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Metabolismo

entre sociedad y naturaleza

Jorge Riechmann
Metabolismo biológico
La sociedad depende de flujos continuos de
materia y energía desde su medio ambiente, y
hacia él: ésta es la idea básica que vamos a
explorar.
Etimología griega de la palabra “metabolismo”:
metaballein, “arrojar más allá”, “llevar más lejos”.
La noción procede de la biología. La suma de todas
las reacciones bioquímicas de una célula (o de un
organismo vivo) constituye su metabolismo.

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¿Cabe aplicar el concepto a niveles
superiores a los organismos individuales?
Se acepta en general que las comunidades
bióticas y los ecosistemas tienen
propiedades de autoorganización que les
permiten optimizar la utilización de energía
y nutrientes; y que, por tanto, puede
aplicarse la noción de metabolismo a esos
niveles.
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Metabolismo entre sociedad y
naturaleza
Las sociedades mantienen un metabolismo
que, como mínimo, equivaldrá a la suma de
los metabolismos biológicos de sus
miembros humanos.
Pero, más allá de esto, nos interrogamos por
el flujo de energía y materiales a través de
los sistemas sociales, y hablamos entonces
de metabolismo socio-ecológico, o socio-
natural.
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Las esferas interconectadas de la producción y el
consumo configuran “el metabolismo
socionatural, esto es, el conjunto de
interrelaciones e interacciones entre los seres
humanos y el medio natural del que obtienen los
recursos y al que devuelven los residuos, en un
complejo proceso en el curso del cual el ser
humano transforma el medio natural y se
transforma a sí mismo.” Joaquim Sempere, Mejor con menos --
Necesidades, explosión consumista y crisis ecológica, Crítica, Barcelona 2009,
p. 156.
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Marx formula la idea de metabolismo
entre el ser humano y la naturaleza...

En el marco de las nacientes ciencias sociales del


siglo XIX, fueron Marx y Engels quienes
aplicaron el término “metabolismo” (Stoffwechsel
en alemán) a la sociedad.
La investigación clave sobre este asunto: La ecología de Marx de John
Bellamy Foster (Libros del Viejo Topo, Barcelona 2004), especialmente el
capítulo 5 (“El metabolismo de sociedad y naturaleza”).

El “metabolismo entre el ser humano y la


naturaleza” aparece, en El Capital, asociado a la
descripción básica --casi ontológica-- del proceso
de trabajo.
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...en El Capital
“El trabajo es, en primer lugar, un proceso entre el hombre
y la naturaleza, un proceso en que el hombre media, regula
y controla su metabolismo con la naturaleza. El hombre se
enfrenta a la materia natural misma como un poder natural.
Pone en movimiento las fuerzas naturales que pertenecen a
su corporeidad, brazos y piernas, cabeza y manos, a fin de
apoderarse de los materiales de la naturaleza bajo una
forma útil para su propia vida. Al operar por medio de ese
movimiento sobre la naturaleza exterior a él y
transformarla, transforma a la vez su propia naturaleza.”
Karl Marx, El Capital, vol. 1 del libro primero (ed. de Pedro Scaron), Siglo
XXI, Madrid 1984, p. 215.

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Y unas páginas más allá:
“El proceso de trabajo (...) es una actividad
orientada a un fin, el de la producción de
valores de uso, apropiación de lo natural para
las necesidades humanas, condición general del
metabolismo entre el hombre y la naturaleza,
eterna condición natural de la vida humana y
por tanto independiente de toda forma de esa
vida y común, por el contrario, a todas sus
formas de sociedad.” Op. cit. p. 223
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Von Liebig, en los orígenes de la
agronomía y la edafología modernas
El gran químico agrícola alemán Justus von Liebig hizo
hincapié en la circulación de los nutrientes del suelo y su
relación con el metabolismo animal. Justus von Liebig, La
química orgánica en su aplicación a la agricultura y la fisiología, 1840.
Relacionó el empobrecimiento de los suelos con la
contaminación de las ciudades por desechos humanos y
animales. En sus influyentes Cartas sobre la utilización de
las aguas residuales municipales (1865), insistía en que un
reciclado que devolviera al suelo los nutrientes contenidos
en las aguas residuales formaban parte indispensable de un
sistema urbano-agrícola racional.

