempre ya al oeste.

No me reí ni lo más mínimo, nada nada, ma soeur,


yo, que jugando me dirigía a mi oscuro destino-
mientras que ya los rostros tras de mí
lentos palidecían en el atardecer del bosque azul.

Todo fue hermoso en aquella tarde única, ma soeur,


y nunca más después; tampoco antes-
claro que sólo me quedaban ya los grandes pájaros
que al atardecer tienen hambre en el oscuro cielo.

Bertolt Brecht.
Versión de Jesús Munárriz y Jenaro Talens.

LA CANCIÓN DEL NO Y DEL SÍ

1
Hubo un tiempo en que creía, cuando aún era inocente,
y lo fui hace tiempo igual que tú:
quizás también me llegue uno a mí
y entonces tengo que saber qué hacer.
Y si tiene dinero
y si es amable
y su cuello está limpio también entre semana
y si sabe lo que le corresponde a una señora
entonces diré «No».
Hay que mantener la cabeza bien alta
y quedarse como si no pasara nada.
Seguro que la luna brilló toda la noche,
seguro que la barca se desató de la orilla,
pero nada más pudo suceder.
Sí, no puede una tumbarse simplemente,
sí, hay que ser fría y sin corazón.
Sí, tantas cosas podrían suceder,
ay, la única respuesta posible: No.

2
El primero que vino fue un hombre de Kent
que era como un hombre debe ser.
El segundo tenía tres barcos en el puerto
y el tercero estaba loco por mí.
Y al tener dinero
y al ser amables
y al llevar los cuellos limpios incluso entre semana
y al saber lo que le corresponde a una señora,
les dije a todos: «No».
Mantuve la cabeza bien alta
y me quedé como si no pasara nada.
Seguro que la luna brilló toda la noche,
seguro que la barca se desató de la orilla,
pero nada más pudo suceder.
Sí, no puede una tumbarse simplemente,
sí, hay que ser fría y sin corazón.
Sí, tantas cosas podrían suceder ,
ay, la única respuesta posible: No.

3
Sin embargo un buen día, y era un día azul,
llegó uno que no me rogó
y colgó su sombrero en un clavo en mi cuarto
y yo ya no sabía lo que hacía.
Y aunque no tenía dinero
y aunque no era amable
ni su cuello estaba limpio ni siquiera el domingo
ni sabía lo que le corresponde a una señora,
a él no le dije «No».
No mantuve la cabeza bien alta
y no me quedé como si no pasara nada.
Ay, la luna brilló toda la noche,
y la barca permaneció amarrada a la orilla,
¡y no pudo ser de otra forma!
Sí, no hay más que tumbarse simplemente,
sí, no puede una permanecer fría ni carecer de corazón.
Ay, tuvieron que pasar tantas cosas,
sí, no pudo haber ningún No.

Bertolt Brecht.
Versión de Jesús Munárriz y Jenaro Talens.

LA CUERDA CORTADA

La cuerda cortada puede volver a anudarse,


vuelve a aguantar, pero
está cortada.

Quizá volvamos a tropezar, pero allí


donde me abandonaste no
volverás a encontrarme.

Bertolt Brecht.
Versión de Jesús Munárriz y Jenaro Talens.

LA INFANCIA DE MARIE FARRAR

1
Marie Farrar, nacida en abril,
menor, sin señas particulares, raquítica, huérfana,
hasta el presente no fichada, dice haber
asesinado a un niño de la siguiente manera:

Que ya en el segundo mes intentó


en lo de una mujer que vivía en un sótano
abortarlo con dos inyecciones, que declara
fueron dolorosas. Pero no quiso salir.
Y a ustedes, les ruego, se abstengan de juzgar
Pues toda criatura necesita ayuda de todas las demás.

2
A pesar de ello dice haber pagado en el acto
lo convenido y desde entonces haber usado faja,
también bebió kerosen con pimienta molida;
pero que todo eso no hizo sino provocarle diarrea.
Que su cuerpo se hinchó a ojos vistas y que tuvo
dolores agudos, mientras lavaba los platos, muchas veces.
Ella misma, dice, aún no había dejado de crecer.
Que le rezó a la virgen, con mucha esperanza.
En cuanto a ustedes, les ruego, se abstengan de juzgar,
Pues toda criatura necesita ayuda de todas las demás.

3
Al parecer, las oraciones no dieron resultado.
También, era mucho pedir. Cuando se puso más gruesa
le daban mareos durante la misa. Sentía el cuerpo húmedo
de miedo, cuando se arrodillaba al pie del altar.
Sin embargo, mantuvo en secreto su estado,
hasta que finalmente la sorprendió el parto.
Pudo ocultarlo todo, seguramente porque nadie creía que ella
tan sin gracia, hubiera caído en la tentación.
Y a ustedes, les ruego, se abstengan de juzgar
Puesto toda criatura necesita ayuda de todas las demás.

4
Que ese día, según ella, muy de madrugada
al lavar la escalera sintió que le clavaban
uñas en el vientre. El dolor la estremecía.
Y, sin embargo, logró disimularlo.
Todo el día. Mientras cuelga la ropa
la cabeza le estalla: de repente se da cuenta
que va a parir y siente un gran peso
sobre el corazón. Solo muy tarde sube al cuarto.
Pero a ustedes, les ruego, se abstengan de juzgar
Pues toda criatura necesita ayuda de todas las demás.

5
La llamaron de nuevo cuando ya se había acostado,
había nevado y tuvo que barrer.
Así hasta las once. Aquel fue un largo día.
Solo entrada la noche pudo parir en paz.
Y dio a luz, así declara, a un niño varón,
a un hijo que era igual a otros hijos,
pero ella no era igual que otras madres, eso
quiero aclararlo sin ironía y sin mayor motivo.
En cuanto a ustedes, les ruego, se abstengan de juzgar
Pues toda criatura necesita ayuda de todas las demás.

6
Dejémosla que siga relatando
lo que con ese hijo pasó
(dijo que no pensaba guardarse una palabra)
para que todos lo sepan y se ubiquen.
Dice que a poco de acostarse sintió intenso malestar,
sin saber qué podría ocurrir,
pues estaba sola, y que se forzó a no gritar.
Y yo a ustedes, les ruego, se abstengan de juzgar
Pues toda criatura necesita ayuda de todas las demás.

7
Con sus últimas fuerzas, dice que luego,
como su cuarto estaba helado, se arrastró
hasta el retrete y allí (no recuerda exactamente
en qué momento), sin más vueltas, parió
hacia el amanecer. Dice que entonces se sintió
muy confusa, y luego, ya medio congelada,
porque en el baño de servicio entra la nieve,
apenas tuvo fuerzas para alzar al niño.
En cuanto a ustedes, les ruego, se abstengan de juzgar
Pues toda criatura necesita ayuda de todas las demás.

8
Luego, entre el baño y la pieza -dice que hasta entonces
no había pasado nada-, la criatura
comenzó a gritar, eso la alteró de tal manera,
que la golpeó con ambos puños y con fuerza,
ciegamente, dice, hasta que se calló.
Luego de ello se llevó el cuerpito consigo
a la cama por el resto de la noche
y de mañana lo escondió en el lavadero.
Pero a ustedes, les ruego, se abstengan de juzgar
Pues toda criatura necesita ayuda de todas las demás.