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Preservar el excremento líquido y
sólido
Von Liebig escribió en 1840 al primer ministro
británico sir Robert Peel, en un contexto marcado
por la inquietud que causaba la contaminación de
las aguas urbanas de un Londres en rapidísimo
crecimiento:
“La causa del agotamiento del suelo debe buscarse
en las costumbres y hábitos de las gentes de las
ciudades, esto es, en la construcción de retretes
que no admiten que se recoja y preserve el
excremento líquido y sólido.”
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“No regresan a los campos de Gran Bretaña, sino
que son arrastrados por los ríos hasta el mar. El
equilibrio en la fertilidad del suelo se ve destruido
por esta pérdida incesante y puede sólo ser
restaurado por un suministro equivalente... Si
fuera posible hacer regresar a los campos de
Escocia e Inglaterra todos esos fosfatos que han
sido conducidos al mar en los últimos cincuenta
años, las cosechas se incrementarían hasta el doble
de la cantidad de los años anteriores.” Liebig citado en
Herbert Girardet, Ciudades sostenibles, Eds. Tilde, Valencia 2001, p. 46
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La noción de fractura metabólica
Estudiar las obras de von Liebig condujo a
Marx --en El Capital-- a su concepto central
de la fractura metabólica que se produce
en la relación humana con la naturaleza, y
explica la alienación con respecto a ella.
Las relaciones de producción capitalistas y
la separación antagónica entre la ciudad y el
campo habían causado una fractura en ese
metabolismo.
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“Una fractura irreparable” en el
metabolismo social
Gran parte de esta crítica se resume en un pasaje muy
notable al final de las páginas que dedica a “La génesis de
la renta capitalista del suelo”, en el libro tercero de El
Capital:
“El latifundio reduce la población agraria a un mínimo
siempre decreciente y la sitúa frente a una creciente
población industrial hacinada en grandes ciudades. De este
modo da origen a unas condiciones que provocan una
fractura irreparable en el proceso interdependiente del
metabolismo social, metabolismo que prescriben las leyes
naturales de la vida misma.”

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“El resultado de esto es un desperdicio de la vitalidad del suelo, que
el comercio lleva mucho más allá de los límites de un solo país.
(...) La industria a gran escala y la agricultura a gran escala
explotada industrialmente tienen el mismo efecto. Si originalmente
pueden distinguirse por el hecho de que la primera deposita
desechos y arruina la fuerza de trabajo, y por tanto la fuerza natural
del hombre, mientras que la segunda hace lo mismo con la fuerza
natural del suelo, en el posterior curso del desarrollo se combinan,
porque el sistema industrial aplicado a la agricultura también
debilita a los trabajadores del campo, mientras que la industria y el
comercio, por su parte, proporcionan a la agricultura los medios
para agotar el suelo.” Hasta aquí la extensa cita del libro tercero de El Capital.
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Metabolismo perturbado
“Con la preponderancia incesantemente creciente de
la población urbana, acumulada en grandes centros
por la producción capitalista, ésta por una parte
acumula la fuerza motriz histórica de la sociedad y,
por otra, perturba el metabolismo entre el ser humano
y la tierra, esto es, el retorno al suelo de aquellos
elementos constitutivos del mismo que han sido
consumidos por el ser humano bajo la forma de
alimentos y vestimenta, retorno que es condición
natural eterna de la fertilidad permanente del suelo.”
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“Con ello destruye, al mismo tiempo, la salud física de los
obreros urbanos y la vida intelectual de los trabajadores
rurales.
(...) Al igual que en la industria urbana, la fuerza
productiva acrecentada y la mayor movilización del trabajo
en la agricultura moderna se obtienen devastando y
extenuando la fuerza de trabajo misma. Y todo progreso de
la agricultura capitalista no es sólo un progreso en el arte
de esquilmar al obrero, sino a la vez en el arte de esquilmar
el suelo; todo avance en el acrecentamiento de la fertilidad
de éste durante un lapso dado, un avance en el agotamiento
de las fuentes duraderas de esa fertilidad.”
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“(...) La producción capitalista, por
consiguiente, no desarrolla la técnica y
la combinación del proceso social de
producción sino socavando, al mismo
tiempo, los dos manantiales de toda
riqueza: la tierra y el trabajador.” Karl
Marx, El Capital, libro primero, parágrafo 10 del capítulo
13.

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Socialismo en términos de regulación
consciente del metabolismo

En la futura sociedad de productores asociados que


anticipaban Marx y Engels, sería necesario
“gobernar el metabolismo humano con la naturaleza
de una manera racional”, algo que escapaba a las
posibilidades de la sociedad burguesa. Así, en el libro
tercero de El Capital Marx escribe:
“La libertad en esta esfera [el reino de la necesidad natural] sólo puede
consistir en que el hombre socializado, los productores asociados,
gobiernen el metabolismo humano con la naturaleza de un modo racional,
poniéndolo bajo su propio control colectivo, en vez de estar dominados
por él como una fuerza ciega; realizándolo con el menor gasto de energía
y en las condiciones más dignas y apropiadas para su humana naturaleza.”
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Como dice Enric Tello, “Karl Marx fue el primero, setenta
años antes que Lewis Mumford, en introducir el concepto
de metabolismo social en el ámbito de la economía y la
historia. A partir de la noción de intercambio metabólico
desarrollada por Justus von Liebig y la biología de su
tiempo, Marx definió el trabajo humano como la
modulación intencional de aquel metabolismo, y en una de
las contadas ocasiones en que concretó qué entendía por
socialismo lo caracterizó como la organización consciente
de un intercambio entre el ser humano y la naturaleza en
una forma adecuada al pleno desarrollo humano”. Enric
Tello, La historia cuenta. Del crecimiento económico al desarrollo humano sostenible.
Libros del Viejo Topo, Barcelona 2005,
14/01/2010 p. 273.
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La energética: Geddes...
Por otra parte, hay otro importante campo donde
se formularon consideraciones sobre el
metabolismo social en el siglo XIX: la energética.
Patrick Geddes intentó desarrollar un cálculo
unificado basado en los flujos de energía, capaz de
proporcionar un marco coherente para toda la
actividad social y económica. No se prestó
atención a este trabajo pionero. Patrick Geddes, “Un análisis
de los principios de la economía” (1884), en Joan Martínez Alier (ed.), Los
principios de la economía ecológica, Fund. Argentaria/ Visor, Madrid 1995, p.
26 y ss. Véase también Joan Martínez Alier y Klaus Schlüppmann, La
ecología y la economía, FCE, Ciudad de México 1991, capítulo 5.
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...Ostwald, Soddy...
Wilhelm Ostwald --premio Nobel de química en 1909-- hizo una
contribución similar, señalando que cuanto más eficiente es la
transformación de energía bruta en energía útil, mayor es el progreso
de una sociedad. Recibió un buen rapapolvo de Max Weber. Joan
Martínez Alier y Klaus Schlüppmann, La ecología y la economía, FCE, Ciudad de
México 1991, capítulo 11.
Frederick Soddy, también premio Nobel de química, se interesó
igualmente por la energética de la sociedad. Fue uno de los pocos
teóricos sociales sensibles a la segunda ley de la termodinámica y
consideraba la energía como un factor limitante crítico para la
sociedad. Frederick Soddy, “Economía cartesiana: la influencia de la ciencia física en
la administración del Estado” (1921), en Joan Martínez Alier (ed.), Los principios de la
economía ecológica, Fund. Argentaria/ Visor, Madrid 1995, p. 145 y ss. Véase también
Joan Martínez Alier y Klaus Schlüppmann, La ecología y la economía, FCE, Ciudad de
México 1991, capítulo 8.
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También desde la antropología
cultural del siglo XX
Leslie White
Julian Steward
Andrew Vayda
Roy Rappaport
Marvin Harris
El famoso análisis de Harner (1977) sobre
el canibalismo azteca, disfrazado de
sacrificio religioso.
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¿De qué se compone el metabolismo
de un sistema social?