9
Marie Farrar, nacida en abril,
muerta en la prisión de Meissen
madre soltera, sentenciada, quiere
mostrarles los sufrimientos de todas las criaturas.
Ustedes que dan a luz en limpias
camas de maternidad y llaman
"benditos" a sus vientres preñados quieran
no condenar a los débiles perdidos
pues sus pecados fueron duros y su dolor fue grande.
Por eso, les ruego, se abstengan de juzgar
Pues toda criatura necesita ayuda de todas las demás.

Bertolt Brecht.

LECCIÓN DE AMOR

Pero chiquilla, te recomiendo


algo de seducción en los grititos:
carnal me gusta el alma
y con alma la carne.

La castidad no puede rebajar la lujuria;


si estuviese hambriento me gustaría saciarme.
Me apetece que la virtud tenga trasero
y que el trasero tenga sus virtudes.

Desde que el dios aquel cabalgó al cisne


a más de una chica le da miedo,
aunque también sufra con gusto
que él se aferre al canto del cisne.

Bertolt Brecht.
Versión de Jesús Munárriz y Jenaro Talens.

PREGUNTAS

¡Escríbeme qué llevas puesto! ¿Es cálido?


¡Escríbeme en qué duermes! ¿Es también blando?
¡Escríbeme qué aspecto tienes! ¿Sigue siendo el mismo?
¡Escríbeme qué echas de menos! ¿Mi brazo?
¡Escríbeme cómo te va! ¿Te respetan?
¡Escríbeme qué andan haciendo! ¿Tienes bastante valor?
¡Escríbeme qué haces tú! ¿Sigue siendo bueno?
¡Escríbeme en qué piensas! ¿En mí?
¡La verdad es que sólo tengo preguntas para ti!
¡Y espero con ansiedad la respuesta!
Cuando tú estás cansada, nada puedo llevarte.
Si pasas hambre, no puedo darte de comer.
Así que estoy como fuera del mundo,
perdido, como si te hubiese olvidado.

Bertolt Brecht.

RECUERDO DE MARIE A.

1
En aquel día de luna azul de septiembre
en silencio bajo un joven ciruelo
estreché a mi pálido amor callado
entre mis brazos como un sueño bendito.
Y por encima de nosotros en el hermoso cielo estival
había una nube, que contemplé mucho tiempo;
era muy blanca y tremendamente alta
y cuando volví a mirar hacia arriba, ya no estaba.

2
Desde aquel día muchas, muchas lunas
se han zambullido en silencio y han pasado.
Los ciruelos habrán sido arrancados
y si me preguntas ¿qué fue de aquel amor?
entonces te contesto: no consigo acordarme,
pero aun así, es cierto, sé a qué te refieres.
Aunque su rostro, de verdad, no lo recuerdo,
ahora sé tan sólo que entonces la besé.

3
Y también el beso lo habría olvidado hace tiempo
de no haber estado allí aquella nube;
a ella sí la recuerdo y siempre la recordaré,
era muy blanca y venía de arriba.
Puede que los ciruelos todavía florezcan
y que aquella mujer tenga ya siete hijos,
pero aquella nube floreció sólo algunos minutos
y cuando miré a lo alto se estaba desvaneciendo en el viento.

Bertolt Brecht.
Versión de Jesús Munárriz y Jenaro Talens.
A LOS HOMBRES FUTUROS

I
Verdaderamente, vivo en tiempos sombríos.
Es insensata la palabra ingenua. Una frente lisa
revela insensibilidad. El que ríe
es que no ha oído aún la noticia terrible,
aún no le ha llegado.

¡Qué tiempos éstos en que


hablar sobre árboles es casi un crimen
porque supone callar sobre tantas alevosías!
Ese hombre que va tranquilamente por la calle,
¿lo encontrarán sus amigos
cuando lo necesiten?

Es cierto que aún me gano la vida.


Pero, creedme. es pura casualidad. Nada
de lo que hago me da derecho a hartarme.
Por casualidad me he librado. (Si mi suerte acabara,
[estaría perdido).
Me dicen: «¡Come y bebe! ¡Goza de lo que tienes!»
Pero ¿cómo puedo comer y beber
si al hambriento le quito lo que como
y mi vaso de agua le hace falta al sediento?
Y, sin embargo, como y bebo.

Me gustaría ser sabio también.


Los viejos libros explican la sabiduría:
apartarse de las luchas del mundo y transcurrir
sin inquietudes nuestro breve tiempo.
Librarse de la violencia,
dar bien por mal,
no satisfacer los deseos y hasta
olvidarlos: tal es la sabiduría.
Pero yo no puedo hacer nada de esto:
verdaderamente, vivo en tiempos sombríos.

II

Llegué a las ciudades en tiempos del desorden,


cuando el hambre reinaba.
Me mezclé entre los hombres en tiempos de rebeldía
y me rebelé con ellos.
Así pasé el tiempo
que me fue concedido en la tierra.
Mi pan lo comí entre batalla y batalla.
Entre los asesinos dormí.
Hice el amor sin prestarle atención
y contemplé la naturaleza con impaciencia.
Así pasé el tiempo
que me fue concedido en la tierra.

En mis tiempos, las calles desembocaban en pantanos.


La palabra me traicionaba al verdugo.
Poco podía yo. Y los poderosos
se sentían más tranquilos, sin mí. Lo sabía.
Así pasé el tiempo
que me fue concedido en la tierra.

Escasas eran las fuerzas. La meta


estaba muy lejos aún.
Ya se podía ver claramente, aunque para mí
fuera casi inalcanzable.
Así pasé el tiempo
que me fue concedido en la tierra.

III

Vosotros, que surgiréis del marasmo


en el que nosotros nos hemos hundido,
cuando habléis de nuestras debilidades,
pensad también en los tiempos sombríos
de los que os habéis escapado.

Cambiábamos de país como de zapatos


a través de las guerras de clases, y nos desesperábamos
donde sólo había injusticia y nadie se alzaba contra ella.
Y, sin embargo, sabíamos
que también el odio contra la bajeza
desfigura la cara.
También la ira contra la injusticia
pone ronca la voz. Desgraciadamente, nosotros,
que queríamos preparar el camino para la amabilidad
no pudimos ser amables.
Pero vosotros, cuando lleguen los tiempos
en que el hombre sea amigo del hombre,
pensad en nosotros
con indulgencia.

Bertolt Brecht.
Versión de Jesús López Pacheco sobre la traducción
Directamente del alemán de Vicente Romano.

LA MÁSCARA DEL MAL

Colgada en mi pared tengo una talla japonesa,


máscara de un demonio maligno, pintada de oro.
Compasivamente miro
las abultadas venas de la frente, que revelan
el esfuerzo que cuesta ser malo.

Bertolt Brecht.
Versión de Jesús López Pacheco sobre la traducción
Directamente del alemán de Vicente Romano.

EL CIRUELO

Hay en el patio un ciruelo


que no se encuentra menor.
Para que nadie le pise
tiene reja alrededor.

Aunque no puede crecer,


él sueña con ser mayor.
Pero nunca podrá serlo
teniendo tan poco sol.

Duda si será un ciruelo


porque ciruelas no da.
Mas se conoce en la hoja
que es ciruelo de verdad.

Bertolt Brecht.
Versión de Jesús López Pacheco sobre la traducción
Directamente del alemán de Vicente Romano.

PALABRAS DE UN CAMPESINO A SU BUEY


(SEGÚN UNA CANCIÓN CAMPESINA DE ECIPTO,
DEL AÑO 1400 ANTES DE NUESTRA ERA.)