Según Marina Fischer-Kowalski, lo


componen los flujos de materiales y
energía que mantienen los
compartimentos materiales del sistema
social.
Y estos son las entidades físicas que se
están reproduciendo constantemente
mediante el trabajo invertido en ese sistema.
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Para una sociedad en su conjunto, esto abarca
lo siguiente:
 1. La población humana.
 2. Los artefactos: edificios, máquinas, bienes de uso... (A
veces se habla de “tecnosfera” en estos contextos.)
 3. Los organismos animales alimentados y criados por los
seres humanos: animales domésticos...
 4. Los organismos vegetales “mantenidos” por los seres
humanos: plantas de cultivo... Marina Fischer-Kowalski,
“El metabolismo de la sociedad: sobre la infancia y adolescencia de una naciente
estrella conceptual”, en Michael Redclift y Graham Woodgate (eds.), Sociología del
medio ambiente. Una perspectiva internacional, McGraw Hill, Madrid 2002, p. 135.
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Metabolismo (por habitante y año)
de diferentes modos de producción
Sociedades Sociedades Sociedades
cazadoras y agrarias industriales
recolectoras

Insumos 10-20 65 aprox. 223


energéticos (GJ/
habitante/ año)

Insumos materiales 1 aprox. 4 aprox. 21’5


(tn/ habitante/ año)

Fuente: Marina Fischer-Kowalski y H. Haberl, “Tons, Joules and money: Modes of production and the sustainability problem”, Society and Natural
Resources 10, 1997. Reproducido de Óscar Carpintero, El metabolismo de la economía española: Flujos de energía, materiales y huella ecológica
(1955-2000), Lanzarote, Fundación César Manrique, 2005, p. 115

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El metabolismo de la sociedad
española
 En España, la población creció de 28 a 45 millones de
habitantes entre 1950 y 2005, pero su impacto
ambiental se multiplicó por un factor varias veces
mayor.
 En efecto: las emisiones de gases de efecto
invernadero han aumentado más del 45% sólo entre
1990 y 2005 (triplicando ya el incremento tolerable
según el Protocolo de Kioto).
 El requerimiento total de materiales por habitante se
multiplicó por cuatro en el último medio siglo.
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La huella ecológica por habitante casi se triplicó en el
mismo período, pasando de las 1,79 ha/hab (52
millones de hectáreas) en la primera de esas fechas a
las 4,85 ha/hab (208 millones de hectáreas) estimadas
para 2003: esta cantidad supera en tres veces por sí
misma la superficie total (terrestre y marítima)
correspondiente a nuestro país (62 millones de
hectáreas), lo que muestra bien a las claras la
insostenibilidad actual de nuestro modo de producción
y consumo. Óscar Carpintero, El metabolismo de la economía española: recursos
naturales y huella ecológica (1955-2000), Lanzarote, Fundación César Manrique, 2005.
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El déficit ecológico de España
“A mediados de la década de los cincuenta, la superficie
ecológicamente disponible (esto es, la ecológicamente
productiva menos el 12 por 100 reservado a otras especies no
humanas, e incorporando la zona económica exclusiva marítima)
permitía que en 1955 cada habitante dispusiese de 1,68 hectáreas
para satisfacer su modo de producción, consumo y asimilación
de residuos en forma de CO2; lo que comparado con la huella
ecológica para ese año, arrojaba un déficit ecológico ‘tolerable’
de 0,11 ha/hab. (el déficit ecológico se define como el número
de hectáreas totales o per capita en las que la huella ecológica de
un país excede a su superficie ecológicamente productiva o,
alternativamente, a la superficie disponible).”
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“Cincuenta años después las condiciones empeoran por un doble motivo.
De un lado, el incremento de la población reduce la disponibilidad de
tierra en un 30 por 100 para dejarla en 1,19 ha/hab, circunstancia a la que
hay que sumar la expansión en las emisiones de dióxido de carbono a la
atmósfera que no es suficientemente compensada por el aumento en el
rendimiento de las tierras agrícolas y forestales.
Si prescindimos del factor energético, los datos revelan que el exceso de
la huella sobre la superficie disponible llegó en 2003 a los 17 millones de
hectáreas, lo que incluye, por ejemplo, los casi 4 millones de tierra
agrícola ocupada en terceros países para sostener nuestro modo de
alimentación; los 3,8 millones de superficie forestal o los 6 millones de
hectáreas de superficie marítima necesaria para satisfacer una dieta rica
en pescado.” Óscar Carpintero, El metabolismo de la economía española: Recursos
naturales y huella ecológica (1955-2000), Lanzarote, Fundación César Manrique, 2005.