¡Oh gran buey! ¡Oh divino tiro del arado!


¡Descansa para volver a arar! ¡No revuelvas
jovialmente los surcos! Tú
que vas delante, conductor, ¡arre!
Curvados trabajamos para cortar tu pienso;
descansa ahora y cómelo, tú que nos alimentas.
Olvídate, comiendo, de los surcos. ¡Come!
Para tu establo, oh protector de la familia,
jadeantes, las vigas arrastramos. Nosotros
dormimos en lo húmedo, tú en seco. Ayer
tosiste, oh guía querido.
Estábamos desesperados. ¿No irás
a diñarla antes de la sementera, perro maldito?

Bertolt Brecht.
Versión de Jesús López Pacheco sobre la traducción
Directamente del alemán de Vicente Romano.

LOS DE ARRIBA DICEN: EN EL EJÉRCITO

Todos somos iguales.


Por la cocina sabréis
si es verdad.
En los corazones
debe haber el mismo valor. Pero
en los platos hay
dos clases de rancho.

De catón de guerra alemán.


Bertolt Brecht.
Versión de Jesús López Pacheco sobre la traducción
Directamente del alemán de Vicente Romano.
GIOCONDA BELLI

AHUYENTEMOS EL TIEMPO, AMOR…

Ahuyentemos el tiempo, amor,


que ya no exista;
esos minutos largos que desfilan pesados
cuando no estás conmigo
y estás en todas partes
sin estar pero estando.
Me dolés en el cuerpo,
me acariciás el pelo
y no estás
y estás cerca,
te siento levantarte
desde el aire llenarme
pero estoy sola, amor,
y este estarte viendo
sin que estés,
me hace sentirme a veces
como una leona herida,
me retuerzo
doy vueltas
te busco
y no estás
y estás
allí
tan cerca.

Gioconda Belli.

AMOR DE FRUTAS

Déjame que esparza


manzanas en tu sexo
néctares de mango
carne de fresas;
Tu cuerpo son todas las frutas.
Te abrazo y corren las mandarinas;
te beso y todas las uvas sueltan
el vino oculto de su corazón
sobre mi boca.
Mi lengua siente en tus brazos
el zumo dulce de las naranjas
y en tus piernas el promegranate
esconde sus semillas incitantes.
Déjame que coseche los frutos de agua
que sudan en tus poros:
Mi hombre de limones y duraznos,
dame a beber fuentes de melocotones y bananos
racimos de cerezas.
Tu cuerpo es el paraíso perdido
del que nunca jamás ningún Dios
podrá expulsarme.

Gioconda Belli.

ÁSPERA TEXTURA DEL VIENTO

Nacida de la selva me tomaste


arisca yegua para estribos y albardas.

Durante muchas noches


nada se oyó
sino el chasquido del látigo
el rumor del forcejeo
las maldiciones
y el roce de los cuerpos
midiéndose la fuerza en el espacio.

Cabalgamos por días sin parar


desbocados corceles del amor
dando y quitando,
riendo y llorando
-el tiempo de la doma
el celo de los tigres-

No pudimos con la áspera textura de los vientos.


Nos rendimos ante el cansancio
a pocos metros de la pradera
donde hubiéramos realizado
todos nuestros encendidos sueños.

Gioconda Belli.

CASTILLOS DE ARENA

¿Por qué no me dijiste que estabas construyendo


ese castillo de arena?
Hubiera sido tan hermoso
poder entrar por su pequeña puerta,
recorrer sus salados corredores,
esperarte en los cuadros de conchas,
hablándote desde el balcón
con la boca llena de espuma blanca y transparente
como mis palabras,
esas palabras livianas que te digo,
que no tienen más que el peso
del aire entre mis dientes.
Es tan hermoso contemplar el mar.
Hubiera sido tan hermoso el mar
desde nuestro castillo de arena,
relamiendo el tiempo
con la ternura
honda y profunda del agua,
divagando sobre las historias que nos contaban
cuando, niños, éramos un solo poro
abierto a la naturaleza.
Ahora el agua se ha llevado tu castillo de arena
en la marea alta.
Se ha llevado las torres,
los fosos,
la puertecita por donde hubiéramos pasado
en la marea baja,
cuando la realidad está lejos
y hay castillos de arena
sobre la playa...

Gioconda Belli.
CLARO QUE NO SOMOS UNA POMPA FÚNEBRE…

Claro que no somos una pompa fúnebre,


a pesar de todas las lágrimas tragadas
estamos con la alegría de construir lo nuevo
y gozamos del día, de la noche
y hasta del cansancio
y recogemos risa en el viento alto.

Usamos el derecho a la alegría,


a encontrar el amor
en la tierra lejana
y sentirnos dichosos
por haber hallado compañero
y compartir el pan, el dolor y la cama.

Aunque nacimos para ser felices


nos vemos rodeado de tristeza y vainas,
de muertes y escondites forzados.

Huyendo como prófugos


vemos como nos nacen arrugas en la frente
y nos volvemos serios,
pero siempre por siempre
nos persigue la risa
amarrada también a los talones
y sabemos tirarnos una buena carcajada
y ser felices en la noche más honda y más cerrada

porque estamos construidos de una gran esperanza,


de un gran optimismo que nos lleva alcanzados
y andamos la victoria colgándonos del cuello,
sonando su cencerro cada vez más sonoro
y sabemos que nada puede pasar que nos detenga
porque somos semillas
y habitación de una sonrisa íntima
que explotará
ya pronto
en las caras
de todos.
Gioconda Belli.

COMO GATA BOCA ARRIBA

Te quiero como gata boca arriba,


panza arriba te quiero,
maullando a través de tu mirada,
de este amor-jaula
violento,
lleno de zarpazos
como una noche de luna
y dos gatos enamorados
discutiendo su amor en los tejados,
amándose a gritos y llantos,
a maldiciones, lagrimas y sonrisas
(de esas que hacen temblar el cuerpo de alegría)

Te quiero como gata panza arriba


y me defiendo de huir,
de dejar esta pelea
de callejones y noches sin hablarnos,
este amor que me marea,
que me llena de polen,
de fertilidad
y me anda en el día por la espalda
haciéndome cosquillas.

No me voy, no quiero irme, dejarte,


te busco agazapada
ronroneando,
te busco saliendo detrás del sofá,
brincando sobre tu cama,
pasándote la cola por los ojos,
te busco desperezándome en la alfombra,
poniéndome los anteojos para leer
libros de educación del hogar
y no andar chiflada y saber manejar la casa,
poner la comida,
asear los cuartos,
amarte sin polvo y sin desorden,
amarte organizadamente,
poniéndole orden a este alboroto
de revolución y trabajo y amor
a tiempo y destiempo,
de noche, de madrugada,
en el baño,
riéndonos como gatos mansos,
lamiéndonos la cara como gatos viejos y cansados
a los pies del sofá de leer el periódico.

Te quiero como gata agradecida,


gorda de estar mimada,
te quiero como gata flaca
perseguida y llorona,
te quiero como gata, mi amor,
como gata, Gioconda,
como mujer,
te quiero.

Gioconda Belli.

CÓMO PESA EL AMOR

Noche cerrada
ciega en el tiempo
verde como la luna
apenas clara entre las luciérnagas.
Sigo la huella de mis pasos,
el doloroso retorno a la sonrisa,
me invento en la cumbre adivinada
entre árboles retorcidos.
Sé que algún día
se alzarán de nuevo
las yemas recién nacidas
de mi rojo corazón,
entonces, quizás,
oirás mi voz enceguecedora
como el canto de las sirenas;
te darás cuenta
de la soledad;
juntarás mi arcilla,
el lodo que te ofrecí,
entonces tal vez sabrás
como pesa el amor
endurecido.

Gioconda Belli.

COMO TINAJA

En los días buenos,


de lluvia,
los días en que nos quisimos
totalmente,
en que nos fuimos abriendo
el uno al otro
como cuevas secretas;
en esos días, amor
mi cuerpo como tinaja
recogió toda el agua tierna
que derramaste sobre mí
y ahora,
en estos días secos
en que tu ausencia duele
y agrieta la piel,
el agua sale de mis ojos
llena de tu recuerdo
a refrescar la aridez de mi cuerpo
tan vacío y tan lleno de vos.

Gioconda Belli.

CONJUROS DE LA MEMORIA

No sé si un sol desmedido y burlón


me atravesará de punta a punta
cuando salten de mi pecho todos los gritos guardados
cuando se rompan las oscuridades
de mi perfecta catedral secreta
con el sostenido sonido del órgano medieval
ululando su voz de parto,
su alarido de queja y de tristeza.

Estoy como nací-desnuda-


mojada de lágrimas con el pelo chorreándome nostalgia
y un cansancio vetusto acomodado en mis huesos
y mientras me dejo ir en el humo,
viene su mano y me sostiene
y me levanta y me hace tronar de júbilo,
me zarandea las ganas de vivir,
me dice verde con ojos de monte
azul con el pelo espumoso de mar
estrella con las uñas brillantes
viento y sopla mi angustia y la desperdiga
y me hace nadar en el aire, retozar en los arroyos,
romper los relojes del tiempo,
borrar la huella de mis pequeños pecados
vueltos trascendentes por los oscuros designios
de su otro yo iracundo hermano de este duende iluminado
que me persigue en el sueño
en el que corro huyendo, siguiéndole yo a mi vez
juego de gato y ratón hasta que viene la lluvia
y la risa y volvemos a ser amantes helechos hojas atrapadas
en las correntadas de mayo y todo vuelve a empezar
cuando cruzamos lavados y nuevos
el umbral del paraíso.

Gioconda Belli.

DE LA MUJER AL HOMBRE

Dios te hizo hombre para mí.


Te admiro desde lo más profundo
de mi subconsciente
con una admiración extraña y desbordada
que tiene un dobladillo de ternura.
Tus problemas, tus cosas
me intrigan, me interesan
y te observo
mientras discurres y discutes
hablando del mundo
y dándole una nueva geografía de palabras
Mi mente esta covada para recibirte,
para pensar tus ideas
y darte a pensar las mías;
te siento, mi compañero, hermoso
juntos somos completos
y nos miramos con orgullo
conociendo nuestras diferencias
sabiéndonos mujer y hombre
y apreciando la disimilitud
de nuestros cuerpos.

Gioconda Belli.

DESAFÍO A LA VEJEZ

Cuando yo llegue a vieja


-si es que llego-
y me mire al espejo
y me cuente las arrugas
como una delicada orografía
de distendida piel.
Cuando pueda contar las marcas
que han dejado las lágrimas
y las preocupaciones,
y ya mi cuerpo responda despacio
a mis deseos,
cuando vea mi vida envuelta
en venas azules,
en profundas ojeras,
y suelte blanca mi cabellera
para dormirme temprano
-como corresponde-
cuando vengan mis nietos
a sentarse sobre mis rodillas
enmohecidas por el paso de muchos inviernos,
sé que todavía mi corazón
estará -rebelde- tictaqueando
y las dudas y los anchos horizontes
también saludarán
mis mañanas.

Gioconda Belli.
EROS EN EL AGUA

Entre tus piernas


el mar me muestra extraños arrecifes
rocas erguidas corales altaneros
contra mi gruta de caracolas concha nácar
tu molusco de sal persigue la corriente
el agua corta me inventa aletas
mar de la noche con lunas sumergidas
tu oleaje brusco de pulpo enardecido
acelera mis branquias los latidos de esponja
los caballos minúsculos flotando entre gemidos
enredados en largos pistilos de medusa.
Amor entre delfines
dando saltos te lanzas sobre mi flanco leve
te recibo sin ruido te miro entre burbujas
tu risa cerco con mi boca espuma
ligereza del agua oxigeno de tu vegetación de clorofila
la corona de luna abre espacio al océano
De océano los ojos plateados
fluye larga mirada final
y nos alzamos desde el cuerpo acuático
somos carne otra vez
una mujer y un hombre
entre las rocas.

Gioconda Belli.

ES LARGA LA TARDE

Es larga la tarde
como el camino curvo hasta tu casa
por donde regreso arrastrando los pies
hasta mi cama sola
a dormir con tu olor engarzado en mi piel,
a dormir con tu sombra.

Es larga la tarde
y el amor redondo como el gatillo de una pistola
me rodea de frente, de lado, de perfil.
El sueño pesa sobre mis hombros
y me acerca de nuevo a vos,
al huequito de tu brazo,
a tu respiración,
a una continuación infinita de la batalla
de sábanas y almohadas que empezamos
y que pone risa
y energía
a nuestro cansancio.

Gioconda Belli.

ESTA NOSTALGIA

Este sueño que vivo,


esta nostalgia con nombre y apellido,
este huracán encerrado tambaleando mis huesos,
lamentando su paso por mi sangre...
No puedo abandonar el tiempo y sus rincones,
el valle de mis días
está lleno de sombras innombrables,
voy a la soledad como alma en pena,
desacatada de todas las razones,
heroína de batallas perdidas,
de cántaros sin agua.
Me hundo en el cuerpo,
me desangro en las venas,
me bato contra el viento,
contra la piel que untada está a la mía.
Qué haré con mi castillo de fantasmas,
las estrellas fugaces que me cercan
mientras el sol deslumbra
y no puedo mirar más que su disco
-redondo y amarillo-
la estela de su oro lamiéndome las manos,
surcándome las noches,
desviviéndome,
haciéndome desastres...
Me entregaré a los huracanes
para pasar de lejos por esa luz ardiendo.
Estoy muriéndome de frío.

Gioconda Belli.

HUELGA

Quiero una huelga donde vayamos todos.


Una huelga de brazos, piernas, de cabellos,
una huelga naciendo en cada cuerpo.

Quiero una huelga


de obreros de palomas
de choferes de flores
de técnicos de niños
de médicos de mujeres.

Quiero una huelga grande,


que hasta el amor alcance.
Una huelga donde todo se detenga,
el reloj las fábricas
el plantel los colegios
el bus los hospitales
la carretera los puertos.

Una huelga de ojos, de manos y de besos.


Una huelga donde respirar no sea permitido,
una huelga donde nazca el silencio
para oír los pasos del tirano que se marcha.

Gioconda Belli.

LUCIÉRNAGAS

A las cinco de la tarde


Cuando el resplandor se queda sin brillo
Y el jardín se sumerge en el último hervor dorado del día
Oigo el grupo bullicioso de niños
Que salen a cazar luciérnagas.
Corriendo sobre el pasto
Se dispersan entre los arbustos,
Gritan su excitación, palpan su deslumbre
Se arma un círculo alrededor de la pequeña
Que muestra la encendida cuenca de sus manos
Titilando.

Antiguo oficio humano


Este de querer apagar la luz.