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Metabolismo y sostenibilidad
La sostenibilidad de un sistema (en particular,
de la economía española) no tiene demasiado
que ver con las mejoras marginales en su
eficiencia (lo cual no quiere decir que no
tengamos que perseguir con tesón la
ecoeficiencia):
tiene que ver más bien con su metabolismo
básico, con las pautas de intercambio de materia
y energía entre el sistema y su entorno.
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Insostenibilidad y comercio
internacional
“Cuando se analiza la realidad en términos biofísicos de
flujos de materia y energía, resulta patente la absoluta
dependencia actual de los países del Norte de los servicios
generados por los ecosistemas del Sur.
El hecho de que los países desarrollados puedan mantener
un metabolismo socioeconómico creciente en términos de
tasas de consumo y acumulación de materiales y energía
que se introduce al sistema para salir en forma de residuos
sin incrementar el nivel de explotación de sus territorios no
se debe a una desmaterialización real de sus economías,
sino a un desplazamiento geográfico de las fuentes de
recursos y de los sumideros de residuos.”
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“Esto es debido a que el actual sistema de
comercio internacional permite a los
consumidores de dichos países obtener
servicios de los ecosistemas de todo el
planeta a través de los mercados
globalizados.”José A. González, Carlos Montes e Ignacio Santos:
“Capital natural y desarrollo: por una base ecológica en el análisis de las
relaciones Norte-Sur”, Papeles de relaciones ecosociales y cambio global 100,
CIP, Madrid 2008, p. 68.
El texto básico para profundizar en este análisis: José Manuel Naredo, Raíces
económicas del deterioro ecológico y social, Siglo XXI, Madrid 2006.
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Diseño “de la cuna a la cuna”
según MBDC
La basura es comida (waste equals food),
como proponen William McDonough y
Michael Braungart que han fundado
MBDC, McDonough Braungart Design
Chemistry Véase www.mbdc.com
Avanzar desde los ciclos de vida “de la
cuna a la tumba” para los productos y
materiales hacia ciclos “de la cuna a la
cuna”.
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Metabolismo biológico/
metabolismo industrial
Una economía ecologizada distinguiría entre dos
tipos de “metabolismo económico”:
todo lo que fuera a parar al metabolismo
biológico de la naturaleza sería perfectamente
biodegradable, y no contendría tóxicos en
absoluto;
por otro lado, lo que fuera al metabolismo
industrial circularía una y otra vez en ciclos
cerrados, sin mezclarse con el metabolismo
biológico.
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Residuo cero
Así, todos los productos de la economía serían
clasificados o bien como nutrientes biológicos o
bien como nutrientes técnicos.
El planteamiento en cualquier caso ha de ser
residuo cero en el sentido de que los residuos de
los procesos productivos serían aprovechados
íntegramente como materia prima –igual que
sucede en los ciclos de materiales que se dan en la
biosfera.

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Precisamos regular racionalmente el
metabolismo entre humanidad y naturaleza

“Las técnicas introducidas desde la Revolución


Industrial moderna han transformado
profundamente el metabolismo socionatural hasta
poner en peligro la continuidad de la vida humana
civilizada, obligando a los seres humanos a
preguntarse por vez primera en la historia sobre la
posibilidad de que la propia especie humana
destruya la viabilidad de su existencia sobre la faz
de la Tierra.” Joaquim Sempere, Mejor con menos --Necesidades,
explosión consumista y crisis ecológica, Crítica, Barcelona 2009, p. 164

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...pero sin olvidar que a menudo
descarrilamos...