¿Te acordás de la última vez que creímos poder iluminar


la noche?

El tiempo nos ha vaciado de fulgor.


Pero la oscuridad
Sigue poblada de luciérnagas.

Gioconda Belli.

MAYO

No se marchitan los besos


como los malinches,
ni me crecen vainas en los brazos;
siempre florezco
con esta lluvia interna,
como los patios verdes de mayo
y río porque amo el viento y las nubes
y el paso del los pájaros cantores,
aunque ande enredada en recuerdos,
cubierta de hiedra como las viejas paredes,
sigo creyendo en los susurros guardados,
la fuerza de los caballos salvajes,
el alado mensaje de las gaviotas.
Creo en las raíces innumerables de mi canto.

Gioconda Belli.
MI AMOR ES COMO UN RÍO CAUDALOSO

Chorreándose en el cuerpo de mi hombre,


mi amor toca tambor y flauta
en las montañas de mi tierra,
dispara con ametralladora
su descarga de besos.
Es un amor de guerra
con «adiós» y «nos vemos»
un amor con señales de humo
-a lo lejos-
un amor para llevarse en mochilas
para andar clandestino
por ciudades y valles.
Es un amor para cantar victoria,
para llorar heridos
y aprender de derrotas.
Mi amor es bien contento
aunque -a veces- me haga brotar el llanto
es grande como la esperanza
y el valor de mi pueblo;
tiene olores de finca
huele a tierra mojada y campo.
Mi amor es fiero,
ardiente como la libertad,
no conoce de tiempo,
anda dentro de mí
desbocado y rebelde.
Me ha llenado de luz
y lo llevo cargado como un fusil al hombro
lloro y río por él
por este amor hermoso,
claro, como tus ojos.

Gioconda Belli.

PARTIRÁS OTRA VEZ…

Partirás otra vez


porque la tierra llama
con la fuerza de una mujer desamparada.
Partirás otra vez, mi amor,
porque es allá
donde la vida de tantos se resuelve.
Allá te espera la esperanza,
la lucha sin cuartel.
Allá son los desvelos
y el reto de un tiempo sin medida
tratando de saltar al paso de la historia.
Anda, mi amor,
anda con esos brazos que me abrazan,
con esa boca que me besa,
a chorrear fuego, amor,
a llevar esa fuerza
a la tierra desde donde salimos
a la tierra que amamos.
Anda, mi amor,
yo voy también aunque me quede lejos
y estaré allí con vos
en el viento y la lluvia,
en el calor del medio día,
en las tapitas de dulce,
en las chicharras y en los grillos,
en el peligro,
allí por donde andes,
andaré yo,
entre la tierra y tu sombra
habrá una mujer
acariciándote.

Gioconda Belli.

PERMANENCIA DE LOS JARDINES

a Carlos

En el enrevesado espeso matorral de mis floraciones


has laborado embriagado de almizcles.
No hay almácigo desperdiciado en este amor
donde a diario te desafío
a que encuentres el brote más reciente.
Nunca dije que sería un jardín de senderos bien delineados.
Me constituí como un jardín tropical y húmedo
con especies imposibles de clasificar
pues siempre quise poner a prueba tus intenciones de
jardinero
domador de plantas y exterminador de plagas.
Te he asaltado por los cuatro costados con enredaderas
tumultuosas
Y hueledenoches de belleza mortífera
Y he abierto hojas como alas de sueños selváticos en los
árboles plácidos
que sembraste alrededor de la casa.
En tu alcoba de macho cabrío introduje violetas africanas
y rodeé de jazmines indios los bordes de tus infranqueables
ventanas
-esas que ahora el perfume traspasa con ruido de vidrios
rotos-
¡Qué bien has soportado, mi amante, amadísimo, cuanta
prueba te puse!
Dócil jamás, crezco ahora sin embargo sobre el techo de la casa
Y abrazo esta dulce, fogosa extensión que habitamos
La defiendo con cercos de espinas
Instalo surtidores
Para que no la marchite
Ni la más cruel de las estaciones.

Gioconda Belli.

QUIERO

Quiero tener ese hijo tuyo, amor.


Dárteme desde dentro de mi vientre
en una nueva prolongación de tu inmortalidad.
mostrarte hasta dónde puede crecer mi vida,
como un árbol,
si tú la riegas;
hasta dónde puedo llegar a dárteme
en todas las formas,
en todos los momentos conscientes e inconscientes,
llegar a ser tu río, tu sombra,
la almohada suave donde apoyar tu cabeza,
el viento, el mar,
la risa, la mañana,
tu cama, tu suelo,
tu mujer.

Gioconda Belli.

RECORRIÉNDOTE

Quiero morder tu carne,


salada y fuerte,
empezar por tus brazos hermosos
como ramas de ceibo,
seguir por ese pecho con el que sueñan mis sueños
ese pecho-cueva donde se esconde mi cabeza
hurgando la ternura,
ese pecho que suena a tambores y vida continuada.
Quedarme allí un rato largo
enredando mis manos
en ese bosquecito de arbustos que te crece
suave y negro bajo mi piel desnuda
seguir después hacia tu ombligo
hacia ese centro donde te empieza el cosquilleo,
irte besando, mordiendo,
hasta llegar allí
a ese lugarcito
-apretado y secreto-
que se alegra ante mi presencia
que se adelanta a recibirme
y viene a mí
en toda su dureza de macho enardecido.
Bajar luego a tus piernas
firmes como tus convicciones guerrilleras,
esas piernas donde tu estatura se asienta
con las que vienes a mí
con las que me sostienes,
las que enredas en la noche entre las mías
blandas y femeninas.
Besar tus pies, amor,
que tanto tienen aun que recorrer sin mí
y volver a escalarte
hasta apretar tu boca con la mía,
hasta llenarme toda de tu saliva y tu aliento
hasta que entres en mí
con la fuerza de la marea
y me invadas con tu ir y venir
de mar furioso
y quedemos los dos tendidos y sudados
en la arena de las sábanas.

Gioconda Belli.

SE VAN TUS MANOS SOBRE MI MIRADA

Se van tus manos sobre mi mirada


la sostienes, la sueltas.
Embistes mi hombro izquierdo,
lo sitias desde el cuello,
lo asaltas con las flechas de tu boca.
Embistes mi hombro izquierdo
feroz y dulcemente a dentelladas.
con su modo redondo
de hacer pasar el tiempo entre los besos
y somos dos volutas de humo
flotando en el espacio
llenándolo con chasquidos y murmullos
o suavemente quedándonos callados
para explorar el secreto profundo de los poros
para penetrarlos en un afán de invasión
de descorrer la piel
y encontrar nuestros ojos
mirándonos desde la interioridad de la sangre.
Hablamos un lenguaje de jeroglíficos
y me vas descifrando sin más instrumentos
que la ternura lenta de tus manos,
desenredándome sin esfuerzo,
alisándome como una sábana recién planchada,
mientras yo te voy dando mi universo;
todos los meteoritos y las lunas
que han venido gravitando en la órbita de mis sueños,
mis dedos llenos del deseo de tocar las estrellas
los soles que habitan en mi cuerpo.
Una mansa sonrisa empieza a subirme por los tobillos,
se va riendo en mis rodillas
sube recorriendo mi corteza de árbol
llenándome de capullos reventados de gozo transparente.
El aire que sale de mis pulmones va risueño
a vivir en el viento de la noche
mientras de nuevo embistes mi hombro izquierdo,
feroz
y dulcemente
a dentelladas.