La crisis ecológica nos hace pensar en


desequilibrios: desequilibrios energéticos,
territoriales, en los flujos de materiales...
“Debemos aceptar que nunca alcanzaremos
la sostenibilidad, porque no es un estado
sino un proceso: nunca alcanzaremos una
posición de equilibrio que se pueda
mantener indefinidamente.” Graham Woodgate en
Sociología del medio ambiente (coord. por Woodgate y Michael Redclift),
McGraw-Hill, Madrid 2002, p. xxx.
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... con la idea de control racional
Una imagen para visualizar la sostenibilidad: el equilibrista
sobre el sendero escarpado o la cuerda floja. Equilibrio
dinámico: el funámbulo ha de avanzar para mantenerse en
equilibrio. Los equilibrios posibles para nosotros no son
estáticos ni cómodos, no cabe dar nada por sentado (¡hermosa
imagen, si pensamos la expresión en su literalidad!).
Necesidad de (re)construir una red de seguridad por debajo
del equilibrista. La expansión en el desarrollo de las
capacidades humanas ha de ir de consuno con una potente
autolimitación en el metabolismo entre las sociedades
humanas y la naturaleza. A ese punto de equilibrio podemos
llamarlo sostenibilidad.
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¿Pero qué equilibrio?
Recordemos que, para el físico y premio Nobel
Ilya Prigogine, los sistemas vivos, y la biosfera en
su conjunto, son “sistemas apartados del
equilibrio” que tienen eficientes “estructuras
disipativas” para extraer el desorden. En términos
termodinámicos, equilibrio es muerte.
Habrá que pensar en un metaequilibrio, una
proporción o razón de nuestros vitales
desequilibrios.

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Lo contingente, lo imprevisible
“...quien crea que puede diseñar un plan para la salvación
ecológica de la especie humana no comprende la
naturaleza de la evolución, y ni siquiera la de la historia,
que es la de una lucha permanente bajo formas siempre
nuevas, no la de un proceso físico-químico predecible y
controlable como los de cocer un huevo o enviar un cohete
a la Luna.” Nicholas Georgescu-Roegen, 1972
“...es como si la naturaleza se reservara siempre el derecho
de introducir cosas absolutamente imprevisibles y capaces
de trastocar nuestros esquemas. Hay que aceptarlo así y no
se le pueden dar más vueltas.” Ramón Margalef, 1991
(citados ambos en Ernest García, El trampolín fáustico, Tilde, Valencia 1999, p. 5 y 25).
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Dejar margen para la
incertidumbre
Hay que dejar margen para la contingencia y la
incertidumbre, porque podemos intentar orientar la
evolución de sistemas complejos, pero nunca vamos a tener
certeza sobre los resultados.
Esto quiere decir, por ejemplo, que si el maximum
sustainable yield de un caladero determinado son 10.000
toneladas de una determinada especie de pez al año, será
prudente limitar las capturas a 5.000 toneladas;
y que los bancos de germoplasma no son una buena
alternativa a la conservación de variedades vegetales
(silvestres y domesticadas) in situ.

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Final: René Dubos contra el ansia
de crecimiento
“Una de las fuerzas más demoníacas de la civilización
tecnológica es el ansia de crecimiento, que se ve
intensificada por mecanismos institucionales que van
desde el prestigio nacional al fomento de la adquisición
de bienes inmuebles y diversas formas de propaganda
comercial.
Si al ser humano moderno se le alienta a expandir aún
más su apetito por los productos industriales, si continúa
dándose por sentado que vale la pena adquirir toda
innovación y se justifica el abandono de costumbres
dignas sólo porque son antiguas, (...)”

14/01/2010 metabolismo 42
“(...) si la población sigue aumentando sin tener en cuenta
la capacidad del planeta para mantenerla y absorber sus
desechos, entonces los desastres son inevitables,
independientemente de las mejoras en los procesos
tecnológicos.
Ni la riqueza ni el conocimiento son capaces de
proporcionar formas efcaces de lucha contra los excesos
humanos.
Así pues, los demonios que hay que exorcizar no están en
la tecnología sino en las mentes de los seres humanos.”
René Dubos, Un dios interior, Salvat, Barcelona 1986, p. 182.

14/01/2010 metabolismo 43
Para ampliar estas reflexiones
Para ampliar estas reflexiones, véase el
capítulo 3 de José Manuel Naredo, Raíces
económicas del deterioro ecológico y social,
Siglo XXI, Madrid 2006 (“El metabolismo
de la civilización industrial en el contexto
planetario”).
Y el ppt de Óscar Carpintero “La cara
oculta del desarrollo económico español”...
14/01/2010 metabolismo 44

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