Gioconda Belli.

¿QUÉ SOS NICARAGUA?

¿Qué sos
sino un triangulito de tierra
perdido en la mitad del mundo?

¿Qué sos
sino un vuelo de pájaros
guardabarrancos
cenzontles
colibríes?

¿Qué sos
sino un ruido de ríos
llevándose las piedras pulidas y brillantes
dejando pisadas de agua por los montes?

¿Qué sos
sino pechos de mujer hechos de tierra,
lisos, puntudos y amenazantes?

¿Qué sos
sino cantar de hojas en árboles gigantes
verdes, enmarañados y llenos de palomas?

¿Qué sos?
sino dolor y polvo y gritos en la tarde,
-"gritos de mujeres, como de parto"-?

¿Qué sos
sino puño crispado y bala en boca?

¿Qué sos, Nicaragua


para dolerme tanto?

Gioconda Belli.

NAZIM HIKMET

A PROPÓSITO DE UNA FOTO DE PERIÓDICO

1.- CARBUBCO

Sobre dos columnas de la primera página yacen


dos niños desnudos
sobre dos columnas de la primera página
con la piel en los huesos.
Tienen la carne agujereada, reventada.
Uno es de Diyarbakïr, el otro de Ergani.
Tienen los brazos y las piernas raquíticos
enorme la cabeza
y un grito pavoroso en sus bocas abiertas
en la primera página dos ranitas aplastadas a pedradas.
Dos ranitas
dos hijos míos, enfermos de carbunco.
Quién sabe cuántos miles se nos van en un año
sin haber podido saciar siquiera su sed.
Y el señor subsecretario:
(así lo agarre el carbunco)
«No hay ningún motivo para preocuparse», dice.

3 de agosto de 1959

2.- EL JEFE DE POLICÍA

Abierto como una herida, el sol en el cielo


se desangra.

Un aeródromo.
Los presos preventivos, las manos sobre el vientre:
porras, jeeps,
muros carcelarios, comisarías
y cuerdas que se balancean sobre el patíbulo
y los paisanos que no aparecen
y un niño que no pudo soportar la tortura
y se tiró desde el tercer piso de la Jefatura.
Y ahí está el señor Jefe de Policía
baja del avión
vuelve de América
de un curso de formación.

Estudiaron métodos para no dejar dormir


y quedaron encantados
de los electrodos aplicados en los testículos
y también dieron una conferencia sobre nuestras celdas de castigo
ofrecieron satisfactorias explicaciones
de cómo poner huevos recién hervidos en los sobacos
y cómo despellejar delicadamente la piel con cerillas encendidas.
El señor Jefe de Policía baja del avión
vuelve de América
porras y jeeps
y cuerdas que se balancean sobre el patíbulo
ha vuelto el jefe dicen encantados.
1959

Nazim Hikmet.

De "Últimos poemas 1959-1960-1961"


Versión de Fernando García Burillo
(Ediciones del oriente y del mediterráneo -Madrid 2000)

AL PARTIR, ME QUEDAN COSAS QUE ACABAR…

Al partir, me quedan cosas que acabar,


al partir.
Salvé la gacela de la mano del cazador,
pero siguió desvanecida, sin recobrar el sentido.
Cogí la naranja de la rama,
pero no pude despojarla de su corteza.
Me reuní con las estrellas,
pero no pude contarlas.
Saqué agua del pozo,
pero no pude servirla en los vasos.
Coloqué las rosas en la bandeja,
pero no pude tallar las tazas de piedra.
No sacié mis amores.
Al partir, me quedan cosas que acabar,
al partir.

Nazim Hikmet.

Junio de 1959
De "Últimos poemas 1959-1960-1961"
Versión de Fernando García Burillo
(Ediciones del oriente y del mediterráneo -Madrid 2000)

AUTOBIOGRAFÍA

Nací en 1902
no he vuelto nunca a mi ciudad natal
no me gustan los retornos
a los tres años en Alepo era nieto de bajá
a los diecinueve estudiante en la universidad comunista de Moscú
a los cuarenta y nueve otra vez en Moscú invitado por el Comité
Central
y desde los catorce años soy poeta

hay hombres que conocen las diferentes clases de hierbas; otros,


de peces;
yo, de
separaciones
hay hombres que se saben de memoria el nombre de cada estrella;
yo, de
nostalgias

he dormido en las cárceles y en los grandes hoteles


he conocido el hambre y también la huelga de hambre y no hay
plato

que no haya probado


a los treinta años quisieron ahorcarme
a los cuarenta y ocho quisieron concederme el Premio mundial de
la Paz
y me lo
concedieron
a los treinta y seis durante medio año sólo pude recorrer cuatro
metros

cuadrados de hormigón
a los cincuenta y nueve volé desde Praga a La Habana
en dieciocho horas

no conocí a Lenin pero hice la guardia de honor junto a su féretro


en 1924

en 1961 el mausoleo que visito son sus libros

han intentado alejarme de mi partido


pero han fracasado
tampoco he sido aplastado por los ídolos caídos
en 1951 viajé por mar hacia la muerte con un joven camarada
en 1952 con el corazón cascado esperé la muerte durante cuatro
meses

estuve locamente celoso de las mujeres a las que amé


no envidié a nadie ni siquiera a Charlot
engañé a mis mujeres
pero nunca hablé mal de mis amigos a sus espaldas

he bebido pero no soy un borracho


tuve la suerte de ganarme siempre el pan con el sudor de mi frente

si mentí fue porque sentí vergüenza ajena


por piedad
pero también he mentido porque sí

he montado en tren en avión y en coche


la mayoría no puede hacerlo
he ido a la ópera
la mayoría no puede ir y ni siquiera sabe que existe
sin embargo desde 1921 no voy a muchos de los sitios
donde va la mayoría la mezquita la iglesia la sinagoga
el templo el curandero
pero a veces me gusta que me lean los posos de café

se me ha publicado en treinta o cuarenta lenguas


pero estoy prohibido en Turquía en mi propia lengua
hasta ahora no he tenido cáncer
tampoco es obligatorio
nunca seré primer ministro o algo parecido
tampoco me gustaría serlo
nunca he ido a la guerra
no he descendido a los refugios en medio de la noche
no he recorrido los caminos del exilio bajo el vuelo rasante de los
avi0nes

pero me he enamorado ya cerca de los sesenta


camaradas en pocas palabras
hoy en Berlín aunque muerto de nostalgia
puedo decir que he vivido como un
hombre
pero los años que me quedan por vivir
y las cosas que puedan sucederme
¿quién lo sabe?

Esta autobiografía fue escrita en Berlín Oriental el 11 de setiembre


de 1961

Nazim Hikmet

De "Últimos poemas 1959-1960-1961"


Versión de Fernando García Burillo
(Ediciones del oriente y del mediterráneo -Madrid 2000)

BAKÚ DE NOCHE

Noche sin estrellas hasta el pesado mar


noche cerrada y oscura
la ciudad de Bakú es un soleado campo de trigo
Estoy en la colina,
el sol me da de lleno en la cara
se escucha en el aire un preludio de rast que fluye como las
aguas del
Bósforo.
Estoy en la colina,
mi corazón es como una balsa
que se aleja en una separación infinita
y va más allá de los recuerdos
hasta el pesado mar sin estrellas
en la noche cerrada y oscura.

Nazim Hikmet.

Bakú, febrero de 1960


De "Últimos poemas 1959-1960-1961"
Versión de Fernando García Burillo
(Ediciones del oriente y del mediterráneo -Madrid 2000)

CHICAS COMO HILO DE ORO…

Chicas como hilos de oro


en esta ciudad europea
se pasean con babuchas como las nuestras.
Sobre el Estambul que llevo dentro el cielo está despejado.
Un ciprés, una fuente, Ãœsküdar.
Aunque me echara a correr, no alcanzaría
no alcanzaría el vapor que está
saliendo del muelle.

Nazim Hikmet.

Leipzig, 30 de junio de 1959


De "Últimos poemas 1959-1960-1961"
Versión de Fernando García Burillo
(Ediciones del oriente y del mediterráneo -Madrid 2000)

CON ESTE CALOR PIENSO EN TI…

Con este calor pienso en ti


tu desnudez
tu cuello tus muñecas
las cosas que me decías
con los pies como una blanca paloma descansando en un cojín.

Con este calor pienso en ti


no sé si lo que más recuerdo
lo que viene a mis ojos
es tu cuello tus muñecas
tus pies descalzos
las cosas que me decías cuando eras mía.

Con este calor amarillo pienso en ti


en la habitación de un hotel con este calor amarillo pienso en ti
y me despojo de mi soledad
mi soledad que se parece un poco a la muerte.

Nazim Hikmet.

10 de julio de 1959
De "Últimos poemas 1959-1960-1961"
Versión de Fernando García Burillo
(Ediciones del oriente y del mediterráneo -Madrid 2000)

DOS AMORES

En un corazón no caben dos amores


mentira
puede ser.

En la ciudad de las lluvias frías


es de noche y estoy tumbado en la habitación de un hotel
mis ojos están clavados en lo alto
pasan nubes por el techo
pesadas como los camiones que corren por el asfalto húmedo
y a la derecha a lo lejos
una construcción blanca
tal vez de cien pisos
en lo alto brilla una aguja de oro.
Pasan nubes por el techo
nubes cargadas de soles como caiques de sandías.
Me siento en el alféizar de la ventana
el reflejo del agua acaricia mi rostro
¿estoy a la orilla de un río
o a la orilla del mar?

¿Qué hay en aquella bandeja


en aquella bandeja rosada
fresas o moras?
¿Estoy en un campo de narcisos
o en un bosque de hayas nevadas?
Las mujeres que amo ríen y lloran
en dos lenguas.

Nazim Hikmet.

De "Últimos poemas 1959-1960-1961"


Versión de Fernando García Burillo
(Ediciones del oriente y del mediterráneo -Madrid 2000)

EL QUINTO DÍA DE UNA HUELGA DE HAMBRE

Si no consigo expresar bien, hermanos,


Lo que quiero decirles,
Tendrán que disculparme:
Siento algunos mareos,
me da vueltas un poco la cabeza.
No es el alcohol.
Apenas, es un poquito de hambre.

Hermanos,
Los de Europa, los de Asia, los de América:
Yo no estoy en prisión ni en huelga de hambre.
Me he tendido en el césped, esta noche de mayo,
Y los ojos de ustedes me miran de muy cerca,
lucientes como estrellas,
En tanto que sus manos
son una sola mano estrechando la mía,
como la de mi madre,
como la de mi amada,
como la de mi vida.

Hermanos míos:
Por otra parte, ustedes nunca me abandonaron,
Ni a mí, ni a mi país,
ni tampoco a mi pueblo.
Del mismo modo que los quiero a ustedes,
ustedes quieren a los míos, lo sé.
Gracias, hermanos, gracias.

Hermanos míos:
Yo no tengo la intención de morir.
Si soy asesinado,
Sé que entre ustedes seguiré viviendo:
Yo estaré en los poemas de Aragón
(en su verso que canta la dicha del futuro),
Yo estaré en la paloma de la paz, de Picasso,
Yo estaré en las canciones de Paul Robeson
Y, sobre todo
y lo que es más hermoso:
Yo estaré en la triunfante risa del camarada,
Entre los cargadores portuarios de Marsella.
Para decirles la verdad, hermanos,
Yo soy feliz, feliz a rienda suelta.

Nazim Hikmet

EN EL RESTAURANTE ASTORIA DE BERLÍN

En el restaurante Astoria de Berlín


había una camarera
una chica como una gota de plata.
Por encima de las bandejas repletas me sonreía.
Se parecía a las chicas de mi perdido país.
Pero no sé por qué
a veces tenía ojeras.

No tuve suerte
no pude sentarme en las mesas que ella atendía.

Ningún día se sentó en las mesas que yo atendía.


Era un hombre entrado en años.
Parecía como si estuviera enfermo,
tomaba comida de régimen.
Estaba muy triste y me miraba
pero no sabía alemán.
Tres meses vino a desayunar, comer y cenar,
luego desapareció.
Puede que volviera a su país
o que no volviera y haya muerto.

Nazim Hikmet.

23 de julio de 1959
De "Últimos poemas 1959-1960-1961"
Versión de Fernando García Burillo
(Ediciones del oriente y del mediterráneo -Madrid 2000)

LA CIUDAD, LA TARDE Y TÚ

Entre mis brazos estáis desnudas


la ciudad, la tarde y tú
vuestra claridad ilumina mi rostro
y también el olor de vuestros cabellos.
¿De quién son estos latidos
que baten bom bom y se confunden con nuestra respiración?
¿tuyos? ¿de la ciudad? ¿de la tarde?
¿o tal vez son míos?
¿Dónde termina la tarde dónde comienza la ciudad
dónde termina la ciudad dónde comienzas tú
dónde termino yo dónde comienzo?

Nazim Hikmet.

9 de julio de 1959

LA NIEVE CORTÓ EL CAMINO

La nieve cortó el camino


tú no estabas
me senté con las piernas cruzadas
contemplando tu rostro
con los ojos cerrados.

No pasaban barcos ni volaban aviones


tú no estabas
yo permanecía apoyado en la pared
hablando y hablando
sin abrir la boca.

Tú no estabas
mis manos te acariciaban
yo me tapaba la cara con las manos.

Nazim Hikmet.
Diciembre de 1959
De "Últimos poemas 1959-1960-1961"
Versión de Fernando García Burillo
(Ediciones del oriente y del mediterráneo -Madrid 2000)

LA SEIS DE LA MAÑANA…

Las seis de la mañana.


He abierto la puerta del día y he entrado,
el sabor de un azul reciente en la ventana ha venido a mi
encuentro,
en el espejo las arrugas de ayer en la frente
y en la nuca la voz de una mujer, suave como la pelusa del
membrillo,
y en la radio las noticias del país
y ya mi glotonería se desborda
correría de un árbol a otro por el huerto de las horas
y el sol, mi niña, se pondrá
y espero que más allá de la noche
el sabor de un nuevo azul me aguarde, espero...

Nazim Hikmet.

De "Últimos poemas 1959-1960-1961"


Versión de Fernando García Burillo
(Ediciones del oriente y del mediterráneo -Madrid 2000)

LO SÉ, DE SOBRA LO SÉ…

Lo sé, de sobra lo sé
cuando la próxima vez baje del tren en esta estación
hermana mía no veré tus ojos
tus puros ojos negros
ni tampoco el resplandor fuera del portón
las piedras, los árboles, las ventanas
el rostro de la gente
todo se apagará
tus ojos se habrán llevado bajo tierra la luz de la ciudad
hace tiempo que ya se habrán consumido en el cementerio.
Lo sé, de sobra lo sé
lo sé
no sé nada
tal vez yo mucho antes
ya no bajaré de ningún tren en ninguna estación
no sé
a quién de nosotros le toca hermana mía
si al cáncer tuyo
si al infarto mío
no sé no sé
sin embargo me parece
que en esta estación al bajar del tren...
Hermana mía perdóname la cobardía
de vivir
un solo día más que tú.

Nazim Hikmet.

29 de julio de 1959
De "Últimos poemas 1959-1960-1961"
Versión de Fernando García Burillo
(Ediciones del oriente y del mediterráneo -Madrid 2000)

ME HAN CERRADO TODAS LAS PUERTAS…

Me han cerrado todas las puertas


todas las cortinas
ni un pañuelo de azul
ni un puñado de estrellas.
Amor mío, ¿es que va a sorprendernos aquí la muerte
sin que podamos salir de esta ciudad?

Nazim Hikmet.

Leipzig, 3 de agosto de 1959


De "Últimos poemas 1959-1960-1961"
Versión de Fernando García Burillo
(Ediciones del oriente y del mediterráneo -Madrid 2000)

NOSTALGIA
Cien años han pasado sin ver tu cara
enlazar tu cintura
detenerme en tus ojos
preguntar a tu clarividencia
acercarme al calor de tu vientre.

Hace cien años que en una ciudad


una mujer me espera.

Estábamos en la misma rama, en la misma rama.


Caímos de la misma rama, nos separamos.
Cien años nos separan
cien años de camino.

Hace cien años que en la penumbra


corro detrás de ella.

Nazim Hikmet.

6 de julio de 1959
De "Últimos poemas 1959-1960-1961"
Versión de Fernando García Burillo
(Ediciones del oriente y del mediterráneo -Madrid 2000)

TODO LO QUE HE ESCRITO SOBRE NOSOTROS ES


MENTIRA…

Todo lo que he escrito sobre nosotros es mentira


No es lo que fue sino lo que yo quise
mis nostalgias detenidas en inalcanzables ramas
mi sed extraída del pozo de mis sueños
bocetos alumbrados.

Todo lo que he escrito sobre nosotros es verdad


tu belleza
o sea una cesta de frutas una mesa en el campo
cuando me faltas tú
o sea cuando me convierto en la última farola de la calle
del último rincón de la ciudad
cuando tengo celos de ti
o sea cuando corro de noche entre los trenes con los ojos
vendados
mi felicidad
o sea río soleado que rompe sus diques.
Todo lo que he escrito sobre nosotros es mentira
todo lo que he escrito sobre nosotros es verdad.

Nazim Hikmet.

Leipzig, 30 de septiembre de 1960


De "Últimos poemas 1959-1960-1961"
Versión de Fernando García Burillo
(Ediciones del oriente y del mediterráneo -Madrid 2000)

VAMOS A LA LUNA…

Vamos a la Luna
y más lejos todavía
a donde ni siquiera alcanzan los telescopios.
¿Pero cuándo la gente en nuestra Tierra,
dejará de pasar hambre
nadie tendrá miedo de nadie,
nadie mandará sobre nadie,
nadie maldecirá de nadie,
nadie robará a otro su esperanza?
Por esto soy comunista
para responder a esta pregunta.

Nazim Hikmet.

26 de agosto de 1959
De "Últimos poemas 1959-1960-1961"
Versión de Fernando García Burillo
(Ediciones del oriente y del mediterráneo -Madrid 2000)

YA LLEGA MI HORA…

Ya llega mi hora
saltaré de repente al vacío
sin conocer el estado de putrefacción de mi carne
ni cómo los gusanos socavan mis ojos
sin tregua ni descanso pienso en la muerte
eso quiere decir que mi hora está próxima.
Nazim Hikmet.

Leipzig 10 de septiembre de 1961


De "Últimos poemas 1959-1960-1961"
Versión de Fernando García Burillo
(Ediciones del oriente y del mediterráneo -Madrid 2000)

MI ENTIERRO

¿Mi entierro saldrá de nuestro patio?


¿Cómo vais a bajarme del tercer piso?
El ataúd no cabe en el ascensor
Y las escaleras son demasiado estrechas.

Tal vez el patio esté inundado de sol y haya palomas


Tal vez nieve en medio de los gritos de los niños
Tal vez llueva y esté mojado el asfalto.
Y como siempre los cubos de basura estarán en el patio.

Si como acostumbran aquí me suben al furgón con la cara


descubierta
Puede caerme algo de una paloma en la frente: trae suerte.
Venga o no una banda de música habrá niños a mi lado
Los niños siempre sienten curiosidad por los muertos.

La ventana de nuestra cocina me seguirá con la mirada.


Nuestro balcón me acompañará con la ropa tendida.
No podéis saber lo feliz que he sido en este patio.
Vecinos míos a todos os deseo una larga vida...

Nazim Hikmet.

(Moscú, abril de 1963)

NO ES CHACOTA LA VIDA

No es chacota la vida.
La tomarás en serio,
como lo hace la ardilla, por ejemplo,
sin esperar ayuda ni de aquí ni de allá.
Tu más serio quehacer será vivir.
No es chacota la vida.
La tomarás en serio,
pero en serio a tal punto
que, puesto contra un muro, por ejemplo,
con las manos atadas,
o en un laboratorio,
de guardapolvo blanco y con grandes anteojos,
tú morirás porque vivan los hombres,
aún aquellos hombres
cuyo rostro ni siquiera conoces.
Y morirás sabiendo, ya sin ninguna duda,
que nada es más hermoso, más cierto que la vida.
La tomarás en serio,
pero en serio a tal punto
que a los setenta años, por ejemplo,
plantarás olivares,
no para que le queden a tus hijos,
sino porque, aunque temas a la muerte,
ya no creerás en ella,
puesto que en tu balanza
la vida habrá pesado mucho más.

Nazim Hikmet.

De "Últimos poemas 1959-1960-1961".


Versión de Fernando García Burillo. (Ediciones del oriente y del
mediterráneo -Madrid 2000)

SOBRE QUEDARSE SORPRENDIDO

Puedo amar,
y tanto,
pide lo que quieras,
mi vida, mis ojos.
Puedo enfurecerme,
mi boca no se llena de espuma,
pero la ira de un camello no es nada al lado de la mía,
solo la ira del camello, no su rencor.
Puedo comprender
muchas veces con mi nariz,
es decir oliendo lo más oscuro lo que está más lejos
y puedo pelear,
por todos y por todo lo que me parece justo, correcto y hermoso,
ni mi edad ni mi porte me lo impiden,
sin embargo hace tiempo que se me olvidó quedarme sorprendido.
La sorpresa me dejó y se fue con sus ojos bien abiertos
y bien jóvenes.
¡Qué lástima!
Tanganica, febrero de 1963
Hotel Maranga

Nazim Hikmet.

SOBRE LAS LLUVIAS RADIACTIVAS

Cerrad bien las ventanas


no dejéis a los niños en la calle
las lluvias llevan la muerte a las semillas
llueve podredumbre.
Hay que limpiar las lluvias
hay que sacar brillo de nuevo a la lluvia como si fuera plata
que las lluvias lleven de nuevo nada más que el sol a las semillas
que los niños puedan correr de nuevo bajo la lluvia
y que podamos abrir de nuevo las ventanas a la lluvia.
23 de abril de 1963.

Nazim Hikmet.

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